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Historias recuperadas de ATE

Daniel Parcero

Fascículo 3

Sebastián Lúgaro y la “Sección de Hierro”

ISSN ES 2469-0546

Fotos de tapa:

Arriba: retrato de Lúgaro perteneciente al archivo familiar

Abajo: talleres del “Ministerio” donde se armó la Torre Faro que

reemplazó a la Torre Semáforo ubicada en el espigón a la en-

trada del canal. La torre será suplantada en 1949 por la actual

Stella Maris

Noviembre de 2016. Asociación Trabajadores del Estado. CDN

Belgrano 2527. CABA. Tel.: 4122-5700

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Agradecimientos

A Fernando Bruzzera (sobrino político de la esposa deJosé Sebastián Lúgaro)

y a su señora, profesora Alicia Raquél Gentili;a Mario, Rubén y Oscar Escalante

(nietos de Jorge Escalante);a Ana y César Cruz (hijos de César Edgardo Cruz);

a María Estela Bonnefous de Bossi(sobrina de José Lúgaro);

a Mercedes Escalante de Salvini (hija del segundomatrimonio de Ecalante);

a Luis Aumenta y su hija Graciela y a Miguel Pepe.

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José Sebastián Lúgaro, fundador de la Sección Concepción del Uruguay yprimer secretario general de la misma.

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Prólogo

El ser humano, curioso por naturaleza, suele enre-darse en situaciones riesgosas que incluso puedenarrastrarlo hasta su propia muerte: de allí la mutadaexpresión “la curiosidad, mata al hombre”. Pero en es-tas líneas, puedo afirmar sin temor a equivocarme, quela curiosidad de quien prologa, permitió rescatar defini-tivamente el nombre de José Sebastián Lúgaro, el hom-bre precursor de nuestra seccional Concepción delUruguay de la ATE, hecho más que meritorio del reco-nocimiento de las sucesivas generaciones de trabajado-res del Estado.

Y en aquel hecho protagonizado por Lúgaro, estáintrínseco el ADN de nuestra organización gremial,pues la primera e inmediata consecuencia de haberseatrevido a organizar a los trabajadores para la conquis-ta de sus derechos inexistentes a ese momento, fue lapérdida de su puesto de trabajo (sabia y tímidamenteadvertida por su propio padre), sin dejarse por ellodoblegar, ni asimilarlo como un problema individual,sino que en demostración de una clara conciencia detrabajador, siguió adelante interpretando aquella situa-ción como una consecuencia para el resto de sus com-pañeros que habían respondido a su convocatoria,motivando la unidad y la solidaridad de los trabajado-res del Estado.

Este redescubrir de nuestra historia, surge de laseñalada curiosidad que me despertó un escrito de diez

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hojas, de amarillento color propio del paso del tiempo,que encontré entre innumerables papeles y documenta-ción. Escrito que fuera acercado en algún momento porel compañero Eduardo Rebaco, en la que el extinto exsecretario general, Edgardo César Cruz, había tenido elinvalorable gesto de solicitar al protagonista y primersecretario general de la llamada “sección de hierro”, querelatara el origen de la misma. Hoy llega a vuestras ma-nos, gracias al entusiasmo invalorable y reconocido pro-fesionalismo de nuestro historiador Daniel Parcero, quecontó para ello con el apoyo incondicional del CDN enca-bezado por Hugo Cachorro Godoy y Julio Fuentes; elsecretario general del CDP Entre Ríos, compañero OscarMuntes y nuestra seccional Concepción del Uruguay enla persona del secretario general Martín Calisaya.

Héctor Miguel CaffaSecretario General Adjunto

ATE Concepción del Uruguay

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Introducción

Concepción del Uruguay: “La histórica”,no por casualidad, parió una “Sección de hierro”

Por Fernando Abel Maurente*

Encomiable la tarea militante de Daniel Parcero. Sustrabajos de investigación sobre ATE han permitido a lostrabajadores reforzar la “conciencia de clase en sí”. Lostrabajadores del Estado gracias a su paciente e infati-gable labor han recobrado su conciencia de pertenen-cia, su identidad.

En esta investigación, Daniel descubre, por ejemplo,que no es un azar la solidaridad que los trabajadores deATE Concepción del Uruguay, conducidos por Sebas-tián Lúgaro, tuvieran con la heroica lucha de Sacco yVanzetti, sacrificados por la canalla plutocracia nortea-mericana que decidió dar un castigo ejemplar a estoshombres que simbolizaban la rebelión obrera de princi-pios de siglo XX.

Concepción del Uruguay, “la histórica”, no podíaquedar fuera de esa batalla. Los hijos de charrúas yguaraníes, de las montoneras de Artigas, Pancho Ramí-rez y de López Jordán, levantaban el puño como antes

*Escritor revisionista. Autor, entre otras obras, de la Historia de los Movi-mientos Nacionales, volúmenes I al V.

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sus ancestros levantaron las lanzas artiguistas. “Con-cepción del Uruguay es la tierra del amor, es la tierra pro-metida que Dios iluminó. Como un mojón de la Patriabajo un cielo cardenal se levanta con historia Concepcióndel Uruguay. La besa un río de trigo, la entibia un granarenal y en la costa silbadora la luna sale a soñar. Con-cepción del Uruguay de copete federal ¡tu nombre! mesabe a gloria de Urquiza mi general. Es arroyo de laChina romance de paz y amor ¡Pancho Ramírez! la vidaa Delfina ofrendó.”, dice su himno.

Será Uruguay una de las primeras localidades ensumarse a la Revolución de Mayo y será en la casona dedon Narciso Calvento, una noche de invierno –junio de1810–, que un grupo de patriotas entre los cuales esta-ban Miguel Díaz Vélez, José Aguirre y Melitón González,entre otros, con espíritu revolucionario se suman a losimpetuosos Moreno, Castelli y Belgrano. Será Concep-ción la primera capital de Entre Ríos por decisión delDirector Supremo Posadas.

Otro invierno pero de 1815, un 29 de junio, El Pro-tector de los Pueblos Libres será quien convoque enConcepción el primer congreso independentista. A estaconvocatoria histórica se la conocerá como Congreso deOriente. Y será el azul blanco azul con la banda rojafederal a partir de ese momento, la bandera que ondea-rá refulgente en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Co-rrientes, Misiones y la Banda Oriental.

Concepción será invadida y saqueada por las fuerzaslusitanas en lo que hoy se recuerda como “La sorpresadel Arroyo de la China” (1818). Será don Justo José deUrquiza como diputado provincial quien convierte a laentonces villa en ciudad (1826). La ciudad se sumaría

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a la rebelión y resistencia jordanista contra la invasiónordenada por el presidente Sarmiento. Está en el ADNde sus hombres y mujeres, el haber nacido para liderarla liberación. No es casualidad que aquellos hombres decomienzos del siglo XX, trabajadores del “Ministerio”,condenaran la arbitrariedad y la injusticia; sólo respon-dieron al llamado de su estirpe.

Parcero ha buceado en ese ADN y en estas páginasnos demuestra que la Historia por él contada, es uncapítulo más del honor uruguayense

A la derecha Jorge Escalante, integrante de la segunda Comisión Directiva.Primo hermano de Lúgaro, se ocupó de los asuntos referidos a la Caja deAyuda Mutua. En la fotografía junto a otros compañeros del Ministeriodonde prestaba servicios como empleado administrativo, en el frente de sucasa sita en la calle V.H. Montero 535. hoy Juan Perón.

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José Sebastián Lúgaro, ya retirado de la conducción de la sección se ocupódel Centro Nacional de Jubilados y Pensionados y de la Sociedad Italiana deSocorros Mutuos.

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1925. Nacimiento de la ATE

1. LA ORGANIZACIÓN GREMIAL

DE LOS TRABAJADORES ESTATALES

La tarde del 15 de enero de 1925, en dependenciasdel amplio salón del Teatro Verdi del capitalino barriode La Boca, que fuera fundado por la Masonería,1 sedieron cita algo más de un centenar de obreros luegode cumplir la jornada laboral, llegados de los talleresque la Dirección Nacional de Navegación y Puertos teníainstalados en el Riachuelo y en la zona portuaria.

Uno de esos trabajadores, Juan Popovich, comienzaexponiendo sobre la situación de penuria e injusticia enla que estaban sumergidos los trabajadores estatales, yexplica la necesidad de “dejar constituida una organiza-ción que agrupe en su seno a todos los productores quedependen del gobierno nacional, por ser éste el únicomedio de defensa de nuestros intereses”. Todos están

1 El Teatro Verdi, cuyos orígenes datan de finales de 1800, cuenta con unafachada de estilo italianizante, y a lo alto de su frente pueden observarse lostradicionales símbolos masónicos. La Masonería se encuentra presente ennuestro país desde finales del Siglo XVIII, y de acuerdo a recientes investi-gaciones realizadas por el autor, el hecho de que la asamblea fundacional dela ATE se haya realizado en ese lugar obedecería a que algunos de aquellospioneros que recurrió a solicitar el lugar, habría sido un "hermano" de laLogia conformada por vecinos del barrio. De hecho, hasta tanto el grupo fun-dacional alquilase una casa unos meses después, a pocas cuadras sobre lamisma avenida Almirante Brown, los fundadores se reunían en las instala-ciones de la sede de la Federación de Construcciones Navales, también fun-dada por la masonería.

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de acuerdo. Se mocionan varios nombres para presidirla asamblea y Juan Mariño, quien resulta elegido pre-sidente, declara abierto el acto. Otro obrero de apellidoÁlvarez propone que la nueva organización se denomi-ne Asociación de Trabajadores del Estado. Sin embargose decide que la elección del nombre quede a cargo dela Comisión Administrativa que se votaría a continua-ción, y la denominación finalmente sería ratificada ape-nas diez días de celebrado aquel encuentro.

Un trabajador de apellido Rodríguez, presenta unamoción con los nombres de 19 candidatos para confor-mar la Comisión que es aprobada sin mayor discusión.

En la primera conducción de la ATE, 9 de sus inte-grantes pertenecen al Taller Central y los 10 restantesa los talleres ubicados en las calles Brasil y Belgrano.De inmediato se reúne la Comisión Administrativa y, enuna sesión que dura media hora, designa dos comisio-nes. Una de ellas, integrada por E. Stiglich, C. Torres,De Natale y Juan Popovich y los dos delegados de Para-ná, Juan Carlos Frías y Juan Faimali, deberá presentarel reclamo obrero ante las autoridades; la otra, de laque forman parte R. Martello, E. Vázquez, Dante, JuanPopovich y Domingo Heredia, será la encargada deescribir la primera carta orgánica. Hasta este momentoHeredia era el responsable de las actas, y en la próximareunión, celebrada un mes después en un local propie-dad de la Federación de Construcciones Navales, sitaen Necochea 1111, a metros del Teatro Verdi, pasará adesempeñarse como secretario general, y será el res-ponsable de mantener una fluida relación con los tra-bajadores del MOP próximos a llegar de Concepción delUruguay.

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Los motivos que dieron origen a la ATE no habíanexigido mayor discusión. Por aquel entonces la situa-ción de los obreros estatales estaba signada por unairritante discriminación. Jornaleros en su inmensa ma-yoría, sus salarios dependían de la cantidad de días tra-bajados, y esa cantidad estaba rigurosamente medidapor el alcance de los fondos del presupuesto de la obraestatal. El asunto era que el pago a esos obreros esta-ba incluido en una partida global del Ministerio deObras Públicas (MOP), destinada a atender los serviciosde navegación y de puertos. Cuando esas partidas re-sultaban insuficientes, sencillamente se suspendían lastareas los días sábado y los obreros, que en su inmen-sa mayoría no estaban mensualizados, debían soportarel peso del régimen de las “economías”.

En una nota que la dirección de la ATE giró al presi-dente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara deDiputados en abril de 1925 reclamando la mensualiza-ción, se señalaba que la medida favorecía solamente a6 mil trabajadores de todos los talleres (Central, Con-servación y Puertos, La Plata, Corrientes, Puerto Ber-mejo, Paraná, Rosario y Concepción del Uruguay). Perola mensualización era lo que podría llamarse un objeti-vo de largo plazo. En lo inmediato el sindicato de losestatales debía concentrarse en reclamos directos antelas autoridades, como la regularización de los pagosque, en algunos casos, exhibían demoras de tres meses;o la garantía de que bajo el régimen del jornal se tra-bajaría 48 horas a la semana. Por lo demás, salvo en elcaso de Conservación de Puertos de Buenos Aires y LaPlata, los obreros estatales no tenían licencias por en-fermedad, régimen impuesto en 1913 por Roque SáenzPeña exclusivamente en favor de los empleados, en unmomento en que los operarios apenas constituían un

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número insignificante. Tampoco existía un sistema pre-visional. Por su inestabilidad los jornaleros no realiza-ban depósitos en la Caja de Jubilaciones y PensionesCiviles, fundada en 1904; el resto, en caso de cese de larelación laboral con el Estado, perdían los fondos juntocon el trabajo. A esta inseguridad que amenazaba cons-tantemente a los jornaleros, se sumaba la ausencia deun escalafón como el que habían obtenido los ferrovia-rios, norma que permitía establecer un régimen de as-censos, volviendo a una práctica que desde hacía variosaños estaba congelada. También la Ley de Accidentesde Trabajo resultaba insuficiente, pues dejaba afuera aquienes percibieran más de 3 mil pesos al año, es decira todo aquel trabajador que tuviera un oficio. Las mani-festaciones de explotación reaparecían una y otra vezen esos primeros años de la organización obrera.

2. EL ALZA DE MASAS QUE REPERCUTIRÁ EN

CONCEPCIÓN DEL URUGUAY

La nueva asociación obrera inició su trayectoria enun momento en que el gremialismo argentino entrabaen un largo reflujo. Unos meses antes de su creación,a mediados de 1924, los sindicatos habían librado unavictoriosa batalla contra la ley de jubilaciones quetrataba de imponer el gobierno de Alvear. Ese año,277.000 trabajadores tomaron parte de los movimien-tos de fuerza que agitaron a la Capital, número sóloinferior al alcanzado en 1919, en cuyo transcurso selibraron los formidables combates de la Semana Trági-ca. Pero en 1925 esa cifra habría de caer a 39.000, y enlos cinco años siguientes apenas oscilaría en los28.000. En consecuencia, la aparición de la ATE coin-cidió con un cambio de tendencia en el movimiento de

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masas; cambio que tuvo una importancia fundamental,pues desde entonces se enfocó en una nueva direcciónla perspectiva de la clase trabajadora. Conviene exami-nar más de cerca los acontecimientos de ese momentoexcepcional. Tres años antes de la fundación de la ATE,en marzo de 1922, con un estado de ánimo diferente,los sindicatos de la FORA (Federación Obrera RegionalArgentina) de orientación sindicalista, algunos de laFORA Anarquista y los gremios autónomos, habíanfundado la Unión Sindical Argentina (USA), centralobrera que tenía el firme propósito de reunificar al con-junto de las corrientes gremiales. De la naturaleza deeste intento dan una idea ciertos pasajes del preámbu-lo aprobado.

Bajo el impacto de lo que parecía ser el inicio de unanueva era histórica, ese texto sostenía que “las luchaspuramente mejorativistas han culminado su período.Hoy se plantea a los trabajadores el problema de la con-quista integral de sus derechos. Ya no aparecen frente alcapitalismo como un conjunto de descontentos, sino co-mo los sucesores obligados para asumir la responsabili-dad de la dirección y el control de la nueva situaciónsocial, determinada por la inevitable y cercana caída delrégimen capitalístico”. En su declaración de principiosla USA se pronunciaba en contra de todo tipo de Esta-do, incluido el Estado obrero y reclamaba “todo el podera los sindicatos.”

El sindicato como la única expresión posible de laclase trabajadora, la lucha económica en profundidadcomo camino hacia la revolución social, la descalifica-ción de los partidos políticos, el enfrentamiento de cla-ses hasta la destrucción del Estado, la huelga general ylos métodos de acción directa como el boicot, el sabota-

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je e incluso la acción insurreccional, en lugar de lasmaniobras parlamentarias y las formas de colaboracio-nismo, tal los rasgos fundamentales del sindicalismorevolucionario originado en la experiencia del movi-miento obrero europeo, particularmente del francés, defines del siglo XIX y comienzos del actual. La USA, quehabía heredado esa tradición de la Federación ObreraArgentina (FOA) y de la Unión General de Trabajadores(UGT) sindicalista,2 fundadas dos décadas atrás, refle-jaba a su vez la conmoción que había provocado enimportantes capas de la clase trabajadora argentina lavictoria de la revolución en el antiguo imperio de loszares rusos y el ascenso de la marea insurreccional quesacudió a Europa entre fines de la década del ’10 ycomienzos de la década del ’20. Hay que tener en cuen-ta que en un primer momento la onda expansiva deloctubre soviético parecía destinada a desencadenaruna serie de levantamientos obreros en buena parte deEuropa.

Prácticamente durante su primer año de existencia,la nueva organización sindical no tuvo ante quién rea-lizar gestiones en firme ni, por supuesto, iniciar unanegociación. Recién hacia comienzos de 1926 las cosascomenzaron a cambiar. En efecto, el 25 de febrero el

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2 La Federación Obrera Argentina (FOA) fue fundada el 25 de mayo de 1901y pasa a denominarse FORA a partir de su Cuarto Congreso en agosto de1904. La Unión General de Trabajadores (UGT) fue una central sindical fun-dada en la Argentina en 1902. Se originó en el desprendimiento de variossindicatos (albañiles, constructores de carruajes, mecánicos, sastres, etc.)de la FOA, instalándose de ese modo dos centrales sindicales en el país. Larazón de la división se debió al enfrentamiento entre el sector anarquista,por un lado, contra los sectores socialista y sindicalista revolucionario, porel otro. Los primeros en la FORA, los segundos en la UGT.

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ministro Ortiz recibió a una delegación de la ATE y ape-nas una semana más tarde un decreto del gobiernoatendía una parte de los reclamos. “Por primera vezdesde que existen los talleres del Riachuelo, tienen losobreros reconocida su entidad gremial y por primera veztienen los 25 días al año por razones de enfermedad y 8días de licencias por asuntos particulares”, anunciaba atoda voz el periódico de la Asociación. El ministro deObras Públicas, Marcelino Roberto Ortiz3 había recibi-do el planteo de parte de una delegación integrada porlos dirigentes Popovich, Heredia, Barbieri y Etchetore-na. El reclamo contenía como punto fundamental laampliación del régimen de licencias a los obreros yempleados dependientes de la Dirección de Navegacióny Puertos que trabajaban en el Taller Central y en lascorrespondientes secciones del interior: Rosario, Para-ná, Corrientes, Concepción del Uruguay y Puerto Ber-mejo. Hasta ese momento regía un decreto firmado porel propio Ortiz en febrero del año anterior por el cual seconcedían 45 días de licencia por enfermedad y 15 díaspor cualquier otro asunto al personal de Tráfico y Con-servación de los puertos de la Capital y La Plata, quetuviese 5 años de antigüedad. Este régimen era el quehabía sido incorporado por el presidente Sáenz Peñaexclusivamente para los empleados en enero de 1913.El resto del plantel, con menos de 5 años de antigüe-dad, quedaba sujeto a las disposiciones de un decretode febrero de 1919 que otorgaba licencia anual de 15

3 Marcelino Ortiz en 1920 fue electo diputado nacional. Formó parte del sec-tor de la Unión Cívica Radical que cuestionó a Hipólito Irigoyen por sus acti-tudes autoritarias y fueron conocidos como antipersonalistas. En 1925 seseparó de la UCR para fundar junto a otros radicales la Unión Cívica Radi-cal Antipersonalista. Entre 1925 y 1928, se desempeñó como Ministro deObras Públicas del presidente Marcelo T. de Alvear.

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días por enfermedad o cualquier otra causa. El asuntoes que durante un buen tiempo las autoridades senegaron a generalizar el régimen de licencias con laexcusa de que el decreto del año 13 sólo hacía mencióna los empleados. Incluso en la entrevista mantenidacon Ortiz, la primera reacción de éste fue señalar estalimitación y en consecuencia mencionar la necesidadde un estudio ministerial de la cuestión. Sin embargo,días después, un nuevo decreto disponía que todo elpersonal de Navegación y Puertos, con dos años deantigüedad, tuviera derecho a 8 días de licencia anualpor asuntos particulares y hasta 25 días por razones deenfermedad, “siempre que las necesidades del serviciolo permitan”.

Posteriormente en octubre, ante una nueva gestiónde la ATE –cuando la incipiente seccional Concepcióndel Uruguay atravesaba su peor momento organizacio-nal, tras ser cesanteado su referente lugareño, mien-tras se encontraba recorriendo el territorio con elsostén de la conducción nacional para realizar tramita-ciones por estas demandas–, les fueron concedidos 15días por razones de salud a los trabajadores que teníanmenos de dos años de servicio.

La presentación ante Ortiz de principios de 1926incluía el pedido de la jornada de 8 horas para el per-sonal embarcado sometido a un régimen de 10 horasque, para peor, no gozaba del adicional salarial del 50%por horas extras. En este caso Ortiz se limitó a prome-ter que no tardaría en llegar el día en que los obrerosembarcados alcanzarían la jornada de 8 horas. Por elmomento el presupuesto no permitía una modificacióndel régimen laboral que, de llevarse a cabo, le costaríaal Estado más de un millón de pesos; pero aseguró que

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estaba prevista la compra de dragas más modernas queen 8 horas harían más trabajo que el que las viejas em-barcaciones realizaban en 10 horas. El ministro tam-bién dispuso que los obreros que saliesen a trabajarfuera del puerto, recibiesen además del pago por gastosde traslado, un viático diario de 1,50 pesos para gastosde comida. Esa suma era la que habían cobrado habi-tualmente los trabajadores hasta poco tiempo atrás.Sin embargo el Taller Central había reducido imprevis-tamente el viático a 40 centavos, mientras que los talle-res de Belgrano y de Brasil, que enviaban a sus obrerosa realizar tareas de reparación en la Aduana, simple-mente lo suprimieron.

Asimismo, Ortiz dispuso restablecer el pago del 50%sobre el jornal diario –se pagaba menos– cuando el per-sonal cumpliera horas extras. En esa primera entrevis-ta el titular del MOP prometió además que todo elpersonal de los talleres de la Capital y del interior seríamensualizado a razón de 25 días por mes, una vez quefuera aprobado el Presupuesto Nacional. La situaciónde la mayor parte del plantel obrero era llamativa. Esta-ba jornalizada por la simple razón de haber sido incor-porada a una partida global; partida que era aplicadaúnicamente a obras que no empleaban personal perma-nente: sencillamente, para el Estado la condición deobrero y de personal inestable eran una y la mismacosa. Pero a pesar de la promesa ministerial la situa-ción no varió. En 1926 no llegó a aprobarse el Pre-supuesto y, en consecuencia, el Estado se limitó aprogramar el mismo volumen de gastos que el autoriza-do para el año anterior. De todas formas para la diri-gencia de la ATE la gestión había resultado un éxito.

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José Sebastián Lúgaro en tiempos de sus primeros pasos organizacionales.

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La fundación de ATE Concepción

1. LA SITUACIÓN PREVIA A LA CREACIÓN DE LA SECCIONAL

Hacia marzo de 1926 el periódico de la Asociacióndescribía con toda claridad las circunstancias en lasque se desarrollaba el trabajo en tierra: “(...) los trabaja-dores del Taller Central del MOP tenemos que sufrirmuchos grados de calor bajo los galpones, a causa deque éstos son construidos de chapa de cinc, careciendoademás de una ventilación amplia, tan necesaria en todolugar. Es que estos galpones fueron construidos hacetreinta años. Cuando fueron levantados el personal erainferior en mucho al ocupado en la actualidad y contabanpor otro lado con más espacio porque no estaban instala-das las numerosas maquinarias que desde hace dosaños a esta parte vienen colocando. Los distintos talle-res: el de herrería, mecánica, sala de máquinas, carpin-tería, fundición y otros de menor importancia, forman unsolo cuerpo; en el de herrería funcionan alrededor de 30fraguas y un horno que trabaja a una elevada tempera-tura; en la sala de máquinas están las calderas que pro-veen la fuerza motriz de los dínamos, todo ese calor seacumula por falta de ventilación, caldeando el ambientey tornándolo insufrible; como los talleres son divididospor chapas de zinc, la ola de calor invade y recorre losdemás galpones. Sabemos que en ciertas ocasiones losjefes han declarado que el calor era excesivo. Sin embar-go, los obreros debemos hacer frente a todo ya que hayuna imperiosa necesidad que nos obliga a continuar ennuestro puesto haciendo caso omiso de esas bellezas”.

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En otra oportunidad el periódico describía el régimende pagos, verdadera odisea laboral que sumada a otrasse repetía mes tras mes. Cuando se aproximaba lafecha de cobro, los trabajadores debían obtener unaboleta de color verde que inmediatamente debía cam-biarse por otra de color blanco. Días después, cuandollegaban los pagadores, esta boleta blanca debía serconvertida en una libreta de conchabo en la cual figu-raban todas las anotaciones anteriores. Una vez consu-mados todos estos trueques, los obreros debían dar unúltimo y decisivo paso: conseguir una chapa o cartóncon el sello de la Dirección. Al parecer, este último trá-mite no era de fácil ejecución: “(...) como siempre ocurreque antes de finalizar el mes, nuestros bolsillos se hallanexhaustos, todos nos apresuramos y queremos tenercuanto antes los centavos ganados durante el mes parasubvenir los gastos efectuados, los capataces nos danorden terminante de no movernos de nuestro puesto, pro-metiendo traernos la ansiada chapa; pero esto no ocurreasí, por lo general, el que observa o cumple la orden esel último en cobrar, en vista de esto cada cual sale por suIado en busca de la preciosa chapita, poniéndose enpráctica los medios de alcance, se busca a los capatacesmás o menos tratables y se les afila como si se tratasede una señorita con el fin de sacarle el sí (en este caso,la chapa). Si este medio falla se recurre a otro recurso delos que no faltan; si el capataz viene a repartirla seforma a su alrededor un cerco humano y allí si no se con-sigue la chapa por lo menos se consiguen algunos piso-tones o empujones porque en ese momento se libra unaverdadera batalla. Obtenida la chapita está salvado elcuarto control; con ella hay que apersonarse a una ven-tanilla donde es entregada conjuntamente con la libretay la anotación y llegamos al quinto control, nuevamentese es estrujado por la gran aglomeración teniendo que

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esperar muchas veces 40 o 50 minutos cuando no unahora para que nos entreguen la boleta para pasar a otraventanilla a cobrar. Este es el último suplicio, sin exage-rar, tenemos que colocarnos a la cola de una larga filaque a veces alcanza de 15 a 20 metros de largo; como elpago se realiza con suma lentitud, nuevamente nos pa-samos otra hora, permaneciendo todo ese tiempo enpleno sol con el peligro de insolarnos si es verano o depescarnos una pulmonía si es en invierno, porque ellugar donde se efectúa el pago no cuenta con ningunaclase de reparo”.

Ese mismo estado de agitación reinaba entre los tra-bajadores del Arsenal Naval de Puerto Belgrano dePunta Alta, donde desde tiempo atrás mantenía unahonrosa tradición de lucha la Asociación Obreros Nava-les, de entre cuyos cuadros surgiría la futura seccionalde la ATE. También en Corrientes y en Rosario los pri-meros núcleos de activistas aprestaban fuerzas paraconcurrir a la fundación de una organización nacional.Por cierto, hacia comienzos de 1925 la situación madu-raba rápidamente. De forma tal que cuando en sep-tiembre de ese año llegó a Paraná desde Buenos Airesuna copia de los estatutos de la nueva organización gre-mial nacida en la ribera del Plata, la decisión no ofrecíamayores dudas. En enero del año siguiente el periódicode la ATE daba cuenta de una importante noticia:“Paraná, una vez estudiados detenidamente los estatu-tos que nos rigen y previo algunas consideraciones queserán tenidas en cuenta para la primera oportunidad,resuelve adherirse, es decir, pasar con soldados, armasy bagajes a reforzar las filas compactas de nuestra orga-nización”. La incorporación se había producido en elmes de noviembre anterior. Previamente, en junio, laComisión Administrativa había aprobado la afiliación

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de trabajadores de Rosario y Corrientes, cuyo númerono alcanzaba para constituir una seccional.

Al finalizar el año de su fundación, la ATE superabalos 1.000 afiliados. El primer número del periódico pu-blicado hacia fines de noviembre de 1925 hablaba de1250 socios, de los cuales según el balance correspon-diente a ese mes, 590 correspondían a la organizaciónde Buenos Aires (400 al Taller Central, 105 al taller deBrasil, 30 al taller de Belgrano y 15 a Hidráulica Sur). Alcelebrarse el segundo aniversario la organización pare-cía consolidada. El movimiento de cotizaciones corres-pondiente a enero de 1927 arrojaba más de 2.000afiliaciones: unas 1.600 pertenecían a la Capital (alrede-dor de 1.300 a los talleres y más de 300 a la Marina) y540 a la Seccional Rosario. Ya para esta fecha, un grupode entusiastas y desafiantes jóvenes sensibilizados fren-te a las injusticias a las que los sometía el Estadopatrón, hacía cuatro meses que venían dando los pasosorganizativos para constituir la que, llegado el últimomes del año, sería la Seccional Concepción del Uruguay.

2. LA DECIDIDA REACCIÓN DE CLASE DE UN

TRABAJADOR DEL ESTADO

En Concepción del Uruguay, José Sebastián Lúgaro,un joven veinteañero nacido en 1899 proveniente de unhogar obrero e integrante de una familia numerosa, erael único hijo varón de siete hermanos. María Obdulia,Esther, Teresa, María América, la Ñata Luisa y la “Tota”eran sus hermanas. A poco de haberse incorporado co-mo operario tornero en los Talleres de ConstruccionesPortuarias y Vías Navegables dependiente del Ministe-rio de Obras Públicas, mientras cursaba estudios con la

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esperanza de convertirse en maestro mayor de obras,decide independizarse. En su afán de poder concen-trarse con mayor atención en el estudio y no ser unapesada carga para el insuficiente presupuesto familiar,pensando además que desde esa independencia podríacontribuir con una ayuda extra para su hogar, alzarásus petates del domicilio paterno y saldrá en busca deuna habitación de alquiler.

Esta actitud a tan temprana edad, refleja su solida-ridad de clase en lo familiar cuando recién se iniciabacomo trabajador y su predisposición a seguir adquirien-do conocimientos.

Su padre era uno de los más de 1.500 trabajadoresque se desempeñaban en la Dirección General de ObrasHidráulicas dependiente del Ministerio de Obras Públi-cas de la Nación, antes de que pasara a ser la DirecciónGeneral de Navegación y Puertos, por un decreto delPoder Ejecutivo de 1918.4 Luego de cumplir con el ser-vicio militar, hace su ingreso a los talleres como opera-rio, a la vez que alterna su tiempo libre entre su aficiónpor la pesca y las salidas nocturnas. Cuentan sus fami-liares, que Lúgaro era propietario de dos chalanas5 yuna lancha, con las que desde temprana edad prestabaservicios en las instalaciones del Club Regatas. Cuandose decide el traslado del que consideraba era “el refugio

4 Por el mencionado decreto, la Comisión para la Conservación y Explotacióndel Puerto de Concepción Uruguay y de Estudios de la Navegación del RíoUruguay, pasa a denominarse "División Río Uruguay", que se conocerá po-pularmente como "El Ministerio", con rango de Departamento. Ver: PrefectoGeneral (RE) Andrés René Rousseaux, edición del autor, abril de 2002.5 Embarcación menor, de fondo plano, utilizada para transporte en parajesde poco fondo.

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de varios jóvenes”,6 Lúgaro se opone. No obstante, trasmanifestar nuevamente su disgusto, acepta la determi-nación “por cariño a la Institución”7 y acompaña con susembarcaciones el traslado de materiales y empleados.Pero al poco tiempo se insiste en una nueva mudanza,y esta vez su rebeldía no tendrá retroceso: opta por jun-tar adhesiones para crear un nuevo Club de Pescadores–hoy Parque Sur–, constituyéndose en su inspirador ysocio fundador.

Sebastián, alto, buenmozo, instruido, de buen vestiry buena labia, con su característico “vicio” de fumar enpipas de calidad, según destaca su propia hermanaMaría América “Meca” en una prosa escrita en sumemoria,8 fue un soñador que supo despertar pasionesentre las mujeres del pueblo, al punto de mantener unnoviazgo a lo largo de cuatro décadas, sin consentir uncompromiso formal y determinante con Asunta CarmenPositieri, con quien se casaría recién al momento decumplir 57 años. A la par, decidió también poner fin ala vida nocturna, luego de ser un asiduo concurrentedel bar conocido como Gato Negro, por Rivadavia al sur,en las cercanías de su casa paterna y del lugar que eli-giera para elucubrar la fundación de la ATE, la segun-da de las instituciones a la que diera vida antes decumplir 30 años.

“Yo alquilaba una pieza en una casa que se llamaba‘Los dos zaguanes’.9 El dueño o encargado era Don Pablo

6 Carta de Lúgaro al presidente del Club de Pescadores del Uruguay, fecha-da el 7 de febrero de 1968, donde relata los orígenes de la Institución.7 Idem.8 Semblanza de tu vida, poemario editado por María Lúgaro de Bonefous, ensu homenaje.

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Apaolaza, dueño de una fábrica de alpargatas, industriaque en aquel tiempo funcionaba en las calles Ereño yMoreno. (…) En una pieza contigua funcionaba laLiga.”,10 rememora Lúgaro en un escrito redactado apedido de Edgardo César Cruz, cuando era secretariogeneral de la seccional, con el fin de contar con preci-siones sobre el acto fundacional de la filial.11

Del testimonio apuntado surge que Sebastián Lúga-ro, destina de sus ingresos como operario tornero 16

9 La casa de Los dos Zaguanes, ubicada en Lucilo López 790 entre Tres deFebrero y España, resultó ser en la época una popular vivienda del vecinda-rio, que contaba con varias habitaciones de alquiler en su interior, cuyo últi-mo destino fuera el de "casa pública" o de "citas", recuerda Luis Aumenta,padre de Graciela, cuñada de Mario Escalante.10 Puede ser que Lúgaro se refiera a reuniones de la Liga de Empleados Civi-les Nacionales (LECN) creada en 1918, que nucleaba a los empleados jerár-quicos administrativos dependientes de la estructura del Estado, que reciénobtiene Personería Jurídica en abril de 1923. La LECN, fue la organizaciónque precediera a la UPCN, y ya contaba por entonces con ramificaciones enla ciudad. No se han encontrado rastros de la existencia, en ese momento,de algún núcleo de la Liga Patriótica que permitan suponer que se refiera aella; y vecinos del lugar aseguran que es imposible que la Liga de Fútbolhaya mantenido reuniones en ese lugar.11 Edgardo Cruz, salido de los talleres de aprendices Nº 4 "Eva Perón" delMOP, pertenecía a Construcciones Portuarias. Fue electo como secretariogeneral para conducir el gremio entre 1973 y 1975 y, ya reformados los esta-tutos, fue reelecto para el período 1975/1979. Su mandato fue interrumpi-do en 1976 por el golpe militar genocida y es declarado prescindido cuandoya revestía en la repartición como jefe de talleres. Se le impuso la prescindi-bilidad luego de un conflicto desatado a raíz de que las nuevas jefaturas norespetaban los convenios firmados por la conducción de la ATE durante elGobierno Popular, y como respuesta al debido reclamo que realizara partede la dirigencia. Queda el sindicato en manos de su adjunto Miguel Aranda,quien asegura que, "En definitiva, nosotros pagamos el costo de decisionestomadas por funcionarios que venían estando en el cargo desde tiempos delGobierno de Lanusse, y que Perón en nombre de la pacificación nacional, noquiso remover a pesar de nuestra insistencia, y de otros compañeros comoHéctor Quagliaro, el Negro Aguirre y Militello de Rosario". Años más tarde,

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reales diarios –equivalentes a un peso con 60 ctvs.–, alalquiler de una habitación en la que se aprovisionó deun candelero, velas y fósforos, “ya que la luz eléctricaen esos tiempos sólo era para muy pocos privilegiados”.

Además de las inquietudes del joven tornero del MOPya apuntadas, a sugerencia de un vecino de la ciudadllamado Rodolfo Tibiletti, encargado de la distribucióndel diario La Nación, se suscribe al matutino de losMitre en su interés por estar informado nacionalmente,ya que los diarios del pueblo, La Juventud y Los Princi-pios, comunicaban información mayoritariamente lo-cal. “Él mismo me llevaba el diario todos los días a micasa. Llegaba de mis tareas, me aseaba, tomaba elperiódico y me dedicaba a su lectura hasta que llegabala noche en que me iba a diversiones nocturnas”. Rutinaque mantendrá, alternando con otros hobbies, hastamediados de los años 50, en que decide como se verámás adelante, contraer matrimonio con su novia luegode una prolongada relación.

En una de aquellas noches de distracción y diverti-mento, José se cruzará con “un muchachito que entró allugar con un valijín. A la hora de cerrar el establecimien-to se acerca y me pide por favor le indique un lugardonde poder pernoctar. Le pregunté quién era, y me diceque viene de Rosario del Tala, y se llama Balsechi. Yoconocía a esa familia, y para estar seguro de su identi-dad, le hice preguntas sobre sus familiares, que contes-tadas no me dejaron ninguna duda. Entonces lo invité apasar la noche donde yo me alojaba. Cuando vio tanta

ya en democracia, Cruz volverá a tener cargos de conducción como vocal yen un reordenamiento de la seccional volverá a ocupar la secretaría general.

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cantidad de diarios le llamó la atención. Me dedico a pre-parar el despertador para concurrir al trabajo en lamañana... y al despertarme compruebo con asombro quese encontraba enfrascado en la lectura de los matutinos.Conversamos, interesado yo en qué cosa venía a hacer aConcepción del Uruguay, y me contestó que venía a tra-bajar de panadero”.12

Cuenta José en su escrito, que el recién llegado seincorpora a la actividad panaderil de manera inmedia-ta y al poco tiempo, “al conjuro de su dinámica dejóorganizados a los trabajadores de todas las panaderíasde la localidad. Y también incursionó en otras activida-des gremiales”.

Sin descuidar la amistad establecida con el jovenoperario del “Ministerio”, Lúgaro testimonia en su es-crito a Cruz: “Un día viene Balsechi y me dice que nece-sita que le organice a los compañeros de Obras Públicasy que me los pases a mí.”

12 Lúgaro se refiere a la llegada a la ciudad de Juan Balsechi, quien rápida-mente se incorpora al histórico emprendimiento conocido como el Despertardel Obrero, una sociedad de hecho con carácter cooperativo, bastión forma-tivo de distintas expresiones del sindicalismo lugareño, desde donde desple-gará sus dotes de organizador colectivo, a partir del fracaso de una huelgade panaderos que tuviera lugar en 1918. Con la incorporación de Balsechisurgirán otras instituciones "cuyas identidades estaban relacionadas con laCooperativa Obrera primigenia" de acuerdo a "El Despertar del Obrero, refu-gio de pobres y desamparados", según refiere Elisa Dolores Balsechi, en "Laidentidad de una entidad de trabajadores de Entre Ríos", en la publicaciónde las X Jornadas Interescuelas/Departamento de Historia. Cuenta el exdirigente socialista lugareño Miguel Pepe en conversación con el autor, que"Juan era socialista, anarquista, revolucionario... un poco de todo y un netoorganizador colectivo de la clase, amigo de Lúgaro desde que se conocieron".

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La idea ya venía rondando por la cabeza de José,quien desde hacía poco tiempo venía sondeando entresus compañeros de trabajo la voluntad de agremiación,así que su respuesta fue contundente “si lo lograba, deninguna manera se lo entregaría a él”.

Es la segunda actitud de identidad de clase quemanifiesta espontáneamente el joven, ya proyectadocomo sindicalista. Precisamente al rol de sindicalista,sea en el ámbito privado o estatal, se llega únicamentecon legitimidad por dos caminos: por necesidad derebelarse ante las injusticias que nos impactan, impul-sándonos a organizar el sector de trabajo por nuestrasreivindicaciones; o por solidaridad, rebelándonos anteel padecimiento de atropellos patronales a que seansujetos nuestros compañeros de trabajo. Y cuando estose protagoniza no se delega. Se asume y se lidera. Deeso se trata el compromiso de clase.

3. LA SITUACIÓN LABORAL A LAS ORILLAS DEL RÍO

El nivel del salario no parecía ser lo peor de todo. En1921 la Ley de Presupuesto había establecido por pri-mera vez el salario mínimo para los estatales en 160pesos por mes y en 6,40 por día. Esa remuneracióncubría entonces el 80% del presupuesto de una familiaobrera que era de 200 pesos. En 1925 regía el mismosalario, pero al contrario de lo que pudiera suponerse,el congelamiento de las remuneraciones había arrojadocomo resultado un aumento del salario real. En efecto,entre 1921 y 1925 el costo de vida bajó un 18%, incre-mentándose el salario, tanto en el Estado como en laactividad privada, en un 22%. A los trabajadores esta-tales esta mejora les permitió, en teoría, alcanzar casi el

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nivel de gastos del presupuesto mínimo, que se habíareducido a 164 pesos. En cambio, el promedio de remu-neraciones en la industria se mantuvo un 25% pordebajo del nivel de las necesidades elementales. Sinembargo, entre esos números y la realidad de la vi-da obrera, mediaba una apreciable diferencia. Paracubrir ese presupuesto los asalariados que revestían enlas categorías más bajas del plantel estatal debían tra-bajar 25 días al mes. Bastaba con que en uno de esosmeses cayesen uno o más feriados, o que tocasen díasde lluvia en el caso de tareas a la intemperie, o que lasautoridades pusiesen en práctica las “economías” supri-miendo la labor en días sábado, para que el salario sedesmoronase por debajo del nivel de subsistencia.

En diciembre de 1925, el periódico de la ATE repro-duce una nota girada al titular de la comisión de Presu-puesto de Diputados –reclamando que uno de losproyectos de aumento salarial, que estaba a punto detratar la Cámara, sólo contemplaba los sueldos que ibande 350 a 1.500 pesos–, que decía que “son precisamen-te los modestos obreros y empleados, quienes sufren conmás rigor la carestía de la vida, dado que lo que percibenen la actualidad no alcanza para cubrir los gastos querequiere el sostenimiento de un hogar”. Ese año fue elministro de Hacienda, Víctor Molina, el que se opuso alaumento, aduciendo que el fisco no estaba en condicio-nes de afrontar nuevos gastos. En 1926 se reprodujo lasituación, a pesar de anteriores promesas del oficialismoen el sentido de que habría presupuesto para mejorar lasituación de los trabajadores y empleados del Estado.Sólo la bancada yrigoyenista apoyó la reivindicaciónobrera, pero sus 48 votos resultaron insuficientes fren-te a los 62 sufragios que sumó la negativa de alvearis-tas, conservadores, socialistas y demócratas.

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Fuera de este régimen general de aumentos existíanmejoras individuales, cuya práctica denunciaba la ATEen los primeros números del periódico. “A los que se lesaumenta el sueldo, tengan o no méritos para ello, es alos que tienen ‘cuña’, a los que están ‘palanqueados’ porun señor influyente, uno que tiene que ver mucho con elcomité de tal o cual partido”, protestaba el redactor deun recuadro de tapa hacia marzo de 1926. Inclusocuando los directores de alguna repartición decidíanalguna mejora parcial, los límites de su decisión se ha-cían evidentes de inmediato.

Así ocurrió en abril de 1927, cuando un aumento desalarios dispuesto por la administración interna delTaller Central en algunas secciones, no alcanzó a losobreros que ganaban 10 pesos diarios. El aumento figu-raba en las boletas de pago y aun cuando esa cifra norepresentaba el jornal máximo del Taller Central, por“orden superior” el incremento no se hizo efectivo.“¿Acaso los 10 pesos diarios es el límite del jornal a quepuede aspirar un obrero?”, se preguntaba el periódicode la ATE. En esos primeros tiempos el valor de la fuer-za de trabajo se deprimía de variadas formas. Por ejem-plo, había gran cantidad de medio oficiales mecánicos,herreros, carpinteros, etcétera, que desempeñaban lafunción desde hacía 4, 5 ó 6 años y que percibían jor-nales de peones. Periódicamente la Asociación presen-taba a las autoridades listas de obreros que estaban enesas condiciones para los que reclamaba una remune-ración de 7,50 pesos diarios. La organización tambiéndenunciaba en esas oportunidades la situación de losmenores de 18 años que en el movimiento del puerto,en Concepción del Uruguay y en Rosario, trabajaban 8horas en lugar de 6; aprendices para quienes reclama-ba un jornal de 2 pesos con uno de aumento por año de

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antigüedad. El atraso en los pagos era otro de los pade-cimientos de los estatales.

A principios de septiembre de 1925 la Comisión Ad-ministrativa del sindicato decidió iniciar gestiones enfavor de los obreros de Corrientes que desde junio nocobraban sus haberes. En marzo del año siguiente elperiódico alertaba que en las secciones del interior delMOP, los atrasos llegaban a tres meses y que en Mar delPlata al personal incluido en la planilla de dragado se leadeudaba el sueldo desde octubre. Del nivel salarial delos estatales también puede dar cuenta el hecho de quepara esa época, aproximadamente la mitad de los em-pleados tenían gravámenes sobre sus sueldos comoconsecuencia de deudas de distinto origen.

Ese mismo número del periódico que denunciaba losatrasos, comentaba la decisión del Ministerio de Ha-cienda de crear un organismo financiero especial pa-ra librar de la usura a los empleados endeudados. Enefecto, los primeros ejemplares de la nueva prensaobrera pintaban un panorama de tonos sombríos. Enmarzo de 1926 se hablaba, por ejemplo, de los obrerosque debían ser atendidos por el malestar que les provo-caba el agua de consumo de los talleres del Riachuelo,“la que además de escasear al punto de vernos en lanecesidad forzosa de carecer algunos días de ese líqui-do tan indispensable, cuando disponernos se le nota unsabor desagradable”.

Ese mismo ejemplar publicaba una noticia sorpren-dente: las licencias que tan trabajosamente debían ges-tionar los trabajadores estatales, estaban sometidas aun gravamen de 15 pesos anuales. Por lo demás, lainexistencia de reglamentación del régimen de licen-

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cias, libraba a la voluntad de los jefes la aprobación oel rechazo de las solicitudes. En muchos casos el com-portamiento de esos jefes iba más allá de lo previsible:“mientras la más alta autoridad, el ministro Ortiz, conce-de una serie de mejoras al personal obrero de talleres yembarcado, los que están encargados de poner en prác-tica esas mejoras para el personal, los jefes, general-mente de baja categoría, se encargan de trabar por todoslos medios imaginables a su alcance que el personalgoce de esas mejoras”.

Seguramente el celo de los pequeños burócratas de-bía resultar tan retrógrado entonces como lo es ahora.Sin embargo, la estrecha mentalidad patronal no eraatributo exclusivo de las capas subalternas de la jerar-quía administrativa. “Una Barbaridad”, titulaba el pe-riódico de la ATE de fines de marzo de 1926 la noticia deque en el Taller Central se acababa de incorporar unplantel de guardianes para vigilar a los obreros. “Al prin-cipio eran unos cuantos empleados nada más los quehacían la función de vigilar lo que hacían los obreros; peroahora se han multiplicado a punto tal que si siguenviniendo algunos más, habrá dentro de poco más guar-dianes vigilando que obreros trabajando”, sostenía elarticulista. No era para menos, ciento cincuenta vigilan-tes parasitaban a costa del trabajo de 2.000 hombres.

4. EL DESAFÍO ORGANIZATIVO DEL COMPAÑERO LÚGARO

Cuenta José Lúgaro en su testimonio escrito a pedi-do de quien con los años sería su sucesor al frente delsindicato, que por entonces “trabajaba en el Ministeriomucha gente de avanzada edad, y organizar huelgas enesos tiempos era condenar a esa gente a la total indigen-

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cia, ya que no existía la jubilación y sólo se conocía unaley llamada Montepío,13 que sólo beneficiaba a los fami-liares de los compañeros que morían en el trabajo”.

Por su temperamento, José no se sentía “objeto” deuna realidad plagada de injusticias, sino “sujeto” de uncuadro de situación posible de transformaciones a par-tir de la organización y la lucha. Una solicitada quehabía leído en el matutino mitrista durante uno de losanocheceres en la soledad de su cuarto de alquiler, ani-maba su conciencia. “Leo que hacen conocer a todos loscompañeros del interior del país que trabajaban en elMinisterio de Obras Públicas, que en la Capital Federalse había fundado una institución con el nombre de Con-federación de Trabajadores Estatales,14 y que solicita-ban la presencia de algunos compañeros del interiorpara darle una organización definitiva a la flamante ins-titución. El diario seguía informando en el comunicado15

que los compañeros que se sintieran dispuestos a cola-borar, y que pensaban que serían muchos, se dirigierana la central en el nombre del compañero Domingo Here-dia, que a la vuelta de correo recibirían instrucciones”.

13 Montepío: Fondos, capitales o depósitos de dinero que, mediante descuen-tos a los componentes de un cuerpo o profesión, o por especiales contri-buciones suyas, están destinados a favorecerlos en sus necesidades, afacilitarles recursos para determinadas obras y para pagar pensiones a laviuda y huérfanos que el miembro del montepío pueda dejar. (G. Cabanellasy L. Alcalá-Zamora). En ciertos aspectos fue la iniciación privada de la segu-ridad social. En: http://argentina.leyderecho.org/montepio/14 De esa manera denomina Lúgaro en su escrito a máquina, a la AsociaciónTrabajadores del Estado.15 En realidad se trataba de una solicitada, por lo tanto paga, ya que el dia-rio no tenía por costumbre publicar cuestiones que alentasen a la organiza-ción y lucha de los trabajadores. [Nota del autor].

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El secretario general del Consejo Directivo Central,Domingo Heredia, fue uno de los pioneros fundaciona-les, mecánico de oficio desde 1910 en el Taller Central,que habría de jugar un importante papel en la primeraetapa de la historia de la ATE.

Había transcurrido más de un año desde la funda-ción de la ATE; todo era frágil y provisorio en el comien-zo. La primera Comisión Administrativa, por ejemplo,celebró su reunión inicial el mismo día de la fundaciónde la Asociación y no volvió a realizar una sesión formal.Recién treinta y cinco días después, el 20 de febrerode 1925, registran las actas la segunda reunión de Co-misión, pero con otro cuerpo dirigente, elegido unasemana antes por la Asamblea General y del cual sóloformaban parte 8 titulares y 2 suplentes de los que ha-bían sido votados en el momento de la fundación, es de-cir bastante menos de la mitad. Durante los tiemposiniciales las dificultades para organizar un sistema decuadros estable reaparecían una y otra vez. Lúgaro lopadecerá en su propio territorio. La propia conducción,reducida en capacidad militante, a duras penas sobrelle-vaba su cometido, y era excepcional una sesión de Comi-sión Administrativa en la que se superase el 50% de lasasistencias. Una de las primeras tareas de ese novel cír-culo dirigente fue redactar un proyecto de estatuto.

De ese primer intento por normalizar la vida orgánicadel sindicato no es mucho lo que se sabe. El estatutosocial será aprobado por la segunda asamblea generalrealizada el 13 de febrero de 1925 y sólo tres de sus artí-culos suscitaron discusión: el 10, que fue modificado,reduciendo el mandato de la Comisión Administrativa dedos a un año, con renovación por mitades cada seismeses e imposibilidad de reelección durante un plazo

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similar; el artículo 16, también enmendado, establecien-do que en lugar de ser necesario el voto de dos tercios delos afiliados, la reforma de los estatutos pudiera llevarsea cabo en asamblea con la presencia del 50% de lossocios en la primera convocatoria o simplemente delnúmero de presentes que se lograra reunir en el segun-do llamado; finalmente el artículo 13, que fue suprimido.Como era de esperar esa primera carta orgánica tenía uncarácter provisorio y en consecuencia pocos meses des-pués, a mediados de julio, la Comisión Administrativaaprobó un nuevo proyecto que la asamblea realizada afines de ese mes votó favorablemente. Este estatuto querigió hasta el I Congreso celebrado en agosto de 1928,establecía que podían ser afiliados de la ATE todos losobreros y empleados de la administración nacional sindistinción de sexo, con la única excepción de los jefessuperiores. Definía como propósito de la asociación “pro-pender al mejoramiento de las condiciones económicas,técnicas, morales y sociales de sus asociados; la estabili-dad de obreros y empleados nacionales; la implantacióndel escalafón para los mismos; reforma de la Ley de Jubi-laciones y Pensiones Civiles; reforma de la Ley de Acci-dentes de Trabajo”. Según su artículo 4, “la Asociaciónes ajena a toda cuestión política, religiosa u otras creen-cias” y además las discusiones en torno a esos asuntosestaban terminantemente prohibidas dentro del localsindical. El sistema de organización tenía necesariamen-te un aspecto federativo: la ATE se estructuraba en tornoa secciones que gozaban de “las más amplias libertadesy autonomía”. Cada localidad con un mínimo de 100obreros y empleados estatales y 25 afiliados, deberíaorganizar una sección, a la cabeza de la cual se elegiríaen asamblea una Comisión Administrativa. Esas seccio-nes estaban ligadas a una sección central instalada enBuenos Aires y conducida por una Comisión Directiva.

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A esa tarea se abocaría de lleno el tornero Lúgaro,que había mantenido conversaciones sobre el tema conalgunos compañeros de trabajo. Entre ellos, como severá más adelante, con Luis Andrés Portuguez de sumismo ámbito de tareas, con el administrativo AntonioFerrari16 y con Teodoro Lozano, Francisco Burquet yMartínez Elizech, pertenecientes al personal embarcado.

La patriada no era sencilla. Sin embargo, ¿hasta quépunto las condiciones que rodeaban el desenvolvimien-to de la joven asociación permitían ejercer un controlcentralizado? Las circunstancias no favorecían cierta-mente la voluntad de organización y el principal obstá-culo a vencer estaba entre los propios trabajadoresestatales.”En las asambleas siempre ocurre que el nú-mero que asiste es reducido, nos avergüenza constatar-lo pero esto se observa lo mismo en las que realizanuestra entidad como en otras del mismo o diferentecarácter, éste es un mal que los camaradas, muchos nose han percatado y hay otros que se dan cuenta de ello,pero que se dejan impresionar y arrastrar por los que noconcurren”, comentaba ya el segundo número del pe-riódico editado en diciembre de 1925.

5. LA ASAMBLEA FUNDACIONAL

“Cuado leí el artículo –en realidad la solicitada publi-cada por ATE en La Nación–, me fui enseguida a conver-sar con el amigo Balsechi, al que puse en conocimiento

16 Antonio Ferrari, varios años más tarde llegará a ocupar un lugar en la con-ducción nacional y además será nombrado Director de la Caja Nacional dePrevisión para el Personal del Estado.

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de mi decisión de organizar a los compañeros, pero queprecisaba de su colaboración, pero que dejaba preci-samente aclarado que esta situación la manejaría yo,únicamente yo. Y me contestó que me ayudaría y quehiciera lo que más estimara conveniente. Entonces nospusimos en acción. Decidimos hacerle una carta a Here-dia en Buenos Aires, donde le comunico mi decisiónde hacerme cargo de la organización seccional y otraal jefe del Ministerio, y además un volante suave paralos compañeros, poniéndolos en comunicación de la deci-sión de formalizar el gremio, a la vez que invitándolos aorganizarse”.

El volante fue distribuido en todos los lugares de tra-bajo a la espera de la reacción de los trabajadores.“Lamentablemente fue la peor, y produjo una intranquili-dad total, sobre todo eso de venirles con organizacióny huelgas, justo que en ese momento había huelgas yparos”.

Si bien Lúgaro no hace precisión en cuanto a la fechaen que inicia la actividad organizativa, a decir de susexpresiones escritas habrían dado comienzo en el mesde junio, dado que desde el año anterior la FORA habíalanzado una campaña por la jornada laboral de 6 horascomo solución para terminar con la desocupación, a laque se sumaban las campañas por la liberación deSimón Radowitzky17 y contra la ejecución de Sacco y

17 Simón Radowitzky fue un militante obrero anarquista ucraniano-argenti-no de origen judío. Fue uno de los más célebres presos del penal de Ushuaia,adonde fue condenado a reclusión perpetua por el atentado con bomba quemató al jefe de policía Ramón Lorenzo Falcón, responsable de la brutalrepresión de la Semana Roja de 1909 en Buenos Aires. Indultado tras 21años, abandonó la Argentina y luchó en el bando republicano durante la

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Vanzetti, que revitalizaron el activismo llegándose amedidas de acción directa violentas, con la colocaciónde bombas en la Ford y en la Embajada de los EstadosUnidos en mayo del 26. El clima represivo y persecuto-rio se respiraba dentro de los talleres del MOP. “Yo esta-ba tranquilo y dispuesto a salir adelante. No teníamiedo, pues deseaba fundar una sociedad pacífica y sinningún tipo de violencia al servicio de los trabajadoresestatales”.

Para seguir adelante con sus propósitos, Lúgaro de-cidió distribuir un nuevo volante “en términos másseveros” –tal su propia expresión– incorporando sufirma. “Esta actitud de mi parte impulsó una gran adhe-sión de los marítimos (sector de trabajadores embarca-dos). Comprendí que estos compañeros deseabanagremiarse, pero no admitían figurar para nada. Se ofre-cían para ayudarme en todo y arriesgarse en cualquiercosa menos figurar con sus nombres. Los jefes del Minis-terio me acosaban para que desistiera de mi intento,pero yo no claudicaría. Todo era obra de mi juventudpuesta en un ideal, y seguiría adelante a pesar de lasadversidades. Un día decidí ir a hablar con Balsechipara comentarle cómo estaban las cosas. Él estaba enuna reunión con gente de la FORA, decidiendo sobre unarreglo entre los portuarios y la Marina Mercante, por lasituación de un delegado. La cosa se puso turbia y seprodujo la movilización de los trabajadores. La genterecorrió la ciudad cantando entonces el Himno de losTrabajadores –se refiere a las estrofas de La Internacio-nal–, y se realizó un acto público en la Plaza central

Guerra Civil Española. Murió en México, donde trabajaba en una fábrica dejuguetes, a los 65 años de edad.

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donde hablaron varios oradores. Hicieron uso de la pala-bra Sebastián Marotta, Sotelo, el Negro Fernández, yvarios otros que tenían un verdadero peso y ascendienteentre los obreros”.

La clase obrera de la provincia de Entre Ríos vivió unproceso de sindicalización acelerado durante un breveperíodo comprendido entre mediados de la década del`10 y principios de la del `20. Pasó de ser una regiónretrasada en materia gremial, a ser uno de los focosmás activos de actividad reivindicativa en el país. Larazón principal de este proceso sería producto delimpulso que venía promoviendo la F.O.R.A. del IXº Con-greso o “Sindicalista”, que se proponía alcanzar unaorganización centralizada y de alcance nacional. Una delas resoluciones del Noveno Congreso hacía especialsolicitud a la tarea de organizar a los trabajadores: “[…]La F.O.R.A. realizará permanentemente una activa pro-paganda con el fin de sindicar al proletariado desorgani-zado de la República18 […]”.

Volviendo al encuentro entre Lúgaro y Balsechi, res-pondiendo a su inquietud sobre cómo seguir con la ideaorganizativa, el por entonces ya dirigente panadero ledice: “Ya está todo hecho, y solamente hay que hacerotro volante invitando a una reunión que debe hacerseen algún local que deberá anunciarse en el mismo”.Acto seguido, José sale a la búsqueda de un sitio ade-cuado para llevar a cabo la primera asamblea. “Enaquellos tiempos –escribe– no era fácil conseguir un

18 Leyes, Rodolfo. "La estrategia de sindicalización de la FORA del IXº en eloriente entrerriano (1917-1921)". En: Conflicto Social, Revista del Programade Investigaciones sobre Conflicto Social. Vol. 2, núm. 2, 2009.

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local, pero junto a cuatro compañeros marítimos y dos delos talleres pensamos en Don Lorenzo Rusca, que porentonces era el dueño de la casa que ocupaba la familiaJusich en la calle VH Montero (hoy Presidente Perón).Tenía ramo de almacén y carnicería, y también dos can-chas de bocha bajo techo. La mayoría de sus clientes eragente que trabajaba en el Ministerio, y era el lugar enque generalmente se reunían en amenas tertulias. Ha-blamos con él haciéndole saber de nuestros propósitos,explicándole que todos éramos personal del Ministerio enbusca de un lugar apropiado, para reunirnos en Asam-blea y formar un sindicato o sociedad como se llamabaen esos tiempos. Tuvimos de su parte una respuesta afir-mativa. Pero nos ofrecía solo una parte, a que lo desisti-mos porque queríamos alquilar todo por una noche. Nospidió que lo dejáramos pensar y al otro día nos manifes-tó su consentimiento. Y nos pidió 50 reales por el alqui-ler, o sea cinco pesos de entonces. Le dijimos estar deacuerdo y nos abocamos a confeccionar el volante convo-cando para el 21 de agosto a las 20.30”.

La fecha del encuentro elegida por Lúgaro será laoportunidad en que se celebrará el acto fundacional,durante el que se haría firmar a los presentes el acta,dejando así constancia de su presencia en aquella reu-nión que José Sebastián venía madurando desde hacíameses.

“Antes de las 22 habían entrado al lugar muy pocaspersonas y veía fracasada mi misión. Solamente me ani-maban unos amigos embarcados que aseguraban queera cuestión de paciencia. No estuvieron equivocados,porque comenzaron a llegar muchos embarcados, alcan-zando un total de 76. Y era difícil explicar lo que ocurríaen la calle que se había colmado de gente, hombres y

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mujeres, y criaturas que se agolpaban en la puerta gran-de de la casa, deseosos de saber lo que ocurría adentro.Nunca el Ministerio tuvo un movimiento de unificación ysolidaridad como ese. Balsechi me llama afuera paraque vea el espectáculo que producía esa multitud, y mepedía que lo dejase entrar para ayudarme. Le agradecíade todo corazón su colaboración, pero le pedí por favorque no lo hiciera, porque corríamos el riesgo de arruinartanto esfuerzo”. José ingresa al salón y la asamblea dacomienzo.

Cuenta Lúgaro en su nota dirigida a Cruz muchosaños más tarde: “Yo subo arriba de una mesa, desdedonde manifiesto que la uso de tribuna para estar máscerca de ellos, pudiendo discutir y oírnos mejor entretodos. En ese momento siento que me agarran de laspiernas, miro, y veo que era mi padre que llorando mepedía que me calle, que no hable más, que mañana mijefe me iba a echar del trabajo. Sólo le contesté que deser así todos esos compañeros me iban a defender. Yrecibo una fuerte ovación. Un compañero embarcadoabraza a mi padre y lo lleva a una silla. Retomo la pala-bra, y explico cuál es el motivo que me inducía a insistiren una urgente necesidad de organizarnos en un grupofuerte que nos defienda y asesore en nuestra desiguallucha contra las diarias injusticias a que somos someti-dos. También les digo que contamos con el respaldo dela Central creada en Buenos Aires”.

Una mirada atenta y preocupante observaba loshechos desde una esquina del salón en que se realiza-ba la asamblea. “Don Lorenzo, el dueño del lugar noaguantó más, se acercó y me dice que trate de terminarpronto porque íbamos a caer todos presos. Eran las 2 dela madrugada y no habíamos concretado nada. Sólo se

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había resuelto armar una comisión de 13 miembros.Nombrar una de gestiones. Y también una de prensa ypropaganda para difundir por el diario la constitución dela organización. El problema se suscitó cuando hubo quebarajar los nombres. Se discutía y no se llegaba a nada.Nadie aceptaba integrar la comisión. Era lógico, los com-pañeros tenían mucho temor y tenían razón. Las represa-lias eran duras. En vista que algunos comenzaban a irse,les propuse me designaran a mí y que me autorizaran aque forme las comisiones, y luego en otra asamblea po-nerlo a consideración, y esto fue aceptado. Fue en esamisma noche que le di forma a la Comisión Directiva”.

6. LA PRIMERA COMISIÓN DIRECTIVA

A CONSIDERACIÓN DE UNA NUEVA ASAMBLEA

Pasada la media noche del 21, Lúgaro regresa a suhabitación de alquiler, y una vez encendida la vela sesienta en la silla junto a la pequeña mesa ubicada enuna esquina del cuarto, toma papel y lápiz y apunta:secretario general, José Sebastián Lúgaro; E. MartínezElizech de personal a bordo; Francisco Burquet; Teodo-ro Lozano de talleres, Antonio Ferrari y Luis AndrésPortuguez. Eran apenas seis –de los trece necesarios–,los nombres que lo esperanzaban en la confianza deque podían acompañarlo en esa patriada organizativade carácter defensivo a la que se había dispuesto hacíamedio año. Conversaría con ellos y resolvería sobrequiénes se ocuparían de cada una de las responsabili-dades directivas, dejando abierta la puerta para suge-rencias sobre las incorporaciones faltantes. Sopla lavela, y se dispone a descansar, no sin antes “conversar”con su almohada.

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Leyendo atentamente el escrito que detalla los pasosfundacionales dados por Lúgaro en ese entonces,advertimos que cada uno de sus actos expresa un pro-fundo sentimiento de clase. Llegado este tramo de sutransitar, sus pasos me recuerdan a una reflexión escu-chada de boca de aquel dirigente histórico de la Resis-tencia Peronista, generador de una magnifica praxisobrera a lo largo de su vida, que fuera Miguel Gazzera.19

“Un deber a lo largo de nuestro pregonar en el rol sindi-cal, es llegar a las noches, y reflexionar sobre la almoha-da cuáles han sido las tareas pendientes que debencontinuarse al día siguiente, a favor de nuestros repre-sentados”. Lúgaro no descansaría hasta no resolver laplanificación organizativa. No hay liderazgo sin conten-ción, ni hay contención sin planificación. Pero además,cualquier planificación es insuficiente para la causaorganizativa y reivindicativa de la clase trabajadora deno articularse el programa colectivamente. Como Gaz-zera a finales de los 50’, Lúgaro, cuarenta años antes,ya lo tenía claro.

7. LA FIRME CONVICCIÓN DE UN TRABAJADOR

REFERENCIADO POR LAS BASES

A la mañana siguiente de aquella asamblea, Lúgarofue a hablar con el Director del Departamento Río Uru-

19 Miguel Gazzera. Sindicalista perteneciente al Sindicato de Trabajadores dePastas Alimenticias, uno de los principales dirigentes de la Resistencia Pero-nista. En 1957 impulsó la creación de las 62 Organizaciones GremialesPeronistas. Desde los `70, se relacionó con el sindicalismo socialcristianolatinoamericanista representado por la CLAT, desde donde orientó y formó avarios jóvenes dirigentes, quienes alcanzaron la conducción de sus respecti-vos gremios con el advenimiento de la democracia en 1983.

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guay. “Me escuchó atentamente, y cuando terminé mecontesta que él no tenía nada que ver con sindicatos, nicon nada parecido y que no volviera más por su despa-cho. Inmediatamente me comuniqué con la Buenos Aires,con el compañero Heredia. Lo pongo al tanto de lo queocurre y me dice que me quedara tranquilo que él o undelegado viajarían por el Vapor de la Carrera, que hacíael trayecto hasta Concepción del Uruguay. Cuando llegófuimos los dos, nos hizo pasar y sentar, nos atendióamablemente. El delegado se vuelve a Buenos Aires”.

Tanta amabilidad por parte del director será solo unformalismo pasajero. A la mañana siguiente, el compa-ñero José Lúgaro volverá a su oficina con intención deprecisar cuál sería la metodología del diálogo que tuvie-ra comienzo apenas veinticuatro horas antes. Pero “Él,simplemente me echó”, comenta el incipiente dirigentede los trabajadores del Estado. Sin “desmayar” por eso,busca respaldarse en la conducción nacional en procu-ra de afianzar su representación, que hasta el momen-to sólo había alcanzado reconocimiento como afiliadodirecto, ya que faltaba consolidar una directiva quefuera aprobada en asamblea y enviar al Consejo las afi-liaciones mínimas que convalidaran la existencia de laseccional. Lúgaro vuelve a comunicarse a la sede capi-talina informando del desplante del que fuera objetopor parte del funcionario del Departamento, reclaman-do el envío de un dirigente nacional para hacerse pre-sente nuevamente en su despacho y aclarar las cosas.La directiva nacional considera válido el pedido y se dis-pone a respaldar al dirigente, teniendo en cuenta el rei-nante clima organizativo local que, de acuerdo a lareciente visita del anterior enviado, había constatadoque existía en la localidad. Una vez arribado a Concep-ción solicitan la entrevista y de inmediato ambos son

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recibidos. “Hablamos, y nos escucha atentamente. In-clusive aprovecho para hacerle algunas acusaciones”.Finalizada la diligencia el delegado retorna a la Capitaly el referente lugareño de los estatales lo hace a supuesto de trabajo.

Al día siguiente, “A pesar de estar molesto con esteseñor”, vuelve a pasar por su oficina con la esperanzade que en esta oportunidad se pudiera comenzar unarelación perdurable. Habla con su secretario y le expre-sa la inquietud de reunirse. “La respuesta fue que notiene ningún interés en concederme una entrevista.Entonces le hago comunicar que si no me recibe en lasoficinas, pienso hablar con él en la calle. Y me fui a espe-rarlo en el portón grande de salida. Se corrió la voz de loque pasaba entre los empleados que por ese entonceseran más de cien, y se despertó un gran interés porsaber lo que pasaría. Temían por respuesta algo desa-gradable para mí. Comienza a salir la gente del trabajo,y en todas las esquinas se hacían grupitos a la esperade los acontecimientos”. Pasados unos minutos sale delestablecimiento el Director, acompañado por el conta-dor. “Intento acercarme y decirle que necesito hablarle. Yme responde que ya me había hecho comunicar que notenía ningún interés, y que me retirara de inmediato, por-que si no me haría meter preso. Así quedó terminado elprincipio de esto, que configura una gran lucha para con-solidarnos”. Como escribe en su nota al compañeroCruz décadas más tarde, para Lúgaro se trataba “delprincipio”; pero bajo ningún punto de vista se habíaamilanado por la actitud pro patronal del jefe.

Luego de aquel suceso se retiró a su habitación, y deahí fue al trabajo, ya que el horario por entonces eradiscontinuo. Trabajé toda la tarde y a mis seis compa-

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ñeros les conté lo que había sucedido. Únicamente ungrupo me alentaba. A la mañana siguiente como de cos-tumbre, me fui al trabajo, dirigiéndome de entrada alchapero a retirar la chapa, y no estaba. Cerca de ahí veoa varios capataces, que no era común verlos a esa horaen ése lugar. Tomo en dirección al taller donde trabaja-ba, y veo en el camino al capataz de mi sección, momen-to en que comprendí lo que estaba ocurriendo y sentímiedo. Me detengo y traté de desviar el camino. Oigo queme llama y me comunica que tienen orden de no dejarmeingresar, y que he quedado cesante. Me otorgan permisopara retirar mis ropas y herramientas. La situación erade por más amargante. Llegar a mi casa, con esa noticia.Mi padre me decía muy a menudo que la vida con tantoshijos se hacía muy difícil, y que contaba con la ayudaque yo le suministraba”.

Como el junco, el temple de Lúgaro se aferraría a susraíces y no se dejaría llevar por la tempestad con que locastigaba el Estado patrón.

“Inmediatamente me comunico con el compañeroHeredia a Buenos Aires, y tras contarle lo que pasa, medice que me quede tranquilo, que conserve la calma; noshace la recomendación de que nos abstengamos dehacer cualquier tipo de acto que pudiera imputarse comoviolencia; y en forma especial que no abandone el sindi-cato, y que permanezca en comunicación con los compa-ñeros que me siguen apoyando. Pasaron unos cuantosdías y recibo del Consejo Directivo Central, una carta porla que se me hace conocer, que se había resuelto porComisión juntar el dinero necesario para reponerme misueldo, y ya se habían requerido en la oficina de perso-nal el sueldo que yo ganaba. Ya habían recaudado enuna colecta, casi dos sueldos. Pasados ya 20 días de mi

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baja, llega a mi casa el secretario del Jefe de Departa-mento para hablar conmigo. Como yo no estaba, le comu-nica a mi hermana que el jefe quería hablarme. Noconcurro y por la tarde suena el teléfono, y cuando atien-do era el ingeniero jefe, me pregunta cómo andaba y medice que me estuvo esperando por la entrevista. Lecomenté que tuve por orden del Consejo que salir en giraa Colón, y Concordia. Me responde que me espera a las17 en su oficina. Una vez allí me hace saber que habíadecidido reincorporarme. Le di las gracias y me retiro”.

Aunque en su nota Lúgaro no precisa fechas, todoindica que esto sucedió a principios de octubre, ya quela colecta a que se hace referencia trata de cubrir susalario caído del mes de septiembre, luego de ser des-pedido a días de la asamblea realizada en agosto.

A la mañana siguiente, ya en su puesto de trabajo, elreferente sindical recibe una nueva sorpresa. “El jefe detaller se dirige directamente adonde me encontraba tra-bajando, y me dice: Lúgaro, le traigo un asuntito queustedes pueden arreglar. Pida a Buenos Aires que nomanden al pagador, porque de esa manera nos atrasa-mos cuatro días en cobrar los haberes. Pidalen [-sic-] quemanden el giro, y nosotros lo cobramos y ponemos lospagadores. Y agrega: Esto ya lo he solicitado en variasoportunidades, y no he podido conseguir nada. Entonceshablé con la Central a Buenos Aires y en sólo seis díasse solucionó el problema.

Una mañana me mandan a llamar con el capataz, yallí me dice que a nosotros nos necesita, y agrega que nopuede seguir trabajando por falta de materiales, y quequería saber si nosotros nos animábamos a hacer lasgestiones para conseguirlos. Le contesto que cómo no, y

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que sólo precisaba la lista de los elementos faltantes.Hablamos con el gremio a Buenos Aires y les solicitamosesa gestión en forma especial. A los 15 días llega unaembarcación cargada con materiales a cargo del CapitánDon Antonio, que traía una carta para mí y otra para eljefe con todo el detalle de la carga. A esta altura de cómoiban las cosas, estábamos en duda de si ATE, se habíacreado para beneficio de las Repartición, o de los compa-ñeros afiliados”. La desconfianza de Lúgaro radicabaen la impronta de frontalidad hacia el Estado que le im-primían sus relaciones sindicales enroladas en el sindi-calismo revolucionario de la ciudad, muy lejos del planoreivindicativo de carácter defensivo que venía llevandoadelante la Asociación a la que se había incorporado.

Haciendo estimaciones, de acuerdo al relato desarro-llado por Lúgaro esto habría sucedido a principios dediciembre de 1926 y la Asamblea en la que fueron apro-badas las autoridades se habría llevado a cabo el 4 deese mes.

8. “UNA SECCIÓN DE HIERRO”

Según una nota aparecida en la edición del Trabaja-dor del Estado de enero de 1928, bajo el título destaca-do “Una sección de hierro” en la que se hace referenciaal crecimiento operado entre la fecha mencionada y laculminación de 1927 por la flamante seccional, el Con-sejo Nacional deja constancia formal de la fecha de sureconocimiento, el 4 de diciembre de 1926.

Más adelante, Lúgaro señala en el escrito que “Ellocal gremial trabajaba a pleno. Siempre estaba lleno decompañeros. Habíamos derrotado al miedo y se empeza-

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ba a trabajar con tranquilidad y cariño. Teníamos innu-merables delegados que se encargaban de cobrar lasestampillas de cuentas societarias, que nos imprimíauna librería que se llamaba Imprenta Piñón. De estamanera con mucha fe, tesón, coraje y sacrificio se sedi-mentó nuestra seccional, de la cual hoy nos sentimosorgullos, por tenerla y haber sido en todo momento de lasduras luchas por las reivindicaciones de los trabajado-res estatales, un bastión, una mano tendida sin sectaris-mos, para todos aquellos que han sufrido injusticias”.

Según lo publicado en enero del 28’ en el periódicodel gremio, al cabo del año calendario 26’/27’ la seccio-nal registraba un padrón de 617 cotizantes de acuerdoa la Memoria/Ejercicio elevada al Consejo. O dicho deotra manera, durante ese período se habían afiliado542 nuevos trabajadores. Para el 10 de noviembre del27’, ya se había renovado la Comisión Directiva, siendoreelecto Lúgaro como secretario general, acompañadopor Pedro Rodríguez como tesorero, Ángel Gagginocomo pro tesorero, Jorge Escalante,20 Severio Ventura,Miguel Obrador, Federico Grosignani, Antonio Ferrari,Tomás Buzzo y Manuel Sotto como vocales titulares yFrancisco Perrone, Rafael Caraballo, Francisco Tarles yEsteban Scúpula como suplentes.

20 Jorge Escalante, de acuerdo al testimonio de su nieto Mario, resulta serprimo hermano de Sebastián, a quien recuerda como "Tío Tián". Jorge, lle-gado el Estado de Bienestar y Participación, conducido por el Tte. Gral.Perón, hasta su caída en 1955, fue alcalde de la Cárcel de Concepción delUruguay, hasta el 17-11-55 en que fue desplazado por la dictadura instala-da tras el derrocamiento del gobierno del general Perón.

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9. POR SACCO Y VANZETTI, ATE CONCEPCIÓN PONE EL PECHO

Durante los dos primeros años de existencia, la ATEsólo había logrado organizar a una reducida minoría delos obreros estatales y fuera de ese círculo, que se cir-cunscribía a la Dirección de Navegación y Puertos, suinfluencia era prácticamente inexistente. Cuando enabril de 1927 la Comisión Directiva recibió una nota dela Unión Sindical Argentina, pidiendo apoyo al parogeneral en favor de la liberación de Nicolás Sacco y Bar-tolomé Vanzetti, condenados a muerte por la justicianorteamericana por un crimen que no habían cometido,la situación no ofrecía demasiadas alternativas. Lostrabajadores de la ATE no podían menos que ver consimpatía el movimiento de la USA y ese fue el pronun-ciamiento de la asamblea celebrada en mayo. Pero almismo tiempo, en la respuesta a la central sindical sehacía saber que “La Asociación no puede decretar lahuelga el día 15 de junio a pesar de estar de acuerdo conella por no ser posible su realización en las dependen-cias del Estado, debido a que no hay posibilidad de obte-ner una solidaridad práctica y efectiva de los obrerosque trabajan en las distintas dependencias, hecho quese explica teniendo en cuenta que nuestra entidad esaún joven y no puede cambiar tan fácilmente la clásicamanera de ser de esos obreros”.

La huelga general con que la USA lanzó el último ydesesperado apoyo a Sacco y Vanzetti será en julio y lasdiferencias existentes en los distintos lugares podíanapreciarse claramente. Mientras en la Capital la mayorparte de la Comisión Directiva y de los afiliados partici-paron individualmente del movimiento, en Paraná,Rosario y Concepción del Uruguay, las seccionales lle-varon adelante la organización del paro.

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Meses después, en octubre de ese mismo año, lasituación reaparecía con toda crudeza en las páginasdel periódico. “No se llega uno a explicar tan fácilmenteel por qué del fracaso de la organización de los obrerosaquí en la Capital. Nos referimos naturalmente, a losobreros del Estado”. El artículo subrayaba que “el por-centaje de los organizados en ésta es muy inferior al quetienen los compañeros del interior”; y agregaba que entrelos obreros de la Capital “reina una completa indiferen-cia por los problemas de la organización sindical”. Elarticulista había sacado ciertas conclusiones sobre esteestado de cosas y no se andaba con vueltas para decir-las: “[…] el contacto con los centros de cultura, la pro-paganda grande que se recibe aquí no han sidosuficientemente poderosos como para alcanzar a perfo-rar los sentimientos de muchísimos obreros absorbidosen su mayoría por el boxeo, el fútbol y las carreras, cuan-do no por la baja politiquería de los comités, donde searriman como al Dios salvador, para escalar algún pelda-ño”. El mensaje no ofrecía dudas: la organización enCapital había llegado al punto más bajo de una curvadeclinante que amenazaba con llevarse por delantetodos los esfuerzos del núcleo dirigente.

Pero en la seccional Concepción del Uruguay, la faltade interés inicial había sufrido un giro superlativo. Elmomento era por demás difícil, ya que un reflujo másamplio, quebrado apenas por las acciones de masaspara devolver la libertad del dirigente de la FORA Euse-bio Mañasco,21 –condenado a prisión perpetua por la

21 Eusebio Mañasco, militante de la Federación Obrera Marítima, había sidoenviado por la FORA a Posadas con la finalidad de organizar sindicalmentea los obreros de los yerbatales misioneros, sometidos a un brutal régimen

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infame justicia misionera–, o para salvar del verdugo aSacco y Vanzetti, envolvía por entonces al movimientoobrero. Las dificultades se mantuvieron durante losúltimos meses de 1927 y en enero del año siguiente laprensa volvía sobre el asunto. “Si en los talleres hubie-ra sólo unos cuantos obreros desorganizados sin dudaque avergonzados de su situación, se apresurarían aasociarse aunque más no sea para evitar el desprecio dela mayoría. Pero desgraciadamente sucede todo lo con-trario: los desorganizados son los más y los que sabencuál es el deber de todo obrero consciente, los menos,vale decir, en lugar de haber unos cuantos zánganosentre muchas abejas, hay pocas de éstas entre unamayoría aplastante de zánganos que no tienen ni sabenlo que es moral, puesto que ni enrojecen de vergüenza alsaberse al margen de la organización, a la que nada dany siempre molestan con insidias, pero de la que aceptancontentísimos todas las mejoras colectivas que ésta con-quista a fuerza de sacrificios y del desvelo de unos pocosque saben lo que es conciencia y saben lo que es cumplircon su deber”. Un peligroso aislamiento reflejaba cadauna de las líneas del artículo. El estancamiento y aún

esclavista de explotación. Fue detenido en junio de 1921, acusado de un cri-men con el que no había tenido la más remota relación y condenado a cade-na perpetua. El valiente militante de la FORA había organizado en SanIgnacio el Sindicato de Obreros Yerbateros que apenas a un mes de su cons-titución unificó las fuerzas de los mensú en un victorioso movimiento dehuelga, que en ocho días obligó a las patronales a reducir a ocho horas dia-rias la antigua jornada de sol a sol, a elevar los jornales de 1,20 a 4 pesos(los que en adelante deberían ser pagados en moneda nacional y no convales) y a poner fin a la obligación de comprar en los comercios de la empre-sa. El odio que despertó la acción de Mañasco y de otros abnegados militan-tes obreros entre las patronales yerbateras tuvo efecto inmediato. Primerotrataron de asesinarlo, luego de sobornarlo; por fin montaron la farsa de unproceso ayudados por la complicidad de la justicia misionera.

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el retroceso en algunos frentes de la Capital repercutí-an sobre el estado de ánimo de los dirigentes y amena-zaban con precipitarlos en el sectarismo. Una suerte demoral puritana impregnaba la prédica de aquellos días:“[...] y hasta tanto esta canalla no resuelva renegar, porgrado o por fuerza de su modorra cerebral, de su apatíapor todo lo que signifique un esfuerzo, pocas han de serlas mejoras que habremos de conseguir para redimirnostan siquiera sea en parte, de nuestra condición de tribu-tarios del capital”, concluía aquel curioso llamado a lostrabajadores para que ingresasen en las filas de la orga-nización. Por aquel entonces las recomendaciones deeste tenor eran reproducidas en pequeños recuadrospor la prensa: “Esperar que otros saquen las castañasdel fuego para luego aspirar a mejorar es hacer políticade cretinos. Asóciese. Sea hombre consciente”; o si no:“Todo obrero desorganizado es un enemigo de sí mismo.El que medra a costa del trabajo ajeno es un ignorante oun malvado”.

Sin embargo en aquella nota publicada en octubre de1927 donde se daba cuenta del fracaso de la ATE en laCapital, figuraba un párrafo de suma importancia. Trascalificar de inexplicable ese traspié se sostenía que“esta extrañeza se proyecta con más relieve cuando com-probamos el estado floreciente de la organización en elinterior de la República”. ¿Qué ocurría en esos destaca-mentos de avanzada que silenciosamente ocupabanposiciones a orillas de los ríos Paraná y Uruguay? “Loscompañeros del interior nos ganan en acción, en com-prensión, en sacrificio y en conciencia. Su espíritu estámás templado, dispuesto a luchar y a demostrar en cadainstante su mayor perseverancia en el bregar diario porun mayor bienestar”, afirmaba el artículo.

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En ese mismo número de enero de 1928 de El Traba-jador del Estado en el que se denunciaba el fracaso dela militancia en Capital, bajo el título “Una sección dehierro”, se informaba sobre los progresos registrados enConcepción del Uruguay, representando un porcentajede afiliación mayor que el de la Capital. El caso es quela suma de afiliados del interior superaba los 1.800, lamayoría de los cuales estaban radicados sobre las már-genes del Paraná. En Rosario el padrón oscilaba en los450, Paraná había llegado a los 500 mientras que lasseccionales de Diamante y Corrientes tenían alrededorde 100 socios cada una. En Buenos Aires mientrastanto, los cuadros de la organización nucleaban a unos1.100 trabajadores, con lo cual la ATE contaba al co-menzar 1928 con cerca de 3.000 obreros afiliados.

Lo significativo era la evolución dispar que señalabala nota del periódico. Un año antes, en enero de 1927,en el informe de la Comisión Directiva saliente figurabala cantidad de 2.000 afiliados, de los cuales 1.000 per-tenecían a la Capital y los otros 1.000 a las seccionalesdel interior. De acuerdo con estas cifras la Asociación sehabía mantenido prácticamente estancada en BuenosAires y casi había duplicado sus fuerzas en las provin-cias. Sin embargo, de los balances de los primeros tresmeses de 1927, surge que por ese entonces la cantidadde cotizantes de la Capital oscilaba en 1.700, pero amitad de año esa cifra había bajado a 1.300 y sobre elfinal se había reducido a 1.100. Es decir que duranteese año, de los planteles de los Talleres y la Marina dela Capital se retiró el 35% de los socios. La organizaciónporteña se mantenía atrincherada en torno a los traba-jadores del Taller Central cuyas fuerzas, pese a haber-se reducido desde los 1.000 cotizantes que registrabanlos padrones a comienzos de 1927 a poco más de 600

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al finalizar el año, seguían constituyendo el 60% deltotal de afiliados de la seccional.

"La sección de hierro", se encontraba liderada por undirigente de igual tenor. El Trabajador del Estado, resal-tará aquella actitud de indoblegable compromiso deLúgaro que se manifiesta en el sostenido crecimiento desu sección, que fuera la quinta en sumarse a la ATE,luego de Buenos Aires, Rosario, Corrientes y Paraná.En un artículo del periódico, la conducción nacionaldestaca; "De un vibrante manifiesto de la comisión a losobreros del Estado de la localidad, extraemos lossiguientes párrafos: Existen fuera y aún dentro de nues-tra Asociación, compañeros que interpretan malamentesu propia conveniencia suponen, y lo que es peor, comen-tan, que la Asociación de Trabajadores del Estado, care-ce de acervo moral por la falta de preocupación de susdirigentes. ¿Lo crees tú compañero? Ilustraremos tu cri-terio. No es verdad que los dirigentes adolezcan de preo-cupación, por el contrario, el mal estriba en que esosmismos compañeros que critican, y comentan no coope-ran ni tan solo con su presencia en nuestro local social,suponiendo que, con el simple hecho de abonar unacuota insignificante de cincuenta centavos, ya tienencomprado al patrimonio de convertirse en censores de losactos de los que en realidad trabajan por los intereses ylos ideales del hombre que produce. Es necesario compa-ñero, ya que eres un hombre inteligente, que te ilustres yte interiorices de nuestra labor en tu provecho. Ayúdanostrabajando con nosotros, sin temor a las represalias delamo o capataz, y no te conviertas en una comadre criti-cona de corrillos, sino en un elemento valiente y decidi-do, que vengas a sumarte a nosotros con el derecho quete da la justicia, y el motivo de ser un hombre útil, queluchás por lo que te corresponde como tal. En esta sec-

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ción, y a pesar de las inevitables luchas propias de todaentidad como la nuestra, se marcha hacia adelante ha-biendo compañeros entusiastas y activos, dispuestos amantener bien alto el pendón de nuestra Asociación".

10. COMPROMISO Y LECTURA

“PARA FORMAR CONCIENCIA OBRERA”

En Concepción de Uruguay, Lúgaro comunica a susafiliados que la seccional está en marcha y que ya noestarán bajo su responsabilidad directa las cuestionesde la Tesorería ni de la Caja de Ayuda Mutua. PedroRodríguez, domiciliado en VH Montero 620 se harácargo de la primera y Jorge Escalante, desde el 535 dela misma calle, se ocuparía de lo segundo.22 La seccióntambién comunica a través del Trabajador del Estadoque durante el mes de enero del 27’ “se han llevado acabo varios reclamos por compañeros con los que se pro-cede arbitrariamente; sobre el trabajo de menores quepor Ley Nacional 11.317 no deben trabajar más de 6horas; se gestionó y obtuvo que el personal que le corres-ponde franco, llegue a ese puerto los sábados entre las14 y 15 en lugar de hacerlo por la noche como venía ocu-rriendo. Se ha conseguido la reducción de los horarios delos serenos de 12 a 8 horas, como también que se pro-vean los botiquines de primeros auxilios a todas lasembarcaciones. La memoria/ejercicio también da cuentasobre otro sinnúmero de beneficios individuales y colec-tivos conseguidos para el personal de esa sección. Con

22 Esta última propiedad se encuentra actualmente habitada por los herma-nos Escalante, nietos del desaparecido dirigente uruguayense de los traba-jadores del Estado, aunque décadas más tarde ha variado la numeracióndebido al fraccionamiento de las propiedades.

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fines de propaganda y difusión se han establecido sub-comisiones en Alvear y Santo Tomé –Corrientes–.

Por otra parte, hace saber sobre el proyecto encami-nado a contar con una Biblioteca Social, “porque hacefalta la lectura de obras que traten la cuestión social,tendiente a formar conciencia obrera sólida para actuareficazmente en los grandiosos hechos por la emancipa-ción del proletariado del yugo que lo esclaviza impidién-dole superarse. El libro es el mejor instrumento deelevación social. Y de aquí el objeto de toda entidad delcarácter de la nuestra: instruir intelectualmente al obre-ro para elevarlo socialmente a fin de que gocen de losbeneficios que le comprenden”.

En un punto y aparte, el periódico destaca la partici-pación de la Sección en el paro decretado por la claseobrera como protesta por la ejecución de Sacco y Van-zetti, todo lo cual nos indica de la importancia que tienela sección Concepción del Uruguay, que constituye unode los baluartes de la ATE. “Bien por ello”, concluye elartículo.

En otra columna del mismo periódico dedicado alinforme de lo realizado por las distintas secciones, sedestacan en primer lugar las nuevas acciones llevadasa cabo por Concepción del Uruguay: “En esta sección esgrande la actividad que se viene desarrollando. Poste-riormente a la realización de la Asamblea de renovaciónde autoridades –período 1928– que estuvo concurridísi-ma, se discutieron varios asuntos interviniendo en eldebate buen número de camaradas, lo que prueba elinterés de los asociados. Entre los puntos tratados, estu-vo las gestiones por la equiparación salarial y jornalesen general; por el personal embarcado a los que se paga

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menos que en otras localidades; por el injusto traslado alque fuera sometido un camarada antiguo y buen obrerocomo represalia por su participación política”.

Finalmente se hace especial mención a la creación dela biblioteca, “una necesidad sentida, pues buena faltahace entre los compañeros la lectura y el conocimiento deobras que traten la cuestión social, tendiente a formarconciencias obreras sólidas para actuar eficientementeen la grandiosa lucha por la emancipación del proletaria-do del yugo que lo esclaviza, impidiéndole superarse”.

Habiendo dejado una seccional en franco desarrolloorganizativo y en permanente crecimiento, Lúgaro seráuno de los fundadores del Centro de Jubilados y Pen-sionados Nacionales, una prestigiosa institución local,una vez que se acoge a los derechos jubilatorios, sien-do ya jefe de talleres. Será su primer presidente y almomento de su deceso en 1983, se encontraba en ejer-cicio de la vicepresidencia. También será impulsor ysocio fundador de la Sociedad Italiana de SocorrosMutuos, habiendo manteniendo una vida familiar ple-namente activa a pesar de no haber tenido hijos. Susrestos descansan en el cementerio local, junto a los deesposa Asunta Carmen Positieri.

Fallece el lunes 19 de diciembre de 1983 y al díasiguiente, el diario local tras destacar su trayectoria,publica una breve semblanza del desaparecido dirigen-te. “Sus muchos años no se notaban y era un placerhablar con él –señala el cronista–. En su charla animadapodía conjugar pasado y presente con idéntica capaci-dad y aún dibujaba un mañana con sus esperanzas.Casado con la señora Asunta Carmen Positieri, formabauna inseparable pareja, en cuyas relaciones un entraña-

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ble amor se unía a una cotidiana camaradería. Su vidarecta, sus muchas realizaciones en el ámbito social ydeportivo, su trato cordial y llano, su interés por los pro-blemas de los demás, hace que su definitiva partidaduela a todos los que lo conocieron, y no es aventuradodecir que, a pesar de su edad, mucho podía esperarseaún de esa especial juventud que siempre poseyó suespíritu”.

Lucilo López al 600. Casa del matrimonio Lúgaro que el dirigente construyócon sus propias manos.

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Juan Balsechi fue el principal impulsor de la protesta obrera y la organiza-ción de los trabajadores en la costa del Río Uruguay. Desde 1927 forjó unaentrañable amistad con José Sebastián Lúgaro, fundador de la Sección deHierro de la ATE.

Jorge Escalante con suhijo en brazos en su

domicilio.

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Casa de la calle Artigas y Etcheverry donde vivió José Sebastián Lúgaro.

Lúgaro junto a su esposaen el último domicilio delmatrimonio.

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