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EL EXEMPLAR Y MILAGRODE PRÍNCIPES EN LA TIERRA,

SAN FRANCISCO DE BORJA.

S E R M O N ,Q U E E N L A F E S T I V I D A D

CELEBRADA POR L A SEÑORA

C O N D E S A D E O S I L OEL DIA 9 DE NOVIEMBRE DE 1790.

D I X O

EN L A IGLESIA DE SAN FELIPE NERI

DE ESTA C O R T E

E L R. P. Fr. V IC E N TE FACUNDO L A B A IG T L A S S A L A , Lector de Teología del Orden de San Agustín^ y Socio de la

Real Academia Latina Matritense*

D A L O Á L U Z

LA EX SEÑORA DUQUESA DE OSUNA,A R C O S ,G A N D IA , & c . & c . & c . N IE T A D E L M ISM O S A N T O .

MADRID MDCCLXXXXI.E N L A I M P R E N T A D E L A V I U D A D E IB A R R A .

C O N L I C E N C I A ,

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E X " S E Ñ O R A .

S E Ñ O R A . ‘ '

E l empeño de condescender á ja s

generosas intenciones de V . E . me

constituye igualmente en el de obe­

decer sus preceptos á pesar de mi

propio conocimiento. La Oración es-

tá desnuda de todo mérito por lo

que tiene de mia; pero es muy su­

perior el que logra por ser elogio de

un Santo Duque de Gandía y digno

abuelo de E . iT á quien mejor

que á V . E . debia yo consagrarla,

quando la materia de que trata le

es tan propia por naturaleza , por

sangre y por afecto“ N i yo podia

desentenderme de ello, ni V . E . de­

fraudarla de aquel secreto espíritu

y singular veneración , que sin du­

da la dará su grande y respetable

nombre. Pero V . E . me impone el

mas rígido silencio sobre lo que de­

biera formar el mas precioso argu­

mento de la Dedicatoria ; y aunque

la transgresión de este precepto se­

ria para mí tan apreciable , como

sensible á la modestia de V . E . , sa­

crifico mi gusto, y obedezco, bien per­

suadido de que no quedan frustra­

dos mis deseos, pues el mundo mis-b

mo continúa un asunto, que debiera

yo empezar ahora.

Señora^

El mas atento Capellan de V. E,

Fr* Vicente Facundo Labaig y Lassala»

«►f? *- + + + -f + + + + 4 + + + - f ' f + + f . i . + 4- + V + + + ft-«..

Fuit cum Prindpíbüs Populi et fecit justitias Domini, Deuteron. c. 33. v. 21.

N oO Señor no Señor\noya mas servir á due ño alguno, que se me pueda morir. Si consi­deramos al modo humano estas palabras, ¿no diremos, que el Principe, que las pronunció, deslumbrado por algún tiempo con el falso brillo de una gloria fugaz y perecedera, abrió los ojos, quando el mundo corrió á su vista el telón con que encubre y disfraza su triste y engañadora figura? Pero lejos de nosotros, que por la felicidad de los demas vengamos aquí á perder de vista su propia felicidad : N o, no temáis, pues, que yo mire como desengaño lo que no fué otra cosa, que gracia y recompensa de su virtud. El Héroe, que hoy nos habla, y á quien vengo á proponeros como Milagro y Modelo de Prin­cipes sobre la tierra, en todas las anterio­res edades de su vida habia ya conocido las puntas y las espinas de la grandeza huma­

n a , y sabia muy bien, que nada hay grande en el mundo , sino lo que es grande á los ojos de Dios. Y ved aquí, como lo que respec­to del sugeto, de quien voy á hablaros, fué el término de su felicidad , viene á ser para nosotros su verdadero origen y principio. Entonces se mejoró una vida con todas las apariencias de muerte : mas para nosotros la muerte ha de ser el principio de nues­tra vida y yo no tomé sus palabras en mi boca , sino para exhortaros á su imitación. Porque en verdad , ó Príncipes y Señores de la tierra , temería aun mas vuestra cen­sura , que vuestra autoridad , si cumpliendo con mi peculiar asunto , p’ etendiese instrui­ros y enseñaros las respectivas obligaciones de vuestro estado. Pero lo que en particu­lar fuera avilantez y arrogancia , en gene­ral es ocupacion útil y necesaria. Así mi áni­mo es decir en general qual deba ser un Príncipe christiano, mucho mas perfecto que Xenofonte. fingió á su Ciro , los Sabios á un Filósofo , los Retóricos á un Orador pues el modelo que voy á dibuxaros es mucho ma­yor sin comparación, y mas digno de ser imi-

(Ili)tado. N i entiendo yo por esta palabra Prín­cipe precisamente aquellas augustas y sagra­das cabezas, que con todo derecho de justi­cia logran una autoridad absoluta sobre la tierra. Entiendo también los Grandes y Se­ñores , á quienes la elevación , ó el destino les dio ó enemigos que vencer , ó vasallos que gobernar. Un Principe tal, como la Igle­sia le tiene canonizado en la respetable Perso­na del Duque IV. de Gandía , Marques de Lombay , Virrey de Cataluña , Confidente de Cárlos V. Caballerizo mayor de la Em­peratriz , Grande de España , pero mucho mas grande en el Reyno de los Cielos, San Francisco deBorja. Mundo engañador, mun­do idiota, mundo soberbio, ¿que? Espera­bas que declamando yo contra tu falsa y perversa política, me acarrease los tiros de una sangrienta maledicencia? Censura des­preciable, de que, sin exponerme á ella, me libra hoy el exemplo de mi Héroe. No con­traeré, pues. Hermanos mios,sus virtudes á vuestras iniquidades : elogiaré como pueda las unas, y callaré las otras, A l modo que un diestro pintor , según nota San Basilio, pone

c

(ini)un retrato acabadísimo, para que cada uno de sus discípulos dirija por él su ingenio así os daré yo el de Francisco deBorja, para que, si nos conformamos con él , bendigamos al Señor y si nos hallamos muy distantes, pro­curemos imitarle. Él es, pues, quien habla y dice : No Señor, no ya mas servir d dueño que se me pueda morir.

Luego fúndese el mérito en los servi­cios , que hacemos á otros, ó levántese nues­tra gloria sobre los servicios, que nos hacen, es preciso convocar las luces de la fé , y re­conocer en toda la serie de sucesos, que el incidente menos considerable arrastra una cadena, que se extiende hasta los siglos ve nideros : que hay una vida eterna , cuya esperanza dilata nuestros deseos, desvanece nuestras aflicciones, y consagra nuestros tra­bajos. La tierra es un lugar de destierro, donde aun en medio de la opulencia y gran­deza , no se puede cantar el cántico del Se­ñor sin susto, ni distracción. Continuamen­te nos debíamos preguntar á nosotros mis­mos ¿para que vivimos? Y esto nos enseña­ría, que solo estamos en el mundo para me-

recer una vida mucho mas dichosa y mas su­blime , y que la presente no es mas que el aprendizage de la venidera. Nosotros no he­mos sido criados ni para edificar palacios, ni para conseguir victorias, ni para formar proyectos , sino para adquirir una eternidad dichosa. Abramos los cielos á esfuerzos de la fé , y no dudarémos de una vida venidera, que debemos conquistar con violencia. La mas brillante grandeza, y las hazañas mas ruidosas, no valen el honor de vencerse uno á sí mismo. ¿De que sirve mandar vasallos, si no se sabe hacer callar á sus pasiones? Aquel es el verdadero Héroe , que conoce el valor de su sér, y que procede en todo mi­rando á la eternidad. Ó esta es la verdade­ra grandeza, Hermanos mios, ó nunca hu­bo grandeza en el Universo. Es preciso per­der de vista , y olvidarse de este mundo ter­restre , para conseguir la posesion de un Rey- no eterno. Este es un triunfo secreto, con que el Principe christiano se corona por sus propias manos. Esta aquella magnanimidad, que no conoce la prudencia de la carne : es­ta aquella grandeza, que sobre las ruinas de

el orgullo,sabe ensalzar su memoria, y eter­nizar un espíritu inmortal. Ved la gran po­lítica , que santificó á Francisco de Borja. Ape­nas se encontrará un Príncipe ni mas humil­de en la elevación, ni mas desasido de las riquezas, ni mas recogido en la agitación y embarazo de los negocios , ni mas equitati­vo en la administración de la justicia. Asi que decir de é l , que fué Príncipe , y que cumplió en todo las justicias de el Señor, es darle un debido elogio á la grandeza de su nacimiento , y á la grandeza de su virtud. Fuit cum Principibus Conténtome, pues, con este elogio sencillo, para que los que aun viven en medio de el mundo y de la Corte, en la Judicatura, ó en las administraciones, dén por el pie, á vista de este modelo, con el fantasma de las obligaciones que deben cumplir, de los trabajos que se han de sopor­tar , de los peligros que evitar, tentaciones que desechar , objetos que temer. Francisco de Borja tuvo todo esto como vosotros. El punto de la dificultad es, que os gobernéis como él. ¿Pues que es lo que hizo este Gran­de? Cumplir las justicias del Señor. F eá t

jüstiüasDomim. ¿Y acaso os parece este un pe­queño elogio? Pues tal puntualmente fué el que dio el Espíritu Santo á aquel Príncipe cor­tado á medida de el corazon de Dios., el ma­yor y mas poderoso entre los Príncipes de la tierra , el Santo Rey David : Faáebat judi- ciurn atque justitiam cuncto popido. Luego para ser Grande según el mundo, es menester ser Grande según Dios. Este es todo el argu­mento que voy á proponeros en la persona de este digno Príncipe, esplendor y gloria de la Casa de Borja, árbol fecundo y robusto , á cuyo exemplo debe multiplicar sus ramas, y producir laureles con que coronarse. ¡Ó y si el Espíritu Divino enriqueciera mi discurso, casi ya perdido en objeto tan glorioso, si me con­cediera aquellas imágenes vivas y natura­les , que representan y persuaden la ver­dad, ¡quan respetable manifestarla la gran­deza de los Príncipes de la tierra con el exemplo de este Héroe , que reyna ya fe­lizmente en el Cielo! Pero lo que no podemos por nosotros mismos, busquémoslo en la fuen­te y origen de todas las gracias por la me­diación de la común dispensadora de todas

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ellas Maria Santísima Señora nuestra. AVE M ARIA.

P arece cosa contradictoria , que para ser grande según el mundo sea necesario ser gran­de según Dios. ¿Porque quan difícil es encon­trar los aplausos de el mundo con las bendicio­nes de la virtud? El mundo regularmente aban­dona á los que se dedican á D ios, ó Dios re­prueba á los que se entregan al mundo. Y así decir de un Príncipe, que no fué grande en el mundo, sino por haber sido grande se­gún Dios, es justificar toda la verdad de mi discurso. No perdamos tiempo. ¿Quien le dis­puta á Alexandro su grandeza según el mun­do, tan distante como estuvo de la grandeza según Dios? El mundo mismo , que desbara­tó sus empresas, trastornó sus proyectos, do­mina sobre sus posesiones, pisa sus cenizas, mira con desprecio sus inscripciones , se rie de su nombre , ó no lo mira sino como ter­ror y oprobrio de la humanidad. Luego no es esta la grandeza que respeta el mundo, ni la sangre Real de Aragón y de Navarra, ni las alianzas y enlaces con la mayor parte

de los Principes de Europa , ni la union del Santuario con el Trono, ni todos los timbres de sus ascendientes son tampoco los que pre­sentan hoy á Francisco de Borja como modelo de Príncipes sobre la tierra. San Pablo dice, que la dominación no es solo una dignidad, que eleva al hombre sobre los otros, sino que es también un ministerio de Religion para con D ios, de justicia para con los pueblos, de caridad para con los miserables, de severi­dad para con los malos , de ternura para con los buenos. Ved aquí los principios so­bre, que fundó Francisco de Borja toda su ele­vación , y la que aplaude el cielo con sus prodigios, y la tierra con sus elogios. Por­que ¿que son hoy dia en el mundo tantos Príncipes , que contribuyeron al nacimiento de nuestro Santo , sin embargo de circular en sus venas la misma sangre, de gozar los mis­mos bienes , poseer los mismos estados , ce­ñir sus sienes con tantos y tan hermosos lau­reles , y tanto mas quanto estaban mas uni­dos al Trono ilustre, que les comunicó su es­plendor? ¿Que concurso se mira hoy dia al rededor de sus sepulcros? ¿Que elogios con-

sagra el mundo á su memoria? Cayéronse aquellas hojas , secáronse con el tiempo , y arrebatólas el viento como una paja : su pie­dad misma no subsiste todavía , sino en quan­to procuraron inspirarla á esta tierna planta, cuyos preciosos frutos justificaron el vatici­nio de su Santa Abuela Doña María Henri- quez, y los piadosos desvelos de su virtuosa Madre Doña Juana de Aragón.

Con que si hoy dia celebra el mundo la grandeza de Francisco de Borja, es porque en lugar de tiernos y amorosos arrullos, le es­taban intimando sus Padres de continuo la severidad de los juicios de Dios , cuya ima­gen habia de representar sobre la tierra. Y esta educación santa formó en Francisco un Niño, tan presto racional, como católico, tan presto intelectual, como esclavo de la fé, tan presto dueño de su alma , como admirador de aquella verdad eterna , en cuya incom­parable hermosura fixó sus pupilas dichosa­mente embelesadas , y que tiene siempre con estos inocentes sus pláticas y comunicacio­nes mas estrechas. Pero es muy corto el tiem­po , que se concede á un panegírico , para

detenernos en recoger flores, á fin de adornar su cuna ; dexemos crecer á este Niño en bra­zos de su virtuosa Madre: este nuevoNazare- no consagrado al Señor desde sus primeros dias , acostumbrado á la revelación de sus voluntades, y al conocimiento de sus miste­rios , sacando y chupando, como industrio­sa abeja , el jugo de todas las virtudes, que le comunicó la veneración de los Santos, á cuyo culto eregia altares, y hacia de la casa paterna un templo y una iglesia doméstica, confundirá siempre aquella libertad y des­ahogo , que nuestros Filósofos quieren sea el preliminar de la buena crianza , especial­mente de un Príncipe, y de todos aquellos, á quienes lisonjea la vanidad de un ilustre nacimiento. Corruptores de un siglo tan per­verso como el siglo XVIII. ¿son estas aque­llas máximas, que enseñáis vosotros, que al jovencito no se le incomode en cosa alguna: que el Director le siga el genio : que no al­tere su alegría y vivacidad con las funestas ideas de el juicio, y vida futura? Muy bien: así metido en un escaparate , y envuelto en algodon se irá formando esta criatura tan lin-

e

da y tan delicada, como despues la han me­nester para su Escuela los Promotores de elde- leyte y de la libertad.

gY quales fueron entonces las conseqüen- cias de la política , que dirigió á Francisco en los graves y complicados negocios, á que desde su edad mas tierna le destinó la Ma- gestad de Cárlos V .? Su política fué es­tablecer la paz entre sus vasallos, y las con- seqüencias fuéron el hacerse Señor de todos ellos, siendo el objeto de sus confianzas, el árbitro de sus diferencias , y el garante de sus tratados. Citadme ahora un exemplo, en que la política mundana haya hecho una cosa mayor , mas sublime y mas augusta , aun se­gún las leyes de el mundo mismo. Bien me hago cargo, que Francisco habia recibido de el Cielo la abundancia de aquellos dones , sin los que en vano se buscarla el decoro de la Religion , y la felicidad de los Pueblos, y que siempre concede el Señor á losPríncipes, pero rara vez los derrama con mano tan magnífica y liberal. Á él se le dió una alma mucho mayor, que su imperio,un corazon de tanta capacidad y nobleza , como la antigüe­

dad y esplendor de su origen. Pero vióse tam­bién por . una fidelidad escrupulosa á las gra­cias, que habia recibido : vióse, digo, en Fran­cisco antes un súbdito á los pies de Jesu- Christo, que un Principe al frente de sus va­sallos : un Duque y un Marques, que en nada estimó la grandeza y opulencia de su prosa­pia , sino en quanto pudo hacer de ellas un agradable sacrificio á Jesu-Christo , á quien servia en persona de sus pobres. ¿Decidme, pues, si con tan bellas prendas de naturale­za y de gracia, no vió la Corte de España en el mayor de sus Grandes un Político tan fino, como un perfecto Christiano? Guárde­me Dios de caer aquí en la flaqueza de re­probar el conocimiento de las ciencias huma­nas , la historia de los Reynos , el exercicio de las armas, y demas ocupaciones dignas de un Príncipe y Grande de la tierra. Con­fieso de buena fé , que de todo esto se ne­cesita para ser Grande en el mundo , pero dirigido según el espíritu de Dios. Sin esta guia,léjosde formarse buenos Príncipes, no se verá mas que la destrucción de los Impe­rios. Hinchados y ensoberbecidos de el or-

güilo y amor propio, se llegará á perder el norte de aquella sabiduría eterna, de quien dice el Espíritu Santo: mió es todo consejo sano: de mí procede la prudencia y la for­taleza : por mí mandan los Príncipes, y los que tienen poder determinan en justicia. ¡Que funestos exemplos ofrece la historia de las Naciones de esta sabiduría animal, enemiga de D ios, y reprobada por su espí­ritu! Pero fáltame el tiempo para manifesta­ros á Francisco baxo la guia y auspicio de su tio Don Juan de Aragón , Arzobispo de Zaragoza, entregado al estudio de aquellas ciencias, con que el hombre, sin desviarse de la Religión, enriquece su espíritu , logra un buen ingenio, y ayudado de sus luces naturales, como dice el Grande Agustino, se forma hombre de provecho para la Religión y el Estado: Non solum bomm ingenium , sed et honestas, et útiles disciplinas comparari an­te gratiam salutarem. Dígolo esto por los bue­nos Príncipes ; pero de los Príncipes Santos, como Francisco aun digo mas, y es,que to­das estas flores, todos estos ricos despojos de Egipto 5 los recogia y juntaba para adornar

con ellos el Santuario, y cumplir siempre las justicias de el Señor. De aquí aquel secreto espíritu de desgarrar sus carnes con san­grientas disciplinas niño aun de solos diez años, en la muerte de su madre; persuadi­do de que los verdaderos sufragios deben ofrecerse por un corazon puro é inmaculado, hostia mucho mas apreciable, que el humo de las antorchas, la suntuosidad de los túmu­los , el estruendo de las armas. De aquí aque­llos tiernos coloquios, con que postrado á los pies de Jesu-Christo trataba á solas con él en las horas enteras de oracion, con que dia­riamente alimentaba su espíritu. Aquella es­crupulosa delicadeza de su conciencia en pe­sar todas sus acciones, exáminar sus fragili­dades , llorarlas amargamente en el tribunal de la penitencia. ¿Que agitación no causan las santas disposiciones de Francisco en el corazon de su padre , quien , aunque se ale­graba de ver al hijo tan aplicado, le quisie­ra por lo mismo menos devoto? Envíele en­horabuena su Padre á la Corte de el Empera­dor, con el fin de distraerle y estorbar la ge­nerosa resolución , que temia y recelaba de

f

la virtud heroyca de Francisco; él obedece­rá como buen hijo , servirá al César como buen vasallo, vivirá como buen Príncipe , y enseñará á los Grandes y Señores, que la ver­dadera política no dista mucho de la severidad Evangélica : que el hombre de bien es el hombre de Religión^ y que no hay verda­dera honradez sin verdadero conocimiento de Dios, y sin un temor santo de sus juicios.

Aquí apelo yo á vuestra propia conciencia, succesores de sus empleos, compañeros de sus ministerios, hombres sujetos á los mismos car­gos y servicios : ¿visteis jamas hombre mas diestro en manejar un caballo, hasta dispu­tarle la primacía al mismo César, mas aten­to y circunspecto en vuestras visitas y eti­quetas, mas adelantado en el exercicio de las armas, mas esforzado en la guerra, mas dul­ce y caritativo en la paz , mas exácto y jui­cioso en todas sus difíciles y honrosas comi­siones? Y en medio de todo esto, yo no sé porque espíritu de compunción, y sin embar­go de su inocencia y santidad, se reduxo á ceñir un áspero cilicio á la raiz de su carne, á debilitarla con largos y rigurosos ayunos.

á mantenerla con unas raíces amargas y un poco de pan,que eran su ordinario alimento, á domar y enflaquecer la extremada robustez de su cuerpo con una serie de penitentes exer- cicios, que le reduxeron á la contextura de un animado esqueleto. ¿Sabéis por que? Porque su felicidad la pretendia únicamente estable­cer sobre la piedad de los Grandes, y la piedad de los Grandes en la fuerza de sus exemplos. Porque sus virtudes eran mas que filosóficas, teológicas: sus miras mas que políticas, evangé­licas: sus resoluciones mas que heroycas, chris- tianísimas. Porque la pobreza de espíritu , la abnegación de sí mismo, la renuncia espiritual de los bienes terrenos, la mortificación de to­dos los apetitos y concupiscencias de la car­ne , las reconocía no privativas de el Anaco­reta , sino convenientísimas al Príncipe 5 y que siendo las pasiones unas, la obligación de refrenarlas precisa, las generales leyes de el christianismo comunes al Palacio y al de­sierto , se procuraba , como los unos, la sal­vación eterna , persuadido de que no era di­ferente el cielo para los Príncipes, que el mis­mo señalado para los Monges.

Calla prudencia humana , sabiduría de el siglo , estremécete y suspira : ved aquí una política que no conocéis; pero una política christiana, que aun el mundo mismo ha coro­nado despues con sus elogios. ¡ Quan hermo­sa se dexa ver la virtud quando encuentra su protección en los Tronos! Aquel prodi­gio de valor y de virtud , aquel Héroe fa­moso en la historia de los Reynos, Cárlos V. gno creyó deber á la virtud de Francisco la felicidad de sus empresas , ya en las expedi­ciones de Africa , ya sobre las Costas de Pro- venza? Aun mas, el santo fin de este gran Príncipe y Monarca, ¿no fué fruto de la con­versación de Francisco? Cortes celebradas en Monzon, ¿vuestros tratados políticos estorba­ron á Francisco, que pusiese todo su cuidado en tratar el negocio de su propia salvación, y la de el Soberano á quien servia? El estré­pito de las armas , la victoria y la desola­ción , la desgracia, que alguna vez enervó el brazo de el Emperador, á quien acompa­ñaba y servia, jle hizo perder algo de su virtud? ¡Ah! la Religión que le dirige mu­da los exercicios de su santidad , pero no

altera los sentimientos de su corazon. Ella le hace li orar, ó combatir, según sus cir­cunstancias : buscar la gloria, ó huir de ella: complacerse en el retiro , ó seguir el mar­cial estruendo de las armas : ceñir la espa­da por el cilicio , como también ocultar los cilicios con las telas mas preciosas. Según esto, ¿en que paran ya los improperios, que se hacen á la santidad , de que afemina el ánimo, y de que es incompatible con el va­lor? Levántense los impíos , y digan ¿si se halla en ellos, no digo que oponer , pero ni que comparar con el heroismo de este Grande de España? Reyes de la tierra , Po­derosos de el siglo. Héroes Christianos , vo­sotros todos quantos aspirais á la verdadera gloria , estudiad sobre este modelo , por que caminos se encuentra sin afan y sin pesqui­sa. Puesto sobre los altares, ¿que nos predi­ca con su exemplo? Lo mismo que dice San Pablo : la virtud es útil para todo* ; Pietas ad omnia utilìs. Lo que añade el GranfAgus- tino , que los Principes y Señores deben glo­rificar á Dios en aquellas funciones y minis­terios, que son privativos á su estado : In hoc

g

servlunt Principes Deo , dum faciunt ea , quae non possuntfacere , nisi Principes. Y lo mismo que hizo Francisco de Borja en medio de su grandeza , en que jamas se desvió de las jus­ticias de el Señor : Fecit justitias Domini.

g Y fué acaso por esto menos Grande en el mundo? Tan léjos estuvo de ello, que me atrevo á decir, que sus cargos y dignida­des fueron mas recompensa de su virtud, que prendas de su nacimiento. No hablo yo aquí de aquellas Comisarías Generales , ni aun del mismo Generalato , en que por su vir­tud fué juzgado digno de suceder al glorio­so Fundador de una Religion, que desde sus principios daba ya copiosos frutos á la Iglesia, y que eligió Francisco como asilo de todos los peligros y baxíos, en que suele pe­ligrar aun la virtud mas delicada. No de las Legacías y Capelos, de que él huía con tan­to miedo, quanto es el afan,con que los ape­tecen y solicitan otros. Hablo solamente de aquellos puestos, que exige el órden y eco­nomía de los Reynos. De el Virreynato y Capitanía General de Cataluña , fruto úni­camente de su virtud. §Y os pintaré yo aquí

la triste imagen de aquel Reyno al entrar en él su nuevo Virrey? Poco importa el que se vean los caminos sembrados de gente per­dida y facinerosa, sus Ciudades convertidas en escuelas de el vicio y de la mentira , en sepulcros de la ambición y de la inocencia: sus liabitadores en maestros de la infamia y de el pecado. A l entrar en él Francisco de Borja fué necesario, que el vicio tomase ó el partido de corregirse, ó el de esconderse ; y para introducirse en el servicio de este gran Señor, no se recibia otro título , sino el de una profesion abierta de servir á Dios. Pron­tamente se vió cumplida á la letra la pala­bra de el Espíritu Santo , á saber , que los Ministros y subalternos son la imagen de el Juez de el Pueblo ; y que según fuere el Go­bernador de una Ciudad , tales serán sus ha­bitadores : Secundum Judicem Populi, s k et Ministri ejus , et qttalis Rector est Civitatis, tales et inhabitantes in ea.

Con efecto, g que cosa mas propia para persuadir la virtud y desterrar el vicio , que ver al Virrey vestir el rico uniforme para es­conder el cilicio? gNo comer en público, si­

no para inspirar el ayuno y abstinencia? ¿No interrumpir sus ocupaciones, sino para va­car á la lección sagrada , á la oracion y me­ditación, en que empleaba de seis á siete ho­ras antes de oir Misa todos los dias ? § No lle­gar al parecer á sus tesoros , sino para fun­dar hospitales y para dotar Monasterios? ¿No mostrarse inexorable, sino en desterrar el due­lo , y en extirpar la blasfemia? Y en todo lo demas dar siempre muestras de tanta ter­nura y afecto, que se ganaba los corazones de todos. Excusaos ahora quantos me escu­cháis, con que los muchos y graves negocios, que os rodean , la razón de estado, el vivir en una C orte, la fatiga y servidumbre os estorba el dedicaros enteramente al servicio de el Señor. Amable virtud, que ha tantos siglos gimes á la puerta de los Palacios, y al rededor de las Cortes, pidiendo la protección de los Grandes, dexa por esta vez tu con­goja y llanto. Francisco borra tu oprobrio, cediéndote todo el esplendor de la magestad. Subid con este Príncipe al trono , que os abre camino para coronaros. Si en el dia sois mirada como plebeya , haga honor este

Héroe de fiaros su nombre. Sea una vez reyna la humildad, y no reyne siempre la soberbia. Las riquezas no estén sujetas á una desmedida prodigalidad : sea la virtud de la largueza quien las maneje. Llámese reyna la castidad esta vez : no prevalezca en su palacio la luxuria: no la ira : gobierne sus estados la paciencia : destiérrese la envidia de sus pueblos: formen la unión y la cari­dad toda su corona. En el solio quede sen­tada la templanza : la diligencia discurra por todos sus dominios. Esto es lo que pedían las virtudes por una v e z ; Tantummodo invocetur nomen tiium super nos , aufer opprobrium nos trum, Y este fué el triunfo , que consiguió la virtud en los felices dias de la vida públi- ca de Borja. En los Reynos, en los Pueblos y Ciudades , y hasta en sus mismos Pala­cios , vivió el Duque IV. de Gandía su­jeto á la mas severa disciplina , y trasladó todo el rigor de el Claustro á la esplendidez y magnificencia de su Palacio. Se mantuvo en el mundo hasta aquel instante, en que fué ^necesario su exemplo para la santificación de los demas , y luego triunfó de sí misn o

por medio de la mas generosa y exacta re­nuncia de toda su grandeza. Y si como notó un sabio de la antigüedad es mas gran^de , que mas sabe huir y despreciar la gloria^ que le sigue por todas partes : * Francisco fué sin duda uno de los mayores Grandes de el mundo , y tanto mas, quanto que este gene­roso desprecio no fué efecto de una Stoica filosofia , sino abnegación perfecta nacida de una moral christiana.

¡Sacra memoria de los Santos Príncipes D avid , Josafat, Ecequías y Josías! ¡Felices reynados de un David religioso , de un Jo­safat Apostólico , de un piadoso Ezequías, de un Josías zeloso! Haced honor al espíri­tu religioso de Francisco. Si hasta aquí fué comparable con vosotros , si es acreedor á iguales elogios , con que el Espíritu Santo nos canonizó el plan y política de vuestro gobierno : si fué un Príncipe, que cumplió las justicias del Señor en los varios estados de su vida particular : Fuit cum Principibus é^c. ¿decid si no fué mucho mas Grande quando firmó su testamento á favor de su Primogénito,

1 Diogen. ap. Stob. Serm. 84.

á fin de dedicarse enteramente al servicio de el Señor? ¿Decidnos quanto le costó aquel singu­lar honor, que hicieron á su virtud las prime­ras y supremas Cabezas de el mundo, con­sultándole, y valiéndose de su persona la Igle­sia , como le habia buscado y servídose de él el Mundo mismo. Pero mas de cerca lo di­réis vosotros, Príncipes y Soberanos, que le imitáis. ¡Venerable memoria de CarlosV. grandeza de alma de Juan Casimiro Rey de Polonia! Si el uno en lo ultimo de su vida fué á poner á los pies de Jesu-Christo los ilus­tres despojos, que habia alcanzado de sus ene­migos , y si estimó mas el otro enterrarse vivo con los muertos , que no reynar y vi­vir gloriosamente entre los vivos , ¿no fué porque instruidos en la idea de la verdade­ra grandeza, fueron á buscarla en el seno de el mismo Dios? Refiero aquí las palabras del Rey de Polonia por última prueba de mi dis­curso. D exo, en fin, mi corona, que tanto •»’ estiman los hom bres,y elijo por trono seis

pies de tierra, que han de reunirme con «mis padres. Desciendo en efecto de los ho- «ñores, para volver á entrar en la muche-

adumbre. De Soberano paso á súbdito , huyo 9>al refiro , adonde llevo á mi Pueblo en mi «corazon, y donde no cesaré de pedir y me- íiditar, para que Dios le dé un digno Mo- «narca.n ¡Ah! Hermanos mios , ¿puede de­cirse cosa mas grande y mas sublime? Pues la renuncia de el Rey de Polonia puede de­cirse, que es la misma de Francisco deBorja; y estos Héroes mortales nos enseñarán con su exemplo , que para ser verdaderamente Grandes en el mundo, es menester serlo se­gún Dios.

Con efecto ¿no es mas ilustre infinitamen­te la célebre familia de sus descendientes por la corona de gloria que posee su Santo Abue­lo hoy dia en el Empireo, que por quantas se han puesto sobre su cabeza en la tierra? ¿Que satisfacción para los Borjas ver reno­var desde este tiempo su antigua union en­tre sí mismos , y extender su gloria por la dilatación de los siglos? ¿Tuvo alguna vez la mas fastuosa ambición iguales honores, igua­les bienes, é igual gozo, que ofrecer á los su­yos? ¿La grandeza de su virtud pudo des­lumbrar la de su nacimiento? Por el contra-

rio, ¿la grandeza de su nacimiento no hizo mas honor á la de su virtud? Grande en su nacimiento, anunciado con los presagios de una santidad eminente : Grande en su vida, que fué un texido de buenas obras, de bue­nos exemplos : Grande en su muerte, acom­pañada de heroycas virtudes y de ruidosos milagros : Grande en su justicia, Grande en humildad , Grande en caridad: Grande Hé­roe, Grande Príncipe, Grande Santo : Gran­de sin restricción , ni aditamento : Grande, digo:: ¿pero como así me precipito en su elogio ? En vano intento justificar un asun­to tratado ya con toda su dignidad por los Oradores, que justamente me preceden , y que fué la materia de vuestra religiosa aten­ción ; á mí me basta decir, que fue Gran­de absolutamente, el Exemplo y Milagro de todos los Grandes. '

R evolved, gran Dios , esas sagradas ce­nizas ®, en cuya presencia se queman tantos inciensos, y se consagran tantos elogios. Rea­nimad esos venerables huesos , que desde el

1 T a l fué el determinado asunto, que se dió al Predicador para su dia.2 En la Iglesia donde se predicò este Sermón se venera el sagrado

Cuerpo del Santo.

alto solio, que ocupan en vuestro templo es­peran la resurrección general ; dadles nuevo espíritu y vida para persuadir tan santos exemplos, y predicar tan heroycas virtudes. Vuestra voz, ínclito Héroe de España , gloria y honor de el Valenciano Pueblo, monumen­to ilustre de una santidad , no ménos flore­ciente en la Capital de aquel Reyno, que en todo su recinto ; Vuestra voz supla la flaque­za y debilidad de la mia , para formar ver­daderos Héroes, mayores Santos y felices ado­radores de aquel Dios, cuya inalterable po­sesión forma en el dia la corona de vuestra Grandeza, y el premio de vuestra santidad por todos los siglos de los siglos, y donde nos conduzca vuestro exemplo por una eternidad bienaventurada.

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