OBRAS ESCULTÓRICAS Y PICTÓRICAS DEL TEMPLO CONVENTUAL DE
SAN MIGUEL Y SANTA ISABEL DE TRUJILLO
José A. Ramos Rubio
Cronista Oficial de Trujillo
Han desaparecido con el paso del tiempo algunas de las obras de arte que en otras
épocas hubo en el templo conventual de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo, como las
que recoge Ponz a finales del siglo XVIII: “En el convento de las Monjas de S. Miguel el
altar mayor es cosa buena, formado de tres cuerpos, el uno jónico, y los dos superiores
corintios. Las figuras de Santos pintadas en los intercolumnios, me han parecido muy
buenas, y lo es la arquitectura de los altares colaterales. Tiene también su mérito el de
Santa Ana en el cuerpo de la iglesia: es de piedra con un quadro razonable en medio,
firmado de Joseph Mera. Acaso este Mera será el de la inscripción en la casa del
Conde del Puerto”.1
Por la manera de expresarse hay que suponer que se trataba de un retablo mayor
clasicista de fines del siglo XVI. Sé tata del mismo retablo que fue citado por don Federico
Acedo en 1913.
También indica que había un cuadro firmado por José de Mera, destacado pintor
natural de Villanueva de la Serena, formado en Sevilla dentro de la tradición murillesca y
que realizó varias obras para distintas localidades de Extremadura en el primer tercio del
siglo XVIII (Villanueva de la Serena, Don Benito, Plasencia, Trujillo y Coria). Es probable
que se trate del cuadro restaurado en el taller trujillano de don José Gómez y que en la
actualidad se encuentra en la iglesia de San Martín, que representaba a la Sagrada Familia
con San Joaquín y Santa Ana (140 x 162 cms). Está firmado y fechado en el ángulo
inferior: Joseph de Mera faciebat año de 17242.
Las figuras de Santa Ana, la Virgen y el Niño componen el tema principal de la
obra, respondiendo a una estructura triangular invertida, siendo el Niño el punto central de
la obra, el más iluminado y hacia el que se dirigen todas las miradas. La escena se
desarrolla en el interior de una estancia con el suelo ajedrezado y los estrados para ubicar
sus figuras, características muy propias de Mera. Los personajes femeninos están tratados
con delicadeza, utilizando para los ropajes una variada combinación cromática de rosas y
1 Antonio PONZ, Viajar por Extremadura, tomo I, B.P.E, Universitas Editorial, Salamanca, 1983 pp.
175s. (facsímil de la obra Viage de España en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas
de saberse, que hay en ella, tomo VII, edición de 1784). 2 S. ANDRÉS ORDAX, El pintor extremeño José de Mera, en B.S.A.A.,Valladolid, 1981, tomo XLVIII,
p. 493. ID., “Nuevo cuadro de José de Mera en Trujillo, en. Norba-Arte, V, Cáceres, 1984; ID., y otros,
Monumentos artísticos de Extremadura, Salamanca, 1986, p. 230.
azules. En segundo plano vemos a San Joaquín y a San José, éste en actitud de leer un
libro, lo que resulta poco frecuente3.
En la iglesia encontramos varias esculturas. En el altar mayor existe un púlpito de
granito, donde destaca el escudo de la Orden de Predicadores con la cruz floronada y
jironada orlada de un rosario. Allí se conservan una talla de Jesús crucificado en madera
policromada, del siglo XVIII4, y una interesante talla de La Dolorosa, de expresivo
realismo, obra de la escuela castellana del primer tercio del siglo XVIII5. En dos
cuadritos pequeños junto a la imagen reza lo siguiente: “Los señores obispos, de este
obispado, D. Lorenzo Igual de Soria y D. Carillo Mayoral han concedido cada uno destos
señores 40 dias dindvlgencia rezando vn Padre Nº y vn ave Mª delante desta imagen del
Mayor Dolor”. En otro cuadro: “El Yllmº y Revmo. D. F. Franco Laso de la Vega y
Córdova, Concedió 40 días de indulgencia rezando un pntro y Ave Maria delante de esta
Sta. Imagen de N. S. Del Mayor Dolor. El Ilmo. y revmo. Sr. Dn. F. Rodrigo Antonio de
Orellana. Obispo de Ávila visitando esta capilla en 25 de agto. De 1818. Concedió por si y
otros dos Sres. obispos con quienes estaba Convenido para este efecto 120 días rezando
una Salve delante de esta Sta Imagen. Yten 40 días rezando un Responso por la intención
de S.Sª Yllma en esta Capilla. El Yllmo y revsmo. Sr. Dn Cipriano Varela, Obispo de Plasª
concedió 40 días de indulgencia rezando una Salve”. Esta imagen se veneraba en la
iglesia de la Encarnación de los Dominicos y se conocía como Virgen del Mayor Dolor.
Cuando los religiosos tuvieron que abandonar su convento, fue trasladada al Monasterio
de San Miguel, juntamente con la llamada de la Encarnación y la del Santísimo Cristo
que hoy mismo se venera en la iglesia de San Miguel. Es obra del escultor Bartolomé
Fernández Jerez, uno de los más destacados artistas en la Alta Extremadura en la
primera mitad del siglo XVIII6. Un Decreto del obispo de Plasencia don Francisco
Lasso de la Vega otorga licencia a los parroquianos para costear la pieza a partir del
propio caudal de la parroquia y de las cofradías del Buen Nombre de Jesús, el Santísimo
Sacramento, el Cristo del Desamparo y Ntra. Sra. del Mayor Dolor. La cantidad librada
durante el período 1731-1735 ascendió a la cantidad de 2.186 reales de vellón.
Curiosamente, este prelado en el tiempo que ocupó la sede placentina (1721-1728)
3 Se exhibió en la Exposición NOSOTROS, EXTREMADURA EN SU PATRIMONIO, en la iglesia de
San Francisco Javier y Centro “San Jorge” de Cáceres del 31 de octubre de 2006 al 31 de enero de 2007.
Catálogo de la Exposición (V.V.A.A.), Caja de Extremadura y Lunwerg, Barcelona, 2006, pp. 315s. 4Se trata del Cristo del Desamparo, que tenía cofradía propia establecida en la iglesia de la Encarnación,
de donde procede. 5Según Mélida: “talla policromada de siglo XVII. Es una figura de tamaño natural, sentida, realista, bien
hecha, con el rostro levantado y los brazos extendidos como en contemplación del crucificado”. J. R.
MELIDA, Catálogo monumental de España. Catálogo Monumental de la provincia de Cáceres y Badajoz. 2
tomos. Madrid, 1914-1916, p. 365.
6 Fue el autor, entre otras obras, del retablo mayor de la iglesia de Brozas. S. ANDRÉS ORDAX,
Monumentos artísticos de Extremadura, Mérida 2ª ed. revisada y ampliada, 1985, p. 129. G.
CARRASCO MONTERO, La iglesia parroquial Brozas “la Catedralina” de Santa María de la
Asunción, León, 1994, pp. 18-24. También realizó el retablo mayor de la iglesia de Serradilla y el del
Santo Cristo del Desamparo en Escurial, V. MÉNDEZ HERNÁN, Retablo del Santo Cristo del
Desamparo de Escurial (Cáceres). Una nueva obra del maestro trujillano Bartolomé Jerez”, en Norba-
Arte, tomo XVII (1997), Cáceres, 1999, pp. 299-309.
terminó a sus expensas la iglesia de los dominicos de Trujillo donde estaba colocada la
imagen del Mayor Dolor, continuó la obra de los tres lienzos del claustro, sacristía y
biblioteca, ordenando, además, que si muere en Plasencia sea enterrado en el convento
dominico de San Vicente, pero si la muerte ocurriera en Trujillo, como así fue el 14 de
julio de 1738, manda que se le entierre en el convento de la Encarnación de dominicos
de Trujillo7. En su epitafio se hace mención a la imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor,
y que esta obra y altar fueron ejecutados por él; Citamos textualmente: “D. O. M. S.
Aquí yace nuestro amado hermano el Sr. D. Fr. Francisco Laso de la Vega y Córdoba,
hijo ilustre de la Religión Guzmana, de quien esta casa se gloría ser madre: obispo de
Ceuta y de Plasencia, el cual dando cuanto tenía a los templos y menesterosos, quedó
pobre; y finalmente quiso posar en este lugar a la vista de la imagen de la Virgen
nuestra Señora, cuyo altar había erigido, mandando que en cualquier parte donde le
cogiese la muerte, fuesen trasladados sus huesos a esta casa y sitio, por lo que esta
pobre comunidad, agradecida al hijo que la enriqueció, aún no queriendo él, le
consagró este monumento, así que la gloria, la fama y el honor unidos, llevara su
memoria hasta los cielos quedando en la tierra mas que sombra y polvo. Murió el día
14 del mes de julio del año del Señor de 1738” 8.
El artista se ha esmerado en el modelado cuidadosamente, paños amplios y
elegantemente dispuestos, de una elegancia algo rebuscada, que se manifiesta en los
plegados sobrios que huyen de la línea recta para quebrarse en curvas y diagonales; sin
embargo, las manos y la cabeza responden a un recio realismo, ponderado en la
expresión de emociones. El artista une a estas características cualidades puramente
plásticas, cual su predilección por una silueta esbelta y ceñida, y un modelado muy
expresivo ennoblecido por la policromía, revelando un espíritu barroco.
El Crucificado del Altar Mayor es una magnífica talla del siglo XVIII. Cristo,
representado en el momento de expirar, cae pesadamente la cabeza sobre su hombro
derecho, con larga melena coronada con las espinas, boca entreabierta, redondeada
barba. El Crucificado, unido al madero por tres clavos, serpentea en una expresiva y
dinámica interpretación de su agonía. La cuidada anatomía, de suave modelado y gran
belleza plástica, se cubre con un paño sujeto en la cadera derecha. Algunas obras
existentes antaño en el convento dominico de la Encarnación se encuentran en el de San
Miguel. Conviene relatar algunos datos biográficos del prelado bienhechor de Trujillo
don Francisco Laso de la Vega, pues así incluimos datos histórico-artísticos del
convento de la Encarnación que es interesante para este trabajo.
Laso de la Vega ttomó el hábito de dominico en el convento de San Pablo de
Sevilla. A finales del año 1715 fue nombrado prior del convento de Guadix; después
ascendió al obispado de Ceuta. A él se debe la reconstrucción del Palacio Episcopal9.
Vivió en Ceuta al tiempo que se habían producido una serie de acontecimientos
importantes. Hacía 21 años que el Muley Ismail había cercado la plaza, provocando el
aumento de la guarnición y la remodelación de las fortificaciones del Frente de Tierra.
El asedio fue levantado únicamente tras su muerte. Durante el cerco tiene lugar en
7 Trujillo. Parroquia de San Martín. Partida de Defunción, Libro I de Difuntos, fol. 199v “En treze de
jullio de mill setecientos y treinta y ocho murió en esta Ziudad el Illmo. Señor don Fray Francisco Lasso
de la Vega y Córdoba, obispo de Plasencia”. 8 Ofrecemos la versión castellana del epitafio latino (desaparecido) del prelado, hecha por el analista
sevillano Zúñiga y recogida por J. ALONSO MORGADO, Prelados Sevillanos. Sevilla, 1904, p. 630 9 ARCHIVO CATEDRALICIO DE CEUTA. Obras de reconstrucción del Palacio Episcopal, Año 1717.
España la Guerra de Sucesión, acontecimiento que redujo la atención sobre Ceuta. La
pérdida de Gibraltar hizo que la población se quedara sin su más cercano puesto de
socorro, produciéndose una refundación de Algeciras, con lo cual no sólo se lograba dar
solución al problema surgido tras la expulsión de los habitantes del Peñón, sino también
promocionar un nuevo punto de apoyo a la guarnición del otro lado del Estrecho10.
Después de su pontificado en Ceuta (1716-1721)11, fue trasladado a Plasencia
el 4 de agosto de 1721, teniendo una particular predilección por la ciudad extremeña
de Trujillo, donde volcó su cáridad y su atención episcopal y otorgando en ella su
testamento en el mismo mes de julio de 173812, muy poco antes de morir, pues falleció el
14 de ese mismo mes. Su partida de defunción se encuentra en el Archivo parroquial de San
Martín de Trujillo13 y dice literalmente: “En catorze de jullio de mill setecientos y treinta y
ocho murió en esta ziudad el Illmo. Señor don Fray Francisco Laso de la Vega y Córdoba,
obispo de Plasencia”.
En la capital de la diócesis nuestro Obispo ordenó Constituciones y ordenanzas por las
que se había de regir el Hospital del Abad de Santander don Nuño Pérez de Monroy, pero aún
estas ordenanzas están promulgadas en Trujillo, en las casas de su habitación mientras andaba
de Visita pastoral el 24 de junio de 1726. Ofrezco el epitafio del prelado en el convento de San
Pablo de Sevilla, que no es su epitafio original sino la versión castellana del mismo: “D.O.M.S.
Aquí yace nuestro amado hermano el Sr. D. Fr. Francisco Laso de la Vega y Córdoba, hijo
ilustre de la religión Guzmana, de quien esta casa se gloría ser madre. Obispo de Ceuta y de
Plasencia, el cual dando cuanto tenía a los templos y menesterosos, quedó pobre; y finalmente
quiso posar en este lugar a la vista de la imagen de la Virgen nuestra Señora, suyo altar había
erigido, mandando que en cualquier parte donde le cogiese la muerte, fuesen trasladados sus
huesos a esta casa y sitio. Por lo que esta pobre comunidad, agradecida al hijo que la
enriqueció, aún no queriendo él, le consagro este monumento; así que la gloria, la fama
y el honor unidos, llevara su memoria hasta los cielos quedando en la tierra mas que
sombra y polvo. Murió el día 14 del mes de julio del año del Señor de 1738”.
Fue un verdadero mecenas, muy preocupado por la cultura de su tiempo y por la
conservación del patrimonio. Al arrabal de Trujillo, que se llamaba Papalvas,
consiguió que se le cambiara el nombre por el que hoy lleva de Belén, por su devoción a
la Stma. Virgen de dicha advocación. Contribuyó para que se terminara la pequeña
iglesia parroquial que el pueblo estaba levantando. También se debe a él la
construcción de la ermita de Santa Ana en Trujillo. A la vera de la Cañada Real de
Sevilla, y en pleno berrocal trujillano se yerguen impertérritos, desafiantes al tiempo,
los maltratados muros de la ermita de Santa Ana, edificada en 1732 por el obispo de
Plasencia D. Fray Francisco Laso de la Vega y Córdoba14. El documento que lo
asevera está en el Libro Capitular del año 1731, que dice literalmente: Al margen:
10 Terminado el gran cerco, se transforma la ciudad. Primero por necesidades de índole militar; luego por
la epidemia de peste que la asoló en 1743-44 y que tuvo efectos urbanísticos demoledores, a causa de la
creencia de que el fuego purificaba los edificios en que habían sido albergadas las víctimas.
11 J. XIQUES, Episcopologio de Ceuta, en. Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, XVIII
(1891). 12 Protocolo de Pedro Rodas Serrano, año 1738. Número 242. Folios 62r- 95v. Lo había otorgado el 15 de
agosto de 1732, la primera memoria consta de 12 de junio de 1733 y la segunda de 22 de diciembre de
1735. El definitivo con las cláusulas incluidas consta de julio de 1738, en Archivo Municipal de Trujillo. 13 Se encuentra en el Libro I de Difuntos de la iglesia parroquial de San Martín de Trujillo, fol. 199v.
Firmado por el párroco don Gil Guerrero. 14 Juan TENA FERNÁNDEZ, Trujillo histórico y monumental, Alicante, 1967, pp. 555.
Licencia para la fábrica de la Ermita de Santa Ana: “El Señor D. Antonio de Orellana
Tapia dio cuenta a esta ciudad de que el Ilmo. Sr. D. Fray Francisco Lasso de la
Vega y Córdoba, Obispo de Plasencia, del Consejo de S.M. desea hacer la fábrica de
una Ermita a devoción de Señora Santa Ana en el berrocal de esta Ciudad, inmediata
de Humilladero, oído por esta Ciudad, y por lo que desea complacer a su Ilma. dio
comisión amplia al dicho Sr.D. Antonio para que reconozca el sitio y señale el terreno
necesario para dicha fábrica de la Ermita, Sacristía y Oficinas para el Santero, como
para algún corral para más extensión y beneficio de él, y que con copia de este
acuerdo y señalamiento que hiciera dicho Señor se tenga por bastante título para lo
referido”15.
En el Protocolo de Pedro de Rodas Serrano, fechado el 3 agosto 1732 consta la
dotación que tan meritísimo obispo Placentino hizo a favor de esta ermita, con las
palabras siguientes: "Por cuanto a sus expensas se ha fabricado cerca del Humilladero de
esta Ciudad la Capilla e Iglesia de Señora Santa Ana de que con todo lo a ella anexo y
perteneciente, tiene hecha su Ilma. donación a la ilustre y esclarecida Congregación de
Sacerdotes y Ordenados in sacristía que ha fundado y de que su Ilma. es actual Prior y
porque desea el mayor esplendor, aumento y conservación de ella por lo que cede en el
mayor culto de Señora Santa Ana. Honra y gloria de Dios Nuestro Señor ha tratado con
su prior y demás oficiales de dicha venerable Consagrable dotar dicha Capilla de dos mil
ducados de vellón que su Ilma., ha de entregar de pronto para que se conviertan en
comprar ciertas fanegadas de tierras de pan de llevar que están en término de lugar de
Don Benito, jurisdicción de la villa de Medellín, de este obispado que quedaron por
muerte de D. Juan y Don Francisco García Cabezas y se hayan casadas veintiún mil
ochocientos y tantos reales, las cuales se han mandado vender judicialmente, para fenecer
la obra de la iglesia parroquial de dicho lugar... que en cada año se compren seis arrobas
de aceite para la lámpara de la ermita a no ser que de limosnas se supiera este servicio,
descontándose de los bienes fundacionales lo que con los donativos se consigan . Manda
que anualmente se compre una arroba de cera. Ordena que de renta se tome
perpetuamente cada año 120 reales vellón para las limosnas de 3 misas cantadas, las que
se habían de decir los días de San José, Santa Ana y el domingo festividad del Santísimo
Rosario, las tres se celebraría con diáconos y subdiáconos y cantaría un sochantre.
Asistirían l2 sacerdotes hermanos, a cada uno de los 12 se les daría de limosnas dos
reales, cinco al que diga la misa y tres al diácono y subdiácono, tres al sochantre y uno a
cada acólito”16.
Cubiertos estos gastos, los sobrantes de la renta se aplicarían a la fábrica de la
iglesia. De fina y airosa traza neoclásica es la ermita de Santa Ana. Su planta es de cruz
latina con gallarda rotonda y bovedaje sobre un arco toral sobre talladas pilastras
incrustadas en los muros de mampostería que recorre el recio encaje de una imposta de
piedra berroqueña. En el lienzo central del Altar se conserva una hornacina. A los lados
del presbiterio están dos recoletos compartimentos que debieron servir para guardar
ornamentos y otros objetos de culto. Algunos trozos del piso parecen indicar que aquel
fue en su totalidad una cerámica local, recia y bien trabajada. Una graciosa espadaña de
tres piezas de fino granito se alzaba en la fachada que mira al Campo de San Juan. Su
campana fue trasladada a Santa María la Mayor. El pueblo la llamaba la Santa Ana.
15 AMT. Libro Capitular de diciembre del año 1731. 16 AMT. Protocolo de Pedro de Rodas Serrano, fechado el 3 agosto 1732.
Sobre el dintel de su típica portada, bajo las insignias episcopales, está el escudo de
armas del obispo Laso de la Vega.
Terminadas estas obras nuestro Prelado se ocupó de otros asuntos. En un acta
del Consejo, fielmente copiado leemos: "Licencia a su Ilma. Para fabricar una casa
junto a la Ermita de Señora Santa Ana: Que por cuanto esta ciudad se haya noticiosa
de que el Ilmo. y Reverendísimo Señor don Fray Francisco Lasso de la Vega o
Córdoba. Obispo de Plasencia del Consejo de S.M, en continuación de su fervoroso
celo y devoción a Señora Santa Ana cuya Ermita y Capilla ha hecho fabricar su Ilma. a
sus expresas en el berrocal de esta Ciudad, inmediata al Humilladero, desea fabricar
también cerca de dicha Capilla una casa más para extensión de los vecinos y personas
que concurren visitar la Santa Imagen y tener sus novenas y cumplimientos de
promesas. Y porque el ánimo de esta Ciudad y todos sus vecinos desde cede en
beneficio de esta Ciudad y todos sus vecinos, desde luego concede licencia y facultad
amplia y sin ninguna limitación a su Ilma. para que mande hacer y fabricar la dicha
casa con todas las oficinas, corral y cercado de terreno, y en la conformidad que dicho
Ilmo. Señor tuviere por conveniente y fuere su voluntad mediante no ser de perjuicio
alguno y por la grande extensión de dicho berrocal. Y acordó se saque testimonio de
este acuerdo y en nombre de esta Ciudad le pase el presente escribano de su
Ayuntamiento a manos de su Ilma. Y con él sirva de título y pertenencia a dicha casa y
de todo lo a ella anejo y que su Ilma. Mande edificar como va expresado. Licenciado
Don Bernardo de Losada. Ante nos Pedro de Rodas”17.
En un Libro de Cuentas de Fábrica (1772-1817) custodiado en el Archivo
parroquial de Santa María la Mayor, al folio 21 aparece inscrito su “Inventario de
Alhajas y ornamentos”, realizado para la Santa Visita de 1772, el cual publico
para mayor acrecentamiento de nuestro conocimiento de esta querida ermita en
apéndice documental18. Todavía, en los sólidos muros de la Ermita (que casi
destruyeron los franceses) puede contemplarse el escudo de este Prelado
pregonando su mecenazgo. Frente a la misma ermita construyó el mismo obispo
un Pósito como granero para necesidades de los pobres en años de escasa
cosecha. También a sus expensas se terminó la iglesia de la Encarnación,
perfeccionándola y aumentándola, y fundado una dotación para reparos de la
citada iglesia, decencia y aseo de los ornamentos de la sacristía. Además, según
consta en el testamento, se construyeron a su costa la obra de los tres lienzos del
claustro, sacristía y librería, los que ya se hallaban en buen estado. Podemos
destacar de la primitiva fábrica los muros maestros que hay en la fachada
principal de sillería, reforzados a tramos por enormes contrafuertes, la torre es
rectangular corrida de balaustrada ciega. La puerta de la sacristía y la que da
acceso al patio son amplias y de buena factura. Pero la que merece mejor
atención es la de la calle que es un hermoso arco de medio punto con dovelas
radiadas. Sobre un doble friso lleva la siguiente inscripción latina: “A dominio
factum est istud,salvum fac populum tuum, domine et benedic hereditati tuae”,o
sea:“Esto lo ha hecho el Señor. Señor salva a tu pueblo y bendice tu heredad”.
17 AMT. Acta del Concejo, 5 de abril de 1734. 18 Libro de Cuentas de la Fábrica de la Ermita de Santa Ana ( 1772-1817 ) custodiado en el archivo
parroquial de Santa María la Mayor de Trujillo.
.Los motivos religiosos que simbolizan la Anunciación y Encarnación del
Verbo Divino, se representan en altos relieves, esculpidos en granito en los
laterales de la puerta, figurando a la Santísima Virgen y al Arcángel San Gabriel,
y en el centro, con el jarrón de azucenas.. En el paramento se abren tres ventanas
rectangulares, coronada la central con un ligero frontón triangular, y los vértices
de su tímpano adornados con flameros. Más arriba está un escudo real y sobre los
bastiones que enmarca la fachada se alzan acroteras de tipo herreriano.
En el año 1738, quiso ser enterrado en este templo el obispo de Plasencia don
fray Francisco Lasso de la Vega, en un sepulcro construido a sus expensas, junto a las
gradas del altar; Sus restos fueron trasladados años después al cconvento de San Pablo
de Sevilla, donde había tomado los hábitos19.
Todavía se conservan algunos blasones en el edificio. En los lienzos del claustro
destaca uno de la ciudad de Trujillo, prueba de su mecenazgo, y otro de los dominicos,
Orden religiosa a la que perteneció el Obispo. En la zona inferior de la cúpula, que
linda con el presbiterio hay un blasón policromado con las armas del mismo Prelado.
Trae un campo partido 1º VEGA-en frange, 1º y 4º de sinople banda de gules perfilada
de oro, 2º y 3º, de oro, AVE MARIA, de sable, 2º LASO -cuartelado en cruz- y 1º y 4º,
escacado de plata y de sable; 2º y 3º de oro, tres bandas de gules, al timbre capelo y
borlas20.
El edificio conventual de La Encarnación ha sido utilizado desde su
exclaustración y desamortización para varios usos: colegio preparatorio militar (1888),
después sede de instituciones docentes, y en la actualidad colegio María Paz Orellana21.
Fue un convento que a lo largo de su historia gozo de privilegios eclesiásticos y
reales22.
Al tiempo de realizar las obras en la Encarnación había hecho donación del
mejor de sus coches, que era el grande forrado de terciopelo verde, con su guarnición de
19 J. ALONSO MORGADO, Prelados sevillanos, Sevilla, 1904, p. 630. 20 P. CORDERO ALVARADO, Guía monumental y heráldica de Trujillo, Cáceres, Ed. María Maestre,
1996. 21 J. A. RAMOS RUBIO, La atención a la educación en Trujillo entre los siglos XV al XIX, en Actas del
II Encuentro sobre la Educación en Extremadura. Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Junta
de Extremadura. Mérida, 2000, pp.79-92. ID., La Educación en Trujillo, en revista Campo Abierto.
Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura, núm. 19, 2001, pp.123-141.
22 Inocencio VIII indulgencia a cuantos favoreciesen las limosnas para la construcción del edificio. Paulo
III concedió a este convento dominico salir solo sin cruz parroquial con la procesión del Santísimo
Sacramento en la Dominica Infraoctava del Corpus Christi por las calles y plazas de la Ciudad. Isabel la
Católica concedió a dicho Monasterio poder nombrar seis exclusados en ciudad, villa o lugar donde a los
dominicos mejor les pareciese fueren libres y exentos de pagar moneda forera ni otro pecho, fechado a 9
de septiembre 1484 y confirmado por la misma Reina en Córdoba el 22 del mismo mes y año. Reconfirmó
este privilegio Carlos V en Burgos, a 10 de Diciembre de 1527 y Felipe II en Madrid, a 9 de Marzo 1561.
seda blanca, y el tiro de seis mulas con sus arreos correspondientes. Afirmaba y
ratificaba esta donación con la condición de que todo fuera vendido por sus
testamentarios y su importe librado mensual o semanalmente a los obreros. Estas obras
fueron de ampliación de la primera fábrica, pues el convento de la Encarnación contaba
en 1732, doscientos cuarenta y tres años de existencia23.
En su Testamento24, el escribano testifica haber visto en una pieza baja
de las casas de la habitación del Ilmo. Sr. Obispo de Plasencia, el cadáver
del mismo vestido con el hábito de Religioso Dominico al que algunos frailes de
su Orden estaban empezando a ponerle las vestiduras pontificales. En el
Testamento el Obispo declara ser dominico, proceder del convento de San Pablo
de Sevilla y haber sido Obispo de Ceuta y luego de Plasencia. Manda que si
muere en Plasencia, o si su muerte ocurriera en Trujillo, como así fue en 14
de julio de 1738, manda que revestido de ornamentos pontificales sea
expuesto su cadáver en la habitación de su casa25, sobre un tablado de poca altura
donde se celebrarán el mayor número posible de misas. Que se le entierre en el
convento de la Encarnación de dominicos de Trujillo en la sepultura que a este fin
y a sus expensas tenía fabricada en dicha iglesia a los pies de las gradas del Altar
Mayor cubriéndola con la lápida que también tenía allí preparada. Dispone todo lo
relativo a sufragios. Si falleciere en otro pueblo dentro o fuera del Obispado, si
solamente a tres leguas de Trujillo se traslade su cuerpo y se le sepulte en el convento
dicho de dominicos y si la distancia era mayor se le enterrara en la iglesia parroquial
del pueblo del fallecimiento. Que en todo caso, y pasado el tiempo oportuno, se le
traslade al convento de San Pablo de Sevilla, donde recibió el hábito de dominico.
Entre otros legados deja al fraile de su Orden que le asistió en Sevilla, en
Ceuta y en Plasencia los hábitos y la ropa interior de religioso, una casa completa, 300
ducados y el costo del viaje a Sevilla si a ella quiere volver, además de la fundación que
tenía hecha a su favor sobre la parte de dehesa de Pozuelo de Herederos, según
escritura otorgada en Trujillo en Septiembre de 1730. Deja a medias a las catedrales de
23 En el año 1466, la Orden de Santo Domingo fundó un Convento bajo la advocación
de Santa Catalina de Siena en el berrocal trujillano, al sitio de la actual huerta de
Papanaranjas. Los dominicos habitaron este convento durante 23 años. En 1489 y
accediendo a ruegos del Concejo, que deseaba facilitar a los trujillanos los bienes de
ciencia y virtudes en que los dominicos eran notables maestros y preciados ejemplares,
se trasladaron éstos a un alcacer, terreno de pan llevar, extramuros de la ciudad, donde
habían levantado nuevo monasterio. El Concejo les había donado este solar. Este
convento se llamó de la Encarnación y de él tomó su nombre el lugar de su
emplazamiento. Su traslado desde Santa Catalina fue autorizado por bula de Clemente
VIII dada en 1489. TENA FERNÁNDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental,
Alicante, 1967, pp. 119-120. 24 AMT. Protocolo de Pedro Rodas Serrano, año 1738. Número 242. Folios 62r-95v. Lo había otorgado el
15 de agosto de 1732. La primera memoria consta de 12 de junio de 1733 y la segunda de 22 de
diciembre de 1735. El definitivo con las cláusulas incluidas consta de julio de 1738. 25 Su casa se encontraba en la actual calle del Dr. de la Parra, donde aún se contempla un magnífico
balcón de esquina y una portada flanqueada por dos columnas que dan acceso a un hermoso claustro
herreriano.
Plasencia y Ceuta, todas las alhajas de su Pontificado: pectorales, anillos,
mitras, báculos, fuentes, salvillas, aguamaniles, vinajeras, vasos sagrados,
palmatorias, punteros, albas, roquetes, corporales, ornamentos de todos los colores,
libros pontificales, toallas, crismeras, capas, manteletas y mucetas. Lega mil ducados
al Colegio de la Concepción de Trujillo de niñas huérfanas para que construyan una
iglesia en lugar del pequeño oratorio de que disponen. Dice que a sus expensas se
terminó la citada iglesia de los Dominicos de Trujillo, fundando además una dotación
para los reparos de dicha iglesia, decencia y aseo de los ornamentos de la sacristía. Dice
que a sus expensas se empezó y continuó la obra de los tres lienzos del Claustro,
Sacristía y Librería (biblioteca), los que ya se hallaban en buen estado y porque el
tiempo de realizarse estas obras había hecho donación del mejor de sus coches que era
el grande, forrado de terciopelo verde, con su guarnición de seda blanca y el tiro de seis
mulas con sus guarniciones correspondientes, afirmaba y ratificaba esta donación con
la condición de que todo fuera vendido por sus testamentarios y su importe librado
mensual o semanalmente a los obreros que realizaban la terminación de las obras
dichas. Deja dos mil ducados para que se repartan entre los pobres de su diócesis, con
preferencia según la necesidad de los mismos. A todas las parroquias del Obispado
lega mil ducados a prorrateo y con preferencia de las más pobres. A una huérfana de
padre y madre a quien se movió a caridad socorriéndola al ver su desamparo a poco de
llegar al Obispado de Plasencia, llamada Josefa María hija de honrada familia de
Badajoz, educada que fue en el Convento de Jerónimas de Trujillo y (cuando testa)
novicia en el de Santa Clara de Jaraicejo, la deja la dote como había hecho con otras
cuatro jóvenes pobres que fueron profesas en aquella villa. Deja todos los libros que
tenía en sus palacios de Plasencia y Trujillo por igual a los conventos de dominicos de
Sevilla y Guadix. También tiene la siguiente curiosa disposición: «A la viuda más po-
bre y necesitada del pueblo en que falleciere, le deja la cama íntegra de su uso
cotidiano”. Manda que se vendan, a excepción del coche grande que ya lo ha legado,
todos los que tenía en Trujillo y en Plasencia con sus mulas, caballos, sillas y demás
arreos. Las vidrieras y esteras del Palacio placentino manda que se den por mitad a las
capuchinas de Santa Ana (en la calle de los Quesos) y a los padres descalzos del
Colegio de San Miguel.
No olvida consignar el estado en que encontró el Palacio episcopal de Plasencia y la
manera cómo lo reparó. Y ésta interesante cláusula: «Declaro qué a mis expensas he
fabricado los retablos. Y su talla que hice poner y sentar en la Ermita de Nuestra
Señora del Puerto sita extra muros de la ciudad de Plasencia y el de la Capilla de
Ntra. Señora de la Salud en la puerta que llaman de Trujillo de ella. Y habiendo
sido mi ánimo y deseo dejar completas estas obras que principié, dorando dichos
retablos, lo que hasta ahora no he podido practicar por haberme llevado la
aplicación a otras obras que estaban pidiendo sus fábricas y conclusión, quiero y es
mi voluntad que se doren a costa de los bienes y efectos que quedaren a mi
fallecimiento, aplicándose mis testamentarios con el mayor celo y eficacia a que
se doren en la mayor conveniencia que sea dable”26.
Continuando con la descripción de imágenes del monasterio de S, Miguel, hay
que decir que la de Nuestra Señora de Fátima fue adquirida por suscripción popular en
1948, suscitada y estimulada por don Lorenzo Palacios, en cumplimiento de una
promesa por haber superado una grave enfermedad. El 2 de julio de 1948, cuando la
imagen llegó a Trujillo fue recibida en la ermita de San Lázaro por el pueblo en masa
con todas sus autoridades y llevada procesionalmente a la iglesia conventual de San
Miguel donde se celebró un solemnísimo Triduo.
La obra escultórica más llamativa es una de Santo Domingo de Guzmán
penitente, en madera policromada. El santo fundador está arrodillado y flagela su torso
desnudo con la mano derecha, mientras en la otra llevaría originariamente un crucifijo al
que contempla el santo. La pieza, prevista para ser contemplada frontalmente, presenta
el aspecto de un altorrelieve. Responde a la tónica naturalista del siglo XVII en sus
primeros años, es figura de cuidado realismo en su anatomía, en la que se perfilan con
cierto detallismo los músculos y las venas, pero sin excesos. Los paños que cuelgan de
su cintura conforman una base triangular que consolida la estabilidad de la imagen y
contribuye a contener la tensión del rostro y del cuerpo. En su gran peana hay escenas
pictóricas de la vida del santo; en una aparece arrodillado ante la Virgen María –servida
por ángeles a sus pies- la cual le entrega el Rosario, aludiendo a que fue el santo el que
instituyó dicha devoción. Domingo viste el hábito de la Orden: túnica y muceta blancos,
manto con capuchón negro y correa negra a la cintura. En otra escena se representa al
Patriarca, nombrado maestro del Sacro Colegio, y cuando ya era conocido como “el
Santo” recibiendo el cuerpo destrozado y muerto de un sobrino del cardenal Esteban de
Fosanova caído de un caballo. Acuden a Domingo, y encerrándose en una habitación
con el cadáver del adolescente se lo devolvió vivo a sus padres.
En otra de las escenas que se encuentran en la peana, el santo, vestido con túnica
y muceta blancos y manto con capuchón negro, se nos ofrece sentado leyendo un libro
y un can con una antorcha encendida ofreciéndole luz, atributos tradicionales del santo.
El libro representa la Biblia, que era la fuente de la espiritualidad y predicación de
Domingo. Era conocido como el “Maestro” Domingo por el grado académico que
obtuvo en la universidad de Palencia. Sus contemporáneos nos dicen que en sus viajes
por Europa siempre llevaba consigo el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San
Pablo. Esto hace referencia a la visión que tuvo en una de sus noches de vigilia.
Mientras Domingo oraba, los santos Pedro y Pablo se le aparecieron. San Pedro llevaba
consigo el Evangelio y Pablo sus Cartas, y ambos le dijeron: "Ve y predica, porque has
sido llamado para este ministerio". Esta visión le reafirmó en su vocación de continuar
siendo “predicador itinerante", no sólo en el sur de Francia sino también en todo el
mundo por medio de su Orden, la Orden de “Predicadores". Es una magnífica obra
sevillana del siglo XVII, procedente del Oratorio privado de los Condes de Quintanilla.
Al siglo XVIII corresponde un San Miguel Arcángel (103 x 47 cms), en madera
policromada, colocada en el muro del Evangelio. El santo porta lanza y balanza y está
vestido de caballero con armadura y capa que deja ver unas alas muy desarrolladas.
26 TESTAMENTO, o.c.,
Lleva la lanza con la que ataca al ángel caído a sus pies representado con cuernos en la
cabeza entre bucles. En la misma mano sostiene la balanza –para pesar las almas en el
Juicio Final- que portaría en la izquierda, según la disposición de la misma, pero en la
restauración se le cambió de lugar. El rostro del arcángel, de elegante belleza, es el de
un joven caballero.
En el mismo muro del Evangelio se halla un notable lienzo barroco de hacia
1700 que representa a Santa Catalina, y en el muro de la Epístola un cuadro de la misma
época y autor representando a Santa Cecilia.
Antes de acceder al presbiterio hay dos hermosos cuadros. Mélida los describe
así: “Santa Cecilia cuadro grande en lienzo, del siglo XVII, representa a la Santa
pulsando un arpa y rodeada de instrumentos músicos ante un pórtico de columnas en el
que recogen una cortina rojo graciosos niños que descubre un paisaje por cuyo cielo
baja un ángel que trae a la Santa una palma y una corona de flores, mientras otro
ángel acompaña con otro instrumento la música. La fantasía campea en esta
composición juntamente con el espíritu decorativo del gusto barroco. En la
composición se nos presenta a la santa arrodillada estrechando fervorosamente sobre
el seno una palma, también está presente la rueda de su martirio. Un ángel en una
escalinata de mármol, otro ángel baja del cielo a coronarla de laurel; por una ventana
del fondo se ve un paisaje”27. Interesante cuadro, nos encontramos con un óleo sobre
lienzo en marco de rica hojarasca, con la representación de Santa Cecilia tocando el
arpa, acompañada de ángeles y otros instrumentos musicales. Se encuentra la santa en el
interior de una estancia arquitectónica abierta al fondo28. Cecilia, virgen clarísima, viste
túnica y manto, lírio del cielo llega escoltada por la gloria divina con música y cantos, al
banquete nupcial, en palabras de la narración de la Passio: “Cantantibus organis,
Cecilia, in corde suo, soli Domino decantabat, dicens: - Fiat cor et corpus meum
immaculatum ut non confundar“.
Mientras tocaba el órgano, Cecilia cantaba salmos al Señor. En este cuadro,
iconográficamente se la representa llena de alegría por la presencia del Señor tocando el
arpa y a sus pies otros instrumentos musicales como la lira, la cítara, el clavicordio, el
violonchelo, y rodeada de ángeles cantando. La figura de la mártir romana, de tiempos
del Papa Urbano (siglo III), murió decapitada en su casa –convertida en basílica29-
personifica el espíritu del canto y de la música sacra, y sale de los límites de la música
italiana para inspirar la música y la pintura europeas y el arte internacional ya que el arte
no tiene fronteras. Un gran cortinaje rojo ocupa la zona superior derecha del cuadro
consiguiendo dar más colorido a la escena. Presenta otros atributos como el ángel que la
27J. R. MËLIDA, Catálogo monumental de España. Catálogo Monumental de la provincia de Cáceres y
Badajoz, o.c., p. 365.
28 M. T. TERRÓN REYNOLDS, Trujillo oculto, en Trujillo crisol de culturas. Diputación Provincial de
Cáceres-Lunwerg. Barcelona, 1995, p. 170. ID., Patrimonio pictórico de Extremadura, siglos XVII y
XVIII. Universidad de Extremadura, Salamanca, 2000, p. 39. 29 J. FERRANDO ROIG, Iconografía de los Santos. Ed. Omega, Barcelona, 1950, p. 74.
impone la corona de flores y los tres dedos de su diestra rectos, confesando la Trinidad.
Es una obra de hacia 1700, de gran calidad artística.
Junto al cuadro de Santa Cecilia está una magnífica talla de San José con el
Niño. La obra aparece con los caracteres propios de los inicios del siglo XIX de los
círculos artísticos provinciales, y a pesar del control académico la imaginería se resistió
a romper los lazos con la tradición barroca. Renunciando al exaltado dinamismo formal
y la acentuada expresividad de siglos anteriores, el arte escultórico se hace más
reposado al dejarse sentir en ella los calmados aires de lo neoclásico y de la vertiente
cortesana, aunque la técnica y composición de esta obra de San José con el Niño sigue
evocando la tradición artística anterior. Es una obra de correcta composición formal,
presentando un rico juego de pliegues ondulados que blandamente se modelan en torno
a la imagen, proporcionando una intensa belleza plástica. Sugiere la figura un discreto
dinamismo que no altera la reposada tranquilidad de la obra, tanto los rostros del Niño
como el de San José nos ofrecen dulces gestos en sus miradas. La obra ha sido
restaurada recientemente.
Santa Catalina es un óleo sobre lienzo de hacia 1700 representando a la santa
arrodillada y con palma de martirio, coronada por un ángel. La escena se desarrolla en
un interior arquitectónico en el que se abre una ventana que deja ver un fondo
paisajístico. Catalina de Alejandría, de familia noble, fue virgen y mártir. Sufrió varios
tormentos y, en pública discusión, confundió a los filósofos paganos, por lo que es
patrona de la Filosofía30. Murió decapitada por orden de Majencio en el año 307. Viste
túnica y manto de las doncellas romanas. Al igual que el cuadro anteriormente
estudiado, un ángel separa el cortinaje en un extremo del cuadro para abrir paso a un
paisaje –con ruinas romanas- que se aprecia tras un ventanal. Un ángel se apresura a
depositar la corona de princesa en la cabeza de la mártir como las vírgenes más ilustres.
Lleva su distintivo más habitual, la rueda rota con púas aceradas y la palma del martirio,
la espada de martirio está en el suelo sobre unos libros, símbolos de la sabiduría. El
anillo que lleva en un dedo alude a los místicos desposorios de la santa.
Debajo de este cuadro de Santa Catalina había estado colgado hasta la
restauración ejecutada en los últimos años, un Cristo de marfil (67 x 64 cms) de
estimable valor artístico, que actualmente se encuentra en clausura.
La sacristía está presidida por un Crucificado en madera policromada (47 x 34
cms) con la representación de un Cristo muerto, con tres clavos. La figura presenta una
estudiada anatomía, a la que presta noble expresividad la presencia de llagas y
moraduras. El perizoma, movido y de bien resueltos pliegues, se ata a la derecha; la
cabeza está caída hacia la derecha, lleva cabello largo recogido y corona de espinas,
marcándose en el rostro una ponderada expresión de dolor. Podemos situar esta talla
hacia 1700. En la misma sacristía se encontraba hasta su restauración un cuadro de la
Virgen de Belén (70 x 54 cms.), Pintura de primera calidad en su género, y más fácil de
acomodar en la escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII, centrada por la
30 ID., o.c., p. 70.
figura de la Virgen con el Niño y circundado totalmente por un cúmulo de flores. Esta
obra resalta por la cuidada factura y la belleza de las carnaciones de María y Jesús, que
constituyen el foco de luz de la obra. La Virgen aparece representada de medio cuerpo,
en posición frontal, con el rostro inclinado hacia el Niño, al que estrecha contra su
pecho. La popularidad de que gozó esta advocación propició la aparición de un modelo
estereotipado y casi inmutable durante el siglo XVII, con la excepción de algunos
ejemplares firmados, y de mayor calidad. Existen numerosos modelos de este mismo
tema en la región e incluso en el mismo Trujillo (ejemplo, iglesia del arrabal de Belén.
El tema iconográfico que aquí nos ocupa ha de inscribirse dentro del tipo con el
que la historiografía artística ha denominado a la Virgen Madre con el Niño, como
“Virgen de Ternura”o “Mater Amabilis”, y que, dependiendo de la relación que
establece entre Madre e Hijo, se puede concretar como “Eleousa”, en la que Jesús
acaricia la barbilla de María. En el 431, durante la celebración del Concilio de Éfeso,
tuvo lugar la proclamación como artículo de fe de la Maternidad Divina de María (Agía
Kai Theotokos), circunstancia que condujo a que se definiera y multiplicara la
iconografía de la Virgen María bajo distintas advocaciones.
En este contexto se debe encuadrar la representación de la “Virgen de Belén”, tema que
alude no sólo a los momentos posteriores al alumbramiento divino en la aldea de Judea,
sino que presenta conexiones con otras advocaciones marianas relacionadas con toda la
infancia de Jesús. Este título mariano debió de hacer su aparición en Europa –según una
antigua tradición sarda- a través de la isla de Cerdeña, concretamente desde la ciudad de
Sássari. Cuenta la leyenda que dos frailes franciscanos llegaron desde Tierra Santa al
puerto de Torres, cercano a la citada ciudad, a comienzos del siglo XIV. Con ellos
viajaba una pequeña imagen de la Virgen a la que los religiosos habían dado el nombre
de Santa María de Belén, efigie que quedó en la capital de la provincia sarda donde se
hizo levantar un santuario con dicha advocación. La Orden franciscana se encargará
durante las siguientes centurias de difundir el título mariano y la devoción de los fieles
en torno a él en sus iglesias y monasterios. La fortuna de esta iconografía trascendió
pronto los límites de la Orden protectora, convirtiéndose en versión pictórica y en uno
de los temas más repetidos en las clausuras femeninas españolas.
En el coro bajo se encuentra la talla gótica del Crucificado y una del Ecce-
Homo (52 x 40 cms.), En madera policromada excepto la túnica que es de papelón. Es
obra del siglo XVIII y responde al modelo de busto; la talla es correcta, aunque parecen
excesivamente duros los pliegues de la clámide; el rostro de patetismo algo afectado
nos recuerda obras andaluzas. La Virgen de la Consolación, obra de bastidor, del siglo
XVIII,
El Crucificado gótico (135 x 120 cms) es obra31 de estimable valor artístico,
fechable en el último cuarto del siglo XIV, dentro de la corriente gótico-dolorosa de los
31 J. A. RAMOS RUBIO, La imaginería medieval en Trujillo, en. Actas del Congreso Trujillo Medieval.
Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 2002, pp. 77-95. ID., Escultura
Crucifijos castellanos. Responde a unos caracteres anatómicos parecidos al Crucificado
de la parroquia de San Francisco, anteriormente estudiado. Es un Cristo muerto, clavado
a una cruz (no es la original, a las dominicas le hicieron ésta hace algunos años), tiene
la cabeza inclinada hacia el hombro derecho pero le cae sobre el pecho. Presenta un
rostro alargado, con una exuberante cabellera partida en el centro, la melena le cae sobre
los hombros y la espalda. La corta barba bífida se apoya en el pecho. Tiene los ojos
cerrados y la boca muy abierta. Presenta un modelado suave del tórax y el vientre algo
abultado dando lugar a redondeados perfiles y contornos que han perdido los rasgos de
dolor de otros Cristos anteriores, como es el caso del Cristo de las Aguas. Se cubre con
un perizoma que forma amplios plegados, dejando libre la rodilla izquierda.
Por encima de la reja del coro bajo destaca el magnífico cuadro de la Anunciación
(267 x 196 cms), destacando airosa la figura del Arcángel. Es una composición muy
parecida a las obras ejecutadas por Mera, un esquema compositivo equilibrado, los
personajes se nos ofrecen en primer plano, variada gama cromática y amplias manchas
habituales en Mera, la disposición ajedrezada de las baldosas del suelo y los ángeles que
vuelan sobre el Arcángel Gabriel. La obra, de calidad artística notable, muestra todo el
arrebato y el sentido dinámico de las composiciones de Mera. La estancia de Nazaret se
representa inundada de la luz poderosa del Espíritu Santo que centra el cuadro. A ambos
lados de la composición, con un magnífico equilibrio, están la Virgen arrodillada –junto a
una mesa con el libro y el jarrón de azucenas simbólico- y al otro lado el ángel anunciador.
María une los brazos en oración, contraponiendo su postura a la del ángel y equilibrando
así la movida composición. En la luz intensa que emana del rompimiento de gloria –con la
aparición de la paloma representando al Espíritu Santo- varios querubines y serafines
rodean a los protagonistas. El artista ha puesto todo su esmero en la decoración del
conjunto y en la cuidadosa descripción de las vestiduras. El colorido adquiere una gran
belleza. Es obra de los inicios del siglo XVIII.
Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia. Fundación “Palacio de Alarcón”. Imprenta
Moreno, Montijo, 2004.