Frutos amargoso de la fe ciega y la fe razonada anuario del 20o6

3

Click here to load reader

description

FRUTOS AMARGOSO DE LA FE CIEGA Y LA FE RAZONADA ANUARIO DEL 20O6

Transcript of Frutos amargoso de la fe ciega y la fe razonada anuario del 20o6

Page 1: Frutos amargoso de la fe ciega y la fe razonada anuario del 20o6

Frutos amargosos de la fe

ciega y la fe razonada El Maestro Allan Kardec describe la situación de la fe ciega en el

mundo moderno, la cual provoca el nacimiento de mayor número de incrédulos, indiferentes y fríos en la fe religiosa: “Es

precisamente el dogma de la fe ciega que hace hoy el mayor

número de incrédulos, porque quiere imponerse y exige la exclusión

de una de las más preciosas prerrogativas del hombre: el

razonamiento y el libre albedrío. (…) No admitiendo pruebas, deja

en el espíritu un vacío, de donde nace la duda”. Allan Kardec (El

Evangelio según el Espiritismo, Capítulo XIX, “La fe transporta montañas”, ítem 7, 39ª Edición IDE-Mensaje Fraternal, páginas

255-256).

El hombre y la mujer que saben pensar con libertad de conciencia e

independencia de carácter no soportan estar continuamente

aprisionados en la jaula de hierro de los dogmas, maniatando su

capacidad de razonar con profundidad, de aprender con amplitud

de conocimientos y de desarrollar sus potencialidades de cultura y

espiritualidad.

Page 2: Frutos amargoso de la fe ciega y la fe razonada anuario del 20o6

Las religiones tradicionales están cada vez más perdidas, aunque

se consideren fuertes en sus dogmas, manteniendo el

enclaustramiento de las ideas en el campo filosófico y científico. Son bastante ingenuas y frágiles en sus gritos locos de negaciones

insensatas, ante el progreso acelerado y siempre creciente de las

investigaciones y conclusiones precisas de la Ciencia Oficial.

Cada vez más el hombre y la mujer quieren pensar por sí mismos,

abriendo el abanico de su razón para todas las fuentes de

conocimientos humanos, a fin de buscar su síntesis de ideas,

sintiendo la necesidad de avanzar más, para salir del monasterio

sombrío de sus concepciones ancestrales y medievales, escalando

peldaños liberadores del conocimiento, no sólo en el dominio de los

fenómenos materiales, principalmente, penetrando con seguridad

en la desconocida frontera del espíritu y de la espiritualidad.

La fe ciega de las religiones tradicionales no ayuda ni ampara más

al ser humano en su caminata hacia dentro de sí mismo. Satisface los límites de los sentidos, las emociones infantiles y la visión

irracional de la criatura humana que no quiere y no desea pensar con madurez. El escepticismo, la incredulidad y la ceguera

espiritual son frutos amargos de esa fe arruinada y reseca que ya

no atiende ni ayuda a las profundas enfermedades del alma, al

desequilibrio mental e imperfecciones morales que repletan el

alma humana de los días actuales.

En el Tercer Milenio, es inaplazable substituirla por la fe razonada

que el Espiritismo concede a toda criatura humana sincera y deseosa de aprender, de renovarse y de convertirse a la verdad

racional.

La fe razonada

La conquista de la facultad de la razón por la humanidad fue un proceso superior del pensamiento y de la idea bastante trabajoso,

arduo, lento, gradual e infinitamente repetitivo para asimilar,

memorizar, acumular, fundiendo y refundiendo las operaciones

cerebrales, partiendo desde las más simples funciones hasta

alcanzar las operaciones más complejas, enriqueciendo la organización del cerebro físico y ampliando y sofisticando las

funciones del cerebro espiritual de hombres y mujeres, en el camino

Page 3: Frutos amargoso de la fe ciega y la fe razonada anuario del 20o6

continuo de las experiencias reencarnatória a lo largo de los milenios… El renombrado escritor Herculano Pires, describió esta

fase evolutiva con belleza espiritual:

“…la razón fue la escalera de la que el hombre se valió, para

superar los horizontes anteriores, liberándose del dominio de las

fuerzas naturales instintivas. La razón es, por decirlo así, la

palanca espiritual que elevó al hombre del período de su

inmanencia para el de trascendencia, permitiéndole juzgarse a sí

mismo y delinear las perspectivas de su propia liberación”. J.

Herculano Pires (El Espíritu y el Tiempo, II Parte, Capítulo I – “Emancipación espiritual del hombre”, p. 79 – Editora

Pensamiento).

Extraído del anuario espirita de 2006