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    TIORUIU. .

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    Walter Benjamin

    Direccin nica

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    LA MAQUETA DE LA COLECCIONy EL D1SEflO DE LA CUllIERTAESTUVIERON A CARGO DEENRIC SATUE .,

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    .

    ,...

    II, II INDICE

    Gasolinera ........................ .. Salita para desayunar. ........... .Nr. 113 . . . '................. -.... .Para hombres ...... - ........ .Reloj regulador ...................Vuelve! Todo ha sido perdonado!. .... .Piso de lujo, amueblado, de diez habitacio-

    nes . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Porcelana china ............... .Guantes ................... : . .Embajada mejicana ........... .: .Estas plantaciones se e n c o ~ i e n d a n a la. proteccin del- pblico ............ .T ~ r ~ e n o en constnlccin ............ .Ministerio del Interior. .............. .Bandera........ .... A media asta . .Panorama imperial ................ .Obras pblicas ....... , ........... .Peluquero para seoras quisquillosas .... .Cuidado con los peldaos! .......... .Censor jurado de libros ............ .Material didctico . . : ............. .

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    Alemanes, bebed cerveza alemana!. . . . . 41Prohibido fijar carteles!. . . . .. . . . . . 41Nt. 13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Armas)' munic iones. . . . . . . 48Primeros auxilios . . . . . . . . . 49

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    Arquitectura interior. . . . . . . . . . . . . . . . 49 ESTA CALLE SE LLAMAArtculos de escritorio y papelera . . . . . . 50Artculos de fantasa. . . . . . . . . . . . . . . . 51Ampliaciones ........... . . . . . . . . . 52 CALLE ASJA, LACIS,Antigedades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Relojes y joyera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 NOMBRE DE AQUELLA QUELmpara de arco . . . . . . . . . . . . . . . . . 60Loggia. . ; ...................... , 60Oficina de objetos perdidos ......... . . 61 COMO INGENIEROParada para no ms de tres coches de

    alquiler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 LA ABRIO EN EL AUTORMonumento a los combatientes muertos.. 62Avisador de incendios .... : . . . . . . . . . . 64Recuerdos de viaje. . . . . . . . . . . . . . . . . 65Optico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68Juguetes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69Policlnica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76Se alquilan estas superficies. . . . . . . . . . . 76Artculos de oficina. . . . . . . . . . . . . . . . . 78Paquetes postales: expedicin y embalaje. . 79iCerrado por obras!. . . . . . . . . . . . . . . . . 79Restaurante automtico

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    I.1.[ll'

    15 GASOLINERALa construccin de la 'vida se halla, en estosmomentos, mucho ms dominada pr hechos quepor convicciones. Y por un tipo de hechos quecasi nunca, y en ningn lugar, han llegado an afundamentar convicciones. Bajo estas circunstancias, una verdadera actividad .literaria. no puedepretender desarrollarse dentro del marco reserva-'do a la literatura: esto es ms bien la expresinhabitu:l. su lfructuosidad. Para ser significativa, la eficacia literaria slo puede surgir delriguroso intercaCmbio entre accin y escritura; hade plasmar, travs de octavillas, folletos, ari.cu- .los de revista y carteles publicitarios, las modestasformas 9ue se corresponden mejor con su influen-. cia en el seno de las comunidades activas

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    matinal, la penumbra gris del sueo sigue persistiendo, e incluso se consolida, en la soledad de laprimera hora de vigilia. Quien rehya el contactocon el da, ya sea por temor a la gente, ya sea pornecesidad de recogimiento; no guerr comer ydesdear el desayuno. De este modo evita la .ruptura entre los mundos nocturno y diurno.Cautela sta gue slo se justifica consuiuiendo elsueo mediante un intenso trabajo matinal, cuan-do no a travs de la oracin, ya guc de otro modoprovoca una confusin de los ritmos vitales. Enesta disposicin anmica, contar sueos resultafunesto porgue el hombre, gue an es a mediasCmplice del mundo onrico; lo traiciona con suspalabras y ha de atenerse a su venganza. Dicho entrminos ms modernos: se traiciona a s mismo.Libre de la proteccin gue le ofrcca la ingenuidaddel sueo, gueda totalmente desamparado al rozar, sin dominio alguno sobre ellas, sus propiasvisiones onricas. Pues slo desde la otra orilladesde la claridad del da, es lcito apostrofar asueo con el poder evocador del recuerdo. Estems all del sueo slo es alcanzable mediante unaablucin anloga al aseo y gue,' no obstante,difiere totalmente de l. Pasa por el estmago.Quicn est cn ayunas habla del Sueo como sihablase en sueos.

    NA. 113

    SUBTERRANEO

    Las boras que contienen la for",ohan transcurrido en la Casa del mjo.

    Hemos olvidado hace tiempo el ritual segn elcual fue edlficada la casa de nuestra vida. Pero

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    ,

    (e i( \;-.1 ., (;.'-cuando hay gue tomarla po r asalto y empiezan acaer las bombas enemigas, gu de antigedadesdescarnadas y extraas no dejan stas al descubier-to e ntre sus. fundamentsl ICuntas cosas nofueron all enterradas y sacrificadas ciure conjurosy ensalmosl Qu siniestro gabinete de curiosida-des aparece all abajo, donde las zanjas msprofundas se hallan reservadas a lo ms cotidianoIUna noche de desesperacin me ,vi,. en ~ c ~ : ~ ' ~ l t/L:.';.C')renovando impetuoso s lazos de amlstad y fraterO!-' .dad con el prim er compaer o de mis tiempos de .colegial, a guien llevaba sin ver varios decenios yapenas haba recordado en todo ese tiempo. Aldespertar, sin embargo, lo vi claro: aguello gue la -desesperacin, como una carga explosiva, habasacado a la luz, era el cadver de ese hombre gueestaba all emparedado y deba iinpedir gue guienV1Vlera all alguna vez, pudiera asemejrsele enalgo.VESTIBULO Visita a la casa de G o ~ h ~ i No recuerdo habervisto habitaciones ; - e r s U ~ f i ' ~ : E r a una sucesinde pasillos e n j a l b e g a d o s ' ~ 6 n ; ; los de una escuela.Dos visitantes inglesas de mediana edad y un guardin son los figurantes del sueo. El guardinnos invita a 'firmar en el libro de visitas, abiertosobre un. pupitre, junto a la ventana, en elextremo ms. alejado de uno de los pasillos.Cuando me acerco y empiezo a hojearlo, descubromi nombre ya anotado en l con una letra infantil,torpe y desmesurada.. . ...__ . " : " - - - _ . ~ COMEDOREh un sueo ine vi en el gabinete de trabajo deGoeme. No se pareca en nada al de Weimar. Ante

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    1 todo era muy pequeo' y tena slo una ventana.Contra la pared, situada frente a ella, adosaba e!escritorio uno de sus lados angostos. Sentado a l,el poeta, ya muy anciano, estaba escribiendo algo.Yo me haba puesto a un lado cuando l se,I n t e r r u l ~ p i y me obsequi con un pequeo jarro,una vasIJa antigua. La hice girar entre mis manos.En la habitacin haca un calor espantoso. Goethese levant y se dirigi conmigo a la estanciac o n t 1 g ~ a , donde haban dispuestO"una larga mesapara mI parentela. SIn embargo, pareca calculada, ,para muchas ms personas de las que sta contaba.Tambin la haban puesto, sin duda, para misantepasados. Tom asiento en el extrcmo derechojunto a Goethe. Concluida la cena, 'l se levantcon dificultad: .y yo, haciendo un gesto, le roguque me permitiera sostenerle. Al tocarle el codoromp a llorar de emocin. '

    PARA HOMBRESCon vencer es estril.

    RELOJ REGU LADORPara los grandes hombres, las pbrs' concluidas,tIenen menos peso que aquellos fragmentos 'en loscuales trabajan a lo largo de toda su vida. Pues la, conclusin slo colma de una incomparable ale-gra al ms dbil y disperso, que se siente asdevuelto nuevamente a 'su' vida.' Para el geniocualquier cesura, no menos que los duros r e v e s e ~ de fortuna o el dulce sueo, se integran en laaSIdua laboriosidad de su taller, cuyo crculo

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    j;';:: r:!:

    19 mgico l delimita en fragmeflto. El genio eslaboriosidad. l .VUELVE! TODO HA SIDO

    PERDONADO!Como alguien que "en .la barra fija hace la rueua,as tambin, dc(adolescentc;'uno luismo hace girarla rueda de la f ; ~ ~ a de' la gue tarde o tempranosaldr e! nmero premiado. Pues slo aquello gueya sabamos o practicbamos a los quince aosconstituir algn ua nuestra aftrattiva. Por esohay algo que ya nunca sc podr remediar: el no /haberse' escapado de la casa paterna. A esa edad,en ' cuarenta y ocho horas de estar abanuonadoa s miS1110 toma cuerpo, como en una solucinalcalina, e! cristal de la felicidad de, toda lavida.

    PISO DE LUJO, AMUEBLADO,DE DIEZ HABITACIONESLa nica descripcin satisfactoria - -< l la vez queanlisis-' uel estilo de! mobiliario en la segundamitad de! siglo XIX, la ofrece cierto tipo denovelas policacas e[l, cuyo centro dinmico sehalla el terror susCitado por la casa. La disposicinde los muebles al mismo tiempo el plano de lastrampas mortales, y la hilera de habitacionesprescribe a la vctima e! itinerario de su huida. Elque este gnero de novela policaca comience conPoe,' es decir, en una poca en gue casi no existan

    .. esta clase de viviendas, no prueba nada en contra.Porque los grandes poetas, sin excepcin, ejercen

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    su arte combinatoria en un Inundo llue vendrdespus de ellos; as, las calles parisinas de lospoemas de Baudelaire, al igual que los personajesde Dostoyevski, no empezaron a existir antes de1900. El interior b urgus. de los aos sesenta anoventa, con sus inmensos aparadores rebosantesde tallas de madera, sus rincones sin sol en los quese alza una palmera, el mirador protegido por unabalaustrada y los largos pasillos con su cantarinallama de gas, no .puede cobijar adecuadamentelns que ~ ~ r t . cad'.'cr.1 En este sof, la "tia slopuede ser asesinada. La innime exuberancia de!mobiliario no se vuelve realmente cmoda sino

    . en presencia del cadver. Mucho ms interesanteque los paisajes orientales de las novelas policacasresulta el frondoso Oriente de sus interiores: laalfombra persa y la oromana, el candil y el noble'pual caucasiano. Tras los gruesos kelill/S arrega-zados, el dueo de casa celebra sus orgas convalores burstiles y puede llegar a sentirse un1l1crcader oriental O un corrupto e indolente pachen el reino de la mohatra, hasta que ese pual devaina plateada que cuelga sobre el divn. acabecualquier tarde con l y con su siesta. Este rasgocaracterstico de la casa burguesa que tiembla alpensar en el annimo asesino C0010 una ancianalasciva que suea Con su galn, fue bien captadopor algunos escritores que, como autores de 'novelas policacas -y quiz tambin porque susobras reflejan claramente un aspecto del pat1de-monium burgus- , se han visto despojados delos honores que se merecat1. Lo que aqu seintenta explicar, Canan Doyle lo puso en eviden-cia en algunas de sus obras, y la escritora A. K.Green, en su vasta produccin. Con El jan/asIIJade la Opera, una de las grandes novelas sobre el

    20 21 siglo XIX, Gastan Leroux contribuy a la apoteo-sis de este gnero.

    1,. ~ ; , n . .,-' ' ,._ .

    ,PORCELANA CHINA

    Hoy en da, nadie debe empecinarse en aquelloque sabe hacem. En la i m p r o v i s a c i ~ n r e s i d e lafuerza. Todos los golpes' deClsl:Vs habrn deasesrse COlno sin querer.'-Un p o r t ~ l se abre al comienzo de un largo caminoque, cuesta abajo, lleva hasta la casa de .. ~ q , ! ~ e ? yo sola visitar cada tarde. Desde que ' ~ l l ~ ...Jemud, e! arco del portal sigue presente ante ~ I S ojos como el pabelln de una oreja que hubIeraperdido el odo.No hay forma de conseguir que un nio encamisn salude a una visita que cntra. Desde loalto de su autoridad moral, los presentes intentanen vano persuadirle y vencer su recato. Pocosminutos ms tarde, el nio se presenta, esta vez encueros vivos, ante la viSita. Entretanto se habalavado ..La fuerla de una carretera vara segn se larecorra a pie'; se la sobrevuele en aeroplano. A..!!.!._tambin, la fuerza de un texto vara segn s e ~ l ~ d , ? ( ; ~ ~ p i a d o . Q i i j u e l a , slo ~ m o laea"rretera va deslizndose po r el paIsaJe y. sedesdevana ante sus ojos siguiendo las mismasleyes del terreno circundante. Tan slo quienrecorre a pie una carretera advierte su dominio ydescubre cmo en ese mismo terreno, que para elaviador no es ms que una llanura desplegada, la

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    -carretera, en cada una de sus curvas, va ordenan-do el despliegue de lejanas, miradores, calveros yperspectivas como la voz de mando de un oficialhace salir a los soldados de sus filas. Del mismomodo, slo e!texto copiado puede dar rdenes alaln)a de quieo-lo est trabajando, m i e n t r ~ s que el , )simple lector jams conocer, los nuevos paisajesque, dentro de l, va convocando e L , t e x t c \ ~ e s a carretera que atraviesa su cada vez ms densaselva interior: porque el lector obedece al movimiento ~ e s u , " y o en el libre espacio areo delensueo, mientras 'que elcopista deja que el textoled rdenes. De ah que la costumbre china decopiar libros fuera una garanta incomparable decultura literaria, y la copia, una clave para pene-trar en los enigmas de la China.

    GUANTESEn la repulsin que nos inspiran los animales," lasensacin predominante es el temor a que nosreconozcan al tocarlos. Lo que se aterra en lasprofundidades del hombre es la oscura concienciade que en l vive algo que, siendo muy pocoajeno al animal que provoca la repulsin, puedaser reconocido por ste. Toda repulsin es, en suorigen, repulsin al contacto. Incluso el afndominador slo consigue pasar por alto estesentimiento mediante gestos bruscos y, desmesurados: estrujar con violencia y devorar al objetode la repulsin, mientras que la zona del ms levecontacto epidrmico seguir siendo tab. Slo asse puede satisfacer la paradoja del imperativomoral que exige al ser humano la superacin y, ala vez, el cultivo ms sutil de la sensacin de asco.

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    23 No le es lcito negar su parentesco bestial con lacriatura, a cuya llamada responde su repulsin: hade enseorearse de ella.

    EMBA.JADA ME.JICANAJe ne passe jamais devanl un fliebe de bo l1111 BOllddha dor, une dole flJexieaine sons !!ledire: e'es! peutelre le vrai dieu.

    CHARLES BAUDELAIRE

    So que estaba en Mjico, participando en unaexpedicin cientfica. Despus de atravesar unaselva virgen de rboles muy altos, desembocamosen un sistema de cuevas excavado al. pie de unamontaa, donde, desde la poca de los primerosmi,sioneros, se haba mantenido una orden cuyoshermanos prosegua'1 su labor de conversinentre los indgenas. En una inmensa gruta central,rematada por una bveda gtica, se estaba celebrando un oficio divino segn un rito antiqusi-1110. Al acercarnos, pudimos presenciar su momento culminante: un sacerdote elevaba un fetiche mejicano ante un busto de madera de DiosPadre, colocado muy alto, en una de las paredesde la gruta. En ese instante, la cabeza del dios semovi negando tres veces de derecha a izquierda.

    ESTAS PLANTACIONES SEENCOMIENDAN A LA

    PROTECCION DEL PUBLICOQu ha sido resueltm,? Acaso todos los interrogantes de la vida ya vivida no han quedado atrs

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    i como un' boscaje que nos impeda la visin?Apenas se nos ~ o c u r r i r i a arrancarlo, ni siquieraaclararlo. Scguimos caminando, lo dejamos atrs,)' si bicn de lejos lo abarcamos con la mirada, lovemos borroso, sombro y tanto ms misteriosa-mente enmaraado. 'El comcntario y 1; traduccin comportan conel texto como el estilo y la mmesis coh lanaturaleza: el mismo fenomeno 'visto desde distintas perspectivas. En el rbol del, texto sagrado,ambos no son sino las hojas eternamente susurrantes; en el rbol del texto profano, los frutosque caen a tiempo.Quien ama, no se aferra tan slo a los defectosdc la amada, ni a los caprichos o debilidades deuna mujer; muchQ ms duradera e inexorablemente quc cualquier bellcza le atan las arrugas delroStro y las manchas de la piel, los vestidos ;radosy un an dar disparejo. Esto se sabe haCe y'a tiempo.Y por qu? De ser cierta esa teora segn la cuallas sensaciones no anidan en la cabeza, y sentimosuna ventana, una nube o un rbol no en elc e r < : k ~ o , sino ms bien en el lugar dondc 10svenl0S';'jal contemplar a la mujer amada t a ~ b i n estamos fuera de nosotros misol0s. A u n q u ~ , :cncste caso, torturadamcnte tensos y embelesados.Deslumbrada, la senSacin revolotea .como unabandada de aves en el resplandor de la mujer. Yas como los pjaros buscan rcfugio en los frondosos. escondites del rbol, las sensaciones huyenhaCIa las arrugas umbrosas, los gestos sin gracia ylas manchas ii1significantes del cuerpo amado,donde se acurrucan, seguras, C01110 en un escon-drijo. Y ningn paseante ocasional adivinar queprecIsamente ah, en aquellos rasgos imperfectos,

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    .1

    1,

    "

    Ii.

    25 criticables, anida, veloz como una flecha, el mpetu amoroso del adorador.

    TERRENO EN CONSTRUCCIONResulta necio devanarse pedantementc los sesos

    'sobrc la fabricacifLde. ol:>jetos -matcrial ilustrativo, juguctcsOlibros- destinados a los nios.Desde la Ilustracin, sta viene siendo una de lasespeculaciones ms mohosas d", los pedagogos. Sufatuo apasionamiento por la psicologa les impidead vertir que la Tierra cst repleta de los msincomprables objetos que se ofrecen a la atencin)' actividad infantiles. Y objetos concretsimos.Pues, de hecho, los nios tienden de modo muyparticular a frecueritar cualquier sitio donde setrabaje, a o jos vistas con las c o s a ~ S . e sientenirresistiblemcnte atrados p ( } ~ - ' - o , s , ~ ~ ~ 0 . q s p r ( ) " e nientesd,,' la coristruccin, jardinera, laboresd o m s t i c i s " y ' - d e ' - ~ o s t u r a o carpintera. En losproductos r e s i d u a l ~ . _ . r e c o n . ? _ " - e . t 1 3 I , . r o ~ t t o " , 9U.", elmundo de los objetos les vuelve p ~ e c , i _ s a _ , ! l ~ . n t e , yslo, a ellos. Los utilizan 'no tanto para reproducirlas obras de 'los' adultos, cdmo para relacionare;'tre s, de manera nueva y caprichosa, materialesde muy diverso tipo, gracias a o que con clloselaboran en sus juegos. Los mismos nios seconstruyen as. su propio, m u t i d ( ) , < : J . ~ i ~ t a l , unmundo pequeo dentro dergfaiide. Hab.ra quetener presentes las normas de este peql1eomundo objetal si se quiere crear intencioriadamentecosas para los ni'ios, y no se prefiere dejar que seala propia actividad, con todo lo que en ella esinstrumento y accesorio, la que encuentre por ssola el camino hacia ellos.

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    I MINISTERIO DEL INTERIORCuanto ms hostil a la tradicin sea un hombrems inexorablemente someter su vida privadalas normas que desea convertir en legisladoras deun orden soial futuro. Es como. si stas, que enninguna parte han llegado an a ser realidad; leimpusieran la obligacin d prefigurarlas, al menos en el mbito de su vida personal. Sin embargo, e! hombre que Se sabe n consonancia con lasms antiguas .tradiciones de su condicin social ode su pueblo, contrapone a veces ostentosamentesu vida privada a las maximas que, de formaimplacable, defiende en la vida pblica, y, sinsentir la menor zozobra, venera en secreto supropia conducta como la prueba ms concluyentede la inquebrantable autoridad de los principiosque l mismo profesa. As se diferencian los tipospolticos de! anarco-socialista y del conservador.

    BANDERA ..Cunto ms fcil resulta querer al que se despide!Pues la llama destinada a quien se aleja arde conmayor pureza, alimentada por e! fugaz paueloque hace seas desde. e! barco o la ventanilla de!tren. El alejamiento penetra como un tinte enaquel que desapare:e, impregnndole de un suaveardor.

    .. .A MEDIA ASTACuando muere uri ser muy proxlmo a nosotros,nos parece advertir en las transformaciones de los

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    meses subsiguientes algo que, por mucho quehubiramos deseado compartir con l, slo podahaber cristalizado estando l ausente. Y al final losaludamos en un idioma que l ya no entiende.

    P ANORAM A IMPERIALVIAJE POR LAINFLACION ALEMANAI. En el legado de frases hechas que revelan adiario la forma de vida del burgus alemn - esaaleacin de e s t u p i < = t e ~ y. c o ~ a r d a - , hay una, la dela catstrofe inminente - e l esto no puede seglllfasn-, que resulta particularmente n l e l n ( ~ r a b l . Ese desvalido apego a las ideas de segUridad ypropiedad de los ltimos decenios, impide. alciudadano medio percibir los mecanIsmos estabilIzadores, altamente novedosos y significativos,sobre los que reposa Ia situacin actuaL Como larelativa estabilizacin ele los ios antenores a laguerra le favoreca, se cree obligado a considerarioestable cualquier situacin que lo desposea. P C f < ~ las situaciones estables no tienen por qu ser, 111ahora ni nunca, situaciones agradables, y ya antesde la guerra haba estratos para los que lassituaciones de estabilidad no eran S1110 mIseriaestabilizada. La d e ~ a e l e n c i a no . es en naela menosestable ni ms sorprendente que el 'progreso. Sloun Clculoq u e ~ d r i 1 i t i e r a reconocer en ella la nicaratio de la situacin actual, podra, liberndose delenervante asombro ante algo que se repite diariamente consielerar las O1anifestaciones ele la decadencia' como lo e s t a b l ~ p o r a n t o l 1 o m a s i a , Y nicamente la salvacin como algo extraordinario, casirayano en lo portentoso e incomprensible. L ( ~ s pueblos de Europa central viven ~ o m o los halJl-

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    r"!Ii!Lff!lr.I'rII

    tantes de una ciudad sitiada que empiezan aquedarse sin alimentos ni plvora, y para loscuales, segn todo clculo humano, apenas cabeesperar salvacin. Caso ste en que la rendicintal. vez incondicional, debera ponderarsc mu ;s_enamente. Pero el poder mudo e invisible quehu ropa central siente frente a ella no se sienta anegociar. As. pues , ya slo. queda, en la esperap e r ~ a n e n t e del asalto final, dirigir la mirada hacialo unlco que an puede aportar salvacin: loextraordinario. Pero ese estado de atencin extrema y resigr.ada que la situacin exige, podra, yaque mantenemos un misterioso contacto 'con lasfuerzas que nos asedian, provocar realmente elmilagro. Por el contrario, quienes an esperan quelas . c o s a ~ no sIgan as, acabarn por descu briralgun dla. que para el sufrimiento tanto deli ~ d i v i d u o como de las comunidades, ~ l o hay unlUlllte ms all del cual ya no pueden seguir: laaniquilacin.n. Una extraa paradoja: al actuar, la gente sloplens.a en mters privado ms mezquino, peroal mIsmo tiempo su comportamiento est, msque' nunca, condicionado por los instintos de~ a s . a . 'Y, ms .que nunca, stos vagan a la d e r h ~ a , a J ~ n o s a la VIda. All donde el oscuro instintoarumal -'-(:omo relatan innumerables ancdotasencuentra una : a l i d ~ .ante el peligro inminente yen aparlen':la mVlslble, esta sociedad en la quecada cual solo tIene en mente su propio y vulgarprovecho, sucumbe tambin 'como una masacIega, con orpeza animal, pero sin ese saber torpede. los ~ n l m a l e s , a cualquier peligro, incluso al?,as proxlmo,. y la diversidad de los objetivosmdlvlduales pIerde toda su importancia ante la

    28 '029 identidad de las fuerzas condicionantes. Siempreha sido evidente que el apego de la sociedad a unavida consuetudinaria, pero perdida hace ya tiempo, es tan rgido que, incruso en caso de extremopeligro, hace fracasar el uso propiamente humano'del intelecto: ola previsin. Y a tal punto que, enella, la imagen de la estupidez alcanza su culmina-.cin: inseguridad, e incluso perversin de losinstintos vitales bsicos, e impotencia y hastadeterioro del intelecto. Esta es la disposicinanmita de la totalidad de los ciudadanos alemanes.nI. Todas las relaciones humanas de cierta intimidad son iluminadas por una penetrante y casiintolerable evidencia, ante la cual apenas logranmantenerse firmes. Pues al ocupar e) dinere;> deform devastadora el centro de. todos los .intresesvitales, por un lado, y constituir justamente, porel otro, la barrera ante la que fracasan casi todaslas relaciones humanas, van desapareciendo ms yms tanto en el mbito de la naturaleza como en . 'el las costumbres, la confianza espontnea, lacalma y la salud.IV. No en vano suele hablarse de n 1 ! s . . , r i a _ ~ d e s _ nuda. Lo ms siniestro de su exhibIcin, que- - ~ r r i p e z a ser

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    V. Pobreza no es vileza. Perfecto. Pero ellos sque envilecen al pobre. Lo hacen y le consuelancon la frasecilla de marras. Es una de aquellas queen otra poca pudieron tener validez, pero cuyo ,plazo ha expirado hace ya tiempo. No otra cosaocurre con aquel brutal quien no trabaja, que no /coma. Cuando haba trabajo y se poda comer,tambin haba pobreza, pero' sta no envileca alindividuo al abatirse sobre l, por una malacosecha o cualquier otra fatalidad. S envilece, encambio, esta indigencia en la que han nacidomillones y en cuyas redes van cayendo otros, cientos de miles a medida que empobrecen. Lasuciedad y la miseria crecen a su alrededor comomuros construidos por manos invisibles. Y as-'como el individuo que est solo puede soportar :muchas cosas, pero siente una justa vergenza sisu mujer ve cmo las soporta y ha de padecerlasella misma,' as tambin a ese individuo se kpermite aguantar mucho mientras est solo, ytodo, siempre que lo oculte. Pero nadie deberhacer nunca sus propias paces con la pobreza, sista, cual gigantesca. sombra, se abatiera sobre supueblo y su casa. Tendr entonces que mantenersus sentidos muy despiertos frente a cualquierhumillacin que le toque en suerte, y someterlos auna disciplina hasta que sus sufrimientos hayanabierto no ya el abrupto camino de la afliccin,que lIe"a 'esta abajo, sino el sendero ascendente /de la rebelda.JAunque :aqu no cabe esperar nadamientras todos y cada uno de los destinos msterribles y oscuros, discutidos cada da, e inclusocada hora, por la pr.cnsa, analizados en todas suscausas y consecuencias ficticias, no ayuden a nadiea descubrir las fuerzas oscuras a las que su vida hasido esclavizada.

    30I.- rII-1rI

    31 VI. Al extranjero que siga someramente la anda-dura de la vida alemana e incluso haya recorridopor poco tiempo el pas, sus habitantes no leparecern menos extraos que los de una razaextica. Un francs perspicaz dijo una vez: Esrarsimo que un alemn tenga las ideas claras conrespecto a s mismo. Y si alguna vez las tiene, nolo dir. Y si lo dice, no se har entendef. Laguerra ha aumentado esta desoladora distancia, yno slo por las atrocidades, reales o legendarias,que solan contarse de los alemanes. Lo que msbien acaba de rematar el grotesco aislamiento deAlemania a los ojos de los dems europeos, lo queen el fondo les hace pensar que tienen quevrselas con hotentotes (como muy acertadamentese ha dicho de los alemanes), es l ,violencia -d etodo punto incomprensible para el q ~ e est fuera,y totalmente inconsciente para el prisionerocon que las condiciones de vida, la miseria y laestupidez someten a la gente, en este escenario, alas fuerzas de la comunidad, como slo la vida decualquier primitivo se halla condicionada por las

    'leyes de su clan. El ms europeo de todos losbienes, esa irona ms o menos conspicua con quela vida del individuo pretende seguir un cursodistinto del de la comunidad en que le ha tocadorecalar, es algo que los alemanes han perdidototalmerlte.VII. La libertad de la conversaClon se estperdiendo. As como antes era obvio y naturalinteresarse po r el interlocutor, ese inters sesustituye ahora por preguntas sobre el precio desus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente,en cada tertulia acaba insinundose el tema de lascondiciones de vida, del dil1

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    hable tanto de las preocupaciones y padecimientosde cada cual - tema en el que quiz podranayudarse unos a otros-, como de la simacin engeneral. Es como estar prisionero en un te;tro ytener que segUIr, de grado o por fuerza, la obra C que se est escenificando; como tener que conver-,'tIria constantemente, de grado o por fuerza, entema de pensamientos y conversaciones.VIn. Quien no se resiste a percibir el deterioroacaba reivindicando, sin demora, una justificacine s p e ~ l a l para su permanencia, actividad y participaclon en este' caos. ,iBay tantas consideracionessobre el fracaso genral como excepciones para lapropIa esfera de aCCIn, domicilio y circunstancia.La ,:oluntad ciega de salvar el prestigio de lapropIa eXIstenCIa, ms que de liberarla al menos-.-mediante una valoracin distanciada de ' suI1npotencia e intrincamiento- del teln de fondode la ofuscacin general, se va imponiendo casi entoda: partes. Por eso est el aire tan cargado deteotlas s o ~ r e la vida y concepciones del mundo, ypor e s ~ estas parecen aqu, en este', pas, tan'pretencIosas. Pues fina,l casi siempre sirven paralegwmar alguna slmaclon particular, totalmenteI11slgnificante. Por eso tambin est el , aire tancargado de las quimeras y espejismos propios deun fumro culmral que, pese a todo, irrumpirafloreCIente de la noche a la maana: porque cadacual se compromete con las ilusiones pticas de supunto de vista aislado.IX. Los hombres que viven apriscados en elredil de este pas han perdido la visin paradlSCenllr los contornos de la pe'rsora humanaAnte ellos, cualtluier espritu libre parece un s e ~

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    extravagante. Imaginemos las cadenas montaosas del macizo alpino recortadas no contra el cielo,sino contra los 'pliegues de un pao oscuto. Sloconfusamente se dibujaran las poderosas formas.Del m i s ~ o modo, una 'pesada cortina ha cubiertoel cielo de Alemania y ya ni siquiera vemos elperfil de los ms grandes hombres.X. El calor' se est, yendo de las cosas. Losobjetos de uso cotidiano rechazan al hombresuave, pero tenazmente. y al final ste se veobligado a realizar da a da una labor descomunalpara vencer las resistencias secretas -n o slo lasmanifiestas- que le oponen esos objetos, cuyafrialdad tiene l que compensar con su propiocalor para no helarse al tocarlos, y coger sus pascon una destreza infinita para no sangrar alasirlos. Que no espere la menor ayuda de q u i ~ n e s le rodean. Revisores, f u n c i o ~ a r i o s J artesanos Yvendd;res, todos se sienten representantes deuna m ~ t : r i a levantisca cuya peligrosidad se empe-an en patentizar mediante su propia rudeza. Yhasta la tierra misma conspira en la degeneracincn que las cosas, hacindose eco del deteriorohumano, castigan al hombre. Al igual que ellas, latierra lo c o n ~ u m c , y la eternamente ausente priwmavera alemana no es ms que una de las innumerables manifestaciones similares de la namraleza alemana, que tambin se va descomponindo.En ella ,se vive' como si, contrariando todas lasleyes, 'la presin de esa columna de aire cu'yo pesocada cual soporta, empezara, de prqnto, a hacersesentir por estos pagos.Xl. Al despliegue de cualquier movimiento humano, ya provenga de impulsos espirimales o

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    incluso naturales, se opone la desmedida resisten-cia de l entorno. La escasez de viviendas y elencarecimiento de! transporte se estn encargandode aniquilar por completo ese smbolo'elementalde la libertad europea que, bajo ciertas formas, lefue dado incluso a la Edad Media: la libertad dec ~ m b i a r de domicilio. Y si la coaccin medievalataba al hombre a agrupaciones naturales, ahora se . /halla encadenado a una comunidad antinatural.Pocas cosas fortalecern tanto la funesta violenciadel impulso migratorio y su propagacin como elestrangulamiento de la libertad de cambiar dedomicilio, y nunca ha sido mayor la desproporcin entre la libertad de movimiento y la riqueza'de los medios de locomocin.

    XII. Con la ciudad ocurre lo mismo que contodas las cosas some'tidas a un proceso irresistiblede mezcla y contaminacin: pieq:len su expresinesencial y" lo ambig uo pasa a ocup ar en. ellas e!lugar de lo autntico. Las grandes ciudades, cuyopoder incomparablemente apaciguador y estimu- .lante encierra. al creador en .un recinto de paz, y,junto con la visin del horizonte, tambin lograquitarle la conciencia de las fuerzas elementalessiempre en vela, aparecen penetradas e invadidaspor el campo en todas partes. No por el paisaje,sino por aquello que la naturaleza libre tiene dems amargo: la tierra laborable, las carreteras, e!cielo nocturno no cubierto ya po r el temblor deun velo rojizo. La inseguridad, incluso de laszonas animadas, sume por completo al habitantede la ciudad en esa situacin opaca y absolutamente aterradora en la qe, bajo las inclemencias de lallanura desierta, se ve obligado a enfrentarse a losengendros de la arquitectura urbana.

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    35 X IlI. Cierta noble indiferencia hacia las esferasde la riqueza y la' pobreza ha abandonado total- . /mente las cosas que se fabrican. Cada una marcacon un selo a su propietario, quien no tiene otraeleccin que presentarse como un pobre diablo oun estraperlista. Pues mientras que el verdadero lujo es de tal ndole que el espritu y la sO.Cla-bil",lad logran penetrarlo y hacer que sea olVIdado, lo que aqu se va imponiendo como artculo. de lujo ostenta una macicez tan impdica que'cualquier irradiacin espiritual se quiebra con- .ira ella. .XIV. "Desde los ms antiguos usos de los puc. bias parece llegar hasta nosotros una especie de

    .. amonestacin a que evitemos el gesto de lacodicia al recibir aquello que tan prdigam.entenqs otorga la naturaleza. Pues con nada n u ~ s t r o podemos obsequiar a la madre tierra. De ahl quesea conveniente mostrar un profundo respeto alaceptar sus dones, restituyndole, antes de apoderarnos de aquello que nos pertenece, una p a r t ~ . detodo lo que continuamente recibimos de ella. bsteprofundo respeto se manifiesta a travs de la. antigua costumbre de la libalio. Y quiz fuera estaantiqusima y noble prctica la que se mantu va,transformada, en la prohibicin de rebuscar lasespigas olvidadas y recoger las uvas cadas, ya questas resultan provechosas para la tierra o losancestros dispensadores de abundancia. La usanzaateniense prohiba recoger las migajas d l ~ r a n t e lascomidas, porque' pertenecan a los heroes: 51algn da la sociedad, impulsada po r la n e c e s l d ~ d y la avidez, llegase a un grado tal de degeneraClonque no pudiera recibir los dones de la naturalezasin recurrir a la depredacin, que arrancara los

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    frutos an verdes para colocarlos ventajosamenteen el mercado y tuviera gue vaciar cada fuenteslo para hartarse, ese da su tierra se empobreccr /y el campo dar malas cosechas.

    OBRAS PUBLICASEn sueos vi un terreno yermo. Era la plaza del'mercado de \Xleimar. Estaban haciendo excavaciones. Tambin yo escarb un poco en la arena. yentonces surgi la aguja de Un campanario. Contcntslr.no, pens: un santuario mejicano de lapoca del preanimismo, el anaguivitzli. Me despert riendo. ( A n a = a v & : ~ vi=vie; wit2=i"glesjamejicana (1).)

    PELUQUEROPARA SEORASQUISQUILLOSAS!)ctencr una maana en sus canlas, sin decir nada,a tres mil damas y caballeros de'l Kurfrstendanlm, y tenerlos veinticuatro horas en la crcel.Distribuir a medianoche, en las celdas, un cuestionario sobre la pena de muerte, pidiendo a susfirmantes gue indiguen el tipo de ejecucin gue,llegado el caso, elegiran a ttulo personal. Quienes hasta entonces solan expresarse segn su lealentendeD> y sin gue nadie se lo pidiera, tendrangue rellenar ese documento bajo estricta vigilanciay segn su leal sabeD>. Antes del amanecer,sagrado desde siempre, pero consagrado en estepas al verdugo, se habra esclarecido la cuestinde la pena de muerte.

    36 37 CUIDADO CON_LOSPELDANOS!El trabajo en una buena p ~ o s a tiene tres p c l d a o ~ : uno musical, donde es compuesta; Uno argultecto- inico donde es construida, y, por ltimo, Unodonde es tejida.

    CENSOR JURADO DE LIBROSAs como la poca actual es, por antonomasia, laanttesis del Renacimiento, tambin se contrapo-ne, en particular, al momento histrico en gue se /invent el arte de la imprenta. Se trate o no de unazar, su aparicin en Alctnania ,coinci?c con unapoca en gue el libro, en el sentido mas noble d: ltrmino, el Libro de los hbros, se convlrtlo,gracias a la traduccin de la Biblia por L u t ~ r o , . enpatrimonio colectivo. Ahora, todo parece 1 I 1 d l C ~ r gue el libro; en esta forma heredada de la. tradlcin, se encamina hacia su fin. Mallarn?e, guedesde la cristalina concepcin de su obra, S1l1 dudatradicionalista, vio la verdadera imagen de lo guese avecinaba, utiliz por vez primera en el COI/P. de .1ds las tensiones grficas de la publicidad, a p l t c a ~ -do as a la disposicin tipogrfic.a. Los expenmentos' gue los dadastas in,tentaron luego c ~ n laescritura no provenan ciertamente de un afan deconstrucc'in, sino de ls puntuales reaCClonesnerviosas propias de los literatos, y f ~ e r o n porello mucho menos consistentes gue el lntento deMallarm" surgido de la esencia misma de suestilo. Pero esto permite j u s t a m e n t e - - 1 C ~ o c e r laactualidad de aguCllo gue. c u a l \ ! l l n a ~ ~ " M ~ ! l a r -m, en su aposentb mas hcrmtiCb,-descubrto en

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    1Iloi!.

    armona preestablecida con todos los acontecimientos decisivos de esta poca en los mbitos de .la economa, la tcnica y la vida pblica. Laescritura, que haba encontrado en el libro impreso un asilo donde llevaba su existencia autnoma,fue arrastrada inexorablemente, a la calle por loscarteles publicitarios y sometida a las brutales :lheteronomas del caos econmico. Tal fue elsevero aprendizaje de su nueva forma: Si bacesiglos empez a reclinarse gradualmente, pasandode la inscripcin vertical al manuscrito que reposaba inclinado en los atriles para terminar. recostndose en la letra impresa, ahora comienza, conidntica lentitud, a levantarse otra vez del suelo.Ya el peridico es ledo ms vertical que horizontalmente, el cine y la publicidad someten por !completo la escritura a una verticalidad dictarorial.y antes de que el hombre contemporneo consigaabrir un libro, sobre sus ojos se abate un torbellino tan denso de letras volubles, coloreadas, rencillosas, que s us' posibilidades de penetrar'en laarcaica quietud del libro se ven reducidas. Lasnubes de langostas de la escritura, que al habitantede la gran ciudad le eclipsan ya hoy el sol delpretendido espritu, se irn espesando ms y mscada ao. Otras exigencias del mundo de losnegocios llevan ms lejos. Con el archivo' se .. onquista la escritura tridimensional, es decir, uns o r p ~ e n d e n t e contrapunto a la tridimensionalidadde la escritura en su origen, cuando era runa oquipo. (Y ya hoyes el libro, como ensea el modo.actual de produccin cientfica, una' mediacinanticuada entre ds sistemas diferentes de ficheros. Pues todo lo esencial se encuentra en elfichero del investigador que lo escribi, y elerudito, que estudia en l, lo asimila a su propio

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    l\, 39;11"!.

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    fichero.) Pero no cabe la menor duda de que laevolucin de la escritura no quedar eternamenteligada a las pretensiones de dominio de unaactividad catica en la ciencia y en la economa, yde que ms bien vendr el momento en que lacantidad se transforme en calidad, y la escritura,que se adentra cada vez ms en el mbito grficode su nueva y excntrica plasticidad, se apoderarde golpe de sus contenidos objeti vos adecuados(Sachgehalte). En esta escritura pictogrfica, lospo

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    ;,l'debern desdibujarse de nuevo en las notas a lospasajes correspondientes.

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    IV. Se darn ejemplos para ilustrar conceptosque slo sean tratados en su acepcin general: as,donde se hable de mquinas, se enumerarn todossus tipos.V. Todo cuanto a priori est claro de un objeto,ser corroborado por una retahla de ejemplos.VI. Las correlaciones representables grficamente sern descritas con palabras. En vez de dibujar,por ejemplo, un rbol genealgico, todos losvnculos de parentesco sern pormenorizados eilustrados.VII. Varios adversarios que defiendan la1l1a argumentacin, debern ser refutadosa uno.

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    La produccin media del erudito actual aspira aser leda como un'. catlogo.' Pe ro cundo sellegarn a escribir . libros 'como catlogos? Si, deesta suerte, la mala calidad del contenido aflora alcxtc"rior, nacer una excelente obra .literaria en laque el v a l o ~ de las opiniones vendr indicado porlIna cifra, S1l1 qlle por ello stas sean puestas enventa.La mquina de escribir convertir la m a n ~ delliterato en algo extrai'io al' portaplumas slocllando la precisin de las formas tipogrficasIntervenga dIrectamente en la concepcin de suslibros. Probablemente se necesiten entonces sistemas nuevos con caracteres tipogrficos ms varia-

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    bIes. Y aqullos sustitulran la escritura a manopor la inervacin de los dedos que da;n rdenes.U n perodo concebido mtr icamente, cuyo ritmosea luego perturbado en un nico punto, producir la frase en prosa ms bella que' se puedaimaginar. As, por una pequea brecha abierta enel muro se filtra un rayo de luz en el gabinete delalquimista, haciendo destellar cristales, esferas ytringulos.

    iALEMANES, BEBEDCERVEZA ALEMANA!Frente a la vida intelectual, la plebe est posedapor un o d i ~ frentico que ha descubierto en elrecuento de los cuerpos la mejor garanta paraaniquilarla. Dondequiera que se les permita, secolocan en fila y avanzan a paso de marcha alencuentro del fuego de artillera y del encarecimiento de las mercancas. Ninguno ve ms all dela es palda del que le precede, y cida cual seenorgullece de ser, de eSe modo, un ejemplo parael que le sigue. Esto lo descubrieron los hombreshace siglos en los campos de ,batalla; pero el idesfile de la:miseria, el hacer cola, lo han inventado las mujeres.

    iPROHIBIDOFIJAR CARTELES!-A TECNlCA DE L ESCRITOR EN TRECETESIS

    .1. Quien se proponga escribir una obra de granenvergadura, que se d buena vida y, al terminar

    ("1

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    su tarea diaria, se conceda todo aquello que noperjudique la prosecucin de la misma.H. Habla de lo ya realizado, si quieres, pero enel curso de tu trabajo no leas ningn pasaje anadie. Cada satisfaccin que as te proporciones,amenguar tu ritmo. Siguiendo este rgimen, eldeseo cada vez mayor de' comunicacin acabarsiendo un estimulo para concluirlo.JI!. Mientras ests trabajando, intenta sustraertea la mediana de la cotidianidad. Una quietud amedias, acompaada de ruidos triviales, degrada.En cambio, el acompaamiento de un estudiomusical o de un murmullo de voes puede resultar ta n significativo para el trabajo como elperceptible silencio de la noche. Si ste agudiza elodo interior, aqul se convierte en la piedra detoque de una diccin cuya plenitud sepulta en smisma hasta los ruidos excntricos.IV. Evit a emplear cualquier tipo de tiles. Aferrarse pedantemente a ciertos papeles, plumas,tintas, es provechoso. No el lujo, pero s laabundancia de estos materiales es imprescindible.V. No dejes pasar de incgnito ningn pensamiento, y lleva tu cuaderno de notas con elmismo rigor con que las autoridades llevan e!registro de extranjeros.VI. Que tu pluma sea reacia a la inspiracin; asla atraer hacia ella con la fuerza de! imn. Cuantoms cautela pongas al anotar una ocurrencia, msmadura y plenamente se te entregar. La palabra

    \conquista al pensamiento, pero la escritura lodomina.

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    vn. Nunca dejes de escribir porque ya no se teocurra nada. Es un imperativo del honor literariOinterrumpirse solamente cuando haya que r e s p ~ t a r algn plazo (una cena, una cita) o la obra este yaconcluida.VIII. Ocupa las intermitencias de la inspiracinpasando en limpio lo escrito. Al hacerlo sedespertar la intuicin.IX. Nulla dies sine linea -pe ro s semanas.X. Nunca des por concluida una obra que no tehaya retenido alguna vez desde e! atardecer hastael despuntar del da siguiente.Xl. No escribas la conclusin de la obra en ,tucuarto de trabajo habitual. En l no encontrarlase! valor para hacerlo.XII. Fases de la composicin: idea-estilo-escritura. El sentido de fijar un texto pasndolo enlimpio es que la atencin ya slo. se. ~ e n t r a enla caligrafa. La idea mata la ~ n s p l r a c l o n , el estilo encadena la idea, la escritura remuncra alestilo.XIIl. La obra es la mascarilla funeraria de laconcepcin.

    TRECE TESIS CONTRA LOS SNOBS(Snob en e! despacho privado de la crtica de arte.A la izquierda, un dibujo infantil, a la derecha, unfetiche. Snob: (

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    IV.

    V.

    El artista hace unaobra.

    La obra de arte sloincidentalmente esun documento.La obra de arte esuna pieza de eX3111cn.En la obra de arteaprenden su oficiolos artistas.Las obras de arte semantienen alejadasunas de otras por superfeccin.

    VI. Contenido (Inhalt) yforma (Form) sonuna sola cosa en laobra de arte: tenor(Cebal!).

    VII. Tenor es lo que hasido sometidoprueba. aVIII. En la obra de arte,

    e! material es un las-tre que la contem-placin desecha.

    El primitivo se ex-presa en documen-tos.Ningn documentoes, en cuanto tal,obra de arte.El documento sirvede pieza didctica.Ante los documen-tos se educa a unpblico.En e! material se eo-munlcan los docu-mentos.

    En los documentosdomina por com-pleto el material.

    Material es lo soa-do.Cuanto ms profun-damente se pierdeuno en un docu-mento, . ms densose vuelve: el mate-rial.

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    IX. En la obra de arte,la ley de la forma escentral.

    X. La obra de arte' essinttica: centralelc-trica.

    XI. La contemplacinrepetida potenciauna obra de arte.

    XII. La virilidad de lasobras est en elataque.

    XIII. Tenor es lo que elartista intenta con-quistar.

    En el documento,las formas slo es-tn desperdigadas.La productividad deun documento eXl-ge anlisis.U n documento slosubyuga por sorpre-sa.

    Al documento suinocencia le sirve decobertura.El hombre primiti-vo se atrinchera de-trs de los materia-les.

    LA TECNICA DEL CRITICO EN TRECETESISL El crtico es un estratega en el combateliterario.JI. Quien no pueda tomar partido, debe callar.JII. El crtico nada tiene que ver con el exgetade pocas .artsticas pasadas.IV. La crlt1ca debe hablar el lenguaje de losartistas. Pues los conceptos del cnacle son consig-nas. y slo en las consignas resuena el grito de. combate.

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    V. La objetividad deber sacrificarse siempreal espritu de partido cuando la causa por la cualse combate merezca realmente la' pena.VI. La crtica es una cuestin moral. Si Goetheno comprendi a Hiilderlin ni a Kleist, n t aBeethoven y Jean Paul, esto no atae a sucomprensin del arte, sino a 'su Inoral.VII. Para el c'rtico, sus colegas son la instanciasuprema. No el pblico. y mucho' !llenos laposteridad.VIII. La posteridad olvida o enaltece. Slo elcrtico juzga en presencia del autor .

    IX. Polmica. significa destruir un libro citandounas cuantas de sus frases. Cuanto menos se .10haya estudiado; mejor. Slo quien pueda destruir,podr criticar.X. La verdadera polmica aborda un libro conla misma ternura con que un canbal se guisa unlactante.XI. El entusiasmo artstico le es ajeno al crtico.En sus manos, la obra de arte es el arma blanca enel combate de los espritus.XII. El arte del crtico in nllce: acuar consignassin traicionar las ideas. Las co'nsignas de una. crtica insuficiente malbaratan el pensamiento enaras de la moda.XIII. El pblico deber padecer siempre injusti-cias y, no obstante: sentirse siempre representadopor el crtico.

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    47 NR.13, Trze - - /mI I/n plaisir crllel de m'arrilersur ce nOll/bre.

    Le reploiemenl vierge du vre, encore, p,.ele tiun socrifice don! se(gno la Iranche rouge desancien! lomes; l'inl,04l/clion aune arme, 011coupe.ppier, potlr lablir la priu de-possusion.

    STPI-lANE M A L L " R r - . t l ~

    1. Los libros y las prostitutas pueden llevarse ala cama.JI. Los libros y las prostitutas entrecruzan eltiempo. Dominan la noche como el da y el dacomo 'la noche.IlI. Nadie nota en los libros ni en las prostitutasque los minutos les son preciosos. Slo al intimarun poco ms con ellos, se advierte cunta pnsa. ienen. No dejan de calcular mientras nosotrosnos adentramos en ellos.IV. Los libros y las prostitutas se han amado -1-desde siempre con un amor desgraCIado.V. -Los libros y las prostitutas tienen' cada cualsu tipo de hombres que viven de ellos y losatonnentan. A ls libros, los crticos. VI. Libros y prostitutas en casas pblicas .. paraestudiantes.

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    VII. Libros y prostirutas: raraS veces ver sufinal 'luien los haya posedo. Suelen desaparecerantes de perecer.VIII. Qu gustosa y ,embusteramente cuentanlos libros y las prostirutas cmo han llegado a ser10 'lue son. En realidad, muchas veces ni ellosmismos se dan cuenta. Durante aos se cede atodo por amoo>, hasta 'lue un buen da apareceen la calle; convertido en un voluminoso corpusCJue se pone en venta, aquello que, por amor a lacausa, nunca haba pasado de ser un' vago proyecto.IX. A los libros y a las prostirutas les gusta lucirel lomo cuando se exhiben.X. Los libros y las prostirutas se multiplicanmucho.Xl. Libros y prostitutas: Vlea beata -' ovengolfa-, De cuntos libros proscritos antao noha de aprender hoy la juvenrud!XII. Los libros y las prostirutas ventilan susdiscusiones en pblico.XIII. Libros y prostirutas: las notas al pie depgina son para aqullos lo que, para stas, losbilletes ocultos en la media.

    ARMAS Y MUNICIONESHaba llegado a Riga para visitar 'a una amiga. Sucasa, la ciudad, el idioma me eran desconocidos.

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    Nadie me esperaba, nadie me conoca. Deambuldos horas solo por las calles. Nunca he vuelto averla as. De cada portal brotaba una llamarada,cada guardacantn lanzaba" chisps, cada tranvasurga de improviso como un coche de bomberos.S, bien poda ella salir 'de este portal, doblar laesquina y sentarse en el' tranva. De los dos tena'lue ser yo, a toda costa, el primero en ver al otro. IPues de haberme rozado ella con la mecha de su Imirada, yo habra volado por los aires como undepsito de municiones,

    PRIMEROS AUXILIOSl ' d b 'De golpe p ~ d e aparcar con a mlra a un amototalmente lliberIntico, una red de calles quedurante aos haba yo evitado, el da en que un

    ser 'luerido se mud a L Era como si en suventana' hubieran instalado un reflector 'lue recortara la zona con haces luminosos.

    ARQUITECTURA INTERIOREl' tratado es una forma rabe. Su aparienciaexterna no es, discontinua .ni demasiado llamativa,como corresponde a la fachada de los edificiosrabes, cuya articulacin slo comienza en elpatio. As, la estrucrura articulada del tratadotampoco es perceptible desde fuera, sino 'le serevela nicamente desde dentro. Si est integradopor caprulos, stos, no vienen tirulados conpalabras, sino indicados por cifras. La superficiede sus deliberaciones no est animada pintoresca-, ment, sino ms bien recubierta por los almocar-

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    I bes de la ornamentacin, que se imbrican sinsolucin de continuidad, En la densidad ornamental de esta exhibicin se anula la diferencia entreargumentaciones temticas y digresivas,

    ARTICULOS DEESCRITORIO V PAPELERIA

    < (,. ' PLANO-PHARUS. Conozco a una mujer que esdistrada, Ah donde yo t ~ n g " ~ mano los nombres de mis proveedores, el ,lugar donde gua;domis documentos, las ~ l i r e c c i o n e s de mis amigos y ,conocidos, la hora de una cita, en ella se han fijadoconceptos polticos, consignas dd partido, frmu- 'las confesionales y rdenes. Vive en una ciudad deconsignas y habita 'en un b a ~ r i o de trminosconspiradores y hermanados,' en el que cadacallejuela toma partido y' cada palabra tiene po rceo un grito de guerra, 'PLIEGO DE DESEOS., ,Una caa se yergue Ipara endlzar mundos, I Ojal de mi clamo Ifluya, ,amoroso surco! Estos versos siguen aDichosa nostalgia como una perla que' hubierarodado fuera de h madreperla a b i e ~ t a , AGENDA DE BOL'SILLO. Pocas cosas caracterizan tanto al hombre nrdico como sta: cuando ama tiene que estar, antes que nada y a todacosta, a solas consigo mismo, contemplar primerosu propio sentimiento y disfrutar de l, antes de ira ver a la mujer y.declarrselo.PISAPAPELES. l/dee' de. IaJ:'ollcorde: Obelisco.Lo que en l-se grabo' h;:Ce c ~ a t r o mil aos se alza

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    hoy en el centro de la ms grande de todas lasplazas, Si se lo hubieran vaticinado qu triunfopara el faran! El primer imperio culrural deOccidente llevar un da, en su centro, el monumento que conmemora su podero. Qu aspectotiene, en realidad, esta gloria? Ni, u n a ; ~ s o l a de lasdiez mil personas que pasanpoL,aquvse detiene;ni una sola de las diez mi l personas que sedetienen es capaz de leer la inscripcin, Ascumple cada fama con lo prometido, y no hayorculo que la iguale en asrucia, Pues el inmortal'est all como este obelisco: dirige un trficoespiritual que bulle a su alrededor .Y a naclie lesirve ya la inscripcin en l grabada.

    ARTICULOS DE FANTASIA, j ' . . -

    Lenguaje incomparable de la c a l a ~ e r a : la' inexpresividad total - la negrura de ss cuencas- unidaa la ms salvaje de, las expresiones - la s

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    '1",t1["?t se asemeja a alguien que, SI bien se viste a la

    moda, no lleva camisa.Si el humo del cigarrillo, en la boquilla y la tintade la estilogrfica fluyeran con igual ligereza, yo,como escritor, estara en la Arcadia. 'Ser feliz significa poder percibirse a s mismo sinteInor.

    AMPLIACIONESNIO t:EYENDO. En la biblioteca escolar te 'dan uh libro. El reparto se efecta en los cursoselementales. Slo de vez en cuando te atreves aformular un deseo. A menudo.ves con envidiacmo libros ardientemente deseados van a parar aotras manos: Por fin te traan cltuyo. Duranteuna semana quedabas totalmente a merced de losvaivenes del texto que, suave y m i s t e r i o s o ~ densoe incesante, te iba envolviendo como un torbellino de nieve. En l entrabas to n Una confianzailimitada. Silencio del libro, cuyo poder de seduc-cin era infinito! Su contenido no era tan impor-tante. Pues la lectura coincida an con la pca enque t mismo inventabas en la cama tus propiashistorias. El nio intenta seguit sus trazas yamedio borradas. Se tapa los oidos al leer; su librodescansa sobre la mesa, demasiado alta, y una de, las manos est siempre encima de la pgina. Paral, las aventuras del hroe sc han de leer todavaentre el' torbellino de las letras, como figura ymensaje entre la agitacin de los copos. Respira elmismo aire de los acontecimientos, y todos lospersonajes le empal'ian con su aliento. Entre ellosse pie'rde con mucha ms facilidad que un adulto.

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    arroz a esa mano! IQu encuentro tan apasionadoel de estos dos, libres al fin de la cuchara!Agradecida y fogosa, como si la hubieran raptadode la casa paterna, la mermelada de fresas se rindesin panecillo" dejndose saborear ala iiHemperie,Cama quien dice, y hasta la maiHequilla respondecon"ternura a las audacias de, ese pret,ndiente queha irrumpido en la alcoba de la .doncella. La .mano, joven Do n Juan, no tarda en penetrar entodas las celdas y aposentos, dejando tras .de s unreguero de frascos y montoncillos derramados:virginidad que se renueva sin quejarse.NIO MONTADO EN EL TIOVIVO. Laplataforma con los solcitos animales gira casi' aras del suelo. Tiene la altura ideal para soar quese est volando. Ataca la msica," y el nio se aleja,dando tumbos, de ' su madre. Al principio tienemiedo de abandonarla. Pero luego advierte lo fielque es a s mismo. Cual fiel soberano, gobierna vdesde su trono un mundo que le pertenece. En latangente, rboles e indgenas hacen .calle. Depronto, en algn oriente, reaparece- la madre.De la selva virgen surge luego la copa de un rboltal como el hio la vio hace ya milenios, tal comoacaba de verla ahora en el tiovivo. Su animal .letiene afecto: cual mudo Arin va el nio montadoen su pez mudo, un toro-Zeus de madera lo raptacomo a una Europa inmaculada. Hace ya tiempoque el eterno retorno de todas las cosas se havuelto sabidura infantil, y la vida, una antiqusimaembriaguez de dominio con el estruendosoorganillo en el centro, cual tesoro de' la corona. Altocar ste ms lentanlcntc, el espacio c111pieza atartamudear y los rboles, a vol ver en s. Elt i o v i v ~ se convierte en terreno inseguro. Y apare-

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    ce la madre, ese poste tantas veces abordado, entorno al cual. el nio, al tocar tierra, enrolla laamarra de sus miradas.NIO DESORDENADO. Cada piedra que encuentra, cada flor arrancada y cada mariposacapturada son ya, para l, el inicio de una colecci!', y todo cuanto posee constituye una coleccin sola y nica. En l revela esta pasin suverdadero rostro, esa severa mirada india quesigue ardiendo en los anticuarios, investigadores ybiblifilos, slo que con unbrillo turbio y manitico. No bien ha entrado en la vida, es ya uncazador. Da- caza a los espritus cuyo rastro

    .husmea en las cosas; ntre espritus y cosas 'se levan. aos en los que su campo visual queda librede seres humanos. Le ocurre como en los sueos:no conoce nada duradero, todo le sucede, segnl, le sobreviene, le sorprende. Sus aos denomadismo son horas en la selva del sueo.' Dealli arrastra la,presa hasta su casa para limpiarla,conservarla, 'desencantarla. Sus cajones debernser arsenal y zoolgico, museo del crimen' ycript.a. l\mcr orden significara destruir \.10edificio lleno de espinosas castaas que son mal1-guales, de papeles de estao que son tesoros deplata, de cubos de madera qe son atades, de cactceas que son rboles totmicos y cntimos decobre que son escudos. Ya hace tiempo que elnio ayuda a ordenar el armario de ropa blanca de .la madre y la biblioteca 'del padre, pero en supropio coto de caza sigue siendo an el huspedinestable y belicoso.NIO ESCONDIDO. Ya conoce todos los escondrijos del piso y vuelve a ellos como a una

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    .! '

    casa donde se est seguro de encontrarlo todocomo antes. Siente palpitar su corazn. Contienela respiracin. Aqu est enterrado en el mundode la materia, que le resulta prodigiosamente claroy se le acerca sin palabras. De l mismo modo, sloentiende lo que son cuerda y madera aquel a quienvan a ahorcar. El nio, de pie tras la antepuerta,se vuelve l mismo algo flotante y blanco, unfantasma. La mesa del comedor bajo la cual se haacurrucado lo transforma en el dolo de maderadel .templo cuyas columnas son las cuatro patastallaJas. Y Jetrs de una puerta ser l mismopuerta, se la pondr como una mscara pesada y,cual sacerdote-brujo, hechizar a todos los queentren desprevenidos. No debern encontrarlo enningn caso. Cuando hace muecas le dicen quebastara con que el reloj diera la ho'ra para que lse quedara as. Lo que hay de cierto en ello lo sabel en su escondite. Quien lO' descubra, podrJejarlo convertido en dolo bajo la mesa, entretejerlo como fantasnla en la cortina, para siempre, oencerrarlo de por vida en la pesada puerta. Poreso, cuando alguien que lo anda buscando le echamano, l deja escapar, dando un fuerte alrido, aldemonio que lo haba transformado en todoaquello para que no lo encontrasen; por eso nisiquiera aguarda aquel momento, sino que seadelanta a l con un chillido de autciliberacin.Por eso no se cansa de luchar con el demonio. Elpiso es,' a todo esto, el arsenal de las mscaras.Pero una vez' al ao hay regalos ocultos en lugaresIll1stcrioso,s, en las vacas cuencas de sus ~ j o s , ensu boca petrificada. La experiencia mgica sevuelve ciencia. Y, como su ingeniero, el niodeshace el encanto de la lbrega c ~ s a paterna ybusca huevos de Pascua.

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    ANTIGEDADESMEDALLON. ' Resulta paradjica la manifestacin de todo cuanto con razn se denomina bello.MOLINILLO DE ORACIONES. Slo la ima-

    . gen representada mantiene vivo el deseo, Alcontacto con la simple palabra, ste puede, en'cambio, prender con fuerza para ,luego, seguir" ''ardiendo como fuego de brasa. No hay deseo Jntegro sin representacin" figurativa exacta. Nohay representacin sin inervacin, Y la respiracin es su regulador ms sutil. El rumor de las) < ; j ; ~ a s es un canon de ,esta resp!racin, De ah laprctica yoga de meduar respirando sobre lasslabas sagradas. De ah su omnipotencia,CUCHARA ANTIGUA, Una cosa les est re-servada a los grandes autores picos: poder alimentar .a sus hroes.MAPA ANTIGUO. En un amor, la mayorabusca una patria eterna. Otros, aunque muypocos, un eterno viajar. Estos ltimos son melanclicos 'que tienen que rehuir el contacto con lam ~ d r e tierra. Buscan a quien mantenga alejada deellos la melancola de la patria, Y le guardanfidelidad. 'Los tratados medievales sobre los humores saben de ,la apetencia de viajes largos deeste tipo de gente.ABANICO. Todo el mundo habr tenido laexperienia siguiente: cuando se ama a una persona, ineluso cuando slo se piensa intensamente enella, casi no hay libro en el que no se descubra suretrato, Y hasta se presenta como protagonista o

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    antagonista. En los relatos, novelas y cuentosreaparece en metamorfosis siempre nuevas. y deesto se deduce: la capacidad de la fantasa es eldon de interpolar dentro de lo infinitamentepequeo, de inventarle una plenitud nueva, com-pacta, a cada intensidad que se traduzca en exten-sin; en pocas palabras, de considerar cada ima-gen como si fuera la de un ' abanico cerrado queslo toma a1into al desplegarse, y, en su nuevadimensin, exhibe los rasgos de la persona amadaque ocultaba en su interior.

    REUEVE. Se est en compaa de .la mujeramada, se habla con ella. Luego; al cabo de, s e m ~ n a s o de meses, mediando ya la separacin,vuelve a la memoria aquello de lo que entonces sehabl. Y el tema resulta esta vez trivial, disonante,s u p ~ r f i c i a l , y uno se da cuenta de que slo ella, alII1chnarse sobre l por amor, lo cubra antenosotros con su sombra, cuidando de que la idea,como un n;lieve, viviera en todos los pliegues yflncones. SI estamos solos, como ahora, quedarall plana, sin sombra ni consuelo, a la luz denuestro conocimiento.

    TORSO. Unicamente quien supiera contemplarsu propio pasado como un producto de la coac-cin y la necesidad, sera capaz de sacarle para s elm.ayor provec ho en cualquier situacin presente.Pues lo que uno ha vivido es, en el mejor de loscasos, comparable a una bella estatua que hubieraperdido todos sus mieinbros al ser transportada yya slo ofreciera ahora el valioso bloque en el queun o mismo habr de cincelar la imagen de su, propio futuro.

    58 59 RELOJES Y JOVERIAQuien despierto y ya vestido vea ante s salir el sol-durante un paseo, por ejemplo-, conservarante todos los dems, y por el resto del da, lasoberana de alguien que ha sido coronado conuna diadema invisible, y aquel a quien el sol hayasorprendido trabajando, tendr la impresin, amedioda, de haberse puesto l mismo l co-rona.

    Como el reloj de la vida, en el que los s e g ~ , n d o s no hacen ms que huir, pende sobre los persona-jes novelescos el nmero de pginas:.Qu lectorno le ha echado, al meras una vez, un vistazofugaz y angustiado?En sueos me vi a m mismo -'-profesor in'terino(Prillaldozent) de reciente hornad- conversandocon Roethe de colega a colega mientras recorra-mos las espaciosas salas de un museo que l, dirige. Mientras l habla con un empleado, en unasala contigua, yo me acerco a una vitrina. En ella,junto a otros' .objetos dispersos, sin duda mspequeos, se yergue, reflejando la luz turbiamen-te, el busto metlico o esmaltado, de tamao casinatural, de una mujer muy parecida a la llamada,, Flora de Leonardo del museo de Berlin. La bocade esta cabeza de oro est abierta y sobre losdientes de la mandibula inferior hay dijes yadornos que, a intervalos bien calculados, cuelganparcialmente hacia fuera. No tuve la menor dudade que era un reloj. (Motivos del sueo: el ruborde la vergenza; la hora matinal tiene oro en la

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    boca *; La tete, avec l'arnas de sa criniere sombreI Et de ses bijoux prcieux, I Sur la table de nuit,comme une renoncule, I Repose, Baudelaire,)LAMPARA DE ARC,O

    A una persona la conoce nicamente quien la amaS1l1 esperanza,

    LOGGIAGERANIO, Dos personas que se aman se afe-, rran sobre todo a sus n;ombres.CLAVEL SILVESTRE, Al que ama, elamado le parece siempre un ser solitario,

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    r\SFDELO. Detrs del que es amado se cierrael abismo del sexo como el de la familia.FLOR DE CACTUS. El que ama de veras sealegra cuando, en una discusin, el ser amado notiene razn.NOlI'IEOLVIDES. El recuerdo siempre ve em-pequeecido al ser amado.PLANTA DE HOJAS PERENNES, Si a launin se opone algn impedimento, no tarda en*" El refrn a l : m ~ Morgenstunde har Gold m Munde, quehemos traducido IJteralrncnte para orientar al lector, equivaleen castell.ano a Al que madruga, Dios lo ayud3., El juegohomofnlco ~ n t r e S ( h a ~ r i i l e (rubor producido por la vergen-za) }'.eI apelhdo del amIgo de Benjamn, Roe/he, podria quizampharse a la palabra alemana MorgenTiile, que significa alba,aurora, y enlazara con la lHorgulJlunde (hora matinal) delrefrn citado. (N . dt lo! T.) .

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    ..

    .

    p;csentarse la ilusin de una vida en comn,carente de deseos, durante la vejez.

    OFICINA DEOBJETOS PERDIDOS

    OBJETOS PERDIDOS. Lo que hace tan in-comparable e irrecuperable la primera visin deuna aldea O de una ciudad en medio del paisaje esel hecho de que, en ella, la lejana y la proximidadvibran estrechsimamente unidas. La costumbrean no ha culminado su labor. No bien empeza-mos a orientarnos, el paisaje desaparece de golpecomo la fachada de una casa cuando entramos enella. An no ha conseguido imponerse gracias a ]a"'exploracin constante, convertida en costumbre.U na vez que empezamos a orientarnos en algnlugar, aquella imagen primera no podr reprodu-cirse nunca ms.OBJETOS HALLA DOS. Esa lontananza azulque no cede a ninguna proximidad ni se diluye amedida que uno se le acerca, que tampoco seextiende prolija y pretenciosa ante quien se apro-xima, sino que slo se yergue frente a l mshermtica y amenazadora, es la lontananza pintadade los bastidores. Esto confiere a los decoradosteatrales su carcter incomparable.

    PA R A D A PARA NO MAS DETRES COCHES DE ALQUILER

    Llevaba diez minutos en una parada esperando unautobs . L'In tran ... Paris Soir .. La Libertb>,

    !

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    voceaba a mis espaldas, ininterrumpidamente, sinalterar la cadencia, una vendedora de peridicos.L'lntran .. Paris Soir .. La Libert ... una celdade prisin de planta triangular. Qu vacas seofrecan a mi vista las esquinas!Vi en sueos una casa de mala fama. Un hoteldonde miman un animal. Casi todos beben sloagua de animal mimadQ. Estaba soando conestas palabras cuando me despert sobresaltado.De puro cansancio me haba tumbado en la camasin desvestirme y con la habitacin iluminada,durmindome enseguida por espacio de algunossegundos.Hay en las grandes casas de vecindad una msicade un alborozo tan mortalmente triste que un o seresiste a creer que est destinada a quien lainterpreta: es msica para esas habitaciones amuebladas en las que uno se sienta los domingos,absorto en pensamientos que no tardan en adornarse con aquellas notas como una fuente de frutaexcesivamente madura con hojas marchitas.

    MONUMENTO A LOSCOMBATIENTES MUERTOS

    KARL KRAUS. Nada ms desconsolador quesus adeptos, nada ms desamparado que susadversarios. Ningn nombre podra ser ms decorosamente honrado po r el silencio. Esgrimiendouna rabiosa sonrisa Bentro 'de una vicjisima arma-dura, cual dolo chino que blande en sus dosmanos sendas espadas desenvainadas, baila ladanza guerrera ante el mausoleo de la lengua

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    alemana. El, que es slo uno de los epgonos quehabitan la antigua mansin del lenguaje, se hacon vertido en el guardin de su tumba. Ante ellamonta la guardia da y noche. Nunca puestoalguno ha sido ms celosamente guardado, yninguno ha estado nunca ms perdido. En l semantiene firme aquel que, como una Danaide, nopara de alimentarse del mar de lgrimas de suscontemporneos y, al igual que Ssifo, ve cmo laroca destinada a sepultar a sus enemigos se leescapa rodando de las manos. Qu hay msdesvalido que su conversin? Qu ms impotente que su humanitarismo? Qu ms desesperanzado que su lucha contra la prensa? Qu,sabe l de 'las potencias que le son realmente aliadas? Y, noobstante, qu dones profticos de los nuevosmagos puede compararse con la fineza auditiva deeste sacerdote-brujo, al que hasta una lenguaremota le inspira palabras? Quin ha conjuradonunca un espritu como lo ha hecho Kraus en Losabandonados, como si Dicbosa nostalgia jams hubiera sido escrito previamente? Con el mismodesamparo con que slo dejan or su voz losespritus le llep:o l'i vaticinio, como en un murmu-llo, desde las I,,':"'undidades ctnicas de la lengua.Por separado, 'cada sonido es incomparablementeautntico, pero todos juntos producen perplejidad, como un mensaje espectral. Ciego como losManes, limitado como los espritus que sloconocen la voz de la sangre y a quienes no lesimporta lo que puedan provocar en el reino de losvivos, el lenguaje lo exhorta a la venganza. Perol no puede equivocarse. Infalibles son los mandatos del idioma. Quien cae en brazos de Kraus, yaest juzgado: su propio nombre se vuelve condena en esa boca. Cuando l la abre, la incolora

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    fj:ji .llama de la irona aletea en sus labios. Y que nadietropiece con l por los caminos de la vida. En unarcaico campo del honor -gigantesco campo debatalla de un sangriento trabajo-'-, sigue rabiandofrente a' un monumento funerario abandonado.Sus honras fnebres sern inconmensurables, lasltimas que se celebren.

    AVISADORDE INCENDIOS

    La iJea de la lucha Je clases puede inJucir a error.No se trata de una prueba de fuerza en la que sedecide la cuestin de quin vence o quin sucun;be, ni de un combate a cuyo trmino le ir bien alvencedor y mal al vencido. Pensar as es diSimularlos hethos bajo un tinte romntico. Pues, ya salgavencedora.o sucumba en el combate, la'burguesaest condenada a p ~ r e c e r por las contradiccionesinternas que, en el curso de su evolucin, habrnde resultarle fatales, La pregunta es nicamente siperecer por s misma o a manos del proletariado.Su respuesta decidir sobre la pervivencia o elfinal de una evolucin cultural de tres milenios. lahistoria nada sabe de la mala infinitud contenidaen la imagen' de esos dos luchaJores eternamenteen pugna. El verdadero poltico slo calcula aplazos. Y si la abolicin de la burguesa no llega a. consumarse antes de un momento casi calculablede la evolucin tcnica y econmica (sealado porla inflacin y la guerra qumica), todo estarperdido. Es preciso cortar la mecha encendidaantes de que la chispa llegue a la dinamita. Laintervencin, el riesgo y el ritmo del poltico soncuestiones tcnicas ... no caballerescas.

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    RECUERDOS DE VIAJEATRANI. La escalera barroca arqueada quesube en suave pendiente hacia la iglesia. La verjadetrs de la iglesia. Las letanas de las viejasdurante el A ve Mara: iniciacin al primer cursode la muerte.' Si uno se gira, la iglesia, como elpropio Dios, colinda con el mar. Cada mat1ana, laera cristiana irrumpe en la roca, pero entre lasmurallas de abajo la noche sigue disgregndose enlos 'cuatro ant iguos. barrios romanos, Callejuelascomo pozos de ventilacin. En la plaza delmercado una fuente. A ltima hora de la tarde,, .mujeres a su alrededor. Luego, solitaria: chapaleoteo arcaico.MARINA. La belleza de los grandes veleros esnica en su gnero. Pues n O ' ~ 9 l o han conservadoinvariable su perfil durante siglbs, sino que aparecen en el ms inmu table de todos los paisajes: enel mar, realzados contra el horizonte.VERSALLES, FACHADA. Es como si hubieran 01 vidado este castillo all donde, hace cientosde aos, lo erigieron Par Ordre Du Ro; -.-y slopo r dos horas- como el decorado mvil de unaferie. De su esplendor no se reserva nada para s,lo entrega todo entero a ese paraje real que secierracon l. Anteese teln de fondo, el paraje setransforma en el escenario donde la monarquaabsoluta era representada, en clave trgica, comoballet alegrico. Hoy, no obstante, es slo la paredcuya sombra se busca para gozar de la perspectivahacia el azul creada por Le Ntre.CAS'llLLO DE HEIDELBERG. Las construc

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    dones cuyas ruinas se elevan hacia el cielo resultan a veces doblemente hermosas los das claros,cuando la mirada se cruza, a travs de sus ventanas o en sus partes ms altas, con nubes quepasan. destruccin reafirma, gracias al efmeroespectculo que abre en el cielo, la eternidad deaquellas ruinas. ,.SEVILLA, ALCAZAR. Una arquitectura quesigue el primer impulso de la fantasa . No esinterrumpida por consideraciones prcticas. Slosueos y fiestas, y Su realizacin, estn previstasen los ,altos salones. En ellos, baile y silencio sevuelven leitmotiv, porque todo movimiento humano es absorl:ido por el silencioso tumulto de laornamentacin.MARSELLA, CATEDRAL. En la plaza msdesierta y soleada se alza la catedral. Todo aquest muerto, aunque al Sur, a sus pies, colinde conLa Joliette, el puerto, y al Norte; con un barriop r o l e t ~ r i o . Lugar de transbordo de impalpables einescrutables mercancas, el yermo edificio seeleva entre el malecn y los almacenes. Invirtie-

    - ron en l unos cuarenta aos. Pero cuando todoestuvo listo, en 1893, lugar y tiempo" se conjuraron victoriosamente contra arquitectos y contra-.tista, y de las riquezas del clero surgi unagigantesca estacin ferroviaria que jams pudo serentregada al trfico. En la fachada se distinguenlas salas de espera del interior, donde los viajerosde primera a c u a r t ~ clase.(aunque ante Dios todossean iguales), apretujados entre su s bienes cspirituales como entre maletas, leen, sentados, librosde cnticos muy similares; con sus concordanciasy correspondencias, a las guas internacionales de

    66 67 ferrocarriles. Extractos del reglamento de trficoferroviario cuelgan de las paredes como cartaspastorales; se consultan tarifas de indulgencia paraefectuar excursiones en el tren de lujo de Satans,y, a modo de confesionarios, hay ascos preparadosdonde el que acaba de llegar de un largo viajepuede lavarse discretamente. Esta es la estacin dela religin de Marsella. De ella parten, a la hora delas misas, convoyes de coches-cama con destino ala eternidad.CATEDRAL DE FRIBURGO. Al ms ntimo,sentimiento de pertenencia a una ciudad se hallanunidos, para sus habitantes -y tambin, en elrecuerdo, para el viajero que se haya detenido untiempo en el la- el timbre y los intervalos conque los relojes de sus torres dan las primerascampanadas.MOSCU, CATEDRAL DE SAN BASILIO.' Loque la madonna) bizantina sostiene en brazos noes rns que un mueco de madera de tamao natu-ral. Su expresin de dolor ante un Cristo cuyacondicin de nii'o queda slo evocada, sugerida,es ms intensa que la que sera capaz de exteriorizar ante la imagen real de un nio.B O ~ C O T R E C A S E . Elegancia de los pinares: sutecho est construido sin entrelazamientos.NAPOLES, MUSEO NAZIONALE. En Susonrisa, las estatUas arcaicas ofrecen a quien lascontempla la conciencia de su cuerpo como unniiio nos tiende las flores recin cortadas, mezcladas y sin atar, mientras qu e el arte posterior anudacon mayor severidad la expresin de los rostros,

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    semejante a un adulto que con hierbas cortantesentrelaza el ramo que ha de durar.FLORENCIA, BAPTISTERIO. En el portal, laSpes de Andrea Pisano. Sentada, alza los brazoscon gesto desvalido hacia un fruto que le resultaInalcanzable. y sin embargo es alada. Nada msverdadero.CIELO. En sueos sal de una casa y alc lamirada al cielo nocturno. Un violento resplandoremanaba de l. Pues, al estar constelado, lasfiguras segn las cuales se agrupa a las estrellas sehallaban ah, fsicamente presentes. Un Len, unaVirgen, una Balanza y muchas otras, compactoscmulos de estrellas, miraban fijamente hacia la' ~ i e r r a . De la Luna, ni trazas.

    OPTICOEn verano llama la atencin. la gente gorda, enin vierno, la delgada.En primavera, con tiempo claro y soleado, senotan los brotes del follaje; bajo la l I ~ v i a fra, lasfalnas an sin hojas. 'C';10 ha transcurrido una velada con invitados esalgo que, quien se quede hasta el final, podrapreciar de una ojeada por la posicin de losplatos y tazas, de las copas y las fuentes.. . -Principio fundamental de la publicidad y delgalanteo: colocarse siete veces, septuplicado, enI O r ~ o a quienes se desea conquistar.

    68 69 La mirada es el poso del hombre.JUGUETES

    PLIEGOS DE FIGURAS RECORTABLES.Como grandes embarcaciones' oscilantes, los barracones de feria han atracado a ambos lados delmuelle de piedra sobre el que se agolpa la gente.Hay veleros provistos de altos tnstiles,de los queci.lelgan gallardetes; vapores de cuyas chimeneassube humo; gabarras que mantienen largo tiemposu carga estibada. Entre ellos, hay barcos en cuyovientre uno desaparece; slo dejan bajar hombres,pero a travs de las escotillas ven -brazosfemeninos, velos y plumas de pavo real. En otrossitios pueden verse, en cubierta, forasteros queparecen dispuestos a ahuyentar al pblico con unamsica extravagante. Sin embargo, con qu indiferencia es ste recibido! Uno sube titubeando, agrandes pasos y contonendose como por lasescalerillas de un barco, y, una vez arriba, sequeda a la espera de ver todo aquello alejarse de la

    -orilla. Los que luego reaparecen, silenciosos yligeramente aturdidos, han visto su propio matrimonio surgir y desvanecerse en rojas escalas porlas que sube y baja espritu de vino coloreado; elhombre amarillo que, enJa parte inferior, empezaba a'conquisrar a la mujer azul, la abandona en elextremo superior de aquella escala. Han mirado elespejo donde el suelo acuoso. se les escurra bajolos pies y, a trompicones, salen.al aire libre por lasescaleras mecnicas. Revuelo es lo que la flota traeal 'barrio': hay mujeres y chicas casquivanas alldentro, y todo lo comestible fue cargado en elmismsimo pas de Jauja. Uno est tan totalmente

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    aislado por el ocano que, aqu, se encuentra contodo como por vez primera y ltima al mismotIempo. Leones m a r i n o s ~ enanos y,". perros songuardados como en un arca. Hasta e! ferroc"arril hasido i n s t a l ~ d o ~ q u de una vez para siempre, y ensu ~ o v 1 1 1 1 l e n t o CIrcular atraviesa todo el tiempoun runel. Por unos das e! barrio se ha convertidoen la ciudad port:uaria de una isla del Mar del Sury sus habitantes en salvajes que, ahtos de esrupo;y deseo, se d ~ s v a n e c e n ante todo lo que Europaarroja a sus ples. .BLANCOS. Habra que describir, reunindolosen un corpus, los paisajes de las barracas de tiro alblanco. V case un desierto de hicio del cualemergan, en muchos sitios, cabezas de pipas debarro blancas, puntos de mira dispuestos comohaces de rayos. Detrs, ante una franja inarticulada

    bosque, haba dos guardabosques pintados aloleo, y en pnmer plano, como,piezas de quita ypon, dos sirenas de provocadores pechos. En otrolado se erizan pipas en el pelo de mujeres queraras veces van plntadas con faldas y ms bienllevan mallas. O bien surgen de algn abanico queellas abren en la mano. Hay pipas mviles queglran lentamente al fondo de los Tirs al/x Pigeom.Otros barracones ofrecen . teatros en' los que elespectador dirige la representacin con la escope-ta. S, da en el blanco, empieza la funcin. Una vezhaba treinta y seis cajas, y sobre el marco delescenario estaba escrito lo que se esperaba queh ~ b i e r a detrs: Jea/1I1e d'Arc en prison, L'hosPitali-te, Les rl/es de Pans. Rri otro barracn: ExcJltioncapita/e. Ante el portn cerrado, una guillotina,un Juez en toga negra y un sacerdote sosteniendoun crucifijo. Si el tiro es vlido, se abre el portn

    70 71 y avanza una plataforma de madera en la que seve al delincuente entre dos esbirros. Este se colocaautomticamente bajo la guillotina y le cortan lacabeza. Lo mismo: Les d/ices dJl 11Iariage. Unmsero interior se ofrece al espectador. Se ve alpadre en el centro de la habitacin; en sus rodillassostiene a un nio, y con la mano libre t11CCe unacuna en la que hay otro, echado. L 'enfer: cuandose abren sus puertas, se ve un diablo que tortura aun alma en pena. A su lado, otro empuja a unfraile en un caldero donde los condenados debe-rn cocerse a fuego lento. Le bagne: un portn, yante l, un carcelero que tira de una campanacuando se ha dado en el blanco. Esta suena y seabre el portn. Se ve a dos presidiarios moviendouna gran rueda; parecen tener que girarla. Y denuevo otra constelacin: un violinista con su osobailarn. Un o dispara y el arco del violn semueve. El oso golpea e! bombo con una" zarpa ylevanta una pata. Imposible .no pensar en elcuento del sastrecillo valiente; tambin cabraimaginarse a la Bella Durmiente despertada porun tiro, a Blanca Nieves liberada de la manzanapor un disparo y a Caperucita Roja salvada po rotro. Como en un cuento de hadas, e! disparoirrumpe en la existencia de 105 muecos con esaviolencia redentora que arranca a los monstruos lacabeza del tronco y revela su condicin de prince-sas. Como en aquel gran portal sin letrero: si se haapuntado bien, el portn se abre y, ante cortinasde pana roja, un moro parece esbozar una ligerareverencia. Sostiene una fuente de oro. En ellahay tres frutas. Se abre la primera, y en su interiorse inclina una figurilla minscula. En la segunda,dos muecos igualmente minsculos bailan giran-do sobre s mismos. (La tercera no se abri.)

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    Debajo, frente a la mesa sobre la cual se alza el'resto del decorado, un pequeo jinete de maderacon la inscripcin:, ROl/le mil/e. Si se da en elblanco, se oye un ~ s t a l l i d o y el jinete da unavoltereta con su caballo, quedando, por supuesto,sentado encima de l.ESTEREOSCOPIO. Riga. El mercado d i a r i ~ , laapretujada ciudad de casuchas de madera bajas seextiende por el malecn, un dique de piedra anchoy sucio, sin almacenes, siguiendo e! curso delDuina. Pequeos vapores, cuya chimenea apenassobrepasa el muro del muelle, han atracado en laliliputiense y negruzca ciudad (los barcos msgrandes estn fondeados Duina abajo). Suciostablones constituyen el fondo arcilloso sobre elcual, brillando en el aire fro, se difuminan unosCuantos c o l o r c ~ . En algunas esquinas puedenverse todo el ao, junto a puestos de pescado,carne, botas y ropa, mujeres de la pequea burguesa con esas varillas de papel coloreado queslo por Navidad suelen llegar hasta Occidente.

    , Ser reido por la voz que ms se ama: as son esasvarillas. Por pocos cntimos, azotes multicolores.Al final del malecn, entre barreras de madera y aslo treinta pasos de! agua, se alza el mercado demanzanas con sus montaas rojiblancas. Las manzanas por vender se esconden entre la paja, y lasya vendidas, sin paja, en las cestas de las amas decasa. Al fondo se eleva Una iglesia de color rojooscuro que, en el aire fresco de noviembre nopuede competir con las mejillas de 'las manz;nas.Varias tiendas de ,accesorios nuticos en casitasdiminutas, no lejos del malecn. En e l l a ~ banpintado amarras. Por todas partes se ven mercancas pintadas en letreros o pintarrajeadas en las

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    73 paredes de la s casas. En su pared de ladrillos sinenlucir, una tienda de la ciudad ofrece maletas ycorreas de tamao superior al natutal. Otra, decorsetera y sombreros de -mujer, situada en unacasa baja, que hace esquina, ha pintado, sobre unfondo amarillo' ocre, acicalados rostros femeninosy rgidos corpios. En la esquina de enfrente sealza una farola 'que muestra algo parecido en suscristales. El conjunto parece la fachada de unburdel de fantasa. En otra casa, que tampoco estlejos del puerto, se ven sacos de azcar y carbnde color gris y egro sobre una pared gris. Enotro lugar ha y representadas cornucopias de lasque llueven zapatos. Varios artculos de ferretera-martillos, ruedas dentadas, alicates y tornillosdiminutos- han sido pintados con todo detalleen un letrero que parece un modelo de esosantiguos lbumes infantiles para colorear. Laciudad est llena de imgenes similares, comoextradas de cajones. Pero en medio se alza un _gran nmero de, edificios altos y t r i s t ~ s i t n o s , conaspecto de fortificaciones, que evocan todos loshorrores del zarismo.

    EXCLUIDO DE LA VENTA. Gabinete mec-nico en la feria de Lucca. Una tienda de campaaalargada y simtricamente distribuida alberga laexposicin. Varios escalones conducen a ella. U namesa y a lgunos' ,muecos inmviles sirven decartel anunciador. Por la abertura derecha se!!ntraen la tienda, y 'se vuelve a salir por la izquierda.,En e! interior iluminado, dos mesas avanzan,haciael fondo. Se tocan por el borde longitudinalinterno, de suerte que slo queda un , espacioestrecho para circular. Ambas mesas son bajas yestn recubiertas de cristaL Encima se ven los

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    muecos (de una media de veinte a veintIcIncocentmetros de altura), mientras que de la parteinferior, oculta, llega el tictac del mecanismo derelojera que acciona a los autmatas. Una pequea pasarela para nios bordea las dos mesas. Delas paredes cuelgan espejos deformantes. Cerca dela "entrada se ven personajes principescos. Cadauno hace algn movimiento: 'ste un amplio gestode invitacin con el brazo derecho o izquierdo,aqullos desvan sus miradas de cristal, otrosrevuelven los ojos al tiempo que mueven losbrazos. All estn Francisco Jos, Po IX en sutrono, flanqueado por dos cardenales, la reinaElena de ltalia, la sultana, Guillermo I a caballo,Napolen In en pequeo y, en ms pequeo an,Vitrorio Emmanuele de prncipe heredero. Siguenfigurillas bblicas; luego, la Pasin. Herodes orde'na ]a matanza de los inocentes con variadosmovimientos de cabeza. Abre mucho la boca einclina la cabeza; estira el brazo' y lo deja caernuevamente. Delante de l hay dos verdugos: unode ellos haciendo girar en el vaco su cortanteespada, wn un nio decapitado bajo el brazo, elotro, a punto de asestar el golpe, permaneceinmvil y se limita a girar los ojos. Y al lado, dosmadres: una moviendo suavemente y sin parar lacabeza como una desconsolada, ,la otra alzandolentamente los' brazos en gesto implorante.-LaCrucifixin. La cruz est en el suelo. Los verdugos fijan los clavos. Cristo mueve la cabeza. Cristocrucificado prueba la esponja embebida en .vinagreque un soldado le tiende lentamente, a intervalos,y luego retira de golpe. El Salvador levantaligeramente la barbilla. Desde, atrs, un ngel seinclina sobre la cruz con el cliz destinado arecibir la sangre, lo acerca y luego, como si

    74 75 estuviera lleno, lo retira.-La otra mesa n1ueSl'racuadros de cosrumbres. Garganta ante un platode albndig;'s. Se las lleva a la boca con ambasmanos alzando alternativamente ora el brazod c r e c h ~ , ora el izquierdo. Las dos manoS sostienen sendos tenedores en los que hay una albndiga ensartada.-Una joven hilandera alpia.-Dosmonos tocando,el violn.-,-Un mago tiene delantedos recipientes, en forma de tonel. Se abre el de laderecha y de l surge el busto de una dama. Perose esconde enseguida. Se abre el de la izquierda:de l emerge hasta la mitad el cuerpo de unhombre, Se vuelve a abrir el recipiente de laderecha y. esta vez aparece un c r ~ n e o 'de machocabro con el rostro de la dama ent re sus cuer,nos .Acto ~ e g , j d o se abre el de la izquierda: surge unmono en vez del hOlTIbre. Luego todo vuelve a empezar desde el principio.-Dtro mago: tiene antes una mesa y en cada nlano sostlene una copainvertida. Cuando las levanta' alternativamente,aparecen debajo tan pronto un panecillo o unamanzana, como una flor o un o d a d o . - ~ a fuentemgica: de pie an