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8/17/2019 Num011_014 http://slidepdf.com/reader/full/num011014 1/5 Máximo Etchecopar A propósito de la tercera visita de Ortega a Buenos Aires En otra ocasión, hace de esto guiñee años, me creí en el deber —subra- yo esta última palabra porque en ,1a vida de cada cual contadas son las veces en que nos vemos constreñidos a asumirlo—, me creí en el deber, digo, de referir llana, buenamente lo que había sido mi amistad porteña con rtega durante la tercera visita del filósofo a la !rgentina "# $al relación de hechos, an%cdotas y nombres de personas, que manus- cribí entonces, lo era una apenas nada personal, apenas nada íntima y mía# Es que a sólo die& o doce años de la muerte del gran hombre, no me sentía yo aún con suficiente presencia de 'nimo como para ir a fondo en aquello tan peculiar e infrecuente que había sido mi amistad hacia %l( nues- tra común, intensa, recíproca amistad# En efecto, las circunstancias que entrete)ieron nuestro asiduo trato y amistosa relación en aquellos años porteños —*ya tan le)anos+— de 1 a 1./ son todas ellas insólitas, desacostumbradas# 0e aquí que pretender referirías al correr de la pluma me parecía entonces —all' por 12—- tarea por dem's ardua y aun desproporcionada a mis solas y magras fuer- &as# 3ube así de circunscribirme, en tal oportunidad, a la mera crónica, al mero relato somero de esa nuestra mutua frecuentación# 4orque, h'gase cargo el lector de los t%rminos crudos de la situación aludida5 ocurrió que a la tercera archinotoria visita de rtega a la !rgen- tina 6que, como correspondía, estuvo rodeada de la m's grande publicidad y resonancia7 había de vincularse estrechamente un )oven&uelo, yo, des-  provisto 6como, en su caso, correspondía7 de toda visibilidad pública y ciu- dadana, y sin título ninguno para aspirar siquiera a tener trato frecuente con el insigne español# 8ista a la distancia —una distancia de cuarenta años-—, la peripecia señalada resulta aún m's inverosímil, resulta, incluso, m's desproporcio- 1  9':imo Etchecopar, Ortega, nuestro amigo, segunda parte de Historia de una afición a leer, ;uenos !ires, Eudeba, 1<#

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Máximo Etchecopar

A propósito de la tercera visitade Ortega a Buenos Aires

En otra ocasión, hace de esto guiñee años, me creí en el deber —subra-yo esta última palabra porque en ,1a vida de cada cual contadas son lasveces en que nos vemos constreñidos a asumirlo—, me creí en el deber,digo, de referir llana, buenamente lo que había sido mi amistad porteña

con rtega durante la tercera visita del filósofo a la !rgentina "#$al relación de hechos, an%cdotas y nombres de personas, que manus-cribí entonces, lo era una apenas nada personal, apenas nada íntima y mía#Es que a sólo die& o doce años de la muerte del gran hombre, no mesentía yo aún con suficiente presencia de 'nimo como para ir a fondo enaquello tan peculiar e infrecuente que había sido mi amistad hacia %l( nues-tra común, intensa, recíproca amistad#

En efecto, las circunstancias que entrete)ieron nuestro asiduo trato yamistosa relación en aquellos años porteños —*ya tan le)anos+— de 1a 1./ son todas ellas insólitas, desacostumbradas# 0e aquí que pretender referirías al correr de la pluma me parecía entonces —all' por 12—-tarea por dem's ardua y aun desproporcionada a mis solas y magras fuer-&as# 3ube así de circunscribirme, en tal oportunidad, a la mera crónica, al

mero relato somero de esa nuestra mutua frecuentación#4orque, h'gase cargo el lector de los t%rminos crudos de la situación

aludida5 ocurrió que a la tercera archinotoria visita de rtega a la !rgen-tina 6que, como correspondía, estuvo rodeada de la m's grande publicidady resonancia7 había de vincularse estrechamente un )oven&uelo, yo, des-

 provisto 6como, en su caso, correspondía7 de toda visibilidad pública y ciu-dadana, y sin título ninguno para aspirar siquiera a tener trato frecuentecon el insigne español#

8ista a la distancia —una distancia de cuarenta años-—, la peripeciaseñalada resulta aún m's inverosímil, resulta, incluso, m's desproporcio-

1 9':imo Etchecopar, Ortega, nuestro amigo, segunda parte de Historia de una afición

a leer, ;uenos !ires, Eudeba, 1<#

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nada y estrafalaria que al tiempo en que hubo de acontecer# =ue rtega,nada menos que rtega y >asset, pr'cticamente acabase en ;uenos !ires

 por no tener trato asiduo —esa amistosa frecuencia de trato fue cotidia -na—, en su larga y última permanencia porteña de dos años y medio, conotro argentino que no fuese un mo&uelo ignoto 6quien por mucho que seempeñara en atender y ser útil a rtega, nada, absolutamente nada, en

 puridad, podía aportar al grande hombre contristado de esos entonces7, quetodo ello aconteciera como digo es cosa, convendr' conmigo el lector, por dem's insólita, por dem's, me atrevo, sin temor a e:agerar, a decirlo, anó-mala# 6?on la salvedad y precisión a hacer que esa anomalía de la situaciónque señalo atañe mucho menos al aspecto personal de la misma que a sutrasfondo social5 la situación creada —que fue, por lo dem's, afectuo-sísima y, en lo a mí referente, deslumbradora— entre mi ínfima personay la de rtega simboli&a, e:presa acabadamente el hondo malestar, elsordo descontento, el grave desarreglo de que adolecía la sociedad argen-tina en los años cuarenta# *4ara qu% decir que ese malestar y ese desarreglono han hecho sino acrecentarse y agudi&arse desde entonces+7

E interesa sobremanera recalcar la circunstancia apuntada porque muyseriamente creo que ella es insoslayable —habr' de serlo cada ve& m's— 

en toda biografía completa y vera& que en el futuro se escriba sobre nues-tro gran filósofo#

Est' visto que resulta harto difícil, cuando no imposible, hacerse unocargo de lo que ha sido una descollante personalidad antes de que el tiem-

 po transcurrido no haya decantado por completo la perspectiva propia enque se recorta la vera efigies del hombre o mu)er estudiados# En el casoque ahora nos ocupa al lector y a mí, ello resulta palmario, inequívoco#=uiso, en efecto, el a&ar que el tramo mas doloroso, m's aflictivo y oscurode la luminosa e:istencia de rtega hubiese de transcurrir en ;uenos !iresentre fines de 1.@ y febrero de 1./# A quiso tambi%n ese mismo diosa&ar que el testigo m's pró:imo de tal circunstancia íntima fuese yo# A esen este lugar preciso y entre las fechas indicadas donde habr'n de indagar 

los futuros biógrafos de rtega a fin de cerciorarse acerca del punto, acer-ca del aspecto m's dram'tico 6y acaso m's desesperan&ado tambi%n7 de lavida de rtega#

4ero lo cierto es que hasta ahora —-año de este primer centenarioorteguiano— no se había presentado la oportunidad clara de referirse sintapu)os ni prudentes eufemismos a tan arduo, a tan empinado asunto#

Ba&ones de oportunidad y de prudencia, lo acabo de decir, me llevaronantaño al convencimiento de que no convenía desvelar la grave circunstan-cia que consigno# 0e aquí que en anteriores referencias y escritos míosacerca de rtega y sobre mi amistad para con %l, yo no haya hecho siquieramención de unas cartas a mí dirigidas por mi inconmensurable amigo,donde se estampa y tra&a de modo e:plícito y deliberado la situación de'nimo en que se hallaba rtega al de)ar la !rgentina en aquella malhadada

fecha del de febrero de 1./#

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?omen&ar% por transcribir p'rrafos de dos breves cartas que por ordende fecha me escribió rtega desde el barco que lo llevaba de regreso aEuropa —su destino era Cisboa— en ese febrero de 1./#

Ceemos en la primera5

En el mar, 1 de febrero 1./#

Becibí por telegrama el visado para 4ortugal# $odo va, pues, en forma# 9i'nimo continúa en el mismo estado que estos últimos días —vacío que de)oatr's, vacío que presento adelante# Esto impide que, aun estando bien de cuerpoy de temple, se me movilice el alma y se dispare el pensamiento# Este puntomuerto es lo que hay que salvar, pero temo que ha de pasar aún tiempo sinlograrlo# 4are)a detención de todo mi ser es el efecto grave de cuanto me haacontecido en ;uenos !ires el año pasado D####

Ca segunda carta dice5

?uracao —/< febrero 1.1 6error en la cuenta del año7#=uerido 9':imo5 *llevamos die& y nueve días de via)e y nos encontramos enel punto m's hondo y neur'lgico de %l# 0esde 9ontevideo#, la navegación hasido e:celente de mar y de temperatura, pero de una monotonía superlativa# El pasa)e no e:iste como no sea para quitarle a uno el reducto de la soledad# Costorpedeamientos recientes en estos para)es han hecho el paso por esta regiónsumamente peligroso y no ve uno el momento de estar fuera del 9ar ?aribecon la proa ya dirigida resueltamente a Europa#Cos tres días de envaramiento me permitieron ver en 9ontevideo el artículode Crítica, última palabra que me ha llegado de la !rgentina# ?uando en unaciudad se publica un periódico así, la ciudad vive envilecida# Fo necesito decir que cuanto, puesto entre comillas, se me atribuye y que es un con)unto deimbecilidades, no ha sido )am's ni escrito, ni enunciado, ni pensado por mí#4or ciertos detalles coli)o que todo ello es de D###, el sapo hembra de quego&an ustedes ahí#9i salud ha sido buena hasta hace tres días, pero desde entonces no anda bien#Es demasiado trópico y e:cesivo ecuador para mi hígado claudicante#9añana vamos a Ca >uaira y el 9artes estaremos en $rinidad, donde el controlingl%s nos detendr' por lo menos dos )ornadas# Ca llegada a Cisboa no creo quesea antes del 1G# Fote usted que en todo el via)e sólo habremos ba)ado a tierra

unas horas en Bío# Fos desespera llevar tanto tiempo sin noticias de los nuestros# D### Hn abra&o dertega#?ariñosísimo recuerdo y saludos a su madre de Bosa#

! fines de 1. —el G de diciembre— est' fechada una e:tensa cartade cinco p'ginas de apretada mecanografía —las dos anteriores son manus-critas—, cuya transcripción completa en Cuenta y Razón ocuparía no me-nos de die& p'ginas, y cuyo contenido atañe en gran parte a mis tr'mitesadministrativos y legales con Espasa-?alpe de ;uenos !ires, casa editora%sta ante la cual fui yo representante legal de rtega —soy abogado— hasta finales del año 1., en que traspas% mi honrosa carga, previa apro-

 bación de mi mandante, a nuestro llorado amigo Iaime 4erriau:, orteguia-

no total#

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Esta es la porción epistolar que transcribo5

!venida G,de ctubre, nJ# 1@#—Cisboa, G 0iciembre 1.# =uerido 9':imo5 *yaera hora+ 0os años de silencio, Espero que ni por un instante haya admitido Hd#que este silencio se debe a olvido, falta de cariño, desidia u otra causa cualquierade orden inferior y que no procede de plena y ,,,resuelta deliberación##4recisamente, el,caso,de mi# silencio hacia Hd# aclara paradigm'ticamente las causas

de mi universal silencio durante todo este tiempo# $ienen Hds# que representarse lacuestión que me planteaba escribir, en sus concretas condiciones# Ao# no podíaescribir a unos sin escribir a otros, lo cual no significa democracia algunasentimental y falta de )erarquía en mis afectos# 4ero cualesquiera sean mis preferencias#, es evidente que no pocas personas de ahí tenían, en efecto#,derechos, mayores o menores, a que yo les escribiese# =uiero hacer constar que#recono&co todos esos derechos, que los acato y que precisamente por eso he tenidoque tomar la resolución radical de no escribir a nadie, ya que había motivos para no hacerlo en algunos casos#

!hora bien, estos motivos son los que me interesa aclarar y muy especialmenteen el caso de Hd# porque es donde m's acusadamente se manifiesta# En efecto,aparte el gran cariño que le tengo, la gratitud intensa que le debo —afecto ygratitud que no han hecho sino condensarse con el tiempo como los vinos gene-rosos en la bodega— había ra&ones de extremo egoísmo que reclamaban haberleyo escrito, al ser Hd# quien quedaba representando ahí mis materiales y ur-

gentes intereses# 4ero aún hay m's# ?omo, en seguida ver', esos intereses, durantelas semanas de mi via)e marítimo, habían padecido una nueva in)usta com- plicación que llevaba al colmo —y en el mismo estilo— las que durante todoel año 1.1 me habían atormentado ahí# Esa complicación, como ver', me hatraído graves per)uicios durante todo el 1./# Kin embargo,  yo no le he escritoa Ud. 0esearía que hiciese Hd# ver la e)emplaridad del caso para que los dem'se:celentes amigos comprendan mi silencio# Ca causa de %ste ha sido lisa y llana-mente la necesidad en que me sentía de cortar radicalmente las preocupacionesy malos humores, ue hicieron del a!o "# algo sin e$em%lo en mi vida, incom& %arable con cualuier otro instante de mi existencia '. !hora bien, yo no podíaescribir a los amigos y callar sobre todo eso, contribuyendo así a dar la impre-sión de que Ltodo esoM había sido cosa de poca importancia y f'cilmente olvi-dable# Cos hombres, aun los me)ores, propenden demasiado a olvidar el pasadoabsurdo, sobre todo cuando lo ha padecido el pró)imo# 4ero yo no acepto estaobliviscencia, antes bien, por ra&ones muy hondamente científicas, creo que loesencial del hombre es la memoria y que el grado de humanidad de cada perso-na se mide por la memoria que sepa tener de cuanto %l ha dicho y hecho, oídodecir ' otros o presenciado, de lo que pasó y de lo que de)ó de pasar, aunquedebiera# Fo podía yo, pues, escribir a los amigos sin volver una ve& m's sobretodas aquellas penosas incidencias, lo cual me obligaba a seguir prisionero deellas en ve& de aprovechar la única venta)a de la enorme distancia a que me ha -llaba de Hds#, a saber5 romper de raí& con mis preocupaciones##Aa que esto nocompensase mi nostalgia de Hds#, era siquiera un tanto a mi favor# Aa que no podía go&ar de Hds# me convenía quedar, al menos, libre de aquellas obse -siones#

A ahora va Hd# a tener la confirmación m's concreta y precisa que cabe de cu'n-to acabo de decir# tras cosas son m's largas o m's difíciles de contar( por lomismo, conviene aprovechar %sta para que le sirva de e)emplo# D###

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 El subrayado me pertenece#

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Cuego, y tras hacer la compulsa pormenori&ada de sus relaciones comer-ciales —me)or dicho, la de sus libros y ediciones— con Espasa-?alpe y sugerente en ;uenos !ires, el señor larra, me hace partícipe de lo siguiente5

D### Kobre esta base podría Hd#, en conversaciones con larra, intentar esclare-cer el porqu% de las —por lo visto— escasas ventas desde el /#J semestre de1.1, fenómeno que contrasta con el aumento enorme de venta de mis libros en

todo el mundo, hasta el punto de ser yo hoy el escritor filosófico que vendem's en Forteam%rica, !lemania, 3ungría, 4aíses Escandinavos y empie&a a serloen Nnglaterra y Orancia# En España se venden tambi%n hoy m's que nunca#6!ñado ahora, fuera de esta cuestión administrativa, que debe Hd# tomar notade este hecho porque %l precisa a Hd# que  su amigo Ortega tiene %or delantela eta%a m(s activa y destacada de toda su vida. 4ero no quiero aún entrar endetalles sobre esto# Ca sorpresa ahí va a ser enorme y muchos har'n p%simasdigestiones#7 E####

3asta aquí los tro&os de la larga y —a mi )uicio— muy importantecarta de rtega, cuya parcial reproducción se verifica ahora por prime-ra ve&#

0e)ando aparte los nombres de los argentinos, amigos de rtega, dequienes en esa carta se hace mención y a los que rtega envía c'lidos

saludos —recuerdo el de su gran amiga ;eb% de Eli&alde y su hi)o Oer-nando, ?armen >'ndara, ?%sar 4ico y Iaime 4erriau:—, los cuales supie-ron oportunamente de esa mi carta, tan sólo a Koledad rtega y a Iuli'n9arías hice conocer con posterioridad el te:to completo de ella#

En mi sentir, todo comentario o glosa o aclaración de lo transcritohuelga# Fo cabría m's adecuado punto final para estas notas#

9# E#"

 El subrayado es mío#

" Escritor argentino# E: emba)ador en la Kanta Kede#