LA CASITA DE DON MATIAS ROMERO...llermo Prieto que se salvó por su'prestigio de versificador...

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24 UNIVERSIDAD LA CASITA DE DON MATIAS ROMERO Legación juarista, y le toca presenciar la derrota de Apomatox, la sumisión de Lee ante fa espada de Ulises Grant. Su actuación diplomática se caracterizó por su celo patriótico, hasta marcar el meridiano de su mayor esfuerzo el haber conseguido que se dirigiera la influencia ameri- cana hacia las cancil1erías de Europa, a firi. de que cesara la intervención francesa. La lucha contra el Imperio termina y don Matías vuelve a México, acompañando a la fa- milia. de J uárez, en un buque ofrecido por el PreSIdente Grant. J uárez lo' nombra su Secretario de Hacienda, .bajo. auspicios económicos y po- lItlcos 1111Cla su labor hacendaria y la objeta, a poco andar, la prensa reaccionaria, y aún la libe- ral, su facc!ón lerdista y porfirista, y a cuyo propOSltO hostIl se asocia el coro impertinente de las pensionistas. En su contra se escriben crí- ticas desatentadas en "El Siglo" y en "El Glo- bo", y despotrica fi rmemente la pluma de Juan A, Zambrano, ex-Tesorero y ex-Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda. En el mismo con- greso de filiación juarista no faltaron, en contra del ministro probo, voces acusatorias que salían respaldadas por Guillermo Prieto, Manuel Ro- mero Rubio, Juan Sánchez Azcona, Julio Zára- te, Carlos Rivas, Ramón Fernández y José Vi- cente Villada, El desconocimiento de los bonos de los años de 1851 y 1864, la cancelación de la concesión del Ferrocarril a Veracruz, dada a Antonio Es- candón, fueron en realidad cosas de poca monta para crearle estorbos al secretario juarista, ya que los verdaderos escollos estaban en la miseria del país, la nulidad de sus fuentes productoras, el auge incontenido del contrabando, la industria paupérrima y el lastre de los guerreros que con- sumía el cincuenta por ciento de los ingresos. Contra esta situación desquiciadora tenía que bre- gar don Matías a mediados del año 1871 sin des- atender las solicitaciones demandadas p;r el nunciamiento del dos de mayo en Tampico.y las que requería la formación de la Memoria de Ha- cienda que presentaba al Congreso General. Don Matías no se daba un punto de reposo probando su dinamismo; su actividad redactora se conservaba íntacta y desconoda todo momerito de quietud. Y a despecho de su labor de gabinete, Los secretarios de Hacienda han. por sus funciones exactoras, llámense- el dramaturgo Eduardo de Gorostiza o Manuel Payno el his- toriador, ciudadanos impopulares, excepto Gui- llermo Prieto que se salvó por su' prestigio de versificador plebeyo, y don Adolfo de la Huerta por su prodigalidad con gentes de telón y candi- lejas. Pero ningún ministro de las finanzas naciona- les fue tan vapuleado como el Lic. Matías Ro- mero, como pocos también tuvieron que sortear con tino la situación de miseria en que se encon- traba el erario, al salir la República de la guerra civil y sus luchas contra el Imperio. Para conocer bien a este ciudadano ministro, que en. otros tiempos pudieron haber inforillado sus actos un capítulo de las Vidas' Paralelas, pa- rece pertinente recordar que nació en Oaxaca a fines del primer tercio del siglo diez y nueve; que en las aulas del Instituto de Ciencias y Artes tuvo por' maestro a Benito Juárez, y desde su juventud se afilió al partido liberal. Su empeño lo trajo a México a terminar sus estudios de abogado; aquí encontró la ayuda munificante del Magistrado de Circuito Lic. Ignacio Mariscal, y a sus veinte años fue a las logias masónicas, hizo ensayos de conspirador jacobino y fue amigo de Melchor Ocampo. El golpe de Estado de Comonfort lo sorpren- dió en su puesto de lucha, y fue con Juárez por tierras de Jalisco, Colima y Panamá, hasta la estabilización del gobierno en Veracruz, en don- de simultánean'lente desempeñó la Secretaría par- ticular de varios ministros del gabinete liberal. Después fue a Washington a trabajar al lado del ministro Mata, dentro de una situación de pre-' conceptos organizádos por el futurismo de la Triple Alianza. - Al ser una realidad la intervención' extranjera, dejó su uniforme protocolario por la indumenta- ria chinaca, y vino a México a presentarse en el cuartel de San Pedro y San Pablo, a ofrecer sus servicios al Jefe Ignacio Zarago'za, encargado de la defensa nacionaL . El abogado oaxaqueño conoció entonces los azares de los campamentos, el vagar errabundo con las guerrillas de Porfirio Díaz; supo de la organización de los al bazos y del ir a salto de mata perseguido por los zuavos; más en un pa- réntesis que se abre a su cooperación armada, vuelve a Unidos donde se encarga de la Por CARLOS FILIO

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LA CASITA DE DON MATIAS ROMERO

Legación juarista, y le toca presenciar la derrotade Apomatox, la sumisión de Lee ante fa espadade Ulises Grant. Su actuación diplomática secaracterizó por su celo patriótico, hasta marcarel meridiano de su mayor esfuerzo el haberconseguido que se dirigiera la influencia ameri­cana hacia las cancil1erías de Europa, a firi. deque cesara la intervención francesa.

La lucha contra el Imperio termina y donMatías vuelve a México, acompañando a la fa­milia. de Juárez, en un buque ofrecido por elPreSIdente Grant.

J uárez lo' nombra su Secretario de Hacienda,~ .bajo. ~e?lorables auspicios económicos y po­lItlcos 1111Cla su labor hacendaria y la objeta, apoco andar, la prensa reaccionaria, y aún la libe­ral, ~n. su facc!ón lerdista y porfirista, y a cuyopropOSltO hostIl se asocia el coro impertinentede las pensionistas. En su contra se escriben crí­ticas desatentadas en "El Siglo" y en "El Glo­bo", y despotrica fi rmemente la pluma de JuanA, Zambrano, ex-Tesorero y ex-Oficial Mayorde la Secretaría de Hacienda. En el mismo con­greso de filiación juarista no faltaron, en contradel ministro probo, voces acusatorias que salíanrespaldadas por Guillermo Prieto, Manuel Ro­mero Rubio, Juan Sánchez Azcona, Julio Zára­te, Carlos Rivas, Ramón Fernández y José Vi­cente Villada,

El desconocimiento de los bonos de los añosde 1851 y 1864, la cancelación de la concesióndel Ferrocarril a Veracruz, dada a Antonio Es­candón, fueron en realidad cosas de poca montapara crearle estorbos al secretario juarista, yaque los verdaderos escollos estaban en la miseriadel país, la nulidad de sus fuentes productoras, elauge incontenido del contrabando, la industriapaupérrima y el lastre de los guerreros que con­sumía el cincuenta por ciento de los ingresos.Contra esta situación desquiciadora tenía que bre­gar don Matías a mediados del año 1871 sin des­atender las solicitaciones demandadas p;r el pr~­nunciamiento del dos de mayo en Tampico.y lasque requería la formación de la Memoria de Ha­cienda que presentaba al Congreso General.

Don Matías no se daba un punto de reposoprobando su dinamismo; su actividad redactorase conservaba íntacta y desconoda todo momeritode quietud. Y a despecho de su labor de gabinete,

Los secretarios de Hacienda han. ~ido por susfunciones exactoras, llámense- el dramaturgoEduardo de Gorostiza o Manuel Payno el his­toriador, ciudadanos impopulares, excepto Gui­llermo Prieto que se salvó por su' prestigio deversificador plebeyo, y don Adolfo de la Huertapor su prodigalidad con gentes de telón y candi­lejas.

Pero ningún ministro de las finanzas naciona­les fue tan vapuleado como el Lic. Matías Ro­mero, como pocos también tuvieron que sortearcon tino la situación de miseria en que se encon­traba el erario, al salir la República de la guerracivil y sus luchas contra el Imperio.

Para conocer bien a este ciudadano ministro,que en. otros tiempos pudieron haber inforilladosus actos un capítulo de las Vidas' Paralelas, pa­rece pertinente recordar que nació en Oaxaca afines del primer tercio del siglo diez y nueve;que en las aulas del Instituto de Ciencias y Artestuvo por' maestro a Benito J uárez, y desde sujuventud se afilió al partido liberal. Su empeñolo trajo a México a terminar sus estudios deabogado; aquí encontró la ayuda munificante delMagistrado de Circuito Lic. Ignacio Mariscal, ya sus veinte años fue a las logias masónicas, hizoensayos de conspirador jacobino y fue amigo deMelchor Ocampo.

El golpe de Estado de Comonfort lo sorpren­dió en su puesto de lucha, y fue con J uárez portierras de Jalisco, Colima y Panamá, hasta laestabilización del gobierno en Veracruz, en don­de simultánean'lente desempeñó la Secretaría par­ticular de varios ministros del gabinete liberal.Después fue a Washington a trabajar al lado delministro Mata, dentro de una situación de pre-'conceptos organizádos por el futurismo de laTriple Alianza. -

Al ser una realidad la intervención' extranjera,dejó su uniforme protocolario por la indumenta­ria chinaca, y vino a México a presentarse en elcuartel de San Pedro y San Pablo, a ofrecer susservicios al Jefe Ignacio Zarago'za, encargado dela defensa nacionaL .

El abogado oaxaqueño conoció entonces losazares de los campamentos, el vagar errabundocon las guerrillas de Porfirio Díaz; supo de laorganización de los albazos y del ir a salto demata perseguido por los zuavos; más en un pa­réntesis que se abre a su cooperación armada,vuelve a Est~dos Unidos donde se encarga de la

Por CARLOS FILIO

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en constante posición de ludia para obtener nue­vos arbitrios con que cubrir las necesidades pre­supuestales, el señor ministro era objeto de lamurmuración ciudadana, la prensa tocaba su vi­da íntima y las pensionistas le causaban sinsa1;lo­res' y desvelos. De estas señoras que se presenta­ban a cobrar los servicios de sus deudos, era laviuda de Alcalde, sujeta agresiva, y en tal forma,que llegó a obligar a don Matías a que de suspropios sueldos le cubriera parte de 10 que leadeudaba el Erario.

La situación compleja principiaba a qtiebran­tar la capacidad moral del ministro; el voceríoreaccionario le imponía disciplinas agobiantes,por cautelosas; la lucha a diario con los políticosdel Congreso minaban el tezón de su voluntad, yla mesnada. de empleados femélicos, d'e agiotistasvoraces y de pensionistas impertinentes debilita­ban su cordura. Entre las pequeñas molestias que'no trascendían al público, surgía el fantasma dela Alcalde, llue pasaba días de campo en las an­tesalas ministeriales, solicitando audiencia, apro­vechando la primera entrada o salida del ministropara tratarle el .eterno asunto de sus quincenasatrasadas. En la esquina de la casa, en la puertade ~ntrada, en paseos y visitas, la. viuda hacíaacto de presencia, acosando, repitiéndole a don:M:atías, por enésima vez, ·los méritos del difuntoesposo, predilecto. soldado de la patria. Al minis­tro oaxaqueño 10 hacía esto andar de cabeza,10 traía loco la endiablada testarudez de la im­perturbable pensionista.

Como si esta situación no fuera molesta paradesquiciar a don Matías, el destino le deparó aúnmayores desazones hasta dar al traste con su re­signación zapoteca, pues sucedió que imposibili­tado ~l.gobiernó para cubrirle sus sueldos le ad­judi<;ó unos solares que habían sido expropiadosal .colegio de San Juan de Letrán, por la canti­dad de veintidós mil pesos. Para su bien o por sumal, .don 1\latías recibió de un Ayuntamiento deSinaloa la .propuesta de. un préstamo hipotecariopor treinta años, ·con garantía ·de los mismos so­lares. Realizada la operación bajo esas condicio­nes, 'procedió a construir su casa en la esquinade la Independencia y San Juan de Letrán.

Ver que el ministro fabricaba su casa, fue todouno para .que, sin adentrar en los medios de ad­quisición, la maledicencia se desbocara en formatan destemplada, que' dort Matías creyó llegadoel ·momento de pres'e"ntar la dimisión de su car­go'. Su renuncia, aun deseada por 'los opositores,causó 'unánime estupor provocando los rhás va-

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riadas comentarios: la prensa oficiosa exaltÓ supatr.iotismo, su capacidad de trabajo y su l~ono­

rabilidad insospechable; la oposición, que noatreviéndose a enfilar sus baterías al Presidentede la República, sino a sus colaboradores, comouna táctica de lucha que siempre ha sido cómo­

.da, se anotó como un triunfo el paso que dabael ministro, sin que dejaran de reclamar suparte, como suya también, los desposeídos delos Bieries de Manos Muertas y la burguesía quesuspiraba por los tiempos del Archiduque. .

Entre los dias que mediaron para que el se-­ñor J uárez resolviera 'la situación creada por larenuncia de su secretario, se presentó la viuda demarras solicitando hablarle a don Matías. Tan­tas y tan premiosas fueron las instancias de laseñora Alcalde, que al fin logró ponerse frenteal haéendista funcionario.

El ministro la recibió con seca cortesía, comoquien desea terminar pronto una situación mo­lesta, preguntándole sobre la ¡iurcha:

-¿ En qué puedo servirle, señora?-Ay, señor ministro, en mucho, y en nada

por ahora; sólo quiero saber si es verdad queusted ha renunciado.·

-Es cierto.-Pero. .. ¿ de ve¡-as señor ministro? Y la

interrogación la formula en tono patético, conel acento del más sincero pesar.

-Es verdad, volvió a repetir el interpeladodon Matías.

-Ay, señor, no renuncie usted; se 10 suplico,se 10 ruego. por 10 que más quiera, señor donMatías.

El honrado jacobino no podía creer 10 que oíade boca de aquella deslenguada pensionista. Suactitud era para caer en· trance de duda. Deaquella mujer que tenía por delante, guardaba elmás deplorable de los conceptos, ¿no' acaso erala misma imperturbable suplicante que habíaarremetido siempre contra su paciencia y contrasu honor? Don Matías se coloca en un plano derectificación, y con voz que ensaya una amabili­dad, le pregunta interesac1amei1te:

-Bueno, pero ¿por qué no quiere usted queyo renuncie?

-Porque usted, señor, ya está terminaJido sucasita ...

El concepto de la casita por terminar ha sidola recompensa' que han gozado la mayoría de losencargados del fisco,' y cuyo concepto, además,ha sido' la causa de la caída de más de un políticode fuste.