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8/17/2019 Num011_010 http://slidepdf.com/reader/full/num011010 1/16 Antonio Rodríguez Huesear Ortega, clásico prematuro Ya en otras ocasiones conmemorativas me he referido, desde distintos  puntos de vista, a esta cuestión del presunto clasicismo de nuestro gran  pensador, porque es un tema que me parece insoslayable, si se quieren aclarar ciertos aspectos ambiguos en torno a su discutida figura. Me ha  parecido, pues, oportuno volver hoy sobre él, en la nueva perspectiva de la celebración del centenario, por representar el siglo un orden de magni- tud en la apreciación del tiempo histórico que se podría, quiz, considerar !aunque en esto, por supuesto, no hay reglas precisas" como la unidad mínima para que un autor pueda pasar ya a la consideración de #clsico$. %ero se trataría ms bien de los cien a&os después de su muerte. 'in em-  bargo, con (rtega ha sucedido que, ya desde hace mucho tiempo, y de manera creciente a partir de su muerte !hace veintisiete a&os", su figura ha recibido el reconocimiento universal que consagra a los grandes maes- tros de la literatura y del pensamiento. )oy, pues, a pesar de la todavía cercana fecha de su desaparición, goza ya de dicha consideración. *ste con- senso tan enaltecedor tiene, sin embargo, o puede tener, un sentido ambi- valente+ por un lado es positivo, ser un clsico significa, sin duda, haber alcanzado esa augusta condición que representa la ms elevada meta a que un hombre dedicado a las tareas del espíritu puede aspirar. %or otro lado, sin embargo, ser  ya un clsico puede significar también que un autor ha quedado definitivamente adscrito al pasado, con todos los honores de la reconocida perfección, con la fuerte carga de eemplaridad que el clasi- cismo implica, ciertamente, pero también con el peligro de inactualidad, de inefectividad, que con frecuencia arrastra. ontra este peligro advertí ya en /012, con motivo de cumplirse entonces el primer decenario de la muerte de (rtega (en Cuadernos Hispanoamericanos, n3m. /04, octubre de /012". 5esde entonces han transcurrido ms de diecisiete a&os casi el lapso de una generación, seg3n el conocido cómputo orteguiano-y mu- chas cosas han cambiado en el mundo, y especialmente en *spa&a. %ero lo que en aquel artículo denunciaba creo que sigue teniendo hoy con las obvias correcciones de perspectiva y de nivel histórico- plena validez, y Cuenta y Razón, n.6 // Mayo-7unio /089

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Antonio Rodríguez Huesear

Ortega, clásico prematuro

Ya en otras ocasiones conmemorativas me he referido, desde distintos puntos de vista, a esta cuestión del presunto clasicismo de nuestro gran pensador, porque es un tema que me parece insoslayable, si se quierenaclarar ciertos aspectos ambiguos en torno a su discutida figura. Me ha parecido, pues, oportuno volver hoy sobre él, en la nueva perspectiva de

la celebración del centenario, por representar el siglo un orden de magni-tud en la apreciación del tiempo histórico que se podría, quiz, considerar !aunque en esto, por supuesto, no hay reglas precisas" como la unidadmínima para que un autor pueda pasar ya a la consideración de #clsico$.%ero se trataría ms bien de los cien a&os después de su muerte. 'in em- bargo, con (rtega ha sucedido que, ya desde hace mucho tiempo, y demanera creciente a partir de su muerte !hace veintisiete a&os", su figuraha recibido el reconocimiento universal que consagra a los grandes maes-tros de la literatura y del pensamiento. )oy, pues, a pesar de la todavíacercana fecha de su desaparición, goza ya de dicha consideración. *ste con-senso tan enaltecedor tiene, sin embargo, o puede tener, un sentido ambi-valente+ por un lado es positivo, ser un clsico significa, sin duda,haber alcanzado esa augusta condición que representa la ms elevada metaa que un hombre dedicado a las tareas del espíritu puede aspirar. %or otrolado, sin embargo, ser ya un clsico puede significar también que un autor ha quedado definitivamente adscrito al pasado, con todos los honores dela reconocida perfección, con la fuerte carga de eemplaridad que el clasi-cismo implica, ciertamente, pero también con el peligro de inactualidad,de inefectividad, que con frecuencia arrastra. ontra este peligro advertíya en /012, con motivo de cumplirse entonces el primer decenario de lamuerte de (rtega (en Cuadernos Hispanoamericanos, n3m. /04, octubrede /012". 5esde entonces han transcurrido ms de diecisiete a&os casi ellapso de una generación, seg3n el conocido cómputo orteguiano-y mu-chas cosas han cambiado en el mundo, y especialmente en *spa&a. %ero loque en aquel artículo denunciaba creo que sigue teniendo hoy con las

obvias correcciones de perspectiva y de nivel histórico- plena validez, y

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aun, en ciertos respectos, una vigencia nueva y ms grave. 5ecía entonces+#:o que, al parecer, se quiere es un (rtega inocuo, un (rtega decorativoy sin consecuencias ni filosóficas, ni políticas, ni de ninguna otra índole

 , un comodín para citar, como se cita al ;clsico; definitivamente leano,definitivamente pasado, definitivamente muerto< un (rtega suntuario, cuyonombre venga a enriquecer el panteón de hombres ilustres de la cultura

 patria y a ser motivo de conmemoraciones convencionales$ (Cuadernos Hispanoamericanos, pg. =, octubre de /012". Me refería entonces conestas palabras, principalmente, a una curiosa casta de antiorteguianos eincluso de sedicentes orteguianos, sobre todo espa&oles, que lo que pa-recían haber decidido, tcticamente o simplemente haber asumido gre-gariamente, en lugar de #ignorar$ a (rtega, cosa ya imposible, o decombatirlo, de modo frontal o solapado lo que hubiera puesto en inde-corosa evidencia su inopia mental, era #la neutralización$ del gran

 pensador #mediante su confinamiento en el limbo glorioso del pretérito perfecto$, sin darse cuenta de que ese pretérito no e>iste ms que en lasgramticas. 'e trataba, pues, de #crear y de fiar$ una imagen de (rtegaque, #por su apariencia brillante, positiva y amable$, tuviera #la virtudde meor poder esterilizarlo, relegndolo a ese desvn de los ;clsicos;,ms o menos polvorientos y desecados$. %ues bien, digo que hoy siguenteniendo vigencia aquellas palabras, si restamos de ellas la imputación demalevolencia que en aquella ocasión llevaban envuelta. *n la actualidaddeben de quedar pocos de aquellos que 7ulin Marías denominó graciosay certeramente #antípodas$, y si alguno queda es ya inofensivo, como lacobra a la que se le ha e>traído el veneno. ?@uién, por eemplo, con unmínimo sentido del ridículo, se atrevería a plantear hoy la viea y siempreestólida cuestión de sí (rtega era filósofo o literato, o a negarle la pri-mera condición precisamente a causa de su e>cepcional calidad en la se-gundaA Bo obstante, a cambio de la desaparición de tan peregrinas y romasactitudes, e>iste hoy otra, bastante e>tendida, y a mi uicio mucho ms

 peligrosa, por ser menos visible y, adems, inconsciente, que es no ya sólo

la de quienes, como decía Machado, #desprecian lo que ignoran$, sino,lo que es peor, la de quienes, incluso de buena fe, hacen profesión o dantestimonio de admirar a (rtega, a veces incluso habiéndolo leído amplia-mente, pero sin conocerlo mucho meor que aquéllos, y esto a causa dehaber hecho de él una lectura convencional, precisamente porque ya les#suena$ a clásico indiscutible. ¡Pessimum signum! %orque claro est quenunca ha habido ni habr clsicos indiscutibles, en ning3n campo de lacreación humana, pero en el de la filosofía, particularmente, esa e>presióndesigna la hereía m>ima, o algo así como el círculo cuadrado. %ues bien,entre estos 3ltimos merecen mención especial algunos de los que, en todoslos tonos y formas, proclaman que (rtega  sigue vivo. *s ése un grantópico, en el que, por supuesto, todos incurrimos alguna vez, y que surge,indefectible, como ahora a propósito de (rtega, en toda suerte de conme-

moraciones. Y, claro est, si el tópico funciona como tal y no se opera

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volveré a referir después", sino en la #operación$ de la misma sobre nos-otros para asegurar su continuidad< porque vivir, la vida, seg3n el propio(rtega la define, #es una operación que se hace hacia adelante$, esto es,hacia el horizonte de las posibilidades que es el futuro y no haciael de las realizaciones ya acabadas que es el pasado como tal. Bo esla misma, sin embargo, la carga potencial de posibilidades de todo pasado

retenido o incorporado en nosotros< es decir, no todo pasado puede estar igualmente vivo, por ms que lo queramos+ hay aquí una escala de gradosque va desde una vita m&nima hasta una poderosa proyección de amplioy largo aliento. Ihora bien, cualquiera que conozca un poco a (rtega, alverdadero (rtega, quiero decir, percibir, sin duda, con qué vigor pon-dera todo su pensamiento hacia el futuro, qué henchida de posibilidadesest su actualidad, hasta qué punto est impresionantemente vivo. uantoms nos replegamos o concentramos sobre él, ms fuertemente sentimosla necesidad de que ese pensamiento siga viviendo, es decir, desplegndoseen la dirección esencial en que siempre lo hizo, a saber+ en la de orientar nuestro porvenir, esta pobre vida nuestra, hoy tan desnortada. *l (rtegaactual, pues, sólo puede ser un (rtega  posible  que es la definición mis-ma que del movimiento dio el vieo Iristóteles, un (rtega, por consi-guiente, en movimiento, como él postuló que era la verdadera realidady, por ende, el verdadero pensamiento+ mobilis in mobile% no un (rtega

 sido y solemnemente perennizado y solidificado. Bo basta, pues, con repetir que (rtega est vivo, sino que hay que

hacerlo bueno dando fe de esa vida en uno mismo cada uno a su modoy manera, y en su grado, por supuesto. Y espero que no se me haga lainusticia de pensar que estoy incurriendo con esto en la gran necedad quesupondría el pretender que todo el mundo sea o se haga orteguiano. %or el contrario, creo que la meor manera de ser orteguiano sería, como essólito en los predios de la filosofía, como se ha dicho, mediante la comi-sión de parricidio, que es como fue platónico Iristóteles, y, de ahí enadelante, la mayor parte, por no decir todos los grandes discípulos que

en el mundo han sido. %ero el parricidio requiere la previa paternidad, ysi es filosófico, adems, la genialidad cosa que, evidentemente, no esten la mano de nadie. :o que no obsta para que se pueda ser tambiéndiscípulo, con plena dignidad y fecundidad, sin necesidad de ser parricida la historia nos ofrece eemplos de todas clases. *n cuanto a los noorteguianos, no se les pide que lo sean, Kpues no faltaba msL, sino sóloque sepan bien por qué no lo son, es decir, que no traten de ignorar esaenorme #cordillera de pensamientos$-----la e>presión no es mía, sino de7. Nerrater Mora, el filósofo no orteguiano ms importante de hoy en len-gua espa&ola, el cual sí sabe por qué y en qué medida no lo es Opues tam- bién en el no ser orteguiano hay modos y medidas, como en el serlo",que no traten de ignorar, digo o, lo que es peor, que ignoren simple-mente sin proponérselo, esa enorme y #complea masa de pensamientos$

 otra e>presión de Nerrater que est ahí, en su mismísima e inmediata

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circunstancia espa&ola, desde hace muchos a&os, y que, a pesar de las#ocultaciones$ históricas de que ha sido obeto a lo largo de las 3ltimasdécadas y termino el prrafo con palabras del mismo autor citado,#nos orienta sin que necesitemos por ello seguirla. *s ella la que, viva ylatiente, nos sigue$. Jalga esta cita como eemplo privilegiado de la clasede testimonio que puede dar un no orteguiano cuando afirma que (rtega

sigue vivo. :o dems, repito, es tópico y, en cuanto lo sea, no puedeaceptarse como testimonio vlido, pues una cosa es la verdad y otra muydistinta, y aun opuesta, la publicidad. Canto que se podría definir el tópicocomo la degeneración publicitaria de la verdad. Il adquirir dimensión p3- blica o social, en efecto, la verdad se degrada e, ipso 'acto, dea de serloen plenitud. %ero lo peor no es esa degradación, con la que podemos per-fectamente contar, sino el que esa verdad degradada aspire a suplantar a laauténtica, por vía de enmascaramiento. *l tópico no lo sería sin un tras-fondo de verdad de ahí su fuerza social, pero él no es ms que ms-cara de la verdad #mscaras nos rodean$, dio también (rtega. *ltópico es, literalmente, el lugar comn, la #verdad$ de todos y, por tanto,de nadie, la hostería donde todos paran un momento, pero donde nadiehace morada. Y hay un #clasicismo$ o una versión del mismo, precisa-mente hecho de tópicos !(rtega lo denunció también, como veremos", yhasta la misma palabra #clsico$ es uno de ellos.

%or todo lo dicho, yo creo que lo que hay que hacer con (rtega para ponernos un poco en claro sobre esta su presunta condición de clsico eslo que él mismo prescribió como 3nica actitud dotada de sentido ante ellos ante los clsicos, digo, a saber+ traerlos #ante un tribunal de nufra -gos$, para ver lo que de verdad pueden aportar ante tan rigurosos comonecesitados ueces y no hay verdad para un nufrago ms que la de su posible  salvación , o, para decirlo en el lenguae que venimos usando, para comprobar si, y hasta qué punto, siguen efectivamente vivos. Y quiznada meor, para iniciar el interrogatorio, que preguntar al reo cómo en-tendía él mismo el clasicismo. *ncontraríamos entonces que (rtega se

enfrentó con esta cuestión de un modo nada académico !como era carac-terístico en su estilo de pensamiento" y desde lo que, a primera vista, pa-recen dos actitudes opuestas, pero que en realidad son sólo dos posturascongruentes dentro de una misma actitud lo que constituye otro de losrasgos peculiares de su modo o método intelectual. 'on, en términosorteguianos, $perspectivas diferentes ofrecidas por una misma realidad, ycuya elección o preferencia, en cada caso, es siempre perfectamente usti-ficable, y hasta estrictamente documentable, en el conte>to viviente de su pensar #circunstancial$. Inte la primera posición, el clasicismo muestrasu faz positiva y auténtica+ la de la buscada perfección, la norma rigurosa pero, KcuidadoL, nunca e>haustiva, siempre meorable, la e>igencia desuperación, el canon de e>celencia pero, KatenciónL, no fio o definitivo,sino constantemente renovado o regenerado. Ya en /04P, a los vein-

ticuatro a&os, veía (rtega el clasicismo, en efecto, #no como un modelo

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y una regla, sino como una dirección y un impulso< no como un tipodogmatizado, sino como un credo fluyente que en cada instante se supera así mismo, se muda el cuerpo dentro de un cauce sin mudanza$ !#Ceoría delclasicismo$,  l )mpar cid, /8 de noviembre de /04P< en *bras, Q, pg.18". Y+ #Becesitamos... un clasicismo que oriente nuestra actividad y,trayendones aromas de tierras novísimas, nos incite a la conquista...$.

#%ara esta sugestión de una meora indefinida del hombre dentro del caucede la historia, sin que sea admisible un tipo histórico de bondad y per-fección insuperables, quisiéramos hallar un apoyo en el verdadero clasicis-mo+ ms a3n, esa lucha por meorarse, por superarse, es la emoción cl-sica$ (ib&dem, R de diciembre de /04P< en *bras, Q, pg. P2". %ero tam-

 bién !sólo dos a&os después, en /040"+ #%ara mí el clasicismo significa...el amor a la ley, el luo del hombre fuerte que se posee a sí mismo ysomete a un cauce de normas la fluencia e>cesiva de su energía, en suma,#/ sistema de la ironía, de la continencia$ (R.enan + en *bras, Q, =28".Y todavía, en /0R=, que son las fechas por las que le interesaría a (rtegamostrar el otro lado del asunto, hallamos esta frase buida y casi lapidariaen su concisión+ #clasicismo es actualidad como romanticismo es nostalgia$(*bras, QQQ, R19". %ero ese segundo aspecto que ahora (rtega destacar,lo que nos descubre, en cambio, es el lado malo, la facción paralizadora,inercial y, diríamos, ornamental del clasicismo+ lo que tiene de tópico yutópico, de convencional e insincero, de ms o menos grandilocuente ges-ticulación. #Codas las épocas llamadas clsicas nos dice han sido eneste sentido insinceras+ ni es posible clasicismo sin dosis grandes de insin-ceridad. uando oigo decir que una obra es ;clsica;, cuando Jale paratodos los lugares y todos los tiempos;, recelo siempre en ella una inspira-ción utópica, formalista e insincera$ (*bras, QQ, =PP". Y también+ #:avida clsica se compone de tópicos. on esto no pretendo descalificar lasideas y valores característicos de las épocas culminantes. 'us ideas sondiscretísimas, sus valores son de alta nobleza, pero tienen la condiciónabstracta, genérica y mostrenca propia a todos los tópicos... *l tópico es

la verdad impersonal... Buestra sensibilidad es rigurosamente opuesta. Ji-vir es para nosotros huir del tópico, recurrir de él a nuestra personalísimareacción... Codo arte clsico, toda vida clsica es convencionalidad consti-tuida$ !#'obre la sinceridad triunfante$, /0R=, en *bras, QJ, 2/2".

?'e contradice (rtegaA ?'on compatibles la primera y la segunda fazque del clasicismo nos ofreceA %erfectamente compatibles, contesto. Idvir-tamos, ante todo, que (rtega distingue entre el verdadero clasicismo-!o, quiz ms e>actamente, entre un clasicismo propuesto por él como un.desiderátum, y al que respondería, en todo caso, su propio modo de ser clsico, y otro que, por lo visto, no lo es, el tópico. *n aquél se potencianlos vectores de lo que (rtega consideraba matriz de todos los valores+ la.autenticidad% en éste, por el contrario, se depotencian. %ero, bien enten-dido, ambas funciones se pueden dar, pueden convivir, dentro de un mis-

 Smo clsico, pues, en definitiva, lo que llamamos #clasicismo$ es una cate-

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goría reactiva y, por consiguiente, a posteriori, formada o e>cogitada anteciertas obras, personalidades o épocas, por sus receptores o herederos. Bó-tese, pues, que, siendo la primera y primaria función del clasicismola que pudiéramos llamar canónica o normativa en el sentido dinmicoque (rtega postula para ella, ello no e>cluye la segunda o deicitaria,de la que, sin embargo, no son en rigor culpables los clsicos mismos, sino,

ante todo, nuestra manera de encararnos con ellos, nuestra actitud falsa-mente reverencial usto ante lo que es ms inerte y formal del clasicismo,una actitud gestada las ms de las veces, por vía de contraste, en nuestra

 propia situación insegura o crítica. 5e ahí puede surgir y de hecho surgecon la m>ima frecuencia ese desangelado y débil temple vital que (rtega,con término muy suyo, llama beater&a. %or eemplo, en /0=R !#%rólogo ala  Historia de la /iloso&a de Trehier" habla de #la pertinaz beatería clasi-cista, que no ha podido e>tirparse a3n radicalmente de la filosofía griegay latina. :a beatería escribe no es culto ni entusiasmo, sino la for-ma indiscreta de ambos. %eralta al ;clsico; sobre el nivel de la historiay en vez de intentar derechamente entenderlo como lo que es como unhombre entre los hombres, y esto quiere decir un ;pobre hombre;Uparteen su ocupación con él resuelto a admirar$ (*bras, JQ, 982".

Y así es como hay que ver al clsico+ en su afanada y problemticae>istencia, pero tratando, eso sí, de entender cómo acertó a erguirse sobreella y aquí viene la palabra clave #salvarse$ en la obra esforzada que,después, a la luz de la crisis, resultar modélica. Mas cuando la crisisalcanza e>tensión y grados e>tremos, ya hasta los paradigmas se dislocany descaecen, perdiendo su virtual eemplaridad. %or eemplo, hoy. ( elinmediato ayer /09R, 0oet#e desde dentro , en que (rtega escribía+#I la luz cruda, e>igente, ine>orable de la presente urgencia vital, la figuradel clsico se descompone en meras frases y aspavientos$ (*bras, QJ, 90P".!K@ué hubiera escrito hoyL" Y es entonces cuando se hace perentoria lanecesidad de #pedir cuentas$ al clsico, de sacarlo violentamente de sulimbo de alquitaradas perfecciones y traerlo ante nosotros con otro temple

muy distinto en realidad, opuesto al de la beatería admirativa+ eltemple destemplado 1 valga la paradoa del hombre que se hunde, antequien pierde sentido todo lo que no sea #reacción natatoria$ o #tabla desalvación$. *s lo que él pedía que se hiciera con Doethe, con ocasión desu centenario !/09R"+ #Buestra herencia dice allí consistía en los mé-todos, es decir, en los clsicos. %ero la crisis europea, que es la crisis delmundo, puede diagnosticarse como una crisis de todo clasicismo. Cenemosla impresión de que los caminos tradicionales no nos sirven para resolver nuestros problemas+ sobre los clsicos se pueden seguir escribiendo librosindefinidamente. :o ms fcil que puede hacerse con una cosa es escribir un libro sobre ella. :o difícil es vivir de ella. ?%odemos vivir hoy de nues-tros clsicosA *l fracaso de la Fniversidad ante las necesidades actualesdel hombre el hecho tremendo de que en *uropa haya deado de ser la

Fniversidad un pouvoir spirituel   es la consecuencia de aquella crisis,

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 porque la Fniversidad es el clasicismo.$ Y agrega, líneas después+ #:avida es en sí misma siempre un naufragio... :a conciencia de naufragio,al ser la verdad de la vida, es ya la salvación. %or eso yo no creo ms queen los pensamientos de los nufragos. *s preciso citar a los clsicos anteun tribunal de nufragos para que allí respondan ciertas preguntas peren-torias que se refieren a la vida auténtica...$ Y a&ade+ #Bi creo que Doethe

recusase esa reclamación ante un tribunal de vitales urgencias. Cal vez eslo ms goethiano que con Doethe se puede hacer$ (*bras, QJ, 901-908".Inte esta nueva visión del clasicismo que (rtega nos brinda, no hay dudade que parafrasendolo lo ms orteguiano que puede hacerse con(rtega, en esta sazón peligrosa, en que est pasando, o ha pasado ya  no obstante su cercanía en el tiempo a convertirse él mismo en unclsico, es, como decía antes, aplicarle su propia receta, es decir, citarleante el #tribunal de nufragos$ que somos nosotros. Mas, apenas hemoscomenzado a hacerlo, nos asaltan por doquier la perpleidad y la paradoa.Idvertimos, en primer lugar, que este presunto clsico que es (rtega nosdeclara pertenecer él mismo al tribunal de los nufragos. *s ms+ vemosque (rtega es, por derecho propio, algo así como el presidente de dichotribunal en nuestro siglo, seg3n lo atestigua el sentido entero y hastael tenor literal de su filosofía. 'ería, pues, (rtega, en todo caso, un cl-sico sui generis, a quien, si la palabra ha de entenderse en su sentido tra-dicional, ms bien le cuadraría la denominación de el contra$clásico, o bienla de el clásico de la crisis por antonomasia, ya que nadie ha realizado, queyo sepa, en ésta tan hondas auscultaciones como él. &tem ms+ si, como éldice, #clasicismo es actualidad$, vemos en (rtega la encarnación superla-tiva de esta idea que ya he glosado antes, tanto que, ms que comoun #clsico del pasado$ !e>presión que hasta hoy era pura redundancia",se nos aparece como el clásico del uturo !e>presión, a su vez, agudamente

 parado>al, pero que, aplicada a (rtega, adquiere una rica polivalencia yuna contundente veracidad". Y la adquiere en varios sentidos+ doctrinaí-mente, por su idea de la vida como #futurición$< biogrficamente, porque

esa fue siempre la orientación y vocación cardinal de su real y efectivovivir< históricamente, porque, como he dicho, y como diré luego todavía,no hay pensamiento en nuestros días con mayor carga de futuro. %or todoello y por muchas cosas ms que no hay tiempo ni de apuntar, laimagen convencional del clsico que empieza a proyectarse, insidiosamente,sobre la figura de (rtega, deforma esta figura hasta hacerla irreconocible.I esa deformación han contribuido, sin duda, poderosamente, las egregiascalidades literarias de su obra, e incluso ese temple #ovial$ que él mis-mo contrapuso al temple tragicóide de los #aficionados a la angustia$,esa #serenidad de mediodía$ y ese #imperativo de claridad$ que presidentodo su pensamiento. Mas, no nos enga&emos+ tras la brillantez, tersura,elegancia y potencia sugeridora de su estilo literario alienta siempre, comograve y poderoso contrapunto, un tremar de fondo, un pensamiento tenso,

.dramtico y de intención agudamente soteriológica aunque sometido

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siempre, eso sí, al régimen riguroso de la #ironía$ y de la #continencia$. Bo es casual, sino al revés, profundamente significativo, que, al tomar porvez primera plena conciencia de sus intuiciones fundamentales, muy ovena3n !/0/9, a sus treinta a&os", eligiese para el género literario que él ori-ginal y preferentemente cultivó el ensayo, entendido a su peculiar ma -nera la denominación de #salvaciones$. %ensamiento y palabra de #nu-

frago$ son, pues, esencialmente los suyos, voz que clama en las procelasde la crisis, pero no en tonos apocalípticos, como Fnamuno el otro granincitator Hispaniae , sino una voz que, #aci2ndose cargo de la situación,es decir, sometiéndola a penetrante anlisis, pide calma, serenidad y me-sura, predicando con el eemplo, como el buen capitn cuando la nave sedesarbola y el pnico cunde. Y, en efecto, desde que su palabra enmudeció,sentimos, sobre todo los que le fuimos muy pró>imos y tuvimos la suertede poder escucharla hasta el final brotando directamente de sus labios ysupongo que también, en alguna medida, todo el que lo leyera o escucharabona ide en vida, sentimos, digo, que algo muy alentador y edificantenos falta, precisamente cuando ms lo necesitbamos, esto es, en este des-quiciamiento general en que parece haberse sumergido el mundo en las3ltimas décadas. *n este aspecto concreto, como en tantos otros, (rtegano ha tenido sucesor. %ero nos queda, eso sí,  su obra  esa mina de laque tantas galerías posibles quedan a3n por e>plotar, y no sólo la es-crita, por supuesto, sino la que nos brinda el eemplo entero de su vida<él, que no quiso #ser hombre eemplar$, asume, yo diría que en virtudde ese mismo empe&ado no "uerer, una nueva y eficientísima eemplari-dad. *l entendía la obra salvífica al menos en lo que ata&ía a su propiamisión como tarea de pensamiento, y éste como enérgica reacción o res- puesta a la situación individual !que lleva implicadas, o com-plicadas, lasocial e histórica" en que en cada momento hubo de vivir. *s decir, creyóque debía ser el suyo por razones muy fundamentales y estrictamentefilosóficas, imposibles de e>poner aquí un pensamiento #deliberadamentecircunstancial$. :a fórmula, que acu&ó ya en /0/= (3editaciones, ha

sido tan divulgada como generalmente mal, o al menos deficientemente,entendida+ #Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no mesalvo yo$, fórmula que puede valer, seg3n nos dice él mismo, como prin-cipio de toda su filosofía. *ra, en efecto, ni ms ni menos, la revelaciónintelectual de la vida y, en ese sentido concreto, también un apocalipsis, pero buscado y metódico+ una nueva manera de ver, es decir, de mirarla realidad  modi res considerandi-, #posibles maneras nuevas de mirarlas cosas$. *n suma, una nueva filosofía, en la ms fuerte y genuinaacepción de la palabra. 5escubre (rtega la vida que hasta entonces ha- bía #gustado de ocultarse$ a la mirada intelectual , como la #naturaleza$en )erclito ustamente como perdimiento y naufragio y, por ende,urgente necesidad y faena de salvación, y en ese descubrimiento #supe-ración del idealismo$, #razón viviente$, #tema de nuestro tiempo$ halla

 precisamente la clave de la salvación misma. %ues bien, a esa #circunstan-

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cialidad$ del pensamiento le pertenece entre otras muchas e>igenciasque constituyen para (rtega los requisitos de la verdad el no hablar niescribir nunca urbi et orbi, sino teniendo siempre en cuenta la persona o

 personas a quienes se dirige. Codavía en /09= (Prólogo $para alemanesconfesaba que hasta entonces !tenía (rtega ya cincuenta y un a&os" todolo que había escrito lo había escrito #e>clusivamente y ad #oc para gentes

de *spa&a y 'udamérica$ y sobre todo #para espa&oles y argentinos$.Y muestra su e>tra&eza al ver la resonancia que esos escritos han tenidoen oídos europeos. @uiere, pues, (rtega #salvar su circunstancia$  por lateor&a, y por eso ser, desde sus primeras #navegaciones$,  l espectador.%ero un espectador de nueva especie, en un nuevo modo de b&os t#eore$ticós, pues esas e>ploraciones intelectuales le llevan desde el principio #pormares de antes nunca navegados$. 'er, pues, el perpetuo vigía, el #hom-

 bre alerta$  t#er2utes, cazador a las m3ltiples esencias y presencias enque la vida #Qsis miriónima$, ese enorme, movedizo y proceloso océanorecién descubierto, se le va desplegando ante los oos vidos y mara-villados. Y como el esclavo liberado de la caverna platónica, siente lamisión indeclinable de transmitirnos, por la palabra luminosa, clara y e>ac-ta, pero también, y por ello, bella e irradiante por una palabra, en suma,inteligible para todos, y para todos incitadora !ya desde sus a&os uvenilesen Ilemania evita la tentación de hermetismo y abstracción del 0e#ler$te , el contenido de esa procesión o t#eo4a de fulgurantes contempla-ciones en que se resolvieron su vida y su obra enteras. Nue, pues, (rtega,no el pasivo espectador que muchos han visto en él, sino, por el contrario,el denodado intérprete o #truchimn$ de la vida, lo que en él implicabaser a la vez el incansable incitador a la rebelión contra toda inercia mental,contra toda rutina ética, contra todo achabacanamiento y afectación, y, enresumidas cuentas, contra toda irresponsabilidad intelectual y contra todafalsificación de la vida misma. Y la evitación de todos estos escollos paraseguir con las imgenes marineras, tan de su gusto fue para él, sencilla-mente, el repertorio de requisitos de la verdad y, por tanto, de la teor&a

en que ella debe decantarse. %or eso piensa que no es la nuestra hora detrenos y lamentaciones, ni de caliginosos misticismos, sino apremiante sa-zón de claridades, #la luz como imperativo$.

*s a partir de estos índices mínimos, y somerísimamente esbozados,como hay que enfocar también, en particular, la asendereada cuestión tanfundamental para entender su presunto #clasicismo$ como pensador del#ensayismo$ orteguiano, incluida, por supuesto, su esencial dimensión pe-riodística. Bo hay espacio aquí para entrar en el tema, pero sí quisiera, almenos, dear e>plícitamente subrayados unos cuantos puntos referentes almismo que espero perfilen con mayor nitidez la idea general que presideestas anotaciones. Y como primero y principal el que ata&e al famosoasunto de la pluralidad y consiguiente #dispersión temtica$, se dice, del

 pensamiento orteguiano, con la acostumbrada secuela de atribuirle por ello

grave pecado de inacabamiento, y hasta de insuficiente profundización, en

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los temas que toca. 5e esta peculiaridad de la obra de (rtega se han hechoeco, curiosamente, hasta algunos de sus ms cercanos discípulos, si bientratando de #disculparla$, con lo que, implícitamente y hasta a veces demodo e>preso, parecen admitir su insuficiencia. *l propio (rtega se hacreído en alguna ocasión en el deber de ustificar ante lectores u oyentesesta característica de su obra. !*emplo+ el #%rólogo-conversación con Ner-

nando Jela$ a su 0oet#e, y, muy detalladamente, el #%rólogo para alema-nes$ a 5a rebelión de las masas, escrito de impar significación para su biografía intelectual." Fn anlisis cuidadoso de estos te>tos nos daría unresultado ustamente opuesto a aquella generalizada apreciación. Bo puedo,naturalmente, fundamentar ni documentar aquí esta opinión mía, pero síquisiera, por lo menos, formularla con el mínimo de precisión que la eco-nomía de esta disertación permite, remitiéndome para su fundamentación,en primera instancia, a mi largo estudio Perspectiva y verdad, que, a faltade otros méritos, tiene al menos el de haber sido el precipitado de muchosa&os de trabao sobre este aspecto esencial del pensamiento de (rtega.Y la formulación que propondría sería, en cifra, la siguiente+ la filosofíade (rtega, pieza esencial, y seguramente la ms grvida de futuro, comohe repetido ya, de todo el pensamiento del siglo >>, no se habría podidoe>presar ni, por tanto, pensar de otra forma que como (rtega lo hizo, esdecir, en ese incesante movimiento mental que revelan sus #gérmenes lite-rarios$ y ese inquieto, vido transitar de unos temas a otros, en el coti-diano #dilogo$ #pensar es dialogar con la circunstancia$, etc. consu contorno inmediato y con el #afn de cada día$ que fue su vida+ unavida desplegada en haceres y azares plurales, pero siempre orientados porla voluntad de conferirles plenitud de sentido, es decir, fidelidad insobor-nable a su filosófico destino. *llo implica que (rtega encarnó una maneranueva y original de entender la filosofía y, por tanto, de entender la ver-dad< una manera a la cual le pertenece de modo esencial la posibilidad dee>igir, en determinadas circunstancias concretamente, las suyas, ese

 plural despliegue, rio ya sólo de temas y géneros, sino también de activi -

dades< o sea que, para ser auténticamente filósofo, (rtega necesitó serliterato, humanista, orador, periodista, editor, político, etc., adems de profesor universitario y autor de libros de filosofía. :imitndonos a sucondición de autor, esto quiere decir, ni ms ni menos, que el ensayo yaun el artículo orteguianos son formas literarias necesarias e insustituiblesde una filosofía tan estricta como lo fueron en su tiempo y por ellosiguen siéndolo el poema presocrtico, el dilogo platónico, la  pragma$t2ia aristotélica, la suma o la disputatio medievales, el tratado more geom2$trico del barroco, la cr&tica Hantiana o, ya en nuestro siglo, la investigación

 enomenológica, el mamotreto e6istencial, el escrito lógico$matemático o elanal&tico. Can estricta filosofía, repito, y por ello mismo irreductible a cual-quiera de esos módulos, o modelos, e>presivos. ada escrito de (rtegaes, en efecto, una rfaga de luz mental que pone en s3bita patencia alg3n

aspecto oscuro, u oculto, de la realidad, o alguna esencialídad transe3nte

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de la misma, usto aquellos cuya actualidad los hace visibles en la concreta perspectiva vital orteguiana de ese momento, y en ninguna otra. 'u mirada,orientada infaliblemente desde el centro cordial y 2tico de esa perspectiva,resulta así siempre alet#eica, des-cubridora, des-veladora, veri-ficadora<cada una de esas vistas o #paisaes$ que ella va revelando es, insisto, lanecesaria, la insustituible, la debida en ese preciso momento para que, a

través de ella y, sucesivamente, de la serie de todas ellas es su métodollamado #del hilo$ o #de 7ericó$ vaya transpareciendo y dibundose lafigura de esa fugitiva, dinamicísima, inmediata e inédita realidad que a élle importaba ms que nada mostrar,  porque sabía que esa misión de&cticaconstituía la verdad de su vida, y que sólo en ésta se podía hacer patentela verdad de la vida, que era, a su vez, la verdad de la #ora. %ero esa #ora noha pasado, quiz porque (rtega vivió siempre anticipándose como ya hese&alado, esto es, en un presente$uturo que es todavía el nuestro y queseguir probablemente siéndolo a3n en un ma&ana de duración impredeci-

 ble. %uede decirse, pues, con todo rigor, que esa pregonada y criticada #pluralidad temtica$ es #pura e>igencia metódica$, pues, muy por elcontrario, (rtega como todo gran filósofo, o, si se quiere, como todogran metafísico se pasó la vida escrutando un tema 3nico----aunque mul-tifacético, que en este caso, y por primera vez en la historia de la filo-sofía, resultó ser, precisamente, el tema de la vida. Nue entonces, y siguesiéndolo todavía y seguir siéndolo hasta que no agote sus posibilidadesde desarrollo ms importantes, en uno u otro escorzo, el tema de nues$tro tiempo. #:a vida es el te>to 3nico, la retama ardiendo al borde del ca-mino donde 5ios da sus voces$, escribió. %ero ese tema esa realidadsuperlativamente móvil y complea sólo se ofrece en incesantes #varia-ciones$, sólo puede ser vista en innumerables #perspectivas$, y requiere

 por ello un pensamiento siempre en marcha, de agilidad agotadora. Y asífue, en efecto, el pensamiento y el #decir$ de (rtega+ ni el ms peque&ofragmento de él es #obra muerta$, #teido adiposo$, carga #parasitaria$ o#linftica$ son e>presiones orteguianas, sino todo él #puro nervio$

mental, tensa y alerta transmisión fielmente dinmica de las fluyentes #con-figuraciones$ de esa realidad. *s lo que él llamó la sustitución de la visión sub specie aeternitatis por la visión  sub specie instantis. *se #decir$ y pensar no es, pues, otra cosa que el lógos de la vida+ un peculiarísimomodus dicendi y, por supuesto, modus cogitandi  cuyo anlisis y filia-ción precisos estn casi enteramente por hacer aunque no falten ya algu-nas calas importantes, como las que ensayó Marías, y especialmente la prac-ticada sobre el prodigioso te>to de (rtega sobre la caza. (tra cuestiónes que la vida, la vida misma, una vez descubierta y mostrada o simul-tneamente con su descubrimiento y mostración, pueda ser reducida, aefectos de pura teor&a anal&tica, a un tipo de conceptuación ms convencio-nalmente #sistemtica$. *ste es un aristado problema de la filosofía orte-guiana al que no podemos ahora ni asomarnos y del que se han ocupado

en diversas formas y enfoques sus discípulos y comentadores. Vecordé-

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mos tan sólo que ya en las 3editaciones la e>igencia de sistema aparececomo consecuencia ineludible de la visión perspectivista7 ésta, a su vez,como una necesidad del pensar #circunstancial$< y, en fin, este 3ltimo comocondición esencial de la nueva verdad de la vida. %ero para que esa sis-tematización formal de lo ya en sí mismo sistemtico y de un modo ms

 profundo y originario, es decir, de la realidad radical que es la vida,

fuera posible, era condición necesaria y previa y sin duda lo seguirsiendo en niveles sucesivos de intelección mostrarla, hacerla, por asídecirlo, #visible y palpable$ intuitivamente, ms a3n, manifestarla o po-nerla en evidencia #eecutivamente$ por la palabra y por la obra. Y ahí ra-dica la e>trema dificultad de la tarea orteguiana y, correlativamente, dela intelección cabal de su pensamiento, por tratarse de una realidad que,

 usto por sernos la ms inmediata y transparente, se había mostrado hastaentonces tan tenazmente esquiva a toda aprehensión intelectual. Yo he

 propuesto una fórmula que me parece e>presar adecuadamente, y en formamuy sintética, la doble condición que la vida tiene de ser a la vez ornni-comprensiva y omnipresente en esa su transparencia+ #Codo aparece en lavida y en todo transparece la vida.$ Y la virtud esencial del decir de (rtegaradica precisamente en esa su inmediata eficacia para #mostrarnos$ cómo,en efecto, a través del hecho al parecer ms insignificante, menudo y coti-diano esas #materias de todo orden que la vida en su resaca perennearroa a nuestros pies como restos inhbiles de un naufragio$,  se trans$

 parenta la vida misma en su enorme riqueza y compleidad o, como diceél, en sus innumerables #reverberaciones$. *so es lo que quería decir yaen su 8dán en el Para&so cuando afirmaba+ #todas las cosas viven$.

*l estudio ms completo y penetrante que hasta hoy se ha realizado al menos, que yo sepa sobre la peculiaridad literaria de (rtega es elde 7ulin Marías, que abarca cuatro capítulos de su *rtega ), con un totalde casi cien pginas llenas de aciertos interpretativos. Y, no obstante, pienso,esto es sólo el comienzo, aunque sea un comienzo muy promisor y que habrque tener siempre en cuenta. Ihora no puedo ni resumir sus hallazgos

 bsicos los escritos de (rtega como #icebergs$, la #dramatización de losconceptos$, el #uso y significación de la metfora$, etc.. %or eso prefiero terminar mencionando algo de lo que, en formatos y niveles muydistintos de los de Marías y otros comentadores filosóficos, han aportadootros no filósofos, al abordar también, a veces con notable clarividencia,esta cuestión de los modi dicendi de (rtega, desde sus puntos de vistagremiales. %or eemplo, filólogos, como Wngel Vosenblat en un enun-dioso estudio sobre su #lengua y estilo$ o como 7uan Marichal en otrosobre su #singularidad estilística$. )ay en este 3ltimo, sobre todo, algunasfórmulas especialmente felices y oportunas para nuestro asunto, que no meresisto a citar, precisamente por venir de un e>tra&o a la filosofía. Isí,

 piensa, verbigracia, que #la actitud ms representativa y ms efectiva inte-lectualmente de esa generación europea$ la de (rtega, claro #se en-

cuentra en la obra y en la personalidad literaria$ de éste, y ello porque

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Xv

#el oven filósofo espa&ol tendía a elaborar un nuevo sistema comprensivode la vida humana, sentida como una totalidad coherente, desde ;dentro;de ella misma$ (Ciclón, enero de /021, pg. R/". #Y así se cumple en sucaso$ a&ade... #una perenne ley histórica+ su singularidad estilísticale convertía finalmente en portavoz representativo de una ;morada; Jital; y

de una época europea$... #:os fueros de la realidad$... #iban a encontraren la obra y en la personalidad literaria de (rtega su meor e>ponente, sums claro definidor, tanto en *spa&a como en la *uropa transpirenaica$(ib&d., pgs. RR y R=". Marichal llama al #instrumento e>presivo$ que sevio obligado a forar (rtega el de #un nuevo clasicismo$ ese que yahemos visto postulado por él en /0RP, y afirma que #el drama internoy la grandeza de su estilo estn también en la voluntad de hacer oír todaslas voces y de recoger todas las ideas.  3usicien des idees le denominaba5enis de Vougemont, pero director orquestal, habría que a&adir, que sesiente dominado por la inmensa diversidad de sonidos de la Vealidad. Vas-go, por otra parte, del auténtico genio humano$ (ib&d., pág. R1". Bo hayduda de .que son l3cidos estos atisbos sobre el sentido de la obra escritade (rtega y de la peculiaridad o #singularidad$, como dice su autor de

su estilo. %ero, en definitiva, los índices interpretativos ms orientadoresde este decir orteguiano los encontramos en el propio (rtega, y muy pri-mordialmente en los dos citados te>tos de las  3editaciones  que hansido obeto de un esclarecedor #comentario perpetuo$ también por partede Marías y el Prólogo para alemanes. *n ellos hay m3ltiples claves paraentender los géneros literarios que él cultivó o inventó, y, sobre todo, porqué hubieron de ser precisamente esos y no otros !se sobreentiende siem-

 pre, para que estas afirmaciones cobren su verdadero sentido, que se trata precisamente de #géneros$ literario-filosóficos". Ihora bien, esas clavesson, principalmente, postuladoras de atención hacia el hecho de la comple-

 idad de su obra, de que, por hallarse ésta tan #entreteida con toda unatrayectoria vital$, esté #tan llena de secretos, alusiones y elusiones$ y re-quiera, por tanto, una especialísima y no menos complicada hermenéutica,

que es poco probable temía él que encuentre el nimo generoso capazde abordarla.

Yo creo que habría que aplicar a (rtega aunque dndole aquí unsentido ad #oc  su propia frase, seg3n la cual #la vida resulta ser, por lo pronto$... #un género literario$ (Prólogo para alemanes, Madrid, Cau-rus, /028, pg. 9P". #Cal vez debía repararse ms en que nunca ha habidoun  genus dicendi que fuese de verdad adecuado como e>presión del filo-sofar$, afirma en *rigen y ep&logo de la iloso&a (9:;<$9:;; !Mé>ico,N. . *., /014, pg. 04". %odríamos decir entonces que el verdadero #gé-nero literario$ en que (rtega vertió su pensamiento fue, en efecto,  su

 propia vida. *l que esta versión revistiese unas veces la  orma o especiede #artículo periodístico$, otras la de #ensayo$ o #libro$ o #conferencia$

o #curso universitario$ o, incluso, #conversación$ o #dilogo$, es pura ca-suística, pero esta casu&stica en (rtega ocasionalidad o, meor, circuns$

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tancialidad- , bien entendido, constituiría aquí la esencia misma de este#género$, por el hecho de haber advertido (rtega que la vida es esencial-mente #circunstancialidad$. Y esta podría ser si se ahonda en ella laclave m>ima para la interpretación y filiación precisa de los dems #sub-géneros$ orteguianos. %orque la vida, entera de (rtega fue, en efecto, eso+

 palabra o silencio responsable, pura efusión locuente transida de sen$

tido 2tico y, a la vez, -y por ello mismo, aunque a primera vista parezcae>tra&o y hasta quiz paradóico de e>igente elegantia, y por ambascosas siempre reveladora. %ero, en definitiva, muy pocos han sido, enefecto, hasta hoy, los que han mostrado ese generoso nimo hermenéuticoque (rtega echaba de menos, a pesar de ser ya legión los que sobre élescriben, incluso gruesos vol3menes. Ihora bien, esta es, a mi uicio, unaurgente, quiz nuestra ms urgente, tarea. :o que hay que hacer con (rte-ga y cierro estas anotaciones con la repetida apelación, que es su leit$motiv$  no es escribir libros o artículos para e>hibir sus perfecciones#clsicas$, sino hacerle comparecer ante nosotros para ver hasta qué punto,en nuestro trance de agudizada crisis, podemos vivir de 2l. Becesitamos noun (rtega como ornamento, sino como alimento% no admirarlo, sino devo$rarlo y, por supuesto, digerirlo. Bo negaré que es un alimento tan fuertecomo sabroso, y, por ello, de laboriosísima #digestión$. %ero creo tambiénque, en el momento en que vivimos, ninguna otra dieta mental puede ser-nos tan saludable. )ay un pasae suyo en el que #clasifica$ al hombre como=a#r#eitresser,, es decir, el animal que se alimenta de verdades o ver$dávoro. %ues bien, yo invito al lector al #banquete$ o #festín$ orteguianocomo a nuestra ms clara posibilidad de atender hoy a la tremenda nece-sidad o hambre de verdad que padecemos #hambre de saber a raíces$,llamó él a la filosofía, porque me parece que no encontraremos en el

 pensamiento contemporneo ms abundante provisión actual y poten-cial- de tan vital e imprescindible pitanza. Y si se me pregunta por quélo creo así, diría que porque en (rtega coinciden felizmente un conuntode circunstancias históricas, personales y biogrficas que difícilmente po-

drían haberse dado en otro lugar o momento, y que arroaron como resul-tado ese tipo sui generis de pensador que él fue, a saber+ el 3nico en quienla compenetración, ms a3n, la identificación entre verdad y vida podíaalcanzar la plenitud de ser a la vez realidad profunda y e>presa y rigurosadoctrina.

I. V. ).X

X atedrtico de Qnstituto. atedrtico !ubilado" de la Fniversidad de %uerto Vico.

*scritor.