La Hermenéutica Del Siglo II
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EL P R O B L E M A H E R M E N E U T IC O DE L S IG L O S E G U N D O
PROSPER GRECH. O.S.A.
He elegido el tema del problema hermenéutico en el siglo segundo
porque muchas cuestiones desde la ¿poca subapostólica hasta Clemen
te de Alejandría: el valor para nosotros cristianos del Antiguo T esta
mento, el problema del canon, el valor de la tradición como intérprete
de la Escritura y el método de adaptación a la cultura contemporánea,
son problemas que de nuevo vuelven hoy, ya sea en la teología pro
testante ya sea en la católica; una reflexión histórica podría ayudar
nos a ver con más claridad la solución de las discusiones actuales *.
Las raíces de esta problemática se encuentran en los hechos ante
riores del período apostólico. El encuentro de Jerusalén había confir
mado la tesis paulina de que los gentiles convertidos no tenían que
observar la ley mosaica; y, además, que los judeocristianos no se sal
vaban por su fidelidad a la torah sino por la fe en Cristo. Al mismo
tiempo Pablo y los otros autores neotestamentarios, hacían uso com
pleto de las profecías del Antiguo Testamento para ilustrar la vida,
muerte y resurrección de Cristo *. Mientras Pablo afirmaba que basta
la fe sin la ley, al mismo tiempo aseguraba que lo que nos salva es
el cumplimiento de los mandamientos (1 Cor 7,19) y además postula:
Anulamos, pues, la ley con la fe? No ciertamente, ames la confir
mamos» (Rom 3,31), al igual que Jesús, quien había declarado puras
todas las cosas (Me 7,15) y también había dicho: «N o penséis que he
venido a abolir sino a dar cumplimiento (a la ley)» (Mt 5,17). Las
1. Una bibliografía buena se encuentra en H. J. SlEBSN, Exegeus Patrum Sag gio bibliográfico suü'esegeu bíblica det Podrí de'.la Cbiesa, Roma, Augustinianum
1983. Cfr. tamban M. Sim o n e t t i, Profilo ¡torteo dellesegen patrística. Roma.Augustinianum 1981; B. d e Ma k g e k i e , Introduction a l'batone de l'exégése. 3 vol.,Parts 1980.
2. Cfr. E. P. Sa n d f r s , Patd. tbe Law, and tbe Jewisb People, Philadclphia1983, pp. 100-104.
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seis antítesis que siguen en el sermón de la montaña indican en qué
sentido Jesús hablaba de cumplimiento \
A veces el Antiguo Testamento es interpretado a la letra según el
método del pesbat rabínico; otras veces, particularmente en la Carta
a los Hebreos y en Gal 4, es interpretado alegóricamente * siguiendo
las líneas de Filón de Alejandría. Las mismas citas de la Bibliasiguen a veces los LXX, otras veces el texto hebreo, mientras no fal
tan ejemplos en los que el texto es parafraseado al modo de los
targumim contemporáneos.
En las controversias antijudaicas se rechaza la tradición de los
fariseos como intérprete de la Escritura, pero en las Cartas Pastora
les se subraya la importancia de mantener también las tradiciones en
tregadas por Pablo. También Juan llama al kérygma primitivo, a «loque era desde el principio» (1 Jn 1,1), para combatir a los docetas*.
En cuanto al contacto con el mundo helenístico, tenemos a Pablo
que afirma con todas sus fuerzas que el kérygma de la cruz no tiene
nada que ver con la sabiduría de este mundo (1 Cor l,18$s), pero
que en sus listas de vicios y virtudes se acerca a la ética estoica so
brepasando la simple moral del Antiguo Testamento. Se jacta de haberse hecho judío con los judíos para ganar a los judíos y gentil con
los gentiles para ganarles también a ellos (1 Cor 9,20-23).
El canon bíblico aceptado ya sea por Jesús ya por los apóstoles
es el palestino pero no faltan aperturas a los libros deuterocanónicos,
como la alusión clara al libro de la Sabiduría en Rom l,18ss. Además,
ya en el mismo Nuevo Testamento encontramos un inicio de cano
nización de las cartas paulinas en 2 Pe 3,15s.Tenemos también otro hecho: los escritos neotestamentarios, pro
venientes de diversos autores, aunque se mantienen juntos por el
principio de no contradicción del uno con el otro, y, positivamente,
por la unidad del kérygma apostólico, representan incluso tendencias
diversas según un cierto pluralismo. Coexisten Pablo y Santiago, Ma
teo y Juan el u no jun to al otro *. Difieren en su acentuación doctrinal3456
3. El problema de la convergencia entre Mateo y Pablo, no obstante el puntode partida diverso, ha sido estudiado recientemente por R. Mo h r ia n g , Matthew and Paul. A Campanson of F j bical Perspectiva, Cambridge 1984
4. De la abundante literatura sobre esta materia indicamos R. Lo n c f n e c k e r , Bíblica! Exegesis in the Apostolic Period, Gran Rapids 1975; A. T IIa n s o n . The
Living Uttersnces of Cod, London 1983.5. Para los adversarios de la comunidad joánica R. B r o x t n . The Community of
the M ove d Disciple, London 1979.6. El problema ha sido planteado bien en J. D. G. Du n n , Unity and Diversity
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(fe u obras, humanidad de Jesús y su divinidad) y en la manera de
ver el mundo según los varios géneros literarios, un cierto negativis-
mo en el género apocalíptico, positivo hada la historia en los Hechos
de los Apóstoles.
Como conclusión a esta breve introduedón creemos que aparece
ya evidente, que mientras la Iglesia del siglo primero ha dejado a laIglesia posterior la herencia inestimable del Nuevo Testamento y del
depositum fidei, también dejó, al siglo que iniciaba, una cantidad de
nudos que desenredar, nudos que se convirtieron en piedra de escán
dalo para quienes se acogían a lo secundario de la Catholica, pero fuen
te de riqueza interpretativa y variedad de pensamiento para los gran
des maestros del siglo segundo.
Comenzamos por el problema del valor del Antiguo Testamento
para los Cristianos78910. Sabemos muy bien que el problema surge ya
sea por las afirmaciones de Pablo acerca de la ley ya sea por las po
siciones diteístas del Gnosticismo. De hecho Marción es el más ra
dical de todos rechazando completamente el Viejo Testamento y acep
tando del Nuevo sólo una versión revisada del Evangelio de Lucas,
y las canas de Pablo. Es el paulinismo llevado a sus consecuenciasextremas. Marción sólo sigue y exagera una vía del cristianismo, no
reconociendo el legítimo pluralismo de la yuxtaposición del paulinis
mo y judeocristianismo en la formación contemporánea del canon del
Nuevo Testamento. El autor del Antiguo Testamento es el demiurgo,
el dios de los judíos, justo pero no bueno*.
No todos los gnósticos han seguido a Marción en su radicalismo *.En la carta de Tolomeo a Flora, por ejemplo, se distinguen tres par
tes del Antiguo Testamento: aquellas de las cuales Dios es autor,
aquellas en las cuales Moisés habla como hombre y aquellas atribuidas
a los ancianos; partes que tienen una autoridad diversa y de las que
sólo las primeras valen para el gnóstico cristiano **. Más positiva es aún
in i be New Testament, London 1977, pero las soluciones de Dunn son, a menudo,irreales. Mejor H. Rie s e n f e l d , Dnit¿ et diversité dans le NT., París 1979.
7. Es conocida la posición de Bultmann, recientemente estudiada de nuevoy comentada por H. HOb n e r en Kerygma und Dogma. 30 (1984) 250-272 bajo eltítulo «Rudolph Bultmann und das Alte Testament».
8. Ver «Marcione» en Dtztonario Patristico e di antiebitd Cristiane, vol. II,1984, con relativa bibliografía.
9. Para ejemplos de exégesis veterotestamentaria gnóstica cfr. Altes Testament, Frühjudentum, Gnosit a cargo de K.-W. T r 6g e r , Berlín 1980, pp. 37-155.
10. M. Sim o n e t t i, Testi gnostici Cristiani, Bari 1970, reproduce la «Leñera aHora» en pp. 169-177 de Epifanio, Panarion, 33,3-7. Texto italiano de la Pistis
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la Pistis Sophia. Los gnósticos que aceptaban el Antiguo Testamento
lo explicaban alegóricamente, pero no según la alegoría tipológica con
relación al Nuevo Testamento sino según una alegoría absoluta con
referencia a los sucesos del plcroma
Quizá, se podría pensar que al menos los judeocristianos exaltaran
el Antiguo Testamento. No es así. Los ebionitas, como resulta de lasPseudoclementinas “ , distinguían dos formas de profecía, la mascu
lina y la femenina. A la primera pertenecían Adán, Abel, Isaac, Jacob,
Moisés, Jesús y Pedro. A la profecía femenina pertenecían Eva, Caín,
Ismael, Esaú, Arón, Juan el Bautista y Pablo. No todo aquello que
decían estos últimos era falso, pero muchas veces han hablado no ins
pirados por Dios sino por persuasión propia.
Es evidente que los hebreos como tales mantenían el Antiguo
Testamento entero interpretándolo a la letra u . Tampoco los cristia
nos han tenido jamás la mínima duda sobre la validez de todo el An
tiguo Testamento. De hecho, cuando, en el siglo segundo, se habla
de «Biblia», se refiere primeramente a las Escrituras hebreas, al me
nos en su versión griega, estando el canon neotestamentario todavía
en formación. Lo hacían no sólo porque Jesús y los apóstoles habíanaceptado las Escrituras como estaban sino especialmente contra los
gnósticos, afirmando que el Dios de la Antigua Alianza, autor de las
Escrituras, era el mismo Dios de la Nueva, y no el demiurgo o dios
malvado de los gnósticos. Además, el theologoumenon que después
les permitía a ellos encontrar la doctrina evangélica también en la
Biblia de los hebreos, era la afirmación que el autor del Antiguo Tes
tamento era el Verbo de Dios M, el cual habló de sí mismo en la Bibliapara cumplir después lo que había predicho cuando se hubiera encar
nado. La ley de Moisés había sido dada sólo a causa de la dureza
del corazón de los hebreos, pero fue superada por la Nueva Alianza
de Jesucristo. Además la interpretaban alegóricamente con referencia
a su tiempo. Es significativo el hecho que ningún padre del siglo
segundo desarrolle el pensamiento de Heb 7,12: «Mudado el sacer-
Sopbta del cód. Askew en M. Er b e t t a , Gli apocrifi del NT, vol. 1/1, Torino 1975,pp. 3 % **.
11. Ejemplos en I REn e o , Haer. 1120.
12. H.-J. Sc h o e p s , Theologie und Gescbicbte des Judencbristentums. Tübin-gen 1949, pp. 117 ss.
13. Un debate completo en E. E. Ur b a c h , The Sages. Their Coneepts and Be- liefs, Jcrusalem 1979, vol. I, pp. 286-314.
14. J u s t in o , Apol. 1,63; I r e n e o , Haer. IV,8-10 passim.
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dorio, de necesidad ha de mudarse también la ley*, que habría podido
ofrecer una clave de solución más clara.
Vamos ahora a la interpretación propiamente dicha. En el siglo
segundo la exégesis judaica estaba en manos de los rabinos tannaim,
cuyos dichos constituyen la mishna y los midrashim halákicos 13. Se
guían reglas precisas de interpretación, siete middoth de Hillel, exten
didos a trece por R. Ishmael y a 32 por R. Eliezer b. José. Su exégesis,
la única que quedó después de la destrucción del templo, era a veces
del método peshat, o literal, pero a menudo del método derash o her
menéutica. No buscaba el sentido histórico del autor sino el texto
leído materialmente; muchas veces contando incluso el número total
de los números simbolizados por las letras alfabéticas, como en la
kabbala, intentaba justificar la casuística farisca para solucionar cuestiones prácticas de legislación contemporánea. Estaba, por consiguien
te, muy lejos de la exégesis contemporánea tanto gnóstica como cris
tiana. Ya hemos dicho de la exégesis gnóstica, sea la del Antiguo o la
del Nuevo Testamento, que tampoco se ocupaba del sensus auctoris
sino que se leía como una alegoría vertical de la construcción del pie-
roma y de los acontecimientos de salvación gnóstica. La fuente propia
de revelación no era la Escritura como tal sino la tradición secreta y la
revelación privada.
En algunas circunstancias los autores cristianos tenían que mo
verse de maneras diversas según lo pidiese el género literario que
utilizaban, apología, carta de exhortación, impugnación, etc., y según
el Sitz im Leben que pidiese su escrito. Es necesario aclarar también
que cuando hablamos de interpretación bíblica no tenemos que suponer que siempre tenían una Biblia entera en sus manos. A veces tenían
algún rollo de profetas o salmos o el Pentateuco, pero otras veces
sólo tenían una colección de Testimonia cristológicos separados del
contexto y citados en serie y a menudo usaban midrash cristianos. Qui
zá tengamos que señalar que en el siglo segundo los autores cristianos
estaban buscando todavía una exégesis distinta y propia, que alcanzará
su madurez sólo en la escuela antioquena y después con San Agustín **.
De hecho, en su Diálogo con Trifón , Justino realiza una exégesis
cristológica de las profecías del Antiguo Testamento sin alegoría pero
forzando demasiado los textos, casi como si quisiera encontrar todo
15. Cfr. P. G*e c j i -G. Se g a l l a , Metodología per ¡o ¡ludio delta teología del NT, Tocino 1978, pp. 23 ss.
16. Cfr. C. Ba se vi, San Agustín. La interpretación del NT. Pamplona 1977; De Ma k g e i u e , o .c ., vol. III.
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el Evangelio ya ad litteram en la Biblia ". Trifón le responde a tono,
considerando el sentido literal histórico de los textos y, aunque Jus
tino a menudo da respuestas óptimas, otras veces no sale del paso
muy brillantemente. Este juicio, sin embargo, lo hacemos desde nues
tro punto de vista de exegetas modernos que utilizan exclusivamente
el método histórico-literal. Tenemos que recordar que para Justino
es el Verbo quien habla en el Antiguo Testamento y por eso conside
ra más lo que nosotros llamaremos el sensus plenior de los textos
que el histórico. Además, Justino sigue el rastro de las profecías cita
das en el Nuevo Testamento mismo o, al menos, de aquellas a las que
se hace alusión, que no sin derecho las aplica a Cristo, unas di
rectamente y otras per analogtam Más tarde la escuela antioquena
resolverá el problema de la relación entre sentido histórico y mesiá-nico con la hipótesis de la theoria Pero, quizá, los comienzos
de esta doctrina antioquena los podemos encontrar ya en su origen
en la distinción de Justino entre logoi y typoi: «Alguna vez el Espíritu
Santo hacía que se realizara con claridad lo que era typos de aconte
cimientos futuros; otras veces pronunciaba logous relativos a hechos
que se habrían realizado» ( Dial 114,1).
Mientras Justino acentúa las profecías del Antiguo Testamento,
la Epístola de Bernabé10 quiere encontrar una solución al problema
creado por Pablo con la abolición de la ley, diciendo que los hebreos
no habían entendido que los preceptos de la ley no debían interpre
tarse materialmente, o literalmente, sino espiritualmente o alegórica
mente. Mas la alegoría de esta epístola está muy lejos de aquella fina
y profunda de la Epístola a los Hebreos. Es una alegoría simplicistaque quiere dar a cada precepto particular un simbolismo moral que
no tiene ningún fundamento en la letra y se queda a nivel subjetivo.
Tocará a Clemente de Alejandría y particularmente a Orígenes, con
la ayuda de la filosofía neoplatónica, llevar adelante una alegoría
convincente, si no a nivel exegético sí al menos desde el punto de
vista doctrinal.
Debemos hablar ahora de la exégesis del Nuevo Testamento yaquí tenemos que centrarnos en la problemática de Irenco. Hemos
visto que los gnósticos, contra quienes escribía el obispo de Lyon,
se servían, al menos parcialmente, del Antiguo Testamento y también
17. G.O t r a n t o , Escgesi bíblica e storia irt Giustino,
Barí 1979.18. R. Lo n g e n e c c e r , o .c ., pp. 19-50.19. De Ma r g e r i e , o.c., vol. I, pp. 188-215.20. Cfr. F. Sc o r z a Barcp.l l o n a . Epístola di Bamaba, Torino 1975, pp. 40-46.
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de los escritos del Nuevo Testamento interpretándolos en un sentido
alegórico vertical, es decir no con aplicación a acontecimientos histó
ricos sino a la formación y construcción del pleroma divino*1. Man
tenían la autoridad del Nuevo Testamento. Y no sólo eso sino que los
gnósticos también afirmaban el principio de la tradición, una tradi
ción, sin embargo, secreta y esotérica que Ies había llegado de losApóstoles y confirmaba sus revelaciones privadas. Contra heréticos que
admitían la autoridad de la tradición, no era fácil argumentar con los
apóstoles y la tradición. Irenco, pues, debe definir bien cuál es el
sentido de la Escritura, es decir el sentido literal, el sentido que se
trasluce de la lógica del contexto" y no de la cabe7a del intérprete
que coge los elementos del texto pero que los ordena según la propia
fantasía. Además, la tradición privada no sirve como prueba pública.
La única tradición que interpreta auténticamente la intención de Jesús
y de los Apóstoles es aquella de la cual los obispos de toda la Iglesia,
sucesores de los Apóstoles, dan testimonio público a través de su pre
dicación. La quintaesencia de esta predicación se encuentra en la regu
la fidei, de la que posteriormente nace el credo **. P or consiguiente,
Escritura y regula fidei se interpretan la una con la otra mediante lacadena de unión que es la sucesión de los obispos de lugares diversos.
Pero si resultase difícil consultar a todos se recurra a la Iglesia de
Roma: «Ad hanc cnim ccclesiam, propter potiorem principalitatem,
necesse est omnem convenire ecclesiam, hoc cst eos qui sunt undique
f¡deles, in qua semper ab his qui sunt undique, conservata est ea quae
est ab apostolis traditio» (Haer 111,3,2).
Otro problema hermenéutico del siglo segundo, que hoy vuelve
a escena, es el del canon neotestamentarioH. El canon del Antiguo
Testamento había sido cerrado por los rabinos en la academia de Jam-
nia al final del siglo primero. Para el Nuevo Testamento es conocida
la tesis de Von Campenhausen ** que sostiene que la Iglesia haya
tomado en consideración un canon neotestamentario sólo después que
Marción había creado uno suyo. Esto no es exacto. Los escritores ecle-
21. Ver loa diversos textos en Simonetti, Testi gnostut Cristian», perticulármenle aquellos sacados de Ireneo refiriéndose a la escuela Valentiniana.
22. Haer. 1,8,1.23. Los esbozos de las primeras reguise fidei se pueden ver en J. N. D. Ke l l y ,
Early Cbristian Creed», London 1972, pp. 64-99.24. Para la relación entre kerygma y canon en la discusión dentro de la escuela
buhmaniana cfr. T h . Lo e e k z m e i e e , Exegese un j Hermeneuttk, Bambú rg 1968,pp. 91-123 coa citas de Bulrmann, Braun y Ebeling.
23 H. v o n Ca m p e n h a u s e n , Die Entstebung der cbristltcben Bibei, Tübin-gen 1968.
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siásticos, desde Clemente Romano en adelante, particularmente Igna
cio de Antioquía y Policarpo, habían citado siempre escritos apostóli
cos con autoridad **. El término «autoridad apostólica» es más un
tbeologoumenon que un dato histórico, pues por ejemplo Marcos y Lu
cas no eran apóstoles. Hasta Marción la conciencia de un cuerpo de es
critos comparables en autoridad a la Escritura crecía en el subconsciente de la Iglesia. El canon abreviado de Marción provocó una reacción
explícita porque se tenía ya la conciencia, sólo se necesitaba explicitarla.
De hecho, en Ireneo el canon está bastante claro, incluso con razones
teológicas, al menos en cuanto al número de los Evangelios. Al final
del siglo encontramos el fragmento muratoriano que da una lista ex
plícita. ¿Por qué esta conciencia, primero implícita, después explícita,
de escritos inspirados? Desde inicios del siglo segundo caminabanevangelios y otros escritos procedentes de ambientes judeocristianos
o gnósticos que se despachaban por apostólicos” . Aparte del punto
de vista de una elección positiva para indicar la autoridad de un es
crito, ahora tiene inicio también la negativa del discernimiento entre
lo que era auténticamente apostólico, es decir representaba la verda
dera tradición de los apóstoles, y cuál no. Porque aunque algunos libros
no eran heréticos, su procedencia de la religiosidad popular por fines
de devoción y de curiosidad no los calificaban como testigos autén
ticos de la tradición apostólica. Por consiguiente, apostolicidad y recta
fe en la línea de la regula fidei pronto se convirtieron en criterios de
canonicidad. Otros criterios eran la lectura litúrgica y el uso público
de estos libros en una diversidad de iglesias que indicaban su univer
salidad. No existía ningún «canon intra canon», como pretende la escuela bultmaniana contemporánea, es decir, un nuevo marcionismo
que comprendería sólo aquellos escritos de pensamiento paulino " . El
único criterio era la conciencia de la Iglesia suscitada por el mismo Es
píritu del que provenían aquellos escritos. El canon se convierte en
la colección de libros apostólicos en los cuales se refleja la tradición
católica.
La última cuestión que tenemos que tocar brevemente es la re
lación de los padres del siglo segundo con la cultura griega. Es el
26. Este punto ha sido subrayado brillantemente por D. M. Farkasfalvy en W. F.F a x m e r -D. M. Fa r k a s f a l v y , The formation of the NT. Canon, New York 1983,pp. 118-142.
27. W. Schncemelcher, en H . H e n n e c k e -W. Sc h n e e m e l c h e r R. Mc l W il s o n ,
New Testament Apocrypha, London 1963, vol. I, pp. 80 ss.28. Por ejemplo, S. Sc h ü l z , Die Miste der Schrift, der Frühkatholizismus in
NT ais Herausforderung an den Protestantismus, Stuttgart 1976.
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status quaestionis de la hermenéutica contemporánea, el de la cultu-
ralización San Pablo había opuesto la «sabiduría de este mundo» a
la sabiduría de la cruz (1 Cor 2,5s). Gemente Romano usa artificios
retóricos en su carta. Los grandes opositores los encontramos en Ta-
ciano y, más tarde, en Tertuliano *°. En el género apologético es fácil
despreciar al adversario pero utilizar sus ideas cuando vienen a mano.Una apertura a la cultura griega la encontramos en Minucio Félix y
Atenágoras, y también en Justino. Por eso, Celso trata a los cristianos
de simples ignorantes. La respuesta completa viene de Clemente de
Alejandría y después de Orígenes quienes quieren presentar el men
saje a los griegos en su propio lenguaje, y que pueden ser acusados
de todo menos de ignorancia. No hablemos después de la cultura de
los Capadocios. Sólo hacia el quinto y sexto siglo comienza la decadencia. Esta parábola sigue el modelo clásico de cualquier grupo que
ve amenazada la propia identidad por una cultura adversa y que se
defiende de ella, pero cuando las ideas y líneas de demarcación se
aclaran comienzan los primeros pasos de apertura dentro de los lími
tes lícitos. Luego se pasa al ataque con audacia y se quiere ser más
griego que los mismos griegos, pero cuando se da cuenta de las con
taminaciones que comienzan a aparecer en la propia posición se de
fiende de nuevo.
Llegamos así a la conclusión de esta breve exposición. Aparecerá
claro ahora por qué hemos elegido el siglo segundo para ayudarnos
a comprender mejor los problemas hermenéuticos contemporáneos: el
escepticismo bultmaniano acerca del valor del Antiguo Testamento
para el cristiano*1, los intentos de sus discípulos por encontrar uncanon intra canon en el Nuevo Testamento, la relación entre Escritu
ra y tradición, la victoria, pero, ahora, también la superación del mé
todo histórico-crítico en la exégesis, la relación entre teología bíblica
y cultura moderna, universal o local, el problema de la desmitologui-
zación y la posición del Magisterio en la explicación de la Biblia a
y, por último, la identidad de la hermenéutica católica en relación con
la interpretación de los hermanos separados. Hoy ha renacido un ¡n-
29. El término cultural Lzación no debe confundirse con la desmi tifieación. Pucde existir una culturalización sin introducir el concepto de «mito» en el sent'dobultmaniano.
30. Cfr. M. SimONITTI, Cristianísimo antico e cultura greca. Roma 1984, que
delinea estos estadios sucesivos con mucha claridad.31. Cfr. noca 7.32. P. G r e c h , «The Magistcrium in Scripturc and Tradición», en Symposium
on tbe Magisterium. A Positiva Statemen/, Boston 1978, pp. 32-52.
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terés por el estudio de la exégesis patrística. Aunque no se pueda
volver a los métodos de interpretación de un Orígenes —ha pasado
demasiada agua por debajo de los puentes para que ello sea posible—
no sería, sin embargo, inútil recordar que los padres del siglo segun
do no utilizaban la Escritura para deducir una doctrina apoyada sólo
en la Biblia sino que comenzaban por la regula fidei de la cual laEscritura era la ilustración y el fundamento.