Sacarnos Del Conflicto / Auspicio RRA
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SACARNOS DEL CONFLICTO: Re-Posicionamiento Civil de la Sociedad Colombiana, Justicia de
Transición y Horizonte de Paz Territorial
La sociedad civil colombiana contemporánea ha convivido con el miedo en su cotidianidad desde que
nació. Década tras década de conflicto armado con variaciones y ramificaciones, han llevado al
surgimiento generalizado, en los ciudadanos, de una actitud defensiva o discursivamente confrontacional
contra cualquiera que sea la posición contraria a la suya en la derecha o en la izquierda del espectro
político. Han transcurrido más de cincuenta años de resignación personal, normalización social e
interiorización del conflicto armado en la agenda pública del país. Cada colombiano ha heredado, ha
tomado o incluso ha sido obligado a tomar (vía reclutamiento ilícito) una posición dentro del conflicto
colombiano. Todo esto explica porque la actitud y pensamiento civil de la sociedad colombiana, en
general, está lejos de la neutralidad y generalmente refleja animadversión, una posición bastante ajena
del temperamento amable y afable que caracteriza a los colombianos. Entre más de 40 millones, sólo
unos cuantos miles, efectivamente han terminado armándose e integrando la violencia activa por razones
de ambición, imposición o ideología; algunos también, por la simple necesidad de generación de ingresos,
pues la labor de combate ilegal y faenas auxiliares a la tropa es una de las pocas fuentes de ocupación
estable en la zona rural y selvática de Colombia.
Gracias a los esfuerzos de gobiernos pasados que oscilaron entre paz y hostilidad, acción y reacción, se
pudo forjar un campo para la negociación como el que existe en la actualidad. El gobierno de Colombia y
el grupo armado de las FARC avanzan desde hace tres años una agenda de negociación para terminar el
conflicto armado. Este acuerdo llevaría a la disolución de este grupo armado ilegal ubicado en el extremo
izquierdo del pensamiento político (guerrilla), tal y como lo hiciere el pasado gobierno con el grupo ilegal
armado que estuviere ubicado en el extremo derecho del espectro político (paras/paramilitares).
Recientemente se unió también al proceso de negociación de paz, el otro grupo guerrillero conocido como
el ELN. De culminar con éxito estas negociaciones, la firma de un acuerdo de paz en Colombia podría
cerrar el capítulo de los grupos ilegalmente armados1 que se han amparado, legítima o ilegítimamente, en
razones políticas para ejercer la violencia.
La posibilidad de negociar y firmar un acuerdo de paz entre viejos enemigos, tiene a diversos sectores del
país, en la industria, el comercio, los medios de comunicación y en organizaciones de víctimas de la
sociedad civil, debatiendo sobre la necesidad de alinearse con el proceso de paz o impedirlo. Unos creen
que la reconciliación nacional es prioridad, otros, que negociar con guerrillas lleva a la
1 Sobre las guerillas M -19 y EPL ver http://bit.ly/1wjObbb y http://bit.ly/1qpWssg. Sobre los paras de las AUC http://bit.ly/1XkndZL
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desinstitucionalización del país. En cualquier caso, una cosa es cierta, y todas las partes lo reconocen
así, el viejo conflicto armado no se termina sólo con el eventual acuerdo en La Habana. La convivencia
pacífica no emanará del acuerdo automáticamente así éste se haya firmado y aprobado, ni tampoco por
contar con el muy importante respaldo de una coalición de partidos políticos; el apalancamiento de la
industria nacional; el apoyo estratégico de la ONU, la cooperación internacional o los buenos oficios del
Papa, entre otras autoridades religiosas.
El conflicto colombiano terminará, y un acuerdo de paz resultará real y efectivo, cuando la convivencia
pacífica entre colombianos empiece a anhelarse y los únicos conflictos que se admitan sean los
argumentativos, ideológicos y de intensa confrontación política y se deje de justificar una violenta
confrontación armada entre connacionales. El conflicto se acaba cuando la paz, como modo social de
vida, sea interiorizado por una buena parte de la ciudadanía colombiana y se empiece a robustecer lo civil
de la sociedad civil. Terminará cuando cada miembro de la sociedad civil colombiana empiece a forjar un
nuevo relacionamiento y posicionamiento respecto del conflicto en el que nacieron y crecieron. Cuando se
acepte la idea de que todos son miembros de una misma comunidad nacional; coexistiendo dentro de un
mismo territorio; dependiendo de los mismos recursos compartidos; forjados por la misma historia;
gobernados por un mismo marco normativo o Estado de Derecho, y que avanzan todos en el escenario
global, como un único país, hacia un futuro conjunto. Y sobre todo, cuando se entienda que para todos
estos hechos, no hay Plan B. El problema central entonces es ¿cómo podría promoverse un re-
posicionamiento civil de la sociedad civil colombiana, la población nacional, si esta es vasta, plural, diversa
y extensa a lo largo y ancho del territorio nacional?
El pueblo de un país, el conjunto de ciudadanos que es la nación que constituye un Estado, se hace más
visible cuando se cristaliza en organizaciones, y se hace tangible -para efectos de diálogo e intercambios
sostenidos en el tiempo- cuando las organizaciones se constituyen, además, como personas jurídicas o
entidades. Entre las muchas organizaciones o personas jurídicas que se forman dentro de un país, a la
par de las entidades oficiales y de negocios, están las civiles y dentro de ellas las descritas como sin ánimo
de lucro o no gubernamentales. Personas jurídicas que los individuos crean como estructuras o vehículos
para expresar los fines civiles, cívicos, solidarios y filantrópicos que los animan a intervenir en su entorno
local inmediato, la sociedad de la que son parte o en la humanidad en general. La sociedad civil organizada
que emerge de abajo hacia arriba y a lo largo y ancho de cada país se vale de una gran diversidad de
formas jurídicas para actuar. En Colombia, el listado incluye2 a las asociaciones mutuales, fundaciones,
juntas de acción comunal, cooperativas, asociaciones de vecinos, veedurías, corporaciones sin ánimo
de lucro, organizaciones de voluntariado, organizaciones populares de vivienda, cámaras de
2 Alteritas Lab, RRA Thinktank
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comerciantes, fondos de empleados, iglesias, clubes sociales, cajas de compensación familiar de
trabajadores, asociaciones gremiales de industriales, sindicatos de trabajadores, empresas comunitarias,
universidades y sociedades de mejoras públicas, entre muchas otras más. Estas entidades son los actores
de la sociedad civil organizada y de la economía social y solidaria de un país, lo que también se conoce
como el Tercer Sector de actividad en la sociedad, a la par del Estado y el Mercado. Sin importar en qué
país surgen ni la forma jurídica que adoptan, todas las OSC -las Organizaciones de la Sociedad Civil-
están determinadas desde su origen, fijado en sus estatutos de constitución a orientarse hacia los otros
y hacia lo otro3. Según esta conceptualización, las llamadas Entidades Sin Ánimo de Lucro y/o No
Gubernamentales se pueden comprender más fácilmente, de una manera sustantiva, como Entidades Con
Ánimo de Alteridad; personas jurídicas con la habilidad intrínseca de operar cambios en la sociabilidad
misma de la sociedad. Cuando estas son reales y legítimas, las organizaciones alter-intencionadas,
reparan tejido social, promueven espacios de diálogo, acompañan proyectos de transición, cooperan,
mutualizan riesgos y oportunidades, asocian trabajo y sueños de desarrollo y, en general, crean la
sinergia necesaria para arraigar, también, la coexistencia civilizada que es la paz.
La tarea de lograr la convivencia pacífica en una comunidad, es decir, civilizar los conflictos para alejarse
de la barbarie, no es un asunto más en la lista de tareas pendientes de la política o la economía de un
país. Sacarse del conflicto histórico que atrapa a una comunidad nacional es, literalmente, tarea para la
casa y la vida diaria de cada colombiano. Es por ello que las organizaciones de la sociedad civil organizada
y de economía social y solidaria establecidas en todo el territorio nacional, tienen un rol crucial en esta
coyuntura. Las OSC nacionales pueden contribuir a re-cablear la vieja mentalidad de discordia ya
arraigada en Colombia por una nueva mentalidad de concordia, un re-posicionamiento civil hacia la
tolerancia entre los miembros de una misma nación. Ahora bien, ponerle fin al conflicto, aun desde la base
misma del tejido social, no equivale a la paz. Ningún país en el mundo vive enteramente en paz porque
todos son atravesados por constantes amenazas de delincuencia, brotes de racismo y xenofobia, crimen
organizado trasnacional de armas y drogas, redes de trata de personas que se mueven a escala global
para abastecer los mercados de explotación humana, cibercrimen, terrorismo, así como crisis ambientales
y humanitarias. Sin embargo, acabar con un viejo conflicto entre connacionales, sí sirve para crear un
ambiente propicio al desarrollo mismo de las comunidades y la deliberación democrática entre los
ciudadanos. El fin del conflicto lograría también, liberar a los ciudadanos más vulnerables del país del
3 Desde el 2012 y la Ley Nacional 1607 de que modificó el Código Tributario de Colombia, la conceptualización de la alteridad como intención (Ruiz -Restrepo 2011) fue adoptada como definición alternativa o complementaria a la denominación negativa y residual de las entidades sin ánimo de lucro u organizaciones no gubernamentales para comprenderles bajo una identidad positiva, como entidades constituidas con ánimo de alteridad; orientadas hacia los otros y hacia lo otro. El sistema de pensamiento para la distinción sustantiva y la diferenciación conductual que es la base de la Teoría de la Alteridad, fue concebido por la necesidad de asegurar trato justo y equitativo a las personas jurídicas que conforman la sociedad civil organizada y la economía social y solidaria.
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conflicto armado del que son carne de cañón, así como recursos -tiempo, ideas y presupuesto- para
atacar frontalmente la pobreza, la exclusión y la pobre distribución de la riqueza en Colombia y empezar
a garantizar justicia y prosperidad para todos los habitantes del país y en todos los rincones del territorio.
Tal es la coyuntura y el momento histórico que convoca a la sociedad civil colombiana. El propósito de
este evento es el de establecer una base conceptual y lenguaje común útil a la deliberación informada
entre miembros de la sociedad civil sobre (i) los contenidos de las agendas de negociación de paz, (ii) la
forma en que se desplegará la justicia de transición y (iii) el horizonte de paz territorial según la agenda
gubernamental. En este último punto se presentarán también experiencias de actores comprometidos en
la construcción de desarrollo comunitario y la convivencia pacífica en el territorio. El evento finaliza con el
intercambio amplio y diverso entre el público que quiera contribuir enfoques, aproximaciones y estrategias
que crean que sirvan para progresivamente “sacarnos del conflicto” en Colombia; de abajo hacia arriba.
La participación de los miembros de organizaciones de la sociedad civil internacional que quieran
compartir ideas y experiencias a sus pares y colegas colombianos, es especialmente bienvenida.
Adriana Ruiz-Restrepo
Nota conceptual para el Evento CCONG-CIVISOL
ICSW BOGOTA 2016 – Semana de la Sociedad Civil Internacional