M O D U L O 34 - Almagro - Campus Virtual ORT · El caso Dreyfus provocó una gran conmo-ción en...

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67 M O D U L O 34 El Caso Dreyfus Antisemitismo en Francia Desde la constitución del Segundo Imperio en diciembre de 1852, presidido por Napoleón III, Francia vivió veinte años de estabilidad y prosperidad económi- ca. Su industria crecía, aumentaba su producción agropecuaria; las inversiones francesas en ferrocarriles y la construcción del canal de Suez cimentaban su prestigio. Sin embargo el crecimiento francés era ampliamente superado por el rápido desarrollo norteamericano, el ya más lento crecimiento inglés y, sobre todo, por la explosiva producción alemana. La guerra franco-prusiana en 1870 resultó una gran victoria para los ale- manes, que consagraron su unificación, dejando a Francia humillada tras la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena. El “Caso Panamá” había puesto de manifiesto la corrupción de la Tercera República 1 . Francia tenía enormes expectativas con respecto al Canal de Panamá, dado que su influencia en Latinoamérica podía ser clave para alcan- zar a Inglaterra y sobre todo a Alemania en expansión industrial y territorial. La burguesía francesa en pleno se apresuró a contribuir con su patriótica inver- sión, pero un error de cálculo y las dificultades técnicas subsiguientes derivaron la construcción de dicha empresa en un escándalo. Finalmente, por la presión de la prensa y la opinión pública, la compañía cayó en quiebra, y quinientos mil accionistas perdieron un millón de francos. La prensa antisemita creyó ver en el fracaso la confabulación de un sindi- cato judío que actuaba a nivel internacional. La propaganda antisemita tendría su causa inmediata en el colapso sufrido por el banco católico “Unión General”, en el que muchos pequeños inversionistas católicos perdieron sus ahorros. El director del mismo culpó de la bancarrota al “capital judío”, y aparecieron varias ediciones de periódicos antijudíos. Pero las ideas antisemitas incremen- taron su influencia a partir de la publicación, en 1886, del libro de Eduard Drumont “La Francia judía”. Esta obra presentaba el histórico antagonismo entre arios y semitas, describiendo la destructiva influencia de los judíos en la historia de Francia y su decisivo ascendiente en la vida política a partir de 1880. Exigía una revolución social basada en el reparto de la propiedad judía. 1- Tercera República: Tras el colapso del Imperio de Napoleón III por la derrota en la guerra Franco- Prusiana, se realizaron en febrero de 1871 elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que dio ori - gen a la Tercera República Francesa (1875-1940).

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    M O D U L O 34El Caso Dreyfus

    Antisemitismo en Francia

    Desde la constitución del Segundo Imperio en diciembre de 1852, presidido porNapoleón III, Francia vivió veinte años de estabilidad y prosperidad económi-ca. Su industria crecía, aumentaba su producción agropecuaria; las inversionesfrancesas en ferrocarriles y la construcción del canal de Suez cimentaban suprestigio. Sin embargo el crecimiento francés era ampliamente superado por elrápido desarrollo norteamericano, el ya más lento crecimiento inglés y, sobretodo, por la explosiva producción alemana.

    La guerra franco-prusiana en 1870 resultó una gran victoria para los ale-manes, que consagraron su unificación, dejando a Francia humillada tras lapérdida de los territorios de Alsacia y Lorena.

    El “Caso Panamá” había puesto de manifiesto la corrupción de la TerceraRepública1. Francia tenía enormes expectativas con respecto al Canal dePanamá, dado que su influencia en Latinoamérica podía ser clave para alcan-zar a Inglaterra y sobre todo a Alemania en expansión industrial y territorial.La burguesía francesa en pleno se apresuró a contribuir con su patriótica inver-sión, pero un error de cálculo y las dificultades técnicas subsiguientes derivaronla construcción de dicha empresa en un escándalo. Finalmente, por la presiónde la prensa y la opinión pública, la compañía cayó en quiebra, y quinientos milaccionistas perdieron un millón de francos.

    La prensa antisemita creyó ver en el fracaso la confabulación de un sindi-cato judío que actuaba a nivel internacional. La propaganda antisemita tendríasu causa inmediata en el colapso sufrido por el banco católico “Unión General”,en el que muchos pequeños inversionistas católicos perdieron sus ahorros. Eldirector del mismo culpó de la bancarrota al “capital judío”, y aparecieronvarias ediciones de periódicos antijudíos. Pero las ideas antisemitas incremen-taron su influencia a partir de la publicación, en 1886, del libro de EduardDrumont “La Francia judía”. Esta obra presentaba el histórico antagonismoentre arios y semitas, describiendo la destructiva influencia de los judíos en lahistoria de Francia y su decisivo ascendiente en la vida política a partir de1880. Exigía una revolución social basada en el reparto de la propiedad judía.

    1- Tercera República: Tras el colapso del Imperio de Napoleón III por la derrota en la guerra Franco-Prusiana, se realizaron en febrero de 1871 elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que dio ori -gen a la Tercera República Francesa (1875-1940).

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    Fueron vendidos de este libro centenares de miles de ejemplares, multiplicán-dose así la actividad antisemita. Se organizaron asociaciones de estudiantesantisemitas y otras agrupaciones similares. Especialmente activos fueron losgrados inferiores de la clerecía, a quienes interesaban los problemas sociales.Organizaron el movimiento democrático cristiano. Asimismo muchos socialistas

    participaron en esta campaña de propaganda.También en el Parlamento mostrarían su activi-

    dad los antisemitas. En 1891 uno de ellos propusoque se expulsase de Francia a los judíos, y treinta ydos diputados le apoyaron; la propuesta no llegó a fig-urar en el orden del día. A comienzos del año 1892 seinició la publicación, bajo la dirección de Drumont,del diario antisemita “Libre Parole”. Explotó éste elderrumbamiento de la compañía del canal dePanamá para incrementar su influencia. Va r i o sfinancistas judíos se hallaban implicados en lacuestión, y Drumont presentó esta circunstanciacomo una prueba de que los judíos corrompían elpaís. Poco tiempo después el interés por este casodecayó, y con él la preocupación antisemita.

    El JuicioA finales del año 1894 estalló nuevamente el sentimiento antisemita cuan-

    do Alfred Dreyfus, oficial judío que había servido en el Estado Mayor Generalde Francia, fue arrestado bajo la acusación de espionaje. Los antisemitas man-ifestaron que aquélla constituía una prueba más de la “traición judía”. Su pro-paganda abandonó su carácter social para transformarse en una incitaciónpatriótica ornada con ataques a los ideales de la Revolución francesa. El min-istro de la Guerra vaciló en un principio, pero más tarde decidió traer a Dreyfusante un tribunal militar. Mediante falsificaciones y presión política Dreyfus fuedeclarado culpable y condenado al exilio en la Isla del Diablo para el resto desus días.

    Todo un vendaval político que agitaría durante años a la opinión francesacomenzó con el proceso y la condena de un hombre, el Capitán Dreyfus. Fue sucondición de judío –y probablemente envidias profesionales- lo que puso en fun-cionamiento el mecanismo del proceso, donde luego la polarización extremaentre el antisemitismo y la defensa de los derechos humanos revelaría conflic-tos más profundos en la sociedad francesa. Sin embargo, salvo el insistentereclamo de que se reconociera su inocencia, la comprensión que este puntillosooficial del ejército tuvo del affaire1 que lleva su nombre, fue casi nula.

    El juicio que se siguió al Capitán Dreyfus fue llevado adelante en formamuy rápida. El tribunal militar, por otra parte, se valió para la condena depruebas más bien débiles, apoyadas por razonamientos y presunciones, sin

    1- Caso

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    tener en cuenta, tampoco, los antecedentes profesionales brillantes e inta-chables del oficial juzgado. Luego, la condena a prisión y la degradación queconfiguraron la sentencia parecieron poner punto final a este proceso detrámite rápido y de oscuras motivacionespolíticas. El tiempo se encargaría de desmentiresta presunción, sacando el caso a publicidad yhaciendo confluir en él todo un conjunto decontraposiciones ideológicas y de intereses.

    El caso Dreyfus provocó una gran conmo-ción en la oficialidad del ejército francés. Sobretodo a partir del descubrimiento de que laspruebas imputadas a Dreyfus correspondían,en realidad, a los actos de otro oficial, elcomandante Walsin-Esterhazy, el sentido delhonor y la verdad que tenían algunos oficiales,el deseo de tapar los errores cometidos, lasrazones políticas y los prejuicios comenzaron aoperar entrechocadamente en el ánimo de losmilitares.

    El Coronel Henry –que colaboró a fraguarpruebas falsas contra Dreyfus- y el CoronelPicquart –que honradamente no quiso ocultarlas evidencias contra Esterhazy que relevaban

    a Dreyfus- llegaron a batirse a duelo. Ante el conflic-to, no fueron pocos los oficiales superiores quetuvieron una actitud prescindente, por falta de valorpara afrontar las cuestiones en juego.

    Después que el caso Dreyfus parecía cerrado porsu condena, la infatigable acción del hermano delCapitán, Mateo Dreyfus, logró atraer la atención dealgunos intelectuales y políticos, y de una pequeñaparte de la opinión pública. Esta parte se fueampliando progresivamente, a través de la accióndecidida del pequeño grupo de luchadores, entre loscuales descuella el escritor Emilio Zola, pero dondefueron también muy importantes las contribucionesde Clemençeau, Anatole France y Jean Jaurés. El

    affaire tuvo un vuelco notable después del suicidio del Coronel Henry, quemostró a la opinión pública que no podía darse por descontado el honor delejército y de cada uno de sus oficiales.

    1- Positivismo científico: Ver módulo 35.

    Emilio Zola

    Henry

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    J’accuseEn ese momento, a tres años de la condena, el affaire se había convertido

    en el eje de la vida política y social de Francia. Habían trascendido los límitesdel ejército, el gobierno y el parlamento, y se discutía en la calle y en la pren-sa. Los característicos salones de la época se convirtieron en verdaderosnúcleos de opinión. Los partidos políticos tomaron posición. La derecha, repre-sentada por los diversos grupos monárquicos y nacionalistas, era la que másencarnizadamente se oponía a la reapertura del caso: sus principales argu-mentos fueron la defensa del ejército, poner freno a las maquinaciones de los“judíos antinacionales” y sobreponerse a la debilidad y corrupción de la TerceraRepública. Los socialistas permanecieron al margen, si exceptuamos a JeanJaurés, incansable dreyfusista. Paraellos el caso demostraba una vez más,como antes el affaire Panamá, la deca-dencia burguesa. Los moderadostemían por la seguridad y la estabilidaddel gobierno y procuraron no provocarroces con el ejército, que a pesar de losveinte años de República, seguía siendopredominantemente monárquico.

    El único núcleo político que comenzó a interesarse por la reapertura delcaso fue el radical. Los radicales eran los ortodoxos defensores de las idea lib-erales, republicanas y anticlericales de la Gran Revolución. Eran un grupopequeño y desde la muerte de Gambetta1 estaban alejados del poder. A pesar dela gran capacidad polémica de radicales como Clemençeau, debían enfrentarsea una opinión unánimemente contraria a la reapertura del caso. Los pocoshombres que creían en la inocencia de Dreyfus constituían apena voces ais-ladas e impotentes. Justamente de la impotencia surgiría un grito desespera-do que desencadenaría la crisis que se estaba preanunciando. Se trataba de lacarta que publicó Emilio Zola en L’Aurore el 13 de febrero de 1898. “J’Accuse”:tal el título de la carta abierta dirigida al presidente de la República. Era laprimera exposición orgánica del caso desde sus comienzos, visto por un hombreque se hallaba en el momento más alto de su prestigio de escritor, tanto enFrancia como en el extranjero. Luego de pasar revista a los principales hechos,Zola reprobó enérgicamente el fallo de la corte marcial que condenó a Picquarty absolvió a Esterhazy. Los últimos párrafos son especialmente combativos:

    “¡Comprended esto! Hace un año que los generales Billot, Boisdeffre yGonse saben que Dreyfus es inocente y guardan para sí esta espantosaverdad. ¡Y esa gente duerme! ¡Y tienen mujer e hijos que los quieren!(...)Yo acuso al teniente coronel Du Paty de Clam de haber sido agentediabólico del error judicial –quiero suponer que inconsciente- y dehacer su obra nefasta durante tres años con maquinaciones desca -belladas y repulsivas.

    1- Gambetta: líder republicano. Tuvo gran influencia en la comuna de París en las elecciones de 1881.

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    Yo acuso al general Mercier de haberse hecho cómplice, al menos pordebilidad, de una de las mayores iniquidades del siglo.Yo acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebasde la inocencia de Dreyfus y de no haberlas utilizado, haciéndose detal modo culpable del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia conun fin político, y para salvar al Estado Mayor comprometido.Yo acuso al general Boisdeffre y al general Gonse de haberse hechocómplices del mismo crimen, el uno por fanatismo clerical, el otro porespíritu de cuerpo que hace de las oficinas de guerra un arca santa eintocable.(...) Esta actitud mía no es más que un arma revolucionaria destina -da a activar la explosión de la verdad y la justicia.(...) No ignoro que me pongo al alcance del artículo 30 y 31 de la leysobre la prensa, del 29 de julio de 1881, que condena los delitos dedifamación, y es voluntariamente que me expongo. Espero”.

    Siglomundo 12

    La carta provocó el efecto esperado. La valentía de Zola, un intelectual ais-lado y sin compromisos de ningún tipo, decidió la participación activa demuchos dreyfusistas dudosos. A partir de este momento la opinión pública nonecesitó ni de partidos políticos, ni del Parlamento, ni de ninguna instituciónpara expresarse. Las opiniones se exponían en panfletos, en ligas, en mani-festaciones callejeras y en declaraciones individuales o conjuntas.

    La intención del J’Accuse era clara: llevar nuevamente a los tribunales elaffaire Dreyfus. Para evitar ligar el caso Dreyfus al caso Zola, el gobierno tratóde limitar el juicio contra el escritor a un simple proceso de difamación.Espontáneamente, los intelectuales dejaron su gabinete de trabajo para asumirla defensa de Zola. Proust, Péguy, Lucien Herr, Anatole France, Seignobos,León Blum y muchos otros profesores universitarios y científicos, ya estabantomando parte activa en el grupo dreyfusista. Mientras tanto, estudiantesantidreyfusistas quemaban en la calle el texto del J’Acusse y apedreaban lacasa de Zola gritando: “¡Muera Zola! ¡Mueran los judíos! ¡Viva el ejército!”

    En este clima se inició el juicio a Zola el 7 de febrero de 1898. Zola o elEstado Mayor. Zola fue declarado culpable por ocho votos contra cuatro y con-denado a un año de prisión. La multitud que aguardaba el veredicto en la calle,comenzó de inmediato a festejar el triunfo antirevisionista. Los partidos políti-cos competían por atribuirse el triunfo. El Primer Ministro Méline se expresa-ba en estos términos:

    “Los judíos que desataron esta insensata campaña de odios, precipi -taron contra ellos mismos un siglo de intolerancia: los judíos y tam -bién esa elite intelectual que parece complacerse en envenenar laatmósfera y despertar odios sangrientos. Aplicaremos contra ellostodo el rigor de la ley. Si los poderes que ahora poseemos son insufi -cientes, pediremos otros”.

    Ibidem

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    Clemençeau en L’Aurore decía que en realidad era un triunfo de la Iglesia,que pretendía desencadenar una guerra religiosa contra los judíos, protestantesy otros. La actitud de la Iglesia ponía en peligro el espíritu de la RevoluciónFrancesa. La prensa internacional manifestó en su mayoría su solidaridad conZola y su indignación contra el fallo. Zola, que había apelado su sentencia, fuenuevamente condenado, y se vio precisado a huir a Londres. La Libre Parolevolvió a agitar la opinión pública.

    Dreyfusistas y antidreyfusistas doctrinarios

    Cualquier observador desinteresado hubiera pensado que todo giraba en uncírculo vicioso interminable. Pero si bien es cierto que el affaire tenía verdaderosciclos de furor y de alma, también es cierto que los cuatros años transcurridosno habían pasado en vano. Dreyfusistas y antidreyfusistas habían formado unaverdadera base doctrinaria para la polémica. Los dreyfusistas habían creado laLiga de los Derechos del Hombre. Recogían los ideales liberales de la RevoluciónFrancesa a los que consideraban en peligro. Denunciaban a la reacción clericalque quería volver a los tiempos anteriores a la Revolución. La lucha por la jus-ticia era una cuestión de principios: de ella dependían las libertades individ-uales. Clemençeau denunciaba el chauvinismo1 en estos términos: “El patrio-tismo requiere una patria, que no puede existir sin justicia”. En esta posiciónestaban los intelectuales como un verdadero bloque. Aunque constituían ungrupo pequeño, estaban mejor coordinados para la acción que sus opositores.

    Los antidreyfusistas, en cambio, eran totalmente heterogéneos e influíansobre una masa de opinión mucho menos estable todavía. La Libre Parole, conDrumont a la cabeza, se limitaba a una histérica campaña antisemita y a agi-tar el fantasma de la guerra con Alemania. Déroulède alimentaba las fantasíasde poder que no había realizado Boulanger. En realidad, el verdadero doctri-nario del antidreyfusismo era el escritor Maurice Barrès:

    “Un nacionalista –decía- es un hombre que toma conciencia de su for -mación. El nacionalismo es la aceptación de un determinismo. No hayincluso libertad de pensamiento. Yo no puedo vivir más que según mismuertos. Ellos y mi tierra me señalan una cierta actividad”.

    Ibidem

    En cuanto a los intelectuales, consideraba que

    se han comprometido en la defensa de Dreyfus, no por el triunfo de larazón sino por una “pasión malsana”. La influencia del cientificismoy el positivismo les ha hecho perder el sentimiento de nación y los haconvertido en verdaderos desarraigados, enemigos de la sociedad.

    1- Chauvinismo: del francés, nacionalismo exagerado. Patriotería. Diccionario enciclopédico Oriente.

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    ¿Qué importa la inocencia o no de Dreyfus si está en peligro el EstadoMayor? ¿Qué sería de Francia si el pueblo pierde la confianza en susjefes?

    Ibidem

    Las ideas de Barrès entusiasmaron a los jóvenes escritores anti-positivis-tas como Julio Verne y León Daudet, que se reunieron en la Liga de la PatriaFrancesa. Déroulède, a su vez, resucitó la Liga de los Patriotas, disuelta al fra-casar el boulangerismo.

    En las Universidades se formaban grupos de choque como la JuventudAntisemita, el Comité de la Juventud Realista y la Juventud Socialista, queprotagonizaron verdaderas batallas callejeras.

    A lo largo de los tres procesos judiciales que jalonaron el affaire, y pese aque en los dos primeros se mantuvo el veredicto de culpabilidad, Dreyfus contópara su defensa con la asistencia de abogados hábiles y prestigiosos: Demange,Labori y Mornard.

    Poco después comenzaron a circular rumores sobre ciertos sucesos ocurri-dos en el seno del Estado Mayor, originando una agitación pública que duraríatres años, entre 1897 y 1899.

    En las nuevas elecciones de 1898 la mayoría de los candidatos dreyfusistasfueron derrotados; pero Cavaignac, nuevo ministro de la Guerra, a pesar de serenemigo jurado de los dreyfusistas, se vio obligado a ordenar un nuevo examende los documentos archivados sobre el caso, y de este modo se descubrió la fal-sificación. Henry, el funcionario que la había realizado, se suicidó en presidio.No obstante, los jefes militares siguieron oponiéndose a la reapertura del pro-ceso, y la controversia pública se volvió más violenta. Finalmente se realizaríauna nueva vista del caso, en agosto de 1899. El tribunal confirmó por mayoríala culpabilidad de Dreyfus, pero recomendó la reducción de la pena y elPresidente le otorgó el indulto. Dreyfus sólo quedó totalmente exculpado en elaño 1906.

    El asunto Dreyfus fue un episodio en el enfrentamiento entre la Iglesia y elEstado, que tenía también implicaciones nacionalistas. Desde el principio de lahistoria, la Tercera República había estado impregnada de anticlericalismo.Este movimiento no era necesariamente ateo, pero creía que una Iglesiapoderosa, con ambiciones de extender su influencia política y social, constituíauna amenaza para el gobierno republicano. Los anticlericales aspiraban a limi-tar la influencia de la Iglesia Católica en la política, reducir sus privilegioseconómicos y dar término al dominio asfixiante que ejercía sobre la educación.El anticlericalismo era, en parte, consecuencia de la revolución industrial, quepropugnaba los intereses materialistas e intensificaba la lucha entre la bur-guesía y el antiguo régimen. Era también en parte concecuencia del adelanto dela ciencia y de las doctrinas filosóficas escépticas y liberales, empleadas muchasveces como armas esenciales contra el conservadorismo religioso. Pero la razónprincipal de su desarrollo fue, probablemente, el nacionalismo militante. LaIglesia Católica no sólo tomaba puntos de vista internacionales, sino que

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    además los Papas, todavía en la década de 1860, seguían sosteniendo sus dere-chos al poder temporal y lanzado anatemas contra los gobernantes que queríanestablecer estados omnipotentes. Allí donde el nacionalismo se hacía poderoso,el clericalismo era considerado casi con certeza como enemigo principal.

    Las consecuencias del affaire Dreyfus fueron de vital importancia para elfuturo político de la República Francesa. Declinó la influencia de los círculosmilitares y eclesiásticos, mientras se vigorizaban los elementos radicales. Pocodespués de finalizado este episodio, fue aprobada una ley que separaba enFrancia la religión del Estado. Pero el affaire Dreyfus manifestaría también surelevancia con respecto a la actitud que observaba la sociedad francesa hacialos judíos, ya que asestó un fuerte golpe al movimiento antisemita organizadoen el país. Con todo, la fracción antidreyfusista se afirmó con más fuerza en suscreencias antisemitas y colaboró activamente en la formación de la ideología delgrupo derechista denominado Action Française, que aparecería con posteriori-dad. Dentro del campo radical y anticlerical, a su vez, se comenzó a advertir elcarácter de amenaza pública y política que suponía la presencia de la propa-ganda antisemita.

    Breve reseña biográfica

    En Alsacia vivía Raphael Dreyfus, padre de Alfredo, dueño de una prósperafábrica textil. Alfred Dreyfus fue siempre un hombre reservado y frío, pero deuna tenacidad extraordinaria. De otra forma nunca hubiera pretendido llegar aser, por su condición de judío, oficial del Estado Mayor. Entre los jóvenes queentraban a la escuela “Ecole Polytechnique” para iniciarse en la carrera mili-tar, existía un grupo selecto proveniente de una escuela jesuita situada en laRue des Postes. Eran los postards. Los postards gozaban de todo tipo defavoritismo, y estos oficiales eran los másseguros candidatos al Estado Mayor. La terceraRepública intentó democratizar, aunque muysuperficialmente, a un ejército que se habíaconvertido en una verdadera casta militar. Estofacilitó en parte la carrera de Dreyfus que,además de no ser postard, llevaba la pesadacarga de su origen judío. Hacia 1894 un futurobrillante se abría para la carrera de Dreyfus:con treinta y un años y el grado de capitán, eraadmitido entre los pocos aspirantes oficiales delEstado Mayor, en mérito a su elevado puntaje ysu conducta intachable. La ambición deDreyfus estaba satisfecha: se convirtió, graciasa su patriotismo y sus aptitudes militares, enmiembro del Estado Mayor. Era rico, se habíacasado con la hija de un millonario y ningunarazón monetaria hubiera explicado una traiciónsuya. Era un patriota fervoroso, revanchista y Familia Dreyfus

  • enemigo de los alemanes. Soñaba con que la tierra de su nacimiento, Alsacia,volviera a pasar a poder de Francia. El 6 de octubre de 1894 los servicios secre-tos del ejército francés, que habían secuestrado una carta que transmitía infor-mación reservada sobre unos cañones al agregado militar alemán en París, lle-garon a la conclusión que el traidor no podía ser otro que el capitán Dreyfus.Solo muchos años después, el 21 de julio de 1906, se realizó la ceremonia dereincorporación al ejército y fue promovido a Mayor, estando presente el luegoMinistro de Guerra, general Picquard. El presidente de Francia le concedió eltítulo de la Legión de Honor. Tiempo después Dreyfus se retiró del ejército, peroregresó para combatir por su patria durante la Primera Guerra Mundial, comoteniente coronel. Comandó un parque de artillería en la batalla de Verdúnmientras que su hijo, Pierre, estuvo a cargo de una batería de cañones. A finesde la guerra, Dreyfus se retiró y murió de un ataque cardíaco el 12 de julio de1935, en París. Su mujer, Lucie, logró esconderse durante la guerra en Tolosacon un falso nombre durante la ocupación nazi, y murió en diciembre de 1945.La historia de la familia Dreyfus completa el ciclo trágico de una injusticia bes-tial: Madeleine Levi, la preferida de los ocho nietos de Alfred y Lucie, combatióen la resistencia francesa contra los alemanes. Fue arrestada y torturada ymurió en 1944 en el campo de concentración nazi de Auschwitz.

    Desarrollo de los procesos

    En agosto o septiembre de 1894 los servicios de información franceses sus-trajeron cierto documento de la embajada alemana. Se había percibido que eldocumento, aunque sin firma, estaba dirigido al coronel Schwartzkoppen y fuetomado de entre sus papeles.

    ¿Por qué se otorga importancia a este documento? El mismo se refería amaterias de indiscutible trascendencia militar. Contenía cuatro anexos, cuyocontenido es un misterio, y aún se ignoran los detalles. Se hacía referencia a unfreno hidráulico, a la posición de las milicias de protección, a datos sobre laestructura de la artillería y, finalmente, el cuarto se relacionaba con un proyec-to de expedición a Madagascar. La minuta contenía asimismo una propuesta deadquisición del manual de tiro de artillería, del que se ofrecía una copia. Lostérminos de esa oferta eran:

    “Este último documento es muy difícil de conseguir y sólo puedo tener-lo a mi disposición por muy pocos días. El ministro de Guerra ha man -dado a los cuerpos un número fijo de ejemplares, de los que aquellosson responsables. Todos los oficiales que los utilizan deben entregarsu ejemplar después de las maniobras. Por consiguiente, si quiereusted tomar de él lo que le interese y devolverlo enseguida, lo retiraré.Al menos que usted desee que la mande copiar en extenso y que le envíela copia. Voy a salir de maniobras”.

    Esta y otras menciones hicieron de aquella carta un documento especial, enlo atinente a espionaje. Se lo llamó “minuta” o “bordereau” y encendió losánimos de los franceses.

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  • El Estado Mayor deliberó y arribó a la tesis que juzgó infalible: El respon-sable pertenecía al cuerpo de artilleros y debía ser oficial del propio mi-nisterio,del Estado Mayor o del grupo de artillería. Se presumía que se trataba de unoficial subalterno, en base a un razonamiento singular: los oficiales de altogrado se enteran sólo de lo que ocurre dentro de su órbita, mientras que los aux-iliares, por sus deberes de preparar el material de todas las secciones, hacen unrecorrido cabal por éstas, de las cuales adquieren conocimiento en su totalidad.Como la minuta abarcaba varias secciones, uno de los oficiales auxiliares debíaser el responsable de la traición. Para encontrarlo, se recurrió al cotejo deescrituras. Se convocó a los peritos calígrafos. El primero de los dictámenes pro-cedía de Gobert, perito calígrafo del Banco de Francia; el otro, del hijo de quieninventó el sistema antropométrico. El segundo informe se fundamentó no engrafología, sino en operaciones de matemática y psicología. Sobre esta base, elpropio Ministro de Guerra ordenó el arresto de Dreyfus el 14 de octubre de1894: “con la mayor discreción, con el objeto de no alarmar a la opinión públicaantes de que se hubiesen reunido las pruebas suficientes, y al mismo tiemposalvaguardar en lo posible ante la opinión pública el honor del ejército francés”.

    Compareció Dreyfus ante el Estado Mayor, donde fue recibido por otro ofi-cial, Du Paty, áspero, con un buen conocimiento y aficiones de grafólogo. Este ledictó un texto idéntico al del documento provocador del escándalo, que el acu-sado fue escribiendo con su letra. Las crónicas recogieron la historia de aquelprocedimiento y el diálogo a través del cual se desenvolvió el mismo:

    - TIEMBLA USTED –EXCLAMÓ.- SI, TENGO LAS MANOS FRÍAS –CONTESTÓ DREYFUS DUBITATIVO.Y PARA INTIMIDARLO, AQUÉL AGREGÓ:- ¡ATENCIÓN, QUE LA COSA ES GRAVE! LA INOCENCIA ES UN BIEN, PERO NO SIEM-PRE SIRVE DE ESCUDO EN EL MOMENTO PRECISO.

    Después de la última frase de Du Paty, Dreyfus guardó silencio, sin com-prender siquiera lo que ocurría. Basándose en esto procedieron a su arresto ylo acusaron de alta traición. El acusado proclamó ser inocente. El peso de lastradiciones hizo que le pusieran un revólver sobre la mesa, para que se suici-dara expiando así su delito. El monólogo de Dreyfus fue definitivo:

    “SI MUERES TE CREERÁN CULPABLE. SUCEDA LO QUE SUCEDIESE, ES PRECISOQUE VIVAS PARA PROCLAMAR TU INOCENCIA A LA FAZ DEL MUNDO”. EL PROCED-IMIENTO FUE EXCEPCIONAL. YA EN LA PRISIÓN DE CHERCHE MIDI, INCOMUNI-CADO Y SOMETIDO A UN RÉGIMEN TIRÁNICO, EL OFICIAL SE DESAHOGÓ Y GRITÓ:- ¡MI ÚNICO CRIMEN ES HABER NACIDO JUDÍO!

    Pasaron los días con olvido de las más humanitarias y lógicas formalidadesjudiciales. No se le comunicó al reo la causa de su privación de libertad; no sele mostró el documento sobre el cual se edificó el proceso; no se le hicieron cono-cer los cargos, aunque él dijera una y otra vez, apelando a los trámites judi-ciales: “Si me enseñaran los documentos de que se trata, quizá comprenda algo.Hoy es mi undécimo día en prisión y todavía no sé de qué se me acusa...”

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  • Recién en esta etapa de los acontecimientos, el 5 de enero de 1895 se lodegradó en una ceremonia pública. A hora temprana la ceremonia se llevó acabo con ciertas formalidades: registro del condenado y colocación de esposas.Fue trasladado a la escuela militar, custodiado por gendarmes y por dos solda-dos; encabezaban el cortejo con revólveres en mano.

    Así fue llevado al centro de la plaza, donde se inició el cumplimiento deaquella sentencia, bajo la dirección del General Darras:

    - ¡ALFRED DREYFUS, ERES INDIGNO DE LLEVAR ESTE UNIFORME! EN NOMBREDEL PUEBLO FRANCÉS TE DEGRADAMOS!- ¡SOY INOCENTE! ¡JURO QUE SOY INOCENTE! ¡VIVA FRANCIA! -REPETÍADRAMÁTICAMENTE- ¡SOBRE LA CABEZA DE MI MUJER Y MIS HIJOS JURO QUE SOYINOCENTE! ¡LO JURO! ¡VIVA FRANCIA! –AGREGÓ UNA VEZ MÁS CUANDO LEFUERON SACADAS LAS FRANJAS, LAS INSIGNIAS Y LOS GALONES.

    El público interrumpió con bárbaros clamores azuzados por ciertos partidospolíticos y la prensa, para pedir su muerte.

    Luego de esto, custodiado, desfiló ante las tropas. Al llegar a los límites dela plaza le dijo a los periodistas:

    - ¡DIGAN A FRANCIA QUE SOY INOCENTE!

    Los sentimientos de Dreyfus en esa oportunidad los narró más tarde élmismo en una carta dirigida a su abogado:

    “He cumplido la promesa que le había hecho. A pesar de ser inocente,he afrontado el martirio más espantoso que pueda imponerse a un sol -dado; en torno a mí he sentido el desprecio de la multitud. ¡Cuántomás feliz habría sido en la tumba! Sosténgame, querido amigo, con supalabra cálida y elocuente. Si hay dudas, si se cree en mi inocencia,sólo una cosa pido por el momento: aire y la compañía de mi mujer; yentonces esperaremos a que todos aquellos que me quieren, hayandescifrado este espantoso caso. Perdone mi deshilvanado estilo, nopuedo coordinar las ideas; estoy profundamente abatido, física ymoralmente”.

    Conforme con el fallo, fue remitido a la Isla del Diablo, antiguo paraje deleprosario. Durante su cautiverio Dreyfus llevó un Diario. He aquí el comienzode éste:

    “La celda que me asignaron era de piedra y medía cuatro metros encuadrado. Las ventanas tienen rejas. La puerta era de tragaluz, conun enrejado sencillo. Esta puerta daba a un tambor de tres metroscuadrados, cerrado por una puerta de madera. En ese tambor estabainstalado el centinela de guardia. Los centinelas se relevaban cada doshoras y tenían orden de no perderme de vista, ni de día ni de noche”.

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    Otros fragmentos del diario de Dreyfus:

    Para ser remitido a mi esposaIsla del Diablo, Domingo 14 de abril de 1895. Comienzo hoy el diariode mi triste y espantosa vida. Hoy, en efecto es cuando por primeravez, desde mi llegada, me dan papel numerado y contado, a fin que nopueda desperdiciarlo. Soy responsable de su empleo.Pero ¿qué piensan que podría hacer con él? ¿De qué podría servirme?¿A quién creen que se lo daré? ¿Qué secreto suponen tengo que confiaral papel? Cada pregunta que me hago es para mi mente un enigma.Hasta ahora tenía fe en la legalidad, creía en la lógica de las cosas yde los acontecimientos, confiaba en la justicia humana. Todo lo raro yextravagante penetraba difícilmente en mi cerebro...!ay! qué desquicia-miento! qué naufragio de mis creencias, de mi sano raciocinio! ¡Quéhorribles meses acabo de pasar! ¡Cuántos meses tristes me aguardantodavía! Estuve decidido a marcharme después de mi inicua condena.Ser condenado por el crimen más infame que un hombre pueda come -ter, y por el solo testimonio de un papel supuesto, cuya escritura trata -ba de imitar a la mía; en verdad que había motivo bastante para quese desesperara quien siempre ha colocado el honor por encima de todo.Mi esposa querida, tan abnegada, tan valerosa, me hizo comprenderen este desconcierto de todo mi ser que, inocente como era, no teníaderecho de huir, de desertar voluntariamente de mi puesto. Vi que ellatenía razón, que allí estaba mi deber; pero no obstante sentía miedo;sí: miedo de los dolorosos padecimientos morales que tendría quesufrir. Era físicamente vigoroso; mi conciencia limpia y pura me dabafuerzas extraordinarias. Pero las torturas físicas y morales han sidopeores, han sobrepasado el límite de lo imaginable y ahora estoy con elcuerpo y el espíritu quebrantado.Al finalizar los quince días de travesía, en una celda permanecí en laensenada de la isla Dú Salut por espacio de otros cuatro días, sinpoder subir a cubierta y con un calor abrasante. El cerebro se me di-solvía, todo mi ser se fundía en una abrumadora desesperanza. Aldesembarcar, fui encerrado en un cuarto de la cárcel, negándosemehablar con nadie y dejándoseme frente a frente con mi pensamiento,bajo el régimen de los presidiarios. Las cartas para mí debieran enprincipio enviarse a Cayena; ignoro todavía si han llegado.

    De la noche del domingo 14 al 15 de abril de 1895.Imposible dormir. Esta celda ante la cual se pasea el centinela comoun fantasma que apareciera en mis sueños, el cosquilleo y las pica -duras de los insectos que pululan por mi cuerpo, la cólera que me hin -cha el corazón al pensar que estoy aquí cuando siempre y en todaspartes he cumplido mi deber, todo sobreexcita mis nervios, ya tansacudidos y ahuyenta mi sueño. ¿Cuándo volveré a pasar una nochetranquilo? Sólo quizás, cuando esté en la tumba, disfrutando del eter -no sueño! Qué bueno será no pensar más en las vilezas y cobardías

  • humanas! ¿Dónde están mis hermosos sueños de juventud, y lasaspiraciones de mi edad madura? Ya nada vive en mí. Se extravía micerebro bajo el esfuerzo del pensamiento. ¿Cuál es el misterio de estedrama? Todavía hoy nada comprendo de cuanto ha sucedido. ¡Sercondenado sin pruebas tangibles, por el simple testimonio de unescrito! Cualquiera que sea el temple del alma y la conciencia dealguien, en todo eso ¿no hay lo suficiente para desmoralizarlo?

    Jueves 10 de septiembre de 1896.Por modo tal me siento cansado, quebrantado de cuerpo y de alma,que he resuelto suspender aquí el diario, pues no puedo prever hastadónde irán mis fuerzas, hasta cuándo el cerebro permanecerá firmebajo el peso de tantas torturas. Lo termino dirigiendo al Presidente dela República esta suprema súplica, para el caso en que yo sucumbaantes de haber visto el fin de este trágico asunto:

    Señor Presidente de la República: me permito suplicaros que estediario, escrito día por día, sea remitido a mi esposa.Quizás haya en él gritos de cólera, de espanto ante la condena máshorrorosa que haya herido a un ser humano, y un ser humano que noha faltado jamás a su honor. No tengo valor para rehacer así, mental -mente, mi terrible vida.No recrimino hoy a nadie, cada cual ha creído proceder en la plenitudde sus derechos, de su conciencia.Simplemente declaro aún que soy inocente de ese crimen abominable,y no pido más que una cosa, la misma, eternamente: que se busquehasta encontrar al verdadero culpable, al autor de tan odioso delito.Y el día que la luz se haga, ruego que se ponga en mi esposa, en mishijos, toda la piedad que pueda inspirar tan grande infortunio.Fin del diario

    En el año 1895 la esposa de Dreyfus se dirigió vanamente a la Cámara deDiputados con el propósito de que se revisase el proceso.

    Una de las personas pertenecientes al Consejo deGuerra, el coronel Picquart, había pasado en elinterín a otro destino, en la oficina de informaciones.Picquart se había propuesto indagar alrededor de lospuntos ambiguos u oscuros del proceso. Quería hacerluz sobre los móviles del delito. Investigó con tal pro-lijidad que hasta la correspondencia entre Dreyfus ysu familia fue sometida a análisis químicos.

    En 1896 llegó a manos de un capitán del EstadoMayor un papel de color azul, reducido a pedazos. Alser reconstruido el texto se comprobó que el mismo tendría una importanciadecisiva en el esclarecimiento del caso. Aquel papel tenía como destinatario aEsterhazy. El texto decía así:

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    Picquart

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    “Caballero: espero ante todo una explicación más detallada que laque me dio usted el otro día sobre la cuestión pendiente. Por lo tanto,ruego que me dé orden por escrito para poder saber si debo o no con -tinuar mis relaciones con la casa R. C.”

    Firmado: C”

    Así fue perfilándose la silueta de un personaje misterioso, miembro delEjército francés, nacido en París, de padres húngaros, inteligente, con dominiode varias lenguas, inclinado a las nociones jurídicas, con una página brillanteen lo militar, ambicioso, de vida desordenada, sin escrúpulos, e incriminado enreiteradas estafas. Con total falta de moralidad, este personaje debía sus rela-ciones con el Estado Mayor tanto a su relación con el mismo, como a su vincu-lación con la “Libre Parole”. Este personaje se llamaba Esterhazy.

    Picquart, con la autorización del Ministro de Guerra, consultó al perito calí-grafo con respecto a dos manuscritos, dos cartas, en presencia del mismo minis-tro. El grafólogo, que había actuado como perito en el caso Dreyfus, ignorantedel origen de los textos, y ante el asombro del ministro, comentó:

    “Es la misma letra de la minuta”

    Picquart anhelaba la reapertura del proceso, dado que existían numerososfactores que indicaban la necesidad de esta medida: la ilegalidad evidente delos procedimientos; la aparición subrepticia de un expediente desconocido por elacusado y por su defensor; y por el quebrantamiento de principios fundamen-tales del derecho positivo francés.

    En enero de 1897 Picquart fue removido de su puesto y fue enviado a Susa,con otro cargo; fue designado para sustituirlo un hombre sumiso a los manejosdel Estado Mayor. Allí, en el sur de Túnez, Picquart prosiguió con la investi-gación, mientras Esterhazy continuaba con las intrigas contra él para quecesara en sus intentos de poner en descubierto la verdad.

    En el mes de enero de 1898 Esterhazy comparecióante la corte para responder a los cargos que se le for-mulaban. A la esposa y al hermano de Dreyfus, asícomo a su abogado, Leblois, se les negó el derecho deasistir al juicio. El acusado inventó una historia mis-teriosa, consistente en la posesión de un documentosecreto exculpatorio. El manifiesto y la misiva dirigi-da a él, el “Petit Bleu”, eran falsas. La célebre “minu-ta” propiamente dicha podría ostentar una letra muysemejante a la suya, pero sólo era un simple “calco”.

    Mientras tanto, en París se sucedían los hechosen torno al juicio contra el escritor Emile Zola. Después de quince sesiones, elveredicto del jurado, por mayoría, declaró culpable de difamación a Zola y locondenó al máximo de la pena de ley: un año de cárcel y una multa de tres milfrancos. La sanción alcanzó también al dueño del diario “L’Aurore”: una multapor la misma cantidad y prisión de cuatro meses.

    Esterhazy

  • Mientras continuó la persecución a Zola por el escrito –carta al presidentede la República, el “Yo acuso”– el escritor, exiliado en Inglaterra, siguió siendovíctima de la campaña de los grupos antidreyfusianos que, como antes, contin-uaron restringiendo sus derechos. Se pidió inclusive que se le retirasen los dere-chos como miembro oficial de la Legión de Honor. Fue injuriado y menoscabadohasta ser despojado de sus cargos.

    A mediados de 1898, y en ese clima, se acercaban las elecciones generalesen Francia. El Ministro Civil de Guerra, Cavaignac, injurió nuevamente aDreyfus, aludiendo a una carta en la que aparecía su nombre y que él per-sonalmente había examinado considerándola auténtica.

    La justicia francesa inició un nuevo juicio a Esterhazy en base a tres car-gos: ultrajes a Francia y a los franceses, indignidad de su vida privada, y haberprovocado la amenaza de una intervención del gobierno alemán.

    Esterhazy optó por huir a Inglaterra, donde continuó desprestigiando alEstado Mayor Francés.

    En el mes de junio de 1899 la Corte de Casación revocó, por unanimidad, elveredicto del Consejo de Guerra de París contra Alfred Dreyfus, quien quedóbajo la competencia del Consejo de Guerra de Rennes.

    De acuerdo con la Corte de Casación, “la minuta”, génesis del proceso con-tra Dreyfus, había sido escrita por Esterhazy.

    El presidente francés Loubet se mostró satisfecho por el curso de los acon-tecimientos, pero al asistir a un acto público, aunque no oficial, un sujeto lehundió el sombrero con un golpe de bastón. Como con-secuencia de esta agresión, los acontecimientos seprecipitaron. El Ministro de Justicia dio orden de pro-mover la causa contra el ex ministro Mercier. El gabi-nete francés cayó y le sucedió otro de defensanacional.

    Picquart, después de una prolongada detenciónpreventiva, recobró la libertad. Esto se debió a su perspicacia, ya que al poseer el primitivo documento,había tomado unas fotografías del mismo. Así pudopresentarlo en su defensa, hasta que los expertospudieron comprobarlo.

    Todo estaba preparado para el retorno de Dreyfus a París. Así decía la noti-ficación:

    “Sírvase poner en conocimiento inmediato del capitán Dreyfus elsiguiente acuerdo: la corte revoca y anula el fallo del 22 de diciembrede 1894 contra Alfred Dreyfus por el primer Consejo de Guerra delgobierno militar de París, y remite al acusado al consejo de Guerra deRennes...”

    Este mensaje significaba que cesaba el confinamiento. Dreyfus tenía ahorasólo la condición de arrestado; se le reintegraba su grado militar y podía usarsu uniforme militar.

    81

    Mercier

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    El día 7 de agosto de 1899 comenzaron las deliberaciones del Consejo deGuerra de Rennes. El mismo estaba compuesto de siete miembros: seis delarma de artillería y un ingeniero que quedó presidiendo como garante delcumplimiento de lo dispuesto por la Corte de Casación.

    Dreyfus estaba presente. Con grandes esfuerzos por su debilidad, prove-niente de su estancia en la Isla del Diablo, llegó al juicio que le estaba destina-do.

    Durante treinta agitados días se prolongaron las audiencias. El gobiernopedía una condena que finalmente fue dictada por el voto de cinco de los sietejueces, aun cuando fueron reconocidas por mayoría de sufragios circunstanciasatenuantes; la pena fue de degradación y diez años de reclusión, con la adver-tencia del propio Consejo de Guerra de que no se debía repetir la ceremonia dedegradación. La sentencia fue repudiada en todas partes. Hubo actos contra lasrepresentaciones diplomáticas de Francia. Hasta se llegó a pensar, como conse-cuencia del proceso, en un fracaso de la exposición universal del año mil nove-cientos, cuya sede era París.

    Se interpuso un recurso de revisión. Las conversaciones entre el hermanode Dreyfus, Mateo, y algunos fieles amigos al frente de los grupos dreyfusianosprosiguieron hasta que, como fruto de las consultas, se decidió el retiro delrecurso de revisión, pues al quedar firme el fallo, podría sobrevenir el indulto.El 19 de septiembre de 1899 fue otorgado el indulto.

    Así se expresó Dreyfus en esa ocasión:

    “El gobierno de la República me devuelve la libertad. Esta no repre -senta nada para mí sin el honor. Desde hoy seguiré persiguiendo sintregua la reparación del espantoso error judicial del que soy víctima.Quiero que Francia entera sepa, por obra de una sentencia definitiva,que soy inocente. Mi corazón no descansará mientras quede un solofrancés que me impute un crimen cometido por otro”.

    Mientras tanto Esterhazy prosiguió con sus maquinaciones. Publicó unpanfleto, “Interioridades del asunto Dreyfus”, donde puso como antifaz el con-traespionaje. Dreyfus solicitó con fecha 21 de abril de 1903, una nueva revisiónde su proceso. Examinados todos los expedientes y documentos existentes, secomprobaron los siguientes hechos: a) aparecen o son descubiertos documentosde existencia hasta entonces ignorada, que desde luego no habían sido aporta-dos a ningunos de los procesos, a pesar de ser de indiscutible y decisiva impor-tancia; b) Se llegaron a conocer las falsificaciones posteriores a la condenaprimera del acusado, efectuadas para impresionar a los jueces de Rennes; c) Secomprobaron falsificaciones de documentos, así como el cambio de una fecha,para que un documento, urdido después del primer fallo contra Dreyfus del año1894, sirviera en los posteriores procedimientos y apareciera como anterior aesta fecha.

    El proceso fue paulatino. Recién el 15 de junio de 1906 se abrieron losdebates públicos definitivos. Ese mismo año sucedió un acontecimiento políticode gran trascendencia: triunfaron en las elecciones parlamentarias los partidosde izquierda.

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    Por su parte, Dreyfus dio una vez más muestras de su decoro; no aspirabaa indemnizaciones, pero sí hablaba de la integridad de su honor.

    “Soldado ante todo, estimo que habiendo consagrado mi vida a miPatria, ésta puede disponer de mí e infligirme dolores inmerecidos. Hesoportado todas las angustias, todas las penalidades de la Isla delDiablo, como hubiera soportado los sufrimientos de una campañaatroz... no quiero más que mi honor, íntegro e inmaculado. Porque esla herencia sagrada e inalienable de mis hijos”.

    El 12 de julio de 1906 la Corte de Casación francesa, por fallo unánime desus integrantes, revocó la condena de Dreyfus y ordenó su reintegro a la condi-ción anterior a la falsa acusación. El 20 de julio de 1906, en una ceremonia ple-namente colmada de alegría cívica, acompañada por los defensores de la democ-racia y de la justicia, le fueron reintegrados a Dreyfus todos los atributos per-didos. Ese mismo día fue nombrado Caballero de la Legión de Honor.

    PARÍS (DE NUESTROCORRESPONSAL). LAACADEMIA MILITAR DEPARÍS RECHAZA LAINSTALACIÓN EN SUPATIO DE ARMAS DEUNA ESTATUA DEALFRED DREYFUS, REA-LIZADA POR EL ESCUL-TOR TIM, POR ENCARGODEL PRESIDENTE DEFRANCIA FRANCOISMITTERRAND Y DELMINISTRO DE CULTURAJACK LANG. LASRAZONES INVOCADAS NOSON MUY SATISFACTO-RIAS Y SE RELANZA ENLA ACTUALIDAD ELTEMA DEL ANTI-SEMITISMO.LA ACADEMIA MILITARDE PARÍS SE OPONE ALA INSTALACIÓN EN SUPATIO DE HONOR, EN ELSITIO EN QUE FUEINJUSTAMENTEDEGRADADO EL 5 DEENERO DE 1895, DEUNA ESTATUA DEALFRED DREYFUS,INVOCANDO QUE ELLUGAR NO ESTÁ LIBRA-

    DO AL ACCESO PÚBLICO.EL HECHO, CONOCIDOAYER, HA MOVILIZADOAL PERIODISMO, Y HOYSE HISTORIA EL CÉLE-BRE PROCESO Y LASDIVISIONES QUEPROVOCÓ EN SU ÉPOCAPOR EL FUERTE ANTI-SEMITISMO QUE SURGIÓLUEGO DE LA DERROTAANTE ALEMANIA EN1870, EL NACIMIENTODE LA REPÚBLICA Y LAIRRUPCIÓN DE PRINCI-PIOS SOCIALES1.ALGUNAS PERSONALI-DADES, DE LAS MUCHASQUE YA OPINAN SOBRELA CONTROVERSIA,SUGIRIERON NO ABRIRHERIDAS, Y COLOCAR ELMONUMENTO FRENTE ALCOLEGIOPOLYTECHNIQUE DESELECTOS ALUMNOS YLARGA TRADICIÓN,DONDE HABÍA ESTUDIA-DO DREYFUS.LA OBRA, RECIÉN ENMAQUETA, PERTENECEAL ESCULTOR TIM, UNNOTABLE ARTISTA QUE

    EN ESTOS MOMENTOSHA ALCANZADO UNANOTORIEDAD MAYOR, YSU FOTO ESTÁ ENTODOS LOS DIARIOS. LAESTATUA PROYECTADASERÁ DE TRES METROSCON CINCUENTA DEALTURA Y MUESTRA ADREYFUS DE PIE. ALLÍSE DESTACA EL SABLEDEL CAPITÁN, SEMIQUE-BRADO. EL MINISTRODE CULTURA FRANCÉSDECLARÓ QUE, POR INI-CIATIVA DEL PRESI-DENTE Y CON LA PER-SONAL INTERVENCIÓNDE ÉSTE, SU CARTERAPREPARÓ UN PLAN PARAESTIMULAR LACREACIÓN ESCULTÓRICAEN FRANCIA, ENCAR-GANDO UNAS DOSCIEN-TAS OBRAS A DISTINTOSARTISTAS. POR ESTA VÍASE QUERÍA TAMBIÉN“HONRAR LA MEMORIADE ILUSTRES FRANCE-SES O CONME-MORARDIVERSOS ACONTECI-MIENTOS”.EL ESCULTOR TIM FUE

    LLAMADO PARA REALI-ZAR ESTA OBRA, OFRE-CIÉNDOSE ELEGIRENTRE DIVERSOS PER-SONAJES, TALES COMODE GAULLE, MAO,ROBERT SCHUMANN,DREYFUS... “PREFERÍ ADREYFUS PORQUE ÉSTEREPRESENTA EL HONORDEL EJÉRCITO -DICE. YAGREGÓ- YO AMOMUCHO AL EJÉRCITO.LO DIGO SINCERA YMUY SIMPLEMENTE.CONSIDERO QUE ESTEMONUMENTO ES PARAEL HONOR DE LA VER-DAD. PERO TAMBIÉNPARA EL HONOR DE UNHOMBRE DEL EJÉRCITO,QUE CONSAGRÓ SU VIDAA AMBAS COSAS.TAMBIÉN CONDENO ALOS ENEMIGOS DEDREYFUS, LOS ANTI-SEMITAS Y ANTIREPU-BLICANOS”.

    5 DE AGOSTO DE 1995

    A CIEN AÑOS DEL CASO DREYFUS - SE ACTUALIZA LA POLÉMICA

    1- Hace referencia a los principios de Democracia y Tolerancia.

  • 84

    La vida interna de los judíos franceses

    Alrededor del año 1880 murió el fundador y presidente de la AllianceIsraélite Universellé1 de París, Adolfo Cremieux, quien en un discurso en lasesión de la Alliance en el mes de agosto de 1871 se refirió al “doble amor”.

    “Recordemos siempre nuestros deberes para con la patria y cumplá -molos con toda nuestra fuerza y posibilidades. Todos nuestros com -pañeros (delegados de la Alliance Israelite Universelle) aman a suspatrias como nosotros, los judíos franceses, amamos a la nuestra.Pero aparte de nuestros deberes con nuestra patria, nosotros, miem -bros de la Alliance, debemos estar siempre unidos. Los judíos deFrancia, Austria, Inglaterra, Bélgica, España, Holanda y Rusia for -man un solo frente, con ideas e intenciones comunes, unidos entre her -manos por lazos de amor”.

    Al principio la Alliance siguió el camino marcado por Cremieux. Abrióescuelas en el Oriente; educó niños judíos en Turquía y en Persia en el espíritudemocrático y emancipatorio, dio ayuda en casos degrandes catástrofes, de pogroms, de procesos por calum-nias de crimen ritual y en presencia de toda suerte de des-dichas, en Turquía, Rumania, y en parte, también enRusia. Pero, por diversas circunstancias, la obra de laAlliance fue perdiendo cada vez más su carácter político yse recluyó en el ámbito cultural y filantrópico. A esto laobligaba la agitación que se desarrollaba en la prensa anti-semita de toda Europa, contra la pretendida“Internacional judía”, contra el “gobierno centraljudío” en París. Como ya hemos mencionado, Drumont,para alarmar a todo el mundo, se servía continuamente del espectro de laAlliance, como se servía del argumento que significaba para su propaganda laexistencia de la casa Rothschild. Entonces se hacía necesario probar, ante todo,lealtad, reduciendo al propio judaísmo a un grado ínfimo para que pasara casiinadvertido. La Alliance Israélite nada podía hacer en favor de los judíos rusosperseguidos, en consideración al acuerdo franco ruso, ratificado en 1891.Incluso la Alliance fue impotente durante la agitación por el proceso de Dreyfus.

    Algunas personalidades judías individualmente, pero no organizacionesenteras, habían tomado parte en esa lucha por la verdad. Entre las principalesfiguras más destacadas encontramos a José Reinach, diputado republicanomoderado y redactor del diario “Repúblique Francaise”. Había luchado primerocontra el boulangismo y más tarde contra la conspiración antisemita en el asun-to Dreyfus. Otro destacado escritor y crítico literario, colaborador de losgrandes diarios de París, fue Bernardo Lazare. En un artículo publicado en1891 defendía aún a los judíos contra la mentira antisemita con el viejo argu-mento, sosteniendo que el antisemitismo desaparecería con la desaparición delaislamiento de los judíos. Los intereses del judaísmo se reducían a la estrecha

    Cremieux

    1- Ver módulo 31

  • esfera de la comunidad religiosa y de la sinagoga, para aquellos a quienesagradaban estas instituciones. Los órganos de la comunidad o de sus rabinosdirigentes eran dos semanarios parisienses: el liberal “Archives Israelites” y elconservador “Univers Israelite”, publicaciones muertas, sin sentido alguno paralas cuestiones candentes de la vida nacional. Sólo subsistía el interés por elpasado, por la historia hebrea, en algunos círculos de la sociedad judía. En lasúltimas décadas del siglo XIX se desarrolló la “Jojmat Israel”1 (“Ciencia Judía”),en Francia, como una continuación del renacimiento que se había producido enAlemania. Aparecieron laboriosos correctores de materiales históricos; investi-gadores pacientes completaban la obra de sus predecesores alemanes. Todasestas fuerzas, a las que se agregaron muchos estudiosos de otros países, seagruparon alrededor de la revista trimestral Revue des Etudes Juifs, que a par-tir de 1880 publicó en París la “Sociedad para la ciencia judía”.

    Consigna de trabajo

    El caso Dreyfus polarizó a la sociedad francesa entre dreyfusistas yantidreyfusistas. Políticos, escritores, artistas, hombres públicos, tomaronparte en el debate que enfrentó a la sociedad francesa. Te invitamos a tomar parte en esta polémica mediante la elaboración deuna página de un diario dedicado al tema, teniendo en cuenta los si-guientes titulares:NOTICIAS DEL MUNDOAFFAIRE DREYFUS (FOTO)BREVE RESEÑA BIOGRÁFICAEL JUICIO EN POCAS LÍNEASFRASES IMBORRABLES VERTIDAS DURANTE EL JUICIOLA ABSOLUCIÓNLAS REPERCUSIONES DEL CASO EN EL MUNDO JUDÍOA 100 AÑOS DEL CASO

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    1- Ver módulo 31, pág. 254