RELACIONES 111, VERANO 2007, VOL. XXVIII

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Relaciones 9RESEÑAS
R E L A C I O N E S 1 1 1 , V E R A N O 2 0 0 7 , V O L . X X V I I I
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CÁN. LANGUAGE AND IDENTITY IN A TRANS-
NATIONAL COMMUNITY, AUSTIN, UNIVERSI-
FOTOS, 2006, 312 P.
En la etnografía multisituada de re- des transnacionales durante esta era de la globalización, especialmente redes forjadas por el trabajo transmigrante entre México y los Estados Unidos, se han descubierto procesos generacio- nales de desterritorialización y rete- rritorialización que conducen a una nueva imaginación toponímica. En la actualidad, etnógrafos como Michael Kearney hablan de lugares como Oaxacalifornia para captar el nuevo punto de vista territorial de, por ejem- plo, los miembros del Frente Indígena Oaxaqueño Binacional. Ahora la et- nografía innovadora de Marcia Farr nos introduce a otro espacio en la frontera transnacional, Chicagoacán, y al emergente punto de vista territo- rial de los rancheros. En la historia moderna de los Estados nacionales, los rancheros han poblado muchas zo- nas fronterizas en los dos continentes de América, pero Chicagoacán apun- ta a una nueva etapa posnacional y al protagonismo ranchero en la construc- ción de un espacio transnacional.
Los rancheros con una ética cons- truida alrededor de los valores de in- dividualismo, familia, trabajo, movi-
lidad y propiedad privada, así como una autoconsciencia y orgullo sobre su herencia europea, son curiosamen- te poco visibles como ciudadanos y protagonistas en la historia mexicana o como parte importante e innovado- ra del trabajo transmigrante en la trans- nacionalización de México y Estados Unidos. Como la imagen vaquera en Los Estados Unidos, los rancheros suelen representarse como figuras ro- mánticas en la imaginación popular. Quizás, como resultado, el silencio abunda acerca de su pasado real y aun más sobre su protagonismo actual en la nueva frontera transnacional.
Marcia Farr ha hecho una contri- bución importante a la documenta- ción etnográfica y sociolingüística de la cultura ranchera. Su libro es un es- tudio de una red social transnacional construida por familias rancheras ori- ginarias del rancho San Juanico en Michoacán que también viven y tra- bajan en la ciudad de Chicago en la Unión Americana. La red social trans- nacional se compone de 19 familias de cuatro generaciones y dos parente- las primarias. Su estudio nos permite ver los cambios generacionales en educación y economía doméstica y sus impactos tanto en el desarrollo urbano de San Juanico como en el pa- drón de residencia y trayectoria labo- ral en Chicago. No obstante, el estu- dio enfatiza los estilos de discurso de
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dada la forma directa sin titubeos o uso de implicación o alusión verbal indirecta. Es, no obstante, el estilo que define el discurso ranchero y se po- dría considerar como el habitus ran- chero. Farr afirma que la franqueza como el estilo dominante del discurso ranchero, es “la retórica del hombre autorrealizado, un individualista in- dependiente” (183) y el indicio domi- nante de las relaciones sociales iguali- tarias entre los rancheros.
Mientras la franqueza constituye el marco conversacional primario (es decir: el trasfondo o default discursi- vo) los estilos discursivos de respeto y relajo quedan marcados como ex- cepcionales. Respeto como estilo de discurso es el indicio de principios de jerarquía construidos alrededor de las diferencias de género y edad recono- cidas dentro de las familias ranche- ras. Mediante la presentación y aná- lisis de los estilos de franqueza y respeto en conversaciones naturales, pero en combinación con la informa- ción de años de observación partici- pante con las familias rancheras, Farr examina la cohesión social ranchera construida alrededor de jerarquías de edad y género. Identifica, también, cómo el estilo discursivo de respeto es un medio expresivo de las prácti- cas culturales tradicionales.
En contraste, el estilo de relajo es un modo de expresión para prácticas
culturales emergentes. Relajo es el otro polo dialógico en que desde el marco discursivo de franqueza, el habla como práctica social se vuelve casi hi- perreflexivo mediante formas discur- sivas metapragmáticas. Además Farr identifica y diferencia entre relajo masculino y relajo femenino. Ambos, no obstante, operan para cuestionar y nivelar las jerarquías sociales y espe- cialmente mitigar los conflictos entre la ideología patriarcal ranchera y la ideología de individualismo liberal a menudo “entextualizada” en el marco discursivo dominante de franqueza.
Farr ha producido una etnografía en la cual la explicación descriptiva es innovadora. Su estudio hace visibles a los rancheros como agentes y prota- gonistas (nuevos sujetos antropológi- cos) en la producción del espacio so- cial transnacional tan importante para la comprensión de México y los Estados Unidos en el siglo XXI. Contri- buye, además, a romper con el reduc- cionismo romántico que tanto se ha asociado con la imagen popular de los rancheros.
Es, también, el caso que como es- tudio innovador, lo que Farr describe como “un retrato etnolingüístico de una comunidad ranchera transnacio- nal” (269) contiene algunas tensiones reales. Una de ellas es la condición “étnica” que se atribuye a los ranche- ros. Mientras esta adscripción parece
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los rancheros y su composición (“en- textualización”) durante conversacio- nes naturales. Esto permite un movi- miento dialógico entre la información recopilada vía observación partici- pante y el corpus sociolingüístico. Las conversaciones y sus sentidos sociales dominantes se ponen en el contexto de la información etnográfica e histo- riográfica sobre rancheros, el rancho de San Juanico y su contorno, y la población mexicana transmigrante de Chicago. De la misma manera el aná- lisis e interpretación de los estilos de discurso sirven para aterrizar la ex- plicación descriptiva etnográfica.
Las mejores etnografías multisi- tuadas procuran alcanzar una expli- cación descriptiva en la cual “el como” y “el cuando” de gente real ha- ciendo cosas reales se vuelve “el que” de la explicación. El trabajo de Marcia Farr es un ejemplo impresionante. Es, además, una contribución metodoló- gica a un problema central de la expli- cación descriptiva en la etnografía, el problema de la relación entre texto y contexto. Mediante el análisis de la pragmática y metapragmática en esti- los de discurso aislados e identifica- dos en 195 horas de grabación de la conversación natural de los miem- bros de una red social transnacional, Farr establece los sentidos sociales (en contraste con sentido referencial o literal) que los rancheros expresan y
negocian por medio de diferentes estilos de discurso. Hace énfasis en la expresión de los valores que los ran- cheros articulan como grupo ideoló- gico y, también, en su construcción discursiva de diferencias de género y de edad articuladas en principios de jerarquía y autoridad.
Este análisis fino de los estilos de discurso identificados en un corpus de conversaciones naturales grabadas, transcritas y codificadas a través de diez años, se acompaña con la infor- mación de quince años (¡una genera- ción!) de observación participante dentro de la red transnacional ran- chera tanto en Chicago como en San Juanico Michoacán. En adición, Farr revisa la información documental so- bre la formación y desarrollo del asentamiento ranchero en San Juani- co desde el siglo XVIII y los estudios tanto en México como en Chicago so- bre comunidades de rancheros y el trabajo transmigrante mexicano.
Farr identifica tres estilos de dis- curso. En términos lingüísticos, dos son estilos marcados y uno, el estilo dominante que define a los rancheros como grupo ideológico, es no marca- do. Franqueza es el estilo no marcado que enmarca los otros dos estilos, res- peto y relajo, que constituyen los dos polos dialógicos de franqueza. Farr observa que la franqueza a veces es mal entendida como trato agresivo
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dada la forma directa sin titubeos o uso de implicación o alusión verbal indirecta. Es, no obstante, el estilo que define el discurso ranchero y se po- dría considerar como el habitus ran- chero. Farr afirma que la franqueza como el estilo dominante del discurso ranchero, es “la retórica del hombre autorrealizado, un individualista in- dependiente” (183) y el indicio domi- nante de las relaciones sociales iguali- tarias entre los rancheros.
Mientras la franqueza constituye el marco conversacional primario (es decir: el trasfondo o default discursi- vo) los estilos discursivos de respeto y relajo quedan marcados como ex- cepcionales. Respeto como estilo de discurso es el indicio de principios de jerarquía construidos alrededor de las diferencias de género y edad recono- cidas dentro de las familias ranche- ras. Mediante la presentación y aná- lisis de los estilos de franqueza y respeto en conversaciones naturales, pero en combinación con la informa- ción de años de observación partici- pante con las familias rancheras, Farr examina la cohesión social ranchera construida alrededor de jerarquías de edad y género. Identifica, también, cómo el estilo discursivo de respeto es un medio expresivo de las prácti- cas culturales tradicionales.
En contraste, el estilo de relajo es un modo de expresión para prácticas
culturales emergentes. Relajo es el otro polo dialógico en que desde el marco discursivo de franqueza, el habla como práctica social se vuelve casi hi- perreflexivo mediante formas discur- sivas metapragmáticas. Además Farr identifica y diferencia entre relajo masculino y relajo femenino. Ambos, no obstante, operan para cuestionar y nivelar las jerarquías sociales y espe- cialmente mitigar los conflictos entre la ideología patriarcal ranchera y la ideología de individualismo liberal a menudo “entextualizada” en el marco discursivo dominante de franqueza.
Farr ha producido una etnografía en la cual la explicación descriptiva es innovadora. Su estudio hace visibles a los rancheros como agentes y prota- gonistas (nuevos sujetos antropológi- cos) en la producción del espacio so- cial transnacional tan importante para la comprensión de México y los Estados Unidos en el siglo XXI. Contri- buye, además, a romper con el reduc- cionismo romántico que tanto se ha asociado con la imagen popular de los rancheros.
Es, también, el caso que como es- tudio innovador, lo que Farr describe como “un retrato etnolingüístico de una comunidad ranchera transnacio- nal” (269) contiene algunas tensiones reales. Una de ellas es la condición “étnica” que se atribuye a los ranche- ros. Mientras esta adscripción parece
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los rancheros y su composición (“en- textualización”) durante conversacio- nes naturales. Esto permite un movi- miento dialógico entre la información recopilada vía observación partici- pante y el corpus sociolingüístico. Las conversaciones y sus sentidos sociales dominantes se ponen en el contexto de la información etnográfica e histo- riográfica sobre rancheros, el rancho de San Juanico y su contorno, y la población mexicana transmigrante de Chicago. De la misma manera el aná- lisis e interpretación de los estilos de discurso sirven para aterrizar la ex- plicación descriptiva etnográfica.
Las mejores etnografías multisi- tuadas procuran alcanzar una expli- cación descriptiva en la cual “el como” y “el cuando” de gente real ha- ciendo cosas reales se vuelve “el que” de la explicación. El trabajo de Marcia Farr es un ejemplo impresionante. Es, además, una contribución metodoló- gica a un problema central de la expli- cación descriptiva en la etnografía, el problema de la relación entre texto y contexto. Mediante el análisis de la pragmática y metapragmática en esti- los de discurso aislados e identifica- dos en 195 horas de grabación de la conversación natural de los miem- bros de una red social transnacional, Farr establece los sentidos sociales (en contraste con sentido referencial o literal) que los rancheros expresan y
negocian por medio de diferentes estilos de discurso. Hace énfasis en la expresión de los valores que los ran- cheros articulan como grupo ideoló- gico y, también, en su construcción discursiva de diferencias de género y de edad articuladas en principios de jerarquía y autoridad.
Este análisis fino de los estilos de discurso identificados en un corpus de conversaciones naturales grabadas, transcritas y codificadas a través de diez años, se acompaña con la infor- mación de quince años (¡una genera- ción!) de observación participante dentro de la red transnacional ran- chera tanto en Chicago como en San Juanico Michoacán. En adición, Farr revisa la información documental so- bre la formación y desarrollo del asentamiento ranchero en San Juani- co desde el siglo XVIII y los estudios tanto en México como en Chicago so- bre comunidades de rancheros y el trabajo transmigrante mexicano.
Farr identifica tres estilos de dis- curso. En términos lingüísticos, dos son estilos marcados y uno, el estilo dominante que define a los rancheros como grupo ideológico, es no marca- do. Franqueza es el estilo no marcado que enmarca los otros dos estilos, res- peto y relajo, que constituyen los dos polos dialógicos de franqueza. Farr observa que la franqueza a veces es mal entendida como trato agresivo
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grafía ha intervenido, reflejando la identidad de una sociedad en cons- tante cambio. Imaginarios y fotografía en México, 1839-1970 une precisamen- te todos los escenarios en los que ha intervenido la fotografía en nuestro país a través de los delgados hilos de la historia social y cultural de México. Coordinado por Emma García Krins- ky, este libro es el producto de tres años de investigación en archivos y fototecas mexicanos e incluye más de 250 imágenes. La participación de cua- tro historiadores gráficos, que tenien- do como eje principal la construcción de imaginarios y representaciones, constituye un recorrido por la historia social y cultural de México desde 1839, año en que la fotografía desem- barca por primera vez en el puerto de Veracruz, hasta 1970, fecha que coin- cide con el boom de la fotografía en México (creación de centros de inves- tigación fotográficos como la Fototeca Nacional de INAH, rescate de archivo fotográficos, bienales, exposiciones y concursos), razón por la cual se deci- dió concluir el estudio en esta década. Cerrando de esta manera un periodo de movimientos sociales y artísticos que resultaron claves para el desarro- llo cultural y artístico del país.
Evitando el riesgo de caer en una historia ilustrada Rosa Casanova, Al- berto del Castillo, Rebeca Monroy y Alfonso Morales deciden destacar los
espacios materiales originales en los que circularon las imágenes, pa- sando del daguerrotipo al fotoperio- dismo, del registro antropológico a la abstracción de figuras como Manuel Álvarez Bravo, mostrando cuatro mi- radas informadas, densas y minucio- sas. La investigación en su conjunto plantea nuevos problemas con meto- dologías y acercamientos a autores, temas, ideas e imágenes de la historia de la fotografía mexicana en general. Los especialistas reflexionan sobre el uso social, cultural y político de la ima- gen en nuestro país a lo largo de más de 130 años, al tiempo que contextua- lizan el papel de la fotografía y refle- xionan sobre el uso y la profesiona- lización de esta actividad. En la obra conviven fotografías poco divulgadas y el trabajo de profesionales de la len- te hasta hoy olvidados, con la trayec- toria y la obra de fotógrafos que en la actualidad se han convertido en iconos de la fotografía en México (Pedro Gue- rra, Desiré Charnay, Juan Antonio Azurmendi, Romualdo García, Char- les B. White, William H. Jackson, Agus- tín V. Casasola, Hugo Brehme, Gui- llermo Kahlo, Juan Guzmán, Manuel Álvarez Bravo, Enrique Díaz, Bereni- ce Koldo, Nacho López, los Herma- nos Mayo, Héctor García y Rodrigo Moya, entre otros). En este volumen, la imagen es testigo de múltiples even- tos históricos, al tiempo que docu-
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responder al nivel y profundidad en que Farr participó en la red social bajo estudio e interiorizó sus formas peculiares de representarse a sí mis- mos como individuos trabajadores y mexicanos de origen europeo, no está claro que se trate de una autoadscrip- ción e identificación de parte de los rancheros mismos.
El estudio de Farr es una explica- ción descriptiva muy fina de la ideolo- gía ranchera. Examina la combinación de valores como el individualismo con una orientación a la familia (fami- lismo) que contrasta de manera im- portante con las formas de comuna- lismo tan notable entre los grupos culturales indomexicanos que suelen convivir con los rancheros en México. Identifica la importancia del trabajo en contraste con la educación formal para la construcción de la masculini- dad ranchera y la relaciona con las ta- zas de escolaridad (más alta entre las mujeres) de los rancheros en Chicago. Pero no está claro como estos hallaz- gos tan importantes en la representa- ción y la visibilidad del ranchero nos conducen a una noción de una etnici- dad ranchera en México. Al contrario, en mi lectura, toda la rica información etnográfica y sociolingüística parece girar en torno a cuestiones muy im- portantes de clase social e ideología. Los rancheros se presentan como un grupo ideológico que comparte tradi-
ciones y formas de crianza. En esta lectura uno de los aspectos más im- portantes del estudio de Farr es la po- sibilidad de realizar un análisis cul- tural de una clase social ranchera durante un proceso de transnaciona- lización. Esta, por supuesto, es una lectura posible gracias a la riqueza y calidad de esta etnografía multisitua- da e innovadora.
Andrew Roth Seneff El Colegio de Michoacán
[email protected]
1839-1970, BARCELONA, EDITORIAL LUN-
WERG, CONACULTA-INAH-SINAFO, 2005,
ILLS., 285 P.