Post on 27-Jul-2022
1
PEPE MENDOZA
CECILIA
FICCIÓN Y DERECHO
UBA
2019
1/52
2
"CECILIA"— Fotografía del periódico "O Globo", Río de Janeiro, Brasil —
2/52
3
Para
MARIA ALEJANDRA MAURICIO
— Jueza en Mendoza, Argentina —;
PABLO BUOMPADRE
—Presidente de la Asociación de Empleados y Abogados de los Derechos de los Animales
(AFADA)—;
SANTIAGO RAUEK
—Abogado —
y
PEDRO YNTERIAN
— Fundador y benefactor del Santuario de Grandes Primates de Sorocaba (São Paulo,
Brasil) —,
por un puñado de cosas que no cabrían aquí.
3/52
4
ADVERTENCIA
Esta es una obra de ficción. Sólo se mantuvieron los nombres de la jueza MARÍA ALEJANDRA MAURICIO y de la chimpancé CECILIA. Los demás son personajes
inventados. Aunque fue magnífica la actuación del Dr. PABLO BUOMPADRE, presidente de la ASOCIACIÓN DE FUNCIONARIOS Y ABOGADOS POR LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES (AFADA), y
del Dr. SANTIAGO RAUEK, abogado en la causa, ninguno de los dos es citado en el texto para permitir la construcción de la trama. Los embates jurídicos entre la jueza y la Fiscalía
Pública de Mendoza no existieron. Se construyeron con extractos de los fundamentos de la sentencia dictada en el Habeas Corpus nº P-72.254/2015, del 3 de noviembre de 2016.
El texto íntegro de dicha sentencia está disponible en: https://portalseer.ufba.br/index.php/RBDA / article / view / 20374/12959
Todos los puntos de vista y afirmaciones que no están en la sentencia de la Dra. MARÍA ALEJANDRA MAURICIO son de responsabilidad del autor.
La chimpancé CECILIA, liberada del cautiverio en el zoológico de Mendoza a través del Habeas Corpus nº P-72.254 / 2015, fue el primer animal a quien un
Tribunal reconoció derechos como persona no humana. Vive, actualmente, en compañía de otros cincuenta individuos de su espécie en el SANTUARIO PARA GRANDES SÍMIOS DE
SOROCABA, SÃO PAULO, Brasil, creado y promovido por PEDRO YNTERIAN. El Santuario no permite la visita pública ni hace experimentos científicos con ningún tipo de animal.
El pueblo brasileño se siente honrado por la confianza depositada en él por todos los involucrados en este proceso y reafirma el compromiso de restituir a
CECILIA a la Nación argentina como un pedazo que es de su riqueza ambiental tan pronto sea comprobado que allí tendrá condiciones de vivir con dignidad de acuerdo con su
condición de persona no humana.
4/52
5
CECILIA
https://www.youtu be.com/watch?v=IqxMGNOm4pk
"Salgo a caminarpor la cintura cósmica del sur.
Piso en la regiónmás vegetal del viento y de la luz.
Siento al caminartoda la piel de América en mi piel
y anda en mi sangre un ríoque libera en mi voz
su caudal.Sol de Alto Perú,
rostro Bolivia, estaño y soledad;un verde Brasil besa a mi Chile,
cobre y mineral.Subo desde el sur
hacia la entraña América y total,pura raíz de un grito
destinado a crecery a estallar.
Todas las voces, todas.Todas las manos, todas.
Toda la sangre puedeser canción en el viento.¡Canta conmigo, canta,
¡hermano americano!¡Libera tu esperanza
con un grito en la voz!— MERCEDES SOSA, "Canción con todos"—
(Compositores: ARMANDO TEJADA GÓMEZ y CESAR ISELLA).
5/52
6
MENDOZA, 3 DE NOVIEMBRE DE 2016.
"Hasta que hayas amado un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida”.
— ANATOLE FRANCE —(citado por la Jueza MARÍA ALEJANDRA MAURICIO en el Habeas Corpus nº P-72.254/15).
s temprano todavía. Mendoza duerme. Aquí y allá se ven luces tenues en los
balcones de las casas, reacio a despertar el día. Uno u otro trabajador
madrugador camina encogido, llevando las manos en los bolsillos de las
chaquetas para engañar al frío, soltando por la boca pequeñas nubes de humo como
chimeneas de locomotoras apresuradas rasgando los rieles de una carretera imaginaria. A lo
lejos, un perro extraviado ladra por nada, tal vez asustado, tal vez molesto con la presencia
de la luna que insiste en estirar la noche, quién sabe simplemente celebrando la espléndida
aventura de despertar vivo y con salud. Una brisa helada soplada desde el Aconcagua
invade el umbral de las puertas, escurre por las grietas de las casas e invita a las personas a
atizar el fuego en las chimeneas, dejando para más adelante la lucha por el pan. Quien
podía, cerraba las cortinas, se enrollaba en las batas calientes de alpaca tejida en los telares
de las villas al pie de los Andes de cumbres blancas y amenazantes y aprovechaba la
calentura de la leña. Como hacía todos los días desde que fue promocionada al Tercer
Juzgado de Garantías, la Dra. MARÍA ALEJANDRA se despertó a las seis de la mañana. Mientras
hervía el agua para la yerba mate, lavaba la calabaza y la bombilla que fueron de su padre.
Colocó en el tocadiscos de la sala de pocos muebles un disco de Mercedes Sosa, bien bajito
para no despertar a Javier y Pilar, dos piedras preciosas que el destino había puesto en su
camino en la mina de oro de sus treinta y pocos años. Después, fue a bañarse. Las sesiones
sólo comenzaban a las nueve, pero ALEJANDRA le gustaba llegar muy temprano a su oficina
para releer los autos de los procesos agendados para el día, hacer un arreglo u otro en la
redacción de los expedientes, juntar alguna jurisprudencia más actual o reflexionar sobre la
justicia de su decisión. Y, por fin, aconsejarse con Dios en los cinco minutos que
antecedían al momento en que la secretaria de audiencias golpeaba educadamente a la
puerta para decir "Doctora, está en la hora".
E
6/52
7
El coche pasaría por su casa dentro de cinco o diez minutos, pero hoy,
excepcionalmente, tenía que pasar un poco más temprano porque tendrían que desviarse
un poco del camino tantas veces recorrido para recoger a CONSTANZA VILLALBA, su
compañera en el Tercer Juzgado. Con un delicado pincel de pelos de nutria, se desvaneció el
rubor de los pómulos del rostro hasta que se tornó casi imperceptible en la piel rosada, un
poco más enrojecida que de costumbre por el soplo helado que venía del Aconcagua. Se
miró en el espejo, percibió que los años de judicatura habían cobrado un precio alto. Ya no
tenía la exuberancia de la juventud. ¿En qué lugar del camino había perdido aquel sabor de
fruta madura? "Eh, ALEJANDRA - se dijo a sí misma -:" El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejas.
Ya no tenemos el mismo reflejo de ayer”. Cepilló lentamente los cabellos, delineó el contorno de
sus labios con un lápiz discreto, sólo para reforzar el carmín de los labios. Poco a poco fue
enmarcando ese rostro hermoso que hacía a los abogados torcer el cuello cuando transitaba
por los corredores del juzgado. En la ceja izquierda todavía se veía una pequeña cicatriz,
herencia de los tiempos en que corría distraída con Ezequiel, el hermano mayor, por las
plantaciones de uva de la bodega de su abuelo. Canturreaba bajito aquella dulce música
andina que le traía de vuelta la dureza de la infancia entre inocentes jornadas de pesca en el
riachuelo helado a los pies de la cordillera, la estufa de leña y la nostalgia loca de Santiago,
el padre, que los matones de Juan Carlos Onganía llevaron hacia los brazos de Dios en una
noche lluviosa.
Nunca más fue visto.
El conductor llegó a las siete y, como de costumbre, aguardó fuera del coche
fumando un cigarrillo y tiritando de frío. Cuando ella cerró la puerta de la casa y forzó la
manija para ver si los hijos estaban realmente seguros, el conductor dio una última tragada,
se apresuró a aplastar con los pies la colilla de cigarrillo y le abrió la puerta del coche con
un efusivo "¡Buenos días, Excelencia¡ Que la señora tenga un día bendecido!". ALEJANDRA agradeció
con una sonrisa tímida, de esquina de boca, y entró en el coche. Recostó la cabeza en el
vidrio de la ventana y empezó a empañarlo a propósito con el aliento caliente de la yerba
mate que insistía en dejarle en la boca un sabor dulzón. Seguían por la calle Mariano
Moreno y, en cierto punto, pidió al conductor que doblase a la derecha, en la calle Pascual
Segura. Se pararon frente a un parque de recreo triste y descuidado, decorada con
columpios de niño ya gastados y con la pintura descolorida por tanto uso y tanto tiempo.
Sacó el celular de la bolsa, marcó, alguien atendió del otro lado. Dijo: "¿Estas lista?". Y
luego CONSTANZA apareció en la puerta del edificio. Descendió rápidamente la escalera que
daba a la calle y se dirigió hacia el coche con una carpeta de papeles debajo del brazo.
7/52
8
"¡Buenos días! ¡Buenos días!", dijo, pero sólo el conductor le respondió. Alejandra se arrinconó
aún más junto a la ventana del coche, juntó unos papeles para dar más espacio en el banco
a la amiga y continuó absorta, mirando sin ver la vida de la ciudad pasar del otro lado del
vidrio. Siguió por la calle San Martín hasta casi la esquina con Colón. CONSTANZA aún
intentó iniciar una conversación, romper la incomodidad de aquel momento, pero,
sintiendo que la amiga sólo estaba presente de cuerpo, y no de espíritu, calló y abrió su
laptop. Pasó el resto del viaje revisando los e-mails de la noche anterior. Pararon frente al
tribunal. Bajaron, tomaron el ascensor privado y en el tercer piso del Ala Norte, donde
cada una tenía su búnker, ALEJANDRA se volvió hacia la amiga, y dijo:
— Escucha, CONSTANZA. Creo que la mejor solución es la misma de la que hablamos
anoche por teléfono. Después de todo, es una vida que está en juego.
— Estoy de acuerdo contigo, ALEJANDRA. Ya dije que voto a favor. Pero tú
conoces a Facundo. Se va a lanzar sobre nosotros, se va a reír, burlar y hacer bromas con
aquella cara de sabiondo que siempre pone cuando quiere discrepar de las tesis de los
jueces y no tiene ni siquiera medio argumento que lo respalde. Aquel cabrón vive en un
mundo solo de él, en una burbuja donde sólo él entra porque se juzga el único con
cualidades.
— Olvídate de ese sujeto, CONSTANZA. Ponte en el lugar de la víctima. Es la forma más
importante de saber si una decisión es buena.
— Estoy totalmente de acuerdo, ALEJANDRA. Eso es lo que siempre digo a mis
alumnos. Pero el Ministerio Público toma muy en serio ese argumento de que es el "fiscal
de la ley". Cuando Facundo se pone la toga, se juzga el profeta Isaías preparando las almas
de Mendoza para la llegada de El Mesías.
— Paciencia, CONSTANZA. Paciencia. En cualquier caso, yo, por lo menos, tengo un
consuelo: por la noche, coloco mi cabeza en la almohada y duermo como una niña.
— Él también, ALEJANDRA. Ese es el problema.
8/52
9
EL TERCER JUZGADO
"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados."
—MAHATMA GANDHI—(citado por la Jueza MARÍA ALEJANDRA MAURICIO en el Habeas Corpus n° P-72.254 15).
ecuerdo como si fuera hoy. A las nueve en punto, el pregonero del Tercer Juzgado
presionó afuera el timbre de la sala pidiendo silencio. Había en el entorno un
bullicio insoportable. Comprensible, es cierto, pero aún así innecesario. El
auditorio estaba apiñado de gente. Estudiantes, abogados, representantes de ONGs,
observadores internacionales, profesores, científicos, miembros de la prensa local y
extranjera, curiosos, eclesiásticos. Mendoza entera estaba allí reunida en aquella habitación
a aquella hora de la mañana. El Fiscal de Estado Luis Facundo Martínez Sánchez ya estaba
en su escritorio al lado derecho de la mesa de audiencias hace más de media hora, fingiendo
leer algo de gran importancia y disfrutando de un pedazo de fama que no le pertenecía,
pero su presencia pasaba desapercibida. Uno a uno los jueces fueron llegando y tomando
asiento, acomodándose en las sillas de espaldar alto, ajustando los micrófonos, disponiendo
el papeleo según el orden que les pareciera más adecuado. ALEJANDRA fue la última en
entrar. Tenía la mirada serena y el alma ligera. Los presentes se levantaron, en señal respeto
a la Corte, pero ALEJANDRA, con una sonrisa simpática y acogedora, hizo señal con la mano
para que se sentaran. Cuando todos se acomodaron en las sillas, con la excepción de un
puñado de gente de pie por los pasillos laterales de la sala, la magistrada dio buen día a
todos y pidió que Dios los bendiga para que, al final, sólo la justicia prevaleciera. Preguntó
a los colegas y al Fiscal de Estado si tenían alguna objeción al acta de la sesión anterior.
Como nadie levantó ninguna obgeción, la declaró aprobada. Con un leve gesto de cabeza,
pidió al alguacil que iniciara la sesión del día.
R
El pregonero dijo:
— Procedimiento nº P-72.254/15.Habeas Corpus. Procesada/Demandante:
CECILIA; Demandada: CIUDAD DE MENDOZA, aquí representada por el erudito Promotor
Público Dr. Luis Facundo Martínez Sánchez.
ALEJANDRA retomó la conducción de los trabajos. Pero antes de que abriera
espacio para la sustentación de las partes, el dr. Facundo intervino: 9/52
10
— Por el orden, Excelencia. La ciudad de Mendoza trajo a los autos dos
cuestiones procesales que aún no se han decidido, cuyo contenido el Ministerio Público
reitera ahora. La primera es: esta acción debe ser francamente extinta porque carece de su
elemento más importante: la existencia de una persona humana en uno de sus polos.
Vuestra Excelencia obviamente no desconoce que la acción de Habeas Corpus tiene como
derecho natural a las personas humanas y no para animales, que, para nuestra Ley, son
cosas, como está indicado en el art. 227 del Código Civil. Por otro lado, no hay una
detención "desautorizada" de la procesada, como está dicho en la petición inicial, y el
derecho de ir y venir es prerrogativa de los seres humanos. No hay, pues, acto ilegal alguno
que justifique el manejo de esta acción. Es elemental en la doctrina que si no hay capacidad
procesal, no hay capacidad jurídica y la acción debe ser extinguida. Es lo que la Ciudad de
Mendoza reitera en esta oportunidad.
— En mi opinión, Dr. Facundo — ALEJANDRA le respondió de manera
didáctica —, no es posible sostener jurídicamente que el acto de enjaular a un ser vivo
contra su voluntad sea legítimo. Es ilegítima toda obra humana que no cumpla su
propósito.
El dr. Facundo replicó:
— Discrepo, respetuosamente, Excelencia. No se puede acusar de ilegítimo el
acto jurídico de 1897 que creó el zoológico de Mendoza. CECILIA fue incorporada al
zoológico en la forma de la ley entonces vigente.
Sin abandonar, ALEJANDRA dijo:
— Gracias por su intervención, Dr. Facundo —. Debo respetar el principio de
la congruencia. Una situación de hecho fue traída a este tribunal pidiendo que, por las
manos de la Justicia, se hiciera cesar una agresión. A mí, como jueza, me cabe calificar
jurídicamente la pretensión y los hechos probados en la causa, tanto más que, como se verá
al final, no adoptaré ninguna imputación penal, de modo que no se trata de aplicar el
principio "nullum crimen, nulla pena ".
— Como Fiscal de la ley, Excelencia, me corresponde verificar si los hechos
traídos por las partes pueden ser vinculados en las acciones existentes en un extenso menú
jurídico, y me parece que la pretensión aquí deducida no cabe en la acción propuesta.
— Como jueza de la causa, Dr. Facundo, me corresponde a mí decidir si usted
tiene o no razón. A pesar de sus buenas razones, entiendo que el caso, tal como se
propone, implica la protección de un bien o valor colectivo. Considero, también, que, por
las razones particulares y procesales que la causa ofrece, no sólo estoy autorizada también
10/52
11
estoy obligada a resolver la cuestión de fondo. Desde 1944 la Constitución Nacional
reconoce expresamente una nueva categoría de derecho: los derechos colectivos, aludiendo,
entre otros, al derecho del ambiente. CECILIA integra la fauna silvestre de nuestro país y que,
por tanto, está comprendida en el alcance de la ley nacional 22.421 de protección de la
fauna silvestre, a la que se adhirió nuestra Provincia mediante la ley 4602. Adelantémonos a
recordar que el art.3 de la ley 22.421 dispone que para los fines de la ley se entiende por
"fauna silvestre" a los animales "bravíos o salvajes que viven bajo control del hombre, en
cautiverio o semi cautiverio". Pues, bien, el art. 1 ° de la ley declara "de interés público" la
protección y conservación de la fauna silvestre. Por las particularidades que la causa ofrece,
considero que no sólo estoy autorizada, sino obligada a resolver la cuestión de fondo.
El dr. Luis Facundo volvió a interpelarla:
— Como sea, Excelencia, pero tenemos una cuestión de orden que debemos
decidir antes de cualquier otra consideración de mérito. Se trata de un habeas corpus, y
usted sabe que esta ley no protege a los animales. Sirve exclusivamente a la persona
humana. La ley está direccionada a la persona humana.
La dra. ALEJANDRA respiró hondo y pensó:
— Conozco las leyes de este país, dr. Facundo. Lo que debemos responder es
simple: ¿el animal, por casualidad, no es un actor involuntario en el teatro del derecho
humano?
Y a esa pregunta incómoda, ella misma responde:
—Los zoológicos son escenarios donde, por dinero, los grandes simios son
expuestos a la visita de los seres humanos. Los grandes monos nacidos en libertad son
capturados y vendidos por grandes sumas de dinero. ¿Querían eso? ¡Obviamente, no! Por
lo tanto, son objetos involuntarios del derecho. Es decir: actores involuntarios en el teatro
del derecho humano. Un teatro de absurdos, yo diría. Reconocerlos como sujetos de
derecho es la mejor forma de incluirlos y protegerlos como seres que piensan y sienten, y
no como simples cosas.
— Una buena tesis, Excelencia. Pero, no más que eso. No resuelve nada — el
dr. Facundo remató la intervención —. Creo no ser superfluo recordar que, como
magistrada, usted. sólo aplica las leyes existentes en el país. No las escribe. Su decisión es
claramente contradictoria al espíritu de las leyes que juró respetar.
ALEJANDRA sonrió, y respondió:
— Es una buena tesis, Excelencia. Nada más. Pero no resuelve nada. No veo
donde mi decisión contrariaría la legislación que manda proteger el patrimonio cultural y
11/52
12
natural del país. Pienso que, ante las condiciones de cárcel en que CECILIA vive en el
zoológico de Mendoza, lo mejor es autorizar su remoción a otro país, donde pueda vivir
con más dignidad.
— Sigo pensando que no hay legitimación para la causa y que la acción es
inapropiada, Excelencia — dijo el Fiscal de Estado.
— Los hechos denunciados exigen posición enérgica y rápida, dr. Facundo. No
hay tiempo para grandes discusiones doctrinales. Toda acción que cause daño a un valor
colectivo debe cesar lo más rápidamente posible. La Corte Suprema de Buenos Aires ya
dijo que la prevención ambiental tiene una importancia superior a la que se otorga a otros
ambientes porque la agresión al medio ambiente provoca lesión irreversible que alcanza
obviamente la calidad de vida de los seres humanos y de todos los demás seres vivos.
Hacemos parte de un solo ecosistema.
— Será una decisión nula, Excelencia, porque será emitida en una causa
imposible — le respondió Facundo.
Y, como para enfriar el ímpetu del Fiscal, ALEJANDRA remarcó:
— Adelanto que decidiré en el sentido de autorizar el traslado de CECILIA a un
destino mejor, fuera de nuestro país.
Era todo lo que Facundo quería oír. Él respondió:
—Es decir: Usted. prefiere entregar un animal que pertenece a nuestra riqueza
ambiental a los cuidados de extranjeros, sin ninguna garantía de que estará mejor allí que
aquí.
ALEJANDRA refutó al Fiscal:
— El lazo espiritual que vincula a una comunidad con sus animales no
depende de la proximidad física, sino de la intensidad con que esa relación de amor y
cuidado es vivida. CECILIA no dejará de ser integrante de nuestro patrimonio ambiental sólo
porque estará lejos. Estoy convencida de que si la comunidad de Mendoza es consciente de
los motivos que me llevaron a decidir así, quedará satisfecha en saber que, actuando
colectivamente como sociedad, pudimos dar a CECILIA la vida que merece. Si se asegura su
bienestar, no será CECILIA quien estará en deuda con nosotros, pero nosotros estamos en
deuda con ella por habernos dado la oportunidad de crecer y de sentirnos un poco más
humanos.
En cada momento más impaciente, Facundo replicó:
— A pesar de sus buenos propósitos, Excelencia, insisto que la acción es
inapropiada y debe ser extinguida.
12/52
13
ALEJANDRA contraatacó:
— La legitimación debe ser reconocida en virtud de la aplicación directa o
analógica, según el caso, de variadas normas de fondo y procesales, como se verá.
Con una sonrisa irónica, Facundo refutó:
— OK, Excelencia. Aceptamos como premisa inicial de los debates que haya
legitimación activa, sin embargo continúo pensando que no hay. Queda la cuestión de lo
impropio de la acción.
ALEJANDRA, en aquel momento, aunque a punto de estallar por dentro, estiró la
cuerda para ver hasta donde Facundo pretendía provocarla:
— Usted tiene toda la razón. A expuesto sucintamente los principios
inspiradores de la acción de habeas corpus, debemos resolver si la vía elegida es correcta.
Pienso que sí. En las causas en que está en juego el derecho colectivo a la preservación del
patrimonio natural y cultural, cualquiera que se sienta perjudicado puede actuar, en su
nombre o en nombre del otro. El juez actúa para "proteger efectivamente el interés
general".
Sin convencerse, Facundo disparó:
— Lo siento si la incomodo con cuestiones académicas, señora Jueza —
ironizó Facundo —, pero me parece que esas cuestiones que usted. "considera" tan
importantes pueden ser dejadas para después, para el mérito. Por ahora, sólo tenemos que
decidir si la acción es propia.
— Como bien lo dijo, dr. Facundo — le respondió ALEJANDRA — esas
cuestiones son académicas. No es posible posponer o negar una decisión de mérito que
resuelva el conflicto y contribuya a restaurar la armonía social entre sus protagonistas. A
pesar de los avances, el hombre no se preocupa por los animales en el escenario natural en
que transcurre la sociedad humana. Los operadores del derecho tampoco se preguntan si
los animales están sujetos a los derechos. Para mí, el habeas corpus es el medio constitucional
idóneo para proteger la libertad de ir y venir de CECILIA. Esta garantía está prevista en el
artículo 18 de la Constitución Nacional.
13/52
14
ECILIAC
"El hombre sólo será noble cuando se apiade de todas las criaturas vivientes."
—BUDA —(citado por la Jueza MARÍA ALEJANDRA MAURICIO en el Habeas Corpus nº P-72.254 / 15).
Resueltas todas las cuestiones del Fiscal de Estado, ALEJANDRA se volvió a la tribuna:
— Concedo la palabra a la procesada CECILIA¿Está presente?
Pero antes de que la procesada se acercara a la tribuna, Facundo volvió a la
carga:
— ¡Con su venia, Excelencia! El Ministerio Público tiene objeción al hecho de
que la propia procesada se defienda en los autos. No hay previsión legal para esta
providencia que usted sugiere, a menos que la procesada sea también abogada.
—¿Y qué sugiere, doctor Facundo?
— Le sugiero que usted. se limite a cumplir la ley — le respondió el Fiscal,
bruscamente.
— Estoy de acuerdo. Concuerdo plenamente. Y ya que en eso estamos de
acuerdo, es decir, de que debo cumplir la ley, y considerando que la Constitución y las leyes
de este país me mandan hacer justicia, pues para eso el Estado me paga, no veo otra forma
de hacerlo, que oyendo a los dos lados, porque usted. así lo sabe, que toda verdad, así como
las monedas que lleva en el bolsillo, tiene dos lados.
— Es decir — dijo Facundo —: ahora usted. está transformando monos en
personas…
El auditorio esbozó una sonrisa sin gracia. ALEJANDRA miró fríamente a los ojos
del Promotor, y dijo:
— Crea, dr. Facundo: aunque yo tuviera ese poder, jamás haría una cosa de
ellas porque conozco bien el corazón de los humanos y puedo asegurar que sería una
ofensa imperdonable para con los animales.
Los estudiantes se deshicieron en una carcajada. ALEJANDRA prosiguió:
— Usted. parte de una premisa equivocada. La persona — incluso el ser
humano — no nace por obra y gracia del derecho o porque el Estado así lo decide. El ser
humano es persona, sujeto de derecho, porque es de carne y hueso, nace, sufre y muere,
bebe y juega y duerme y piensa y desea. Los animales y, específicamente, los grandes
simios, son también de carne y hueso: nacen, sufren, beben, juegan, duermen, tienen
14/52
15
capacidad de abstracción, desean, son gregarios, etc. En esta acción, no se quiere igualar a
los seres que sienten a seres humanos, como tampoco se quiere elevar a la categoría de
personas todos los animales o flora o fauna existentes, sino sólo reconocer que primates
son personas no humanas, sujetos de derechos no humanos y que tienen un catálogo de
derechos fundamentales que debe ser objeto de estudio y clasificación por los órganos
estatales competentes, tarea que extrapola el ámbito jurisdiccional. Los animales tienen
derechos fundamentales y una legislación que los protege en la situación en que se
encuentran, de acuerdo con el grado evolutivo que la ciencia ha determinado que pueden
alcanzar.
— Es una cuestión de punto de vista, Excelencia — murmuró el Fiscal.
— Estoy de acuerdo, dr. Facundo. Pero, ¿qué es el derecho sino una cuestión
de puntos de vista? ¿Sólo el ser humano puede ser considerado persona y por eso ser sujeto
de derecho? ¿El hombre es el único que tiene capacidad de derecho? Los hombres y los
animales son todos de la misma especie. La diferencia es que los hombres tienen capacidad
política. No es correcto clasificar animales como cosas. Es de la naturaleza de las cosas ser
objetos inanimados. Los expertos son unánimes en reconocer la proximidad genética entre
chimpancés y hombres y añaden que también los chimpancés tienen capacidad de
raciocinio, inteligencia, conciencia de sí mismos, diversidad de culturas, juegos mentales,
formas de disputa, uso y fabricación de herramientas para la obtención de alimentos, o para
resolver problemas de la vida cotidiana, capacidad de abstracción, habilidad para
comunicarse por símbolos, conciencia para expresar emociones tales como alegría,
frustraciones, deseos o engaños, organización coordinada para luchas y emboscadas de
caza, habilidades meta cognitivas, status moral, psíquico y físico, cultura propia y
sentimientos de afecto.
El dr. Facundo miró fríamente a la jueza, pero esta vez se mantuvo
irónicamente en silencio.
—¿En dónde está la procesada CECILIA? — ALEJANDRA preguntó en el vacío. Ya
que su defensor no se presentó, ¿acaso desea sostener sus razones a la tribuna?
Los presentes se miraban unos a otros, buscando unos a los ojos de los demás
quién sería la procesada que insistía en no presentarse al tribunal. En eso, tirada por el
cuello por una gruesa cadena por un funcionario del Zoológico de Mendoza, y caminando
con dificultad, CECILIA, una chimpancé de treinta años de edad, flaca, visiblemente
debilitada por malos tratos, asomó al tribunal. El auditorio se inquietó, se voltearon en las
15/52
16
sillas, amenazaron con reír. No creía en lo que veía. Impasible, la jueza ALEJANDRA se dirigió
al funcionario del zoológico:
— ¿Por qué el señor conduce a CECILIA con una cadena, señor funcionario?
— Porque recibí órdenes, señora — le respondió.
— Comprendo. ¿Si yo mandase que usted salte de cabeza desde lo alto de esta
sala hasta la calzada de la avenida San Martín, usted saltaría?
— Ciertamente no, doctora.
—¿Y por qué no, si le di ese orden?
—Porque no me parece razonable, doctora.
— Es justo — dijo —. Debo entonces suponer que es posible hacer un filtro
entre lo que es razonable y lo que es irrazonable antes de cumplir una orden. ¿Estoy segura,
señor empleado?
El funcionario se escondió en el silencio. ALEJANDRA retomó la conversación:
—¿Hace cuánto tiempo usted trata con ese animal, señor funcionario?
—Hace casi diez años, Excelencia.
— ¿Y, en esos casi diez años, alguna vez ese animal se comportó de modo cruel,
imprevisible, violento, irrespetuoso, ingrato o peligroso?
— Que me recuerde, no, Excelencia. Es un animal extremadamente dócil,
aunque triste y sin voluntad de vivir.
— ¿Y le parece razonable que un animal extremadamente dócil viva
encadenado de esa manera, señor funcionario?
— Para ser sincero, no, Excelencia.
— Entonces, si el animal no ofrece peligro y es extremadamente dócil, la orden
de encadenarlo no me parece razonable. ¿Está de acuerdo conmigo?
— Vistas las cosas por ese ángulo, Excelencia, estoy de acuerdo. La orden no
es razonable.
— Entonces, ya que usted no va a saltar de aquí, aunque yo lo ordene, porque
eso no le parece razonable, y si no le parece razonable la orden que usted recibió de
encadenarla, usted podría, por favor, liberarla de esos grilletes?
Al ver que cayó en su propia emboscada, y de mala voluntad, el funcionario del
zoológico sacó de la cintura una sarta de llaves y abrió la arandela cadena que prendía del
cuello de CECILIA.
La Dra. ALEJANDRA le pidió que se sentase y luego se dirigió a CECILIA:
16/52
17
— Muy bien, CECILIA. Ahora estamos en paridad de condiciones. Al menos
momentáneamente, estamos libres de los grilletes que alguien, basado en alguna ley que no
conozco, mandó que nos pusieran para aprisionar nuestra alma. Es así también con la
especie que la Ciencia llama "humana", y hay esposas sin hierros que son mucho peores
que esa. Le doy la palabra por el tiempo que necesite.
El dr. Facundo, completamente enardecido, se levantó, hizo caer el micrófono
de la base sobre la mesa, y, casi a gritos, bramó:
— Blasfemia, Excelencia. ¡La blasfemia máxima! Lo que estamos viendo aquí
es la más completa locura. ¿Dónde piensa que está? ¿En un zoológico? ¿En un circo de
horrores? ¿En un espectáculo de Broadway? ¿En qué mundo usted piensa que vive?
Como si fuera de piedra, la dra. ALEJANDRA le respondió:
— En primer lugar, dr. Facundo, cálmese. Usted está a punto de tener un
infarto y no quiero ser acusada de haber cómplice de su muerte. Le va a hacer mucha falta a
este tribunal, si eso sucede.
El auditorio estalló en carcajadas.
La dra. ALEJANDRA continuó:
— Respondiendo, objetivamente, a sus preguntas, pienso que estoy ejerciendo
exactamente el cargo para el que me presenté en un concurso riguroso. Y también pienso
que vivo en un mundo desigual, injusto y lleno de defectos, y no en esa burbuja perfecta
donde usted habita y que transforma cada día en su feudo particular. Y ahora, dr. Facundo,
si al erudito Ministerio Público no le importa, voy a dar la palabra a la procesada.
Se volvió hacia la tribuna, abrió una sonrisa amplia, y dijo:
— Somos todo oídos, CECILIA. Cuéntame qué distancias tuvieron tus pies que
recorrer para traerte hasta aquí.
Y, para el asombro de todos, CECILIA habló:
— Señora Presidenta, señores jueces, culto doctor Luis Facundo, señores
presentes. En el Preámbulo de la Constitución de esta Nación argentina se dice lo siguiente:
“Invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia; ordenamos, decretamos
y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina”. Si Dios es la fuente de toda
razón y de toda justicia, quiero creer que todo lo que está escrito en nuestra Constitución es
fruto de la voluntad de él y nada se ha hecho sin su consentimiento porque lo que está allí
es justo y razonable.
El artículo 15 de dicha Constitución dice lo siguiente:
17/52
18
"En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen son libres
a partir del juramento de esta Constitución; la ley especial especificará las indemnizaciones
a las que dará lugar esta declaración. Todo contrato de compra y venta de personas es
delito de los cuales serán responsabilizados todos los que lo celebren y el escribano o
funcionario que lo autorice. Los esclavos que de alguna manera se introduzcan serán
declarados libres sólo por el hecho de pisar el territorio de esta República”.
“Es de la voluntad de Dios, concluyo, que todos los que viven en suelo
argentino sean libres, y todos los que estén en contra de esa voluntad sean castigados,
especialmente aquellos que compran y venden personas. Cualquiera que sea la condición
anterior del extranjero que aquí llegue, basta poner el pie en este suelo para que su mayor
bien le sea inmediatamente devuelto o asegurado: su libertad. Digo más. El artículo 16 de
esta Carta promete: "La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre ni de
nacimiento; no hay foro privilegiado ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales
ante la ley”.
“Si se dice que "todos sus habitantes son iguales ante la ley", es de la voluntad
de Dios que ningún ser vivo que habite el sagrado suelo argentino es más que el otro.
Observen, señores, que la Constitución argentina no hace ninguna diferencia entre
personas humanas y no humanas. Allí está dicho que aquí en este suelo porteño no hay
esclavos, y cualquiera que pise estas tierras, de los Andes al mar, se convierte
automáticamente en libre. La Carta Magna — nuestra Carta Magna — dice que no hay
privilegios de sangre o de nacimiento ni títulos de nobleza o foro privilegiado. En el origen,
por lo tanto, la sangre que corre en mis venas es del mismo color y de la misma
consistencia de la sangre que corría en las venas de los que escribieron nuestra Constitución
y corre ahora en las venas de cada uno de nosotros aquí presente, incluso y especialmente
en las venas del incansable dr. Promotor Facundo. No importa si uno es pobre y el otro
rico; no importa si uno es heredero del baronato y otro trabaja en las fábricas, en la cosecha
de la uva, en el ordeño de las ovejas a los pies del Aconcagua. Todos son iguales. Dios
quiso, y la Constitución quiere, que donde haya vida en suelo argentino haya igualdad y
libertad. Hace mucho, mis padres, de los cuales tengo poco recuerdo, fueron cazados y
vendidos como cosas. En el zoo de Mendoza soy una cosa exótica, curiosa, divertida, en
quien los niños juegan para la risa de los adultos. Si se preguntan por qué lo hicieron, dirán
que lo hicieron porque alguien mandó hacer y si alguien mandó hacer era porque estaba
autorizado a hacerlo. Pues bien, señores: ¿quién autoriza a la autoridad? ¿Qué orden
nómica es la que autoriza a un animal humano a prender como esclavo a un animal no
18/52
19
humano y confinarlo en una jaula para que sirva de bobo de la corte en la visita pública de
una mañana de domingo?”.
El dr. Facundo se irritaba visiblemente, balanceaba negativamente la cabeza y
amenazaba con dejar la sesión. Incomodada, CECILIA interrumpió la ayuda, a la que
ALEJANDRA, percibiendo su desasosiego, dijo:
— Continúe, CECILIA. Continúe. Estábamos en el punto en que usted nos
explicaba el art. 16 de nuestra Constitución. Continúe por favor. Y CECILIA continuó:
— Excelencia, nací en la cárcel. No sé qué es nadar en un río, balancearse en
un árbol de verdad, comer una fruta al pie de árbol. No conocí a mis hermanos, no sé si
están bien y si son felices. Todo esto me fue negado por un crimen que nunca cometí. Peor
que eso: esa sentencia me fue dada por alguien que no está investido de la autoridad de
castigar. El art. 18 de la Constitución, que tanto elogiamos cuanto que no respetamos, dice
que "Ningún habitante de la Nación puede ser castigado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso, ni juzgado por tribunales de excepción y excluidos de la
acción de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie está obligado a
probar contra sí mismo; ni será arrestado sino por orden escrita de autoridad competente.
La defensa judicial de la persona y de los derechos es inviolable. Son abolidos para siempre
la pena de muerte por causas políticas, toda clase de tortura y azotes. Las prisiones
argentinas serán sanas y limpias, para seguridad, y no para castigo de los prisioneros; toda
pena que con el pretexto de seguridad pase de lo necesario será de la responsabilidad del
juez que la autorice".
“Nada de eso me ha sido garantizado hasta ahora. Perdí a mis compañeros de
cárcel y vivo en la soledad. CHARLY, mi amigo, murió en julio de 2014. Dicen que víctima de
un paro cardíaco. ¿De verdad? XUXA murió en enero de 2015. Dicen que de causas
naturales. ¿De verdad? Mi vida ha sido de completa soledad y eso me ha llevado a la
depresión y me puede llevar a la locura. Mi celda, lo que llaman "casa", es un cubículo
inmundo. No hay pajas para dormir, no hay objetos con los que pueda ejercitarme, la
comida es de pésima calidad y pobre de nutrientes. No hay un bebedero propio y mi cama
es de cemento duro, sin manta. En el verano, la temperatura interna sube a 40°; en el
invierno, desciende a 0°. La lluvia y la nieve son frecuentes.
— Muy bien, CECILIA. Por favor, complete su razonamiento. Su tiempo se está
agotando:
— Gracias, Excelencia. Concluyo diciendo que es imprescindible resaltar que
la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, elaborada en 1977 por la
19/52
20
UNESCO y aprobada por la Organización de las Naciones Unidas, reconoce a los animales
derechos y, específicamente en su art. 4, establece que todo animal que pertenece a una
especie salvaje tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural terrestre, aéreo o
acuático, y a reproducirse. Toda privación de libertad, incluso para fines educativos, es
contraria a este derecho. De este modo, en el ámbito internacional, se reconoce
expresamente que los grandes simios, entre otras especies, tienen el derecho de vivir en
libertad. El hecho de que nos ocupamos aquí es que en el Zoológico de Mendoza vivo en
una jaula de pequeñas dimensiones, impropias para un primate de mi tamaño, donde el sol
da en apenas pocas horas del día durante el invierno y hace calor extremo durante el
verano. Este Tribunal realizó una inspección de sorpresa al zoológico de Mendoza y pudo
comprobar que me encontraba en un rincón porque únicamente allí solía haber sol. El
bebedero de la jaula estaba vacío y yo sólo contaba con algunas bolas y neumáticos de
coche para jugar. En las paredes de cemento de mi jaula había algunos dibujos rústicos
imitando árboles y arbustos para que yo tuviera la ilusión de vivir en mi hábitat. Y eso se
daba no porque el personal del zoológico no tuviera cuidado, sino porque no hay dinero.
La vida de un primate es casi imposible allí. ¿Una jaula, por mayor que sea, es un lugar
adecuado para vivir? Muchas gracias".
20/52
21
¡ T TOMA TU CUERPO!
"Podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales"
—IMMANUEL KANT—(citado por la Jueza MARÍA ALEJANDRA MAURICIO en el Habeas Corpus nº P-72.254 / 15).
S e hizo un silencio profundo en toda la sala. Esta vez, ni siquiera el fiscal Facundo dijo
nada. La dra. ALEJANDRA reflexionaba, cabizbaja, sobre todo lo que acababa de oír, la cabeza
pesadamente reposada en las manos cruzadas sobre la frente. Recogiéndose de largas
distancias a las que sus reflexiones la llevaron, ALEJANDRA rompió el silencio, y dijo:
— ¿Los animales son sujetos de derecho? Sí. Pienso que sí. El chimpancé no es
una cosa, no es un objeto del que se dispone como se dispone de un coche, de una nevera,
de un apartamento. No pueden ser expuestos como obra de arte hecha por el hombre. Los
grandes simios son sujetos de derechos y titulares de derechos inherentes a su condición de
ser que siente. Esta afirmación puede parecer contraria al derecho positivo vigente, que los
define como "cosas", pero es una cuestión de pura apariencia, expuesta por alguna parte de
la doctrina que no se da cuenta de la clara incoherencia de nuestro ordenamiento jurídico
que, por un lado, afirma que los animales son cosas, para luego protegerlos contra maltrato,
incluso en el aspecto penal. Crear leyes para prohibir malos tratos es lo mismo que admitir
que los animales son seres sensibles. Este sufrimiento debe ser evitado. Quien lo infringe
debe ser castigado. En mi opinión, CECILIA, lo más correcto sería hacer cesar para siempre
todo tipo de cautiverio para exposición o entretenimiento, ya que los animales son sujetos
de derechos no humanos y, como tales, poseen el derecho inalienable de vivir en su hábitat,
a nacer en libertad y de conservarla. No basta, sin embargo, prohibir malos tratos. La
desidia humana en el estudio de los derechos no humanos de los grandes simios no es más
que una verdadera demostración de indignidad. Debemos cuidar de su preservación y de su
ecosistema porque de eso depende nuestra propia supervivencia, ya que compartimos con
los grandes simios entre el 94 y el 99% del mismo ADN. Somos iguales en nuestras
diferencias y habitamos el mismo ecosistema.
Y concluyó:
—Entiendo suficientemente claros los criterios por los que este Tribunal
considera a los grandes simios sujetos de derechos no humanos.
Dicho esto,
Decido: 21/52
22
1º — Juzgar procedente la acción de Habeas Corpus.
2º — Declarar a la chimpancé CECILIA, actualmente alojada en el zoológico
de la Provincia de Mendoza, sujeto de derechos no humanos.
3º — Autorizar la reubicación de CECILIA para el Santuario de Sorocaba,
en Brasil, lo que deberá hacerse antes del inicio del otoño.
4º — Pedir a los concejales de Mendoza que den a las autoridades medios
para que cesen el encarcelamiento indigno de animales en aquel zoológico, especialmente
elefantes africanos y asiáticos, leones, tigres y osos pardos, entre otros, y de todas aquellas
especies exóticas que no pertenecen al ámbito geográfico y climático de nuestra
comunidad.
5º — Recordar las siguientes reflexiones:
— "Podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales."
(IMMANUEL KANT);
— "Hasta que haya amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida."
(ANATOLE FRANCE);
—"Un hombre sólo será noble cuando se apiade de todas las criaturas vivas." (BUDA);
—"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que
sus animales son tratados." (GANDHI).
Cumplase
Notifiquese
Registrese
Se volvió hacia CECILIA, y dijo:
— CECILIA, ¡toma tu cuerpo! Sostén con cariño en tus manos tu vida y tu
libertad. Son tus derechos. Nunca te alejes de ellos ni permitas que nadie los toque sin tu
permiso. Te pertenecen a ti y a nadie más. Tú estás libre. Sé feliz. Declaro concluida la
sesión.
Los jueces empezaron lentamente a retirarse.
Uno a uno los presentes también fueron dejando la sala en medio de un
conmovedor bullicio. Los estudiantes discutían tesis, los doctores se enfrentaban en
profundas querellas académicas. Ninguno de los presentes era más el mismo. Dejaban el
Tercer Juzgado mejores que cuando llegaron. CECILIA aún se quedó en silencio en el púlpito
por algún tiempo, inquieta, mirando recelosa aquel ambiente tan hostil. "Dar a cada uno lo
suyo" — pensó — no es sinónimo de Justicia. Es la mayor prueba de que algo está mal en
ese mundo humano, demasiado humano, pues si es suyo, no debería existir quien lo
22/52
23
tomara, ni debería ser necesario que alguien por encima de él lo devuelva. A Cesar lo que es
de César.
Al ver que CECILIA permanecía en el púlpito, ALEJANDRA la tranquilizó:
— Acabó, CECILIA. Estás libre ahora. Puedes irte cuando quieras.
— Lo sé, Excelencia. Yo se. Es que la palabra "libertad" es tan dulce que
quiero saborearla letra por letra: L-I-B-E-R-T-A-D. Es, al mismo tiempo, tan frágil como
un raro cristal, y tengo miedo de que se rompa al salir de aquí. Por eso quise quedarme un
poco más.
Luego salió.
Notó sobre la primera fila de sillas la cadena que hasta hace muy poco traía en
el cuello. La cogió, la miró detenidamente, le sentía el peso, el frío del acero y el cuidado
con que los hombres construyen cosas para matar, arrestar, humillar. La arrojó con
desprecio en la lata de basura y luego tomó el camino de la calle.
Nunca más fue vista.
PEPE MENDOZA
23/52
24
CECÍLIA
FICCIÓN Y DERECHO
UBA
2019
24/52
25
“CECÍLIA”— Fotografia do Jornal “O Globo”, Rio de Janeiro, Brasil —
25/52
26
Para MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO
— Juíza em Mendoza, Argentina—PABLO BUOMPADRE
— Presidente da Associação dos Funcionários e Advogados dos Direitos dos Animais (AFADA) —
SANTIAGO RAUEK
—Advogado—e
PEDRO YNTERIAN
— Fundador e mantenedor do Santuário de Grandes Primatas de Sorocaba (São Paulo, Brasil) —,
por um punhado de coisas que não caberiam aqui.
ADVERTÊNCIA
26/52
27
Esta é uma obra de ficção. Apenas os nomes da juíza MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO e da chimpanzé CECÍLIA foram mantidos. Os demais são personagens inventados.
Embora tenha sido magnífica a atuação do Dr. PABLO BUOMPADRE, presidente da ASSOCIACIÓN DE FUNCIONARIOS Y ABOGADOS POR LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES (AFADA), e do Dr. SANTIAGO RAUEK, advogado na causa, nenhum dos dois é citado no texto para permitir a construção do enredo.
Os embates jurídicos entre a juíza e a Promotoria Pública de Mendoza não existiram. Foram construídos com trechos dos fundamentos da sentença proferida no Habeas Corpus nº P-72.254/2015, em 3 de novembro de 2016. O texto integral dessa sentença está disponível em: https://portalseer.ufba.br/index.php/RBDA/article/view/20374/12959
Todos os pontos de vista e afirmações que não estão na sentença da dra. MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO são de responsabilidade do autor.
A chimpanzé CECÍLIA, libertada do cativeiro no zoo de Mendoza por meio do Habeas Corpus nº P-72.254/2015, foi o primeiro animal a quem um Tribunal reconheceu direitos como pessoa não humana. Vive, atualmente, em companhia de outros cinquenta indivíduos de sua espécie no SANTUÁRIO PARA GRANDES SÍMIOS DE SOROCABA, São Paulo, Brasil, criado e mantido por PEDRO YNTERIAN. O Santuário não permite visitação pública nem faz experimentos científicos com qualquer tipo de animal.
O povo brasileiro sente-se honrado pela confiança nele depositada por todos os envolvidos neste processo e reafirma o compromisso de restituir CECILIA à Nação argentina como um pedaço que é da sua riqueza ambiental tão logo fique comprovado que ali terá condições de viver com dignidade de acordo com a sua condição de pessoa não humana.
CECÍLIA
27/52
28
https://www.youtube .com/watch?v=IqxMGNOm4pk
“Saio a caminharpela cintura cósmica do sul.
Piso na região mais vegetal do vento e da luz.
Sinto ao caminhar toda a pele da América em minha pele
e anda no meu sangue um rio que libera na minha voz
o seu caudal.Sol do Alto Perú,
rosto Bolívia, estanho e solidão; um verde Brasil beija o meu Chile,
cobre e mineral.Subo do sul
até as entranhas da América e total,pura raiz de um grito
destinado a crescere a se espalhar.
Todas as vozes, todas.Todas as mãos, todas.
Todo o sangue pode ser canção ao vento.
¡Canta comigo, canta,irmão americano!
¡Libera sua esperançacom um grito na voz!”
— MERCEDES SOSA, “Canción con Todos”. ⸺(Compositores: ARMANDO TEJADA GÓMEZ y CESAR ISELLA)
MENDOZA, 3 DE NOVEMBRO DE 2016.
28/52
29
“Até que tenhas amado um animal, uma parte de tua alma permanecerá adormecida.”
— ANATOLE FRANCE ⸺(citado pela Juíza MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO no Habeas Corpus nº P-72.254/15)
cedo ainda. Mendoza dorme. Aqui e ali veem-se luzes morrediças
nas varandas das casas, relutando em acordar o dia. Um ou outro
trabalhador madrugueiro caminha encolhido levando as mãos nos
bolsos dos casacos para enganar o frio, soltando pela boca
pequenas nuvens de fumaça como chaminés de locomotivas apressadas
rasgando os trilhos de uma estrada imaginária. Ao longe, um cachorro vadio
ladra por nada, talvez assustado, talvez incomodado com a presença da lua
que teima em esticar a noite, quem sabe simplesmente celebrando a
esplêndida aventura de acordar vivo e com saúde. Uma brisa gelada soprada
do Aconcágua invade a soleira das portas, escorre pelas frestas das casas e
convida as pessoas a atiçarem o fogo nas lareiras, deixando para mais tarde a
luta pelo pão. Quem podia, fechava as cortinas, se enrolava nos roupões
quentes de alpaca tecida nos teares das vilas no sopé dos Andes de cumes
brancos e ameaçadores e aproveitava a quentura da lenha.
É
Como fazia todos os dias desde que fora alçada ao Terceiro Juizado
de Garantias, a dra. MARIA ALEJANDRA acordou às seis da manhã. Enquanto
fervia a água para a yerba mate, lavava a calabaza e a bombilla que foram de seu
pai. Botou na vitrola da sala de poucos móveis um disco de Mercedes Sosa,
bem baixinho para não acordar Javier e Pilar, duas pedras preciosas que o
Destino pusera em seu caminho no garimpo dos seus trinta e poucos anos.
Depois, foi banhar-se.
As sessões só começavam às nove, mas ALEJANDRA gostava de
chegar bem cedo ao gabinete para reler os autos dos processos pautados para
29/52
30
o dia, fazer um conserto ou outro na redação dos julgados, ajuntar alguma
jurisprudência mais atual ou refletir sobre a justiça da sua decisão. E, por fim,
aconselhar-se com Deus nos cinco minutos que antecediam o momento em
que a secretária de audiências batia educadamente à porta para dizer
“Doutora, está na hora”.
O coche passaria por sua casa dentro de cinco ou dez minutos, mas
hoje, excepcionalmente, tinha de passar um pouco mais cedo porque teriam
de desviar-se dois ou três palmos de um caminho tantas vezes percorrido para
dar carona a CONSTANZA VILLALBA, sua colega no Terceiro Juizado. Com um
delicado pincel de pelos de lontra esmaeceu o blush das maçãs do rosto até
torná-lo quase imperceptível na pele rosada, um pouco mais corada que de
costume por conta do sopro gelado que vinha do Aconcágua. Mirou-se no
espelho, percebeu que os anos de judicatura tinham cobrado um preço alto. Já
não tinha o viço da mocidade. ¿Em que lugar do caminho perdera aquele
sabor de fruta madura? “É, ALEJANDRA — disse para si mesma —: “El tiempo
pasa, nos vamos poniendo viejos. Yo el amor no lo reflejo como ayer”.
Escovou demoradamente os cabelos, delineou o contorno dos lábios com um
baton discreto, apenas para reforçar o carmim dos lábios. Pouco a pouco foi
emoldurando aquele rosto bonito que fazia os advogados torcerem o pescoço
quando transitava pelos corredores do fórum. Na sobrancelha esquerda ainda
se via uma pequena cicatriz, herança dos tempos em que corria distraída com
Ezequiel, o irmão mais velho, pelas plantações de uva da bodega de seu avô.
Cantarolava baixinho aquela doce música andina que lhe trazia de volta a
dureza da infância entre inocentes pescarias no riacho gelado aos pés da
cordilheira, o fogão de lenha e a saudade doída de Santiago, o pai, que os
capangas de Juan Carlos Onganía levaram para os braços de Deus numa noite
chuvosa.
Nunca mais foi visto.
30/52
31
O motorista chegou às sete e, como de costume, aguardou fora do
carro fumando um cigarro e tiritando de frio. Quando ela trancou a porta da
casa e forçou a maçaneta para ver se os filhos estavam realmente seguros, o
motorista deu uma última tragada, apressou-se em esmagar com os pés a
guimba de cigarro e abriu-lhe o coche com um efusivo “¡Buenos dias,
Excelência. Que a senhora tenha um dia abençoado!”. Alejandra agradeceu
com um sorriso tímido, de canto de boca, e entrou no carro. Encostou a
cabeça no vidro da janela e começou a embaçá-lo de propósito com o hálito
quente da yerba mate que teimava em deixar na boca um sabor adocicado.
Seguiram pela Mariano Moreno e, em certo ponto, pediu ao condutor que
dobrasse à direita, na Pascual Segura. Pararam defronte a uma pracinha triste e
descuidada, decorada com balanços de criança já gastos na pintura desbotada
de tanto uso e tanto tempo. Tirou o celular da bolsa, discou, alguém atendeu
do outro lado. Disse: “Pronta?”. E logo CONSTANZA apareceu na porta do
prédio. Desceu rapidamente a escadinha que dava para a rua e se dirigiu para o
coche com uma papelada debaixo do braço. “¡Buenos dias! ¡Buenos dias!”,
disse, mas apenas o motorista respondeu-lhe. ALEJANDRA espremeu-se ainda
mais junto à janela do carro, ajuntou uns papéis para dar mais espaço no
banco à amiga e continuou absorta, olhando sem ver a vida da cidade passar
do outro lado do vidro. Seguiram pela San Martín até quase esquina com a
Colón. CONSTANZA ainda tentou puxar um dedo de conversa, quebrar o
desconforto daquele momento, mas, sentindo que a amiga só estava presente
de corpo, e não de espírito, calou-se e abriu seu laptop. Gastou o resto da
viagem verificando os e-mails da noite anterior. Pararam defronte o tribunal.
Desceram, tomaram o elevador privativo e, no 3º Piso da Ala Norte, onde
cada uma tinha o seu bunker, ALEJANDRA virou-se para a amiga, e disse:
⸺ Escute, CONSTANZA. Acho que a melhor solução é mesmo aquela
sobre qual falamos ontem à noite, por telefone. Afinal, é uma vida que está
em jogo.
31/52
32
⸺Voto com você, ALEJANDRA. Já disse que voto. Mas você conhece
o Facundo. Vai cair de pau em cima da gente, rir, zombar, fazer piadinhas
com aquela cara de paisagem que sempre faz quando quer discordar das teses
dos juízes e não tem sequer meio argumento que preste. Aquele cabrón vive
num mundo só dele, numa bolha onde só ele entra porque se julga o único
com qualidades.
⸺ Esqueça aquele sujeitinho, CONSTANZA. Ponha-se no lugar da
vítima. É a forma mais primária de saber se uma decisão é boa.
⸺ Concordo plenamente, ALEJANDRA. É isso o que digo sempre aos
meus alunos. Mas o Ministério Público leva muito a sério esse mantra de que
é o “fiscal da lei”. Quando o Facundo põe a toga, julga-se o profeta Isaías
preparando as almas de Mendoza para a chegada d’O Messias.
⸺ ¡Paciência, CONSTANZA. Paciência! Seja como for, eu, pelo menos,
tenho um consolo: à noite, boto a minha cabeça no travesseiro e durmo como
uma criança.
⸺ Ele também, ALEJANDRA. Esse é o problema.
O TERCEIRO JUIZADO
“A grandeza de uma nação e seu progresso moral podem ser julgados pela forma como seus animais são tratados.”
32/52
33
— MAHATMA GANDHI⸺(citado pela Juíza MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO no Habeas Corpus nº P-72.254/15)
embro-me como se fosse hoje. Às nove em ponto, o pregoeiro do
Terceiro Juizado premiu afoitamente a campainha da sala pedindo
silêncio. Havia em tudo um bulício insuportável. Compreensível, é
certo, mas ainda assim desnecessário. O auditório estava apinhado de gente.
Estudantes, advogados, representantes de ONGs, observadores
internacionais, professores, cientistas, membros da imprensa local e
estrangeira, curiosos, eclesiásticos. Mendoza inteira estava ali espremida
naquela sala àquela hora da manhã. O Fiscal de Estado Luis Facundo
Martinez Sanchez já estava na sua escrivaninha ao lado direito da mesa de
audiêncas há mais de meia hora, fingindo ler alguma coisa de grande
importância e desfrutando de um pedaço de fama que não lhe pertencia, mas
que a sua incógnita presença mentia que sim. Um a um os juízes foram
chegando e tomando assento, ajeitando-se nas cadeiras de espaldar alto,
ajustando os microfones, dispondo a papelada segundo a ordem que lhes
parecia mais adequada. ALEJANDRA foi a última a entrar. Tinha o olhar sereno e
a alma leve. Os presentes levantaram-se, em respeito à Corte, mas ALEJANDRA,
com um sorriso simpático e acolhedor, fez sinal com a mão para que se
sentassem. Quando todos se acomodaram nas cadeiras, com exceção de um
punhado de gente em pé pelos corredores laterais da sala, a magistrada deu
bom dia a todos e pediu que Deus os abençoasse para que, ao final, apenas a
justiça prevalecesse. Perguntou aos colegas e ao Fiscal de Estado se tinham
alguma objeção à ata da sessão anterior. Como ninguém levantou qualquer
óbice, declarou-a aprovada. Com um leve aceno de cabeça, pediu ao meirinho
que iniciasse o pregão do dia.
L
O pregoeiro disse:
33/52
34
— PROCESSO nº P-72.254/15. Habeas Corpus. Paciente/ impetrante:
CECÍLIA; Impetrada: Cidade de Mendoza, aqui representada pelo douto Promotor
Público Dr. Luis Facundo Martinez Sanchez.
ALEJANDRA retomou a condução dos trabalhos. Mas, antes mesmo
que abrisse espaço para a sustentação das partes, o dr. Facundo interveio:
— ¡Pela ordem, Excelência. A cidade de Mendoza trouxe aos autos
duas questões processuais que ainda não foram decididas, cujo teor o
Ministério Público reitera agora. A primeira é: esta ação deve ser liminarmente
extinta porque carece do seu elemento mais importante: a existência de uma
pessoa humana num dos seus polos. V. Exª obviamente não desconhece que o
habeas corpus tem como endereço natural as pessoas humanas, e não os
animais, que, para a nossa lei, são coisas, como está no art.227 do Código Civil.
Por outro lado, não há uma detenção “desautorizada” da paciente, como está
dito na petição inicial, e o direito de ir e vir é prerrogativa dos seres humanos.
Não há, portanto, ato ilegal algum que justifique o manejo desta ação. É
elementar na doutrina que se não há capacidade processual, não há capacidade
jurídica e a ação deve ser extinta. É o que a Cidade de Mendoza reitera nesta
oportunidade.
⸺ Em minha opinião, Dr. Facundo ⸺ ALEJANDRA respondeu-lhe de
modo didático ⸺, não é possível sustentar juridicamente que o ato de enjaular
um ser vivo contra a sua vontade seja legítimo. É ilegítima toda obra humana
que não cumpra a sua finalidade.
O dr.Facundo rebateu:
— Divirjo, respeitosamente, Excelência. Não se pode acusar de
ilegítimo o ato jurídico de 1897 que criou o zoológico de Mendoza. CECÍLIA foi
incorporada ao zoológico na forma da lei então vigente.
Sem se abater, ALEJANDRA disse:
— Obrigada por sua intervenção, Dr. Facundo. —Devo respeitar o
principio da congruência. Uma situação de fato foi trazida a este tribunal
34/52
35
pedindo que, pelas mãos da Justiça, se fizesse cessar uma agressão. A mim,
como juíza, cabe qualificar juridicamente a pretensão e os fatos provados na
causa, tanto mais que, como se verá ao final, não adotarei nenhuma imputação
penal, de modo que não se trata de aplicar o princípio “nullum crimen, nulla
pena”.
— Como fiscal da lei, Excelência, cabe a mim verificar se os fatos
trazidos pelas partes podem ser veiculados nas ações existentes num extenso
cardápio jurídico, e me parece que a pretensão aqui deduzida não cabe na ação
proposta.
— Como juíza da causa, Dr. Facundo, cabe a mim dizer se V.Exa.
tem ou não razão. A despeito de suas boas razões, Dr. Facundo, entendo que
o caso, tal como proposto, envolve a proteção de um bem ou valor coletivo.
Considero, também, que, pelas razões particulares e processuais que a causa
oferece, não só estou autorizada como obrigada a resolver a questão de fundo.
Desde 1944 a Constituição Nacional reconhece expressamente uma nova
categoria de direito: os direitos coletivos, aludindo, entre outros, ao direito ao
ambiente. CECÍLIA integra la fauna silvestre de nuestro país y que, por tanto,
está comprendida en el alcance de la ley nacional 22.421 de protección de la
fauna silvestre, a la que adhirió nuestra Provincia mediante la ley 4602.
Adelantémonos a recordar que el art. 3° de la ley 22.421 dispone que a los
fines de la ley se entiende por “fauna silvestre” a los animales “bravíos o
salvajes que viven bajo control del hombre, en cautividad o semicautividad”.
Pues, bien, el art. 1° de la ley declara “de interés público” la protección y
conservación de la fauna silvestre. Pelas particularidades que a causa oferece,
considero que não só estou autorizada, mas obrigada a resolver a questão de
fundo.
O dr. Luis Facundo voltou a interpelá-la:
— Que seja, Excelência, mas temos uma questão de ordem que
devemos decidir antes de qualquer outra consideração de mérito. Trata-se de
35/52
36
um habeas corpus, e V.Exa.sabe que essa lei não protege animais. Serve,
exclusivamente, à pessoa humana. A pessoa humana é o endereço dessa lei.
A dra. ALEJANDRA respirou fundo, e ponderou:
— Conheço as leis deste país, dr. Facundo. O que devemos
responder é simples: ¿o animal, por acaso, não é um ator involuntário no
teatro do direito humano?
E a essa pergunta incômoda, ela mesma responde:
— Os zoológicos são palcos onde, por dinheiro, os grandes símios
são expostos à visitação dos seres humanos. Os grandes macacos nascidos em
liberdade são capturados e vendidos por grandes quantias de dinheiro.
¿Queriam isso? ¡Obviamente, não! Logo, são objetos involuntários do direito.
Ou seja: atores involuntários no teatro do direito humano. Um teatro de
absurdos, eu diria. Reconhecê-los como sujeitos de direito é a melhor forma
de incluí-los e protegê-los como seres que pensam e sentem, e não como
simples coisas.
— Uma boa tese, Excelência. Mas, não mais que isso. Não resolve
coisa alguma — o dr. Facundo rematou a intervenção—.Creio não ser supérfluo
lembrar que, como magistrada, V.Exa. apenas aplica as leis existentes no país.
Não as escreve. Sua decisão é claramente contraditória ao espírito das leis que
jurou respeitar.
ALEJANDRA sorriu, e respondeu:
— É uma boa tese, Excelência. Nada além disso. Mas não resolve
coisa alguma. Não vejo onde minha decisão contrariaria a legislação que
manda proteger o patrimônio cultural e natural do país. Penso que, diante das
condições de cárcere em que CECÍLIA vive no zoológico de Mendoza, o melhor
é autorizar sua remoção para outro país, onde possa viver com mais
dignidade.
— Continuo pensando que não há legitimação para a causa e que a
ação é imprópria, Excelência — disse o Fiscal de Estado.
36/52
37
— Os fatos denunciados exigem posição enérgica e rápida, dr.
Facundo. Não há tempo para grandes discussões doutrinárias. Toda ação que
cause dano a um valor coletivo deve cessar o mais rapidamente possível. A
Suprema Corte de Buenos Aires já disse que a prevenção ambiental tem
importância superior à que se outorga a outros ambientes porque a agressão
ao meio ambiente provoca lesão irreversível que atinge, obviamente, a
qualidade de vida dos seres humanos e de todos os demais seres vivos.
Fazemos parte de um só ecossistema.
— Será uma decisão nula, Excelência, porque proferida numa causa
impossível — respondeu-lhe Facundo.
E, como que para esfriar o ímpeto do Fiscal, ALEJANDRA remarcou:
― Adianto que decidirei no sentido de autorizar o traslado de
CECÍLIA para um destino melhor, fora do nosso país.
Era tudo o que Facundo queria ouvir. Retrucou:
— Ou seja: V.Exa. prefere entregar um animal que pertence à nossa
riqueza ambiental aos cuidados de estrangeiros, sem nenhuma garantia de que
estará melhor lá do que aqui...
ALEJANDRA rebateu o Fiscal:
— O laço espiritual que vincula uma comunidade aos seus animais
não depende da proximidade física, mas da intensidade com que essa relação
de amor e cuidado é vivida. CECILIA não deixará de ser integrante do nosso
patrimônio ambiental só porque estará longe. Estou convencida de que se a
comunidade de Mendoza estiver ciente dos motivos que me levaram a assim
decidir, ficará satisfeita em saber que, atuando coletivamente como sociedade,
pudemos dar a CECÍLIA a vida que merece. Se lhe assegurarmos seu bem-estar,
não será CECÍLIA quem estará em débito conosco, mas nós é que estaremos em
débito para com ela por nos ter dado a oportunidade de crescer e de nos
sentirmos um pouco mais humanos.
A cada momento mais impaciente, Facundo replicou:
37/52
38
— Apesar de seus bons propósitos, Excelência, insisto que a ação é
imprópria e deve ser extinta.
ALEJANDRA contra-atacou:
— A legitimação deve ser-lhe reconhecida em virtude da aplicação
direta ou analógica, segundo o caso, de variadas normas de fundo e
processuais, como será visto.
Com um sorriso irônico, Facundo registrou:
— OK, Exa. Aceitemos como premissa inicial dos debates que haja
legitimação ativa, embora eu continue pensando que não há. Resta a questão
da impropriedade da ação.
ALEJANDRA, naquele momento, embora a ponto de explodir por
dentro, esticou a corda para ver até onde Facundo pretendia provocá-la:
— V.Exa. tem toda razão. Expostos sucintamente os princípios
inspiradores da ação de Habeas Corpus, devemos resolver se a via eleita é
correta. Penso que sim. Nas causas em que está em jogo o direito coletivo à
preservação do patrimônio natural e cultural, qualquer um que se sinta
prejudicado pode agir, em seu nome ou em nome do outro. O juiz atua para
“proteger efetivamente o interesse geral”.
Inconvencido, Facundo disparou:
— Desculpe-me se a incomodo com questões acadêmicas, Sra.
Juíza — ironizou Facundo —, mas me parece que essas questões que V.Exa.
reputa “tão importantes” podem ser deixadas para depois, para o mérito. Por
ora, temos apenas de decidir se a ação é própria.
— Como bem o disse, dr. Facundo — respondeu-lhe ALEJANDRA —,
essas suas questões são acadêmicas. Não é possível adiar ou negar uma
decisão de mérito que resolva o conflito e contribua para restaurar a harmonia
social entre seus protagonistas. Não obstante os avanços, o homem não se
preocupa com os animais no cenário natural em que transcorre a sociedade
humana. Os operadores do Direito também não se perguntam se os animais
38/52
39
são sujeitos de direitos. Para mim, o habeas corpus é o meio constitucional
idôneo para proteger a liberdade de ir e vir de CECÍLIA. Esta garantia encontra-
se prevista no art.18 da Constituição Nacional.
CECÍLIA
C“O homem só será nobre quando se apiedar de todas as criaturas viventes.”
— BUDA ⸺
39/52
40
(citado pela Juíza MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO no Habeas Corpus nº P-72.254/15)
espondidas todas as questões do Fiscal de Estado, ALEJANDRA tornou a
virar-se para a tribuna: R— Concedo a palavra à paciente CECÍLIA¿ Está presente?
Mas, antes que a paciente assomasse à tribuna, Facundo voltou à
carga:
— ¡Data venia, Excelência! O Ministério Público tem objeção ao
fato de que a própria paciente se defenda nos autos. Não há previsão legal
para essa providência que V.Exa. alvitra, a menos que a paciente seja também
advogada.
— ¿E o que V.Exa. sugere, doutor Facundo?
— Sugiro que V.Exa. se limite a cumprir a lei — respondeu-lhe o
Fiscal, rispidamente.
— Concordo, Excelência. Concordo plenamente. E já que nisso
estamos de acordo, isto é, de que devo cumprir a lei, e considerando que a
Constituição e as leis deste país me mandam fazer justiça, pois é para isso que
o Estado me paga, não vejo outra forma de fazê-lo senão ouvindo os dois
lados porque V.Exa. bem o sabe que toda verdade, assim como as moedas
que carrega no bolso, tem dois lados.
— Ou seja — disse Facundo —: agora V.Exa. está transformando
macacos em gente...
O auditório esboçou um sorriso sem graça. ALEJANDRA olhou
friamente nos olhos do Promotor, e disse:
⸺ Creia-me, dr. Facundo: mesmo que eu tivesse esse poder jamais
faria uma coisa dessas porque conheço bem o coração dos humanos e posso
lhe afiançar que seria uma ofensa imperdoável para com os animais.
Os estudantes se desmancharam numa gostosa gargalhada.
ALEJANDRA prosseguiu: 40/52
41
⸺ V.Exa. parte de uma premissa equivocada. A pessoa ⸺ inclusive
o ser humano ⸺ não nasce por obra e graça do direito ou porque o Estado
assim o decide. O ser humano é pessoa, sujeito de direito, porque é de carne e
osso, nasce, sofre e morre, bebe e joga e dorme e pensa e deseja. A maioria
dos animais e, especificamente, os grandes símios, é também de carne e osso:
nascem, sofrem, bebem, jogam, dormem, têm capacidade de abstração,
desejam, são gregários, etc. Nesta ação, não se quer igualar os seres que
sentem a seres humanos, como tampouco se quer elevar à categoria de
pessoas todos os animais ou flora ou fauna existentes, mas apenas reconhecer
que primatas são pessoas não humanas, sujeitos de direitos não humanos e
que possuem um catálogo de direitos fundamentais que deve ser objeto de
estudo e classificação pelos órgãos estatais competentes, tarefa que extrapola o
âmbito jurisdicional. Os animais têm direitos fundamentais e uma legislação
que os protege na situação em que se encontram, de acordo com o grau
evolutivo que a ciência determinou que podem alcançar.
⸺ É uma questão de ponto de vista, Excelência ⸺ resmungou o Fiscal.
⸺ Concordo, dr. Facundo. ¿Mas, o que é o Direito senão uma
questão de pontos de vista? ¿Apenas o ser humano pode ser considerado
pessoa e por isso ser sujeito de direito? ¿O homem é o único que possui
capacidade de direito? Homens e animais são todos da mesma espécie. A
diferença é que os homens têm capacidade política. Não é correto classificar
animais como coisas. É da natureza das coisas serem objetos inanimados. Os
especialistas são unânimes em reconhecer a proximidade genética entre
chimpanzés e homens e acrescentam que também os chimpanzés têm
capacidade de raciocínio, inteligência, consciência de si mesmos, diversidade
de culturas, jogos mentais, formas de disputa, uso e fabricação de ferramentas
para obtenção de alimentos ou para resolver problemas da vida cotidiana,
capacidade de abstração, habilidade para comunicar-se por símbolos,
consciência para expressar emoções tais como alegria, frustrações, desejos ou
41/52
42
enganos, organização coordenada para lutas e emboscadas de caça, habilidades
metacognitivas, status moral, psíquico e físico, cultura própria e sentimentos de
afeto.
O dr. Facundo olhou friamente para a juíza, mas, desta vez,
manteve-se ironicamente em silêncio.
—¿Onde está a paciente CECÍLIA? — Alejandra perguntou no vazio. Já
que seu defensor não se apresentou, ¿por acaso deseja sustentar as suas razões
da tribuna?
Os presentes entreolharam-se, procurando uns nos olhos dos
outros quem seria a paciente que teimava em não se apresentar à tribuna.
Nisso, puxada pelo pescoço por uma grossa corrente pelo
funcionário do Zoológico de Mendoza, e caminhando com dificuldade,
CECÍLIA, uma chimpanzé de trinta anos de idade, magra, visivelmente
enfraquecida por maus-tratos, assomou à tribuna. O auditório inquietou-se,
revirou nas cadeiras, ameaçou rir. Não acreditava no que via.
Impassível, a juíza ALEJANDRA dirigiu-se ao funcionário do
zoológico:
— ¿Por que o senhor prende CECÍLIA numa corrente, senhor
funcionário?
— Porque recebi ordens, senhora — respondeu-lhe.
— Compreendo. ¿Se eu mandar que o senhor pule de cabeça do
alto desta sala até a calçada da avenida San Martín, o senhor pulará?
— Certamente não, doutora.
— ¿E por que não, se eu lhe dei essa ordem?
— Porque não me parece razoável, doutora.
— É justo — disse —. Devo então supor que é possível fazer um
filtro entre o que é razoável e o que é irrazoável antes de cumprir uma ordem.
¿Estou certa, senhor funcionário?
42/52
43
O funcionário escondeu-se no silêncio. ALEJANDRA retomou a
conversa:
—¿Há quanto tempo o senhor lida com esse animal, senhor
funcionário?
— Há quase dez anos, Excelência.
—¿E, nesses quase dez anos, alguma vez esse animal comportou-se
de modo cruel, imprevisível, violento, desrespeitoso, ingrato ou perigoso?
— Que me lembre, não, Excelência. É um animal extremamente
dócil, embora triste e sem vontade de viver.
—¿E lhe parece razoável que um animal extremamente dócil viva
acorrentado desse jeito, senhor funcionário?
— Para ser sincero, não, Excelência.
— Então, se o animal não oferece perigo e é extremamente dócil, a
ordem de acorrentá-lo não me parece razoável. ¿Concorda comigo?
— Vistas as coisas por esse ângulo, Excelência, concordo. A ordem
não é razoável.
— ¿Então, já que o senhor não vai pular daqui, mesmo que eu
mande, porque isso não lhe parece razoável, e se não lhe parece razoável a
ordem que o senhor recebeu de acorrentá-la, o senhor poderia, por favor,
livrá-la desses grilhões?
Pego na sua própria emboscada, e de má-vontade, o funcionário do
zoológico tirou da cintura um molho de chaves e destrancou a anilha que
prendia a corrente ao pescoço de CECÍLIA.
A Dra. ALEJANDRA pediu-lhe que se sentasse e, em seguida, dirigiu-se
a CECÍLIA:
— Muito bem, CECÍLIA. Agora estamos em paridade de armas. Pelo
menos momentaneamente, estamos livres das algemas que alguém, baseado
em alguma lei que não conheço, mandou que nos colocassem para aprisionar
a nossa alma. É assim também com a espécie que a Ciência chama “humana”,
43/52
44
e há algemas sem ferros que são muito piores que essa. Dou-lhe a palavra pelo
tempo que precisar.
O dr. Facundo, completamente ensandecido, levantou-se,
desplugou o microfone da base sobre a mesa, e, quase aos gritos, esbravejou:
— ¡Data venia, Excelência. Data maxima venia! O que estamos
vendo aqui é a mais completa insanidade. ¿Onde V.Exa. pensa que está?
¿Num zoológico? ¿Num circo de horrores? ¿Num espetáculo da Broadway?
¿Em que mundo V.Exa. pensa que vive?
Como se fosse de pedra, a dra. ALEJANDRA respondeu-lhe:
— Em primeiro lugar, dr. Facundo, contenha-se. O Sr. está prestes
a ter um infarto e eu não quero ser acusada de ter concorrido para a sua
morte.V.Exa. vai fazer muita falta a este tribunal, caso isso aconteça.
O auditório caiu na gargalhada.
A dra. ALEJANDRA continuou:
— Respondendo, objetivamente, às suas perguntas, eu penso que
estou exercendo exatamente o cargo para o qual prestei um concurso
rigorosíssimo. E também penso que vivo num mundo desigual, injusto e cheio
de defeitos, e não nessa bolha perfeita onde V.Exa. habita e que transforma
todo dia num feudo particular. E agora, dr. Facundo, se o douto Ministério
Público não se importar, vou dar a palavra à paciente.
Virou-se para a tribuna, abriu um sorriso largo, e disse:
— Somos todos ouvidos, CECÍLIA. Conte-me que distâncias os seus
pés tiveram de pisar para trazê-la até aqui.
E, para o espanto de todos, CECÍLIA falou:
— Senhora Presidente, senhores juízes, culto doutor Luis Facundo,
senhores presentes. No Preâmbulo da Constituição desta Nação argentina está
dito o seguinte:
— “Invocando a proteção de Deus, fonte de toda razão e justiça; ordenamos,
decretamos e estabelecemos esta Constituição, para a Nação Argentina.”
44/52
45
Se Deus é a fonte de toda razão e de toda justiça, quero crer que
tudo o que está escrito na nossa Constituição é fruto da vontade d’Ele e nada
tenha sido feito sem o seu consentimento porque o que está ali é justo e
razoável.
O artigo 15 dessa mesma Constituição diz o seguinte:
—“Na Nação Argentina não há escravos: os poucos que hoje existem são
livres a partir do juramento desta Constituição; lei especial especificará as
indenizações a que esta declaração dará lugar. Todo contrato de compra e venda
de pessoas é crime dos quais serão responsabilizados todos os que o celebrarem e
o escrivão ou funcionário que o autorizar. Os escravos que de alguma maneira
forem introduzidos serão declarados livres apenas pelo fato de pisarem o
território desta República”.
É da vontade de Deus, concluo, que todos os que vivem em solo
argentino sejam livres, e todos os que contrariarem essa vontade sejam
punidos, especialmente aqueles que compram e vendem pessoas. Qualquer
que seja a condição anterior do estrangeiro que aqui chegue, basta pôr o pé
neste solo para que o seu maior bem lhe seja imediatamente devolvido ou
assegurado: a sua liberdade.
Digo mais. O art.16 dessa Carta promete:
—“A Nação Argentina não admite prerrogativas de sangue nem de
nascimento; não há foro privilegiado nem títulos de nobreza. Todos os seus
habitantes são iguais perante a lei”.
Se está dito que “todos os seus habitantes são iguais perante a lei”, é da
vontade de Deus que nenhum ser vivo que habite o sagrado chão argentino
seja mais igual que o outro. Notem, Senhores, que a Constituição argentina
não faz nenhuma diferença entre pessoas humanas e não humanas. Ali está dito
que aqui neste chão portenho não há escravos, e qualquer um que pise estas
terras, dos Andes ao mar, torna-se automaticamente livre. A Carta Magna — a
nossa Carta Magna — diz que não há privilégios de sangue ou de nascimento
45/52
46
nem títulos de nobreza ou foro privilegiado. Na origem, portanto, o sangue
que corre em minhas veias é da mesma cor e da mesma consistência do
sangue que corria nas veias dos que escreveram a nossa Constituição e corre
agora nas veias de cada um de nós aqui presente, inclusive e especialmente nas
veias do incansável dr. Promotor Facundo. Não importa se um é pobre e o
outro rico; não importa se um é herdeiro do baronato e outro trabalha nas
fábricas, na colheita da uva, na ordenha das ovelhas aos pés do Aconcágua.
Todos são iguais. Deus quis, e a Constituição quer, que onde houver vida em
solo argentino haja igualdade e liberdade. Há muito, meus pais, dos quais
tenho pouca lembrança, foram caçados e vendidos como coisas. No zoo de
Mendoza sou uma coisa exótica, curiosa, engraçada, em quem as crianças
jogam restos para o riso dos adultos. Se perguntarem por que fizeram isso,
dirão que o fizeram porque alguém mandou fazer e se alguém mandou fazer
era porque estava autorizado a fazê-lo. Pois bem, senhores: ¿quem autoriza a
autoridade? ¿Que ordem nômica é essa que autoriza um animal humano
prender como escravo um animal não humano e confiná-lo numa jaula para
que sirva de bobo da corte na visitação pública de uma manhã de domingo?
O dr. Facundo se irritava visivelmente, balançava negativamente a
cabeça e ameaçava deixar a sessão. Incomodada, “CECÍLIA” interrompeu a
sustentação, ao que ALEJANDRA, percebendo o seu desassossego, disse:
— Continue, CECÍLIA. Continue. Estávamos no ponto em que você
nos explicava o art. 16 da nossa Constituição. Continue, por favor.
E CECÍLIA continuou:
— Excelência, nasci no cárcere. Não sei o que é nadar num rio,
balançar numa árvore de verdade, comer uma fruta no pé. Não conheci meus
irmãos, não sei se estão bem e se são felizes. Tudo isso me foi negado por um
crime que nunca cometi. Pior que isso: essa sentença me foi dada por alguém
que não está investido da autoridade de punir. O art. 18 da Constituição, que
tanto elogiamos quanto desrespeitamos, diz que
46/52
47
“Nenhum habitante da Nação pode ser punido sem julgamento prévio fundado
em lei anterior ao fato do processo, nem julgado por tribunais de exceção e
excluídos da ação dos juízes designados pela lei antes do fato da causa.
Ninguém é obrigado a provar contra si mesmo; nem será preso senão por ordem
escrita de autoridade competente. A defesa judicial da pessoa e dos direitos é
inviolável. São abolidos para sempre a pena de morte por causas políticas, toda
espécie de tortura e açoites. As prisões argentinas serão sadias e limpas, para
segurança, e não para castigo dos prisoneiros; toda pena que a pretexto de
segurança passe do necessário será da responsabilidade do juiz que a
autorizar”.
Nada disso me foi garantido até agora. Perdi meus companheiros
de cárcere e vivo na solidão. CHARLY, meu amigo, morreu em julho de 2014.
Dizem que vítima de uma parada cardíaca. ¿Será mesmo? XUXA morreu em
janeiro de 2015. Dizem que de causas naturais. ¿Será mesmo? Minha vida tem
sido de completa solidão e isso me levou à depressão e pode me levar à
loucura. Minha cela, aquilo que chamam de “casa”, é um cubículo imundo.
Não há palhas para dormir, não há objetos com os quais possa me exercitar, a
comida é de péssima qualidade e pobre de nutrientes. Não há um bebedouro
próprio e minha cama é de cimento duro, sem cobertor. No verão, a
temparetura interna sobe a 40°; no inverno, desce a 0°. A chuva e a neve são
frequentes.
— Muito bem, CECÍLIA. Por favor, conclua o seu raciocínio. Seu
tempo está se esgotando:
— Obrigada, Excelência. Concluo dizendo que é imprescindível
ressaltar que a Declaração Universal dos Direitos dos Animais, elaborada em
1977 pela UNESCO e aprovada pela Organização das Nações Unidas,
reconhece aos animais direitos e, especificamente no seu art. 4º, prevê que:
“Todo animal pertencente a uma espécie selvagem tem direito de viver livre em
seu próprio ambiente natural terrestre, aéreo ou aquático, e a reproduzir-se.
47/52
48
Toda privação de liberdade, inclusive para fins educativos, é contrária a este
direito.”
Deste modo, no âmbito internacional, reconhece-se expressamente
que os grandes símios, entre outras espécies, têm o direito de viver em
liberdade. O fato de que nos ocupamos aqui é que no Zoológico de Mendoza
vivo em uma jaula de pequenas dimensões, impróprias para um primata do
meu tamanho, onde o sol bate em apenas poucas horas do dia durante o
inverno e faz calor extremo durante o verão. Este Tribunal realizou inspeção
de surpresa ao zoo de Mendoza e pôde comprovar que eu me encontrava
num cantinho porque unicamente ali batia sol. O bebedouro da jaula estava
vazio e eu contava apenas com algumas bolas e pneus de carro para brincar.
Nas paredes de cimento de minha jaula havia alguns desenhos rústicos
imitando árvores e arbustos para que eu tivesse a ilusão de viver no meu
habitat. E isso se dava não porque o pessoal do zoo não tivesse cuidado, mas
porque não há dinheiro. A vida de um primata é quase impossível ali. ¿Uma
jaula, por maior que seja, é um lugar adequado para se viver? Muito obrigada”.
¡TOMA O TEU CORPO!
“Podemos julgar o coração de uma pessoa pela forma como trata os animais”
— IMMANUEL KANT— (citado pela Juíza MARIA ALEJANDRA MAURÍCIO no Habeas Corpus nº P-72.254/15) F
48/52
49
ez-se um silêncio profundo em toda a sala.
Desta vez, nem mesmo o promotor Facundo disse coisa alguma. A
dra. ALEJANDRA refletia, cabisbaixa, sobre tudo o que acabara de ouvir, a
cabeça pesadamente repousada nas mãos cruzadas sobre a testa. Recobrando-
se de umas lonjuras a que as suas reflexões a levaram, ALEJANDRA quebrou o
silêncio, e disse:
⸺ ¿Animais são sujeitos de direito? Sim. Penso que sim. O
chimpanzé não é uma coisa, não é um objeto do qual se dispõe como se
dispõe de um carro, de uma geladeira, de um apartamento. Não podem ser
expostos como obra de arte feita pelo homem. Os grandes símios são sujeitos
de direitos e titulares de direitos inerentes à sua condição de ser que sente.
Esta afirmação pode parecer contrária ao direito positivo vigente, que os
define como “coisas”, mas é uma questão de pura aparência, exposta por
alguma parte da doutrina que não se dá conta da clara incoerência do nosso
ordenamento jurídico que, por um lado, afirma que os animais são coisas, para
logo em seguida protegê-los contra maus-tratos, inclusive no aspecto penal.
Criar leis para proibir maus-tratos é o mesmo que admitir que animais são
seres sensíveis. Esse sofrimento deve ser evitado. Quem o inflige deve ser
punido. Na minha opinião, CECÍLIA, o mais correto seria fazer cessar para
sempre todo tipo de cativeiro para exposição ou entretenimento, já que
animais são sujeitos de direitos não humanos e, como tais, possuem o direito
inalienável de viver em seu habitat, a nascer em liberdade e de conservá-la.
Não basta, porém, proibir maus-tratos. A desídia humana no estudo dos
direitos não humanos dos grandes símios não é mais do que uma verdadeira
demonstração de indignidade. Devemos cuidar de sua preservação e do seu
ecossistema porque disso depende a nossa própria sobrevivência, já que
dividimos com os grandes símios entre 94 e 99% do mesmo DNA. Somos
iguais nas nossas diferenças e habitamos o mesmo ecossistema.
E concluiu:
49/52
50
⸺ Entendo suficientemente claros os critérios pelos quais este
Tribunal considera os grandes símios sujeitos de direitos não humanos.
Dito isto,
Decido:
I — Julgar procedente a ação de Habeas Corpus.
II — Declarar a chimpanzé CECÍLIA, atualmente alojada
no zoológico da Província de Mendoza, sujeito de direitos não humanos.
III — Autorizar a remoção de CECÍLIA para o Santuário de
Sorocaba, no Brasil, o que deverá ser feito antes do início do outono.
IV — Pedir aos vereadores de Mendoza que deem às
autoridades meios para que cessem o encarceramento indigno de animais
naquele zoo, notadamente elefantes africanos e asiáticos, leões, tigres e ursos
pardos, entre outros, e de todas aquelas espécies exóticas que não pertencem
ao âmbito geográfico e climático de nossa comunidade.
V — Recordar as seguintes reflexões:
• “Podemos julgar o coração de uma pessoa pela forma como ela trata os
animais.”
— IMMANUEL KANT—
• “Até que você tenha amado um animal, uma parte da tua alma
permanecerá adormecida.”
—ANATOLE FRANCE—
• “Um homem só será nobre quando se apiedar de todas as criaturas vivas.”
— BUDA—
• “A grandeza de uma nação e seu progresso moral podem ser julgados pela
forma como seus animais são tratados.”
— GANDHI—
CUMPRA-SE
NOTIFIQUE-SE
REGISTRE-SE
Virou-se para CECÍLIA, e disse: 50/52
51
― CECÍLIA, ¡toma o teu corpo! Segure com carinho em suas mãos
sua vida e sua liberdade. São seus direitos. Nunca se afaste deles nem permita
que ninguém os toque sem a sua permissão. Pertencem a você e a ninguém
mais. Você está livre. Seja feliz. Declaro encerrada a sessão.
Os juízes começaram lentamente a se retirar.
Um a um os presentes também foram deixando a sala em meio a
um comovido burburinho. Os estudantes discutiam teses, os doutores
punham-se em profundas querelas acadêmicas. Nenhum dos presentes era
mais o mesmo. Deixavam o Terceiro Juizado melhores do que quando
chegaram. CECÍLIA ainda ficou em silêncio no púlpito por algum tempo,
inquieta, olhando ressabiada aquele ambiente tão hostil. “Dar a cada um o
seu” ⸺ pensou ⸺ não é sinônimo de Justiça. É a maior prova de que algo está
errado nesse mundo humano, demasiadamente humano, pois se é seu, não
deveria existir quem o tomasse, nem deveria ser preciso que alguém acima
dele o devolvesse. A Cesar o que é de César.
Vendo que CECÍLIA permanecia no púlpito, Alejandra sossegou-a:
⸺ Acabou, CECÍLIA. Está livre agora. Pode ir quando quiser.
⸺ Eu sei, Excelência. Eu sei. É que a palavra “liberdade” é tão doce
que eu quero saboreá-la letra por letra: L-I-B-E-R-D-A-D-E. É, ao mesmo
tempo, tão frágil como um cristal raro, e tenho medo que se quebre ao sair
daqui. Por isso eu quis ficar ou pouquinho mais.
Depois, saiu.
Notou sobre a primeira fila de cadeiras a corrente que até há bem
pouco trazia no pescoço. Pegou-a, olhou-a detidamente, sentiu-lhe o peso, o
frio do aço e o cuidado com que os homens constroem coisas de matar,
prender, humilhar. Jogou-a com desprezo na lata de lixo e depois tomou o
caminho da rua.
Nunca mais foi vista.
51/52
52
52/52