Justiça do Trabalho

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  Estudios Sociológicos ISSN: 0185-4186 [email protected] El Colegio de México, A.C. México Marshall, Adriana; Perelman, Laura Cambios en los patrones de negociació n colectiva en la Argentina y sus fact ores explicativos Estudios Sociológicos, vol. XXII, núm. 2, mayo-agosto, 2004, pp. 409-434 El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México Disponible en: htt p://www.redalyc.org/articulo.oa?id=598065 06  Cómo citar el artículo  Número completo  Más información del artículo  Página de la revista en redal yc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • Estudios SociolgicosISSN: [email protected] Colegio de Mxico, A.C.Mxico

    Marshall, Adriana; Perelman, LauraCambios en los patrones de negociacin colectiva en la Argentina y sus factores explicativos

    Estudios Sociolgicos, vol. XXII, nm. 2, mayo-agosto, 2004, pp. 409-434El Colegio de Mxico, A.C.

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59806506

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  • MARSHALL/PERELMAN: CAMBIOS EN LOS PATRONES DE NEGOCIACIN 409

    Cambios en los patrones de negociacin colectivaen la Argentina y sus factores explicativos*

    Adriana MarshallLaura Perelman

    EN LA ARGENTINA, una vez sancionados los instrumentos regulatorios de laactividad sindical y la negociacin colectiva en los aos cuarenta y cincuen-ta, y hasta fines de la dcada del ochenta, la negociacin colectiva de salariostendi a frenar la diferenciacin que generaba la heterogeneidad econmica, esdecir, se caracteriz por tener efectos homogeneizadores. Desde la perspecti-va de la intervencin sindical, estos efectos se producan en dos mbitos.1 Poruna parte, resultaban de la centralizacin al nivel de las ramas de actividad,ya sea porque se negociaban condiciones de alcance general o porque lasentidades de nivel superior, solas o conjuntamente con los sindicatos de ni-vel inferior, negociaban en todos los niveles (ramas, regiones, subramas, em-presas), o bien porque la existencia de estructuras sindicales verticales im-plic la coordinacin de los objetivos de las negociaciones en distintos nivelesy regiones. Por la otra, se derivaban de la pauta institucionalizada de nego-ciacin imitativa (pattern bargaining) seguimiento de sectores lderes porparte de los restantes o, a veces, de negociacin competitiva (competen-cia entre sindicatos lderes o entre los ms importantes por la obtencin delas mejores condiciones). Ambos patrones de comportamiento caracteriza-ron la negociacin colectiva formal de salarios durante los escassimos 15

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    * Las autoras agradecen los comentarios de los evaluadores. Una versin preliminar sepresent en el 6to. Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, ASET, Buenos Aires, 13-16 deagosto, 2003.

    1 Este trabajo se centra en la intervencin sindical a travs de la negociacin colectiva, esdecir, en un proceso en el que obviamente intervienen empresarios y, a menudo, el gobierno,con un papel determinante en los resultados.

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    aos (de las casi cuatro dcadas que transcurrieron entre 1954 y 1990) enque no estuvo prohibida o, en el mejor de los casos, severamente restringida;asimismo tambin estuvieron presentes en algunos de los procesos de ne-gociacin informal que se desarrollaron junto con o en ausencia de la negocia-cin formal. Naturalmente, la existencia, segn el momento histrico, de unanica central confederal o un nmero reducido de confederaciones gremia-les, as como la intensa negociacin que stas mantuvieron directamente conel Estado, facilit en cierta medida los procesos de coordinacin entre sindica-tos de distintas actividades. En el caso de la negociacin salarial, la coordina-cin de objetivos, que se vio favorecida por un nivel de desempleo relativa-mente bajo, se sustent en la existencia de una tasa de inflacin persistentementeelevada, que constituy un marco de referencia comn para todos los recla-mos durante el largo periodo histrico en el que la meta de la negociacinsalarial fue predominantemente la defensa del nivel de vida adquirido. Hastafines de los aos ochenta la pauta de negociacin homogeneizadora y la pro-pia influencia de la tasa de inflacin se reflejaron en el bajo grado de disper-sin de las variaciones salariales, incluso de los salarios efectivamente paga-dos, resultantes de la negociacin tanto formal como informal.

    Los profundos cambios econmicos y sociales que tuvieron lugar a partirde las polticas implementadas desde 1976, agudizados por el estancamien-to de la dcada del ochenta y, posteriormente, por las reformas de principiosde los noventa,2 determinaron un contexto diferente y, fundamentalmente,adverso para la accin sindical en el mercado de trabajo. Un resultado de lasreformas econmicas fue el grave deterioro de las condiciones en el mercadode trabajo debido al incremento del desempleo, que pas de un promedio de5.5% en 1980-1990 a 10.2% en 1991-1995 y a 14.5% en 1996-2000.3 Unade las causas principales del crecimiento del desempleo fue la expulsin demano de obra en la industria, a raz tanto de aumentos de productividad ensectores que se reconvirtieron en respuesta a las nuevas condiciones impues-tas por la liberalizacin del comercio internacional con apreciacin cambiaria,

    2 Las polticas que se propusieron abandonar el modelo de crecimiento centrado en elmercado interno y la sustitucin de importaciones y liberalizar la economa comienzan bajoel gobierno militar de 1976-1983, acompaadas por un fuerte control salarial, represin de laactividad sindical y otros cambios en la regulacin laboral adversos a los asalariados. A sufracaso, sigue la crisis de la deuda externa de principios de los ochenta, las polticas de ajus-te de esa misma dcada y luego las reformas de los noventa (apertura del comercio internacio-nal, liberalizacin de los flujos financieros, libre convertibilidad acompaada por apreciacinde la moneda domstica, y cambios en la regulacin del trabajo desfavorables para los asalaria-dos). Estas ltimas reformas tuvieron xito primero en frenar y luego erradicar la inflacin.

    3 Segn datos de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) y del INDEC (Instituto Nacionalde Estadstica y Censos).

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    como de la crisis que experimentaron aquellos sectores que en esas condicio-nes no lograron reconvertirse;4 el empleo industrial cay a una tasa anualpromedio de 4% entre 1992 y 2000 (Marshall, 2002). A ello se sumaron,entre otros factores, las consecuencias negativas que tuvieron sobre el nivelde empleo las privatizaciones de los servicios pblicos. Por otra parte, lasreformas a la legislacin laboral de 1991 y, sobre todo, de 1995, generaron nue-vas modalidades de empleo temporario que tuvieron un importante, aunqueefmero (la mayora fue eliminada en 1998) desarrollo e intensificaron la in-estabilidad laboral: por ejemplo, en 1997 los contratos temporarios llegarona representar casi 80% de las nuevas contrataciones (Perelman, 2001). Almismo tiempo, y continuando con un proceso iniciado en periodos anterio-res, se expandi la utilizacin de formas precarias de empleo asalariado,marginadas de algunos o todos los beneficios sociales establecidos por lalegislacin, cuyo peso en el empleo asalariado alcanz en 2000 casi 40%(EPH, INDEC). El crecimiento del desempleo abierto y la difusin de formasprecarias de empleo debilitaron notoriamente la posicin de los sindicatospara negociar salarios y condiciones de trabajo en todos los sectores,5 perosobre todo en los ms vulnerables a la presin del excedente de fuerza detrabajo. Adems, en esta dcada se modific la normativa legal sobre la ne-gociacin colectiva; en particular, se estableci en 1991 la obligatoriedad derespaldar aumentos salariales con incrementos de productividad y se prohi-bi la indexacin de salarios y la traslacin de aumentos salariales a losprecios y, posteriormente, se promovi la descentralizacin y la negociacinseparada para las empresas pequeas. En este contexto, en qu forma semanifest la influencia de los sindicatos sobre la determinacin de las condi-ciones de remuneracin? Se transformaron las pautas tradicionales de ne-gociacin colectiva de salarios? El objetivo de este trabajo es aportar algu-nas respuestas a estas preguntas.

    4 Sobre este proceso de desindustrializacin y otros factores que contribuyeron al creci-miento del desempleo en los noventa, vase Marshall (1998).

    5 De todos modos, y pese a que la reduccin del empleo se concentr justamente en lossectores de mayor sindicalizacin (sector pblico, industria manufacturera), la tasa de sindica-lizacin se mantuvo en un nivel relativamente elevado (segn estimaciones basadas en la En-cuesta de Condiciones de Vida, SIEMPRO, 2001). Por otra parte, esta prdida de capacidad denegociacin en el mercado de trabajo no implic necesariamente para los sindicatos prdidageneralizada de poder de negociacin a nivel poltico ya que, durante la misma dcada, algu-nos sectores sindicales lograron frenar reformas que hubieran afectado sus intereses corporati-vos a cambio de aceptar otras que, incluso, podran llegar a perjudicar a sus propios represen-tados. Adems, las conducciones de varios sindicatos aprovecharon oportunidades de negociosque abrieron las privatizaciones, por ejemplo, en el rea de la seguridad social (vase e.g.Murillo, 1997).

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    En este trabajo planteamos que el modelo histrico de negociacin quese caracteriz por una pauta homogeneizadora se fue desmoronando durantela dcada de los noventa a raz de la confluencia de tres factores: la prdidade poder de negociacin sindical resultante de una situacin crecientemen-te desfavorable en el mercado de trabajo; la normativa que oblig a negociarpor productividad y prohibi la indexacin salarial y la traslacin a losprecios de aumentos salariales y, finalmente, la eliminacin de la inflacin.Despus de varias dcadas con altsimas tasas de crecimiento de los precios(promedio anual de 31% en los aos cincuenta, 21% en los sesenta, 140%en los setenta y ms de 400% en los ochenta), en 1993-1995 la tasa de infla-cin anual haba descendido a un promedio anual de 6%, fue inferior a 1% en1996-1998 y negativa en 1999-2000.6 Al desaparecer la inflacin, desapare-ci un factor que no slo uniformizaba directamente los reclamos de aumen-tos salariales sino que tambin facilitaba tanto la negociacin salarial centra-lizada como la difusin, a travs de la negociacin imitativa, de conquistasinicialmente localizadas. Si bien la estructura formal de la negociacin colec-tiva no se descentraliz sino en forma limitada, ya que continuaron siendodominantes los convenios de actividad, y la verticalidad de las estructurassindicales no se modific, se interrumpi la negociacin imitativa/competiti-va, y las negociaciones centralizadas al nivel de las grandes actividades perdie-ron peso en la determinacin de los salarios de las subramas y empresas quelas componan, sobre todo en los sectores ms dinmicos en trminos decrecimiento de la productividad; adems, se debilit el control centralizadosobre las negociaciones en otros niveles, muchas de las cuales no quedaronregistradas formalmente. En definitiva, se produjo una ruptura con las tenden-cias histricas en las formas de intervencin sindical en la negociacin desalarios, que se manifest principalmente en la prdida de coordinacin y lafragmentacin. La consecuencia de la suma de estos factores fue una mayorheterogeneidad de remuneraciones entre actividades y entre subramas y em-presas. En este periodo, la accin sindical se vio ms restringida a la canali-zacin de la variabilidad de los determinantes econmicos de los salarios, loque permiti que, en algunos sectores y bajo ciertas condiciones, se pudieranlograr algunas ventajas relativas an en el marco de un contexto global ad-verso, aunque sin llegar a recuperar ni siquiera mnimamente la fuerte prdi-da histrica en la participacin de los asalariados en el ingreso de dichossectores.

    La organizacin de este artculo es la siguiente. Primero se presenta el mar-co de anlisis, en el que se caracterizan las pautas de la negociacin colecti-

    6 Sobre la base de datos vase Vitelli (1990) y CEPAL (www.cepal.org).

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    va sobre la base del grado de centralizacin y las formas de coordinacin.Despus, se describen a grandes rasgos las formas de negociacin y su tra-yectoria en el caso argentino. Por ltimo, centrndonos en el sector industrialse analizan los resultados salariales de la negociacin colectiva, concluyen-do que la creciente dispersin inter-industrial de las tasas de variacin de lossalarios refleja la interrupcin de la negociacin imitativa, mientras que el com-portamiento del deslizamiento salarial es consistente con la nocin de que lanegociacin centralizada perdi efectividad en la determinacin del salario.

    Formas homogeneizadoras de negociacin colectiva de salarios:centralizacin y coordinacin

    Los factores que favorecen el desarrollo de la negociacin colectiva con efec-tos homogeneizadores son de diversa ndole: ideolgicos (cuando los sindi-catos priorizan la igualdad y la solidaridad); organizacionales (negociacincentralizada; concentracin en pocas organizaciones de nivel superior (Wal-lerstein et al., 1997); estructuras sindicales verticales, con participacin delas conducciones centrales en las negociaciones llevadas a cabo por entida-des de niveles inferiores; organizaciones empresariales centralizadas); y eco-nmicos (entre otros, la alta inflacin estimula el uso del argumento de lacomparabilidad7 y la negociacin imitativa; el bajo desempleo genera condi-ciones favorables al xito de la negociacin imitativa).

    La negociacin centralizada, ya sea a nivel del conjunto de la economao de las actividades econmicas, es la forma de negociacin homogeneizadorapor excelencia. En la literatura internacional se ha documentado que existeuna relacin inversa entre grado de centralizacin de la negociacin colectivay grado de desigualdad de los salarios.8 La negociacin colectiva centraliza-da de mximo grado (entre confederaciones sindicales y empresarias, conintervencin o no del Estado, por ejemplo bajo la forma de pactos sociales)tiene efectos homogeneizadores sobre la evolucin de los salarios y, en ge-neral, mayormente en Europa, tom la forma de acuerdos de moderacinsalarial. Naturalmente, las confederaciones emprenden acciones centraliza-das en otras reas, como la discusin de la poltica econmica, las regulacio-

    7 Vase por ejemplo, Ingram et al. (1999). Segn estos autores, en Inglaterra el uso delargumento de la comparabilidad fue estimulado tambin por el proceso de descentralizacinde la negociacin.

    8 Varios autores han puesto en evidencia que existe una relacin inversa entre grado dedesigualdad salarial y grado de centralizacin de las estructuras de negociacin (e. g. Rowthorn,1992; Zweimuller y Barth, 1994; Marshall, 1999).

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    nes laborales, y otras cuestiones sociales y polticas. La negociacin centrali-zada a nivel de las actividades econmicas, por su parte, tiende a frenar elaumento de la diferenciacin salarial entre subramas, empresas, regiones oniveles de calificacin, ya que la capacidad de representacin del sindicato ysu posicin de fuerza en la negociacin se potencian cuando todos los asala-riados de la actividad se benefician en grado similar por los resultados de lanegociacin.

    An en ausencia de negociacin centralizada, la existencia de estructu-ras sindicales jerrquicas hace posible que las entidades de nivel superiorejerzan control sobre las de nivel inferior asegurando una mayor homogenei-dad de objetivos (OCDE, 1994-1995).9 Cuando las primeras son las que, solaso junto con las de nivel inferior, conducen las diversas negociaciones separa-das dentro del sector que representan (regionales, de subramas o de empre-sas), la difusin de objetivos comunes parecera inevitable. Sin embargo,este proceso no es automtico ya que, como veremos en el caso argentino, nila existencia de estructuras verticales, ni la participacin de las entidades denivel superior en las negociaciones ms descentralizadas, parece ser condi-cin suficiente para la difusin de metas comunes; en algunos casos las enti-dades de nivel inferior pueden llegar a negociar autnomamente (por ejem-plo, a nivel informal) mientras que en otros las propias conducciones centralespasan a fragmentar la negociacin dentro de su sector sobre la base de condi-ciones diferenciales y /u objetivos dismiles.

    Se ha considerado que cuando las estructuras formales de negociacincentralizadas coexisten con un elevado nivel de deslizamiento salarial, stepone en evidencia que en realidad existen procesos paralelos en niveles denegociacin inferiores que desvirtan la centralizacin (OCDE, 1997). Dadauna estructura de negociacin centralizada, el deslizamiento se origina sobretodo en la mayor capacidad de pago de algunas subramas y/o empresas conrelacin al conjunto del sector al cual pertenecen,10 y es mayor cuanto msheterognea sea la composicin del sector. Un aumento del deslizamientopuede expresar tanto un aumento de la heterogeneidad sectorial como unafragmentacin de la negociacin. El segundo caso sera ms esperable ensituaciones de alto desempleo, en las que el creciente deslizamiento refleja-

    9 Wallerstein et al. (1997) consideran el grado de autoridad de los sindicatos de entidadsuperior como una dimensin del corporatismo.

    10 En este marco, el deslizamiento registrara los aumentos salariales que se obtienen almargen de la negociacin centralizada, con o sin intervencin sindical (en realidad, originalmen-te el deslizamiento se refera a componentes del salario obtenidos/otorgados al margen de lanegociacin colectiva (Phelps Brown, 1962), pero con posterioridad se atribuy a este concep-to un contenido ms amplio).

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    ra el deterioro en la capacidad de negociacin centralizada (aun cuando semantuviera formalmente la misma estructura de negociacin), pero siempreque contine habiendo empresas/subramas con mayor capacidad de pago,por lo cual se podra llegar a obtener en ellas mejores condiciones negocian-do en forma descentralizada, formal o informalmente, con o sin presenciadel sindicato central. Adems, el deslizamiento podra incrementarse en situa-ciones de bajo desempleo, cuando se agudiza la competencia para atraer oretener mano de obra, sobre todo la ms calificada, entre las grandes empre-sas, que estaran ms predispuestas a otorgar pagos adicionales en funcinde su mayor rentabilidad.

    Por otra parte, existen otras pautas de negociacin, que implican gradosde coordinacin (tanto entre sindicatos como entre organizaciones empresa-rias) ms lbiles que la centralizacin formal, que tambin tienen efectoshomogeneizadores.11 Tanto los sindicatos como las organizaciones empresa-rias o representantes de las empresas pueden acordar metas a alcanzar, en elmarco de una organizacin de entidad superior, o incluso en su ausencia. Unejemplo de acuerdo inter-sindical deliberado es la ofensiva sincronizada (enprimavera) de los sindicatos japoneses (que, sin embargo, en general nego-cian en forma descentralizada), desarrollada con el objetivo de fortalecer alos sindicatos y lograr una mayor uniformidad salarial.12 Otro caso tpico decoordinacin inter-sindical, tambin de naturaleza implcita, es la que se pro-duce de hecho, sin mediar un acuerdo explcito, cuando las metas planteadaso los logros obtenidos en sectores lderes se constituyen en la referencia a ser

    11 Esta hiptesis ha sido sometida a algunas comprobaciones empricas (vase por ejem-plo Wallerstein (1999), sobre la asociacin entre grado de coordinacin, en este caso, coopera-cin implcita de un nmero reducido de actores, y desigualdad salarial). El concepto de coor-dinacin consensuado en la literatura internacional sobre negociacin colectiva es muyabarcativo, e incluye la coordinacin inter-sindical e inter-empresarial tanto explcita y directacomo encubierta o implcita, e indirecta, de la cual el pattern bargaining (que se discute msabajo) es un ejemplo caracterstico (OCDE, 1994-1995; Wallerstein, 1999). La literatura sobre lainfluencia macroeconmica de los sistemas de negociacin colectiva, que inicialmente carac-terizaba a estos ltimos exclusivamente sobre la base del nivel de la negociacin, despus haconsiderado tambin el grado de coordinacin de la negociacin para catalogar a los pases(vase por ejemplo Tarantelli, 1986; OCDE, 1997).

    12 La intencin de los sindicatos que se embarcaron en la ofensiva de primavera era la defortalecer el poder de negociacin de los sindicatos de empresa en conjunto y equiparar losaumentos salariales entre varias industrias y firmas por medio de la sincronizacin [] stacrea un salario socialmente vigente (Tsuru, 1992:2; traduccin AM/LP). Pese a la intencindeliberada de coordinacin, en la literatura se ha considerado a la ofensiva de primaveracomo un ejemplo de coordinacin implcita en vez de explcita, ya que la ltima se restringe ala negociacin centralizada (Wallerstein, 1999) y/o la articulacin (formal) de los niveles denegociacin (OCDE, 1994-1995).

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    imitada por sindicatos de otros sectores.13 En general, se trata de un procesoinstitucionalizado y reconocido por sindicatos y empresarios, e incluso porel Estado. Esta pauta de negociacin imitativa puede o no expresarse formal-mente en el proceso de negociacin mediante la utilizacin del argumento dela comparabilidad (la utilizacin de los logros obtenidos por otros sindicatoscomo estndar de referencia) y tambin tiene un impacto homogeneizador.

    No es siempre fcil identificar el grado de coordinacin, tanto de la par-te sindical como de la parte empresaria. Como ha sido sealado, la coordi-nacin es un concepto ms nebuloso que estructuras de negociacin o nivelde negociacin porque se refiere a procesos de intercambio de informacin,consulta, negociacin, toma de decisiones y el ejercicio de sanciones sobrequienes rompen cualquier acuerdo conjunto, y operacionalizar el conceptode coordinacin involucra el seguimiento de las ocasiones tanto formalescomo informales para intercambio de informacin y toma de decisiones(Sako, 1997:4). Se suman dificultades inherentes a la identificacin de for-mas de coordinacin no basadas en acuerdos explcitos. Aunque en algunoscasos se han estudiado los propios procesos de negociacin, el grado de coor-dinacin de la negociacin tambin se ha inferido a partir del grado de sin-cronizacin temporal de los procesos de negociacin. Sin embargo, la sincro-nizacin puede deberse a factores externos al proceso de negociacin, comopor ejemplo la apertura de las negociaciones por parte del gobierno, en unafecha determinada, luego de un periodo en el cual estuvieron restringidas (e.g. durante la vigencia de un pacto social) o directamente prohibidas (comoocurri recurrentemente en la Argentina). Tambin en algunos casos se hasupuesto que existe coordinacin implcita a partir de la homogeneidad delas tasas de variacin de los salarios de las distintas actividades o empresas(sobre la base de la citada hiptesis segn la cual existe una relacin inversaentre grados de coordinacin de la negociacin y de desigualdad salarial).Pero en realidad, las variaciones salariales homogneas pueden originarseen factores exgenos a la pauta de negociacin colectiva, por ejemplo en es-tructuras econmicas similares, o en el hecho de que la tasa de inflacin, entanto se constituye en el referente central de la negociacin salarial, tiende agenerar demandas de aumento salarial similares en todos los sectores; por lotanto, la uniformidad de resultados salariales no es nicamente producto dela coordinacin sindical.14 Cuanto ms elevada la tasa de inflacin y ms

    13 En la literatura (e. g. OCDE, 1997, y referencias all citadas) se considera que esta pautade comportamiento imitativo expresa una negociacin coordinada y que sus resultados salaria-les pueden ser bastante similares a los de la negociacin altamente centralizada.

    14 El efecto de difusin (o derrame) de incrementos salariales podra existir incluso sinparticipacin de los sindicatos (vase Flanagan (1976)). Sin embargo, es difcil pensar que,

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    acelerado el proceso de crecimiento de los precios, es ms probable que entodos los sectores la negociacin se concentre en recuperar la prdida expe-rimentada por el salario real. De hecho, la discusin sobre la negociacinimitativa y el derrame (spillover) de los aumentos salariales en la literaturade los aos sesenta y setenta, principalmente referida al sector industrial enlos Estados Unidos, tuvo como uno de sus ejes el anlisis acerca de en qumedida los resultados salariales similares se derivaban de factores institucio-nales (negociacin imitativa) o econmicos.15

    El caso argentino: evolucin del comportamiento de la negociacin

    En el caso argentino, si bien no es posible establecer en qu medida la nego-ciacin estuvo sustentada en una ideologa sindical igualitarista, por lo me-nos desde la dcada de los cincuenta y hasta los ochenta convergieron hist-ricamente algunas de las condiciones que, segn vimos, contribuyen a que lanegociacin colectiva tenga efectos homogeneizadores. En primer lugar,la presencia de estructuras sindicales centralizadas, con alta participacin ycontrol por parte de las conducciones centrales en las negociaciones de to-dos los niveles, por lo menos formalmente.16 Segundo, el amplio predominiode la negociacin centralizada. Tercero, y como consecuencia de las dos pri-meras, un relativamente escaso nmero de negociaciones de amplia escalafavoreci la visibilidad pblica de las negociaciones y la transmisin de resul-tados, por ejemplo, a travs del argumento de la comparabilidad. Las nego-

    salvo en circunstancias excepcionales, los sindicatos no intervengan en la determinacin del sa-lario. Lecaillon (1976) seala que, como en la poca contempornea no pueden concebirseaumentos salariales fuera de los procedimientos institucionales que involucran la participa-cin de los sindicatos y la prctica de la negociacin colectiva, los sindicatos, invocando elprincipio de la paridad, son uno de los agentes de la propagacin de aumentos salariales.

    15 Vase e. g. Levinson (1960), Eckstein y Wilson (1962), McGuire y Rapping (1968),Mehra (1976) y Vroman (1984).

    16 La estructura sindical y negociacin centralizadas se consolidaron con la ley de 1945que atribuy la personera gremial, que permita ejercer el monopolio de representacin al sin-dicato con mayor representatividad. Adems, en 1953 se dispuso que el sindicato con personeragremial es el que negocia los convenios colectivos. Las entidades de nivel superior (ya sea sin-dicatos nacionales de primer nivel o bien federaciones) en general detentaron la representacinen la negociacin colectiva. Aunque formalmente los sindicatos de menor nivel con personeragremial podan firmar convenios colectivos, a menudo delegaban en los niveles superiores ofirmaban junto con ellos. En 1998, se estipul explcitamente la preeminencia de las entidadesde nivel superior (que, a su vez, podan delegar la representacin en las estructuras descentra-lizadas), norma que volvi a modificarse en 2000.

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    ciaciones imitativas, la competencia entre sindicatos por obtener los mejoresresultados, o incluso las acciones guiadas por el objetivo de mantener losdiferenciales de salario previos (e. g. Gaudio y Tomada, 1991; Torre, 1983)17representaron obstculos a la heterogeneizacin salarial, en este caso, entreactividades. El seguimiento de sectores lderes (dentro del marco de las res-tricciones que impone la situacin diferencial de cada sector) habra sido uncomportamiento reconocido por empresarios, sindicatos y Estado. Sin embar-go, no siempre se manifest abiertamente en los procesos de negociacin. Porejemplo, en el periodo 1960-1966, mayormente de libre negociacin colec-tiva, slo excepcionalmente se utilizaron como argumento en las negociacio-nes los aumentos obtenidos en otros sectores, y adems no hubo una secuen-cia temporal en la firma de convenios o en el inicio de las negociaciones enel orden esperable segn dicha pauta (Marshall, 1978).18 Este comportamientoimitativo estuvo estrechamente ligado a los procesos inflacionarios, y fue fa-cilitado por la permisividad para trasladar aumentos salariales a los precios.19Cuarto, la concentracin en una gran confederacin, la CGT (ConfederacinGeneral del Trabajo), en algunos periodos, o en un nmero reducido de gran-des agrupaciones en otros.20 Los ejemplos de acciones desarrolladas por es-tas grandes centrales, que nucleaban a los sindicatos de actividad, para recla-mar al Estado cambios en aspectos de la poltica econmica, en la regulacinde los sindicatos, la actividad sindical y la seguridad social, aumentos gene-

    17 Torre seala que en la ronda de negociaciones de 1975 se produjo una escalada de de-mandas por parte de aquellos sindicatos que haban obtenido menores aumentos, pero tambinde aquellos que reclamaban porque se haban producido reducciones en los diferenciales sala-riales que mantenan histricamente con otras ramas, por ejemplo, el sindicato de la industriadel automvil, cuyos salarios haban incrementado un 100%, reclam por el estrechamiento dela tradicional brecha que los separaba de los metalrgicos, que obtuvieron un 160% (Torre,1983:140).

    18 Segn Snchez (1975), la evidencia emprica confirmara que en el perodo 1958-1966 las negociaciones salariales llevadas adelante por un grupo de gremios lderes, muyasociadas con la evolucin de los precios y de la actividad econmica, constituyeron el referentepara las negociaciones de otro grupo, los seguidores, caracterizados por un menor poder eco-nmico.

    19 Este factor fue tan importante que, con respecto a algunos periodos, se habl de unacolusin entre sindicatos y empresarios que hizo fracasar planes de estabilizacin (e. g. losplanes anti-inflacionarios de la segunda mitad de la dcada del ochenta). Dicha permisividadse debi no slo a la ausencia de trabas legales sino tambin, por lo menos en los sectores deproduccin de bienes transables, a la ausencia de competencia externa en una economa alta-mente protegida (sobre este ltimo punto, vase Torre, 1999, que pone de relieve la influenciade este factor sobre la accin sindical).

    20 Con anterioridad a los aos cuarenta, existan cuatro confederaciones (Doyon, 1977).Despus de 1955, en distintas ocasiones se produjeron nuevas divisiones.

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    ralizados de salario e, incluso, la restitucin de la negociacin colectiva, soninnumerables (paros generales, ocupacin de fbricas, movilizaciones).21Aunque en relacin con la negociacin colectiva, la CGT, despus de 1955, nohaba logrado formar un cuerpo estable de asesores y su gravitacin sobre lapoltica reivindicativa de los sindicatos haba sido habitualmente escasa de-bido a que stos tendan a conducir sus acciones econmicas en forma in-dependiente y, a menudo, en franca competencia entre s (Torre, 1983:80),su existencia habra facilitado la interaccin entre lderes sindicales y, por lotanto, la coordinacin.22 Quinto, un nivel de inflacin recurrentemente ele-vado, que no slo determin un contexto favorable al pattern bargaining(formal o informal) sino adems reforz la negociacin centralizada,23 ysistemticamente desplaz las caractersticas distintivas de cada sector quepodran haber orientado reivindicaciones diferenciadas basadas en la capa-cidad de pago. Por ltimo, los niveles relativamente moderados de desem-pleo abierto facilitaron la imitacin y apuntalaron la capacidad de negociarcentralizadamente.

    El insignificante grado de dispersin histrico de las tasas de variacinsalarial intersectoriales (Marshall, 1995), incluso de los salarios efectivamen-te pagados, es decir, a pesar del deslizamiento de salarios usual en la mayorade las actividades (Marshall, 1978; Perelman, 1998), y la homogeneidad enlos resultados salariales de la negociacin al interior de cada rama cuando senegociaba en forma descentralizada por empresa, como en el caso de mec-nicos o textiles, podran considerarse como una evidencia del efecto unifor-mizador de las pautas de negociacin (imitacin entre sectores, centraliza-cin y control vertical al interior de cada sector). Seguramente las elevadas

    21 Vase por ejemplo Cavarozzi (1979) sobre el periodo Frondizista de fines de los cincuen-ta, y Gaudio y Thompson (1990) acerca del periodo 1983-1989, para citar slo dos casos ilus-trativos.

    22 La estructura sindical que se conform en la Argentina en el marco del sistema de nor-mativa laboral llev a priorizar los intereses sectoriales sobre los generales, porque la confedera-cin multisectorial carece de autoridad para controlar los sindicatos de actividad (Murillo,1997).

    23 Torre (1999), sin embargo, plantea que la alta inflacin favoreci una descentraliza-cin de hecho de la negociacin para recuperar ms rpidamente las prdidas de poder adqui-sitivo de los salarios, porque el ritmo de negociacin centralizada, anual o bianual, no permiti-ra actualizaciones ms inmediatas. De todos modos, ambos procesos podran considerarsecomo complementarios: la inflacin, al generar prdidas compartidas, reforzara la negocia-cin centralizada de un aumento generalizado para el sector, aunque en la prctica se podranhaber negociado informalmente y en forma descentralizada aumentos compensatorios, quemuchas veces se otorgaron a cuenta de los futuros incrementos salariales que se negociabandespus en forma centralizada.

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    tasas de inflacin, que persistieron en el largo periodo y generaron igualesprdidas en todos los sectores, se constituyeron en referente generalizado delos reclamos salariales (Marshall, 1978, 1980) y fueron cruciales en la deter-minacin de las similitudes en las tasas de variacin salarial. La inflacin,adems, dio lugar a los peridicos ajustes salariales de carcter general queconceda el Estado frente a las demandas de las organizaciones gremialesque (junto con los congelamientos salariales que, justamente, pretendan mo-rigerar la inflacin) tambin contribuyeron a la homogeneidad salarial.

    Por otra parte, en algunos periodos, como 1975 o 1988, las negocia-ciones se produjeron en forma considerablemente sincronizada (la sincroni-zacin, como vimos, es considerada como una evidencia de un alto grado decoordinacin entre sindicatos). Sin embargo, tanto en 1975 como en 1988 lasincronizacin no necesariamente fue deliberada. Antes de la ronda de 1975la negociacin haba estado suspendida en el marco de un pacto social, pre-cedido por un periodo en que estuvo prohibida, pero, en 1988, el gobiernolevant la prohibicin de negociar salarios despus de un periodo prolonga-do en que no haba estado autorizada. En ambos momentos se manifestaronen todos los sectores demandas reprimidas.24 Por otra parte, en 1975 tam-bin la aceleracin del aumento del ndice de precios pudo haber forzado lasincronizacin, ya que todos los sectores buscaron recuperar rpidamentelas prdidas en el poder adquisitivo.

    Algunas de las condiciones que histricamente favorecieron el desarrollode negociaciones con impacto homogeneizador se modificaron durante losaos noventa. Las hiptesis de este trabajo plantean i) que a lo largo de la dca-da de los noventa la pauta de intervencin sindical homogeneizadora fue de-bilitndose a raz de que por una parte se quebr el pattern bargaining y porla otra se produjo una fragmentacin al interior de cada actividad, y ii) que eldebilitamiento de esa pauta de negociacin se debera principalmente al con-texto crecientemente adverso en el mercado de trabajo (fuerte aumento deldesempleo y la precariedad laboral) que socav el poder de negociacin sin-dical sobre todo a nivel centralizado, a la promocin gubernamental de lanegociacin por productividad y la prohibicin de trasladar aumentos sala-

    24 Por ejemplo, segn informacin analizada por Gaudio y Tomada, una vez levantada laprohibicin de negociar salarios en 1988, 21 gremios negociaron aumentos en el primer tri-mestre, y entre marzo y agosto se haban puesto en marcha 75% de las 400 Comisiones que sehaban conformado(Gaudio y Tomada, 1991:47). Sin embargo, los autores notan que, dadoque se haba acordado un mecanismo de actualizaciones por inflacin, en esta ronda de nego-ciaciones se observ ms diferencia entre criterios orientadores, basados ms en la situacinparticular de cada actividad que lo que era usual en el pasado, caracterizado por el seguidismode los convenios de gremios lderes.

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    riales a los precios, y a la gradual desaparicin de la tasa de inflacin que his-tricamente haba guiado la negociacin colectiva de salarios (Marshall,2002).25 Dada la relacin positiva entre tasa de inflacin y uso del argumentode comparabilidad en la negociacin, al desaparecer la inflacin, desapare-ci el objetivo compartido que sustentaba la pauta de seguimiento tradicio-nal. La inflacin relegaba a un segundo plano otras posibles metas que, sihubieran guiado la negociacin, podran incluso haber debilitado el efectohomogeneizador de la centralizacin, y que adquirieron mayor visibilidadcuando dej de haber inflacin. La negociacin pas entonces a orientarsepor los aumentos de productividad y la rentabilidad, objetivos diferencialesentre ramas, subramas y empresas, lo cual favoreci estrategias y negocia-ciones autnomas. Incluso cuando an continuaban aumentando los precios,pero con un ritmo notoriamente inferior al histrico, su influencia sobre ladinmica de la negociacin colectiva se dilua comparativamente a la de laselevadas tasas de inflacin precedentes. En el caso de la negociacin imitativa,un punto adicional que la podra haber obstaculizado es que la dcada delnoventa fue un periodo en el que, mientras que an no se haban consolidadonuevos sectores lderes (y la propia falta de coordinacin pudo haber traba-do la constitucin de un nuevo liderazgo), fueron desplazados los antiguospattern setters, principalmente la Unin Obrera Metalrgica (UOM), comoconsecuencia de la reestructuracin de la economa y tambin de las sucesi-vas reconfiguraciones polticas al interior de las centrales sindicales; en elcaso de la UOM, su prdida de liderazgo habra estado asociada con el hechode que gran parte de las industrias metalrgicas dejara de integrar el sectorms dinmico y con la prdida de poder dentro de la confederacin general.Finalmente, si bien las normas que promovieron la negociacin colectivadescentralizada no tuvieron el impacto esperado (Marshall y Perelman, 2002),se produjo cierto avance en el proceso de descentralizacin, que tambin pu-do haber contribuido a la fragmentacin de la negociacin al interior de cadaactividad, sobre todo cuando en las negociaciones de empresa, subrama o anivel regional no participan las entidades gremiales de niveles superiores.

    Si las hiptesis planteadas son correctas y efectivamente se produjo unatransformacin de las pautas de negociacin, es decir, si la negociacin imi-tativa no pudo continuar y la negociacin centralizada formal perdi vigen-cia, es de esperar que como consecuencia se hayan modificado los resulta-

    25 Adems, al dejar de intervenir el Estado en la fijacin de los salarios, y desaparecer lainflacin, los sindicatos ya no pudieron presionar justificadamente sobre el gobierno, como lohaban hecho tradicionalmente, por aumentos de salario generalizados que, como vimos, tam-bin tienen un impacto homogeneizador.

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    dos salariales de la negociacin colectiva, aumentando la diferenciacin en-tre sectores de las variaciones salariales y el deslizamiento al interior de cadaactividad en aquellos sectores que albergan subramas y/o empresas con unabuena performance. En lo que sigue analizamos los resultados salariales dela negociacin, centrndonos en el sector industrial,26 y desarrollamos unainterpretacin acerca de sus causas.

    Resultados de la negociacin salarial

    En los noventa la negociacin de salarios bsicos de convenio en la industriase concentr en los primeros cuatro aos de la dcada. Sin embargo, el ritmode la negociacin fue diferencial entre industrias,27 lo cual podra estar refle-jando las menores posibilidades que iban teniendo los sindicatos de algunasindustrias para imitar los logros obtenidos en otras, ahora que se haba impe-dido que los incrementos de salario se transfirieran a los precios. Durante esaefmera etapa de expansin econmica (1991-1994) prcticamente todos lossectores obtuvieron aumentos en los salarios bsicos de actividad dirigidos acompensar las prdidas durante la hiperinflacin de 1989-1990 y el crecimien-to de los precios en el periodo en curso (aunque, de hecho, slo tres de las 21industrias cuyos salarios bsicos estn publicados tenan en 1994 un salariobsico igual o mayor, en trminos reales, que el de 1988).28 No obstante, yaen este periodo aumenta el deslizamiento (cuadro A, al final del artculo)29

    26 Se examinan los salarios en la industria porque para este sector se cuenta con mayorinformacin.

    27 Por ejemplo, mientras que en las industrias textil y qumica se negociaron salariosbsicos de convenio por ltima vez en 1992, en otras ramas como alimentos y lcteos se siguie-ron ajustando los salarios bsicos de convenio hasta el ao 1995; el ltimo ajuste correspondeal ao 1996, en las industrias de la madera y el vidrio (fuente: MTSS (Ministerio de Trabajo ySeguridad Social); los salarios bsicos relevados por el MTSS corresponden a 21 ramas indus-triales, y no se computan los salarios bsicos negociados a nivel de subramas, regiones o em-presas).

    28 Convenios del sector vitivincola, de los mosastas y de los jaboneros en el caso delpersonal calificado, y de los dos ltimos junto con el sector del calzado para el no calificado(fuente: MTSS).

    29 En este artculo, el deslizamiento salarial se refiere a la diferencia entre salario efec-tivamente pagado y salario bsico convencionado, pactado a nivel nacional, correspondientea la misma rama de actividad. La estimacin del deslizamiento resulta del cociente entre los sa-larios bsicos de convenio y los efectivamente pagados, por lo que los cocientes ms bajosindican mayores deslizamientos. Los salarios bsicos de convenio analizados surgen de unpromedio simple de los salarios de calificados y no calificados, no ponderado por la estructuradel empleo, lo que podra introducir cierta distorsin en la estimacin del deslizamiento. Dada

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    en comparacin con la tendencia histrica;30 los salarios bsicos van perdiendopeso en la determinacin de los salarios efectivamente pagados, que tuvie-ron una evolucin ms positiva que el piso salarial regulado para cada rama.Este comportamiento no fue compartido por aquellas ramas cuyos sindicatoshaban obtenido los salarios bsicos de convenio ms altos respecto al nivelpromedio (lcteos, mecnicos y metalrgicos), en las que por lo tanto el sa-lario bsico negociado a nivel de la rama de actividad continu marcando elritmo de aumento del salario. Dados el rezago de los salarios bsicos frentea la inflacin y las restricciones impuestas por el gobierno para los aumentossalariales, el aumento del deslizamiento podra estar asociado con compensa-ciones por inflacin encubiertas bajo clusulas de productividad de distintotipo incluidas en los convenios de actividad.31

    La negociacin colectiva formal de salarios bsicos a nivel de las activi-dades generales llega hasta 1995, con puntuales excepciones que prosiguenhasta 1996. La posterior ausencia de negociacin colectiva de bsicos de ac-tividad expresara la incapacidad de obtener aumentos de carcter general nofundados en el ndice del costo de la vida, que primero creci slo escasamentey despus se estanc. El deslizamiento promedio para la industria continuaumentando levemente a lo largo de los noventa, pasando de 0.40 (1990-1995) a 0.36 (1996-2000). Sin embargo, su evolucin esconde comportamien-tos muy diferentes entre industrias (cuadro A, al final del artculo). A partirdel momento en que se dejaron de negociar salarios bsicos de actividad(momento que, como dijimos, difiri entre industrias) las tasas de crecimien-to del deslizamiento salarial y las de la productividad, segn industrias, estnasociadas (R: 0.60 [0.01] y R2: 0.36 [0.004]),32 a diferencia del periodo en

    la naturaleza de la informacin no se puede distinguir cul es el origen del deslizamiento o desus cambios (incorporacin o aumento de adicionales pactados en el convenio de actividad,cambios en el uso de las horas extraordinarias o en la estructura del empleo, incrementos de lossalarios de empresa o subramas, etc.), es decir, no es posible separar el deslizamiento que seorigina en aumentos salariales obtenidos fuera de la negociacin centralizada del que se derivade adicionales pactados en los propios convenios de actividad.

    30 Sobre la evolucin del deslizamiento en periodos previos vase Perelman (1996) don-de, sobre la base de una serie homognea, se visualiza el aumento del deslizamiento en 1992-94 en comparacin con los niveles vigentes desde 1975 (con excepcin de 1978-80, periodocon control salarial y considerable deslizamiento, y de 1985). Debido a la naturaleza de lainformacin disponible no es posible construir una serie homognea de deslizamientos salaria-les de ms largo plazo.

    31 Sobre el tipo de clusulas de productividad incluidas en los convenios colectivos deactividad vase Szretter (1993).

    32 El coeficiente de correlacin es negativo porque, recordemos, se mide el deslizamientopor su contraparte, el peso del salario bsico en el salario total (salario bsico/salario total).

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    el que an se negociaban bsicos de actividad, en el que no hay asociacin en-tre estas variables.33 La mayora de las ramas que muestran incrementosen los salarios efectivamente pagados (aument el deslizamiento) tuvo unbuen desempeo en trminos de productividad, mientras que las actividadesen las que los salarios se ajustaron en mayor medida al piso salarial obteni-do en el periodo previo (el deslizamiento tendi a estancarse o incluso cay)tuvieron con mayor frecuencia una pobre performance. En el primer grupose destacan sectores en que negocian los sindicatos de alimentos, metalrgi-co (ramas metales, maquinaria de oficina y equipos y aparatos de radio, tele-visin y comunicaciones), qumicos, grficos (rama ediciones), del papel ymecnicos. En estas ramas, la productividad creci por encima de la mediade las ramas seleccionadas. En el segundo grupo se encuentran, entre otras,ramas muy afectadas por la competencia de las importaciones y/o la reduc-cin del mercado interno, como textiles, impresin, plsticos, confeccionesy calzado (las cuatro ltimas con cada del deslizamiento salarial como con-secuencia de la cada del salario medio efectivo de la rama, lo cual podra serel resultado, entre otros, de la quita o reduccin de adicionales que se habanimplementado en la etapa anterior, y de la reduccin de horas extra).

    Por qu los sindicatos no lograron, an bajo las condiciones negativasen que lo venan haciendo, negociar incrementos en los salarios bsicos deconvenio, por lo menos en aquellas ramas que tuvieron una mejor performan-ce y en las que, de hecho, siguieron aumentando los salarios efectivamentepagados? Un obstculo habra sido la eliminacin de la inflacin, ya que losgremios se vieron privados del argumento clsico para negociar aumentos dealcance general, lo cual era an ms difcil en un contexto de alto desempleo.Adems, en este contexto, y a diferencia de la etapa anterior, los sindicatoscentrales ni siquiera pudieron obtener incrementos en los salarios bsicos acep-tando como contrapartida la introduccin de clusulas en los convenios co-lectivos de actividad que implicaron modificaciones en las condiciones deempleo, real o supuestamente beneficiosas para el desempeo de la produc-tividad, lo cual a su vez termin socavando la capacidad de centralizacin enla negociacin que haban detentado histricamente.

    33 Para analizar la correlacin entre tasas de variacin promedio anual del deslizamiento yde la productividad (fuente: estimaciones propias basadas en INDEC, Encuesta Industrial y cuadroA, al final del artculo) se tomaron en cuenta dos periodos. El primero corresponde a los aosen los cuales hubo reajustes de los salarios bsicos de convenio y el segundo al periodo en elcual los salarios bsicos de convenio permanecen congelados (por lo tanto, el ao de corte re-sulta diferente para las distintas ramas). De este modo, se observa ms claramente el impactosectorial de la ausencia de negociacin centralizada sobre los salarios efectivamente pagados.

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    Por qu en un contexto tan negativo continuaron aumentando los sala-rios efectivos en las industrias dinmicas? Los aumentos del salario efectivopromedio, en un contexto de salarios bsicos congelados, pudieron originar-se tanto en negociaciones, formales o informales, y en distintos niveles (deactividad, subramas, empresas) y con distintos grados de coordinacin, comoen aumentos otorgados por las empresas en el marco de sus polticas de ges-tin, sin intervencin sindical. Por ejemplo, en acuerdos generales de activi-dad se incluyeron adicionales basados en la evolucin de la productividad uotros factores, dando lugar a aumentos en los salarios efectivos.34 Pero sobretodo la prdida en el poder de negociacin de salarios bsicos por parte delos sindicatos centrales habra ampliado el margen para negociaciones al ni-vel local o de la empresa. El aumento del deslizamiento entonces estaraexpresando en parte la fragmentacin de la negociacin al interior de cadarama, y el hecho de que los sindicatos de cualquier nivel negociaron por sub-ramas o empresas tomando en cuenta las posibilidades que se derivaban deuna mejor performance. En las industrias con buen desempeo de la produc-tividad los aumentos del deslizamiento podran haber resultado incluso deincrementos otorgados unilateralmente por las empresas para facilitar la intro-duccin de cambios favorables para la productividad y, en algunos casos,para desplazar de las negociaciones a los representantes sindicales. En cam-bio, en las industrias en crisis el deslizamiento caa o se estancaba porque noslo no exista margen para la negociacin, sino que tampoco haba intersempresarial por otorgar incrementos salariales que pudieran promover au-mentos de la productividad. Por otra parte, en algunos casos, podra habercoincidido la disposicin de los empresarios a negociar a nivel descentraliza-do con la prdida de capacidad de control por parte de los gremios centralessobre los niveles inferiores, que habran preferido tener un mayor protago-nismo, aunque fuera en el plano informal.35

    34 De hecho, en los convenios colectivos de actividad se estipularon adicionales, ya seapor productividad u otros, bajo distintas modalidades: montos porcentuales o absolutos deaplicacin general, o bien montos a fijar en los establecimientos (por ejemplo, vidrio y plsti-cos). Tambin hubo ajustes de salarios bsicos y de adicionales a nivel de algunas subramasy de empresas (vase por ejemplo la informacin en MTSS, Topes indemnizatorios, 1996, yresoluciones posteriores).

    35 Al respecto es ilustrativo lo relatado por Alari, Secretario General de la Federacin deObreros y Empleados de la Industria del Papel, Cartn y Qumicos, en relacin con las nego-ciaciones salariales en un periodo anterior (1990), sealando dificultades por falta de voluntadempresarial de negociar, al tiempo que las mismas empresas que conformaban la comisinsalarial de la asociacin empresaria realizaban tratativas a nivel de cada empresa para otorgaraumentos salariales, a veces de acuerdo con los sindicatos locales o con las comisiones inter-nas, violando expresas resoluciones de nuestro congreso (Alari, 1992).

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    Una caracterstica distintiva de los noventa, en particular despus de1995 (y en consonancia con las tendencias, diferenciales entre industrias, enel deslizamiento), es que la dispersin inter e intra industrias de los aumentosen los salarios efectivamente pagados se ensanch visiblemente en compara-cin con la tendencia histrica (ilustrada en el Cuadro 1 por el periodo 1986-90).36 Este cambio drstico reflejara tanto la prdida de peso de los salariosbsicos en la determinacin de las remuneraciones de algunas ramas como laimposibilidad de que, en ausencia de inflacin, continen operando pautasde seguimiento. Al interior de cada industria se reitera el proceso de diferen-ciacin salarial; contrastando con lo que ocurra en periodos anteriores, aho-

    Cuadro 1

    Dispersin de las tasas de variacin de salarios y productividaden la industria, 1985-2000, segn periodos

    Salarios nominales por hora y volumen fsico por hora (productividad),22 ramas industriales

    Coeficientes de variacin

    1986-1990 1993-1996 1997-2000

    Total industria:productividad 202.50 0.67 1.08salarios 0.07* 0.38 1.52Ind. metalrgica:**productividad 5.67 1.00 1.26salarios 0.03 0.21 1.00

    * 27 ramas industriales** Si bien el sector es el mismo en los dos periodos, su desagregacin difiere. En 1985-

    1990, cinco ramas, una de las cuales, maquinaria y aparatos elctricos, que incluye radio ytelevisin; en 1992-2000, seis ramas, incluyendo dos ramas separadas, maquinaria y aparatoselctricos y fabricacin de equipos de radio, televisin y comunicaciones.

    Nota: El ao inicial que figura en cada periodo corresponde al ao del primer incrementoFuente: estimaciones propias basadas en la Encuesta Industrial, INDEC.

    36 Aunque la negociacin colectiva de salarios se admiti recin en 1988 (cuando seproduce la primera ronda formal de negociacin salarial posterior a la de 1975), estuvo prece-dida por negociaciones informales. Vase Thompson sobre los acuerdos de sinceramientosalarial a partir de 1986; tambin en este caso el acuerdo firmado por la UOM abri las puertaspara que lo siguieran otros ms (Thompson, 1988:58).

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    ra las tasas de variacin de los salarios de cada subrama pasan a alinearsems con las de la productividad, aun en casos en que todos los asalariadosdel sector estn representados por un mismo sindicato. Un caso ilustrativo esel del sector metalrgico que, aunque conformado por industrias muy heterog-neas, est representado por un nico sindicato, la UOM (si excluimos al de lossupervisores); este sindicato, a nivel formal, tiene un convenio, que es de 1975,y posteriormente realiz algunos acuerdos salariales, pero en el sector se handesarrollado intensas negociaciones a nivel informal, que llevaron a cabo lasseccionales en forma autnoma de la conduccin central (Bisio y FreytesFrey, 1997; Freytes Frey, 1999). En este sector, la homogeneidad de las va-riaciones salariales haba sido muy marcada, por ejemplo en 1986-1990, pesea grandes disparidades en el comportamiento de la productividad (que en esaetapa estaba cayendo, con excepcin de la industria de maquinaria elctri-ca). La dispersin de los incrementos salariales entre subramas se acrecientanotablemente en los noventa, sobre todo despus de 1995 (cuadros 1 y 2).Un ejemplo similar es la industria grfica, en cuyas dos subramas principaleslos salarios efectivamente pagados haban tenido exactamente el mismo com-portamiento hasta 1995 inclusive, diferencindose a partir de 1996, cuandolas tasas de variacin salariales pasan a ordenarse como las de la productivi-dad.37 Como resultado, en ambos casos observamos tambin crecimiento deldeslizamiento en algunas de las ramas que integran cada sector. La evolu-cin de los salarios de las distintas subramas sugiere que, a travs de la ne-gociacin formal e informal, se aprovecharon las oportunidades que genera-ba un mejor desempeo econmico, an a costa de una profundizacin de laheterogeneidad entre los trabajadores representados por un mismo sindicato.

    Conclusiones

    El aumento de la dispersin inter e intra industrias en las tasas de variacinde los salarios que, sobre todo a partir del segundo quinquenio, se ajusta-ron ms a las tasas de variacin de la productividad apoya la hiptesis de quedurante los noventa se debilit marcadamente el antiguo impacto homoge-neizador que tena la negociacin colectiva tanto al interior de cada sector co-mo entre sectores. Explican este debilitamiento la fractura de la coordinacin

    37 Entre 1992 y 1995 las tasas de variacin de edicin e impresin haban sido am-bas de aproximadamente 10% (promedio anual), mientras que en la primera la productividadno variaba y en la segunda caa. Entre 1996 y 2000 sus tasas de aumento salarial son de 5% y0.5%, respectivamente, y las de la productividad, de 6 y 2% (sobre la base de datos de INDEC,Encuesta Industrial).

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    Cuadro 2

    Tasas de variacin de la productividad y los salariosen el sector metalrgico, 1986-2000, segn periodos

    Tasas de variacin promedio anual en cada periodo, de salariosnominales por hora y volumen fsico por hora

    1986-1990 1993-1996 1997-2000

    salarios productividad salar. prod. salar. prod.

    metales ferrosos 1111 1.3 metales 7.7 14.7 3.0 7.5metales no ferrosos 1124 1.4 prod. metlicos 6.3 0.2 0.1 1.9productos metlicos 1165 2.8 maq. y equipo 5.4 5.2 1.0 0.2maquinaria 1112 3.0 maq. oficina 6.7 2.6 2.1 21.4maq. y ap. elctricos 1069 5.7 maq. y ap. elctricos 3.7 7.0 1.0 4.6 radio, TV, com. 5.6 13.0 7.5 9.1

    Fuente: estimaciones propias basadas en la Encuesta Industrial, INDEC.

    intersectorial que haba prevalecido en periodos anteriores y de la negocia-cin centralizada que, pese a subsistir formalmente, en la prctica fue per-diendo parte de sus funciones ya que se dejaron de negociar salarios bsicosde actividad. El quiebre en los patrones de negociacin, como vimos, estuvovinculado con cambios normativos, como la prohibicin de trasladar aumen-tos salariales a los precios, y econmicos, como la estabilizacin monetariay el agudo deterioro de la situacin en el mercado de trabajo.

    Durante la primera mitad de la dcada el aumento en la dispersin inter-industrial en las tasas de variacin de los salarios, con respecto al referen-te histrico, estuvo en parte ligado a la prdida de incidencia de los bsicosde convenio sobre los salarios efectivamente pagados, a pesar de que an seseguan negociando ajustes en los primeros. De todos modos, esta dispersinera bastante menor que la que se registrara en el segundo quinquenio, en elcual ya no se producen reajustes en los bsicos. Lo ocurrido en la primeramitad de los noventa represent un periodo de transicin, en el cual se deli-nearon las nuevas pautas de intervencin de los sindicatos. La persistenciade aumentos en los precios hasta mediados de la dcada todava provea unargumento y un referente comn para las negociaciones colectivas de sala-rios; sin embargo, las restricciones impuestas por el Estado implicaron ya enmuchos casos que los ajustes salariales estuvieran ligados con algn tipo declculo de productividad, aunque en realidad estas clusulas con frecuenciaencubran compensaciones por inflacin. Esto explicara que al mismo tiem-

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    po que las negociaciones estaban ms asociadas con la evolucin de la pro-ductividad que en el pasado y que los salarios bsicos de convenio perdanpeso como referentes de los salarios efectivamente pagados, la negociacincolectiva todava lograba contener el avance de la dispersin salarial.

    A partir de mediados de los noventa, los sindicatos pierden el estndarcomn para la negociacin salarial al eliminarse la inflacin, y las condicionesen el mercado laboral configuran un contexto cada vez ms negativo, queimpidi la introduccin de mejoras en los salarios bsicos de convenio. Eneste marco, los aumentos en la productividad laboral, indicadores tambin dela situacin y rentabilidad de cada industria, pasan a ser el nico argumentopara negociar aumentos salariales, que ahora no modifican los salarios bsi-cos de actividad. Estas negociaciones, en parte formales (se aceler el ritmode la negociacin de convenios y acuerdos que luego seran homologados)38y en parte informales, posiblemente podan tener xito slo a expensas de laaceptacin por parte de los sindicatos de cambios organizacionales o en lascondiciones de trabajo con un impacto previsiblemente positivo sobre la evo-lucin de la productividad (y el hecho de que, con el tiempo, cada vez msconvenios incorporaron clusulas de esa naturaleza podra verse como unaforma de negociacin imitativa, distinta de la tradicional descripta en estetrabajo, impulsada ahora por el sector empresarial). En este periodo se produjoentonces un cambio ms radical en las pautas de negociacin colectiva en untriple sentido: se dejaron de negociar salarios bsicos de convenio, y cambiel referente de la negociacin salarial (se reemplaz la tasa de inflacin poralgn criterio ligado a la productividad) y, en muchos casos, tambin la locali-zacin de la negociacin, que pas a desarrollarse en espacios ms acotados(en las empresas o a nivel de subramas de cada actividad), independiente-mente de si cambiaba o no la estructura de la negociacin colectiva formal.Esto explica el aumento en la dispersin de las variaciones salariales entreramas, pero tambin entre subramas, incluso entre aquellas cuyos asalaria-dos estaban representados por un mismo sindicato, y contribuye a explicar elaumento del deslizamiento en las industrias ms dinmicas. El incrementodel deslizamiento salarial observado en aquellas ramas que tuvieron una mejorperformance tambin podra estar indicando un aumento de la dispersin enlos salarios efectivamente pagados entre empresas y al interior de las propiasempresas. En cambio, aquellas ramas en que la ausencia de negociacin desalarios bsicos implic el estancamiento tambin de los salarios efectivamentepagados (e incluso su contraccin, que podra estar ligada a la prdida de adi-cionales) tuvieron en general un comportamiento pobre en materia de pro-

    38 Vase Novick y Trajtenberg (1999).

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    ductividad. A diferencia de los otros sectores, en ramas ms expuestas a lacompetencia y en crisis inclusive podra haberse producido una mayor ho-mogeneidad salarial que en el pasado (ya que se redujo el deslizamiento),debido a la falta de estmulos desde el punto de vista de los empresarios paraotorgar aumentos y a la imposibilidad por parte de los sindicatos de inclusomantener adicionales pactados en otras pocas.

    Los sindicatos, aunque con un poder de negociacin erosionado, conti-nuaron ejerciendo gravitacin en la determinacin de los salarios, pero varia-ron su forma de intervencin, que ahora tuvo resultados ms heterogneos. Apesar de tratarse de un periodo con muy alto desempleo, algunos sindicatosvinculados con industrias con buen desempeo sorprendentemente pu-dieron lograr, a travs de la negociacin formal o de la informal, aumentosnominales cercanos a los de la productividad, que ya no podan difundirse aotros sectores. Esta pauta de negociacin colectiva se tradujo en una crecien-te dispersin de tasas de variacin salarial, apoyada en las tendencias diferen-ciales en la productividad laboral, posiblemente mayor a la que hubiera sur-gido sin esta presencia sindical, ya que pocos pareceran haber sido losestmulos para que las empresas otorgaran por s mismas aumentos salaria-les, an en las ramas que tuvieron una buena performance productiva, tomandoen cuenta la ausencia de inflacin, la imposibilidad de transferir a los preciosincrementos de salarios y los altos ndices de desempleo.

    Recibido: julio, 2003Revisado: noviembre, 2003

    Correspondencia: A. M.: CONICET-Instituto de Desarrollo Econmico y So-cial (IDES)/Aroz 2838/1425 Buenos Aires/Argentina/Telefno: 54 11 48268181/fax 541148045856/correo electrnico: [email protected]/L. P.:CONICET-Instituto de Desarrollo Econmico y Social (IDES)/ Aroz 2838/1425Buenos Aires/Argentina/Telefno: 54 11 4826 8181/fax 541148045856/co-rreo electrnico:[email protected]

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