Sacarnos Del Conflicto / Auspicio RRA

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www.rra-law-innovation.com [email protected] NYC (+1) 3474105047 / 43 · BOG (+57) 310 819 5577 SACARNOS DEL CONFLICTO: Re-Posicionamiento Civil de la Sociedad Colombiana, Justicia de Transición y Horizonte de Paz Territorial La sociedad civil colombiana contemporánea ha convivido con el miedo en su cotidianidad desde que nació. Década tras década de conflicto armado con variaciones y ramificaciones, han llevado al surgimiento generalizado, en los ciudadanos, de una actitud defensiva o discursivamente confrontacional contra cualquiera que sea la posición contraria a la suya en la derecha o en la izquierda del espectro político. Han transcurrido más de cincuenta años de resignación personal, normalización social e interiorización del conflicto armado en la agenda pública del país. Cada colombiano ha heredado, ha tomado o incluso ha sido obligado a tomar (vía reclutamiento ilícito) una posición dentro del conflicto colombiano. Todo esto explica porque la actitud y pensamiento civil de la sociedad colombiana, en general, está lejos de la neutralidad y generalmente refleja animadversión, una posición bastante ajena del temperamento amable y afable que caracteriza a los colombianos. Entre más de 40 millones, sólo unos cuantos miles, efectivamente han terminado armándose e integrando la violencia activa por razones de ambición, imposición o ideología; algunos también, por la simple necesidad de generación de ingresos, pues la labor de combate ilegal y faenas auxiliares a la tropa es una de las pocas fuentes de ocupación estable en la zona rural y selvática de Colombia. Gracias a los esfuerzos de gobiernos pasados que oscilaron entre paz y hostilidad, acción y reacción, se pudo forjar un campo para la negociación como el que existe en la actualidad. El gobierno de Colombia y el grupo armado de las FARC avanzan desde hace tres años una agenda de negociación para terminar el conflicto armado. Este acuerdo llevaría a la disolución de este grupo armado ilegal ubicado en el extremo izquierdo del pensamiento político (guerrilla), tal y como lo hiciere el pasado gobierno con el grupo ilegal armado que estuviere ubicado en el extremo derecho del espectro político (paras/paramilitares). Recientemente se unió también al proceso de negociación de paz, el otro grupo guerrillero conocido como el ELN. De culminar con éxito estas negociaciones, la firma de un acuerdo de paz en Colombia podría cerrar el capítulo de los grupos ilegalmente armados 1 que se han amparado, legítima o ilegítimamente, en razones políticas para ejercer la violencia. La posibilidad de negociar y firmar un acuerdo de paz entre viejos enemigos, tiene a diversos sectores del país, en la industria, el comercio, los medios de comunicación y en organizaciones de víctimas de la sociedad civil, debatiendo sobre la necesidad de alinearse con el proceso de paz o impedirlo. Unos creen que la reconciliación nacional es prioridad, otros, que negociar con guerrillas lleva a la 1 Sobre las guerillas M -19 y EPL ver http://bit.ly/1wjObbb y http://bit.ly/1qpWssg. Sobre los paras de las AUC http://bit.ly/1XkndZL

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Contenido para nota conceptual Evento CCONG-CIVISOL

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SACARNOS DEL CONFLICTO: Re-Posicionamiento Civil de la Sociedad Colombiana, Justicia de

Transición y Horizonte de Paz Territorial

La sociedad civil colombiana contemporánea ha convivido con el miedo en su cotidianidad desde que

nació. Década tras década de conflicto armado con variaciones y ramificaciones, han llevado al

surgimiento generalizado, en los ciudadanos, de una actitud defensiva o discursivamente confrontacional

contra cualquiera que sea la posición contraria a la suya en la derecha o en la izquierda del espectro

político. Han transcurrido más de cincuenta años de resignación personal, normalización social e

interiorización del conflicto armado en la agenda pública del país. Cada colombiano ha heredado, ha

tomado o incluso ha sido obligado a tomar (vía reclutamiento ilícito) una posición dentro del conflicto

colombiano. Todo esto explica porque la actitud y pensamiento civil de la sociedad colombiana, en

general, está lejos de la neutralidad y generalmente refleja animadversión, una posición bastante ajena

del temperamento amable y afable que caracteriza a los colombianos. Entre más de 40 millones, sólo

unos cuantos miles, efectivamente han terminado armándose e integrando la violencia activa por razones

de ambición, imposición o ideología; algunos también, por la simple necesidad de generación de ingresos,

pues la labor de combate ilegal y faenas auxiliares a la tropa es una de las pocas fuentes de ocupación

estable en la zona rural y selvática de Colombia.

Gracias a los esfuerzos de gobiernos pasados que oscilaron entre paz y hostilidad, acción y reacción, se

pudo forjar un campo para la negociación como el que existe en la actualidad. El gobierno de Colombia y

el grupo armado de las FARC avanzan desde hace tres años una agenda de negociación para terminar el

conflicto armado. Este acuerdo llevaría a la disolución de este grupo armado ilegal ubicado en el extremo

izquierdo del pensamiento político (guerrilla), tal y como lo hiciere el pasado gobierno con el grupo ilegal

armado que estuviere ubicado en el extremo derecho del espectro político (paras/paramilitares).

Recientemente se unió también al proceso de negociación de paz, el otro grupo guerrillero conocido como

el ELN. De culminar con éxito estas negociaciones, la firma de un acuerdo de paz en Colombia podría

cerrar el capítulo de los grupos ilegalmente armados1 que se han amparado, legítima o ilegítimamente, en

razones políticas para ejercer la violencia.

La posibilidad de negociar y firmar un acuerdo de paz entre viejos enemigos, tiene a diversos sectores del

país, en la industria, el comercio, los medios de comunicación y en organizaciones de víctimas de la

sociedad civil, debatiendo sobre la necesidad de alinearse con el proceso de paz o impedirlo. Unos creen

que la reconciliación nacional es prioridad, otros, que negociar con guerrillas lleva a la

1 Sobre las guerillas M -19 y EPL ver http://bit.ly/1wjObbb y http://bit.ly/1qpWssg. Sobre los paras de las AUC http://bit.ly/1XkndZL

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desinstitucionalización del país. En cualquier caso, una cosa es cierta, y todas las partes lo reconocen

así, el viejo conflicto armado no se termina sólo con el eventual acuerdo en La Habana. La convivencia

pacífica no emanará del acuerdo automáticamente así éste se haya firmado y aprobado, ni tampoco por

contar con el muy importante respaldo de una coalición de partidos políticos; el apalancamiento de la

industria nacional; el apoyo estratégico de la ONU, la cooperación internacional o los buenos oficios del

Papa, entre otras autoridades religiosas.

El conflicto colombiano terminará, y un acuerdo de paz resultará real y efectivo, cuando la convivencia

pacífica entre colombianos empiece a anhelarse y los únicos conflictos que se admitan sean los

argumentativos, ideológicos y de intensa confrontación política y se deje de justificar una violenta

confrontación armada entre connacionales. El conflicto se acaba cuando la paz, como modo social de

vida, sea interiorizado por una buena parte de la ciudadanía colombiana y se empiece a robustecer lo civil

de la sociedad civil. Terminará cuando cada miembro de la sociedad civil colombiana empiece a forjar un

nuevo relacionamiento y posicionamiento respecto del conflicto en el que nacieron y crecieron. Cuando se

acepte la idea de que todos son miembros de una misma comunidad nacional; coexistiendo dentro de un

mismo territorio; dependiendo de los mismos recursos compartidos; forjados por la misma historia;

gobernados por un mismo marco normativo o Estado de Derecho, y que avanzan todos en el escenario

global, como un único país, hacia un futuro conjunto. Y sobre todo, cuando se entienda que para todos

estos hechos, no hay Plan B. El problema central entonces es ¿cómo podría promoverse un re-

posicionamiento civil de la sociedad civil colombiana, la población nacional, si esta es vasta, plural, diversa

y extensa a lo largo y ancho del territorio nacional?

El pueblo de un país, el conjunto de ciudadanos que es la nación que constituye un Estado, se hace más

visible cuando se cristaliza en organizaciones, y se hace tangible -para efectos de diálogo e intercambios

sostenidos en el tiempo- cuando las organizaciones se constituyen, además, como personas jurídicas o

entidades. Entre las muchas organizaciones o personas jurídicas que se forman dentro de un país, a la

par de las entidades oficiales y de negocios, están las civiles y dentro de ellas las descritas como sin ánimo

de lucro o no gubernamentales. Personas jurídicas que los individuos crean como estructuras o vehículos

para expresar los fines civiles, cívicos, solidarios y filantrópicos que los animan a intervenir en su entorno

local inmediato, la sociedad de la que son parte o en la humanidad en general. La sociedad civil organizada

que emerge de abajo hacia arriba y a lo largo y ancho de cada país se vale de una gran diversidad de

formas jurídicas para actuar. En Colombia, el listado incluye2 a las asociaciones mutuales, fundaciones,

juntas de acción comunal, cooperativas, asociaciones de vecinos, veedurías, corporaciones sin ánimo

de lucro, organizaciones de voluntariado, organizaciones populares de vivienda, cámaras de

2 Alteritas Lab, RRA Thinktank

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comerciantes, fondos de empleados, iglesias, clubes sociales, cajas de compensación familiar de

trabajadores, asociaciones gremiales de industriales, sindicatos de trabajadores, empresas comunitarias,

universidades y sociedades de mejoras públicas, entre muchas otras más. Estas entidades son los actores

de la sociedad civil organizada y de la economía social y solidaria de un país, lo que también se conoce

como el Tercer Sector de actividad en la sociedad, a la par del Estado y el Mercado. Sin importar en qué

país surgen ni la forma jurídica que adoptan, todas las OSC -las Organizaciones de la Sociedad Civil-

están determinadas desde su origen, fijado en sus estatutos de constitución a orientarse hacia los otros

y hacia lo otro3. Según esta conceptualización, las llamadas Entidades Sin Ánimo de Lucro y/o No

Gubernamentales se pueden comprender más fácilmente, de una manera sustantiva, como Entidades Con

Ánimo de Alteridad; personas jurídicas con la habilidad intrínseca de operar cambios en la sociabilidad

misma de la sociedad. Cuando estas son reales y legítimas, las organizaciones alter-intencionadas,

reparan tejido social, promueven espacios de diálogo, acompañan proyectos de transición, cooperan,

mutualizan riesgos y oportunidades, asocian trabajo y sueños de desarrollo y, en general, crean la

sinergia necesaria para arraigar, también, la coexistencia civilizada que es la paz.

La tarea de lograr la convivencia pacífica en una comunidad, es decir, civilizar los conflictos para alejarse

de la barbarie, no es un asunto más en la lista de tareas pendientes de la política o la economía de un

país. Sacarse del conflicto histórico que atrapa a una comunidad nacional es, literalmente, tarea para la

casa y la vida diaria de cada colombiano. Es por ello que las organizaciones de la sociedad civil organizada

y de economía social y solidaria establecidas en todo el territorio nacional, tienen un rol crucial en esta

coyuntura. Las OSC nacionales pueden contribuir a re-cablear la vieja mentalidad de discordia ya

arraigada en Colombia por una nueva mentalidad de concordia, un re-posicionamiento civil hacia la

tolerancia entre los miembros de una misma nación. Ahora bien, ponerle fin al conflicto, aun desde la base

misma del tejido social, no equivale a la paz. Ningún país en el mundo vive enteramente en paz porque

todos son atravesados por constantes amenazas de delincuencia, brotes de racismo y xenofobia, crimen

organizado trasnacional de armas y drogas, redes de trata de personas que se mueven a escala global

para abastecer los mercados de explotación humana, cibercrimen, terrorismo, así como crisis ambientales

y humanitarias. Sin embargo, acabar con un viejo conflicto entre connacionales, sí sirve para crear un

ambiente propicio al desarrollo mismo de las comunidades y la deliberación democrática entre los

ciudadanos. El fin del conflicto lograría también, liberar a los ciudadanos más vulnerables del país del

3 Desde el 2012 y la Ley Nacional 1607 de que modificó el Código Tributario de Colombia, la conceptualización de la alteridad como intención (Ruiz -Restrepo 2011) fue adoptada como definición alternativa o complementaria a la denominación negativa y residual de las entidades sin ánimo de lucro u organizaciones no gubernamentales para comprenderles bajo una identidad positiva, como entidades constituidas con ánimo de alteridad; orientadas hacia los otros y hacia lo otro. El sistema de pensamiento para la distinción sustantiva y la diferenciación conductual que es la base de la Teoría de la Alteridad, fue concebido por la necesidad de asegurar trato justo y equitativo a las personas jurídicas que conforman la sociedad civil organizada y la economía social y solidaria.

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conflicto armado del que son carne de cañón, así como recursos -tiempo, ideas y presupuesto- para

atacar frontalmente la pobreza, la exclusión y la pobre distribución de la riqueza en Colombia y empezar

a garantizar justicia y prosperidad para todos los habitantes del país y en todos los rincones del territorio.

Tal es la coyuntura y el momento histórico que convoca a la sociedad civil colombiana. El propósito de

este evento es el de establecer una base conceptual y lenguaje común útil a la deliberación informada

entre miembros de la sociedad civil sobre (i) los contenidos de las agendas de negociación de paz, (ii) la

forma en que se desplegará la justicia de transición y (iii) el horizonte de paz territorial según la agenda

gubernamental. En este último punto se presentarán también experiencias de actores comprometidos en

la construcción de desarrollo comunitario y la convivencia pacífica en el territorio. El evento finaliza con el

intercambio amplio y diverso entre el público que quiera contribuir enfoques, aproximaciones y estrategias

que crean que sirvan para progresivamente “sacarnos del conflicto” en Colombia; de abajo hacia arriba.

La participación de los miembros de organizaciones de la sociedad civil internacional que quieran

compartir ideas y experiencias a sus pares y colegas colombianos, es especialmente bienvenida.

Adriana Ruiz-Restrepo

Nota conceptual para el Evento CCONG-CIVISOL

ICSW BOGOTA 2016 – Semana de la Sociedad Civil Internacional