Lugares

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Costa SPAN 540 LUGARES Agradezco a los árboles sus sombras JESÚS LÓPEZ PACHECO Agradezco a los árboles sus sombras, la protección delgada de sus troncos. Al banco la amistad de su respaldo y a los faroles su bombilla rota. Agradezco a las calles sus esquinas, sus rincones oscuros como nidos, sus portales sin nadie, resguardados de la lluvia y el viento y las miradas. Agradezco a los cines sus butacas, su oscuridad amiga de los labios, y a la tarde su luz porque se marcha para que venga el beso y el abrazo. Ciudad donde yo amé: ya tiempo y tiempo ha pasado de aquel beso primero. Hoy te agradezco todos tus paseos, tus calles y tus plazas, tus tranvías, tus barrios pobres, cómplices de amor, toda tu oscuridad amada y triste, donde ha nacido, sin embargo, el beso largo y continuo en el que vivo ahora. Allá en tiempos que fueron ROSALÍA DE CASTRO Allá en tiempos que fueron, y el alma Han llenado de santos recuerdos, De mi tierra en los campos hermosos, La riqueza del pobre era el fuego, Que al brillar de la choza en el fondo, Calentaba los rígidos miembros Por el frío y el hambre ateridos Del niño y del viejo. 1

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Poesía española sobre distintos lugares

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LUGARES

Agradezco a los árboles sus sombras JESÚS LÓPEZ PACHECO

Agradezco a los árboles sus sombras,la protección delgada de sus troncos. Al banco la amistad de su respaldo y a los faroles su bombilla rota.

Agradezco a las calles sus esquinas, sus rincones oscuros como nidos, sus portales sin nadie, resguardados de la lluvia y el viento y las miradas.

Agradezco a los cines sus butacas, su oscuridad amiga de los labios, y a la tarde su luz porque se marcha para que venga el beso y el abrazo.

Ciudad donde yo amé: ya tiempo y tiempo ha pasado de aquel beso primero. Hoy te agradezco todos tus paseos, tus calles y tus plazas, tus tranvías,

tus barrios pobres, cómplices de amor, toda tu oscuridad amada y triste, donde ha nacido, sin embargo, el beso largo y continuo en el que vivo ahora.

Allá en tiempos que fueron ROSALÍA DE CASTRO

Allá en tiempos que fueron, y el almaHan llenado de santos recuerdos,De mi tierra en los campos hermosos,La riqueza del pobre era el fuego,Que al brillar de la choza en el fondo,Calentaba los rígidos miembrosPor el frío y el hambre ateridosDel niño y del viejo.

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De la hoguera sentados en torno,En sus brazos la madre arrullabaAl infante robusto;Daba vuelta, afanosa la andanaEn sus dedos nudosos, al huso,Y al alegre fulgor de la llama,Ya la joven la harina cernía,O ya desgranabaCon su mano callosa y pequeña,Del maíz las mazorcas doradas.

Y al amor del hogar calentándoseEn invierno, la pobre familiaCampesina, olvidaba la duraCondición de su suerte enemiga;Y el anciano y el niño, contentosEn su lecho de paja dormían,Como duerme el polluelo en su nidoCuando el ala materna le abriga.

Bailes FEDERICO GARCÍA LORCA

La Carmen está bailandopor las calles de Sevilla.Tiene blancos los cabellosy brillantes las pupilas.¡Niñas,corred las cortinas!En su cabeza se enroscauna serpiente amarilla,y va soñando en el bailecon galanes de otros días.¡Niñas,corred las cortinas!Las calles están desiertasy en los fondos se adivinan,corazones andalucesbuscando viejas espinas.¡Niñas,corred las cortinas!

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Barcelona ja no es bona JAIME GIL DE BIEDMA

o mi paseo solitario en primavera

A Fabián Estapé

Este despedazado anfiteatro, impío honor de los dioses, cuya afrenta publica el amarillo jaramago, ya reducido a trágico teatro, ¡oh fábula del tiempo! representa cuánta fue su grandeza y es su estrago. Rodrigo Caro

En los meses de aquella primaverapasaron por aquí seguramentemás de una vez.Entonces, los dos eran muy jóvenesy tenían el Chrysler amarillo y negro.Los imagino al mediodía, por la avenida de los tilos,la capota del coche salpicada de sol,o quizá en Miramar, llegando a los jardines,mientras que sobre el fondo del puerto y la ciudadse mecen las sombrillas del restaurante al aire libre,y las conversaciones, y la música,fundiéndose al rumor de los neumáticossobre la grava del paseo.Sólo por un instantese destacan los dos a pleno solcon los trajes que he visto en las fotografías:él examina un coche muchísimo más caro -un Duesemberg sport con doble parabrisas, bello como una máquina de guerra-y ella se vuelve a mí, quizá esperándome,y el vaivén de las rosas de la pérgolaparpadea en la sombrade sus pacientes ojos de embarazada.Era en el año de la Exposición.

Así yo estuve aquídentro del vientre de mi madre,y es verdad que algo oscuro, que algo anterior me traepor estos sitios destartalados.Más aún que los árboles y la naturaleza o que el susurro del agua corriente furtiva, reflejándose en las hojas

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-y eso que ya a mis añosse empieza a agradecer la primavera-,yo busco en mis paseos los tristes edificios,las estatuas manchadas con lápiz de labios,los rincones del parque pasados de modaen donde, por la noche, se hacen el amor...Y a la nostalgia de una edad felizy de dinero fácil, tal como la contaban,se mezcla un sentimiento bien distintoque aprendí de mayor,este resentimientocontra la clase en que nací,y que se complace también al ver mordida,ensuciada la feria de sus vanidadespor el tiempo y las manos del resto de los hombres.

Oh mundo de mi infancia, cuya mitologíase asocia -bien lo veo-con el capitalismo de empresa familiar!Era ya un poco tardeincluso en Cataluña, pero la pax burguesareinaba en los hogares y en las fábricas,sobre todo en las fábricas - Rusia estaba muy lejosy muy lejos Detroit.Algo de aquel momento queda en estos palaciosy en estas perspectivas desiertas bajo el sol,cuyo destino ya nadie recuerda.Todo fue una ilusión, envejecidacomo la maquinaria de sus fábricas,o como la casa en Sitges, o en Caldetas,heredada también por el hijo mayor.

Sólo montaña arriba, cerca ya del castillo,de sus fosos quemados por los fusilamientos,dan señales de vida los murcianos.Y yo subo despacio por las escalinatassintiéndome observado, tropezando en las piedrasen donde las higueras agarran sus raíces,mientras oigo a estos chavas nacidos en el Surhablarse en catalán, y pienso, a un mismo tiempo,en mi pasado y en su porvenir.

Sean ellos sin más preparaciónque su instinto de vidamás fuertes al final que el patrón que les pagay que el salta-taulells que les desprecia:que la ciudad les pertenezca un día.Como les pertenece esta montaña,este despedazado anfiteatro

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de las nostalgias de una burguesía.

Las campanas ROSALÍA DE CASTRO

Yo las amo, yo las oigo,Cual oigo el rumor del viento,El murmurar de la fuenteO el balido de cordero.

Como los pájaros, ellas,Tan pronto asoma en los cielosEl primer rayo del alba,Le saludan con sus ecos.

Y en sus notas, que van prolongándosePor los llanos y los cerros,Hay algo de candoroso,De apacible y de halagüeño.

Si por siempre enmudecieran,¡Qué tristeza en el aire y el cielo!¡Qué silencio en la iglesia!¡Qué extrañeza entre los muertos!

Cantares MANUEL MACHADO

sentimiento, guitarra y poesía, hacen los cantares de la patria mía... Cantares... Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra, un mozo moreno rasguea la guitarra... Cantares... Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora... Y el tiempo callado se va hora tras hora. Cantares... Son dejos fatales de la raza mora.

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No importa la vida, que ya está perdida. Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?... Cantares... Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte; ojos negros, negros, y negra la suerte. Cantares... En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía... Cantares son sólo los de Andalucía. Cantares... No tiene más notas la guitarra mía.

Canto a España JOSÉ HIERRO

Oh España, qué vieja y qué seca te veo. Aún brilla tu entraña como una moneda de plata cubierta de polvo. Clavel encendido de sueños de fuego. He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en las aguas, andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies con tus piedras ardientes.

¿En dónde buscar tu latido: en tus ríos que se llevan al mar, en sus aguas, murallas y torres de muertas ciudades? ¿En tus playas, con nieblas o sol, circundando de luz tu cintura? ¿En tus gentes errantes que pudren sus vidas por darles dulzor a tus frutos?

Oh España, qué vieja y qué seca te veo. Quisiera talar con mis manos tus bosques, sembrar de ceniza tus tierras resecas, arrojar a una hoguera tus viejas hazañas, dormir con tu sueño y erguirme después, con la aurora, ya libre del peso que pone en mi espalda la sombra fatal de tu ruina.

Oh España, qué vieja y qué seca te veo. Quisiera asistir a tu sueño completo, mirarte sin pena, lo mismo que a luna remota, hachazo de luz que no hiende los troncos ni pone la llaga en la piedra.

Qué tristes he visto a tus hombres. Los veo pasar a mi lado, mamar en tu pecho la leche, comer de tus manos el pan, y sentarse después a soñar bajo un álamo, dorar con el fuego que abrasa sus vidas, tu dura corteza. Les pides que pongan sus almas de fiesta. No sabes que visten de duelo, que llevan a cuestas el peso de tu acabamiento,

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que ven impasibles llegar a la muerte tocando sus graves guitarras.

Oh España, qué triste pareces. Quisiera asistir a tu muerte total, a tu sueño completo, saber que te hundías de pronto en las aguas, igual que un navío maldito.

Y sobre la noche marina, borrada tu estela, España, ni en ti pensarías. Ni en mí. Ya extranjero de tierras y días. Ya libre y feliz, como viento que no halla ni rosa, ni mar, ni molino. Sin memoria, ni historia, ni edad, ni recuerdos, ni pena...

...en vez de mirarte, oh España, clavel encendido de sueños de llama, cobre de dura corteza que guarda en su entraña caliente la vieja moneda de plata, cubierta de olvido, de polvo y cansancio...

La casa de la vida ANDRÉS TRAPIELLO

Mi corazón es una vieja casa. Tiene un jardín y en el jardín un pozo y túneles de yedra y hojarasca. Es esa casa a la que tiran piedras los niños cuando pasan al volver de la escuela, después de haber robado de su huerta magro botín de unas manzanas agrias. En su tejado hay nidos de pájaros que cantan y de noche un cuartel de escandalosas ratas. La glicina cubrió los viejos arcos y una verja de lanzas y una terraza alta adonde llega la copa de un granado con granadas y un palomar y en ruinas unas cuadras. Y un trozo de camino y la lejana claridad del mundo. Está fuera del pueblo y es indiana su arquitectura, ya sabéis: todo un poco mezclado, pero es blanca, es grande, es vieja, es solitaria.

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Ciudad del paraíso VICENTE ALEIXANDRE

A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.Colgada del imponente monte, apenas detenidaen tu vertical caída a las ondas azules,pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,intermedia en los aires, como si una mano dichosate hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspirao brama por ti, ciudad de mis días alegres,ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.Calles apenas, leves, musicales. Jardinesdonde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,merecen el brillo de la brisa y suspendenpor un instante labios celestiales que cruzancon destino a las islas remotísimas, mágicas,que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,y donde las rutilantes paredes besan siempre a quienes siempre cruzan, hervidores de brillos.Allí fui conducido por una mano materna.Acaso de una reja florida una guitarra tristecantaba la súbita canción suspendida del tiempo;quieta la noche, más quieto el amante,bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.Un soplo de eternidad pudo destruirte,ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios emergiste.Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,eternamente fúlgidos como un soplo divino.Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhelaa la ciudad voladora entre monte y abismo,blanca en los aires, con calidad de pájaro suspensoque nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!Por aquella mano materna fui llevado ligeropor tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

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El crimen ANTONIO MACHADO

Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! Muerto cayó Federico —sangre en la frente y plomo en las entrañas— ... Que fue en Granada el crimen sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

De la ciudad moruna ANTONIO MACHADO

De la ciudad morunatras las murallas viejas,yo contemplo la tarde silenciosa,a solas con mi sombra y con mi pena.El río va recorriendo,entre sombrías huertasy grises olivares,por los alegres campos de Baeza.Tienen la vides pámpanos doradossobre las rojas cepas.Guadalquivir, como un alfanje rotoy disperso, reluce y espejea.lejos, los montes duermenenvueltos en la niebla,niebla de otoño, maternal; descansanlas rudas moles de su ser de piedraen esta tibia tarde de noviembre,tarde piadosa, cárdena y violeta.El viento ha sacudidolos mustios olmos de la carretera.levantando en rosados torbellinosel polvo de la tierra.La luna está subiendoamoratada, jadeante y llena.

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Los caminitos blancosse cruzan y se alejan,buscando los dispersos caseríosdel valle y de la sierra.Caminos de los campos...¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

De todas las historias de la Historia JAIME GIL DE BIEDMA

Y qué decir de nuestra madre España,este país de todos los demoniosen donde el mal gobierno, la pobrezano son, sin más, pobreza y mal gobiernosino un estado místico del hombre,la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historiasin duda la más triste es la de España,porque termina mal. Como si el hombre,harto ya de luchar con sus demonios,decidiese encargarles el gobiernoy la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza,cuyo origen se pierde en las historiasque dicen que no es culpa del gobiernosino terrible maldición de España,triste precio pagado a los demonioscon hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,a menudo he pensado en la pobrezade este país de todos los demonios.Y a menudo he pensado en otra historiadistinta y menos simple, en otra Españaen donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobiernoes un vulgar negocio de los hombresy no una metafísica, que Españadebe y puede salir de la pobreza,que es tiempo aún para cambiar su historiaantes que se la lleven los demonios.

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Porque quiero creer que no hay demonios.Son hombres los que pagan al gobierno,los empresarios de la falsa historia,son hombres quienes han vendido al hombre,los que le han convertido a la pobrezay secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.Que la pobreza suba hasta el gobierno.Que sea el hombre el dueño de su historia.

De vuelta a casa MIGUEL DE UNAMUNO

Desde mi cielo a despedirme llegasFino orvallo que lentamente bañasLos robledos que visten las montañasDe mi tierra, y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegasMontes y valles, los de mis entrañas,Y con tu bruma el horizonte empañasDe mi sino, y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazosVerdes, jugosos, a Castilla enjuta,Donde fieles me aguardan los abrazos

De costumbre, que el hombre no disfrutaDe libertad si no es preso en los lazosDe amor, compañero de la ruta.

Los dedos de la aurora LUIS ALBERTO DE CUENCA

Entraban en mi alcoba sin llamar a la puerta,deshojando en el aire la flor de su perfume.Los oía arrastrarse, leves, hasta la alfombra.Trepaban a la cama y luego, entre las sábanas,me anunciaban el día con sutiles caricias.

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Desahucio RAFAEL ALBERTI

Ángeles malos o buenos,que no sé,te arrojaron en mi alma.Sola,sin muebles y sin alcobas,deshabitada.De rondón, el viento hierelas paredes,las más finas, vítreas láminas.Humedad. Cadenas. Gritos.Ráfagas.Te pregunto:¿cuándo abandonas la casa,dime,qué ángeles malos, crueles,quieren de nuevo alquilarla?Dímelo.

En el nombre de España, paz BLAS DE OTERO

En el nombre de España, paz.El hombreestá en peligro. España,España, no teaduermas.Está en peligro, corre,acude. Vuelael ala de la nochejunto al ala del día.Oye.Cruje una vieja sombra,vibra una luz joven.Pazpara el día.En el nombrede España, paz.

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En estos campos de la tierra mía ANTONIO MACHADO

En estos campos de la tierra míay extranjero en los campos de mi tierra-yo tuve patria donde corre el Dueropor entre grises peñas,y fantasmas de viejos encinares,allá en Castilla, mística y guerrera,Castilla la gentil, humilde y brava,Castilla del desdén y de la fuerza-,en estos campos de mi Andalucía,¡oh tierra en que nací! , cantar quisiera.Tengo recuerdos de mi infancia, tengoimágenes de luz y de palmeras,y en una gloria de oro,de lueñes campanarios con cigüeñas,de ciudades con calles sin mujeresbajo un cielo de añil, plazas desiertasdonde crecen naranjos encendidoscon sus frutas redondas y bermejas;y en un huerto sombrío, el limonerode ramas polvorientasy pálidos limones amarillos,que el agua clara de la fuente espeja,un aroma de nardos y clavelesy un fuerte olor de albahaca y hierbabuena;imágenes de grises olivaresbajo un tórrido sol que aturde y ciega,y azules y dispersas serraníascon arreboles de una tarde inmensa;mas falta el hilo que el recuerdo anudaal corazón, el ancla en su ribera,o estas memorias no son alma. Tienenen sus abigarradas vestimentasseñal de ser despojos del recuerdo,la carga ,bruta que el recuerdo lleva.Un día tornarán, con luz d-el fondo ungidos,los cuerpos virginales a la orilla vieja.

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En un cementerio de lugar castellano MIGUEL DE UNAMUNO

Corral de muertos, entre pobres tapias,Hechas también de barro,Pobre corral donde la hoz no siega,Sólo una cruz, en el desierto campoSeñala tu destino.Junto a esas tapias buscan el amparoDel hostigo del cierzo las ovejasAl pasar trashumantes en rebaño,Y en ellas rompen de la vana historia,Como las olas, los rumores vanos.Como un islote en junio,Te ciñe el mar doradoDe las espigas que a la brisa ondean,Y canta sobre ti la alondra el cantoDe la cosecha.Cuando baja en la lluvia el cielo al campoBaja también sobre la santa hierbaDonde la hoz no corta,De tu rincón, ¡pobre corral de muertos!,Y sienten en sus huesos el reclamoDel riego de la vida.Salvan tus cercas de mampuesto y barroLas aladas semillas,O te las llevan con piedad los pájaros,Y crecen escondidas amapolas,Clavelinas, magarzas, brezos, cardos,Entre arrumbadas cruces,No más que de las aves libres pasto.Cavan tan sólo en tu maleza brava,Corral sagrado,Para de un alma que sufrió en el mundoSembrar el grano;Luego sobre esa siembra¡Barbecho largo!Cerca de ti el camino de los vivos,No como tú, con tapias, no cercado,Por donde van y vienen,Ya riendo o llorando,¡Rompiendo con sus risas o sus llorosEl silencio inmortal de tu cercado!Después que lento el sol tomó ya tierra,Y sube al cielo el páramoA la hora del recuerdo,Al toque de oraciones y descanso,La tosca cruz de piedra

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De tus tapias de barroQueda, como un guardián que nunca duerme,De la campiña el sueño vigilando.No hay cruz sobre la iglesia de los vivos,En torno de la cual duerme el poblado;La cruz, cual perro fiel, ampara el sueñoDe los muertos al cielo acorralados.¡Y desde el cielo de la noche, Cristo,El Pastor Soberano,Con infinitos ojos centelleantes,Recuenta las ovejas del rebaño!¡Pobre corral de muertos entre tapiasHechas del mismo barro,Sólo una cruz distingue tu destinoEn la desierta soledad del campo!

En España JOSÉ ZORRILLA

¡Patria... de placer venero!Ya tu aura mi faz orea;Ya mi oído el son recreaDe tu lengua nacional.Yo no soy aquí extranjero:Si no conocen ya al hombre,Aun fío Dios que mi nombreNo suene al oído mal.

¡Patria! No sé si en mi ausenciaLa calumnia me ha mordido:Yo vuelvo como he partido,Hijo leal para ti.Maestro en la gaya ciencia,De los pueblos asombro,Solo, y el laúd al hombro,Tu gloria a cantar me fui.

Siempre en plazas y en palacios,En teatros y salones,Mis primeras impresionesMe acusaron de español;Cual poeta y hombre, a espaciosEn mi vida hay malo y bueno:Español, puedo serenoEnseñar mi faz al sol.

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Si te dicen que amor tengoA un pueblo antes tu enemigo,No lo fue para conmigoY yo le debo lealtad.De tu sangre hidalga vengo;No he de ser jamás ingratoCon quien fiel me dio buen tratoY franca hospitalidad.

Si te dicen que dependoDe extranjero soberano,Me tendió leal su mano,Me trató de igual a igual.Yo me doy y no me vendo:Él lo sabe y él lo estima;De fe en prenda, llevo encimaCoronada su inicial.

Yo he nacido castellano;Mas doquiera que me he visto,Soy cristiano, y como CristoPrediqué fraternidad.Todo hombre nace mi hermano;Do llevo mi gaya ciencia,La fe llevo en la concienciaY en la lengua la verdad.

Fénix que anunció mi muerte,Vengo en mis patrios hogaresDe mis últimos cantaresEl son postrero a exhalar;Vengo en un esfuerzo fuerteDe mis postrimeros bríos,A saludar a los míos,A hacerme otra vez a la mar.

A mí, a través de las olas,Llegó el cántico vibranteDe una pléyade brillanteDe nuevos poetas mil.De las letras españolasAún mi alma el amor abriga...

Ven a que yo te bendiga¡Oh pléyade juvenil!

¡Con cuan íntima deliciaQozaba oyendo tu cántico,Cuando a través del Atlántico

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Lograba hasta a mi llegar!Ven, ven a mí, que es justiciaQue los vates castellanosDen un apretón de manosAl que tuvo aquí su hogar.

Que yo os conozca; cercadme:Yo soy leal; yo soy un viejoQue sin pesadumbnre dejoMi puesto a la juventud.Mas al llegar, toleradme,Mi viejo laúd que empuñe,Y un mal cantar os rasguñeEn mi ya ronco laúd.

Trémula traigo la manoY cana la cabellera:Mas aún traigo la alma enteraY brío en el corazón,Y aún puedo, buen castellano,Lanzar con mi último alientoUn "¡bravo!" a vuestro talentoY un "¡viva!" a nuestra nación.

España en marcha GABRIEL CELAYA

Nosotros somos quien somos.¡Basta de Historia y de cuentos!¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,ni damos cuerda al recuerdo.Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.Somos un río derecho.Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.Somos a muerte lo iberoque aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,

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transformándonos crecemosy así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle! que ya es horade pasearnos a cuerpoy mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origenpero digo que seremosmucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuroy españoles que, por serlo,aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errorescon mala saña y buen viento.Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.Vuelvo a pensarte, suspenso.Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificartecomo haría un leguleyo,Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combateque atormentas mis adentros,para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

Fluir de España LEOPOLDO PANERO

Voy bebiendo en la luz, y desde dentro de mi caliente amor, la tierra sola que se entrega a mis pies como una ola de cárdena hermosura. En mi alma entro;

hundo mis ojos hasta el vivo centro de piedad que sin límites se inmola lo mismo que una madre. Y tornasola la sombra del planeta nuestro encuentro.

Tras el límpido mar la estepa crece, y el pardo risco, y la corriente quieta

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al fondo del barranco repentino

que para el corazón y lo ensombrece, como gota del tiempo ya completa que hacia Dios se desprende en su camino.

Himno a la inmortalidad JOSÉ DE ESPRONCEDA

¡Salve llama creadora del mundo,Lengua ardiente de eterno saber,Pero germen, principio fecundoQue encadenas la muerte a tus pies!

Tú la inerte materia espoleas,Tú la ordenas juntarse a vivir,Tú su lodo modelas, y creasMiles de seres de formas sin fin.

Desbarata tus obras en vanoVencedora la muerte tal vez;De sus restos levanta tu manoNuevas obras triunfante otra vez.

Tú la hoguera del sol alimentas,Tú revistes los cielos de azul,Tú la luna en las sombras de argentas,Tú coronas la aurora de luz.

Gratos ecos al bosque sombrío,Verde pompa a los árboles das,Melancólica música al río,Ronco grito a las olas del mar.

Tú el aroma en las flores exhalas,En los valles suspiras de amor,Tú murmuras del aura en las alas,En el Bóreas retumba tu voz.

Tú derramas el oro en la tierraEn arroyos de hirviente metal;Tú abrillantas la perla que encierraEn su abismo profundo la mar.

Tú las cárdenas nubes extiendes

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Negro manto que agita Aquilón;Con tu aliento los aires enciendes,Tus rugidos infunden pavor.

Tú eres pura simiente de vida,Manantial sempiterno del bien;Luz del mismo Hacedor desprendida,Juventud y hermosura es tu ser.

Tú eres fuerza secreta que el mundoEn sus ejes impulsa a rodar,Sentimiento armonioso y profundoDe los orbes que anima tu faz.

De tus obras los siglos que vuelanIncansables artífices son,Del espíritu ardiente cincelanY embellecen la estrecha prisión.

Tú en violento, veloz torbellino,Los empujas enérgica, y van;Y adelante en tu raudo caminoA otros siglos ordenas llegar.

Hombre débil, levanta la frente,Pon tu labio en su eterno raudal;Tú serás como el sol en Oriente,Tú serás, como el mundo, inmortal.

Horas serenas del ocaso breve MIGUEL DE UNAMUNO

Horas serenas del ocaso breve,Cuando la mar se abraza con el cieloY se despiertas el inmortal anheloQue al fundirse la lumbre, la lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,Las estrellas se posan en el sueloDe la noche celeste, y su consueloNos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,Lágrima de las olas gemebundas,Entre el cielo y la mar sobrecogida

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El alma cuaja luces moribundasY recoge en el lecho de su vidaEl poso de sus penas más profundas.

Introducción a la noche CARLOS BOUSOÑO

1Con la honda miradaun día contemplastetu honda pasión de seren vida perdurable.

Hoy contemplas acasocon mirada más graveel parpadeo purode la noche sin márgenes;

el sollozo inoíblede un arroyo alejándoseen la sombra; la molede la noche indudable.

2Y sin embargo, eres.Y sin embargo nacescomo las hierbas verdesy los nudosos árboles.

Compruebas con deliciaque existen matorrales,y tus manos apresanpiedras de aristas grandes.

Saltas sobre los ríos,subes desde los valles,cantas desde las cumbres,vives, existes, ardes.

Contemplas la llanuracrepuscular; renacescomo los campos vivosque en la aurora son arces,cañadas y caminos,prados, riberas, cauces

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de amor, donde quisierasvivirte y olvidarte.

3Y aquí estás. Aquí ponestus dos manos tenaces.Te agarras a las cosas:maderas, piedras, carnes,

Te aferras a la vidacomo el río a su cauce,cual la raíz de un hondovegetal insaciable.

Luego, a una voz de mando RAMÓN DE CAMPOAMOR

Luego, a una voz de mando por algún héroe de las artes dada, empezó el tren a trepidar, andando con un trajín de fiera encadenada. Al dejar la estación, lanzó gemido la máquina, que libre se veía, y corriendo al principio solapada, cual la sierpe que sale de su nido, ya al claro resplandor de las estrellas, por los campos, rugiendo, parecía un león con melena de centellas.

Madre España MIGUEL HERNÁNDEZ

Abrazado a tu cuerpo como el tronco a su tierra,Con todas las raíces y todos los corajes,¿Quién me separará, me arrancará de ti,Madre?

Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,Si su fondo titánico da principio a mi carne?Abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa,¡Nadie!

Madre: abismo de siempre, tierra de siempre: entrañas

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Donde desembocando se unen todas las sangres:Donde todos los huecos caídos se levantan:Madre.

Decir madre es decir tierra que me ha parido;Es decir a los muertos: hermanos, levantarse;Es sentir en la boca y escuchar bajo el sueloSangre.

La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.El otro pecho es una burbuja de tus mares.Tú eres la madre entera con todo su infinito,Madre.

Tierra: tierra en la boca, y en el alma, y en todo.Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.Con más fuerza que antes volverás a parirme,Madre.

Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella,Volverás a parirme con más fuerza que antes.Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:¡Madre!

Hermanos: defendamos su vientre acometido,Hacia donde los grajos crecen de todas partes,Pues, para que las malas alas vuelen, aún quedanAires.

Echad a las orillas de vuestro corazónEl sentimiento en límites, los afectos parciales.Son pequeñas historias al lado de ella, siempreGrande.

Una fotografía y un pedazo de tierra,Una carta y un monte son a veces iguales.Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,Madre.

Familia de esta tierra que nos funde en la luz,Los más oscuros muertos pugnan por levantarse,Fundirse con nosotros y salvar la primeraMadre.

España, piedra estoica que se abrió en dos pedazosDe dolor y de piedra profunda para darme:No me separarán de tus altas entrañas,Madre.

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Además de morir por ti, pido una cosa:Que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,Vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,Madre.

Una mancha sombría y extensa ROSALÍA DE CASTRO

Una mancha sombría y extensaBorda a trechos del monte la falda,Semejante a legión aguerridaQue acampase en la abrupta montañaLanzando alaridosDe sorda amenaza.

Son pinares que al suelo, desnudoDe su antiguo ropaje, le prestanCon el suyo el adorno salvajeQue resiste del tiempo a la afrentaY corona de eterna verduraLas ásperas breñas.

Árbol duro y altivo, que gustasDe escuchar el rumor del OcéanoY gemir con la brisa marinaDe la playa en el blanco desierto,¡Yo te amo!, y mi vista reposaCon placer en los tibios reflejosQue tu copa gallarda iluminanCuando audaz se destaca en el cielo,Despidiendo la luz que agoniza,Saludando la estrella del véspero.

Pero tú, sacra encina del celta,Y tú, roble de ramas añosas,Sois más bellos con vuestro follajeQue si mayo las cumbres festonaSalpicadas de fresco rocíoDonde quiebra sus rayos la aurora,Y convierte los sotos profundosEn mansión de gloria.

Más tarde, en otoñoCuando caen marchitas tus hojas,¡Oh roble!, y con ellasGeneroso los musgos alfombras,

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¡Qué hermoso está el campo;La selva, qué hermosa!

Al recuerdo de aquellos rumoresQue al morir el díaSe levantan del bosque en la honduraCuando pasa gimiendo la brisaY remueve con húmedo soploTus hojas marchitasMientras corre engrosado el arroyoEn su cauce de frescas orillas,

Estremécese el alma pensandoDónde duermen las glorias queridasDe este pueblo sufrido, que esperaSilencioso en su lecho de espinasQue suene su horaY llegue aquel díaEn que venza con mano segura,Del mal que le oprime,La fuerza homicida.

Materia transparente LEOPOLDO PANERO

Otra vez como en sueños mi corazón se empaña de haber vivido... ¡Oh fresca materia transparente! De nuevo como entonces siento a Dios en mi entraña. Pero en mi pecho ahora es sed lo que era fuente.

En la mañana limpia la luz de la montaña remeje las cañadas azules de relente... ¡Otra vez como en sueños este rincón de España, este olor de la nieve que mi memoria siente!

¡Oh pura y transparente materia, donde presos, igual que entre la escarcha las flores, nos quedamos un día, allá en la sombra de los bosques espesos

donde nacen los tallos que al vivir arrancamos! ¡Oh dulce primavera que corre por mis huesos otra vez como en sueños...! Y otra vez despertamos.

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Mi casa y mi corazón MARCOS ANA

Si salgo un día a la vidami casa no tendrá llaves:siempre abierta, como el mar,el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,y la lluvia azul, la tarde,el rojo pan de la aurora;La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detengasus pasos en mis umbrales,ni la golondrina el vuelo,ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazónnunca cerrados: que pasenlos pájaros, los amigos,el sol y el aire.

Momentos felices GABRIEL CELAYA

Cuando llueve y reviso mis papeles, y acaboTirando todo al fuego: poemas incompletos,Pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,Fotografías, besos guardados en un libro,Renuncio al peso muerto de mi terco pasado,Soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,Y así atizo las llamas, y salto la fogata,Y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,¿No es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente—El pitillo en los labios, el alma disponible—Y les hablo a los niños o me voy con las nubes,Mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,Las muchachas estrenan sus escotes, sus brazosDesnudos y morenos, sus ojos asombrados,Y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,Salpican la alegría que así tiembla reciente,¿No es la felicidad lo que se siente?

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Cuando llega un amigo, la casa está vacía,Pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,Aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,Y yo asisto al milagro —sé que todo es fiado—,Y no quiero pensar si podremos pagarlo;Y cuando sin medida bebemos y charlamos,Y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,Y lo somos quizá burlando así la muerte,¿No es la felicidad lo que trasciende?

Cuando me he despertado, permanezco tendidoCon el balcón abierto. Y amanece: las avesTrinan su algarabía pagana lindamente:Y debo levantarme pero no me levanto;Y veo, boca arriba, reflejada en el techoLa ondulación del mar y el iris de su nácar,Y sigo allí tendido, y nada importa nada,¿No aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?¿No es la felicidad lo que amanece?

Cuando voy al mercado, miro los abridoresY, apretando los dientes, las redondas cerezas,Los higos rezumantes, las ciruelas caídasDel árbol de la vida, con pecado sin dudaPues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,Regateo, consigo por fin una rebaja,Mas terminado el juego, pago el doble y es poco,Y abre la vendedora sus ojos asombrados,¿No es la felicidad lo que allí brota?

Cuando puedo decir: el día ha terminado.Y con el día digo su trajín, su comercio,La busca del dinero, la lucha de los muertos.Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,Me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,Y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,Y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,Sencillamente limpio y pese a todo, indemne,¿No es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,Me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:"Estaba justamente pensando en ir a verte".Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,Pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,Sino de cómo van las cosas en Jordania,De un libro de Neruda, de su sastre, del viento,Y al marcharme me siento consolado y tranquilo,

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¿No es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;Pasar por un camino que huele a madreselvas;Beber con un amigo; charlar o bien callarse;Sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;Mirarme en unos ojos que nos miran sin mancha,¿No es esto ser feliz pese a la muerte?Vencido y traicionado, ver casi con cinismoQue no pueden quitarme nada más y que aún vivo,¿No es la felicidad que no se vende?

Nevada LUIS CERNUDA

En el Estado de NevadaLos caminos de hierro tienen nombres de pájaro,Son de nieve los camposY de nieve las horas.Las noches transparentesAbren luces soñadasSobre las aguas o tejados purosConstelados de fiesta.Las lágrimas sonríen,La tristeza es de alas,Y las alas, sabemos,Dan amor inconstante.Los árboles abrazan árboles,Una canción besa otra canción;Por los caminos de hierroPasa el dolor y la alegría.Siempre hay nieve dormidaSobre otra nieve, allá en Nevada.

La niebla sí es cercana MANUEL ALTOLAGUIRRE

La niebla si es cercana me pareceQue oculta algún dolor, velo que niegaA unos ojos la luz, a los que ciegaCon un blancor de llanto que estremece;Pero si no es cercana, si se meceAltísima en el cielo, si navega

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Por los espacios desde donde riegaCon lluvia y no con llanto, me pareceComo el origen gris de toda cosa.

Es turbia la creación, y consideraQue en el principio fue la nebulosa,Sin que mirada alguna se escondieraTras esa bruma blanda y misteriosa,De la vida tal vez causa primera.

No, no me basta, no PEDRO SALINAS

No, no me basta, no.Ni ese azul en delirioCeleste sobre mí,Cúspide de lo azul.Ni esa reiteraciónCantante de la ola,Espumas afirmando,Síes, síes sin fin.Ni tantos irisadosPrimeros de las nubes-Ópalo, blanco y rosa-,Tan cansadas de cieloQue duermen en las conchas.No, no me bastan, no.Colmo, tensión extrema,Suma de la bellezaEl mundo, ya no más.Y yo más.Más azul que el azulAlto. Más afirmarAmor, querer, que el síY el sí y el sí.La tarde, ya en el límiteDe dar, de ser,Agota sus reservas:Gozos, colores, triunfos;Me descubre los fondosDe mares y de glorias,Se estira, vibra, tiembla,No puede más.Lo sé, se va a romperSi yo le grito estoQue ya le estoy gritando

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IrremisiblementeA golpes:"Tú, ya no más; yo, más."

Nunca perseguí la gloria ANTONIO MACHADO

Nunca perseguí la gloria,Ni dejar en la memoriaDe los hombres mi canción;Yo amo los mundos sutiles,Ingrávidos y gentiles,Como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarseDe sol y grana, volarBajo el cielo azul, temblarSúbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

¡Oh, tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella! ROSALÍA DE CASTRO

¡Oh, tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella!Viendo cuán triste brilla nuestra fatal estrella,Del Sar cabe la orilla,Al acabarme, siento la sed devoradoraY jamás apagada que ahoga el sentimiento,Y el hambre de justicia, que abate y anonadaCuando nuestros clamores los arrebata el vientoDe tempestad airada.

Ya en vano el tibio rayo de la naciente auroraTras del Miranda altivo,Valles y cumbres dora con su resplandor vivo;En vano llega mayo de sol y aromas lleno,Con su frente de niño de rosas coronada,Y con su luz serena:En mi pecho ve juntos el odio y el cariño,Mezcla de gloria y pena,Mi sien por la corona del mártir agobiadaY para siempre frío y agotado mi seno.

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Olas gigantes que os rompéis bramando GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Olas gigantes que os rompéis bramandoEn las playas desiertas y remotas,Envuelto entre la sábana de espumas,¡Llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáisDel alto bosque las marchitas hojas,Arrastrado en el ciego torbellino¡Llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayoY en fuego ornáis las desprendidas orlas,Arrebatado entre la niebla oscura¡Llevadme con vosotras!

Llevadme por piedad adonde el vértigoCon la razón me arranque la memoria.¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarmeCon mi dolor a solas!

Otoño ANTONIO MACHADO

El cárdeno otoñoNo tiene leyendasPara mí. Los salmosDe las frondas muertas,Jamás he escuchado,Que el viento se lleva.Yo no sé los salmosDe las hojas secas,Sino el sueño verdeDe la amarga tierra.

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Otoño JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimientoDel sur, las hojas áureas y las rojas,Y, en la caída clara de sus hojas,Se lleva al infinito el pensamiento.Qué noble paz en este alejamientoDe todo; oh prado bello que deshojasTus flores; oh agua fría ya, que mojasCon tu cristal estremecido el viento.¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,En que el cuerpo, hecho alma, se enternece,Echado en el verdor de una colina.En una decadencia de hermosura,La vida se desnuda, y resplandeceLa excelsitud de su verdad divina.

Otra vez, tras la lucha que rinde ROSALÍA DE CASTRO

Otra vez, tras la lucha que rindeY la incertidumbre amargaDel viajero que errante no sabeDónde dormirá mañana,En sus lares primitivosHalla un breve descanso mi alma.

Algo tiene este blando reposoDe sombrío y de halagüeño,Cual lo tiene en la noche calladaDe un ser amado el recuerdo,Que de negras traiciones y dichasInmensas, nos habla a un tiempo.

Ya no lloro..., y no obstante, agobiadoY afligido mi espíritu, apenasDe su cárcel estrecha y sombríaOsa dejar las tinieblasPara bañarse en las ondasDe luz que el espacio llenan.

Cual si en suelo extranjero me hallase,Tímida y hosca, contemploDesde lejos los bosques y alturas

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Y los floridos senderosDonde en cada rincón me aguardabaLa esperanza sonriendo

Paisaje dulce JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Paisaje dulce; está el campo todo cubierto de niebla: ya se han ido lentamente los rebaños a la aldea.

Es un paisaje sin voces, triste paisaje que sueña, con sus álamos de humo y sus brumosas riberas.

Voy por el camino antiguo lleno de ramaje y yerba, sin pisadas, con aroma de cosas vagas y viejas.

Paisaje velado y lánguido de bruma, nostalgia y pena: cielo gris, árboles secos. agua parada, voz muerta.

Sobre los álamos blancos de la dormida ribera, una luna rosa y triste va subiendo entre la niebla.

Para ir a Roma ANTONIO MACHADO

Discutiendo están dos mozossi a la fiesta del lugarirán por la carreterao campo atraviesa irán.

Discutiendo y disputandoempiezan a pelear.Ya con las trancas de pino

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furiosos golpes se dan;ya se tiran de las barbas,que se las quieren pelar.

Ha pasado un carretero,que va cantando un cantar:«Romero, para ir a Roma,lo que importa es caminar;a Roma por todas partes,por todas partes se va.»

Peregrino LUIS CERNUDA

¿Volver? Vuelva el que tenga,tras largos años, tras un largo viaje,cansancio del camino y la codiciade su tierra, su casa, sus amigos,del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,sino seguir libre adelante,disponible por siempre, mozo o viejo,sin hijo que te busque, como a Ulises,sin Itaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,fiel hasta el fin del camino y tu vida,no eches de menos un destino más fácil,tus pies sobre la tierra antes no hollada,tus ojos frente a lo antes nunca visto.

Perfección JORGE GUILLÉN

Queda curvo el firmamento,Compacto azul, sobre el día.Es el redondeamientoDel esplendor: mediodía.Todo es cúpula. Reposa,Central sin querer, la rosa,A un sol en cénit sujeta.Y tanto se da el presente

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Que al pie caminante sienteLa integridad del planeta.

Por tierras de España ANTONIO MACHADO

El hombre de estos campos que incendia los pinares y su despojo aguarda como botín de guerra, antaño hubo raído los negros encinares, talado los robustos robledos de la sierra.

Hoy ve sus pobres hijos huyendo de sus lares; la tempestad llevarse los limos de la tierra por los sagrados ríos hacia los anchos mares; y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

Es hijo de una estirpe de rudos caminantes, pastores que conducen sus hordas de merinos a Extremadura fértil, rebaños trashumantes que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.

Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto, hundidos, recelosos, movibles; y trazadas cual arco de ballesta, en el semblante enjuto de pòmulos salientes, las cejas muy pobladas.

Abunda el hombre malo del campo y de la aldea, capaz de insanos vicios y crímenes bestiales, que bajo el pardo sayo esconde un alma fea, esclava de los siete pecados capitales.

Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza, guarda su presa y llora la que el vecino alcanza; ni para su infortunio ni goza su riqueza; le hieren y acongojan fortuna y malandanza.

El numen de estos campos es sanguinario y fiero: al declinar la tarde, sobre el remoto alcor, veréis agigantarse la forma de un arquero, la forma de un inmenso centauro flechador.

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta —no fue por estos campos el bíblico jardín—; son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín.

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Primera impresión de Granada JOSÉ ZORRILLA

Dejadme que embebido y estático respireLas auras de este ameno y espléndido pensil.Dejadme que perdido bajo su sombra gire;Dejadme entre los brazos del Dauro y del Genil.Dejadme en esta alfombra mullida de verdura,Cercado de este ambiente de aromas y fresura,Al borde de estas fuentes de tazas de marfil.Dejadme en este alcázar labrado con encajes,Debajo de este cielo de límpidos celajes,Encima de estas torres ganadas a Boabdil.

Dejadme de Granada en medio del paraísoDo el alma siento henchida de poesía ya:Dejadme hasta que llegue mi término precisoY un canto digno de ella la entonaré quizá.Si, quiero en esta tierra mi lápida mortuoria;¡Granada!... Tú el santuario de la española gloria:Tu sierra es blanca tienda que el pabellón te da,Tus muros son el cerco de un gran jarrón de flores,Tu vega un chal morisco bordado de colores,Tus torres son palmeras en que prendido está.

¡Salve, oh ciudad en donde el alba naceY donde el sol poniente se reclina:Donde la niebla en perlas se deshaceY las perlas en plata cristalina:Donde la gloria entre laureles yaceY cuya inmensa antorcha te ilumina;Santuario del honor, de la fe escudo,Sacrosanta ciudad, yo te saludo!

La primavera besaba ANTONIO MACHADO

La primavera besabaSuavemente la arboleda,Y el verde nuevo brotabaComo una verde humareda.

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Las nubes iban pasandoSobre el campo juvenil...Yo vi en las hojas temblandoLas frescas lluvias de abril.

Bajo ese almendro florido,Todo cargado de flor-Recordé-, yo he maldecidoMi juventud sin amor.

Hoy en mitad de la vida,Me he parado a meditar...¡Juventud nunca vivida,Quién te volviera a soñar!

Quisiera estar solo en el Sur LUIS CERNUDA

Quizá mis lentos ojos no verán más el surde ligeros paisajes dormidos en el aire,con cuerpos a la sombra de ramas como floreso huyendo en un galope de caballos furiosos.El sur es un desierto que llora mientras canta,y esa voz no se extingue como pájaro muerto;hacia el mar encamina sus deseos amargosabriendo un eco débil que vive lentamente.En el sur tan distante quiero estar confundido.La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Réquiem JOSÉ HIERRO

Manuel del Río, natural de España, ha fallecido el sábado 11 de mayo, a consecuencia de un accidente. Su cadáver está tendido en D'Agostino Funeral Home. Haskell. New Jersey. Se dirá una misa cantada a las 9,30 en St. Francis. Es una historia que comienza

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con sol y piedra, y que termina sobre una mesa, en D'Agostino, con flores y cirios eléctricos. Es una historia que comienza en una orilla del Atlántico. Continúa en un camarote de tercera, sobre las olas —sobre las nubes— de las tierras sumergidas ante Poseidón. Halla en América su término con una grúa y una clínica, con una esquela y una misa cantada, en la iglesia de St. Francis.

Al fin y al cabo, cualquier sitio da lo mismo para morir: el que se aroma de romero, el tallado en piedra o en nieve, el empapado de petróleo. Da lo mismo que un cuerpo se haga piedra, petróleo, nieve, aroma. Lo doloroso no es morir acá o allá...

Requiem aeternam, Manuel del Río. Sobre el mármol en D'Agostino, pastan toros de España, Manuel, y las flores (funeral de segunda, caja que huele a abetos del invierno) cuarenta dólares. Y han puesto unas flores artificiales entre las otras que arrancaron al jardín... Liberanos domine de morte aeterna... Cuando mueran James o Jacob verán las flores que pagaron Giulio o Manuel... Ahora descienden a tus cumbres garras de águila. Dies irae. Lo doloroso no es morir dies illa acá o allá; sino sin gloria...

Tus abuelos fecundaron la tierra toda, la empaparon de la aventura. Cuando caía un español se mutilaba el Universo. Los velaban no en D'Agostino

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Funeral Home, sino entre hogueras, entre caballos y armas. Héroes para siempre. Estatuas de rostro borrado. Vestidos aún sus colores de papagayo, de poder y de fantasía. Él no ha caído así. No ha muerto por ninguna locura hermosa. (Hace mucho que el español muere de anónimo y cordura, o en locuras desgarradoras entre hermanos: cuando acuchilla pellejos de vino derrama sangre fraterna). Vino un día porque su tierra es pobre. El Mundo, Liberanos Domine, es patria. Y ha muerto. No fundó ciudades. No dio su nombre a un mar. No hizo más que morir por diecisiete dólares (él los pensaría en pesetas). Requiem aeternam. Y en D'Agostino lo visitan los polacos, los irlandeses, los españoles, los que mueren en el week-end.

Requiem aeternam. Definitivamente todo ha terminado. Su cadáver está tendido en D'Agostino Funeral Home. Haskell. New Jersey. Se dirá una misa cantada por su alma.

Me he limitado a reflejar aquí una esquela de un periódico de New York. Objetivamente. Sin vuelo en el verso. Objetivamente. Un español como millones de españoles. No he dicho a nadie que estuve a punto de llorar.

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La rosa blanca CAROLINA CORONADO

¿Cuál de las hijas del verano ardiente, cándida rosa, iguala a tu hermosura, la suavísima tez y la frescura que brotan de tu faz resplandeciente?

La sonrosada luz de alba naciente no muestra al desplegarse más dulzura, ni el ala de los cisnes la blancura que el peregrino cerco de tu frente.

Así, gloria del huerto, en el pomposo ramo descuellas desde verde asiento; cuando llevado sobre el manso viento

a tu argentino cáliz oloroso roba su aroma insecto licencioso, y el puro esmalte empaña con su aliento.

Saeta que voladora GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Saeta que voladoraCruza, arrojada al azar,Y que no se sabe dóndeTemblando se clavará;

Hoja que del árbol secaArrebata el vendaval,Sin que nadie acierte el surcoDonde al polvo volverá;

Gigante ola que el vientoRiza y empuja en el mar,Y rueda y pasa, y se ignoraQué playa buscando va;

Luz que en cercos temblorososBrilla, próxima a expirar,Y que no se sabe de ellosCuál el último será;

Eso soy yo, que al acaso

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Cruzo el mundo sin pensarDe dónde vengo ni a dóndeMis pasos me llevarán.

Si el cielo está sin luces JOSÉ CADALSO

Si el cielo está sin luces,el campo está sin flores,los pájaros no cantan,los arroyos no corren,no saltan los corderos,no bailan los pastores,los troncos no dan frutos,los ecos no responden...es que enfermó mi Filisy está suspenso el orbe.

Si mi voz muriera en tierra RAFAEL ALBERTI

Si mi voz muriera en tierrallevadla al nivel del mary dejadla en la ribera.Llevadla al nivel del mary nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.

Oh mi voz condecoradacon la insignia marinera:sobre el corazón un anclay sobre el ancla una estrellay sobre la estrella el vientoy sobre el viento una vela!

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Sólo aquel tembloroso viento amado GERMÁN BLEIBERG

Sólo aquel tembloroso viento amado,tan dulcemente estrecho entre mis venas,viene con tu paisaje y con serenasvoces de tu fervor puro y llorado.

Estoy solo, ya solo y entregadoa este dolor humilde en que me ordenas,y espero, oculto en soledades plenas,llegar a ti, febril y enajenado.

Hoy son tus ojos esta luz sin horas.que yo buscaba como bien pequeño.¡Víspera del espacio presentido,

las lentas llamas, manantial de auroras!Y tu sangre tendrá un sabor de sueñoentre las mariposas florecido.

Soria fría, Soria pura ANTONIO MACHADO

¡Soria fría, Soria pura, cabeza de Extremadura, con su castillo guerrero arruinado, sobre el Duero; con sus murallas roídas y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores soldados o cazadores; de portales con escudos de cien linajes hidalgos, y de famélicos galgos, de galgos flacos y agudos, que pululan por las sórdidas callejas, y a la medianoche ululan, cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana de la Audiencia da la una. Soria, ciudad castellana

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¡tan bella! bajo la luna.

Soy un alma pagana FRANCISCO VILLAESPESA

Soy un alma pagana. Adoro al dios bifronte y persigo a las ninfas por las verdes florestas, y me gusta embriagarme en mis líricas fiestas con vino de las viñas del viejo Anacreonte. ¡Que incendie un sol de púrpura de nuevo el horizonte; que canten las cigarras en las cálidas siestas, y que dancen las vírgenes al son del sistro expuestas al violador abrazo de los faunos del monte! ¡Oh, viejo Pan lascivo!... Yo sigo la armonía de tus pies, cuando danzas. Por ti amo la alegría y las desnudas ninfas persigo por el prado. Tus alegres canciones disipan mi tristeza, y la flauta de caña que tañes me ha iniciado en todos los misterios de la eterna Belleza!

Suceso GLORIA FUERTES

Marinero sin tierra náufrago sin velamen huérfano de puerto nave sin timón. Rodeado de agua y sediento rodeado de pescado y hambriento rodeado de olas y sin saludos rodeado de dólares y desnudo.

Testigo de excepción FRANCISCA AGUIRRE

Es lo que necesito.Un mar y no otra cosa, no otra cosa.

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Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.Un mar, un mar es lo que necesito.No una montaña, un río, un cielo.No. Nada, nada,únicamente un mar.Tampoco quiero flores, manos,ni un corazón que me consuele.No quiero un corazóna cambio de otro corazón.No quiero que me hablen de amora cambio del amor.Yo sólo quiero un mar:yo sólo necesito un mar.Un agua de distancia,un agua que no escape,un agua misericordiosaen que lavar mi corazóny dejarlo a su orillapara que sea empujado por sus olas,lamido por su lengua de salque cicatriza heridas.Un mar, un mar del que ser cómplice.Un mar al que contarle todo.Un mar, creedme, necesito un mar,un mar donde llorar a maresy que nadie lo note.

Tiempo de mar ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN

El mar me pertenecelo hago pasar enteroentre mis manos ávidas.Lo acaricio le doyla única miradasencilla que me quedala que aún no han manchadoni el miedo ni la muerte.

Mar limpio entre mis dedosgoteando esperanzasporque sostiene aúnun velamen con brisa.

Mar de todos los mareshoy contemplo en su espuma

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otros mares antiguos:aquel de mi primercontacto con las playasy el de aquellas lecturascodiciosas e incómodasbajo algún tamarindo.y aquel otro del trópicosin huellas de turistascon esa pulpa tiernaque ofrece el cocotero.

Quiero olvidar aquílo que sucedió anoche.el mar no tiene culpa.Es dócil, mío, puro,es un lebrel que lamemis plantas mansamente.

Tierra seca, tierra quieta FEDERICO GARCÍA LORCA

Tierra seca,Tierra quietaDe nochesInmensas.

(Viento en el olivar,Viento en la sierra.)

TierraViejaDel candilY la pena.TierraDe las hondas cisternas.TierraDe la muerte sin ojosY las flechas.

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Las tierras labrantía ANTONIO MACHADO

Las tierras labrantías, como retazos de estameñas pardas, el huertecillo, el abejar, los trozos de verde obscuro en que el merino pasta, entre plomizos peñascales, siembran el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino, parecen humear las yertas ramas como un glauco vapor —las nuevas hojas— y en las quiebras de valles y barrancas blanquean los zarzales florecidos, y brotan las violetas perfumadas.

Toda la piel del mundo JUANA CASTRO

Tú los ves ahí colgados, tirados, y dices,vaya cosa, son cosa de mujeres, tonterías,lo llevan para meter el pintalabios,el móvil, quizás una compresa. Y te olvidas.

Pero ellas no olvidan, lo llevan como a un gato,como al fiel compañero, como su santo y seña,como su claro ex-libris.

Te equivocas si crees, en tu inocencia,que esa cosa de rafia o de piel beigesirve para tener a mano el colorete, las llaves, el perfume.

Yo la he visto de noche,esa cosa respira, es una megalópolis,no está quieta por dentro, es multiforme y crece.A la hora del pan huele a cerveza,y cuando está nubladote puedes encontrar con que ahí dentrohay una hija, un sol, unas tijerasde robar rosas rojas.

Ahí, a tres de julio, he visto amanecer los pájaros cantandoy había un abanico para un novioy una estrella de miel para la madre.

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En el rincón azul, las gafas de coser,las recetas del padre a la fecha de hoy,la muestra de la tela -preciosa- que le dio el tapicero.Al fondo la novela, la última, de Doris Lessingy el bono de 10 horas del gimnasio.

Por ahí pasa un río,pasa el día, la música, la niebla...

Esa cosa. Mi bolso.

Que va a dar al mar.

Torna, roble, árbol patrio ROSALÍA DE CASTRO

Torna, roble, árbol patrio, a dar sombraCariñosa a la escueta montañaDonde un tiempo la gaita guerrera105Alentó de los nuestros las almasY compás hizo al eco monótonoDel canto materno,Del viento y del agua,Que en las noches del invierno al infanteEn su cuna de mimbre arrullaban.

Que tan bello apareces, ¡oh roble!De este suelo en las cumbres gallardasY en las suaves graciosas pendientesDonde umbrosas se extienden tus ramas,Como en rostro de pálida virgenCabellera ondulante y dorada,Que en lluvia de rizosAcaricia la frente de nácar.

¡Torna presto a poblar nuestros bosques;Y que tornen contigo las hadasQue algún tiempo a tu sombra tejieronDel héroe gallegoLas frescas guirnaldas!

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Tras de inútil fatiga ROSALÍA DE CASTRO

Tras de inútil fatiga, que mis fuerzas agota,Caigo en la senda amiga, donde una fuente brotaSiempre serena y pura;Y con mirada incierta, busco por la llanuraNo sé qué sombra vana o qué esperanza muerta,No sé qué flor tardía de virginal frescuraQue no crece en la vía arenosa y desierta.

De la oscura Trabanca tras la espesa arboleda,Gallardamente arranca al pie de la veredaLa Torre y sus contornos cubiertos de follaje,Prestando a la mirada descanso en su ramajeCuando de la ancha vega, por vivo sol bañadaQue las pupilas ciega,Atraviesa el espacio, gozosa y deslumbrada.

Como un eco perdido, como un amigo acentoQue suena cariñoso,El familiar chirrido del carro perezosoCorre en las alas del viento y llega hasta mi oídoCual en aquellos días hermosos y brillantesEn que las ansias mías eran quejas amantes,Eran dorados sueños y santas alegrías.

Ruge la Presa lejos..., y, de las aves nido,Fondóns cerca descansa;La cándida abubilla bebe en el agua mansaDonde un tiempo he creído de la esperanza hermosaBeber el néctar sano, y hoy bebiera anhelosaLas aguas del olvido, que es de la muerte hermano:Donde de los vencejos que vuelan en la alturaLa sombra se refleja;Y en cuya linfa pura, blanca, el nenúfar brillaPor entre la verdura de la frondosa orilla

Los unos altísimos ROSALÍA DE CASTRO

Los unos altísimos,Los otros menores,Con su eterno verdor y frescura,Que inspira a las almas

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Agrestes canciones,Mientras gime al chocar con las aguasLa brisa marina de aromas salobres,Van en ondas subiendo hacia el cieloLos pinos del monte.

De la altura la bruma desciendeY envuelve las copasPerfumadas, sonoras y altivasDe aquellos gigantesQue el Castro coronan;Brilla en tanto a sus pies el arroyoQue alumbra risueñaLa luz de la aurora,Y los cuervos sacuden sus alas,Lanzando graznidosY huyendo la sombra.

El viajero, rendido y cansado,Que ve del camino la línea escabrosaQue aún le resta que andar, anhelara,Deteniéndose al pie de la loma,De repente quedar convertidoEn pájaro o fuente,En árbol o en roca.

Verano MANUEL MACHADO

Frutalescargados.Doradostrigales...

Cristalesahumados.Quemadosjarales...

Umbríasequía,solano...Paleta completa:verano.

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Vivir es fácil BLAS DE OTERO

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.

Esta tarde -mar, pinares, azul-,Suspendido entre los brazos ligerísimos del aireY entre los tuyos, dulce, dulce mía,Un ritmo palpitante me cantaba:Es fácil y, a veces, casi alegre.

La brisa unía en un mismo latidoNuestros cuerpos, los árboles, las olas,Y nosotros no éramos distintosDe las nubes, los pájaros, los pinos,De las plantas azules de agua y aire,Plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.

La tierra se extasiaba; ya casi era divinaEn las nubes redondas, en la espuma,En este blanco amor que, radiante, se elevaAl suave empuje de dos cuerpos que se unenEn la hierba.

¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aireSe llenaba de palomas invisibles,De una música o brisa que tu alientoRepetía apresurado de secretos?

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.Contigo entre los brazos estoy viendoCaballos que me escapan por un aire lejano,Y estoy, y estamos, tocando con los labiosEsas flores azules que nacen de la nada.

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;Al besarnos no existe un solo error posible:Resucitan los cuerpos cantando, y pareceQue vamos a cubrirnos de flores diminutas,De flores blancas, lo mismo que un manzano.

Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,Deja que este aire inunde nuestros cuerpos;Seamos solamente dos árboles temblando

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Con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.

Vivir es más que fácil: es alegre.Por caminos difíciles hoy llegoA la simple verdad de que tú vives.Sólo quiero el amor, el árbol verdeQue se mueve en el aire levementeMientras nubes blanquísimas escapanPor un cielo que es rosa, que es azul, que esGris y malva,Que es siempre lo infinito y no comprendo,Ni quiero comprender porque esto basta:¡Amor, amor!, tus brazos y mis brazosY los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,Y una música que flota por encima,Que oímos y no oímos,Que consuela y exalta:¡Amor también volando a lo divino!

Vocación PEDRO SALINAS

Abrir los ojos. Y versin falta ni sobra, a colmoen la luz clara del díaperfecto el mundo, completo.Secretas medidas rigengracias sueltas, abandonosfingidos, la nube aquella,el pájaro volador,la fuente, el tiemblo del chopo.Está bien, mayo, sazón,todo en el fiel. Pero yo...Tú, de sobra. A mirary nada más que a mirarla belleza rematadaque ya no te necesita.

Cerrar los ojos. Y verincompleto, tembloroso,de será o no será - masas torpes, planos sordos -,sin luz, sin gracia, sin ordenun mundo sin acabar,necesitado, llamándomea mí, o a ti, o a cualquiera

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que ponga lo que le falta,que le dé la perfección.

En aquella tarde clara,en aquel mundo sin tacha,escogí:el otro.Cerré los ojos.

Ya hay un español que quiere ANTONIO MACHADO

Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.

Ya no mana la fuente ROSALÍA DE CASTRO

Ya no mana la fuente, se agotó el manantial;Ya el viajero allí nunca va su sed a apagar.

Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,Ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.

Sólo el cauce arenoso de la seca corrienteLe recuerda al sediento el horror de la muerte.

¡Mas no importa! A lo lejos otro arroyo murmuraDonde humildes violetas el espacio perfuman.

Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,Tiende en torno del agua su fresquísima sombra.

El sediento viajero que el camino atraviesa,Humedece los labios en la linfa serenaDel arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,Y dichoso se olvida de la fuente ya seca.

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