Paul Kennedy - Auge y Caída de las Grandes Potencias

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  • PAUL KENNEDY

    AUGE Y CADADE LAS GRANDES

    POTENCIAS

    Traduccin deJ. Ferrer Aleu

  • Para Cath

  • AGRADECIMIENTOS

    Sean cuales fueren los puntos dbiles de este libro,hubieran sido mayores sin la amable ayuda de misamigos. J. R. Jones y Gordon Lee revisaron crtica-mente el manuscrito. Mi colega Jonathan Spence seesforz (temo que con un xito slo parcial) por mo-derar los supuestos culturales que surgan en los dosprimeros captulos. John Elliott me dio nimos conrespecto al captulo II, pese a que evidentemente noes mi perodo. Poddy O'Brien y John Bosher procu-raron que mis comentarios sobre las finanzas france-sas y britnicas en el siglo XVIII fueran menos esque-mticos. Nick Rizopoulos y Michael Mandelbaum noslo revisaron los ltimos captulos, sino que tambinme invitaron a exponer mis ideas en una serie de reu-niones en el Instituto Lehrman de Nueva York. Innu-merables eruditos me han odo leer trabajos sobresubtemas de este libro y me han proporcionado refe-rencias, una crtica muy necesaria y estmulo.

    Las bibliotecas y personal de las Universidades deEast Anglia y Yale constituyeron una gran ayuda. Mialumno graduado Kevin Smith me ayud en la bs-queda de estadsticas histricas. Mi hijo Jim Kennedyprepar los mapas. Sheila Klein y Sue MacClain meayudaron con la mecanografa y el procesamiento de

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  • textos, como lo hizo Maarten Pereboom con la biblio-grafa. Me siento muy agradecido por el permanenteapoyo y estmulo que me ha proporcionado duranteestos aos Bruce Hunter, mi agente literario. JasonEpstein ha sido un editor firme y paciente que mehizo pensar reiteradamente en el lector profano ytambin reconoci antes que yo hasta qu punto seratarea exigente tratar temas de esta magnitud.

    Mi familia me ha prestado apoyo y, lo que es anms importante, alivio. El libro est dedicado a mi es-posa, a quien tanto debo.

    PAUL KENNEDYHanden, Connecticut, 1986

  • INTRODUCCINEste libro se ocupa del poder nacional e interna-

    cional en el perodo moderno, es decir, del posre-nacimiento. Procura rastrear y explicar cmo han as-cendido y cado las diversas grandes potencias, inter-relacionadas, durante los cinco siglos que van desdela formacin de las nuevas monarquas de Europaoccidental hasta el inicio del sistema de Estados glo-bal y transocenico. Inevitablemente, se ocupa muchode las guerras, sobre todo de aquellos conflictos ma-yores librados por coaliciones de grandes potenciasque tuvieron tanta influencia en el orden internacio-nal, pero estrictamente hablando no es un libro dehistoria militar. Se aplica tambin a rastrear los cam-bios que se han producido en los balances econmi-cos globales desde 1500; y, sin embargo, no es, al me-nos no directamente, un trabajo de historia econmi-ca. Este libro se concentra en la interaccin entre eco-noma y estrategia a medida que los Estados punterosdel sistema internacional luchaban por aumentar suriqueza y su poder, por llegar a ser (o por seguir sien-do) ricos y fuertes.

    Por lo tanto, el conflicto militar del que habla elsubttulo se examina siempre en el contexto del cam-bio econmico. Por lo general, el triunfo de cual-quier gran potencia de este perodo, o el colapso deotra ha sido la consecuencia de prolongadas luchas desus fuerzas armadas, pero tambin de la utilizacin

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  • ms o menos eficiente de los recursos econmicosproductivos del Estado en tiempos de guerra y, msen segundo trmino, la consecuencia de la forma enque la economa de ese Estado haba estado mejoran-do o empeorando en relacin con la de otras nacioneslderes durante las dcadas que precedieron al con-flicto armado. En consecuencia, para este estudio estan importante la alteracin regular en la posicin deuna gran potencia en tiempos de paz como la maneraen que lucha en tiempos de guerra.

    Esta argumentacin ser objeto de un anlisis mu-cho ms elaborado en el propio texto, pero puede re-sumirse muy brevemente:

    Las fuerzas relativas de las naciones lderes en elescenario mundial nunca permanecen constantes, so-bre todo a causa del ndice irregular de crecimientoen las distintas sociedades y de los avances tecnolgi-cos y organizativos que proporcionan mayores venta-jas a una sociedad que a otra. Por ejemplo, la apari-cin del buque con caones de largo alcance y el au-mento del comercio atlntico despus de 1500 no fueuniformemente beneficiosa para todos los Estados deEuropa, sino que benefici a algunos mucho ms quea otros. Del mismo modo, el desarrollo posterior de laenerga a vapor y los recursos del carbn y metal enlos cuales se apoyaba masivamente aument el poderrelativo de ciertas naciones y disminuy, en conse-cuencia, el poder relativo de otras. Una vez aumenta-da su capacidad productiva, los pases encontrabannormalmente ms sencillo soportar el peso de pagararmamento a gran escala en tiempos de paz y mante-ner y abastecer mayores ejrcitos en tiempos de gue-rra. Dicho as parece brutalmente mercantilista, peropor lo general se necesita de la riqueza para sostenerel poder militar y del poder militar para adquirir yproteger la riqueza. Sin embargo, si una proporcinexcesiva de los recursos del Estado se desva de lacreacin de riqueza para colocarla en objetivos mili-tares, esto puede conducir a un debilitamiento del po-der nacional a largo plazo. De la misma manera, si unEstado se excede estratgicamente -digamos por laconquista de territorios extensos o el mantenimiento

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  • de guerras costosas-, corre el riesgo de que los bene-ficios potenciales de la expansin externa sean supe-rados por el enorme gasto del proceso, problema quese agudiza si la nacin involucrada ha entrado en unperodo de declive econmico relativo. La historia delauge y cada posterior de los pases lderes del sistemade grandes potencias desde el progreso de Europa oc-cidental en el siglo XVI -esto es, de naciones comoEspaa, los Pases Bajos, Francia, el Imperio britni-co y, en la actualidad, los Estados Unidos- muestrauna correlacin muy significativa a largo plazo entrecapacidades productivas y de aumento de ingresos,por un lado, y potencial militar, por otro.

    La historia del auge y declive de las grandes po-tencias que se presenta en estos captulos puede re-sumirse aqu. El primer captulo describe el escenariode todo cuanto sigue mediante el examen del mundoalrededor de 1500 y el anlisis de las fuerzas y debili-dades de cada uno de los centros de poder de lapoca: la China de la dinasta Ming; el Imperio oto-mano y su retoo musulmn en la India, el Imperiomongol; Moscovia; el Japn Tokugawa y el puado deEstados de Europa occidental-central. A comienzosdel siglo XVI no era en absoluto evidente que la reginmencionada en ltimo trmino estuviera destinada aelevarse por encima del resto. Pero esos imperiosorientales, por imponentes y organizados que parecie-ran en relacin a Europa, padecan las consecuenciasde tener una autoridad centralizada que insista en launiformidad de creencias y prcticas, no slo en lo re-lacionado entre la religin oficial del Estado, sinotambin en lo relativo a aspectos tales como las acti-vidades comerciales y el desarrollo de armamento. En

    . Europa la falta de una autoridad suprema semejantey las belicosas rivalidades entre sus varios reinos yciudades-Estado estimul una investigacin constantede adelantos militares, que se relacion de manerafructfera con los avances tecnolgicos y comercialesms nuevos que tambin se producan en este entor-no competitivo y emprendedor. Como tenan menosobstculos para el cambio, las sociedades europeasentraron en una constante espiral ascendente de cre-

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  • cimiento econmico y eficacia militar que, con eltiempo, las pondra a la cabeza de otras regiones delGlobo.

    Mientras esta dinmica de cambio tecnolgico y com-petitividad militar impulsaba a Europa en su habitualestilo pendenciero y pluralista, segua existiendo laposibilidad de que uno de los Estados contendientespudiera adquirir suficientes recursos para superar alos otros y dominar despus el Continente. Durantelos 150 aos posteriores a 1500 un bloque dinstico-religioso encabezado por los Habsburgos austracos yespaoles pareci amenazar con hacer precisamenteeso, y la totalidad del captulo 11 se dedica a los es- .fuerzos de los otros Estados europeos importantespor detener esa puja por el dominio de los Habsbur-go. Como se hace a lo largo de todo el libro, se ana-lizan relativamente las fuerzas y debilidades de cadauna de las potencias lderes y en funcin de los cam-bios econmicos y tecnolgicos ms amplios queafectan a la sociedad occidental en su conjunto, a finde que el lector pueda comprender mejor el resultadode las numerosas guerras libradas en este perodo. Eltema principal de este captulo es que, pese a losgrandes recursos que posean los monarcas Habsbur-go se excedieron sin cesar en el transcurso de los re-petidos conflictos, por lo que dichos recursos llegarona resultarles militarmente demasiado gravosos parasu debilitada base econmica. Las otras grandes po-tencias europeas tambin sufrieron mucho en estasguerras prolongadas, pero se las arreglaron -aunquede manera precaria- para mantener el equilibrio en-tre sus recursos materiales y su poder militar con ma-yor eficacia que sus enemigos los Habsburgo.

    Las luchas de las grandes potencias que tuvieron lu-gar entre 1660 y 1815, de las que se habla en el cap-tulo 111, no pueden reducirse tan fcilmente a unacontienda entre un gran bloque y sus muchos rivales.Fue en este complicado perodo cuando, mientras

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  • grandes potencias anteriores como Espaa y los Pa-ses Bajos pasaban a segunda fila, emergieron demodo insistente cinco grandes Estados (Francia,Gran Bretaa, Rusia, Austria y Prusia), que llegaron adominar la diplomacia y el arte de la guerra de la Eu-ropa del siglo XVIII y protagonizaron una serie de pro-longadas guerras de coalicin caracterizadas poralianzas rpidamente cambiantes. Fue una poca enla que Francia, primero bajo Luis XIV y despus bajoNapolen, estuvo ms cerca de controlar Europa queen cualquier momento antes o despus; pero sus es-fuerzos siempre tropezaron, al menos en ltima ins-tancia, con una combinacin de las otras grandes po-tencias. Como a principios del siglo XVIII el costo delos ejrcitos regulares y las flotas nacionales haba pa-

    . sado a ser enormemente elevado, un pas que pudieracrear un sistema avanzado de banca y crdito (comohizo Gran Bretaa) disfrutaba de muchas ventajas so-bre los rivales financieramente atrasados. Pero el fac-tor de la posicin geogrfica tambin tuvo una granimportancia en la decisin del destino de las poten-cias en sus numerosas y cambiantes contiendas, loque contribuye a explicar por qu las dos naciones deflanco, Rusia y Gran Bretaa, haban adquirido en1815 una importancia mucho mayor. Ambas mante-nan la capacidad de intervenir en las luchas de la Eu-ropa occidental-central, al tiempo que estaban geo-grficamente protegidas de ellas; y ambas se expan-dieron en el mundo extraeuropeo a medida que avan-zaba el siglo XVIII incluso mientras se aseguraban deque se mantena el equilibrio de poder continental.Por ltimo, en las ltimas dcadas del siglo se habainiciado en Gran Bretaa la Revolucin industrial, loque dara a este Estado una capacidad an mayortanto para la colonizacin transatlntica como para lafrustracin de la ambicin napolenica de dominarEuropa.

    Por contraste, en el siglo que sigui a 1815 hubouna notable ausencia de prolongadas guerras de coa-licin. Exista un equilibrio estratgico apoyado portodas las potencias lderes del concierto europeo, demodo que ninguna nacin aislada poda o quera in-

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  • tentar el dominio. ^, En estas dcadas posteriores a1815 la principal preocupacin de los Gobiernos fuela inestabilidad interna y -en el caso de Rusia y losEstados Unidos- la mayor expansin dentro de susmasas continentales. Esta escena internacional relati-vamente estable permiti al Imperio britnico elevar-se hasta su cenit como potencia global, en trminosnavales, coloniales y comerciales, y actuar en benefi-cio propio con su monopolio virtual de la produccinindustrial a vapor. Sin embargo, hacia la segunda mi-tad del siglo xix la industrializacin fue extendindo-se hacia otras regiones y empez a romper el equili-brio internacional de poder, apartndolo de las nacio-nes lderes ms antiguas y cedindolo a aquellos pa-ses que contaban tanto con los recursos como con laorganizacin necesarios para explotar los medios msnuevos de produccin y tecnologa. Ya los pocos con-flictos grandes de la poca -la Guerra de Crimea enalguna medida pero especialmente la guerra civilamericana y la guerra franco-prusiana- provocabanla derrota de aquellas sociedades que no moderniza-ban sus sistemas militares, a las que les faltaba la in-fraestructura industrial de amplia base necesaria parasostener los grandes ejrcitos y el armamento ms

    ' caro y complejo que estaba transformando la natura-leza de la guerra.

    Por lo tanto, a medida que se acercaba el siglo xxel ritmo del cambio tecnolgico y los ndices desigua-les de crecimiento hicieron el sistema internacionalms inestable y complejo de lo que haba sido cin-cuenta aos atrs. Esto qued de manifiesto en la fre-ntica bsqueda, por parte de las grandes potencias,de ms territorios coloniales en frica, Asia y el Pac-fico despus de 1880, en buena medida por ambicio-nes econmicas, aunque tambin por miedo a sereclipsadas. Asimismo se manifest en el nmero cre-ciente de carreras armamentistas, tanto en tierracomo en el mar, y en la creacin de alianzas militaresfijas incluso en tiempos de paz, a medida que los di-versos Gobiernos buscaban aliados para una posibleguerra futura. Sin embargo, detrs de las frecuentesdisputas coloniales y crisis internacionales del pero-

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  • do anterior a 1914, los ndices de potencial econmi-co apuntaban, dcada tras dcada, a cambios inclusoms fundamentales en los equilibrios globales: a sa-ber, al eclipse de lo que durante ms de tres siglos ha-ba sido un sistema mundial esencialmente eurocn-trico. Pese a sus esfuerzos, las grandes potencias eu-ropeas tradicionales como Francia y Austria-Hungra,y otra recientemente unida como Italia, estaban per-diendo la carrera. Por el contrario, enormes Estadosdel tamao de continentes, como los Estados Unidosy Rusia, estaban ponindose a la cabeza a pesar de laineficacia del Estado zarista. Entre las naciones euro-peas occidentales, tal vez slo Alemania tena la po-tencia necesaria para abrirse paso en la selecta liga delos futuros poderes mundiales. Por otro lado, el Japnestaba empeado en dominar el este de Asia, pero noms. Por tanto, de manera inevitable estos cambiosplanteaban problemas considerables -y en ltimainstancia insuperables- a un Imperio britnico alque ahora le resultaba mucho ms difcil defender susintereses globales que cincuenta aos atrs.

    As, aunque el movimiento ms importante de los cin-cuenta aos posteriores a 1900 puede centrarse en eladvenimiento de un mundo bipolarizado, con la con-siguiente crisis para las potencias medianas (comoson llamadas en los ttulos de los captulos V y VI),esta metamorfosis del sistema no fue en absoluto se-rena. Por el contrario, las sangrientas batallas masi-vas de la Primera Guerra Mundial, al dar ventaja a laorganizacin industrial y la eficacia nacional, dierona la Alemania imperial ciertas ventajas sobre la Rusiazarista, que se modernizaba rpidamente pero seguaestando atrasada. Sin embargo, a pocos meses de lavictoria alemana en el frente oriental, Alemania se en-contr enfrentada a la derrota en el Oeste, mientrasque sus aliados se derrumbaban de manera similar enlos teatros de guerra italianos, balcnicos y del Cerca-no Oriente. Finalmente, a causa de la ayuda militar ysobre todo econmica de Estados Unidos, la alianzaoccidental tuvo recursos suficientes para vencer a la

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  • coalicin rival. Pero haba sido una lucha agotadorapara todos los pases que comenzaron las hostilida-des. Austria-Hungra haba desaparecido, Rusia pade-ca una revolucin, Alemania estaba derrotada; noobstante, tambin Francia, Italia y hasta la propiaGran Bretaa haban sufrido mucho para lograr lavictoria. Las nicas excepciones eran Japn, que me-jor an ms su posicin en el Pacfico y, por supues-to, los Estados Unidos, que en 1918 constituan sindiscusin alguna la mayor potencia del mundo.

    La rpida retirada norteamericana de los compromi-sos extranjeros posterior a 1919 y el aislacionismo pa-ralelo de Rusia bajo el rgimen bolchevique dejaronun sistema internacional tal vez ms desfasado de lasrealidades econmicas fundamentales que en cual-quier otro momento de los cinco siglos de los que seocupa este libro. Gran Bretaa y Francia, aunque de-bilitadas, seguan en el centro del escenario diplom-tico, pero hacia los aos 30, su posicin era discutidapor los Estados militarizados, revisionistas de Italia,Japn y Alemania, estando este ltimo empeado enuna apuesta mucho ms deliberada por lograr la he-gemona europea que incluso en 1914. Sin embargo,en un segundo plano los Estados Unidos seguansiendo, de lejos, la nacin industrial ms poderosa delmundo, y la Rusia de Stalin estaba transformndoserpidamente en una superpotencia industrial. En con-secuencia, el dilema de las potencias medianas revi-sionistas era que tenan que expandirse pronto si noqueran quedar eclipsadas por los dos gigantes conti-nentales. El problema de las potencias medianasconsista en que al luchar por eliminar el desafo ale-mn y japons se debilitaran. Con sus ms y sus me-nos, la Segunda Guerra Mundial confirm estos te-mores de decadencia. Pese a las espectaculares victo-rias tempranas, las naciones. del Eje no podan vencercon un desequilibrio de recursos productivos que eramucho mayor que el de la guerra de 1914-1918. Loque s lograron fue el declive de Francia y el debilita-miento irreparable de Gran Bretaa... antes de ser su-perados por fuerzas superiores. Hacia 1943 haba lle-

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  • gado finalmente el mundo bipolarizado previsto dca-das antes y el equilibrio militar haba vuelto a poner-se de acuerdo con la distribucin global de los recur-sos econmicos.

    Los dos ltimos captulos de este libro estudian losaos durante los cuales s pareci existir un mundobipolar, econmica, militar e ideolgicamente, quequed reflejado a nivel poltico en las diversas crisisde la Guerra Fra. La posicin de los Estados Unidosy la URSS como potencias pertenecientes a una clasepropia tambin pareci reforzarse con la llegada delas armas nucleares y los sistemas de lanzamiento alarga distancia, que sugeran que ahora tanto el pano-rama estratgico como el diplomtico eran totalmen-te distintos de los de 1900 y, por supuesto, de 1800.

    Y sin embargo el proceso de auge y cada de lasgrandes potencias -de diferencias en ndices de cre-cimiento y cambio tecnolgico que conducan a cam-bios en los equilibrios econmicos mundiales, loscuales a su vez influan en los equilibrios poltico ymilitar- no haba cesado. En el terreno militar losEstados Unidos y la URSS han permanecido en pri-mera fila en las dcadas de los sesenta, los setenta ylos ochenta. De hecho, como ambos interpretan losproblemas internacionales en trminos bipolares yhasta maniqueos, su rivalidad los ha conducido a unaescalada armamentista continua que ninguna de lasotras potencias puede igualar. Pero durante esas mis-mas dcadas los balances productivos globales hanido alterndose ms de prisa an que antes. La parti-cipacin del Tercer Mundo en el producto industrialtotal y en el PNB, deprimida en la dcada posterior a1945, ha estado expandindose constantemente desdeentonces. Europa se ha recobrado de la destruccinde la guerra y con la Comunidad Econmica Europease ha convertido en la unidad comercial ms grandedel mundo. La Repblica Popular China avanza a pa-sos agigantados. El crecimiento econmico de la pos-guerra en Japn ha sido tan fenomenal que, segnciertos clculos, ha superado recientemente a Rusia

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  • en PNB total. Por el contrario, los ndices de creci-miento tanto rusos como estadounidenses se han idoretrasando y su participacin en la produccin y ri-queza globales ha disminuido de manera espectaculardesde la dcada de los sesenta. Dejando aparte las na-ciones ms pequeas, por consiguiente, es evidenteque ya existe un mundo multipolar otra vez, aunqueslo se midan los ndices econmicos. Dado que estelibro se ocupa de la interaccin entre estrategia y eco-noma, pareca apropiado ofrecer un captulo final(aunque inevitablemente especulativo) que explore elactual desfase entre los equilibrios militar y producti-vo de las grandes potencias; y que seale los proble-mas y oportunidades a que se enfrentan las cinco po-tencias centrales -China, Japn, la CEE, la UninSovitica y los Estados Unidos- mientras procurancumplir con la vieja tarea de relacionar los mediosnacionales con los objetivos nacionales. La historiadel auge y declive de las grandes potencias no ha ter-minado.

    Puesto que el alcance de este libro es muy amplio, esevidente que lo leern diferentes personas por distin-tos motivos. Algunos lectores encontrarn en l lo quebuscaban: un estudio amplio, pero razonablementedetallado, de la poltica de la Gran Potencia en loscinco ltimos siglos, de la forma en que la posicinrelativa de cada uno de los Estados lderes se ha vistoafectada por el cambio econmico y tecnolgico, y dela permanente interaccin entre estrategia y econo-ma, tanto en tiempos de paz como en el perodo depruebas de la guerra. Por definicin, no se ocupa delos poderes pequeos ni (por lo general) de pequeasguerras bilaterales. Tambin por definicin, el libroes muy eurocntrico, sobre todo en sus captulos in-termedios. Pero esto es natural, dado el tema.

    Para otros lectores, tal vez sobre todo para aque-llos cientficos polticos que ahora estn tan interesa-dos en extraer reglas generales de sistemas mundia-les o los patrones recurrentes de las guerras, este es-tudio puede ofrecer menos de lo que esperan. Para

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  • evitar malentendidos debo aclarar ahora que este li-bro no se ocup de, por ejemplo, la teora de que lasguerras grandes (o sistemticas) pueden relacio-narse con los ciclos Kondrtiev de ascenso y descen-so econmico. Adems, tampoco se ocupa de maneracentral de las teoras generales sobre las causas'de laguerra ni de si pueden ser provocadas por grandespoderes en ascenso o en descenso. Tampoco esun libro sobre teoras de imperio ni sobre cmo se veafectado el control imperial (como en el recientelibro Empires de Michael Doyle), o si los imperioscontribuyen a la potencia nacional. Por ltimo, nopropone ninguna teora general sobre qu tipo de so-ciedad y organizaciones social-gubernamentales sonlas ms eficaces para lograr recursos en tiempos deguerra.

    Por otro lado, es obvio que en este libro hay granriqueza de material para aquellos estudiosos que de-

    ' seen hacer estas generalizaciones; asimismo, una delas razones por las que hay una serie tan extensa denotas estriba en que se desea indicar fuentes ms es-pecficas para aquellos lectores interesados, por ejem-plo, en la financiacin de las guerras. Pero el proble-ma que tienen los historiadores -por oposicin a loscientficos polticos- para manejar teoras generalesconsiste en que la evidencia del pasado es casi siem-pre demasiado variada para permitir conclusionescientficas duras. De modo que, si bien es verdadque algunas guerras (por ejemplo, la de 1939) puedenrelacionarse con los temores de los gobernantes a loscambios que se producan en los equilibrios de podertotales, ello no servira tanto para explicar las luchasque empezaron en 1776 (guerra de Independencia delos Estados Unidos) o en 1792 (Revolucin francesa)o en 1854 (Guerra de Crimea). De la misma manera,aunque se poda sealar la Austria-Hungra de 1914como un buen ejemplo de gran potencia en decliveque sirvi para desencadenar una guerra importante,el terico tiene que considerar tambin los papelesigualmente crticos desempeados por las grandes po-tencias entonces en auge de Alemania y Rusia. Asi-mismo, cualquier teora general sobre si los imperios

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  • son rentables o si el control imperial se ve afectadopor un ndice mensurable de poder-distancia puedeproducir la respuesta trivial de que a veces s y a ve-ces no,' a causa de los elementos conflictivos con quecontamos.

    N obstante, si se dejan a un lado las teoras a prio-ri y se considera simplemente el registro histrico deel ascenso y cada de las grandes potencias en losltimos quinientos aos, es evidente que pueden ex-traerse algunas conclusiones generalmente vlidas,siempre y cuando se admita que puede haber excep-ciones particulares. Por ejemplo, hay una relacincausal detectable entre los cambios que se han produ-cido en el tiempo en los equilibrios econmicos y pro-ductivos generales y la posicin ocupada por las po-tencias individuales en el sistema internacional. Elpaso del flujo comercial desde el Mediterrneo hastael Atlntico y la Europa noroccidental a partir del si-glo XVI, o la redistribucin en participacin en el pro-ducto industrial mundial, que se aleja de Europa oc-cidental en las dcadas posteriores a 1890 constituyenbuenos ejemplos. En ambos casos, los cambios eco-nmicos anunciaban el ascenso de nuevas grandespotencias que algn da tendran una influencia deci-siva en el orden militar-territorial. sta es la raznpor la que el movimiento en los balances productivosglobales hacia la costa del Pacfico, que se ha pro-ducido en las ltimas dcadas, no puede interesar ex-clusivamente a los economistas.

    De la misma manera, el registro histrico sugiereque a largo plazo hay una conexin muy evidente en-tre el ascenso y cada econmicos de una gran poten-cia y su crecimiento y declive como poder militar im-portante, o imperio mundial. Tampoco esto es sor-prendente porque emana de dos hechos relacionados.El primero es que los recursos econmicos son nece-sarios para soportar un estamento militar a gran es-cala. El segundo consiste en que, en lo concernienteal sistema internacional, tanto la riqueza como el po-der son siempre relativos y como tales habra que con-siderarlos. Hace trescientos aos, el escritor mercan-tilista alemn Von Hornigk observ que:

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  • el hecho de que una nacin sea hoy poderosa y ricao no lo sea, no depende de la abundancia o seguri-dad de su poder y sus riquezas, sino sobre todo desi sus vecinos poseen ms o menos que ella.

    En los captulos que siguen esta observacin que- .dar ratificada tina y otra vez. A mediados del sigloxvui, los Pases Bajos eran ms ricos en trminos ab-solutos que cien aos antes, pero para entonces ya noeran una gran potencia del mismo calibre porque susvecinos, como Francia y Gran Bretaa, tenanms... (esto es, ms poder y ms riquezas). En tr-minos absolutos la Francia de 1914 era ms poderosaque la de 1850, pero ste era un pobre consuelo en unmomento en el que Francia era eclipsada por una Ale-mania mucho ms fuerte. Hoy en da Gran Bretaatiene mucha mayor riqueza y sus Fuerzas Armadasposeen armas mucho ms poderosas que en su mo-mento de esplendor a mediados de la poca victoria-na; pero le sirve de poco cuando su participacin enel producto mundial ha disminuido de un 25% a alre-dedor del 3%. Si una nacin tiene ms..., las cosasvan bien; si tiene menos, hay problemas.

    Ahora bien, esto no significa que el poder econ-mico y militar relativos de una nacin asciendan ycaigan paralelamente. La mayora de los ejemplos his-tricos que se dan aqu sugiere que hay un interva-lo considerable entre la trayectoria del poder econ-mico relativo de un Estado y la trayectoria de su in-fluencia militar-territorial. Tampoco en este caso esdifcil comprender la razn. Una potencia que est ex-pandindose econmicamente -Gran Bretaa en1860, los Estados Unidos en 1890, Japn hoy- puedepreferir ser ms rica en lugar de gastar ms en arma-mento. Medio siglo despus las prioridades puedenhaber cambiado. La expansin econmica anterior hatrado consigo obligaciones en ultramar (dependenciade mercados extranjeros y materias primas, alianzasmilitares, tal vez bases y colonias). Adems, los pode-res rivales estn expandindose ahora a mayor veloci-dad y a su vez desean extender su influencia en el ex-tranjero. El mundo se ha transformado en un lugar

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  • ms competitivo y merman las participaciones en elmercado. Los observadores pesimistas hablan de de-clive; los estadistas patriotas piden renovacin.

    En estas circunstancias ms complejas es probableque la gran potencia se descubra gastando muchoms en defensa de lo que gastaba dos generacionesatrs y que, no obstante, observe que el mundo es unentorno mucho menos seguro..., simplemente porqueotras potencias han crecido ms de prisa y se estnfortaleciendo. El imperio espaol gast mucho msen su Ejrcito durante las complicadas dcadas de1630 y 1640 de lo que gast en 1580, cuando la eco-noma castellana era ms saludable. Los gastos de de-fensa de la Gran Bretaa eduardiana fueron muchomayores en 1910 que, por ejemplo, en la poca de lamuerte de Palmerston en 1865, cuando la economabritnica se hallaba relativamente en su apogeo.Pero qu britnicos se sentan ms seguros en la fe-cha posterior? Ms abajo se ver que al parecer stees el problema que afrontan hoy los Estados Unidos yla URSS. Las grandes potencias en decadencia relati-va responden instintivamente gastando ms en segu-ridad, y por lo tanto desvan recursos potenciales delterreno de la inversin y agravan su dilema a largoplazo.

    Otra conclusin general que puede sacarse de esteregistro de quinientos aos consiste en que hay unafuerte correlacin entre el resultado eventual de lasgrandes guerras de coalicin libradas por el dominioeuropeo o global y el monto de recursos productivosmovilizados por cada parte. Esto sucedi en las lu-chas libradas contra los Habsburgo austro-hispanos;en las grandes contiendas del siglo xvIIi como la Gue-rra de Sucesin espaola, la Guerra de los Siete Aos,y las guerras napolenicas y en las dos guerras mun-diales de este siglo. Una guerra prolongada, encarni-zada, acaba por convertirse en una prueba de las ca-pacidades relativas de cada coalicin. A medida quela lucha se prolonga, cada vez es ms significativo queuna parte tenga ms o menos.

    No obstante, es posible hacer estas generalizacio-nes sin caer en la trampa del determinismo econmi-

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  • co ms crudo. Pese al inters de este libro en rastrearlas tendencias mayores de los asuntos mundiales enlos ltimos cinco siglos, no argumenta que la econo-ma determine todos los sucesos o sea la nica razndel xito y el fracaso de cada nacin. Sencillamente,hay demasiadas pruebas que apuntan en otras direc-ciones: situacin geogrfica, organizacin militar,moral nacional, el sistema de alianzas y muchos otrosfactores que pueden afectar al poder relativo de losmiembros del sistema de Estados. Por ejemplo, en elsiglo XVIII las Provincias Unidas eran las regiones msricas de Europa y Rusia la ms pobre..., y sin embar-go los holandeses cayeron y los rusos ascendieron. Lalocura individual (como la de Hitler) y la extraordina-ria capacidad en el campo de batalla (sea de los regi-mientos espaoles del siglo XVI o de la infantera ale-mana en este siglo) explican tambin en gran medidalas victorias y derrotas particulares. Lo que s pareceindiscutible es que en una guerra prolongada (habi-tualmente de coalicin) la victoria ha correspondidoreiteradamente a la parte con una base productivams floreciente... o, como solan decir los capitanesespaoles, a aquel que tiene el ltimo escudo. Granparte de lo que sigue confirma ese juicio cnico peroen esencia correcto. Y precisamente porque la posi-cin de poder de las naciones lderes ha ido acompa-ada de cerca por su posicin econmica relativa du-rante los ltimos cinco siglos, es que parece til pre-guntarse cules podran ser las implicaciones de lasactuales tendencias econmicas y tecnolgicas en re-lacin al actual equilibrio de poder. Esto no significanegar el hecho de que los hombres hacen su propiahistoria, pero lo hacen en el marco de una circuns-tancia histrica que puede restringir (o inaugurar) po-sibilidades.

    Este libro tuvo un modelo temprano en el ensayo de1833 del famoso historiador prusiano Leopold vonRanke sobre die grossen Mchte (las grandes poten-cias), en el que examin los ascensos y descensos delos equilibrios internacionales de poder desde la de-

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  • clinacin de Espaa, y trat de demostrar por quciertos pases haban accedido a una posicin promi-nente y haban cado despus; Ranke terminaba suensayo con un anlisis de su mundo contemporneo yde lo que suceda en l despus de la derrota francesaen la guerra napolenica. Al examinar las perspecti-vas de cada una de las grandes potencias l tambinse dej tentar por el mundo incierto de la especula-cin sobre el futuro.

    Escribir un ensayo sobre las grandes potenciases una cosa; hacerlo en forma de libro es otra muydistinta. Mi intencin original era producir un librobreve, ensaystico, presumiendo que los lectores co-nocan (por vagamente que fuera) los detalles de fon-do de los cambiantes ndices de crecimiento, o los es-peciales problemas geoestratgicos que afronta esta oaquella gran potencia. Cuando empec a enviar losprimeros captulos de este libro para que me hicierancomentarios, o a dar conferencias de prueba sobre al-gunos de sus temas, se me hizo evidente que esa pre-suncin era falsa: lo que deseaba la mayor parte delos lectores y oyentes eran ms detalles, ms orienta-cin sobre el fondo histrico, simplemente porque nohaba ningn estudio disponible que contara la histo-ria de los cambios que se producan en los equilibriosde poder econmico y estratgico. Como ni los histo-riadores econmicos ni los historiadores militareshan tocado este campo, hay desconocimiento. Si losabundantes detalles que aparecen tanto en el textocomo en las notas que siguen tienen alguna justifica-cin, es que contribuyen a llenar ese vaco crtico enla historia del auge y declive de los grandes imperios.

  • ESTRATEGIA Y ECONOMAEN EL MUNDO PREINDUSTRIAL

  • I. EL ASCENSO DEL MUNDOOCCIDENTAL

    En el ao 1500, la fecha elegida por numerososeruditos para marcar la divisin entre tiempos mo-dernos y premodernos', para los habitantes de Euro-pa no era en absoluto evidente que su continente es-tuviera destinado a dominar gran parte del resto de laTierra. El conocimiento que tenan los contempor-neos sobre las grandes civilizaciones de Oriente erafragmentario y a menudo errneo, pues se basaba enrelatos de viajeros. No obstante, la imagen general deextensos imperios orientales que posean riquezas fa-bulosas y enormes ejrcitos era razonablemente exac-ta y a primera vista estas sociedades deben haber pa-recido mucho mejor dotadas que los pueblos y Esta-dos de Europa occidental. De hecho, comparadas conestos grandes centros de actividad cultural y econ-mica, las debilidades relativas de Europa eran msevidentes que sus puntos fuertes. Para empezar, noera la regin ms frtil ni ms populosa del mundo;en cada uno de esos aspectos, la India y China ocupa-ban los mejores lugares. Desde el punto de vista geo-poltico, el continente europeo tena una forma in-cmoda, limitada por hielo y agua al Norte y al Oeste,abierta a frecuentes invasiones desde el Este y vulne-rable estratgicamente desde el Sur. En 1500, y du-rante mucho tiempo antes y despus de 1500, stas no

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  • eran consideraciones abstractas. Slo haban transcu-rrido ocho aos desde que Granada, la ltima reginmusulmana de Espaa, sucumbiera ante los ejrcitosde Fernando e Isabel, pero se era el final de unacampaa regional, no de la lucha mucho ms ampliaentre la Cristiandad y las fuerzas del Profeta. Sobre lamayor parte del mundo occidental penda an el im-pacto de la cada de Constantinopla en 1453, sucesoque result tanto ms inquietante cuanto que no mar-c en ningn sentido los lmites al avance de los tur-cos otomanos. A finales de siglo stos haban con-quistado Grecia y las islas Jnicas, Bosnia, Albania ygran parte del resto de los Balcanes; y en la dcada de1520 sucederan cosas peores al avanzar sus impo-nentes ejrcitos de jenzaros hacia Budapest y Viena.En el Sur, donde las galeras otomanas saqueaban lospuertos italianos, los Papas llegaron a temer que eldestino de Roma imitara pronto el de Constantino-pla'.

    Mientras que estas amenazas parecan formar par-te de una estrategia coherente del sultn Mehmet II ysus sucesores, la respuesta europea era aislada y es-pordica. A diferencia de los imperios otomano y chi-no y del liderazgo que pronto estableceran en la In-dia los mongoles, jams hubo una Europa unida en lacual todas las partes reconocieran un lder secular oreligioso. En cambio, Europa era un batiburrillo depequeos reinos y principados, marcas y ciudades-Es-tado. En el Oeste estaban surgiendo monarquas mspoderosas como por ejemplo Espaa, Francia e Ingla-terra, pero ninguna de ellas estaba exenta de tensio-nes internas y todas se consideraban rivales ms quealiadas en la lucha contra el Islam.

    Tampoco poda decirse que Europa tuviera venta-jas notables en los campos de la cultura, las matem-ticas, la ingeniera, la navegacin u otras tecnologasen comparacin con las grandes civilizaciones deAsia. En cualquier caso, una porcin considerable dela herencia cultural y cientfica europea se haba to-mado prestada del Islam, de la misma manera quelas sociedades musulmanas extrajeron durante siglosconocimientos de China a travs del comercio, la con-

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  • quista y los asentamientos. Retrospectivamente ve-mos que a fines del siglo xv Europa estaba tomandoimpulso tanto comercial como tecnolgico, pero talvez el comentario general ms justo sera que cadauno de los grandes centros de la civilizacin mundialde la poca estaba, aproximadamente, en un estadiode desarrollo similar, algunos ms avanzados en uncampo pero menos en otros. Tecnolgica y, por lotanto, militarmente, el Imperio otomano, la China dela dinasta Ming, algo ms tarde el norte de la Indiabajo los mongoles y el sistema de Estados europeocon un retoo moscovita eran muy superiores a lassociedades dispersas de frica, Amrica y Oceana. Sibien esto implica que en 1500 Europa era uno de loscentros culturales de poder ms importantes, no eraen absoluto evidente que fuera a ocupar algn dauna posicin de liderazgo. En consecuencia, antes deinvestigar las razones de su ascensin es necesarioexaminar las ventajas y desventajas de los otros con-tendientes.

    LA CHINA DE LA DINASTA MING

    De todas las civilizaciones de los tiempos premo-dernos, ninguna pareca ms avanzada ni se sentasuperior a la de China'. Su considerable poblacin de100 a 300 millones por contraste con los 50-55 millo-nes de Europa en el siglo xvi; su notable cultura; susllanuras increblemente frtiles e irrigadas, unidaspor un esplndido sistema de canales desde el siglo xi;y su administracin unificada y jerrquica, conducidapor una burocracia confuciana bien educada, habandado a la sociedad china una coherencia y sofistica-cin que eran la envidia de los visitantes extranjeros.Verdad es que esa civilizacin haba sido sometidaprimero a graves tensiones por parte de las hordasmongolas y a la denominacin despus de las invasio-nes de Kubilai Khan. Pero China tena la costumbrede cambiar a sus conquistadores mucho ms de loque se permita ser cambiada por ellos y, cuando en1368 surgi la dinasta Ming para reunir el imperio y

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  • derrotar por fin a los mongoles, segua vivo gran par-te del viejo orden y conocimiento.

    Para los lectores educados en el respeto a la cien-cia occidental, la caracterstica ms sorprendentede la civilizacin china debe ser su precocidad tecno-lgica. Desde muy temprano existan enormes biblio-tecas. En la China del siglo xi ya haba aparecido laimpresin por tipos movibles y muy pronto aparecie-ron grandes cantidades de libros. El comercio y la in-dustria, estimulados por la construccin de canales ylas presiones de poblacin, eran igualmente sofistica-dos. Las ciudades chinas eran mucho ms grandesque sus equivalentes de la Europa medieval y las ru-tas comerciales chinas eran igualmente extensas. Mu-cho antes el papel moneda haba dado fluidez al co-mercio y el crecimiento de mercados. En las ltimasdcadas del siglo xi exista en el norte de China unagran industria del hierro que produca alrededor de125.000 toneladas anuales, principalmente para usomilitar y gubernamental; por ejemplo, el ejrcito dems de un milln de hombres era un vasto mercadopara las mercancas de hierro. Merece la pena sea-lar que esta cifra de produccin era mucho mayorque la produccin britnica de hierro en los comien-zos de la Revolucin industrial, siete siglos ms tarde!Probablemente, tambin fueron los chinos los prime-ros en intentar la verdadera plvora y los Ming utili-zaron caones para vencer a sus gobernantes mongo-les a fines del siglo xiv``.

    Teniendo en cuenta las pruebas de adelanto cultu-ral y tecnolgico, tampoco sorprende enterarse deque los chinos ya haban recurrido a los viajes de ex-ploracin y comercio. La brjula fue otra invencinchina, algunos de sus juncos eran tan grandes comolos galeones espaoles posteriores y el comercio conlas Indias y las islas del Pacfico era potencialmentetan provechoso como el de las rutas de caravanas.Muchas dcadas antes haba habido guerra naval enel Yang-Tz -para derrotar a los navos de China dela dinasta Song en la dcada de 1260. Kubilai Khanse haba visto obligado a construir su propia flota debuques de guerra, equipados con mquinas dispara-

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  • doras de proyectiles- y el comercio de grano de lacosta era floreciente a comienzos del siglo xiv. En1420 se calcul que la armada Ming posea 1.350 na-vos de combate, incluidas 400 grandes fortalezas flo-tantes y 250 barcos diseados para persecuciones delargo alcance. Esta fuerza eclipsaba, pero no inclua,los muchos navos privados que estaban ya en esapoca comerciando con Corea, Japn, el sudeste deAsia y hasta el este de frica, y obteniendo gananciaspara el Estado chino, que procuraba gravar est co-mercio martimo.

    Las ms famosas de las expediciones ultramarinasoficiales fueron los siete viajes de larga distancia em-prendidos por el almirante Cheng Ho entre 1405 y1433. Estas flotas -que en ocasiones consistieron encientos de naves y decenas de miles de hombres- vi-sitaron multitud de puertos, desde Malaca y Ceilnhasta las entradas del mar Rojo y Zanzbar. Por unlado, llenaban de regalos a los gobernantes locales de-ferentes; por el otro, obligaban a los recalcitrantes aaceptar a Pekn. Hubo un barco que regres con jira-fas del este de frica para entretener al emperadorchino; otro, con un jefe de Ceiln que haba tenido lamala idea de no aceptar la supremaca del Hijo delCielo. (Sin embargo, hay que observar que, al parecer,los chinos jams saquearon ni asesinaron..., a diferen-cia de los portugueses, holandeses y otros invasoreseuropeos del ocano ndico.) Segn lo que pueden de-cirnos los historiadores y arquelogos sobre el tama-o, poder y navegabilidad de la marina de Cheng Ho-algunos de los grandes buques-tesorera parecenhaber tenido unos 1.200 metros de largo y desplazadoms de 1.500 toneladas-, es muy posible que hayanpodido navegar en torno a frica y descubrir Portu-gal varias dcadas antes de que las expediciones deEnrique el Navegante empezaran a aventurarse por elsur de Ceuta'.

    Pero la expedicin china de 1433 fue la ltima desu especie, y tres aos ms tarde un edicto imperialprohibi la construccin de naves para la navegacinocenica; ms tarde an, una orden especfica prohi-bi la existencia de barcos con ms de dos mstiles. A

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  • partir de entonces el personal naval fue empleado enbarcos ms pequeos en el Gran Canal. Los grandesbuques de guerra de Cheng Ho quedaron amarrados yse pudrieron. Pese a todas las oportunidades que exis-tan al otro lado del mar, China haba decidido dar laespalda al mundo.

    Por supuesto haba una razn estratgica plausibleque explicaba esta decisin. Las fronteras norteasdel imperio volvan a estar sometidas a la presinmongol y tal vez pareci prudente concentrar en estazona ms vulnerable los recursos militares. En estascircunstancias, una armada importante era un lujocaro y, en cualquier caso, la expansin que intentaronlos chinos hacia el Sur, en Annam (Vietnam) resulta-ba estril y costosa. No obstante, al parecer no se re-consider este razonamiento vlido cuando ms tardese hicieron evidentes las desventajas de la retirada na-val: al cabo de un siglo, aproximadamente, las costasy hasta ciudades chinas sobre el Yang-Tz estabansiendo atacadas por piratas japoneses y sin embargono hubo una reconstruccin seria de una armada im-perial. Ni siquiera la reiterada aparicin de navosportugueses en las costas chinas provocaron este re-arme*. Los mandarines argumentaban que lo que senecesitaba era la defensa en tierra, porque acaso nose haba prohibido a los sbditos chinos el comerciomartimo?

    Por lo tanto, aparte del coste y otras desventajas,uno de los elementos clave de la retirada china fue elconservadurismo de la burocracia confuciana', unconservadurismo acrecentado en el perodo Ming porel resentimiento provocado por los cambios a que losobligaron los mongoles. En esta atmsfera de Res-tauracin, el influyente funcionariado estaba ocupa-do en preservar y recapturar el pasado, no en crear unfuturo mejor basado en la expansin y comercio deultramar. Segn el cdigo confuciano, la guerra era

    *

    Durante un breve lapso, en la dcada de 1590, una flotacostera china algo ms dinmica ayud a los coreanos a resistira dos intentos de invasin japoneses; pero incluso este brote dela armada Ming declin a partir de entonces.

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  • en s misma una actividad deplorable y slo el miedoa los ataques de los brbaros o a las revueltas internasjustificaba la necesidad de las Fuerzas Armadas. Eldisgusto experimentado por el mandarn ante el Ejr-cito (y la Armada) iba acompaado por una gran sus-picacia ante el comerciante. La acumulacin de capi-tal privado, la prctica de comprar barato y vendercaro, la ostentacin del comerciante nouveau riche...Todo esto ofenda a la elite burocrtica, erudita. Laofenda tanto como resentimientos despertaba en lasmasas trabajadoras. Si bien no deseaban poner frenoa la totalidad de la economa de mercado, los manda-rines intervenan con frecuencia contra comerciantes,confiscando sus propiedades o prohibiendo sus nego-cios. A los ojos de los mandarines, el comercio ex-tranjero por parte de sbditos chinos debe haber sidoincluso ms sospechoso, simplemente porque escapa-ba ms a su control.

    Este disgusto por el comercio y el capital privadono pona obstculos a los enormes logros tecnolgi-cos ya mencionados. La reconstruccin de la GranMuralla emprendida en el perodo Ming y el desarro-llo del sistema de canales, el trabajo del hierro y la Ar-mada imperial eran objetivos de ESTADO, pues la bu-rocracia haba afirmado al emperador que eran nece-sarios. Pero de la misma manera en que podan ini-ciarse estas empresas, tambin podan descuidarse.Se permiti el deterioro de los canales; el Ejrcitoquedaba peridicamente sin nuevos equipos; se des-cuidaban los relojes astronmicos (construidos alre-dedor de 1090);'ls fundiciones de hierro fueron ca-yendo en desuso. Estos no eran los nicos obstculospuestos al crecimiento econmico. La impresin esta-ba restringida a trabajos eruditos y no se empleabapara la expansin del conocimiento prctico y muchomenos para la crtica social. La utilizacin del papelmoneda era discontinua. Las ciudades chinas jamsdisfrutaron de la autonoma de sus contrapartidas oc-cidentales; no haba burgos chinos, con todo lo queimplica este concepto; cuando el emperador cambia-ba de residencia, cambiaba tambin la ciudad capital.Y sin embargo los comerciantes y otros empresarios

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  • no podan progresar sin estmulo oficial, e inclusoaquellos que adquirieron riqueza tendan a invertirlaen tierra y educacin en lugar de hacerlo en el desa-rrollo protoindustrial. De la misma manera, la prohi-bicin del comercio y la pesca ultramarinos eliminotro estmulo potencial a la expansin econmica re-gular; el comercio exterior que se produjo con losportugueses y holandeses en los siglos siguientes erade mercancas de lujo y estaba controlado por fun-cionarios (aunque hubo indudablemente muchas eva-siones).

    Por lo tanto, la China Ming era una tierra muchomenos vigorosa y emprendedora de lo que haba sidocuatro siglos antes con la dinasta Song. Por supues-to, en el perodo Ming haba tcnicas agrcolas msavanzadas, pero al cabo de un tiempo incluso estasactividades intensivas de granja y el uso de tierrasmarginales empez a resultar insuficiente para el cre-cimiento de poblacin. Este crecimiento slo seracontrolado por los instrumentos malthusianos de laplaga, las inundaciones y la guerra, cosas todas stasmuy difciles de manejar. Ni siquiera el reemplazo delos Ming por los ms vigorosos Manches despus de1644 pudo detener la continua decadencia relativa.

    Hay un ltimo detalle que puede resumir esta his-toria. En 1736 -precisamente cuando comenzaban aflorecer las fundiciones de hierro de Abraham Darbyen Coalbrookdale- se abandonaron por completo losaltos hornos y hornos de coque de Henan y Hebei.Haban sido grandes antes de que el Conquistador de-sembarcara en Hastings. No volveran a reanudar laproduccin hasta el siglo xx.

    EL MUNDO MUSULMN

    Hasta los primeros marinos europeos que visitaronChina a comienzos del siglo xvi hubieran podido ob-servar que se trataba de un,pas que se haba encerra-do en s mismo, aun cuando se sintieran impresiona-dos por su tamao, poblacin y riquezas. En ese mo-mento, sin embargo, no hubiera podido hacerse la

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  • misma observacin respecto del Imperio otomano,que se hallaba entonces en los estadios medios de suexpansin y que, al estar ms cerca de casa, era enconsecuencia mucho ms amenazador para la Cris-tiandad. De hecho, considerados desde la ms ampliaperspectiva histrica y geogrfica, sera justo afirmarque fueron los Estados musulmanes los que constitu-yeron las fuerzas de ms rpida expansin durante elsiglo xvi. No slo avanzaban hacia el oeste los turcos,sino que tambin la dinasta safaw en Persia disfru-taba de un resurgimiento de poder, prosperidad ygran cultura, sobre todo durante los reinados de Is-mail 1 (1500-1524) y Abbas 1 (1587-1629); una cadenade poderosos khanatos musulmanes segua controlan-do la Ruta de la Seda por Kashgar y Turfn hasta Chi-na, semejante a la cadena de los Estados islmicos delfrica occidental como Borny, Sokoto y Tombuct; acomienzos del siglo xvi fuerzas musulmanas conquis-taron el Imperio hind en Java y el rey de Kabul, Ba-ber, entr en la India por la ruta del conquistadordesde el Noroeste y estableci el Imperio mongol en1526. Aunque al principio esta influencia en la Indiafue vacilante, se consolid con xito durante el reina-do de Akbar (1556-1605), nieto de Baber, quien cons-truy un imperio indio norteo que se extenda desdeel Beluchistn al Oeste hasta Bengala al Este. Duran-te el siglo xvn, los sucesores de Akbar avanzaron msal Sur contra los mahratas hindes, al mismo tiempoque los holandeses, britnicos y franceses entraban enla pennsula india desde el mar, y por supuesto demanera mucho menos eficaz. A estos signos secularesdel crecimiento musulmn hay que agregar el granaumento en nmero de fieles en Africa y la India, encomparacin con el cual palideca el proselitismo delas misiones cristianas.

    Pero, por supuesto, el mayor desafo musulmn ala joven Europa moderna era el de los turcos otoma-nos o, ms bien, el de su formidable ejrcito y las re-finadas tcnicas de asedio de la poca. Ya a comien-zos del siglo xvi sus dominios se extendan desde Cri-mea (donde haban destruido asentamientos comer-ciales genoveses) y el Egeo (donde estaban desmante-

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  • lando el Imperio veneciano) hasta el Levante. Hacia1526, las fuerzas otomanas haban capturado Damas-co y al ao siguiente entraron en Egipto, masacrandoa las fuerzas de mamelucos con el uso del can tur-co. Despus de cerrar de esta manera la ruta de las es-pecias de las Indias, subieron por el Nilo, atravesaronel mar Rojo hacia el ocano ndico y combatieron lasincursiones portuguesas. Si esto perturb a los mari-nos espaoles, no fue nada comparado con el terrorque inspiraban los ejrcitos turcos a los prncipes ypueblos de la Europa oriental y del sur. Los turcos te-nan ya Bulgaria y Serbia y eran la influencia predo-minante en Valaquia y en los alrededores del mar Ne-gro; pero durante el reinado de Solimn II (1520-1566) se reanud la presin contra Europa y siguihacia el Sur el impulso que los llevara a Egipto y Ara-bia. Hungra, el gran bastin oriental de la Cristian-dad de la poca, no pudo seguir resistiendo a los ejr-citos turcos y despus de la batalla de Mohcs, en1526, fue derrotada; casualmente, ese mismo ao Ba-ber obtuvo una victoria en Panipat, despus de la cualse estableci el Imperio mongol. Le sucedera a Eu-ropa lo que le haba sucedido al norte de la India? En1529, con los turcos asediando Viena, esto debi pa-recer posible para algunos. En la realidad, se mantu-vo la lnea colocada entonces al norte de Hungra y elSacro Imperio Romano; pero a partir de entonces losturcos constituyeron un peligro constante y ejercieronuna presin militar que nunca pudo ignorarse deltodo. Todava en una fecha avanzada como 1683, vol-vieron a asediar Viena'.

    La expansin del poder naval otomano fue casiigualmente alarmante en muchos sentidos. Como Ku-bilai Khan en China, los turcos haban constituidouna armada slo para reducir una fortaleza enemigarodeada por mar, en este caso Constantinopla, a laque el sultn Mehmet bloque con grandes galeras ycientos de naves ms pequeas que favorecieron elasalto de 1453. Desde entonces se usaron formidablesflotas de galeras en operaciones a travs del mar Ne-gro, en el avance hacia el Sur, en direccin a Siria yEgipto y en una serie de luchas con Venecia para ob-

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  • tener el control de las islas del Egeo: Rodas, Creta yChipre. Durante las primeras dcadas del siglo xvi lasflotas veneciana, genovesa y habsburguesa mantuvie-ron a distancia el poder naval otomano, pero a me-diados de siglo las fuerzas navales musulmanas ope-raban a lo largo de la costa norteafricana, -asaltabanpuertos en Italia, Espaa y las Baleares y finalmentese las arreglaron para tomar Chipre en 1570-1571, an-tes de ser detenidas en' la batalla de Lepanto 8 .

    Por supuesto, el Imperio otomano era mucho msque una mquina militar. Los otomanos -una eliteconquistadora como la de los manches en China-haban establecido una unidad de fe, cultura y len-guaje oficiales en una regin ms dilatada que el Im-perio romano y a una gran cantidad de pueblos so-metidos. Durante siglos antes de 1500 el mundo delIslam haba sido cultural y tecnolgicamente msavanzado que Europa. Sus ciudades eran ms gran-des, estaban bien iluminadas y alcantarilladas y algu-nas de ellas posean universidades, bibliotecas y mez-quitas sorprendentemente hermosas. Los musulma-nes haban detentado el liderazgo en matemticas,cartografa, medicina y muchos otros aspectos de laciencia y la industria (molinos, fabricacin de armas,faros, crianza de caballos). El sistema otomano de re-clutamiento de los futuros jenzaros entre la juventudcristiana de los Balcanes haba producido cuerpos detropas dedicados y uniformes. La tolerancia de otrasrazas haba llevado al servicio del sultn a muchosgriegos, judos y gentiles de talento: en el sitio deConstantinopla, un hngaro haba sido el principalartillero de Mehmet. Bajo la gida de un lder con xi-to como Solimn I, una slida burocracia supervisabacatorce millones e Inglaterra apenas dos millones ymedio de habitantes. En su apogeo, Constantinoplaera mayor que cualquier ciudad europea. En 1600 te-na ms de 500.000 habitantes.

    Sin embargo, tambin los turcos otomanos iban afracasar, a volverse hacia dentro y a perder la oportu-nidad del dominio del mundo, aunque esto slo fueevidente un siglo despus de la decadencia Ming, no-tablemente semejante. En cierta medida podra decir-38

  • se que este proceso fue la consecuencia natural de losanteriores xitos turcos: el Ejrcito otomano, por bienadministrado que estuviera, poda mantener las vastasfronteras pero no poda seguir expandindose sin uncoste enorme en hombres y dinero; y el imperialismootomano, a diferencia de los posteriores espaol, ho-lands e ingls, no produjo mucho en el terreno eco-nmico. Hacia la segunda mitad del siglo xvi el Impe-rio mostraba signos de hiperextensin estratgica, conun gran ejrcito estacionado en Europa central, unaonerosa armada operando en el Mediterrneo, tropasocupadas en el norte de frica, el Egeo, Chipre y elmar Rojo y con necesidad de refuerzos para sostenerCrimea contra el poder ruso en ascenso. No haba unflanco tranquilo ni siquiera en el Oriente Prximo, acausa de una desastrosa divisin religiosa del mundomusulmn que se produjo cuando la rama chita, conbase en Irak y despus en Persia, desafi las prcticasy enseanzas sunnes por entonces predominantes.Por momentos la situacin se pareca a la de las lu-chas religiosas contemporneas en Alemania y slopor la fuerza poda el sultn mantener el dominio, esdecir, si destrua a los disidentes chitas. No obstante,al otro lado de la frontera el reino chita de Persia, conAbbas el Grande al frente, estaba preparado para aliar-se con los Estados europeos contra los otomanos, dela misma manera que Francia haba trabajado con elturco infiel contra el Sacro Imperio Romano. Coneste despliegue de adversarios, el Imperio otomanohubiera necesitado un gobierno notable para mante-ner su crecimiento, pero despus de 1566 reinarontrece sultanes incompetentes sucesivamente.

    Sin embargo, los enemigos exteriores y los fracasospersonales no lo explican todo. El sistema en su tota-lidad sufri cada vez ms, como el de la China de losMing, de algunos de los problemas de la centraliza-cin, el despotismo y el exceso de ortodoxia en su ac-titud hacia la iniciativa, la disidencia y el comercio.Un sultn idiota poda paralizar el Imperio otomanode una manera que ni un Papa ni un emperador delSacro Imperio poda hacer con Europa. Sin rdenesclaras de la instancia superior, las arterias de la buro-

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  • cracia se endurecieron, optaron por el conservaduris-mo en lugar del cambio y sofocaron la innovacin. Lafalta de expansin territorial y consiguientes saqueosdespus de 1150, junto con el alza de precios, hizo quejenzaros descontentos se dedicaran al pillaje interno.Los comerciantes y empresarios, casi todos ellos ex-tranjeros, a quienes antes se haba estimulado, se en-contraron sujetos a impuestos imprevisibles, cuandono se les arrebataba directamente su propiedad. Deu-das cada vez ms altas arruinaron el comercio y des-poblaron las ciudades. Tal vez los ms perjudicadoshayan sido los campesinos, cuyas tierras y ganadofueron expropiados por los soldados. Al mismo tiem-po que se deterioraba la situacin, los funcionarios ci-viles se dedicaban al robo, solicitaban sobornos y con-fiscaban lotes de mercancas. El coste de la guerra y laprdida del comercio asitico durante la lucha conPersia intensificaron la desesperada busca de nuevosingresos por parte del Gobierno, lo que a su vez entre-g mayores poderes a recaudadores sin escrpulos'.

    En un sentido muy preciso, la airada respuesta aldesafo religioso chita reflejaba y anticipaba un en-durecimiento de las actitudes oficiales hacia todas lasformas de libertad de pensamiento. Se prohibi la im-presin porque poda diseminar opiniones peligrosas.Las nociones econmicas permanecieron en un esta-dio primitivo: se aceptaban importaciones de produc-tos occidentales pero estaba prohibida la exportacin;se apoy a los gremios en sus esfuerzos por controlarla innovacin y el ascenso de productores capitalis-tas; se intensific la crtica religiosa a los comercian-tes. Los turcos, que despreciaban las ideas y prcticaseuropeas, se negaron a adoptar los mtodos msavanzados para contener las plagas; en consecuencia,su poblacin sufri graves epidemias. En un sorpren-dente ataque de oscurantismo, una fuerza de jenza-ros destruy un observatorio del Estado en 1580, ale-gando que haba provocado una plaga`. Las fuerzasarmadas se haban convertido en un bastin de con-servadurismo. Pese a observar, y en ocasiones pade-cer, el nuevo armamento de los ejrcitos europeos, losjenzaros se tomaron su tiempo para modernizarse.

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  • Sus voluminosos caones no fueron reemplazadospor la artillera ms ligera. Despus de su derrota enLepanto, no construyeron el tipo de buque europeo,ms grande. En el Sur, se orden simplemente a laflota musulmana que permaneciera en las aguas mstranquilas del mar Rojo y el golfo Prsico, para eludiras la necesidad de construir buques que pudieran na-vegar por el ocano, segn el modelo portugus. Talvez haya razones tcnicas que ayuden a explicar estasdecisiones, pero el conservadurismo cultural y tecno-lgico desempe tambin su papel (en cambio, loscorsarios de Berbera adoptaron rpidamente el navode guerra tipo fragata).

    Las anteriores observaciones sobre el conservadu-rismo podran hacerse con igual o mayor razn conrespecto al Imperio mongol. Pese al descomunal ta-mao del reino en su momento de apogeo y el geniomilitar de alguno de sus emperadores, pese a la bri-llantez de sus Cortes y la perfeccin de sus productosde lujo, pese incluso a una sofisticada red bancaria ycrediticia, el sistema era dbil: una elite musulmanaconquistadora en lo alto de una gran masa de campe-sinos empobrecidos que en su mayora eran de fe hin-d. En las propias ciudades haba una considerablecantidad de comerciantes, mercados abundantes y en-tre las familias hindes una actitud hacia la manufac-tura, el comercio y el crdito que podra transformar-los en excelentes ejemplos de la tica protestante deWeber. Pero contra esta imagen de una sociedad em-prendedora preparada para el despegue econmicoantes de ser vctima del imperialismo britnico existenretratos ms oscuros de muchos factores indgenasque actuaron como frenos en la vida india. La propiarigidez de los tabes religiosos hindes obstaculizabala modernizacin: no se poda matar a roedores e in-sectos, de modo que se perdan enormes cantidades dealimentos; las costumbres sociales referentes al mane-jo de basura y excrementos producan condiciones in-salubres permanentes, un campo de cultivo para lasplagas bubnicas; el sistema de castas sofocaba la ini-ciativa, estimulaba el ritual y restringa el mercado; yla influencia que ejercan los sacerdotes brahmanes

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  • sobre los gobernantes locales indios significaba queese oscurantismo actuaba en los niveles ms altos. Ha-ba obstculos sociales profundos a cualquier intentode cambio radical. No es de extraar que ms tardemuchos britnicos, despus de saquear y luego tratarde gobernar la india segn principios utilitarios, ter-minaran por abandonarla con el sentimiento de que elpas segua siendo un misterio para ellos".

    Pero el Gobierno mongol apenas poda comparar-se con la administracin conducida por el Servicio Ci-vil Indio. Las brillantes cortes eran centros de consu-mo conspicuo a una escala que hasta el Rey Sol hu-biera considerado excesiva en Versalles. Miles de sir-vientes y desocupados, ropas, joyas, harenes y mena-jes extravagantes, enormes despliegues de cuerpos deguardia que slo podan pagarse creando una mqui-na de pillaje sistemtico. Los recaudadores de im-puestos, a quienes sus amos exigan sumas fijas, secebaban sin piedad en campesinos y comerciantes;fuera cual fuese la situacin de las cosechas o el co-mercio, el dinero tena que reunirse. Como, aparte dela rebelin, no haba frenos constitucionales ni deninguna otra especie, no era sorprendente que se lla-mara comida a los impuestos. A cambio de este tri-buto anual colosal, la poblacin reciba apenas nada.Haba pocos adelantos en las comunicaciones y nin-guna ayuda organizada en caso de hambre, inunda-ciones y peste, cosas que, por supuesto, eran habitua-les. Esto hace que por comparacin la dinasta Mingparezca benigna y casi progresista. Tcnicamente, elImperio mongol entr en declive porque se hizo cadavez ms difcil de mantener luchando con los mahra-tas en el Sur, los afganos en el Norte y, por ltimo, laCompaa de las Indias Orientales. En realidad, lasrazones de su decadencia fueron mucho ms internasque externas.

    DOS FORASTEROS: JAPN Y -RUSIA

    En el siglo xvi haba otros dos Estados que, aun-que no se acercaban en tamao y poblacin a los im-

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  • perios Ming, Otomano y Mongol, daban seales deconsolidacin poltica y crecimiento econmico. Enel Extremo Oriente, Japn avanzaba en el mismomomento en que su vecino chino comenzaba a atro-fiarse. La geografa daba una ventaja estratgica alos japoneses (como tambin a los britnicos) porquela insularidad ofreca una proteccin contra invasio-nes por tierra que China no posea. No obstante, laseparacin entre las islas de Japn y el territorioasitico no era en absoluto completa y una buenaparte de la cultura y la religin japonesas era unaadaptacin de la civilizacin ms antigua. Peromientras China era gobernada por una burocraciaunificada, en Japn el poder se hallaba en manos deseores feudales, de estructura clnica; y el empera-dor no tena verdadero poder. El Gobierno centraliza-do que haba existido en el siglo xvi haba sido reem-plazado por una perpetua lucha entre clanes... seme-jnte a la lucha entre sus equivalentes en Escocia.Esta no era una circunstancia ideal para comercian-tes y mercaderes, pero no obstaculiz demasiado laactividad econmica. Tanto en tierra como en el mar,los empresarios trataban con seores de la guerra , yaventureros militares, cada uno de los cuales vea elbeneficio que haba en el comercio martimo del estede Asia. Los piratas japoneses asaltaban las costas deChina y Corea para saquearlas mientras al mismotiempo otros japoneses aprovechaban la oportunidadde intercambiar mercancas con los visitantes portu-gueses y holandeses de Occidente. Las misiones cris-tianas y productos europeos penetraron en la socie-dad japonesa con mucha ms facilidad que en el re-moto y autosuficiente Imperio Ming".

    Esta escena animada, aunque turbulenta, se altera-ra pronto con el uso creciente de armamento europeoimportado. Como suceda en todas partes del mundo,el poder gravitaba en torno a aquellos individuos ogrupos que posean los recursos necesarios para man-dar un gran ejrcito de mosqueteros y, sobre todo, decaones. En Japn el resultado de esta tendencia fuela consolidacin de la autoridad del gran jefe militarHydeyoshi, cuyas aspiraciones lo llevaron a intentar

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  • por dos veces la conquista de Corea. Sus intentos fra-casaron y cuando Hydeyoshi muri en 1598 la guerracivil volvi a amenazar el Japn; pero pocos aos des-pus el poder se haba consolidado en manos de Ieya-su y sus amigos shogunes del clan Tokugawa. Esta vezel gobierno militar centralizado era inconmovible.

    En muchos sentidos, el Japn de Tokugawa tenalas caractersticas de las nuevas monarquas quehaban surgido en el Oeste durante el siglo anterior.La gran diferencia era la renuncia del shogunado a laexpansin martima y en realidad a todo contacto conel mundo exterior. En 1636 se detuvo la construccinde barcos para la navegacin ocenica y se prohibi alos sbditos japoneses la navegacin por alta mar. Elcomercio con los europeos qued restringido al bu-que holands que fondeaba en Deshima, en el puertode Nagasaki; se expuls a los otros. An ms tempra-no, prcticamente todos los cristianos (extranjeros ynativos) fueron asesinados sin piedad por rdenes delshogunado. Es evidente que el motivo que haba de-trs de estas drsticas medidas era la decisin delclan Tokugawa de lograr el control indiscutible; enconsecuencia, se consideraba subversivos a extranje-ros y cristianos. Pero tambin lo eran potencialmenteotros seores feudales, por lo que se les exigi pasarmedio ao en la capital y por lo que, durante esos seismeses en los que se les permita residir en sus Esta-dos, sus familias tenan que permanecer en Yedo (To-kio), virtualmente como rehenes.

    Esa uniformidad impuesta no obstaculiz, por smisma, el desarrollo econmico, y tampoco impidinotables logros artsticos. La paz nacional era buenapara el comercio, las ciudades y la poblacin globalcrecan y el uso cada vez ms habitual de pagos condinero realzaba la importancia de comerciantes ybanqueros. No obstante, estos ltimos no alcanzaronnunca la importancia social y poltica que adquirieronen Italia, los Pases Bajos y Gran Bretaa, y obvia-mente los japoneses eran incapaces de conocer yadoptar los adelantos tecnolgicos e, industriales quese producan en otros lugares. Como la dinasta Ming,el shogunado Tokugawa decidi deliberadamente, con

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  • pocas excepciones, apartarse del resto del mundo. Talvez esto no haya retrasado las actividades econmicasen el propio Japn, pero s perjudic el poder relativodel Estado japons. Como despreciaban el comercio yse les prohiba viajar o exhibir sus armas salvo en oca-siones de ceremonia, los samurais al servicio de susseores vivan una vida de ritual y aburrimiento. Du-rante dos siglos el sistema militar se atrofi, de modoque en 1853, cuando llegaron los famosos barcos ne-gros del comodoro Perry, poco poda hacer el espan-tado gobierno japons aparte de satisfacer la demandaamericana de carbn y otros materiales.

    Al comienzo de su perodo de consolidacin y cre-cimiento polticos Rusia se asemejaba en varios as-pectos a Japn. Muy alejada geogrficamente de Occi-dente -en parte a causa de las malas comunicacionesy en parte a causa de que las luchas peridicas con Li-tuania, Polonia y Suecia, el Imperio otomano cortabalas rutas existentes-, el reino de Moscovia estaba sinembargo muy influido por su herencia europea, trans-mitida en gran parte por la Iglesia ortodoxa rusa. Ade-ms, fue desde Occidente desde donde lleg la solu-cin duradera a la vulnerabilidad de Rusia frente a losjinetes de las planicies asiticas: los mosquetes y ca-ones. Con estas nuevas armas Mosc poda afirmar-se como uno de los imperios de la plvora, y, enconsecuencia, expandirse. El avance hacia Occidenteera difcil porque los suecos y polacos tambin tenanesos armamentos, pero la expansin colonial hacia lastribus y khanatos del Sur y del Este fue mucho mssencilla a causa de esta ventaja tecnolgico-militar.Hacia 1556, por ejemplo, las tropas rusas haban lle-gado al mar Caspio. La expansin militar fue acompa-ada, y a veces hasta eclipsada, por los exploradores ypioneros que avanzaban constantemente hacia el estede los Urales, a travs de Siberia, y haban llegado in-cluso a la costa del Pacfico hacia 1638' 3 . Pese a su su-perioridad duramente conseguida sobre los jinetesmongoles, en el crecimiento del Imperio ruso no hubonada fcil o inevitable. Cuantos ms pueblos se con-quistaban, mayores eran las posibilidades de disensio-nes internas y revueltas. La nobleza nativa se agitaba

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  • incluso despus de la purga que Ivn el Terrible hizoentre sus filas. El khanto trtaro de Crimea seguasiendo un enemigo poderoso; sus tropas saquearonMosc en 1571 y mantuvo la independencia hasta fi-nales del siglo xvm. Los peligros que venan de Occi-dente eran an mayores: los polacos, por ejemplo,ocuparon Mosc entre 1608 y 1613.

    Otro punto dbil era que, pese al intercambio conOccidente, Rusia segua tecnolgicamente atrasada yeconmicamente subdesarrollada. Los extremos cli-mticos y las enormes distancias y malas comunica-ciones eran en parte responsables de ello, pero tam-bin lo eran graves problemas sociales: el absolutismomilitar de los zares, el monopolio de la educacin enmanos de la Iglesia ortodoxa, la venalidad y arbitra-riedad de la burocracia y la institucin de la servi-dumbre, que haca feudal y esttica la agricultura. Noobstante, pese al atraso relativo y a las desventajas,Rusia sigui expandindose e imponiendo en sus nue-vos territorios la misma fuerza militar y el gobiernoautocrtico que se haban utilizado para forzar a laobediencia a los moscovitas. De Europa se haba ob-tenido lo bastante como para dar al rgimen la forta-leza armada necesaria para cuidarse, mientras que almismo tiempo se resista cualquier otra posibilidadde modernizacin social y poltica occidental. Porejemplo, en Rusia se segregaba a los extranjeros delos nativos para evitar influencias subversivas. A dife-rencia de otros despotismos mencionados en este ca-ptulo, el Imperio de los zares se las arreglara parasobrevivir y Rusia llegara a ser un poder mundial. Noobstante, en 1500 e incluso en 1650, esto no resultabademasiado evidente para muchos franceses, holande-ses e ingleses, quienes probablemente saban tanto so-bre el gobernante ruso como sobre el legendario Pres-te Juan".

    EL MILAGRO EUROPEO 15

    Por qu se produjo entre los pueblos dispersos ypoco sofisticados que habitaban la parte occidental

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  • del continente euroasitico un proceso imparable dedesarrollo econmico e innovacin tecnolgica quelos transformara en lderes comerciales y militaresen los asuntos mundiales? sta es una pregunta queha preocupado a eruditos y otros observadores duran-te siglos y lo nico que pueden hacer los siguientesprrafos es presentar una sntesis de opiniones. Sinembargo, por esquemtico que deba ser necesaria-mente este resumen, posee la ventaja de exponer laslneas principales del argumento que impregna estaobra: o sea, que haba involucrada una dinmica, im-pulsada sobre todo por los adelantos econmicos ytecnolgicos, aunque interactuaba siempre con otrasvariables, como la estructura social, la geografa y elaccidente ocasional; que para comprender el curso dela poltica mundial es necesario centrar la atencin enlos elementos materiales y a largo plazo ms que enlas vaguedades de personalidad o los giros semanalesde la diplomacia y la poltica; y que el poder es unacosa relativa que slo puede describirse y medirsemediante comparaciones frecuentes entre diversosEstados y sociedades.

    La caracterstica europea que llama de inmediatola atencin cuando se mira un mapa de los centrosde poder del mundo en el siglo xvi, es su fragmenta-cin poltica (ver mapas 1 y 2). Esta no era una situa-cin reciente o accidental, como la que se produjobrevemente en China despus del colapso de un im-perio y antes de que la dinasta sucesora pudieratomar las riendas del poder centralizado. Europasiempre haba estado polticamente fragmentada a pe-sar de los grandes esfuerzos de los romanos, que nohaban podido extender sus conquistas mucho msall del Rin y el Danubio; y durante los mil aos pos-teriores a.la cada de Roma la unidad bsica de poderpoltico haba sido pequea y localizada, en contrastecon la expansin regular de la religin y cultura cris-tianas. Las concentraciones ocasionales de autoridad,como la de Carlomagno en Occidente o la de Kiev enel Este, eran sucesos temporales que terminaban conun cambio de gobernante, la rebelin interna o las in-vasiones externas.

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  • Europa deba esta diversidad poltica en gran par-te a su geografa. No haba enormes planicies en lascales pudiera imponer su dominio un imperio de ji-netes; y tampoco enormes y frtiles zonas ribereascomo las que rodean el Ganges, el Nilo, el Tigris y elufrates, el Yang-Tz y el ro Amarillo, que propor-cionan comida para grandes masas de campesinostrabajadores y fcilmente conquistables. El paisajeeuropeo era mucho ms fracturado, con cadenasmontaosas y grandes bosques que separaban los dis-persos centros de poblacin de los valles; y su climacambiaba considerablemente de Norte a Sur y deOeste a Este. Esto tuvo una serie de consecuenciasimportantes. Para empezar, dificultaba el estableci-miento de un control unificado, incluso en manos deun jefe militar poderoso y decidido, y al mismo tiem-po minimizaba la posibilidad de que el continentefuera invadido por una fuerza externa como las hor-das mongoles. Por otro lado, este paisaje diverso esti-mulaba el crecimiento y la existencia continuada delpoder descentralizado, con reinos locales y seorosde marca y clanes de tierras altas y confederacionesde ciudades de tierras bajas, todo lo cual haca que unmapa poltico de Europa trazado en cualquier mo-mento posterior a la cada de Roma pareciera unedredn hecho con muchos trozos de tela de diferen-te color. Los dibujos de ese edredn podan variar en-tre siglo y siglo, pero jams pudo usarse un solo colorpara significar la existencia de un imperio unifica-do' 6 .

    El clima diferenciado de Europa rindi productosdiferenciados, apropiados para el intercambio; y conel tiempo, a medida que se desarrollaban las relacio-nes de mercado, fueron transportados por los ros olos senderos que se abran en los bosques entre unazona habitada y otra. Tal vez la caracterstica ms im-portante de este comercio fuera que consista sobretodo en productos voluminosos: madera, grano, lana,arenques, etc., que atendan a las necesidades de lacreciente poblacin de la Europa del siglo xv, msque en el tipo de producto de lujo que llevaban las ca-ravanas orientales. Aqu tambin desempe un papel

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  • importante la geografa, porque el transporte poragua de estas mercaderas era mucho ms econmicoy Europa tena muchos ros navegables. El hecho deestar rodeada de mares estimul la industria vital dela construccin naval y a fines de la Edad Media exis-ta un floreciente comercio martimo entre el Bltico,el mar del Norte, el Mediterrneo y el mar Negro. Porsupuesto, este trfico era interrumpido por guerras yse vea afectado por desastres locales como malas co-sechas y peste; pero en general sigui expandindose,aumentando la prosperidad de Europa y enriquecien-do su dieta y llevando a la creacin de nuevos centrosde riqueza como las ciudades Hanseticas o italianas.A su vez, lgs intercambios regulares de productos agrandes distancias estimularon el aumento de letrasde cambio, un sistema crediticio y bancario a escalainternacional. La propia existencia del crdito mer-cantil y despus de letras de seguro permita una pre-diccin bsica de las condiciones econmicas quehasta entonces los comerciantes haban conocido ra-ras veces en ningn lugar del mundo".

    Adems, como gran parte de este comercio se rea-lizaba en las turbulentas aguas del mar del Norte y enla baha de Vizcaya -y tambin porque la pesca dealtura se convirti en una fuente importante de ali-mento y riqueza-, los astilleros se vieron obligados aconstruir navos fuertes (aunque algo lentos y pocoelegantes), capaces de trasladar grandes pesos y basa-dos slo en el viento como fuerza propulsora. Aunquecon el tiempo tuvieron ms velas y mstiles y timonesms slidos, y por lo tanto se hicieron ms fciles demaniobrar, los cargueros del mar del Norte y sussucesores no deben haber tenido una apariencia tanimpresionante como los navos ms ligeros que reco-rran las costas del Mediterrneo oriental y el ocanondico; pero, como veremos, a largo plazo demostra-ran poseer ventajas evidentes".

    Las consecuencias polticas y sociales de este creci-miento descentralizado y en su mayor parte no super-visado del comercio y los comerciantes, los puertos ymercados, fueron muy significativas. En primer lugarno haba forma de suprimir totalmente esas tenden-

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  • cias econmicas. Esto no quiere decir que el surgi-miento de las fuerzas de mercado no molestara a mu-chos de los que detentaban la autoridad. Los seoresfeudales, que sospechaban de las ciudades como cen-tros de disidencia y santuarios para los siervos, trata-ron a menudo de recortar sus privilegios. Como en to-das partes, se persigui con frecuencia a los comer-ciantes, robando sus mercancas y confiscando supropiedad. Los pronunciamientos papales contra lausura se parecan en muchos sentidos al disgusto quesentan los confucianos por los intermediarios y pres-tamistas. Pero lo fundamental es que en Europa noexista una autoridad uniforme que pudiera detenerde manera eficaz tal o cual tendencia comercial; nohaba ningn gobierno central cuyo cambio de priori-dades pudiera producir el ascenso o cada de una in-dustria particular; no haba un saqueo sistemtico yuniversal de hombres de negocios y empresarios lle-vado a cabo por recaudadores de impuestos, como elque fren la economa de la India mongol. Tomemoscomo ejemplo especfico y evidente el de las circuns-tancias polticas fracturadas de la Europa de la Refor-ma, donde era inconcebible que todos aceptaran la di-visin hecha por el Papa en 1494 del mundo de ultra-mar en esferas espaola y portuguesa... y an ms in-concebible que una orden que prohibiera el comercioultramarino tuviera un efecto en la realidad (comosucedi en la China Ming y en el Japn de Toku-gawa).

    El hecho es que en Europa siempre hubo algunosprncipes y seores locales dispuestos a tolerar a losmercaderes y sus costumbres aun cuando otros lossaquearan y expulsaran; y como ha quedado demos-trado, los mercaderes judos oprimidos, los trabajado-res textiles flamencos arruinados y los hugonotes per-seguidos se trasladaban y se llevaban consigo su po-tencial. Un barn del Rin que cobraba excesivos im-puestos a los mercaderes transentes, descubra quelas rutas comerciales se haban trasladado a otra par-te, y con ellas sus ingresos. Un monarca que no hicie-ra honor a sus deudas tendra enormes dificultadespara reunir dinero cuando surgiera la amenaza de

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  • una nueva guerra y necesitara rpidamente reunirfondos para equipar sus ejrcitos y flotas. Los ban-queros, traficantes de armas y artesanos eran miem-bros esenciales, no perifricos, de la sociedad. De ma-nera gradual y desigual la mayora de los regmeneseuropeos estableci una relacin simbitica con laeconoma de mercado a partir del establecimiento deun orden nacional y un sistema legal no arbitrario(incluidos los extranjeros) y de la percepcin en im-puestos de una participacin en los crecientes benefi-cios del comercio. Mucho antes de que Adam Smithacuara las palabras exactas, los gobernantes de cier-tas sociedades de Europa occidental reconocan deforma tcita que para sacar a un Estado de la barba-rie y llevarlo a la mayor opulencia apenas se necesitaalgo ms que paz,.impuestos razonables y una admi-nistracin de justicia tolerablemente buena...". Devez en cuando, los lderes menos perceptivos -comolos espaoles administradores de Castilla o algn queotro Borbn de Francia- mataban literalmente la ga-llina de los huevos de oro, pero la consiguiente deca-dencia de la riqueza y, por lo tanto, del poder militar,pronto se haca evidente para todos excepto para losciegos.

    Probablemente, el nico factor que hubiera podidoproducir una centralizacin de la autoridad hubierasido un adelanto tan enorme en la tecnologa del ar-mamento por parte de un Estado, que todos sus opo-nentes quedaran destruidos o aterrados. Esto no eraen absoluto imposible en el ritmo cada vez ms velozdel desarrollo econmico y tcnico que se produjo enla Europa del siglo xv, a medida que la poblacin delcontinente se recuperaba de la Peste Negra y florecael Renacimiento italiano. Como ya hemos dicho, fueen este largo perodo comprendido entre 1450 y 1600cuando se consolidaron en todas partes los imperiosde la plvora. Moscovia, el Japn Tokugawa y la in-dia mongol proporcionaban excelentes ejemplos dehasta dnde poda crecer un Estado que tuviera lde-res que se aseguraran las armas y caones con los queobligar a la obediencia a sus rivales.

    Como adems fue en la Europa de fines del medie-

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  • vo y comienzos de la era moderna donde ms a me-nudo se refinaron nuevas tcnicas de guerra, no eraabsurdo suponer que pudiera producirse un progresotal que permitiera a una nacin determinada dominara sus rivales. Ya haba signos que indicaban una cre-ciente concentracin de poder militar`. En Italia eluso de compaas de arqueros, protegidos cuando eranecesario por soldados con picas, haba clausurado lapoca del caballero en su caballo con su mal entrena-da leva feudal; pero tambin era evidente que slo losEstados ms ricos, como Venecia y Miln, podan pa-gar los nuevos ejrcitos que ofrecan los famosos con-dottieri. Adems, alrededor de 1500 los reyes de Fran-cia e Inglaterra haban conseguido en sus respectivosEstados un monopolio de la artillera y en consecuen-cia podan, si era necesario, aplastar a un sbdito ex-cesivamente poderoso, aunque se refugiara detrs delos muros de un castillo. No terminara por conduciresta tendencia a un monopolio transnacional msgrande que abarcara toda Europa? Muchos debieronhacerse esta pregunta alrededor de 1550 al observarlas grandes concentraciones de tierras y ejrcitos almando del emperador Carlos V.

    En el prximo captulo hay un estudio detallado deese intento habsburgus de lograr el dominio de Eu-ropa, as como de su fracaso. Pero aqu podemos darbrevemente la razn ms general por la cual era im-posible imponer la unidad en el continente. Tambinen este caso era fundamental la existencia de una va-riedad de centros de poder econmico y militar. Nohaba en Italia una ciudad-Estado que pudiera lucharpor sobresalir sin que las otras intervinieran paramantener el equilibrio; ninguna nueva monarquapoda aumentar sus dominios sin incitar a sus rivalesa buscar compensacin. Al producirse la Reforma seagreg el antagonismo religioso a las rivalidades tra-dicionales por el equilibrio de poder, lo cual hara quefueran an menos practicables las perspectivas decentralizacin poltica. No obstante, la verdadera ex-plicacin es algo ms profunda; al fin y al cabo, en Ja-pn, la India y otros lugares la simple existencia decompetidores y de rencores entre grupos guerreros

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  • era evidente, pero eso no bast para evitar la unifica-cin. Europa era distinta porque cada una de las fuer-zas rivales tena la posibilidad de lograr acceso a lasnuevas tcnicas militares, de modo que no haba unsolo poder que tuviera una ventaja decisiva. Por ejem-plo, los servicios de los suizos y otros mercenarios es-taban al alcance de cualquiera que pudiera pagarlos.No haba un solo centro de produccin de arcos nitampoco de caones, ya se tratase de los primeros ca-ones de bronce o de la artillera posterior de hierro,ms barata; estos armamentos se fabricaban cerca delos depsitos de hierro del Weald, en la Europa cen-tral, en Mlaga, en Miln, en Lieja y posteriormenteen Suecia. De la misma manera, la proliferacin deastilleros en diversos puertos desde el Bltico hasta elmar Negro haca exactamente difcil para cualquierpas monopolizar el poder martimo, lo que a su vezayud a evitar la conquista y eliminacin de centrosrivales de produccin de armamentos que estuvieranal otro lado del mar.

    En consecuencia, no es tautolgico decir que el sis-tema europeo de Estados descentralizados fue el granobstculo puesto a la centralizacin. Como existauna determinada cantidad de entidades polticascompetidoras, la mayora de las cuales posea o podacomprar los medios militares necesarios para mantenersu independencia, ninguna de ellas poda alcan-zar sola la posibilidad de ejercer el dominio del conti-nente.

    Si bien esta interaccin competitiva entre los Esta-dos europeos parece explicar la ausencia de un im-perio de la plvora unificado en ese continente, noofrece a primera vista la razn de la imparable ascen-sin de Europa al puesto de liderazgo global. Despusde todo, no habran parecido insignificantes las fuer-zas de que disponan las nuevas monarquas de 1500si hubieran sido empleadas con los enormes ejrcitosdel sultn y las tropas innumerables del ImperioMing? Esto era as a comienzos del siglo xvi y, en al-gunos aspectos, incluso en el xvu, pero en este ltimoperodo el equilibrio del poder militar se inclinabacon mucha rapidez a favor de Occidente. Para expli-

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  • carse este cambio hay que sealar otra vez la descen-tralizacin del poder en Europa. Lo que provoc, so-bre todo, fue una forma primitiva de carrera arma-mentista entre las ciudades-Estado primero y los rei-nos ms grandes despus. Probablemente esto tuvieraen cierta medida races socioeconmicas. Cuando losejrcitos contendientes en Italia ya no estaban forma-dos por caballeros feudales y sus gentes sino por pi-queros, arqueros y una caballera (de flanco) pagadapor los mercaderes y supervisados por los magistra-dos de una ciudad determinada, era casi inevitableque estos hombres exigieran resultados a cambio desu dinero... pese a las refinadas maniobras de los con-dottieri para seguir siendo necesarios; en otras pala-bras, las ciudades exigiran el tipo de armas y tcticasque pudieran producir una victoria rpida al tiempoque se pudieran reducir los gastos de la guerra. De lamisma manera, cuando los monarcas franceses de fi-nales del siglo xv tuvieron un ejrcito nacional bajosu control y pago directos, ansiaron ver que esta fuer-za daba resultados decisivos`.

    Por la misma razn, este sistema de mercado libre,no slo oblig a los numerosos condottieri a competirpor obtener contratos, sino que tambin incit a arte-sanos e inventores a mejorar sus productos para obte-ner nuevos encargos. Esta espiral armamentista, queya se detectaba en la poca de la manufactura de ar-cos y armaduras a principio del siglo xv, se acrecenten los cincuenta aos siguientes, con la experimenta-cin con armas de fuego. Es importante tener encuenta que cuando se emple el can por primeravez haba pocas diferencias entre Occidente y Asiacon respecto a su diseo y eficacia. Esos tubos de hie-rro gigantescos que disparaban una bola de piedra yhacan un ruido enorme resultaban impresionantes yen ocasiones obtenan resultados; fue este tipo dearma el que usaron los turcos para bombardear losmuros de Constantinopla en 1453. No obstante, el im-pulso a la mejora constante, parece haberse dado sloen Europa: en los granos de plvora, en la fundicinde caones mucho ms pequeos (pero igualmentepoderosos, de bronce y aleaciones de estao), en la

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  • forma y textura del can y el proyectil, en los mon-tantes y transportes del arma. Todo esto aument engran proporcin el po