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124 UC PROPONE 2016 Isidora Jahn FACULTAD DE INGENIERÍA Flora nativa como matriz biológica para mitigar impactos del desarrollo urbano: Valorización de especies vegetales PROFESOR Gloria Montenegro FACULTAD DE AGRONOMÍA E INGENIERÍA FORESTAL Lissette Grimau FACULTAD DE AGRONOMÍA E INGENIERÍA FORESTAL Al igual que en otros países, las ciudades de Chile no están ajenas a los nuevos desafíos de desarrollo sustentable, responsable y soste- nible, aunque sí, carecen de un ordenamiento asociado a una planificación territorial sobre el manejo de los asentamientos humanos, los recursos naturales, la conservación de la bio- diversidad, entre otros. Esto se ha traducido, a lo largo de los años, en un proceso de ur- banización poco consciente y que es urgente modificar, dado la aceleración explosiva que se ha experimentado. Por ello, el objetivo de este estudio es proponer alternativas de uso de la vegetación nativa para mitigar los impactos de la urbanización. La metodología utilizada para definir las propuestas se basa en el análisis de la información disponible en la li- teratura nacional e internacional. Se sugieren las siguientes propuestas: implementación obligatoria del uso de techos o muros verdes en los nuevos proyectos inmobiliarios cons- truidos; implementación obligatoria del uso RESUMEN de vegetación nativa en los edificios públicos que sean construidos; educación como cursos obligatorios en escuelas y/o colegios a la po- blación sobre los beneficios de la vegetación nativa para consumir el CO2 de la atmósfera y hacer el paisaje de la ciudad más atractivo, y la creación de un sistema voluntario de em- presas, para que se responsabilicen de la cap- tura parcial de la emisión de CO2, derivada de su actividad, utilizando vegetación nativa. ANTECEDENTES Ignacio Andueza FACULTAD DE AGRONOMÍA E INGENIERÍA FORESTAL Nicolás Cerna FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFÍA Ignacio Funes FACULTAD DE DERECHO AYUDANTE EQUIPO 1. Transformación del paisaje chileno: Una perspectiva histórica del entorno El territorio chileno posee una extensión total de unos 7.801 km y una extensión litoral que alcanza los 6.435 km de costas (CIA, 2011). La superficie sobre la que se desplie- ga el territorio nacional tuvo su desarrollo durante los sucesivos procesos de evolución geológica. Así, durante el periodo Precámbri- co, comienzan a emerger desde la superficie marina los primeros sedimentos a la altura del Norte Grande y parte de la Zona Antártica y, durante el periodo Ordovícico-Silúrico, parte de la precordillera de la Región de Tarapacá de la zona al sur de Salar del Atacama y de la Península Antártica irían adquiriendo una porción de su relieve. Entre el Devónico-Car- bonífero y el Carbonífero-Triásico, comienzan a emerger las primeras formaciones rocosas que, a la larga, constituirían la Cordillera de la Costa entre Tocopilla y Ovalle en el Norte, y entre Nahuelbuta y Lago Ranco en el Sur. Entre el Triásico-Jurásico Inferior y el Jurásico Medio-Superior, emerge parte importante del material volcánico y volcanoclástico que hoy es posible identificar en los litorales y los relieves costeros. Hacia el Titoniano-Cretá- cico Inferior y el Cretácico Superior, se pro- duce un sostenido desarrollo de los relieves costeros entre la Zona Central y la Patagonia. Finalmente, hacia el Cenozoico, gran parte Formación inicial

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Isidora Jahnfacultad de ingeniería

Flora nativa como matriz biológica para mitigar impactos del desarrollo urbano: Valorización de especies vegetales

profesor

Gloria Montenegrofacultad de agronomía e ingeniería forestal

Lissette Grimaufacultad de agronomía e ingeniería forestal

Al igual que en otros países, las ciudades de Chile no están ajenas a los nuevos desafíos de desarrollo sustentable, responsable y soste-nible, aunque sí, carecen de un ordenamiento asociado a una planificación territorial sobre el manejo de los asentamientos humanos, los recursos naturales, la conservación de la bio-diversidad, entre otros. Esto se ha traducido, a lo largo de los años, en un proceso de ur-banización poco consciente y que es urgente modificar, dado la aceleración explosiva que se ha experimentado. Por ello, el objetivo de este estudio es proponer alternativas de uso de la vegetación nativa para mitigar los impactos de la urbanización. La metodología utilizada para definir las propuestas se basa en el análisis de la información disponible en la li-teratura nacional e internacional. Se sugieren las siguientes propuestas: implementación obligatoria del uso de techos o muros verdes en los nuevos proyectos inmobiliarios cons-truidos; implementación obligatoria del uso

rEsUmEN

de vegetación nativa en los edificios públicos que sean construidos; educación como cursos obligatorios en escuelas y/o colegios a la po-blación sobre los beneficios de la vegetación nativa para consumir el CO2 de la atmósfera y hacer el paisaje de la ciudad más atractivo, y la creación de un sistema voluntario de em-presas, para que se responsabilicen de la cap-tura parcial de la emisión de CO2, derivada de su actividad, utilizando vegetación nativa.

ANTECEdENTEs

Ignacio Anduezafacultad de agronomía e ingeniería forestal

Nicolás Cernafacultad de historia, geografía

Ignacio Funesfacultad de derecho

ayudante

equipo

1. Transformación del paisaje chileno: Una perspectiva histórica del entorno

El territorio chileno posee una extensión total de unos 7.801 km y una extensión litoral que alcanza los 6.435 km de costas (CIA, 2011). La superficie sobre la que se desplie-ga el territorio nacional tuvo su desarrollo durante los sucesivos procesos de evolución geológica. Así, durante el periodo Precámbri-co, comienzan a emerger desde la superficie marina los primeros sedimentos a la altura del Norte Grande y parte de la Zona Antártica y, durante el periodo Ordovícico-Silúrico, parte de la precordillera de la Región de Tarapacá de la zona al sur de Salar del Atacama y de la Península Antártica irían adquiriendo una porción de su relieve. Entre el Devónico-Car-bonífero y el Carbonífero-Triásico, comienzan a emerger las primeras formaciones rocosas que, a la larga, constituirían la Cordillera de la Costa entre Tocopilla y Ovalle en el Norte, y entre Nahuelbuta y Lago Ranco en el Sur. Entre el Triásico-Jurásico Inferior y el Jurásico Medio-Superior, emerge parte importante del material volcánico y volcanoclástico que hoy es posible identificar en los litorales y los relieves costeros. Hacia el Titoniano-Cretá-cico Inferior y el Cretácico Superior, se pro-duce un sostenido desarrollo de los relieves costeros entre la Zona Central y la Patagonia. Finalmente, hacia el Cenozoico, gran parte

Formación inicial

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del norte, centro y sur del país se encuentra cubierta por extensos flujos lávicos o piro-clásticos, junto con el continuo ascenso de la Cordillera de Los Andes y el surgimiento de relieves volcánicos cuaternarios que de-positan grandes cantidades de sedimentos cenozoicos hacia la depresión intermedia. (Sernageomin, 2003).

Durante el Cenozoico, el mundo fue conside-rablemente más cálido y lluvioso respecto de la era actual, especialmente a partir de la era Terciaria, con presencia de floras tropicales muy diversas en latitudes que hoy son repu-tadas como zonas templadas. Hacia fines de este período y comienzos del Cuaternario, que corresponde con los últimos 2,6 millones de años, comenzaría un importante enfria-miento de las temperaturas globales que da-rían origen a la Era Glacial, con temperaturas globales de hasta 5 grados por debajo del ac-tual promedio. Este período estuvo marcado por la alternación entre períodos “cálidos” y períodos glaciales, cuyas consecuencias para la flora y fauna del planeta son evidentes, y la biodiversidad del territorio chileno no es-tuvo exenta a estas dinámicas. El estudio de paleomadrigueras en la Zona Norte del país indica fuertes aumentos en la precipitación estival de hasta dos o tres veces los montos actuales, produjeron desplazamientos altitu-dinales y latitudinales de especies vegetales, principalmente, gramíneas, hacia zonas que actualmente corresponden con desierto absoluto. Hacia la zona semiárida, conocida como Norte Chico, la variabilidad climática permite entrever que la zona, si bien expe-rimentó condiciones más frías y húmedas que el Norte Grande - lo que permitió el desarrollo de una cubierta vegetal de mayor importancia–, también estuvo expuesta a una alta variabilidad climática tendiente una ma-yor aridez, y cuyos efectos sobre la cubierta vegetal durante los últimos 35.000 años son claramente visibles en la Zona Litoral y Sur.

de Nothofagus y otras especies arbóreas de gran tamaño, la existencia de condiciones climáticas considerablemente más frías y húmedas que las actuales hace unos 80.000 años atrás. Condiciones que darían paso a un clima más árido y cálido hace unos 10.500 años, cuando las taxas arbóreas comienzan a ser reemplazadas por quenopodiáceas y gramíneas, en medio de otras grandes fluc-tuaciones climáticas (principalmente por la alternación cíclica entre los fenómenos de El Niño y La Niña) que se reflejan en la dis-tribución del polen, y que se asentarían en un clima mediterráneo definitivo hace unos 3.200 años atrás.

En la Zona Central, por otro lado, los estudios paleoecológicos de la zona Tagua-Tagua de-muestran, a través de la presencia de polen

Por último, el paisaje de la Zona Sur del país estuvo, en gran medida, influido por la presencia de enormes masas glaciares que descendían desde la Cordillera de Los Andes hacia los Valles Longitudinales al norte de la X Región, y hacia el mar desde la X Región y al sur de ésta. La presencia de estas enormes masas de hielo determinó que la biota más antigua de la zona se localizara en aquellas áreas situadas fuera del paraguas de “sombra de lluvias” que predomina en los glaciares, por lo que la Cordillera de la Costa en el sur acoge las más altas tasas de endemismo y biodiversidad. La llegada del bosque norpata-gónico sugiere un retroceso de los glaciares hace unos 17.700 años, mientras que, hace unos 15.500 años, la expansión de especies resistentes a condiciones extremas sugiere un retorno de las condiciones polares. Hace 5.000 años, se produjo una abrupta fluctuación hacia condiciones más áridas y cálidas, testimoniadas por la expansión de taxa valdivianos en la zona, para, finalmente, establecerse un clima relativamente más húmedo y frío hace 5.500 años, fijando con ello, el actual mosaico de bosque valdiviano y norpatagónico en la zona. (CONAMA, 2008). La regla general en este contexto de “desgla-ciación” y aumento de las temperaturas como proceso geológico en desarrollo, se ha mani-festado en el desplazamiento constante de la selva valdiviana hacia el sur de la región, además del desarrollo de nuevos climas y paisajes en las

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regiones septentrionales.

Al momento de la llegada de los conquista-dores españoles, la estabilización del clima mediterráneo cálido con estación seca pro-longada había dado lugar a una vegetación de tipo mesófita y xerófita dentro de la Zona Central. Estos ecosistemas tendían a ser más frondosos hacia el sur, hasta entrar en una zona de transición en el Biobío, donde ya es posible registrar una mayor predominancia del bosque de tipo valdiviano, además de masas boscosas de relevancia en los princi-pales relieves del Maule y el Biobío, los que serían la antesala de un paisaje dominado por la vegetación de tipo higrófila en regiones meridionales. Los valles presentaban una importante porción de tierras despejadas de vegetación, presumiblemente destinadas a labores de incipiente agricultura por parte de la población local la que, conviene enfatizar, ha sido cifrada en alrededor de un millón de habitantes por estudios recientes. Esta estimación coincide, además, con el relato de cronistas españoles que no se extrañaban de encontrar tierras artificialmente llanas, incluso en zonas boscosas, como la costa del Biobío, situadas alrededor de asentamientos humanos. Aunque el paisaje y los ecosistemas que son albergados dentro de la Zona Central (IV-IX regiones) registraban una intervención antrópica importante al momento en el que llegan los conquistadores españoles, las principales características de los ecosistemas en la zona no sufren alteraciones relevantes (Camus, 2006; PP 70-88).

Transformación del paisaje

ciudades de la Zona Central con el objetivo de cultivar trigo, principalmente, hacia el siglo XVII, en que la demanda de trigo en el Perú se vuelve inelástica. El despeje de suelos y su uso para monocultivo, fue un factor impor-tante de erosión que ya hacia el siglo XIX las autoridades políticas chilenas debatían (Ca-mus, 2006). Asociado al establecimiento de los conquistadores españoles, vino también la implantación de un modo de producción destinado a hacer de Chile el principal grane-ro de los centros mineros en el virreinato del Perú. Dadas las condiciones biogeográficas del país, a la fundación de Santiago le suce-dió una inmediata cosecha exitosa de dos almuerzas de trigo (876 kg.), lo que inauguró un halagüeño porvenir para el desarrollo de actividades productivas agrícolas como base de la economía colonial. Al finalizar el siglo XVI, la producción excedía por las necesida-des de consumo y se inició un fluido comercio de exportación de trigo chileno con principal destino al mercado peruano. Esto, desde luego, impulsó el desarrollo de la gran pro-piedad agraria bajo la forma de mercedes de tierra, dejando gran parte de la biodiversidad del valle central (desde la V Región hasta la IX Región) en manos de comerciantes ávidos de sacar ventaja de la creciente demanda externa de trigo. Dado la presencia de co-munidades Mapuches en el sur, los cultivos del norte del valle central estuvieron menos expuestos a ataques y pudieron desarrollarse con mayor holgura durante el siglo XVII, en especial, después del terremoto de Lima en 1687 que colapsó la capacidad productiva de los campos peruanos y que posicionaría a Chile como mayor proveedor de trigo para el Perú. A lo largo del siglo XVIII, la zona del va-lle del Aconcagua, de Concepción y Santiago generaba el grueso un promedio de 400.000 quintales métricos de trigo, resultando evidente que tal aumento de la producción solo sería posible a través de una expansión significativa del espacio de cultivo a expensas de la cubierta vegetal nativa y el conjunto de la biodiversidad que existía en las regiones trigueras. Hacia el siglo XIX, al norte del valle central se concentraba la producción de trigo

El establecimiento de las primeras ciudades comienza en 1541. La construcción de ca-sas y el consumo de leña para calefacción afectaron a las comunidades vegetales más próximas a las ciudades, en particular, en la zona central, donde se concentraron los prin-cipales asentamientos urbanos y, por lo tanto, la mayor demanda. Por otro lado, con el inicio de los ciclos de exportación de materias pri-mas y bienes de subsistencia, se intervienen grandes extensiones de tierra aledañas a las

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comercial, lo que hizo más intensivos los procesos de reemplazo de la cubierta vegetal y erosión en esa zona. Hacia 1840, el trigo chileno se abriría a la búsqueda de nuevos mercados y, con ello, de nuevos espacios productivos que permitieran satisfacer la creciente demanda de los centros mineros de California y Australia, empujando a la fronte-ra agrícola hacia el sur del país con el objetivo de exportar hacia estos centros. (Sepúlveda, 1959). Algunas laderas de la cordillera de Nahuelbuta, en la VIII región, tras años de intensas actividades de cultivo de trigo, con su respectiva repercusión en la pérdida de cubierta vegetal, erosión y disminución en la humedad. (Aguayo, Pauchard, Azócar y Parra, 2009).

efectos de la pérdida de ciertas comunidades vegetales y la erosión. En 1916, Albert y sus colaboradores logran aprobar la ley N° 3.091, que fomentaba iniciativas de forestación con incentivos y exención de impuestos para los propietarios, quienes hace décadas estaban interesados en lograr la aclimatación de especies exóticas, y, hacia 1917, en Chile ya operaba un nuevo servicio estatal a cargo de la reforestación y la conservación de unas 646.00 hectáreas. En 1931, tras la exitosa promulgación de Decreto con Fuerza de Ley N° 4.363, la política de manejo ambiental toma la forma de incentivos a la producción forestal, iniciando una vertiginosa expansión de las plantaciones forestales tras la exitosa aclimatación de las especies exóticas de Pi-nus radiata y Eucaliptus. Este proceso daría paso a una de las actividades productivas que más profundamente ha modificado el paisaje y el clima en la Zona Centro Sur, aumentando la erosión, pérdida de humedad, alteración de ecosistemas y destrucción de la biodiversidad, sin tener en cuenta las consecuencias sociales en los territorios cultivados. La relación posi-tiva entre la plantación de especies exóticas y el combate a la erosión convivió, durante lar-go tiempo, con una tasa de erosión cuya área promedió cerca del 59% del Valle Central del país. A partir de 1974, gracias al Decreto de Ley Nº 701, los principales propietarios agrí-colas del país, aquellos que se habían formado al alero de las primeras políticas fomento a las plantaciones y en aquel entonces ya tenían a su disposición un capital e industrias no des-preciables, fueron beneficiados con la exen-ción de impuestos y la compensación del 75% de los costes de producción forestal. Forestal Crecex, Forestal Arauco, CMPC e INFORSA, fueron las cuatro mayores empresas durante el crecimiento de este sector, cuyas expor-taciones subieron desde 127.000 toneladas en 1974 hasta unas 1.970.700, mientras que la superficie cultivada por el Estado se redujo drásticamente hasta desaparecer en 1984, y los privados cubrirían hasta 108, 269 miles de hectáreas hacia 1999. (Camus, 2006)

Por otro lado, el aumento en las exporta-ciones de plata y cobre, con sus principales yacimientos en la III y IV región, vuelve más intensa la depredación de la cubierta vegetal en estas zonas. Parlamentarios asumen la gravedad del problema y se transforma en cuestión de debate constante, aunque el debate esté principalmente centrado en la disputa por el uso de los recursos madereros entre propietarios agrícolas y propietarios mineros. A mediados del siglo XIX, uno de los principales actores del rubro agrícola, la Sociedad Nacional de Agricultura, advirtió sobre los peligros del avance de la erosión y la desertificación. En 1872, mientras algunos diputados alertan sobre un aparente traslado de especies vegetales esclerófilas hacia zonas donde tradicionalmente predominan las especies higrófilas, se dicta un decreto que regula el uso de bosques. Lo cierto es que, a los casi tres siglos de erosión por el cultivo de trigo, habría que agregar la sustancial pérdida de algarrobos, algarrobillos, sauces, chañares, molles, espinos y otras especies, todo por la figura legal del denuncio de bosques, lo que permitió abastecer de madera a las faenas mi-neras en pleno auge hacia fines de siglo. Con la llegada de Federico Albert al Ministerio de Industria, en 1898, se inicia una intervención del espacio a gran escala marcada por un dis-curso conservacionista que intentó paliar los

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Chile ha experimentado una lenta transición demográfica, caracterizada por dos fenó-menos interrelacionados. En primer lugar, es un hecho indesmentible que, desde fines del siglo XIX y con mucha mayor intensidad a partir de la segunda mitad del siglo XX, la mayor parte de la población se concentra dentro de áreas urbanas, situación que tiende a acentuarse con el desarrollo de metrópolis que absorben servicios, empleos y recursos de manera sistemática, como lo hace la ciu-dad de Santiago (figura 1), en consonancia con los procesos de expulsión de la población rural y expansión de las actividades económi-cas en las diferentes urbes. En segundo lugar,

2. Impacto de la urbanización sobre la vegetación nativa

FUENTE: MMA (2011b).

Con el fin de poder evaluar los principales impactos que ha provocado la urbanización sobre la vegetación nativa, se analizan a con-tinuación los matices distintos y variados que se asocian a la disminución de este recurso natural, como son: la pérdida de cubierta vegetal, la modificación de la estructura ve-getacional, la pérdida del valor cultural de las

La biodiversidad vegetal ha sido fuertemente impactada por las acciones del ser humano,

una creciente densidad de población en las áreas urbanas es un fenómeno no exento de contradicciones, dada principalmente por el crecimiento sostenido de la población versus una transformación del entorno que afecta el desarrollo de los habitantes de la ciudad.En definitiva, este proceso llamado urbaniza-ción, está ligado a un fenómeno social de cre-cimiento económico y demográfico, que im-plica la modificación del paisaje (utilización de recursos naturales y adecuación de terrenos), construcción y ampliación de asentamientos humanos. Esto, aunque se vea difícil, no res-tringe la posibilidad de que esta modificación se realice de manera responsable.

especies, los problemas medioambientales asociados, el deterioro de la salud ambiental y humana, y la disminución de la calidad de vida de los habitantes.

2.1. Disminución de la biodiversidad vegetal

FIgUrA 1. Crecimiento urbano de Santiago de Chile entre 1920 y 2002.

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FUENTE: MMA (2014).

Sin duda, uno de los aspectos que intervie-nen en la biodiversidad vegetal lo constituye el fenómeno de urbanización, ya que guarda relación con la interacción de éste con el entorno en el cual se desarrolla. El creci-miento urbano y demográfico tienen como consecuencia el aumento en la demanda por servicios de distinto tipo por parte de las poblaciones que viven o llevan a cabo sus actividades en las urbes, este incremento en la demanda por servicios -incluidos aquellos que presta la naturaleza- conllevan una acentuación de las presiones ejercidas sobre los sistemas biológicos locales. Es común encontrar en la bibliografía de asuntos sobre ecología y desarrollo urbano la referencia que se hace sobre la naturaleza como un sistema por el cual el humano se encuentra rodeado; de esta manera podemos comprender en cierta medida por qué nos encontramos cruzando a través de una crisis ambiental, en donde los efectos de la actividad antrópica están teniendo consecuencias graves sobre el funcionamiento de las dinámicas biológi-

y uno de los conceptos asociados a ello, es “hotspot” o “puntos calientes” de biodiver-sidad, que se definen como regiones donde se concentra un mínimo de 1.500 especies de plantas vasculares endémicas, equivalente al 0,5% del total de plantas vasculares en el mundo (Myers, Mittermeier, Mittermeier, da Fonseca y Kent, 2000). A la fecha se han de-finido 34 hotspot que reúnen dichas caracte-rísticas (Mittermeier, Gil, Hoffmann, Pilgrim, Brooks, Mittermeier, Lamoreux y da Fonseca, 2004), entre los cuales se encuentra el hots-pot chileno, que, según su definición actual (Arroyo, Marquet, Marticorena, Simonetti, Cavieres, Squeo, y Rozzi, 2004), se extiende desde la costa del Pacífico hasta las cumbres andinas entre los 25 y 47ºS, incluyendo la es-trecha franja costera entre los 25 y 19ºS, más las islas de Juan Fernández, y una pequeña área de bosques adyacentes de Argentina. Incluye Chile central y el Norte Chico, ambos con lluvias de invierno, y parte del sur de Chi-le (IX hasta parte de la XI Región) con lluvias de verano e invierno (figura 2).

Arica y Parinacota

Tarapacá

Antofagasta

Atacama

Coquimbo

Valparaíso

Metropolitana

Lib. Gen. Bernardo O’Higgins

Maule

Araucanía

Los Ríos

Los Lagos

General Carlos Ibáñez del Campo

Biobío

Magallanes y de la Antártica Chilena

60 mi

100 km

FIgUrA 2. Territorio que abarca el sector definido como Hotspot en Chile.

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En orden de poder comprender de mejor manera esta visión Daily (1997) define que los servicios que presta la naturaleza al ser humano son “aquellas condiciones y procesos a través de los cuales los sistemas naturales, y las especies que los componen, sustentan y satisfacen la vida humana”. De esta forma

FUENTE: Adaptado de Zerega (2014).

Los sistemas biológicos en los que se en-cuentra inserta la humanidad son finitos, con recursos bióticos y abióticos limitados, los cuales están en constante transformación na-tural, sujetos a los ciclos y dinámicas propias de la naturaleza. El ser humano al disponer y explotar los recursos mencionados busca au-mentar los niveles de bienestar de la población a través de la conversión de estos recursos

cas de la Tierra, que al mismo tiempo derivan en problemáticas sociales y económicas de diversa complejidad. Este enfoque, de un ser humano rodeado por naturaleza debe ser transformado hacia aquel que integra de forma absoluta al hombre dentro de los complejos sistemas ecológicos en los cuales se encuentra inmerso.

podemos comprender que toda actividad antrópica que se desarrolle sobre la Tierra se encontrará ligada a la matriz biológica en la que se desarrolla, ya sea la agricultura, la industria forestal o la urbanización, todas es-tas labores propias de la economía humana se encuentran sujetas a la producción por parte de la naturaleza de bienes ecosistémicos de distinta índole (madera, agua, petróleo, fauna marina y terrestre, entre otros) (figura 3), los cuales son “cosechados” por el hombre para introducirlos al mercado que rige la econo-mía global, en donde son transformados, intercambiados, destruidos o derrochados (Daily, 1997).

hacia servicios económicos muy variados, como son la electricidad, combustibles, ropa, materiales de construcción, entre otros. Las consecuencias de una mala administración de estos recursos deriva en el quiebre de los equilibrios establecidos en las dinámicas naturales, lo que se traduce en la pérdida total o parcial de la producción de un recurso determinado por la naturaleza, lo cual al

Medio AmbienteNatural,

Bienestar Social

Servicio de soporte

Producción primariaProducción hábitatCiclo de nutrientesCiclo de aguas

Servicio de aprovisionamiento

Comida y fibraRecursos genéticos y bioquímicosAgua dulceCombustible

Servicio de regulación

Purificación de aguaRegulación erosiónRegulación climáticaPolinización

Servicios Culturales

Valores espirituales y religiososEducación e inspiraciónRecreación y valores estéticosSistema de conocimiento

FIgUrA 3. Los cuatro componentes de los servicios ecosistémicos.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 131

La urbanización tiene una fuerza transforma-dora mayor sobre los paisajes y el entorno, así como también corresponde a un fenómeno que por su naturaleza requiere inherente-mente de la extracción y transformación de recursos naturales para su avance y con-creción. Esta relación indisoluble, presenta secuelas múltiples sobre los ecosistemas locales y aledaños, reflejados en gran parte sobre la pérdida de diversidad biológica como consecuencia del establecimiento de asenta-mientos humanos. Ya definido el fenómeno de urbanización, se debe describir y enten-der la diversidad biológica o biodiversidad, concepto amplio que hace referencia a la totalidad de variables ambientales que com-ponen un ecosistema, tanto aquellas bióticas como abióticas. El hecho de poder visualizar la diversidad biológica dentro de un contexto antrópico permite comprender de mejor ma-nera cuáles son las implicancias de su pérdida sobre la vida humana.

Se entiende como biodiversidad al conjunto de todos los organismos que se encuentran dentro de un espacio físico determinado y denominado hábitat, caracterizado por los componentes abióticos presentes. Al mismo tiempo, el hábitat y los individuos que lo componen no son elementos estáticos, sino que presentan una enorme variabilidad multidimensional, que hace de la biodiversi-dad una “expresión integradora de muchas diferentes escalas espaciales o de organiza-ción” (CONAMA, 2008). En este sentido, la pérdida de diversidad biológica provoca una serie de consecuencias, muchas de estas de difícil comprensión, debido, justamente, al carácter integrador y multidimensional que presenta el concepto. Los múltiples factores asociados a los ecosistemas y que permiten el correcto funcionamiento de éstos se pueden comprender en torno a las diversas estructuras y composiciones que presentan, tales como la organización de las

mismo tiempo genera repercusiones sobre la población humana, que necesita de estos recursos para el desarrollo de sus actividades.

poblaciones de fauna y flora, así como tam-bién la composición de especies y su riqueza genética; asociados a los elementos edáficos y climáticos del ecosistema en cuestión.La urbanización viene a generar perturbacio-nes importantes dentro de los ecosistemas en los que se desarrolla, interrumpiendo los equilibrios establecidos y las dinámicas cotidianas de los organismos que interactúan dentro de estos ambientes. La forma a través de la cual el fenómeno de crecimiento urbano afecta los sistemas ecológicos es muy distinta en cada caso, y varía dentro de un mismo epi-sodio de manera sustancial. La razón de esto es que las ciudades tienen ritmos de desarro-llo y conformaciones poblacionales distintos, en donde los habitantes de cada urbe junto a su respectiva cultura predecesora moldean y entregan los lineamientos principales a través de los cuales las ciudades crecen.

Un punto de alta relevancia a considerar dentro de esta evaluación sobre los efectos de la urbanización tiene que ver con las pro-yecciones que se hacen actualmente sobre el crecimiento demográfico y su concentración en las ciudades del mundo. La historia mues-tra una tendencia preocupante a sobrepasar ciertos umbrales numéricos poblacionales de forma cada vez más rápida; la humanidad alcanzó por primera vez los mil millones de habitantes el año 1804, demorándose 123 años en alcanzar los dos mil millones de per-sonas sobre la Tierra, en 1927. Sin embargo, se alcanzaron los tres mil millones sólo 33 años después, y de manera sistemática se han ido reduciendo los años necesarios para adi-cionar otro millón de personas a la población mundial (tabla 1) (Naciones Unidas, 2012). En el caso de Chile, el Instituto Nacional de Estadísticas (2016), proyecta para el año 2020, en la Región Metropolitana, un aumen-to de la población urbana de más de 450.000 personas (más de 7,5 millones de habitantes) y para la población rural, escasamente 15.000 personas. Esta es una situación que debe ser abordada en el presente, de manera de ge-nerar propuestas adecuadas para la correcta preparación de la urbe frente a la explosión

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El segundo acercamiento es manejar y me-jorar la biodiversidad existente en entornos urbanos con la creación de servicios ecosis-témicos en beneficio de la salud y bienestar de la población humana. Si lo que se quiere es lograr un equilibrio entre estas dos ideas, es decir biodiversidad y servicios ecosistémicos

Sin dicho balance, se pueden crear escenarios donde sólo la naturaleza gana, como en la creación de reservas de biodiversidad que no permiten el acceso a la población, y por ende se les excluye del goce de los beneficios de éstas, o donde sólo las personas ganan, como, por ejemplo, la plantación de árboles y pastos para mitigar las condiciones ambientales en la ciudad, que no proveen un hábitat suficiente ni variado para conservar la biodiversidad.La estrategia que se propone es la de desa-rrollar acciones y planes que signifiquen un óptimo paretiano entre los beneficios para el ser humano y para la biodiversidad, óptimo que sólo es alcanzable tomando en cuenta estos dos acercamientos recién explicados. La figura 4 muestra cómo decisiones hechas solo tomando en cuenta un acercamiento, pueden resultar en situaciones donde no to-dos los factores ganan o se ven beneficiados, recalcando la importancia de balancear estos acercamientos para obtener una situación donde todos ganen.

FUENTE: Adaptado de Biotope (2016).

Según el World Resources Institute (1997) casi la mitad de la cobertura forestal original

2.2. Pérdida de cubierta vegetal

FUENTE: Naciones Unidas (2012).

Población mundial alcanzada

1 mil millones

2 mil millones

3 mil millones

4 mil millones

5 mil millones

6 mil millones

AñOPObLACIóN

Población mundial proyectada

8 mil millones

9 mil millones

7 mil millones

1804

1927 (123 años después)

1960 (33 años después)

1974 (14 años después)

1987 (13 años después)

1999 (12 años después)

2013 (14 años después)

2028 (15 años después)

2054 (26 años después)

El crear espacios urbanos involucra la protec-ción y conservación de la vegetación nativa, lo que repercute que éstos sean amigables con la biodiversidad; para lograrlo, es posi-ble tomar dos acercamientos: un enfoque conservacionista, el cual consiste en crear reservas naturales en lugares aún no interve-nidos por el hombre con el fin de mantener la biodiversidad existente en ellos, excluyendo a la población del goce que le reporta la exis-tencia de biodiversidad en su entorno.

demográfica, que requiere urgentemente de planes maestros de desarrollo que tengan una perspectiva amplia sobre los parámetros a considerar para la sostenibilidad del creci-miento proyectado.

en una ciudad, es necesario considerar ambas con la meta de maximizar las posibilidades de obtener un resultado donde la biodiversidad y los humanos ganan.

biodiversidad

serv

icio

s eco

sist

émic

os e

n c

iud

ad

min

máx

máx

Personasganan

Naturalezagana

Todosganan

Todospierden

TAbLA 1. Alcance de los umbrales de un billón de personas y los respectivos años en que se alcanzaron.

10 mil millones 2183 (129 años después)

FIgUrA 4. Relación biodiversidad y servicios eco-sistémicos en la ciudad.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 133

A nivel nacional, un estudio realizado por la Corporación Nacional de Forestación el año 2014, determinó que entre los años 2001 y 2013, en las regiones de Valparaíso, Metropo-litana y del Libertador Bernardo O´Higgins, se produjo una pérdida de bosque de alrededor de 70.000 hectáreas, por cambio de cober-tura de suelo, lo que implica una pérdida por deforestación de 9.602.267 toneladas de CO2 (CONAF, 2014).

Estos impactos no sólo se traducen en la pérdida total del hábitat (principal fenómeno que promueve la pérdida de la biodiversidad), sino que muchas veces éste es destruido de manera parcial, fragmentándolo, lo que a largo plazo, también resulta perjudicial.Otra de las causas de la pérdida de la cubierta vegetal tiene relación con la eliminación de matorrales y bosques en laderas y quebradas de la Cordillera de la Costa, de Los Andes y del Valle Central.

El principal motivo de esta modificación está dado por la introducción de especies forá-neas, reemplazándolas por especies nativas en ciertas zonas, o introduciéndolas en zonas urbanas (parques, jardines y espacios públi-cos; áreas verdes, definidas por la ley).El reemplazo de las especies vegetales nati-vas por especies introducidas es un proceso

2.3. Modificación de la estructura vegetacional

del mundo ha sido eliminada, fragmentada, degradada o convertida en plantaciones. El desmedido crecimiento de las ciudades en el último siglo, ha tenido un gran impacto en el entorno donde éstas se emplazan. La eliminación de la cubierta vegetal nativa en pos del crecimiento urbano es un efecto de la urbanización que es posible apreciar en todo el mundo.

A nivel global, la agricultura se posiciona como la principal causante de la pérdida de hábitat, dado la conversión de ecosistemas naturales y complejos a artificiales simplifica-dos, que además incluyen la sobrefertilización y desgaste del suelo.

que resulta en la modificación del ecosistema y en muchos casos, la extinción de especies. Si bien la extinción es un proceso natural de la evolución de los ecosistemas, ya que las espe-cies pueden trasladarse y asentarse en otros lugares por distintas condiciones o fenóme-nos naturales, la tasa de extinción que existe actualmente, a consecuencia de los impactos negativos de las actividades humanas, es más de 100 veces superior a la que debería existir naturalmente.

La intervención humana provoca que este pro-ceso se desarrolle de manera brusca, sin dar el tiempo suficiente al ecosistema para que se adapte a la perturbación del entorno, amena-zando su estabilidad de forma perjudicial.

Por un lado, las especies evolutivamente han coexistido con menos especies, por lo que la introducción de una nueva especie en esos sistemas, por ejemplo un depredador o un competidor, puede llevar a la extinción de especies locales que no estaban habituadas a esta presión externa.

A su vez, las extinciones implican también la pérdida de la función que cumplía original-mente la especie en el ecosistema, su función ecológica, por lo que su pérdida puede sig-nificar también graves consecuencias, dado que cada especie sustenta ciertos servicios ecosistémicos específicos que contribuyen al equilibrio del sistema completo.

La mayoría de las especies que podemos ver hoy en las ciudades no son parte del entorno natural al que pertenecen. Las especies ve-getales nativas forman complejas relaciones con los insectos nativos, que habitan por grandes periodos de tiempo, usándolas como recurso de supervivencia. Si se reemplazan estas especies nativas con exóticas, se rompe esta conexión y los insectos que dependían de estas especies no podrán proveerse de un lugar para alimentarse y crecer. Con ello, con la desaparición de los insectos, desaparecen también animales, como pájaros, que depen-den de éstos. Es así como la modificación

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La caracterización cultural que se puede

2.4. Pérdida del valor cultural de las especiesEntendiendo la cultura como un “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” (RAE, 2016) es posible identificar aquellos aspectos fundamentales que son eliminados cuando la flora nativa de un país, región geo-gráfica determinada o grupo humano –por ejemplo etnias– resulta perjudicada, erosio-nada o destruida producto del desarrollo ur-bano e industrial inconsciente que se descri-be a lo largo del documento. La presencia de especies vegetales en el desarrollo humano se puede apreciar en todo orden de cosas, partiendo por los modos de vida y costum-bres de los distintos pueblos originarios de un país, de un continente o del mundo entero; pueblos aborígenes han utilizado las especies vegetales que se encontraban a su alrededor –especies nativas– desde tiempos inme-moriales, plantas que nos proporcionaron como humanidad alimento, medicinas, arte y creatividad para la confección de artesanías, espiritualidad, cultos y rituales, entre otros; nos han permitido llevar a cabo diferentes tareas del día a día, en ese entonces y hasta el presente. La disciplina etnobotánica, que comprende el estudio de las relaciones entre grupos humanos y su entorno vegetal, es la principal responsable de haber permitido descifrar muchas de las interrogantes que se formularon en torno al uso de las especies ve-getales por antiguas etnias precolombinas de Latinoamérica. Estos estudios, cuya principal herramienta investigativa es la entrevista, han establecido de manera empírica el uso histó-rico y rol fundamental de la flora nativa en el desarrollo y mejoramiento de los estándares de vida de las civilizaciones (Carapia-Carapia, y Vidal-García, 2016.).

Para el caso de Chile, existen múltiples etnias a lo largo del país, y cada una de ellas se vinculó con su medio vegetal de manera

diferente y específica, pero todas en general con patrones comunes de uso de las especies herbáceas y arbóreas, es decir, podemos identificar los usos medicinal, alimenticio, para forraje, artesanía, construcción, com-bustión, ritual y usos especiales. Dentro de la cultura Mapuche, por ejemplo, Bragg, Hauenstein y Latsague (1986) sostienen que este grupo humano identificaba algún tipo de uso en todas las plantas de su entorno, con mínimas excepciones. En otros estudios, como el realizado por Domínguez (2010) se reafirma la idea de una flora nativa presente en el desarrollo de nuestras civilizaciones, con pueblos originarios de la Patagonia, dependientes de especies vegetales en un 96% nativas, además de hongos y líquenes. Se presentan además, en estudios como el de Villagrán, Castro, Sánchez, Romo, Latorre e Hinojosa (1998) ciertos casos extremos como los del norte del país, en donde los poblados con tradiciones atacameñas muestran cómo los exiguos recursos bióticos de algunos de los lugares más hostiles del mundo sacaron adelante a las etnias locales. Es en estos casos, además, con un tipo de uso forrajero de las especies vegetales que superaba al medicinal, en donde se aprecia la “cultura endémica”, es decir, las dinámicas de vida determinadas y condicionadas por el medio, ya que estos pueblos dependían enormemente de su ga-nado, orientando su conocimiento florístico a la adecuada alimentación y mantención de sus animales, incluso hasta el día de hoy.El uso sistemático y proteico a lo largo de los milenios de especies vegetales para el correc-to desarrollo de nuestras vidas ha llevado al interés de conocer y comprender el mundo vegetal, observando y experimentando. A tra-vés de los años destacados científicos definie-ron sus líneas investigativas en torno al mundo vegetal, y el resultado de aquellas múltiples e incansables investigaciones derivó –y sigue aun desarrollándose– en importantes avances en medicina e industria, desde el descubri-miento de la penicilina hasta los colorantes para la fabricación de prendas o alimentos.

conlleva a una peligrosa homogeneización biótica de los hábitats, y por lo mismo, a una pérdida de la biodiversidad que éstos poseían.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 135

Son varios los fenómenos medioambientes que pueden atribuirse a actividades que invo-lucran la urbanización, siendo, probablemente los más complejos los asociados al daño de los recursos edáficos e hídricos; esto no sólo constituye un problema por sí mismo, sino que, además, se relaciona con mayores condiciones para el desarrollo de eventos extremos más intensos y frecuentes. Entre estos fenómenos, que van en aumento y que son cada vez más frecuentes, se encuentran los siguientes:

2.5 Problemas medioambientales asociados

i. Degradación de suelos y erosión. Uno de los factores que con mayor fuerza incide en la degradación de suelos en Chile, es el proceso de erosión, fenómeno que ocurre por efecto del agua (erosión hídrica) o del viento (ero-sión eólica), que con frecuencia se empeora mediante las malas prácticas de manejo agrí-cola (FAO, 2016).

En la actualidad, el país registra altos niveles de desertificación lo que está asociado al proceso de erosión. El 77% del territorio nacional (57,8 millones de ha) corresponde a suelos, de los que el 64% (36,8 millones de

hacer de las especies vegetales nativas es inmensa, y no se puede abarcar íntegramente en el presente texto. Sin embargo, revisando todo lo anteriormente descrito es posible es-tablecer de manera inexcusable la fundamen-tal importancia que tiene la matriz biológica vegetal que nos rodea en el crecimiento de nuestra civilización, y sin duda, las especies nativas como conductoras y moldeadoras del conocimiento y formación cultural de los paí-ses o sectores geográficos. En este sentido, la destrucción de los ecosistemas que sos-tienen la vegetación nativa que dio origen a nuestras culturas predecesoras, corresponde a un crimen de extrema gravedad en contra del patrimonio cultural de la humanidad; más aún, si esta destrucción tiene como principal causa el establecimiento de asentamientos humanos a través de una urbanización irres-ponsable, sin fundamentos o principios que valoren el medio en donde se lleva a cabo.

ha) presenta algún tipo de erosión, con un 49% del total (28,5 millones de ha) que pre-senta erosión severa (MMA, 2011a).En la Región Metropolitana, los suelos están expuestos a una variada gama de fenómenos, algunos naturales y otros antrópicos, los que generan alteraciones y degradación (conta-minación, pérdida por erosión, pérdida por extracción como materias primas, sellado por actividades urbanas, etc.). De seguir estas ten-dencias, una estrategia de desarrollo debería necesariamente encaminarse hacia la rever-sión de estas tendencias (ECOLYMA, 2005).

ii. Crecidas de ríos e inundación. La pérdida de la cubierta vegetal acelera los procesos de erosión y reduce el potencial de absorción del suelo, quedando desnudo y expuesto al primer problema señalado, además de que los torrentes avanzan con mayor rapidez en espacios desprovistos de cubierta vegetal (MMA, 2011b). Por otra parte, las inundaciones también son un factor determinante en la pérdida de cubierta vegetal; por ejemplo, el arquitecto Jonás Figueroa (2009), señala que en la Región Metropolitana (principalmente en su capital), las inundaciones de aguas lluvia son consecuencia de que se emplaza sobre un va-lle inundable y, a pesar de ello, la ciudad sigue creciendo y expandiéndose sobre áreas de alta sensibilidad (figura 5). En consecuencia, el incremento del potencial de inundación de la región ha ido acompañado de la progresiva pérdida de la cubierta vegetal en la zona, que se ha acentuado durante los últimos años.

iii. Aluviones. Estos episodios también son otro de los factores determinantes en la pérdida de cubierta vegetal. En Chile, estos se presentan normalmente asociados a eventos de lluvia intensa. Entre 1980 y 2015, se han registrado más de 10 eventos de este tipo a lo largo del territorio nacional, 5 de ellos con caracte-rísticas catastróficas y con un importante número de pérdidas económicas y humanas concentradas en la Región Metropolitana de Santiago (figura 6). Aunque la zona norte de Chile es extremadamente árida, los aluviones

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FUENTE: Adaptado de Ministerio del Interior y Seguridad Pública (2016).

a. Deforestación y riesgo de aluviones: Duran-te el siglo XIX, una de las principales funciones de la regulación ambiental fue aportar al desarrollo urbano, en el intento de frenar la ocurrencia de desastres naturales asociados a los episodios de lluvia. En la actualidad, existe un consenso sobre la directa relación entre la pérdida de cubierta vegetal de una determina-da región y el índice de riesgo de ésta frente a la erosión, la inundación y los aluviones. La cubierta vegetal entrega consistencia y cohe-sión a las capas de tierra que adosan un cuerpo rocoso mediante sus raíces, las que, además, mantienen un suelo en niveles óptimos de porosidad y absorción, por lo que no colapsa. Por otra parte, el suelo desnudo es vulnerable a la erosión, proceso que acelera la pérdida de cubierta vegetal que vuelve a agravarlo y a generar un suelo endeble (MMA, 2011a).

b. Riesgo de aluvión en la Región Metropolita-na: Las quebradas de la zona, así como la for-mación de relieves de elevada pendiente en medio de la ciudad, son escenarios propicios para un colapso del terreno que de origen a episodios de aluvión (BCN, 2013) (figura 5).

FUENTE: Adaptado de La Tercera (2015).

más violentos se producen en este territorio, lo que permite asociar el riesgo de aluvión a determinadas características geográficas que no se encuentran presentes en las zonas centro-norte y centro-sur, cuya pluviometría

Anegamiento Desborde Paso bajo nivel

1

23

4 56

7

Quebrada ÑilhueQuebrada Cañaveral

12

Río MapochoQuebrada Macul

35

Quebrada Lo CañasRío Maipo

67

Quebrada Las AmarillasFalla San Ramón (25 km.)

89

Volcán TupungatitoVolcán San José

1011

8

7

9

11

FIgUrA 5. Mapa de inundaciones en Santiago (R.M.).

FIgUrA 6. Los peligros naturales que acechan a la Región Metropolitana.

incrementa en inversa proporción al riesgo de aluvión (Sernageomin, 2015).

10

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 137

El proceso de urbanización, de una deficiente o nula planificación, conlleva una serie de consecuencias en el entorno donde se con-creta; efectos adversos que se agudizan si el crecimiento de las urbes va acompañado de un crecimiento poblacional acelerado, que determina la poca contención que se tiene mediante las políticas públicas de urbaniza-ción que rigen los espacios y las condiciones bajo las cuales se pueden generar proyectos inmobiliarios. Siendo estos protocolos insufi-cientes, la urbanización degrada el ambiente y perjudica la salud de la población humana desde múltiples puntos de vista, algunos de es-tos tan básicos como la presencia de especies vegetales con fines ornamentales que causan graves episodios de alergia en la población de manera generalizada; ejemplo que se aprecia claramente en sectores de Santiago (como la Avenida Pedro de Valdivia), con el Platanus orientalis, especie arbórea, que ha provocado incluso la migración de residentes. En orden de evitar estos problemas de alergias, las especies nativas son una buena opción de uso ornamental en una urbanización sostenible e inteligente, en donde se desea que tanto el ambiente como sus habitantes se encuentren bien. Esto debido a que los habitantes de un sector geográfico se encuentran adaptados al medio y los componentes que lo conforman, en este caso, las especies nativas son parte del entorno natural del país, y sus habitantes son menos propensos a tener reacciones alérgicas frente a estas porque a lo largo de los años se adaptaron.

2.6 Deterioro de la salud ambiental y humana

Por otro lado, la urbanización no sostenible socava distintos aspectos funcionales del ecosistema, vale decir, el reemplazo de áreas vegetales o bosques por asentamiento humanos que no contemplan o contemplan bajos porcentajes de áreas verdes reduce la capacidad natural del ecosistema de pu-rificar el aire, el agua y conservar los suelos productivos. Todas estas consecuencias ter-minan afectando a los humanos, y se puede apreciar con claridad en los episodios críticos de enfermedades respiratorias que se dan en

ciudades como Santiago o Temuco, en donde la excesiva cantidad de contaminantes del aire irrita las vías respiratorias de los habi-tantes de las ciudades, y los niveles críticos de material particulado suspendido en el aire son duraderos producto de la escasa acti-vidad purificante del servicio ecosistémico degradado. El agua, cada vez más escasa, es un recurso de alta complejidad ecosistémica, es decir, tiene un ciclo bastante conocido que permite su continuo fluir entre mar, cielo y tierra. Este ciclo depende en un enorme porcentaje de la presencia de especies vege-tales sobre la superficie terrestre, las cuales cumplen una función de evapotranspiración que determina la formación de nubes y la consecuente precipitación, la cual finalmente permite la renovación del agua en sectores geográficos determinados, además de la saturación de los niveles freáticos y la man-tención de la humedad en los suelos. Por otro lado, la presencia de masas de vegetación como bosques o áreas verdes dentro de una ciudad permitiría regular la temperatura y la radiación incidente (Sanderson, Santini, Valentinni y Pope, 2012), favoreciendo así la salud de las personas, no sólo física, sino que también psicológica al contar con espacios de esparcimiento en donde recrearse. Los suelos además, resultan ser un componente fundamental de nuestros ecosistemas, y comprenden un recurso no renovable con tasas de recuperación lentísimas que oscilan entre los 100 a 1000 años por centímetro de suelo productivo. La construcción y el desa-rrollo de las ciudades resulta ser una causa mayor en la destrucción de este recurso, el cual es muchas veces removido o sepultado bajo el concreto infértil. No cabe duda que la urbanización juega un rol importante en el daño que se le está provocando al ambiente, el cual como consecuencia lógica determina efectos negativos sobre la población humana que pueden enumerarse en mayor cantidad que la aquí presentada.

Otro aspecto de alta relevancia que debe ser mencionado es la seguridad alimentaria que se ve afectada producto de la urbanización. Esto

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Los efectos que han sido señalados en los párrafos anteriores son todos consecuencia directa o indirecta de la pérdida de diversi-dad biológica producto de la urbanización no sostenible. Las pérdidas mencionadas como las de cubierta vegetal, suelos, servicio ecosistémicos, entre otras, derivan en el mal funcionamiento de las dinámicas naturales, producto de una distorsión en la composición de los ecosistemas que cuentan con equili-brios establecidos luego de miles de años de evolución, de los cuales una enorme cantidad fueron con el ser humano como parte de este equilibrio, lo cual cambió a lo que conocemos

2.7. Disminución de la calidad de vida de los habitantesEstudios internacionales, tales como el do-cumento Social Criteria for the Evaluation and Development or Urban Green Spaces (Criterios sociales para la evaluación y desa-rrollo de las Áreas Verdes Urbanas) (Priego, 2011), confirman la existencia de una relación directa entre calidad de vida y la existencia de zonas verdes y parque urbanos. La existencia de cubierta vegetal incide en el bienestar tanto físico como psicológico de la población que tiene acceso a ella, por lo que su exis-tencia, promoción y conservación no solo responde a términos estéticos, sino también a temas de salud y bienestar de la población.

Tener acceso a zonas de vegetación urbanas conlleva necesariamente a una mejor calidad de vida, bienestar físico y a un estado de salud óptimo, ya que estas zonas no sólo ayudan a la asociatividad y recreación del ser humano, sino que ayudan a limpiar el aire, disminuir las temperaturas, evitar desastres ambientales, e implican, a fin de cuentas, un menor gasto por parte de las autoridades para tratar estos te-mas. La creación y mantención de estas zonas de vegetación urbana es significativamente menor en términos de costo que cualquier otra política que los gobiernos quieran imple-mentar para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, y ello precisamente es uno de los objetivos de las propuestas; demostrar con evidencias empíricas que los beneficios de es-tas zonas, tanto en términos económico- po-líticos como en términos de salud, calidad de vida, etc. Son de relevancia, que la autoridad no debe ni puede dejar como última prioridad.

se desprende en gran medida de los efectos adversos mencionados con anterioridad que tiene la urbanización sobre los suelos, los que son un recurso escaso de alto valor, ya que to-dos los alimentos que producimos provienen de este, el cual debe ser fértil y contar con las condiciones adecuadas para la producción agrícola. Actualmente las ciudades crecen a pasos agigantados, y en su camino desplazan al sector rural para establecer asentamientos humanos. Es precisamente en este movimien-to que la urbanización resulta ser un peligro para la seguridad alimentaria de la población, ya que el desarrollo de las urbes se ha llevado a cabo sobre enormes extensiones de algunos de los suelos con mayor potencial productivo del país (Rivas y Traub, 2013), amenazando la totalidad del potencial productivo del sector agropecuario. Es lógico pensar que las ciuda-des se establecieron por múltiples motivos en los lugares en donde se encuentran, uno de estos motivos es la cercanía de suelos que ofrecían satisfacer las necesidades alimen-tarias de la población urbana. Pero con el posterior crecimiento de las ciudades, estas comenzaron a sobreponerse a los terrenos rurales agrícolas aledaños, que alguna vez sustentaron de alimentos a las ciudades, para reemplazarlos por casas, edificios, servicios varios, industrias, entre otros, perdiendo así la capacidad productiva de aquellos suelos irrumpido de manera irresponsable, y que si se quisieran recuperar, tomarían cientos o miles de años (FAO, 2016).

en el presente como un desarrollo que va en desmedro del mundo natural que nos envuel-ve y acoge.

De manera iterativa se establece a lo largo del documento la importancia de la biodiversidad en el desarrollo humano, pero más aún, ésta resulta fundamental para la sobrevivencia de las especies en general y el futuro de la vida sobre la Tierra.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 139

Temas tan amplios como educación, salud, felicidad, calidad del aire, calidad y estilo de vida se ven beneficiados con la existencia de vegetación en zonas urbanas, por lo que resulta imperante crear y mejorar la institu-cionalidad, políticas públicas y legislación que dicen relación con este tema.

Como se mencionó anteriormente, la exis-tencia de lugares o servicios ecosistémicos en ciudades afecta o incide directamente en la calidad de vida de las personas que habitan en ellas. Según la última Encuesta de Calidad de

FUENTE: Adaptado de OECD (2016).

Vida Urbana (Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la PUC y la Cámara Chilena de la Construcción), un 58% de la población asegura tener una buena calidad de vida rela-cionada con la salud y medio ambiente de su comuna. Promedio que no se condice con el último Better Life index (figura 7) que realiza la OCDE, donde Chile se ubica en el lugar 33 de los 38 países con peor calidad de vida re-lacionada con el medio ambiente dentro de la OCDE, ni mucho menos con la proporción de m2 de área verde por habitante en la Región Metropolitana.

La flora nativa otorga, en general, numerosos beneficios, entre los cuales se puede destacar su uso en áreas verdes (por su característica de perennes de numerosas de ellas) y como plantas ornamentales (también por las carac-terísticas anteriores). Estas características ocurren por su fácil adaptación a nuevos am-bientes, a condiciones de sequía; y además, la mayoría de ellas no son alergogénicas. Según Olate, Gómez, Musalem, Sepúlveda y Ferrer (2013), también sirven como un corredor biológico para la vida silvestre del lugar y per-mite a la comunidad aumentar su conciencia de la biodiversidad en la que viven.

3. Beneficios de la flora nativa

Además, muchas plantas poseen propiedades medicinales y culinarias, forrajeras, foresta-les, melíferas, textiles, tintóreas, aromáticas, etc. y su uso responsable se mantiene como acervo cultural transmitido de generación en generación.

El uso de plantas nativas, específicamente como ornamentales, en parques o jardines, otorga varios atributos al espacio verde, en-tre los que se pueden enumerar:

Ahorro de agua: la mayoría de las plantas nativas viven con el agua disponible, propia del clima local, ya sean las precipitaciones o el agua superficial de arroyos estacio-nales. Por esta razón, al ser plantadas, no requieren riegos extra en los que se utilice abundancia de agua.

Resistencia a heladas, vientos, sequías esta-cionales, amplitud térmica, etc. Por lo que no requieren mantenimiento extra, como los cuidados de jardinería que se aplican a plantas no nativas y/o naturalizadas.

Adaptación a diversos tipos de suelo: tole-ran cambios en la composición del suelo, su salinidad, la escasez de materia orgánica y nutrientes, la anegación, el alto drenaje, la

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FIgUrA 7. Índice de calidad de vida por países en la categoría Medio Ambiente.

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1. Implementación obligatoria del uso de techos o muros “verdes” en los nuevos proyectos in-mobiliarios construidosHoy en día, a las empresas inmobiliarias, y en general a cualquier agente urbanizador, de-

Al realizar una simple inspección de los proyectos modernos de recuperación de en-tornos naturales, encontramos que la imple-mentación de los “techos verdes” puede ser una gran oportunidad de conservación de la biodiversidad si se selecciona y utiliza flora o vegetación nativa en el diseño, sumado a que ésta atrae a fauna nativa local como insectos, polinizadores y aves, que se han visto grave-mente perjudicados por los asentamientos humanos al no tener dónde alimentarse ni desarrollarse.

Un techo verde es una explanada de vegeta-ción sobre un sistema de riego que es insta-lado encima de una edificación, utilizando así un espacio no aprovechado, y considerado por la falta de entornos naturales, por la pérdida de biodiversidad que han potenciado y por los grandes índices de contaminación que suelen sufrir. Su establecimiento permite además varios beneficios, como el poder regulador de la temperatura que puede aumentar la eficiencia de la maquinaria al interior de la empresa, ya que mantiene la temperatura del ambiente a un nivel consi-derable, de forma que mantiene el interior frío cuando la temperatura ambiente es alta y viceversa, evitando temperaturas extremas sin necesidad de usar energía eléctrica o climatizadores (Servicio de Jardines UGR, 2014). Además, pueden incrementar la vida esperada para un techo convencional, ya que se vuelven una membrana protectora contra la radiación ultravioleta directa y las extremas temperaturas. Como resultado, la estructura del techo requerirá un menor mantenimiento y su vida útil se alargará al doble de los años esperados (Alvarado, 2014).

Inmunidad ante plagas o enfermedades: in-sectos que normalmente son considerados como plagas no generan problemas, ya que son especies que conviven naturalmente con estas plantas y se relacionan y “contro-lan” entre sí. Estos insectos ayudan al jardín al hacer control natural de plagas, polini-zación, dispersión de semillas, descompo-sición de materia y reciclaje de nutrientes del suelo.

Proponer alternativas de uso de la vegetación nativa para mitigar impactos de la urbaniza-ción.

OBJETIVO

El concepto de área verde, según la Ordenan-za General de Urbanismo y Construcciones, se define como “superficie de terreno destinada preferentemente al esparcimiento o circulación peatonal, conformada gene-ralmente por especies vegetales y otros elementos complementarios” (art. 1.1.2) (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2007). Esta definición nos parece imprecisa e incom-pleta, ya que ateniéndose al tenor literal de esta definición es posible la existencia de un área verde en donde la existencia de especies vegetales sea mínima, o peor aún, que no existan especies vegetales en ellas. Por ello, creemos que la redefinición legal de área verde, en donde la existencia de vegetación sea obligatoria, y preferentemente nativa, es algo necesario y complementario a las pro-puestas que a continuación desarrollamos.Las siguientes son las propuestas sobre po-líticas públicas, que tienden a maximizar la eficiencia de uso de la vegetación nativa:

PROPUESTAS

profundidad de las napas de agua subterrá-nea, etc., por lo que no requieren labores, fertilizantes o sustratos adicionales.

ben cumplir con el Artículo 70 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, el cual expresa que deben ceder gratuita y obligatoriamente para circulación, áreas verdes, desarrollo de actividades deportivas y recreacionales, y para equi-pamiento, las superficies que señale la Ordenanza General.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 141

Otro beneficio con su establecimiento es que el barrio donde se emplaza adquiera un mayor valor paisajístico, lo que podría aumentar la plusvalía del mismo y con ello, pueden llegar a ser elementos signi-ficativos de identidad urbana que aporten al atractivo turístico de las ciudades.Debido a que el aumento de los asenta-mientos urbanos ha provocado una gran impermeabilización de los suelos al perderse los espacios verdes y ser remplazados por largos kilómetros de cemento, las precipita-ciones generalmente resbalan de los techos de los edificios por las canaletas hacia las alcantarillas, las calles y los ríos o lagos cer-canos arrastrando con ello toda la suciedad o contaminación que había en los techos y en el camino hacia el ecosistema de forma descontrolada. Los techos verdes logran dis-minuir este efecto absorbiendo y utilizando el agua ayudando a controlar la escorrentía del agua y su retención, lo que también evitaría las posibles inundaciones, contaminación y la erosión. Los datos recolectados por un estudio de The Pennsylvania State University, Center for Green Roof Research, indican que los techos verdes capturan el 80% del agua lluvia, comparado con el 24% que retienen los techos convencionales, los cuales no hacen uso de esa agua. Además la tierra y la vegetación que existe en los techos verdes actúan como filtros y ayudan a neutralizar la lluvia ácida y atrapar el polvo. A su vez, las fachadas verdes poseen un gran valor al captar partículas contaminantes al mismo tiempo que entregan oxígeno al ecosistema, contribuyendo así a la descontaminación del aire en grandes ciudades como Santiago, ya que se convierten en verdaderos filtros na-turales o pulmones verdes contra los niveles de carbono que producen los automóviles, las industrias y los sistemas mecánicos por el uso de combustibles, ayudando a contra-rrestar el efecto invernadero (NPS, 2016).

La temperatura en las ciudades suele ser mucho mayor en comparación a las áreas rurales, fenómeno llamado “Efecto de Islas de Calor”. Las hectáreas de pavimento que

En gran parte del mundo se han llegado a implementar los techos verdes como una solución medioambiental y económica, considerándolos no solo prácticos, sino que totalmente necesarios para el desarrollo sos-tenible. Específicamente en la ciudad de To-ronto, Canadá, los techos verdes contribuyen a ser un espacio de hábitat significativo para la matriz urbana. En 2005, un informe sobre los beneficios medioambientales y los costos tecnológicos de techos verdes (Toronto, 2013), para la ciudad de Toronto, estimó que el 21% del total del área urbana está cubierta por techos, y de esa cantidad, el 8% (aproximada-mente 5.000 hectáreas) están cubiertas con techos aptos para la implementación de un techo verde. El estudio concluyó que si estas áreas fuesen convertidas en techos verdes, significaría una gran oportunidad de recrear algo del hábitat y reconstruir algo de la biodi-versidad que se había perdido en estas zonas al

recubren las ciudades absorben la radiación solar y las re-irradian como calor como si fue-sen espejos, lo que incrementa gravemente la temperatura del ambiente. Los techos verdes no sólo ayudan a reducir este efecto, sino que también usan estas radiaciones para evaporar el agua de su medio de riego, transpirando hacia el ambiente vapor de agua que contri-buye a la limpieza del aire.La instalación de techos verdes normalmente involucra un alto costo y mayor que un techo tradicional, pero sus beneficios económicos pueden llegar a recuperar esta inversión. La Universidad de Michigan realizó estudios de evaluación comparativa para 2000 metros de techo convencional y techo verde, donde se contempló los beneficios medioambienta-les, manejo del escurrimiento de las aguas y la mejoría de la calidad de vida y salud al filtrar el aire de la contaminación y ahorro energético. Se estimó que para una vida útil de 40 años de un trecho verde, se ahorra hasta $200.000 dólares, de los cuales las dos terceras partes provienen del ahorro en costos energéticos. El estudio concluye que los techos verdes duran el doble que los techos convencionales (Carlisle, Stout y Barbera, 2014).

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Adicionalmente a los techos verdes, existe la alternativa de fachadas verdes, las que permi-ten captar partículas contaminantes al mismo tiempo que entregan oxígeno al ecosistema, contribuyendo así a la descontaminación del aire en grandes ciudades, como Santiago. Mi-nimizar la contaminación sónica es otra de las eco-ventajas de las fachadas o muros verdes. Ejemplos de este tipo de muros se encuen-tran: en el edificio Consorcio en Santiago, con un jardín vertical de 2.700 m2; en la nue-va fachada del Hotel Intercontinental, con 2.200 m2; el edificio Transoceánica Business Park en Providencia, el Mall Plaza Egaña o el Hotel Hanga Roa en Isla de Pascua, entre otros ejemplos.

Muros como éstos, son factibles de imple-mentar también, y en forma prioritaria, en los proyectos de viviendas sociales, y debiera ser el Estado un impulsor y ejemplo en materia de sustentabilidad y preservación, y poste-riormente dar soluciones a los privados.

Las especies herbáceas anuales y/o perennes factibles de ser utilizadas tanto en techos como en muros verdes, por sus distintos atributos, como: floración vistosa, capacidad para atraer insectos, tener una baja incidencia de pestes y un bajo requerimiento de man-tención, resistentes a la sequía y a heladas, principalmente (Olate et al., 2013). Algunos ejemplos son: el Azulillo (Pasithaea caerulea), Ochagavia (Ochagavia carnea), Verbena chile-na (Glandularia berteroi), Chupallita (Eryngium paniculatum) y Nasela (Nasella laevissima).

Además el hecho de usar flora nativa entrega no sólo al edificio de la empresa o municipio donde se implemente una marca de patrimo-nio natural y protección de la cultura, sino que aportan en su conjunto a la conservación de la identidad en las urbes en torno a sus especies vegetales, un sentido de educación ambiental casi subliminal y que luego se puede extender a proyectos inmobiliarios de casas particulares, departamentos o condominios,

FUENTE: NPS (2016).

Esta primera propuesta sería factible en proyectos inmobiliarios que no cuenten con áreas verdes, ya sea por diseño o falta de es-pacio, donde las empresas estén, idealmente, obligadas a diseñar y crear jardines en las techumbres, usando flora nativa, de manera de no sólo ayudar a mitigar el CO2 emitido en la construcción, sino también facilitar a los habitantes de los inmuebles el acceso a áreas verdes.

ser desplazadas por el desarrollo urbano. fácilmente si la gente llega a valorarlo como es lo esperado. Ello agrega un gran valor so-cial al edificio, promoviendo el conocimiento, el cuidado, el respeto y la convivencia con el entorno y los pares.

No todos los techos verdes son planeados para llegar a ser espacios útiles para la gente de forma directa, muchas veces sólo provee acceso periódico a encargados de su manten-ción. Un techo verde que además sea accesi-ble, aumenta los espacios verdes o jardines, mejorando la calidad de vida y la comodidad para los residentes de la edificación ya que los provee de un espacio natural y estéticamente agradable para reunirse o recrearse. Ahora bien, si estos techos además conservan es-pecies que pueden ser cuidadas y utilizadas por los miembros de la comunidad residente, pueden convertirse en espacios de verdadera y efectiva valorización de la flora nativa en base al conocimiento de sus propiedades.

FIgUrA 8: Láminas informativas que pueden acompañar a los techos verdes para educar a los ocupantes y visitantes del edificio sobre los be-neficios y el servicio ecosistémico que entrega un techo verde y las especies que allí se implementen.

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 143

Esta propuesta se basa en la Ley N° 17.236, que aprueba normas que favorecen el ejer-cicio y difusión de las artes; en su artículo sexto, establece que en los edificios públicos de las principales ciudades del país, donde concurran gran número de personas en ra-zón de los servicios que prestan, tales como ministerios, universidades, municipalidades, establecimientos de enseñanza, de las Fuer-zas Armadas, hospitalarios o carcelarios, de-berán ornamentarse gradualmente, exterior o interiormente, con obras de arte chilenas elegidas por una comisión llamada “Comisión Nemesio Antúnez”.

Nuestra propuesta tendrían el mismo objeto obligado, edificios públicos, pero el objeto sería la implementación obligatoria de vegetación nativa, elegida por comisiones regionales, compuestas por funcionarios del Ministerio de Educación, Agricultura, Medio Ambiente y de Cultura, asegurándose con esta composición mixta, la adecuada elección de la vegetación, atendiendo las característi-cas ambientales y la finalidad del edificio en cuestión.

El Estado debiera ser un agente activo al mo-mento de revalorizar las especies nativas de nuestro país, fomentando la implementación de vegetación nativa en los edificios públicos, ya que, no sólo se abaratan costos, sino que también acercan a la población a estas es-pecies, muchas veces desconocidas, lo que indirectamente ayuda a la educación sobre el uso y beneficios de este tipo de vegetación.

El uso de esta vegetación deberá ser acorde a las características climáticas y geográficas del lugar donde éstas se emplazan. Así, por ejemplo, si el edificio es construido en la Región de Atacama, se puede sugerir árboles como: el Algarrobo (Prosopis chilensis), o el Tamarugo (Prosopis tamarugo). Si las especies son para la Región del Maule, se podrían plan-tar: Maitenes (Maytenus boaria), Quillayes (Quillaja saponaria), Peumos (Cryptocarya

2. Implementación obligatoria del uso de vege-tación nativa en los edificios públicos

De acuerdo al análisis y deducción de los temas expuestos en el capítulo 1. Antece-dentes, la problemática ambiental en torno a las especies nativas, tiene su principal razón en la falta de educación de la población, en torno a la existencia, beneficios y cuidados de la flora nativa que los rodea; es por ello, que se propone la implementación de campañas de difusión y educación sobre el tema, el cual debiera ser primordial para el Estado.

La educación es fundamental en todo ámbito de cosas y el resultado de esto puede llegar a constituir la revalorización de la vegetación nativa y el entorno, en general. De ahí es que un problema ambiental pasa a ser, en realidad, un problema social.

Actualmente, los niños se desenvuelven en un entorno mayoritariamente artificial, por lo que es necesario reducir éste, en pos de los entornos naturales, acercando éstos a poblaciones, instituciones públicas y escuelas públicas. Esta propuesta apunta directamen-te a la educación pública.

3. Educación a la población sobre los beneficios de la vegetación nativa

El Estado debe ser un agente activo en la educación de la población. La propuesta tiende a que se pueda implementar en el currículum de enseñanza del Ministerio de Educación, a lo menos una unidad, en que se enseñe a los escolares los beneficios y la riqueza de nuestra vegetación nativa, lo que puede repercutir en su revalorización y, por ende, en un mayor uso de la misma. Además, se propone la implementación de huertos escolares, financiados por el Estado, para los establecimientos municipales y subven-

alba), Boldos (Peumus boldus), Lingüe (Persea lingue) y Bollenes (Kageneckia oblonga), o si se construye en las cercanías de Pucón, en la Región de la Araucanía, puede utilizarse ár-boles como: Mañío de hoja larga (Podocarpus saligna), Ulmo (Eucryphia cordifolia), Tiaca (Caldcluvia paniculata), Tineo (Weinmannia trichosperma), o Chilco (Fuchsia magellanica).

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cionados, que postulen a ello, según ciertos requisitos. Esta medida tendría el propósito de hacer de la enseñanza sobre la flora na-tiva un espacio de conexión con el entorno natural, donde se enseñe principios en torno a un sentido de responsabilidad y conciencia ambiental por su propio paisaje, de identidad cultural, aprendiendo a identificar las especies nativas, cuidarlas y utilizarlas. Además, es importante reconocer que con esta medida también se pretende mejorar la calidad de la educación en torno al tema de la flora nativa, siendo un huerto escolar un método de ense-ñanza innovador y eficaz.

Esta educación no debe limitarse solamente al ámbito escolar, sino que se puede sumar la creación de campañas de difusión acerca de los beneficios de la vegetación nativa, reali-zando charlas sobre educación ambiental, ta-lleres sobre el uso y cuidado de las especies; todo lo anterior puede ser dirigido al público en general, de manera de aumentar el rango de personas que conozca sus beneficios, lo que se traduciría en una mayor valorización de las mismas y un eventual aumento de su uso, volviendo a la población, en la medida de lo posible, dependientes de un recurso que les beneficia y que es necesario preservar.

Como la educación es un constante reeducar, es importante que se considere con urgencia el tema de los beneficios de la vegetación nativa, de manera de disminuir los esfuerzos que ello implicaría iniciar dicha educación, en el largo plazo. Se sugiere que esta propuesta se inicie con programas de capacitación para altos mandos de instituciones de educación, quienes tienen la posibilidad de tomar de-cisiones, en torno al creciente desarrollo urbano, que se proyecta en aumento.

4. Creación de un sistema voluntario de empre-sas, para que se responsabilicen de la captura parcial de la emisión de CO2, derivada de su actividad, utilizando vegetación nativa En la última Reforma Tributaria, se creó un impuesto a las emisiones de compuestos contaminantes de fuente fija, que entrará en

Plantar flora nativa dentro de sus depen-dencias, oficinas o proyectos que permitan absorber un porcentaje de sus emisiones.

Plantar flora nativa en un espacio público, idealmente espacios abandonados o des-cuidados, en la comuna donde la empresa tiene su sede o construye su proyecto.Por medio de un mercado ya creado, pagar-le a una empresa del mismo rubro, que ten-ga un “superávit” de captura de carbono, ya sea dentro o fuera de sus dependencias, oficinas o proyectos, para usar ese exceso como suyo. Así, no solo se le permite a la empresa poder cumplir con esta medida, aun cuando por razones ya sea de espacio, logística o costos, no podría cumplir por sí sola, sino que también se crea un estímulo a otras empresas a aumentar su captación de

i.

ii.

iii.

vigencia en 2017 y será recaudado a partir del año 2018. Dicho impuesto deberá ser pagado por establecimientos cuyas fuentes fijas de emisión sumen una potencia térmica mayor o igual a 50 MWt (megavatios térmicos), en cuyo caso, pagarán cinco dólares por tone-lada de carbón emitido (MMA, 2016). Este impuesto, sin duda, puede entenderse como una limitación implícita a la emisión de conta-minantes, dirigida a las empresas; limitación que a nuestro parecer se podría ver potencia-da o mejorada con la implementación de esta cuarta propuesta.

Según la Agencia Internacional de Energía, un 40% de las emisiones de CO2 son respon-sabilidad del sector ligado a la construcción (OECD/IEA, 2015); con esta información, se propone la creación de un sistema voluntario, donde las empresas se comprometen a cap-turar un porcentaje de sus emisiones de CO2, utilizando para ello vegetación nativa. Como consecuencia de lo anterior, y para quienes cumplan con este porcentaje de captura, se propone que exista una certificación como empresa amigable o responsable con el me-dio ambiente. Se establece que esta captura puede lograrse con la utilización de las tres si-guientes alternativas, no excluyentes entre sí:

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CAPÍTULO 3 · CIUDAD Y TRANSPORTE 145

La propuesta de certificación de las empre-sas (como “empresa amigable con el medio ambiente” (eco-friendly business), se toma como referencia de lo que realiza el LEED (Leadership in Energy & Environmental Design), Estados Unidos, que es un sistema de certificación de edificios sustentables, a cargo del Consejo de Construcción Verde (US Green Building Council) (LEED, 2016). Dicha certificación daría mayor reputación a la empresa, se reducirían costos, y lo más importante, disminuirían los impactos del

TAbLA 2. Alternativas de flora nativa recomendadas para su plantación, de acuerdo a su adaptación territorial.

Pasithaea caerulea

NOmbrE COmúNEsPECIE FAmILIA OrIgEN

FOrmA dE vIdA UsO

dIsTrIbUCIóN EN ChILE

Azulillo Hemeroca-llidaceae Nativa Herbácea

perenne II - X

Glandularia berteroi

Verbena chilena Verbenaceae Endémica Herbácea

perenne Techo verde II - X

Eryngium paniculatum

Ochagavia carnea

Nassellalaevissima

Plumbago caerulea

Libertia tricocca

Chupallita

Ochagavia

Nasela

Plumbago chileno

Calle Calle

Apiaceae

Bromeliaceae

Poaceae

Plumbaginaceae

Iridaceae

Nativa

Endémica

Nativa

Nativa

Endémica

Herbácea perenne

Herbácea perenne

Herbácea perenne

Herbácea perenne

Subarbusto

Techo verde, parques

Techo verde

Techo verde

Techo verde, parques

Techo verde, parques

Techo verde, parques

IV - X

V - IX

IV - IX

II - IV

VI - IX

proceso de urbanización.Estas medidas van dirigidas tanto al sector público como al privado, ya que creemos que el problema de los efectos de la urbani-zación es un problema que todos los agentes responsables de este proceso deben hacerse cargo, no solamente mejorando lo existente, sino también planear a futuro ciudades eco amigables y conscientes de sus efectos en el medio ambiente.

Por último, en la tabla 2 se describen las al-ternativas de flora nativa recomendadas para su plantación.

Es necesario reevaluar el proceso actual de urbanización para orientarlo hacia uno más consciente con el medio ambiente.La flora nativa ha sido perjudicada gravemen-te por el impacto urbano, sin percatarnos que su recuperación y conservación puede ser precisamente la mejor solución para mi-tigar los efectos negativos que éste produce.Las especies vegetales nativas presentan una serie de ventajas que las hacen recomen-dables, para convivir en el espacio urbano,

CONCLUsIONEs siempre que se establezcan en condiciones edafo-climáticas similares a su distribución natural. Esto es sólo si se llegan a reconocer y tomar en cuenta sus múltiples servicios ecosis-témicos en cuanto a salubridad, eficiencia en el uso de agua y los nutrientes, adecuación al clima, control de plagas, restauración del eco-sistema, paisajismo y por último la protección de nuestro patrimonio natural en los próximos proyectos y el continuo desarrollo urbano.

La integración o recuperación de la flora nati-

C02, ya que eventualmente podrían obtener beneficios económicos por ello.

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va en las urbes, otorga la impresión de un sello de distinción a las ciudades que reconocen su propia flora y la incorporan al paisaje urbano con armonía y respeto, generando con ello una asociación equilibrada entre lo artificial y lo natural, y con ello, dando paso a una nueva etapa o un concepto mucho mayor, ya que desde tiempos inmemorables hemos sido los grandes arquitectos del paisaje, modificando el entorno a nuestras necesidades, cuando podríamos ceder y adecuarnos también a nuestro hábitat natural, en pos de un bien común, que nos traiga grandes beneficios.

Se propone la utilización de una planificación integrada del paisaje, donde todos los actores sociales que están involucrados en el proceso del desarrollo urbano tengan cabida y coope-ren juntos, con el fin de reconciliar los proce-sos ecosistémicos que hemos ido alterando con las actividades sociales y económicas que son parte de nuestra vida diaria.

Es posible considerar a las grandes ciudades como sitios privilegiados para el desarrollo de estrategias de conservación y sustentabili-dad, pues en ellas es posible implementar ac-ciones locales con efectos profundos a gran escala, a largo plazo y replicables a los demás entornos urbanos que todavía no han sido tan perjudicados por el desarrollo y pueden aprovechar de tener una mejor planificación para un proceso más rápido y efectivo.