A 40 Anos Del Condor. de Las Coordinacio

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De las coordinaciones represivas a la construcción de las políticas públicas regionales en derechos humanos  A 40 años del CÓNDOR

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    De las coordinaciones represivas a la construccinde las polticas pblicas regionales en derechos humanos

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    Instituto de Polticas Pblicas en Derechos Humanos del Mercosur

    Secretario EjecutivoPaulo Abro

    Equipo de trabajo

    Coordinacin y compilacinJavier Palummo, Pedro Rolo Benetti y Luciana Vaccotti

    Coordinacin de edicin y publicacinCorina Leguizamn y Rodrigo FarhatAutores

    ArgentinaLuis Hiplito Aln

    BoliviaNila Heredia Miranda

    BrasilIvan Akselrud de Seixas

    ChileFrancisco Ugs Tapia

    EcuadorJaime Galarza Zavala

    ParaguayAndrs Dejess RamrezJos Agustn Fernndez

    UruguayFrancesca LessaGabriela Fried AmiliviaFelipe Michelini

    VenezuelaMnica Venegas VargasPatricia Parra HurtadoMariano Montilla

    Edicin:Lupe GalianoDiseo: Karina PallerosImpresin:SV

    ISBN: 978-987-46093-0-4Noviembre, 2015En los textos de este libro procuramos evitar el lenguaje sexista. Sin embargo, no utilizamosrecursos como @ o a/as para no dicultar la lectura.

    Esta publicacin es una iniciativa de la Comisin Permanente de Memoria, Verdad y Justicia de laReunin de Altas Autoridades en Derechos Humanos y Cancilleras del MERCOSUR y Estados Aso-ciados (RAADH), bajo la coordinacin y compilacin del Instituto de Polticas Pblicas en DerechosHumanos (IPPDH) del MERCOSUR.

    Al carecer de nes de lucro no puede ser comercializado por cualquier medio. Estn autorizadasla reproduccin y divulgacin del libro, por cualquier medio, siempre que se cite la fuente: IPPDH(2015) A 40 aos del Cndor.

    El contenido del mismo es responsabilidad exclusiva de los autores y no reeja necesariamente laopinin del IPPDH ni de los Estados Partes y Asociados del MERCOSUR.

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    Presentacin ............................................................................................ 4Apresentao .......................................................................................... 6

    epyrha ................................................................................................. 8Consideraciones previas ........................................................................ 10

    Primera parte: Para que no se olvide ................................................. 23Argentina: Entre guilas y cndores. La coordinacin represivaen la dictadura cvico militar de 1976-1983 ...................................... 24Bolivia: El Plan Cndor ..................................................................... 50Brasil: A Operao Condor, muito antes de 1975 ............................ 68Chile: Operacin Cndor, tarea pendiente ........................................ 91Ecuador: En la era del Cndor ........................................................ 120Paraguay: A 40 aos del Operativo Cndor ................................... 135Uruguay: El Cndor en la bruma..................................................... 157Venezuela: Ensayo de la Operacin Cndor................................... 204

    Segunda parte: Para que nunca ms suceda .................................. 235Del Cndor al anti-Cndor: MERCOSUR Derechos Humanos ............ 236

    Introduccin .................................................................................... 236Recuperacin y transicin democrtica ......................................... 237La construccin de una agenda regional de derechos humanos ... 240

    Normativa sobre derechos humanos y democracia delMERCOSUR .................................................................................... 243Institucionalidad sobre derechos humanos y democraciadel MERCOSUR .............................................................................. 247La Reunin de Altas Autoridades en Derechos Humanos yCancilleras del MERCOSUR y Estados Asociados ........................ 249El Instituto de Polticas Pblicas en Derechos Humanos ............... 254Consideraciones nales.................................................................. 257

    Bibliografa ........................................................................................... 259

    Sobre las autoras y los autores ............................................................ 265

    ndice

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    Esta publicacin constituye una iniciativa de la Comisin Permanente de

    Memoria, Verdad y Justicia de la Reunin de Altas Autoridades en Derechos

    Humanos y Cancilleras del Mercado Comn del Sur (MERCOSUR) y Esta-

    dos Asociados (RAADH), que uera desarrollada con el Instituto de Polticas

    Pblicas en Derechos Humanos (IPPDH) del MERCOSUR.

    El IPPDH es una instancia interubernamental creada en el ao 2009, cu-

    yas principales unciones son la cooperacin tcnica, la investiacin, la capa-

    citacin y el apoyo en la coordinacin de polticas reionales de los derechos

    humanos.

    Las polticas de memoria, verdad y justicia han constituido un eje priorita-

    rio en la aenda de trabajo del IPPDH desde su creacin, hasta la actualidad.

    La elaboracin de este documento ha implicado el desarrollo de una meto-

    doloa participativa en la que los Estados han puesto en evidencia su compro-

    miso con el Instituto y con la temtica. La amplia mayora de las personas que

    han participado en la redaccin de los dierentes captulos que componen la

    primera parte del libro han sido indicadas por los Estados. Estas contribucio-

    nes, bajo la orma de captulos-pas, no solo han compendiado descripciones

    de las raves violaciones de derechos humanos cometidas durante esos aos,

    sino tambin las historias de resistencia de los pueblos, a travs de sus orani-

    zaciones. Quienes han contribuido con la redaccin de la primera parte sola-mente recibieron del IPPDH alunos parmetros enerales para la coneccin

    de sus captulos, ms all de los cuales han desarrollado su trabajo en orma

    enteramente libre.

    Este libro representa un esuerzo de coordinacin reional, de construc-

    cin de un discurso ms all de las barreras nacionales y de reconstruccin

    de un triste captulo de la historia reciente de la rein. El resultado de este

    trabajo permite verificar la existencia de dierentes matices y miradas locales

    de un proceso de alcance reional.

    Presentacin

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    Resulta relevante sealar que el trabajo realizado no solo constituye un

    aporte a la comprensin de la violencia estatal que marc especialmente a las

    dcadas de 1970 y 1980, sino que tambin representa una contribucin a la

    construccin de una enealoa de la identidad de los pueblos sudamerica-nos, de la cual este perodo es un captulo ineludible. Comprender el pasadocomn de nuestras sociedades las heridas compartidas y las reivindicaciones

    vientes resulta una tarea undamental para la construccin de un presente yun uturo de pleno respeto de las instituciones democrticas y de los derechos

    humanos de las personas que viven en la rein.

    Pero el presente libro tambin constituye una oportunidad de presentar losprincipales avances de los Estados que interan el MERCOSUR, ya sea como

    miembros plenos o asociados, en trminos de institucionalidad y polticas p-blicas en derechos humanos en el marco del bloque reional. La evolucin

    ms reciente da cuenta del compromiso de los Estados con la deensa de la

    democracia y los derechos humanos ms all de la ormulacin normativa yde los esuerzos para la implementacin concreta de polticas pblicas en el

    marco de las diversas iniciativas institucionales reionales. Los antecedentesms recientes de la RAADH y la creacin del IPPDH son claros ejemplos de

    este compromiso.

    Desde el IPPDH corresponde aradecer a todas las instituciones y per-sonas que hicieron posible este proyecto, en especial a las autoridades de los

    Estados y a quienes han colaborado en la redaccin de los dierentes captulos.

    Por ltimo, es preciso reiterar una vez ms el compromiso inquebranta-ble del Instituto con el avance de las polticas pblicas de memoria, verdad y

    justicia en los pases de la rein, recoiendo las palabras de los movimientossociales: para que no se olvide, para que nunca ms suceda.

    Paulo Abro

    Secretario Ejecutivo del IPPDH

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    Apresentao

    Esta publicao, iniciativa da Comisso Permanente de Memria, Verdadee Justia da Reunio de Altas Autoridades em Direitos Humanos e Chancela-

    rias do MERCOSUL e Estados Associados (RAADH), oi desenvolvida peloInstituto de Polticas Pblicas em Direitos Humanos (IPPDH) do MERCOSUL.

    O IPPDH uma instancia interovernamental criada em 2009. Suas prin-

    cipais unes so a cooperao tcnica, a pesquisa, a capacitao e o apoiopara a coordenao de polticas reionais de direitos humanos. As polticas de

    memria, verdade e justia tm constitudo um eixo prioritrio da aenda detrabalho do IPPDH desde sua criao.

    A elaborao deste documento implicou o desenvolvimento de uma me-

    todoloia participativa , por meio da qual os Estados evidenciaram seu com-promisso com o instituto e com a temtica. A ampla maioria das pessoas que

    participou da redao dos dierentes captulos que compem a primeira partedo livro oi indicada pelos Estados. Estas contribuies, editadas sob a orma

    de captulos/pas, so compilaes de descries das raves violaes de direi-

    tos humanos cometidas durante esses anos e tambm histrias de resistnciados povos, por meio de suas oranizaes. Os que contriburam com a redao

    da primeira parte desta obra receberam do IPPDH somente parmetros eraispara a elaborao dos captulos. Assim, tiveram plena liberdade para o desen-

    volvimento de seus trabalhos.

    Este livro representa um esoro de coordenao reional, de construode um discurso para alm das barreiras nacionais e de reconstruo de um

    triste captulo da histria recente da reio. O resultado deste trabalho permiteverificar a existncia de dierentes matizes e olhares locais sobre um processo

    de alcance reional.

    Cabe ressaltar que o trabalho realizado no constitui apenas um aporte compreenso da violncia estatal que marcou especialmente as dcadas de

    1970 e 1980, mas tambm representa uma contribuio para a construo deuma enealoia da identidade dos povos sul-americanos, da qual este perodo

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    um captulo inescapvel. Compreender o passado comum de nossas socie-

    dades as eridas compartilhadas e as reivindicaes vientes uma tarea

    undamental para a construo de um presente e um uturo plenos de respeito

    s instituies democrticas e aos direitos humanos das pessoas que vivem nareio.

    Este livro tambm constitui uma oportunidade de apresentar os principais

    avanos dos Estados que interam o MERCOSUL, seja como membros plenos

    ou como associados, em termos de institucionalidade e polticas pblicas emdireitos humanos nos marcos do bloco reional. A evoluo mais recente in-

    dica um compromisso dos Estados com a deesa da democracia e dos direitoshumanos para alm da ormulao normativa; e dos esoros para a imple-

    mentao concreta de polticas pblicas nos marcos das diversas iniciativasinstitucionais reionais. Os antecedentes mais recentes da RAADH e a criao

    do IPPDH so claros exemplos deste compromisso.

    De parte do IPPDH, cabe aradecer a todas as instituies e pessoas quetornaram possvel este projeto, em especial s autoridades dos Estados e aos

    que colaboraram na redao dos captulos. Por fim, preciso reiterar mais uma

    vez o compromisso do instituto com o avano das polticas de memria, ver-

    dade e justia nos pases da reio, relembrando as palavras dos movimentossociais, para que no se esquea, para que nunca mais acontea.

    Paulo Abro

    Secretario Executivo do IPPDH

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    epyrha

    Mandua, Aeteua ha ekojoja omoiraty Akoiuva, Yvypra Der-

    cho Motenondeharakura, embyua omoemu Mbojokupytyhakuraha etnura hese ojoajva ombyaty (YDM) omohei maranduasi

    oembouatavaekueetnura Rembiaporite Mbo`eha Yvypra Derchope

    (RMYD) embyua omoemupeuva ndive.

    RMYD, heivaekue 2009-pe ha ipype oomoir tetnura rekui

    ombaapo hagua; hembiapotee hna omoir, ohapereka, ohekomboe ha oipytyv

    tetnura jerereupe opaite tembiapor yvypra dercho reheuvape.

    RMYD, hei uive kogaite peve, omotenonde ha omombaeuasu

    Manduar, Aeteuva, ha ekojoja reheua tembiapor.

    embiapo omoir rupive hei ko aranduka, ha uppe umi Estado heiomoir ha oipytyvtaha temimombpe opaite hembiaporme.

    Umi Estado-voi oiporavo tapichakura ombaapovaekue ko aranduka vore

    peteha oembosakoi hagua.

    Ko marandu osvaekue petete tetui, nombyati ipype mbaevaieta

    ojejapva yvypra dercho rehe ante umi ary ohasavaekupe, picha aveioemyasi ipype umi tetyua ojepytasramo uare, oombyaty ha oomoir

    rupi hikui.

    RMYD ombohapeepyr umi ombosakoivaekupe ko arandukavorejehape, hkatu upi haekura ijeheuntema ombouata hembiapo.

    Ko aranduka ohechauka mbaichapa tetnura jerereua oomoir,

    ojokupyty ha oikuaauka hembiasakueasy ramoite uare. Ko tembiapo rupiveojehechakuaa oha heta temimo ohupytva tet jerereupe.

    Ipor ojeikuaa ko tembiapo oembouatavaekue ndahaeiha oeikmby

    hagua umi Estado rembiapovaikue ante, amo 1970 ha 1980 rupi uare, h-katu ojeikuaa hagua avei mbaichapa rakae tetnuera amerikayua ohasaasy,

    ikatuva arakaeve oemboyke.

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    emimombykura ha tetnura jerereua Yvypra Dercho ouata

    hagua tekojojpe, oeikmbymantevaer katuete tetyua rembiasakue ha

    mbapa oemyatyrkuaa ueteri ojehvo.

    Ko aranduka rupive ojehechakuaa avei mamo pevmapa oguah umi Es-

    tado, embyua omoemumeuva rembiapo, tahae tet pypeuavoi ramotr ojoajva hesekura ramo, temimombyhicha ha tembiaporite Yvypra

    Dercho reheua embouatpe, etnura jerereuvape.

    Kogaramo guar jahecha umi Estado ombouata ohvo hekpe tekojo-ja ha yvypra dercho reheua tembiaporite, upicha avei oeehambaite

    oembouata hagua opaichaua tet rembiaporite temimombykura jere-

    reuva ryeppe.echapyrramo jauerekoYDM rembiapoeta ha RMYD emohei.

    RMYD uive ojeauyjeme opavave temimomby ha tapichakurape

    omohu rehe ko apopyr, kote umi Estado mburuvichakurape, oipytyvrehe ojehai hagua tetnura rembiasakue arandukpe.

    Ipahaitpe, tekotev ojeejey ko temimomby ojepytaso mbaretetaha

    oembouata hagua etnura Rembiaporite Mandua, Aeteua ha e-

    kojoja reheuva, tetnura jerereuva ryeppe, oembyatytahpe tetyuaatui hemiandu, ani hagua opyta tesaripe, ha oikove hagua arakaeve.

    Paulo Abro

    Secretario Ejecutivo del IPPDH

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    En noviembre de 1975 se reunieron en Chile las autoridades militares deArentina, Bolivia, Brasil, Chile, Parauay y Uruuay, invitadas por el enton-

    ces jee de la Direccin de Inteliencia Nacional de Chile, Manuel Contreras, lo

    que dio orien al Plan Cndor1. Las cuatro dcadas que siuieron a esta echaueron testios de un proceso histrico inicialmente centrado en los horrores

    de las violaciones de los derechos humanos y la lucha por la memoria, verdady justicia. Pero tambin han sido dcadas en las que han existido avances re-

    levantes en trminos de polticas pblicas en derechos humanos en la rein.

    El Plan Cndor nace de la visin de los responsables de la represin po-ltica en varios pases de que si la subversin no respetaba ronteras, su en-

    rentamiento tampoco debera limitarse a ellas. En el marco de este plan hubocoordinacin de inormacin por medio de sistemas inormatizados, secues-

    tros, tortura, encarcelamientos arbitrarios en centros clandestinos, ejecuciones

    sumarias y desapariciones orzadas. En suma, se produjo un conjunto de ra-ves violaciones a los derechos humanos, en un escenario en el que los Estados

    desinaron a parte de sus aparatos para que acten en la clandestinidad, enflarante violacin del Estado de Derecho.

    Si bien implic una vasta produccin e intercambio de inormacin, el

    Plan Cndor, al iual que buena parte de las raves violaciones de derechoshumanos cometidas en los pases sudamericanos, ue objeto de un contunden-

    te esuerzo de silenciamiento. Sin embaro, a pesar de las intenciones de losremenes autoritarios sudamericanos, las coordinaciones represivas llearon

    al pblico a travs de distintos medios: desde el periodismo de investiacin,que revel una serie de acciones del plan, hasta el descubrimiento de los archi-

    vos oficiales cerca de Asuncin, en 1992. La articulacin que implic el Plan

    Cndor constituye un ejemplo de coordinacin reional con el objetivo deperpetrar raves violaciones a los derechos humanos.

    1 En el presente libro sern utilizados indistintamente los trminos Plan Cndor, Operacin Cn-

    dor y Operativo Cndor para hacer reerencia al mecanismo de coordinacin de las accionesrepresivas que ormalmente ue implementado a partir de noviembre de 1975.

    Consideracionesprevias

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    En este contexto, es preciso impedir que se olvide, pero tambin recordar

    que otra historia ya se encuentra en curso: una interacin reional con el ob-

    jetivo de promover los derechos humanos, cuya sntesis institucional privile-

    iada es la Reunin de Altas Autoridades en Derechos Humanos y Cancillerasdel MERCOSUR y Estados Asociados (RAADH), que en 2015 cumple diezaos de existencia.

    El trabajo de reconstruccin histrica del que ue objeto el Plan Cndor ha

    sido posible racias a los relatos y a la lucha poltica de vctimas y amiliares, alos trabajos de investiacin de las instituciones de memoria, verdad y justicia

    de los pases involucrados, y a las investiaciones y archivos disponibles. Es-tos esuerzos anaron un importante instrumento con la creacin del Acervo

    Cndor, en el mbito del IPPDH.2

    As, si por un lado debemos empearnos en esclarecer y diundir inor-macin sobre el pasado de coordinacin represiva recordando que la cons-

    truccin de una memoria que tena en cuenta la historia de las vctimas de laviolencia estatal constituye un fin en s misma, tambin es preciso pensar en

    las articulaciones reionales actuales en el campo de los derechos humanos

    como una especie de anti-Cndor. La elaboracin de una identidad reional

    basada en los derechos humanos y la democracia es un esuerzo diametral-mente opuesto a aquel emprendido por los aparatos de seuridad de los pasesinvolucrados en el Plan Cndor.

    El reconocimiento de que los procesos polticos de interacin reional

    se asientan en una identidad comn implica afirmar que nuestras sociedadescomparten costumbres, tradiciones e historia, y que esta historia compartida

    no comenz en la seunda mitad del silo XX. Fueron muchos los momentosen que nuestras naciones vivieron desaos similares y en que sus destinos po-

    lticos, sociales y culturales se entrecruzaron. Este recordatorio es importantepara comprender que todos los procesos de acercamiento entre los pases de la

    rein en los ltimos 40 aos tanto las coordinaciones represivas en el marco

    del Plan Cndor, como las articulaciones en derechos humanos en el mbitodel MERCOSUR no nacieron de la nada, sino que ueron desdoblamientos

    de importantes antecedentes histricos. Para los fines aqu propuestos, bastamencionar el periodo posterior a la Seunda Guerra Mundial. Si bien alunas

    2 En la seunda parte del presente libro se hace una descripcin ms detallada del Acervo Docu-mental Cndor.

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    lneas vienen de otros tiempos, es en ese momento cuando se confiura el con-

    texto en el cual se estan las ormas de autoritarismo que florecen en la reina partir de mediados de la dcada de 1950.

    El fin de la Seunda Guerra Mundial implic una redefinicin de la eopo-

    ltica mundial que, a partir de entonces, se vio sinada por las tensiones entreEstados Unidos y la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas. La Guerra Fra

    ue, sin dudas, la principal marca de la poltica mundial en la seunda mitaddel silo XX. Las disputas ideolicas y eopolticas entre ambas superpo-

    tencias rpidamente se tradujeron en una serie de iniciativas estraticas quebuscaron aseurar la influencia de una u otra sobre las distintas reiones del

    planeta.

    En ese sentido se llevaron a cabo acciones, como el Plan Marshall (1947),que pretenda recuperar econmicamente a Europa occidental bajo la in-

    fluencia de Estados Unidos, y el Consejo para la Asistencia Econmica Mutua

    (COMECON) (1949), que perseua el mismo fin para Europa oriental bajoinfluencia sovitica. En el campo militar, el continente europeo tambin ue

    objeto de disputa entre estadounidenses y soviticos, quienes patrocinaron,respectivamente, la Oranizacin del ratado del Atlntico Norte (1949) y el

    Pacto de Varsovia (1955). Aunque Europa y Asia hayan concentrado buenaparte de las iniciativas de construccin de espacios de influencia estadouni-

    dense y sovitica, no altaron esuerzos de Estados Unidos para consolidar al

    subcontinente americano como una rein libre de la amenaza comunista.

    Muchos pases americanos participaron como aliados en la Seunda Gue-

    rra Mundial. Entre 1942 y 1945 todas las naciones independientes de Amricadel Sur (Surinam y las Guayanas por ese entonces ormaban parte de pases

    europeos) se unieron al esuerzo blico de los pases aliados contra el Eje. En

    alunos casos, ese involucramiento implic un primer acercamiento con mili-tares estadounidenses, en el marco del aporte de armamento y tcnicas, y del

    intercambio de concepciones sobre la propia estructura de las uerzas arma-das. Inmediatamente despus de la Seunda Guerra Mundial, Estados Unidos

    se empe en aseurar al hemiserio americano como una zona libre de in-fluencia sovitica y alineada eopolticamente con sus intereses. De ese objeti-

    vo result el esuerzo estadounidense en promover el ratado Interamericano

    de Asistencia Recproca (IAR) (1947), firmado en la ciudad brasilea de Ro

    de Janeiro. Ese ratado consara la Doctrina de la Deensa Hemisrica, sen

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    la cual un ataque a cualquiera de los Estados que orman parte del acuerdo

    debe ser entendido como una aresin al conjunto de pases que lo interan.

    La propia constitucin de la Oranizacin de los Estados Americanos(OEA), por medio de la Carta de Boot (1948), resulta representativa de ese

    perodo, en el cual los procesos de acercamiento e interacin entre los pasesse desarrollaban en el marco de posicionamientos rente a las tensiones entre

    las dos superpotencias lobales. As, la creacin de esta oranizacin, as como

    la del IAR, constituyen indicios del alineamiento de los pases americanos entorno de la influencia estadounidense.

    al influencia se maniestaba en los diversos planos, desde el econmico

    hasta el cultural, pero con un nasis creciente en las cuestiones de deensa yseuridad. En ese sentido, la creacin de la Escuela de las Amricas (1946) ue

    un hito central. Liada directamente al Departamento de Deensa de EstadosUnidos, y con sede en Panam hasta 1984, la Escuela orm militares y policas

    latinoamericanos durante dcadas, convirtindose en un instrumento decisivopara la diusin de la Doctrina de la Seuridad Nacional (DSN) en el hemis-

    erio. Entre los alumnos de la Escuela se cuentan alunos de los nombres ms

    importantes en la construccin de los aparatos de seuridad y represin en

    los remenes autoritarios en Amrica del Sur. Adems de la ormacin, esteespacio permiti la convivencia entre oficiales de diversos pases, lo cual pos-teriormente contribuy con la coordinacin de esuerzos represivos entre los

    remenes autoritarios de la rein. Por la Escuela pasaron desde miembros delas policas y los ejrcitos, hasta aentes de contra-inormacin, operadores de

    radio, instructores, oficiales de operaciones en la selva, entre otros3.

    La principal uncin de la Escuela era la diusin de la Doctrina de la Se-uridad Nacional, que sirvi como base de la mayor parte de las leyes y relas

    producidas como soporte leal de la represin en los pases sudamericanos. LaDoctrina tambin tuvo un impacto undamental en el proceso de ormacin

    de los aentes de seuridad pblica, que revisti un espritu proundamente

    anti-comunista. El lenuaje de la seuridad nacional continu siendo emplea-do durante el curso de los obiernos militares, consolidando entre los aentes

    de seuridad pblica la visin de que eran parte de una uerra.

    3 La lista de raduados de la Escuela de las Amricas se encuentra disponible en: http://www.derechos.or/soa/index.html

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    En los centros de pensamiento militar, como la propia Escuela de las Am-

    ricas y las escuelas superiores de uerra y de estudios estraticos de cada pas,

    el combate al comunismo asumi proresivamente un luar prioritario, y la

    idea flexible de un enemio diuso comenz a cobrar orma. Durante losaos que antecedieron a los olpes militares en casi todos los pases sudame-ricanos, la Doctrina de la Seuridad Nacional ue diundida en los medios

    militares y madurada en los altos escalones de las uerzas armadas. Alunos delos intelectuales militares pretendieron ormalizarla de acuerdo a criterios

    acadmicos de cientificidad, brindndole un sello de leitimidad, como en el

    caso del brasileo Golbery do Couto e Silva. En la prctica, la Doctrina con-sista en derrumbar la nocin constituyente de las propias Fuerzas Armadas, o

    sea, su vocacin de combate a las amenazas externas y de deensa de la sobera-na nacional. La Doctrina resinific el concepto de amenaza, el cual pas a

    comprender tambin a los movimientos internos, y el de soberana, que pasa estar asociado tambin al mantenimiento del orden.

    En la base de este pensamiento se encontraba la premisa de que el comu-

    nismo, en su carcter internacionalista, representaba un enemio capaz deinfiltrarse en el seno de las sociedades, promoviendo su corrupcin. El co-

    munismo no era representado en el plano del pensamiento, sino simplemente

    como el lado de una uerra. Era materializado como un enemio con unaoranizacin central, un comando, y un propsito definido. En ese sentido,

    aquellos que lo deendan eran aentes de esa arquitectura mayor.

    Al afirmar al comunismo como una ideoloa exena se delimitaba el

    espacio en el cual se construan las identidades nacionales en la rein, siem-

    pre asociadas a los valores occidentales y particularmente liadas al cristianis-mo. Naturalmente, se trataba de una concepcin de la identidad que exclua a

    ran parte de la diversidad de narrativas y autopercepciones que podan en-contrarse a lo laro del subcontinente.

    Ese ethos persecutorio no se traduca en un prorama de accin polti-

    co-administrativa, sino que se basaba solamente en las ansias de eliminaral enemio, visto como un subversivo interesado en la implantacin de

    una repblica sindicalista opuesta a los valores morales de la democra-cia occidental. Este lema de uerte connotacin tico-moral, tendiente

    a identificar el orien de los problemas en las pretensiones subversivas

    as como en una diusa crisis moral provena de una consolidada cultu-

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    ra poltica de derecha y, por esa razn, anticomunista, inspirada en cierto

    liderazo civil [] Sus actos indicaban la suposicin de que era posible

    obernar dentro de los lmites de la ley, una vez que ueran alejados de la

    vida pblica alunos elementos que la perturbaban (traduccin propia)4.

    Sin embaro, el elemento de mayor impacto que trajo consio este iropoltico y terico ue la idea de que los pases se encontraban en un estado de

    uerra. Y con un aravante: se trataba de una uerra permanente y en contra

    de un enemio invisible, disrazado y traicionero. En ese escenario, se cons-truy un marco conceptual que leitimaba la destitucin de la ciudadana de

    una parte de la poblacin. Los llamados subversivos no eran solo criminales:eran prisioneros de uerra y, como tales, no deban tener derecho a reivindicar

    un trato compatible con el orecido a un ciudadano nacional, proteido porlas arantas individuales aseuradas en las constituciones. De esta orma, la

    Doctrina de la Seuridad Nacional se acomod al entrenamiento militar, que

    promovi el endurecimiento de los hombres dispuestos al sacrificio en tiem-pos de uerra. Ese sacrificio se deba dar en todas las dimensiones: desde la

    disposicin a la muerte en el nombre de la patria, hasta la posibilidad de dejarde lado las convicciones morales y los sentimientos de humanidad en rela-

    cin con el otro (el enemio). El sentido del deber ciertamente constituye un

    componente importante para la explicacin de las prcticas y las costumbresautoritarias consolidadas entre los aentes de la seuridad pblica durante los

    remenes de excepcin en Amrica del Sur.

    Para llevar adelante ese esuerzo blico, consecuencia de la extensin de la

    Doctrina de la Seuridad Nacional, se crearon oranismos de inormacin y

    de represin policial propiamente dicha, en un complejo sistema de identifica-cin y combate a este enemio diuso. Entre las caractersticas ms importan-

    tes de las teoras sobre la llamada uerra revolucionaria desarrolladas porlos ranceses y diundidas por los estadounidenses se encuentra la nocin

    de que la uerra ya no es territorial. La Doctrina de la Seuridad Nacionaltransorm la lica tradicional de la uerra, que se diria a la ocupacin de

    espacios, consolidando la idea del enemio invisible, permeable y diuso. Esa

    idea resulta absolutamente central para la comprensin de lo que ue el PlanCndor, de lo que ue ese perodo durante el cual las jurisdicciones nacionales

    4 Fico, Carlos (2001). Como eles agiam: os subterrneos da ditadura militar: espionagem e polciapoltica. (Rio de Janeiro: Record), pp. 37-39.

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    ueron parcialmente inoradas en el nombre del combate a ese enemio des-

    territorializado.

    En base a los postulados de la Doctrina de la Seuridad Nacional, los mi-litares de diversos pases americanos se articularon, casi siempre con el apo-

    yo del obierno estadounidense, para promover olpes de Estado contra losobiernos constitucionales vientes. Los olpes en Guatemala y en Parauay

    (1954) dieron inicio a una serie de intervenciones militares en la poltica que

    se extendi hasta la dcada de 1980. Las vicisitudes y particularidades de cadaproceso nacional se abordan en detalle en el transcurso de esta publicacin.

    Sin embaro, resulta evidente que la Doctrina de la Seuridad Nacional des-empe un luar undamental como elemento unificador de estos movimien-

    tos de ruptura con los rdenes leales instituidos.

    Si la diusin de la Doctrina de la Seuridad Nacional asent las basesideolicas de las coordinaciones represivas que implic el Plan Cndor, los

    olpes de Estado y las reuniones entre oficiales de los diversos pases sudame-ricanos orecieron las condiciones concretas para que tales esuerzos se lora-

    ran materializar. La conormacin de la Conerencia de Ejrcitos America-

    nos (CEA) (1960) se sum a la creacin de la Escuela de las Amricas como

    un espacio de intercambio entre los oficiales de la rein, donde se discutanlenuajes, percepciones y objetivos polticos comunes. Las Conerencias pue-den considerarse antecedentes directos del Plan Cndor, en la medida en que

    ueron responsables del acercamiento entre una serie de actores polticos quejuaron un papel clave en la construccin de un sistema de acciones e inor-

    maciones de combate a la subversin en la rein. Mientras que los cursos

    de la Escuela de las Amricas arantizaban la diusin de la Doctrina de laSeuridad Nacional y orecan intensos entrenamientos a los militares, incluso

    con instrucciones sobre cmo proceder en interroatorios con uso de torturay tratos deradantes, las Conerencias uncionaban como espacios en los que

    importantes lderes se reunan a definir una aenda comn.

    odos los pases que presentan captulos en esta publicacin ormabanparte de las Conerencias, lo cual confirma su participacin en las coordina-

    ciones represivas que asolaron a la rein. Resulta emblemtico que la 11.Conerencia de los Ejrcitos Americanos haya ocurrido en octubre de 1975, un

    mes antes de la reunin en la que se ormaliz el Plan Cndor. En esa ocasin,

    en el Hotel Carrasco de Montevideo, estaba presente Manuel Contreras, uno

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    de los responsables directos de las articulaciones que permitieron la creacin

    de este plan5.

    La Escuela de las Amricas y la Conerencia de Ejrcitos Americanos cons-tituan instrumentos de un objetivo mayor: evitar dinmicas de disputa pol-

    tico-social que representaran cuestionamientos directos a la distribucin delpoder material y simblico histricamente viente en la rein. En otras pala-

    bras, estas iniciativas buscaban limitar los espacios polticos que posibilitaran

    la oranizacin de actores sociales que amenazaran las dinmicas distributivasprevalecientes en la rein, reorzadas a partir de las relaciones privileiadas

    con Estados Unidos. La Revolucin Cubana (1959) ue un hito decisivo, quecontribuy a acelerar las medidas anti-subversivas en toda Amrica del Sur.

    Frente al rieso de un enemio invisible, la sospecha y el siilo se con-

    virtieron en prcticas comunes en las instituciones responsables de la seuri-dad nacional en los pases de la rein. Resulta complejo precisar cules ue-

    ron los caminos recorridos por los oficiales de la rein para llear al PlanCndor. ras la apertura de muchos archivos clasificados y ocultos, sabemos

    que, incluso antes de la ormalizacin de estas coordinaciones, los remenes

    sudamericanos de seuridad nacional ya haban adoptado prcticas bilatera-

    les de viilancia, entrenamiento e incluso represin de disidentes polticos. Elacompaamiento de los pasos del depuesto presidente brasileo Joo Goulart,en Uruuay y el asesinato del eneral chileno Carlos Prats en Arentina son

    ejemplos notorios de la existencia de redes y conexiones represivas anterioresal Plan Cndor.

    Incluso despus de la ormalizacin del esuerzo represivo coordinado en-

    tre los pases de la rein continuaron producindose acciones bilaterales, queno involucraban necesariamente a todos los pases. ales hechos han sido com-

    probados por documentos y correspondencias diplomticas estadounidensesparcialmente desclasificadas, que tambin demuestran la cercana relacin en-

    5 http://veja.abril.com.br/blo/ricardo-setti/politica-cia/as-arras-do-brasil-na-neanda-operta-

    cao-condor-alianca-clandestina-entre-oraos-de-repressao-das-hoje-extintas-ditaduras-mili-tares-do-cone-sul/ Acceso: 13/09/2015.

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    ueron interrumpidas por la accin arbitraria de aquellos que deberan velar

    por la aranta de los derechos undamentales de cada ciudadano de la rein.

    El esuerzo emprendido por los Estados para reconocer y superar al PlanCndor ue posible racias a las luchas histricas de nuestras sociedades por

    democracia, memoria, verdad y justicia. Si bien resulta dicil establecer unaecha exacta que marque el fin de las acciones del Plan Cndor, se sabe que,

    por lo menos hasta la 17. Conerencia de Ejrcitos Americanos (realizada en

    la ciudad arentina de Mar del Plata en 1987) los oficiales sudamericanos con-tinuaban hablando de seuridad y deensa del continente americano contra el

    Movimiento Comunista Internacional (MCI)8.

    No es posible borrar las huellas de la Doctrina de la Seuridad Nacionalde la historia de los pases sudamericanos. Esos rastros orman parte de un

    pasado comn que, incluso a travs del dolor, ha contribuido con la construc-cin de una identidad de nuestros pueblos. Con la conquista de la democracia,

    alunos de los elementos del autoritarismo han sido proresivamente supe-rados. Sin embaro, la tarea de la democratizacin de las instituciones y de la

    propia sociedad es permanente.

    Ese ue el mensaje que emeri en la 2. Consulta Pblica del Foro de Par-

    ticipacin Social que se desarroll el 25 de setiembre de 2015. En el marco deesta iniciativa conjunta del Instituto de Polticas Pblicas en Derechos Huma-nos (IPPDH) y la Unidad de Apoyo a la Participacin Social (UPS) del MER-

    COSUR, diversos actores de la sociedad civil de Arentina, Brasil, Parauay,

    Uruuay y Venezuela se reunieron para debatir en Brasilia, en el marco del 40aniversario de la reunin que ormaliz el Plan Cndor. Dichos debates subra-

    yaron la actualidad de la aenda de memoria, verdad y justicia en la rein:una aenda que lejos de limitarse al conocimiento del pasado, sobretodo se

    centra en la construccin de un presente y un uturo de respeto de los derechoshumanos en la rein.

    Las intervenciones resaltaron la necesidad de reflexionar acerca del rumbo

    uturo de las polticas de memoria, verdad y justicia. Los participantes plan-tearon la importancia de pensar en las secuelas actuales de las dictaduras del

    pasado reciente. El discurso de las oranizaciones, en su diversidad de abor-

    dajes y ocos, puso de manifiesto que los debates sobre el autoritarismo y las

    8 http://almanaque.olha.uol.com.br/brasil_25set1988.htm Acceso: 13/09/2015.

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    raves violaciones a los derechos humanos no se refieren nicamente a las

    vctimas directas del pasado y sus amiliares, sino que se trata de una discusin

    relevante desde una perspectiva social en sentido amplio. En la actualidad, las

    continuidades del autoritarismo se manifiestan en los sistemas penitenciarios,en las prcticas de los aentes de seuridad pblica y en la propia orma en laque determinados rupos sociales las minoras, los mirantes e incluso los

    pobres se relacionan con la democracia, entendida sta en sentido amplio.

    al vez por esa razn, muchas de las intervenciones realizadas por los par-ticipantes de la consulta iraron en torno a la necesidad de interar las aendas

    de memoria, verdad y justicia, con las reeridas a la educacin en derechoshumanos. La necesidad de pensar procesos pedaicos que contribuyan con

    la ormacin de una ciudadana uertemente comprometida con la democra-cia evidencia que la preocupacin de estas oranizaciones se orienta hacia el

    uturo y no solo hacia el pasado.

    Las polticas de memoria, verdad, justicia y reparacin solo son posiblesen aquellos contextos en que la disputa por los sentidos sociales del pasado y

    del autoritarismo se encuentra abierta. Solamente en democracia los actores se

    pueden mover libremente en busca de un presente y un uturo ms justos. En

    ese espacio, tambin se ortalece la transparencia como principio de actuacinde las instituciones pblicas, en oposicin a la sospecha y el siilo que marca-ron a los aos del Plan Cndor.

    Los procesos de interacin desarrollados a partir del retorno de la demo-

    cracia al subcontinente constituyen un movimiento ms en esa direccin. Porese motivo, se ha estructurado esta publicacin en dos partes que, de cierto

    modo, sintetizan el lema para que no se olvide, para que nunca ms suceda.

    La primera parte, Para que no se olvide, est constituida por ocho cap-

    tulos que describen los caminos que siui el Plan Cndor en varios de lospases de la rein, destacando antecedentes locales, estructuras de represin,locales clandestinos, casos emblemticos y vctimas. Dispuestos en orden al-

    abtico, estos captulos orman un conjunto que permite entender la ormaen la cual las maniestaciones nacionales de estas coordinaciones represivas,

    se inscriben en un esquema mayor orientado al desarrollo de violaciones or-

    anizadas y sistemticas de los derechos humanos en la rein.

    Si hasta la dcada de 1980 las reuniones entre representantes de los pa-ses sudamericanos se dedicaban a pensar mecanismos para el combate a la

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    subversin incluyendo la adopcin de una serie de prcticas criminales por

    parte de los aentes de seuridad a partir de los procesos de democratizacin

    las iniciativas de interacin tienen un nuevo eje estructurador: el ortaleci-

    miento de la democracia.

    La seunda divisin de este libro, Para que nunca ms suceda, representauna sntesis de este proceso, donde se pone en evidencia la orma en que los

    Estados de la rein se han empeado en construir una aenda de derechos

    humanos que proresivamente ha ido sumando espacios. En esta historia, quean se encuentra en curso, se combinan los esuerzos de las oranizaciones

    sociales y el movimiento de derechos humanos, con los avances en trminosde poltica pblica e institucionalidad reional. Entre las primeras declaracio-

    nes presidenciales de la dcada de 1980, y el uncionamiento pleno de unainstitucionalidad reional de derechos humanos con instrumentos como la

    RAADH y el IPPDH se extiende un extenso camino, que no pretende inorar

    el pasado, sino construir sobre esa base comn una nueva ciudadana reional.

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    El camino hacia el Cndor

    ras el final de la Seunda Guerra Mundial, Amrica del Sur pas a ser

    uno de los escenarios undamentales de la Guerra Fra que enrent al bloque

    de naciones occidentales, encabezadas por los Estados Unidos, con los pasesdel llamado socialismo real que lideraba la Unin Sovitica. Como conse-

    cuencia de ello, Estados Unidos realiz los mayores esuerzos por mantener susupremaca, en lo que Teodore Roosevelt haba denominado como el patio

    trasero. As, la experiencia de Getlio Varas en Brasil terminaba con su suici-dio en 1954, ese mismo ao Jacobo Arbenz era derrocado en Guatemala y, en

    la Arentina, ocurra la cada de Pern en 1955. La predominancia de obier-

    nos avorables a los intereses estadounidenses ue conmovida por el triuno

    de la Revolucin Cubana, consarado el 1 de enero de 1959. La adopcin delsocialismo y la vocacin de los cubanos por ayudar a otros movimientos re-volucionarios tuvieron como respuesta una concepcin poltica que se dio en

    llamar la Doctrina de Seuridad Nacional, que se caracteriz por la definicinde un enemio comn, el comunismo, que inclua las experiencias proresistas

    y populistas, y que deba ser enrentado por todos los medios. Amrica era

    naturalmente considerada como parte del mundo occidental y cristiano y,para mantenerla en ese orden y dar estabilidad a ese encuadramiento, se de-

    sarrollaron distintos mtodos encubiertos, como proramas de cooperacineconmica o de asistencia militar. A travs de ellos se ue orjando una diri-

    encia que ue uncional a la concepcin estadounidense y que no vacil en

    instalar dictaduras civiles o militares para combatir al enemio de izquierda,que eran juzadas como necesarias para preservar la seuridad continental,

    sen afirmaba el inorme Rockeeller de 1969.

    Este modelo ener resistencias y luchas en toda la rein. A la triunan-

    te Revolucin Cubana se sumaron los ejemplos de Arelia y Vietnam y, ms

    tarde, el Mayo Francs de 1968, como tambin los movimientos jvenes en los

    Entre guilas y cndores. La coordinacin represiva

    en la dictadura cvico militar de 1976-1983

    ARGENTINA

    Luis Hiplito Aln

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    propios Estados Unidos, propiciando distintos caminos que tenan en comn

    la condena de la sociedad capitalista, caracterizada como deshumanizadora y

    eneradora de injusticias y marinaciones.

    Para conjurar la amenaza, la solucin preerida ue la de optar por olpes

    militares, rente a la imposibilidad de lorar que los obiernos electos por elvoto popular pudieran contener los reclamos de cambio y el creciente descon-

    tento popular. Este remedio se extendi por los pases del Cono Sur durante

    las dcadas de 1970 y 1980.

    En Arentina, cuya estabilidad institucional se haba quebrado con el olpe

    que derroc a Juan Domino Pern en septiembre de 1955, el ciclo posterior

    mostr la alternancia de dictaduras conducidas por los militares olpistas ypor los obiernos suridos de elecciones condicionadas por la proscripcin del

    peronismo, que recin volvi a ser habilitado para participar de los comiciosen 1973.

    As, a la dictadura de la autodenominada Revolucin Libertadora (1955-

    1958) conducida primero por Eduardo Lonardi y lueo por Pedro EuenioAramburu la sucedi el obierno desarrollista de Arturo Frondizi, que haba

    pactado con el exiliado Pern su apoyo a cambio de una serie de medidas ten-

    dientes a restaurar el orden constitucional y a permitir la plena participacinpoltica del peronismo. El incumplimiento de lo acordado, sumado a las pre-siones militares que se tradujeron en reiterados planteos, ueron deteriorando

    al obierno, que vio cmo, en 1959, en las provincias del noroeste, haca su

    aparicin la primera experiencia uerrillera, que us el nombre de Uturuncos.La crtica contra Frondizi, por haber recibido a Fidel Castro primero y lueo

    a Ernesto CheGuevara, no pudo ser compensada por el apoyo que dio a laexpulsin de Cuba de la OEA. Finalmente, la posibilidad otorada a racciones

    peronistas de participar en las elecciones de marzo de 1962, en las que se reno-vaba parcialmente el Conreso y se elean obernadores provinciales, termi-

    n por aotar la paciencia militar y, pese a que Frondizi anul las elecciones en

    las provincias en las que haba triunado el peronismo, el 28 de marzo de 1962ue derrocado y suplantado por Jos Mara Guido, por ese entonces presidente

    provisional del Senado.

    El obierno surido de ese olpe convoc a nuevas elecciones en julio de1963, con una nueva proscripcin del peronismo. El triuno de Arturo Illia,

    candidato de la Unin Cvica Radical del Pueblo, permiti un perodo en el

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    que el obierno no recurri al estado de sitio u otras medidas excepcionales.

    Sin embaro, el peronismo proscrito llev adelante un plan de lucha conducido

    por la central sindical que incluy la toma de ms de cinco mil establecimien-

    tos. Pern intent retornar al pas, pero la presin del obierno radical hizoque el obierno brasileo lo obliara a retornar a su exilio espaol. Ms tar-de, en 1964, tambin en el noroeste arentino apareca el Ejrcito Guerrillero

    del Pueblo, conducido por Jore Ricardo Masetti, un periodista que colaborcon la Revolucin Cubana undando la Aencia de Noticias Prensa Latina. Las

    buenas intenciones de Illia no alcanzaron como para consolidar una transicin

    democrtica. Pese a que la experiencia de Masetti y sus seuidores termin enel racaso, la neativa de Illia a recurrir al FMI y a colaborar con la invasin es-

    tadounidense a Santo Domino, sumada a otras medidas no aceptables para lapotencia heemnica como la sancin de una ley de medicamentos opuesta

    a los intereses de la industria armacolica de los pases centrales llevaron aun nuevo olpe militar. Hurano de apoyo popular, el 28 de junio de 1966 Illia

    era derrocado y Juan Carlos Onana, un militar que haba anunciado la Doc-

    trina de la Seuridad Nacional en la V Conerencia de Ejrcitos Americanosrealizada en West Point en 1964, asuma el poder.

    La dictadura, que se nomin como Revolucin Argentina, disolvi el Par-

    lamento, prohibi la actividad de los partidos polticos, reemplaz a los juecesconstitucionales por otros que juraron por el estatuto undacional del olpe,

    impuesto como nueva ley suprema, intervino las universidades y sancion le-yes represivas. Poco a poco comenzaron a aparecer ocos de oposicin cada

    vez ms decidida. El asesinato de Ernesto Guevara, tras su captura cuandoconduca una experiencia uerrillera en Bolivia, lejos de apaciuar la rebelda

    popular, la acrecent. La fiura del uerrillero heroico ue uente de inspira-cin para miles de jvenes que, viendo rustradas las experiencias de obier-

    nos suridos del voto, recurrieron a la lucha armada para enrentar la violenciaimpuesta por los remenes militares. Para 1968, se presentaban las FuerzasArmadas Peronistas, que actuaron en las provincias de ucumn, Santiao del

    Estero y Catamarca, al tiempo que se constitua una nueva experiencia sindicalcombativa, la CG de los Arentinos. En 1969, randes movilizaciones popu-

    lares enrentaron a las uerzas represivas, uniendo a estudiantes y obreros. El

    Cordobazodel 29 de mayo de ese ao tuvo rplicas en otras provincias, y en1970, se produca una eclosin de oranizaciones armadas: las Fuerzas Aren-

    tinas de Liberacin (FAL), el Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP), las

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    Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y los Montoneros llevaron adelante

    mltiples acciones contra la dictadura; la ms notoria de ellas ue el secuestro

    y ejecucin de Pedro Euenio Aramburu por parte de los Montoneros, identi-

    ficados con la vertiente revolucionaria del peronismo.

    Onana, incapaz de contener la creciente oposicin pese al endurecimien-to de la represin y a la creacin de tribunales especiales para juzar a los re-

    beldes, ue reemplazado por el eneral Roberto Marcelo Levinston que, hasta

    entonces, se desempeaba como areado militar en Estados Unidos. Levins-ton tampoco pudo acallar el descontento y termin cediendo la presidencia

    al hombre uerte del Ejrcito, Alejandro Austn Lanusse. Con este, se abriun proceso que condujo al levantamiento de la proscripcin del peronismo, al

    retorno de Pern el 17 de noviembre de 1972 y, finalmente, al triuno del FrenteJusticialista de Liberacin (FREJULI) en los comicios del 11 de marzo de 1973.

    Hctor J. Cmpora, el candidato bendecido por Pern, asumi la presiden-

    cia el 25 de mayo de 1973, acompaado por los presidentes socialistas de ChileSalvador Allende y de Cuba Osvaldo Dortics y, como primera medida,

    su obierno dispuso la liberacin de los presos polticos. Pero la experiencia

    camporistadur solo cuarenta y nueve das. El creciente enrentamiento de la

    derecha con los sectores revolucionarios del peronismo ue en aumento desdeque los seuidores del secretario privado de Pern, Jos Lpez Rea a quienapodaban el Brujoy que haba sido desinado ministro de Bienestar Social

    encarados de arantizar la seuridad para el retorno definitivo de Pern el 20de junio de 1973, para impedir el avance de los rupos juveniles desataron una

    verdadera masacre que caus cerca de 300 vctimas. Cmpora se vio obliado

    a renunciar y, tras un breve interreno donde la presidencia ue ejercida porRal Lastiri, yerno de Lpez Rea, Pern asuma el 12 de octubre su tercer

    mandato, tras triunar en las elecciones celebradas el 23 de septiembre.

    Pero a pesar del ran apoyo que concitaba el anciano lder, los enrenta-

    mientos se audizaron. Los sectores juveniles, reprendidos pblicamente por

    Pern en su discurso del 1 de mayo de 1974, mostraron su descontento conel rumbo del obierno, retirndose masivamente de la Plaza de Mayo. Pern

    alleci el 1 de julio de ese ao y ue sucedido por su viuda, Mara Estela Mar-tnez Isabelita y, a partir de all, la situacin se deterior cada vez ms. Gru-

    pos parapoliciales auspiciados por Lpez Rea, que se identificaban como la

    Alianza Anticomunista Arentina (la riple A), reivindicaron centenares de

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    atentados contra militantes populares, desde el asesinato del diputado nacio-

    nal Rodolo Ortea Pea el 31 de julio de 1974. Las Fuerzas Armadas ueron

    asumiendo un uerte protaonismo en la represin, hasta obtener que se les

    encomendara la aniquilacinde la subversin, para lo cual se subordinabanlas uerzas de seuridad nacionales y de las provincias al mando militar. Peroel sometimiento del obierno a las presiones militares no alcanz y el 24 de

    marzo de 1976 se instalaba una nueva dictadura bajo el nombre de Proceso deReoranizacin Nacional.

    Al mismo tiempo se daban obiernos similares en el Cono Sur: Alredo

    Stroessner, desde 1954 en el poder en Parauay, encabez la dictadura msprolonada, seuida por la instalada en Brasil cuando el 1 de abril de 1964

    Joo Goulart ue desalojado de la presidencia por Humberto Castelo Branco.Huo Banzer Surez se haba encaramado en la presidencia de Bolivia el 21 de

    aosto de 1971. En Chile, la experiencia de Salvador Allende y su va democr-

    tica al socialismo ue interrumpida a sanre y ueo por Auusto Pinochet, el11 de septiembre de 1973 y, ese mismo ao, el 27 de junio, Juan Mara Borda-

    berry acordaba con las Fuerzas Armadas un olpe de estado que terminaba elproceso constitucional en Uruuay.

    En ese contexto internacional, la cooperacin entre los Estados y princi-palmente entre sus Fuerzas Armadas y de seuridad ue constante, principal-mente por la influencia que sobre todos ellos ejercan los Estados Unidos, con

    su Escuela de las Amricas, establecida desde 1946 en Panam, que entren ams de 60.000 militares latinoamericanos.

    Sin embaro, pese a compartir la misma visin de la Seuridad Nacional,

    y la definicin de un enemio comn identificado con los movimientos de iz-quierda, no exista un mecanismo que coordinara a nivel reional los esuerzos

    represivos de los distintos remenes dictatoriales.Haban existido, eso s, eventos criminales que suponan acuerdos entre

    los servicios de distintos pases. Entre ellos, merecen citarse los asesinatos del

    eneral chileno Carlos Prats y su esposa Sara Cuthbert acontecidos en BuenosAires el 30 de septiembre de 1974. En ese hecho actuaron diversos aentes

    de la DINA: Ral Eduardo Iturriaa Neumann, Guillermo Humberto Salinas

    orres, Pablo Belmar Labb, Armando Fernndez Larios y Juan Alberto Del-ms Ramrez, que actuaron junto a Enrique Arancibia Clavel, destacado en la

    Arentina, y el estadounidense Michael ownley, los que, sen sure de la

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    causa judicial seuida en Arentina contra Arancibia Clavel, habran contado

    con apoyo de servicios arentinos.

    ambin en Buenos Aires, varios ciudadanos uruuayos ueron secuestra-

    dos y trasladados clandestinamente a su pas: Antonio Viana Acosta, el 24 deebrero de 1974; en noviembre de ese mismo ao, Hctor Brum, Mara de losneles Corbo de Brum, Graciela Esteanel, Floreal Garca, su esposa Mirtha

    Hernndez de Garca y su hijo Amaral; y Julio Abreu.

    Iualmente, Jore Isaac Fuentes, acusado de pertenecer al ERP, ue dete-

    nido en Arentina, entreado a la DINA en Parauay y desde all se lo llev

    ilealmente a Villa Grimaldi, uno de los centros de detencin controlados porla DINA en Santiao de Chile, donde desapareci9.

    Ives Claudet Fernndez, un ciudadano ranco-chileno imputado por militar

    en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, ue detenido yejecutado por aentes de la DINA en 1975 en Buenos Aires.

    El flujo de mirantes chilenos, simpatizantes del obierno de Allende o mi-litantes perseuidos por el rimen de Pinochet que se diriieron a la Arenti-

    na en busca de reuio determin la colaboracin de la DINA con los serviciosrepresivos arentinos, buscando neutralizar cualquier posible resistencia que

    se oranizara contra la dictadura chilena. En julio de 1975, la DINA produjo lallamada Operacin Colombo, que consisti en atribuir al MIR la ejecucin de119 desaparecidos chilenos (100 varones y 19 mujeres), secuestrados entre el 8

    de julio de 1974 y el 20 de enero de 1975. Ello habra acontecido en territorioarentino, sen las noticias que publicaron el 23 y 24 de ese mes distintos dia-

    rios chilenos (El Mercurio, La Segunday La ercera), que citaron como uentesa dos revistas Lea, de Arentina y Novo O Da de Brasil, que lueo se acredit

    que ueron creadas para ese fin y nunca ms se publicaron.

    Sen uentes del Departamento de Estado estadounidense, ya a princi-pios de 1974, oficiales de seuridad de Arentina, Chile, Uruuay, Parauay y

    Bolivia se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas encontra de blancos subversivos (documento desclasificado, echado el 23 de

    junio de 1976).

    Sin embaro, la echa de nacimiento de la coordinacin represiva sera ennoviembre de 1975, por iniciativa del militar chileno Manuel Contreras Sepl-

    9 Ver Retti Guisse, Ral y otros (1991)Inorme de la Comisin de Verdad y Reconciliacin. extooficial Completo. Publicado por el peridico La Nacin. Santiao de Chile, 5 de marzo de 1991.

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    Los sitios del horror en la Argentina

    An antes de dar el olpe de Estado del 24 de marzo de 1976, las Fuerzas

    Armadas arentinas haban orquestado la oranizacin y uncionamiento deuna estructura ileal, cuyo propsito era llevar adelante el plan clandestino

    de represin. Ese plan se despleara mediante la violacin masiva y sistem-tica de los derechos humanos de los rupos de la poblacin civil que, por su

    postura ideolica, su militancia poltica, su participacin en movimientossociales, su encuadramiento en las oranizaciones sindicales o estudiantiles

    combativas eran definidos como el enemio a aniquilar. Esa definicin incluaa quienes, por cualquier otro motivo, aparecieran como enrentados al orden

    que se buscaba mantener, conorme los postulados de la Doctrina de la Seu-

    ridad Nacional.

    Ya durante el obierno constitucional se haba dictado un rupo de normas

    que ponan en cabeza de los militares el comando de la represin. As, por el

    decreto N. 261/75 de ebrero de 1975, se encomend al Comando eneraldel Ejrcito ejecutar las operaciones militares necesarias para neutralizar y/o

    aniquilar el accionar de los elementos subversivos en la Provincia de ucumn.Por el decreto N. 2770 del 6 de octubre de 1975, se cre el Consejo de Seu-

    ridad Interna, que interaban la presidenta, sus ministros y los comandantesenerales de las Fuerzas Armadas, con el fin de promover las medidas necesa-

    rias para la lucha contra la subversin y la planificacin, conduccin y coordi-

    nacin de las dierentes autoridades nacionales y provinciales en la ejecucinde esa lucha. El decreto N. 2771 del 6 de octubre de 1975 acult al Consejo

    de Seuridad Interna a suscribir convenios con las Provincias, a fin de colocarbajo su control operacional al personal policial y penitenciario; y finalmente,

    el decreto N. 2772 del 6 de octubre de 1975, extendi la accin de las Fuerzas

    Armadas a los eectos de la lucha antisubversiva a todo el territorio del pas.Los mandos militares ya haban establecido su propia estrateia, en pa-

    ralelo con las rdenes ubernamentales. El Comandante eneral del Ejrcito,mediante la directiva N. 333 de enero de 1975, sostena que en la Provincia de

    ucumn las uerzas irreulares que all operaban deban ser atacadas hasta su

    aniquilamiento. La directiva contaba con un anexo (N. 1) que estableca losprocedimientos para detener a los subversivos, que deban ser derivados pre-

    erentemente a la autoridad policial y ser sometidos a los tribunales ederales,

    o puestos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional. ambin autorizaba a las

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    uerzas represivas a practicar allanamientos, incluso sin contar con autoriza-

    cin judicial escrita, habida cuenta del estado de sitio.

    La directiva N. 404, emanada del Comando eneral del Ejrcito el 27 deoctubre de 1975, para poner en ejecucin la Directiva N.1/75 del Consejo de

    Deensa, estableca el marco de colaboracin de la Armada y de la Fuerza A-rea, la subordinacin operacional de las uerzas de seuridad y penitenciarias,

    y las zonas para operar por orden de prioridad (la prioridad uno era ucu-

    mn). ambin fijaba plazos: el accionar subversivo deba disminuir sinifi-cativamente a fines de 1975, transormarse en un problema policial a fines de

    1976, para finalmente aniquilar los elementos residuales en 1977. Creaba cua-tro comandos de zona, coincidentes con la jurisdiccin de cada uno de los Co-

    mandos de Cuerpo del Ejrcito, y otro en la uarnicin de Campo de Mayo11.

    Ese documento oraniz el accionar del terrorismo de Estado llevado acabo hasta el olpe de Estado del 24 de marzo de 1976, y desde entonces, la

    operatoria del Estado terrorista12. Constaba de un cuerpo principal (que con-tena la justificacin del prximo olpe de estado), 15 anexos y 19 apndices.

    De dichos anexos, en el nmero 6 se estableca la orma de viilar las ronteras;

    el nmero 12 determinaba la manera cmo deba eectuarse la viilancia de las

    sedes diplomticas para evitar que determinadas personas puedan acoerseal asilo poltico y contribuir a la detencin de aquellas que especficamentese hayan determinado. A su vez, el anexo 11 y sus dos apndices permiten

    entender cmo se oraniz la detencin de la presidenta, el da del olpe, conun plan principal y otro alternativo, que se llevaran adelante de acuerdo con

    el luar o la jurisdiccin donde se encontrara al momento del olpe de Estado.

    El anexo 15 estableca las actividades de accin psicolica sobre el pblicointerno y sobre los pblicos aectados por las operaciones, con el objeto de

    predisponerlos avorablemente y lorar su adhesin.

    11 Directiva del Comandante General del Ejrcito N 404/75 lucha contra la subversin dispo-nible en Documentos del Estado errorista, Cuaderno N 4 del Archivo Nacional de la Memoria,publicado en 2012.

    12 Dierenciamos lo ocurrido en materia represiva hasta el 24 de marzo de 1976, como hechos deterrorismo de Estado, en tanto las violaciones de derechos humanos se llevaron adelante, si nocomo poltica de todo el aparato estatal, s con la participacin o el apoyo de parte de ellas (in-terantes de las Fuerzas Armadas y de seuridad o, en el caso de la banda parapolicial riple A,del Ministerio de Bienestar Social y de cuadros de la Polica Federal), mientras que, en el olpemilitar, todas las estructuras estatales ueron puestas al servicio del plan criminal de exterminio,

    transormndose entonces en un Estado terrorista. Ver Duhalde, Eduardo (1999) El Estado te-rrorista argentino. 15 aos despus (Buenos Aires: Eudeba).

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    Producido el olpe de estado, la desaparicin orzada de personas, que

    hasta entonces haba sido usada ocasionalmente13, se convirti en una de las

    principales herramientas que utiliz el plan sistemtico de represin desple-

    ado por el Estado terrorista. Este mtodo se caracterizaba porque quienesperpetraban las detenciones ileales eran interantes de las Fuerzas Armadaso de seuridad, que actuaban clandestinamente en una operatoria de mostrarocultando, porque en la mayora de los casos se identificaban como pertene-cientes a aluna de dichas uerzas, al tiempo que adoptaban medidas para

    evitar ser identificados. Era un rupo numeroso y uertemente armado, que

    contaba con la acilidad de actuar en una zona liberada, lo que se lorabadando aviso previo a la autoridad del luar para que no interfiriera. Operaba

    eneralmente en horas de la noche, y muchas veces acompaaba el secuestrocon el apoderamiento de bienes14. Los secuestrados eran conducidos a luares

    especialmente adaptados, situados dentro de unidades militares o policiales odependientes de ellas, conocidos con posterioridad como centros clandesti-

    nos de detencin (CCD), que adoptaron dos tipos de uncionamiento: como

    luares de reunin de detenidos (LRD), con capacidad de alojar, torturar yasesinar a randes cantidades de detenidos, y como luares transitorios (L),

    que uncionaban como primer luar de detencin, desde el cual los detenidos-

    desaparecidos eran derivados a otros destinos.Ya antes del olpe uncionaron CCD, como la Escuelita de Faimall(en u-

    cumn) y el Campito(dentro de las instalaciones militares de Campo de Mayo,en el Gran Buenos Aires). ambin en 1975 uncion un CCD en la sede de

    la empresa siderrica Acindar en Villa Constitucin, provincia de Santa Fe,firma de la cual era erente Jos Alredo Martnez de Hoz, lueo ministro de

    Economa de la dictadura y como tal, verdadero jee civil de la misma. Ese mo-delo se reproducira lueo en plantas industriales como la de la Ford en eneral

    Pacheco, provincia de Buenos Aires, con la uncin primordial de detener alos activistas remiales que ormaban las comisiones internas de esas bricas.

    Para 1976 los CCD llearon a 610, de los cuales muchos tuvieron solo un

    13 El 22 de aosto de 1963 haba desaparecido en Buenos Aires el sindicalista metalrico FelipeVallese, considerado como la primera vctima peronista de ese mtodo represivo. Otras desapa-riciones ocurrieron durante la dictadura de 1966 a 1973, y tambin en el perodo comprendidoentre la muerte de Pern y el olpe de estado de 1976.

    14 Ver sentencia dictada por la Cmara Federal en lo Criminal y Correccional de la Ciudad deBuenos Aires en la causa 13/84, publicada como La Sentencia, omo I, pp. 97 y siuientes.

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    cesible para eventuales reclamos de terceros. Era operado por una estructura

    vertical con un Jee de Personal (Anbal Gordon) y un Jee Funcional, bajo la

    rbita de quien uncionaba el centro de detencin (el coronel del Ejrcito Ar-

    entino Otto Carlos Paladino, entonces titular de la Secretara de Intelienciadel Estado, SIDE).

    Bajo esos mandos, uncionaban los llamados rupos de tareas o patotas,

    encarados del secuestro y traslado al centro de los ilealmente detenidos y,

    muchas veces, de los interroatorios y torturas que se realizaban en el CCD; ypor ltimo, las racciones de uardias que se encaraban de custodiar a los

    detenidos.

    EnAutomotores Orletticonfluyeron aentes de dierentes procedencias. Sinembaro, el luar uncion bajo el mbito de la SIDE, para la cual era la Base de

    Operaciones cticas 18(O 18). Adems del personal arentino, dependientede la SIDE, coexistieron otros aentes de nacionalidad uruuaya, pertenecien-

    tes al Servicio de Inormacin de Deensa (SID), dependiente del Ministeriode Deensa de Uruuay, o del Oranismo Coordinador de Operaciones Anti-

    subversivas (OCOA) de dicho pas.

    Orlettituvo un rol undamental en lo atinente a la persecucin de los opo-

    sitores polticos de distintas nacionalidades, dentro del Plan Cndor. Ello sedesprende claramente del criterio de seleccin que se utiliz para el secuestrode las personas, quienes no casualmente tenan en comn la pertenencia a

    determinado partido poltico o rupo nacional. Adems de las vctimas aren-

    tinas, hubo ran nmero de uruuayos, dos cubanos y otras personas que, sibien eran arentinas, tenan pertenencia chilena (tal el caso de Patricio Bied-

    ma) o boliviana (ver los casos de Eran Fernando Villa Isola y Graciela Rutila).

    El Pozo de Banfield, por su parte, uncion en las instalaciones de la Po-

    lica de la Provincia de Buenos Aires, ubicadas en las calles Siciliano y Ver-net de la localidad de Banfield, y ue sede de la coordinacin represiva en laZona Metropolitana, que abarcaba partidos del sur, del oeste y del norte del

    conurbano bonaerense. En sus instalaciones se asentaba la Divisin DelitosContra la Propiedad y Seuridad Personal de la Polica bonaerense, y desde

    enero de 1977 cobij las zonas metropolitanas de las direcciones enerales de

    Investiaciones, Seuridad e Inteliencia. Interaba, conjuntamente con otrasdependencias policiales bonaerenses como la Comisara 5 de la ciudad de La

    Plata, Puesto Vasco, CO 1 Martnez, Pozo de Arana, La Cacha, la Briada de

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    Investiaciones de La Plata (o La Calesita) y Pozo de Quilmes, el denominado

    Circuito Camps, as llamado por el apellido del Jee de la Polica de la Provincia

    de Buenos Aires en esa poca, Ramn Camps.

    En la planta baja del edificio se encontraba la oficina del jee, una sala

    de torturas y otras dependencias. En el primer piso haba calabozos, oficinas,cocina, baos, comedor y casino de personal mientras que en el seundo haba

    ms calabozos y un bao. Se ha establecido que 309 personas, entre ellos ciu-

    dadanos uruuayos, parauayos y chilenos, ueron alojadas en este CCD. 97de ellos an permanecen desaparecidos y 5 ueron liberados y posteriormente

    asesinados.

    Pozo de Quilmes(o Chupadero Malvinas) ue una dependencia de la Bri-ada de Investiaciones de la Polica de la Provincia Buenos Aires, donde un-

    cion un CCD y una maternidad clandestina entre aosto de 1975 y enerode 1979. Se encuentra ubicado en la calle Pilcomayo 59, cerca de la estacin

    Don Bosco del errocarril. Se estima que por ese CCD pasaron 251 vctimas.Como prueba de la coordinacin que exista en el Pozo de Quilmescon otros

    CCD pertenecientes al Circuito Camps, vale mencionar que un detenido uru-

    uayo, Washinton Rodruez, declar que a principios de abril de 1978 com-

    parti su detencin en este centro con 22 compatriotas, quienes le relataronhaber estado recluidos en el Pozo de Banfield, donde ueron torturados poroficiales de OCOA. Ese centro es tambin sealado como uno de los sitios por

    donde transitaba el sacerdote catlico Christian Von Wernich hoy condena-do a prisin perpetua por crmenes de lesa humanidad entre los meses de

    noviembre de 1977 y ebrero de 1978.

    El CCD Club Atltico, El Atlticoo El Clubestaba ubicado en un predioconormado entre las calles Paseo Coln, San Juan, Cochabamba y Azopardo,

    en el barrio de San elmo de la ciudad de Buenos Aires. Consista en un sta-no de un edificio de tres plantas perteneciente al Servicio de Aprovisionamien-

    to y alleres de la Divisin Administrativa de la Polica Federal. Se calcula que

    por sus instalaciones pasaron ms de 1.500 vctimas. Funcion entre mediadosde 1976 y diciembre de 1977.

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    Las vctimas del Cndor

    Sin pretender orecer una nmina completa y exhaustiva de la totalidad de

    las vctimas del Plan Cndor, parece oportuno sealar al menos una serie decasos relevantes.

    En Orletti permanecieron en cautiverio varias personas de nacionalidaduruuaya, en su mayora militantes polticos, en particular del Partido por la

    Victoria del Pueblo (PVP), como Mara del Pilar Nores Montednico, Gerardo

    Francisco Gatti, Washinton Francisco Prez (padre), Jore Washinton P-rez, Mara del Carmen Martnez Addieo, Julio Rodruez Rodruez, Enrique

    Rodruez Larreta (h), Raquel Noueira Paullier, Enrique Rodruez Larreta

    Piera, Cecilia Irene Gayoso, Mara Mnica Solio Platero, Sara Rita Mndez,Asil Maseiro, Ana Ins Quadros, Eduardo Den Bermdez, Mararita MaraMichelini Delle Piane, Ral Altuna, Edelweiss Zahn, Serio Rubn Lpez Bur-

    os, Jos Flix Daz, Laura Anzalone, Mara Elba Rama Molla, Ariel Roelio

    Soto Loureiro, Alicia Raquel Cadenas Ravela, Ana Mara Salvo Snchez, GastnZina Fiueredo, Vctor Huo Lubin, Marta Petrides, Mara Elena Launa, Bea-

    triz Victoria Barboza Snchez, Francisco Javier Peralta y lvaro Nores Monte-dnico. Otras vctimas tambin de nacionalidad uruuaya tenan pertenencia

    del Movimiento de Liberacin Nacional upamaros (MLN), como ElizabethPrez Lutz y Jore Gonzlez Cardozo.

    Otros uruuayos que pasaron por Orlettiueron Rubn Prieto Gonzlez,

    privado iletimamente de su libertad el 30 de septiembre de 1976 en BuenosAires; Orlinda Brenda Falero Ferrari y Jos Luis Muoz Barbachn, secuestra-

    dos el 9 de junio de 1976 en la Capital Federal; y Len Guadalberto DuarteLujn, secuestrado el 13 de julio de 1976 en Buenos Aires.

    Mara Asuncin Artias Nilo de Moyano y Alredo Moyano ueron secues-trados en Buenos Aires el 30 de diciembre de 1977, con la intervencin deuerzas militares y de seuridad de Arentina y Uruuay. La mujer dio a luz el

    25 de aosto de 1978 en el Pozo de Banfield. Fue trasladada el 12 de octubre de

    1978 a Uruuay. Su hija, Mara Victoria Moyano Artias, recuper su identi-dad mucho tiempo despus. Julio Csar Dela Pallares ue secuestrado en San

    Fernando, Provincia de Buenos Aires, el 22 de diciembre de 1977, junto a suesposa Yolanda Iris Casco Ghelpi. Fueron trasladados a CO 1 Martnez y de

    all a Pozo de Banfield, donde Yolanda dio a luz en enero de 1978. Ral Gam-baro Nez ue detenido en Miraciones el 27 de diciembre de 1977, junto a

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    Gustavo Ral Arce Viera. Los llevaron al Pozo de Banfielddesde donde habran

    sido trasladados a Uruuay el 15 de mayo de 1978. Ileana Sara Mara Garca

    Ramos de Dossetti y Edmundo Sabino Dossetti echeira ueron secuestrados

    en Buenos Aires el 21 de diciembre de 1977, junto a Alredo Bosco. Se los ubi-c, junto con otros uruuayos, en Pozo de Banfield, desde donde habran sidotrasladados a Uruuay el 15 de mayo de 1978 e Ileana en junio del mismo ao.

    Ral Edardo Borelli Cattneo ue secuestrado en Lans, Provincia de

    Buenos Aires, el 22 de diciembre de 1977, junto a Guillermo Manuel SobrinoBerardi. Fueron llevados al Pozo de Quilmesdesde donde habran sido trasla-

    dados a Uruuay.

    Respecto a las vctimas uruuayas, Gustavo Alejandro Goycochea Ca-

    macho y su esposa Graciela Noem Basualdo Nouera;Mara Antonia Castro

    Huera y su esposo Jos Mario Martnez Surez; Ada Celia Sanz Fernndez ysu madre, Elsa Haydee Fernndez Lanzani; Miuel nel Ro Casas; Eduardo

    Gallo Castro; Juvelino Andrs Carneiro Da Fontoura Gularte; Carolina Ba-rrientos Saastibelza; Carlos Federico Cabezudo Prez y Clica lida Gmez

    Rosano; la ran mayora ueron vistos en los CCD Pozo de Banfieldy Pozo de

    Quilmes(previo paso por CO 1 Martnez). Otro ciudadano uruuayo, Atali-

    vas Castillo Lima, que estaba vinculado a alunos de los anteriores, ue asesi-

    nado el 24 de diciembre de 1977.

    Jore Feliberto Gonalves Busconi y Andrs Humberto Bellizzi desapare-

    cieron en Buenos Aires el 19 de abril de 1977; se presume que estuvieron en elCCD El Atltico.

    Hubo casos que se produjeron en el exterior, pero que tuvieron continui-dad en la Arentina. As, Gustavo Edison Insaurralde ue secuestrado el 29

    de marzo de 1977 en la ciudad de Asuncin, Parauay, junto a Nelson Rodol-

    o Santana Scotto, siendo posteriormente trasladados ambos a Buenos Airesen un avin bireactor de la Armada Arentina, con matrcula 5//30-0653,

    piloteado por el Capitn de Corbeta Jos Abdala y entreados a autoridadesarentinas el 16 de mayo de 1977.

    Por su parte, Claudio Ernesto Loares y Mnica Soa Grinspon de Loares

    ueron secuestrados el 18 de mayo de 1978 en Montevideo, Uruuay, junto asu hija Paula Eva Loares, quien ue posteriormente localizada por medio de

    las Abuelas de Plaza de Mayo. La entrea de la nia a represores arentinos,

    acaecida en este pas, constituye un ejemplo del perverso mecanismo de apro-

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    piacin de menores y sustitucin de sus identidades, utilizado por el Estado

    terrorista arentino.

    De manera similar, pero al revs que el ejemplo anterior, Mara Claudia

    Garca Irureta Goyena ue secuestrada el 24 de aosto de 1976 en Buenos Ai-res, con la intervencin de uerzas arentinas y uruuayas, y lueo ue tras-ladada a Uruuay, donde dio a luz a su hija Macarena Gelman, la cual ue

    entreada a otra amilia y recuper su verdadera identidad muchos aos mstarde. Se presume que Mara Claudia ue asesinada por militares uruuayos.

    Eran Fernando Villa Isola y Graciela Rutila eran arentinos que residan

    en Bolivia, donde ueron secuestrados, y en aosto de 1976 habran sido tra-dos a la Arentina. Sen consta en el Leajo N.6333 de la Comisin Nacional

    sobre Desaparicin de Personas (CONADEP) oranismo creado por el presi-dente Ral Alonsn mediante el Decreto N.187/1983, y que llev adelante susinvestiaciones entre diciembre de ese ao y septiembre de 1984 existe copia

    del radiorama del Ministerio del Interior de la Repblica de Bolivia de echa29 de aosto de 1976, que dice: Hoy horas 10:15, procedise expulsin sb-

    ditos arentinos Eran Fernando Villa Isola y Graciela Antonia Rutila Artesasimismo su hijo menor Carla Graciela Irosta Rutila por puente internacional.

    Atte. Jee DOP. Se los ubic en Orletti. Carla Rutila Arts, hija de la nombra-

    da, ue apropiada por uno de los represores que actu en ese CCD, EduardoRuffo, y recuper su identidad el 24 de aosto de 1985 en un operativo en el

    que se detuvo a Ruffo y a otros represores en una quinta cercana a la localidadde Pilar, en el conurbano bonaerense, nueve aos despus de su secuestro en

    Bolivia.

    El caso de Jess Cejas Arias y Crescencio Nicmedes Galaena Hernndez

    reviste particular inters. Se trataba de dos uncionarios de la Embajada deCuba, que ueron secuestrados el 9 de aosto de 1976 en el barrio de Belrano,

    cerca del edificio de la sede diplomtica. El hecho tuvo repercusin inclusoen aquel momento, como lo reflej una nota del diario La Opinin de aquella

    poca, que dej constancia de que

    La Embajada Cubana en Buenos Aires est trabajando en estrecho con-

    tacto con el obierno arentino en la bsqueda de dos miembros de la re-presentacin, acerca de quienes se presume que habran sido secuestrados.

    Los dos hombres, Jess Cejas Arias y Crescencio Galaena Hernndez,interantes ambos del personal administrativo de la Embajada Cubana, no

    han sido vistos desde que salieron de la embajada el lunes.

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    Un inorme sin firma de noviembre de 1977 atribuy al eneral Juan Pablo

    Sa, quien ue el seundo jee de la Inteliencia del Ejrcito Arentino, haber

    afirmado que los uncionarios ueron asesinados por el Ejrcito debido a los

    vnculos que mantenan con la izquierda revolucionaria arentina. Sen elreporte, el secuestro y muerte de los diplomticos no tena como finalidadprovocar la ruptura de relaciones sino que ue una advertencia de que los ne-

    xos diplomticos y comerciales se mantendran siempre y cuando Cuba no sevinculara con oranizaciones opositoras a la dictadura.

    Siuiendo con los casos de los ciudadanos uruuayos, una de las moda-lidades utilizadas a su respecto ue el traslado de los mismos a su pas natal.

    Durante 1976, al menos dos vuelos llevaron a detenidos, que en su mayora se

    hallaban en Orletti, a Uruuay. Los vuelos se habran producido probablemen-te el 24 de julio (el primer viaje) y el 5 de octubre de 1976 (el seundo), desdela ciudad de Buenos Aires y hacia el Aeropuerto Internacional de Carrasco en

    Uruuay. Las operaciones habran sido ordenadas por el Comando eneral de

    la Fuerza Area arentina, en respuesta a un pedido ormulado por el Serviciode Inormacin de Deensa uruuayo (SID). El primero de los vuelos traslad

    a 24 exiliados en Arentina, militantes del PVP y del MLN que finalmentesobrevivieron; el seundo vuelo llev a alrededor de 23 militantes del PVP

    residentes en Buenos Aires, que permanecen como desaparecidos.

    No ueron los nicos casos. En ebrero de 1978, Carolina Barrientos Saas-tibelza, Carlos Federico Cabezudo Prez, Miuel nel Ro Casas, Clica lida

    Gmez Rosano y Julio Csar DEla Pallares habran sido llevados a Uruuay

    en una lancha de la Preectura Naval Arentina, por ese entonces dependientede la Armada. Ms tarde, el 15 o 16 de mayo de 1978, Alredo Moyano San-

    tander, Yolanda Iris Casco Ghelpi, Alredo Fernando Bosco Muoz, Gusta-vo Alejandro Goycochea Camacho, Alberto Corchs Lavia y su esposa Elena

    Paulina Lerena Costa, Juvelino Andrs Carneiro Da Fontoura Gularte, RalEdardo Borrelli Cattneo, Elsa Hayde Fernndez Lanzani, Mara Antonia

    Castro Huera y Gustavo Ral Arce Viera, secuestrados en CCD del Circuito

    Camps, ueron llevados a Uruuay en avin. Finalmente el 12 de octubre de1978 se habra producido el traslado de Mara Asuncin Artias Nilo. odos

    ellos permanecen como desaparecidos.

    Por ltimo, se menciona que los hijos nacidos en cautiverio de Ada Sanz y

    Eduardo Gallo Castro (Mara de las Mercedes Carmen Gallo), de Yolanda Iris

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    Casco Ghelpi y Julio Csar DEla Pallares, (Carlos DEla Casco) y de Mara

    Asuncin Artias Nilo y Alredo Moyano Santander (Mara Victoria MoyanoArtias), que ueron vctimas de apropiacin y sustitucin de sus identidades,

    ueron lueo recuperados.

    Entre las vctimas de nacionalidad chilena se encuentran: Edardo Enr-quez, Luis Elueta, Jos de la Maza, Miuel Orellana, Anel Athanasi, Frida

    Laschan, Anlica Delard, Gloria Delard y Luis Appel de la Cruz (todos ellosmilitantes del MIR). Hay tres militantes del Partido Socialista: Juan Hernn-

    dez, Luis Muoz y Manuel amayo. Otros cuatro pertenecan al Partido Co-munista: Cristina Carreo, Alexei Jaccard, Patricio Rojas y Oscar Oyarzn.

    Adems de ellos, y sin militancia poltica conocida, ueron vctimas: Luis Za-

    raoza, Luis Espinoza, Oscar Urra y Raael Ferrada, y el nio de 4 aos, PabloAthanasi.

    Citamos anteriormente el caso de las sedes diplomticas de Arentina en

    Brasil (la embajada en Brasilia, y los consulados de Sao Paulo y Ro de Janeiro).Las tres aparecen vinculadas con la desaparicin de al menos diez ciudada-

    nos arentinos y brasileos. Una investiacin realizada por los diplomticosCarlos Lohl y Mara eresa Piero, de la Comisin de Relevamiento para

    la Recuperacin de la Memoria Histrica de Cancillera, tras relevar ms de12.000 ojas de inormacin clasificada, descubri que la sola mencin de la

    oranizacin Montoneros y/o del entonces embajador de la dictadura, Oscar

    Camilin, como palabras clave, permita encontrar 680 documentos secretos,ahora desclasificados, producidos por los servicios de inteliencia brasileos.

    Al menos siete arentinos aparecen como vctimas de esa coordinacin repre-siva: Norberto Armando Habeer, Horacio Campilia y Mnica Pino Bins-

    tock, Liliana Ins Goldenber y Eduardo Gonzalo Escabosa, el sacerdote JoreAdur y Lorenzo Vias.

    Habeer ue secuestrado el 31 de julio de 1978 en Ro de Janeiro. Su hijo

    Andrs seal a tres represores arentinos Enrique Jos Del Pino, AlredoOmar Feito y Guillermo Vctor Cardozo, que reistran condenas por crmenes

    de lesa humanidad en Arentina como responsables del secuestro. HoracioCampilia y Mnica Pino Binstock ueron secuestrados el 12 de marzo de 1980

    en Ro de Janeiro. Un rupo de tareas que se traslad en un avin eliminar co-

    millas Hrcules, cuyos movimientos ueron autorizados por las autoridades

    brasileas, se encar del secuestro y el posterior traslado desde Ro de Janeirohasta el CCD de Campo de Mayo.

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    El 26 de junio de 1980, el sacerdote Jore Adur y Lorenzo Vias, tambinmilitantes de Montoneros, ueron secuestrados en la rontera arentina con

    Brasil, el primero en el puente internacional que une Paso de los Libres y Uru-

    uayana, cuando pretenda viajar a Puerto Alere, en Ro Grande do Sul, y elotro cuando se diria a Ro de Janeiro. Fueron trasladados al CCD La Polaca,

    en Paso de los Libres, desde donde los llevaron a Campo de Mayo.

    El 3 de aosto de 1980 ueron interceptados Liliana Ins Goldenber y

    Eduardo Gonzalo Escabosa, cuando pretendan inresar a la Arentina porla localidad de Puerto Iuaz, Misiones, desde Foz de Iuaz, en Brasil. En la

    planificacin y concrecin del operativo que llev a su intercepcin participa-

    ron represores de Arentina, Brasil y Parauay. Ambos militantes prefirieron

    inerir una pastilla de cianuro antes que ser capturados.

    En cuanto a los ciudadanos bolivianos vctimas del errorismo de Estado

    en la Arentina, sen la oranizacin Memoria Abierta la lista est compues-ta por Julin Choque Cahuna, desaparecido en 1971 en Villa Lujn, provincia

    de Buenos Aires; Oscar Auirre, muerto en Santa Fe el 16 de ebrero de 1972;Fausto Choque Cabrera, secuestrado y desaparecido en Jujuy, el 5 de abril de

    1975; Edar Claudio Cadima orres, secuestrado y desaparecido en ucumn

    el 12/6/75, Nils Alredo Casn Coria, secuestrado y desaparecido en aostode 1975 en Salta; Erland Kramer orrez, secuestrado y desaparecido el 11 de

    septiembre de 1975 en La Plata, provincia de Buenos Aires; Huo Salinas Arce,secuestrado y desaparecido el 1 de diciembre de 1970 o 71; Ruth Snchez G-

    mez, secuestrada y desaparecida en setiembre de 1974 junto a su hija FabiolaSnchez Gmez, de tres aos de edad (todos ellos, antes del inicio del Plan

    Cndor); el escribano Bustos Verara, secuestrado en Bolivia y entreado a lasautoridades arentinas probablemente el 13 de octubre de 1976, que perma-

    nece como desaparecido; Francisca Paz Dora Cabezas Molina, secuestrada y

    desaparecida el 14 de mayo de 1977 en Ituzain, provincia de Buenos Aires;Gustavo Medina Ortiz, un aboado que ue detenido en Bolivia y enviado a la

    Arentina donde ue secuestrado en Salta, donde resida el 10 de octubrede 1975; Cosme Benito Choque, empleado del Hospital de Clnicas de Buenos

    Aires, ciudad en la que ue secuestrado y desaparecido el 14 de septiembre de1976; Serio Coro Buitrao, secuestrado y desaparecido el 11 de septiembre

    de 1976 en la ciudad de La Plata, presuntamente visto en 1979 en el CCD que

    uncion en la Unidad 9 del Servicio Penitenciario Bonaerense, ubicada enLa Plata; Mario Ivar Flores Vzquez, hijo de padres bolivianos, secuestrado

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    y desaparecido el 26 de mayo de 1976 en Jujuy y visto en el CCD que un-

    cion en el Grupo de Artillera de Montaa N 5 de San Salvador de Jujuy;

    Rubn Ramiro Gonzlez Palza, secuestrado y desaparecido en enero de 1977

    en Gonzlez Catn, provincia de Buenos Aires; Oscar Huo Gonzlez de laVea, secuestrado en Bolivia y trasladado a la Arentina el 15 de octubre