TESIS DE ARISTÓTELES - Generación Pentecostal
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2012
TESIS DE ARISTÓTELES
DEL “BALCON Y EL
CAMINO” APLICADA A
LOS PRINCIPIOS
CRISTIANOS
Y O R K A N T H O N Y S H A L O M
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LA TESIS DE ARISTÓTELES DEL “BALCÓN
Y EL CAMINO” APLICADA A LOS
PRINCIPIOS CRISTIANOS.
ARISTOTOLES, en una de sus tesis filosóficas, presenta el comentario de “EL
BALCON Y EL CAMINO” Como un modelo representativo del hombre de bien que
se deslinda de la sociedad misérrima rechazada por el desdén de la ignominia.
Para este sofista, el balcón supuestamente “ES UNA TERRAZA DE UNA CASA QUE
CONTIENE UN SEGUNDO PISO” donde la gente se acomoda para observar a todo
el que pasa; esto simboliza al ser humano que se esmera para acomodarse en su
saber, para llegar a ser un Sapiente, o el erudito más destacado por su status
como hombre de bien.
Las academias del saber han considerado que el hombre intelectual, entre más
ciencia tenga, se alza por encima de los demás, porque supuestamente, cree, que
está más cerca de Dios por la altura que ha alcanzado.
Cuando se habla del CAMINO, sustenta ARISTÓTELES, como el lugar donde la
gente transita en su diario vivir, es decir, las calles, los lugares marginados, allí se
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encuentran y andan: los cojos, los mancos, los pobres, los hambrientos, los
desnudos, los andrajosos, los borrachos, los locos, las rameras, los desamparados,
los huérfanos, las viudas, Etc. Estos por ende, están bajo del ambiente: cultural,
económico, moral, espiritual, lejos de la educación y no tienen a Dios y están sin
esperanza de ser regenerados, según esta filosofía.
Si lo observamos este pensamiento en el ámbito teológico, lo veremos reflejado en
el Dr. Nicodemo, en el Filósofo Saulo de Tarso, en el Rico opulento de Zaqueo, en el
acomodado fariseo Simón; y a todos los que circulan con la misma compostura.
Al Dr. NICODEMO, se suponía que estaba muy cerca de Dios, por el mico de ser
Israelitas, o por su maestría obtenida; pero el Señor le explicó: que para subir hay
que bajar. “Nadie subió al cielo sino el que descendió”. El Señor Jesucristo le quería
decir a este Escolástico sofista que, para escalar al cielo tenía que descender
primero.
Al intelectual “SAULO DE TARSO”, tuvo la gran experiencia cuando fue descendido
de su cabalgadura a la tierra dejando su posesión de guerrero, para así, hacerse a
la promesa del salmo 113:7. El levanta del polvo al pobre, y alza del muladar al
menesteroso para hacerlo sentar con los príncipes y los príncipes de su pueblo.
Al Rico espléndido “ZAQUEO”, El Señor Jesús le ordenaba que se desglosara y
procediera descender del árbol sicómoro, donde estaba subido esperanzado y
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acomodado, él tenía que desacomodarse, si quería tener la visita del Mesías en su
casa.
Al Doctor de la Ley, “SIMÓN EL FARISEO”, se le dijo: Te estás dando cuenta que
esta mujer que tú conoces como ramera, desde que entré a tu casa no ha cesado
de lavarme los pies con sus lágrimas; y tú te has desentendido en lavármelos con
agua; en otras palabras, tu status de eminencia, de fariseo, te lo ha impedido.
Todos estos personajes, según Aristóteles, se acomodaron en sus principios
cognitivos, sin tener en cuenta la parte inferior del camino, que se constituye como
el meollo de la doctrina Cristológica.
La Teología sistemática en su rama Cristológica, nos dice: “NADIE SUBIÓ AL CIELO
SINO EL QUE DESCENDIÓ” Con esta expresión nos está enseñando que el Señor
descendió del balcón de su gloria, al camino de los transeúntes perdidos, porque él
se complace en andar con los necesitados, con los cojos, con los mancos, con los
pobres, con los hambrientos, con los desnudos, con los andrajosos, con los
borrachos, con los locos, con las rameras, con los desamparados, con las viudas,
etc. En este descenso, poder hacerse a éstos traficantes, luego, subir con ellos, y
hacerlos partícipes de la promesa del Salmo 113:5-8.
A todos los que servimos a Dios, en esta dispensación. San Pedro nos comenta que
Jesucristo nos dio ejemplo, para que le sigamos sus pisadas y andemos en ellas.
Esto demuestra que, cada seguidor de Jesús tiene que abandonar el balcón de las
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comodidades terrenales, y lanzarse a las multitudes, porque allá fue donde el
Señor les ordenó que fueran, cuando les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. San Marcos 16:15.
Cada teólogo, ortodoxo, o prelado, que se sube: en el “referido BALCÓN,
observado por el ideólogo ARISTOTELES”, Se puede balconear y acomodarse para
vivir en las prosperidades generosas que ofrece el mundo, y puede pensar que está
haciendo muy bien por disfrutar de las grandes bendiciones de Dios.
Sin embargo, el ministro de la iglesia de Laodicea, no se estaba dando cuenta que
sus comodidades y conocimientos cognitivos le hacen nublar su visualidad, hoy día
puede suceder lo mismo, adquiriendo un comportamiento como tal, tomando el
modelo del levita, del sacerdote frente al herido del camino de Jericó, todos
pasaron de largo; ya que este cuadro no es otra cosa, sino una analogía en nuestra
época contemporánea.
A esa clase de teólogo se le recuerda la Parábola del Señor cuando envió por los
caminos a recoger todo el personal transeúnte para traerlo a su casa porque ya la
fiesta estaba muy próxima a empezar.
Es importante memorizar, que dejar el Balcón, es ser identificado con las
multitudes y con los necesitados; es hacerse a sus propias necesidades, con sus
dolores y aún en su muerte; como paradigma, tenemos al Señor Jesús, cuando
emprendió este camino para visitar la aldea de Martha y María; ellas estaban
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angustiadas, apesadumbradas por la muerte de Lázaro su hermano; Él se
identificó con ellas en sus dolores, lloró con ellas frente al sepulcro, hasta hacerse
a sus propios sentimientos emocionales, y luego, las consuela resucitándole a su
hermano.
Muchas personas transeúntes en este acto humanístico, se dieron cuenta del
comportamiento del Señor Jesús y varios dijeron con exactitud: Jesús es el
“Mesías”. Este comentario se lo hicieron saber detalladamente a la cúpula
sacerdotal de turno, éstos lo analizaron, y luego, se enojaron en gran manera,
sabiendo que había gran cantidad de testigos de la muerte, sepultura y
resurrección de Lázaro.
Un ministro del Evangelio, es aquél que vive y se inmiscuye en medio del entorno
que le rodea, sin colocar audiencias o días y horas especiales de visitas.
El Señor Jesús lo vemos siendo un hombre amable, misericordioso, dispuesto a
hacer algo por el necesitado, y a tiempo, no importándole su dependencia
cultural, ni su status. El apóstol San Pedro hace mención que también Cristo sufrió
por nosotros, dejándonos ejemplo, para que usted y yo sigamos sus pisadas.
Esta fórmula, es la predicha por San Pablo conferenciando a los Filipenses con
perfil de mesura:” Filipenses 2:5-11. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó al ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma
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de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, su
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Cuando se hace tal cosa, se esperan los resultados que siempre serán positivos,
como la “exaltación”. Lea filipenses 2:9-11. Y en Filipenses 2:4. No mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
El Señor Jesús nos da muchos paradigmas en su ministerio. Los Evangelios nos
cuentan la enemistad que había entre judíos y Samaritanos, sin embargo, El Señor
se extiende un largo camino polvoriento para poder llegar al pozo, donde pudo
romper el hielo, la pared de separación que había entre estas dos culturas, cuando
habló con su rival en el estanque de Jacob.
Otro caso: el Señor Jesús tuvo que navegar y enfrentársele a un mar furioso y
brisas contrarias para llegar a al pueblo de “GADARA” donde pudo alcanzar a un
loco y liberarlo del demonio y darle la tranquilidad a una comunidad; aunque
luego, lo echaron de sus contornos.
Observemos otro ejemplo: la Parábola del herido en el camino de Jericó. El
llamado Samaritano, con otra nacionalidad, encontrado en este pasaje, no es otro,
sino un anti tipo del Señor Jesús, que había descendido del balcón de su gloria, a
buscar y a salvar lo que se había perdido”. San Lucas 19:10.
Si nosotros, los llamados a servir hoy día, nos asiéramos a todos estos ejemplos
verídicos dados por el gran Experto: el “Señor Jesucristo”, nunca nos subiríamos al
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Balcón del pensamiento de Aristóteles, más bien imitaríamos al divino maestro, y
salvaríamos a multitudes transeúntes que andan en el camino de la desesperación
en la vida diaria y de la consternación.
Si esto lo concibiéramos a menudo, tendríamos la promesa del señor: yo os elegí a
vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca;
para que todo lo que pidieres al padre en mi Nombre, él os lo dé. San Juan 15:16.
Siempre que Jesús emprendía un camino, algo nuevo sucedía. Prestemos Atención:
el viaje que el divino maestro tuvo en el camino hacia Jerusalén; Bartimeo el ciego
que estaba junto “al camino” al pasar Jesucristo, se lanzó “al camino”, e iba
gritando detrás de él, el cual, le suplió su necesidad de darle la vista.
Cuando Jesús iba en el camino hacia Naín, al entrar en la ciudad, venía una señora
viuda, pobre y adolorida por su hijo que se había muerto; cuando él la vio, se
conmovió de ella, trató de consolarla expresándole no “llores”, se le acercó al
féretro y ordenó que el muerto se levantara.
Otro día el Señor Jesús iba por un camino con hambre y vio de lejos a una higuera,
la cual, tenía mucho fogaje, símbolo de tener fruto y por no tenerlo la maldijo. Esto
ocasionó admiración y sorpresa para sus discípulos.
En cierta ocasión, Jesús iba a pie, por el camino que conduce hacia Jerusalén; le
prestaron un asno, y al entrar en la ciudad se encontró con una gran multitud y en
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medio de las aclamaciones, le echaron hojas de palmeras, flores, aún vestidos y
gritaban "¡Hosanna' ¡Bendito El que viene en el nombre del Señor, el Rey "de
Israel!" ¡y en esta ocasión, por tal reconocimiento, les sanó a los enfermos!. San
Juan 12:13.
En este lento y humilde viaje, la multitud de peregrinos le seguían, gritaban
¡alabanzas a Dios! por la visita de este sumiso visitante, quien a su vez, le traería la
felicidad perdida desde el Edén. En síntesis: La gente lo amó y le llamó Rey. Las
autoridades se zarandearon con temor y miedo.
Si nosotros aspiramos tal bendición debemos bajar del Bacón y venir al camino, y
allí, encontraremos a la gente necesitada y después que las socorramos
encontraremos gloria en ellos.
Estimado hermano ministro, ¿Tú quieres que Dios te use? desciende del Balcón de
las comodidades, de los títulos, de tus honores y articúlate al pueblo desesperado,
sabiendo que usted en Cristo tiene la solución para este mundo que está al punto
de la extinción. Acordémonos cuando el Señor envió a los setenta, ellos regresaron
con gozo, y comentaban en público que los demonios se sujetaban en el nombre de
Jesús.
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SABÍAMOS QUE LOS APÓSTOLES QUISIERON DEJAR EL CAMINO PARA
MONTARSE EN EL BALCÓN DE LAS COMODIDADES
En el tiempo de la era apostólica quiso aparecer este pensamiento de ARISTOTELES
el “balcón y el camino” Después del día de pentecostés hubo mucha gente
convertida, del tal manera, que los apóstoles ascendieron al balcón de la
comodidad por la abundancia de creyentes, que a su vez, vendían sus propiedades
y las colocaban a las cuentas financieras de los apóstoles.
Estos dirigentes, especialmente, Al apóstol Pedro se le olvidó que el Señor Jesús, le
había dado las llaves del reino de los cielos, las cuales tenían que ser usadas a tres
culturas habitadas en su época: Los Judíos, los samaritanos y los gentiles.
Pareciera que este balcón llamado “Jerusalén” había entrado en un ambiente de
conformismo, que los apóstoles habían dejado la oración y la predicación para
atender cuestiones secundarias aunque más tarde la responsabilizaron a
ayudantes fieles e idóneos.
El Señor Jesús, observando el balcón habido en Jerusalén y sus poseedores les
envió una persecución tan fuerte, que con la muerte de San Esteban, tuvieron que
descender: Uno Para el desierto, en busca del “ETÍOPE”, Otro para Samaria en
busca de los “SAMARITANOS”, Hasta el mismo San Pedro, descendió para Jope en
busca de un gentil llamado “CORNELIO”.
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Al considerar esta historia, me hace reflexionar el mandato del Señor cuando dijo:
id por los caminos y traer a los mancos, cojos, ciegos hasta llenar su casa. También
la parábola de las cien ovejas nos ilustra que el Señor descendió de su gloria
(Balcón) en busca de una oveja extraviada en un desierto que simboliza la raza
humana.
Hay veces que la pobreza se convierte en un “balcón” y por ser tan pobres nos
afianzamos de la capa de la miseria, no queremos hacer nada por nosotros, ni por
los demás, como lo hizo BARTIMEO, que mendigaba junto al camino; hasta que no
descendió al camino y votó la capa para andar con Jesús, su problema no se le
solucionó.
La manifestación de Dios en carne no es otra cosa que Dios quería dejar el Balcón
de la eternidad, y meterse en el camino de los necesitados y andar con ellos, eso
fue la Interpretación del Apóstol San Pablo escribiéndoles a los Corintios: Dios
estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo.
Estimados lectores, qué bueno sería pensar que existe un mundo perdido y
nosotros tenemos la Solución que ellos necesitan. Por lo cual, sería necesario
descender del Balcón y hacernos al camino para andar con nuestros
contemporáneos. Como lo dijera DURKHEIM, quien fuera uno de los grandes
pioneros del desarrollo que implantó los valores comunes, quien a su vez, serían
transmitidos por los asesores de las comunidades.
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Luego, SPENCER aplicó la teoría DARWINIANA del avance de las colectividades.
Que serían un progreso gradual de la colectividad, desde la más remota hasta las
asociaciones industriales. En sus escritos, señalaba que este desarrollo evolutivo se
trasmitiría, sólo por un proceso natural, a través de los educadores en las
academias
Por otra parte, MAX WEBER (1864 -1920) en su monografía, consideraba que las
ciencias sociales y naturales serían incorporadas a los educandos
permanentemente.
Si observamos la pedagogía realizada por el Señor Jesucristo, aplicada al doctor
Nicodemo, al fariseo Simón y a la Samaritana, entre otros, fueron las homilías
personificadas que, hasta el día de hoy no han perdido su valor.
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Copyright y engrosado por el pastor.
York Anthony Shalom.
Licenciado en Sagrada Teología.
Magister en Divinidades Teológicas.