Reflexiones-Sobre-Socialismo-Capitalismo-y-Marxismo OLIN.pdf
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Marxismo
y
política
La
dualidad
de
poderes
y
otros
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Carlos
Nelson
Coutinho
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Paula
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Molina
Coutinho,
Carlos
Nelson
Marxismo
y política:
La
dualidad
de
poderes
y
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impreso]/
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(Traductora)
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Santiago:
LOM
Ediciones;
zoll.
r38p.:
14x21,5
cm.
(Colección Ciencias
Humanas)
lsBN:
978-956-oo
-026
4-8
RPI:206.304
l. Marxismo
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Titulo.
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Molina
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Paula
(Traductora).
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Fuente:
Agencia
Catalográñca
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LOM
Ediciones
Primera
edición,
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Título
original:
Marxismo
e
política'
A duatídade
de
poderes
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rsBN:
978-956-Oo
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LOM
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Concha
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Marxismo
y
política
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I
i
l
l
Índice
Prefacio
I 9
cepÍturo
t
La
dualidad
de
Poderes:
Estado
y
revoiución
en el
pensamiento
marxista
I
r3
r.
Aigunas
cuestiones
de
método
I
rg
z.Teona"restricta"
del Estado
y
concepción
"explosiva"
de
la
revolución
I
lo
3.
La
ampliación
de
la teoría
del
Estado
y
la
concepción
de
la
revolución
como proceso
|
37
c¿pírulo
z
Los
marxistas
y
la
"cuestión
democrática"
|
6r
cepírulo
3
Gramsci,
el
marxismo
y
las
ciencias
sociales
I
7z
r.
El
punto
de
vista
de
la
totalidad
y
las
ciencias
sociales
particulares
|
77
z.
La
recuperación
gramsciana
de
la
crítica ontológica
de
Marx
I
ao
3.
La
contribución
de
Gramsci a las
ciencias
sociales
I 94
cnpítulo ¿
Voluntad
general
y
democracia
en
Rousseau, Hegel
y
Gramsci
I
ror
r. La
prioridad
de
1o
público
I
toz
z. Rousseau
y
la
voluntad
general
I
ro4
a.
Hegel
y
las
determinaciones
de
la
voiuntad
I
tog
4.
Gramsci
y
la hegemonía
como contrato
I
tt6
cepÍrulo
s
Lukács, la
ontología
y
la
política
I
rzg
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i
i
:i
I
,
los
conceptos
básicos
de
la
reflexión
marxianasobre
lo
social'
sino
también
alsunos
rnomentos
,t'"t'l**o"t
át
i"
t'oruti¿tt
históricadeesta
corriente
-
HHH;:;;
;t".si:ttru**
*:l:.:ml:,::1
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*'
_
"::
ncorporados
a
su
Patttn'*
"
o
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del
moclo
por
er
cual
los
con-
El
primer
ensavo
t"
:tl;;;;
;.,ái"ton,
t'olucionaron
en
Iareflexion
ceptos
de
Estado
y
revo
lucro*§c
:'- :;;";;"e
combina
inseparabiemente
i.'iol*rr*i"as,
de
acuerdo
con
un
proceso
que'c(
conservación,
"ri*i"".i;;;;;;""r.io^,
es
áecir,
según
ro
que
Hegel
busco
rlerlnir
con
ra
famosa
'-"''J¿til;"J';;ryr::[1;i'.t
rrl
,lT.:H":
i"'
lr.tiaoa
cle
pocter.esaparece
como
""
t"^1t?^1;Ti;"on
*"t
"üa"
'
i.l^
ll.rott
revolucionaria"
(y'
Por
1o
tanto'
de,
transformació"
"uo'utloi"ü
"n
*po""ntes
teóricos
marxistas'
servlra
co
mo
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o
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t- ¡1.
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Ia
historia
de
los
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el
segundo
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del
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algunos
marxistas
enfrentan
la
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democrática"''
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¿.
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carácter
sumario
y
exploratorio-
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o
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*'luetalladamente
lo
que
me
parece
ser
la
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ntttnti"''"io-iJrá*áut-t":tlt*'ón
dt
*^t*
sobre
1o'social:
Ia
actop
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n
e*prit
i"
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p' n-*'
i
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"o
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l
a
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talidad'
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especialment"
rtt
t"li'l*'
ui''"'ost-*odernos"'
Pero'
at
mismo
Úempo'
tambiéninrento*"'ili::;dg;:f
::'.1,"t#:il",T#.X1[:T'i*:
;ñil;
de
un
diálogo
crítíco
der
*''t"-tl
particulares,
""^o*;;;;
igtto"n
o
rechacen
explícitamente
este
punto
cle
vista
globat'**'
in
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*-taia^
tn
q"
t"
J'u
g"*tti^na
está
centrada
enra
críúca
aru
pririro,
este
ensayo.s.
.n.uuár"
en
el
espíritu
general
de
esta
recopitaciónl;;t
-t;*"
tl1::
título-
et
de
contribuir
a
una
reflexión
sobre
las
"üt'ot"'
entre
marxismo
y
política'
;
;;.:,,;;;,rr,,,,,
iir"r'.:i,,i'i;:i?::::::i,:i1:ry;:';:i,'r ,,J'íll^\Iiil'ji;
Botonha,
lr
Mutino,
r978)
también
t:lt"tt
,"]t-i'#;r."o,i]r'ir',..,ones,
sin
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"r"ri"l.
r'"u'"rática
de
la
dualid'd
dt
p"1:::;',"
,ilñ
;
J*rático
de
calircar
'.:
*:
x
mlil::
ffiJ,iff{i,
::n
;i
:.,
n:
[:
*hiil
.,l'*
Hl
::uS::
i"
'o
t,u"
en
el
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mencionado'
voy
a
destg
i
tonttpti¿n
"explosiva'de
la
revolucron'
'.,,ñi.ln
en mi
libro:
Cor¡rra
acorrente'
z
Volví
a
abordar
u"
tt*átitt'
de
mod-o
m^enc:
resumido'
en
mi
libro:
Contro
a
c
tn'o¡o"oa'"a"'iiii')¡"''*'^i'^'''^""'r"'á"i"'''toa'especialmentepp'1e-48'
Gramsci
también
aparece
como protagonista del
cuarto
ensayo,
que
tiene
como
obietivo
discutir
el
modo
por el cual,
al
recoger
críticamente
la
discusión
promovida
por
Rousseau
y
Hegel
acerca de las
nociones
de
contrato
y
de
voluntad
general,
el
autor d,e
los
Cuadernos
de la córcel
se
tornó
capaz
-
mediante
Ia elaboración del concepto
de
hegemonía
-
de
superar
las
antinomia§
presentes
en
Ia obra
de aquellos
dos
pensadores
y,
al
mismo
tiempo,
de
proponer
brillantes
y
actualizadas
indicaciones
en
el
sentido
d.e
una
teoría
marxista de la
democracia,
en la
cual
una
dimensión
contractualista
claramente
ocupa un
lugar
destacado.
Finalmente,
el
último
ensayo
está
dedicado
a
la ontología
de
Georg
Lukács:
en
é1,
después
de
argumentar
a favor
de
la idea
de
que
ia
reflexión
ontológico-social
del
Lukács tardío
es el
más
fecundo
y
abarcador
modo
de
rescarar
frlosóñcamente
el
punto
de
vista marxiano
de
la
totalidad,
sugiero
que la
ausencia
de
un
tratamiento
autónomo
de
Ia
política
en
cuanto
esfera
específ,ca
del ser
social,
es el
principal
vacío
de
esta
reflexión; vacío
que,
a
mi
modo
de ver,
puede
ser suprimido
a
través
de una
integración
entre la
ontología
general Iukacsiana
y
la
crítica
ontológica
de
la
política
elaborada
por
Gramsci.
Además
de
eso, en
estos dos
últimos
ensayos,
busco
rescatar-
un
rescate
que
pretendo
desarrollar en
trabafos
luturos
-
una
dimensión
fundamental
del
tratamiento
marxista de Ia
política,
explicitado sobre
todo en la
obra
de
G¡amsci,
es
decir,
la
concepción
de
la
política
como
esfera
privilegiada
de
la interacción
intersubjetiva
consensual.
Formulada
en los marcos
de
un
enfoque
histórico-materialista,
como
el de
Gramsci,
esta
concepción
puede
recibir
un
tratamiento
más
concreto
(o
menos
utópico) de aquel
presente
en
los
conceptos
análogos
de
"acción"
y
de
"acción
comunicativa",
elaborados
respeüivamente
por Hannah
Arendt
y
Jürgen
Habermas.
Así, el
objetivo de este libro
es el
de contribuir
a resaitar,
por
un
lado,
la
actualidad
del
método
dialéctico-materialista de Marx
(particuiarmente
en el
abordaje
de
los
problemas
de
la
política),
y, por
otro,
la
ineludible necesidad
-impuesta
por
la
naturaleza
misma
de este
método- de
que
el
investigador
marxista
esté
siempre
atento
no solo a
las
nuevas determinaciones
generadas
en
los
objetos a
investigar
-aunque
ellas no fueran
registradas
por
Marx
y
por
los
marxistas,
o
cuando
contradicen
afi.rmaciones
literales de los
mismos-,
sino también
a los
resultados
teóricos
de
otras
corrientes de
pensamiento.
Como toda manifestación
de
la creatividad
humana,
también el
marxismo
es
una
obra
abierta, algo
en
pennanente
construcción;
el
revisionismo,
de este
modo,
lejos de ser
un
"desvío"
(como
piensan
los
"marxistas-leninistas"),
es un
momento constitutivo esencial
del métoclo
marxista, c¡ue
tiene
como
principicr
básico
el
empeño
por
reproducir
conceptualmente
el
propio
movimiento
de
il
i,'
)
i
I
I
lr
-10-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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lo
rear,
en
roda
su
compreiidad
dinámica
y
contradictoria.
si
estos
ensayos
fueran
capace'
¿t
r'""t'
"i'üt*r
meditar
sobre
esa
actualidad
del
marxismo
v
sobre
la
necesidad
de
cuhivar
este
su
momento
esencialmente
revisionista'
".r,on..,
er libro
rr"tra.u*prido
prenamente
el
objetivo
que se
propone'
CAPÍTULO
1
La
dualidad
de
poderes:
Estado
y
revolución
en
el
pensamiento
marxista
Este
ensayo
pretende exponer
-
ciertamente
de
modo sumario,
a
través de
pocos
ejemplos,
pero que
me
parecen particularmente
signifrcativos
-
el
modo
por el cual
los conceptos
de Estado
y
fevolución
se articularon
y
evolucionaron
en
la
reflexión
marxista. Es
una característica
común
a las
varias
vertientes
de la tradición
marxista,
de
Marx
y
Engels a Poulanzas,
la
idea
de
que
la
transición
al socialismo
(la "revolución
socialista")
resulta
de
la
lucha
política
de
clases e
implica Ia
construcción de
un nuevo
tipo de
Estado.
Tomando
como supuesto
ese
aspecto
común, en el
cual
se
encarna
el
momento
dela
contínuidad,inte¡taft
mostrar
cómo
una definición dife-
rente
de
la
naturaleza
del
Estado
-
el
momento
dela renovación
-
también
lleva
a
una evaluación
diferente del
papel
de
la
dualidad de
poderes
en la
transición
al socialismo.
De modo
más concreto:
indicaré
cómo, depen-
diendo
del
modo
"restricto"
o
"amplio"
de
concebir
el Estado,
resulta
-
en
la
historia de
la
teoría
política
marxista
-
la
elaboración de dos
paradigmas
diferentes
de la
revolución
socialista,
que
deñniría
esquemáticamente
como
"explosivo"
y
"procesual".
1.
Algunas cuestiones
de
método
Antes
de
entrar
en
el
análisis de
los
ejemplos
que
escogí,
me
gustaría
expli-
citar el
sentido
en
que
aquí empleo
las
expresiones
"restricta"
y
"amplia"
para
indicar
diferentes
abordajes
marxistas del
Estado.'Iales
expresiones
pueden
ser
identificadas,
con
las
especiflcaciones
que
a
continuación
pre-
sentaré, a las categorías
dialécticas
de
"abstracto"
y
"concreto".
Como
se
sabe,
Marx
(en
la senda
de
Hegel)
concibe la
dialéctica
como un
método de
articulación categorial
que
procede
a
través de
la
elevación de
lo abstracto
a
lo concreto,
de
lo
menos
complejo
a
lo más
complejo; esa
elevación
tiene
como
meta
la
construcción progresiva
de una
"totalidad
coucrcta",
de
utta
"síntesis
de
múltiples
determinaciones",
en
la
que
varias determinaciones
C.N.C.
Río
de
]aneiro,
iunio
de
1994'
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lf
:;lilf*:::"XTfül'"':,:ffi
.u;;;;rmuración
0".,.",.*","""'t,m:lili*i:::t',^::i.:l;:iiili}-T,",".*
o
relativamente
poc.as.
*:t:*1'::::"^"i.".
-".
."
ü
qu. aquí
not
interesa'
"
'
n*"
i-
.*"acián
de
io
abstracto
a
1o
concreto
-o'
I
ia
"ampliación"
¿tr
to"tlpto
de
Estado-
poseeunadoble
dimensión'
Por'un
lado,tenemos"n'ai*'níi"n -n*':t:9t;1':::T;::tffi
[::ffiit":'J'l
Hi:**;:::'.'J::'.*1':::[Hiif:l*i:**:i*::f
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rleor¡áaa
ouietiva
que
se
pone
delant:
dtt
tY:'"tt;;r.-.r.i"*a
abstracto
H:tlT'::T;,"."ff
::-Ji."i:á::':.áflH[H'ui""'"''"'eoríader
Estado
(definido
tb"'"'tt"*t*e
como
el
aparato
de
dominación
de
la
clase
económicamettt
O"*t""ttl'
'i"o
fu
p'opia
estructura
de
clases
(indicada
comounaopo,i.io"u'ii:;':;;;;;;';;"f
§fl"-l1[:11[1iffi
[t*1
li:m:,1:t".1i'"ffi
l,:L:'i:ñ:'lff
'':'J'il'ilil"',,-i1i,'1*
leyes
más
generales
ot'
Ili*
;;"oá''tcci¿n'
t"ln
*o*tnto
necesarío
de
ta
investigació"
f
i'totito-**erialista
del
Estado;
pero
no
todos
reconocen
oue
es
insu c""""'"
t"'*ttit"tO"
de
las
múltiples
determinactones
n.r.
."ru.tt'i'"t'
tr
r*á*t*
estatal
en
sus
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concretas'
''*ioá,i'*o"""'0"'iü""'1;ü: :l:::T',',T¡1§:','"*:'.át:;::
decir, cuando
los resultados
de
la
deduccton
a
mediaciones'
tr'
r'"i;;;Jt""tttt"'
de
la realid'ad
social-'
el
momento
parcial,"ú"'tt"'"'i"olt;t;;;;i;t.*tt:n:r';"u:t::;.x[tf:ttfi
il:?1":
al
error-
Bastaría
aquí
mencionar'
como
eiemp
(de catastróñc^'
t";:;:;;Ji"'
poritit"'l'
la¡osición
asumida Por
la
Inter-
nacional
comu""tj"t'"tit'ü'
"'i'
tu""¿o
la
hipóstasis
de
la
deftnicion
abstracta
del
Estado
-"todo
Estado
es
una
dictadura
de
clase"-
Ilevó
a
Ia
."*rn,.
anulación
de
las
diferencias
concretas
entre
Estados
fascistas
y
Estados
liberal-democráticos'
""-il.t
pt^.ro
gnoseológico,
Ia,.ampliación,,
del
concepto
de
Esrado
consisre,
urí.n
,r,i.ufár
dialécticamente
los
momenros
absr.racros
obcenidos
en
el
,"irro
del
modo
de
producción
con las
determinaciones
más
concreras
ou.resultandelexamendelaformacióneconómico-socialcomonivelmás
;;ror.i"
de
la
totalidad
societaria'a
La
elección
de
este
punto
de
vista más
.on...,
a.
"uordale
implica
la
introducción
de
nuevas
determinaciones,
no
,áro
.n
ru
.rr.ra
económica
(articulación
ierarquizada
de diferenres
modos
áe
proaucción)
y
social
(compleiización
de
Ia
estructura
y
de
los
conflicros
á..f.r.1,
sino
rambién
en
la
esfera
de
1o
poiítico
(nuevas
características
del
fenómenoestatalymayorespecificacióndesupapelenlareproducción
global
de
las
relaciones
de
producción).
Ejemplos
de
abordaje
.,restricto,,y
;amplio"
d.el
Estado,
en
ese
sentido
gnoseológico,
pueden
ser
encontrados
en
lá
obra
del
propio
Marx;ba§ta,
para eso,
comparar
las
formulaciones
del
Monítrrrto
ro*unista,
situadas
a un
nivel reiativamente
alto
de abstracción,
con
l,os
análisis
mucho
más
concretos
presentes
en
El
¡B
Brumario's
Esa
dualidad
de
abordaies
se
reproduce
también
en
el
pensamiento
marxista
contemporáneo;
es
lo
que
podemos
ver
al
comparar
Ios
resultados
de
la
llamada.,escuela
derivacionista"
(que
"deriva"
el Estado
y
sus
funciones
di-
recramenre
de
la
lógica
de
la
acumulación
capitalista)
con
las
investigaciones
de
origen
gramsciano
(que
siempre
elaboran
el
concepto
de
Estado
teniendo
en
visia
las
complejas
articulaciones
de
la
formación
económico-social).6
'
'.
"
-
mles
para
lo
crítica
de
Ia
¿;
;-;;,-,,,rnrroducción"[der857l
aElementost'u,nda. ," ",u..,,.,rr.,,rr.r-33.sobre
r:ru[/:tx:,1;;*:',x::.1$*:;lf
H*r::;*rí#;lll;
,1"
l"r',
t
"U',""u
ov.
La
tliale¡it
a
dell'astrono
c
dPl
co'nc'reto
ne
l
11,,.^",,i,,,,-;r'::r:Tif
j*l*5mn;i::[:::,üÍ,-,',i*i",ii',i]i"'lo
el
análisis
marxista
del
Estad.c
-^.-
^-
^¡rri.rlar
oo.
28-3l
y
213-22C-
4
tobre
tales
conceptos,
cf.,
por
ejemplo,
los debates
contenidos
en
Emilio
Sereni
et
al''
Modo
de
produgdo e
formaqdo
econímico'social,
Lísboa,
Ls¡ampa'
t974'
5
Por
ejemplo: mientras
Marx
y
Engels
inician
el
Mantfiesto
diciendo
que
la
"época de
la
- brrgúesíi
rimplificó
los
antagonismos
de clase"
y
dividió
la
sociedad
en
"dos campos
opíar,or,,,
l,
brrgu
esía
y
el
pioletariado,
Marx
en El
ú Brumario
se
refr
ere
-
como
base
para
el análisis
dá
las
conñguraciones
asumidas
por
el Estado
francés
posterior a
la
Revolución
de
r848
-
a un
número
mucho
más amplio
de clases
y
fracciones
de
clase:
másalládelproletariado,habladeburguesíaindustrial,comercialyfinanciera,de
pequeña burguesía,
campesinado,
lumpen-proletariado'
etc'
Esto
da como
resultado
unanálisismuchomásricoyconcretodelEstado,quizáselmásricoyconcretopresente
en
toda
la obra
de
Marx.
6
.
Pafaunaexposicióncríticainteresantedela"escueladeladerivación",cf.,Bobiessop,
The capitaliststare,
cit.,
caps.3
y
4.
lmportantes
trabajos
de
la
"escuela
de
la derivación"
están
recogidos
en
|.
Holloway
y
S.
Picciotto
(eds
),
5 tate
and
Capiral'
A Marxist
Debate'
Londres,EdwardRrnold,lgTS.AlgUnasdelasprinci¡ralesformtllacionesdeloque
podríamos
llamar
de
"escuela
gramsciana"(como
las
de Palmiro
Togliani,
ciuseppe
Vacca
y
del
último
Nicos
Poulantzas)
están
reseñadas
en
la
parte
ñnal
de este
ensayo'
el análisis
marxista
del
Estaoo'u'".r rr,
Jí
,r"icular
pp.28-31
y
213-220-
Methods,Oxford,
Martin
Robe
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 8/68
Sin
embargo,
la
relación
entre
abstracto
y
concreto
no
se
reduce'
para
er
marxismo,
"
t"
,r*pt"
.t"..ton
gnoseorógica
entre
diferentes
niveles
sincrónicos
de"U't"ttiOn-o-toT
"ii'"tiOtt'
El
recorriclo
desde
1o
abstrac-
to
a
io
concreto
"p'oat'it
t'o
'olo
""
movimiento
del
pensamiento'
slno
también
ia
propia
di"';;;;;árico-ouietiva
de
lo
real'
sesún
Marx'
las
categorías
son
"formas
¿t
'"t'
Atttt"inaciones
de
la
existencia";7
en
otras
palabras,
ellas
reproducen
(o
son
apropiacionesmentales
de)
un
movimiento
que tiene
lugar
primart;;t"t;
"iptopio
obiero'
Por
consiguiente'
nos
parece
válido
decir
que
ta
ampliación
áel
concepto
de
Estado
en
pensadores
marxistas
más
recientes'
"itá*n"'nos
con
Marx'
Engels'
Lenin
o
Trotsky'
no resultó
solamente
de'ü'Jttián
at
"n
angulo
de
aproximación
más
rico
(menos
abstracto);resrrrti
t'*ii¿"'
y
especialmente'
del
propio
desarrollo
obietívorantoderT:d;';J"io";i-1-"-1:5:T;Hil#il"#i::;
,".t.i
.rrn.ttstas'
Al introducir
nuevas
determln
social
(y,
en
particular'
eil;;;¡:il'"111'-:ll'^
uinámica
del
desarrollo
histórico-ontológico
tornó
necesariala
supe
tación
díaléctica
de
una
concep-
ción
"restricta"
¿a
ur,--,
""
"
**1:^'-:-ox
;1fl".',,t:"::t"*1;a'.1T.',J:
áti.,iu**"",t;
y cabe
recordar
que
"superaclon
(
aproximada
d"
iu"otiO"-titgtfi-rr"
¿t
i'¡t
ebung'esdecir'
de
unproceso
de
desarrollo
que
ciertamen'*icon"'u
o'pero
que
tambi
ét
elimina
y
elevq
a
un
ruivel
uperior''
St'á
J;;;t'"g*nao
'"t"ido'
en
el
sentido
d'e
la
diacronía
hiscórico-ontoló
gica,
;
;;;;
i^
sincronía
gnoseoló
gica'
que
emplearé
de
ahoraenadelante"lto"ttptode"ampliación"delEstado'
z.Teoría
"restricta"
del
Estado
y
concepción
"explosiva"
de
la
revolución
2.1.
El
punto
de
partida:
Marx
y Engels
en 1843-185o
Si
delamos
de
iado
su
tesis
de
doctorado
sobre
la
ftIosoffa
de
la
naturaieza
de
Demócrito
y
fpitu'o'
podremos
decir
que,los
primeros
estudios
siste-
máticos
d.
Marx
se
cJ;;#;;;;
"l
examen
de
la
problemática
del
Esmdo
moclerno.
En
tales
estudios'e
Marx
toma
como
punto
de
partid'a
el
postulado
de
Hegel
según
el
J;;;;
el
mund'o
de
la
"sociedad
civil"
(la
esfera
de
las
relaciones
económicas)
sería
el reino
cie
los
individuos
atomizados
v
oarricularizados,
el
Estado
consistiría en
la
esfera de la
universalización.
áin
u*Uutgo,
al
contrario
de
Hegel,
Marx
muestra el
carácte.puramente
formal
de
esa
universalidad:
si
el Estado
puede'aparecer como el reino
de
lo
universal,
en
contraste
con la esfera
económica de
la
pura
particularidad,
eso
resuita
del
hecho
de
que
el
hombre
de
la
sociedad
moderna
está dividido
en
su
propia
vida
real. Por
un lado, él
es
el bourgeois,
el
individuo
concreto
que
lucha
por
sus
intereses
meramente
particulares;
por otro,
aparece
como
iiroyrr,el
hombre
abstracto de
la esfera
pública, que guiaría
su
acción
por
intereses
generales
o
universales.
Incluso
antes
de
tornarse
"marxista",
Marx
ya
indicaba
ei
hecho de
que
esra
división
-
imponiendo
urla
alienacíón de
la esfera
politico-estatal
en
relación
al
hombre
real
y
concreto
-
impide
que
el
Estado
pueda
representar
efectivamente
una
voluntad
general.
si el
hombre
que
vive
en
el
mundo
real
de
la,.sociedad
civil"
(elbourgeois)
conoce
solamente
intereses
privados
y
particulares,
entonces
la
noción
del
Estado
en cuanto
representante
del
inrerés
general,
afirmada
por
Hegel,
no
pasa
de
una
apariencia
que oculta
la
dominación
de una
casta
burocrática
que
deñende
solo,
corno
todas Ias
otras
,.corporaciones"
de la sociedad
civil,
sus
propios
intereses
particulares.
Marx
critica así,
en
un mismo
movimiento,
por
un
lado,
la
teoría
hegeliana
de
Ia
burocracia
como
"clase
general",
por
el
otro,
su
concepción
del
Estaclo
como
encarnación
de
la razón
universal: el
citoyen
universal
no
pasará de
una
abstracción
mientras no
sea eliminada
la
particularidad
objetiva
del
bourgeois'o
.
Criticando
Ia
concepción
alienada
de la
esfera
política,
el
ioven
Marx
-retomando
de
cierto
modo la
problemática
de
los
contrlctualistas-
muestra
que
el
Estado
tiene su
gánesis en
las
relaciones sociales
concretas,
y
así;nno
puede
ser comprendido
como
una
entidad en
sí'
El
avance
decisivo
de
Marx
en el
sentido del
"marxismo"
ocurre cuando, al
descubrirla
importancia
ontológico-social
de la
economía
política,"
él
busca
analizar
los
fundamentos
materiales
de esa
división
de
la
"sociedad
civil"
enintereseS
particuiares
y
reCíprocamente
antagónicos.
En sus
Manuscri¿os
económico-filosófcos
de
1844,"
Marx
ya muestra
cómo
la constitución
de
K.Marx, CríticadelafitosofiadelEstadodeHegel,
México,6rijalbo,1968;yld',"La
cuestión
judía",
en
K.
Marx
y F. Engels,
La sagrada
familia
g
otros
escriros
flosófcos
de
la
primera
época,
México,
Crijalbo
,1960,
pp.16-44.
Ese
descubrimiento
se debe
esencialmente
a
Engels,
cuyo
trabaio
Esbozo
tle
crítica
delaeconomíapolítica(cf.K.MarxyF.Engels,
Escritoseconómicosvaríos,
Barcelona,
Crijalbo,
1975,
pe.:-24),
publicado en
1844
en los
Anais
franco-ale¡¡aes,
sirvió
como
estímulo
para que
Marx
iniciase
sus
propios esludios
de
econonlí¿-
Cf. K. Marx
y
F.
Engels,
Escritos
económicos
varios,cit.,
pp.
25-125.
7
8
Marx,
"lntroducción",
cit"
p'
e
ción
deteoría,.ampliada"
prr,
.ryor",
d"talles
sobre
el
sentido
en
que
empleo
tlyi
l'
:o
del
Estado,
cf.
C
u'
co't¡nito'intlá"ltii"c"^tci'
México'
Era'
1986'
en
particular
t^l"lll"lll
""
particular'
ata
Críúca
de
to
fitosofia
de't
E*ad'o
de
Heqet
(r8¿¡)'
Sobre
la
cuesdóniudía§8qql
v
to
"í'¡'i)i';'t""¡i"t"i'á'ihi"cho
deHeqet-tntto¿u66ión
(r844)'
'l.l
t2
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 9/68
esta
esfera
particular
es
causa
y
efecto
de
la
división
de
la
sociedad
én
clases
antagónicas:
"tt
ptopi"t*?iJt
át
*tJt"t
de
producción
y
trabaiadores
que
poseen
solo
su
capacidad
de
trabalo'
esto
e§'
en
burgueses
y proletarios'
El
Estado
defa
entonce'*al-up"táttle
solamente
como
Ia
encarnaclon
fo
rmat
y
atienadad.r
J;;;i;
t^,"'¿'
T::11i'#:1;ti:il|,;1ffi
:
u,r,o
.o*o
un
organismo
que
eierce
una
tunctontP;;,.;l;;i;
sociedad
nr"nt.á"int'vadá'
er Escado
asegura
y reproduce
en
clases
(en
otras
n";;;';;;;'á
r^
"'otitaad
civil") v'
de
ese
modo'
garantiza
Ia
dominaciórl;
t;;;;;;;;*rios
de
los
medios
de
producción
sobre
los
no-propietarr;;'
;;;"i"t;abaildSres
directos'
El
Estado'
así'
es
urt
Estado
de
clase:n"
t'
i"
tn""tnación
de
la
razón
universal'
pero
sí
una
entidad
particutu'
qut'
t"
"ombre
de
un
supuesto
interés
general'
deñende
los
intereses
comuflesde
una
clase
partícular'
.ñéñre Formulada
en
r84r
Esta
ntteva
conttrttárri"ittiaáo
"p"tttt
tl"tamente
formulada
en
1845'
ert
La
id
e
olo
gí
a
alem
ana:
En
la
med
ida
en
que
Ia
propiedad
privada
se
emancioó
de
la
comunidad'
el
Estado
alcanzó
'*
tit:t#;;;lit'üi¡n"¿"
v
ruera
de
Ia
sociedad
civil;
sinembargo,éit"t,*;;;;;'larormadeort:i';,T'r".:ffi
::"tt5'f;ffi
:
ar."r,
p.'u
ti,
tanto
en
relación
al
exterior
cuanto
de
garantizar
rttrr;;;;;
su'
ptopit¿'aes
v
sus
iilereses''
Marx
y
Engels
no
se
limitan
a
mostrar
la
naturaleza
de
clase
del
Estado;
indicantodavi".o*o-.,.u¿.fensad'elosinteresesdeunaclaseparticularse
procesa
preci"*t"ttli'*¿'
a"t
tt"tt'o
de
que
el
Estado'
en
una
sociedad
ciividida
en
cI*"''
*'ul"
tt
mo"opotio
de
la
reoresentación
de
todo
1o
que
es
común
(o
u^"t"uü'
l'*'ou^J' áu"
ti
ri
11tma
en
Ia
cual
los
individuos
de
una
clase
dominarrt,"
n"ttrr
valer
sus
intereses
comunes
["']'
de
eso
se
deriva
que
todas
las
i"'tit"io"t'
comuneslasan
a
través
de
la
mediación
del
Estado
V
"tiutt'
ut'lát*"
porititu'''1
En
otras
palabras:
eI
modo
por
eI
cual
el
Estau"
'"
t;it;;;'oÁ''uooo
ae
clase'consiste
precisamente
en
el
hecho
ot
q"
a"iI-i-ttzan
sociedad'apropiándose
en
forma
monopo-
lica
de
todas
t"
dttñ;;;to"tt*i""*'
"
tá
qt"
es
común
(o
universal)'
Condición
de
fu"ti*"*i*o
del
Estado'
para
los
ióvenes
Marx
y
Engets'
es
que
la
política
'""
"t'^
l'fttu
"restricta"
y
que
la
"sociedad
civil"
en
cuant'o
tal,
sea
una
esfera
"átt'"'ni'"ua"'
puramente
privada'
;r'
;';;
;
;il;';;';;ii*'';o
'u"'^l'o*l'o'rrrontevideo'
Puebros
unidos'
1es8'
p76'
14
lbid.
Esta
nueva'concepción
marx-engeisiana
del
Estado será
claramente
relacionada
con
la
teoría
de la revolución
socialista et el Manifiesto
del
partído
Comunísta,
publicado
en 1848.
Después
de mostrar
la
originalidad
del
capitalismo
en
lo
que
se
refiere a la
estructura
de
clases
-es
decir, el
hecho
de
que
"la
época
de
la
burguesía
se caracteriza
por
haber
simpliñcado
los
antagonismos
de
clase"-,'s Marx
y
Engels
af,rman:
"El poder político
del
Esrado
moderno
no es
más
que
un
comité
para gestionar
los
negocios
comunes
de
toda
la
burguesía
[...]
El
poder político
es
poder
organizado
de
una
clase
para
la
opresión
de
otra"
'6.
Marx
y
Engels no son
suflcientemente
explÍcitos
en
el
Manifiesto,
sobre
el
modo
(o
los modos) mediante
el cuai el
Esrado
hace
valer
su naturaleza
de
ciase.
Pero, al
hablar de
"podet
organizado
parala
opresión"
y
al
insistir en
la naturalezaburocrática
del
personal
del
Estado,
indican
que
la
materialidad
institucional
del Estado
se
limita
-
o se
expresa
preponderantemente
-
en
los
aparatos represivos
y
burocrático-
ejecutivos.
Está
así
formulada
la
esencia
de la concepción
"restricta"
del
Estado:
este
sería
la
expresión directa
e inmediata del
dominio
de
clase
("comité ejecutivo"),
ejercido a
través dela
coerción
("poder
de
opresión").
La
afirmación
de
que
el
poder
del Estado
se
impone
esencialmente
por
la
coerción,
aparece
más
o menos
explícita
en
la
idea de
que
Ia sociedad
burguesa,
al contrario
de
las
sociedades
de
clase
que
la
precedieron,
no
es
capaz
de
"ejercer
su
dominio
porque
no
puede
asegurar
la existencia
de
su
esclavo"r,
es
decir,
del trabaiador
asalariado.
La
ley
del
movimiento
del
capital
conduciría
el
proletariado
a
la
pauperización
absoluta.
(Como
se
sabe,
Marx
abandonaría
más
tarde,
particularmente
en
El
capital,
esa
teoría
de
la
pauperización absoluta,
la cual
tal vez
ha
prevalecido en una
etapa
primitiva
del
capitalismo,
concentrada
en Ia explotación
a
través
de la
creaci6n
de
plusvalía absoluta,
pero
que
ya
no tiene
validez
en Ia
época
del
predominio de la
piusvalía
relativa.
Esa alteración en Ia forma
de
explotación,
posibilitando
una
política
de
conquistas
parciales
y
de
"concesiones"
a 1os
trabajadores,
modiftca
también el
propio
modo
de
actuación
del
Estado,
un
hecho
que
-como
veremos
más
adelante-
será
tenido
en
cuenta
por
el
último
Engels,
cuando
se
reflere al
carácter
"contractual"
del
Estado
moderno)'
Debido
a
la
tendencia
a 1a
pauperización absoluta,
que
llevaría
a 1a
necesidad
de
una
coerción
permanente,
la
lucha de clases
asumiría
inmediatamente
la
forma
de
guerra
civil:
"Esbozando
en Iíneas
generales
las
fases
de desarrollo
16
17
K.
Marx
y
F.
Engels, Manifiesto
del
Partido
Comunista, en
Archivo
Marx-Engels
(www.marxists.o
rgl espanol/
m-eh
84os/48-manif.htm),
passim.
rbid.
rbid.
15
18
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7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 11/68
1
Nuestros
intereses
y
nuestras
tareas -observan
los
dos
autores-
consisten
en
tomar
ra
revoru.io,
,re,
p.;;";.,i"ri*
q,',u
t.^
eliminada
la
dominación
'
de
las
clases
ma'
o
*tno'"poT"ti"t"'
ttttá
q"e
elproletariado
conquiste
el
poder
clel
Estu¿o'
t't*u
ítiti'
""ti*torr
oe
los
proletarios
se
desarrolle'
.o
.n
,n
solo
país,
,t""
.:,;;r;prir.,
pr.aá*inantes
del
mundo''n
Me
parece
claro
elvínculo
entre
t:^
"::t:11:^tfl:il::::ff"t:iili:;
v
f m
i"t*"f
r.iones
del
Manífi
esto'
citadas
antenol
la
rucha
de
crases
enrre
pr"i.i"ri-u" ,
ourguesía
es.una
permanente
"guerra
civil
mas
o
meno§
"t*"-;:;;;;;t
tt
r'i^¿o
capitalista
no
es
más
que
un
"comité
eiecutivo"
at
r'
uuig*tia
para
"oprimif'
al
proletariado'
Quizás más
importa;;;"t;"
sin
emuargo'
destacar
el
hecho
de
que'
orecisamente
en
esre
t#';;;;;r"gtrt
tt
valen
por
primera vez
de
la
1".,á*
o"
"u"¡r'
po¿""
p"''"
;.o*
;".*Tf
:lil',::t::il¿liii:[X
fJrcrnao
lo
que
los
proletarios
deben
hacer
en
democrático-burguesa
(y
como
medio
para
tornarla
"permanente"
en
la
dirección
del
sociatismJi'
*;;
t;;;;á:'At'lado
de
los
nuevos
gobiernos
ofrciales,
los
o¡"'o'
atu't'-anástituir
inmediatamente
gobiemos
obreros
revolucionarios,
en
la
f"'*'
¿t
clubes
o
de
comités
obreros'
de
modo
tal
que los
gobiernos
o.*;;;;"'_u*gu.r.,
[...l.pierdan
inmediatamenre
el
apoyo
de
los
obreros"''5;';;;t
;
haYa
dud'as
sobre
el
carácter
depoder
efectivo
deesos
"gouie'n"l
"'*t"t"
n^ráletos'
Marx
y
Engels
insisten
en
el
hecho
de
que
etlos
¿tUtn
estu'
"
armadosy
organizados"''6
si
resumimos
b"";;;;;;
período
inicial
del
desarrollo
rcórico-poiitico
cte
Marx
y
fngels,
podemo'
detir
qut
existe
una
articulación
más
o
menos
,iguroto
."ttá
1as
siguientes
formulaciones:
.
tjna
noción
"'"'*"t"]áti
usrado'
según
la
cual
este
seríauna
especie
de
,.comité
elecutivo,,
¿e
rá ctase
dominante(su
expresión
directa
e
inmediata)'
un
organismo
qtr"
ut',"ttt'"i^ t"tn*u
civii
y
se
vale
esencialmente
de
la
coeición
para
eiercer
sus
funciones'
.
Una
concepción
de
la
lucha
de
clases
como
conflicto
bipolar
y "simpli-
fi.cado"
entre
burgueses
y proletarios'como
una
confrontación
que
puede
ser
cleñnicla
co*o
"'';g''"rra
civil
más
o
menos
ocuha"'
que
llevará
nece-
sariamente
a
una
"exPlosión"'
.
una
visión
de
la
revolución socialista
proletaria
como
"revolución
Dermanente,,'
que
tiene su
momento
resolutivo en
la
constitución
de
un
ion,rrpod.r,
es
decir,
en
la
creación
-al
iado
y
en
confrontación con
el
poder
burgués-
de
un
poder
material armado
delaclase
obrera,
que
debe
"derribar
,iol-.nrr*.n,.,,
el
poder burgués
y ponerse
en su
lugar
(una
formulación
que
sería
posteriormente
completada con la
idea de
que
la
máquina
estatal
áe
1a
burguesía
debe
ser
"quebrada"
-y
no solamente
apropiada-
por
eI
proletariado).
.
Una
percepción
de doble
poder
como
algo
transitorio,
de
corta
duración,
que
no
solo
implica
la
eliminaciónviolentadeuno
de
1os
dos contendores,
sino
también
ia
construcción
de
un
gobierno
dictatorial
por
la
parte
vencedora.'7
z.z. Digresión sobre
el
último
Engels
Pronto
veremos
cómo las concepciones
de
Lenin
y
de
Trotsky
(y
de
los
bolcheviques
en
general)
sobre el
Estado
y
la
revolución
-así
como
sobre
la
dualidad
de
poderes
como elemento
necesario
de esa
revolución-
son
una
continuación
más o
meno§
directa
de esas ideas
de Marx
y
Engels,
formuladas
entre
1848
Y
1850.
Por
otra
parte,
como consecuencia
de la codificación
dogmática
y
em-
pobrecedora
que
las ideas
de
Lenin
sufrieran
en
manos
de
sus
presuntos
herederos,
tanto
de
orientación
estalinista
como
trotskista,
ese cuerpo de
ideas
-
bajo
la
infeliz
denominación de
"marxismo-leninismo"
-
pasó
a
ser
considerado
por
muchos, adeptos o adversarios,
como
la
"última
palabra"
de
los
marxistas
sobre Estado
y
revolución. A causa
de esto, me
parece
im-
portante
llamar
la
atención sobre el
hecho
de
que
la
concepción
"restricta"
del
Est¡tdo
y
el
paradigma
"explosivo"
del
proceso
revolucionario
fueron
superados,
por lo menos
parcialmente,
en las obras
más
tardías de
Marx
y,
especialmente,
de
Engels
(que
vivió
doce
años más
que
su
amigo).
27 De eso
resultaría
la
convicción,
que
Marx
explicitaría
después,
de
que
la lucha
de
clases
conduce
necesariamente a
la
"dictadura
del
proletariado".
En su
célebre carta
a
J.
Weydemeyer, del
S
de marzo de
1852,
Marx
-
como
haciendo
un
balance
de su
producción
teórico-política
en el
período que
estamos
analizando
-
observa:
"No
me
cabe el
mérito
de
haber descubierto la
existencia
de
las cl¿ses,
ni la lucha entre
ellas.
Mucho antes
de m í,
historiadores
burgueses
ya
hab
ían descrito
el desarro
llo h istórico
de esa lucha
entre
las
clases
y
economistas
burgueses
habían indicado su
anatomia
económica.
Lo
queyo traje
de
nuevo
fue demostrar:
t)
que
la
existencia de
las clases
está ligada solamente a
determinadas
fases de
des¿rrollo
de
la
producción; z)
que
l¿
lucha de
clases
conduce, necesariamente,
a la dictadura
del
proletariado;3)
que
esa
dictadura es
nada más
que
la
transición
a
la
abolición
de
todas Ias clases
y
a una
sociedad sin clases"
(cl
Archivo Marx-Engels
[www.marxists.org/espanollm-elcar¡-¿sl
ms-¡¡¡-s2.html).
;.
;;;;;.
;;;"i,,
;l'"''"'
o"l
Comité
centrar
a
la
Liga
comunista"
M
arx-En
gels
(www
m
arxists'o'=gittptnor/'-t/¡
85os/so-circ'htm)'
lbid.
rbid.
25
25
,
en
Archivo
l
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 12/68
Tomaré
aquí
solo
un
eiemplo:
ia
famosa
"lntroducción"
que Engels
escribió
en
18es,
poco
antes
ut
'"
;;;;;;;;
i'
reedirión
de
Lastuchas
de
ctase
enFrancia,textopublicadoJr-tñui**'eporMarx:itt?";tlj^t^1^l1tjl.
d,ucción,
Engels
emprende
e"pñtit'*""tt
una
autocrítica
de
las
postctones
eue, iuntamentt
ton
t't*-*l
;'d"';;;-
en
el
período
que
antes
analizamos'
es
decir,
entre
1848
v
reS;'
;"
to"stt'.r"t'ci"'
él formula
algunas
nuevas
propuestas
est'*tegit"'
p""'a
el
movimiento
obrero'
las
cuales
se
encamtnan
en
el
sentido
de
io
que
tffiá;;";;epción
de
la
transición
al
socialismo
con
base
ert
ttrt
proceso;;;;'
^sí'
después
de
insistir
en
la
necesidad
de
..revisar
la
viera
,á.,i;i";
;l;r.tñ:",
y
defender
ra
rucha
de
la
clase
obrera
dentro
a. ro,
*ar'J.ri.JJiri.g"rta"d
democrática,
Engels
afirma:
Si
las
condiciones
cambia¡on
en
la
guerra
entre
los
pueblos'
no
han
cambiado
*t"o'
r"'u"'""itn"
ut^**t'
Pasó
el
dempo
de
los
golpes
de
sorpresa,
de
las
,uuolu.ion.'
"iecutadas
por
pequeñas
minorías
conscientes
frente
a
*""'
inton"itnit''
'o"a"
á11t*'qu"
se
intente
ltansformar
completamentt
r'
o'g^"átián
¿t
t"otltatd'
es
necesario
que
las
propras
masas
cooperen
..,
"ro,
qu.
t,ayan
ya
comprendido
de
1o
que
se
trata ["']
sin
embargo,
n"u
out""i''J*t'át
t"*'**o'n
1o
que
es
necesario
hacer'
;;;;;;.tJ;
rab
aio
tatso
Y
P
er
sev
erante
;8
Es
interesante
observar
que
esa
nueva
concepcóndelproceso
revolucionano
lueimpricau""*p;i;;r."*.'1y.3',1ilfrT.f
á;
jX',:'i:::"J::
vlu.
toio
iu*if,ca
la
violencia
como
respuesta
a I
la
legalidad)
ut""t"o"""'li"
'*
ru
nto'"
clase
dominantr
se
apoya
en
una
;;;í;r,i;,:,*,:,::dilili**'m,mll'T,1TJil::""J"i1T5
::Hor.xll:::::":;::,:;iHñ;;,'*:;i".T1,1f,".1:";,ffi
;;:-
Estado
s
y,
t"
gtt"'"t'
"'J*J'
ii
rti"a"t
modernos
es
producto
de
un
pacto;
orimeramente,
de
un
pacto
de
los
príncipes-entre
sí
y,
después
,
delos
prín-
'cipes
con
el
pueblo'Si
una
de
las
partes
viola
el
pactl'
todo
es
anulado
y
la
"
"¿,:i:[:::i::,T""'fl:ffi
ers
no
ab
ando
na
su
antigua
p
: i1.'-":'
l
]:'
1:
Marx
sobre
la
nu,u.uü)""uJ.ür.
a.
,oao
poder
estatal.3o
Esa
determinacton
del
Estado,
cuyo
descubrimiento
está
ciertatnente
entre
1as
mayores
co.tri-
buciones
del
marxismo
a la
teoría
política,
sigue
teniendo un
papel
decisivo
en
las
nuevas
formulaciones
del
Engels
tardío. Sin embargo,
él
ahora
ve
que
la
dominación
de
clase
no
se maniñesta
solo a través
de
la
coerción
(como
,,poder
opresivo"),
sino
que
resulta
también
de mecanismos de
legitimación
que
aseguran
el
consenso
de
los
gobernados
(es
decir,
también
resulta
de
un
"pacto"
o
"contrato").
Por
otro
lado, esos
mecanismos
de
Iegitimación
y
obtención
de
consenso
se
encatnan
en las nuevas instituciones
que,
gra-
cias
en
gran
parte
a
las luchas
de
la
propia
clase obrera,
se
inscriben
er-r
el
seno
de
los
modernos
aparatos
del
Estado
(parlamento
electo
por
si-rfragio
universal,
partidos
políticos
legales
y
de
masa etc.).
Y,
al
percibir
la emergencia de
esas
nuevas
determinaciones del
Estaclo,
Engels
puede
dar
una
formulación más
concreta a
la
cuestión
de la
forma
polídca
de
la
llamada
"dictadura
del
proletariado":
"Una
cosa absoiuta-
mente
cierta
-dice
é1, en
1891-
es
que
nuestro
partido
y
la
clase obrera
solo
pueden
llegar
al
poder
b ajolaforma
delarepública
demoercitica.Esta
última
es,
incluso,
la forma
especíñca
de la
dictadura
del
proletariado"3'.
De
esre
modo,
si
la
lucha
de
la clase obrera
por
el
poder,
así
como el elercicio
de
su
propio
poder
deben
ocurrir
en
los
marcos de una república
demo-
crática,
se
modifica
de
manera
más
o
menos substancial la
idea de
que
la
transición
para
el socialismo
-la
revolución-
implica
la creación
de un
contrapoder
armado
de
los
proletarios
y
Ia
"destrucción
violenta"
de
toda
Ia
vieja
máquina
estatal.
De
ese
modo,
se
puede
afirmar
que,
ai
introclucir
(aunque
solo
embrionariamente) esa
nueva determinación
"consensual"
o
"contractualista"
en la
determinación
del Estado,
el
Engels
tardÍo
fue
el
primer marxista
en
emprender
el
proceso
de
"ampliación"
de
ia teoría
del
Estado.
Y
es
importante
resaltar
que
esa
"ampliación"
conceptual
se dio
como respuesta
a
la
ampliación efectiva
que
se
procesó
en
la
esfera
política
en el
último
tercio del siglo
XIX.
Puedo
aquí dejar
de
lado,
mencionando
solo
de
pasada,
la
posición
de los
pensadores
llamados
"revisionistas",
en
particular
las de Eduard
Bernstein
y
del último
Kautsky,
que
han
pretendido
desarrollar de
modo sistemático
mencionando
de
pasada,
trazos
significativos
de una
concepción
"restricta"
del Estado,
aunque
las
experiencias
de
Luis Bonaparte, en
Francia,
y
de
Eismarck, en
Alemania,
han
hecho a
Engels
dar más
atención de
lo
que
hacía en
1848 a Ia áutonomía
relativa
del
Estado capital¡sta
en
relación
a la clase burquesa.
F.
Engels
,
"Crit¡que
du Programme
d'Erfurt", en
Marx-Engels, Cri
ilque
des
prot¡ronrnrcs
de
Gothaetd'Erfurr,
París,
Éditlons
Sociales,
1966,
p.
ro3.
29
3O
fi48
a
1850'
en
Archivo
F.
Enqels,
"lntroducción"
a
Las
luchas
de
clases
en
'*':'h
''-
M
arx-Ensels
(www marxists'o;ti::;';;ñ:;irasos/francia/rranciar'htm)'
rbid.
Es
lo
que
podemos
constalar
cl¿ramente
en
una
de
sus
obras
relativamente
tardía
(de
reaq\,Etorigendetofo^¡t¡o'a'ipio'iiÁai"*o"oelEs¿ado
enArchivoMarx-Engels
3r
(www.marxists'o
'nt"t
'no"l "ilitá'iít'éttl'iotx'htm)'
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rasobservacionesderEnge[11'*:iIllHXl[;l,TX."jlit":i 'i:*f
con
argucia
Ia
emergenc.taJ;-
.i;;;;
papet
asumiao
por
el
parlamento
iffi
::lil'"'i'j:"iHrilittlh*i:i'rH:'#"#"Hl'ff
"H;
diante
Ia
combinaciÓn
de
esta
Pc-tucv'
,,
",r"-*.
¿*
fenómeno
estatal
(una
ffi
:;;;;'';;"""'.^.,:;:.".""T'JIilJJ'::':lTffi
;;i,g"i,¡,n.,n*.i.,v
;:J:ff
,'J,1,1,1liff,Ilft
"-',*-.,'"*l':ltpiffiiff
:'ñ':HllI
mo
v
d,emocracia,
a
concebir
lo
que
Engels
llamo.;::1ffi;;át*".,"*t
comoargoror*"ao'oroi'oi;;;Ñ;;t:i::::'#i*'k1:::ff'[H:
,".i.,*"..,"
"neurras",
to
que
haría
o:,tt"
1t^lTl.-*'.t.*."ios
esen-
:::,J;;'.y::".;i*
jl*l::'"",1,t".:i*::il:':ff-[ffi
:'l'
::f
;
Í,1.l'J;::H:
:lü
1T*:*[.;ffi
,'ffi::'#ffi;H";
"r*'.irt*'"te
después
de
la
primera *:11ft§;;'=;;-,
esos
dos
,."^,
á.t
inrerés
de-muchas
de
sus
observi:::H#il.,.t*o*tnto
a'
lli*;:*x:::ffi
i[1li::l':.jilll?i]'iu;;;;;;'vacíónvp'r
lo
tanto,
en
vez
de
';;;;;;u"*tt"t
el
marxismo'
como
pretendran'
lo
que
realme"tt
t'ititián
f''e
adherir
u
u"u
to"tpt
i6n1íberal
del
Estado
fa.
t"
ttu"trormación
social'
z3.Ladualidad
de
poderes
en
Lenin
y
Trotsky
Fue
ante
el
estallido
de
la
Revolución
rusa
de
febrero
de
1917
que'
por
,,*;;":''"11-::'tri
j13;:il*:'::Li j1,t-Iiii.':";""'1i,igr
el
centro
de
su
teorta
1"
tt:"^::;:"rl
,"" ."*,or
de
Marx
y
Engels,
Lerun
;;;;;;
un
profundo
conocedor
de
los
texbsnc'**irü't'".*
,-,
no
hace
ninguna
t"it'*"i"
a
estos
autores cuando
formula
sus
proplas
observacione""u'"liá"ure
prcder'':'
:::l*?
;[tTHi".
i:]::i l
;r*ffi
[rn^*':i'Jiir,1]i"".;ff
::l;"p*""á'^rasituación
ión
teórica
de
Bernstein
y
del
último
32
Existe
una
extensa
bibliografía
sobre
la
Prodltr.rr¿o
tor.nsayos
de_lring
l-etscher,
3
2'u
,.:y
jru:
t:}'i'
y''
i
ili::i{i:*
:l?ili
l
"'-;:#
i"
I;,,;;lr:
::
orrodoxia
y
revisionismo",
t'"0::
lltliSlt.l , ,;.
zst-zs8y
2ss-33s.Para
una
i)orr¡t*",Río
de
t¿neiro'
Pa7
e
Terra'
t'"'''Y;.;':;;rá.eocutt'ftto¡;Marxismo
mayorprofundrzación'cf'lasexc:tt*::':::':':;r
4suspremisashístórico'ldeolóqicas
u
revisionismo.
La
crítico
bernsteiniana
del
marx.tsmooí,
,
o'a'ü.
a.
t.',
adori,
Kautskg
elo
ir;..i;;;;¿;'i'
bo'
1e75'
especiarmente
pl-'liiiá;á,.'r;.i,r"n"
pp'2s6
v
ss'
"'ii''"'^''i
t"i¡aista
1
88o/1e38'
Milán'
Feltrrnet'
específ,ca
concreta
de
ia
Rusia
de entonces:
"Un
aparticularidad
extraordi-
irrtu*..r,.
notable
de
nuestra
revolución
consiste
en
que
elia
engendró
una
Jualidad
de
poderes".33
Lo
que, según
Lenin,
puede
y
debe
ser
generalizado
.s
,,et
p.outema
del
poder
del
Estado,
[...]
fundamental
entodarevolucíón".3a
con
todo,
aunque
Lenin
subraye
este..inédito,,
doble
poder, no es difícil
n"r.ibir,
cuando
leemos
los textos
que
escribió
al
respecto,
que su
posición
I..r.u
¿.
la
cuestión
sigue
de
cerca
las
formulaciones
de
Marx
y
Engels
en
,g¿S-rSSo."
Esa
semeianza
se
revela,
antes
que
todo'
en
la
cuestión
del
gri"¿o.
Tan
pronto
estalla
ia
Revolución
de
febrero'
Lenin
emprende
un
,iguroro
.r,udlo
de
la
teoría
marxista del
Estado;
el
obietivo
específico
de
.i"c.
.rtu¿io -cuyos
resultados
están reunidos
en
El
Estado
y
la
revolución,
q,.r.
,uuo
su
redacción
definitiva
en
los meses
de
agosto-septiembre
de
rgrZ-
es
combatir
lo
que él
llama
de
"tergiversaciones
del
marxismo"
por
los
"áportrnist"s"
de
Ia
Segunda
Internacional,
en
Rusia
representados
por
los
mencheviques.
Y
Lenin
cree
que
el
meior modo
de
hacer eso
es"TestaLlrar
la
verdadera
doctrina
de
Marx sobre el
E§tado"':ó
por
lo
tanro,
Lenin
no
contempla
1a
posibilidad
(o
Ia eventual
necesidad)
de
renovar
esadoctrina,
incorporando
nuevas
determinaciones
al
concepto
histórico-materialista
de
Estado.
Le
parece
suflciente,
para
enfrentar
la
siruación
de
doble
poder
con
que
se
encara
y
encaminarla
en
el
sentido
de
la
revolución
socialista,
concebir el
Estado
del
mismo
modo
"restricto"
como
Marx
y
Engels
lo
habían
hecho en 1848-1850
y
aceplar
Ia
manera
"explosiva"
como
ellos
formularon
Ia noción
de revolución'
Me
parece
piausible
admirir
que esa
"fidelidad"
a
una etapa
e§pecíñca
de
1a
producción
marx-engelsiana
tiene
una
razón
que
trasciende
una
posible
preocupación
de
Lenin
(preocupación
que,
por
cierto,
él
maniñesta
muy
raramente
en su
obrá)
con
cuestiones
de
"ortodoxia":
el líder
ruso
se
enfrentaba
con
un
tipo
de Estad.o
y
con
una
situación
revolucionaria
que
se
asemejaba
enormemente
al Estado
prusiano
de
1848
y
al
tipo de
revolución
("permanen[e")
que Marx
y
Engels
suponían
que
ocurriría
en
Ia
Alemania
de
ese
entonces'37
33
V. l.
Lenin,
"La
dualidad
de
poderes",
enld.,Obrasescogidas,Moscú,
Proqreso'
s d
'
v'
2'P'
4o'
34
lbid.
35
Una ¡mportante
diferenciación
se
manifiesta, ciertamente,
en
la
concepción
Ieninista
del
"partido
de vanguardia"
como
sujeto revolucionario;
sin
embargo,
a
pesar de la
'
importancia
de
estaioncepción
para la
teoría de
la
revolución
en
Lenin,
el examen
de
esta
problemática
escapa
a
los
obietivos
de este
ensayo'
36
V.l.Lenin,ElEstadoyl¿revolución,
enld.,Obrasescogidas,c\t,v
2,p'299'
37
ciertamente
hay,
en
las
posiciones
de Lenin,
más
allá
de
la
cuestión
del
partido,
otra
característica
distintiva
de
gran
importancia:
mientras
Marx
y
Engels
,
en
el Manrfesro,
-26
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 14/68
Solamente
así
podremos
entender
la
razón
por la
cttal
-
en
un
momento
.r;;.ñ^
occidental
y
central
Ya
conocían
un
tipo
de
Estado
"contrac'
rual",
en
el
cual
los
tp*t*o'
de
legitimación
y
de
búsqueda
de
consenso
desempeñaba.,
'"'
puptt
i*po"uttit
-
Lenin
aún
insiste
en
caracterizar
el
Esrado
de
modo
"restrictolli"t
u"'
"'itt
más
restricto
de
lo
que
hacían
Marx
y Engels
en
1848-1850'
p"^
it"i"'
"la'fuerza'a
1o
que se
da
el
nombre
de
Estado [...]
consiste
fut'o"*tt"ut*ente
["']
en
d'estacamentos
especiales
de
hombres
armados,
que
tit"trr
"
t"
árcposición
cáicettt
y
otto.t-'tl:1:::-1:
I".r."o"
u*
Estado,
así,
reside
para
éi
en
sus
apararos
coercitivos
y
represr-
vos:
"El eiército
r"'**nt*tl
la
ioticía
sonlos
instrumentos
fundamentales
cle
la
fuerza
del
poder
estat;I"'i'
Delante
de
una
def,nición
tan
restrictiva
de
la
estructur"
it"titt"ion"t
dtt
f't"do
(deflnición
*t',+"i:t^"-":U:'1:
irr"Or,t."*
no
aplica
solo
al
específrco
Estado
ruso
de
entonces'
s1n0
generaliza
para
todo
,
t'^ü-lt'
tttado
capitalista)'
no
es
de
sorprender
que,
d'eiando
de
lado
varias
observaciones
en
sentido
contrario
de
Marx
y
Engels
después
At
'uso'
tL
"nrme
explícitamente
-
y
umbién
aquí
de
modo
generalir^¿o -
"qlt
ia
substitución
del
Estado
burgués
por el
Estado
;t"d;
es
imposible
sin
una
revolución
violenta"
4o'
El
concepto
t.niniu"o
át
ta
dualidad
de
poderes
se
inserta
en
el
marco
de
esta
concepción
"'"t;t*;;;;irstaao
y
ie
esta
visión
"explosiva"
de
la
revolución.
El
doble
poder
del
gobierno
provisorio'
por un
lado'
y
de
los
soviets,
por
otro'
t'
"i''
p"t
ttnin
-del
mismo
modo
como
Marx
había
visto
la
oposicion
tn*t
iu
'i''"*ii""
l¡"ional
y
la
Corona
en
la
Revolución
alemana
d'e
1848
-como
manifestación
de
un
conflicto
de
clases
bipolari-
zado
y exacerb'¿o'
"¿u"
qt"
t""ti""¡"
g"alidad
de
poderes?
En
que'
iunto
al
gobierno
p'o'i'o'io'
9obierno
delaburguesía'se
formó
otro
gobierno
[...]:
el
soviet
ae
aiputaáás
obreros
y
soldados'
¿Cuál
es
la
composición
de
;;;
"
;;;;i';;
;;;;:';';;;;;
;;
"'
"i''
d.:l,TÍ:::::i1"1T11"",11;
;i:ilh::
;::i:::::il::;'TH',i:"T:';'#il;;:l¡ili,:l1f
:::,i:'f :::::'J:*llli.l:
ffi:'i::T::1íi:i:T:
ilH;
;.'.
.,
"i,i"'
á;
:*"j,T::iJ ;::1""#:ffi1;
::T-il::.T¿'"[:::;:;ffi
E:ü{":lli.:r:,,:'ii1[,ii;[lf
::láÍi:ffinconcepto,ademásleJt9l1nparteoe5uóuLvr¡q'\1'|''r-
-'
:,élfuecapazdepercibir
l,,Zi''
^,íiá,a,tpueaioz,
id¡tor¡alsislo
x:x 1111::.ljt"^TLol""o'*o
"simplificado",
onlosamígosdel
PueblO?,
L0ltOrlal
)rqru
Ar'
r7'{/'
"-
:ánflicto
,'simplificado",
:"J.,ilil;;;úitiples
sob"detlerminaciones.ql,"#,li'j,.-"",os
absolutistas-
::
l,iJ
1$"'J:'::I',:J::
:,:HT.¡,ü
i;::-.::,.:::
* :.:l:::H,::;::,':i'j"T;
;:ii:,:l:il:i:ffi
;xH:;ñ;''";;;'"Ít"_1,':*':":,,ilTf
n'I;n:T
eudales,
cuestión
campeslna'
el
pruurErIra
ue
¡qJ
'
-- -
-
explica
en
gran
parte
la
;=.'i;;;,ü;;;"t.
)
io¿aui''
":''"'v:l-:"^i:1"^*lÍi11T,",
exorioue
también
ra
el
imperio
ruso
etc')'
lo0avla'
esd
rrrdvur
svr
r '
''
-
vez
explique
también
la
;:;;á;;il.,
de
su
táctica
v
de
"
Tl'1¡-sJif:']11';"1.11,,"0",,"u,,.o,.
;ffi:lti[::.:1'fiH';;;;;"r
l"
""á"'
a'
sus
resurtados
teóricos'
38
Lenin,
El Estado
gla revolucíón'cit'
p
3o8'
3s
lbid.
40
lbid.,
p.315.
clase
de
ese
ótro
gobierno?
El
proletaríado
y
los
campesinos
(en
uniforme
de
soldado)".4'Y,
tal como Marx
y
Engels
en
1848, también Lenin
inclica
ia
imposibilidad
de
conservarse por
mucho tiempo
esa
situación de doble
poder:
"No
hay
la
menor duda
de
que
ese
'entrelazamiento'
[de
poderes]
no
está
en
condiciones
de mantenerse por
mucho
tiempo.
En
un
Estado,
no
pueden
exístir
dos
poderes.
Uno de ellos
debe
redttcirse a la nada
[...)
La
dualidad
de
poderes
no expresa
más
que
un
momento transitorio
en el
curso
de
una
revolución".a'
Ciertamente,
incluso
aquí
en
concordancia con Marx
y
Engels en
1850,
Lenin
resalta
el
papel
del consenso
en
el
proceso
de
superación de
la dualidad
de
poderes.
Mientras
Marx
y
Engels mostraban
en
la
Circular
que
una
de
las
tareas
de
los
contra-gobiernos obreros
era
"la destrucción
de la
influencia
de
los
demócratas
burgueses
sobre los
proletarios",c
t.r'n afirma
-en
un
sentido
algo
diverso-
que
los
obreros
y
campesinos, representados
en
los
soviets,
deben
ser convencidos
de
la necesidad de
asumir
tqdo
el
poder,
derribando
al
gobierno provisorio
de
la burgugsía:
[El
Gobierno
Provisorio]
-dice
él- debe ser derribado,
ya que
es
un
gobierno
oligárquico,
un
gobierno
burgués
[...];
pero
no
puede
ser derribado
inmediatamente,
pues
se
mantiene
gracias
a
un acuerdo
directo e indirecto,
formal
y
efectivo, con
los soviets
[...]
Para
convenirse
en
poder,
los obreros
concientes
deben
conquistar
la
mayoríal.
mientras no
exista
violencia
contra
las
masas, no habrá otro camino
para
llegar al
poder.
No
somos
blanquistas,
somos
marxistas.aa
Esta
colocación
podría
hacer
suponer
que
Lenin
se acercó a las
posi-
cionts
de Engels
en r89s:
la violencia
de la clase
obrera solo
se
lustifica
(y
solo
es
eficaz)
cuando
se
presenta
como respuesta
a
la
violencia
de la
clase
dominante, es
decir, cuando
esa
clase,
rompiendo
el
"pacto"
sobre el
cual
se funda
la
legitimidad del Estado,
intenta impedir
por
la fuerza el
acceso
de
Ia
clase
obrera
al
poder por
las vías legales
y
constitucionales.
En
verdad,
no es
este
el
caso.
En
primer
lugar,
mientras
para
Engels
la
"dictadura
del
proletariado"
solo
puede
tener
como
formapolírica
1a república
democrática
(en
1o
que
él
revela
concebir
Ia
"dictadura
del
proletariado"
no
41
'
Lenin,
"La
dualidad
de
poderes",
cit.,
p.4o.
42
V, l.
Lenin,
"Las
tareas del
proletariado
en nuestr¿
revolución",
en ld., Obras escogidas,
cit., vol.
z,
p.43.
43
Marx
y
Engels,
Circular del Comité Central a le LiEa Cornunista, cit.
44
Lenin,
"La
dualidad
de
poderes",
cif.-,
p.42.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 15/68
como
un
tipo
de
régimen,
sino
como
el contenido
social
del
nuevo
Estado)'
i"."r.*.ió"
de
laáualidad
de
poderes
en
Lenin'
con
la
consecuente
toma
del
pod,er
ciei
Estado
portt
p'oitt^riado'
implica
la
destrucción
completa
cle
la
vieia
máquina.statul
(u"o
de
los
dos
poderes'
como
é1
dice'
"tiene
ü-"
,.,
t.¿".iáo
a
la
nada")
y
la
constructigl
d:
un
tipo
de
Estado
entera-
mente
nuevo.
O. ert"
fo'má
áo
hay'
pa'a
el
líder
bolchevique'
la
posibilidad
-claramente
admitida
por
el
último
Engels
-
de
que
determinadas
formas
e instituciones
del
..vieio,,
aparat,o
del
Estado
(precisamente
ias
que
se
ma-
nifiestan
en
una
"repúblicaiemocrática"
)
seanrecogidasy
superadas
e'nla
nueva
conf,guración
estatal'
Y,
en
segundo
lugar'
el
consenso
que Lenin
tiene
en
vista,
es
un
consenso
f"ci'o
y
Ápecíñco:
implicala
aceptación
por
las
masas
obreras
y
."*pt'inus,
gratias
a
la
acción
educadora
del
"partido
de
vanguardia",
de
Ia
necesidad
áe superar la dualid'ad
de
poderes
por
medio
de
una
revolución
violenta,qu.
,á,,r.*
"a
la
nada"
el
poder
contrario'
Y'
sobre
esto,
Lenin
promueut
utta.
gtn""lización
inequivocamente
abusiva'
si
tomamos
en
cuenta
el
cán;untoie
la
producción
teórica
de
Marx
y
Engels:
..Lanecesidaddeeducarlasmasasenesta_yprecisamenteenesta_ideade
larevoluciónviolenta,formalabasedercdaladoctrinadeMarxyEngels"'4s
Ya
nos
referimos
't
t'etf'o
de
que
la
concepción
"restricta" del
Estado
en
Lenin,
se
liga
especialmente
'
Ia
circu"'tancia
de
que él
trabaia
en
una
reaü-
dad
sociai,
1a Rusia
zarista,
que
posee
efectivamente
uno
de
los
Estados
más
"restrictos"
de
Ia
Europa
de
su
iiempo'
Y
es
también
ese
condicionamiento
histórico-nacional
el
q;;;t
p"tttt
"""'
en
la
base
de
la
interpretación
lenineana
de
la
idea
de
Marx
y
Engels
sobre
la
necesidad'
en
el
proceso
revolttcionario,O.",o*pt'"tu*aq"i"utstatal'Ciertamente'MarxyEngels
-rp..l"f.*re
en
la
época
del
Segundo
Imperio
ftancés
y
durante
la
Comuna
de
París-
insistieron
frecuentemente
en
que
ta
toma
revolucionaria
del
poder
por pafie
del
proletariado,
debería
implicar
la
ruptura
o
la
destrucción
de
la
vieia máquina
estatal,
teniendo
en
vista'
particularmente'
el Estado
supercen-
tralizaclo
creado
por el
absolutismo
y
refárzado
en
el
período
napoleónico
que
siguió
a
la
gran
Revotuclón
fra"tt'á'ou
Sin
embargo'
es
importante
subrayar
que,
para
ellos,
lo
que tray
que
"romper"
se
limita
a
los
aparatos
burocráticos
y
milirares
del
Estado,
en
los
cuales
se
expresa
esa
supercentralizació¡r'
En
una
carta
a
Kugelmann,
del
I'z
de
abril
de
1871'
Marx
escribe:
"Usted
verá
que
[..J
ei
siguiente
inttt'to
de
la
Revolución
francesa
no será
más'
como
4s
Lenin,
El Estado
g
la
revolución'
cit''
p'
3o7'
46
Escrrliosoobserv¿rque,enestapercepcióndecontinuidaddelproces:9tt"-ltlt]:1T'U'
.
del
Lstado
f, ancés
aún
despuéi
d"
ta
Revolución'
el
diagnóstico
de
Marx
se
aproxtma
mucho
a
Ias
conc'rr'"r",
ál
oi"-'s
de
Tocqueville,
L'ancien
régime
etla
révolution,Pa¡is'
Callimard,
1967.
antes,
la
de
Uánsferir
la
máquina
burocrd,tica-mílitar
de
una
mano
a
otra,
j-
,i
A"
arrotrrla;
y
eso
es
esencial
para
cualquier
revoiución
popular
en el
Conúnente"o''
La
doble
limitación
establecida
por
Marx-
"máquina
burocrático-militar"
v
.,en
el
Continente"
-
parece
indicar
que
é1
ya
estaba
atento,
en
1871,
al hecho
á.
qu.
et
Estado
capitalista
se
puede "ampliar"
(o
ya
se
amplió):
en
países
como
Inglaterra,
Estados
Unidos
y
Holanda,
por
ejemplo, el
Estado
no
se
reduciría
a
una
"máquina
burocrá¡ico-militar",
sino
que
ha ampliado
su
gama
de
actuación
mediante
el
desarrollo
de
aparato§
consensuales
(parlamento,
etc.)
que
implican
y/o
resultan
de un
"pacto".a8
No
hay
en el
trabaio
maduro
de
Marx
y
Engels,
al
contrario
de
lo
que
afirma
Lenin,
ninguna
añrmación
c1e
que
tales
aparatos
consensuales
deban
ser rotos
o destruidos.
Lo
que
en
ello
se
puede
constalar
es
Ia
idea
de que
tales aparatos
pued
et
cambiar
de
función(como
es
el
caso
de
las
asambleas
electas
por
sufragio
universal)
o
adquirir
nuevas
determínaciones
(fusión
de
poder
eiecutivo
y
poder
legis-
lativo),
como
podemos ver
en
los
comentarios
de
Marx
a
Ia
forma
estatal
asumida
por
la
Comuna
de
París,
que
é1
consideraba
"la
forma
política
al
fin
descubierta
para llevar a
cabo la
emancipación
económica
del
trabaio".o'Y
es
precisamente
esa
idea
la
que
permite
entender
la
ya
mencionada
afirma-
ción
de
Engels,
hecha
en
1891,
de
que
ia
república
democrática
es la
forma
específica
delo
que
éi todavía
insistía en
llamar
"dictadura
del
proletariado".
Ahora,
esta
distinción
entre
lo
que
debe ser
"roto"
y
lo
que
puede
ser
conservado
y/o
transformado
-distinción
que
ya
implica
un
concepto
"ampliado"
de
Estado- no
está
presente
en las
obras
de Lenin,
lo
que
me
parece explicable:
en la medida
en
que,
operando
en
las
condiciones
del
Estado
feudal-absolutista
de
la
Rusia
de
su
tiempo,
Lenin
deflne
el Estado
...
.. .....f.
..................
4t
K. Marx,
en
Archivo Marx-Engels
(wwwmarxists.org/espanol/m-e/canas/mlz-¿-zl.htm).
48
El
escaso
peso
de la máquina
burocrática
en estos tres
países,
según
Marx,
justifrcaria
la
posibilidad en
los
mismos
de un camino
pacífico
(esencialmente
parlamentario)para
el
socialismo.
Fue
lo
que
el admitió
explícitamente
en un
discurso
pronunciado
en
Ámsterdam, el
8
de septiembr€
de 1873,
por
ocasión
de
un congreso
de
la
Asociación
lnternacional
de los Trabajadores
(citado
en M¿ximiiien
Rubel,
Crónica
de
Marx,
Barcelona, Anagrama,
r963,
p.
134).
49
K.Marx, La
guerra
clvil
en
Francia, en
Archivos Marx-Engels
(www.marxists.org/
espanoUm-e/t87os/gcfran/index.htm). En este mismo
texto,
Marx
dice
claramente
que
"nada
podía
ser mas
ajeno
al
espíritu
de la Comuna
[de
Paris]
que
substituir
el
.sufragio
universal
por
una
investidura
jerárquica".
Si
tenemos
en cuenta
el
movimiento
que
va
desde
la disolución
de
la Asamblea
Constituyente
y
de
la supresión
del
sufragio
universal
para
la
elección
de
los soviets, en
la época de
Lenin, hasta
I¿
clara
"investidura
jerárquica"
de los cjirigentes,
en el
período
stalineano-brejneviano,
podemos ver
cómo la experiencia
de
l¿ ex Unión Soviética
se
apartaba
de la
letra
y del
espíritu
de
las proposiciones
de Marx
y
Engels sobre
el
gobierno
de
los
trabajadores.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 16/68
de
modo.,restricto" -es
decir,
como algo
cuyos
"instrumentos
fundamen-
tales
[son]
el
eiército
permanente
y
Ia
policía"-,
es natural
que
Ie
parezca
necesaria
}a
destrucción
de
todala
vieia
máquina
estatal.
Así
no
es
casual
que Ia
"democracia
proletaria"
o
"socialista",
que
Lenin
presenta
como
ia
forma
política
del nuevo
poder,
le
aparezca
como
algo
radicalmente
diverso del
coniunto
de
las
instituciones
democráticas
de
tipo
consensual
o
contractual,
que
caracterizan
lo
que él llama
(siempre
despectivamente)
"democracia burguesa",
pero
que
Engels
prefeiía
llamar,
sin
reducciones
clasistas,
,,república
d.emocrática".
Para
Lenin,
leios
de
ser
fruto
de
un
"pacto"
o la
"forma
especíñca
de
la
dictadura
del
proletariado"'
como
para
el
último
Engels,
,.la
república
democrática
es
el
meior envoltorio
político
d.e
que
se
puede
cubrir
el
capitalismo".so
Esra
radical
contraposición
entre
dos tipos
de
democracia,
"burguesa"
y
.,proletaria,',
me
parece
que
es
eI
resultado
de
la concepción
lenineana
áe
ia
dualidad
de
poderes:
si
esta
dualidad
solo
puede
ser
resuelta
por
la
,,reducción
a ia
nada" de
uno
de
los
dos
poderes,
la revolución
socialista
debe ser
un
momento
explosivo
y
violento,
concentrado
en
un breve
lapso
de
tiempo,
en
el
cual
el
poder proletario
en formación
(ya
materializado
en
organizaciones
situadas
enteramente
fuera
del
vieio
poder
de
las clases
dominantes)
destruye
completamente
las instituciones
en
que
este
último
se
encarna.
No es
este
el
lugar
para
examinar
hasta
qué punto
estas
con-
cepciones
d.e
Lenin
-
por
un
lado,
de
un
Estado
"restricto", y'
por
otro'
de
laievolución
como
algo
"explosivo"
y
concentrado
en
un corto
lapso
de
tiempo
-
correspondían
efectivamente
a
las
condiciones
concretas
de
la
sociedad
rusa
de
la
época.
La
eficacia
(por
lo
menos
inmediata)
de
la
táctica
ydelaestrategiaqueélinflriódeestasconcepciones,pareceindicarque
esta
correspondencia
realmente
existía.
También
escapa
a
los
obletivos
de este
ensayo
recordar
varios
de
los
matices
que,
en
los
primeros
años
de
la
Internacional
Comunista
(r9r9-1923)'
Lenin
introdujo
progresivamente
en
sus
concepciones,
relativizando
explícitamente
el
valor de
la
experiencia
de
la
revolución
soviética
y
advirtiendo
sobre
los
equívocos
contenidos
en
su
generalización
para los
países
occidentales.s'
pára
rales
ob
jerivos,
riene
mayor
importancia
recordar
el
modo
por
el
cual,
trece
años
después
de Ia
Revolución
de
rgrz
Trotsky
buscó
generalizar
la
problemáticadeldoblepoder,convirtiéndoloenuna..leygeneral,'detodos
so
Lenin,
El
Estado
y
la
revolucíón,
cil.,
p.306'
5rEstas"correcciones"estánexpresadasespecialmente(peronosolo)enV'lLenin"'La
enfermedad
infantil
del
'izqúierdismo'en
el
comunismo"'
en
ld
'
Obras
escogidas'
cil
'
vol.3,
p.353 ss.
los
procesos
revolucionarios
y,
en
particuiar,
de las
revoluciones
proietarias
y
socialistas.s'Al
conlrario
de
Lenin
en
1912
que
insistía
en lo
"inédito"
del
áoble
poder
surgido
en Ia Revolución
rusa,
Trotsky
af,rma
que
"la
dualidad
de
poderes
es
una
condición
peculiar
a
crisis
sociales, característica no
ex-
clusivamente
de la
Revolución
rusa
de
t9t7".s'
En
seguida, con
su habitual
talenro
historiográfico
y
de
modo convincente,
Trotsky
analiza
tanto
las
revoluciones
inglesas
del
siglo
XVII
como
Ia
gran
Revolución
francesa a la
luz
de
la
problemática
de
Ia
dualidad
de
poderes.
Sus análisis, tales
cor"ro
los
de
Marx,
Engels
y
Lenin,
se
apoyan en la idea de
que
el fundamento social
del
doble
poder
reside en la oposición
entre
ciases o
bloques
de clases,
cuyos
intereses
últimos
son
radicalmente
antagónicos entre
sí.
Más
allá
de la
explícita
generalización
de
la situaciórr del doble
poder
para
toda
revolución,
otra
novedad
en la
formulación
de
Trotsky
consiste
en
una
definición
más
matizada (o
menos
"restricta")
de
la naturaleza
del
Estado;
éi
ya
percibe que
la
correlación
de
las
fuerzas
sociales en
lucha
tiene
una
influencia,
aunque
relativa,
en la
política
ejecutada
por
el
Estado.
Dice
él:
"En
la
sociedad,
existen
siempre
clases
antagónicas;
y
la
clase
despro-
vista
de
poder
se
esfuerza, inevitablemente,
para
inclinar a
su
lado,
hasra
cierto
punto,
el
curso del
Estado
[...]
El carácter
de
un
régimen político
es
directamente
determinado
por
la relación
de las clases
oprimidas con
las
clases
dominantes"
s4.
Esta
deñnición
del
poder
del
Estado cotno una
"relación" (o,
mejor,
como
el
equilibrio
dinámico de una
correlación
de
fuerzas),
posición que
iría a
ser después
explícitamente
asumida
por
Nicos Poulanrzas, es
percibida
por
Trotsky
como
algo
que
escapa
a la deñnición
"restricta"
del Estado
que
era
propia
de Marx
y
Engels en
1B4B-185o,
y
de
é1
mismo
y
de
Lenin
en
1917.
Tanto es
así
que
él
mismo
se
apresura
en
responder a una
posible
acusación
de
heterodoxia:
¿Estaría
el fenómeno del
doble
poder,
hasta
hoy insuficientemenre
estudiado,
en contradicción
con
la
teoría marxista del
Estado,
que,considera
el
gobierno
como el
comité
ejecutivo
de la ciase
dominante? Es
lo
mismo
que preguntar:
la oscilación
de
precios,
baio
Ia influencia de Ia
ley
de Ia
ofena
y
de la
demanda,
¿contradice
1a
teoría
del valor-rrabajo?.s5
Cf.,
en
particular,
L. Trotsky,
'A
dualidade
de
poderes",
en ld., A história da revolugdo
.russa,
Río
deJaneiro,
Saga,
r96Z
vol. t,
pp.
184-t9t
(versión
al
español,'La dualidad
de
poderes",
en
Historia
de la Revolución
ruso, Veintis¡ete Letras,
2oo7).
lbid., p.
r84.
rbid.
lb¡d.,
p.
190.
53
54
55
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 17/68
En
la
medida
en
que la relación
entre
la teoría
del
valor
y
la ley
de
la
oferta
y
la
demanda,
en
el
esquema
metodológico
de
ta
dialéctica
marxiana'
ñi;;
""
paso de
lo
abstracto
a 1o
concreto
(a
través'
naLuralmente'
de
la
conversiónpreviadelvalorenpreciodeproducción),esposibledecirque
irotsty
*f i.rtroducir
la
correlación
de
fuerzas
entre
clases
dominantes
y
clases
dominadas
como
determinació
l
qure
repone
pero al
mismo
tiempo
i'ron¡or*ola
caracterización
del
Estado
como
"comité
eiecutivo
de
la
clase
dominante"-
apunta
a
la
necesidad
de
pa§ar
de
una
teoría
"restricta"
(abstracta)
a
una
teoría
"ampliada"
(concreta)
del
Estado'
Por
otro
lado,
en
el
tran,tu"o
de
esa
visión
más
concreta
del
fenómeno
estatal,
Trotsky
esboza
-solamente
esboza'
como
veremos-
una
c:nc:f
ción
del
movimiento
revolucionario
que
se
aproxima
a
la
caracterización
que
ciesignamos
como "procesual"'
Él
percibe'
por
eiemplo' que'
ya
antes
cl.e
la toma
del
poder, to;ittt'*
a ocurrir
una
infiltración
molecular
de la
clase
revolucionaria
en
el
seno
de
los
aparatos
del
Estado'
determinando
los
gérmenes
de
ut
proceso
de
dualidad
de
poderes:
La
preparación
histórica
de
la
revolución -d'ice
Trotsky-
conduce'
en
ei
período
pre-revolucionario,
a
una
situación
en
la
cual
la
clase
destinada
a
impiantar
el
nuevo
sistema
social'
a
pesar
de
que
aún
no
dominando
el
país,
concentra
efectivamente
en
sus
manos
una
pane
importante
del
páer
del
Estado,
al
punto
que el
aparato
oflcial
permanece
en
poder
de
sus
Inrigro,
prr..ao,es
["']
ra
patte
det
poder
obtenido'
en
tales
condiciones'
fo.
iu,
.trr.,
"n
lucha,
Ls
diterminada
por
la
correlación
de
fuerzas
y por
las
fases
de la
lucha's6
Trotsky
no
especiñca
que
"pane importante
del
poder
de
Estado"
yapuede
estar
en
manos
de
la
clase
ascendente
antes
de
la
completa
transferencia
clel
poder, transferencia
que él designa
como "el mecanismo
político
de
la
revolución,,.s7
pero
el
hecúo
es
que éiinsinúa
aquí,
todavía
baio
la
limitación
d.e
la idea
de
un
"periodo
pre-rávolucionario"
no
bien
identiñcado'
la
posi-
bilidad
d,e
una
transfer..r.i"
p.ogr.riva
o
grad'ual
del
poder'
posibitldjd
1:
lu
qrr" G."*r.i
se
valdrá,
como
veremos'
para
elaborar
su
famosa
estrategla
de
la
"guerra
de
Posiciones"'
Aún,
del esbozo
de
esta
nueva
concepción
queda
solamente
eso:
un
esbozo'
En
la
secuencia
de
su
argumentación'
Trotsky
minimiza
los
elementos
de
;;;;;;;
(tat
u., ináncientemenre)
introduce
en
la
reflexión
sobre
el
s6
lbid.,
P.185.
57
lbid.,
p.184.
Estado
y la
revolución;
él
no
solo
retoma,
en
io
esencial,
una concepción
,,resrricra"
del
Estado,
pero
sobre
todo
subsume
la
problemática
del
doble
poder
a
una
teoría
"explosiva"
de la
revolución.
Por
eiemplo:
después
de
rrarar
el
Estado
como
terreno
de
una
"correlación
de
fuerzas",
Trotsky
se
apresura
a
observar:
"En
la sociedad,
no reina
de
ninguna
manera una
dualidad
de
poderes
[..J
La
unidad
de
poder,
condición
absoluta
para
la
esrabilidad
de
cualquier
régimen,
subsiste
mientras ia
clase
dominante
es
capaz
d,e
imponer
a
la sociedad
entera
sus
formas económicas
y
políticas
como
las
únicas
Posibles.se
Ciertamente,
ningún
marxista,
ni
ios
defensores
de
una teoría
"ampliada"
del
Estado,
neg
aúa
que
-
en
últím
a in
stancia
-
s e
verift
ca u
na
r
el ativ a
unidad
del
poder del
Estado;
pero
ne
es casual
que
haya
sido necesario
subrayar
las
expresiones
"última
instancia"
y
"relativa".
Si
el Estado está
compuesto
por
múlriples
aparatos
y,
al
mismo
riempo, es influenciado
por
una
cambiable
y
dinámica
correlación
de
fuerzas
enrre
clases
y
fracciones
de clases,
de
eso
deriva
que,
en su acción
efectiva
y
en diversos
momenros históricos,
diferentes
aparatos
podrán
ser
más
o menos
influenciados
por
diferentes
clases;
y que
muchas
políticas
específlcas
del Esrado
(de
cualquier
Estado
concreto)
podrán
reflexionar
sobre
intereses entre sí conflictivos. EI hecho
de
que,
"en
última
instancia",
rerminen
por predominar
las
políticas
que
aseguran
la reproducción
de
la sociedad
de
acuerdo
con
los intereses
dei
conjunto
de
las
clases
dominanres
(muchas
veces
en
oposición a
sectores
o
fracciones
de
tales
clases),
este hecho resulta
de un
proceso
bastante
complejo:
la
unídad relatíva
del
poder
del Estado es
fruto
de un
movimienro
contradictorio,
cuyo vector
no
está
de ningún
modo establ
ecid,o a
priori.se
Al
contrario de Io
que piensa
Ia
"escuela
de la
derivación", no se
puede
deducir
el
conjunto
de las
políricas
estatales,
de
manera
funcionalista, a
partir
de
las
leyes abstractas de la
acumulación
del capital. Si
hay
unidad del
Estado,
ella
puede
ser
deftnida según
la
conocida
fórmula
hegeliana: una
unidad
de
la
unidad
y
de
la no
unidad.6o
lbid.,
pp.
r84-185.
Este
aspecto
no siempre
"funcional"
del
Estado
(,'funcional,,
en relación
a los intereses de
las
clases domin¿ ntes) fue resaltado
por
John
urry, A
natomia das
sociedades
capitalistas,
Río
de
Janeíro,
Zahar,1982, pp.
85-140.
Marx,
en i
864,
ya
estaba
plenamente
conciente
de este
hecho. Así,
en vez
de considera r
la restricción
legal de
la
jornada
de
trabajo en lnglaterra
como algo
simplemente
funcional
al
capital,
en
la
¡s¿¡¿¿
en
que
garantizaría
la
sobrevivencia fisica de la
fuerza
de trabajo
y posibilitaría
así la
permanencia
de la explotación
-
posición que
muchos
marxistas
estrechos
adoptan
hasta
hoy
cuando analizan las
políticas
sociales
en general
-,
él
observó:
"La
lucha
sobre
la
restricción
legal
de la
jornada
de trabajo
[...]
afectaba
de hecho
la
gran
lucha
entre
el
dom¡nio ciego
de las leyes
de
la
oferta
y
58
s9
i
]
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 18/68
Por
ocro
lado,
cuando
Trotsky
indica
como condición
de la unidad
del
poder, el hecho
de
que
la clase
dominante
sea
capaz de
imponer al
coniunto
de la
sociedad
sus
formas
económicasy
ltolíticas
como
las
únicas
posibles,
él
parece
presuponer
esta
unidad como característica
solo
de un
Estado
despó-
tico,
es decir,
de
un
Estado
"restricto"
en
el sentido
más
literal
de
la
palabra.
En
los
Estados
capitalistas
contemporáneos,
esta condición
de
unidad
no
es
verificable
ni siquiera
para
las
formas
económicas:
hay
ciertas
formas
de
socialización
de la
propiedad
(nacionalizaciones,
cooperativas,
etc')
que
son
conquistadas,
muchas
veces
,
contralos
intereses
de
las clases
dominantes.
Sin
embargo,
también en
el
plano específicamente
político,
es
evidente
que,
en
la
forma
democrático-republicana
del
Estado
capitalista
modemo,
pudieron y pueden
coexistir
(incluso
en
una relación
de
integración/con-
tradicción)
instituciones
liberales,
derivados
de las
revoluciones
burguesas,
con
formas
políticas
democráticas
creadas
por
las
clases
subalternas
en su
proceso
de
autodefensa,
de
lucha contra
los
intereses
de
las clases
dominan-
tes.
Basta
recordar
aquí,
más
allá de
la
conquista
del
sufragio
universal
(una
bandera
de
lucha
de
la clase
trabajadora
contra
los
presupuestos teóricos
y prácticos
del liberalismo
originario)'
Ia creación
de organismos
como
los
sindicatos
(prohibidos por los
primeros
regímenes
liberales)
y
como
los
partidos
políticos
de masas
(una
invención
de
las
clases
trabajadoras),
organismos
que
son
hoy
parte integrante
de
la
vida estatal
de
cualquier
país
capitalista
desarrollado.6'
Esta
concepción
"restricta"
de
la unidad
del
poder
estatal,
como
era
de
prever,
se
refleia en
la concepción
trotskiana
de
la revolución.
Después
de
admitir
la
posibilidad
de
transferencias
parciales
del
poder
del
Estado
(las
cuales,
si
efectivamente
ocurren,
implican
una
concepción
de la esfera
estatal
como terreno
de
una
perTnanente
ymudable
correlación
de
fuerzas),
Trotsky
retroced.e,
afirmando
que
estas
transferencias
se
orientan rápidamente
en
el sentid.o
del
choque frontal
y
de Ia
"explosión"
revolucionaria.
Cuando,
en lugar
de
ser
una condición
"normal"
de
funcionamiento
de un
Estado
ampliado,
"el
fraccionamiento
del
poder
-
dice
Trotsky
-
prefigura
Ia
guerra
de
la demanda,
contenido
de
la
economía
politica
burguesa,
y
la
producción
social
controlada
por
la
previsión
social,
contenido
de
la
economía
política
de la clase
obrera.
por
consiguiente,
la ley de
la
iornada
de diez
horas
no fue
solo
un
gran
éxito
práctico;
fue
la
victoria de
un
principio.
Por
primera vez, en
plena
luzdel
día,la
economía
política
burguesa
sucumbió
ante
la
economía
política
de
la
clase
obrera"
(K.
Marx,
"Manifiesto
de
linzamiento
de la
Asociación
lnternacional
de
Ios
Trabaiadores",
en
Archivo
Marx-
Engel
s
(www.marxists.orglespanol
/
m-e
186os/
186cfait.htm).
61
La
relación
entre
partido
político
moderno
y
movimiento
obrero fue
fuertemente
subrayada,
entre otros,
por
umberto
cerroni,
Teorío
do
partido
político,
san
Paulo,
Ciencias
Humanas,
1.982.
civil
[...]
[el
sistema
de Ia dualidad
de
poderes]
tiene que
explotar
inevimble-
fienrc[...lLa
insurrección, violenta por
sí misma,
se
realiza
habitualmente
en
un
corto
esPacio
de tiemPo".6'
Volviendo
a
la comparación
del
propio
Trotsky,
podríamos
decir
que
es
como
si
la
ley de la
oferta
y
de la
demanda
(en
el caso,
el
Esrado
como
resultado
de
una
correlación
de
fuerzas)
funcionase
solo en
momentos
excepcionales,
mientras que
el
funcionamiento
"normal"
de
la economía
implicaría
la
venta
de
las mercancías
por
su
valor-trabafo
(en
el
caso, la
forma
"normal"
de actuación
del Estado
sería
la de
"comiré
ejecutivo
cle las
clases
dominantes").
Este modo
equivocado
de
concebir
la relación
entre Io
abstracto
y
lo
concreto
-1o
abstracto
como
lo
"normal"
y
lo
concieto
como
lo
"excepcional"-, no
resulta
solo
de
un eventual error metodo[ógico
de
Trotsky,
sino
que es
expresión del hecho
que,
aunque
su
aguda
sensibiliciad
histórica
le
haya
hecho
entrever
(trece
años después
de la
Revolución
bolchevique)
la
necesidad
de
"ampliar"
la teoría
marxista
del Esrado,
el aut
or
de
La revohLción
permanentecontinuó
esencialmente
atado
a
la
visión
restricta
que
dominó
en
los
escritos
de Marx
y
Engels
en
1848-1850,
visión
de
la
cual
Lenin
y
los
bolcheviques
jamás
se
liberaron
compler.amenre.6r
3.
La
ampliación
de
la
teoría
del
Estado
y
la
concepción
de
la
revolución
como
proceso.
3.1.
Crandezas
y
límites
del austromarxismo
Las
intensas
polémicas
suscitadas
en
el seno
del
pensamiento
marxista
por
la teoría
y
la
práctica
de los bolcheviques,
se
pueden
leer,
por
Io
menos
en
pe¡rte,
como
polémicas
en
torno
a
la
necesidad
de
(ylo
la tbrma por
la
62 Trotsky,'A
dualidade
de
poderes",
cit.,
p.
184.
63 Tampoco
Mao
Tsé
Tung
superó
esta v¡sión
"restricta,,del
Estado:
basta
recordar
que,
para
é1,
"el
poder
está
en
el
cañón
del
fusil". En
Mao, sin
embargo,
esta
visión
se
articula
con
una
concepción
original
del
proceso
revolucionario,
lo que
ciertamente
revela
su
profunda
vinculación
con
las
condiciones
específi
cas de
su
pa
ís.
seg ú
n Mao,
la
conquista
del
poder
en China
exigía
una
"guerra
popular
prolongada,',
una serie
de
enfrentam¡entos,
en
Ia
cual el
establecimiento
de
la.dualidad
de
poderes
requería
la
conquista
armada
de espacios
territoriales
(las
"zonas
rojas,,),
en una
lucha
militar
de
largo plazo.
Por
lo
tanto, se trata
de una concepción
revolucionaria
al
mismo
tiempo
-"violenta"
y
"procesual".
Pero
sería
ridículo
-
y,
no
obstante,
es lo
que
hace
María
Antonietta
Macciochi
(Pour
6ramsci, París,
Seull, r974)
-
ver
en
eso una
similltud
entre
6ramsciy
Mao;
en
verdad,
mientras
que
el
primero
el¿bora
su estrategia
revolucion.¡ria
en
función
de
sociedades
"occidentales"
más
complejas
que
la
Rusia
zarista,
Mao
opera
en condiclones
c¡ertamente
aúrr
más
or¡enr¿les"
de
las enfre¡rtadas por
los
bolcheviques
en r9t7.
-JO-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 19/68
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¡t
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7
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1
t
I
I
I
{
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I
I
I
cual)
"ampliar" la
teoría
del
Estado
y
de
la
revolución'
Eso
se
maniñesta'
e¡¡
;;;";
ir;".'
.omo
crítica
a la
tendencia
de
Lenin
v
de
los
bolcheviques'
e¡
'ei
senti¿o
ae
generalizar
las
características
de la
Revolución
de
rgrz
presen-
tándolacomomodelouniversaldetransiciónalsocialismo.(Noesellugat
para
mostrar
cómo
esta
[endencia'
por lo
menos
en
Lenin'
se
maniñesta
al
iado
de
otras
tendencias
en
el
sentido
contrario)'
^..
*o
*.n".ulización
de
ia
experienciabolchevique
fue
duramente
comba-
üda
no
solo
por el
"centro"
y
ior
ta
"derecha"
socialdemócrata
de
la
época
in^u,tty,
Beinstein),
sino
también
por
la
más
importante
representante
occidenial
de
Ia
"izquierda"
marxista'
Rosa
Luxemburg'
En
su
famoso
ensayo
sobretarevoluciónrusa,escritoenlglS,aunquereveletodosuentusias.
mo
delante
de
la revolución
victoriosa'
eila
percibe
peligros
y
los apunta
claramente:
"El
peligro comienza
en el
momento
en
que' haciendo
de-las
necesidades
virtudes,
ellos
[Lenin
y
los
bolcheviques]
crearon
unateoría.a
fartir
de
la
tácdca
impuesta
por
estas
condiciones
fatales
llas
de
la Rusia
de
entonces],
pretendiendo
recomendarla
al
proletariado
internacional"6a'
Una
posicÚn
similar
fue
adoptada'
en 1919'
por el austromarxista
de
izqr,rierda
Max
Adler:
Soio
vemos
'peligro
del
bolchevismo'
en
la
medida
en
que existe
el
riesgo
de
confusión
enrr.lo'
t*ttptos
de
bolchevismo
y
comunismo;
es
decir'
el
,i"rgo
a.
p."r.ntar
albolchevismo'
que no
es
más
que un
medio
de
llegar
al
comunismo
(un
medio
que tuvo
éxito
porque
fue aplicado
exclusivamente
en
Rusia,
dentro
de
conáiciones
históricas
y
sociales
determinadas)'
como
siendo
la única
y
.*tit"iu"
encarnación
del
espíritu
revolucionario
del
socialismo,comoutgouni""utmenteválidoyaplicableencualquierpane'65
Uno
de
Ios
puntos
que
tant'o
Rosa
como
Max
Adler
indican
como
ef
emplo
de
la
no-universalidad
de la
experiencia
bolchevique'
es
el
modo
de
concebir
la
relación
entre
democracia
conseiista
(o
soviédca)
y
democracia
repre-
sentativa
(o
formal);
para ambos'
no se
trataría
de
"destruir"
las
antiguas
i"riii*.i"*.,
de
la
democracia
formal,
como
pretendía
Lenin
en
su
combate
al
parlamentarismo,
sino
de
articularlas
con
las
nuevas
formas
de
democracia
directa,
encarnada
en
la
experiencia
de
los
conseios
o
soviets'
Esta
posición
.,onarecerámás'explícitamente
en
ias
obras
de
Ia
"escuela
gramsciana",
como
,.r'.*o,
^¿.trnte,
baio
la
forma de
una
propuesta de
imegración
entre
orga-
",.*o,
aa
democracia
directá y mecanismos de democracia
representativa.
lndicaciones
aún
más
explícitas
en el sentido
de una
"ampliación"
del
concepto
marxista
de
Estado,
e§tán
presentes
en la
obra
de
Ono Bauer,
otro
imponanre
teórico
del
austromarxismo.
En
su anáüsis
de
Ia revolución
auStriaca
deigrg,
que
llevó
al
poder a
una
coalición
de socialistas
y
partidos burgueses
(con
preponderancia
socialista),
Bauer
se
refiere
claramente
a Ia
república
democrática
emergente
como
expresión
de
una
"correlación
de
fuerzas".
y
es
de
la
dinámica
de
esta
correlación
de
fuerzas
-
la cual,
en el
nivel de la
forma
política,
se
expresa
en
un
grado
mayor
o
menor
de
articulación
enCre
los
institutos
parlamentarios
y
los nacientes
organismos
de
"democracia
funcio-
nal" (expresión
que él usa
para
deflnir
democracia directa)
-
que
dependerá,
según
nuestro
autor,
que
una
república
democrática
termine
por
restaurar
el
dominio
de
la
burguesía
o,
al
contrario, por
llevar
al
proletariado al
control
del
poder
político.
Así,
la
república
democrática instituye
una
situación
dinámi-
ca,
donde
el
contenido
social del
poder
del
Estado
aparece
determinado,
en
última
instancia,
por
la relación
de
fuerzas entre
las clases,
por
un
conflicto
que
-
aunque
cenga
su
escenario
fundamental en
las
esferas
económica
y
social
-
repercute
también en
el
propio
seno
del
Estado.ou
Es
interesante
constatar
el
modo por
el
cual,
ante
la
crítica
del
famoso
iu-
risra
Hans
Kelsen,
Bauer
iustiñca
la "ortodoxia"
marxista
de estas
posiciones.
Kelsen
añrma
que
Bauer,
al
defender
la idea
del
Estado
como
"correlación
de
fuerzas",
se
apartó
de
Marx
y
se
aproximó a
la concepción
del
propio
Kelsen
(compartida,
además, no solo
por
Bernstein
y
por
el
último
Kautsky,
sino
mmbién
por el socialdemócrata
austriaco
de
derecha
Karl
Renner),
una
concepción
que
presenta
al Estado
democrático
como
un conjunto
de
66
Sobre
este aspecto de
la
obra de
Bauer, cf.
C. Marramao,
O
político e
as
transformagdes.
Belo
Hor¡zonte, Oficina
do Livro,
199o, pp.
r6r-2oo
(traducción
al
español,
Lo
polítíco
glas
transformaciones,
Editorial
Siglo
XXl, r98z).
Sobre
los
eustromarxistas
en
geneial,
existen
tres
antologias con
imporlantes
presentaciones
críticas:
G.
M¿rramao,
Austromarxismo
e
socialismo
di sinistra,
cit.; Yvon Bourdet,
OEo
Bauer etla
révolution,Paris,
EDl,1968;
y
Tom
Eottomore
y
Patrick
Goode,
Austro-Marxísm,
Oxford, Clarendon
Press,
1978.
Más allá
de
eso, cf.,
el libro de
Norbert Leser, Teoria
e
prassi
dell' austromarxismo.
Roma,
Avant¡,
1979,
y
también
los
ensayos de
Perez
Mehrav,
"social-democracia
e austromarx¡smo",
de
G.
Marramao,
"Entre
bolchevismo
e social-democracia:
Otto Bauer
e a cultura
politica
do
austro-marxismo"
(ambos
en Hobsbawm,
Hiscória do
marxísmo,
Río de
Janeiro,
Paz e
Terra, r985, vol.5, respectivamente
pp.251-2t6y
277-343
(traducción
al
español,
"Entre
el
bolchevismo
y
la socialdemocracia: otto
Bauer
y
la
cultura
politica del austromarxismo",
en
Hobsbawm, H
istoria
del
marxismo.
La época
d
e
la
lll lnte¡
n¿ cio
na ¡,
N4a d i-id, Bru
g
u era,
v.
7,
r98o);
y
de Raimond
Loew,
"The
Politics of
Austro-Marxism"
en New
Let't
Review,
n.
u8, nov¡embre-diciembre
r979,
pp.'r5-5r.
64
R.
Luxemburg.
"La
révolution
russe''
en
ld''
O:",t::::1:::'^M.aspero'
t97t'
vol'
z'
p'
8s
i;;it;
.;
.;p,
ñol,
La revolucíón
rusa,
Editorial
Castellote'
1e75)'
M.
Adler,
Conselhos
operÓrios
e
revoÍuqáo,
Coimbra'
Centelha'
1976'
pp'
34-35
Cf'
también,
en
el
mismo
sentido,
Otto
Bauer'
"Bolscevisnro
o social-democrazia"
(lgzol'
"n
Ciaao.o
Marramao
(ed.';,
Austromarxismo
e socialísmo
di
sinistra
fra
le
due
guerre'
Milán,
La
Pietra,1977,
PP.143-230
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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lr-
procedimiefltos
formales
socialmente
neutros,
como
un
aparato
puramente
iécnico-iurídico.
Bauer,
en
respuesta,
no
solo
rechaza
esta
idea
liberaldela
,.neutralidad
técnica"
del
Estado
(la
situación
de
"equilibrio"
es,
para
é1, una
situación
eminentemente
dinámica,
procesal,
que
se
resuelve
más
temprano
que
tarde,
aunque
no
de
modo
necesariamente
"explosivo",
a favor
de
una
de
las
clases
fundamentaies),
sino
también
d.emuestra
haber
captado
la
esencia
del
método
marxiano
del
paso
de
1o
abstracto
a
lo
concret'o:
La
crítica
corriente
-dice
Bauer-
conoce
solo
el
marxismo
vulgar;
y
este'
por lo tanto,
es el
único
obieto
de
su
crítica.
El
procedimiento
de
Kelsen
es
un eiemplo
típico
de
eso' Kelsen
conoce
de
Marx
precisamente
lo
queel
marxismo vulgar
conoce: que
Marxpresentó
el
Estado como una
organización
de
dominio
de
la
burguesía.
Kelsen
no conoce
nada
d
elas
modificaciones
de
este
axioma
general,
de las
posterio res
aproximaciones
a
los
hechos'
a
lascualeselpropioMarxilegóensusinvestigacionesparticulares.6T
Y
Bauer se
vale
de
este
.,método
de
aproximación,,_u
obietivamente,
de
ese
paso
de
1o
abstracto
a
lo
concreto-,
no
solo
para
concebir
de
modo
..ampliado,,
el
pod.er
político en la
república
democrática,
sino
también
para
evaiuarlasnuevasformas,.deexcepción,asumidasporelEstadocapitalista
de
su
tiempo.
Pueden
existir,
más
allá
d'e la
república
democráúca,
otros
contextos
en los
cuales
-en
el
cuadro
cle un conflictivo
equilibrio
de
fuerzas
entre las
clases
(una
situación
que
Gramsci
llamaría
más
tarde
de
"equilibrio
catastróflco"68)-,
el
Estado
asume
un
grado
de
autonomía
que
torna
imposible
su
def,nición
como
simple..comité
ejecutivo
de las
clases
dominantes".
sería,poreiemplo,
el caso
delbonaparrismo,
al
cual
Marx
y
Engel5er
yahabían
dedicado
brillantes
anáüsis,
de
los
cuales,
por
otra
parte,
Bauer
hará
valer
en
su fecundo
intenio
de
comprender
la
especifrcidad
del fenómeno
fascistaTo.
para
é1, no
hay duda
de
que
el
Estado
fascista
rermina
por
expresar
[a
dictadura
abierra
dei
capital
monopolista.
Sin
embargo,
eso no
anula ei
hecho
de
que,
en
su
génesis,
el movi-
mienro
fascista
creció
y
llegó
al
poder
en
función
de
un equitibrio
,,carasrrófico',
enrre
Ia
burguesía
y
el
proletariado,
1o
que
permitió
que
secrores
de la
pequeña
burguesía
y
también
del
lumpesinado
se apoderasen
de la
máquina
esratal;
rampoco
la evidencia
empírica
de que,
durante
la
vigencia
del
régimen fascista,
esos
sectores
pequeño-burgueses (organizados
en
los
panidos
fascistas
y
en
sus
[opas
de choque)
ocuparon
directamente
el aparato
dei Estado,
utilizánclolo no
solo
para
reprimir
el movimiento
organizado
de
la
clase
obrera,
sino
también
las
fracciones
de la
burguesía que entraban
en
conflicto
con los intereses
del
capital
en
su
coniunto.
Sin
embargo,
esras
lúcidas
intuiciones,
en
el.sentido
de
una
,.arnpliación,,
del
concepto
de Estado, no se hicieron
acompañar,
en la
reoría
y
en ia
práctica
austromarxistas,
poruna
renovación
sustancial
de
la
concepción
cle
la revolución
socialista.
De
alguna manera,
Bauer se
mantiene
prisionero
cle
las
posiciones
del
últirno
Engels:
la
clase
obrera
debe
esforzarse
para
obtener
la
mayoría
electoral
y,
de esta
manera,
por
Ios caminos
constitucionales,
ascender ai
poder
del
Estado. É1
considera
inevitable
que
la
burguesía
reaccione a
la obrención cie
esta
mayoría
a
través
de la violencia;
en
ese caso,
se
hace necesaria
y
legítima
la
contra-violenciaproleraria
e, inclusive,
el
establecimienro
de
una dictadura
delamayoríaqtte
obligue
a
la
burguesía
a
aceptar
la
ransformación
socialista.
(Esta
aceptación
de
la
necesidad de la
"dictadura
del
proletariado,,,
por
orra
parte,
distingue
a
los
austromarxistas
de
los
socialdemócratas
reformistas del
período,
entonces hegemónicos
en la nueva
Intemacional
Socialista;
pero
el
hectfo
de
que
Bauery Max
Adler
subrayen
que
ella
debe
ser
necesariamenre una
dictadura
de
la mayoría, y
de
carácter
eminentemente transitorio,los
separa
de los
bolcheviques).7'
70
o.
Bauer,
Tra
due
guerre
mondiali?,rurim,
Einaudi,
r979
[la
edición areman¿ originar
es
de 1936], pp.
ro5-13r.
7t
Tanto
Max Adler
como
otto
Bauer, también
de acuerdo
en eso
con el
último Engels,
subrayan
que
no siempre
la
"dictadura
delproletariado"
asume la formá
de un
régimen
'dictatorial
y que,
cuando
eso
ocurre,
la
responsabilidad
es
de
la burquesía
y
no del
proletariado;
esa
"dictadura"
es por ellos
concebida
como el
.ont.nido social del
Estado,
pudiéndose
expresa
r a través
de
formas
política
s
plenamente
democ
rática
s,
en
las
cuales
sea decisiva
la
presencia
de organismos
de
democracia directa.
sobre
es1o,
cf.,
especialmente
M.
Adler, La
concezione
detlo
Stato
nel marxismo, Bari, De
Donato,
1919, pp.l59-t7;
y
O.
Bauer,
Tra due
guerre
mondiali?,cit.,
pp.
i32_155.
67
O.
Bauer,
"Das
Cleichgewicht
der
Klassenkráfte"
(1924),
citado
por
C'
Marramao'
0
polítíco
e
as
transformigdes,cit.,
p.187.
El
hecho
de
que
el
"método
de
aproximación"
propuesto
aquí
ior
Bauer
se
inspire
en
Ernst
Mach
y
no
en
la dialéctica
de
Hegel
(y
del
propio
Mrr*¡
.onstituye,
ciertamente,
una
manifestación
de
los límites
ñlosóficos
del
.rrirornrrrir.o,
principalmente
expresados
en las
tentativas
eclécticas
de
conlugar
Marx con
el empiriocriticismo
(Bauer)
o
con
el
neokantismo
(Max
Adler);pero
eso
no
afecta
sustanc¡almente
los
resultados
a
que Bauer
y
Adler
llegarán
en sus
fecundos
intentos
de
"ampliación"
de
la
teoría
política del
marxismo'
Para
Gramsci,
el
..equilibrio
catastrófico,,está
en el
origen
de
las
formas
del
.,cesarismo,,,
nombre
con el
cual
designa
lo
que Marx
y
Engels
llamaron
"bonapartismo"'
Para
Gramscl
por otra
parte,
el
"cesaiismo"
puede seml'
o
"not
reaccionario
o
progresista'
Cl
A.
6¡'amsci,
Cuadernos
de
la cárcel,
cit.,
v.
5,
p.
65
ss'
Cf.
K.
Marx,
E,
78 I rumar¡o,
cit.,y
F. Engels,
"Violenza
ed
economia
nella
formazione
del
nuovo
impero
tedesco',,
en ld,,Víolenzae
eco¡omia,
Roma,
Riunili,1977'pp.45.114.
9
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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:I
I
l
iI
í
,l
Lo
que
Bauer
introduce
de
nuevo
en
su
concepción
de
la
revolución
ul
vez
sea
la
idea
de
que,
después
de
la
toma
del
poder
político'
la
transforma'
ción
socialista
debe
proceáer
gradualmente'
con
el
fln
de
no
desorganizar
la
economía
y,
por
lo tanto,
de
iápedir
que
el
proletariado
pierda
el
consenso
*uvo¡,"riá,;rebemos
-dice
él-construirlasociedad
socialistagradualmente'
procediendo
paso
a
paso en
el
sentido
de
un
obietivo
claramente
concebido'
Cada
una
de
las
medidas
que
nos
llevarán
a
la sociedad
socialista
ha
de ser
cuidadosamente
examinada"'7'
La
toma
del
poder
propiamente
tal'
sin
embargo'
no
es
concebida
con
claridad.
Algunas
u.ces,
B^utt
Ia
presenta
tal
como
lo hacía
el
reformismo
socialdemócrata:
como
simple
resultado
de
la obtención
de
una
mlVoria
eiectoral
y,
consecuentemen;,
parlamentaria;
otras
veces'
en
una
formulación
próxima
a
la
de
los
bolcheviquts,
e'tatom'
del poder
le
aparece como resultado
',1.
,n"
".*plosión"
violenta'7r
Esta
ambigüedad'
se
expresó'
de
cierta
manera'
en
eimoclo
por el
cual
el
Partido
Socialdemócrata
Austriaco'
dirigido
por
los
austro-marxistas,
guió
en
la
práctica
la
cuestión
de
la
dualidad
de
poderes'
Incapaces
de
obtener
et
apoio
electoral
de
los
campesinos
y
conquistar
la
mayoría
parlamentaria
tn
Á't'i"
como
un
todo
(obtenían como
media
el
4oo/o
delos
votos),
los
socialistas
austriacos
se
valieron
de
una
sustanciai
mayoría
en
Viena
(cerca
del
6o0lo)
para
transformar
Ia
capital
en
una
especie
demodelodesocialismo,aee¡emploaltemativovisibleyconcretoalpoder
nacional
de
la
burguesía'
No
hay
duda
de
que las
realizaciones
de
la
"Viena
Roia'
en
el
terreno
de
la
cultura
y
de
la
política
social,
están
entre
los
mayores
títulos
de
gloria
del
austromarxismo
y,
de
modo
más
general'
del
movimiento
socialista
occiden-
tal.
pero
no
fueron
suflcientes
pira
obte.re,
el
esperado
consenso
electoral
nacional.
Además,
a
partir
de
cieno
momento'
fue
imposible
para
el
gobierno
burgués
soPortar
por más
tiempo
esta
situación
congelada
de doble
poder'
La
btrrguesíaaustriaca_aIcon.,*,iodelaposición,.expectat,ivi§ta,'y,enúltima
instancia,
de
estancamiento
de
la
oposición
socialista-
tomó
la iniciativa'
en 1934:
optand'o
por una
solución
fascista'
no
solo
aplastó
por
la
fuerza
el
,,conrrapoder"
dei
municipio
de Viena, sino
que
suprimió
completamente el
-l.i-""
¿.*"crático
en
Austria.
El uso
de 1a
"violencia
defensiva"
por
parte
l"i
"r"r.,"rir¿o
vienés,
se
reveló
inúril: a
pesar
de
su
heroísmo,
la explosión
l*áfu.ionr.iu
liderada
por el
partido Socialdemócrata
concluyó
en
una
."",'i.n.uderrota.Lacombinaciónd.elaluchaelectoralconunanoción
i.tJnt,uu
y
aun
"explosiva'
de
revolución
-combinación
que
se
expresaba'
en
la
prácdca,
en
una
concepción
estática
y,
de
cierto
modo,
"territorial"
de
ü
Ju.ft¿u¿
¿.
poderes-llevó
al
au§tromarxismo
a un impasse'
''
ilo
Buu..
y Max
edler
fueron
ciertamente
responsables
por
una
de
las
má,
brillurrt.,
y
originales
reflexiones
marxistas
en
el
período situado
entre
ir,
¿o,
gu.art
mundiales'
Entre
otras
cosas'
esta
originalidad
se expresa
en
elesfuerzopionerolueseríaretomadoenotronivel,enlosaños1970,porel
[r*u¿o
,,auro"omunismo"-
de
encontrar
una "tercera vía" entre
el
reformismo
,J.i-rta.*O.ru,a
(cada
vez
más
subaltemo
al
capitalismo)
y
el
bolchevismo
rcJ.
u.,
*ar
convertido
en
iustificación
teórica
del
despotismo
estaiinista)'
l.ro,up.ruraeeso,elaustromarxismonofuecapazdetornarseunefectivo
punio
á.
inn"*ión
en
la
historia
de
1a teoiía
política
marxista:
Ia
percepción
á.
algrnos
aspecros
decisivos
de la nueva
realidad
"ampliada"
del
Estado,
,..Ábin^
aún
en
ellos
con
una
visión
"doctrinaria"
y/o
poco
precisa de
Ia
¡ransición
al
socialismo.
En
1o
que
se
reñere al
concepto
de
revolución,
ellos
no
lograron
una
efectiva
supe
taciín
dialéctica
de reformismo
y
bolchevismo,
sino
que
llegaron
solo
a una
combinación
ecléctica,
o
a una
oscilación
pendular,
entrsestas
dos
corrientes
en
que entonces,
se
dividía
elmovimiento
obrero
y
socialista.
Y
eso
vale
incluso
para
la
propuesta
de
"socialismo
integral"
(una
síntesis
enrre
Ia
experiencia
soviética
de
planiñcación
y
la tradición
demo-
crfuica
del
socialismo
occidental),
formulada
por
Bauer
en
1936, después
de
un
.iu-..,
autocrítico
de
la
acción
del
partido austromarxista
durante
los
eventos
que llevaron
a la
implantación
del
fascismo
en
Austria'7a
3.2.
El
punto de inflexión:
el Cramsci
de
la
madurez
podemos
registrar
indicaciones
en
el
sentido
de una
"ampliación"
de
la
reoría del
Estado,
tanto
en
el
último
Engels,
como
en
pensadores
como
Rosa
Luxemburg
y
los
austromarxistas.
Pero
fue
ciertamente
con
el
italiano
Anronio Gramsci
que
esa
"ampliación"
recibió su
formulación
más sistemá-
tica^
Los
cuadernos
dela córcel,la
obra
de
madurez
de
Gramsci,
marcan
el
verdad.ero
punto de inflexión
en
el desarrollo
de Ia
teoría
marxista
del
Estado
y
la revolución.
Por
haber
tratado
ampliamente
el
pensamiento
de
;;
;;;;;; i, i",,
i-i,,,,,,,*,diti;i|¡ia,,in,p.,
2eo
v
ss
o.Bauer,Derwegzumsocialismus(1919),enT.BottomoreyP'Goode'Austro-MArxísm'
;;";:.lá;^;;;,
pi,itiont'
"n
"tte
sentido
tamb¡én
se
manifiestan'
en
Ia
misma
iplJr,."
flt
oura,
¿"
auknarin'que
entonces.era
el
principal
teórico
de
la Nueva
Política
Económica
(NEP),
aplicalt
t tt
Unión
so'¡ética
entre
1923
y 1928;
sobre
eso'
cf''
Nikolai
Bukharim,tev¡eartniiiti)tionetgzs-tgza'aoma'Riuniti'198o'especialmente
pp.
35-194;
lacob
Co"nAtr. to'g'i,
e'Ll'"tirn'
S:o^paulo'
Ática'
l99o;
y
Stephen
Cohen'
iioí-rr),í-iti*
uioqrafa
políücá,Río
de
janeiro'
Pazererz'1990'pp'149-3oo'
lt,
"r'"'r.,u"
,o,,t-nu
-o'tu
Bauer-
es
obra
de
pocas
horas
[" ]
La
revolución
soci¿l
presupone
la tom.
¿.t
po¿u'
po'
"l
proletariado
y
el.proletariado
solo
puede tomar
el
poder
del
Estado
por
medios
revolucionario
s"
(Der
Weg
zum
Sozíalismus'
cit''
p'15o)'
73
72
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 22/68
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7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 23/68
Gramsci,alcontrario,operaenunaépocahistóricayenunámbitogeo-
gráficoenloscualesyaserealizóunamayorconcretización(oampliación¡
del fenómeno
estatal'
El se
empeñó
por
dar
teóricamente
cuenta
de
una
intensa
socialización
de
ta
politicato
que
resultó'
entre
otras
cosas'
de
la
conquista
del
sufragio
univeisal'
de la
cieación
de
grandes
partidos
políticos
c1e
masas,
de
la
acción
efectiva
de
numerosos
y poientes
sindicatos
profe'
sionaiesydeciase.Nosololosliberales'sinoinclusolosconservadoresy
la
nueva
derecha,
para
pretender
eficacia'
tuvierbn
entonce§
que
apoyarse
en
amplios
movimientos
de
masas;
basta
pensar
en
el
caso
del
fascismo
que Gramsci,
por
oira
parte,
fue
el
primero
en
deflnir
como
un
movimiento
reaccionario
con
base
organizada
áe
masas.
La
lucha
política
ya
no
se
libra
entre,
burocracias
admiiistrativas
y político-militares
que
monopolizan
el
aparato
del
Estado,
por un lado
y'
por otro'
e§ca§as
sectas conspirativas
que
hablan
en
nombre
de
las
clases
subalternas;
ni
tienen
como
escenario
principal
los
parlameni*
"p'"tttttativos
solo
de
una
escasa
minoría
de
electores
ProPietarios'
ta
esfera
política
"restricta"
que
era
propia
de
los
Estados
oligárquicos'
tanto
autoritarios
como
riberares,
va
dando
rugar
a
una
nueva
esfera
pública
"ampliada",
caracterizada
por
el
creciente
protagonismo
de
amplias
orga-
nizaciones
de
masas.
Es
la
percepción
de
esta
socialización
de
la
política
que
permite
a
Gramsci
tlabo'*'
una
teoría
marxista
ampliadadel
Estado'
Pero
cabe
recordar
que
se
trata
de
una
ampliación
dialéctíca:los
nuevos
elementos
planteados
pot C'u*sti
"o
eliminan
el
núcleo
fundamental
de
la
teoría
"restricta"
a.
itt'*,
Engels
y
Lenin
(en
otras
palabras'
el
carácter
cle
clasey
el momento
represividetodo
pod'er
del
Estado)'
pero al
mismo
tiempo
lo
conservan
y'
modi¡can
al
desirrollarlo
a
través
de
Ia inclusión
de
nuevas
determinaciorrar.-Taa,.*o,
aquí,
en
la
reflexión
gramsciana'
un
movimientoquevadeloabstractoaloconcretoyquereproduceunmovi.
miento
diacrónico
ocurrido
en la
propia realidad
histórico-social'
Veamos
cuáles
son
las
nuevas
áeterminaciones
recogidas
por
Gramsci
en
su
concepto
de
Estado'
Examinando
Ia
superestructura'-él-distingue
dos
esferas
.rr ru
int..i*,
que
llama
"sociedad
civil"
y
"sociedad
política"
Con
esta
última
expresión,
áesigna
precisamente
el
coniunto
de
aparatos
a
través
de
los
cuales
la
clase
dominante
posee
y
eierce
el*"""p:li"-T:il'
de
hecho
de
la violencia;
Se
trata,
por
1o
tanto,
de
los
aparatos
coercltlvos
d,el
Es¡ad.o,
.n.rrrrao,
á.,
los
grupos
burocrático-eiecutivos
ligados
a las
80Desarrollémásampliamentelacuestióndelasocializacióndelapolíticaenmjlibro
Conúa
a corrente'
Ensaíos
sobre
democracia
e
socialismo'
Sáo
Paulo'
Cortez'
2ooo;
pero
cf.,
también
"Lo'
*'i'i'tt'
u
la'cuestión
democrática""
en
este
volumen'
cap
z'
fl*rzasarmadas
y
policiales
y
a
la
imposición de las ieyes. Son
los aparatos
,i
to,
.uut.t
Marx
y
Engels, en
1848-1850,
y
después de
ellos,
Lenin,
con-
..n,rrro,
la
atención'
La real originalidad de Gramsci,
su
"ampliación"
del
.on..p,O
marxista
de
Estado, aparece, al
contrario,
en
la
defrnición
de
lo
oue
él
entiende
por
"sociedad
civil".
En Marx
y
Engels,
que
en
eso
siguen
esencialmente
a
Hegel,
"sociedad
civil"
(obiirgerlische
Gesellschaft)designa
siempre
el
conjunto
de
las
relaciones
económicas
capitalistas,
Io
que
elios
rambién
llaman
cie
"base
material"
o de
"infraesttuctura".
En Gramsci,
el
término
"sociedad civil"
designa,
por
ei
contrario, un
momento
o una
esfera
de
la
"superestructura".8'Designa,
más
precisamente,
ei
conlunto de
las
ins-
tiruciones
responsables
por
la
representación
de los intereses
de
diferentes
grupos
sociales,
así
como
por
|a
elaboración
y/o
difusión de
valores simbó-
iicos y de
ideologías; ella comprende,
de este
modo,
el
sistema escolar,
las
igt.rirr,
los
partidos
políticos,las
organizaciones
profesionales,
los medios
de
comunicación,
las
instituciones de
carácter científlco
y
artístico, etc.
Estas
dos
esferas
se
distinguen,
iustificando
así
que
reciban
en Gramsci
un
traramiento
relativamente autónorno,
pot
la
función
que
eiercen en
la
organización
de
la vida social
y,
más
específlcamente,
en
la articulación
y
reproducción
delas
relaciones depoder.Enconjunto,
ias dos esferas
forman
el
Estado
en
sentido
amplio, que
es
deflnido
por
Gramsci
como
"sociedad
polírica
+
sociedad
civil,
esto
es,
hegemonía
acorazada
de coerción".8'
En
e§e
sentido,
las
dos
esferas sirven
para
conservar
o
transformar
una de-
terminada
formación
económico-social,
de
acuerdo
con los intereses
de
una
clase
social
fundamental en
el
modo
de
producción capitalista. Sin
embargo,
la
manera
de
dirigir
esta
conservación
o transformación
varía
en
los
dos
casos.
En el
ámbito
de
la
"sociedad
civil", las
clases
buscan eiercer
suhégemonía,en
otras
palabras,
buscan
ganar
aliados
para
sus
proyectos
a
rravés
de
1a direccíóny del consenso. Por
medio
de
1a
"sociedad
política"
-que
Gramsci
también
llama,
de
modo
más
preciso,
"Estado
en
sentido estricto"
o
"Estado-coerción"-,
al
contrario, se
ejerce
siempre
una
"dictadura",
o,
más
precisamente,
u¡a
dominación
fundada
enla
coerción.
Pero, además de esta distinción funcional,
las
dos
esferas
se distinguen
también
por
una materialidad
(social)
propia:
mientras
que
la
"sociedad
política"
tiene
sus
portadorés
materiales en
los
"aparatos
coercitivos del
Estado",
los
portadores
materiales
de la
"sociedad
civil" son
lo
que
Gramsci
Una
rigurosa
investigación filológica
de
esta
cuestión
(aunque
con
problemáticos
resultados
teó
ricos)
puede
ser
enco ntrad
a
en
t'l
orberto
Bohbio,
0
conceir
a
de
sociedadc
civil,
Río
de
faneiro,
Graal,
r982,
pp.t9-53.
A. Cramsci,
Cuadernos de
la cárcel, cit.,
v.
3,
p.
76.
8T
-46-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 24/68
,,
llama
"aparatos
'privados' de
hegemonía"'
Mientras
los
primeros'
como
el
nombr"ioindica,implicanunarestriccióndelacualelgobernadonopuede
escapar
(si
sus
determinaciones
no
§on
cumplidas'
esto
dene
como
efecto
una
sanción
coercitivamente
aplicada),1os
segundos
son
organismos
socia-
les
"privados",
lo
que
signifrca
que
la
adhesión
a
los
mismos
es
voluntaria
f
no'.o.r.itiua,
hacié.rdolos
así
relativamente
autónomos
en
relación
con
el
Estado
en senrid.o
estricto;
sin
embargo,
se
debe
observar
que Gramsci
pone
et
aa¡etivo
"privado"
entre
comillas'
queriendo
con
ello
signiñcar
que
:.
p.r".
de su
carácter
voluntario
o
,.contractual,,-rienen
una
indiscutible
diáensión
pública,
en la
medida
en
que
son
parte integrante
de las
relaciones
de
poder enuna
determinada
sociedad'
á.rmsci
registra
así
el
hecho
nuevo
-
históricamente
nuevo
-
de
que
la
esfera
ideológica
o simbólico-axiológica'
en las
sociedades
capitalistas
más
avanzadas,
que
é1
llama
"occid'enta1es"'
ganó
una
autonomíamateriql
(y
no
solo
funcional)
en relación
al
Estado
en sentido
estricto;
y
eso
es
verdad,nosolamenteconrelaciónalosnuevosorganismoscreadosporel
protagonismo
político
de
las
clases
(partid'os' sindicatos'
etc')'
sino
también
frente"a
vie¡as
insrituciones
heredadas
por
la
sociedad
capitalista
(como
las
Iglesias
o el
sistema
escolar)
83'
La
necesidad
de conquisur
el
consenso
como
condiciónsinequanondeladominaciónimponelacreacióny/orenova.
ciónd.edeterminadasinstitucionessociales,quepasanafuncionarcomo
porradores
mareriales
especíñcos
(con
estructura
y
legaiidad
propias)
de las
reiaciones
sociales
de
heiemonía'
Y
es esta
independencia
material
-base
de
la
autonomía
relativa
asrimida
ahora
por la
figura
social
de
la
hegemonía-
la
que
funda
ontológicamente
la
"sociedad
civil"
como
una
esfera
específica'
d,otada
de
legalidad
propia, funcionando
como
mediación
necesaria
entre
ia
base
económica
y
el
Estado
en
sentido
estricto'8a
Un
esquema
gráflco,
de
valor
puramente
didáctico, tal
vez
ayude
a visua-
lizar
mejor
la
concepción
de
Gramsci:
ESTADO
(supremacía)=
sociedad
polirica
sociedad civil
dictadura
coerción
dominación
hegemonía
con§enso
dirección
8a§e
material
apamtos coerci ivos
v burocráticos
aparitos
"privndos'
de hegernotria
decir
que los
ap¿ratos
de
hegemonía
también
se alf"ierrc¡an
en
"orgánicos"
Y
privados
de
hegemonía":
el
concepto althusseriano
sugiere una relación
umbilical
los apararos
,,trr¿i.¡onrilijl
rr.*¿r4",
por.t
.riit.tiriro
d.
fo,*"¡onts
sociales
P'
86)
-
de
que
la
ideología
(o
sistema
de
ideologías)
de
las clases subalternas
pueda
anteriores
-
tendrían
una
mayor
autonomí.
"n
,utr.lón
.o-n
i;
;;t;
creadas
por la
obtener
la
hegemonía antes
incluso de
que
tales
clases
ocupen
el
poder
del
Estado'
diferentes
proyectos
de
hegemonía,
batalla
cuyo
resultado
llevaría
ciertos
aparatos
en la
concepción de
la
revolución socialista:
al
contrario
de Gramsci'
la
posición de
,.tradicionares,,a
arinearse
en
mayor
medida
con
esta
o
aquella
clase
social'
il:::::::,T:iiii::i"':'Ji::1fli'T[:
ff:'::']i::::#:il'::i:l;:.:'::
Como el
propio
esquema busca
indicar, Gramsci
-aunque
insista
en
la
diversidad
estructural
y
funcional de las
dos
esferas- no niega
el
momento
unitario
de
éstas.
Así, al deflnir la
"sociedad
política"
la
caracteriza
como
"el
apararo
de coerción
estatal
que
asegura'legalmente'
la
disciplina
de 1os
grupos
que
no'consienten',
ni activa ni
pasivamente,
sino
que
es
constituido
para
toda
la
sociedad,
en la
previsión
de los
momentos de
crisis en el comando
y
en
ia
dirección,
en
los cuales
fracasa el
consenso
espontáneo""8s
Y,
en otro
pasaje
de
los
Cuadernos,
explicita
aun meior
la
dialéctica
de unidacl en
la
diversidad
que
existe
entre
las
dos
esferas:
"La
supremacía
de
un
grupo
social
se
maniñesta
de
dos maneras:
como'dominación'y'como
dirección
intelectual
y
moral'.
Un
grupo
social
es
dominan¡e de los
adversarios
que
úende
a'liquidar'
o
a someter
también mediante la
fuerza
armada;
y
es diri-
gente
de los
grupos
añnes
o
aliados".86 En este
pasaie
,1.a
stLpremacír¿
aparece
como el
momento
sintético
que
uniñca
(sin
homogeneizar) Ia
hegemoníay
la
dominacíón
Las dos
funciones estatales,
de
hegemonía o
consenso,
y
de
domiñación
o
coerción,
existen
en
cualquier forma de Estado
moderno;
pero
entre
Gramsci
y
Althusser,
cf.
C.
N.
Coutinho, lntroducción
a Gramsci,
cit.,
P.
118
ss.
85
Cramsci,
Cuadernos, cit.,
v.4,
p.351.
86
lbid.,
v.5,
p.337.
84 TambiénLuisAlthusselpropusounateoría"ampliada-delEstadoensufamosoensayo
"ldéologie
et
apprr"¡f
,
¡¿áogiq;es
d'Éut'
(en
ld''
Posítíons'París'
Éditions
Soclales'
1g76,pp.67-125\.Er
p,opio
nriñ's'er'
sin
embargo'
deia
claro
que
su
teoría
no coincide
con
la
de 6ramsc¡,
."
l'
;;;il;;;
iue
no
hav
identidad
entre
"aparatos
ideológicos
Funciones
-48-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 25/68
&
§i
i
el
hecho
cle
que
un
Estad'o
sea
menos
coercitivo
y
más
consensual
(o
que
se
rl
i*p""g.
*.no,
po'
la dominación
y
más
por la
hegemonía)'
o
viceversa'
dependerá
esp".iur','""tJ
a"i
g'^ao á"
autonomía
rel**t
ut
]i::*::::::l
corro
del
predominio
en
el Estado
en
cuestión
de
los aparatos
pertenecrenles
'
a
una
o
a
otra.
Y
ese
predominio'
a su
vez'
no
depende
solamente
del
grado
de
socialización
de
1a
poiítica en
esa
§ocied'ad'
sino
también
de
la
correlación
de
fuerzas
entre
las
clases
que
disputan
la
"supremacía"'
Esta
ampliación
del
concepto
de
Estado
está
en
lá base
de
la
reformulación
de
la
ieorÍa
de
la
revolución
socialista
en
Gramsci'
En
formaciones
sociales
donde
no
se
desarrolló
una
sociedad
civil
fuerte
y
autónoma'
donde
la
esfera
de
lo
icleológico
permaneció
umbilicalmente
ligada'
U"'""-1t:1::
1t^]-'
isocieclad
potí,i.""
(es
decir,
monopolizada
por
ella)
-y
en
este
caso'
pero
soloenestecaso,tienesentidohabtarde"aparatosideológicosdeEstado"-'
la
lucha
de
clases
se
entabla,
predominante
o
exclusivamente'
teniendo
en
vista
la
conquista
y
.on"'uutión
del
Estado
en
sentido
estricto;
es
lo
que
ocurreenlassociecladesqueGramscillama..orientales,,y,enparticular,
fue
este
el
caso
específ,co
áe
la
Rusia
zarista'
Ya en
las
formaciones
sociales
de
tipo
"occidental",
aonat
'"
da
una
relación
equilibrada
trrt::t::::1Í
;;*"""
y
"sociedad
civil",
la
lucha
de
clases
tiene
como
terreno
anterlor
y
decisivo
los
aparatos
"privados"
de
hegemonía'
en
la
medida
en
que
esta
lucha
se
orienra
a
ra
obtención
de
ra
dirección
político-ideorógica
y
del
con-
senso
(o,
en
otras
p"f'O*t,
a
Ia
formación
de
1o
que
Gramsci
llama
también
,,volunradcolectivanacional-popular",encuantoexpresióndeunnuevo
bloque
social
Pluriclasista)'
En
el
primer
caso,
donde
el
Estado
es restricto'
el
movimiento
revolucio-
nario
se
expresa
a
través
de la
"guerra
de
movimiento"'
es
decir'
como
choque
fronral,
como
algo
.*pfo'i'ol
concentrado
en
el tiempo'
En
el
segundo
caso,
cuando
.f
f,t^¿o
vl'e
amplió'
el
centro
de
la
lucha
de
clases
está
en
la
"guerra
de
pori.iOn';,
t'to
t''
tt'
ut'"
tonquista
progresiva
(o
procesal)
de
espá.io.
en
el
seno
y
a
trav
és
d'elasociedad
civil'
Gramsci
resume
ttu'u*""t
su
posición
en
la
célebre
frase
en
que defl-
ne
la
"novectaa"
ae
tt"
"ot"upto'it
Estado
y
revolución'
en
relación
a
la
experiencia
de
los
bolcheviques:
Me
parece
que
Ilitch
[Lenin]
había
comprendido
la necesidad
de
un
cambio
de
la
guerra
de
movimitt'to'
apiicada
victoriosamente
en
el
Oriente
en
r9rz,
hacia
Ia
gu.,t' át
po'iti¿
i'únicaposibte
en
el occidente
["'l
Este
me
irarece
es
e1 signiñcado
áe
h
fórmula
del
'frente
único'
[propuesta
por
Lenin
en
lq2lj
[
..]
Solo
que Ilitch
no
tuvo
tiempo
para
profur.rdizar
su
fórmula'
inclusoteniéndose.rr.u..r,"q,.r"élsolopodríaprofundizarlaenelnivel
teórico,
ya
que la
tarea
fundamental
era
nacional,
es decir,
requería
un
reconocimiento
del
terreno
y
una
fijación
de
los
elementos
de
trinchera
v
forraleza,
representados
por
los
eiementos
de
ia sociedad
civil'
En
el
brienre,
el Estado
era todo
y
la sociedad
civil
era
primitiva
y
gelatinosa;
en
el
Occidente,
entre
Estado
y
sociedad
civil
había
una
relación
equilibrada:
a
un
desorden
del
Estado,
inmediatamente
se
percibía
una
robusta
estructura
de
la
sociedad
civil.
El Estado
era
solamente
una
trinchera
avanzada,
detrás
de
la
cual
estaba
una
sólida
cadena
de
fortaiez
as
y
bunkers;la
proporción
variaba
de
Estado
a
Estado,
como
es
evidente,
pero
esto
precisamente
exigía
un
cuidadoso
reconocimiento
de
carácter
nacionai.s'
Cuando
el
país
presenta
una
sociedad
civil
rica
y
pluralista
(es
decir,
cuando
es
de
tipo
"occidenral"),
la
obtención
de
una
amplia
hegemonía
debe
preceder la
toma
del
poder.
La
clase
que
se
propone una transformación
revolucionaria
de
la sociedad
debe
ser
dirigente(o
hegemónica)
antes
de
ser
dominante:
Un
grupo
social
-
observa
Gram5gi
-
puede
y de hecho
debe
ser
dirigente
antes
de
conquistar
el
poder gubernamental
(esta
es
una
de
1as condiciones
principales
para
la
propia
toma
dei
poder);
después,
cuando
ejerce
el
poder,
e
incluso
que
1o conserve
flrmemente
enlas
manos,
llega
a ser
dominante,
pero
debe
continuar
siendo
también'dirigenre'.Es
Y es
interesante
observar
que
Gramsci
añrma
aquí
una
posibilidad
(o
mejor,
para
é1,
una
necesidad) que
fue
explícitamente
negada
por
Marx
y
Engels,
cuando
todavía defendían
una concepción
"restricta"
del
Estado:
la
de
que una
clase
aún
no dominante
en
el
plano
del
poder
político, ya sea
dirigtnte
en el
plano
ideológico.Es
Gramsci
diría
que,
con
el
surgimiento
de
la sociedad
civil como esfera
relativamente
autónoma,
este
monopolio
de
la
propiedad
de
los
medios de
producción
intelectual
por
Ia
clase
dominante
cesa: se
crean entidades
culturales
ligadas
a
las
organizaciones
de
las
clases
subalternas
(periódicos,
revistas
culturales, editoriales,
etc.);
además de
esto,
la ideología
de estas
clases
encuentra
difusión en
el
propio
seno
de Ios
aparatos hegemónicos
"tradicionales"
(sisrema
escolar,
Iglesias
separadas
del
87
88.
89
lbid.,
v.3,
p.
rs7.
lbid.,
v,
s,
p.
¡¡a.
Marx
y
Engels, al contrarlo,
pensaban
lo
siguiente:
"Las
ideas
de
la
clase
dominante
son,
en todas
las épocas,
las
ideas
dominantes;
es
decir, la clase
que
es
potencia
material
dominante
en
la sociedad
es, al
mismo
tiempo,
su
porenci;
espirirual
dominante.
L¿
cl¿s€
que
dispone
de los medios
de
producción
material dispone
con
eso,
al mismo
tiempo,
de
f os
medios
de
producción
intelectual"
(Marx
y
Engels, Laideología
alemana,
ciL.,p.4d.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 26/68
Esrado,
etc.).
Se
convierte
así, no solo
posible,
sino
hasta
necesario
(en
funció¡
de la toma
del
poder)
que
la clase
que
es candidata
al
dominio
político,
yqsea
previamentehegemónicaenelplanoideológico,
o enlaterminologíagramsciana,
ya
tenga
la
"dirección
intelectual
y moral" de
la
sociedad'
por
Io
tanto,
vale
la
pena
registrar
que
Gramsci
está
conciente
del hecho
de
que su nuevo
concepto
de
Estado
implica
también
una
nueva
teoría de
l¡
revólución:
reoría
esta
que
é1
contrapone
explícitamente
a
la
vieia
teoría de
la
.,revolución
perrnanente",
ral como
esta
fue
elaboiada
por
Marx
y
Engels
en
r85o,
y posteriormente
defendida
por
Trotsky.
Dice
Gramsci:
Concepto
político
de la llamada
.revolución
permanente,,
surgido
antes de
1848,
como expresión científicamente
elaborada
de las
experiencias iacobinas
de 1789
hasra
el
Termidor.
La fórmula
es
propia
de un
período histórico
en el
cualnoexistíanaúnlosgrandespartidosdemasaylosgrandessindicatos
económicos,
y
ia sociedad,
por así
decir, todavía
estaba
en
estado
de
'fluidez'
bajo
muchos
aspectos
[...]
En
el
período
posterior a
1870'
las
relaciones
organizadvas
intemas
e
internacionales
del
Estado
se vuelven
más compleias
y
Jensas,
y
la fórmula
tipo
-1848 de la' revolución
permanente'
es
elaborada
y
superadaer.laciencia
política,
por la fórmuia
de la
'hegemonía
civil'.
ocurre,
enel
ame
político,
lo
gue
ocurre
en el
arte
militar:
Ia
guerra
de
movimiento
se
vuelve
cada
vez
más
guerra de
posición'eo
Con
eso,
Gramsci
quiere destacar
el
carácter
procesualy
molecular
de]la
transición
revolucionaria
en las sociedades
"occidentales":
la
expansión
de la
hegemonía
de
las
clases
subaltemas
implica
la
conquista
progesiva
de
posiciones
a través
de
un
proceso
gradual de agregación
de
un
nuevo
bloque
histórico,
que
inicialmenre
akera
la
correlación
de
fuerzas
en
Ia sociedad
civil
y
rcrmina
por
imponerla
ascen§ión
de
una nueva
clase
(o
bloque
de
clases)
al
poderdelEstado.
¡.¡.
La
dualidad
de
poderes
en
la
"escuela gramsciana":
de
Togliatti
a
Poulantzas
En
su
obra
de
madurez,
1os cuader
no
s
de la cár
c e7,
Gt amsci
iamás
se
refi
ere
a la noción
de
dualidad
de
poderes.
No existe,
en
esta
obra,
una
respuesta
explícita
a
la
siguiente
cuestión:
la
nueva
teoría
procesual
de
la
revolución
,o.i"lir,u
por
é1
formulada,
¿es
compatible
con
la
idea
de
la dualidad
de
poderes,
aun
baio
nueva
forma,
o
hay
una
relación
de
exclusión
recíproca
entre
aquella
teoría
y
esta
idea?.
Es interesante
observar
que
Ia
respuesta
a
go
Cramsci,
Cuadernos,
cil, v-
5.
p.
22.
esta
cuestión
varía
entre los
pensadores
que
se
sitúan
en
la línea indicada
oor
Gramsci,
o
sea,
que
aceptan
(o
desarrollan)
sus
nuevas concepciones
de
ir,rdo
y revolución.
Me
voy a detener
aquí, en
el
examen
resumido
de dos
oosiciones
divergentes:
la
del
marxista italiano
Giusseppe
Vacca, que interpreta
el
concepto
de
doble
poder
para
compatibilizarlo
con la
concepción
procesual
de
[a
revolución;
y
la del
greco-francés
Nicos Poulantzas,
que
rechaza
enfá-
dcamenre
la
posibilidad
de
concebir
1a estrategia
de
transición,
que
él llama
,,socialista
democrática",
como
intento
de
estabiecer
una dualidad de
poderes.
ya
que
las
posiciones
de
Vacca aparecen
en
un
iibro
en
que
trata de las [or-
mulaciones
de
Palmiro
Togliatti,
buscando
mostrar
el
vínculo
de con¡inuidad-
renovación
entre
estas
concepciones
y
las
de
Gramsci,e'me
parece
oportuno
resumir
brevemente
las
concepciones del
propio
Togliami.
partiendo
delos Cuadernos
de
la cárcel
(con
cuyos
manuscritos entra
en
contacro
en
1938,
un
año d.espués de
Ia
muerte
de
Gramsci)
y
de sus
propios
análisis
sobre
el fascismo
y
la
revolución
española de
t9s6-tgzg,"
Togliatti
elabora -
cuando
retornó
a
Italia,
en 1944
-
el
concepto
de
"democracia
progresiva".
La
"democracia
progresiva", vista como
un
régimen
en cons-
tante
progreso,
en
permanente
construcción,
se
le aparece como
el terreno
institucional
adecuado
para
la explicitación
de la
guerra
de
posiciones por
la
conquista
de
la hegemonía.
En
su
opinión, al
combinar
instituciones
representativas
tradicionales
(parlamentos,
etc.)
con
nuevos
y
cada
vez
más
numerosos
organismos
de democracia de
base
(conseios
de empresa,
de
barrio,
etc.),
la
forma
político-estatal
de la democracia
progresiva
abre
espacio
para la
superación
gradual
del
capitalismo mediante
la realización
de
"reformas
de
estructura",
tanto
políticas
como
económicas.
Para
Togliatti, la
oposición
entre
el
poder
de las vieias clases
dominantes
y
el
nhevo
poder
de
los
trabajadores,
ya
no se encarna,
como en Lenin
y
en
Trotsky,
en
una
oposición entre diferentes formas institucionales:
por
eiemplo,
de
un
lado,
la
democracia
parlamentaria
representativa
(que
Lenin llamaba
Giuseppe
Yacca, Saggio su
Togliani e
la
tradizíone
comunista, Bar¡,
De
Donato,
1974.
Con
un
nuevo
enfoque, en el
cual
busca
fundamentar teóricamente
los
momentos
de
continuidad
que
luzga
ver
en I
a
reciente
ruptura
con
la
"trad
ición
comun
¡sta"
-
ru
ptura
que
llevó, en un
primer
momento,
a
la conversión
del Partido
Comunista ltaliano
(PCl)
en
Partido
Democrático de
la lzquierda
(PDS)
-,
Vacca
volvió
al tema de su
libro
de
1974,
escrito en
plena
"fase
heroica"
de
la
expansión del
eurocomunismo,
en un
nuevo
-trabajo,
titulado
precisamente
6ramsci eTogliaai,Roma,
Riunití,
199r.
No
es aquí
el lugar
para
analizar hasta
qué
punto
Vacca está
en lo
correcto al concebir
aquella conversión
no
como
una
simple
ruptura
(o
abandono), sino como
un nuevo
movimidnto
dialéctico
de
conservación-renov¿ción.
Cf.,
en
particular,
P. Togliatti,
Lezioni sul
fascismo, en
ld-, Opere scelte,
Roma,
Riuniti,
1924,
pp.255-268.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 27/68
.,burguesa',),
y,
de
otro,
los
organismos
de
democracia
directa o
..soviética,
(llarnada
.,proletaria").
Esta
oposición
pasa
tambié
n
por el ínterior
clF
las
tradicionales
formas
institucionales
del
Estado
democrático;
y
se eXpreSa
no
.
solamente
a
través
de la
implementación
de
diferentes
poiíticas
sustan¡iVas,
sino
rambién
en
el
modo
por
el cual
se
articulanformalmentevatios
de
los
apararos
del
Estado
(mayor
peso del
Legisiativo,
incidencia
institucional
eiecriva
de
los organismos
de
democracia
directa,
etc.).
La añrmación
de
la necesidad
de
,.quebrar"
la
vieia
máquina
del
Estado,
recogida
por
Lenin
de
algunos
textos
cle
Marx,
es concretizada/Superada
por
Togliatti.
Él
dice:
Marx
y
Engels,
primero,
y
después
Lenin
af,rmaron
que
el
aparato
del
Estado
burgués
no
puede servir
para
construir
la
sociedad
socialista.
Este
apararo
deÚe
se¡ quebrado
y destruido por la
clase
obrera
y
sustituido
por el
aparato del
Estado
proletario.
¿Esta
posición
continúa
plenamente
veliaa
iroyZ
En efecto,
cuando
añrmamos
que
es
posible
un camino
de
avance
para
el sócialismo,
no solo
en el
terreno
democrático,
sino
también
utilizando
formas
parlamentarias,
es
evidente
que
corregimos
algo
de
esta
posición,
llevando
en cuenta
las
transformaciones
que
tuvieron
y
todavía
tienen
lugar
en
e1 mundo.el
La
frase
de Togliani
parece indicar un
explícito
rechazo
a
Ia
idea
del
doble
poder. No
es
ésta,
sin
embargo,
la
opinión
de
Giusseppe
Vacca'
en su
agudo
análisis
de la
obra de
Togliani.
Él
parte del
explícito
reconocimiento
de
la
novedad
de
la
teoría
revolucionaria
contenida
en
las
formulaciones
de
Gramsci
y
de Togliatti:
'Al
aceptar
la
perspectiva
[...]
del avance
para
el
soclalismo
en
la
democracia
y
en la
paz,
introducimos
eI concepto
de
un
desarrollo
gradual,
en el
cual
es
bastante
d.ificil
decir
precisamente
cuándo
tiene
lugar
el
cambio
de
calidad".,a
sin
embargo,
Vacca intenta
combinar
esta
concepción
procesual
de
la transición revolucionaria
con
un
concept6
igualmente
procesual
de
la
dualidad de
poderes:
"Tal
movimiento
de
masas
p...nr.r".,.
y
organizado
[como
condición
para el
funcionamiento
de
la
áemocracia
progresiva] se
puede
configurar
como
aperturade
un
dualismo
depoderes
de dl]raciónhistórica".e5\Yacca
retoma
aunaidea de
Max
Adler,
explícitamente
rechazada
por
Trotsky:eó
aquella
de
que
es
posible
y
deseable
P.
Tog
liatti,
"La
vía italiana
al
socialismo",
en
ld., Opere
sceke,
cil',
p'
758
'
C.
Vacca,
Sagqí o
su Togl¡ar.í,
cit.,
p.
397.
tbid.,
p.
327.
"Max
Adler, en
Austria,
y
Hilferding
y
Kaustky,
en
Alemania,
propusieron'combinar'la
democracia
con
el sistema
soviético
por
medio
de
la
integración
de
los
soviets
obreros
insrirucionalizar
la dualidad
de
poderes:
"Su
propia
existencia
[del
partido
,.yelucionario
legal
y
de
masas]
constituye
una
primera
y
embrionaria
ins-
rirucionalización
de
aquel
peculiar
dualismo
de
poderes
de
larga
duración
[...]
La
democracia
progresiva
[...]
es
una forma
institucional
caracterizada
por
la
proyección
de
una
particular
forma
de dualismo
de
poderes
en el
arco
de
una
comPleta
fase
histórica".e7
Esramos
así
delante
de
un
interesante
intento
de
articular
el
concepto
de
dualidad
de poderes
con
la
concepción
"procesual"
de
ia
revolución
que
se
origina
en
Granrsci,
una
articttlación
qr-re
transfbmla
radicalmente
este
concepto,
retirándole
el
carácter
"explosivo" y
de
breve
duración
(que
es
propio
de
Marx
y
Engels
en
r85o
y,
especialmente,
de Lenin
y
de Trotsky)
y
concibiendo
el
doble
poder
también como
un
proceso.e8
No creo
que
sea
necesario
insistir
en
el
hecho
de
que
esta
concepción del doble poder como
proceso
que
envuelve
toda
una
época
histórica, implica
una
sustancial
al-
teración
del concepro "restricto" de Estado: si una situación
de
doble
poder
se
puede
mantener
por
largo
tiempo,
esto
signif,ca
que
el Estado
ya
no
es
la
encarnación
directa
e
inmediata
de Ios intereses
de la
clase dominante
(no
es
simplemente
el
"comité"
de
esta
o su
"poder
de
opresión"),
sino
que
tqmbién
es el resultaclo
de
un
equilibrio
dinámico
y
cambiable
entre
clases
dominantes
y
clases
subaltemas,
en
el
que
estas
últimas
consiguen
(o
pueden
conseguir)
implantarposiciones
depoder enel seno
de
los apararos
del Estado.
La
formulación
hasta ahora
más
incisiva
de
esta
teoría
ampliada
del
Estado,
y
de
esta
concepción
procesual
de
la
transición al socialismo,
me
parece
estar
contenida
en
los
últimos
trabajos de Nicos
Poulantzas.
Des-
pués
de
una
fase
en
que
fue
profundamente
influido
por
el esquematismo
formal-estructuralista
de
Althusser,ee
Poulantzas
no solo
retomó
y
desarrolló
sus
dtígenes
gramscianos,
sino
que
también
adhirió explícitamente
a las
propuestas
estratégicas
del
eurocomunismo, inspiradas
en
gran
parte
en las
;;";;";;;;;:;;;
;,,;, ;,;;;;;;;;;;;;,,a
suerra
c¡vi,, de
potencia,
o
dec,arada,
en
un componente
dei régimen
del
Estado_
No se
podría
imaginar
utopía más
curiosa,,
(Trotsky,
A
históriada
Revolugño
Russa,
cit.,
p.t9o).
97
Vacca, Saggio
su
Togliani,
cit.,
p.
3g6.
lgualmente,
en
el
cuadro de
una
concepción
procesual
de le revolución,
Agnes
Heller
defendía
explícitamente,
en
tanto
todavía marxista,
l¿ aaualidad
del
doble
poder:
,.Según
-pienso,
el
'doble poder'es
un óptimo
punto
de
partida
para
la
transformación
socialista.
Pensemos,
por
ejemplo,
cuan
positivo
sería,
en la Europa
de
hoy,
un sistema de
doble
poder,
en el cual
-
al lado
de
la dirección
parl¿mentaria
-
actuase
concretamente
un sistema de
consejos
populares"
(A.
Helle¡
para
mudar
a vída,
Sáo
paulc,
Br¿sil
iense,
$82,
p.72).
Cl,
por ejemplo,
N.
Poulantzas,
pouvoir
politique
et classes
sociales,
paris,
Maspero,
1968.
98
93
94
95
96
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 28/68
f,
+
t:
formulaciones
de
Togliani
y
del
Partido
Comunista
Italiano.'oo
Eso
Ie
permitió
formular,
como
síntesis
de sus
brillantes
análisis
del
poder
capitalista.
en
:
varias
de sus
formas,'o'una
concepción
del
Estado
y,
especialmente, de
Ia
l
transición
al
socialismo
que
se sitúa
entre los
puntos
más
altos
de
reflexión
marxista
contemporánea.
Es
importanre
resaltar,
en
primer lugar,
que
Poulantzas
se revela,
quizá5
más
arenro
que
muchos
marxisras
italianos,
al
hecho de
que
la ampliació¡
del
Esrado
no se limita
a la
gestación
y
difusión
de los
"aparatos
privados
de
hegemonía",
sino
que
se
encarna
también
en
la
presencia masiva
de
agenciaS
estatales
en el
área
económica:
interviniendo
directamente
en
la
reproducción
de1
capital
social
global, e1 Estado
capitalista
contemporáneo
obriene
de
esta
intervención
-y
no solo
de
los aparatos
específicamente
ideológicos-
buena
parre
de
sus
actuales
mecanismos
de legitimación
y
de
búsqueda
de
consenso.
En
este
sentido,
se
puede decir
que
Poulantzas
incorpora
a la
tradición
gramsciana muchas
de
las
formulaciones
de la
teoría
francesa
sobre
el
capitalismo
monopólico
del
Estado,
y
de
las
posiciones
de los
marxistas
alemanes
ligados
a
la "escuela
de
la derivación",
aunque
1o
haga
de modo
expresamente
crítico,
esto
es, sin
compartir
una
cierta
unilateralidad
"economicista"
pre§ente en estas
dos
corrientes'
Y, en segundo
lugar,
se
debe
recordar
que
las sugerencias
de
Poulantzas
son
innovadoras
también
respecto
a
la relación
entre
el
concepto
ampliado
de
Esrado
y
la
problemática de la
transición
socialista.
En
su
intento de deflnir
el Estado,
Poulantzas
comienza
por
subrayar
el
momento
de
continuidad
entre
§u
reflexión
y
el
núcleo
básico
del
pensamiento
marxista.
Dice:
"Este
Esrad,o
[capitalistal,hoy
como
enelpasado,
debe
representarelinterés
polí-
úco
alargo
plazo
del
coniunto
de
la
burguesía
(el
capitalista
colectivo)
baio
la
hegemonía
de
una
de
sus
fracciones".'o'Sin
embargo,
poco
después,
él
presenra una
definición
sintética
del
fenómeno
estatal
en el
cual
se
expresa
claramente
el
momento
de
la
renovación:
El
Estado
[...]
no debe
ser
considerado
como
una entidacl
en
sí,
sino
-al
igual
que,
por
otra
parte,
se
debe
hacer
con el
"capital"-
como
una relación:
más
exadamente,
como
la
condensación
material
de una
correlación
defuerzas
entre
clases
y
fracciones
de clases,
tal como
esta
se
expresa,
siempre
cle
modo
especíñco,
en
el
seno
del
Estado.'"3
Esta
definición
poulantziana,
que
articula
el
nírcleo
de
la concepción
,,restricta"
(el
carácter
de
clase
del Estado)
con
su
manifestación
concreta
ransfigurada(el
Estado
como resultado
de
una
"correiación
cie
fuerzas"),
se
inspira
directamente
en
Gramsci.'o4
Sin
embargo,
cuando
"aplica"
su
teoría del
Estado
a
la
estrategia
de
la
ransición
al socialismo,
Poulantzas
revela
-así
como
los teóricos
clel
eu-
rocomunismo
italiano-
que
superó
dialécticamente
a
Gramsci,
añadiendo
nuevas
deteüninaciones a
la
teoría
de
la
revolución formulada por
esre
úlrimo:
mientras
Gramsci
concibe
la lucha
por
la
hegemonía y
por
la conquisra
cle
posiciones
como algo que
se
procesa
en el
seno
de
la
sociedad
civil
(cle
los
"aparatos
de
hegemonía"),
Poulantzas va más allá
y
habla
explícitamenre
de
una
lucha
"procesual"
que
se libra
también en el propio
inrerior
de
los
aparatos
estatales
en
sentido
restricto, es
decir,
en
lo
que
Gramsci
llamó
"sociedad
política".
Poulantzas
dice:
Este
proceso
a
largo
plazo
de
toma
del
poder
en
una
vía democrática
ai
socialismo
consiste,
en lo
esencial,
en desarroliar,
reforzar,
coordinar
y
dirigir
los centros
de
resistencia
difusos
de
que
las
masas
siempre disponen
en
el seno
de
las
redes
estatales, c¡eando
y
desarrollando
nuevos,
de
tal
modo
que
estos
centros se tom
en, en el terreno
estratégico
qtte
es
el
Estado,
lqi centros
efectivos
del
poder
real.
Por
10 tanto,
no
se
trata de
una simple
alternativa entre
guerra
frontal
de
movimiento
y guerra
de
posiciones,
ya
que
esta última
-
en el
sentido de
Gramsci
-
consiste
siempre en
un
cerco
al
Estado-fortaleza.'os
ro: lbid.,
p.
r4r.
ro4
Entre
otras afirmaciones
análogas,
se
puede
leer
en los Cuadernos
de
la
cárcel el
siguiente
pasaje:
"La
vida
estatal debe
ser concebida
como
una cont¡nua formación
y
superación
de
equilibrios
inestables
(en
el ámbito de la
ley)
entre los
intereses
del
grupo
fundamental
y
los intereses
de los
grupos
subordinados,
equilibrios
en los
cuales
los
intereses
del
grupo
dominante
predominan,
pero
hasta
cierto
punto,
no
hasta el
.
restricto
interés económico-corporativo"
(Cramsci,
Cuadernos,
cit., v.5,
p.3B).
to5
Poulantzas,
L'Émt,
le
pouvoir,
le
socialísme,
cit.,
pp.
285-286.
No
es este el lugar para
discutir
hasta qué
punto
es
correcta
esta interpretación
de la
teoría de la revolución
deCramscicomounaestrategia,enúltima¡nstancia,de"cerco'alEstadc;megustrria
registrar,
con
todo,
que,
aunque
ella no
me
parezca
corresponder
inlegralmenle a
la
visión
"procesual"
de Cramsci,
eso
no anula
el
hecho
de
que
poulantzas,
al hablar
en
02
Cf.,
por
eiemplo,
la entrev¡sta
"Parcours: vers
un
eurocommunisme
problematique"'
concebidl
por Poulantzas
en
iulio
de
1929,
poco
antes
de su
trágica
muerte,
e
incluida
en
la
selección
póstuma
Rep¿res.
Textes
sur
l'État,
Paris,
Maspero,
I98o,
pp'
9-32'
Cf.
N.
poulantzas,
Fascisme
et
dictadure,
Paris,
Maspero,
r97o;
ld.,
Les
classes
sociales
dans
le
capitalisme
auiourd'hui,
Paris,
Seuil,
1974;y
ld.,La
crise
dés
dictadures,
Paris'
Maspero,1975.
Un
¡nteresante
análisis
de conjunto
de
la
obra
de
Poulantzas
puede
ser
leída
en
Bob
jessop,
Nicos
Poulantzas.
MarxistTheory
and
Political
Strategy,
Londres'
Macmillan,
1985.
N.
Poulantzas,
L' État,
le
po
uvoí
r,
le soci
alisme,
París,
PU F,
1978'
p'
1
40'
-56-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 29/68
y
poco
después,
élreafirma:
"[Esta
vía
democrática
al
socialismo]signiflca
:
cier[amente
un
proceso de rupturas
efectívas,
cuyo
punto
culminante
-
y
:
ciertamente
habrá
uno
-
reside
en
el
desplazamiento
de
Ia
correlación
de
:'
fuerzasafavordelasmasaspopulateseneltetrenoestratégicodelEstad's";x.
La
concepción
poulanrziana de
la
transición
al
socialismo,
en
la
medida
en
l
qu.
r.
.pty..n
una
valorización
altamente
positiva
de
la
articulación
entre
áemocracia
represenrativa
y
democracia
directa,
se
aproxima
bastante
a
las
coloiaciones
de
Togliani
y
de los
marxistas
italianos
recientes.'o'Sin
embargo,
mienrras
vacca,
examinando
1o
que él
llama
"tradición
comunista"
italiana,
inrenra
adecuar
un
concepro
transformado
de
la
dualidad
de
poderes
a
esta
concepción
procesual
de
la
ransición
al
socialismo,
Poulantzas
liga
una
visión
sustancialmente
análoga
del
proceso
revolucionario
a una
explícita
negación
del
papel
del
doble poder
en
este
proceso. Veamos
cómo
caracteriza
la
fosición
de
Lenin:
"Una
Iínea
principal
atraviesa
los análisis
y
la
práctica
cle
Lenin:
el Estado
debe
ser
destruido
en
bloque
por
una
lucha
frontal en
una
siruación
de
doble
poder
y
sustituido
con
éxito
por
el segundo
poder,
el
d,e
los soviets".'"s
Y
he aquí
cómo
lo
critica:
Es
evidente
que
falta
aquí
la
visión
estratégic
adetnproceso
de
transición
al
socialismo,
es
decir,
de un
largo
movimiento
a
través
del cual
las
masas
actuarían
para conquistar
el
poder
y
transformar
los
aparatos
del
Estado.
Eso
solo
podría
ocurrir
[para
Lenin]
con
la situación
de
doble
poder,
siruación
cle
equilibrio
de
fuerzas
muy
precarias
[...]
y que, por
definición,
no
podría durar.
La'situación
revolucionaria'es
reducida
a
una
crisis del
Estado
que
solo
podría
ser
una
crisis
que llevaría
al
colapso
["']
Lo
que
marca
especialmente
esta
concepción
es
el
escepticismo
permanente
respecro
i
las
posibilidades de
intervención
de las
masas
populares
en
el
propio seno
del
Estado.'oe
Y,
contraponiéndose
a
este
modelo
"expiosivo"
y
a
la idea
del
doble
poder'
Poulantzas
concluye:
UnaguerradeposicionesenelinteriordelEstado,afirmaalgoqueciertamenteno
está
explícit¿mente
presente
en la
obra
del
pensador
italiano'
r06
lbid.,
p.286.
107
cr., en
particular,
las reflexiones
de
Pietro
lngfao,
Masse
e
potere, Roma'
Riun¡ti,
r977;
ld., Crísi
e terza
vía,
Roma,
Riuniti,
1g78i
y
ld., Trodizione
e
progetto,
Bar¡,
De
Donato'
1
982.
r 08
Pou
lantzas,
L' État,
le
po
uv oi
r,
le
socialism
e, cit.,
Q'
27 8'
r09 lbid.,
p.281.
El
problema
esencial
de
una
vía democrática
ai
socialismo
y
de
un socialismo
dehocrático,
[consiste
en]
concebir
una
transformación
radical
del
Estado
medianre
la
articulación
entre
la ampliación
y
la
profundización
de las
instituciones
de
la
democracia
representativa
(que
fueron también una
conquista
de
las
masas
populares)
y
la explicitación de las
formas
de
democracia
por
1a
base
y
la
proliferación
de
focos
autogestionados.""
Aunque
concuerde
plenamente
con la crítica de Poulantzas
a
Lenin, me
oarece
que
la nueva
concepción
de
la
dualidad de
poderes propuesta
por
Vacca,
no
solo
subrayade
modo
eficieile
el
elemento
conflictivo
y
dinámico
presente
en
cualquier
transición
al socialismo,
inclusive
(y
tal vez especialmente)
en
su
forma
procesual,
sino
también señala el
hecho
de
que
las
clases
subaltemas
en
las
sociedades que Gramsci
llamó, "occidentales",
ya poseen
una
porción
efectiva
de
poder político
real,
incluso
antes de
tornarse
clases
dominantes.
pero
esta
divergencia
sobre
la
actualidad
o no de la dualidad de
poderes
como
momento
de
la
nueva estrategia
revoluciónaria,
no
debe
esconder
el
hecho
esencial:
tanto
en
la
"radición
comunista
italiana"
(muy
bien analizada
por
Vacca
en
esta
fase de su evolución), como
en la
obra tardía
de
Nicos Poulantzas,
vemos
que
ellos
explicitan
y
desarrollan,
a
partir
de Gramsci
y
con
resultados
sustancialmente
convergentes, una
nueva teoría
del
Estado
y
una nueva teoría
de
la
revolución,
sustancialmente
adecuadas
a
nuestro tiempo.
Intenté
mostrar, a
lo largo de
este
ensayo,
que
esta
explicitación
y
este de-
sarrollo
representan,
no
unasimple
negación,
sino
una
superación
dialéctica
de
las
teorías
formuladas
por
los
"clásicos"
del
marxismo. Y,
si alguien me
preguntase
sobre la
"ortodoxia"
marxista de esta teoría
"ampliada"
del
Esmdo
y
de
esta
noción
"procesual"
de
la
revolución
socialista,
podría
responder
recordando
una célebre
observación de Georg Lukács:
Suponiendo,
sin admitir,
que
la
investigación contemporánea
probase
la
inexactitud
'factual'
de
todas las
añrmaciones particulares
de
Marx,
un
marxista
onodoxo serio
podría
reconocer
incondicionalmente
todos
estos
nuevos
resultados,
rechazar todas las
tesis
particulares
de
Marx,
sin
por
eso
estar
obligado,
ni
por
un instante,
a renunciar a
su
ortodoxia marxista
[...]
La ortodoxia en materia
de marxismo
se reduce
exclusivamente al método.
Ella implica
la convicción científ,ca
de
que,
con el marxismo dialéctico,
se encontró
el método
de
investigación
iusto,
que
este método
no
puede
se.r desarrollado, perfeccionado
y
profundizado
a
no ser en
el sentido del
de
sus
fundadores."'
11o
lbid.,
p.28j.
r¡¡
C. Lu
kács,
H
isto ría
g
consciencia
de
clase, M éxico,
6
rija
lbo,
tg6g,
p.
1
-2.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 30/68
F
r
"i
I
i
:,
:
;
,
CAPíTULO
2
Los
marxistas
y
la
"cuestión
democrática"
I
El
objetivo
de las
presentes
notas,
que
no
tienen
la
menor
prerensión
de
agotar
el tema, es
indicar
brevemente el modo
por
el cual
el marxismo
renovó
sus
instrumentos
categoriales con
el
ñn de
darcuenta
del
nuevo
papel
y del
nuevo
valor
asumido
por
la democracia
política
en
las
transformaciones
sociales
de
nuestro
tiempo.
No
creo
que
sea
necesario
insistir en la centralidad
del
marxismo
para
elpensamiento
socialista contemporáneo. Pero
eso
no
signiñca,
de
ningún
modo,
queyo
considere
la
cuestión
del vínculo
emre
democracia
y
socialismo
como
una
cuestión exclusiva
del
marxismo
y
de
los
marxistas.
Se
conftrma
cadavez
más
una observación
de
Palmiro Togliatti,
hecha
en
1956,
según
la cual
"la
aspiración a una
sociedad socialista
no
solo
puede abrir
camino
en
hombres
que
tienen una
fe religiosa,
sino
que
esra
aspiración
puede
encontrar
estímulo
en la
propia
fe religiosa cuando
esra
es colocada
delante
de loü
dramáticos
problemas
del
mundo contemporáneo".',,
Para
comprobar
la
justeza
de la
posición
de
Togliani,
basta
pensar en
el
modo
por
el
cual sectores sustanciales
del mundo
católico,
particularmente
en Brasil,
vienen
hoy
colocando
el
problema
de
la
lucha
por
la
democracia
y por
el
socialismo;
y
eso
no solamente
en
el
nivel
práctico, sino
incluso
en
la
elaboración
teórica,
como 1o atestiguan las
investigaciones
ligadas
a
la
teología de la
liberación.
Por
otro
lado,
son
innumerables
los
movimientos
sociales
específicos
-
de
mujeres,
ióvenes,
negros,
de
Ias minorías
en
general
-
que,
a
partir
de
carencias
concretas
y
bajo la
influencia
de
motivaciones
culturales
e ideológicas
de
diferentes
orígenes,
comienzan
a
poner,
práctica
y
teóricamente, la necesidad de
articular
la
lucha
por la
libertad
y
por
Ia
ttz
P.
Togliani,
"El
destino del
hombre", en
ld., Escritos
políticos,
México,
Era,
1911,
p.251.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 31/68
t
E
§,
realizaciónindividual,conlanecesidaddetransformacioneseStructurale§i
t
en
la sociedad
Esta
convergencia
de
diferentes
suietos
políticos
e ideológicos
enlos
com-
i
bates
por la trásformación
social,
por
la
democracia
y por
el
socialismo'
Y0
{
es
un indicador
del
nuevo
modo
por
el
cual
se
plantea
hoy Ia
cuestión
de
la
i-
tranSiCiónaSíunnuevoorde.'socia1,máslibreeigua1itario.Desdee1punto
de
vista
§ocial,
la
clase
obrera
-sin
perder su
centralidad
social
y
política-
.
yanoeselúnicosuietoenlaluchaporelsocialismÓ:estaluchaenvuelve
hoy
indivicluos
y grupos sociales,
cuyas
carencias
y
motivaciones
tienen
o.g.n.nunterrenobastantediversode1terreno..tradicional,,delac1ase
obrera
(y
es
evidente,
supongo,
que
cliversídadtosigniñca
contra.dic.cióno
n,'rtogoiis*o).
Brotando
desde
las
propias
contradicciones
del
capitalismo
y
pene[ranclosegmentossituadosentodoslospuntosdeltejidosocia1,talucha
por
el
socialismo
requiere
hoy,
más
que
nunca'
la
expansión
de
la democracia
r.p.esentativa,
su
articulación
con
múltiples
organismos
de democracia
de
base,
la
defensa
de
una
vida
política
y
cultural
abierta
y pluralista'
El
marxismo
se
encuentra
así,
delante
de
1o
que
Georges
Marchais,
en-
tonces
secretario
del
Partido
comunista
Francés,
llamó
hace
años
"desafÍo
democrático"'l3.
No
solo
los
nuevos
fenómenos
surgidos
en
el
interior
del
capitalismo
(sobre
los
cuales
hablaré
a
continuación)'
sino
también
la
crisisterminaldelmodelovigenteenlospaísesdelllamado..socialismo
real",
lornaron
este
desafio
en
un
problema
de
vida
o
muerte'
La
cuestión
democrática
coloca
al marxismo
en
el
célebre
enigma:
"o
me
descifras
o te
devoro".
No son
pocos
los
que
suponen
este
enigmaya
resuelto
yproclaman
con
alegría
la
*u".r.
del
marxismo.
También
no son
pocos los
que
ignoran
de
modo
simplista
Ia
ra
dicalidadylanovedaddeldesaffo'
respondiendo
ala
cuestión
democrática
con
vieias
formas
dogmáticas,
real
o
supuestamente
inspiradas
en
ias
enseñanzas
de
Marx
y
de
Lenin'
por mi
lado, creo
en
\.ntertiL]m
datur:estoy
convencido
de
que,
desde
el
puntodevistametoclológico,Marxelaborólosinstrumentosnecesariospara
'pensar
y
resolverla
cuesdón
democrática'
tal
como
ella
es
planteada
hoy'
Pero,
al
mismo
tiempo,
esta
cuestión
no
encontrará
una
respuesta
marxista
plena
si
no se
tiene
en
cuenta
toda
Ia
rica
experiencia
acumulada
después
de
la
muerte
de
Marx:
una
experiencia
que
ya
se
manifiesta
en
los
meiores
momentos
de
la
Segunda
Internacional,
que
conoce
un
gran estímulo
en
los
trabajos
de
Lenin
y
de
Rosa
Luxemburg,
d'e
los
austromarxistas
y
de
Gramsci,
así
como
en
los
pensadores
italianos
que
contribuyeron'
especialmente
en
1I3
C.
Marchais,
O
desafio
democrático,
Lisboa'
Centro
do
Livro
Brasileiro'
t974'
los
años
tg7},
a
desencadenar
el
gran
movimiento
renovador conocido
enronces
por
el
nombre
genérico
de
"eurocomunismo"'
Desde
sus
primeros escritos,
Marx indicó un aspecto
básico
dei
capitaiismo:
el
proceso
creciente
de
socialización
del
t¡abaio,
de las
fuerzas
productivas.
Baita
comparar
una ofrcina
artesanal
de la Edad Media, o inciuso
una
manu-
facrura
de
Ios
primeros tiempos
del
capitaiismo, Con
una fábrica
moderna;
y
basta
pensar,
aun, en
el
carácter altamente
socializado
del
sec¡or
de
ser-
,i.io,
.n
el
capitalismo
de
hoy.
Marx
también indicó la
contradicción
que
este
hecho
introducía
en
la dinámica
del mOdo de
producción
capitalista,
es
clecir, la
contradicción
que
se
verifica
entre
el
carácter social del
trabajo
(o
socialización
de
las
fuerzas
productivas)
y
la apropiación individual
o
privada
de
los
frutos de este
trabalo
social.
Mostró, aun' como
todos
recuer-
á.r,
qu.
Ia
superación
de
esta contradicción
estaba
en la
socialización
del
proceso
de
apropiación
(que,
dígase
de
pasada,
Marx
nunca confundió
con
esatización,
porque
su
propuesta
comunista
impiicaba et
ñn
del
Estado),
es
decir,
en
la
eliminación
de
Ia
propiedad individual de
lo
s
grandesmedios
de
producción
(aquellos que
exigen
un trabaio
efectivamente socializado).
Otro
aspecto
de
la dinámica
capitalista
-
orgánicamente
relacionado
con
este
-
no siempre,
sin
embargo,
fue
percibido
con la misma
agudeza:
me
refiero
a
Io
que
podría
ser
llamado socialización
delapolítica,
es
decir,
a
la
creciente
participación
de las masas
en
la
vida
política."a La
historia
del
capitalismo,
vista desde
este
ángulo,
es
la
historia
de
una creciente
am-
pliación
del
número de
personas
involucradas
directa
o indirectamente
en
actividades
políticas.
Y aquí surge
igualmente
una contradicción:
aquelia
entre
esta
socialización de
la
participación
política,
por
un lado,
y,
por
otro,
la
apropiación
privada
(individual
o
grupal)
de
los apararos de
poder.
Hasta
se
puede
decir
-
y
el
ioven
Marx
insistió
bastante
sobre
eso
-
que
la
esencia
de la democracia
política,
de
las
promesas
contenidas
en
las
grandes revoluciones
democráticas,
es el ñn del
monopolio del
poder,
de
la
apropiación
individual
del
poder
del Estado,
tal como ocurrió,
por
ejemplo,
en
las
monarquías
absolutistas.
En la democracia
plenamente expiicitada,
desaparecería
la alienación
en
Ia esfera
política:
el Estado democrático
sería
la expresión del hombre
socializado.
En
este
sentido,
dice el
|oven
Este tema recibió
una
especial atención
en
la obra del m¿rxlst¿
italiano
l.lr¡berto
Cerroni,
sobre
todo
en
el
|bro
Teoria
politica
e
socialismo,
Roma,
Riunit¡,
1973,
P.
49
y
ss.,
(también
en
español,
Teoría
política
q
socíalismo,
Editorial Era,
l9z6).
114
_63_
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 32/68
Marx:
"La
democracia
es
el
enigmaresuelto
de
todas las
Conslituciones
[...¡
i
En
ella,
la
Constitución
aparece
como lo
que
es:
como libre
producto
del
i
hombre
[...]
La
democracia
es
la
esencia
de
toda Constitución
política:
es
el
fr
hombre
socíalizado
enuna
particular
Constitución
Política""s.
Es
decir:
al
proclamar
la soberanía
popular,
la igualdad
de
todos
en
la
formulación
de
las leyes
y
en
Ia
constitución
del
gobierno,
la
teoría
democrática
moderna
(particularmente
en
su
versión
rousseauniana)
proclamaba,
en
principio,l¿
socialización
de la
política
y
del
poder. Todos
deben
ser
ciudadanos:
y
esq
signif,ca
que todos
pueden
y
deben
participar
en la
formación
del
poder.
La
crítica
marxista siempre
ha estado
atenta
al catácter
formal
que
esta
igualdad
asumía
en
la
práctica
de los
regímenes
inspirados
en
el
ideal
de-
mocrático: ella
era
limitada,
y
de
cierto modo, anulada por
la desigualdad
económica.
Podemos
recordar
una brillante
observación
del
ioven
Marx,
en
un texto
en
que,
aunque
no
explícitamente,
toma
como
obietivo de
su
crítica
la
teoría
de
Rousseau
y
la
práctica de los
iacobinos:
para Marx,
el
hombre
moderno
vive
en
una situación
dicotómica,
dividido
entre
su lado
citoyen(por
elcual
aparece
como
el
hombre
universal
de la esfera
pública)y
stlado
bourgeois
(el
hombre
particularista inmerso en
la esfera
económica);
en
efecto, esta
dicotomía
torna
abstracta
e
irreal Ia
dimensión
universal
de
la
ciudadanía
propuesta
por
la democracia,
convirtiendo
obietivamente
los
droits
del'homme
en
derechos
del
individuo
burgués"6.
Esta
crítica de
principio
a los
límites
de
la democracia
puramente
formal
conserva
toda
su validez.
Pero hay
todavía
otro
aspecto,
ahora
empírico,
que
también
debe
tenerse en
cuenta:
esta
universalización
(o
sociaiización)
de
Ia
ciudadanía
era
formalmentenegada
en la esfera
política. La
afirmación
de la
soberanÍa
popular,
esto
es,
de
que
todos son
ciudadanos
y
deben
participar
de
la
formación
del
gobierno, no tenía
lugar en
la realidad de
los
primeros
regímenes liberales.
Basta
pensar, por eiemplo,
en el
sufragio universal.
En
Ia
Europa
del siglo
XIX,
en
la
senda
del
eiemplo
inglés,
se difunden
regímenes
Iiberales,
en
los cuales
el
poder
ef ecutivo
está,
por
lo menos
formalmente,
sometido
al control
del
parlamento. Pero
el
parlamento fue
por mucho
tiempo
una especie de
soviet
de
los
propietarios,
ya
que
el
voto era
restrin-
giclo
solo
a los
que
eran
considerados
ciudadanos
activos
(con
derecho
a
votar
y
ser
votados),
vale
decir, los
detentores
de
propiedad
o,
lo
que
es
lo
mismo,
los
que
pagaban un
cierto
montante
de
impuestos'
La
gran
masa
de
la
población
era
excluida
del
derecho
a voto. Y
los
grandes
pensadores
liberales
de
la
época,
de
Locke
a Benjamin
Consranr,
no rerrocedieron
ante
la
necesidad
de teorizar este carácter
elitista
y
oligárquico de1 liberalismo
polírico.
Kant,
por
elemplo, aunque
defendiese
la
soberanía
popular
como
principio,
afrrmaba
al
mismo
ti.empo, paradojalmente,
que
-
como solamenre
los
propietarios
son
independientes
y,
por
lo
tanto,
poseedores
de la liber-
tad
de
juicio,
de
elegir libremente
-
todos los
no
propietarios,
en la meclicia
en
q¡e
son
dependientes
de
algún propietario,
deberían
ser
excluidos
clel
derecho
a
voto.
Eso
significa
que,
para
é1,
no
debían
votar
o
ser
votados
ni
los
asalariados,
ni las mujeres"T.
por
otro
lado,
tampoco
existían
los
instrumentos
coiectivos a
través
cle los
cuales
las masas
populares
tendrían
la capacidad
de
intervenir regularmente
en
la
vida política. Por ejemplo, en
nombre del
liberalismo,
de
la
libertad
de
contratación
económica,
uno
de los
primeros
gobiernos
originádos
cle
la
Revolución
francesa,
mediante
un
decreto
del
14
d;,ulio d,e
t7gt,aparenre-
mente
dirigido
contra Ias
corporaciones
y
conocido
como
Ley Le
Chapelier,
prohibió
la
asociación
de los
trabajadores
para
defender
sus
propios
inte-
rese§,
es
decir,
prohibió
en la
práctica
la
formación
de
sindicaros.
También
el
partido
político,
tal
como
hoy
Io
conocemos,
surge
en un
períod.o
bien
avanzado
del
capitalismo.
Los
partidos
políticos
de
los
primeros
tiempos
del
liberalismo
eran, en
general,
simples
corrienres
de opinión,
cuya
única
organización
más o menos
permanente
eran
los
grupos parlamentarios.
El
primer
partido
en
el sentido
a«ual
de la
palabra
-
es decir, un
partido
con
militantes,
organizado,
que
actúa
también
fuera
del
parlamento,
en varias
instituciones,
en los
movimientos
sociales,
etc.
-
es
un
partido
obrero: el
[artido
Social-Demócrata alemán,
fundado
en
la
segunda
mirad del siglo
XIX,
y que
después
serviría de modelo para
otros
partidos
obreros
europeos.,,8
De
este
modo,
podemos
ver
que,
desde
el
inicio
del
capitalismo,
la
clase
obrera
aparece en la vanguardia de la
lucha por
Ia
ampliación
y
profundi-
zación
de
las
conquistas
liberales
y
democráticas;
el
,,cartismo",
el primer
gran
movimiento
de
masas de
los
obreros
ingleses,
surgido
en los años
4o
del siglo
XIX, tiene
como
una
de
sus
dos
principales
banderas de
lucha
la
reivindicación
del
sufragio universal
(la
otra
era
la fijación
legal de
la
lornada
de
trabajo).
La
lucha
por
el
sufragio
universal,
una conquista
basranre rar-
día
en
muchos
de los
países
europeos
más
avanzados
(pues
tiene lugar, en
general,
a
inicios
del
siglo
XX),
implicaría rambién,
en
una
etapa
posrerior,
la
constitución
de los
partidos
socialistas
de
masai
que
se arriculan
bajo la
r15
K.
Marx,
Crítica
de la
ñlosofía del
Estado de
Hegel,
México
Grijalbo,1968,p' 46'
r16 K.
Maf x,
,.La
cuestión
judía",
en
K.
Marx-F. Engels,
La sagrada
familia
y
otros escritos
hlosóficos de
la
primera
época,
México, Crijalbo,
t96o,
pp.16-44'
fi7
lmmanuel
Kaat, La metaJísica de
las costumbres,
Madrid,
Tecnos,
.1989,
pp.144-145.
ttB
Sobreeso,cf.,Un¡bertoCerroni,Teori¿dopart¡dopolitico,sáopaulo,CiénciasHunl¿nas,
1982.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 33/68
égicladelaSegundalnternacional.Noesprecisorecordarquelalegaiización
de
los
sindicatos
y
del
derecho
a
hueiga,
para no
hablar
de
los
hoy
llamadog
.,derechos
sociaies",
también
es
resultado
de
las
luchas
de
los
trabaiadores.
con
1a
mulriplicación
de
ias
organizaciones
de los
trabajadores
(partidos,
sindicatos,
etc.),la
propia burguesía
también
debe
crear
organismos
fuera
clel
Estado,
con
el
fln de
competir
con
los
obreros'
Crea,
por lo
tanto' asocia-
ciones
profesionales,
crea
o hegemoniza
partidos
de
masas
que
defrenden
su
proyecto
d.e
clase.
Lo
mismo
ocurre
luego
con
las
capas
medias'
Así se
va
volviendo
realidacl
la
socialización
de
la
política.
Ya
no
existen,
de
un
lado,
individuos
atomizados,
puramente
..privados,,,
luchando
por
sus
intereses
económicos
inmediatos,
y,
de
otro,
el
Estado
y
sus
aparatos
como únicos
representantes
de
los
intereses
"públicos"'
Surge
una
compleia
red
de orga-
nizaciones
cle
masas, de suietos
políricos colectivos.
El
pluralismo
de|a
de
ser
solamente
un
pluralismo
de
individuos,
para tornarse
cada
vez
más
un
pluralismo
de
organismos
colectivos.
con
eso,
el
espacio
de
Ia
política
se
amptía
más
atlá
del
ámbito
del
Estado
en
sentido
estricto,
surgiendo
como
componente
d.ecisivo
de
esta
nueva
eslera
pública
..ampliada,,,
lo
que
Gramsci
Iiamaría,,sociedad
civil".,,e
Y
esta
teoría
"ampliada" del
Estado
fue
elaborada
por
Gramsci,
precisamente
para
dar
cuenta
de
los
nuevos
fenómenos
que
la
profundización
de
Ia
democracia
introduio
en
la
vida social'
Me
parece
importante
observar
que
esta
socialización
de
la
política
-es
decir,
esta
expansión
de
la
democracia
que resulta,
como
vimos, de
las
lu-
chas
de
las
clases
trabaiadoras-
es
potencialmente
opuesta
al
capitalismo'
Lenin,
en rgrz
formuló
una
observación
extremadamente
pertinente:
"si
toclosloshombres
parricipasen
efectivamente
en
la
gestión
del Estado,
el
capitalismo
no
podría
mantenerse.
Y el
desarrollo
del
capitalismo
crea
los
pr-e
u
p
u e
sto
n
ecesarios
pa
ra
que'
todos'
p
ue dan
efecrivame
nte
p
articipar
áe
la
lestión
del
Estado"',o.
Hay así
una contradicción
antagónica
entre
la
sociaiización
de la
polírica
y
la apropiación
privada
o colectiva
del
poder,
similar
a
Ia
que
existe
entre
Ia socialización
de
las
fuerzas
productivas
y
la
propiedad
privada de
los medios
de
producción'
Y eso
por una
razón
clara:
dado
que
los
intereses
burgueses
son minoritarios
en
la
sociedad,
cuan[as
más
personas luchen
(y
de
modo
conciente
y
organizado)
por
sus
propios
intereses,
tanto
más
la dominación
burguesa
correrá
peligro.
si
el
liberalísmo
de
partícipación
restricta
fue,
en
un
momento
dado,la
forma
Acerca
de
la
"ampliación" de la teoría
del
Estado
en Cramsci,
cf',
"La
dualidad
de
poderes: Estaclo
y
revolución
en
el
pensamiento
marx¡sta",
supra,
pp'
4o-5o
de
esta
recopilación.
V. l.
Lenin,
El Estado
y
la
revolución,
en ld., Obras
escogídas,
cit',
v'
2,
p'256'
adecuada
p
ara
la
afirmación de
la dominaciónburguesa,
la
democracía
de
rnasas
que
se va
construyendo
a
partir
de
las
luchas
populares
es,
a largo
flazo,
íncompatible
con
el capitalísmo.
3.
La
comprensión
de este
nuevo
valor
-revolucionario
y
anticapitalista-
de
la
democratización,
impone
alteraciones
a
la
estrategia
de
lucha de
la clase
obrera
y de
las
masas
trabaiadoras.
Y hasta
se
puede
decir
que
es
a
partir
de
este
"desafio
democrático"
que
se deben
analizar las
innumerables
dis-
cusiones
ocurridas
en
el seno
del
pensamiento
marxista después
de
Marx,
así
como
las
profundas
revisiones
que
sevolvieron
necesarias
para
adecuar
este
pensamiento
a
las
necesidades.del
presente.
Las
primeras
formulaciones
de
una estrategia
sociaiista
proleraria,
que
emergieron
a lo
largo de la
primera
mitad
del
siglo
XIX, eran
conspirativas,
,,golpistas".
El
principal
representante de
esta
fase es el
conocido
revolucio-
nario
francés
Auguste
Blanqui,
seguidorde
Babeufy
Buonarotti.
Blanqui
supone
que una minoría
audaz, organizada
en
torno
de
un comité
central
secreco
(inspirado
en el modelo
de
1os clubes
iacobinos),
se
puede apoderar
del
poder
del
Estado
mediante
un
"golpe
de
mano",
dando
así
inicio
a
Ia
construcción
de
una nueva
sociedad.
Blanqui
parece
haber
sido el
primero
en
llamar
"dictadura
del
proletariado"
al
régimen
polírico necesario
para
promover
Ia transición
a esta
nueva
sociedad,,,.
La
idea
podía
parecer viable,
en
la
medida
en
que
la baja
participación
política
hacía
que
el
Esrado
fuese,
por
así
decir, el único
órgano
político,
el
único
cenrro de
poder. No es
casuai
que
las
propuestas
de
Blanqui
continúen
inspirando,
aunque
muchas
veces
incoácientemente,
a revolucionarios
que
operan
en
sociedades
en
ias
cuales
aún
no
se ha
procesado
una efectiva socialización
de la
polírica.
En
Blanqui
y
en
los blanquistas
-
como
rambién
en
Lassalle
y,
a
rravés
de
é1, en
algunos
importantes
exponentes
de
Ia
Segunda
lnternacional,
como
el
primer Kautsky
-,
hay
Ia
suposición
de
que
existe
una
contraposición
frontal
entre el
proletariado y
el
resto de
Ia
sociedad,
considerada
como
una
"masa
reaccionaria". Y eso,
en
cierio
modo,
correspondía
a
la realidad
del
período
en
que Blanqui
actuó. El
proletariado
(o,
meior,
su
vanguardia)
poseía
una organización
incipiente,
basada
en
pequeñas
sectas,
pero
real;
la burguesía,
a
su vez,
estaba organizada
en
el
(o
por
el)
propio
Estado;
y,
entre
estas
dos
clases,
habÍa una
masa
amorfa
de intereses
individuales
tzt
Sobre Blanqui,
sus
práctic¿s y
sus ideas, cf.,
el
amplio
estudio de Sámuel
Bernstein,
Auquste
Blanqui, París, Maspero, r97o.
119
120
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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atomizados,
de
pequeños
propietarios
apegados a su
propiedad
y
con-
rrarios ai socialismo,
sin
ningún
tipo
de
organización
política
efectiva',".
Solo
con el
proceso
de monopolización
del capital,
y
con la consecuente
transformación de estas capas medias
en trabaiadores
asalariados, es que
ellas
comienzan
a
organizarse en ei
plano político
y
a
entrar
frecuentemen¡s
en
choque
con los intereses
del capiralismo. En Ia
época
de
Blanqui,
por
el
contrario, había
un
gran
vacío
político
y
organizativo
entre el Estado
(qug
podía
ser
autoritario o
liberal,
pero
era
siempre excluyente
y
oligárquico)
y
las
aguerridas
(aunque
frágiles
y
exiguas)
"vanguardias"
conspirativas
que
actuaban
en
nombre
del
proletariado.
Airededor
de 1848,
Marx
y
Engels
concebían la
rransición
para
el
socialismo
-y,
consecuentemente, la
esfera de
lo
político-
de
modo bastante similar
a
Bianqui: la conquista
del
poder
resultaría de
una insurrección
proletaria
dirigida
por
una
vanguardia
de
tipo
iacobino,
por
una
minoría
conspirativa
organizada
clandestinamente.
La cuestión de las
alianzas
de clase, del modo
cómo
evitar el
aislamiento
del
proletariado
insurrecto,
no
era
aún
instalada
ciaramente.
La Liga de los
|ustos
(después
Liga
de
los Comunistas),
para
la
cual Marx
y
Engels
escriben
el famoso
Manífiesto
et
1848,
era
una sociedad
de
tipo blanquista."3
(En
ese sentido,
dígase
de
pasada,
me
parecen
válidas
muchas de
las observaciones
de Eduard
Bernstein
sobre
la
presencia
de
posiciones blanquistas
en
Marx
y
Engels;'r
el equívoco
de
Bernstein,
a
mi
parecer,
reside no solo
en el
hecho
de
haber
generalizado
este
blanquismo
para todos los
períodos
de
la
producción
teórica
de
Marx
y
Engels,
sino
también en el
carácter
de la
alternativa,
puramente
liberal-reformista,
que
presentó
para
la
supuesta
posición
blanquista de sus
antiguos
maestros).
Pero,
a
pesar
del
"golpismo" que
marca muchas
de
sus
posiciones
alrede-
dor
de
t848, Marx
y
Engels
siempre insistieron
-e
insisten
cada vez
más,
especialmente
a
partir
de la
creación
de la
Asociación Internacional
de
los
Trabajadores,
en
1864- en la idea
de
que Ia liberación
delproletariado
es obra
del
propio
proletariado,
y
no,
por
1o tanto,
de
pequeñas
minorías actuando en
su
nombre.
Esto
signiñca
que
el
proletariado, para
emanciparse,
debehacer
Su
modo
de
unirse
era
similar, como dice
Marx al respecto
de
los
campesinos
(cf.,
El
tB Brumario),
al de un
"saco
de
papas".
Un
bello
estudio sobre las
posiciones
de
Marx
y
Engels
en este
período,
con
especial
atención
para
la
superación,
poco
después
de
t848, de
posiciones blanquistas,
está
en
Fernando
Claudín,
Marx,
Engels
g
la revolución
de,848,
Madrid,
Siglo
Veintiuno,
r976.
E.
Bernstein,
t
presupposti
del
socialismo
e i compíti
della social-democrazio,Bari,Lalerza,
:974,
en
particular
pp.60-71,
(también
en español
"Las premisas
del socíalismo
y
J¿s
tareas de
la
socialdemocracia"
en Problemas del Socialismo,
el Revisionismo en
la
Socialdemocracía,
Madrid, Siglo XXl,
1982).
124
126
polítíca,
.organizarse,
comba,T
1n..1
día
a
día-
De
ahí
la
gran
importancia
que,
en_la
época
de
la
llamada
Primera
Inrer¡¡¡isn¿l
y
después
de
ella,
Marx
y Engels
atribuyen
no
solo
a
la
creación
de
sindicatos,
sino
tambié,
de
partidos
políticos
obreros
de
masas.
De
cualquier
modo,
tenemos que
admitir
que
hay
en
Marx
varias
inclica_
ciones
sobre la
estrategia
de la
transición
al
socialismo
,
pero
no
existe
trna
rcoríq
elaborada
de
la
transicíón.
De
modo
geteral:
esrán
cierramenre
en
Marx
los elementosparala
construcción
de
una
¡s6¡¡¿
de la
política,
pero
no
hay
un
tratamiento
sistemáticamente
elaborado
de
esa
esfera
del
ser
social
similar
a
la
teoría
der
modo
de
producción,
tal
como
esra
nos
es
presenracra
enEl
Capital"s.
Marx
admitía, por
ejemplo,
que
cierios
países
_en
los cuales
el
peso de la
burocracia
estatal
no.fuera excesivo
y
por
consiguiente,
fuera
grande
er
paper
der
parramento
y
de
otros
-...nirmos
a. .onirot
,o.iur ¿.1
Estado-
podían
conocer
una
transición
pacífica,
incluso
hasta parlamentaria,
hacia
el
socialismo; y
él
daba
como
elemplos
los
casos
de Inglaterra,
de
los
Estados
Unidos
y,
presumiblemente,
el
de Hola¡¿.,,u.
Sin
embargo,
no elaboró
estas
observaciones
de
modo
sistemático.
Nu¡ca
ffató
en
detalle,
por
ejemplo,
ra cuestión
cie
las
alianzas
del
proletariado,
es
decir,
de
Ia cuestión (que
será
puesta
por
Lenin
y,
especialmenre,
por
Gram_
sci)
de cómo
la
clase obrera
se
puede
hacer
clase
dirigenie
al
conquistar la
hegemonía
sobre
el conjunto
de
las
capas
populares,
dirigiendo
la
lucha
de
todos
ros
sectores
subalternos
y
marginados.
Esta
omisión
talvgz
resurte de
un
análisis
simplifi.cador,
presenre
en
Marx
(y
que
se
volvió un dogm^
en
la
"ortodoxia"
de
la
Segunda
Inremacional),
según
el cual
_co¡
el ar.imerrto
de
la
concentración/centralización
del
capital-
la
inmensa
mayoría de
la
sociedad sería
reducida
a
ia condición
proleraria.
¡6
quq
scurrió,
en verdacl,
fue
qre
la
mayoría
de la
población
se
convirtió
e¡
¿s¿1¿¡iada,
pero
esre
mo_
vimiento,
en
lugar
de
generar una homogeneización,
produjo
una cliferencia
-aunque
no
necesariamente
una
contradicción--
entre
estas
nuevas capas
medias
asarariadas
y
el
obrerismo
fabril.
por
10
tanto,
ra
generarización
cle
las
relaciones
asarariadas,
rejos
de
anularlas,
hizo
aún
más
apremianre la
cuestión
de las
alianzas
de
la clase
obrera, que
_aunque
nunca
haya
siclo,
y
sea hoy
cada
vez
menos
mayoritaria
en la
sociedad-
continúa
teniencl0
,En
eso
reside
la
verdad parcial
de la
conocida
afirmación
de
Norberto
Bobbio,
unilateral
en su
radicalidad,
de
que..no
existe
una
ciencia
política
marxista,,
(lrl.
Bobbio,
euale
socialismo?,
Turín,
Einaudi,
lgZ6,
p.3 y
ss.).
Cf.,
el discurso
pronunciado
por
Marx
en
Ámstercí¿¡,
en
.ig73.
por
ocas,ión
fle
rrn
congreso
de la
Asociación
lnternacional
de
los Trabaj¿dores,
cirado por
Maximilien
Rubel,
Crónica de Marx,
Barcelona,
Anagrama,
lgO¡,
p.
l¡q.
I
I
I
I
I
I
I
I
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un
papel central
en la constitución
del
nuevo
bloque
social
altemativo
¿¡
capiralismo
dado
su
peso organizativo
y
su
lugar
en
la
producción'
Engels,
al ñnal
d.e
su
vid.a,
en un
momento
en
que el
proletariado
alq'
man
ya
había
conquistado
el sufragio
universal,
planteó
la
cuestión
de
h
transición
al
socialismo
de
un
modo
más
concreto.
Ya
no
sería
predecible,
por
lo
menos
en
los
países
con
un
mayor
grado de democratización'
que
una
simple
insurrección
obrera
fuese
victoriosa:
Ia
época
de las
barricadas,
dice
Engels,
estaría
deñnitivamente
superada,
por razones
no
solo
técnico'
militares
(invención
de
nuevas
armas,
apertura
de
grandes avenidas en
las
ciudad.es,
etc.),
sino
sobre
todo,
políticas'
Engels
parece
ya
admitir
en
tales
países,
el
recurso
a
la violencia,
solamente
como
respuesta
a
un
golpe
de
ia
burguesía
contra el
proletariado
victorioso
en
las urnas'
Cita a
favor
de
su
exposición la célebre frase
de
un
político
burgués
de
la
época,
odilo¡
Barroi,
quien
-frente
al avance
del movimiento
socialista
en
el escenario
de
ias
insrituciones-
exclam
ó:"iLalegalidadnos
mata "
-
Barrot
reconoció
ásí
que
Ia llamada
"democracia
burguesa"
podia
convertirse
potencialmente
en
antiburguesa
y anticapitalista.
Por
todo
eso,
Engels
comenzó
a
reconocer
explícitamenre
que
la
"república
democrática"
se
había
convertido
en
Ia
única
forma
política adecuada
a la
transición
al
socialismo
y
a su
posterior
ediflcación."7
Pero
el
hecho
es
que,
a
pesar
del
interés
y
de
la
novedad
de sus
formula'
ciones
tes[amen[arias
(el
texto
citado
es del
año
de Su
muene),
permanecía
en
él
un límite
de
fondo:
también
presuponía
que
el
proletariado
se
volvería
rnayoritario
en
el
seno
de
la
población
y,
precisamente
por
eso'
su
partido
de
clase
obtenclría
más
o
menos
automáticamente
Ia
mayoría
de
los sufragios'.
Eso
10
eximía
de
estudiar
a
fond.o
una
cuestión
fundamental:
el asunto
de
lasalianzas,delatransformacióndelaclaseobreraenclasedirigente'deh
conquista
de
I
ahegemoníaenelpluralísmo'
En
resumen'
permanecía
abier-
ro el siguiente
desaffo:
¿de
qué
modo
es
posible agregar
un
nuevo
bloque
hisróricodondelacentralidadd.elaclaseobrerasearticuleconlanecesaria
diversidad
política
y
cultural
de
los
nuevos
suietos
sociales
emergentes
y
empeñados
en
Ia
lucha
por
la
transformación
de
la sociedad?
127 F.
Engels,
,.fntroducción"
a
Las
luchas
de
clases
en
Francia
de
1848
a
r85O,
en
Archivo'
MarxlEn
gels
(www.marxists.org/espanoUm-e/t85os/francia/franciat'htm);
e
ld'tr
'Critique"Du
Piogamme
d'Erfrrti
hs9l1'
.,
Marx-Engels,
Cri tique
des
Prog.rammesdt
Cotha
er
d' Erfurí,París,
Éditions
Sociales,
t966,
p' ro3,
(también en español
"Crítica del
Programa
detotha"
en
Archivo
Marx-Engels
(www'marxists'org/espanol/m-e/187os/
gotha/gothai.htm).
+
il;iáru
r.oruesras
que
no iban
más
allá
de
un
reformismo
"progresisra"
de
tiPo
liberal'"'
'"il;;;.
conrexro,
la contribución
de
Lenin
para
el avance
de
la teoria
..Iüzu.
.onsiderable:
tal
vez
él
haya
sido
el
primer marxisla
en
plantear
;;;á.
concfero
la
cuestión
de
la
uansición
hacia
el
socialismo
y
com-
;;;r
r,
cenrralidad,
en esra
transición,
del
problema
de las
alianzas de
If"*.
,.*¿"irlmente'
este
avance
fue
posible
porque
Lenin
formulaba
sus
;;;;;ó
de
ta
siruación
de
un
país
arrasado.
En
1a
Rusia
de
la época
air.*i.l*do
era
nítidamente
una clase
minoritaria;
y
Lenin'
repudiando
'
.r,pfi.ii.*.nre
el
blanquismo,
negaba
que
una
minoría
pudiese conquista
eloodery
mantenerse
en
él
sin apoyo
de
lamayoría'
Por eso'
en
Rusia'
e
ill.tr¡áao
solo
podía
aspirar
al
poder
en
estrecha
alianza
con
las
masas
,
iamp"rinrr,
que
formaban
la
abrumadora
mayoría
del
país'
La
cuestión
d
,.
,las
alianzas
de
clases
se
vuelve
así
uno
de
los
ejes
básicos
del
pensamiento
¡I,político
de
Lenin,3o.
Y esta
centralidad
de eltas,
por
otra
parte,
es
ampliad
,
al
plano
internacional:
gracias a la
esencial
exactitud
de
su
teoría
del
impe
rrK.Kautskfladoctrinasocialis¡4,BuenosAires,Claridad,l966'Estaobra'quecontiene
''
la
respueita
de
Kautsky
al
libro
"revisionista" de
Bernste¡n
citad
o en la
nota
siguiente
fue
publicado
originalmente
en
1899.
.t¡9
E.
Bernstein
,
I
presupposti
del socialismo,
cit.
,r3o
No
es este el
luqar
para
mostrar
cómo
la teoría
leniniana
del
partido, con sus
aspecto
,
fueñemente
jacobinos
y
"elitistas", entra
en
choque
con
el
pluralismo implícito
e
.
..
su concepción de la
política
de
alianzas.
En verdad,
como
observaron
tanto
Tfotsk
:
blanquistas
en su
teoría del
"partido
revolucionario
de
vanguardia",
tal
como
esta
fu
'
formuladaentgoz,ensufamosolibro¿Quéhacer?.Para
lasposicionesdeLeninypara
las
críticas
de Luxemburg,
de Trotsky
y
de otros
rnarxisias
de ia
época,
cl,
l¿ excelent
antologia
organizada por
Vinorio.strada
e
incluida
corlo
apéndice
en su
edición
cie
.
l. Lenin,
¿Quá
hacer?,México,Era,1977.
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I
I
I
Ia
Intemacional
comunista
baio
su direccién:
Ia
funesta
palabra
de orden
de
Ia
,,bolchevización,,
de
los
partidos
comunistas,
tanto
de su
organización
com0
de
su
política,
refleia
la convicción
estalinista
de
la
aplicabilidad
universal
del
*od"io
soviético).
Ese
esfuerzo
autocrítico
de
Lenin
ya
se maniftesta
en
t9Zt,
cuando
él defi.ende
para occidente
una
política
de
"frente
único",
reconociendo
con
eso el
papel
fundamental
de
los
organismos
de
masas
(como
los
panido5
reformistas
y
los
sindicatos)
en
las sociedades
democráticas.
con
todo,
ya
en
1919,
revelando
su
preocupación
con
la
especifrcidad
de
la
situación
rusa'
Le-
nin
insistía
en
el
hecho
de
que, mientras
en
Rusia
había
sido
fácil
conquistar
el
poder,
pero
sería
dificil
construir
el socialismo,
en
occidente
-a
causa de
la
mayor
compleiidadde
sus estructuras
sociales
ypoliticas-ocurri¡íaelfenómeno
inverso:
la conquista
del
poder
sería
en
él
más
largo,
más
laborioso,
mientras
que
sería más
fácil
construir
el socialismo''33
Estas
indicaciones
de
Lenin,
aunque
breves,
Se
convertirían
en
una teoría
sistemática
en
Antonio
Gramsci:
las
reflexiones
del
gran
pensador italiano
me
parecen
las
más
adecuadas
para
pensar
Ia
transición
al
sociaüsmo
en
países
áesarrollados,
o, más
precisamente,
en
países con
un
elevado
grado
de
sociali-
zación
de
lapolítica.
Elpunto
de
panida de Gramscies
precisamente
la
cuesüón
desaberporquélarevoluciónproletaria,victoriosaenlaRusiaatrasada,fraCaSó
en
el
Occidente
desarrollad.o.
Y
llega
a la conclusión
de
que
aquí
la
estrategia
socialista
tiene
que
ser
distinta
a
la
utilizada
por
los
bolcheviques;
no
puede
pretender solo
y
directamente
laconquistadel
Estado.
En"occidente",
más allá
iel
Estacto,
hay
una
sociedad
civil fuerte,
una
red
de
organizaciones
de
masas
estructuradas
y pluralistas. Gramsci
asume
entonces
una
posición nítidamente
andblanquista,
antigolpista:
la
estrategia
del
proletariado,
en
"occidente",
debe
basarse
en
una
"guerra
de
posiciones",
en la
conquista
del
máxitno
de
espacios
en el
interior
d.e
la sociedad
civil,
ya
que
solo
con
el
consenso
de
la mayoría,
esdecir,conhegemonía,esposibleemprendertransformacionessocialesen
profundidad.'34Con
eso,
me parece
que Gramsci ha colocado con
rigor
los
functamenros
de
una
teoría
d.emocrática
de 1a
transición
al
socialismo,
teoría
;;;
;r, .;;"
;;;;;;;;;;;..","
,i*,r..,",
su
"rnrorme ar
Vil consreso
der
pCR
(b)",
en
obras
escogidas,cit.,
vol.
z. Sobre
su
percepción
final
del carácter..no
clásico,,
(o
no
universal)
áe
la revolución
bolchevique,
basta
recordar
la
siguiente
observación:
"Después
de
la victoria
de
la
revolución
proletaria en
por
lo
menos
uno
de
los
países
avanzados,[..'tRusiaseconvertiránoenunpaísmodelo,sinonuevamenteenunpaís
atrasado
(en
el
sentido'soviético'y
soc¡atista)"
v.
l.
Lenin,
"La
enfermedad
infantil
del
'izquierdismo'en
el
comunismo",
errld.,Obrasescogidas,cit',vol3,
p'
353
ss'
r34
P¿ra urra
exposición
más anrplia
de
las
ideas de
Cramsci
y
de
su
papel
en
la evolución
del
marxismo,
cf.
"La
dualidad
de
poderes: Estado
y
revolución
en
el
pensamiento
marxista",
supra,
p.4o-5o, de
esta
recopilación.
0ue
riene
en
cuenta
el
"desaffo
democrático"
enfrentado
por
el
movimiento
socialista
y
por
el
pensamiento
marxista.
No
es
este
el
espacio
para
examinar
en de¡alle
los desarrollos
que
la teo-
ría
de
Gramsci
experimenÚ
en
manos
de
sus
continuadores,
en
particular
enrre
los
comunistas
italianos.
Solamente
quisiera
destacar
dos
conceptos
directamente
inspirados
en
Gramsci,
que
me
parece
resumen
1a respuesta
más
lúcida
que el
pensamiento
marxista
contemporáneo
presentó
hasta
aquí
para
la
cuestión
democrática:
el
concepto
de
"democracia
progresiva",
foimulado
por Palmiro
Togliani,
y
el
cte
"democracia
de
masas",
formulado
por
pietro
Ingtao.
El
concepto
togliafiiano
concretiza
Ia
propuesta
gramsciana
de
la
"guerra
de
posiciones",
de
la
necesaria
lucha
previa
por
Ia
hegemonía
y por
el
consenso
mayoritario
en
las
formaciones
sociales
donde
existe
una
sociedad
civil
robusta
y
pluralista:
la
"democracia progresiva"
es
concebida
como
un
régimen
político
que,
combinando
las
instituciones
representativas
tradicionales'con
nuevos
órganos
de
democracia
directa, se
orienta
gra-
duaimente
("progresivamente")
en el
sentido
de
la
hegemonía
de
las
masas
rrabajadoras,
de
la
superación
del
capitalismo
mediante
profundas reformas
estructurales.
Concebida
así
como
un
régimen
en
permanente
progreso,
la
democracia
aparece
en
Togliani
-y
en
los
documentos
del
Partido
Comu-
nista
Italiano
después de
t944
y,
sobre
todo,
de
1956-
como
un
momento
ineliminable
de la
lucha
por
el
socialismo
y
de la
propia
sociedad
socialista.
Ya
el concepto
de
"democracia
de masas",
con
el
cual
Ingrao
lieva
adelanie
las
formulaciones
de Gramsci
y
de
Togliani,
parte
de
la idea de
que,
con
la
socialización
de la
política,
con
la
gestación de una
red de
organismos
de
masas
cada
vez
más
difusa
y
plural,
se
creó no
solo
un
nuevo
terreno
para la
lucha
por
el
socialismo,
como
también
ya
se
delinearon,
en
el
seno
del
propio
capitálismo,
ciertas
formas
estatales
de
la futura
democracia
socialista.
El
concepto
de
hegemonía,
de
origen
gramsciano,
gana
una
dimensión
más
concreta
al
articularse
con
el
de pluralismo'.
"Hablamos
hoy
-dice
Ingrao-
de
hegemonía
y
pluralismo.
Yo
diría
más
precisamente: hegemonía
de
la
clase
obrera
en el
pluralismo.
Es
una
fórmula
que
no
se
limita
a
indicar
la
dirección de la
clase obrera
fundada
en
el
consenso;
es
una fórmula
que
ya
alude a una
pre
cisaforma política y
estatal del
consenso".r3s
Esta
breve reseña
de algunas
de las
principales formulaciones
de
Marx
y
de
los marxistas
sobre
el
vínculo entre
socialismo
y
democracia,
indica un
hecho
preciso:
que,
a
partir
del
patrimonio
categorial
elaborado
por
el
autor
de El
Capítal,
es
posible
-quando
se
supera
cualquier
espíritu
dogmático
y
cuando
se
conserva
una
doble
ñdelidad,
a
saber,
al
método
de
Marx
y
a Ia
135
P. lngrao,
M
asse
e
po ¡.ere,
Rom
a, Riuniri,
1977,
pp.
15.t-t
52.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 38/68
:E
, i
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rl
I
fl
I
i
I
I
i
t,
I
I
I
l'
realidad
concreta en
permanente
devenir- enfrentar
de forma
adecuada
los
desaffos
colocados incesantemente
al
movimiento obrero
y
socialista:
y
esta me
parece
es
la
gran
prueba
de la
actualidad
de
Marx,
más de
un
siglo
después de
su
muerte.
CAPíTULO
3
Gramsci,
el marxismo
ylas
ciencias
sociales
El
tema
que
pretendo abordar
en
este
ensayo se
refiere
a
la
relación entre
Gramsci
y
las
ciencias sociales.
Pues
bien,
el
camino
para
la discusión
de
este
tema
exige
el
reconocimiento
previo
de
que
Gramsci
es
un
pensador
marxista.
Por
este
motivo,
antes de
abordar
mi
obieto especíñco,
pretendo
recordar
algunos
trazos
esenciales
de la relación
más
general
entre el marxismo
y
las
ciencias
sociales
particulares.
En un segundo momento, indicaré cómo
Gramsci,
en su
tratamiento
de las
ciencias sociales, recupera
plenamente
el
punto
de vista crítico indicado
paradigmáticamente
por
Marx, atribuyéndole
nuevas
dimensiones. Finalmente,
buscaré sugerir algunos tópicos
en
los
cuales
Gramsci, sin dejar
famás
de
lado ese
punto
de
visra
crítico,
brinda al
mismo
tiempo
subsidios
para
un desarrollo
creador
de
temas
específicos
de
esas
ciencias
sociales
particulares.
t.
El
punto
de vista de
la
totalidad y
las
ciencias sociales
particulares
La
prithera y
principal
característica
de
la
reflexión marxista
sobre lo
social
es
el
principio
de
la totalidad.
Es
extremadamente
pertinente
la célebre
afirmación
del
joven
Lukács según
la cual la
distinción básica entre
el
marxismo
y
la ciencia burguesa
(en
su
propia
expresión) no es
el
predomi-
nio
de
motivos económicos
en la
explicación
de
lo social, sino el
principio
de
la
totalidad.'36
Esa
decisiva
puntualización
metodológica,
recogida por
el
marxismo
de
la herencia dialéctica de
Hegel, significa
la
necesiclad de
concebir
la
sociedad
como
totalidad,
es decir,
como una realidad compleja
yaniculada,
formada
por
mediaciones,
contradicciones
y
procesos.
Por eso,
el
mé-todo
más
adecuado
para pensarla y
comprenderla, en su
estructura
136
-Lo
que
diferencia decisivamente
al marxismo
de
la
cienci¿ burguesa
no
es
la
tesis
de
un
predominio
de los motivos económicos en la explicación de la histori¿, sino el
punro
de
v¡sta
de
la
total¡dad"
(G.
Lukács, Hisroria
g
consciencia de clase, Méx¡co,
1969,
p.
29).
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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onrológica
básica, es
precisamente
aquél
que
privilegia
la totalidad. Y
esa
roralidad,
en la
senda de
Hegel,
debe ser
comprendida
como
una
totalidad.
concretcl,
o,
en otras
palabras, no
como un
todo
en el
cual las
partes
¡6
sean
explicitadas
y
bien
deñnidas,
sino como
una totalidad
constituida
a
partir de la
autonomía
relativa
de sus múltiples
momentos
parciales.
De
esta
forma,
la
totalidad
en cuestión
no es,
en Ia feliz
expresión
de
Hegel,
"una
noche
donde todos
los
gatos
son
pardos",r37 o
sea, no
es una
totalidad
i¡rdeterminacla,
como 1o
suponía
Schelling,
contra
quien inclusive
es
diri-
gida
esa observación
irónica
de
Hegel.
El
autor de
la Fenomenología
afrrma
que
la
toralidad
propuesta
por
la
dialéctica está
constituida
por
diferentes
niveles,
siendo
así
una totalidad
ierarquizada,
con
momentos
que poseen
un
peso
ontológico
más
marcante
que
otros.
Para
Marx,
que
también
recoge
(entre muchas otras)
esa
lección
de Hegel,
la
sociedad
se
presenta
como
una
totalidad
en
la cual,
de cierto
modo,
sobre-
sale
ei
momento
económico,
la
llamada
"infraestructura",
la cual
él
entiende
como
siendo ia articulación
sintética
entre
los
procesos
de
dominación
de
la naturaleza
(o
"fuerzas
productivas")
y
el
modo
por
el
cual
los
hombres
se
relacionan
entre sí
para
implementar
esa dominación,
o sea,
con lo que
éi
llama de
"relaciones
de
producción"
o de
propiedad,
en
las cuales
tiene
su
génesis
la división
social del
trabaio,
y
en
consecuencia,
la estructura-
ción de
Ia sociedad
en
clases sociales.
Así, tal
como
én
Hegel,
la totalidad
propuesta
por
el
marxismo es
una
totalidad
lerarquizada,
con momentos
relativainente
autónomos,
que
no tienen
necesariamente
el mismo
peso
en
la
dinámica del
coniunto
formado
por
su
interacción
recíproca.
Lo que
caracteriza
metodológicamente
el
pensamiento marxiano,
por
lo
tanto,
es
la insistencia
en la
necesidad
de
concebir
la
vida
y
las
estructuras
sociales
reconociendo,
por un
lado,
que
ellas
forman
obietivamente
una
totalidad,
aunque
también,
por
otro,
que
el
modo
más
correcto
de
comprenderlas
subjetivamen¿e
es
Ia
adopción
consciente
de
1o
que
el
joven
Lukács
llamó
el
punto
de
vista de
la
totalidad.
Así,
para
el
autor de El capital,la
adopción
de ese
punto
de
vista
no
de-
pencie apenas
de
la buena
intención
del investigador
social.
Según
é1,
los
pensadores
que
se
sitúan en el
ángulo
de
determinadas
clases
sociales,
en
determinado
contexto
histórico,
tienen
más
posibilidades
de
asumir
esa
perspectiva
globalizante,
o
sea,
de
comprender
la sociedad
como un todo.
Eso
ocurre,
según Marx,
cuando
el
interés
concreto
de
esa
clase social
se
identif,ca
con ei
(o
1o
más aproximado
al)
interés universal,
es decir,
cuan-
:;, a.;
;
ujtns,"l toÍi¡ni,or.teinttogiia
)e't t^píritu,México,
Fondo
de Cultura Económica,
1966,
p.29.
do
la
clase
en
cuestión
se
presenta
en
el escenario
histórico
reivindicando
no
solo
un
interés
restricto,
de
grupo
-que,
en
la rerminología moderna,
llamaríamos
"corporativo"-,
sino
defendiendo intereses
que
se articulan
con
aquellos
del
conjunto
(o
de
la
amplia
mayoría)
de
la sociedad. Por
ejemplo:
hasta
el
momento de la consolidación def,nitiva
del
capitalismo,
la
burguesía
era
una
clase
que
se
presentaba
históricamente
en la arena
polírica
e
ideológica
como
representante
de todas
las
fuerzas
progresistas,
de
lo
que
era
enronces
llamado
"tercer
estado",
que
comprendía
el
coniunto
del
pueblo,
con
excepción
de
la nobleza
y
del
clero, los otros
dos
"estados".
Acabar
con
el
ancien
régime, con la sociedad fundada en
"estados"
o
esta-
mentos,
era
la
condición
de
la
aflrmación
económica,
política
y
cultural
de
la
burguesía;
pero
era
también,
al
mismo tiempo, una condición
necesaria
para la
emancipación política
del pueblo,
para la
aflrmación
de
los
derechos
áe
rodos
a
Ia libertad
y
a la
igualdad
formales,
es
decir,
para
la
implantación
de
1o
que
hoy
llamamos
"derechos
civiles". Esa
peculiar posición
histórica
de
la
burguesía
permitió
entonces
que
el
pensamiento
eiaborado a
partir
de
su
punto
de vista
de
clase
pudiera,
con
frecuencia,
orientarse
para
la
aprehensión
reórica
y práctica
de la
totalidad.
Quizás se
pueda
decir, en
esre
sentido,
que
Hegel fue el último
gran
pensador
no
marxista
(ligado
por
lo
tanto
al
punto
de
vista
de la
burguesía)
en
poner
claramente
el
princípio
de
la
totalidad
en
el
centro
de
las
reflexiones.'38
Después
de
Hegel,
en la
época
en
que
se
consolidó
definitivamente
el
capitalismo
(cuando
por
lo tanto se volvió
claro
que
el ñn
de
la
sociedad
estamen[al
representaba
la creación de otra forma
no
igualitaria
de sociedad,
una
sociedad
de
clases
donde
los intereses
partículares
de una de ellas, Ia
burguesía,
se tornaron
dominantes), la adopción
del
punto
de vista
de
la
rotalidad
se
volvió
algo
extremadamente
problemático
para
los
pensadores
r38
Marx
explicitó claramente
el
modo por
el
cual
un pensador
se
sitúa
en
el
horizonte
de una
clase
cuando,
en El
t8
Brumario, refiriéndose
a
las
controversias
surgidas en
la
Revolución
de
1848,
generalizó
sus observaciones:
"No
se debe formar
la
concepción estrecha
de
que, por
principio,
la
pequeña
burguesía
procura
imponer
su interés
de clase egoísta.
Ella cree,
por
el
contrario,
que
las condiciones
especiales
para
su emancipación
son
las
condiciones
generales sin l¿s cuales la
sociedad moderna
no
puede
ser salvada ni
evitada
la lucha de
clases,
Tampoco se
puede
imaginar
que
los
representantes
democráticos
sean
lodos shopheepers
[pequeños
comerciantes]
o defensores
entusiastas
de esos últimos.
Según
su
formación
y posición
individual,
pueden
estar
tan lejos de
éstos como
et
cielo
de
la
tiena.
Lo
que
los
torna representantes
de
la
pequeña
burguesía
es el
hecho de
que
su
mentalidad
no supera
los
límites
que
esa clase
no excede
en
la vida,
el hecho
de
que
sean
consecuentemente
llevados
"teóricamente"
por
los
mismos
problemas y
soluciones
para
los cuales
Ios
intereses
mater¡ales
y
la
posíción
social llevan
"en
la
práctica"
la
pequeña
burguesía.
Esa
es en
general
la
relación
que
ex¡ste
entre
los
representantes
políticos
y
literarios de una
clase
y
la clases
que
representan".
-78-
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I
i
l
1
que
se
situaban
en
ei
horizonte
de
la
burguesía.
En
ese momento,
se
co¡56-
lida una
nueva
clase, ei
proletariado, cuyos intereses
particulares
-
como
observaba
el
joven
Marx
-
se
identiñcan
con los
intereses
universales;
es¿
clase, en
su
accionar
político,
no deñende apenas
sus
intereses
particulares
en cuanto
ciase,
sino
que
tiene
como
"misión
histórica"
la
construcción
de
una
sociedad
sin clases,
efectivamente igualitaria,
capaz
de
producir
la
verdadera
emancipación
humana.'3e Por eso
Marx
entendía
que
el punto
de
vista del
proletariado
era ahora
el más
favorable
a la
aprehensión
de
la
sociedad
como totalidad.
Evidentemente,
esto
no significa
que
todos
los
proletarios,
o los teóricos
que pretenden
colocarse
en su
punto
de
vista,
tengan
eo ipso
la
posibilidad
de
aprehender
la totalidad.
Lo
que
esto
quiere
decir para
Marx
y para los marxistas,
es
que el
horizonte
-o
el
punto
de
vista-
de las
clases
trabajadoras se tornó
históricamente
el más
favorable
a la captación de
la sociedad
como totalidad.'4"
Pues
bien,
es
precisamente
en el
momento
en
que
se
da
ese ocaso
de
la
visión rotalizante
de
lo
social
en el
horizonte
del
pensamiento
burgués,
que
surgen
las
llamadas
"ciencias
sociales"
particulares. Se
crea ahora,
en
el
marco de
ese
pensamiento,
una
situación
bastante distinta
de
la
que pre-
dominaba
en
el
período
anterior.
Difíciimente
podríamos
decir,
por
eiemplo,
que
un
pensador como
Rousseau
-que
incluso
en
gran
medida
trasciende
el
horizonte
estrictamente burgués-
es
un
"politólogo",
un cientista
polí-
tico,
a
pesar
de
que
haya
contribuido
como
ninguno
de
los
"politólogos"
de hoy,
a
la
comprensión
de la dimensión
específicamente
política
del
ser social;
en realidad,
Rousseau
reflexionó
sobre
la
totalidad
de la vida
social
(y
precisamente
de ahí deriva
la riqueza
de su
visión
de
la
polírica),
vale decir, reflexionó
sobre
temas
que
hoy
pertenecen
a
los
dominios
del
economista,
del cientista
político, del antropólogo,
del
epistemó1ogo,
etc.
El
mismo
razonamiento
se
podría
hacer para todos los grandes pensadores
propiamente
burgueses
de esa etapa
histórica, de
la
etapa
que
antecede la
plena
consolidación
del
capitalismo:
figuras como
Maquiavelo,
Hobbes,
Locke,
Montesquieu,
Spinoza,
Kant,
Hegel
y
tantos otros, dificilmente
se
podrían
enmarcar
en las
tantas
etiquetas
que
hoy
dan
nombre
a los varios
departamentos
universitarios donde se aloian
las llamadas
"ciencias
sociales".
Todos
ellos
reflexionaron sobre la totalidad
de
lo social, en sus
múltiples
y
complejas
determinaciones.
K. Marx,
"En
torno
a la crítica de
la
filosofia
del
derecho, de Hegel.
lntroducción", en
K.
Marx-F. Engels,
La
sagrada
familia,
ed.
cit.,
p.
33
y
ss.
Sobre
eso, cf.,
Michael
Lówy, Paqsages de la
verité.
lntroductíon
á une sociologie critique
de la
connaíssance,
París, Anthropos, 1985.
por
lo
tanto,
ia distinción
actual
entre
varias
ciencias
sociales
particula-
res,
cada
una
constituyendo
una
"especiflcidad"
dotada de
un
pretenclido
objero
propio
(y
ocupando
así un
departamento
universitario),
surge
en el
momento
en
que se
da
ese
eclipse
de la reflexión
totalizante
sobre
lo
social.
y
ese
eclipse
tiene
lugar,
como
ya
anticipamos,
en el
momento en
que
la
burguesía
deia
de ser una
clase
revolucionaria,
o
sea,
deja de
representar
los
intereses
del coniunto
de
los excluidos
por
el ancien
régime
y pasa
a
clefender
estrictamente sus
propios
intereses
de
clase,
los
cuales,
a
partir
de
un
cierto
momento, se
revelan contrapuestos
a
los intereses
de otras
clases
sociales.'o'
El
hecho
es
que
esa
rígida
división
cienrífica
del trabajo,
consagrada
y
reforzada
por
Ia
concepción
de
la universidad
vigente
descle
entonces
hasta hoy,
estimula
la
emergencia
de
un
pensamienro
fragmentario,
favorable
a
los
intereses
particulares
de la
burguesía;
podemos
decir
que
el
nacimiento
de las
"ciencias
sociales"
es
uno
de los
momentos
constituti-
vos
de
la
actual
ideología burguesa,
precisamente
en la medida en
que
esa
especialización,
cuando
diflculta
o incluso
bloquea
la
reflexión sobre la
sociedad
en
su
conjunto,
dificulta
también,
en consecuencia,
lacaptación
de
las
contradicciones
antagónicas
y
de las
tendencias
evolutivas
genera-
les
de
la vida
social,
que
apuntan a
la
construcción
de
orro orden
social.
Independientemente
de
las
posiciones
concretas que
sus represenrantes
puedan
asumir,
las
ciencias
sociales
particulares
tienden
al
positivismo,
al
inmediatismo,
a la aceptación
de
la realidad
social
como un agregado
de
"datos"insuperables.
Lukács
tal
vez
haya
sido el
pensador
marxista
que
más
reflexionó sobre
las
implicaciones de ese
hecho.
Para é1, no hay
duda
de
que
esa
división
cienríñca
del trabajo, responsable
por
la creación
de
las
"ciencias
sociales"
particulares,
está
ligada a
la
decadencia del
pensamienro
social
vinculado a
la
burguesía;
una
decadencia que
se
expresaría sobre
todo
en el abanclono
delprincipio de
totalidad,
el
cual,
desde
Nicolau
de
Cusa hasra
Hegel, habría
sido
la
característica de la
cultura burguesa en
su
fase
revolucionaria.
Para
Lukács,
por
ejemplo, el nacimiento
de
la sociología
como
ciencia sociai
particular,
se vincula
a
ese
período
de decadencia,
cuando Ia burguesía
evita
pensar
la
sociedad como
un
todo
para
evitar
así,
al
mismo tiempo,
En muchas
de sus obras, Lukács
sitúa
el nacim¡ento
decisivo
de ese
eclipse
en 1848,
cuando, sobre
todo
en las
jornadas
de
jul
io en
París, el proletariado
rom
pe
sus víncul os
políticos
con
la
burguesía
y
se
presenta
como fuerza polÍtica
independiente.
Para esa
periodización,
Lukács se inspira claramente
en
Marx, el
cual,
al escribir sobre los eventos
de r848 francés, observó, en
El
t8
Brumario:
"La
burguesía
tenía
[ahora]
una exacta
noción del hecho de
que todas
las armas
que
forjaron
contra el feudalismo
volvieron
su filo contra
ella, de
que
todos
los nredlos de
cultura que
crearon
se
revelaban
co¡¡Lr¿r
su
propia
civilización,
de
que
los dioses
que
inventaroh
la habían abandonado".
139
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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reflexionar
sobre
el hecho,
ahora
irrebatible,
de
que
la sociedad
capitalis*
es
estructuralmente
e
ineliminablemente
contradictoria.
¡,a sociologia,
po¡
lo
tanto,
se
habría constituido
como intento
de
elaborar
un
análisis
de
lo
'
social
desligado
d.e la
reflexión
económica
e histórica,
lo
que
la conducirÍa
a
nn
intenso
formaiismo,
expresado
en
el
rechazo
de
pensar Io Social
cor¡1q
ro¡alidad
y
en
la
preferencia
por
un
análisis
reiñcado
de lasformas
de
1¿
estructuración
social''a'
Esa
formulación
de Lukács,
a
pesar
de
ser
esencialmente
correcta,
pre-
.
senta
rambién,
a mi
modo de
ver,
un
aspecto
unilateral
y
problemático.
En
.
realidad,
además
de su
componente
ideológico
(en
el
sentido
del
oculta-
mienro
de
la
realidad),
esa
división
científica
del
trabaio
expresa
también
Lrna
necesidad
efectiva d.el
propio
desarrollo
del
conocimiento:
la
sociedad
capitalista
en
su
proceso
evoiutivo
se
fue
complejizando
de
tal modo
que
sug
varios
niveles
ganaron obietivamente
una
autonomía
y
especiflcidad
Cada
vez
mayor,
demandando
así
la
profundización
de los
estudios
sectoriales.
y,
ya
que
vamos
a hablar
de Gramsci,
cabe
recordar
que
él
fue el
primero
en
resalrar,
por
ejemplo,
el hecho
de
que
el
Estado
capitalista
se
amplió,
de que
las
realidades
del
poder
se difundieron
por
el
conjunto de
Ia
sociedad
de
tal
modo
que hicieron
surgir
incluso
una nueva
esfera
del
ser
social,
llamada
por
éi
,.sociedad
civil".
De
esta
forma,
tanto la
estructura
de
clases
como
la
esfera
tle la
política stricto
sensu,
Se
volvieron
mucho
más
compleias.
La
previsión
de
que
la sociedad
capitalista
tendería
a
una
simpliflcación
en
su
estructura
de
clases,
generando así
una
polarización entre
un
número cada
vez
menor de
explotadoreS
burgueses
y
una
creciente
masa
de
proletarios
-previsión
cierramenle
presente en Marx,
aunque
teforzada
y
aún más
simpliñcada
en
el
llamado
"marxismo
de
la segunda
Internacional"-,
esa
previsión no
se verificó
en
la
realidad:
el
asalariamiento
se
tomó
ciertamente
un
fenómeno
cada
vez
más
universal,
sin
embargo
esto
fue
acompañado
por
una
estratifrcación
social
también
cada
vez
más
compleia,
particularmente
al
interior
cle las
fracciones
asalariadas.
Ahora
bien,
para
comprender
esa
nueva
estratiñcación,
así
como
las
formas
de
conciencia
social
y
política a
ella
ligadas,
no
es suñciente
apenas
(aunque
seá
absolutamente
necesario)
r-rn
análisis
global
del
modo
de
producción,
ya que
muchos
de esos nuevos
es-
tratos
sociales
surgen
a
partir de la
compleiización
(ya
indicada
por
Gramsci)
de
la
superestructura.
De
esta
forma,
también
Se
volvieron
neCeSariOS
los
estudios
empíricos,
"sociológicos"
o
"politológicos",
los cuales,
a pesar de
que
muchas
veces
sean
apenas
descriptivos,
traen
a
luz
hechos
imprescindibles
para una
aclecuatia
comprensiórr
cle
las
nuevas
determinaciones
de
Ia totalidad
social.
r¿z
C. Lukács,
El asalto ala
razón,
B¿rcelon¿-México,
Criialbo,
1986,p'
471
y
ss'
por
lo
tanto,
si
por
un
lado Ia división
cientíñca del
trabaio
refleia
el de-
hilitamiento
del
punto
de
vista de la
totalidad,
por
otro,
ella
corresponde
iamUién
a
esa
compleiidad
cada
vez
mayor de
ias sociedades
contempo-
áneas.
Eso
signiñca
que,
cuando aprehenden
efectivamente
momentos
siqniflcativos
de
la
realidad,
las
ciencias
sociales
particulares
presentan
,.lutrrAos
indiscutiblemente
positivo§,
a
pesar
de
que
les
falte
el
punto
de
vista
de
la
totalidad.
No se
trata,
por
consiguiente,
de
rechazar
en
bloque
-{omo
simples
manifestaciones
de
"ideología"-
Ios
resultados
parciales
de
las
ciencias
sociales
particulares.
La posición
colrecta del
marxismo
frente
a
esas
ciencias
(que,
dígase
de
paso,
se
han
diversifrcado
cada
vez
más
in-
tensamente,
al
punto de
que
por
eiemplo
hoy
ya
no tengamos
apenas
una
,,anrropología",
sino
las
antropologías
cultural,
política,
económica
etc')
debe
implicar
el
reconocimiento,
aunque
crítico,
de que
tal
especialización
muchas
veces
corresporrde
también
a
una
exigencia
del
propio
objeto,
e1
cual
se
tornó
más
compleio
y
diversif,cado.
Y
cuando
hablo
de punto
de
vista
crítico,
llamo
Ia
atención hacia
un aspecto
decisivo
de
ia
actividad
teórica dei
propio
Marx. Si
observamos
sus
principales
obras,
veremos
que casi
todas
contienen
el
término
"crítica"
en
e1
título
o
en
el
subtítulo:
es
el
caso,
por
eiemplo,
de algunos
de sus
más
importantes
trabalos
juveniles,
como
las
dos
Crí¿icas
a
1a
ñiosoffa
hegeliana
dei
derecho
oLasagradafamilía(cuyo
subtítulo
es "Crítica
de la
crítica
crítica"),
y
inuy
particularmente
del
coniunto
de
las
obras
dedicadas
a
Ia economía,
sobre
rodo
El
capital,
cuyo
subtítulo
es
precisamente
"Crítica
de
la
economía
po-
lítica".
No estamos
aquí
frente
a
una
idiosincrasia
de
Marx,
sino de
uno de
los
momentos
más
característicos de
su posición teórico-metodológica:
e1
uso
de
la
palabra
"crítica"
indica
que
la
propuesta
de
Marx,
cuando
trabaia
con
dátos
provenientes
de
un dominio
particular
del
ser
social,
como
e§
el
caso
de la
economía,
consiste
en reconocer
muchas
veces
la
pertinencia
y
la
relevancia
de
esos datos,
aunque
al
mismo tiempo
sin
perder de vista
la
necesidad
de
someterlos
a un
tratamiento
crítico.
Es
como
si
Marx
añrmara
que,
a
pesar
de
que
se
proponga
escribir
sobre un
objero
delimitado
por
una
ciencia
particular y
utiiizar
los datos
construidos por
ella,
no
está
escribien-
do
-por
eiemplo, en el
caso
de El capiml-
un
simple
texto
de
economía,
sino
una
crítica de
la
economía
política.
Lo
mismo
podríamos decir
de
sus
dos textos
juveniles
sobre
Hegel,
que
no
son
meramente
textos de
ciencia
política
o
de
f,losofia, sino
textos
que
proponen
explícitament
e
una
crítica
de la
política
(del
Estado
moderno)
y
una
crítica
de la frlosofía
(especuiativa).
er-
,l
il
il
il
n
I
i
-83-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 42/68
JH
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,,.1
'li
ii
i
i
I
Podríamos
deÍlnir
esa
crítica
marxiana
-la
cual, con
el
último Lukács,
llamaríamos
crítica
"ontológica"'¡3-
afirmando
que
ella
se empeña
en
someter.
Ios
resultados
de las
ciencias
particulares
a
dos criterios
de
evaluación.
En
primer lugar,
al
criterio de totalídad,
a
través
del
cual se
busca
relacionar
dialécticamente
1os ob
jeros
elaborados
por
la
ciencia
particular
con
Ia
totali-
dad sociai,
mediatizandoy
desfetichizando
ules
obietos,
haciendo
que
deien
de
ser meros
"hechos" y
se
conviertan en
procesos.
Y en segundo
lugar,
la
crítica
procura
someter
los
resuitados de la ciencia
párticular
al criterio
de
Iahistoricidad,
ya
que para
el
marxismo la
totalidad
que
se
tiene
en
vista
no
es una
totalidad
cerrada
y
def,nitiva,
sino un
proceso
de
totalización,'4t
srr
el
cual
el
todo
es comprendido
como
algo
abierto
y
fuertemente
dinámico;
con esto los
obietos analizados pierden
su
aparente
"naturalidad",
convir-
tiéndose
así
en estados transitorios
de
un devenir ininterrumpido.
No
me
parece
necesario
insistir
que
los dos
momentos de
la
crítica
ontológica
-
el
de
la
totalidad
y
el
de
la
historicidad
-
son
dos lados
de
una
misma moneda,
ya
que
Ia
totalidad
aflrmada
por
Ia
dialéctica
marxiana
es
una
totalidad
estructuralmente
histórica.
Por
lo
tanto,
la base
de
tal critica ontológica
es
ia comparación
de los
resui-
tados
particulares
de
Ia
ciencia
que
está
siendo
criticada
con
el
coniunto
de
la
vida
social;
y
su
obietivo
es
precisamente
el de
examinar
hasta
qué
punto
esos
resultados
corresponden
o
no
al
movimiento
global
e
histórico
del
ob-
ieto
que
está siendo
elevado
a
concepto.
Tomemos
un eiemplo
concreto.
El
centro de la
crítica
de
Marx
a
Ia
economía
política
consiste en
mostrar
que
sus
resultados,
particularmente aquellos
presentes
en las
obras
clásicas
de
Smith
y
Ricardo,
no son
incorrectos,
ya
que
muchas
veces
reproducen
deter-
minaciones
fundamentales
del orden
económico
capitalista.
En
def,nitiva,
el
límite
básico
de esa
ciencia
económica
consiste
en
atribuir tales
determina-
ciones
a
cualquier organización
social,
suponiendo
asi
que
ciertas formas
de
relación social
y
económica
que
ocurren
apenas
en
la
especíÍlca
formación
histórica
capitalista,
son
eternas
y
"naturales",
pudiendo
ser
generalizadas
para cualquier
orden económico-social,
pasado
o
futuro.
Marx
ironiza esa
suposición
al
añrmar,
por
eiemplo,
que
considerar
el
anzuelo
del
pescador
primitivo
(que
es
ciertamente un
medio
de
producción) como
capital,
es
un
grosero
anacronismo.
Ciertamente
que,
en el
marco
de
la
relació.n social
Cf.,
por
ejemplo,
C.
Lukács, Per
l'ontoloqia dell'essere
sociale. Roma,
Riuniti,
v.1, 1976,
pp.261-4o3.
En su
peculiar
lectura
del
marxismo,
uno de
los varios méritos de
Sartre está
en haber
insistido
en esa
ápertura
de
la
totalidad,
lo
cual
lo
lleva
a
preferir
siempre
el
término
''totalización"
(Jean-P¿ul
Sartre, Critíque
de
la
raison díalectique,
París,
Callimard,
t96o,
pp.
r3-ttt).
capitalista,
todo
medio
de
producción,
cuando,
puesto
en
movimienro
por
el
rabaio
aieno, se convierte
en
capital;
pero
eso
no
signif,ca
en modo
alguno
que
rodo
medio
de
producción,
sea
cual fuera
la
relación
de
producción
en
que
esté
inserto,
pueda
ser
tratado como
capital,
ya
que
-como
Marx no se
cansa
de
repetir- el
capital no
es una
"cosa",
sino
una
relación social:
y
es
esa
relación
social
la
qoe
convierte
al
medio
de
producción
en
capital.
Esa
,'naturalización"
de fenómenos
sociales
eminentemente
históricos,
tiene
un
resultado
claro:
para
la economía
política
en
tanto ciencia
particular,
e1
capital -
al
tornarse
algo
"natural"
-
se
vuelve
hmbién algo
eterno,
la for-
ma
por
excelencia
de la interrelación
humana
(para
repetir
la
expresión
de
Marx
anteriormente
citada,
lo especíalestomado
como
general).
La
c¡ítica
ontológica
marxiana
asume
de
ese
modo
otra
fundamental
dimensiór'r:
no
solo
instaura
la
posibilidad
de
una
correcta
reproducción
intelectual
de
Ia
realidad,
sino
que
también
funciona
como
un
eficienre medio de desmiti-
ficación
de
los componentes
ideológicos
ocultos
en las
representaciones
aparentemente
científicas de la
realidad.
Ese
empeño
de
Marx
en historizar
y
globalizar
los
fenómenos
del
orden
económico,
puede
ser
tomado
como un
paradigma
del
correcto tratamiento
marxista
de
los
resultados de las demás ciencias
sociales
particuiares. Con
frecuencia
esos
resultados
no
son equivocados,
no
son
ere
sí
éxpresiones
de
ideología
o
falsa conciencia; son apenas deñnidos
de
modo
unilateral,
extrapolados
para
niveles de lo
social
donde
no
están
presentes,
o enton-
ces,
para
épocas históricas donde
no
pueden
ser
plenamente
reconocidos,
volviéndose
asíinstrumentos
para
representaciones
ideológicas,
Distinguir
entre
la verdad
parcial
de
esos
resultados
y
su
uso ideológico,
es una de
las
principales
tareas
de
la
crítica ontológica
que
el
marxismo
debe
permanen-
temánte
eiercer
en sus
relaciones con
Ias
ciencias
sociales
particulares.
Por
lo
tanto,
esa
crítica
no debe
ser
una crítica aniquiladora,
que
afirme pura
y
simplemente
que
las
ciencias
particulares
están globalmente
equivocadas. Por
el
contrario,
el
obietivo es
ei de
rescatar ios resultados
parciales
positivos
de
las mismas, dándoles, sin embargo,
un
tratamiento
crítico-dialéctico
capaz
de relacionar
tales
resultados
con la totalidad y
la historicidad.
Se
trata así
demediatizar
Io
que
las ciencias sociales
presentan
como
aigo
inmediato,
de
desfetichizarlos
"hechos
sociales",
a través de
su
vinculación
con la
praxis.
Y al hablar de
praxis proponemos
una
primera
y
fundamental
concre-
tización
de la
noción marxiana
de totalidad,
ya
que
el
concepto
de
praxis
se
sitúa en el
corazón
de
la ontología
marxista
del
ser
social.
En
realidad,
la totalidad
que
el
marxismo
tiene en
vista no
es
la
toralidad
del
"Espíritrt",
como
en Hegel, sino la totalidad de
la praxis:
siendo
ex¡rrcsiírn
dc
lit plcnrt
articulación
entre suieto
y
objeto, la
praxis
es
una
acción
que
se
obf etiva et.t
143
144
-84-
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I
,l
I
ti
'l
estrLrctLtraso
instituciones.
Y
precisamente
por
eso
es
ella
la
que brinda
el
punto
de
vista
totalizante
capaz de
disolver
todas las
unilateralidades
"sub.
ietivistas"
u
"obietivistas" con
las cuales
las
ciencias
sociales
particulares
acostumbran
tratar,
tanto
las
acciones
como
las
estructuras-
2.
La
recuperación
gramsciana
de la crítica
ontológ¡ca
de
Marx
Gramsci
rrabaló con
las ciencias
sociaies
particulares
a
partir
de un
paradigma
semeiante
al
adoptado
por
Marx en su
"crítica
de la
economía
política"'
Pero
descle
ya
cabe
aquí
una
importante
excepción:
se
puede
decir
que
Gramsci,
en cierto
modo,
transfiere
el tratamiento
prioritario dado
por
Marx
a
la
economÍa
(ciertamente
la
ciencia
particular
con
la cual
este
último
más
se
confronró),
lievánclolo
hacia
la sociología,
y
muy
particularmente
hacia
la
ciencia
política. Y
Gramsci
hizo
esa opción
porque
partió
del
presupuesto
-
el cual
puede
ser
fácilmente
confirmado
con
la lectura
delos Cuadernos
de
la
cárcel
-
de
que
la
crítica
de
la
economía
política
ya
había
sido
hecha:
él
acepta
inregralmente
los
resultad.os
de
esa
crítica,
tanto
los
producidos
por
el
mismo
Marx
como,
y
quizás
sobre
todo, los
existentes
en los
desarrollos
que
encuentra
en
la obra
de Lenin,
particularmente
en
El
imperialismo,
fase
superior
clel
capítalismo.
Para
proseguir
el
trabalo
crítico
iniciado
por
Marx,
se
trataba
entonces
de
extenderlo
a
nuevos
ámbitos
de la
totalidad
social,
una
operación
que
se
tornaba
aún más
necesaria
en
la medida
en
que,
en
la
época
de Gramsci,
la economía
política
de ó
de
ser
el centro
de
arriculación
del
pensamiento
burgués,
como
lo fue en su
fase
de
ascensión
revolucionaria,
siendo
sustituida
en
esa función
precisamente
por
la socio-
logía
y por
la
ciencia
polí[ica.'as
Ya
que
da
por
supuesta
la
realización
de
la crítica
de
la
economía,
ese
fue
el
rerreno
d.e la
reoría social
para
el
cual
Gramsci
menos
contribuyó. El
historiador
ilglés
Eric Hobsbawm
parece
así
estar
en
lo
correcto
cuando
afi.rma
que
Gramsci
hace
contribuciones
sustantiva§
para
todas
las
ciencias
sociales
particulares,
salvo
tal
vez
para Ia
economía.'a6
En
realidad,
aquel
que
haya
leído
los Cuadernossabe
que
Gramsci
trabaió
relativamente
poco
con
los
temas
de
economía stricto
sensu,
no teniendo
muchas
contribuciones
signif,cativas
para una reflexión
creativa sobre
los
fenómenos
económicos
del mundo
contemporáneo.
Pero
insistiría en la
expresión
"relativamente",
Sobre
ese
pasaje
de
la
"crítica
de la economía"
a la
"crítica
de
la
sociología",
y
sobre
sus
razones
históric¿s
y
teóricas,
ver las
incitantes observaciones
de
Luis
Razeto Migliaro
y
Pasquale
Misurat¿,
Socioloqía
e
marxismo nella
critica
di
Gramscí,
Bari,
De
Donato,
r968,
p.
r9
ss.
E.
J.
Hobsbawm,
"Una pietra
angolare
del marxismo",
en
Rinascita,
27
maggio, 1975,
p.
6'
r45
146
87-
va
que
-
en
las
famosas
notas
sobre'Americanismo
y
fordismo", así
como
.n
algrnas
observaciones
sobre
el fascismo
-
Gramsci
intenta también
re-
flexionar
sobre
las nuevas
formas
de
intervención
del
Estado
en
la
economía,
o
sea,
sobre
determinaciones
que
se
maniiestaban en el
capitalismo de su
tiempo
y
que
aún
no
habían sido
tratadas
por
Lenin.'a7
Pero el
hecho es
que
también
en
esos casos,
como siempre
en
su
obra, el
foco
de ia
atención está
concentrado
sobre
todo
en
la
política
(en
las
nuevas
formas de
la
hegemo-
nía
burguesa)
y
no
en las determinaciones
económicas
srrícro
sensu. De
cualquier
modo,
inciuso
con esa
excepción,
la
economía
es
ciertamente
1a
ciencia
social
particular para
la
cual Gramsci menos
contribuyó.
Su
principal
conuibución
reside
en la
crítica
histórico-ontológica
de
dos esferas
del ser
social,
o
si
se
preflere,
de dos
ciencias
sociales
particulares:
ia sociología,
y
sobre
todo,
Ia
ciencia
política.
Son
esas
las dos
ciencias sobre las cuales
prioritariamente
se ejerce
-
en el
sentido marxiano
de
lapalabra-la
crítica
existente
en Ia
obra
de Gramsci.
En
lo
que
respecta
a la
crítica de la sociología,
esta aparece
sobre
todo
en
la
discusión
de
Gramsci
con Bukharin.'a8 Es
curioso
observar,
por
lo tanto,
que
Gramsci
crítica la
sociología,
no tanto en Ia
versión
de sus
pensadores
"clásicos",
sino
en aquella
que
aparece en
Ia obra
de un autor
marxista,
precisamente
Nicolai Bukharin,
con
quien
Gramsci
incluso
tenía
grandes
afinidades
políticas.
Bukharin
publicó er.tg24,
en
la época de
su apogeo
político,
un
libro llama do
Tratad
o
de m
ater ialismo
histór ico,
que
recib ió en
la
raducción
francesa
el
subtítulo
de
Ensayo
popular
de
sociologíamarxista;
fue
esta
edición francesa
que
Gramsci
consultó
en Ia cárcel.
Este libro
pasó a
ser,
por
lo menos
hasta
el final
de los años r93o,
quizás
el
principal
texro
de
introducción
al marxismo.
Optando
por
su crítica,
Gramsci
hizo una eiec-
ción
hábil,
ya que,
de
ese modo,
no
solo criticaba
a la sociología
en
general
(muchas
de cuyas
formulaciones
clásicas
eran
asumidas
acríticamente
por
Bukharin
en su
manual),
sino
que
al
mismo tiempo
criticaba
también
a
un
tipo
de
marxismo
vulgar,
de clara
inspiración
positivista,
que
recogía
del
pensamiento
burgués
tardío
una
visión de la
sociedad
que,
como Gramsci
apunta,
es
insuflcientemente historicista
y
muy
poco
dialéctica.
El
principal
tema
de
la crítica
de
Gramsci a
Bukharin
es
que
éste,
en
su libro,
subestima el
papel
del
suieto
en la
construcción
de
Ios
procesos
sociales: el
autor ruso
insistía excesivamente
en
el
peso
de
las
estructuras,
de
la
"obietividad", por
las
cuales los
hombres
serían
rígidamente
determi-
nados.
De eso
resultaba Ia
idea,
muy
repetida
en
los
sucesivos
manuales
de
r47 A.
Cramsci,
Cuaciernos de la cárcel, cii.,v.
6,
p.
59
ss.
't48
Cuadernos, c¡t.,
v.4,
p.261
ss.
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Toda la
reoría
gramsciana
de
la ideología
-
que es
parte
esencial
de
las
reflexiones
existentes
en I os
Cuadernos-
está
marcada
por
la
convicción
¿s
que la ideología
es una
reaiidad
práctica.
Diferentemente
de
cierta tradició¡
marxisra,
para
ia
cual
ideología
es
apenas
"falsa
conciencia"
(en
contraste
con
conciencia
verdadera
o cientíñca),
Gramsci
piensa
que,
indepenüentemenk
de
ser
verdadera
o
no en
sentido
epistemológico,
"la
teoría
se
transforma
en
poder material
después
que
se apodera
de
las
masas"''52
En esa medida
hay
cosas
que
epistemológicamente
-
o
sea,
del
estricto
punto
de vista
de
la
teoría
del
conocimiento
-
pueden
no
ser
verdaderas,
pero
que
del
punto
cle
vista
ontológico-social
son
hechos
reales.
Por
ejemplo:
si un
número
sustantivo
de miembros
de una
sociedad
cree
en
la
existencia
de
Dios,
Dios
pasa
a tener
existencia
social,
independientemente
de su
existencia
o
no en
el
plano
de Ia
ontología
de
la naturaleza.
Los
valores
sociales,
las
religiones,
ias
ideologías,
las
concepciones
del
mundo,
en la
medida en
que
son
fenómenos
de
masa,
en
que
se
vuelven
momentos
ideales
de
la acción
de sujetos
colectivos,
son
una
"verdad"
socialmente
obietiva,
dotados
de
la
misma
espesura
ontológica
de
fenómenos
como
el
Estado
o la
plusvaiía
(basta
pensar,
por ejemplo,
en el
papel
que
la
religión
cristiana
y
sus
instituciones
lenían
en
la Edad
Media).
Esa constatación
es
una
importante
contribución
de
Gramsci
para
Ia
teoría
marxista
del
momento
ideal
y
de
la ideología.'s3
Gramsci
leyó ios
pragmatistas,
y
es
posible
que
haya
sido
influenciado
por
ellos,
en
su
teoría
de
Ia ideología,
aunque,
como
ya
vimos,
también
h"yo
urr^
explícira
y
declarada
inspiración
en el
ioven
Marx.
De
cualquier
moclo,
el
hecho
es
que
Gramsci
insiste en
que
las
ideologías
son
realidades
socioprácticas.
Éi
distingue
enrre,
por
un lado,
lo
que
llama
"ideología
ce-
rebrina",
que
resulta de
una especulación
individual
o de
algunos
pocos
y
que
no
se
torna
un
fenómeno
de masa;
y, por
otro
lado,
lo
que
deflne
como
"icleología
orgánica",
que
corresponde
a
Ia
toma de
conciencia
de
grupos
o
clases, clecisivos
en
una determinada formación
social.'s4
El
marxismo,
por
ejemplo,
independientemente
de ser
o
no
una
verdad
científica,
se
volvió
ideología
cuando se
convirtió
en fenómeno
social
objetivo:
no se
puede
ignorar
el
papel
de
los
valores
foriad.os
por
el
marxismo
en
la
formación
de
la sociádad
contemporánea,
cualquiera
que
sea
nuestra
posición sobre
el
cito
aquí
(como
incluso
cramsci
lo
hace con
frecuencia)
la
célebre
expresión
de
Marx
existente
en
"Crítica
de
la
filosofia
hegeliana
del derecho.
lntroducción"'
5e
trata
de
una
posición que
también
será
adoptada
por
el último
Lukács,
como
se
puede
ver en
el
bello
capítulo
sobre
"ll
momento
ideale
e I'idelogia",
en
Per ontología
cleli'essere
sociale,
cii,
v.2
,
1981,
pp.335-555,
en
donde
hay una
explícita
referenci¿
a
Grantsci.
r54
Cuadernos,
cit,
v.3,
P.
159
hecho,
por
elemplo,
de
existir
o
no Iaplusvalía
como
fenómeno
social
obf etivo.
En
ese
sentido,
la
posición
de
Gramsci
refuerza
la
concepción
marxiana
de
la
totalidad
social
como
algo
formado
orgánicamente
por
la
interacción
de
suiero
y obf
eto, de
conciencia
y
praxis,
o
-para
usar
términos
propios
de
la
tradición
sociológica-
de
acción
y
estructura.
Ahora
bien, si
Gramsci
critica
la
socioiogía
desde
el
ángulo de
la
política
entendida
como
"catarsi§", eso
signiñca
entonces,
que
ese ángulo
crítico
se
basa
-
ral
como
el
de
Marx
en
relación a Ia
economía
-
en el
principio de
la
totalidad
y
de
Ia
historicidad.
Como
ya
observé,
Gramsci está
lejos de
ser un
,,cienrista
político": él
tiene
un
concepto
amplio
de
política
como
"catarsis",
lo
que
signiñca
que
en su
reflexión
todas las
esferas
sociales
contienen,
por
lo
menos
como
posibiiidad,
el
momento
de
Ia
libertad,
de la
univesalización.
por
lo
tanto,
criticar
el
pseudo-obletivismo
de
la
sociología
desde
el
ángulo
de
h
política
(en
sentido
amplio), signif,ca criticar
una ciencia
social
particular
desde
el
ángulo
de la
historia,
de la
praxis
totalizadora.
En
otras
palabras,
h
crítica
gramsciana
de
la
sbciología tiene el
mismo
senrido
metodológico
de
la
crítica
marxiana de
1a economía
política.
Pero
Gramsci
se
vale
también
de
otro
concepto
de
política,
que
antes
lla-
mé
de
"restricto", y
que
es
esencialmente
el
mismo utilizado
por 1a
llamada
"ciencia
política"
en
tanto ciencia social
particular.
Y
se
puede
constatar
que
él se
enfrentará
con
ese concepto
"restricto"
también
de
modo
crítico,
en el
sentido
histórico-ontológico
ya
aludido. La
principal
tradición
del
pensa-
miento
político
moderno,
de
Maquiavelo
a
Gaetano
Mosca
-
y
no
cito
a
los
dos
por azar, sino
porque
son
frecuentemente
referidos
por
Gramsci
en
los
Cuaclernos-,
deñne
la
política
como
la esfera
social
donde
se
manifiesta
la
existencia
de
gobernantes
y gobernados:
existe
política
cuando
existe
una
reltión
de
poder,
la cual
implica
esa
existencia
de
gobernantes
y gobernados.
También Gramsci
dice explícitamente
que
el
"primer elemento"
de
la
política, entendida en ese
sentido
restricto,
"es que
existan
gobernantes
y
gobernados,
dirigentes
y dirigidos. Toda
ciencia
y
arte
de
1a
política
se
basa
en ese
hecho
primordial,
irreductible
(en
ciertas
condiciones
generales)"
)ss
En
otras
palabras,
Gramsci
reconoce
como
pertinente
el objeto
de
Ia ciencia
política,
pero
10 somete
a una
crítica de
inspiración
marxiana:
ese
objeto
no
es un hecho
natural o eterno,
no es una situación
que
caracterice
cualquier
orden social,
ya
que
no siempre
existieron
(y
nada
garanriza
que
siempre
existirán)
gobernantes
y gobernados.
Relacionando
Ia esfera
política
con
Ia
totalidad
y
la
historia,
Gramsci
muestra
que
esa división
entre
gobernan-
tes
y
gobernados
resulta
de la
división de
la
sociedad
en clases,
lo ciue
no
t55
Cuadernos, c¡t.,
v.5,
p.
r75.
152
r53
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I
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siempre
existió;
y
muestra
también
que,
en
la medida en
que
la
sociedad
llegue
a
superar
esa división
en clases antagónicas,
habrá
una
tendencia
a
la desaparición
de esa
división
entre
gobernantes
y
gobernados.
Enlos
Cuadernos,
hay un
momento
donde Gramsci
indica
de
modo
muy
ciaro,
cómo
ese
punto
de
vista histórico
y
totalizante
es
-en
sus
palabras-
"la
innovación
furrdamental introducida
por
la
ñlosofía
de
la
praxis
[es
decir,
por
el
marxismo] en la
ciencia de
la
política"; y
esta
se
expresa
en
Ia
"demos-
tración de
que no existe
una abstracta
'naturaleza
humana',
fiia e
inmutable
(...),
sino
que
la
naturaleza
humana es
el
coniunto
de las
relaciones
sociales
históricamente
determinadas".
Por lo
tanto,
prosigue
Gramsci,
"la
ciencia
polírica
debe
ser
concebida,
en
su
contenido
y
también
en
su
formulación
lógica, como un
organismo
en
desarrollo"."'Aquí
está
expuesta
la
idea-de
origen
claramente
marxiano-
de
que
es
preciso
someter
al
criterio
de
la
rotalidad
histórica,
o
sea,
a
una
crítica ontológica,
los conceptos
generados
por
ias
ciencias
particulares, incluso cuando
éstos
captan constelaciones
empíricas
efectivamente existentes.
La
explicación
tautológica
del
poder
(o
de
Ia existencia de
gobernantes
y
gobernados)
por
la
"voluntad
de
poder"
-con
su
consecuente
fundamenta-
ción
en
el
hecho de
que
unos
pocos
asumen
esa
voluntad
y
la
llevan
hasta
el ñn,
mientras Ia
mayoría
(formada
por
débiles
y
resentidos)
fue
"hecha"
apenas
para
obedecer-,
es una explicación
que puede
ser
frecuentemente
encontrada
en
el
tratamiento de la
política, por
lo meno§ desde
Nietzsche,
tornándose
reiterativo en
las diversas
teorías
"elitistas",
tanto
conservadoras
como
liberales. Ese
concepto
ahistórico
de
poder
aparece,
por
eiemplo,
en
la obra
de
un
pensador
tan signif,cativo como
Max Weber:
para
é1,
el
poder
es
algo
que se
enraiza
en la
naturaleza humana,
derivando del
"hecho"
(asu-
mido
acríticamente) de
que
los hombres
y
las naciones
son
dotados de
una
innata
y
misteriosa "voluntad
de
prestigio".'r
Es a
partir
de
esa
abstracción
que
Weber
construye sus
famosas tipologías,
algunas
de las
cuales,
como
veremos,
presentan
indiscutible
interés
para
la
comprensión de
fenómenos
parciales
de
la
vida
política
y
social,
a
pesar
de
que
les
falte la
dimensión
de
contenido
que
resultaría de una
visión histórico-totalizante
de los
procesos.
Como
ya
vimos,
en
Gramsci
también
aparece
la
afirmación de
que
existen
gobemantes
y gobernados, y
de
que
inclusive éste es
el
punto
de
partida de
la
ciencia
y
de la
realidad
políticas;
además,
muchas
de
sus reflexiones
se centran
en
esa
polaridad y
buscan
aclarar,
por
eiemplo,
de
qué
modo
el
gobernante
gobierna y
por qué
el
gobernado
obedece,
lo
que
le
permite
desarrollar
una
,tt
;;
;, ;;
157
[/.
Weber,
"La
política
como
vocación"
,
en Escritos
políticos,
México, Folios,
1982.
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i
i
i
l
I
démarcheteíiica
que
introduce
nuevas
determinaciones
en los
conceptos
de
coerción
y
consenso,
Ias
cuales
ciertamente enriquecen
ias
reflexiones
clásicas
sobre
el tema. Pero Gramsci
no
es solo
un cientista
político,
dado
que
es
consciente de
que
ese
punto
de
partida
debe
ser criticaclo.Después
de
reconocer
como
váiido
el obfeto
de
la
ciencia política,
él
indaga:
"¿§e
pretende
que
siempre existan
gobernados
y
gobernantes,
o
se
desea
crear
las
condiciones
en
las
cuaies
desaparezca
la necesidad
de
esa división?.
Es
decir,
¿se
parte
de
la
premisa
de la eterna
división
del
género
humano,
o
se
piensa
que
ésta
sea
solo
un
hecho
histórico,
correspondiente
a
ciertas
condiciones?"."8
Como Gramsci adopta
ciaramente
la segund4
alternativa
de
cada
pregunta,
se
vuelve
obvio
que para
él
laexistencia
de
gobernantes
y
gobernados
-rcbjeto
primordial
de
la
ciencia
política-
tiene
su
génesis en
determinada
constelación histórica,
es decir, en el surgin.riento
de ias clases
sociales,
no siendo
así
un hecho
"natural".
Como
mafxista,
está
convencido
de
que
no
siempre
existieron
clases,
y
de
que
su
existencia
definitiva
no es
algo
fatalmente
necesario.
Y
es
por
eso
que,
aun
desarrollando los conceptos
de
la
ciencia
política
(tal
como
Marx
lo
hizo con
los de la
economía),
él es
capaz
al
mismo
tiempo
de someter
tales conceptos a
una crÍtica
histórico-
ontológica,
la cual tiene
su
parámetro
en el
punto
de
vista
de
la
totaiidad.
Existe
un
empeño
permanente
de
Gramsci
por
mostrar
que
la esfera de
lapolítica
(en
sentido
restricto)
no
puede
ser
entendida soio
en su
propÍo
nivel,
sino
que
demanda
un
constante
apelo a
la
totalidad.
Tomemos
como
ejemplo un
famoso
pasaje
de
los
Cuadernos,
intitulado
'Análisis
de
las
situaciones.
Relaciones
de fuerzas",'se
en el cual Gramsci intenta indicar
la
metodología correcta
para proceder
a un
anáiisis
de
coyuntura. En
ese
pasaje,
él
muestra
que
la
condición
necesaria
para
examinar
la
esfera
de
1as
relacl¡nes de
poder
es
el examen
previo
de las bases
económicas sobre
las
cuales
se
desarrolla
ia
acción poiítica. Gramsci registra
dos
niveles
principales
de
manifestaciones
de la
relación
de
fuerzas.
Hay un
primer
nivei que,
según
é1,
puede
ser tratado
a
la
manera
de
la ciencia
natural,
en el
cual
se
busca
saber,
por
ejemplo,
cuál es
la
población
económicamente activa de
un
país,
cuál
es el
peso
de
las clases
trabaiadoras
en
esa
población,
de
qué
modo esta
última
se distribuye
entre la ciudad y
el
campo,.cuál
es
el
peso
relativo
de
los
seccores
primario,
secundario
y
terciario
etc.; en
otras
palabras,
en
ese
nivel,
el
análisis se coloca más
allá
del universo
de
la
política
y
busca
captar
el movimiento de las
estructuras económicas,
de
ias reiaciones sociaies de
producción.
Pero existe
también
el
nivel
donde
se
hace
el
análisis
especí-
t58
Cuadernos,
cir.
v.5,
p.
r78.
tíg Cuadernos,cit., v.
5,
p.3z
ss.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 47/68
f,co de
la
relación
palítica
de
fuerzas,
en el
cual se
procura
determinar
¿s
qué
modo
las
clases
y
grupos
sociales
están
organizados,
cuál es su
grado
d.e conciencia,
cuáles
son
sus
propuestas concretas
para
Ia sociedad,
qué
apoyo tienen
en otros
grupos
etc.'6o
Por lo
tanto,
incluso
cuando trabaia
con la
política
stricto sensu,
Gramsci
no es
un
"politólogo":
él
sabe
que
la
esfera de
la
política
está
sometida
a
la
totalidad
histórica,
siendo
imposible
entender
adecuadamenre
lo
que
en ella
ocurre
Sin
una
clara
referenCia
a
las demás
esferas
de
|a sociedad,
en
particular
a
la e§fera
de
las
relaciones
sociales
cle
producción. De esta
forma,
é1 recupera
plenamente
el
principio
marxiano
de
la
totalidad.
3.
La contribución
de
Cramsci
a las ciencias
sociales
Con
todo,
a
pesar
de
que
plenamente atento a las necesidades
de
criticar
ontológicamente
los
objetos
de
las
ciencias
sociales
particulares
(y
tal
vez
por eso
mismo),
Gramsci
-
con
sus
instigantes observaciones
-
ciertamente
contribuye
al
desarrollo
específico
de
muchas
de ellas.
Además
de
dedicarse
a
temas
explícitamenre
"politológicos",
Gramsci
analiza
también
varios otros
fenómenos
sociales
que
hoy
serían
"departamentalmente"
clasificados
como
sociológicos
o antropológicos.
Hay en
lo s Cuadernos,por
eiemplo,
toda
una
teoría de Ios
intelectuaies
que,
a
pesar
de
que
eStá directamente
relacionada
a
su
preocupación
por
la
política,
contiene
reflexiones
y
material
empírico
que
no
pueden
ser
ignorados
por ningún sociólogo
que
se
ocupe
del
tema. Lo
mismo
podría
ser
dicho de sus
análisis
de la
religión
y
de
la
cultura
popular,
los
cuales hoy
serían
probablemente
clasifrcados
como
"antropológicos".
Por su
parte,
estud.iosos
de
la
literatura,
de
la lingüística
y
de
la
pedagogía
tanrbién
encuentran
en los Cuadernos
preciosas indicaciones
temáticas
y
nretodológicas
para
sus
investigaciones
específi
cas.
Gramsci puede ser
considerado
como
uno
de
los marxistas
que
más
conrribuyó
al desarrolio
concreto
de
las
llamadas
ciencias
sociales.
En
un
importante
libro,'u'
el historiador
Perry Anderson
afirma
que
una
de
las
principales
características de
lo
que
él
llama
"marxismo
occidental",
sería
Para
deñnir
esos
dos niveles
de
análisis,
Gramsci
se inspira
explícitamente
en Marx:
"Es
prec¡so
distinguir
siempre
entre
los cambios materiales
ocurridos
en
Ias
condiciones
económicas
de
producción
y
que pueden
ser
apreciados
con la exactitud
propia
de
las
cienci as
n
aturales,
y
las formas
iuríd
icas,
políticas,
rel
igiosas, artisticas
o filosóficas,
en
una
palabra,
las
formas
ideológicas
por
las cuales
los
hombres adquieren
conciencia
de
ese
conflicto
y luchan
para resolverlo"
(Marx,
Prefacio
[''6Sgl
a
Contribución a
la
crítica
dc
la econoniía
política,
cit.l
P.
Anderson,
Consideracíones
sobre
el
Marxismo
Occidental,
Siglo
XXl. 1978.
su
concentración
en
temas
fiiosóficos, con la
paralela
subestimación
o
abandono
de
investigaciones
empíricas.
Si
examinamos
las
obras
del
joven
Lukács,
de
Karl
Korsh
o de
algunos
miembros de la Escuela
de
Frankfurt
en
su
primera
fase
-
ias
principales
expresiones
del
"marxismo
occidental"
-,
veremos
que hay
efectivamente una
marcada
tendencia
de
esa ver¡iente de1
marxismo
en
el
sentido
de
ñiarse
a
nivel
de la ñlosoffa,
o
más
precisamente,
de
las
conexiones
más
generales
de
la
totalidad,
con un
cierto desprecio
por
las
investigaciones
empíricas.
Entre
los autores
que Anderson
clasifica
como
"marxistas
occidentales",
Gramsci
fue indudablemente
quien
más
reflexionó
sobre
los
temas
hoy
hegemonizados
por
las ciencias sociales
parriculares;
sin
iamás
perder
de
vista
la dimensión
frlosóflca de la
totali-
daci,
fue él
quien
más
contribuyó para
el
desarrollo
y
enriquecimiento de
los
obietos específ,cos
de
esas
ciencias.
El
autor
de
los Cuadernos no
es
un
cientista
político,
ni un
sociólogo,
ni un
pedagogo,
ni
un
antropólogo,
ni
un
trabaiador
social;
pero,
a
pesar
de
eso
(o
tal
vez
por
eso
mismo), tiene
mucho
que
decir
y
enseñar
a
los
cientistas
políticos,
a
los sociólogos,
a los
pedagogos,
a
los
antropólogos
y
a los trabajadores sociales.
Ciertamente
no
puedo
detenerme
aquí
en
las
innumerables
contribu-
ciones
de
Gramsci
a
las
ciencias
sociales
particulares.
En
ese sentido, sería
tema
de
una
fecunda
investigación
listar
1o
que
los
mismos representantes
de
las ciencias
sociales
dicen,
en
cada
caso
concreto,
sobre
ia
contribución
de
nuestro
autor
a
sus
problemáticas
específicas.
Sin
la
menor
pretensión
de
ser
exhaustivo,
me
gustaría
dar
algunos eiemplos
concretos.
Pienso
que
un
sociólogo
que
leyó
a Karl
Mannheim
y que trabaia
bajo
su
inspiración,
ganaría
mucho
discutiendo
el
concepto
gramsciano
de
"intelectual".
Como
se
sabe,
Mannheim
fue, entre los sociólogos,
uno de
ios
qudmás
se empeñó
en
la
comprensión
de lo
que
es
el
intelectual, llegando
incluso
-en
el
desarrollo
de
la
especificidad hoy conocida como
"sociología
del
conocimiento"-
a
crear
una
ingeniosa teoría
según la cuai
la fracción
de
los
intelectuales
puede
ser
prácticamente
equiparada
a una clase
social.
Las clases
sociales,
según
Mannheim,
crean
sus
propias
visiones
de mundo,
"ideológicas"
o
"utópicas".
La
"ideología"
sería
la
visión
del
mundo
de
los
grandes grupos
conservadores,
sobre
todo de
la
burguesía,
que
se
empeñan
en mantener el actuai
s¿atus
quo;la"utopía",
por
el
contrario,
sería
el
pen-
samiento de la
elase
que
pretende
transformar
ese status
quo,
o sea,
en
el
mundo
de
hoy, del
proletariado.
Para
Mannheim,
existe una
fracción social
intermediaria,
que
él
designa como la inteiectualidad
"libre
de vínculos",
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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I
I
'J
i
política
no
Se
concentra
solo en
torno
del Estado
stricto
sensu,
en
torno
del
Estado-coerción,
sino
que
se difunde
por
la sociedad
civil
-y
por
lo
tanto
en
donde Ia
supremacía
d.e
una clase
debe
basarse
también
en el
consenso,
en
la
hegemonía-,
en
rales
formaciones
sociales,llamadas
por
él
"occidentales",
se
hace
mucho
más
fuerte
la
necesidad
de
un tipo
legal-formal
de
legidmi-
clacl. Pero
él
indica
también
el cuadro
estructural
donde
en
momentos
de
crisis
de hegemonía,
cuando
oCurre
io
que llama de
"equilibrio catastrófico"
entre
las
clases
sociales
funclamentales,
surgen
fenómeiros
de
"cesarismo"
(es
el
término
que
utiliza
para
deñnir
1o
que
Marx
llamó
"bonapartismo"),
durante
los
cuales
la
legitimidad asume
trazos
indudablemente
carismáticos.
En
ese
sentido,
se
puede decir
que
encontramos
en Ia
obra
de
Gramsci
las
de[erminaciones
estrLlcturales
-o
sea, el
punto
de
vista de
1a
totalidad-que
permiten construir
Ios
fundamentos
de
contenido
(u
ontológico-sociales)
de
la
instigante
tipología
formal-descriptiva
de
Weber.'66
Por
Io
tanto,
si
pensamos
en la
ciencia
política
contemporánea,
en
los
principales
temas
que
ésta aborda
hoy,
podremos con§tatar
que
Gramsci
esbozó
respuestas
para
la
mayoría
de
ellos. Por
eiemplo:
los
fundamentales
análisis
del
Estado
contemporáneo
elaborados
por
pensadores
como
|ürgen
Habermas
y
Claus
Offe
-
influenciados
no
solo
por Marx,
sino
también
y
sobre todo
por
weber
-
ganarían
mucho
en
densidad
si
incorporaran
ex-
piícitamente las
reflexiones
gramscianas
sobre
el
Estado
"ampliado".
Tanto
Habermas
como offe,
al
pensar
la actual
crisis del
welfare
state,
utilizan
el
concepto
de
"déñcit
de legitimidad",
o sea,
la noción
de
que
esa
crisis
no resulta
solo
de dif,cultades
económicas,
sino
del
hecho
de
que
tales
diñcultades
conducen
a
la
pérdida
de legitimidad;
ahora
bien,
eso
es
Io
que
Gramsci
llamó
"crisis
de
hegemonía",
o
"crisis
orgánica",
constatando
que
sin
hegemonía,
es
clecir,
sin
legitimidad,
una sociedad
de
tipo
"occidental"
no
puede
funcionar
regular
y
normalmente.
Por lo
tanto,
a
partir de su
teoría
"ampliada"
del
Estado,
Gramsci
brinda imprescindibles
pistas
para
pensar-
desde
un
ángulo
rotalizanre
y
no
puramente descriptivo
-
el
tipo
especíñco
;;; ;;;;
;;,,
"i,,
,r,.o',
o" ,in.'
i"r..r,, *
marcada
por
un lesítimo
esruerzo
en el
sentido
de
captar
la difusión
del
poder
por
la
sociedad,
su
expansión,
que
se
extiende
más allá
de
los
focos
"tradicionales"
de dominación.
Pero,
por
no
poseer
el
punto
de
vista de
la
totalidad,
Foucault
n o fue capaz
de
elaborar
una
adecuada
"macrofísica" del
poder
(lo
que
implica
necesariamente
una
teoría
del
Estado),
limitándose
así a
describir
-
muchas
veces
con brillo,
pero
a
través
de un
tratamiento
esencialmente
formalista
y
fragmentario
-
lo
que
él mismo
llamó
"micropoderes".
Una
lectura
gramsciana de
Foucault,
así
como
de
weber, podría
ofrecer
importantes
contribuciones
para
un crítica
histórito-orrtoli,gic.r
cie
la
política,
la cual, incorporando
las
indiscutibles
contribuciones
p¿rci¿le§ de esos
dos autores,
fuera
capaz al
mismo
tiempo
de
recuperaf
el cuadro
ontológico
histórico-totalizante
donde
ellas
puedan
asumir
su
plena
signiñcación.
de
crisis
de legitimidad
que tiene
lugar
en
el
capitalismo
contemporáneo. En
esra
medida,
un
cientista
político
stricto
sensuliene
mucho
que
aprender
con
las
reflexiones
gramscianas.
Por
1o
demás,
se
puede
registrar
en Ia
literatura
sobre
Gramsci un
fenómeno
nuevo.
Hasta
hace
poco tiempo,
en
relación
a
los análisis
de las
fuentes
de
su
pensamiento,
se
investigaba
sobre
todo
Ia
relación
de Gramsci
con
sus
interlocutores
principales, Marx
y
Lenin,
lo
que
era
iusto,
ya
que
esos dos
autores
fueron
ciertamente,
iunto
con
Maquiavelo,
sus
principales y
más
explíciCos
interlocutores.
Con
todo,
hoy
se busca
establecel
la
relación
de
Gramsci
con
otras
fuentes,
revelándose así
que también algunos
importantes
CientiStaS
SocialeS
eStuvieron
entre SuS
interlocutores.
Ya
existen estudios
que
buscan
discutir,
por
eiemplo,
si
y
cómo
Durkheim
influenció
a Gramsci,
una
influencia
que,
en
caso de
ser
conñrmada,
se habría dado
a
través
de
Georges
Sorel.
La
importancia
que
Gramsci
atribuye
dl universo
simbólico-
axiológico
tendría
algunos
puntos
en
común
con
ia
noción
durkheimiana
de
conciencia
colectiva;
Durkheim y
Gramsci
coincidirían
en
que
el orden
social
en
gran parte
es
estructurado
a
partir
de
valores
ideológicos,
con
la
diferencia
decisiva
de
que
para
Gramsci
-
que
no es funcionaiista,
sino
dialéctico
-
tales
valores,
representando ideológicamen¡e
diferentes clases
sociales,
estarían
siempre
en
contradicción,
actuando
no solo
para
conser-
var
un
orden
social,
sino
también para
transformario.
Ya
existen
también
estud.ios
dedicados
a
las
relaciones
encre
Gramsci
y
Weber,
un autor
además
varias
veces
citado en
10s
Cuadernos.De ese
modo, el
intento
de
reexaminar
la obra
de Gramsci
a
la
luz
de
un
posible
o real diálogo
con
las
principales
matrices
de
las
ciencias
sociales
particulares,
es un
camino
fecundo
de
la
literatura
más
reciente
sobre nuestro
autor.
Cmcluyendo,
me
gustaría
resaltar
los
dos
momentos
que
me
parecen
más
importantes
en el
examen de las
relaciones
entre
GramSCi
y
ias
ciencias
sociales
particulares. Por
un
lado, como
todo
auténtico
marxista,
Gramsci
es
un
crírico
de
esas
ciencias, en la
medida
en que,
contra
el carácter ne-
cesariamente
parcial
y fragmentario
de
éstas,
é1 asume
explícitamente
el
punto
de vista
de Ia
totalidad
y
de
Ia
historicidad;
por
otro
lado,
con
sus
múltiples investigaciones
empíricas,
él
contribuye decisivamente
a ampliar
y/o
enriquecer el
obieto
temático
de
esas
ciencias,
promoviendo así
con
Ias
mismas,
una fecunda
interlocución.
Se trata,
en
deñnitiva, de
una
relación
d.e
crítícay
de diálogo,la
cual,
por
lo demás,
me
parece
ser Ia
relación más
correcta
y productiva entre
el marxismo
y
las
ciencias sociales
particulares.
;
,
:
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-98-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 50/68
CAPíTULO
4
Voluntad
general
y
democracia
en
Rousseau,
Hegel
y
Gramsci
El
tema
de este
ensayo
es
la
relación entre
Gramsci
y Ia
democracia.
Cor¡-ro
se
ha
observado muchas
veces, la
conuibución
de Gramsci
a Ia
teoría de
la
democracia
tiene
su
expresión mayor
en
el
concepto
de
hegemonía,
que
ciertamente
es uno
de
los conceptos centrales
de su
sistema teórico.
Ha
sido
menos
observado, sin embargo,
que
tal concepro
es el
principal
punto
de
articulación
entre
la
reflexión
del
autor
delos
Cuadernos
dela
cárcely
algunos
de los
más
significativos
complejos
problemáticos
de la
f,losoffa
moderna,
en
particular
los
contenidos
en
las
nociones
de
voluntad
general
y
de
contrato.
Este
ensayo
adopta,
pues,
un
abordaje
no
rnuy
convencional,
ya
que
no
pretende
discutir,
como
tradicionalmente se
hace,
la
relación del
concepto
gramsciano de hegemonía con su
fuente
marxista.
Eso
no signiñca,
evi-
dentemente,
que
yo
no esté de acuerdo con el hecho obvio
de
que
Gramsci
es
un marxista.
No solo Gramsci
se
consideraba
marxista,
sino
también
es
considerado
así
por
Ia casi
totalidad
de sus
intérpretes
-y
no
es
posible
corrprender
adecuadamente su
pensamiento,
si
se
deja de
lado esa
liga-
zón orgánica
suya
con
la
tradición iniciada por
Marx.
Pero,
sin negar
eso,
aquí me
propongo
hacer
otro
recorrido:
pretendo
mostrar
que
Gramsci
-en
la
construcción de su
teoría de
Ia
hegemonía
y,
consecuen[emente,
erl
su
problematización
de
la
democracia- no
solo
dialogó
con
Marx
y
Lenin,
o
con
Maquiavelo,
lo
que
hizo
de
modo explícito,
sino también,
algunas
veces
implícitamente,
con otros
grandes
nombres
de la
frlosofia
política
mociema,
en
particular con Rousseau
y
con
Hegel.
Ese
diálogo,
a
mi
modo de
ver,
permitió
a Gramsci rescatar
una
dimen-
sión
fundamental
(no
siempre
debidamente explicitada en
Marx
y
Engels)
del enfoque histórico
materialista
de
la
praxis política,
o
sea, su
dimensión
como
esfera
privilegiada
de
la
interacción intersubietiva
o
consensual.
Como
se
sabe, esa
dimensión
mereció Ia
atención de
Ilannah
Arendt
y
de
Jiirgctr
Habermas,
que procuran captarla
a
través
de
los
conceptos cle
"accióu''
y
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 51/68
de
"actuar
comunicativo",
respectivamente.t6T
En la
obra de
Gramsci,
sin
embargo,
tal
dimensión
-
precisamente
por
ser
formulada
en
el
marco
de
un abordaie
histórico-marerialista
-
recibió
un
tratamiento
más
concreto
(o
menos utópico)
que
el
presente en
los
referidos
conceptos
de
Arendt
y
de
Habermas.
Y,
para
que
ello
ocurriera,
me
Parece
que
fue
decisiva
la
interlocución
de
Gramsci,
no
solo
con
Marx,
sino
también,
como
pretendo
sugerir,
con Rousseau
Y
Hegel.
t.
La
prioridad de lo
público
Una
caracterísiica
básica
del
concepto
gramsciano de hegemonía
es ia
af,rma-
ción de
que,
en
una
relación
hegemónica,
se
expresa
siempre
una
prioridad
cle
Ia
voluntad
general
sobre la
voluntad
singular,
o,
en
otras
palabras, del
interés
común
sobre
el
interés privado.
Como se sabe,
Gramsci
deñne
Ia
polírica
como
"ca[arsis", como
"el
paso del momento
meramente
económico
(o
egoístico-pasional)
al
momento ético-po1ítico","'o
sea,
como el
paso
a
aquel
nivel en
el
cual,
efectivamente,
tienen
lugar
relaciones
de
hegemonía
y
en
el
que
el
inrerés
universal
(o
universalizador)
gana
una
clara
prioridad
sobre el
interés
meramente
singular
o corporativo.
Esaprioridad,
entendida
como
criterio
para
evaluar
la esfera
política,
tiene
ya
más
de dos
mil
años en
la
hisroria dei
pensamienro. Aristóteles,
por
eiemplo,
distinguía
entre buenas
y
malas
formas
de
gobierno
con base
en el
hecho
de
que
el
gobernante
se
guía,
en las
primeras,
por
el
interés
común,
por
el
interés
de la
colectividad,
en tanto
en
las segundas,
la
finalidad
sería
el interés
particular
del
propio
gobernante
(o
gobernantes). En
la
edad
moderna esta
problemática renace,
entre
otros,
en
Montesquieu,
quien
identiflca en
la supremacía
de lo
público
sobre
lo
privado
-o
sea,
en la
"virtud"-
el
"principio
de
gobierno"
que
ha
proporcionado
el fündamento
a
los regímenes
republicanos,
aunque
para
éi,
como
se
sabe, esta
lorma
de
gobierno
sea
algo
que
pertenece
al
pasado
y que, por
lo tanto,
no
puede
existir
ya
en
el
mundo
moderno,
donde
la
forma
idónea
de
gobierno
sería la
monarquía constitucional
o
"moderada".
Pero
es
con
|ean-|acques
Rousseau
que
esta
problemática
resulta
no
solo
una
cuestión
centrai
y
una
tarea
orientada
al
presente,
sino
también
el criterio
decisivo
para valorar la
legitimidad de
cualquier ordenpolítico-social.
En
la
obra
de
Rousseau
existe
un concepto
fundamental,
el de
"voluntad
general",
H. Arendt,
The
Human
Condition,
Chicago,
The University
ofChicago,1958
(también
en
esi¡añol Lo Cr,ri
tción hunana,
editorial
P¿idós,
2oo3);
,.
Habermas,
Teoría de
la
acción
comunicativa,
Madr
id,
laurus,
2
vs.,
1987
r68
A.
Gramsci,
Cuadernos,
cil., v.
4,
p.142.
que
no
existe
del todo en
la
tradición
liberal
-ni
en
ia
que
antecede,
ni
en
la
que
sucede
a
Rousseau-,
ya que
en
esta tradición
aparece
solo la
noción de
"voluntad
de
todos". Como
es
sabido,
Rousseau
deflnía
la
voluntad
general
como
algo
diferente
de
Ia voluntad
de codos, dado
que
la
primera expre§a
el
interés
común, mientras
que
la
segunda es
solo la
suma
de
muchos inte-
reses
particulares
o
privados.'6e Además,
creo
que
en la
f,losofia
política
de
Hegel -otro
pensador
situado
fuera
de
ia
tradición liberal
-
el
concepto
de
volunrad
general,
que
aquÍ
también implica la
prioridad
de
lo
público
sobre
lo
privado, ocupa
un
lugar central.
Si
bien
Rousseau
no está
citado
muchas veces
errlos
Cuadernos
de
lct
cdrcel,no
creo
que
sea arbitrario
proponer
esta
relación
en¡re
él
y
Gramsci.
En
efecto,
en la
obra
de este último
es
posible
registrar
la
presencia,
no solo
de
muchos temas que forman
parte
también
de la
reflexión
de
Rousseau,
sino,
sobre
todo,
de
un concepto
análogo
al
de
"voluntad
general",
específica-
mente
el de
"voluntad
colectiva".'?"
Todavía
menos arbitrario,
a
mi entender,
es
proponer
un
vínculo
entre
Gramsci
y
Hegel,
cuyo
pensamiento
es con
frecuencia
mencionado
y
discutido
enlos
Cttadernos. Tanto en el
concepto
de
"sociedad civil",
cuanto
en
el de
"Estado
ético",
utilizados
repetidamente
por
Gramsci, se
pueden
encontrar
claros
trazos de
la
influencia
de Hegei,
en
algunos
casos de
modo
explícito.
Un
ejemplo
concreto, entre
otros,
está
en
Ia
nota
sobre
"Hegel
y
el
asociacionismo",rzt
en la
que
Gramsci
expresa,
probablemente
por
primera
vez,
aunque
todavía
de
manera
embrionaria
y
sin
darle
la denominación
que
después
utilizaría, su
concepto específico
de
"sociedad
civil".
Con
certeza,
ese concepto
es
diferente
del de Hegel
(y
en
mayor
grado
de
lo
que
parece
suponer en
esa
nota el
propio
Gramsci),
y
ambos,
a
su vez,
son
diferentes
del utilizado
con
frecuencia
por
Marx.
En Hegel, la
sociedad
civil
contiene 1o
que
Marx
llama
"estructura",
o
sea, Ias
relaciones
económicas,
pero
(al
contrario
de Marx)
contiene
también
otras
esferas,
entre
ellas las
que
Gramsci
subsume
en el
término
"asociacionismo".
Es
el caso,
en
particular,
de los
organismos
que
Hegel,
con
unos
términos ciertamente recogidos
del
Ancíen
régime,
llama
"corporaciones",
pero
intentando
caracterizar
figuras
sociales
que,
en verdad,
están más
próximas
de los modernos sindicatos
que
de
aquellas viejas
instituciones
medievales. Ahora
bien, es
precisamente
ese
J. J.
Rousseau,
Du contrat social,
en
oeuvres
complétes,Paris,
Callimard-Pléiade,
v.
lll,
i964,
p.371.
Cf.,
en
el
"lndice
analítico" del
aparato
crítico de
los
Cuadernos,
ed. cir,v.6,
p.
45o,
los
pasajes
en
los cuales
Cramsci habla
de
"volunt¿d"
y
"voluntad
colectiv¿".
lbid.,
v.
r,
pp.122-123.
169
111
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I
I
I
momento
"asociativista"
del
concepto
hegeliano,
el
que
Gramsci retoma
en
su definición
de
"sociedad
civil". Ya
el
"sistema
de
las necesidades",
o
las
relaciones
económicas,
así como la
"administración
de
justicia"
y
la
policía
-que
para
Hegel,
también forman
parte
de
subilrgerlische
Gesselsha.¡t-,
so¡
situados
por
Gramsci en otras
esferas
del
ser
social:
el
primero
en
lo
que
él
ilama
"sociedad
económica",
y
las otras
dos
en
la esfera
de
la
"sociedad
política"
(o
del Estado
stricto sensu). En
consecuencia, ese
retomar
parcial
de
Hegel
por
Gramsci, se
refiere
sustancialmente a
los
"aparatos
'privados'
de hegemonía",
que
son la
base
fundamental
de su
noción
específica
de
"sociedad
civil".
2.
Rousseau
y
la
voluntad
general
Rousseau,
partiendo
de
un
punto
de
vista no liberal, fue
el
primer pensador
moderno
que
insistió en la idea de
que
una
sociedad solo
es legítima,
cual-
quiera
que
sea
su forma
de
gobiemo,
cuando
se
funda en
la
voluntad
general,
en
el interés
común
o en
la
soberanía
popular
(tres
términos
que
son,
en
é1,
prácticamente
sinónimos). El
pensador
ginebrino
fue un
duro crítico
del
liberalismo. En
el Discurso
sobreladesigualdad,lean-lacques se
opone
con
aspereza
a ia
sociedad fundada
en la
propiedad privada, que
él
llama
"société
civíle",pero
enla
cual
podemos
distinguir con
claridad
los
trazos esenciales
de
la
sociedad
mercantil-burguesa,
entonces
en ascenso. Rousseau
procura
demostrar
que
la raíz de
la desigualdad
está en
la
división
del trabaio,
en
la
propiedad
privada
que
la
acompaña, en
los
conflictos
de intereses
y
en
el
egoísmo
que
emergen
necesariamente
de
la
acción
del mercado.?'En
este
su segundo
Díscurso, Rousseau
denuncia de
forma
implacable los mitos
de la economía
política
liberal,
en
particular
en la
versión
que
les
da
Adam
Smith, quien añrma
que la
búsqueda del interés privado llevaría,
a
través
de
la acción
espontánea del mercado, a
la
generación
del
bienestar común.
Para Rousseau,
por
el
contrario,
si hay una
"mano
invisible"
en el
mundo
del mercado,
ella conduce no al bienestar
general,
sino a
la
desenfrenada
lucha
hobbesiana
de
todos contra todos,
a
la alienación
y
a la desigualdad.
Rousseau,
sin embargo,
va
todavía
más
leios en
su
crítica:
no
se limita
a combatir
los
mitos económicos
del
liberalismo, sino
que
critica
también
las
ilusiones
políticas
del
contractualismo liberal.
En
el segundo Discur'
so,
al
describir
las
vicisitudes
del
proceso
de
socialización,
]ean-Jacques
demuestra
que,
en
determinado momento
de su evolución rumbo a
Ia
r7z
J. J,
Rousseau, Discours sur
l'origine
et
Ies fondements
de
l'inégalité
parmi
les
hommes,
en
id.,
Oeuvres
complétes,
cit.,
pp.108-237.
civilización,
los hombres
hacen
un contrato.
Ese
contrato,
exactamente
como
lo
que
Locke
nos
describe en
el
Segundo
úando
sobre el
gobierno,
riene
como
finalidad
precipua
la
garantía
de
la propiedad
privada.
Sin
embargo,
al
contrario
del
filósofo
liberal
inglés,
que
defiende
ese
ripo
de
contrato,
Rousseau
subraya
con crudeza
su falta
de
legitimidad:
en
verdad,
precisamente
porque
se
encamina
apenas
a
proteger
intereses
privados,
esa
modalidad
líberal de
contrato
termina
por
beneñciar
solo
a
los
que
tienen
propiedad,
consolidando
así
la
desigualdad
social
y generancto
ra
opresión
política
de
los
"ricos"
sobre
los
"pobres,,.
Aunque no
disponga
de
un
concepto riguroso
de clase social,
tanto
que
habla
de
,,ricos,,
y,.pobres',,
Rousseau
ciertamente
anticipa a Marx
al revelar
la naturaleza
de clase del
Estado,
inclusive
del Estado
fundado
por
(y con
base
en) un
contrato
de
tipo
liberal.
Es
por
eso
que
se puede
decir
que
el
segundo
Discurso
p'rese[ta
una
crítica
demoledora, no
solo
de la
economía
po[ífica
burguesa, sino también
de
toda
la
tradición
del
contractualismo
liberal
que
se
inicia
con Locke.
Pero
es
obvio
que,
al criticar ese
tipo de
contrato,
Rousseau
no abandona
el
paradigma
contractualista, tanto
es así que
escribe,
algunos
años
después
del
Discurso,
su
obra maestra
sobre
El
con¿rato
social,
dedicado
precisamenre
al
examen
de
un
pacto
legítimo.
Ese nuevo
libro
me
parece que
consriruye la
pars construens
del sistema
rousseauniano,
que
tiene
en
los dos
Disc¿¿rsos
stJpars
destruens:
después
de criticar
con
dureza
a
la
.,sociedad
civil,, cle su
tiempo
en esos
dos
Díscursos,
trayendo
a
la
luz
sus
dilaceradoras
contra-
dicciones
y
los
callejones sin salida
que
la conducen
inevitablemente
a
la
creciente
desigualdad
y
flnalmenre
al
desporismo,
Rousseau irá a
proponer
en
el
Contrato otro
tipo de sociedad, una
sociedadlegírima,
adecuada
a las
potencialidades
del
hombre
social,
(y
es
importante
destacar,
de
pasada,
que,el
contrario
de
los liberales,
|ean-|acques
nos
habla de una
sociedacl
y
no solo
de
un
gobierno
legítimo).
Ese
orden
legítimo también
se
funda
en
un contrato,
pero
ahora
en
un
tipo de
contrato
radicalmente
diverso
de
aquel
propuesto
por
Locke
y
por
los
otros liberales,
o
sea,
disrinto
de
aquella
modalidad
que
Rousseau
ya
había caracterizado,
en
el segundo
Discurso,
como responsable
de
un
pacto
claramente
inicuo.
El
pacto
defendido en
el
contrato social no
tiene
en la
mira,
baio
la
falsa
coberr.ura
de la
protección
de
prerendidos
"derechos
naturales",
ia
propiedad
privada
(por
el
contrario,
él somete
la
propiedad
al interés colectivo).
En
otras
palabrasi
el
contrato
rousseauniano
no riene
como punto
de
partida
y
cle
ltegacta
la
protección
de
los
intereses
privados
de
los contratantes.
Al
contrario, ese
contrato
so-
cial
-ahora
legítimo- se manifiesta
en la
creación
de
una
voh,mtad
general,
que
tiene
como
base
cl intcrés cor.núrn,
y
es el
presu¡rueslo
srrirjetivo
dc
lri
soberanía
popuiar.
A través de tal
contrato,
cl pueblci
se
coltstiruye comc)
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¡
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l
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pueblo,
gestándose
así como suieto
colectivo;
y
lc
que
mueve
a
ese
suieto
es
precisamente la
voluntad
general,
o sea, una
voluntad
que
tiene como
móvil.
no una suma
de
intereses
particulares
o
privados, sino el
interés
común
de
Ia
coiectividad.
Lo
que
caracteriza
1a
posición
democrática
de
Rou§seau
e§
con
exactitud
esto:la
añrmación de
que
solo es
legítima
una
sociedad
fundada
en
la
soberanía
popuiar,
en
la
construcción de
un suieto
colectivo
que,
con
base
en
la
voiuntad
generai,
actúa
según
el
interés
común,
subordinando
a
ese
últirno
los
intereses
puramente
privados.
Me
gustaría retener, así, de
la
reflexión
de
Rousseau,
la idea
de
que
Io
tlemocracia
está
orgánicamente
articulada
conla
idea de contrato. Ahora
bien,
quien
dice contrato
dice
también
consenso,
o sea,
dice
que
los
indi-
viduos
se
organizan
en suietos
colectivos
con
base
en
el
consenso,
en
la
volun¡ad libre.
Y
aquí
ya
podemos
indicar
una
primera aproximación
entre
el
contrato legítimo
de Rousseau
y
el
concepto
gramsciano
de
hegemonía:
como se sabe,
ia
hegemonía
es
concebida
por Gramsci
como
una
relación
que
se
construye
con
base
en el
consenso
y
no en
la
coerción.
Pero
también
es
fundamental
retener
de
la
reflexión
rousseauniana
la idea
de
que
existen
diferentes
tipos de
contrato;
ahora bien,
para
|eanJacques,
el
contrato que
funda Ia
democracia
no
es
-
para
usar
las
expresiones
de
Gramsci
-
aquel
que
se
apoya
en
los
(y
legitima
los) intereses
"económico-corporativos",
o
"egoístico-pasionales",
sino,
por
el
contrario,
aquel
que
crea el espacio
de
una esfera
púbtica
centrada en Io
"ético-político",
en la
universalidad,
en
el
interés
colectivo.
Aun más, el
contrato
propuesto
por
Rousseau,
fundado
en
la
voluntad
general
y
en
la soberanía
popular,
lleva en última
instancia
a la
idea
del atitogobierno;
no
es otra
la
posición
de
Gramsci
cuando, al
defi.nir
el
comunismo
como
"una
sociedad
regulada",
dice
que
en
ella los
aparatos
coercitivos
del
Estado serán
absorbidos
de
manera
progresiva
por
los me-
canismos
consensuales
(o
contractuales)
de Ia
sociedad
civil. Por
otro
lado,
en ambos pensadores, la
democratización radical
de Ia
sociedad
e§
puesta
como incompatible
con el capitalismo:
en
tanto
Rousseau
dice
que,
en el
orden legítimo
que
éi
propone,
nadie
puede
ser
tan
pobre
hasta el
punto
de ser
obligado
a venderse
(o
sea,
a convertirse
en
trabaiador
asalariado),'7
Gramsci
está
convencido de
que
la
"sociedad
regulada"
solo
puede
surgir
después
de
la extinción
d,e las clases
sociales.
Pero,
a
pesar
de su
extraordinaria
lucidez
y
apertura
hacia
el
futuro,
el
pensamiento
de
Rousseau
no está
exento
de
limitaciones
y
ambigüedades,
que
resultan
esencialmente
de
su
peculiar
condicionamiento
histórico.
La
principal de
esas
limitaciones,
por
lo
demás
ya
indicada
por
Marx
en
tll
l.l.
Rousseau,
Du contrat social, cit,
p.39
La
cuestión
judía"o
(en
Ia
que
se
traba
una
polémica
explícita
con
las
ideas
de
Rousseau
y
de
sus
discípulos
jacobinos),
es
el
hecho
de
que
el
auror
del
Contrato
socíal
presupone
la
voluntad
general
como
algo
que
se
contrapone
drásticamente
a
las
voluntades
particuiares y,
en
el límite, Ias
reprime
(los
hombres, dice
Rousseau, deben
ser
"obiigados
a
ser
libres",
esto
es,
a
actuar
según
Ia
voluntad
general).
En
otras
palabras:
para
Jean-Jacques,
la
voluntad
general
no es
un
potenciamiento
o una
profundización
de
las
voluntades
paniculares,
sino
su
opuesto,
de
tal modo
que
Ios
individuos
deben
deiar
de
lado
(o
reprimir)
su voluntad
particular
en
caso de
que quieran
actuar
efectivamente
según la
voluntad
general.
Valiéndome metafóricamente de
un
conocido
concepto de Freud,
diría que,
en la
obra
de Rousseau,
es
como
si
la
relación
entre
la
voluntad
general,
entendida como un
"super-ego",
y
la
voluntad
particular,
tratada como
un
"inconscienre"
rebelde, fuese una
relación
de
represión
o
refrenamiento
del
segundo
por
el
primero.
Ahora
bien,
como
también
dice Freud,
lo
"reprimido"
retorna,
y,
cr,rando
1o
hace,
ello
ocurre
por
medio
de la neurosis,
dei
quiebre
de
la
personalidad.
Hablando
menos
metafóricamente,
podríamos
decir, ahora
con
términos
caros
al
joven
Marx,
que
-aunque
coloque
de manera enfática
al citoyen
por
encima delbourgeois-
el sistema
rousseauniano
reconfirma
la dila-
ceración
del
hombre
entre esos dos
polos
de
una diiotomía
insuperable.
Y
esa
dicotomía se
reproduce
en
Rousseau
porque,
aunque
él comba¡a
al
capitalismo
y
la desigualdadde las
propiedades,
no fue
capaz
de trascender
el
horizonte de
la
propiedad
privada:
el
punto
de
vista a
partir del
cual
iean
facques
condena
el capitalismo,
no es
el punto
de
vista
de
la clase
trabaiadora
moderna,
del
proletariado,
sino el
punto
de
vista
del
pequeño
campesino
y
del
artesano,
que
-en
la época
de Rousseau-
veían
sus
condiciones de
vida
destrozadas
progresivamente
por
el
impetuoso avance
del
modo
de
producción
capitalista.
La base económico-social
del
orden democrático
propuesto
por
Rousseau,
no implica
la
socialización
de la
propiedad,
sino
su divisiónigualitaria
(que
es
para
él
una
condición
necesaria,
pero
también
suficiente,
para
la
emergencia de
la voluntad general):
nadie debería
tener
propiedad
en exceso
o
ser
completamente
desprovisto
de
ella.
Pero
resta
el
hecho de
que
la sociedad
legítima
propuesta
por
Rousseau,
continúa
te-
niendo su
base
económico-sociai
en
la
propiedad
individual
y,
de ese modo,
en
una
economía mercantil,
que,
con Marx,
podríamos
llamar
"economía
mercantil simple",
o
sea,
todavía
precapitalista.
;;
;.
;.;;, ;; :,;;;;;,;;r,
en K
Marx
y
F
Ensers,
La sasrada
t'amítía,
ed.
cir.
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1
El carácter
utópico
de
ese momento
anticapitalista
románticorTs
presente
en
Rousseau,
no
anula ni
la
grandeza, ni la actualidad de
su
propuesta
de-
mocrática,
pero
introduce en ella las
limitaciones
y
ambigüedades
a
que
me
referí:
una sociedad
mercantil,
aunque no capitalista
(como
Ia
que
él
propo-
ne),
lleva
a la
conserváción,
y,
en su
extremo, al fortalecimiento
del interés
privado,
o sea, hace
que
los
miembros de la
sociedad,
en
la reproducción
de
su
vida material,
sean obligados a actuar según
intereses
contrapuestos
a
aquelios
que
tienen ei deber
de
poner
en
práctica
en
cuanto ciudadanos
que
actúan
en
la esfera
pirblica,
(además
de
eso,
no
se
debe
olvidar
que,
luego
de
un
cierto
nivel
de
generalización
de las
relaciones
de
mercado,
es imposible
impedir
la
transformación
del
modo
de
producción
mercantil
simple
en
modo
de
producción
plenamente capitalista). Por
más
que el "super-ego
citoyen",
en el
orden legítimo de Rousseau,
tenga por
misión
refrenar ese
momento
bourgeois"inconsciente" del
interés
privado,
el
hecho es
que
ese
"¡efrenado"
tencierá,
más
tarde
o
más
temprano,
a
"retornar",
bloqueando
así
la efectiva
manifestación
de la
voluntad
general,
o
sea,
para
continuar
con
nuestras
metáforas
freudianas, del sano
"ego"
colectivo
de Ia
ciudadanía.
De
ese
modo, la
propuesta
democrática
de Rousseau
es
susceptible
de
las
mismas
críticas
a
que
puede
ser sometida
la
ética
kantiana del
"impe-
rativo categórico", la
cual
opone
radicalmente la
razón
(universal)
al
interés
(particular).
(No
me
parece casual,
pues,
que
Kant
haya
sido un admirador
de Rousseau,
aunque
de
un
Rousseau desprovisto
de su
dimensión espe-
cíftcamente
clemocrática.).'76
Y
es
precisamente
en
ese
sentido
que
Marx,
en
La cuestíón
judía,
critrca
la
utopía
de
los
iacobinos,
fieles
discípulos
de
Rousseau,
demostrando
que
la
tentativa
de
poner
al
citoyen
por
encima
del
bourgeois
-pero
conservando al mismo tiempo
las
condiciones
que
reproducen
a
este
último en la
vida
real-
conduce a un
calleión sin
salida,
que
termina por lievar
al
retorno
de
la sociedad burguesa
y
al
consecuente
colapso
del
ciudadano:
un
movimiento
que, por
lo demás,
se
manifestó
con
claridad
después
del
triunfo
de
la reacción
termidoriana
sobre
los
iacobinos.
Por
otro
lado,
esa radical
contraposición
entre voluntad
particular
y
voiuntad
general,
lleva a
Rousseau
a
prestar
poca
atención
-por
decir
lo
mí-
nimo-
a
ia
cuestión
del
surgimiento
del
pluralismo
en Ia
sociedad
moderna.
|ean-Jacques,
como
se
sabe,
condena de
manera explícita
la
presencia
de
Utilizo
aquí el concepto
de
"anticapitalismo
romántico"
en el sentido
que
le
es
atribuido
por
Ceorg
Lukács.
Cf.,
en
particular,
El asalto
a la
razón, ed. cit.
Ciertamente,
hay una importante diferencia
entre
Rousseau
y
Kant,
que
recuerdo aquí
solo de
p,:sada:
el
autor
del Conrrata social
insiste
en
que
la voluntad
general
no se
opone
al interés en
cuanto
tal,
sino
solamente al
interés
particular,
basándose,
por
el
contrario, en el
interés común.
asociaciones
particulares
en
el
seno
de
la
sociedad
legítima: él
supone
que
tales
asociaciones,
en
la
medida
en
que
crean
su
propia voluntad
"general"
(o,
con
más
precisión,
su
voluntad de
grupo,
corporativa),
bloquean,
con
eso,
la
posibilidad
de
surgimiento de
una
efectiva
voluntad
general,
"ético-
política". Ciertamente,
Rousseau
también
advierte
que,
si
tales
asociacio-
nes
se
revelaran inevitables, entonces ellas
deben
existir
en
gran
número;
pero
eso
tampoco resuelve
el
problema, ya
que
él
no discute
ei
modo
por
el
cual
esa
multiplicidad de
voluntades
de
grupo podrían articularse
con
1a
voluntad
general,
razón
por
la cual se
puede
suponer
que
existirían
entre
ellas
los mismos
problemas
"freudianos",
que ya
ano[é
en la
relación
entre
voluntades
singulares
y
voluntad
general.
Permanece así,
a
lo
largo
del
Con-
trato,
la
presuposición
de que la
voluntad
general
es,
en
última
instancia,
algo incompatible
con
el
pluralismo y
con
Ia
diversidad.
A
pesar
de
esas
limitaciones,
es importante
destacar lo
que
me
parece
fundamental
en la
reflexión de Rousseau: la
democracia tiene como fundamento
un contrato,
o
un
consenso,
cuyo
presupuesto
y
cuyo resultado
son
la
volun'tacl
general
o
colectiva,
o
sea,
la
prioridad
de Io
público
sobre lo
privado.
3.
Hegely
las determinaciones
de la voluntad
Una
propuesta
de
superación de esos
límites
del
pensamiento de
Rousseau
(aunque,
como veremos,
acoplada al
abandono
de
algunas
de
sus
principales
conquistas
teóricas)
aparece
en
la
obra
de
Hegel. En
su
iuventud,
el
pensador
alemán
estuvo muy
próximo
de
la
problemática
de Rousseau:
en
sus
escritos
del
período
de
Berna,
por
e¡'emplo,
Hegel
propone
restaurar,
como
remedio
para
las
rupturas
y
alienaciones
que
también nota en
el mundo
moclerno,
una domunidad
no muy distante
del modelo
griego,
que
es también,
como
se
sabe, el
paradigma adoptado
por
Rousseau.
No obstante,
ya
en
los
ma-
nuscritos del
período
de Frankfurt
(pero
sobre
todo en
los de
|ena),
Hegel
percibió
que
el
mundo
moderno, al
contrario
del
mundo
de la
Grecia
ciásica,
se
caracterizaba
por
la
posición
central
que
en él
ocupa
la
particularidacl,
o,
con más
precisión, por el surgimiento de
una
esfera
social
desconocicla
en
la
antigüedad.
Bajo la
influencia
de la célebre
obra
de
Adam
Fergttson,
Hegel d.io
a
esa
nueva esfera
el
nombre
de
"sociedad civil"
(o
bíirgerlische
Gesellshaft),
que
es
para
él el verdadero
reino
de
la
particularidad'
Hegel
observa
que,
en
tanto
la
irrupción
de la
particularidacl destrozaba
la
bella
eticidad
comunltaria
del
mundo
griego,
como Platón
habÍa
percibido con
agudeza
y
temor, la
e¡icidad de la
época moderna,
por
el
contraúo,
contiene
como momento
constitlrti\/o
e ineliminable,
la'plena
exlllicitación
de
csa
particularidad.
Ese mayor ámbito de actuación
de
Ia
particr.rlaridad
es,
por
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 55/68
.,i
t.
i'
lo ciemás,
una de
las
condiciones de
aquella
libertad subietiva
universal
que,
para Hegel,
constituye
el atributo
característico
de la época
moderna,
que
él
liamó
"geimánica
cristiana".
Mas
Hegel
no se limita
a
esa
añrmación
del
papel
positivo
de la
particu-
laridad en
la
era
moderna, caso
en
que
sería
pura
y
simplemente un
liberal.
En su
ñlosofía
política,
por el contrario,
busca conciliar
esa
libertad
de
Io
particular
con
la
prioridad
de
lo
público
sobre
Io
privado,
o,
en otras
pala-
bras,
busca conciliar
(o
sintetizar
dialécticamente)
esa
expansión
moderna
de
la
particularidad con
el ideal
comunitario
de la
polis
griega.
De
modo
diferente
cle
Rousseau
y
en
la
línea de
los liberales,
Hegel se
dio
cuenta
de
que
la
represión
de la
particuiaridad
se había vuelto
incompatible con
el Zekgeist
de
Ia
modernidad;tzz
la conservación
de
una
esfera
de libertad
indiviclual, tanto
en el
nivel objetivo
del derecho abstracto
y
de
la
moralidad
subietiva,
cllanto
en
el reino de
la
"sociedad
civil"'
le aparece
como
condi-
ción
necesaria
para
el
desarrollo
pleno
de las
potencialidades
propias
de
la
modernidad.
Condición
para
éI necesaria,
pero
ciertame
nfe to
suficiente:
yendo
más
allá
de
los
liberales
y
en
esto
convergiendo
obietivamente con
Rousseau,
Hegel
propone
la
creación
de instancias
universalizadoras
que
superen
dialéc¡icamente
(o
sea,
que
conserven, eliminen
y
eleven
a
nivel
superior)
esa esfera
de la
particularidad,
sobre
todo
la
"sociedad
civil". Por
lo
demás,
y
también
aquí en
oposición
a
los
liberales,
Hegel
indicó
con
bastanre
agudeza
las
contradicciones
estructurales
de
esa
"sociedad
civil".u8
Para
é1, sin
embargo,
esas contradicciones
(aunque
ineliminables)
podrían
ser arenuadas
mediante
la
subordinación
de
|a sociedad
civil
al Estado,
lo
que
implicaría
en él
no
una represión
freudiana,
sino
una
superación
(Au'
fhebung)
de
las voluntades
particulares, o
"social-civiles",
en Ia
voluntad
universal
o
"estatal".
Para
dar
expresión
conceptual
a esa superación
y,
al
mismo
tiempo,
para
legitimar
Ia
prioridad
de
lo público
(o de
lo
universal)
sobre
lo
privado
(o
parricular)
-
iegitimación
que,
como
vimos,
es [a
meta
esencial de su
teoría
Hegel,
colocándose
en
el
horizonte
de
la
burguesía
y
viendo
en
la
sociedad
capitalista
posnapoleónica
el
"ñn
de
la
historia",
fue
llevado a
identificar
de modo abusivo
esa
esfera
de la
particularidad y
de
la
expansión de
la
individualidad con
el
reino del
mercado
capitalista.
En
ese
punto,
lector atento de
Adam
Smith
(que
le
proporcionó
la base de
su
específica
concepción
de la
"sbciedad
civil"),
Hegel ciertamente capituló
ante la
ideología
liberal, lo
que,
como
vimos,
no
ocurrió
con
Rousseau.
Pero se
debe resaltar
que, para
Hegel,
la
"sociedad
civil",
la
esfera
de
la
particularidad
desarroll¿da,
no
es
tod¿vía
el Estado, o sea,
la verdadera
dimensión de
la
universalidad.
Por
esc, él
repiueba a
"muchos
teóricos
modernos
del
Estado"
(los
litrer-ales)
por
haLrer
promovido
esa
confusión
(C.
W. F.
H
egel,Crundlinien
der
Philosophie
des
Rechts, Frankfurt
am
Main, Suhrkamp,
1995,
p.338).
del
Estado
-,
Hegel elaboró
un
concepto
fundamenral
para
ei desarrollo
de
la
ñlosofia
política
moderna, el concepro
de Sixlichkeit.
que
podría
ser
traducido
como
"moralidad objetiva", "vida
érica"
o
(1o
que
me
parece
más
adecuado)
"et'c'dad".re
Porque
viven
en
comunidad, 1os hombres
constru-
yen
determinados
valores,
determinadas
normas
de
conducta,
que
reguian
y
organizan
su acción interactiva,
prestando
un contenido
concreto a sus
elecciones
individuales
(las
cuales,
en
la
esfera
de
ia
moralidad,
son
todavía
formales
y
abstractas).
Manifestándose
de
modo
rodavía
natural
en la
familia,
y
de
forma
inconsciente
y
apenas
embrionaria
en
ia sociedad
civi1, la
eticidad
encuentra
en el
Estado
-
y
en
el
Estado
entendido no
apenas
como
esfera
particular
entre otras,
no
apenas
como
"gobierno",
sino
como
Ia totalidad
orgánica
de las
varias
esferas
de la
vida
social,
como
manifestación
concreta
del
"espíritu
objetivo"
-
su
figura
efectivamenre adecuada.
Con ese
concepto de
eticidad,
Hegel
pretendía
determinqr
(o,
en
otras
palabras, dar su dimensiór'
concreta)
a la
noción
de
voluntad
general,
la
cual,
en Rousseau,
como vimos,
permanece
todavía
abstracta
y
formal,
precisamente
en
Ia
medida
en
que
excluye
de sí, como
antinómico,
ei
momento de las
voluntades
particulares
y
de
los intereses
individuales.
En
efecto,
por
tener
como
presupuesto
apenas
la
decisión subietíva
de
poner
el
interés común
por
encima
del
interés
particular
-
un
movimiento
al
cual
elContrato
social, en
Ia línea
de
Montesquieu,
llama
"virrud"-,
lavoluntad
general
rousseauniana
está suieta
a
las
mismas
cíticas
que
Hegel
dirige
al
formalismo
abstracto de
la
moral
kantiana
del
"imperativo
caregórico".
Con
el
concepto
de eticidad,
con la
añrmación
de
que
los valores
y
las
normas
surgen de
manera
obietiva de
la
vida
social
interactiva,
Hegel
intenta mos-
trarnos
que
la voluntad
general
(o
universal)
no es el resultado
de
la
acción
de
voluntades singulares
"virtuosas",
sino
que
es,
por
el
contrario,
una
realidad
que,
de
cierto modo,
antecedey
determinalaspropias
voluntades
singula-
res. Por
tanto, para
Hegel,
esa
voluutad
general
no resuita
de
un contrato
entre
voluntades individuales,
sino que
es una realidad ontológico-social
obieriva,
un
producto que
resulta
del
desarrollo
del
propio
"Espíritu",
o
sea,
de Ia
historia. Por eso,
enlafilosofia
del
derecho, Hegel no
titubea en
decir:
"Contra
el
principio de
la
voluntad
singular,
se debe
recordar
el concepto
fundamental, o sea,
que
Ia
voluntad
obletiva
(universal)
es
1o racional
en
sí
en su
concepto, sea él
reconocido
o
no, por
la
voluntad
singular,
y
sea
o no
sea
deseado
por
el
querer
de
esa".'8o
Para la
formul¿ción madura del
concepto
hegeliano
de
"eticid¿d".
cf.,Hegel,Crundlinien,
ed.
cit.
p.
z9z ss.
lbid.,
p.
z6o
179
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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I
I
I
I
I
lr
L
Lo
que
Hegel
pretende
decir con
eso
es
que
la
voluntad
universal
es
en concreto
-obietivamente-
determinada. Esas
determinaciones
ya
están
pianteadas,
en
gran parte,
en el
nivel
de
la
propia
"sociedad
civil,,.
Para
Hegel,
la
sociedad
civil es
el "sistema
de
la
atomística":
aunque
cada cual busque
en
ella
su
interés
puramente privado,
la
división
del
trabajo
que
así
se
establece
crea
un
"sistema",
con
lo
que
la
satisfacción
de
ias carencias
de
cada individuo
depende del
trabalo
del
otro.
Y
más:
como
el
trabaio está
dividido por
ramas,
cada
rama
desarrolla
intereses
particulares
propios,
lo
que
la
lleva
a constituirse
como
corporación,la
que
tiene
por
objetivo
defender el interés común
de sus
integrantes.
El
sistema
de
las
corporaciones
es un importante momento
de
Ia
"sociedad
civil"
hegeliana;
y
es
bastante signiñcativo
que
él
diga que
es
a
través
de
las
corporaciones
(o
sea,
de
un suieto colectivo)
que
la eticidad
penetra
por
primera
vez
en la sociedad
civil.'8'
La
corporación, así, es
una
de las
principales
mediaciones
a través de
las
cuales
Hegel
busca
determinar
la
relación internaerrtrelavoluntad
singular
cle
los
"átomos"
de la sociedad civil
y
la
voluntad
uníversal
que
tiene
su
verdadera
realización
en
el Estado. En
otras
palabras,
entre
esos
dos niveles
de la
voluntad
surge
como mediación consciente
la
voluntad
particular
(ya
relativamente
común)
encarnada en las corporaciones. Por
tanto,
leios
de
ser
un obstáculo al
surgimiento
de la
voluntad
general,
como en
Rousseau,
las
"asociaciones
particulares"
-las
"corporaciones"-
son en
é1, un
momento
fundamental
del
proceso
de
uníversalizacirin de
la
voluntad.
En
el
autor
de
\a Filosofia
del
derecho,pues,
no hay
una
relación antinómica entre
voluntad
singular
y
voluntad
universal,
en
la cual la segunda reprima
o
refrene
a la
primera,
sino
que
existe,
por
el
contrario, un
movimiento
dialéctico
por
el
cual la
voluntad singular de los
individuos,
a través
de la
voluntad
particular
de las
corporaciones,
es
auJheben-
esto
es,
conservada, eliminada y
ele-
vada
a un
nivel
superior-
en
la
voluntad
general
de
la
colectividad
estatal.
El
individuo,
al
hacerse
miembro
de
la
corporación, se
capacita
para
ser
ciudadano
del Estado,sin
deiar por
eso
de
orientarsetambiénpor
suinterés
individual,
sino reconociendo
que
la
satisfacción de
ese interés
individual
pasa
por
la
articutación de
éi
con los
intereses
particulares
(de
la
corporación)
y
universales
(del
Estado). No hay aquí, como
en Rousseau,
un movimiento
de
represión de ia voluntad
singular
por
la
voluntad
universal
(o
general),
sino
una
potenciación
dialéctica, una mediación
inmanente en el
interior
clel campo de
una misma
y
única
voluntad.
Por 1o demás, al
concebir
una
voluntad universal
que
conserva
(en
el
mismo momento en
que
supera)
Ias
18r Para
los conceptos
hegelianos
de
"sociedad
civil"
y
de
"corporación",
cfl,
ibid,
p.339.
voluntades
singulares
y particulares,
Hegel
puede
concebir un
Estado
que,
sin
dejar
de
orientarse por
Ia
toralida
d, no
tiene nada
cle totalitario:
en
la
exacta
medida en
que
es una
totalidad.
concreta-
esto
e§, diferenciada
-,
el
Estado
hegeliano
es
necesariamente
un Estado
pluralista.,s"
Forzando ia
lerra,
pero
con
f,delidad
al espíritu
de
la
reflexión
hegeliana,
incluso
po-
dríamos
decir
que
estamos
delante
cle
una
propuesta
de Estado
en la
cual
la
hegemonía
(o
predomino
de
la
universalíclad
o de
lo ptibtico)
se
artíctLla
orgánicamente
con el
pluralismo (conla
conservación
y
el clesarrollo
cle
las
particularidades
y
de
las
díferencias).
Esa
tentativa
hegeliana
de determinar
concretamente
la voluntad uni-
versal
-tentativa
de
la cual he
dado
aquí,
al
hablar
de las
corporaciones,
apenas
un
eiemplo
-
es
no solo
un paso
al
frente
en
relación
cor-r
Rousseau,
sino
también una decisiva conrribución
del ñlósofo
alemán
para
una mo-
derna
teoría
de
la democracia
y
del
Esrado democrárico.,si
pero,
al
mismo
tiempo,
hay
importantes
puntos
en
los
cuales
Hegel,
en
Io
que
se
reflere a la
cuestión
de
la
democracia,
retrocedq
en relación
con
Rousseau.
No
quiero
detenerme
aquí
en los muchos puntos
en
que
Hegel
se
aparta
cle
forma
explícita
de
una
posición
democrática
(negación
de
la soberariía
popular,
deducción
pseudo-dialéctica
de
la
necesidad
dá
un
monarca hereditario,
asamblea
legislativa
bicameral
formada
por
los nobles
y
por
las
corporacio-
nes,
etc.).'8¿
Me
parece
más importante
llamar
la
atención hacia
un asunto
de
fondo:
en
su
justo
empeño
por
superar
la
abstractividad
y
el moralismo
ciertamente
presentes
en la concepción
rousseauniana
de la
volunrad
ge-
neral,
por
atribuir
a
la
voluntad
universal
un espesor
concrero
y
objetivo,
Hegel
fue llevado
a abandonar
la
dimensión
conrracrualista
que
está
en
el
centro
de la
propuesta
democrática
de Rousseau.
Es como
si,
para
superar
el
suUjetivismo
que
apunta en la
reflexión
del
pensador ginebrino,
Hegel
Una eficiente
crítica
de
Ias
posiciones
que
atribuyen a Hegel
una concepción totalitaria
del Estado,
puede
ser
leída
en
Herbert
Marcuse,
Reason and
revolution. Hegel
and
the
rise
ofsocial
theory,
New York, The
Humanities
press,
1954.
pero
t¿mbién
confróntese,
entre muchos
otros,
Eric Weil, Hegel
et
l,État,
p¿rís,
Vrin,
r95o;
Shlomo
Avineri,
Hegel's
theory
ofmodern State,
Cambridge
University
press,
r97z;
Domenico Losurdo,
Hegel
la Germania.
Milano, Cuerini, t99Z
lncluso
h¿sta
para
uná
teoría socialista
de la
democracia
y
del
Estado.
Recordemos,
por
ejemplo,
lo
que dijo
el
gramsciano
pietro
Ingrao:
,,Hablamos
hoy
de hegemonía
y
pluralismo.
Más
precisamente:
hegemonÍa
de
la clase obrera
en el
pluralismo: batalla
por
una
hegemonía
obrera
que
se desarrolle
en
el
pluralismo.
Es
una
fórmula
que
no
se
limita a
indicar
una dirección de
la
clase obrera con
base en
el consenso:
es una
fórmula
que ya
alude a una
precisa
forma
política
y
estatal del
consenso".
(p
lngrao,
Masse
e
potere.
Roma, Riuniti,
tgll,
l.
>4o).
Eljoven Marx indicó
muchos
de
esos
aspectos
ant¡democr.iticos
de
Hegei en sLr
(.rítita
de la
filosofía
del Estado de Hegel,
ed.
6¡¡.
i¿|4
-113-
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 57/68
hubiera
caído
en
un obietivismo
igualmente
unilateral,
dejando
de
lado
la
dimensión
intersubjetivade
la acción
humana'
Como
se
sabe,
Hegel
fue un
duro
crítico
de la
teOría
contractualista
del
Estado;
para
éI,
sería
un
grosero
equívoco
valerse
de un
instituto
de
derecho
privado,
de
algo
subletivo
como es
el
contrato,
para
explicar
una
realidad
pública, obietiva
y
universal,
o
sea,
el Estado''8s
Eso
implicaría
l3
consecuencia,
que
a Hegei
Ie
parece
absurda,
de
que
ios
individuos
podrían,
rompiendo
el
contrato,
d.isolver
el
Estado:
consecuencia
tánto
más
absurda
cuanro
se sabe
que,
para
Hegel,
los
individuos
solo
existen
en ely
a
través
¿lel
Estad,o,
en la
exacta
medida
en
que
ese último,
en
cuanto
totalidad,
es
para él
-qr.re
e.n
eso
retoma
la
lección
d.e los
griegos
y
se
aparta
con
claridad
,
áe
tos liberaies-
algo
anrerior
y
superior a
tos
individuos
que
Io
integran.
Ese
rechazo al
contrato
como
medio
para
explicar
la
génesis
del
Estado,
lleva
al
pensador
alemán,
por Io
demás,
a
contraponerse
expresamente
a
la idea
de la
soberanía
popular d.el
sufragio
universal
e igualmente;
para
é1,
los
ciudadanos
de
un
Estado
deberian
opinar,
pero no sobre
Io
general, y
sí,
solamente,
sobre
las
cuestiones
particulares
que
les
atañen
directamente.
por
eso,
él
propone
que
los
ciudadanos
sean
representados
políticamente
no
por una
asamblea
legislativa
elegida
por
todos
en tanto
individuos
con
clerechos
iguales
(un
principio
que
ya
había
sido
aflrmado
por
la
Revolución
francesa),
sino
por
dos
cámaras
formadas
respectivamente
por
los
nobles
y
por
las
corporaciones.'86
Hegel
estaría
en
1o
cierto,
me
parece, si afirmara
que
es
un
equívoco
consid.erar
Ia sociedad
en
su
coniunto
como
fruto
de un contrato
entte
individ,uos.
Aunque
resulre
de
las
múltiples
posiciones
teleológicas
de sus
inregrantes,
la
sociedad
como un
todo
no es
fruto
de Ia
acción
colectiva
conscientede
los
hombres
-lo
que
Hegel,
además,
sabía
muy
bien, aunque
hubiera
atribuid.o
a
un mítico
"Espíritu",
que
usaría
"astutamente"
Ias ac-
ciones inclividuales
en
favor
de
sus
metas, el papel de
suieto
y
dB telos
del
proceso histórico
global.'e Pero
eso
no signifi.ca
que
determinadas
esferas
.,La
naturaleza
d
el Estado
no
es
el resultado
de
un
contrato,
ni de
un contrato
de
todos
contodos,nideuncontratodetodosconelpríncipeoconelgobierno'Lainserción
de
esa
idéa de
contrato
y
de
las
relaciones
de
propiedad
privada en
los
problemas
atinentes
al
Estado
produjo
las más
graves confusiones
en
el
derecho
público
y
en
la realidad
[...]
EI
Estado
no tiene
su
fundamento
en un
contrato,
ya
que
ese
último
presupone el
libre
arbitrio".
(C.
W. F. Hegel,
Crundlinien,
cit,
pp' 157
y
159)'
De
cualquier
modo,
no
se
debe olvidar
que
Hegel
defendía
el
principio
de
la representación
-,
unqua
brio
form¿s
anaci ónicas
-
en una
Prusia absolutista
gue lo negaba
con
énfasis'
f
f., sotrre
es.,
(-,.
E,erieschi,
"li
pe¡.lsierc
polii¡.o
e
giuridrco",
en C'
Ces¿
icrg''\,
Cuida
a
Heqel,
Roma-Bari,
Laler
za,
1997.
C-
W. F.
Hegel,
Lecciones
sobre
la
flosot'ía
de
ta historia,
"
lntroducción"'
r86
187
de
la
vida
social
no
puedan
ser
reguladas a través
del consenso,
de
la acción
inreractiva
consciente de
los
hombres. En
la
medida
en
que identif,ca Estado
y
sociedad
-o
sea, en
la
medida en
que,
para
é1,
el Estado
no es un
momento
de
Ia
vida
social,
sino
Ia
totali
dadorgánicaque
integratodos los
momentos-,
Hegel
está obligado
a
negar
la
posibiiidad
de
que
la
específica
esfera
de
1a
política
pueda
ser
contractualmente
(o
consensualmente)
fundada.
En otras
palabras:
la
correcta
negación del
subietivismo
individuaiista
se
convierte
en
un objetivismo
igualmente
unilateral, en
el
cual la libertad
no
es nada
más
que
"la
conciencia de
la necesidad",
algo
en
última
instancia
post
fes-
ilun.Y
eso
implica la
negación
de una esfera
propia
de
la
intersubjetividad,
una
esfera
en
la cual los sujetos
-aunque
en
los límites
impuestos
por
sus
determinaciones
objetivas-pudiesen
ser
capaces
de
"inventar"
de
manera
contractual
los
contenidos
de su
eticidad.
Ciertamente,
el
combate
de
Hegel
al
contractualismo
resulta
de su
explí-
cim
afirmación
de la
prioridad de Io
público
sobre
lo
privado,
en
lo
que
él
se
identifrca
conlavertiente democráúca
(yno
conla
vertiente
liberal)
de
la ñlosofia
politica modema.
Pero ese
combate,
al mismo
tiempo,
1o
lleva
a abandonar
Ia
idea,
tan
brillantemente
expresada
por
Rousseau,
de
que
el
espacio
público
-€n
ctranto
base
fundacional de
un
otden
político
democrático-
debe
ser
fruco de
un
consenso
que
sea el
resultado de Ia
participación
libre
e igualitaria
de
todos
los
ciudadanos. Para
Hegel, ia
libertad
se
limita,
en
última
instancia,
al
reconocimiento
de
la necesidad
y
a su aceptación;
es
como
si
Ia
voluntad
singular se
tornara
efectivamente
libte
(y
no
arbitraria), solo cuando
reco-
nociera
y
aceptara
una
voluntad
universal
de
cuya
confección
esa voluntad
singular
no
participó,
o,
por
1o menos,
no
participó
de
modo
consciente.'88
De
esa forma,
en
última
instancia,
la
fllosofía
política
c1e Hegel,
a
pesar
de
todós
sus
innegables méritos,
me
parece
contener una invitación
a la
resignación
y
al
conformismo.
rE8
El
iovenMarxyahabíacriticadocorrectamenteeseaspecto"fatalista"delañlosofia
política
hegeliana:
"¿No
es verdad
que
en el
Estado
-
el cual,
según
Hegel,
es
la
presencia
suprema de
la
libertad
y
la existencia
de
la razón autoconsciente -
lo
que
gobierna
no es
la ley,
la
existencia
de
la l¡bertad,
sino
la ciega
necesidad
natural?
(...)
Hegel busca siempre
presentar
el
Estado como
la
realización del
espíritu
libre;
pero,
re
vera,
él
disuelve todas
las difíciles
colisiones
por
medio de
una
necesidad
natural,
que
está
en
oposición
a
la
libertad.
Con
eso, incluso
hasta
el
paso del
interés
particular
al
lnterés
general
no
es una
ley consciente
del
Estado,
sino
algo nredi¿do
por
el
azar,
algo
que
se
realiza contra
la conciencia".
(K.
Marx,
Crítica
della
filosofa
del
Estado
de
Hegel, ed.
cit.,p.lz).
I
i
l
i
rl
:,1
I
i
I
I
I
i
I
i
I
I
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I
I
I
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 58/68
d
4.
Cramsci
y
la hegemonía como contrato
Esre
rápido
y
esquemático esbozo
de
la
problemática
de la
voluntad
general
en
Rousseau
y
en Hegel,
tiene aquí un
objetivo
preciso:
el de sugerir
que,
en la
obra
de
Gramsci,
ócurre una recepción
de lo
que
hay
de
más válido
y
lúcido
en la
posición
de
esos
dos clásicos
de la filosofia
política
moderna;
pero,
al
mismo
tiempo,
que
hay
también
en
esa obra fecundas
indicaciones
acerca
del mocio
mediante
el
cual superar
las
limitaciones
y
las aporías
de
aquellos,
indicaciones
que están contenidas, sobre todo,
en el concepto
gramsciano
de
hegemonía.
No obstanre,
antes de
hablar
de
hegemonía, cabe
recordar en forma
breve
que
-como
en
Rousseau y en Hegel=
también
en las
reflexiones ñlosóñco-
políricas
de Gramsci,
la
problemática
de la
"voluntad"
tiene
un
lugar
central
en la
evolución de su
pensamiento,
desde su
iuventud
hasta
los
Cuadernos
de
la cárcel. En
la
primera
etapa de
su itinerario
intelectual,
la
concepción
gramsciana
de
"voluntad"
presentaba
trazos
marcadamente
idealistas,
en la medida
en
que
él contraponía
de modo radical
la
"voluntad"
y
las
"determinaciones
obietivas",
al dar
prioridad unilateralmente
a
la
primera.
En 1918,
por
ejemplo,
en el célebre
texto en
que
def,ende
la revolución
bolchevique,
inciuso hasta
contra el supuesto
"positivismo"
de
Marx, Gramsci
formula
del siguiente
modo
el
tema
de
la
"voluntad":
El máximo
factor de ia historia
no
son
los hechos económicos, brutos, sino
el hombre,
la sociedad
de los
hombres,
que
se aproximan unos a
los
otros,
se entienden
entre
sí,
desarrollan
a
través de esos contactos
(civilización)
unavoluntad
social, colectiva,
y
comprenden los hechos
económicos,
y
los
juzgan,
y
los adecúan
a
la
voluntad
de
ellos, hasta
que
esta
se
vuelve el
motor
de
la economía, la
plasmadora
de Ia
realidad obf etiva,la cual vive
y
se
mueve,
y
adquiere
carácter de
materia telúrica
en
ebullici6n,
que puede
ser
dírígidahacia
donde la
voluntad quiera;8e
Aunque
de un
modo
un
poco
forzado,
podríamos
decir
que,
en
ese
momerlto de su
evolución,
Gramsci
estaba
muy
próximo
del
voluntarismo
subietivista
que
antes
criticamos
en
la
reflexión
de
Rousseau.
La
"voluntad
colectiva o
social"
todavía
le
parece
capaz de
ser
el
"motor
de
la
economía"
y
de
"plasmar
la
realidad
obietiva".
r89 A. Cramsci,
"La
revolución
contra
EI
capital", en
ld., Antología, organizada
por M.
Sacristán,
Madrid, Siglo
Veintuno, 1992,
p.35.
Ya
en
las
reflexiones
de la madurez,
contenidas
en
los
Cuadernos,
Gramsci
-sin
abandonar
Ia
importancia
que
atribuye
a
la
voluntad
como momento
constitutivo
de lo
que
entonces
él
llama
"filosofía
de
la
praxis"- asume,
por
el
contrario,
otra
posición,
mucho
más
matizada.
Veamos,
como
un
eiempio
entre
otros,
la
siguiente
formulación:
Para
escapar al
mismo tiempo d.el solipsismo
y
de
las
.on..p"ro,,.,
mecanicistas
(...)
es
necesario colocar la
cuestión
'de modo
histórico',
pero
sin
con eso deiar
de coiocar
en
la
base
de la
ñlosoffa
Ia'volunrad'
(en
última
instancia,
la
actividad práctica
o
política),
pero
unavoluntad
racional,
no
arbitraria,
que
se
realiza
enla
medida en
que
corresponde
a necesidades
históricas
obietívas,esto
es,
en la
medida en que ella
es
la
propia
historia
unive¡sal
en
el
momento
de su
progresiva
efectivaciÓn."o
En
otro
pasaie,
en
que
explicita su
proyecto
de
trabaio,
Gramsci
dice además:
El modemo
príncipe
debe
tener
una
parte
de
d\cad'aal
iacobinismo
("')
para
ejemplificar
cómo
se
formó
concretamente
y
actuó
una
voluntad
colectiva
que,
por
lo
menos
en algunos
aspectos,
fue
creación
ex
novo,
original' Y
es
preciso
hambiénl
que
sea def,nida
la
voiuntad
política
en
general
en el
sentido
moderno,
o
sea,
la voluntad como
conciencia
activa
de
la
necesidad
histórica,
como
protagonista
de
un
real
y
efectivo
drama
histórico.'''
Gramsci, como
pod.emos
ver, efectúa
aquí
un movimiento
de
sr'rperación
dialéctica
no solo
en relación con
sus
formulaciones
iuveniles,
sino
también
frente
alaposición
que
Rousseau
y
Hegel
asumen
en
relación
con
la
deñnición
de
"volrihtad":
en
los Cuadernos,
él nos dice
con
claridad
que
la
voluntad
-y,
en
particular
la
voluntad colectiva-,
aunque
sea
históricarnente
deter-
minada
(como
en
Hegel),
ya
que
"corresponde a
las
necesidades
históricas
objetivas",
no
por
eso def a de ser
también
"creación
ex nov
o,
original"
(como
en Rousseau),
aunque
con la
justa
restricción
de
que
eso
se
da
solamente
"en
algunos aspectos".
Pero volvamos
al
concepto
de
"hegemonía" y recordemos
brevemente
lo
que
Gramsci
pretendía
denotar
con
é1.'e'
El
autor
de
los
Cuadernos
se
dio
tgo Cuadernos,ed.
cit.,
v.
4,
p.
331.
rsr
lbid.,
v.5,pp.16-12.
192
f\4e
perm¡to
aquí
exponer
apen¿s
brevemente
los
conceptos
centrales
de
Cranrsci'
ya
que
estos están
trat¿dos
con
mayores detalles
en
"La
dualidad
de
pooere:;
'
su¡rra'
y
en m\ lntroduccíón a
Gramscí,
ed.cit.
1
I
t
I
I
,i
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I
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 59/68
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L
l
I
I
I
i
I.
cuenta
de
que,
en ei capitalismo
más
reciente,
había
surgido
una
esfera
nueva
dei
ser
social,
que
ét
llamó
"sociedad
civil";
al
contrario
de
Marx,
la sociedad
civil
no
designa
en
é1,
el
mundo de las
relaciones
de
producción,
ni tampoco
se
identiñca
con el
Estado
Striüo
sensu.
La sociedad
civil
gramsciana
está
formada
por
el
coniunto
de
1o
que
él
llamó
"aparatos'privados'de
hegemo-
nía",
y
tiene
su
génesis
en
los
procesos
de
socialización
de
la
política,
que
fueron
al
mismo
riempo causa
y
efecto
de
una
creciente
compleiización
de
los
mecanismos
de
representación de
los intereses
y
del
mundo
de
los valo-
res,
complejización
que,
en última
instancia,
resultó a su vez
de
una
mayor
estratincación
social.
No
me
parece
casual
que,
como
diie antes' Gramsci
.
alttda
por primera
vez a lo
que
después
llamaría
"sociedad
civil", en
una
referencia
a
Hegel
y
al
"asociacionismo":
si Hegel
percibió
que
el
"sistema
de la
atomística"
genera intereses colectivos
pailiculares
que
se
expresan
en
lo
que
é1 llama
"corporaciones",
Gramsci
se
dio
cuenta,
a
su
vez, de
que
los
grupos
y
clases sociaies,
en
su
proceso
de
auto-organizacióny
de
defensa
de
los intereses
propios, crean
aparatos
"privados"
de
hegemonía.
Esos
aparatos
sooprivadosporque
pre§uponen
de
sus
miembros
una
adhesión
voluntaria
contractual,
por
lo
que
no forman
parte
de lo
que
Gramsci
llamó
Estado-
coerción,
Estado en
sentido
estricto, o
incluso
"sociedad
política";
pero
son
"privados"
(entre
comillas)
porque,
con
su acción,
tienen un
innegable
papel
en las
relaciones
de
poder,
en
la
determinación
del
modo
mediante
el cual
se
constituye
la esfera
pública
de
la sociedad.
Podemos
así
decir
que
Gramsci,
por
una
parte, recoge
de
Hegel
la idea de
que
las
voluntades
son
concretamente
determinadas,
ya
en el
nivel
de
los
intereses
materiales
o
económicos;
tales
voluntades,
por
1o demás,
experi-
mentan
un
proceso
de
universalización
-
de
"asociacionismo"
-
que
lleva a
la
formación
de
suietos
colectivos
("corporaciones"
en
Hegel,
"aparatos
de
hegemonía"
en Gramsci),
suietos
movidos
por
una
voluntad
que
se
universaliza,
que
tiende
a
superar los intereses
meramente
"económico-corporativos"
y
a
orientarse
así
en el
sentido de
1a
conciencia
"ético-política".
Pero
podemos
decir
también,
por
otra
parte,
que
Gramsci
-al
deñnir
como
consensual
la
adhesión
a
t4les aparatos
de
hegemonía
y al
definirlos
como
momentos
.
d,el Estad,o
"ampliado"-
introduce
una
clara dimensión
contractual
et
el
corazón
de
la esfera
púbtica,
retomando
de ese
modo
una
idea
básica
de
Rousseau,
que, como vimos,
había sido
rechazada
por
Hegel.
Al
darse
cuenta del surgimiento
de
esa
nueva esfera
del
ser
social, de
lo
qtre
él
llamó
"sociedad
civil",
Gramsci hizo
posible
una amplíación
del
corlcepto
marxista
cle Estado:
en
tanto
para
Marx
y
Engels, en
la época
del
ttlrtni.fiesto cr¡r¡tunis{a,1,
para
Lenin
}¡
los
bolchtrviqttes,
en el coniunto
de
su
producción
teórica, el
Estado
es
esencialmente
coerción, o monopolio
de
la
violencia
al
servicio
de
la clase
económicamente
clominante,
para
Gramsci,
el
aparece
d.otado
mmbién
de
una
nueva
e importante
dimensión,
la
dimensión
del consenso
o
de
la
legitimidad.
Con
la
socialización
de
Ia
participaciónpolítica,
con
la
"occidentalización'de
las sociedades,
ya
no es
posible
que
los
gobernantes
gobiernen
de forma
estable
sin
ei
consenso
de
los
gobernados.
El
propio
Engels,
en
t9g5,ya
se había
dado
cuenta
de
que
el
Estado
moderno
es
fruto
de
u¡
c ontr
ato
entre
gobemantes
y gob
e rnados
:
"El
Imperio
alemán,
como todos
los
pequeños
estados
y,
en
general,
todos
los
estados
modernos,
es
ut
producto
contractual: producto,
primero, de
un
contrato
de
los
príncipes entre
sí
y,
segundo, de ios
príncipes
con
el
pueblo".'g: De
ese modo,
ya
con
el
vieio Engels
-pero
sobre
todo
con
Gram-
sci-
la
problemática
contrqüualistq
reaparece
en
el
seno
de
la
reJlexión
política marxista.
Ahora bien,
esa dimensión
contractual
de
la
política
tiene
en
Gramsci
su
expresión conceptual
más
explícita,
precisamente
en
el concepto
de
hegemonía.
La
hegemonía
es,
para
é1,
sin
lugar
a dudas,
el
momento
del
consenso.
Aun cuando
exista
una
lectura equivocada
de
Gramsci,
inspirada
sobre
todo
en
Perry Anderson,
que
habla
de
la
hegemonía
como
síntesis
de
coerción
y
consenso,'e4
me
parece
clara
Ia
distinción
que
Gramsci
hace
entre,
por
un lado,
hegemonía
/
dirección
/
consenso,
y
Por
otro,
dominación
/
dictadura
/
coerción:
los tres
primeros términos
tendrían
su
base
material
en la
sociedad civil,
en
los
aparatos
"privados"
de
hegemonía,
en
tanto
la
base
material de
los segundos
sería
el Estado en sentido
estricto,
o
sea,
ios
aparatos
burocráticos
y
represivos.
Ahora
bien,
en la
medida
en
que,
para
Gramsci,
en
las
formaciones
capitalistas
"occidentales",
Ia
sociedad
civil
(o
sea,
la
base
material del
consenso)
tiene un
papel
decisivo
en
la
determinación
d.e
las atciones
del
Estado
(y,
más
que
eso,
ella
llega incluso,
en
la
"sociedad
regulada"
o en el
comunismo,
a
absorber
en
sí y
a eliminar
ios
mecanismos
coercitivos
estatales),
puede decirse,
entonces,
que
el
autor
delos
Cuadernos
introduio
la
problemática
d.el
contrato,
de Ia
intersubietividad, en
e1
núcleo
de su
teoría marxistadel
Estado
y
de
la
política.
El
concepto
gramsciano
de
hegemonía
implica,
por
un
lado,
un
contrato
que
es
hecho
en
el
propio nivel de la
sociedad
civil,
generando
en
consecuencia
F. Engels,
"lntrod
ucción"
a
Lasluchas
de
clasesen
Franc¡a
de
1848 a
1850,
in Archivo
Marx-
Engels
(www.marxists.org/espanol/m-e/l8Sos/francia/francial.htm).
Es
interesante
obiervar
cómo
esa afirmación
del
vieio
Engel s
contrasta
explícitamente
con
la
posición
de Hegel expresada
en
la cita
de
la
Filosofia
del derecho,
reproducida
en
la
nota
19.
P
Anderson:
Ambiguitá
di
Cramsci,
Ronra-Bari,
Laterz¿,
1978
P¿r¡
un¿
convir'cenle
refutación
de esas
posiciones
de
Anderson,
confróntese
Cuido
Francioni,
L'officina
gramsciana,
Napoles,
Eibliopolis,
1984,
p.-t47
ss.
I
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suietos colectivos
(sindicatos,
partidos,
movimientos sociales, etc.)
que
tienen
una clara
dimensión
pública,
"estatal".
Pero
implica
también,
por
otro
lado,
la
necesidad de
formas
de
contrato entre
gobernantes
y
gobernados
(entre
Estado
y
sociedad), con
base
en el
hecho
de
que,
en
esas sociedades
"occidentales",
la obligación
política
se basa en una
acep-
tación
consensual,
por
gobernantes
y gobernados,
de
un mínimo
de
reglas
de
procedimiento y
de
valores
ético-políticos.
En este último caso,
estamos
ciertamente delante
de
contratos
que
con
frecuencia
coexisten
(y
de
modo
conflictivo)
con
la
permanencia
de
formas
de coerción.'e5
Tampoco
se
debe
olvidar,
por
lo
demás,
que
tales
"contratos"
están
suietos
a
permanentes
revisiones
y
mudanzas, según las variaciones
de
lo
que
el
propio
Gramsci
llamó
"relacior.es
defuerza".
En
ese
sentido,
la
proposición
gramsciana del
contrato
-
o,
en
sus
términos,
de
una sociedad basada
en el consenso
-
es
una idea
reguladora en el
sentido kantiano,
esto es,
una
meta hacia
la cual
debemos
avanzar
(a
través de la
"guerra
de
posiciones"),
cada vez más,
en
el
rumbo, sin embargo,
de
una
"sociedad
regulada"
o
comunista.
Otrosí,
del
mismo
modo como hay en
Rousseau
un
estrecho
vínculo
entre
contrato
y
voluntad
general,
también
en Gramsci
tiene lugar una
íntima
articulación
entre
hegemonía
y
1o
que
él
llama
"voluntad
colectiva
nacional-popular". La hegemonía
gramsciana
se
materializa
precisamente
en la creación
de
esa
voluntad
colectiva, motor
de
un
"bloque
histórico"
que
articula en
una
totalidad diferentes
grupos
sociales,
todos
ellos
capaces
de
operar,
en mayor o
menor
medida, el
movimiento
"catártico"
de
superación
de
sus
intereses meramente
"económico-corporativos",
en el sentido
de
1a
creación
de
una conciencia
"ético-política",
universalizadorá.
Ese
paso
catártico
de lo
particular
a lo universal, sin
embargo,
no
signifi.ca
para
Gramsci,
diferentemente
de
lo
que
ocurre
en
Rousseau,
una represión
de
las
voluntades singulares, sino, tal como
en
Hegel,
signiñca
una
superación
dialéctica, en
la cual 1o
"ético-político",la
voluntad colectiva, conservay al
mismo tiempo eleva anivel superior
los
intereses
singulares
y
particulares
de los diversos
componentes
plurales
del
"bloque
histórico".
Por
lo
tanto,
en Gramsci,
es
como
si
no solo la
política
stricto sensu
(la
relación entre
gobernantes
y gobernados),
sino
también
Ia
eticidad
-
la esfera
axiológica
que
presta
contenido
concreto
a
la
voluntad
general
o colectiva
-,
fuese
ella
también
resultado de
un
contrato, de
una
interacción intersubietiva
r95 Cramsci
-
es
preciso
no olvidarlo
-
tamblén se
refi
ere
al
"aparato
de coerción estatal
que
asegura
'legalmente'la
disciplina de
aquellos
grupos
que
no
'consienten'ni
activa
ni
pasivanrente,
pero que
está
constituido
para
toda la sociedad en
previsión
de
los
momentos de cr¡sis en el mando
y
en
la
dirección
en los
cuales
desaparece el consenso".
(Cuadernos,
ed. cit.,
v.
q.,p.zSl).
cada
vez más
libre
de
coerción.
Para
el
pensador
italiano,
al
contrario de
Hegel,
la
"eticiclad"
(lo
"ético-político")
no
es
fruto
del
movimiento
fatalisra
e
impersonal
de
un
"Espíritu
objetivo";
y
tampoco
es,
como en
ios
"mar-
xistas
vulgares",
el
mero
"reflejo"
de
"leyes
históricas"
de base
económica,
concebidas de
modo férreo
y
fetichizado.
Si Gramsci ciertamente
recoge
de
Hegel la noción
de
eticidad
(que
en
él
gana
los nombres de
hegemonía
y
de
"ético-político"),
recoge
de Rousseau,
al mismo
tiempo,
la
concepción
de
Ia
política
como
contrato,
como
formación
incersubjetiva
de
una
volonté
générale, que
en
élgana
el
nombre
de
"volunrad
coiectiva
nacional-popular".
Por
recoger
de
Hegel
(y
de
Marx)
la
noción
de
que
la
voluntad
es
histórica
y económicamente
determinada, siendo
por
eso
atravesada
por
las
contra-
dicciones
sociales,
Gramsci tiene
plena
conciencia
de
que en
la
vida social
considerada en su coniunto
no
todo
es
fruto
de
un contrato.
Con
base
en la
ontología social
de Hegel
y
de Marx,
Gramsci
sabe
que
la sociedad
es
una
síntesis
única
y
específica
de causalidad
y
releología,
de
determinismo
y
libertad.'e6 Para
é1,
en
la línea de
Marx,
los hombres hacen
ciertamenre su
historia,
pero
no la
hacen
en las condiciones
que
escogieron:
al lado de
la
acción teleológica tibre, hay
también
un determinismo hisrórico,
una causa-
lidad
obietiva
que
-aunque
generadapor
1a
propia
praxis
de los
hombres- va
con frecuencia
más
allá de
la
conciencia
y
de la
voluntad
de
los individuos
y
de los
actores
sociales.
Pero
Gramsci
también
sabe,
nuevamente
en la
línea de Marx,
que,
cuanto
más se
"socializa"
el ser
social,
tanro
mayor
es
el
"retroceso
de las barreras
naturaies",
o, en otras
palabras,
tanto
más se
amplían
los márgenes de
Ia libertad
y
de la auronomía de
los
"individuos
sociales".
En ese
punto,
é1
ciertamente
se
aparta
de
Rousseau,
para quien
el
contrato
social
funda
un
pueblo
en
cuamo
pueblo,
o
sea,
funda
ia
propia
sociédad. Pero, si no todo
en
la
sociedad
es
fruto
de un
contrato, existen
amplias
esferas
sociales
-y,
en
particular,
Ia
esfera de
Ia
política-'que
pueden
resultar
cada vez más
de
un contrato,
o sea,
de
ia
acción
intersubjetiva
de
individuos
sociales
conscientes
y
libres.
Es
precisamente
esa
posibilidad
to
que
está enlaraíz
de
la
propuesta
gramsciana
de
una
"sociedad
regulada"
(expresión
que
él usa
para designar
el
comunismo),
en la
cual la
supresión
de
Ios antagonismos
de clase
haría f,nalmente
viable la
gestación
de
un espacio
público
basado en el
diálogo
y
en
el
consenso
de
los
"individuos
sociales".
Por
lo
tanto, tal
como en
Rousseau,
también
en
Gramsci
ese
orden
social
legítimo
presupone
un
contrato
que
-sin
limitarse a
la
conservación
de
1os
intereses
económico-corporativos- es capaz
de construir
una
voluntad
general
ético-política,
que
garantice
el
ideal republicano
de
la
prioridad
196
Cf.C'.Lukács,Perl'ontoloqíadell'esseresociale,Roma,R¡un¡t¡,3vs.,1976-198r.
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de
lo
público
sobre
lo
privaclo.
Además,
es
común
a
ios
dos
pensadores
la
convicción
de
que la
construcción
plena
de
ese
espacio
público democrá-
rico
solo
es
posible en
los marcos
de
un
orden
social
situado más
allá
de
Ios límites
del
capitalismo.
Sin
embargo,
si
Gramsci
fue
capaz
de superar
las
antinomias
de Rousseau,
"colocando sobre
sus
pies"
(en
un sentido
materialisra)
la visión
todavía
idealisra
y
abstracta
con
que
el
autor
del
contrc;to social
trata
de la
problemática
de la
voluntad
general y
de
la
democracia,
eso
resulta
en
gran
parte
del
hecho
de
que
él supo
recoger
(a
través,
sobre
todo
de
la
mediación
de
Marx)
lo
que había de
positivo
en
la
crítica
hegeliana
del contracrualismo.
De
ese
modo,
Gramsci situó
su
reflexión
en
la senda
abierta
por
las meiores
tradiciones
de la
modernidad:
él
no
solo
se convirtió
en
uno de
los
principales interlocutores
de
la cultura
democrática
y
socialista del siglo
XX, sino también
-y
1o
que
es
todavía
más importanre-
nos
deió
un
insustituible
legado
para la elaboración
del
socialismo
del
siglo XXI.
CAPÍTULO
5
Lukács,
la
ontología
y
la
política
1.
Ei
Lg23,
en His
tor
a
y
c
onci
encia de
cl as
e,
Lukács
afi
rmab
a enfáticame
nte :
"Lo
que
diferencia
decisivamente
el
marxismo de
la
ciencia
burguesa
no es
la
tesis
de un
predominio
de los motivos
económicos
en
la
explicación
de
la
historia,
pero
sí el
punto
de
vista
de
la
totalidad".reT
Fue
esta
obra
luvenil
de
Lukács,
la
que
llevó
a
muchos analistas
a considerarlo
el iniciador
del
Ilamado
"marxismo
occidental".'"
En efecto, esta insistencia
en
el
papel
central
de
la
categoría de
la totalidad,
hecha en
una
época
en
que
ei
legaclo
de
la
dialéctica hegeliana
estaba
en desgracia, tanto
entre
los
teóricos
de
la
Segunda
como
de la
Tercera
Internacional,
introducía
un
nuevo
modo
-a
mi
ver,
el más
adecuado- de
rescatar
el
método
de
Marx.
La
genial
obra
juvenil
de Lukács
contenía
ciertamente
muchas
posiciones
probiemáticas, tanto en
el
plano
teórico, como
en
el
plano
político,
posiciones
que
el
propio
Lukács
más
tarde
repudiaría
de modo
explícito.'ee
Pero
el hecho
es
qudlukács
iamás
abandonaría
la
inspiración
metodológica-el
principio
de
la totalidad-
que
basó
su obra
de
rg23y,
en
esta
medida,
toda
su
producción
teórica puede
ser
considerada
como fundadora de
una
lectura del
marxismo
bastante
apartada
de
los
parámetros
positivistas que
dominaron
el llamado
"marxismo
soviético".
Por
Io tanto, si
la
expresión
"marxismo
occidental"
busca
definir
una lectura
de
Marx
diferenciada de
aquella
que
fue
codificada
en el
famoso
"marxismo-leninismo",
entonces toda
la
obra
de
Lukács
-
aun-
que
caracterizada,
desde
1923,
como
veremos,
por
una
ñdelidad
acrítica
al
G.
Lukács, Hrsror¡a
g
conciencia
de clase,
ed. cir.,
p.29.
M.
Merleau-Ponly,
Les
aventures
de la
díalectique,
París,
Gallimard,
1955,
pp.
48-89,
(ta
mbién
en espa ñol,
Las aventuras de
la dialéctíca,
editorial
Leviatá
n, r9s7). P.
Anderson,
Consideracione.s
sobre el
marxísma occidental,
México,
S¡glo XXl,
1978;
y
l.
6.
Merquior,
Western marxism,
Clasgow,
Paladin,
1989.
Lukács,
op. cit.,
p.
rx-xil.
197
198
i
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pensamiento político
de
Lenin
-
puede
ser considerada
como expresión
de
este
"marxismo
occidental".
Esta
continuidad
de
la
producción
lukacsiana
se
trasluce claramente,
cuando
constatamos
que
es también en el
intento de
prestar
a la
totalidad
un
puesto
central en el análisis de la vida
humana
(y,
ahora, con
base
en
una
preocupación
materialista
insuflcientemente
presente
en su
obra
luvenil)
que
se
inserta el esfuerzo
ftnal
de Lukács
para
reconstruir la
ñlosofia
de
Marx como una
"ontología
del
ser
social".'oo
Es
interesante observar,
como
prueba
de
que
el vielo Lukács
superó ciertos trazos semi-idealistas
de
su
período
juvenil,
que
Ia
preocupación
con la oncología le
sobrevino,
en
gran
parte,
de
un
examen cuidadoso
de las
nuevas características del
capitalismo
tardío.
Estas
características
1o
impresionaron
a
tal
punto
que
é1
llegó
incluso
a
pensar
en
escribir
EI
Capital del
presente,
no habiendo enfrentado
el
de-
saffo
debido solo
a su
edad
avanzada.'o'En
otras
palabras:
el Lukács
tardío
se
revela
así,
plenamente conciente de
la importancia
de la
crítica
de
la
economía
política
en
la
constitución
del método filosóñco
de
Marx,
lo
que
ciertamente
también
ocurría en
la
época
de
Historiay conciencía
de clase,
aunque
de
modo
menos
profundo
(en
Io
que
se
refiere
a la
aprehensión
de
ias categorías
crítico-económicas
de
Marx,
por
elemplo,
se
puede
señalar
que,
mientras
en
la
obra
juvenil
el concepto de
fetichismo
de
la mercancía
ocupa
el
puesto
central,
en Ia
obra
de vejez ese
puesto
será
ocupado
por
la
noción de
trabaio
y
sus
determinaciones).
Según
Lukács,
el capitalismo
en
su fase tardía revelaba una caracterís-
tica
nueva de
gran
importancia:
la
lucha
para
evitar
las
crisis
¡
al
mismo
tiempo,
asegurar
la dominación de
los
monopolios
que
habría llevado
al
capitalismo
a
intentar
"racionalizar"
-a
buscar
someter
a reglas del
cálculo
racional-formal-
el sector
de
consumo,
creando
todo
un
vasto
y
diversiñ-
cado sistema
destinado
amanípularla
vida
de
los
individuos.
Este
sistema
de
manipulación,
generado
inicialmente
en
el
nivel de la
economía,
se
habría
generalizado
después
a las
esferas de
la
cultura, de
la
ideología
y
de
la
política.
Según
el
viejo
pensador,
este
sistema
encontraría su
expresión
teórica en las
corrientes
neopositivistas:
a
pesar
de
su
gran
diversidad,
esas
corrientes
se
identificarían
en una
batalla
abierta
contra la ontología,
contra
el
análisis
de
los
movimientos
esenciales de la
realidad,
a
favor tan
solo de
un
esclarecimiento formalista
y
logicista
de
la racionalidad
humana
(de
una
zoo
G.Lukács,
Perl'ontologiadell'esseresociale,Roma,Riuniti,r9T6-198l,zvols.;1d.,
Prolegomeni a un'ontologia dell' essere sociale,Milan,Guerini,
i99o.
Estas dos obras son
de ahora
en adelante
cit¿das,
respectivamente, como
"gran"
y
"pequeña
Ontología".
zor
Cfr.
lstván Eórsi,
"The
history
of
a posthumous
work
(Lukács
Ontology)",
en The New
Hungarian
Quartelg,
XVl, n.
SS,
summer
r925,
pp.
r06-Io8.
I
racionalidad.
entendida,
además, como mera
técnica
para
manipular
datos
fetichizados
y
fragmentados).
Con eso, el anáiisis
ontoiógico de
1o
real
-
cuyos
modelos supremos
estarían,
para
Lukács,
en las
obras
de
Aristóteles,
Hegel
y
Marx
-
habría
sido
substituido
por
la elucidación epistemológica
de los
"discursos".
Es
como
si
la
tradición
kantiana
(y
de
un
Kant empobrecido)
hubiese
triunfado contra el legado
ontológico de aquellos tres
grandes
pensadores que
Lukács consideraba los
puntos
más
elevados de la historia
de
la filosofia.
Después
de haber
promovido
un duro combate
a
las
corrientes irraciona-
listas modernas
en su
libro
El
asalto
alarazón(escrito en
los años
r93o-4o
y
publicado
en
1953),
el último
Lukács se
dio
cuenta
de
la
importancia
creciente
que el
neopositivismo
-con
su
negación
de
la ontología, de
la
historia
y
de
la
totalidad-
había
asumido en Ia ideología
burguesa
contemporánea.
(Y,
para
é1,
el
estalinismo
sería
responsable
de
la introducción
de
elementos
neopositivistas
y
anti-ontológicos también
en la
reflexión
de
inspiración
marxista).
El
predominio
del
epistemologismo neopositivista,
ciertamente
no excluía
Ia
permanencia
en el
pensamiento
contemporáneo de
corrientes
irracionalistas,
muchas de Ias
cuales
-como
por
ejemplo,
la
capitaneada
por
Heidegger-'o'insistían en la
importancia
de Ia
ontología,
del análisis
de1
ser,
pero
en
una
perspectiva
en
que
el ser era
despojado
de
cualquier histo-
ricidad concreta
y puesto
en
una
esfera situada
más
allá
de
la
racionalidad.
Sin abandonar
su
vieja
crítica contra
este
tipo
de ontología
irraciona-
Iista,
contra
la
"destrucción
de la
razón"
(objeto,
por
otra
parte,
del
primer
capítulo
de
la
primera parte
de
la
gran
Ontología), el último
Lukács escoge
ahora como
su
principal objetivo
polémico,
las corrientes
neopositivistas,
aquello
que
llamé en
otro
lugar
"miseria
de
Ia
razón",
corrientes
que
podrían
ser
cllracterizadas
como Ia
expresión ideológica del
munclo
manipulado.'o3
En este
sentido,
me parece que hay
una interesante
(aunque
tal
vez no
conciente)
aproximación
de las
preocupaciones
del
vieio
Lukács
con los
temas más
característicos
de
la
fase
clásica
de la
Escuela
de
Frankfurt,
para
la
cual
la
"razón
instrumental"
(y
no
tanto
el irracionalismo)
aparecía
como
el
principal
enemigo
a
combatir.'"4
2o2
Para
un brillante análisis de las diferencias
entre
las
ontologías
de Heidegger
y
de
Lukács,
cfr., Nicolás
Tertulian, Luhács.
La rinascita
dell'ontologia,
Roma,
Riuniti,
1986,
pp.47-83.
2o3
C.N.Coutinho,Elestructuralismoglamiseriadelarazón,México,Era,lgT3.Laexpresión
fue usada
por
mí,
a
partir
de una analogía con
"destrucción
de
la razón",
título
oriqinal
del conocido libro de Lukács,
publicado
en español
como
fl
asallo
a Ia razón.
zo4
Cf.,
por
ejemplo,
Theorjor
W.
Adorno
y
Max Horkheintet, Dialéctica
de
la iiustrucion,
Madrid,
Trotta,2oog)
y
M. Horkheimer,
Eclissi
dell¿ ragione,
Milán,
Sugar,1962.
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I
y
es este
desplazamiento
de
objetivo,
ei
que explica,
probablemente,
Ia
adopción
por
parte
de
Lukács,
con
carácter
positivo,
del
término
"ontología"
(digo
"término"
porque creo
que
coda
la obra marxista
de
Lukács,
desde
Historíay
conciencia
de
clase,fue
marcada,
con
mayor o
menor
rigor
y
co-
herencia,
por
preocupaciones
fuerLemente
ontológicas).
Durante
el
período
en
que
su
batalla cultural
tenia
como
obietivo
principal el
irracionalismo
-que,
como
vimos,
se
presentaba
muchas
veces
como el
representante
de la
verdadera
onrología
(que
era
llamada
"existencial"
o
"fenomenológica")-,
el
rérmino
,,ontología"
y
sus
derivados
tuvieron
en
la obra
de Lukács
un sentido
fuelemente
negativo.
lncluso en
una
obra
tardía
como
la
Estética,
escrita
a
io
largo de
los
años
5o
y publicada
en
1963,
la
palabra
"ontología"
aún es
usacla
en
esr.e
sentido
negativo
(fundamentalmente
como sinónimo
de no
aceptación
de la
historicidad
de
la
vida humana), aunque todo
el
rico
aparato
caregorial
de
I
a
Estéüca
esté
claramente
ligado
a la
problemática
ontológica,
y
anricipe
los'temas
y
las soluciones
de
Ia
aún
más
tardia
Ontología
del
ser
,
socictl.Por
1o
tanto, la
elección del
término
"ontología"
por
elúltimo
Lukács
-una
elección
influenciacla
también,
tal vez,
por
la
lectura
tardía
de
la
obra
de
Nicolai
Hartmann,
tratada
con
extrema
simpatía
en
la
"gran"
Ontología-
parece
así
d.erivar
del
empeño dei
vieio
pensador en contraponerse
del
modo
más
explícito
posible
al
epistemologismo
de las
corrientes
neopositivistas,
inclusive
de
las
que
se
presentaban
baio
la
bandera
del
marxismo'
Esta breve
d.igresión
filológica
me
parece
útil,
en la
medida
en
que
sirve
para recordarnos
que
no
existe una ruptura
cualitativa
-aunque
exiStan
diferenciaciones
no despreciables-
en el
interior
de
la
producción teórica
de
Lukács,
posterior a
Hístoria
y
conciencia
de clase:
el
"descubrimiento"
cte
la
ontología
torna
más
nítidas
y
coherentes
sus
posiciones fiIosóficas,
pero
no altera
sustancialmente
el
contenido
de su
reflexión,
ni en
relación
a
la estética,
ni
tampoco a
una
obra bastante
anterior,
escrita
en
la década
del
rg3o,
Ia
excepcional monograña
sobte
EliovenHegel'
Un breve
resumen
del
proyecto
ontológico
de
Lukács
apuntaría
a
dos
me-
tas
principales
e interconectaclas:
r)
1a
de
rescatar,
contra el
neopositivismo
contemporáneo
(y,
de
modo
más
general,
contra
una
herencia
que
arranca
desde
el
"criticismo"
kantiano),
el
principio
de
que
el
análisis
del
ser
debe
anteceder
al
análisis del
conocer,
ya
que
este
último
es
un
momento
de
una
totalidad
más
amplia, ontológica,
es
decir,
de
la
praxis
social
global; z)
¡
al rnismo
tiempo,
la
de
concebir ese
ser no
como
algo
contrapuesto
a los
"entes",
no
como
una
esencia
inefable e
irracional,
como
lo
hace
Heidegger'
.
por
c
jemplo,
sino
como
una
totalidad
concreta
y
dinámica,
aprehensible
por
unl
racionaliriaci
dialéctica. Eso
signiñca
que,
contra
la rígida división
del
trabajo
cientíñco
propuesta
por
el
positivismo
en
sus
diferentes
vertientes,
el
proyecto
ontológico
lukacsiano
rescata claramente
el
punto
de vista
de
1a
totalidad,
buscando
mostrar
que
el
análisis
de
lo social y
de sus
reiaciones
con
la
naturaleza,
sufre
serias
limitaciones si
es fragmentado
en
disciplinas
sociales
particulares e
incomunicables.
(No
es
este
el lugar
para
analizar
hasta
qué punto
esa
iusta
posición
de
principio,
se
combinó
en
Lukács con
una actitud
excesivamente
escéptica
ante
los
resultados
obtenidos
por
las
ciencias sociales
particulares),'zos
Es
en este sentido
que
Lukács
interpreta
Ia
dimensión metodológica
contenida en
Ia
"crítica
de
la
economía
política"
marxiana,
es
decir,
como
un
método
de
crítica
ontológico]o'
que
impiica
un
permanente
recurso
a la
totalidad
y
a
la
historia,
con
el
obietivo de
mediatizar
los
hechos
empíricos,
de
retirar
de ellos
Ia
apariencia
de
fetiches
aislados
o
de
"cosas"
naturales.
Así,
la
ontología lukacsiana
es
un
arma
crítica contra
1a
reificación, construida
con
recursos
mucho más
precisos que
los
urilizados
en
Hixoriay concíencia
de
clase.Y me
parece
innegable su
fecundidad
y
actualidad
en
un momento
en
que,
bajo la
cobertura de
una
supuesta
"crisis
de los
paradigmas"
(entre
los
cuales
el marxista
ocuparía
naturalmente
el
primer plano),
se
busca
defender
la
fragmentación
"pos-modema"
contra
el
principio
metodológico
de
la
totalidad.
La
inspiración
metodológica
de la obra
lukacsiana
es un
antídoto
eñcaz
contra la falsa
dualidad de
formalismo
vacío
y
de
empirismo
ciego;
que
-
como
ya
observaba
Wright
Milis,'o7 un autor muy apreciado
por
el
último Lukács
-
predomina
en la
ciencia
social contemporánea.
2o5
Tratédel asuntoen"Cramsci,el
marxismoylascienciassociales",suTa,pp.T4-98de
esta
recopilación.
zo6
Cf,Lukács.
Perl'ontoloqia,cit.,v.r,pp.ue3-3zo.Sot¡reelte¡radelacríticaontológira,
cf., también el
ya
cirado 6ramsc|
el
marxismo
g las ciencias
sociales,
supra,
pp.74-98.
2o7
C.WrightMills,Laimaqinaciónsociológica,México,FondodeCulturaEconómica,t96l.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 64/68
-'t
2.
E1 carácter
sustancialmente
positivo
del
proyecto
teórico
del último
Lukács,
no
impide,
entretanto,
que evaluemos
críticamente algunos de sus resultados
concretos.
No
puedo
aquí detenerme
en
la
exposición
-
aun resumidamente
-
de
los
principales
conceptos
presentados
en la
primera y
más
completa
versión de la Ontología
del
ser social,
sea
de
los
presentados
en su
parre
histórica
(que
trata de ios existencialistas, del
neopositivismo,
de
Hartmann,
de Hegel
y
de
Marx),
como también
de ios
abordados
en
su
parte
sistemática
(que
contiene capítu1os
dedicados
al
trabajo, a
la
reproducción,
al
momento
ideal
y
a
la
ideología,
así como
a
la obletivación
y
a la alienación). Me
gustaría
solo recordar que
el
propio
Lukács, como
testimonian
personas que
le
eran
entonces
muy
próximas,'o8
no
estaba
plenamente
satisfecho
con
su
texto
ontológico
concluido
en 1969
(conocido
como
la
"gran
Ontología"), tanto
es
así
que,
después
del
término
del mismo, emprendió
-
a
los 84 años,
ya
víctima
del cáncer
que
lo
llevaría
a
la
muerte
dos
años
después
-la
redacción
de un
nuevo
manuscrito,
conocido como
"pequeña
Ontología"
(o
Prolegómenos),
que
no
pudo
ser
concluido.
Para Lukács,
siempre, según
esos
testimonios,
las
deficiencias
de
la
"gran
Ontología" se
situaban
tanto
en
el nivel del método de
exposición
(le
parecía
francamente
insatisfactoria la separación
entre el
tratamiento
histórico
y
el tratamiento
sistemático de
las
cuestiones), como
en el
nivel
de
los
propios
conceptos. El centro de la Ontología
consiste
en
la
idea
de
que
Ia
especiflcidad del ser social
reside en
el
hecho
de
que,
al contrario
de
la
naturaleza,
donde existe solo
causalidad, surge con el ser social
-y,
en
particular,
a
partir
del
rrabaio como
su
célula fundamental,
como
"modelo
de
Ia
praxis
social"-'o'una
peculiar
y
única
articulación
entre
causalidad
y teleología, entre
determinismo
y
libertad.
La
esfera social, según Lukács,
solo
puede
ser
correctamente conceptualizada
en la medida
en
que
se
ten-
gan
en cuenta,
simultáneamente, la acción
creadora
de
la
praxis
humana,
que
fonnula
e implementa
proyectos, por
un
lado,
y,
por
otro,
la
presencia
de
determinaciones causales,
tanto
las
puestas
por
la naturaleza externa
e
inrerna al
hombre,
como las
repuestasporlos
resultados
de la
propia
acción
teleológica.
Con todo, después de concluir la
obra,
Lukács
parece
haber
aceptado
la
crítica
de
Fehér
et
alií,
de
que
él habría dado
un énfasis excesivo
a la
"ontología
de 1a
necesidad",
o sea, al aspecto
causalmente
deierminado
de
Ia
praxis
humana.
Se
trataba
de
acentuar,
en
el
segundo
manuscrito, la
"ontología
de
las
alternativas"
(la
concepción
del
hombre como
un
ser
que
"da
respuestas"
a
estímulos
de la
realidad)
y
de conced.er
a la
libertad
(visra
como
algo
ya
dado
innuceenelproceso
de trabajo)
un ámbito
cle
acruación
aún
mayor
que
el
ocupado en la
"gran
Ontología".
No
me
parece que
él haya
tenido
buen
resultado, en este
segundo
manuscrito,.,o
en el logro
de sus
intenciones.
Por
un lado, se
acentúan
las
deficiencias
dei
método de
expo-
sición
(el
texto llega a
ser
enervanremente
reperirivo,
sin
que
la
reanudación
del
mismo
tema
presente
el surgimiento
de nuevas
determinaciones
en los
objetos
analizados,
como
claramente
era
el caso
en
la Estética)-,
y,
por
orro,
la
elaboración
de
una
"ontología
de las
alternativas"
no siempre
encuenrra,
desde
mi
punto
de
vista, una solución
adecuada.
La
correcta
preocupación
en
evitar el
énlasis
en
la
"ontología
de
la ne-
cesidad", termina
por
hacer de este último
texto
lukacsiano
-un
elemento
ciertamente
nuevo
en
su
producción
-
una
ácida
y
frecuentemente injusta
polémica
contra Hegel, acusado
(mucho
más severamente
que
en la
"gran
Ontología")
de
crear una
"ontología
logicista", que
sacriflcaría la
heteroge-
neidad
constitutiva
de lo
real.
Lukács acusa
a Hegel
de
"logicismo",
entre
otras cosas,
por
concebir como
hechos ontológicos
la negación
y
la negación
de la negación,
categorías
que,
para
el
pensador
húngaro,
serían
puramenre
lógicas;"'me
parece
legítimo
preguntar
si, con
esra
posición, Lukács
no
estará
diflcultando la conceptualización
adecuad.a
de
un
elemenro
absolu-
tamente
fundamental del método dialéctico-ontólógico,
o sea,
Ia
categoría
de la
mediación.
No me
parece
casual
que
él insista, con un
énfasis
inexistente
en
su
producción
anterior
(y, paradojalmente,
acercándose
en
eso a
lecturas
del
marxismo tan
opuestas
a
la
suya,
como
las
de
Della Volpe
y
Althusser,
que
también
se
rebelan contra
Ia
categoría
de Ia
negación
de
Ia
negación),
en
la
afirmación
de
que
habría una radical diversidad entre
las dialécticas
de
Hegel
y
de Marx."'Además, la excesiva
insistencia
en la
heterogeneidad
de Io
real,
con énfasis
en
el
elemento de
que
ella
es
incapaz
de
una
plena
aprehensión
conceptual,
le
lleva incluso
-una
posición
que,
por
cierto,
ya
está
presente
en
la
"gran
Ontología"-
a
elogiar
el
momento
"saludablemente
ontológico"
2o8 Cf.
l. Eórsi,
"The
history"
,
cit.:y
F. Feher, A.
Hellet
C. Markus
y
M. Vajda,
"Premessa" y
'Annotazioni
sull'ontologia
per
il compagno
Lukás",
in Aut-aut,
no 157-158,
jan./abr.
1977,
pp.
3-37.
zo9 C. Lukács, Orttología
del
ser social: el
trabajo,
Buenos
Aires,
Herramienta,
2oo4,
pp.
103-153.
Setrata
de los Prolegomeni,citado
en
la
nota
4.
Cf.,
por
elemplo, Prolegomeni, ed.
cit..,
p.
rt9
y
ss.
"La
contraposición
entre Marx
y
Hegel
es
una ruptura
radical
por
parte
de
Marx
en
relación a los movimientos
logicistas de
Hegel en el
sentido
de
la
nueva
ontología"
(ibid., p.
r¿r).
2IO
21,
212
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i
i
i
i
il
del
viejo
empirismo,
en
un
movimiento
que
casi
llega,
a
veces,
a sacrif,car
la
clialécrica
en
el
altar
del materialismo.
Con
eso,
en
el
límite,
se
esboza
en
la
..pequeña
ontologia,,un
dualismo
que Lukács,
hasta
entonces,
había sabi-
do
evirar:
por un lado,
tenemos
una
realidad
heterogénea
y
distante a
una
comprensión
toralizanre
(comprensión
que, a veces,
es
identifrcada como
,,1ogicista,,);y,por
orro,
un individuo
humano
que
da
respuestas
alternativas
,
a
los
estímulos
que
provienen
de
ul
realidad,
pero
que
no
siempre
parece
rener
un
papel clecisivo
etla
construccíón
concientede
esamisma
realidad.
ciertamenre,
se
trata solamente
de
una
tendencia,
que
la
sólida
formación
dialéctica
de
Lukács
no
permite que se
realice
plenamente.
Pero
la
presencia
cle
tales
ambigüedades
indica
que
el segundo
manuscrito,
leios
de
resolver
Ios
impasses
del
primero,
muchas
veces
los
acentúa'
Se
debe
insistir,
sin
embargo,
en que
estos
límites
de
la
"pequeña
On-
tología",
así
como los
problemas
que
ei
propio Lukács
indicó
en el
primer
manuscrito,
no anulan
de
ningún
modo la
exactitud
esencial
tanto
del
armazón
conceptual
como
de
mucha§
de
las
explicitaciones
concretas de
su
proyecto ontológico
tardío,
expresado
en las
dos versiones
de
la obra.
Naciie
fue
ran le'os
como
Lukács
en
la
determinación
de
la especiñcidad
del ser
social,
en
Ia deñnición
de
aquello
que
lo hace
una
esfera
ontológica
distin¡a
de la
naturaleza
orgánica
e inorgánica,
especiñcidad
manifestada
en
una
peculiar
síntesis
dialéctica
de
materialidad
e
idealidad.
En este
terreno,
él no solo
reroma,
pero
sin
duda,
también
enriquece
los
grandes
descubri-
mientos
ontoiógico-sociales
de
Hegel
y
de
Marx.
Además,
los
capítulos
de
la.,gran onrología"
dedicados
a la
ideología
(concebida
como
una
realidad
práctica)
y
a
las
diferencias
entre
exteriorización/obietivación
y
alienación
esrán
enrre
los
más
alros
resulrados
obtenidos
por ia
reflexión
fllosóñca
de
nuestro
tiempo.
Con
todo,
me
parece
que existe,
ya
en estaprimeraversiór.delaOntología
.
(un
texto cieitamente
más denso que
la
segunda
versión),
algunas
formu-
laciones
problemática§
que
se
maniñestan,
sobre
todo,
en
la
concepción
lukacsiana
de
la
relación
entre
trabaio
y
praxis,
por
un
lado,
y por
otro,
en
consecuencia,
en
el
tratamiento
de Ias
cu€stiones
de
}a
reproducción
social'
Lukács
está
indudablemente
en
el
camino
correcto
cuando
percibe
en
el
rrabaio
-
fuente
primaria
de
la
articulación
entre
causalidad
y
teleología
-
la
célula
del
ser social,
retomando
y
generalizando
el movimiento
metodológico
dialéctico
(de
lo
abstracto
a
lo concreto)
que
llevó a
Marx
a ver
en
la
mer-
cancía
la
célula
del
capital.
Además,
tal como
Habermas,
él
percibió,
por
un
lat1o,
Ia
diferencia
que
Subsiste
entre
el
trabaio
como
una
acc¡ón
orientada
;r l;; clollir-iLic:ióll
ciC
Ia naturalcza,
y,
llor
tltro, ia
praxis interactiva
en
cttanto
con,unto
d.e
posiciones teleológicas
que
pretenden intervenir
sobre
ia
acción
de
otros
hombres.
En
un
pasaie
de
la
"gran
Ontología
',
registra
explícitamente
esta
doble
dimensión
de
la acción
humana:
[El
trabaio]
es
un
proceso
entre actividad
humana
y
naturaleza:
sus actos
propenden
a
transformar
algunos
objetos
naturales
en
valores
de
uso
["']
Ya
en las formas
más
evoiucionadas
de Ia
praxis
social,
allado
de ese
tipo
de
acción,
gana cada
vez
mayor
relevancia
la
ac
ción sobre
otroshombres[
")
Ei contenido
esencial
de
1a
posición
teleoiógica,
en
ese
§egundo
caso,
es el
intento de
inducir
a otra
persona
(o
a
un
grupo de
personas)
a
formular
y
adoptar,
a su
vez, determinadas
posiciones
teleológicas
[...]
En
esa
segunda
forma
de
la
posición teleológica, Ia finalidad
referida
es,
de inmediato,
la
ñnalidad
dé otras
Personas."r
Lukács,
sin
embargo,
no extraio
de
esa exacta
percepción
ontológica
la
necesaria
conclusión
de
que
el
segundo
tipo
de
acción
teleológica,
que
es
siempre
"inter-acción"
(o
acción
sobre
la
acción),
implica
una
modalidad
de
conocimiento
diversa
de
aquella que
tiene
lugar en
el
rrabaio.
Él
parece
haber
intuido esa
compleia
problemática
(pero
apenas
intuido)
cuando
analizó
las
formas
de
conciencia que
se
expresan
en
la ideología,
así
como
ya
lo
había
hecho,
etla
Estética,
al
trarar de
las
obietivaciones
artísticas.
Pero
el tratamiento
de la
cuestión
continúa
insuñciente.
En
otras
palabras:
falta
en
la
Ontologíaun
tratamiento
adecuado
-materialista
y
dialéctico-
d,e las
especificidades
onrológicas
y
epistemológicas
de la
intersubietividad
o,
más
genéricamente,
de
aquello
que,
para
diferenciarla
de
la
acción
que
tiene
lugar
en
el
trabajo,
podríamos
llamar
-entre
otros,
con
Habermas-"4
de interacción
Esa insuf,ciencia,
como
veremos,
tiene
claras
consecuencias
negdtivas
en el tratamiento
lukacsiano
de
Ia
praxis política,
terreno
por
excelencia
de
la
acción
interactiva.
z13 C. Lukács,
Ontología
del ser social: el trabajo,
ed.
c¡t.,
p-
l03'
zr4
l.
Haberma
s, Ciencia
g
técnica como
"ideología",
Madrid,
Tecnos,
1986'
No
es este
el
lugar
para
tratar
de
los
límites de
la formulacíón
habermasiana,
la
cual
-
a
pesar de sus
indiscutibles
méritos
-
me
parece
todavía
unida
a una
posición
dualista,
que,
primero
en la senda
del
trascendentalismo
de
Kant,
después
en la
del
pragmatismo
lingüístico,
busca
en
presuPuestos
ajenos
a la praxis, las raíces
de los
tipos
de
conciencia
y
de
la
acción
que
se
expresan
en
el trabajo
y
en
la interacción
(sobre
eso,
cfr.,
sobre
todo,
J.
Habermas, Conocimiento
e
interés, Madrid,
Taurus,
1987).
Desde
mi
perspect¡va,
esas
raíces residen
en
las
propias
diferencíaciones
que
se explicitan
ontológicamente
conro result¿do
de
la
compleiización
de la
praxis humana,
sust¡ncialmente
unitari¡..
Tampoco
me
parece
que
escapa
de
este
dualismo
problemático
la
pionera reflexión
de Karel
Kosik,
Dialéctica
de lo concreto,
Criialbo,
México,
1962
cap.
IV.
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
http://slidepdf.com/reader/full/marxismo-y-politica-coutinhopdfred 66/68
Con
todo, es interesante
observar
en Lukács
y
en
Gramsci,
la
presencia
de
un
concepto
común
(además,
naturalmente,
de
muchos
otros): el concepto
de
"catarsis".
En Lukács, como
podemos
ver
particularmente
en la
Estética2a,
Ia catarsis
-operando
en
las
objetivaciones
que
se
dan
en
las esferas
estéüca
y
ética-
hace
que
el
individuo
se
libere
de su
mera
particularidad,
de
sus
limitaciones
singulares,
y
rome
conciencia activa
de su
d.imensión
universal
en cuanto
parte
integrante
del
género
humano.
En
Gramsci,
el momento
catártico
-que
él
llega
incluso a concebir como
sinónimo
de
praxis
polí-
tica-
es
el
proceso
mediante ei
cual un
grupo
social
supera
sus
intereses
económicos,
meramente corporativos
o
"egoístas-pasionales",
y
se
eleva
a la
conciencia
"ético-política",
a'la condición
de
clase universal,
capaz
de
tornarse hegemónica
por
dar
respuestas
históricamente universales
a
las
cuestiones
vividas
por
el
pueblo-nación
y
por
Ia humanidad en una
época
concreta."4 Tenemos
así
que,
en
ambos
pensadores,
la catarsis
aparece
-en
diferentes
esferas
del
ser
social- como un momento
privilegiado
del
paso
de
1o
particular
a
lo universal,
de la
causalidad hacia la teleología,
de
la
necesidad
para
la libertad.
Como
obser.¡é
en
otro
lugar,'¡zs creo
que
-a
partir
de este
concepto
de
política
como catarsis-
Gramsci
elaboró
una auténrica
ontología materialista
y
dialéctica
de
la
praxis política;
tenemos
así,
en
su
obra, una crítica
onto-
lógica
de la
política
que
en sus
resultados
teóricos cumple
las
indicaciones
metodológicas
de la
"crítica
de la
economía
política"
marxiana,
las
mismas
que
inspiraron
la
Ontologíade
Lukács.
El concepto
gramsciano
de catarsis
(y
toda su
rica elaboración categorial
en
el
nivel
de la esfera
política
y
de
las
modalidades
de
conocimiento
a ella
correlacionadas,
o sea,
en el nivel
de
la
forma
de
modelar
la
praxis
interactiva)
tal
vez
sea
el
"eslabón
perdido"
que
parece
faltar
en la cadena de
mediaciones
puesta
en
movimiento
en la obra
última
de
Lukács.
Si
fuese posible
promover
en este
sentido una
integración
de las
reflexiones
de Gramsci
y
de Lukács, los
dos más
brillantes
"marxistas
occidentales", estaríamos delante
de dos
posibilidades
convergentes: 1)
la
de suplir las
lagunas dela
Ontología
lukacsiana,
a través de una
ampliación
223
224
G. Lukács,
Estétí
ca, Barcel
ona-México,
6rijalbo,
1
996,
v. 2,
pp.
491
-s25.
Sería
interesante recordar el concepto
gramsciano
de catarsis:
"5e
puede
emplear
el
término
'catarsis'para
indicar
el
paso
del momento meramente económico
(o
egoísta-
pasional)
hacia el momento ético-político,
es decir, la elaboración superior de
la
estructura
en
superestructura
en
la
conciencia
de
los
hombres.
Esto significa también
el
paso
de
lo
'objetivo'a
lo'subjetivo'y
de la
'necesidad
a la libertad'. La estructura, de
la
fuerza exterior
que
aplasta
al
hombre,
que
lo asimila a sí mismo,
que
lo
hace
pasivo,
se
transfor
ma
en medio
de
libertad,
en instrumento
para
crear una nueva forma
ético-
polílica,
en origen de
nuevas
iniciativas"
(Gramsci,
Cuadernos, ed.
cit.,
v.
4,p.142).
Cf.
C.
N. Coutinh o, lntroducción a
Gramsci, ed. c¡t.,
p.
75
ss.
del concepto
de catarsis
que
abarcase
la esfera de
la
política
(de
la
prax
interactiva)
como
esfera
privitegiada
de
mediación
entre la
reproducció
material
y
la reproducción espiritual
de ia
vida humana;
z)
la
de
recupera
el núcleo
fecundo
de
las reflexiones
ñlosóflcas
de
Gramsci,
sobre
todo
c
aquellas
referentes
a varias
ñguras
de la
conciencia
ideológica
(sentid
común,
buen
sentido,
religión,
filosofía,
etc.),
depurándoias
de
algunas
in
crustaciones
idealistas,
ya
señaladas
por
muchos analistas,'e
integrándola
al
marco
general
de la
ontología
lukacsiana,
una ontología
que,
a
pesar
de su
puntos problemáticos,
me
parece
que
es
ia
reflexión filosófica
global
más fi
al espíritu de
Marx
y,
al
mismo tiempo,
a
las exigencias teóricas
de
nuesrr
tiempo.
Tal
vez
resida en esta integración
dialéctica
de
Gramsci
y
de
Lr.rkác
-lo
que no
excluye, ciertamente,
el
reconocimiento
de Ia
importancia
cle
contribución
de
muchos
otros
pensadores-,
el
gran
desaffo
teórico de Io
marxistas
contemporáneos,
el
punto
de
partida
de aquel
"renacimiento
ci
marxismo"
al
cual
el viejo
maestro húngaro
dedicó el mejor de
sus esfuerzrts
11t
1
7/17/2019 MARXISMO Y POLÍTICA COUTINHO.PDFRed
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ESTE
LIBRO
HA
SIDO
POSIBLE
POR
EL TRABA'O
DE
coMrrÉ
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Moulian,
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Nómez,
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fosé
Leandro
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Verónica
Zondek,
Ximena
Valdés,
Paulina
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santiago santa
cruz
sEcRETARtA
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sylvia
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