Cultural 22-04-2016

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Pág. 5 El Antimaestro SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 22 DE ABRIL DE 2016 Fotografía de Nelton Rivera

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Antes de salir de la casa me vi al espejo, ya no era yo, bajo el brazo un libro de pastas llenas de líneas azules, amarillas y rojas me hacía ver como un niño de cuatro años, gordo y cachetón, las rodillas del pantalón sucias y gastadas, la playera de rayas rojas y blancas lucía alegres manchas de helado y chocolate. Saqué el libro de debajo del brazo, titulaba “La Sagrada Familia” me vi al espejo y otra vez encontré la cara barbada y can-sada de un tipo con ojos gastados. Reí de buena gana, la imagina-ción me jugaba, otra vez, sus acos-tumbradas bromas.

onfirmé que llevara en-tre la bolsa las llaves, el celular y monedas para el Transmetro. Salí a prisa, debía llegar a tiempo para entrevistar a Gloria Her-

nández, autora del libro que desde hace días llevaba a cuestas, me intrigaba cono-cer a esa poeta que había logrado hacerme enojar, reír y arrugar el rostro una y otra vez; una poeta que había propuesto un cuadrilátero para fajarme con sus letras. Coloqué el libro bajo el brazo para acomo-darme los anteojos que me permiten leer y me vi al espejo, otra vez era un niño de cuatro años, gordo y cachetón. Salí al en-cuentro con la poeta. La encontré sentada en un jardín, tenía

flores en el pelo, una blusa blanca y olía a

Fotografía de Ban Vel

La Sagrada FamiLia

Por Juan CaLLeS

C

dulces de sandía; (eso lo supe después por-que corrí a su encuentro y me senté en su regazo) Ella me hizo reír y me cantó coplas extrañas y divertidas. Sacándome el libro de debajo de la camiseta le pregunté ¿Qué es esto? Y, mientras me llenaba la boca con puñados del algodón de azúcar que ella ha-bía sacado de no sé dónde, me respondió: A la orilla de un señor/está sentada una niña/hilvana absurdos y sueños/para Juan, el trovador… Para cuando ella finalizó de ex-plicar, mi lengua, mi boca, mis manos, mis mejillas y todo yo habían quedado matiza-dos para siempre con el azul de los sueños.Patojo goloso y feliz, me regodeaba entre

las páginas y la grama, la voz de la poeta era una voz de sueño, tubular y gaseosa, ¿Con qué hiciste todo esto? Volví a pregun-tar pasando las páginas lentamente, como buscando algo entre los renglones, ella vio hacía un árbol de níspero que estaba a unos metros sobre su izquierda y como tratando de recordar, me respondió: La poesía que intento es un serio juego en

el que no hay más reglas que mi propia ca-dencia interior concertada con mi búsqueda en las palabras, los símbolos, la belleza y la intuición.Busqué más golosinas entre las anchas

bolsas de su falda, encontré flores diseca-das, versos, asombro, un par de ojos de poe-ta, menta, canela, tristeza y nostalgia. Con las manos chorreadas de todo eso las levan-té a la altura de sus ojos y pregunté: ¿sentiste nostalgia cuando escribiste este libro? Más bien desarraigo, para pensar mis raí-

ces y continuar mi camino, para fortalecer mi conciencia de ser en soledad. Si hay nos-talgia, se debe a la evocación de lo que viene después de estos poemas, el por-venir.

Seguí jugando con el libro, por días, por semanas, no sé cuánto tiempo pasó, el libro se me convertía en un extraño objeto, lleno de extrañas esquinas y calles, en otro país, en paisajes de Praga y Guatemala, mis pe-queñas manos de niño únicamente podían aferrarse a la lectura para tratar de descifrar que era aquello que tenía entre las manos ¿Con qué construiste esto? Pregunté blan-diendo el libro, ella me miró compadecién-dose de mi falta de visión, pero respondió lenta y tranquila:No construí esta poesía, Juan. La pinté con

mis colores personales: el azul de los sueños, el rojo de la impotencia, el verde de los en-cuentros, el naranja de las casualidades, el púrpura de los deseos y el amarillo de la po-sibilidad.Recordé que leí en tu libro algunos poe-

mas que escribiste en un país frío y lejano, te imaginé con un abrigo largo que entalla-ba tu cuerpo, te imaginé y te leí, como un turista fatuo, esos poemas no me gustaron tanto, ¿Son notas de turista? Pregunté y es-peré un zape por mi impertinencia.Estos poemas fueron escritos casi todos de

diferentes formas y en distintas épocas, una y otra vez. Muchos años antes de llegar a Praga. Los escribo, los quemo, los hago pe-dazos y los olvido. Hasta que vuelven a ata-carme. Esas callejuelas de Praga por las que anduve vagabundeando con mucho sosiego fueron las culpables de que estos poemas me alcanzaran de nuevo. Si leíste bien, NO entré a la casa de Kafka, ni al Cementerio Judío, ni a las tiendas de suvenires. Intento desviarme de la ruta de la excursión. A casi ningún lugar voy de turista: yo deambulo por los paisajes nuevos. Me paré, caminé a su alrededor, busqué

un buen ángulo para poder ver su expre-sión cuando hiciera la siguiente pregunta, no por que estuviera buscando una vía de escape, más bien porque sabía que la pre-gunta abriría una puerta de ella como per-sona, no como autora de un libro. Antes de preguntar saqué una botoneta de la bolsa del pantalón, se la coloqué en el párpado izquierdo, era amarilla, la lamí para que se quedara pegada, le coloqué una verde en el párpado derecho, y volví a la carga; En tus poemas La Cebolla y La Verdad se denota un aferrarse al pasado para sobrevivir a un futuro incierto y caótico ¿Es mi interpreta-ción exagerada? O ¿Es sólo una forma de Gloria Hernández para abjurar el dolor de vivir?Vivir duele, es cierto. Pero la vida también

es gozo, alegría pura. Y la escritura para mí es la vida, con sus luces y sus tinieblas. Tu interpretación es exagerada y un poco lite-ral. El ejercicio de la escritura me permite hacerle una fotografía en sepia a la institu-ción familiar, a través de mi lente. Esta no es “mi Sagrada Familia”. Esta es “la Sagra-da Familia”. El devenir de tantas personas y de tantos hogares en una sociedad caótica como la nuestra, combinado con algunas experiencias de vida da como resultado esta visión, aquí sí, incierta, casi anárquica de la familia en esta época.

Quise verla a los ojos cuando terminó de responder, pero aún tenía las botone-tas pegadas a los párpados, Así veo mejor, me dijo, yo aproveché para meterme a la boca el resto de las botonetas; así con la boca llena de los chocolates de colores me atreví a preguntar una vez más ¿La Sagra-da Familia se escribió en un tiempo que aún no ha sucedido? ¿Es una poesía que nace del caos por venir y no en el presente en donde se escribe y se vive? Tu intuición es la mía. No comprendo el

tiempo de manera lineal. Ni entiendo la vida como una secuencia cronológica. Qui-

“Esta no es “mi Sagrada Familia”. Esta es “la Sagrada Familia”. El devenir de tantas personas y de tantos hogares en una sociedad caótica como la nuestra…”

un Libro de PoemaS Para Soñar y una reSeña a Cuatro manoS

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Los seres humanos somos anima-les acuáticos. Nuestro cuerpo está

formado en su mayoría por el vital líquido; nuestra memoria indivi-dual y colectiva también. Estamos llenos de recuerdos líquidos y por

fortuna, sueños mojados: tardes de lluvia sobre los techos de lámina, el olor de la tierra que se levanta segundos después de las primeras

gotas de una tormenta, la leche del pecho de la madre (el 88% de la

leche materna es agua), el líquido amniótico en el que nadamos por nueve meses antes de ver la luz del sol (99%), el semen del cual veni-

mos (más del 90%). La saliva de los primeros besos y los mocos que de pequeños saboreábamos son, en su mayoría, agua. Los recuerdos de tupidos inviernos en cada región del país: la primera tormenta del año, las calles inundadas por ríos de agua que no caben en los tra-

gantes; las crecidas de un río. os lagos para ir de paseo y

para tomarse fotos en sus ori-llas, los ríos cerca del pueblo para ir a nadar en las tardes o buscar jutes y cangrejos, la primera escapada al puerto en la adolescencia y el necesario

revolcón de las olas. La tibia humedad de la primera manita sudada con una niña de tu misma edad, a los quince, a los ca-torce, a los doce o incluso antes. Saltar en los charcos lodosos luego de la lluvia, justo en la hora en la cual el sol se despide con luz naranja. Las guerritas en la cuadra con bolsas de agua. Los guacalazos en la ma-drugada o a media mañana a la orilla de la pila. Regar las macetas de la abuela. Darle de beber a los chuchos, a los gatos, a los lo-ros, a los hámster. Mojar un pañuelo y co-locarlo en la frente de la hija para bajarle la fiebre. Lavar ropa, trastos, manos, cabello, rostro. Echar agua en el inodoro. Tomar agua directamente del chorro después de la chamusca de media tarde. Lavar los ras-pones de rodillas y codos en la época de aprender a montar bicicleta o después de varias caídas durante el arrancacebollas o el juego de la tenta.Tomar, con un vasito medio lleno de

agua, acetaminofén, anticonceptivos, an-tidepresivos, vitaminas. Un licuadito en el mercado: de fresas, de papaya, de pepino con limón, de melón con piña. El bautizo que no pedimos cuando éramos bebés o el que sí pedimos a cambio de pagar diezmo

Por Pablo Sigüenza ramírez

Pablo Sigüenza Ramírez (ciudad de Guatemala, 1978). Agrónomo con estudios en antropología. Publicó en 2015 el libro Relatos Verdes en Escala de Gris.

“La Sagrada Familia”Autor: Gloria HernándezEditorial: Magna Terra Editores (2016). 61 páginas. Colección PregónDisponible en las principales libre-rías del país.Magna Terra Editores y la sección cultural de La Hora obsequiarán un ejemplar del libro a quién escriba un correo electrónico a [email protected] solicitándolo. No olvi-de colocar su número telefónico.

Ilustración de Daniel Morales

L

zá de ahí se deriva mi desencuentro con el mundo y con la vida cotidiana. Lo mío es el caos, el contrapunto; a veces, los vasos comu-nicantes y el tiempo circular. Me quedé con esa imagen en la mente,

tiempo circular, tiempo circular, tiempo circular, me hizo regresar al momento exacto en el que inicié la lectura de La sa-grada Familia; entonces encontré un poe-ma al padre y al mismo tiempo recordé que el libro finaliza con “Reloj” otro poe-ma sobre su padre; le quité las botonetas de los párpados y le pregunte a boca de jarro ¿Es la sagrada familia una forma de homenaje a tu padre; quizá a la “paterni-dad” literaria que le adjudicás a Kafka? ¿A los hombres de tu vida? (“Los Hijos” otro texto que llamó mucho mi atención por-que colabora para entender tu libro como un homenaje a los hombres de tu vida)Es, en primer lugar, un homenaje a la fa-

milia: al padre, a la madre, a los hijos. A mi familia y a la de todos. Es una oda y un reparo a ese espacio que nos forma y nos de-forma a su sabor y antojo; con sus vicios, sus acasos, sus vacíos y sus excesos, pero tam-bién con sus epifanías, sus hallazgos, sus sa-tisfacciones y sus alegrías (de ahí los demás poemas).Sin terminar de hablar, se levantó, se

sacudió y alisó la falda, se acomodó el cabello, el aire obtuvo un olor herbal, ya no me vio; giró sobre sus talones y se alejó mientras hablaba sobre Kafka. Me quedé con el libro abierto sobre mi pecho, (no sé cómo terminé acostado sobre la grama) escuchaba su voz que se alejaba, levanté el libro sobre mi cabeza y vi que habían dos botonetas derretidas sobre las páginas. Salí de allí a buscar la parada del Transmetro, esperando que no hubiera colas y que nadie notara las manchas de colores que llevaba en los ojos, al cruzar el umbral de aquel jardín aún pude escuchar su voz que se alejaba diciendo:Kafka me enseñó con su manera, en apa-

riencia reconocible y cotidiana, que mi ma-nera de sentir no era locura. Que la angustia y la incertidumbre cohabitan con el deseo y la esperanza, igual que la pesadilla y el sue-ño más feliz.

de por vida. El vino sacramental o la cusha de montaña. Las duchas compartidas an-tes, durante y después del amor. Los baños de vapor, el temazcal para el parto o para tratar enfermedades. Las lágrimas de co-codrilo o las que salen desde el estómago, apretando a su paso por la garganta: llover desde los ojos es vital para sanar.Los recuerdos más apremiantes alrededor

del agua son aquellos en los cuales el líqui-do era poco o no existía. Recordar los mo-mentos de sed, la falta de cosecha porque el verano o la canícula se extendió. Esperar horas bajo el sol, en una fila de vecinos, a que un camión cisterna llegara a vendernos agua que manteníamos en toneles y cube-tas. La falta de un vasito de agua durante una cruda de ron. La semana en que arre-glaron el alcantarillado en el barrio y no nos pudimos bañar, o lavar ropa, o regar las macetas; montañas de trastos sucios apila-dos esperando que el agua llegara al chorro.El agua está ligada a nuestras emociones, a

los anhelos y planes de futuro. Nadie busca vivir en un lugar con escasez de agua. Las ciudades se planifican (o deberían) a par-tir del uso y disponibilidad de agua. Los negocios, las empresas, la agricultura, la industrial y los servicios se piensan desde la existencia cercana de agua. Las familias campesinas ordenan su ciclo de producción esperando que el agua de temporal llegue

al desprenderse de las nubes. La semilla no germina sino es seducida por el agua. La planta no vive después del punto de mar-chitez permanente causado por la falta lí-quido. El maíz para las tortillas se cocina en agua; el caldo de frijol, de pollo o cualquier otro caldo es agua con mágicos sabores. Los atoles de elote, de haba, de arroz con leche, de manía. El aromático café o una infusión de hierbas. El agua en un país subtropical como Gua-

temala, es persistente e ingeniosa: se vuel-ve bosque nuboso, se muestra selva maya, sobrevive el cactus en el bosque espinoso. Destruir los bosques y las selvas es arries-gar esa persistencia. Es ponernos en peligro como poblaciones hidrófilas y dependien-tes. Es negar esa memoria al rededor el agua, elemento que desciende de las mon-tañas para formar ríos y posibilitar nuestra existencia a su paso. Dejo hasta acá estas líneas escritas con tin-

ta formulada con agua, me daré una ducha y saldré a unirme a los miles de campesinos y campesinas que llegan en la Marcha por el Agua. Diez días de camino desde la Costa Sur, las Verapaces, el Altiplano y el Oriente del país. Como el agua misma, en la monta-ña nace la fuerza que se hace evidente hasta que llega al valle. La demanda es justa, la demanda es el agua como bien común. La demanda es vital.

MeMorias del agua en un país del subtrópico

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ntropólogo, p r o d u c t o r audiovisual vinculado a grupos y or-ganizaciones

sociales, animador cultural, inte-grante de Asociación Luciérnaga y director de Casa Roja, espacio no convencional de arte, cultura y ciudadanía crítica, situado -tras su muerte anticipada- en el cora-zón roto de la ciudad.Lo conocí a orillas de un ba-

rranco insondable, en la 24 calle de la Colonia Primero de Julio. El con 10 y yo con 13 años de in-certidumbre con alas de poesía para ambos. Se acercó, se sentó a mi lado y con palabras y ojos chispeantes, me preguntó qué diablos estaba fumando. Le res-pondí que era “yesca” y le expli-qué su naturaleza embriagante (quizás también su absurda con-dición ilegal). Escuchó con aten-ción y luego permanecimos en silencio, observando el origen de la violencia, representado en ese momento para Guatemala, en las

Murió Alfonso Porres y lA ciudAd no será lA MisMA

A

Por Sergio ValdéS Pedroni

Por Sergio ValdéS Pedroni

covachas paupérrimas de El Mi-lagro, sobre la ladera opuesta de nuestro propio abismo cotidiano. Veinte años después, en la Escue-la de Ciencias de la Comunica-ción de la Usac antes de ingresar al Taller de Cine, recordó para mi asombro aquella escena distante y dijo algo como “sería una pena que los hombres no tuviéramos -en primera persona del plural, de eso estoy seguro- de qué ma-nera recordar nuestra historia. Por eso quería estudiar cine”. Ahí inauguró, creo yo, la difícil y ac-cidentada edificación de su pro-pia manera de hacer el cine “una forma para entender a los pue-blos indígenas de Guatemala”1. No lloraba su tragedia perso-

nal cuando protestaba contra los males del mundo. Su sensibilidad social y los motivos profundos de su trabajo como facilitador de procesos sociales, residían tanto en su inagotable vocación crítica como en su bondad y su genero-sidad humana, más allá de toda condición de “clase, género y et-nia”. Era un hombre de izquierda.

Un apoyo crucial para el desarro-llo de la cultura audiovisual -in-dependiente, no comercial- del país. Un animador de concien-cias y un ser humano comple-jo, pero sencillo en su proceder frente a los demás.Ante la confusión y la incerti-

dumbre, acudía a la risa, al di-bujo, a la poesía, al cuento muy corto, a una buena comida, a la discusión, al desenfado. “Yo me reafirmo cuando observo a los demás”, me dijo 3 ó 4 días antes de morir, a propósito de una en-trevista que grabamos con Tris-tán Melendreras Soto, econo-mista marxista con quien fundó amistad sincera, 15 minutos des-pués de conocerlo. Al salir de aquella entrevista,

viajando por el Anillo Periférico de vuelta hacia Casa Roja, dijo “Lo peor de la izquierda oficial es que se olvidó de movilizar las ideas”. Y yo le dije que también los afectos, que teníamos que fundar en Guatemala un comunismo de la ternura.Hoy está muerto ¡como que si

nada! Y me cues-ta creerlo. Y me da rabia que de día celebrába-mos su bondad, su generosidad, y de noche as-cendía en se-creto hacia su pequeño casti-llo, en la terraza de la Casa Roja, para murmurar casi en silencio la melodía de su lucidez y su dra-mática soledad.Le gustaban los

contornos de la igualdad en el porvenir, no describir en el presente toda la mierda de este sistema: “eso se los dejo a los que no tienen imaginación”, me dijo la última vez que es-tuvimos juntos (y lloro porque no tengo la forma de agrade-

cérselo).1Alfonso Porres, examen de ad-

misión, Taller de Cine de la USAC, febrero de 1986.

Juracán, al final del adiós a Alfonso Porres en la Casa Roja, (hoy “el corazón roto de la ciudad”). Fotografía de Valdés Pedroni

“A Poncho”, ilustración de Edwin Danilo y Edgar Daniel Morales Zuleta.

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uando le dije a mi papá que quería hacer cine lo prime-ro que hizo fue presentarme a su buen amigo

Alfonso Porres. Yo tendría unos 16 años y como mi vida empe-zaba a tener un propósito estaba loca por aprender. Poncho de in-mediato me abrió las puertas de Luciérnaga. Junto a Isabel Juárez y Nancy Vásquez nos adoptaron a mí y a una bola de chavos ga-nosos pero con cero experiencia en audiovisuales. En esa época vimos clásicos del cine tirados en colchonetas, hicimos un taller

para la escritura de un guión, que tal vez el problema es que era ex-tremadamente creativo... Poncho nos dejaba hacer y así fue como empecé a trabajar formalmente en Luciérnaga. Pude utilizar el equi-po, llevarme a mi casa las pelis de la videoteca... Pero cuando le caía a preguntas, Poncho perdía la paciencia conmigo. No tenía ganas de ser mi maestro. Así de sencillo era... (O así de icono-clasta). Por el contrario, nues-tras conversaciones eran total-mente horizontales y el tema podría haber sido cualquiera. Una vez hablábamos de la supe-

rioridad del mango ante las demás frutas. Poncho dijo:

- Otra fruta impresionante es “el caimito”. Ante mi expresión inte-rrogante le brillaron los ojos.- ¿No has probado el caimito?- Sí... ¿O no?, no estoy segura.- Si lo hubieras probado te acor-

darías.- Bueno si... Tal vez no...- ¡No has probado el caimito!- ...Allí había algo que sí quería en-

señarme. Nos dirigimos al Mer-cado Central. Buscamos y final-mente encontramos un puesto en donde Poncho compró una libra de una fruta que por fuera no pa-recía muy impresionante. Una vez dentro de su jeepito, Poncho par-tió por la mitad una de las frutas

y me la mostró. Definitivamente nunca antes había visto un caimi-to. Hablamos de su color púrpura y de sus for-mas extrañas. Comimos una buena parte de la compra de algo en extremo deli-cioso de lo cual me había estado perdiendo.En estos días he llorado y tam-

bién he tenido mucho antojo de caimito...Más adelante Poncho y yo nos

distanciamos. Nunca aceptó que yo hubiera estudiado cine en una escuela. Creo que para él eso es

algo que se aprende en la calle y/o con la práctica. Yo no aceptaba que él no aceptara mi decisión. Afortu-

nadamente hace unos años en me-dio de la alegría y los festejos de la condena a Ríos Montt nos perdo-namos y apenas

en enero de este año conoció a mis hijos. Les hizo arrumacos.Al despedirnos le di un beso en

la mejilla.- Dame un abrazo- me pidió.Y le pude dar un abrazo largo

y cariñoso sin el que hoy no sa-bría cómo afrontar su terrible ausencia.

C

El antimaEstroPor Izabel acevedo

“Poncho partió por la mitad una de las frutas y me la

mostró. Definitivamente nunca antes había visto un caimito.”

“Caimitos”. FotograFía de elí orozCo

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T

Del lanzamiento de Somos Bacteria (BSC, 2011) a la publicación de Para Siem-pre (Actitud Music, 2015) de la Bacteria Sound System ha pasado más de un lustro. Algo inusual para la enorme escena que reúne en Ciudad de Guatemala oyentes habi-tuales de reggae, hip-hop y dancehall, y entre cuyas ca-racterísticas pareciera desta-car lo prolífico de su produc-ción discográfica, sobre todo desde que los nuevos produc-tores no necesitan de un estu-dio de grabación profesional e Internet ha ampliado las posibilidades de distribución.

ratándose de una formación como Bacteria Soundsys-tem Crew la cuestión está clara: desde El Mixtape (BSC, 2009) y tras el éxi-to de su influyente track estrella, ‘Virula ‘, La Bac-

teria, como le llama una tribu de segui-dores esparcida por mesoamérica y el mundo, no ha parado de crecer entre proyectos audiovisuales, giras, sepa-raciones, re-encuentros, festivales; y la gestión de una música vital y vibrante, comprometida con una escena democrá-tica, solidaria y abierta; más para todos. Por eso no resulta extraño que nos en-contremos con una variada y amplia au-diencia esperando fuera del lugar y con otros tantos ya dentro. Formada entre 2006 y 2007, La Bacteria cuenta ya una década haciendo sonar su música por Centro América y artistas como Divary Pashuli , Lovel 2 o Mr. Fer han integra-do la banda. Actualmente la acción está a cargo de los maestros de ceremonia Dr. Nativo (quien acaba de integrar junto a Tzutu Kan y MChee Free el proyecto de hip hop maya Balam Ajpu ), Kame y Pleno (mc’s de la legendaria banda de Alioto Lokos ); los los DJ’s Fender y K.O. Selectah (además mánager de la agrupación) así como de colabadores en Alemania, Chile, El Salvador, España, Guatemala, España, Portugal y Suiza. La conducción, o host como se anun-ció en el afiche del evento, la llevan dos poetas conocidos: Kontra , del grupo Última Dosis; y TV , de Poesía Calleje-ra. Los dos mc’s, que además desarrollan proyectos solistas y laboran como pro-

Bacteria Soundsystem presenta ‘‘Para Siempre’’

Por WingSton gonzález ParaíSo zero

en contra de las palabras de los poetas que uno tras otro suben a tarima. Una constante a lo largo del evento que, pese a todo, no hace naufragar por completo la experiencia del grupo en escena: luego de un set-mix de K.O. Selecta y Fender en un recorrido por los 10 años de la ban-da y la presentación del video oficial del sencillo Bienvenidos (Ameno Córdova, dir. & prod.) los tres liricistas del grupo suben al escenario y no pararon hasta más de una hora después, a sala llena, el aire denso; desbordados de energía. Y es que Pleno y Kamé se llevaron los honores en la batalla contra el sonido. Los dos veteranos del hip-hop ciudada-no baten palabras, gestos, onomatopeyas, ayudados por un equilibrado dominio de escena, la expresividad corporal y un én-fasis en la dicción poco visto en el género. Pleno quizá fue el más audible: un estilo entre la palabra hablada y una recitación hip-hop con mayores pausas, sumado al peculiar timbre voz, ayudaron a la poesía a llegar al lado del público. Kamé, menos enfático y más fluido, apoyado en un ver-sátil lenguaje corporal y metáforas elabo-radas aunque accesibles, sorteó el obstá-culo más o menos indemne. Dr. Nativo , quién llega a la banda con este disco, tuvo

ciudad, el aprendizaje, el mundo de los sueños. Contra problemas técnicos y vi-sibles tensiones entre el poeta y su DJ, N.D.R. logró terminar un set (en el que colaboró su compañero de fórmula en Última Dosis, Kontra) iluminado aun-que tranquilo, conectado con el público reciente aunque más preocupado por el descubrimiento personal de un mun-do que, de momento, parece asfixiarle. Más adelante, previo una demostración de freestyle protagonizada por los con-ductores del evento, sube Lou G , un rapper en el más estricto sentido de la palabra, uno de la vieja guardia quien, casi sin protocolo, ataca a la audien-cia con rimas rudas, picapleitos, reta-doras; canciones entre el egotrip más característico y genérico y el comenta-rio político agudo y preciso. Un difícil equilibrio que mantuvo a los fieles del estilo fijados al piso, algunos incluso in-tentando seguir la duras palabras del mc. Y digo intento pues, a pesar de la calidad de la producción del evento, en muy po-cos conciertos nos hemos quedado con tantas ganas de escuchar a quien tiene la palabra. Llegado el momento, la fabulo-sa amplificación no está preparada para un concierto de música hip-hop, opera

ductores, aunque se diferencian en estilo y ya han estado enfrentados en batallas de rap muchas veces antes, llenan el es-pectáculo de un espíritu de amistad y camaradería. Kontra, rapero vital y me-tafórico, conduce el evento con calma, a cierta distancia, pero con una alegría contagiosa, casi optimista. TV, en cam-bio, además de animar el evento, habla al oyente, a la escena, a la unidad de la esce-na por sobre las diferencias. Un discurso muy necesario para una escena divida por los egos y, muchas veces, los malos negocios. Los host, más allá de presentar a los mc’s, parecen en búsqueda de algo más, quizá conectar al público con la re-ligión del grupo: el hip-hop como estilo de vida, como vía de desarrollo personal. Llegamos al evento a mitad del set de N.D.R., a.k.a. Nunca De Rodillas , y lla-ma la atención los beats de los que se hace acompañar: influidos por elemen-tos del rap sureño, el trap y un espíritu jazzy crujiente y apasionado, aunque no demasiado hardcore. La palabras pare-cen rasgaduras en esa una inmensa pa-red de sonido que por sí misma habla de los temas que obsesionan a N.D.R. en producciones recientes: la soledad, el desarrollo personal, la amistad, la

FotograFía de the Miljos

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Guatemala, 22 De abril De 2016 / PáGina 7

Foto galeríagael Chevalley. (Morges, Suiza 1988) Desde niño se acostumbró a viajar en otros países junto a su familia.

Su primera cámara fotográfica (una Fisherprice) la tuvo a los cinco años. Su primera foto es un retrato de su

primo jugando Nintendo. Después de años de trabajar como ingeniero en

electrónica, decide salir a dar la vuelta al mundo.

Ha visitado Asia, América del Sur y América Central. Guatemala es uno

de los países que más lo ha marcado. Las tradiciones, las personas encon-

tradas, los paisajes, las escenas de la calle, todo el universo guatemalteco lo

inspiró.

Es en ciudad de Guatemala donde eligió guardar sus maletas e instalarse para dedicarse a la fotografía. Ahora,

continúa su descubrimiento del país y trabaja en sus proyectos fotográficos.

Bacteria Soundsystem presenta ‘‘Para Siempre’’

menos suerte. Desde finales de los 90, Na-tivo surfea con una peculiar fuerza crea-tiva por los estilos musicales del Caribe y Mesoamerica. Sus piezas, más complejas en cuanto a estilo y recitación, entre un ragga áspero y un rap de gran flow, que-daron perdidas entre los cables. Mismo caso con Raggabund, banda germano-latinoamerica que colabora con K.O. Se-lecta en este material. Palabras lanzadas al vacío, aunque suponemos llenas de flow y verdad, como nos han demostrado en su álbum de 2015, Buena Medicina. TV, durante su participación con la ban-da y fiel al estilo que han ido construyen-do estos años, mostró sus habilidades con el lado hardcore de la noche. Casi al final del concierto hubo una sorpresa. Divari Pashuli, parte de la primera formación del crew, subió al escenario y cantó sus canciones con la banda. Uno más entre varios momentos emotivos del recital: el momento de invocación de las amistades asesinadas, el llamado a la Marcha por el Agua y la visita, en clave rap, a Guate-maya , de Dr. Nativo, himno de combate de la reggae-cumbia centroamericana. Al final el concierto y ya luces arriba la fiesta queda en manos Token Selekta, pero es hora de regresar a casa. Pienso que fue una buena experiencia, como cualquiera hasta ahora en manos de esta agrupación. Toca escuchar el dis-co y completar la escucha del concierto. Mientras camino a casa pienso en lo gra-to que fue ver la respuesta del público al espectáculo, la resistencia a los escollos, la voluntad de goce. Y en lo grato de sa-ber que una banda como Bacteria Sound-system permanece en el firme propósito de construir el sonido de nuestro tiempo y el pulso de una escena musical que no parece, ni de lejos, pronta a apagarse.

“Protegida de las miradas indiscretas”

guatemala en el lente de gael Chevalley

Por redaCCión Cultura

“algunos sonidos no se Pueden olvidar”

“el PulPo de las luces”

“el intercambio de colores.”

“algunas Puertas nos dan demasiado miedo Para abrirlas de nuevo.”

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FríoFotografía de Julio Hernández Cordón Hoy tengo más frío del debido,

y no es por el tema del clima, se enfría la espera, la piedra gris en el jardín, el árbol que se queda sin sombra, la tierra que socava la máquina en La Puya, la sexta con sus ventas desmanteladas.

Está frío también el teclado del computador, y el monitor con escenas de ciudades derretidas de pánico, el mar que atraviesan los sirios, y el cadáver del niño en la portada de un periódico.

Está fría el arma del sicario que espera la indiferencia. Y las lentes empotradas en mis ojos, es la primera vez que siento lagrimas que se congelan y no salen.

Y sigo oyendo palabras líquidas y gélidas, sin paisajes blancos ni diáfanos, pesadas y absurdamente ausentes.

Poncho Porres