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ISSN-0185-0601 ,comerc1 exterior BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTER IOR, S. N.C. VOL. 35, NUM. 10 MEXICO, OCTUBRE DE 1985

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ISSN-0185-0601 ,comerc1 exterior BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTERIOR, S.N.C.

VOL. 35, NUM. 10 MEXICO, OCTUBRE DE 1985

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BANCO NACIONAL lJE COMEKCIO EXTERIOR, S.N.C.

CONSEJO DIRECTIVO

Prt'sid entf' )esC1; Si lvd-H(•r;og Flo rie''>

Co11wit'ros propi<•/,irio;

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C:J rlos S;:i lin .i<, dP Gortdri l)ern.:irdo Scpulved.i Amor Edu ;1rdo PesquPird Olea

i°r<111c isco L.1bast1da O c ho.:i MiguPI M;:in ce rJ !\gu.:iyo 1·r.lllc i<>co SuLircz IJ."1vil,1

Lui s 13r.i vo Aguiler.i GuillPrmo l'ri eto Fortun Jo<,(> Ern e-,10 Costerll<ill e

M,rnue l A rrn end,iri z [tclwg.ir,1y Ernesto I prn ,indP1 Hurtado

J.i cohn Z;:i iden wPber C N icol;'1 s MadJh11.1r

Conwf<'W'> su11lt' nl<''>

C 1rlo-, S,1l l's Guti errf'1 M.1trricio de M.iri,1 y C 1111pos Rogelio Mon lPrn.iyor Seguy

Jorge Edu,irdo N .i vci rrl'l e I <·cl eri co Cu,1n.1l o dl' Id Cc rd.i

1-l ~·c tor Reyp-, Ret.:i nd jos(· Angel Gurria T.

1 lector Va zqu ez Teru·ro I r.lllc isco J. S,lJltoyo V. [nriq11c Jir1H., nez E<, µr rt·1

Rolw rto I rl('dri ch

Co111i:. .irio /JrO/Jit' ld rio !\ rrn,1nd o Ric.ild C' Vl'l.1 sco

Secrrt.1ri.i d ef Consejo M.irg,1r1t.i l'eirnbc rt S1err,1

Director C en«raf AltrC'do Philli p ' O lmedo

Subchrectort'; genf'ra fes H umbC' rlo Soto Rod rigu ez Lui> 'V\al p1c,1 de La111.id r1<:

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1· D irector C ent'r.1 / clef rume\

D irt'ctore., de Lui' Blando Lopez

Enrique 1r1 ,11el,1 Rrba I crnan do Vrl l,ir rcal ) Puga C.

1\ lejdndro Sergio Guerrero

-\ rea clef Ba ncom(• \ I Rrc,irdo Peri ,1loza \\ l'bb M arro G ifr.ird \'d r~,1'> Victor TorrP'> b p1 11os.i Edua rdo Po rld'> Cabrera

Camire Editorial de Comeroo Exterior: Pedro A pe Armella, Carlos Bazdresch Paradd, Sergio Ortiz Hernan, Julian Rodriguez Adame. Raul Salinas Lozano, Victor L. Urquidi

1-' uedl·n rPproduc 1r"'L' mt1tl'riall''-i ell' p..,!d fl'\ ,..,,d ... 1t•n1prl'

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t-'l rrto rlP Comerc w hrf'rior \ ch• lo' .iulort" ·\utor11.id.i c CJmo corr\''i)(inrlPnc1d dP 'C'l.\Unrl.i cl,J>t'

por 1.i Drrec Lion G1•nf'ral d\' Corn•o, trJn lt't ha ~O-X-b2 oi1c10 2111 1:;217. Apar1·c1• el Liit1mo di,1

dl' tddd mt'' IJ1>tr1buc1<in gfdtuil.i . La c om.>,pondenc 1.i debt• d1rrg1r,1• a \,1 GERE\.CIA DE f'UBLICACIO'-l'>

( prrada d\' \\Jlir1IL1n 28 Colonia dt•I Carmen. Coyoacan 0-l 100 \ 1e>.1c o D.F frlP tono h88-0688

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Gr,1uelJ Ph dl1 p'. Angl'I St• rr,ino \ I !onwro l '"" lntorme dt· l.i 1ntc~r.ic 1011 \u,1n Lu" I !< ·rn,ind1·1 l:d1C1on tnrKJLll' Perl'/ \ 'pr,i R,1.,mnnd1· 01•m•ni1·1" ' "-·"lwlli 'i,1nl ht'/ f otoc omprhlt 1<)n Rl'dac ld . 1\ iorm,Jl 11)n Cir)o, Oro1< o \.l.H<'' 1wg.iti\ o' R1golrtho . 5.A 1mprP'>!cin lmprPnt,1 AILI'< o S

Comercio Exterior, revista mensual editada par el Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C. , es una publicaci6n abierta al debate. Admite, par tanto, una amplia gama de ideas, que no coinciden necesariamente con las de la lnstituci6n . La respon abilidad de las trabajos firmados es de sus autores y no del Banco, excepto cuando se indique expresamente lo contrario.

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935 la reconstrucción: tarea de renovación nacional Miguel de la Madrid Hurtado

939 ¿Cuál es el camino del desarrollo?

Amartya Sen

950 Sección nacional

962 la ciencia no garantiza el desarrollo

jean-jacques Saloman

974 la ONUDI y el desarrollo industrial

jorge Eduardo Navarrete

comerc1o exter1or

Vol. 35, núm . 1 O, octubre de 1985

Se reproduce el texto del discurso pronunciado por el Presidente de la República el 9 de octubre, al instalar la Comisión Nacional de Reconstrucción, a la que le señaló nueve principios y normas de acción. La Comisión consta de los siguientes comités : de Reconstrucción del Área Metropolitana de la Ciudad de México; de Descentraliza­ción ; de Asuntos Financieros; de Auxilio Social (salud, educación , empleo y vivien­da); de Auxilio Internacional, y de Prevención de Seguridad Civil.

Pese a que diversos estudiosos han dado por muerta a la economía tradicional del de­sarrollo, el autor sostiene que dicha disciplina sigue viva y ha contribuido a identificar los factores del crecimiento y sus causas, aunque ha sido menos exitosa al caracterizar el desarrollo económico, que puede concebirse como el aumento de la capacidad y las aptitudes de la gente. También considera que el análisis de los derechos y las capa­cidades que, en última instancia, conduce a preocuparse por lo que la gente puede o no hacer, da la posibilidad de enfrentarse con mejores armas a los problemas del desarrollo en los países del llamado Tercer Mundo. En este estudio, agrega, deben tras­cenderse los factores puramente económicos y considerarse también los hechos po­líticos.

Desequilibrio externo: ¿apertura o protección?, p. 950 • El terremoto: un resumen pre­liminar de los daños, p. 957 • Recuento nacional , p. 959 •

Suele darse por supuesto -dice el autor- que la ciencia y la tecnología han contribui­do al desarrollo de los países del Tercer Mundo, y que pueden y deben hacerlo en mayor medida, aunq ue los resultados no siempre correspondan a las expectativas. En este trabajo se hace un ensayo de prospectiva dirigido a identificar algunos problemas, tendencias y riesgos vi nculados con la investigación científica y la innovación técnica al servicio del desarrollo, considerando sus dimensiones sociales. Se evalúan las distin­tas concepciones que al respecto campean en la literatura y se insiste en la necesidad de tener cabalmente en cuenta las múltiples relaciones entre la ciencia , la tecnología y la sociedad .

En 1967, la Asamblea General de la ONU estableció la ONU DI , como agencia encarga­da de ejecutar el programa de desarrollo y coordinar las actividades en materia de in­dustrialización de las Naciones Unidas. La Primera Conferencia de la ONUDI se llevó a cabo en Viena (1971) y la Segunda, en Lima (1975), en la cual se propuso convertirla en un organismo especializado de las Naciones Unidas, similar en ese sentido a la FAO,

la UNESCO, la OMS, y otras. El proceso de transformación llevó diez años. En este en­sayo se da respuesta a diversas interrogantes surgidas en torno a las actividades de la ONUDI en su nueva etapa, en especial las relacionadas con la industrialización de los países miembros, tomando en cuenta sus características propias y las condiciones im· puestas por la actual revolución técnico-industrial.

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978 Sección latinoamericana Vicisitudes del comercio exterior de América Lat ina, p. 978 Informe de la integril-

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la política energética mexicana y el mercado petrolero internacional

Francisco Labastida Ochoa

Hacia la diversificación de la dependencia.

los vínculos económicos de Nicaragua con los

países socialistas Rubén Berríos Marc Edelman

ción, p. 985 Recuento lat inoamericano, p. 991 11

La crisis petrolera de 1973 ocasionó incrementos muy. grandes en los precios del cru­do, dando así fin a la época de los energéticos baratos. La crisis de 1981, a su vez, llevó tales precios hasta los 40 dólares por barril. En una conferencia pronunciada el 7 de agosto, el Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal evalúa el mercado petrolero y analiza la participación mexicana en las exportaciones mundiales del cru­do, los efectos principales de las variaciones en los precios y los resultados de la adop­ción de políticas ahorradoras de energía. Con respecto a México concluye que "la abun­dancia de petróleo remueve algunas restricciones al desarrollo y su funcionamiento, pero no resuelve el problema del subdesarrollo".

Diez años antes de la caída de Somoza, los sandinistas se comprometieron a basar las relaciones exteriores de Nicaragua en el principio de la no alineación. Desde 1979 se ha aplicado en ese país una política exterior independiente que acata el principio men­cionado y que persigue el objetivo de diversificar las relaciones económicas con cua­tro grupos de países (Estados Unidos, "el principal socio tradicional" de Nicaragua; América Latina, incluyendo a los miembros del MCCA; los países desarrollados de Europa Occidental y Japón, y los socialistas y los no alineados). En este ensayo, los autores presentan, paso a paso, la trayectoria de esa diversificación, sus motivos, logros y ex­pectativas, con base en informaciones procedentes de las más variadas fuentes.

1007 Sección internacional El plan Eureka y la guerra de las ga lax ias, ¿llega rá el Apoca lipsi s?

1012 Documento Se reproduce el discurso que, en nombre y representación del Presidente de la Repú­blica, leyó el secretario de Relaciones Exteriores, Bernardo Sepúlveda Amor, en la Asam­blea General de la ONU el 25 de septiembre. En el documento se hacen reflexiones sobre la historia y evolución de las Naciones Unidas, apelando a la cooperación de todos los países; se expresa el punto de vista del Gobierno mexicano respecto de los problemas económicos mundiales, en especial/a deuda externa de los países en desa­rrollo; se hace un llamado para apoyar los esfuerzos del Grupo de Contadora en pro de la paz en Centroamérica, y se concluye que en todos los conflictos y controversias la negociación del:>e sustituir al uso de la fuerza.

1017

1023

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México en el XL aniversario de las Naciones Unidas

Miguel de la Madrid Hurtado

Mercados y productos El mercado de carne de bovino y porcino en México (segu nda y última parte)

Bibl iografía Obras rec ibidas

Siglas y abreviaturas Se incluyen las más empleadas en esta revista

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Comercio Exterior, vol. 35, núm . 1 O, México, octubre de 1985, pp. 935-938

La reconstrucción: tarea de renovación na.cional MIGUEL DE LA MADRID HURTADO

E n el mensaje que recientemente dirigí a la Nación para abordar los graves problemas humanos y materiales del sismo, señalé

que en forma simu ltánea al enfrentam iento de la emergencia em­prenderíamos de inmediato la reconstrucción .

Me he propuesto orientar y encauzar este proceso con la par­tic ipación activa de las fuerzas más dinámicas y representativas de la soc iedad mexicana.

Hoy se instala la Comisión Nacional de Reconstrucción, que será el órgano de diálogo, consu lta y concertac ión donde el Go­bierno recogerá las aportaciones de los ciudadanos, los grupos y las organizaciones sociales para forta lecer en la reconstrucción la democracia, las libertades y las instituciones de la Nación.

Iniciamos los trabajos bajo los auspicios de una gran conciencia de solidaridad nacional. Las enormes y complejas consecuencias del sismo no pueden ser enfrentadas únicamente por el Gobierno; las acciones de la emergencia dieron muestra de la capacidad de

Se reproduce el texto íntegro del discurso que el Presidente de la República pronunció el 9 de octubre en la ceremon ia en la que se insta ló la Comisión Naciona l de Reconstrucción. (E l títu lo es de la Redacción.)

' movi lización, vitalidad y sentido de solidaridad de nuestro pue-blo. En la reconstrucción habremos de mantener este impulso.

Como en otros momentos decisivos de la historia de México, el Estado y la soc iedad estarán a la altura de su responsabilidad no sólo para restaurar daños, sino para reconstruir y renovar, si­mu ltáneamente.

El Gobierno asum irá su responsabi lidad constitucional en la tarea, pero sabe que la Nación se beneficiará de un proceso de amplia participación y comunicación con y entre la sociedad: don­de estén presentes y se escuche a los obreros, a los campesinos, a los empresarios, a los intelectuales, a los académicos, a los cien­tíficos, a los técn icos, a los profesion istas, a los artistas, y donde los jóvenes puedan mantener la voz, la vitalidad y la fuerza q ue mostraron en la emergencia.

Será más eficaz y fecundo este gran ejercicio de diálogo en tanto nos organicemos de manera t~l que se permita al ciudadano común, a los padres de fami lia, al ama de casa hacer escuchar su voz y opinión.

Nos interesa, efectivamente, escuchar, d ialogar y acoger con seriedad las aportaciones que se manifiesten en el seno de la Co­misión y sus mecanismos derivados.

Iniciamos la reconstrucción cuando aún enfrentamos la emer-

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gencia; debemos todavía atender difíciles y dolorosos rescates, resolver demandas urgentes de los damnificados y restaurar ser­vicios fundamentales. La magnitud de la destrucción es tal que requerimos ir más allá.

Es impostergable profundizar los cambios estructurales, de ca­lidad, que demanda la sociedad actual y del mañana.

La reconstrucción implica renovación. Reitero que no se trata de volver al punto de donde partimos, reponiendo simplemente lo destruido, sino de transformar la realidad en beneficio del hom­bre y recimentar el destino nacional ..

Reconstrucción significa revisar el orden de las prioridades, pro­fundizar en acciones que ya veníamos realizando, modificar otras, y, sobre todo, impulsar la enorme vitalidad del pueblo mexicano en una renovada dirección .

La reconstrucción se referirá en mucho a la capital de la repú­blica, pero tendrá repercusiones en todo el país. Es una tarea na­cional que reclama la participación de todos los mexicanos; al emprenderla no podemos perder de vista los retos que tenemos

·por delante: sociales, económicos, materiales e, incluso, aními­cos. Pero tampoco podemos pasar por alto el vigor que ha mos­trado la sociedad y la operatividad de las instituciones nacionales.

En la dificultad debemos reconocer que existe una oportuni­dad. El pueblo de México sabrá aprovecharla para hacer más fuerte a la Nación.

La reconstrucción, por su magnítud y por ser una tarea de re­novación nacional, se prolongará por algunos años. Lo importante es iniciarla con entusiasmo, vigor y en forma ordenada para los siguientes nuevos propósitos:

Primero: auxilio a los damnificados.

Segundo: coordinación de la acción pública y social en torno a las prioridades de reconstrucción de viviendas, hospitales, es­cuelas, monumentos, templos, comunicaciones, sistemas de agua potable y el restablecimiento de servicios públicos.

Tercero: fomento de la descentralización de los diversos as­pectos de la vida nacional, tanto del sector público como de los sectores privado y social , atendiendo al equilibrio urbano y la in­tegración regional.

Cuarto: promoción de fuentes de financiamiento y considera­ción de estrategias y prioridades para la asignación de recursos que demandan las tareas de reconstrucción .

Quinto: formulación de las readecuaciones necesarias en los planes y programas del Gobierno de la República, ubicando efi­cientemente las tareas de reconstrucción en las políticas de desa­rrollo nacional, sectorial y regional.

Sexto: promoción y organización de la movilización de la par­ticipación social en las tareas de reconstrucción.

Séptimo: promoción y uso adecuado y oportuno del auxilio internacional.

Octavo: sistematización de la experiencia de enfrentamiento

reconstrucción y renovación

de los problemas provocados por el sismo para formular progra­mas preventivos de situaciones de emergencia, y

Noveno: observancia de un escrupuloso, eficiente y honesto uso de los recursos.

Para lograr el eficaz cumplimiento de estos propósitos, he acor­dado integrar seis comités que auxiliarán a la Comisión Nacional, y en los que participarán con una clara noción de pluralidad repre­sentantes de las instituciones de la Nación, así como personalida­des destacadas que por sí mismas reflejen la diversidad, densidad y características del rico tejido social que integra a la sociedad mexicana.

Presidiré personalmente los trabajos de los comités para in­ducir y conducir las tareas de la reconstrucción nacional y para beneficiarme del fruto del diálogo y la opinión plural.

Todos mis colaboradores participarán en los comités, según la esfera de su responsabilidad .

El Comité de Reconstrucción del Área Metropolitana de la Ciu­dad de México será coordinado por el Jefe del Departamento del Distrito Federal. Le solicitaré sugerencias para abreviar la norma­lización y readecuación de los servicios públicos, atender a los grupos damnificados, con preferencia a los de limitada capacidad económica; establecer prioridades en los programas de construc­ción, autoconstrucción, remodelación y reparación de viviendas; modificar normas y procedimientos de construcción para prevenir riesgos; promover nuevos horarios de trabajo, rutas y sistemas de transporte; simplificar trámites para fomentar nuevas inversiones que recuperen empleos y construcción.

Me permito formular a este Comité, sólo a manera de ejem­plo, las siguientes cuestiones:

¿Cómo vamos a traducir los sufrimientos y las pérdidas en pro­cesos activos que mejoren nuestra convivencia? ¿Qué tanto del problema lo tenemos que resolver en la ciudad? ¿Cómo modifi­car las tendencias concentradoras que implican riesgos y posibi­lidades de destrucción, sin afectar radical e inconvenientemente a los habitantes de la ciudad de México? ¿Qué destino, en suma, queremos para nuestra ciudad?

El Comité de Descentralización será coordinado por la Secre­taría de Programación y Presupuesto. La descentralización ·de la vida nacional requiere ser apoyada en una reorganización de la Administración Pública Federal, donde se mantengan las sedes de las secretarías de Estado en la capital, pero se descentralicen recursos, oficinas y, sobre todo, facultades, como parte de un pro­ceso más amplio que incluya la educación superior, la actividad económica. industrial, y los servicios, el comercio y las finanzas.

Requiere prever las posibilidades de absorción de las distintas ciudades de la república e ir acompañada de un desarrollo regio­nal que sea estímulo de nuevas fuerzas dinámicas de producción, empleo y bienestar en todo el territorio nacional. Necesitamos profundizar y acelerar las acciones en marcha de descentralización de la educación básica y la salud. Promoveremos la descentraliza­ción de organismos y empresas del sector público, incluyendo, en los casos que proceda, la movilización de las oficinas princi­pales.

La descentralización incide en distintos ámbitos de la vida na-

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comercio exterior, octubre de 1985

cional. Requiere, para su eficaz ejecución, de una efectiva coor­dinación institucional que aproveche las experiencias que cada una de las dependencias ha tenido en el proceso. Así podrán pre­verse mejor las necesidades de servicios, viviendas y de infraes­tructura básica de apoyo en las ciudades de recepción, así como la atención a la producción de consumos básicos y de nuevos desarrollos en el ámbitQ rural.

Asimismo, habrá de considerarse también la necesaria vincula­ción de la descentralización con la reconversión de las industrias paraestatales, y medidas y estímulos que orienten la localización de la actividad industrial, el turismo y los servic ios a cargo de los particulares.

1

Las tareas que tenemos por delante en la descentralización exi-gen enriquecer el concepto de seguridad nacional, bajo sus mis­mos principios, para prevenir concentraciones inconv.enientes de comunicaciones, archivos, información e instalaciones básicas.

La Secretaría de la Defensa Nacional y la Armada de México participarán activamente en estas tareas.

Debemos reforzar la descentral ización con todos los instrumen­tos al alcance del Estado mexicano, aprovechando la infraestructura existente, contemplando el conjunto del territorio y sabiendo que para no frustrar el proceso, debemos actuar con orden, gradualis­mo y la más completa coordinación con los estados y municipios.

¿Cómo se articu larán los esfuerzos de descentralización del Estado con las tareas que llevará a cabo la sociedad? ¿Cuál es la estrategia que permite realizar acciones inmediatas de descen­tra li zación, sin implicar costos excesivos o daños a las ciudades receptoras? ¿Cuáles son las mejores modalidades de descentrali­zación que permiten mantener los propósitos nacionales de las instituciones de la República?

El Com ité de Asuntos Financieros estará coord inado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Su función básica debe­rá ser la de compatibilizar la importante necesidad de recursos para la tarea de reconstrucción, que incluyen las de descentrali­zación, con los recursos disponibles y los que podamos generar para tales propósitos, dentro de una política global de financia­miento sano del desarrollo. Los recursos deberán ser fundamen­talmente internos, y sólo en forma complementaria y limitada aceptaremos y negociaremos apoyos o créditos especiales del exterior.

Su tarea es promover, captar y movilizar los recursos internos y externos que requiere el esfuerzo de reconstrucción; estimular mecanismos que faciliten el financiamiento de la vivienda, la crea­ción de instrumentos de ahorro que permitan la movilización adi­ciona l de recursos para la reconstrucción, y el diseño de estfmu­los fiscales que coadyuven a la descentralización de la actividad económica y de la población a través de infraestructura y vivienda complementaria.

Su principal reto será responder a preguntas como las siguien­tes: ¿cómo hacer compatible la reconstrucción con las posibili­dades y ex igencias de la política económ ica general, que segu irá persiguiendo el control de la inflación, la recuperación del creci­miento y el empleo, el financiamiento de cambios estructura les, · la atención del desarrollo social y una mayor justicia entre todos los gru pos y habitantes de la república? ¿Qué medidas concretas

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de ingreso público, de gasto del Estado, de tratamiento de la deuda pública interna y externa, de moneda y crédito, de tratamientos fiscales, necesitamos ajustar o promover?

El Comité de Auxilio Social tendrá cuatro coordinaciones en las áreas de salud, ed ucación, empleo y viv,ienda.

La responsabilidad de la primera recaerá sobre la Secretaría de Salud, que tendrá que restablecer capacidades básicas y, a la vez, reorganizar el sistema hospitalario de la zona metropolitana y del conjunto del país, buscando compatib ilizar las necesidades de ampliar la cobertura de los servicios de salud, de mejorar su calidad, de descentralizar, sin descuidar el avance de la medicina mexicana en sus centros de excelencia.

La coordinación de la segunda área corresponderá a la Secre­taría de Educación, que se avocará a restablecer el acceso a las escuelas y su adecuado funcionamiento, a prever las necesidades de reorganización de servicios y uso óptimo de infraestructura para apoyar a otras actividades que se descentralicen. Sugerirá procedimientos para aplicar becas en favor de niños y jóvenes de escasos recursos, y para armonizar las necesidades de emer­gencia con los programas de desarrol lo educativo y cultural.

La coordinación de empleo, bajo la responsabilidad de la Se­cretaría del Trabajo, deberá avocarse, ante todo, a restablecer los empleos de quienes se han visto afectados directamente, convi­niendo con los industriales, los bancos, las compañías de segu­ros, fórmulas que beneficien a la industria y a sus trabajadores. Habrá de preverse la vinculación de la capacitación y producti­vidad, con las tareas de descentralización, reconversión indus­triál y apoyo a la pequeña y mediana empresa.

La coordinación de la cuarta área corresponderá a la Secreta­ría de Desarrollo Urbano y Ecología, que actuará de manera ágil y eficaz para atender las necesidades de viviendas de los damni­ficados por el sismo, apoyando la autoconstrucc ión y reparación, y teniendo como prioridad la atención de las necesidades de las dases populares. Los programas de vivienda deberán apoyar los programas de descentralización de la vida nacional que profun­dizaremos en distintos aspectos.

El Comité de Auxilio Internacional será coordinado por la Secre­taría de Relaciones Exteriores. México agradece la ayuda generosa que ha recibido de un gran número de pueblos y de gobiernos e individuos de naciones amigas.

El Gobierno de la República ha tomado y seguirá tomando las medidas suficientes para que esta generosidad se canalice apropia­damente, conforme a nuestras necesidades e intereses nacionales.

El Comité de Prevención de Seguridad Civil será coordinado por la Secretaría de Gobernación, para diagnosticar los riesgos previsibles, diseñar planes y programas específicos de seguridad civil, recomendar instrumentos de coordinación y concertación que permitan respuestas rápidas y eficaces, coordinarse con las acc iones de los estados y municipios, y organizar y estab lecer un Sistema Nacional de Protección Civil que garantice la mejor pla­neación, seguridad, auxilio y rehabilitación de la población y de su entorno ante situaciones de grave riesgo colectivo o desastre, incorporando la participación de la sociedad en su conjunto. De­berá considerarse en forma especial la indispensable participa­ción de nuestras fuerzas armadas en estas tareas.

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El Poder Ejecutivo Federal impulsa, a través de la Comisión de Reconstrucción, la participación de la sociedad y una mayor con­certación de sus partes. En nuestro sistema de división de pode­res, el Ejecutivo Federal, por respeto a los otros poderes de la Unión, no los convoca de manera directa a la Comisión para no interferir en sus atribuciones ni comprometer su opinión indepen­diente en sus facultades de decisión o vigilancia. Sin embargo, en la medida en que las cámaras del Congreso de la Unión juz­guen conveniente tener observadores, el Poder Ejecutivo, desde ahora, los invita respetuosamente a participar en esta Comisión y sus comités.

De igual manera, estaremos atentos a la colaboración que el Poder Judicial estime pertinente en esta importante tarea de re­construcción.

Confiamos en la participación solidaria que se ha venido dan­do de los gobernadores de los estados de la Federación . Cuando los asuntos a tratar puedan repercutir directamente en el ámbito territorial de sus entidades, se les invitará a participar y se coordi­narán las acciones que se deriven .

Asimismo, invito a los partidos políticos para que sumen sus aportaciones, nombrando participantes en los trabajos que llevarán a cabo los comités.

No estamos creando mecanismos burocráticos paralelos o ex­traordinarios. Se trata, reitero, de un órgano de consulta y con­certación que permita captar la participación de la sociedad en su más amplio espectro, para beneficiarnos de su unión y para aprovechar la enorme energía que tiene el pueblo de México y que ha mostrado vigorosa y responsablemente en los días recientes de la tragedia.

El Gobierno continuará tomando con oportunidad las decisio­nes que la realidad y sus responsabilidades exigen . Actuará con agilidad y decisión, asumiendo la responsabilidad que le corres­ponde y siempre dentro del cauce de la ley.

Tenemos, en el marco de nuestro Sistema de Planeación, pla­nes y programas flexibles, instituciones e instrumentos de política a<;eptables, la apreciación de las acciones que debemos acelerar o desestiinular, las estrategias que cambiar o los nuevos énfasis que debe tener la acción pública. No partimos de la nada; conocemos los objetivos que deseamos alcanzar y contamos con los medios y la vitalidad social para lograrlo.

Las comisiones de emergencia que establecí el día del sismo, tanto la Nacional como la del Distrito Federat permanecerán fun­cionando mientras las condiciones lo exijan . Una vez superada la etapa de emergencia, cesarán en sus actividades, y sus inte­grantes canal izarán sus esfuerzos y experienc ias dentro de la Co­misión Nacional de Reconstrucción y sus comités.

COMPATRIOTAS:

E 1 pueblo mexicano ha dado, en esta prueba histórica, el testi­monio más alto de solidaridad, fraternidad, valentía y cohe­

sión. Su actitud será simiente de un México mejor, de un México que habremos de construir con fidelidad hacia nuestra historia, pero con arrojo e imaginación hacia el futuro.

reconstrucción y renovación

La reconstrucción exigirá esfuerzos adicionales de trabajo, pro­ductividad, generación de ahorro, inversiones y divisas. Tendre­mos que adoptar medidas que permitan; con base en nuestro tra­bajo y ahorro, reconstruir gran parte de lo que hemos perdido. Todos tendremos que trabajar más y mejor.

Será indispensable reasignar fondos para las tareas de la re­construcción, manteniendo la más estricta disciplina, postergan­do todo tipo de actividades que no sean estrictamente necesarias y, en algunos casos, acelerando decisiones de cambio estructural o de reconversión de actividades económicas que nos liberen recursos para las tareas fundamentales y, al mismo tiempo, re­suelvan problemas de eficiencia básica de nuestra economía.

La gran destrucción ocurrida genera nuevas necesidades eco­nómicas que se enciman a una situación económica ya de por SÍ difícil.

Procederemos a esta magna tarea de reconstrucción con de; mocracia, libertad, justicia y amplia participación. Son estos los valores que el pueblo de México respeta tanto en la normalidad como en la emergencia.

En esta hora dolorosa y difícil, la sociedad, a través de su activa participación, ha confirmado libremente su vocación de llenar el espacio que desde siempre le ha corresp~ndido.

Toda una generación abrió los ojos a las duras realidades del país que este suceso dramático reveló, pero su reacción no fue de retraimiento, sino de una apasionada voluntad de participar y colaborar.

Quizá muchas de las múltiples acciones de cada uno queden sólo en el recuerdo íntimo o en el anonimato; pero la historia., estoy seguro, habrá de recoger la suma de ellas como una página

· cuya gloria ha estado a la altura de nuestras mejores gestas.

El 19 de septiembre de 1985 fue la naturaleza, no la acción deliberada del hombre, quien nos hirió. Ello nos obliga a mayor previsión, a mejorar la calidad del crecimiento urbano, a evitar concentraciones de riesgos, a reconocer serenamente los errores cometidos y a enmendarlos con decisión y responsabilidad.

Hoy, el reto de reconstrucción y renovación nacional exige mantener y estimular la participación de la sociedad civil y la oportuna y eficaz coordinación y conducción del Gobierno de la República.

La historia y la naturaleza suelen imponer pruebas dolorosas. Las naciones y los hombres que las resisten, salen fortalecidos. Éste será, con certeza, el destino de México.

Hay, en la condición humana, un edificio inmune a la crisis y a los terremotos: es el edificio de la esperanza desde el cual utilizaremos el poderoso instrumento de la voluntad.

Reafirmemos la confianza en y entre nosotros; unamos volun­tades, prolonguemos la solidaridad ante la tragedia en la magna tarea de la reconstrucción y la renovación.

México está de pie. México saldrá adelante más fuerte porque está más unido. O

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Comercio Exterior, vol. 35, núm. 10, México, octubre de 1985, pp. 939-949

1

¿Cuál es el camihlo del desarrollo? AMARTYASEN*

EXPECTATIVAS Y OMISIONES

L a economfa del desarrollo es "un campo de investigación com­parativamente joven. Nació apenas una generación atrás, co­

mo una subdisciplina de la economfa, mientras varias de las otras

• El autor, del All Souls College, de la Universidad de Oxford, presen­tó este trabajo en Dublfn, el23 de septiembre de 1982, en su calidad de Presidente de la Development Studies Association . Al elaborar la versión final, contó con los útiles comentarios de Carl Riskin, Louis Emmerij, Albert Hirschman, Seth Masters, Hans Singer, y los árbitros editoriales de The Economic journal. Igualmente se benefició con los resultados de las discusiones ocurridas luego de la presentación del ensayo en Dublín, así como con los de las que tuvieron lugar después de una conferencia que pronunció sobre el mismo tema en el Institu­to de Estudios Sociales de la Haya, el11 de octubre de 1982. [El artí­culo apareció originalmente en inglés en The Economic }ournal, re­vista trimestral de la Royal Economic Society, Cambridge University Press, vol. 93, núm. 372, Londres, diciembre de 1983, pp. 745-762, publicación a la cual corresponden los derechos editoriales. Se reco­ge en estas páginas con el permiso expreso del autor. Traducción del inglés de Sergio Ortiz Hernán] .

ciencias sociales vefan el acontecimiento a distancia, a la vez con escepticismo y. celos" .1 Asf escribió Albert Hirschman, en un t;n­sayo que, tras i.Jn comienzo tan alegre, se volvió en rea'lidad un obituario de la economfa del desarrollo, disciplina que ya no des­pertaba la envidia de las demás ciencias sociales. En ese iluminp­dor ensayo, denominado con justeza "Elevación y cafda de la eco­nomfa del desarrollo", Hirschman expresó su tesis principal de esta manera:

"Nuestra subdisciplina habfa adquirido lustre y emoción con­siderables gracias a la idea implfcita de que podfa abatir al dra­gón del atraso prácticamente por sf sola ·o, cuando menos, que su contribución a esa tarea serfa de crucial importancia. En la -ac­tualidad ya sabemos que no es asf:" 2

Al parecer, el pretendido aniquilador de dragones se tropezó con su propia espada.

1. Véase el primer ensayo del libro de Albert Hirschman Essays iri Tres­passing: Economics to Politics and Beyond, Cambridge University Press, 1981. o

2. Op. cit., p. 23 .

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940

Hay algo de verdad en este diagnóstico. Mas, ¿es realmente cierto que la economía del desarrollo no desempeña un papel central en la batalla contra el subdesarrol lo y el atraso económi­co? De manera más·específica, ¿estaban sus temas iniciales real­mente tan lejos de la verdad o de ser útiles? Sostendré en este ensayo que el obituario puede haber sido prematuro, ya que los temas originales, si bien muy incompletos por su alcance, no apun­taban del todo en la dirección incorrecta, y la disciplina de la econo­mía del desarrollo sí desempeña un papel de importancia central en el campo del crecimiento económico de los países en desa­rrollo. Sin embargo, también argumentaré que la problemática subyacente en el enfoque de la economía tradicional del desa­rrollo es muy limitada en ciertos aspectos destacados y no nos ha permitido lograr una comprensión adecuada del desarrollo eco­nómico, lo que -por otra parte- tampoco podría haber hecho. Por último, me referiré a cuál habrá de ser la dirección en la que deberemos tratar de avanzar. P

La identificación de una materia -o una subdiscip lina, como la llama Hirschman- constituida por un cuerpo dado de creen­cias y temas, más que por un conjunto de asuntos materiales y problemas que deben resolverse, plantea un problema metodo­lógico. No obstante, tiene mucha razón Hirschman cuando se­ñala las sim ilitudes temáticas de la abrumadora mayoría de las contribuciones a la economía del desarrollo. Si bien algunos de los economistas del desarrollo, tales como Peter Bauer y Theodore Schultz, no participan en esta coherencia temática, también se han mantenido apartados de la corriente principal de lo que puede de­nominarse economía del desarrollo estándar, tal como lo indica el título del libro de Peter Bauer, Dissent on Development,3 de justa fama. La subdisciplina comenzó con un conjunto de temas favo­ritos y las principales corrientes de la materia han sido conforma­das en gran medida por esas motivaciones. Es claro que la vida o la muerte de la materia no depende sólo del éxito o del fracaso de estos temas; más bien, sería necesario reformu lar de manera radical los principales enfoques en caso de que se demostrase que dichos temas son erróneos en lo fundamental, o que han perdi­do el rumbo.

Hirschman identifica dos ideas principales que dieron vida a la economía del desarrollo: " la desocupación rural", que inclu­ye al llamado "desempleo disfrazado", y " la industrializac ión tar­día" . La primera condujo de manera natural a centrar la atención en el uso de la fuerza de trabajo desocupada y en acelerar la acu­mulación de capital. La segunda requería un Estado activo y el empleo de la planeación para superar las desventajas de esa tardan­za, mediante lo que Hirschman llama " un esfuerzo deliberado, intenso y dirigido". Los devotos de la materia dedicaron mucho tiempo a establecer "nuevas racionalidades ... para la protección, la planeación y la industrialización misma" .4

En la corriente principal de la subdisciplina hay diferencias en cuanto a aseveraciones y matices, pero puede afirmarse que, tra­tándose de política, ha habido ciertos temas estratégicos princi­pales, estudiados desde el principio, entre los cuales se cuentan los siguientes: 1) industrialización; 2) rápida acumu lación de capital;

3. Véase Bauer (1971), así como Schultz (1964) y Bauer (1981) . En Linle (1982) se encuentra un vigoroso recuento crítico que no rompe con la economía tradicional del desarrollo.

4. Hirschman (1981). pp. 10-11.

¿cuál es el camino del desarrollo?

3) utilización de la fuerza de trabajo desocupada, y 4) planeación y un Estado que participa activamente en la economía . 5 Hay, por supuesto, muchos otros temas comunes, por ejemplo, la insisten­cia en la capacitac ión y formación de recursos humanos, pero estos últimos no se han sometido a tanta crítica como los anterio­res cuatro; ade~ás, hay mucho que decir en favor de dar aten­ción especial a ellos.

Dichos temas (sobre todo la necesidad de planear, aunque tam­bién el estímulo deliberado de la industrialización y de la acu ­mulación de capital, así como la aceptación de la posibilidad de un excedente de fuerza de trabajo) se vinculan estrechamente con la crítica a los modelos neoclásicos tradicionales y su ap licac ión en los países en desarrollo. Hirschman llama rech~zo de la " mo­noeconomía" a esta evasión del uso " universal" de la economía neoclásica. El término parece referirse a una enfermedad que se puede contraer si no se tiene cuidado. Evitaré utilizarlo, pese a que sin duda algunos lo consideran asaz adecuado para carac­terizar a la economía neoclásica universal c·omo un padecimien­to contagioso.

Los economistas del desarrollo sostuvieron que la economía neoclásica no resultaba muy aplicable en los países subdesarrolla­dos. Esto no debió haber causado una enorme sorpresa, puesto que la economía neoclásica tampoco se aplicaba bien en parte alguna. No obstante, en los países subdesarrollados se requería que el Estadf> tuviera mayor presencia y parecía más fuerte la ne­cesidad de la planeación y de una acción pública deliberada, por lo cual el alejamiento de los modelos neoclásicos tradicionales fue, de varias maneras, más radical.

El descrédito de la economía tradicional del desarrollo que ha ocurrido últimamente, y al cual se refiere Hirschman, sin duda se debe en parte al resurgimiento reciente de la economía neo­clásica. Como Hirschman señala con justeza, "la pretensión de la economía del desarrollo de constituir un cuerpo separado del análisis económico y de la política correspondiente obtuvo legi­timidad intelectual y sustento grac ias al éx ito anterior y a los ras­gos paralelos de la revolución keynesiana" .6 El resurgimiento de las ideas neoclásicas en desmedro de la economía keynesiana fue acompañada hasta cierto punto por la recuperación neoclásica en el campo del desarrollo económ ico. El mercado, se argumen­tó, tiene todas las virtudes a cuyo análisis ha contribuido tanto el punto de vista neoclásico normal, y la intervención del Estado puede ser perjudicial precisamente de la manera que se apunta en ese análisis .

El resurgimiento neoclásico se ha apoyado mucho en el buen éxito de algunos países y en el fracaso de otros. El alto desempeño de economías tales como las de Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, que se basan en los mercados, las utilidades y el co­mercio, se considera como algo que ha permitido la resurrección de Adam Smith. Por otro lado, el mal desempeño de numerosos países de Asia, África y América Latina se ha esgrimido como prue­ba de que al Gobierno no le conviene intervenir mucho en el mecanismo del mercado. Recientemente, las dudas planteadas con respecto al historial económico de China y el deseo expre-

S. Véase Rosenstein-Rodan (1 943). Mandelbaum (1945). Dobb (1951), Datta (1952). Singer (1952), Nurkse (1953) y Lewis (1954, 1955).

6. Essays in Trespassing . . . , op. cit, p. 7.

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comercio exterior, octubre de 1985

sado por los líderes de ese país de utilizar en mayor medida los incentivos materiales se han considerado como pruebas de que incluso a un poderoso régimen socialista le está vedado trans­gred ir los principios básicos que fundamentan el mecanismo del .mercado.

Los ataq ues contra el papel activo del Estado y contra la pla­neación se han combinado con las críticas de algunas de las otras caracte ríst icas de la economía tradicional del desarrollo. Se argu­ye que el verdadero cuello de botella es la empresa y no el capi­ta l, de manera que insist ir en la acumu lación de éste y en la crea­ción de un excedente, como lo hicieron, por ejemplo, Maurice Dobb y Paul Baran, equ ivale a subirse al árbol eq uivocado. Con­tra la industrialización también se ha hecho el cargo de una mala asignación de recu rsos, sobre todo en el mercado interno. Al res­pecto, Hirschman apunta: "en sí misma, esta crítica era de ·prever­se y pudo no haber ten ido más peso que el de las advertencias contra la industrialización, que surgieron básicamente del mis­mo campo diez, o 20, o 50 años antes" .7 Sin embargo, sigue di­ciendo ese autor, la eficacia de dicha crítica era ahora mayor de­bido a varias razones, entre las que se incluye que "algunos de los tempranos defensores de la industrialización se han converti­do hoy en sus más agudos impugnadores" . En este sentido, Hirsch­man se refiere a los trabajos de algunos autores " neomarxistas" y a las opiniones de algunos miembros de la llamada escuela de la "dependencia". En verda.d, los patrones específicos de la ex­pansión industri al de América Latina suministran numerosos ejem­plos de las relaciones de explotación establec idas por los países metropolitanos, sobre todo por Estados Unidos, cuyos efectos inter­nos fueron con frecuencia espantosos por la desigualdad econó­mica y la deformación social que entrañaron. Si n embargo, pasar de eso al rechazo de. la industrializac ión como tal es, en verdad, dar un gran sa lto.

Debo aclarar que Hirschman, a quien he estado citando am­pliamente, no apoya en numerosos casos estos ataques contra las estrategias de política de la economía tradicional del desarrollo. Emp.ero, sí aporta excelentes análisis de los argumentos que se esgnmen en esos ataques. Creo que Hirschman duda más de lo necesario cuando se trata de defender esa corriente de la econo­mía, pero las razones que esgrime para rechazar tal tradición, a la cua l él, por supuesto,' ha contribuido tanto,8 descansan fun­damentalmente en el argumento de que la economía del desa­rrollo ha tendido a despreciar a los países subdesarrollados, si bien tal desprecio ha adoptado una "forma elaborada". Se ha creído que estos países "debían actuar como juguetes de cuerda y atra­vesar como autómatas por las diversas etapas de desarrollo, sin desviarse". Como dijo Hirschman, se creyó que "estos países só­lo tenían intereses y no pasiones" .9

Considero que este d iagnóstico contiene una gran dosis de ver­d~d. Empero, también creo que, pese a lo despreciativa y sim­plista que haya sido la economía del desarro llo a este respecto, los temas principales que se vincularon con su origen y le han dado carácter distintivo no deben rechazarse por aq uella razón . Mantendré que dichos temas se refieren a problemas comunes, los cuales· sobreviven a pesar de las pasiones particulares.

7. /bid, p. 18. 8. Véase, sobre todo, Hirschman (1958, 1970). 9. Essays in Tre~pass!ng . .. , op. cit., p. 24. El marco conceptual que

subyace en esta d1stmc16n se encuentra en Hirschman (1977).

941

LOS TEMAS TRADICIONALES A LA LUZ DE LA EXPERIENCIA RECIENTE

E 1 crecimiento no se equipara al desarrollo y 'la diferencia en­tre ambos se ha sacado a co lac ión en varias contribuciones ·

reci entes a la economía del desarrollo .10 Más adelante abord aré la compleja cuestión del conten ido de la economía del desarro­llo. Sin embargo, difícilmente puede negarse que el crecimiento económico es un aspecto del proceso de desarrollo económico. Y ocurre que es el aspecto en el cual -correcta o incorrec­tamente_: se ha centrado la economía tradicional del desarrollo. En esta parte del ensayo no evalúo los merecimientos de esa aten­ción particular, a la cual me referiré después, sino que estudio si los temas tradicionales son adecuados, dada esa preferencia. Así, analizo la importancia estratégica de dichos temas, a la luz de la experienc ia reciente, considerando específicamente el cre­cimiento económico tal como se define comúnmente. ¿Cómo emergen estas teorías, formuladas y expuestas sobre todo en los años cuarenta y cincuenta, de la confrontación con la experi en­cia de los sesenta y los setenta?

En The World Development Report, (WDR) , correspondiente a 1982, hay datos comparativos del creci miento de las "econo­mías de bajos ingresos", así como de las de "ingresos med ios" para el período 1960-1980; la lfnea divisoria entre ambas se situó en 41 O dólares de 1980. En la publicación mencionada se dan cifras del crecim iento económico (PNB o PIB) de 14 países inclui­dos en la categoría de bajos ingresos, de la cua l se han exclu ido a los países pequeñ0s (de menos de 1 O millones de habitantes) y a los miembros de la OPEP, que tuvieron circunstancias econó­micas especia les durante los setenta. En la categoría de ingresos medios se incluye a 18 países. En el cuadro 1 se ofrecen los datos mencionados. En el caso de tres de bajos ingresos China Ban­gladesh y Afgan istán, no hay cifras del crecimient~ del PNB en el WDR y los datos correspondientes se han identif icado, en tér­minos aproximativos, con los del crecimiento del PIB. Estas ob­servaciones deben tenerse en cuenta al interpretar los resultados y sólo habrán de extraerse aquellas conclusiones que no se vean afectadas por amplias variac iones de los datos estimados.

En el período considerado, la tasa de creci miento del PNB per cáp ita de los 14 países de bajos ingresos va de -0.7% (Uganda) a 3.7% (China) . Los tres de mayor crecimiento económico fue­ron China, Pakistán (2.8%) y Sri Lanka (2.4%). Debe notarse q ue la posición preeminente de la primera no resultaría afectada aun si se .redujese considerablemente la cifra aproximada de su creci­miento. En el grupo de ingresos medios hay también una gran diversidad: las tasas de crecimiento van de~ 1% (Ghana) a 8.6% (Rumania) . En este grupo, los primeros tres países de mayor cre­cimiento son Rumania, Corea del Sur (7%) y Yugoslavia (5.4%) :

Si se consideran los parámetros vinculados con las tesis prin­cipa les de la economía tradicional del desarrollo, ¿cómo se com­paran los destacados desempeños de estos países con los del res­to de sus grupos respectivos? Consideremos en primer térm i'no la acumulación de capital. En el primer grupo, dos de los res países de mayor crecimiento tienen también la participación más alta de la inversión interna bruta en el PIB (Sri Lan ka, 36%, y China, 31 %) . La importancia de ese indicador en el caso de Pakistán

10. Véanse, por ejemplo, Streeten (1981), Grant (1978), Morris (1979) y Streeten et al., (1981).

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942 ¿cuál es el camino del desarrol lo?

CUADRO 1

Algunos indicadores del crecimiento. Países de ingresos bajos y medios

PN8 per cápita Participación de Participación

la inversión del producto Tasa media de interna bruta industria l en

Valor en 7980 crecimiento el P/8, 7980 el P/8, 7980 Pafses (dólares) 7960-7980 (%) (%) (%)

De bajos ingresos Bangladesh 130 1.3* 17 13 Etiopía 140 1.4 10 16 Nepal 140 0.2- 14 13 Birmania 170 1.2 24 13 Afgan istán 0.9* 14 Zaire 220 0.2 11 23 Mozambique 230 -0.1 10 16 Ind ia 240 1.4 23 26 Sri Lanka 270 2.4 36 30 Tanzania 280 1.9 22 13 China 290 3.7• 31 47 Paquistán 300 2.8 18 25 Uganda 300 - 0.7 3 6 Sudán 410 -0.2 12 14

De ingresos medios Ghana 420 - 1.0 S 21 Ken ia 420 2.7 22 21 Egipto 580 3.4 31 35 Tailandia 670 4.7 27 29 Las Filipinas 690 2.8 30 37 Marruecos 900 2.5 21 32 Perú 930 1.1 16 45 Colombia 1 180 3.0 25 30 Turquía 1 470 3.6 27 30 Corea del Sur 1 520 7.0 31 41 Malasia 1 620 4.3 29 37 Brasil 2 oso 5.1 22 37 México 2 090 2.6 28 38 Chile 2 150 1.6 18 37 Africa del Sur 2 300 2.3 29 53 Ruman ia 2 340 8.6 34 64 Argentina 2 390 2.2 Yugoslavia 2 620 5.4 35 43

Se incluyen todos los países comprend idos en la categorías de "bajos ingresos" e "ingresos medios", excepto los que tienen menos de 10 millones de habitantes, los que pertenecen a la OPEP y los que carecen de cifras sÓbre el crecimiento del PNB o del PI B. Los astefiscos indican tasas de crecimien-to del PIB per cápita. · Fuente: World Development Report 7982.

es .mucho menor, aunque de todas maneras se sitúa en la mitad superior del grupo de 14 países.

Los tres de mayor crec im iento del grupo de ingresos medios también ocupan los primeros lugares por su acumulación de ca­pital: Yugoslavia, 35%; Rumania, 34%, y Corea del Sur, 31%. De esta suerte, si algo nos enseña la experiencia de los países que han crecido con éxito, en relación con la importancia de la acu­mulación de capital , es, ciertamente, una lección que no contra­dice el saber tradicional de la economía del desarrollo.

Sin embargo, podría argumentarse que para obtener un pa­norama más claro convendría examinar también los fracasos y no sólo los éxitos. No creo que los casos sean del todo simétricos, puesto que un tropiezo puede obedecer a algún estrangulamiento

especia l, incluso si todos los demás factores son favorables. No obstante, es útil estudiar también los fracasos, sobre todo con res­pecto a la acumulación de capital, puesto que en la economía tradicional del desarrollo se la ha considerado como una fuerza general que conduce al crecimiento económico.

En la categoría de bajos ingresos, los tres países de peor de­sempeño por su tasa de crecimiento son Uganda (-0.7%), Su­dán (-0.2%) y Mozambique (-0.1 %) . Por lo que hace a la acu­mu lación de capital, Uganda tam bién ocupa el último lugar, con una inversión de apenas 3% del PIB. Mozambique está en el se­gundo puesto entre los que menos invierten, y Sudán en el quinto.

¿Qué se puede decir sobre los fracasos de crecimiento en el grupo de ingresos medios? los de peor desempeño son Ghana

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comercio exterior, octubre de 1985

(-1 %), Perú (1 .1 %) y Chile (1 .6%). Ocurre que estos países son también, respectivamente, el más bajo, el segundo más bajo y el tercero por su acumulación de capital.

Así, tanto por lo que se refiere a los éxitos como a los fraca­sos, las comparaciones internacionales están lejos de contrade­cir el saber tradicional de la economía del desarrollo.

En su ensayo "La m,ecánica del desarrollo económico", pu­blicado hace 30 años, Hans Singer casi parece hablar del peor caso de crecimiento frustrado de la actualidad, si se combinan las categorías de ingresos bajos y medios, es decir, de Ghana. 11

Este autor utiliza el modelo Harrod-Domar y supone una razón capital -producto dada; con base en tales instrumentos sostiene que un país cuya tasa de ahorro sea de 6% y tenga un crecimien­to demográfico de 1.25% será una "economía estacionaria". Gha­na se las ha arreglado para tener una tasa de inversión y ahorro menor que la cifra de Singer (5%, para ser exactos), pero ha teni­do un aumento de población de entre 2.4 y 3 por ciento durante estos decenios, en comparación con el cálculo de 1.25% de nues­tro autor. Por tanto, en vez de permanecer estacionaria, Ghana se ha deslizado por una pendiente, disminuyendo su crecimien­to a una tasa aproximada de 1% al año. Por supuesto, el modelo Harrod-Domar entraña una simplificación excesiva, pero permi­te obtener un conocimiento penetrante que no carece de méritos.

Examinaré ahora el tema de la industrialización. En la categoría de los países de bajos ingresos, los de mejor desempeño -China, Pakistán y Sri Lanka- se cuentan entre los cuatro con la mayor participación de la industria en el PIB. En el grupo de ingresos me­dios, los que más crecen -Rumania, Corea del Sur y Yugoslavia­están entre los cinco primeros por la contribución industrial al producto. 12

En el otro e~tremo, esto es, en el caso de los países cuyo cre­cimiento ha fallado, el panorama es mucho menos claro que el correspondiente a los que más crecieron, y la misma falta de cla­ridad priva en ambos extremos en el caso de la acumulación de capital. Es cierto, sin embargo, que Uganda, en el fondo de la escala por su tasa de crecimiento en el grupo de bajos ingresos, también ocupa la última posición por su participación industrial en el producto; de igual modo, Ghana, con el crecimiento más bajo en el grupo de ingresos medios, tiene también la menor par­ticipación industrial. Empero, las posiciones de los países situa­dos en el segundo y el tercer escalones de la parte más baja no son tan elocuentes. En la categoría de bajos ingresos, Sudán y Mo­zambique, de bajo desempeño, tienen participaciones industria­les situadas en la mitad de la escala. En el grupo de ingresos me­dios, Perú, el segundo más bajo por su tasa de crecimiento, está en tercer lugar entre los de mayor participación industrial en el producto, aunque Chile, en el tercer puesto entre los de creci­miento más bajo, tiene una participación industrial media. Así, el cuadro está algo más embrollado en la parte baja de la escala de crecimiento.13

11 . H. W. Singer (1952). 12. Otro país que podría entrar en este grupo es África del Sur, pero

la alta participación de su industria en el producto total obedece sobre todo a que se incluye la minería. De hecho, si sólo considerásemos la producción manufacturera, este país quedaría en una posición inferior.

13. El coeficiente de correlación de rangos entre el crecimiento per cápita y la participación de la inversión interna bruta en el PIB es de 0.72

943

En general y en lo que concierne al crecimiento, no es fácil negar la importancia de la acumulación de capital o de la indus­trialización en un país preindustrial pobre. En cuanto a la tesis del desempleo y al papel de la utilización de la fuerza de trabajo, se han dado diversos y poderosos intentos de desacreditar la idea de la "desocupación disfrazada", como, por ejemplo, los de Theo­dore Schultz, 14 aunque sin mucho éxito en conjunto . .Además, lo que en realidad está en discusión es el papel crucial de la utili­zación de la fuerza de trabajo y no si el costo de oportunidad del trabajo es exactamente igual a cero. 15 Vale la pena notar, en relación con esto, que los países de alto crecimiento de ambos grupos de ingresos tienen notables historiales en cuanto a la apli ­cación de la fuerza de trabajo para el crecimiento económico y algunos (por ejemplo, China y Corea del Sur) muestran logros so­bresalientes en este campo. Si bien sus sistemas políticos son muy diferentes, el éxito de ambos en la movilización del trabajo ha sido materia de estudios especiales y de considerables ala­banzas.16

En cuanto a planeación y participación del Estado en la eco­nomía, es particularmente difícil encontrar datos cuantitativos comparables; sin embargo, cierta información cualitativa tiene im­portancia. De los tres países que más han crecido en el grupo de bajos ingresos, uno (China) 'obviamente no carece de un Estado activo. Por su parte, Pakistán, que no constituye un paradigma de la decidida planeación estatal, se cita con frecuencia como un buen ejemplo del daño que puede hacer la intervención del GobiernoY El tercero (Sri Lanka) ha sido objeto en épocas re­cientes de numerosos estudios precisamente a causa de la activa intervención del Estado en diversos campos, que incluyen la sa­lud, la educación y la alimentación.

En el grupo de ingresos medios, dos de los tres f)aíses de ma­yor crecimiento (Rumania y Yugoslavia) destacan claramente por su gran dosis de planeación. El tercero (Corea del Sur) se ha ca­racterizado por disponer de un sistema económico en el cual un gobierno activo ha impulsado decididamente el mecanismo del mercado mediante acciones concertadas de planeación . Los que pretenden interpretar la experiencia económica surcoreana co­mo un triunfo del mecanismo del mercado no dirigido, como a veces ocurre, se colocan en una posición difícil de mantener. He examinado este asunto en otros trabajos y no me detendré aquí en él. 18 Sólo añadiré que, aparte de ejercer una poderosa influen­cia en el destino de la inversión mediante el control de las insti-

en los países de ingresos medios, de 0.75 en los de ingresos bajos y de 0.82 para los dos grupos considerados en conjunto. Por otra parle, el mis­mo coeficiente de correlación entre el crecimiento per cápita y la partici­pación industrial es de sólo 0.22 en los países de ingresos medios, pese a que es de 0 .59 en los de ingresos bajos y de 0.68 en ambos grupos sumados.

14. Theodore Schultz (1964). Mis propias opiniones se encuentran en Sen (1975). Consúltese también Sen (1967) y el intercambio de puntos de vista con Schultz que aparece en el mismo número del Economic jour­nal en que se recoge mi ensayo de 1967.

15. Marglin (1976), capítulo 2; Sen (1975), capítulos 4 y 6, y Fei y Ra­nis (1964).

16. Little (1982). También el importante estudio de lshikawa (1981.), en el que se examina la importancia empírica de la absorción de trabajo en varias economías de Asia.

17. Por ejemplo, en Little et al., (1971) . 18. Sen (1981, b) y la literatura allí citada, sobre todo Datta-Chaudhuri

(1979) .

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tuciones financieras (incluidos los bancos nacionalizados), el Go­bierno de Corea del Sur impulsó un crecimiento orientado a la exportación sobre los seguros cimientos de más de un decenio de una intensa sustitución de importaciones basada en restric­ciones al comercio y orientada a construir una infraestructura in­dustrial. Aún están prohibidas o restringidas las importaciones de

. numerosos productos. Un Gobierno poderoso ha planeado cui­dadosamente la ruta y las modalidades de la-expansión econó­mica surcoreana. Si el mercado de ese país es libre, entonces el subastador de Walras puede considerarse como un individuo que va por ahí con un papel oficial en blanco, en una mano, y un látigo en la otra.

No se trata tanto de que el Gobierno sea poderoso en los paí­ses en desarrollo de alto crecimiento. El Gobierno es poderoso en casi cualquier país en desarrollo. Más bien se trata de la parti: cipación sistemática del Estado en la economía y de una política dirigida a planear el desarrollo económico. Las acciones cuida­dosamente. planeadas del Gobierno, digamos, en China, Sri La n­ka, Corea del Sur o Rumania, ofrecen en conjunto un fuerte con­traste con el papel que desempeña el Gobierno en la economía de países tales como Uganda, Sudán, Chile, Argentina o Ghana.

El examen aquí realizado de las tesis principales de la econo­mía tradicional del desarrollo ha sido demasiado breve y tentati ­vo, por lo que no cabe pretensión alguna de llegar a algo definiti­vo. No obstante, si algo se ha logrado, ciertamente no socava el saber de la economía tradicional del desarrollo, sino al contrario.

Antes de presentar algunas objeciones de mi parte, haré una última observación en defensa de la disciplina que nos ocupa. Las indicaciones y estrategias generales de política de esta corriente deben juzgarse de acuerdo con el clima de opinión y la situación objetiva general prevalecientes en la época en que estas teorías se formularon. La economía del desarrollo nació en un momen­to en que era extremadamente rara la participación del Gobier­no en el fomento deliberado del crecimiento económico, en ge-

. neral, y en el de la industrialización, en particular, y cuando las tasas típicas de acumulación de capital eran muy bajas. Tal situa­ción se ha modificado en numerosos aspectos y, si bien esto qui­zá aconseje la necesidad de insistir en diferentes temas, de nin­guna manera invalida la sabiduría de las estrategias que entonces se concibieron.

Esto puede aclararse con un ejemplo. En el ensayo de 1952 que ya he citado, su autor, Hans Singer, insistía en la necesidad de elevar la tasa de ahorro entonces existente. Argumentó, sobre la base de algunos supuestos acerca de las condiciones de pro­ducción, que incluso para lograr una tasa de crecimiento per cá­pita de 2%, con un aumento demográfico de 1.25% al año, se requería " una tasa neta de ahorro de 16.25%" y que "dicha tasa de ahorro equ ivale aproximadamente a tres veces la vigente en la actualidad en los países subdesarrollados" .19 La tasa media de ahorro actual ya no es de un tercio de aquella cifra, sino conside­rablemente su perior a ésta. En los países en desarrollo, se estima que la razón media ponderada del ahorro interno bruto en los de ingresos bajos equivale aproximadamente a 22%, y que la co­rrespondiente a los de ingreso medio anda en alrededor de 25 %; así, aun deduciendo la depreciación, se ha superado sin duda la meta establecida por Singer. Además, incluso con un crecimiento

19. Singer (1952), pp. 397-398.

¿cuál es el camino del desarrollo?

demográfico más rápido que el que previó Singer, a lo largo de los setenta las tasas medias ponderadas per cápita del crec imien­to del PIB han sido de cerca de 2.5% al año en los países de ba­jos ingresos y de más de 3% al año en los de ingresos medios.20

A pesar de estos resultados promedio, lo que interesa desde el punto de vista de la política es que hay logros muy diversos en los diferentes países. Los temas de política general en los que ha insistido la economía tradicional del desarrollo conservan aún un alto grado de pertinencia. Será preciso adaptar las estrategias a las condiciones particulares y a las circunstancias nacionales e internacionales, mas el tiempo de enterrar a la economía tradi­cional del desarrollo aún no llega.

RAPIDEZ DEL CRECIMIENTO Y LENTITUD DEL CAMBIO SOCIAL

e reo que las limitaciones reales de la economía tradicional del desarrollo no provinieron de los medios escogidos para al­

canzar el crecimiento económico, sino de un reconocimiento in­suficiente de que dicho proceso no es más que un medio para lograr otros fines . Esto no equivale a decir que el crecimiento ca­rece de importancia. Al contrario, la puede tener, y muy grande, pero si la tiene se debe a que en el proceso de crecimiento se obtienen otros beneficios asociados con él.

Es importante destacar que en países cuyos ingresos per cápi­ta difieren ampliamente entre sí, pueden observarse los mismos logros en materia de esperanza de vida, alfabetismo, sa lud, edu­cación superior y otros rubros similares. Para sólo mencionar un ejemplo, considérese a Brasil , México, Corea del Sur, China y Sri Lanka. 21

Los dos últimos, con PNB per cápita que equivale a menos de un séptimo del de Brasil o de México, tienen esperanzas de vida similares a las prevalecientes en los dos países más ricos . Corea del Sur, con su magnífico historial de crecimiento, objeto de mu­chos elogios, no ha superado a China o a Sri Lanka en cuanto a la longevidad, pese a que hoy es cinco veces más rica en térmi­nos de PNB per cápita . Si el gobierno de un país en desarrollo pobre anhela mejorar las condiciones de salud y aumentar la es­peranza de vida, será muy necio si pretende lograrlo mediante la elevación del ingreso per cápita, en vez de perseguir directa­mente estos objetivos por medio de la política pública y el cam­bio social, tal como se hizo en China y en Sri Lanka.

No sólo ocurre que el crecimiento económico es más un me­dio que un fin; también sucede que para ciertos fines importan­tes no es un medio muy eficiente. En un ensayo anterior, 22 se de­mostró que si Sri Lanka hubiese sido un país en desarrollo típico y hubi'ese tratado de alcanzar su alta esperanza de vida, no me­diante la acción pública directa, sino sobre todo por medio del qecimiento, de la misma manera que lo hacen los países en de­sarrollo típicos, entonces habría necesitado, según los supuestos que se adopten, entre 58 y 152 años para llegar al punto en el

20. Véanse, en World Development Report 1982, los cuad ros 2, S y 17. 21. World Development Report 7982, cuadro l . Según el censo chi­

no de 1982, la esperanza de vida es mayor y se sitúa al rededor de 69 años. La cifra de 66 años correspondiente a Sri Lanka es de 1971 y la esperanza de vida actual de este país es quizá considerablemente mayor.

22. Sen (1981, b).

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comercio exterior, octubre de 1985

CUADRO 2

Esperanza de vida e ingreso per cápita de cinco países, 1980

Esperanza de vida al

Países

Brasil China México Corea del Sur Sri Lanka

nacer (años)

63 64 65 65 66

PNB per cápita (dólares)

2 oso 290

2 090 1 520

270

que ya está. 23 Puede muy bien ser que "el dinero sea la respuesta para todo", pero la respuesta ciertamente se tarda mucho.

DERECHOS Y CAPACIDADES

A .caso la deficiencia temática más importante de la ec.ono­mía trad icional del desarrollo sea su insistencia en el producto

nacional, el ingreso agregado y la oferta total de bienes específi­cos, en vez de centrarse en los "derechos" de la gente y en las "capacidades" que generan esos derechos. En última instancia, el proceso de desarrollo económico debe preocuparse de lo que la gente puede o no hacer, es decir, si pueden vivir más, escapar de la morbilidad evitable, estar bien alimentados, ser capaces de leer, escribir y comunicarse, participar en tareas literarias y cien­tíficas, etc. En palabras de Marx, se trata de "sustituir el dominio de las circunstancias y el azar sobre los individuos por el domi­nio de los individuos sobre el azar y las circunstancias" .24

Los " derechos" se refi eren al conjunto de grupos de bienes optativos a los que una persona tiene acceso en una sociedad cuando utiliza la totalidad de opciones y oportunidades que tie­ne frente a sí. Es posible caracterizar con fac ilidad relativa a tales derechos en una economía pura de mercado. Si, por ejemplo, una persona puede ganar 200 dólares mediante la venta de su fuerza de trabajo y de otros objetos vendibles que posee o es ca­paz de producir, entonces sus derechos abarcan el conjunto de todos lo~ grupos de bienes que no cuesten más de 200 dólares. Esa persona puede adquirir cualquiera de esos grupos, pero no más, y el límite queda fijado por su patrimonio (" dotación") y por sus posibilidades de intercambio ("derechos de intercambio"); ambas determinan en conjunto sus derechos totales. 25 Con base en éstos, una persona puede adquirir algunas capacidades, es de­cir, la aptitud de hacer esto o lo otro (por ejemplo, estar bien ali­mentado), y no tener otras. El proceso de desarrollo económico puede verse como el proceso de aumentar las capacidades de la gente. Dada la relación funcional entre los derechos de las per­sonas sobre los bienes y sus capacidades, una caracterización útil,

23. Véanse Sen (1981, b), pp. 303-306, jayawardena (1974), Marga lns­titute (1974) , lsenman (1978), Alai lima (1982) y Gwatkin (1979).

24. Marx y Engels (1846); traducción literal de la versión inglesa de Mcllellan (1977), p. 190.

25. En Sen (1981, a), se explora el concepto de "derechos". A fin de evitar ciertos malentendidos surgidos, al parecer, en algu nas discusiones al respecto, conviene insistir aquí en que 1) los "derechos de intercam­bio" son apenas una parte del panorama genera l de los derechos, que está incompleto si no se considera la propiedad o dotación, y 2) el "de­recho de intercambio" incluye no sólo el intercambio comercial y de mer­cado, sino también el uso de las posibilidades de producción, por ejem­plo, el "intercambio con la naturaleza".

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aunque derivada, del desarrollo económ ico consiste en equipa­rarlo a la expansión de los derechos. 26

La mayor parte de la humanidad sólo tiene un bien que ven­der: su fuerza de trabajo. Así, los derechos de las personas de­penden crucial mente de su aptitud para encontrar un trabajo, del salario que le paguen y de los precios de los productos que de­see adqu irir. Los problemas de la inanición, el hambre y las ham­brunas en el mundo podrían ana lizarse mejor mediante el con­cepto de los derechos, en vez de utilizar variables trad icionales tales como la oferta de alimentos y la magnitud de la población . Por supuesto, no se trata de argumentar aquí que la oferta de pro­ductos -en este caso alimentos- no es pertinente para el ham­bre y la inanición, lo cual sería absurdo; más bien, se postula que la oferta es sólo una influenc ia entre muchas y la medida de su importancia está dada, precisamente, porque afecta los derechos de las personas, de manera típica a través de los precios. En últi­ma instancia, nos concierne lo que la gente puede o no hacer y esto se vincula directamente con sus " derechos" , más que con la oferta y la producción totales de la economía. 27

El fracas'o en comprender la importancia de los derechos ha sido causa de que millones de personas mueran en las hambru­nas. Es posible que, en situac iones de niveles genera les buenos o moderados de oferta, no haya hambruna, pero, a pesar de esa situación, un hambre aguda puede golpear de súbito y con am­plitud debido a fallas de los sistemas de derechos que se mani­fiestan por medio de la propiedad y el intercambio. Así, por ejem­plo, en la hambruna ocurrida en Bangladesh en 1974, muchas personas murieron en una época en que la disponibilidad alimen­taria per cápita estaba en un máximo y era mayor que en cual­quiera de los años comprendidos de 1971 a 1975. Las inundacio­nes afectaron a la agricu ltura y redujeron en última instancia la producción de alimentos -aunque el hambre ya existía-, pero sufrieron el primer efecto inmediato los trabajadores rurales que perdieron sus empleos en la siembra y trasplante de arroz y co­menzaron a padecer inanición mucho antes de que la cosecha principal dañada por el agua estuviese li sta para levantarse. El pro­blema se agravó debido a la inflación, que disminuyó el poder adquisitivo de las personas, sobre todo de los trabajadores agrí­co las, los cua les no tuvieron la capacidad político-económica ne-

26. Los conceptos de capacidades, derechos y utilidades son diferen­tes. En otro lugar he sosten ido la opinión de que las "capacidades" dan la base correcta para ponderar las ventajas de una persona en relación con numerosos problemas de evaluación, papel que no pueden desem­peñar ni. la utilidad ni un índice de bienes (Sen, 1982 a, pp. 29-38 y 353-369). El concepto de capacidades resulta necesario cuando nos ocu­pamos de ideas tales como el bienestar de una persona, o el nivel de vi­da, o la libertad en un sentido positivo. Debemos preocuparnos acerca de lo que una persona puede hacer y esto no equiva le a cuánto placer deriva de estas actividades o cómo satisface con el las sus deseos (" utili­dad"), y tampoco se equ ipara a qué conjuntos de bienes puede poseer ("derechos"). En última instancia, por tanto, debemos trascender no só­lo el cálculo del producto nacional y del ingreso real agregado, sino tam­bién el de los derechos sobre conjuntos de bienes, vistos por sí mismos. La atención a las capacidades también difiere de concentrarse en la mé­tri ca mental de las utilidades y esta diferencia es sim ilar a la general que existe entre el placer, por un lado, y la libertad positiva, por el otro. La función particular de los derechos se ejerce por medio de sus efectos en las capacidades. Es una función de importancia esencial y de gran alcan­ce, aunque derivada de las capacidades. Estos asuntos se estudian en Sen (1982, a y d, y 1983), así como en Kynch y Sen (1983).

27. Véanse Sen (1981, a y b), Arrow (1982) y Desai (1983) .

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cesaria para lograr la correspondiente elevación de sus percep­ciones monetarias. 28

Los derechos no só lo funcionan a través de los procesos de mercado. En una economía socialista dependerán de lo que las fam ili as puedan obtener del Estado, gracias al sistema estableci­do de dominio. Incluso en una economía no socral ista, la seguri­dad soc ial, cuando existe, provoca que los derechos vayan con­siderablemente más allá de la operación de las fuerzas del mercado .

Una fa lla importante de la economía tradicional del desarro­llo ha sido su tendencia a concentrarse en la oferta de productos, más que en la propiedad y los derechos. La atención acordada al crec imiento es sólo un reflejo de dicha tendencia. Otro ejemplo de la misma visión defectuosa es conceder exagerada relevancia a la razón entre oferta de alimentos y población .29 En época re­ciente el foco de atención se ha trasladado un tanto del creci­miento de los ingresos totales a su distribución. Esto puede pare­cer un avance en la dirección adecuada, y en verdad lo es. Sin embargo, sostengo que el ingreso es por sí mismo una base ina­decuada para analizar los derechos de una persona. El ingreso proporciona los medios de adq uirir cosas. Expresa la capacidad adquisitiva en términos de una magnitud, de acuerdo con cierta escala que está dada por un número real. Aun a falta de escue la y hospital en un poblado, el ingreso del aldeano puede elevarse si aumenta su capacidad de comprar las mercancías disponibles en el mercado. No obstante, esta sub ida del ingreso puede no cubrir en forma adecuada sus derechos a la educación y a la aten­ción médica, ya que el aumento del ingreso como tal no garanti­za estas cosas.

En genera l, un número real que refleja alguna medida agrega­da de la capacidad de comprar en el mercado difícilmente pue­de representar un concepto tan complejo como los derechos. La capacidad adquisitiva en el mercado depende de los precios relativos, y én la medida en que que se eleva la cotización de alguna mercancía, debilítase la influencia del ingreso en el dere­cho correspondiente. Y se desvanece del todo cuando no es da­ble participar en el mercado. En el caso extremo, el derecho a vivir, por ejemplo, en un ambiente libre de malaria no es algo que se pueda comprar con ingreso.

Cuando se trata de inanición y hambre, centrarse en los ingre­sos es una actitud deficiente aunque no por entero desastrosa. Y, por supuesto, es mucho mejor que atender exclusivamente a la producción total de alimentos y a la magnitud de la población. En la mayoría de los casos, el sistema para ponderar el ingreso real y el costo de la vida da suficiente atención a los alimentos en una comun idad pobre como para que el ingreso real sea un

28. Véase Sen (1981, a), capítulo 9. Otros ejemplos de hambrunas que se debieron al fracaso de los derechos, sin que hubiera disminución im­portante (en realidad, ninguna) de la disponibilidad total de alimentos pue­den encontrarse en el capítu lo 6 (la gran hambre de Benga la de 1943) y en el 7 (la hambruna etíope de 1973-1974); en este último capítulo tam­bién se tratan las hambrunas ocurridas en el Sahel durante los setenta. Otros temas relacionados con éste pueden consu ltarse en Sen (1976 y 1977), Ghose (1979), Alamgir (1978 y 1980). Chattopadhyay (1981), Ough­ton (1982), Ravallion (1983) . Véanse también Parikh y Rabar (1981), así como Srinivasan (1982) y el número especia l de Development, editado por Aziz en 1982.

29. Éste y otros temas relacionados pueden estudiarse en Az iz (1975), Taylor (1975), Griffin (1978), Sinha y Drabek (1978), Spitz (1978). Lappé y Collins (1979), George y Paige (1982) y Rao (1982).

¿cuál es el camino del desarrollo?

sustituto medianamente bueno del derecho a la alimentac ión. 30

Mas cuando se trata de sa lud, educación, equidad socia l y auto­rrespeto, o de la posibilidad de vivir en sociedad sin hostigamiento alguno, el ingreso dista muchísimo de ser adecuado.

EL TRASFONDO POLÍTICO

Pasar de una atenc ión excesiva al crecimiento a una situac ión en la que se completa el aná lisis con la distribución del in­

greso es, en lo básico, dar una respuesta inadecuada al problema de que se trata. Constituye, en efecto, un intento de rehusar una adecuada consideración de la complejidad de los derechos y de sus relaciones. Como se vio, el ingreso es una medida demasia­do burda. En realidad, incluso los derechos que se relacionan sólo con asuntos económicos, por ejemplo el derecho a la alimenta­ción, pueden requerir de nosotros que trascendamos los estre­chos límites de la economía.

Considérese el caso de la ayuda contra el hambre. Una perso­na hambrienta y desposeída tendrá derecho a algunos alimentos gratu itos sólo si existe un sistema de ayuda que los ofrezca. En realidad, que una víctima del hambre tenga ese derecho depen­derá de que en verdad se ponga en marcha una operación públi­ca de auxi lio. Este tipo de acción pública responde en parte a las presiones políticas y sociales. Así, la comida se "compra" no con ingreso, sino con presión política. Los famélicos irlandeses de 1840 carecieron de la fuerza política necesaria para consegu ir ayuda. Tampoco la tuvieron los bengalres que padecieron la gran ham­bre de 1943. Ni los etíopes de Wollo, durante la hambruna de 1973. Por otro lado, hay en el mundo numerosos ejemptos de me­didas públicas oportunas que han evitado por completo la ame­naza del hambre.

El funcionamiento de las fuerzas políticas que afectan a los de­rechos dista mucho de ser sencillo. Por ejemplo, el actual siste- , ma político de la India hace casi imposible que haya hambruna en ese país. La presión que ejercen los periódicos y los diversos partidos políticos obligan al Gobierno a organizar pronta ayuda. Los gobernantes tienen que actuar para conservar su credibilidad. Sin importar cómo y dónde amenace la hambruna, sea por una inundación o por una sequía, sea en Bihar en 1967-1968, bien en Maharashtra en 1971-1973; bien en Bengala Occidental en 1978, una respuesta pública obligatoria impide que ese azote real-mente tenga lugar. ·

Por otra parte, no existe tal ayuda cuando se trata de ese ter­cio de los campesinos de la India que todas las noches se acuesta con hambre y que lleva una vida asolada por toda clase de ca­rencias diarias. La si lenc iosa presencia del hambre endémica no provoca escándalo en la prensa, ni agitaciones políticas, ni acer-

. bas discusiones en el Parlamento. El sistema sigue su marcha co­mo si nada. 31

30. Sin embargo, el índ ice del ingreso real seguirá apartándose delco­rrespondiente a los derechos a la alimentación puesto que los deflacto­res de precios no serán iguales, aunque ambos se moverán a menudo al mismo tiempo. Las diferencias intrafami liares en el consumo de alimentos (por ejemplo, las originadas por la diferencia de sexos) provocan un pro­blema de otra clase, como resultado del cual tanto el ingreso real como los derechos a la alimentación de la familia pueden resultar indicadores bastante engañosos de las situaciones particulares de IÓs miembros de la familia en materia de nutrición. Este tema se trata en Bardhan (1974), Sen (1981, e) , Kynch y Sen (1983) y Sen y Sengupta (1983).

31. Véase Sen (1982, by e).

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comercio exterior, octubre de 1985

Lo que ocurre en China es casi el reverso de la medalla. Por una parte, el compromiso político del sistema asegura que exista una preocupación general por erradicar la desnutrición y el ham­bre mediante una acceso más equ itativo a los medios de vida y mediante el otorgamiento de derechos frente al Estado; los logros en relación con esto han sido muy notables. En un año normal, los chinos pobres están mucho mejor alimentados que los pobres de la India. La esperanza de vida en China está entre 66 y 69 años, en comparación con la miserable cifra de 52 años en la India. Por otro lado, si surge en aquel país una crisi s política y econó­mica que confunda al régimen y lo haga aplitar, con confiado dogmatismo, políticas desastrosas, entonces no habrá campañas de prensa ni eficaces presiones de grupos políticos opositores que lo hagan cambiar de curso.

De hecho, ahora se sabe con certeza que hubo muchísimas muertes en China durante 1959-1961, debido a la hambruna. Ape­nas recientemente se ha conoc ido la magnitud del desastre, pese a que aún hay mucha incertidumbre en cuanto al cá lcu lo exacto de la mortalidad extraordinaria por ese motivo.32 El profesor Zhu Zhenghzi, de la Universidad de Beijing, dio a conocer en 1980 importantes datos según los cuales la tasa de mortal idad se elevó de cerca de 10.8 por mil en 1957 a un promedio de 16.58 por mil al año durante el período 1958-1961.33 Esto arroja una cifra de mortalidad extra de 14 a 16 millones de personas en los años afectados por el hambre, cifra en verdad enorme; de hecho, con­siderablemente mayor que la mortalidad adiciona l (calculada en la misma forma) que ocurrió en la Gran Hambre de 1943 en Ben­gala (esto es, cerca de 3 millones de personas) , la mayor habida en la India en este siglo. 34

En 1981, el conocido economista Sun Yefang difundió datos adiciona les sobre la mortandad y se refirió al "alto precio paga­do en sangre" por la política que entonces se apl icaba. 35 Según informó, la tasa de mortalidad por 1 000 se había elevado hasta 25.4 en 1960, lo que significó 9 millones más de muertos sólo en ese año. Sus datos sobre el período de cuatro a[ios también muestran un total de alrededor de 15 millones de muertos adi­cionales durante la hambruna china de 1958-1961 .36 Otros auto­res han mencionado cifras aún mayoresY

Los datos anteriores son en verdad sorprendentes. Incluso si considerásemos un nivel apreciablemente menor que el límite infe-

32. Véase Aird (1982), pp. 277-278. 33 . Zhu Zhengzhi (1980) . Coa le (1981) analizó estos datos. Consúlte­

se también Bernstein (1983, b) . 34. Véase Sen (1981, a), Apéndice D. Para calcular la mortalidad ad i­

cional durante los años afectados por la hambruna se tomó como punto de comparación en ambos casos la tasa de mortalidad correspondiente al año inmediatamente anterior al de la hambruna.

35. Sun Yefang (1981) y República Popular China (1981). 36. Bernstein (1983, a y b). 37. Consúltese la revisión de la literatura respectiva que hace Bern­

stein (1983, b). Véase también Aird (1980). Una descripción de la intensi­dad de la hambruna en una comuna concreta (la de Liyuan, en la provin­cia de Anhui) puede leerse en el trabajo del Research Group of the Fen Yang County Communist Party Committee (1983). " La población de la comuna disminuyó de S 730 personas en 1957 a 2 870 en 1961. Más de la mitad murió de hambre o abandonó la región ... En 1955, el equipo de producción de Houwang constituía una cooperativa elemental mo­delo. En la aldea vivían 28 familias, con un total de 154 personas .. . 59 murieron de hambre y las sobrevivientes abandonaron la zona." (p. 36) .

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rior de las estimaciones, la súbita mortalidad ad icional provoca­da por la hambruna aún sería de una magnitud difícil de igualar incluso en la India anterior a la independencia (y, por supuesto, después de ésta no se ha presentado hambruna alguna eri dicho país) .38

,¡Acaso es algo puramente accidental que haya ocu'rrido en Chi­na una hambruna -y una de tan enorme magnitud-, en tanto que ninguna se presentó en la India independiente? El contraste es particularmente raro cuando se considera el hecho indudable de que el primer país ha tenido muchísimo más éxito que el segun­do en eliminar la desnutrición normal. Muy bien puede existir al­gún elemento accidental en esos historiales comparados; empe­ro, como se dijo, en varias ocasiones se han evitado en la India hambrunas potencia lmente grandes, gracias a la intervención rá­pida, amplia y decisiva del Gobierno. Las noticias acerca de las muertes por hambre llegan al Gobierno y al público con rapidez y de manera dramática merced a la actividad de los periódicos, y las utilizan vigorosamente los partidos de oposición. Ante la ame­naza de la hambruna, cualquier gobierno deseoso de seguir en el poder está obligado a abandonar o modificar su política económi­ca presente y a enfrentarse a la situación con ági les medidas, tales .como redistribución nacional de alimentos, importaciones y am­plias acciones de ayuda, incl1,1yendo productos alimenticios para los programas de creación de empleo.

Los fracasos de política en China durante los años de hambru­na (y durante la etapa del Gran Sa lto Adelante), que se han dis­cutido con amplitud en dicho país apenas recientemente, se re­lacionan no sólo con factores que disminuyeron drásticamente la producción, sino también con otros relativos a la distribución, como por ejemplo, el equi librio entre las regiones, la draconiana política de suministros, que al parecer se aplicó implacablemen­te, a pesar de la menor producción agrícola, etc.39 Cualesquiera que hayan sido los errores de política, el Gobierno no se vio obli­gado a examinarlos, ni se enfrentó a espeluznantes informes pe­riodísticos ni a molestos partidos de oposic ión. Por tanto, la dife­rencia puede no ser puramente accidental.

En un importante e interesante discurso pronunciado en 1962, inmediatamente después de la hambruna, el presidente Mao hi­zo las siguientes observaciones ante una reunión de 7 000 cua­dros de diferentes niveles: "a falta de democracia, a falta de ideas provenientes de las masas, es imposible establecer una buena lí­nea, buenas políticas generales y específicas, apropiados méto­dos ... Sin democracia no se comprende lo que ocurre allá aba­jo; la situac ión será oscura; no se captarán suficientes opiniones de todas partes; fa ltará la comunicación entre los dirigentes y las

38. No debe confundirse el número de muertes atribuibles a la ham­bruna con el de las personas que realmente mueren de hambre, puesto que la mayoría de la gente que perece en una hambruna tiende a fa llecer por otras causas (sobre todo debido a enfermedades endémicas en la re­gión) a las cuales se vuelven más susceptibles merced a la desnutrición; otros factores que contribuyen a la mortalidad son la ruptura de las es­tructuras sanitarias, los males que derivan del nomadismo, el ingerir co­sas no comestibles y otros hechos que se vinculan con la hambruna. Véase Sen (1981, a), pp. 203-216.

39 . Véase Bernstein (1983 , b), quien también sostiene que las duras políticas de abastecimiento aplicadas en China no tuvieron el mismo ca­rácter ideológico "anticampesino" que tuvieron en la URSS durante 1932-1933, aunque sí fueron el reflejo de una concepción "errónea" de la situación económica y del nivel de la producción.

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filas; los órganos de dirección de alto nivel dependerán de una materia unilateral e incorrecta para decidir los asu ntos y les será diffcil evitar el subjetivismo; se rá imposible alcanzar la unidad de comprensión y de acción; será imposible lograr el verdadero centralismo." 40 Ralph Miliband, qu ien ha aportado un esclare­cedor y penetrante aná lisis marxista de la democracia en las so­ciedades capitalistas y sociali stas, señala que el argumento de M ao en favor de la " democracia" es sobre todo de carácter "funcio­nal" y sostiene que constituye una base inadecuada para enten­der la necesidad de la " democracia sociali sta" 4 1 Esta última y más genera l cuestión sigue sin duda vigente, pero vale la pena insistir en que aun el papel puramente "funcional" de la demo­cracia puede resultar crucial cuando se trata de la vida y la muer­te, como surge de las experiencias sobre la hambruna china de 1959-1961.42

Por último, es importante observar que la protecc ión que ob­tienen los pobres de la India gracias al activo sistema de difusión de noticias y a los poderosos partidos de oposición tiene lím ites muy severos. Las carencias han de ser dramáticas para que sean dignas de noticia y para exp lotarlas desde el punto de vista político.43 Es posible que el sistema político de la India impida las hambrunas pero, a diferencia del sistema chino, parece inca­paz de enfrentarse eficazmente a la desnutrición endémica. En un año normal, cuando las cosas fluyen sin contratiempos en los dos países, los pobres de la India están en condiciones mucho

·peores que las de sus similares ch inos. 44

OBSERVACIONES FINALES

N o intentaré resumir los principales argumentos de este en­sayo, sino que presentaré algunas observaciones fina les a

fin de darle cierta perspectiva a la d iscusión.

En primer término, la economía tradicional del desarrollo no ha fracasado particularmente al identificar los factores que per­miten el c rec imiento económico en los países .en desarrollo. En lo que hace a las causas de éste, aún queda mucha vida en el aná lisis tradicional.

En segundo lugar, la economía trad iciona l del desarrollo ha sido menos ex itosa al ca racteriza r el desarrollo económico, que incluye la elevación de las capac idades de la gente. Para este pro­pósito, el c recimiento económico es apenas un medio, y a me-nudo tampoco muy eficiente. ·

40. Mao Zedong (1974), p. 164. 41. Este autor, en su obra Marxism and Politics, afirma tamb ién lo si­

guiente: " Mucho puede decirse en favor de la experiencia china. Sin em­bargo, lo que no puede decirse, a la luz de las pruebas ex istentes, es que rea lmente haya comenzado a crear las bases institucionales de un tipo de democracia socialista que pud iera disminuir de verdad la distancia entre los que determinan las políticas y aquéllos en cuyo nombre se determ i­nan. " (p. 151) .

42 . La hambruna soviética de los años treinta y la que ocu rrió más recientemente en Campuchea aportan pruebas ad icionales de los males que derivan de estas deficiencias.

43 . Véase Sen (1982, e) . 44. Segú n se informó en 1980 la tasa cruda de morta lidad de China

era de 8 por 1 000, en comparación con la de 14 por 1 000 en la India. (World Deve/opment Report 1982, cuadro 18, p. 144). Dicha tasa sólo fue superior a la de la India en condiciones de hambruna, como, por ejem­plo la de 25.4 por 1 000, de la que se informó en 1960.

¿cuál es el camino del desarrollo?

Luego, el análisis de los derechos, es dec ir, los conjuntos de bienes a que cada persona puede tener acceso, proporciona un marco útil para caracteriza r la economía del desarro llo, debido a los estrechos víncu los ex istentes entre derechos y capac idades. Aportar datos del PNB per cápita, a guisa de información sobre la distribución del ingreso, resulta muy inadecuado para fines de análisis del desarrollo.

En cuarto lugar, las hambrunas y la inanición pueden anali ­za rse con mucho mayor provecho desde el ángu lo de los fraca­sos de los derechos, en vez de hacerlo desde el punto de vista usua l, que se centra en la producción de alimentos por unidad de población. Puede presentarse una hambruna fáci lmente, aun en condiciones de buena oferta alimentaria, debido al colapso de los derechos de ciertas clases o de grupos laborales particulares.

Por último, el estudio de los derechos debe trascender a los facto res puramente económicos y considerar los hechos po líti­cos, incluyendo a los grupos de presión y a los sistemas de difu­sión de not icias, que influyen en la capacidad real de la gente para poseer bienes, incluidos los alimentos. Estas influencias pue­den ser muy complejas y acaso entrañen contrastes en aparien­cia desconcertantes, como, por ejemplo, la mejor experiencia de la India en lo relativo a evitar las hambrunas y, en cambio, su total fracaso cuando se trata de reso lver la desnutrición y la morbilidad endém icas, ta l como sí lo ha logrado China. Queda por reso lver la cuestión de si es posible combinar eficazmente las discordes ventajas de los sistem as contrastantes. Se trata de un desafío de economía polít ica que exige atención y cuya so lución permitiría lograr mucho.

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Sección nacional

SECTOR EXTERNO

Desequilibrio externo: iapertura o protección?

Los antecedentes inmediatos

E n 1982 el déficit de la cuenta corrien­te de la balanza de pagos disminuyó

61 .1 % con respecto al del año precedente. la relación déficit corriente-PIS se redujo de

Las informaciones que se reproducen en esta sección son resúmenes de noticias aparecidas en diversas publicaciones nacionales y extran­jeras y no proceden originalmente del Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C. , sino en los casos en que así se manifieste.

· .. n' ·h '

5.4% en 1981 a 3.8% en 1982. El descenso del saldo negativo obedeció al surgimiento de un superávit comercia l de 6 792.6 millo­nes de dólares, producto de un aumento de las exportaciones de 9.3% y una disminu­ción de las importaciones de 39.7%. Un año antes el comercio de mercancías tuvo un resultado negativo de 4 510 millones.

la evolución de las cuentas externas fue consecuencia en gran parte de una aguda crisis económica, de las medidas adoptadas para combatirla y de una enorme escasez de divisas. El PIB de ese año se redujo 0.5% y se presentó un drástico descenso de las compras foráneas. El coefic iente de impor­taciones respecto al PIB disminuyó de 15.9% en 1981 a 9.4% en 1982 . En un principio, el Gobierno aplicó una serie de programas de ajuste cuyos propósitos básicos fueron abatir la inflación, reduciendo los desequili-

bríos externo y públ ico y frenar el deterioro del peso y de la capac idad de pago exter­na. Posteriormente, ante la falta de eficacia de las medidas ap licadas, se adoptó la cru­cial decisión de nacionalizar el sistema ban­cario y de establecer un control de cambios para reducir la especulación cambiaría, en especia l, la cuantiosa fuga de divisas, y po­der orientar los flujos financieros de mane­ra congruente con la política económica.

En diciembre de 1982 el nuevo gobier­no puso en marcha el Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE) en el que se planteó una estrategia encam inada a estabi lizar los principales agregados eco­nómicos y a establecer bases firmes para reactivar la producción . Básicamente se pre­tendió adecuar la economía a una menor disponibilidad de divisas -que se canaliza­ron preferentemente a cubrir los adeudos

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comercio exterior, octubre de 1985

externos- y dar prioridad al combate con­tra la inflación . Para ello fue imprescindible disminuir el gasto real del sector público en su conjunto y fortalecer sus ingresos tanto los fiscales como los provenientes de los pre­cios y tarifas de los bienes y servicios públi­cos. El objetivo era propiciar la formación de una nUeva estructura de precios relati­vos y al mismo tiempo abatir la demanda y disminuir consecuentemente la inflación. Asimismo, se estableció una polftica mone­taria y crediticia congruente con los propó­sitos de abatir el ritmo .de crecimiento de los precios y retener el ahorro en el país. La política cambiaria se orientó a promover el fortalecimiento de la balanza de pagos me­díante un tipo de cambio subvaluado en tér­minos reales que a la vez que desalentara las importaciones promoviera las exporta­ciones y junto con tasas de interés internas con rendimientos reales altos evitara la sali­da de capitales. Todo ello con el propósito de reforzar las ventas extranjeras y contribuir a la reconstrucción de las reservas interna­cionales.1

La política adoptada rindió frutos en el control de los desequilibrios financieros, aunque la actividad económica se desplo­mó. La oferta global se redujo 8.6%, el PIB registró un drástico descenso de 5.3% y la formación bruta de capital cayó 27.9%. A pesar de la compresión del consumo públi­co y privado, el crecimiento diciembre­diciembre del índice nacional de precios al consumidor fue de 80.8% (un año antes fue de 98.8%). Sin embargo, el aumento del me­dio circu lante se redujo de 61.9% en 1982 a 41.4% en 1983 y los programas de ajuste público y externo mostraron importantes avances. Conforme a datos de la Cuenta Pú­blica de 1983, la relación gasto neto total del sector público-PIB se redujo de 44% en 1982 a 40% en el siguiente y los ingresos con respecto al mismo agregado se elevaron de 30.1 a 33.5 por ciento, respectivamente. Ello hizo posible disminuir el peso relativo del déficit financiero público en su conjunto (dentro y fuera del presupuesto) en el PIB de 18% en 1982 a 8.5% en 1983.2

Los progresos de la estrategia de estabi­lización fueron notables en el frente exter­no. Al reducirse la inversión y el tamaño del mercado interno, las importaciones dismi-

1. Véase al respecto, Homero Urfas, " Algunos aspectos de la coyuntura", en Comercio Exterior, vol. 33, núm . 7, México, julio de 1985.

2. Véase Homero Urfas, " La cuenta pública en 1983", en Comercio Exterior" , vol. 34, núm. 11, México, noviembre de 1983.

nuyeron y se generaron excedentes expor­tables. El resultado fue un superávit en la cuenta corriente de S 323.8 millones de dó­lares (en 1982 se había registrado un déficit de 4 878.5 millones) y una notable mejoría de las reservas del Banco de México, las cuales pasaron de una variación negativa de 3 184.7 millones en 1982 a una positiva de 3 100.9 millones. El superávit comercial as­cendi'ó a 13 761 .2 millones lo que represen­tó un incremento de 102.6% con respecto a un año antes. Las exportaciones aumenta­ron 5.1% y las importaciones disminuyeron 40.8%. Las ventas externas no petroleras (impulsadas por un tipo de cambio extrema­damente devaluado, la caída de la demanda interna, la ventaja comparativa derivada de los menores costos relativos de la mano de obra y por la recuperación de la economía estadounidense) tuvieron un aumento de. 32 .5% . Dentro de éstas, las ventas más di­námicas fueron las de manufacturas, con un aumento de 51 .9%, mientras las agropecua­rias y extractivas registraron -3.6 y 4.4 por ciento, respectivamente. Las ventas petro­leras (que representaron 69% de las expor­taciones totales) se redujeron 2.8% debido a la baja de las cotizaciones internacionales, pues el volumen de exportación anual se incrementó 3%. El precio de exportación promedio por barril cayó de 28.7 dólares en 1982 a 26.4 dólares en 1983. La paridad cambiaria tuvo efectos favorables sobre el turismo, cuyo saldo positivo se elevó 298.4%. Empero, los ingresos de maquiladoras se re­dujeron 3.9% y las transacciones fronterizas arrojaron un saldo negativo menor en 73.5% al resultado de 1982. El sa ldo en la cuenta de servicios factoriales registró un déficit de 9 360 millones, menor en 11 .5% al del ejer­cicio precedente. Los intereses de la deuda externa disminuyeron 4.4% con respecto al año anterior.3

El desequilibrio al acecho

D urante 1984la estrategia gubernamen­tal no tuvo cambios radicales. Empe­

ro, en ese año se empezaron a manifestar signos preocupantes en la evolución de las cuentas externas y públicas, aunque de otro lado se registró un repunte en la actividad económica -gracias a que el ajuste externo de 1983 amplió considerablemente el mar­gen de maniobra de la política económica­y la inflación se redujo de modo notable. Al final de ese año la oferta global se elevó 4.5%, el PIB se incrementó 3.5% después de sucesivas disminuciones en los dos años pre-

3. Véase Banco de México, Informe Anual 1983.

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cedentes y la inversión bruta fija creció 5.4%. Sin embargo, la inversión pública ape­nas aumentó 0.6%, debido al rígido control del gasto público y la privada se elevó 8.8%, como consecuencia fundamentalmente de los incentivos fiscales que se otorgaron para ese propósito.4 El índice nacional de pre­cios al consumidor registró un aumento diciembre-diciembre de 59 .2%, menor en 39.6 puntos al de 1983, pero mayor a lo pre­visto. Esto se debió, entre otras causas, a las presiones de la demanda provenientes de ramas en expansión, a la adecuación de los precios a una demanda restringida con el fin de elevar o por lo menos mantener los már­genes de utilidad (menor producción a ma­yores precios), a los efectos de la devalua­ción en los precios internos, a la elevada protección comercial que impidió que los precios de importación ejercieran una in­fluencia más activa en la regulación de los internos, al exceso de gasto público en al­gunos renglones, a la persistencia de los aumentos de los precios y tarifas de los bie­nes y servicios del sector público, y a la su­presión de subsidios a varios productos de consumo generalizado.

El repunte económico propició desajus­tes en otros agregados económicos. El me­dio circulante registró un aumento diciem­bre-diciembre de 63.1 %, cuando en 1983 se elevó 41.4%. Ello se debió, se dice, a la elevación de las reservas internacionales de­rivada del sa ldo. positivo en la balanza de pagos y a la creación de liquidez que pro­pició el financiamiento interno del Banco de México al resto de la economía, en especial al' sector público. El déficit financiero del sector público con respecto al PIB fue de 7.4%, menor al de 1983 pero superior a lo previsto (6.5%). Las metas de captación de ingresos no se alcanzaron como consecuen­cia de la pérdida de dinamismo de los in­gresos petroleros (las ventas externas de Pe­mex con respecto al PIB se redujeron 1.9 puntos) y de desviaciones en el ejercicio del gasto en renglones como el pago de intere­ses, participaciones a las entidades federa­tivas y estímulos fiscales.

En 1984 la cuenta corriente registró · un superávit de 3 967.4 millones de dólares, cifra menor en 25.5% a la de 1983. Ese re­sultado permitió reducir los requerimientos financieros externos, pagar una parte de la deuda privada y consolidar la recuperación de las reservas internacionales del país. Así, la cuenta de capita l registró un egreso neto

4. Véase Secretarfa de Programación y Presu­puesto, Sistema de cuentas nacionales de Méxi­co 1981-1983.

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de lo 576 millones de dólares, 43% superior al de 1983, la cuenta de errores y omisio­nes tuvo una salida neta de 150.7 millones, 83.6% menor a la del año pr.ecedente, y la rreserva del Banco de México se elevó 3 201 millones para alcanzar un monto de 8 134 millones.

El superávit corriente se formó con un saldo positivo en la balanza de mercancías de ·12 799.3 millones (inferior en 7.0% al año anterior) y un déficit de 8 831 .9 millo­nes (4.7% de incremento) en la cuenta de servicios y transferencias. El resultado del intercambio comercial fue producto de ex­portaciones por 24 053 .6 millones (7.8% más) e importaciones por 11 254.3 millones (31.6% de ascenso). Un año antes las varia­ciones fueron de 5.1 y -40.8 por ciento, res­pectivamente. Según esto, en la formación del superávit comercial de 1984 fue deter­minante el aumento de las exportaciones en tanto que un año antes lo fue la brusca carda de las adquisiciones externas.

El incremento de las ventas al exterior obedeció al dinamismo de las exportaciones no petroleras, las cuales se elevaron 18.4%, aunque un año antes habían crecido 31.0%. La recuperación económica de los países industrializados, la reducida demanda in­terna y los efectos del tipo de cambio en algunas lrneas de producción explican el crecimiento de estas ventas en 1984. Las ex­portaciones de hidrocarburos crecieron ape­nas 3.6%, aunque el avance es importante si se considera que ese aumento se compara con una base negativa {-2.8% en 1983). Ese

1 incremento fue posible gracias a una mejora .de 1.5% en el precio promedio del crudo de exportación, mientras el volumen prome­dio vendido al exterior se redujo 0.6%, pues a partir de noviembre la exportación de cru­do ligero se redujo en 100 000 barriles dia­rios. ~a relación de ventas de crudo Istmo a Maya que en 1983 había sido de 44 a 56 por ciento, en 1984 fue de 41 a 59 por cien­to. Como a lo largo del año la cotización del Maya experimentó ligeros incrementos, ello permitió el aumento del precio promedio y consecúentemente de los ingresos.5 Por su parte, el aumento de las importaciones se debió a la reactivación de algunos sectores industriales muy dependientes de productos extranjeros, a la gradual disminución de la ventaja comparativa del tipo de cambio que,

' por un lado, empezó a desalentar las ventas al exterior y, por otro, a elevar la propensión a importar, asr como al crecimiento de las

5. Véase Banco de México, Informe Anual 1984.

compras de insumas para productos de ex­portación .

Las exportaciones del sector público se elevaron 2.6% y las importaciones 11 .2%. El saldo ascendió a 13 013.9 millones de dó­lares, menor en 0.3% al del año anterior. Las ventas del sector privado crecieron 26.2% y las adquisiciones aumentaron 52.3%. Esto ocasionó que la balanza comercial privada registrara -como en los viejos tiempos- un déficit de 214.6 millones, cuando un año antes habfa obtenido un superávit de 708.2 millones. Asf, si bien el intercambio comer­cial del pafs en su conjunto arrojó superávit por tercer año consecutivo, el desequilibrio continuaba latente.

,... Oesde la segunda mitad de 1984, cuando la 'etonomfa experimentaba una ligera re­dí'fieración, las cuentas del sector externo empezaron a manifestar signos preocupan­te•J;'~I impulso exportador proveniente de la enorme subvaluación real del tipo de cam­bio que habfa propiciado un auge de las

. exportaciones no petroleras durante 1983 y parte de 1984 empezó a declinar. Se calcula que la subvaluación del peso frente al dólar fue de cerca de 60% en 1982, pero a partir del segundo semestre de 1983 se registró una apreciación sostenida y para el final de ese año se redujo a 30%. Durante 1984 el peso continuó revaluándose y al finalizar el año la cotización libre tehfa un· margen de subvaluación de 15% y la controlada de . 10%. Se estima que entre diciembre de 1984 y enero de 1985 ambos tipos de cambio al­canzaron una situación de equilibrio. Esto es, el margen de subvaluación alcanzado con las macrodevaluaciones de 1982 y 1983 se habfa perdido.6

Conforme la actividad económica aumen­tó y la ventaja comparativa derivada del tipo de cambio subvaluado disminufa, el valor mensual de las exportaciones manufacture­ras no petroleras se ·estancó en los niveles que 'habfa alcanzado a finales de 1983 y el saldo mensual de la balanza comercial, que desde agosto de ese año habfa sido superior a los 1 000 millones de dólares, empezó a declinar a partir del segundo semestre de 1984. Según algunos analistas, la apreciación del tipo de cambio - además del incremen­to de la brecha inflacionaria entre México y Estados Unidos, que alentó las expecta­tivas inflacionarias y de una devaluación, así como de la inestabilidad del mer~ado

6. Véanse "La subvaluación", El Sol de Mé­xico, 8 de julio de 1985 y varios autores, "El co­lapso de julio", en Nexos, vol. 8, núm . 93, sep­tiembre de 1985.

sección nacional

petrolero- fue ocasionada en parte por una modificación en el manejo de la política cambiaria. Asf, mientras que en el progra­ma gubernamental original el tipo de cam­bio se orientó principalmente a promover las exportaciones mediante una subvalua­ción real, el nuevo enfoque empezó a ma­nejar esa variable para controlar la inflación sobre la base del comportamiento de las reservas de divisas. Asf, la inyección de di­visas a la econornfa permitía la importación de algunos productos y con ello la modera­ción de las presiones inflacionarias de cier­tos precios relativos . Por otra parte, al dis­minuir las existencias de divisas se reduda su oferta para mantener en un nivel adecua­do la subvaluación del tipo de cambio. Em­pero, la dinámica adversa de los factores que contribuyen a determinar la paridad y la in­suficiencia del deslizamiento para compensar esos desequilibrios acentuaron la tendencia a la sobrevaluación y reforzaron la avidez de dólares. Ello, a la vez que impidió el ma­nejo flexible de las reservas, hizo que éstas se emplearan para contener las presiones so­bre el tipo de cambio. El nivel de reservas, por tanto, fue disminuyendo paulatinamen­te. Como resultado, la balanza en su con­junto empezó a deteriorarse con rapidez .7

La persistencia de la crisis

L os desequilibrios que surgieron duran­te 1984 se manifestaron plenamente en

1985. Con el fin de atemperar los desajus­tes de la economía, el Gobieno puso en marcha en febrero de ese año, un progra­ma de ajustes presupuestarios que incluyó un recorte de 100 000 millones de pesos en programas y proyectos de inversión no prio­ritarios, asf como el recorte de 4% en el gas­to corriente del Gobierno federal. En total, la disminución acordada ascendió a 250 000 millones de pesos. La restructuración del gasto implicó también la cancelación de al­rededor de 80 000 plazas vacantes y acele­ró la puesta en venta o liquidación de un importante número de empresas y organis­mos del sector paraestatal. Por las mismas fechas el Gobierno redujo el precio del cru­do tipo Istmo en 1.25 dólares por barril (el del Maya se mantuvo sin cambio), a fin de adecuarse a las condiciones de sobreoferta del mercado petrolero mundial que durante los dos últimos meses de 1984 obligó a las autoridades del país a disminuir en 100 000 barriles diarios la exportación de petróleo. La baja en la cotización implicó, según se informó, una reducción anual de aproxi-

7. Véanse Banco de México, Informe Anual 1984 y varios autores, op. cit.

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comercio exterior, octubre de 1985

madam·ente 300 millones de dólares, equi­valente a 1.9% de las divisas que obtiene Pemex y cerca de 4% de las reservas inter­nacionales del Banco de México. '

A las medidas señaladas siguieron el ajus­te en el tipo de cambio y en las tasas de interés. En un intento por evitar la sobreva­luación del peso y un mayor deterioro de las cuentas externas, así como atemperar la especulación y la salida de capitales, el Ban­co de México aumentó de 17 a 21 centavos el deslizamiento diario del peso frente al dólar y elevó las tasas de interés, principal­mente las de corto plazo. Los' depósitos de 30 a 85 días, por ejemplo, elevaron su rendi­miento en 8.4 puntos sobre el nivel previo. Asimismo, para frenar el crecimiento del cré­dito derivado de la presión del déficit fiscal y contener. el exceso de liquidez, el banco central decidió esterilizar recursos crediticios con la colocación en la banca de Bonos de Regulación Monetaria.s

En apariencia, los ajustes tuvieron efec­tos positivos. Durante el primer semestre de 1985 la tasa de inflac ión, aunque aún alta y por encima de los pronósticos oficiales, mantenía su tendencia descendente, la pro­ducción industrial creció cerca de 7%, el sector manufacturero se elevó 7.8%, la cons­trucción 7.3% y la electricidad 5.5%. Asimis­mo, la inversión aumentaba en ciertas ramas y el peso del servicio de la deuda descen­día. Sin embargo, la evolución favorable de esos indicadores constituía la parte visible del gran témpano. Bajo el agua se oculta­ban desequilibrios importantes en ciertos agregados financieros. El déficit del sector público, a pesar de los recortes al gasto de principio de año y de la continuidad en la revisión de la política de precios y tarifas de dicho sector, se había excedido de las metas acordadas con el FMI (a julio del presente año dicho desequilibrio fue 2.5% mayor a la meta fijada para todo el año) y su finan­ciamiento generaba presiones sobre el cré­dito interno y la tasa de interés. El manejo del tipo de cambio, por su parte, presentaba cada vez mayores dificultades debido a la creciente brecha inflacionaria entre México y Estados Unidos, a las expectativas de una mayor inflación -y por ende de un cambio brusco en la paridad-, así como a la ines­tabilidad e incertidumbre del mercado pe­trolero (en junio de este año el precio de ex­portación del crudo tipo Maya se redujo 1.50 dólares por barril). Todo el lo alimentó

8. Véase "Recuento nacional", en Comercio Exterior, vol. 35, núms. 1, 2 y 3, México, enero, febrero y marzo de 1985.

la especulación: las reservas internaciona­les del Banco de México descendieron y la balanza de pagos en su conjunto se dete­rioró con rapidez, lo cual dio origen al sur­gimiento de un déficit en la cuenta corriente en el segundo trimestre del año de 481.1 millones de dólares.9

En la primera mitad del año las transac­ciones comerciales con el exterior mostra­ron una marcada tendencia al desequilibrio. Si bien en ese período la cuenta de mercan­cías registró un superávit de 3 946.7 millo­nes de dólares, éste fue 47.2% menor al de un año antes. Ello se debió a un descenso de 14.2% en las exportaciones y un inere­mento de 35.7% de las adquisiciones forá­neas. Las ventas de hidrocarburos y s'ti de­rivados cayeron 14.3%, como resultáq,o de una baja de 17.9% en los ingresos PJ~~e­nientes de crudo y gas natural, un deS<(f1pso de 43.1% de los correspondientes a pr~dt,Jc­tos petroquímicos y un aumento de 43% en derivados del petróleo. Las exportaciones no petroleras también disminuyeron 14.1 %. Las colocaciones de los sectores público y privado descendieron 14.8 y 12.4 por ciento, en tanto que sus importaciones se elevaron 8.2 y 58.1 por ciento, respectivamente. Ese comportamiento determinó un descenso del superávit público de 22.3% y la reaparición de un déficit de 1 371.2 millones de dóla­res en las operaciones del sector privado, que un año antes registró un saldo positivo de 627.5 millones.

La tendencia al deterioro de las cuentas externas se explica por factores tales éomo la inestabilidad del mercado petrolero, el ti­po de cambio, la inflación, la desaceleración económica de Estados Unidos, el reforza­miento de las prácticas proteccionistas en el mundo industrializado y la recuperación económica interna que elevó las importacio­nes. Todo ello, más las presiones financie­ras de la balanza de pagos impulsaron hacia la baja las reservas internacionales del Ban­co de México. Así, en el curso del presente año el mercado petrolero internacional se ha caracterizado por una gran incertidum­bre e inestabilidad, lo cual se ha reflejado en el descenso de las exportaciones de cru­do mexicano, tanto en volumen como en precio. De febrero a junio el precio de ese producto se redujo en dos ocasiones (el Ma­ya en 1.50 dólares el barril y el istmo en 1.25 dólares) y el volumen exportado en junio cayó a 800 000 barriles por día, cuando la

9. Véase "Proyecto Econométrico de Méxi­co", Wharton Econometric Forecasting Associa­tes, 12 de septiembre de 1985.

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plataforma de exportación es de 1.5 millones diarios. Ello se debió a que compradores tradicionales como España, Francia y Japón dejaron de adquirir o redujeron sus compras de crudo en espera, por supuesto, de una baja del precio. Por otra parte, la brecha inflacionaria entre México y Estados Unidos, la caída de los ingresos provenientes de la exportación del crudo y de las ventas en general, así como el insuficiente ritmo del deslizamiento del peso, eliminaron gradual­mente el margen de subvaluación del tipo de cambio. Se calcu la que en junio de este año la divisa mexicana se encontraba sobre­valuada de 1 O a 20 por ciento. Esto restó competitividad a nuestros productos y alen­tó las importaciones, a la vez que reforzó los movimientos especu lativos. Estos últi­mos, alimentados por las mayores expecta­tivas inflacionarias y por la incertidumbre, intensificaron las presiones sobre el peso e incrementaron los flujos de capital hacia el exterior.

Los factores anteriormente señalados, junto con la onerosa carga financiera deri­vada del pago de intereses y de amortiza­ción de capital, así como la imposibilidad del país para colocar títulos en el exterior, dio lugar a una salida neta de dólares y con­secuentemente a un descenso de las reser­vas internacionales. Al 31 de agosto del año en curso las reservas internacionales del país ascendieron a S 581 millones de dólares, cifra menor en 2 553 millones al saldo de diciembre de 1984. El Banco de México se­ñaló que la <:aída de las reservas no implica necesariamente una tendencia, pues los fac­tores que incidieron en ese descenso tienen un carácter coyuntural por lo cual tenderán a desaparecer rápidamente. Así, la dismi­nución de las reservas en julio y agosto fue determinada por: a) En esos meses, las amortizaciones de capital excedieron en 460 millones de dólares las disposiciones de nue­vos créditos externos, desfase que se consi­dera coyuntural. b) El descenso de los volú­menes de exportación de petróleo ocurrido en junio propició una pérdida por concepto de cobranza de aproximadamete 700 millo­nes de dólares en julio y agosto, puesto que el cobro se realiza dos meses después del embarque. La reducción del precio del cru­do mexicano permitirá restablecer el flujo normal de exportaciones. EllO de julio Mé­xico decidió rebajar y restructurar sus pre­cios de exportación de crudo. La rebaja pro­medio por barril fue de 1.24 dólares para el tipo Istmo y de 0.77 dólares para el Maya. Esta decisión ocurrió luego de que varios clientes prefirieron no comprar petróleo me­xicano a los precios vigentes. Según la SEMIP, eso hizo posible elevar el nivel exportado

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de 800 000 barriles en junio a 1.4 millones de barriles en julio. e) La incertidumbre cambiaria provocó un notable incremento de las importac iones en los últimos meses, alcanzando un monto de 1 463 millones de dólares en junio. Se prevé que esta situación ya no se presenta rá debido a los ajustes rea­lizados al tipo de cambio que se iniciaron desd~ el11 de julio, cuando se suprimió el tipo de cambio hasta entonces denominado " libre" y surgió el " superlibre" .10

El ajuste de julio

L a caída de los ingresos petroleros y de las exportaciones no petroleras, el auge

de importaciones, las dificultades para ob­tener créditos del exterior, el repunte de las presiones inflacionarias, la revaluación del peso y la crec iente especulación conduje­ron al Gobierno a adoptar un conjunto de medidas en materia de finanzas públicas, co­mercio exterior y política cambiaría. El 24 de julio se anunció una reducción en el gas­to corriente del sector público mediante la reorganización de las estructuras adminis­trativas del Gobierno federal y del sector pa­raestatal. Los recortes al gasto, junto con los efectuados a principio del año, representa­rían un ahorro de 700 000 a 800 000 millo­nes de pesos. Se supone que la reducción del gasto romperá el círculo vicioso consis­tente en la elevac ión de las tasas de interés causada por la demanda de crédito para fi­nanciar un déficit fiscal excesivo y el creci ­miento de ese déficit determinado por los mayores pagos de ·intereses. Un ejemplo cla­ro de ello lo constituyen los Cetes. Para pa­gar esos adeudos, el Gobierno tiene que lanzar continuamente nuevas emisiones de esos tftulos con rendimientos mayores-para pagar las colocaciones anteriores. En el pri­mer semestre de 1985 se efectuaron 49 emi­siones por 4 billones de pesos, a una tasa de interés promedio de 56%.

El tipo de cambio controlado se devaluó 20% y se establec ió un sistema de flotación regulada que se basará en el comportamien­to de la oferta y demanda de divisas dentro del mercado controlado, la evolución inter­na y externa de los precios, y la situación relativa de distintas monedas extranjeras. En el ámbito comercial las medidas se orientaron

1 O. Véanse " En 649 millones de dólares se re­dujeron las reservas del Banco de México", " Se recuperaron en 400 millones de dólares las reser­vas internacionales", El Sol de México, 3 y 4 de septiembre de 1985, y " Recuento nacional", en Comercio Exterior, vol. 35, núms. 7 y 8, México, julio y agosto de 1985.

a acelerar el proceso de sustituir los permi­sos previos de importación por un sistema arancelario moderno y eficaz. En el sector monetario y crediticio se ajustaron hacia el alza las tasas de interés, a fin de retener el ahorro y evitar pérdidas operativas en la banca, y se establecieron mecanismos de control del crecimiento de la liquidez y de canalización selectiva de los recursos cre­diticios. Para tales fines, el Banxico decidió congelar recursos crediticios con la coloca­ción en la banca de Bonos de Regulación Monetaria y con la absorción de 35 .2% de la captación marginal de las instituciones financieras destinada a la adquisición de bonos gubernamentales; esto, se dice, no afectará al grueso de la capacidad de finan­ciamiento del sector bancario -derivada de su captación por 8.9 billones de pesos acu­mt:Jiada hasta junio último- sino sólo la que resulte del crecimiento de dicha captación. 11

Así, afirman algunos analistas, el recru­decimiento de la crisis obedeció al fracaso para abatir sustancialmente el proceso infla­cionario. Según ese enfoque, ello fue debido a la pérdida del control sobre el gasto pú­blico a partir del segundo semestre de 1984, lo cual "sobrecalentó" la economía, al ajus­te. fiscal que dependió en exceso de los aumentos de los precios y tarifas, y a que la estrategia anticrisis no fue acompañada de una liberalización rápida y efectiva del comercio exterior que redujera el grado de protección con que opera la industria me­xicana. La persistencia del proteccionismo en los países industrializados contribuyó a la caída de las exportaciones no petroleras a fines de 1984, después del auge que habían experimentado desde el segundo semestre de 1983. De esta manera, el ajuste de julio tiene como propósitos fundamentales aba­tir la inflación por la vía del reforzamiento del control de los agregados financieros y de la demanda global y promover las expor­taciones por medio del manejo de las polí­ticas cambiaría y arancelaria.

Las medidas gubernamentales produje­ron diversas reacciones. Algunos grupos de opinión las calificaron como acertadas aun­que aún insuficientes, sobre todo en cuanto a la reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía. El

11 . Véanse " Tanto la deuda externa como la interna absorben el ahorro que se genera en el país", El Sol de México, 17 de agosto de 1985; "6 230 millones las reservas de Banxico: Mance­ra" , El Sol de México, 23 de julio de 1985, y " Las medidas de julio: más parches en la política eco­nómica", en Expansión, vol. 17, núm. 422, Mé­xico, 21 de agosto de 1985.

sección nacional

recorte presupuestario, aducen, no será su­ficiente para abatir el déficit a 5.5% del PIB como se pactó con el FMI. Se calcula que dicho coeficiente será de alrededor de 9%.12

Otros sectores señalaron que los ajustes no representaban ningún cambio en la estrate­gia gubernamental, sino que constituían una reiteración del manejo liberal de la crisis sin atacar cabalmente los problemas estructu­rales del país. Estos grupos aseguraron que la persistencia de esa política económica sólo conduciría a acentuar las condiciones recesivas de la economía y a generar una ma­yor vulnerabilidad de la política cambiaría, al depender de factores externos muy ines­tables y fuera de control, así como de una excesiva liberalidad en los flujos de divisas. Para esta corriente de opinión, por ejemplo, es muy cuestionable culpar al gasto público del resurgimiento de la inflación, pues si bien es cierto que en 1984 se gastó más de lo programado, buena parte de ese exceso salió del país en forma de servicio de la deu­da y no fue empleado con fines de reacti­vación, lo cual sí podría haber presionado los precios, aunque ello también hubiera dependido del destino del gasto. Además de ello, señalan que los recortes al gasto pú­blico obedecen a una visión que insiste en considerar que la inflación es producto de un exceso de demanda, cuando la experien­cia ha demostrado, aseguran, que la com­presión de esa variable no ha logrado hacer ceder a la inflación, y sí en cambio ha fre­nado el crecimiento económico.

Con respecto al tipo de cambio algunos analistas señalan que si bien las medidas adoptadas en esa materia tenían como pro­pósito eliminar los efectos inflacionarios en la cotización del peso, reducir la especula­ción y la fuga de capitales, y mantener en niveles adecuados las reservas internaciona­les, es muy improbable que resuelvan los problemas de fondo. De hecho, es difícil aceptar que establecer un tipo de cambio muy subvaluado, junto con una política de tasas internas de interés con rendimientos reales altos, contribuya a estabilizar la pari­dad cambiaría a mediano y largo plazos. Ello puede ocurrir por un córto tiempo, mien­tras las expectativas indiquen que la paridad no sufrirá alteraciones bruscas. Empero, en cuanto empieza a surgir el riesgo cambia­río se produce una gran demanda d!=! acti­vos nominados en moneda extranjera, re­forzándose la tendencia a macrodevaluar. Desde luego, ni una paridad fija ni el desli­zamiento cotidiano impiden que el riesgo cambiario determine el destino de los flu -

12. Véase " Las medidas de julio . . . " ,op. cit.

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comercio exterior, octubre de 1985

jos de recursos. Esta situac ión se ha agra­vado por la gran inestabilidad del mercado petrolero y la consecuente menor captación de divisas, así como por el enorme servicio de la deuda que, al comprometer una gran parte de los ingresos por exportaciones, ha­cen más escasa y, por tanto, .más atractiva, la divisa estadounidense . Dichos factores, desde ese punto de vista, vuelven inmaneja­ble el tipo de cambio y por tanto las medidas cambiarías serán insuficientes para corregir los desequilibrios de la ba lanza de pagos y permitir que la economía continúe la recu­perac ión registrada en la primera mitad del año. Para algunos especialistas, una salida que podría contribuir a atemperar las difi­cu ltades provenientes de la inestabilidad cambiaría sería el estab lec imiento de una cotización fija previs ible en el corto plazo, junto con la aplicación de un control integral de cambios. Si bien esas medidas no harían desaparecer la demanda especulativa, sí la reducirían notablemente. Aunque la paridad fija afectaría hacia la baja las exportaciones, lo cual podría evitarse con una activa polí­tica de promoción, tendría la ventaja de que contribuiría a un mayor control de los pre­cios -al fijar un precio clave como lo es el tipo de cambio- y permitiría sustentar la planeación de las empresas en expectativas más firmes. Conforme a esa lógica, las tasas internas de interés descenderían, alentando la inversión . El control integral de cambios, por su parte, perm itiría asignar las divisas de forma selectiva y liberar a la política de ta­sas de interés de presiones especu lativas y de la evolución de las finanzas internacio­nales. Para que esta política funcione sería necesario un cambio radical en las formas de interpretar y de combatir la crisis, pues sería preciso instrumentar una activa gestión gubernamental, una restructuración indus­trial y llevar a cabo una renegociación de la deuda que permitiese liberar recursos pa­ra inversión productiva. 13 Sin embargo, in­dependientemente de la eficacia de esa pro­puesta, el hecho es que los propósitos y la estrategia del gobierno no han cambiado: contro lar los desequilibrios externo y fiscal, abatir la inflación y asegurar una recuperación lenta pero sostenida. Dentro de esa estrate­gia ocupa un lugar sumamente importante el comerc io exterior. El país debe preparar­se para afrontar la competencia externa. Las exportaciones no petroleras deberán sustituir al endeudamiento externo y a la exportación de hidrocarburos como fuentes de divisas.

13. Véanse José Manuel Quijano, "Tipo de cambio, problema inmanejable", Excélsior, 1 O de julio de 1985 y Fernando Calzada y Enrique Gon­zález, "Cuando los pesos se van", Punto, 19 de agosto de 1985.

La respuesta a la ·crisis: ¿apertura o protección?

E 1 retraso en el proceso de apertura de la economía mexicana, la inestabi lidad

del 'mercado petrolero y la consecuente baja de sus precios, el descenso de las cotizacio­nes de las materias primas que exporta el país, la inflación y la sobrevaluac ión del peso, mostraron nuevamente la elevada vul­nerabilidad de las cuentas externas ante los cambios del mercado mundial y revirtieron la tendencia superavitaria. El exces ivo pro­teccionismo mexicano, se asegu ra, ocasionó la caída de las exportaciones no petroleras e impidió que las importaciones actuaran como estabilizadoras del crecimiento de los precios internos.

Aunada a los problemas internos, ·la1 si­tuación internaciona l se deterioró, obsei'Ván­dose, según los especialistas, una tendehcra en la economía mundial a establecer un cre­ciente proteccionismo que limita los flujos de comercio. En 1983, los productos suje­tos a restricciones representaron 30% del consumo totql de bienes manufacturados en Estados Unidos y en la CEE; en 1980 la rela­ción fue de 20% . De esta manera, al tiempo que esos países cierran sus fronteras por medio del estab lecimiento de mayores ba­rreras al comercio, han redoblado sus es­fuerzos para apodera rse de mercados de relativa importancia como el nuestro, y de ese modo colocar sus excedentes. El protec­cionismo es muy notorio en Estados Unidos, donde el elevado déficit comercia l ha le­vantado fuertes exigencias para reforzar las barreras comerciales. Muestra de ello es el hecho de que en el curso de este año se han establecido más de 400 tarifas para proteger industrias específicas y aun cuando Reagan pretenderá vetar cua lquier tipo de protec­cionismo, la presión de algunos miembros del Senado parece apuntar a la aplicación de un complicado sistema de aranceles contra importaciones del orden de 25 por ciento.

El proteccionismo estadounidense ha afectado seriamente los flujos comercia les de México a ese mercado. El 1 o de mayo último, el Gobierno de Estados Unidos infor­mó que redujo en 4 800 millones de dólares el valor de las importaciones de productos latinoamericanos incluidos en su Sistema Generalizado de Preferencias (SGP). México resultó el país más perjudicado en la revisión anual de dicho Sistema al excluirse productos que en 1984 sumaron 3 381 .7 millones de dólares. 14

14. Véase "Recuento nacional", en Comer­cio Exterior, vol. 35, núm. 6, junio de 1985, p. 566.

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Habida cuenta de que el crec1m1ento económ ico del país precisa de divisas para financiar las importaciones necesarias para la producción y para llevar a cabo proyec­tos de inversión, y que el endeudam iento externo y las exportac iones de crudo ya no son instrumentos viab les para superar la vul­nerabilidad del sector externo, el gobierno decidió en julio último acelerar los proce­sos de liberalización del comercio externo y de racionalización de la protecc ión , a fin de promover las exportaciones de produc­tos no petroleros. Se pretende impu lsar un nuevo modelo de industria lización y de es­pecialización del comercio exterior que per­mita superar las restricciones y la vulnera­bilidad externas y alcanzar un crecimiento autososten ido de las exportaciones. Parata­les propósitos primero que nada era necesa­rio sustituir el permiso previo por el arancel.

Así, se hizo una notable transformación del Impuesto General de Importación : al24 de ju lio, el número de fracciones liberadas de permiso previo ascendía a 3 555, de un total de 8 077; un día después, la primera cifra se elevó a 7 168 fracciones liberadas (61 .4% de la importación tota l) que inclu­yen materias primas, productos intermedios, partes y componentes y la mayoría de los bienes de capita l. Se mantienen bajo con­tro l 909 fracc iones, que cubren 38.6% de las importaciones. De éstas, 333 se refieren a productos considerados como prescindi­bles y el resto a los de origen agríco la; otros productos están sujetos a programas de fa­bricación, como los materiales de ensamble de la industria automovilística, las materias básicas para la industria farmacéutica, los productos finales de las industrias de com­putación y de telecomunicaciones, algunas máquinas y herramientas, incluyendo las destinadas al movimiento de materiales, y los productos celulósicos. Los niveles arance­larios se fijaron desde 0% para los insumos de la agricu ltura hasta 50% para bienes de consumo final no pri oritarios. 15

Algunas semanas antes los gobiernos me­xicano y estadoun idense habían firmado un "Entend imiento en materia de subsidios e impuestos compensatorios" cuya vigencia será de tres años. Conforme al documento, México recibe el trato de la nación más fa­vorecida, sin las excepciones que hasta la fecha se venían ap licando de acuerdo con la Ley Comercial de Estados Unidos. Se otorga a las exportaciones mexicanas la llamada

15. Véase "Medidas recientes de política eco~ nómica" y "Recuento nacional" en Comercio Ex­terior, vol. 35, núm. 8, México, agosto de 1985, pp. 774-784 y 771 .

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"prueba del daño" mediante la cual sólo podrán aplicarse impuestos compensatorios a los productos mexicanos cuando se com­pruebe que los incentivos que otorga el Gobierno de México tienen efectos econó­micos adversos sobre la industria estadou­nidense. A cambio de esto, las autoridades mexicanas deberán eliminar todo subsidio en impuestos, precios de energéticos, insu­mas, financiamiento o cualesquiera otros que se conceda a la producción que tenga co­mo destino el mercado de Estados Unidos y que pudiera causar perj uicios a la indus­tria de este país. Algunos opinan que dicho convenio resultó desventajoso para México pues reduce notablemente el margen de ma­niobra de la política de promoción de las exportaciones. 16

Las decisiones adoptadas dieron lugar al surgimiento de encontradas opiniones de di­versos grupos y reavivaron la polémica en torno a las perspectivas de la economía.

Los avances de la discusión

1:: s ya un hecho aceptado por todos que el modelo de desarrollo basado en la

sustitución de importaciones, tal como se aplicó, está totalmente agotado. Se recono­ce así que el desajuste de la balanza de pa­gos está relacionado directamente con una estrategia de sustitución de importaciones

- apoyada en un elevado proteccionismo in­dustrial y en la expansión del mercado in­terno. Con ello se esperaba instalar una planta productiva capaz de satisfacer los re­querimientos internos de bienes de consu­mo y avanzar en la fabricación de medios de producción. Las importaciones de los equipos necesarios para promover el desa­rrollo industrial se financiarían con la expor­tación de bienes primarios, en especial los agropecuarios.

La sustitución de importaciones propició un notable crecimiento económico duran­te varios años. Apoyado por las políticas pro­teccionistas y el traslado de excedentes del campo a la industria, el sector secundario avanzó rápidamente, sobre todo en la fase de sustitución de bienes de consumo. Sin embargo, el proteccionismo de todo tipo (crediticio, fiscal y comercial, entre otros)

16. Véanse "México salió perjudicado en la revisión anual del SGP de Estados Unidos", El Sol de México, 2 de mayo de 1985; "Situación eco­nómica para exportar", El Sol de México, 7 de junio de 1985, y " La apertura comercial, ¿sinó­nimo de ingreso al GATI?", El Sol de México, 27 de agosto de 1985.

propició que surgieran una estructura ine­ficiente y poco competit iva, un desarrollo sectorial y regiona l desequilibrado y una ex­cesiva concentración de los beneficios del progreso. Todo ello favorec ió la ex istenc ia de empresarios en ocasiones insuficiente­mente audaces para acometer inversiones consideradas riesgosas, a pesar de contar con un mercado interno que perm itía ob­tener ganancias considerables.

El proceso de sustitución de importacio­nes generó una notable dependencia del sector industrial con respecto a las compras foráneas de bienes intermedios y de capi­tal. Al mismo tiempo, se dio un acelerado deterioro de las fuentes de divisas que ac­tuaban como sustento del modelo. Esto es, ante la gradual pérdida de importancia de las actividades generadoras de exportacio­nes y la ausencia de cambios relevantes en la e~tructura productiva, el crecimiento eco­nómico del país estuvo condicionado en alto grado por el cómportam iento de las impor­taciones. Ello, a su vez, determ inó que no se desarrollara con más intensidad el pro­ceso de sustitución de importaciones en su etapa más avanzada: la producción de bie­nes de capital e intermedios en cantidad su­ficiente y calidad adecuadaY

Si bien es cierto que la industrializac ión sustitutiva creó una base industrial amplia y diversificada, no se puede negar su alta vulnerabilidad y dependencia del exterior. La balanza comercial fue deficitaria desde el decenio de los cincuenta hasta el inicio de la actual cr isis. En ese marco, el sector manufacturero, cuyas cadenas productivas dependen en alto grado de insumas del ex­terior, siempre registró sa ldos negativos im­portantes. Por ejemplo, en 1980 importó tres veces más de lo que vendió al exterior.

Existe ya consenso en que es necesario un cambio estructural en la economía me­xicana. También hay coincidencia en que el país debe buscar la integración de una planta productiva eficiente y competitiva en el exterior que permita elevar las exporta­ciones de productos no petroleros, asegurar un flujo de divisas estable y atenuar la vul­nerabilidad del sector externo por medio de una inserción ventajosa en el mercado mun­dial. Asimismo, se considera imprescindible continuar fomentando el empleo y abatir la tasa inflacionaria.

17. Véase al respecto, Homero Urfas, "Hacia un enfoque global de la balanza de pagos" (se­gunda parte), en Comercio Exterior, vol. 32, núm. 9, México, septiembre de 1982.

sección nacional

Las discrepancias continúan vigentes en lo que se refiere a la forma que debe adoptar la apertura externa, al ritmo con que debe hacerse, y a la manera en que ha de coor­dinarse con el resto de la política económi­

. ca. Por lo tanto, también se discuten los efectos que las distintas opciones tendrán en la economía y sobre todo los efectos en los distintos grupos sociales que conforman el país. Las posiciones adoptadas en la polémica están, desde luego, íntimam ente relaciona­das con los intereses de cada sector.

La polémica incluye todos los instrumen­tos de la política económica: impuestos, de­rechos, gasto público, empresas públicas, deuda externa, salarios mínimos, inversión extranjera, medio circulante, tasa de interés, sólo para apuntar los mencionados con más frecuencia. La complejidad que la economía mexicana ha alcanzado y la profund idad de la cr isis hacen indispensable manejar coor­dinadamente todos los instrumentos. En ese sentido, resulta muy sana la inclusión de to­dos ellos en la discusión .

Desde el limitado punto de vista de lapo­lítica comercial, se pueden mencionar, en una primera aproximación y sin pretensio­nes de profundidad, los siguientes asuntos sujetos a examen:

• El nivel y ritmo con que se liberarán las importaciones. Pasar de un sistema de per­miso previo a un sistema arancelario permi­tirá a las autoridades modular la protección. Se continúa argumentando en torno al nivel y categoría en que se debe incluir cada frac­ción arancelaria, al manejo de los precios oficiales y a los procedimientos administra­tivos que se aplicarán a las compras externas.

• El efecto de liberar las importaciones en los precios. Al respecto subsisten posicio­nes contrarias, pues mientras unos sostienen que ello permitirá presionar las cotizaciones a la baja, otros piensan que únicamente ge­nerará utilidades extraord inarias para los comerciantes debido al alto grado de aligo­polio del mercado mexicano.

• El futuro de los programas de fabrica­ción, como los de material de ensamble para la industria automovilística, las materias pri­mas básicas de la industria farmacéutica, los productos finales de la industria de compu­tación, de telecomunicaciones y algunas máquinas y herramientas, incluso las desti­nadas al movimiento de materiales y los pro­ductos celulósicos.

• Las posibilidades y medidas adecuadas para fomentar las exportaciones.

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comercio exterior, octubre de 1985

• Las ventajas y desventajas de que Mé­xico ingrese al GATI.

La perspectiva inmediata

E 1 horizonte económico de corto plazo augura graves dificultades que podrían

retrasar el avance de los programas. Al de­terioro general de la economía se sumó la situac ión de emergencia provocada por los terremotos de septiembre último. Se calcu­la que el costo de la reconstrucción ffsica de las zonas devastadas ascenderá a 6 000 millones de dólares. Por su parte, el adverso comportam iento de la economía se refleja en las sombrías predicciones. Se estima que, en el mejor de los casos, la tasa de inflación será de 60%, que el ahorro en términos rea­les descenderá 40% con respecto a 1984 y que la tasa de desempleo abierto crecerá a ritmos superiores a 8.5 por ciento.

Se calcula que la cuenta corriente regis­trará un déficit de 500 millones de dólares, en tanto que un año antes hubo un saldo positivo de' 3 967.4 millones. El superávit de mercancías será de 7 200 millones, 43 .7% menor al obtenido en 1984, suficiente para cubrir sólo 54.5% del servicio de la deuda. El deterioro comercial obedecerá a un in­cremento de 27. 1% de las importaciones y una disminución de 10.6% de las exporta­ciones. El servicio de la deuda ascenderá a 13 22 1 millones de dólares (10 000 millones de intereses), cifra que representará 61.5% de las exportaciones totales y alrededor de 6.6% del PIB. Las reservas internacionales caerán, se calcu la, en más de 4 000 millo­nes de dólares. En 1984 montaron a 8 134 millones. 18

Para hacer frente a los problemas de atención urgente, el Gobierno mexicano so­licitó un crédito nuevo de 500 millones de dólares para cubrir parte del costo de la re­construcción de las zonas devastadas por los fenómenos naturales y logró una prórroga de seis meses del pago de 950 millones por concepto de amortización. 19 Asimismo, se gestionan otros préstamos con el FMI y con el Banco Mundial, tanto para reconstruir co­mo para financiar los desequilibrios de las cuentas del país .

La situación de emergencia abrió un pa­réntesi s en la discusión planteada. El esfuer­zo conjunto se dedicó a restañar las conse-

18. "El sa ldo comercial cubre sólo 54% del pa· go de la deuda", Uno más Uno, 14 de octubre de 1985.

19. /bid .

cuencias del fenómeno natural. Empero, ha llegado el momento de presentar las distintas opciones con el afán de llegar a la mejor solución posible.

El Senado de la República convocó a una consu lta en torno a la eventual incorpora­ción de México al GATI, que se inició el 28 de octubre. Es de esperarse que en ese foro se debatan sin prejuicios, con argumentos sólidos y con amplitud de miras los trascen­dentales problemas del país, a fin de en­contrar las soluciones más acordes con las necesidades y propósitos nacionales, por en­cima de intereses de facciones o de grupos.D

ASUNTOS GENERAU:S

El terremoto: un resumen preliminar de los daños

La mañana del19 de septiembre un terre­moto derrumbó cientos de ed ificios de la

ciudad de México (hospitales, escuelas, igle­sias, unidades habitacionales, viviendas, ofici­nas públicas, fábricas, hoteles, cines y tea­tros) acabando con miles de vidas, lesionando a miles de personas y dejando a más de 100 000 gentes sin hogar y a otras tantas sin empleo. Un segundo sismo de m~nor inten­sidad, ocurrido 36 horas después, agudizó los efectos del primero.

Según información oficial al 30 de sep­tiembre, en el interior de la República hu­bo daños en los estados de jalisco (28 muer­tos, 191 heridos, 550 casas destruidas y 200 dañadas y 3 000 damnificados), Michoacán (6 decesos, 213 lesionados, 1 00 casas des­truidas y 300 dañadas, 22 escuelas e igual número de templos con desperfectos graves, 18 edificios públicos muy afectados y 348 damnificados), Guerrero (2 muertos, 20 he­ridos, 80% de las viviendas de 11 poblados afectadas, dos hoteles de Zihuatanejo muy dañados y nueve más con otros daños, des­perfectos materiales en los palacios de Go­bierno, Legislativo y de justicia en Chilpan­cingo y 224 damnificados) ·y Colima (un muerto, dos casas destruidas, 16 damnifica­dos y daños menores en siete edificios pú­blicos y nueve instalaciones militares) . En términos generales, los problemas provoca­dos por el sismo en estas entidades fueron afrontados por los propios gobiernos esta­tales, con el apoyo del Gobierno federal, por medio de la Comisión Nacional de Emergen­cia que se creó al efecto.

En la zona central de la ciudad de México los daños y las secuelas de ese fenómeno

957

alcanzan la proporción de tragedia; su mag­nitud es tal que resulta difícil su valoración adecuada y su cuantificación precisa, por lo que aún no existen cifras confiables, de muertos, heridos y desaparecidos. Puede señalarse, sin embargo, que hubo interrup­ciones en algunos casos muy largas en diver­sos servicios públicos (teléfonos, especial­mente el servicio de larga distancia y de telecomunicaciones en general, energía eléctrica, abastecimiento de agua potable y transporte urbano).

Frente a la tragedia, la población capita­lina reaccionó de manera ejemplar. Miles de personas acudieron casi de inmediato a los lugares afectados para rescatar a cientos de atrapados; a acordonar las áreas dañadas, para agilizar la ayuda, y a suministrar apo­yos de todo tipo. Diversas organizaciones de la sociedad civil (sindicatos, colegios pro­fesionales, universidades, institutos, asocia­ciones civiles y religiosas, etc.), también se incorporaron a las labores de emergencia. Organismos privados, emisoras de radio y televisión, medios de prensa, líneas aéreas, etc. contribuyeron, de una u otra forma, a informar, orientar, enlazar la comunicación de personas y familias, repartir medicamen­tos, alimentof y ropa, así como a asesorar a los diversos grupos afectados.

Los estados de la República respondieron también con numerosos apoyos, personas y equipos para ayudar a las tareas de resca­te. Asimismo, hubo una amplísima respuesta de gran cantidad de países que enviaron todo tipo de ayuda: brigadas de rescate, equipo y maquinaria, medicinas, alimentos, ropa, etcétera.

A los pocos minutos del siniestro, el Pre­sidente de la República, instruyó a diversas dependencias para poner en marcha medi­das de emergencia que posteriormente se coordinaron a través de una Comisión Me­tropolitana de Emergencia -a cargo del je­fe del Departamento del Distrito Federal­en la que trabajaron el ejército, la marina, cuerpos policiacos y de bomberos y volun­tarios tanto de la Cruz Roja como espontá­neos. El presidente De la Madrid acudió a las áreas de desastre y el día 20 dirigió un mensaje a toda la población en el que des­tacó la solidaridad de la sociedad c ivil y su digno, a veces heroico, comportamiento. Reconoció que la magnitud de la tragedia, en muchos casos, "nos ha rebasado". Pre­cisó que las prioridades eran salvar vidas y atender a heridos y damnificados. Agrade­ció la ayuda internacional y las muestras de apoyo y exhortó a la población a mantener la serenidad y la entereza, para que dentro

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del luto y el dolor se haga frente a las tareas de reconstrucción "con vigor, entusiasmo y férrea voluntad" .

El Gobierno de la República adoptó di­versas medidas, entre las que destacan las siguientes:

• Se decretaron tres días de duelo nacio­nal; .se constituyó un fondo para la reconstruc­ción; se tomaron las previsiones necesarias para evitar problemas de sa lud pública; se instalaron numerosos albergues; se hicieron consultas con organismos financieros inter­nacionales, a fin de considerar el gasto ex­traordinario que significa la reconstrucción, en el contexto de las obligaciones de pago asumidas por México; se expropiaron alre­dedor de 4 000 predios en los que se en­cuentran inmuebles derruidos o dañados; se creó la Comisión Nacional de Reconstruc­ción, en la que se pretende que participen todas las voces y grupos de la sociedad; se atienden las diversas demandas de quienes quedaron sin hogar o sin empleo. En suma, se ha propiciado un amplísimo debate so­bre la dirección que ha de darse a los pro­yectos urbanos y también a las modificacio­nes que eventualmente habría que hacer en la política económica.

Pasados los días de mayor urgencia, la ciudad de México ha ido retornando a una especie de nueva normalidad. Al paisaje ur­bano se han incorporado innumerables esce­nas de destrucción; albergues que dan cobijo y sustento a 30 000 personas aproximada­mente; campamentos organizados por los propios grupos afectados, sobre todo de ba­rrios populares, que esperan recon struir sus viviendas en los mismos lugares; costureras también en campamentos, que hacen guar­dia permanente en las numerosas fábricas de ropa que se ubicaban en muchos de los edificios del centro de la ciudad, a fin de sal­vaguardar su fuente de trabajo; miles de per­sonas sin empleo en espera de conseguir uno ...

De acuerdo con estimaciones oficiales, el monto de los daños causados al país, y en especial al Distrito Federal, supera los 4 000 millones de dólares. Un estudio atri ­buido a la CEPAL, dado a conocer por el se­manario Punto (14-oct-85) ofrece los siguien­tes datos:

• Los daños en vivienda se estiman en 180 300 millones de pesos; en salud, 177 000 millones; en educación, 130 400 millones. De la suma de esos tres sectores, 308 400 millones corresponden al sector público y 179 300 al privado.

• En infraestructura de servicios se per­dieron 611 300 millones de pesos; de ellos, 379 800 millones corresponden al sector privado.

• Se perdieron 3 300 edificios; 30 000 vi­viendas se dañaron completamente y debe­rán demolerse; se dañaron además otras 60 000 viviendas; en provincia se destruye­ron 3 600 viviendas y se dañaron 5 000. Se estima que la reposic ión de viviendas cos­tará 158 500 millones y la reparación 21 800 millones.

• El valor del mobiliario dañado asc ien­de a 26 400 millones de pesos.

, . .,~ Los mayores daños los sufrió la clase media. La poblac ión marginal resintió per­juicios principalmente en materia de ser­vicios.

• En el sector salud se dañaron 500 ed i­ficios, nueve de ellos totalmente. Se redujo el número de camas en 5 000 (30% del to­tal); se rescató equipo por 25 000 millones de pesos.

• 450 planteles escolares se dañaron en el D.F. (22% del total disponible) y 50 en provincia. 14 000 alurnnos y 700 maestros tendrán que reubicarse definitivamente y 50 000 alumnos y 1 500 maestros deberán reacomodarse temporalmente.

• En el sector servicios se tendrán que de­moler 1 600 edificios dañados; 30% de 125 edificios dañados totalmente eran propiedad del Estado. Se estima que la reposición de edificios destruidos eostará 390 250 millones.

• La reposición de centrales telefónicas de larga distancia nacional e internacional costará 37 000 millones de pesos. La pérdi­da de ingresos por no prestar ese servicio será de 33 000 millones de pesos.

• Se dañaron cinco hoteles en el Distri ­to Federal y 15 en provincia; se perdi eron 1 700 habitac iones y 9 000 requieren repa­ración. Las pérdidas se calculan en 51 600 millones de pesos.

• La reparac ión de acueductos que sur­ten a la capital podría costar 2 000 millones de pesos y la de rupturas en la red de agua potable otros 5 000 millones. El DDF dejará de recibir por la venta de agua 600 millo­nes de pesos.

• Los daños a las redes de distribución de energía eléctrica se calculan en 3 000 mi-

sección nacional

llones de pesos, y la reducción de ingresm en 3 500 millones.

• El Metro sufrió averías cuya reparac ión costará 3 000 millones.

• Se perdieron o dañaron 1 200 vehícu­los privados y 300 unidades de transporte colectivo urbano. La reposic ión costará 1 840 millones.

• La banca perdió 100 sucursa les. Diez ed ificios fueron totalmente derrumbados. Se perdieron en definitiva 30 000 m2 de ofici­nas y eq uipo y mobiliario por 6 300 millo­nes de pesos. Las pérdidas totales se ca lcu­lan en 16 800 millones.

• Se dañaron 200 centros de recreación (cines, campos deportivos, centros noctur­nos, teatros, etc. ) con costo de 5 765 millo­nes de pesos.

• La Siderúrgica Lázaro Cárdenas resin­tió daños en un alto horno cuya reciente re­paración costó 2 000 millones de pesos. La merma de la producción se ca lcula en 4 800 millones de pesos.

• Aproximadamente 1 326 industrias su­frieron daños por 72 000 millones de pesos y durante las reparac iones dejarán de per­cibir unos 4 700 millones.

• 400 locales del pequeño comercio que­daron totalmente destruidos; 200 fueron de­salojados y se dañaron parcialmente. Las pérdid as.estimadas suman 12 000 millones de pesos; los daños en los locales de los mer­cados ascienden a 960 millones y las pérdidas en mercancías dañadas suman 4 140 millo­nes de pesos.

• Los gastos estimados en el auxi lio a las víctimas, en las tareas de rescate, en atención médica, etc., ascienden a 23 800 millones, de los cuales 3 800 fueron donaciones del exterior.

• La demolición y remoción de escom­bros costará alrededor de 46 800 millones de pesos.

• En la industria del vest ido se perdieron 500 establecimientos que ocupaban a 40 000 personas; en otras actividades industri ales se perd ieron 1 O 000 empleos. Dentro y fuera deJ área metropolitana 25 000 personas más quedaron desocupadas por los efectos del sismo y alrededor de 50 000 no trabajaron por la parálisis de la actividad económica en la zona afectada.

• Las pérdidas equivalen a 2.7% del PIB

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comercio exterior, octubre de 1985

de 1985 y a 13.5% de la formación bruta de capital prevista para este año.

• 150 000 personas quedaron temporal­mente sin empleo, perdiendo ingresos por aproximadamente 27 000 millones de pesos.

• El sector público dejará de recibir, en­tre septiembre y diciembre alrededor de 43 000 millones de pesos, y tendrá que ha­cer erogaciones no previstas por 75 000 mi­llones. De este modo, el déficit se incremen­taría en 11 7 000 millones de pesos.

• El turismo podría dejar de aportar 200 millones de dólares en lo que resta del año y las exportaciones de la industria del vestido podrían disminuir en 100 millones de dólares. Asimismo, la reconstrucción req uerirá im· portaciones por 300 millones de dólares.

recuento nacional

Administración pública

Ajuste al gasto del DDF

El 27 de agosto se informó que el DDF efec­tuaría un nuevo reajuste presupuesta! para reducir 16 áreas, eliminar 3 726 puestos de confianza - lo cual significal2 208 millones de pesos menos en pagos de salarios- y dis­minuir en 5 444 millones de pesos ei ·gasto corriente por concepto de materiales, su­ministros, bienes muebles e inmuebles, y servicios generales. Además, desaparece el órgano Servicio Público de Boletaje Electró­nico (Boletrónico). En febrero pasado se ha­bían recortado gastos por 4 000 millones de pesos.

Aumento a los burócratas

La Comisión lntersecretarial del Servicio Ci­vil de Carrera decidió aumentar los sueldos de los servidores públicos en 3 000 pesos mensuales a partir del1 de septiembre. Ade­más, se aumentan en 100% los seguros de retiro (de 220 000 a 440 000 pesos) y de vi ­da (de 240 000 a 480 000 pesos). O

Sector industrial

Concluye la huelga en Sicartsa

El 7 de septiembre terminó la huelga que pa­ralizó durante 33 días la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas. Empresa y sindicato

• Habrá ingresos extraordinarios. Los do­nativos externos pueden alcanzar 150 mi­llones de dólares; el pago de reaseguros, 300 millones de dólares, 50% de los cuales pue­den liquidarse en lo que resta de este año. Asimismo, se decidió suspender durante seis meses el pago de 950 millones de dólares de amortizaciones de la deuda externa y di­versos organismos internacionales ofrecie­ron poner a disposición del Gobierno de México recursos crediticios contratados con anterioridad.

• Las secuelas de los sismos podrían, en un plazo muy corto acentuar las presiones inflacionarias y la desarticulación de algu­nas actividades podría nutrir presiones de carácter especulativo, ya presentes antes del desastre . El ejemplo más visible ya se regis-

¡'

firmaron un acuerdo en el que se concede un aumento sa lari al de 33% y el pago de 100% de los salarios caídos; el pago por úni­ca vez de 27.5 millones de pesos para gas­tos de previsión social; la inclusión en el contrato colectivo de los 1 300 trabajado­res de la segunda etapa; el mantenimiento y acondicionamiento de las escuelas prima­rias instaladas en la zona, y atención a las demandas sindicales en materia de seguri­dad e higiene. Se estima que la suspensión de actividades causó una disminución de in­gresos de 4 950 millones de pesos. O

Energéticos y petroquímica básica

Se mantienen precios del petróleo

El 27 de septiembre se informó que en oc­tubre Pemex sostendrá la estructura y el ni­vel de precios de su crudo de exportación que rigieron durante agosto y septiembre. Se dijo, además, que el volumen de expor­taciones aumentó a 1 550 millones de ba­rril es diarios, que se mantendrá durante el resto del año. O

Comercio exterior

En riesgo un acuerdo comercial con Chile

De acuerdo con informaciones publ icadas

959

traen el costo de hospitali zación y la renta de vivienda.

• Como consecuencias indirectas de la reconstrucción, se prevén presiones en la demanda global, el gasto público, el finan­ciamiento cred iticio y la balanza de pagos. A precios constantes, el esfuerzo de recons­trucción equivaldrá exactamente a las pér­didas materiales sufridas; ese esfuerzo se dis­tribuirá a lo largo del último trimestre de 1985 y del bienio 1986-1987. De este mo­do en lo que resta del año se invertirán 275 000 millones de pesos; 540 000 millo­nes en 1986 y 334 000 millones en 1987.

Todo este panorama obligará -afirma el estudio- a revisar la política económica so­bre todo en "su contenido específico" .O

el 8 de septiembre, Chile "está consideran­do la posibilidad de romper sus relaciones comerciales con México" en caso de que no haya un "cambio en las cond iciones del mercado mexicano". Es posible que no se renueve el acuerdo comerc ial que fenece el próximo diciembre y que incluye franqui­cias arancelarias para 812 productos mexi­canos y 1 11 5 chilenos. En los últimos me­ses, se señaló, " se ha prod ucido un dete­rioro paulatino en el comercio bilateral" : las exportac iones chilenas a México pasaron de 68 millones de dólares en 1980 a 9 millo­nes en 1984 y las ventas mexicanas a ese país de 34 a 22 millones de dólares, en el mismo período. La cuestión la estudia el Co­mité Empresarial Chileno-Mexicano.

Modificaciones arancelarias

·El 14 de septiembre se publicó en el 0.0. un acuerdo que reforma 107 fracciones arancelarias de la Tarifa del Impuesto Ge­neral de Importación . Se incrementan los aranceles de 69 fracciones -que el 25 de julio fueron eximidas del req uisito de per­miso previo- con el propósito de proteger la planta industrial, pues comprenden mer­cancías de las que ex iste producción nacio­nal, como ácidos·grasos, vitamina 03, ácido clorosulfúrico, sustituto de leche para bece­rros, peptona bacteriológica, etc. Del mis­mo modo, se red ucen los aranceles de 37 fracciones con el fin de evitar el encareci­miento de materias primas que no existen en el país o cuya prod ucc ión es insuficien-

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960

te, como es el caso de pieles de becerro, va­cuno y reptiles, lanas, desperdicios o dese­chos de fundición de hierro o acero sin prensar, y productos químicos.

• El 18 de septiembre en el 0.0. se dio a conocer una circular que incluye 311 frac­ciones arancelarias a las que se negará el permiso de importación, pues amparan pro­ductos de carácter suntuario. Figuran vinos y licores, lociones, productos de belleza, prendas de vestir, árboles de navidad, fru­tas secas, aspiradoras, secadoras de ropa, li­cuadoras, batidoras, planchas, aparatos de sonido, vajillas, alfombras, tapices, etc . O

Incrementa EU cuotas de importación de acero

El 3 de octubre se informó que Estados Uni­dos incrementó las cuotas de importación de productos siderúrgicos procedentes de México, Brasil y Corea, entre otros países. Mé­xico tendrá, así, posibilidades de exportar 450 ton de varillas y barras de acero inoxidable, así como 75 ton de aleaciones de acero y herramientas. La ampliación de las cuotas tiene validez hasta el 19 de enero de 1986.

Sector turismo

Hotel de participación japonesa

Para la construcción del hotel Nikko­México, la Inmobiliaria Nikko-Somex suscri­bió un contrato de financiamiento con el consorcio Jamex (que agrupa a 54 grandes empresas japonesas) por 9 440 millones de yenes (alrededor de 12 000 millones de pe­sos). Esa suma se descompone en dos par­tes: 7 550 millones de yenes a 7% anual fi­jo, con ·un plazo de 20 años, incluidos ocho de gracia, y 1 890 millones de yenes con in­tereses de 9.9% anual fijo, a pagar en 12 · años, con tres de gracia. Jamex aporta, ade­más, 49% del capital, y el 51% restante es mexicano, en el que participan algunas so­ciedades nacionales de crédito. La informa­ción se dio el 13 de septiembre. O

Financiamiento externo

Créditos a Nafinsa

El16 de septiembre se informó que el Na­tional Bank of Detroit y el Swiss Bank Corp. concedieron a Nafinsa créditos por 20 mi-

llones de dólares cada uno. Según El Mer­cado de Valores, " para créditos con plazos hasta de dos años la tasa es Libor más 0.125%; de dos a tres años, Libar más 0.25%, y de tres a cinco años, Libar más 0.375%" . No se indica en qué casos caen estos empréstitos.

Colocación de pap~l comercial

De acuerdo con versiones de El Sol de Mé­xico (18 de septiembre), los bancos mexi­canos n~gocian la colocación de papel co­mercial en el mercado internacional. "Hasta el momento, Banamex colocó ya 100 millo­nes de dólares." Esto significa que, después de cuatro años, los principales bancos me­xi¡;:~Jnos participarán nuevamente en el mer­CqQO, internacional del dinero.

) ?f.;

Oér;:/itos del Banco Mundial ni

El 6 de octubre el Banco Mundial concedió dos préstamos: uno a Nafinsa por 1,05 mi­llones de dólares que se destinarán a apo­yar el desarrollo de la pequeña y mediana minería; otro a Banobras por 150 millones de dólares, que se aplicarán a la construc­ción de viviendas de interés social y al me­joramiento y rehabilitación de viviendas. Ambos empréstitos se pactaron a 15 años, incluyendo tres de gracia, con una tasa de interés anual de 8.82%, que se ajustará ca­da seis meses. O

Sector fiscal y financiero

¿Cómo está la reserva de divisas?

El 3 de septiembre el Banco de México dio a conocer un comunicado en el que infor­ma la situación de sus reservas de oro, pla­ta y divisas. Destaca lo siguiente:

• Del 19 de julio al 30 de agosto pasa­dos la reserva disminuyó en 649 millones de dólares situándose en 5 581 millones.

• En ese perfodo, "las amortizaciones de principal de deuda pública excedieron en 460 millones de dólares a las disposiciones de nuevos créditos del exterior".

• Se resintieron los efectos de la reduc­ción en el volumen de la exportación petro­lera de junio pasado. En ese mes, las ventas de crudo se contrajeron a cerca de la mitad del volumen mensual acostumbrado, lo que significó una pérdida de unos 700 millones de dólares.

sección nacional

• En el curso de los últimos meses, "an­te la incertidumbre cambiaría", el pago de importaciones se fue acelerando y alcanzó la cifra de 1 463 millones de dólares en ju­lio. Apartir del ajuste cambia río y de la im­plantación del régimen de flotación regula­da, dicho pago se redujo. En agosto fue de 725 millones de dólares. Se subraya que ahora "el pago de importaciones ha decli­nado a un promedio de sólo 18 millones de dólares por dfa hábil" .

El Banco de México concluye que la dis­minución de la reserva no obedece a al­guna tendencia y que el "desfase entre amortizaciones y disposiciones de créditos externos es coyuntural y no tiene por qué darse de manera permanente, al no existir una perspectiva de continuo desendeuda­miento" . Además, puede estimarse que la recuperación en el volumen de la exporta­ción de petróleo es permanente y que la re­ducción de las importaciones obedece a una perspectiva más estable y confiable del ti­po de cambio y a " una disminución de la demanda agregada acorde con las circuns-

. tancias que atraviesa el país".

Por último, el banco central asegura que en la segunda mitad de agosto las reservas se recuperaron en 400 millones de dólares, aproximadamente.

El Fogain aumenta tasas

El 17 de septiembre se informó que las ta­sas preferenciales de interés que cobra el Fo­gain se incrementarán de 8 a 1 O puntos por­centuales, para ubicarse en 46, 53 y 64 por ciento, según la zona industrial de que se trate. El aumento es indispensable, se dijo, por el crecimiento de las tasas bancarias y en los Cetes. Pese a ello, son más bajas que las del mercado bancario, pues éstas llegan has­ta 85 por ciento.

Nueva moneda en circulación

El 18 de septiembre se puso en circulación una moneda de cupronfquel con valor no­minal de 200 pesos y otra de oro, en ley 0.900, conteniendo media onza troy. Ambas tienen en el anverso el escudo nacional y en el reverso el monumento a la indepen­dencia, con las efigies de Miguel Hidalgo, José Ma. Morelos, Ignacio Allende y Vicen­te Guerrero. La emisión de estas monedas forma parte de los programas conmemorati­vos del175 aniversario de la Independencia.

Se entregó la Cuenta Pública de 1984

La SEP envió a la Cámara de Diputados, el

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comercio exterior, octubre de 1985 961

18 de septiembre, la Cuenta Pública Fede­ral de 1984, que será discutida y evaluada el próximo diciembre, una vez que las co­misiones pertinentes presenten el dictamen respectivo. O

Relaciones con el exterior

Nuevo Embajador ante la ONU

El Gobierno de México designó a Mario Mo­ya Palencia como su Representante Perma­nente en la ONU, se informó el12 de sep­tiembre. Moya fue Secretario de Goberna­ción de 1970 a 1976 y sustituye a Porfirio Muñoz Ledo, quien ejerció esa representa­ción durante seis años. O

Comunicaciones y transportes

Aumentan tarifas telefónicas

El 30 de agosto se publicó en el 0.0. un acuerdo que autoriza incrementos de 20% en las tarifas telefónicas. Se aclara que la me­dida no incluye el servicio de larga distan­cia ni los teléfonos públicos.

Aumentan tarifas de aviación

El 12· de septiembre las tarifas aéreas nacio­nales de carga y pasaje aumentaron en pro­medio 30%. EllO se publicó en el 0.0. un oficio que autoriza los nuevos factores tari­farios para el servicio aéreo nacional. El úl­timo aumento, también de.30%, ocurrió el pasado abril. O

Asentamientos humanos

Programa para reordenar la zona metropolitana de la ciudad de México

El 8 de agosto, los gobiernos del Distrito Fe­deral y del Estado de México anunciaron un programa de coordinación para reordenar la zona metropolitana de la ciudad de Mé­xico y elevar el nivel de vida de sus habi­tantes. De las acciones previstas destacan las siguientes: aumentar cada año el abasteci­miento de agua en dos metros cúbicos por segundo, a partir de 1986; construir 35 obras viales; establecer centros de abasto; reubi­car en diversos municipios del estado de

México 8 000 pequeñas industrias que es­tán en el D.F.; actualizar tarifas de diversos servicios; integrar los sistemas de transporte; coordinar los sistemas de seguridad públi­ca; crear reservas territoriales, y definir los usos del suelo de las 650 000 ha. que cons­tituyen la zona metropolitana (147 000 pa­ra uso urbano y el resto para usos agrfco­las, forestales, lacustres y de reserva natural).

Estfmulos fiscales para construir viviendas de alquiler

El 4 de septiembre se publicó en el 0.0. un decreto que dispone el otorgamiento de fa­cilidades fiscales para la construcción de viviendas para arrendamiento. Quié!pes construyan, desde el 1 de enero de 19~5, un proyecto no menor de 10 viviendas en un mismo predio, destinadas al arrer;rlda­miento por un perfodo no menor de cinco años, y que celebren el contrato respectivo después de seis meses de haberse termina­do la edificación, podrán disponer de Ce­profis por un equivalente de 15% del costo total de la construcción (excluyendo el valor del terreno), si sé construye con recursos propios, o de 15% sobre el total del crédito para la construcción de vivienda (sin incluir refinanciamiento ni intereses) que se obten­ga de alguna sociedad nacional de crédito, con aprobación del Fovi o del Fondo Na­cional de Habitaciones Populares. El valor de la vivienda respectiva no debe exceder de diez veces el salario mfnimo general anual en el Distrito Federal. Este estímulo es adicional al que permite lá depreciación acelerada de 75% de la inversión en vivienda.

Se cierra el Chapultepec tradicional

Las autoridades del DDF decidieron cerrar al público durante tres meses, a partir del 17 de. septiembre, la primera y más vieja sec­ción del bosque de Chapultepec, en la que se ubican museos, el zoológico, el Castillo y centros de convivencia infantil. Se preten­de rescatarlo del deterioro en que se en­cuentra. Se informó que tres millones de ra­tas (que alcanzan un peso de hasta 3.5 kg) han proliferado por las 120 ton de basura que se acumulan cada semana . .Además, al­rededor de 60 000 árboles padecen de fal­ta de agua a causa de la compactación del suelo que provocan las pisadas de casi un millón de visitantes mensuales. Además, 10% de esos árboles han sido atacados por fungosis y 4 800 vetustos ahuehuetes se en­cuentran seriamente amenazados.

En los tres meses de cierre se fumigar~ y desratizará; 90 000 metros cuadrados pa­vimentados se convertirán en áreas verdes; se hará una limpieza profunda del lago, se desazolvarán los canales de riego y se reor­denará el comercio ambu lante. O -

Cuestiones sociales

Resultados definitivos de las elecciones

El 10 de septiembre la Comisión Federal Electoral publicó los resultados definitivos de la votación emitida en las pasadas elec­ciones del 7 de julio, mismos que corrigen los asentados en Comercio Exterior (agosto de 1985, p. 767). Los datos se incuyen en el cuadro anexo. O

Votación general

Mayorfa Representación Partido relativa' % proporcional %

PAN 2 767 906 15.50 2 831 248 15.48 PRI 11 575 063 64.85 10 981 938 60.Ó7 PPS 349 563 1.95 441 567 2.41 PDM 488 905 2.73 507 710 2.i7 PSUM 574 964 3.22 602 530 3.29 PST 440 689 2.46 593 022 3.24 PRT 225 363 1.26 289 626 1.58 PARM 295 367 1.65 416 780 2.27 PMT 276 686 1.55 291 127 1.59 No registrados 11 922 0.06 No computados 395 955 2.16 Anulados2 840195 4.70 930 348 5.08

Totales 17 846 623 100.00 18 28 1 851 100.00

1. No se incluye la votación correspondiente al 111 Distrito Electoral Federal de Chihuahua. 2. Comprende votación anulada por los organismos electorales y por el Colegio Electoral de la Cáma-

ra de Diputados.

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Comercio Exterior, vol. 35, núm . 10, México, octubre de 1985, pp. 962-973

La ciencia no garantiza el desarrollo JEAN-JACQUES SALOMON *

r .•

D esde hace un cuarto de siglo, la fórmula "ciencia y tecnología al servicio del desarrollo" ha dado lugar a tantos debates

apasionados y a tantas propuestas seguidas en mayor o menor medida de efectos, que hoy en día ya no sabemos. bien qué aven­taja a qué en las cosas efectivamente hechas: las expectativas no rea,lizadas o los logros alcanzados. Damos por supuesto que la investigación científica y la innovación técnica contribuyen, y pueden y deben hacerlo aún más, al desarrollo de los países del Tercer Mundo. Pero la lección más evidente de los esfuerzos rea­lizados a lo largo de un período por demás extenso no permite adormecerse con palabras: hace falta tiempo, o, dicho de otra manera, las etapas no se saltan, no es posible borrar los plazos

. , que exige el aprendizaje de la práctica científica.

La noción misma de transferencia de tecnología ha sido ambi­gua, por no decir mistificadora: en la medida en que no existe

. una capacidad endógena para controlar la aplicación de un sis-

* Profesor del Conservatoire National des Arts et Métiers. Director del Centre Science, Technologie et Société, París. [Este trabajo se publicó en Futuribles, junio de 1984, pp. 37-68, y se recoge en estas páginas con el permiso expreso del autor. Traducción del francés de Rodrigo Arocena y judith Sutz, revisada por la Redacción de Comercio Exterior.] ** Albert O. Hirschman: "The Rise and Decline of Development Eco­nomics" , en Essays in Trespassing- Economics to Politics and Beyond, Cambridge University Press, 1981 , p. 24: " En suma, tal como se con­sideraba dulce e inocente al negociante del siglo XVIII, así estos paí­ses tendrían sólo intereses y no pasiones. Henos aquí desengañados, una vez más".

In su m, like the " innocent" and doux trader of the eight­eenth century, these countries were perceived to have only interests and no passions. Once again, we have learned otherwise. **

tema técniGo, lo que se da es el transporte y no la transferencia de tecnología . La " apropiación" del conocimiento científico y de la capacidad técnica de los países desarrollados supone que se cumplan ·tiertos prerrequisitos que no dependen ni de la buena voluntad de los científicos y de sus instituciones en los países in­dustrializados, ni de las intenciones proclamadas y de los progra­mas adoptados por los responsables de los países en desarrollo o las organizaciones internacionales. Apenas estamos empezan­do a comprender -y a tomar en cuenta en las políticas- que la ciencia y la tecnología no son variables. independientes en el proceso de desarrollo, sino que se insertan e intervienen en un medio humano, económico, social y cultural históricamente condi­cionado: de ese medio dependen, en primer término, las posibi­lidades de que el conocimiento científico se aplique de manera acorde con las necesidades reales de los países involucrados.

Las páginas que siguen no pretenden ser un balance; se pre­sentan simplemente como una puesta al día en torno a los inevi­tables "topes", tanto temporales como espaciales, contra los cua­les chocan la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo. ¿Acaso hace falta recordarlo? Inevitable no quiere decir insupe­rable. Pero es todavía más importante tomar en cuenta y satisfacer esas condiciones, que no tienen nada que ver con la ciencia como tal, justamente ahora que las "nuevas tecnologías" surgidas de la electrónica, la biología molecular y los nuevos materiales de sín­tesis, se propagan en los países industrializados como innovacio­nes tan radicales que hasta podemos hablar, no de una nueva etapa en la revolución industrial, sino de una verdadera " revolu­ción científica". Desde este punto de vista, los " topes" amenazan más bien con reforzarse y de esa manera la brecha científica entre países industrializados y países en desarrollo puede no sólo vol-

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comercio exterior, octubre de 1985

verse cada vez más grande, sino también aumentar cada vez más rápidamente.

Hace ya más de un cuarto de siglo, Albert Hirschmah, de quien hemos citado como epígrafe el final de una conferencia reciente sobre las desilusiones de la economía del desarrollo, 1 señalaba el carácter dual de los países en vías de desarrollo que "pueden pasar en una sola generación de la etapa de la mula a la del avión". Y agregaba : "si se miran las cosas más de cerca, esos países están en una situación en léf cual tanto el avión como la mula desem­peñan funciones esenc ial~s y sin duda seguirán así por bastante tiempo" .2

Pero una cosa es la función económica que cumple un sistema técnico avanzado y otra muy distinta el dominio y la integración de ese sistema en las estructuras sociales. Hirschman fue uno de los primeros en mostrar las ventajas, y también los peligros, de dar uso intensivo al escaso capital disponible en los países en vías de desarrollo. La aceleración del cambio técnico, al profundizar simultáneamente las estructuras duales de las sociedades en de­sarrollo y la brecha entre éstas y los países industrializados, muestra hoy más que nunca los límites del " desarrollo económico en sí" , tan bien establec idos por Hirschman en la conferencia citada: los inconvenientes de orden social, político y cultural que surgen de la prioridad adjudicada a las industrias más modernas amenazan con superar sus ventajas económicas.

El presente trabajo es un muy limitado ensayo de prospectiva que se contenta con identificar algunos problemas, tendencias y riesgos vinculados a la aplicac ión de la ciencia y la tecnología al desarrollo, teniendo en cuenta una literatura y una experiencia tan abundantes como contradictorias.

Tratándose propiamente del desarrollo, hace falta recordar, en primer lugar, que todos los trabajos de prospectiva presentan un cuadro del futuro que no tiene nada de tranquilizador. En el ho­rizonte del año 2000, para una población de 6 000 millones de personas, la proporción de los condenados a sufrir desnutrición, hambre, analfabetismo, falta de atención médica y desempleo, lejos de reducirse, aumentará. Y cuanto más se hable de la inter­dependencia del mundo, más se acentuarán las disparidades entre la mayor parte de los países en desarrollo y los i'ndustrializados.

Aunque haya pocas razones para el optimismo, ello no da motivo para dejar de actuar. Sin embargo, es imperativo no de­jarse llevar por las ilusiones. En esta revisión de las restricciones, dificultades y posibilidades que encontrarán los países en desa­rrollo desde el punto de vista de las .relaciones entre ciencia, tec­nología y sociedad, el partido del realismo es, antes que nada, el de la honestidad intelectual.

LA EXPERIENCIA LATINOAMERICANA

A partir de los años sesenta, en el Tercer Mundo se ha dedica­do una abundante literatura a problemas que giran en torno

a los recursos cientfficos y técnicos y a sus lazos rea les o poten-

1. Publicado en francés: Albert O . Hirschman, " Grandeur et décadence de l'économie du développement" (1981), en su muy notable recopila­ción, recién publicada, L'économie comme science mora/e et politique, col. " Hautes études", Gallimard-Seu il, París, 1984, pp. 43-68.

2. Albert O. Hirschman, Stratégie du développement économique (1958), Les Édit ions Ouvrieres, París, 1974, p. 147 y ss.

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ciales con el desarrollo económico y soc ial. La evolución del pen­samiento latinoamericano en ese aspecto es muy reveladora, pues en su seno se produjo el debate más rico. Esto ha sido así, proba­blemente, debido al nivel de desarrollo (en particular el indus­trial) alcanzado por varios países y también a causa de la profunda crisis provocada por el proceso mismo de modernización . Rese­ñar la evolución de ese debate permite comprender mejor las res­tricciones y los límites a los cuales se enfrenta hoy la aplicación de la cienc ia y la tecnología al desarrollo.

En el curso del último medio siglo podemos distinguir cuatro etapas en la "imagen social" de la ciencia y la tecnología, es de­cir, en la manera en que la sociedad ha percibido, sobre todo dentro de sus sectores más activos, el papel y las contribuciones de la i ~stitución cientffico-técnica en el proceso de desarrollo eco­nómico y social : la "aristocrática" (entre 1930 y el comienzo de los años cincuenta); la "cientificista" (entre la segunda mitad de los cincuenta y la primera mitad de los sesenta); la de la elabora­ción de políticas de ciencia y tecnología (entre la segunda mitad de los sesenta y el fin de los setenta) y, finalmente, la de dec~p­ción e incertidumbre, que comienza a manifestarse a partir de la segunda mitad de los años setenta.

La "ciencia aristocrática "

E n esta etapa, se concibe la ciencia como el dominio exclu ­sivo de una pequeña élite de "sabios", separados del resto

de la sociedad y de sus conflictos, solitarios, individualistas, pro­ductos de lujo de la cu ltura europea. La actividad cientffica en América Latina se redujo a pequeños círculos marginales, suerte de aristocracia del saber, portadora de la civi lización occidental en su máxima expresión .

En los años treinta empieza a desarrollarse un proceso de in­dustrialización por sustitución de importaciones, que habría de intensificarse en los cuarenta: se intenta fabricar internamente los bienes de consumo importados hasta ese momento y comprar en su lugar bienes de capital. La falta de concordancia entre los cambios estructurales ocurridos y la persistencia de una concep­ción exclusivamente "humanista" y eliti sta de la ciencia y la tec­nología se vuelve cada dez más manifiesta en países como Ar­gentina o Brasil, a medida que el sector industrial avanza . En Ar­gentina, por ejemplo, en la segunda mitad de los años cuarenta, el valor de la producción industrial sobrepasa al de la agrícola (sector clave del período anterior) .

Mientras la industria depende cada día más de los recursos cien­tíficos y técnicos, esta concepción de una ciencia reservada a los "happy few" sobrevivirá en un importante sector de la comuni­dad científica latinoamericana y seguirá siendo la imagen domi­nante en grandes capas de la población . Por haber subestimado el peso de esta concepción, los planificadores de los sesenta y setenta fracasaron en múltiples ocasiones, al dar por hecho que había una comunidad cientffica dispuesta a contribuir a las polí­ticas (a menudo teóricas, por otra parte) de desarrollo.

En esta imag~n aristocrática se concibe al hombre de ciencia como un eslabón· de la "avanzada cu ltura occidental", que, por

· sus lazos con los que detentan el saber en las sociedades desa­rrolladas, muestra los caminos de la modernización. Pero la élite lati noamericana, segú n la expresión del econom ista mexicano Alonso Aguilar, de hecho no era otra cosa que una clase

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"dominante-dominada" . Los hombres de ciencia, pertenecien­tes a las clases superiores locales, se vincu laban estrechamente con la comunidad cientffica de los países desarrollados y goza­ban del reconocimiento de ésta; por sus intereses de clase, esta­ban muy alejados de las preocupaciones económicas y sociales de sus propios países; eran islotes dependientes, con frecuencia más pasivos que activos, de la sociedad europea o estadounidense.

La era del "cientificismo"

E n esta etapa se profundiza el proceso de modernización y de industrialización (años cincuenta y comienzo de los sesenta)

y se agota la dinámica de sustitución de importaciones. Las uni­versidades se expanden con rapidez y aumenta el número de es­tudiantes, fenómeno que acompaña al auge de las clases medias, mientras en América Latina se extiende una ola de optimismo fren­te al desarrollo (es la época del desarrollismo*). Se sigue perci­biendo la ciencia latinoamericana -que conserva sus rasgos elitistas- como un factor exógeno, independiente del proceso de desarrollo. Una imagen más moderna, la del hombre de cien­cia que trabaja en grandes laboratorios y se asocia al poder polf­tico, sustituye a la del "sabio" solitario. Estados Unidos es el mo­delo y su influencia toma el lugar de la de Europa.

El científico es, antes que nada, un universitario que conserva sus distancias respecto a la sociedad. Ciertamente, las activida­des cientfficas pueden influir en los procesos sociales a través de la innovación técnica, pero la sociedad no debe intervenir en los procesos de desarrollo científico, salvo para darle todo su apoyo -sobre todo financiero- a la investigación, considerada como un vehículo espontáneo del proceso social.

En esta evolución, mezcla de aristocratismo y modernismo, hay que tener en cuenta dos factores. El primero es que en ese mo­mento todo parecía posible gracias a la ciencia; el optimismo de los países industrializados se extendía como una mancha de aceite a las naciones en desarrollo: "La actitud frente a la ciencia y la tecnología era de confianza y esperanza. Si el mundo tenía dificul­tades era porque había poca ciencia, o una ciencia inadecuada, o porque no se sabía aplicarla bien" . 3 Para acelerar el proceso de desarrollo se requeriría más ciencia, de un tipo más adecuado, y una aplicación más inteligente de los recursos cientfficOs.

La "legitimidad" social de las élites cientfficas y su autonomía se reforzaron gracias a ese optimismo y no tanto por la contribución de los investigadores a la solución de los problemas nacionales. Otro factor fue la tradición liberal de la autonomía universitaria que pronto se convirtió en un medio para resistir las presiones del poder político. Vista con sospecha e impugnada por los hom­bres en el poder, la universidad se vo lvió un lugar donde se reali­zaba una investigación que perseguía sus propios fines, ajena a las preocupaciones del entorno económico y social.

El auge de las políticas de la ciencia

A partir de la segunda mitad de los sesenta cada vez más am­plios sectores de la opinión latinoamericana han prestado una

atención creciente a los recursos de la ciencia y la tecnología, a

• En español en el original. N. de la R. 3. Science, Croissance et Société ("Le rapport Brooks"), OCDE, París,

1971 , p. 44.

la ciencia no garantiza el desarrollo

los que conciben como impulsores del progreso social y de la in­dependencia nacional. Partidos polít icos, gobiernos y sind icatos se interesan por las actividades científicas, como si éstas abriesen la vía real al proceso de modernización. En esta toma de con­ciencia de nuevo se adoptan como modelo los países industriali­zados, que en esa época establecen las estructuras encargadas de poner en marcha sus políticas deliberadas de ciencia y tecno­logía. Otros factores, como subrayó joseph Hadara, por entonces director de la Unidad de Ciencia y Tecnología de la CEPAL, fue­ron: el agotamiento de los patrones de desarrollo adoptados en los años treinta, es decir, la industria lizac ión por sustituc ión de importaciones; la creciente participación del Estado en el proce­so de desarrollo; la ola de críticas en los países industrializados respecto a las consecuencias "negativas" del cambio técnico, que en América Latina se concentran en la importación de tecnolo­gía y, en fin, la politización del sistema internac ional y la crecien­te interdependencia del sistema económico mundial, la multipli­cación de estados después de la descolonización, la influencia de los organismos internacionales y de las estructuras interguber­namentales encargadas de promover el desarrollo científico y tecnológico.4 ·

El llamado para que el Estado y las instituciones o programas internacionales intervengan en el desarrollo de los recursos cien­tíficos y técnicos se vincula con la creciente preocupación por la "dependencia tecnológica", considerada como fuente de sub­desarrollo. Así, se crean instituciones y se emiten leyes, planes y programas para poner en marcha políticas de ciencia y tecno­logía. Algunos ejemplos de éxitos relativos no impiden, empero, que el balance general sea muy modesto, dada la ausencia de medios institucionales y financieros, las inestables situaciones po­líticas y la hostilidad de las .grandes empresas transnacionales.

En la mayoría de estas experiencias se sobrestimó el poder del Estado (en su calidad de planificador), cuyos aparatos, estructu­ras y compromisos polfticos, lejos de favorecer el "despegue", tendían demasiado a menudo a reproducir el subdesarrollo. (Pro­ducto él mismo del subdesarrollo, el Estado planifica en el vacío.) Por otra parte, se subestimaron el papel y el peso real de las em­presas transnacionales, sector clave del sistema productivo que detenta un monopolio defacto de las innovaciones técnicas y, por último, no se consideraron las resistencias de buena parte de los científicos nacionales, muy apegados a sus colegas de los países industrializados, y cuyos temas de investigación se ubican en las antípodas de las necesidades de los países en desarrollo.

El desencanto

E 1 actual .pesimismo con que se miran las estrategias adopta­das en materia de ciencia y tecnología no puede disociarse

de las decepcionantes experiencias de modernización e indus­trialización . Los éxitos aparentes de países como la India, cuya población científica es demasiado numerosa y sus realizaciones técnicas impresionantes (aunque tiene 700 000 pueblos inmer­sos en el medioevo, en el mejor de los casos) o Brasil, que expor­ta automóviles, aviones, computadoras y armas (aunque 80% de su población no participa en el progreso, tiene enormes dispari ­dades regionales, una deuda externa de más de 90 000 millones

4. Joseph Hodara, " La conceptuación del atraso científico-técnico de América Latina: el telón de fondo" , en Comercio Exterior, vol. 26, núm. 11, México, noviembre de 1976, pp. 1285-1291.

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comercio exterior, octubre de 1985

de dólares, etc.), el retroceso global de las fuerzas productivas en Argentina, la pobreza crec iente de grandes masas de la pobla­ción en soc iedades aparentemente más prósperas y estables co­mo las de Venezuela y México, constituyen referencias contra­dictorias para el análisis de las estrategias científicas y tecnológicas.

"Los sistemas de ciencia y tecnología de los países subdesa­rrollados se han mostrado incapaces de producir tecnologías na­ciona les en cantidades significat ivas", escribe, por ejemplo, Amíl­car Herrera.5 A sus ojos, lo primero que hay que cambiar son los modelos de desarrollo: es prec iso abandonar la fiebre de indus­trializac ión y de modernización, estab lecer el eje de las estrate­gias en tecnologías que utilicen mano de obra intensamente en el sector rural y preservar los componentes fundamentales de las cu lturas tradicionales, entre otras medidas.

En el marco de un nuevo tipo de desarrollo, el Tercer Mundo debe, por sí mismo, poner a punto sus propias sol uciones tecno­lógicas. "En un sentido antropológico amplio -dice Herrera-, la tecnología es, quizá, el componente más importante de la cul­tu ra; determina las relaciones de una comunidad con su ambiente natural y es la expresión más concreta de sus va lores. En conse­cuencia, uno de los objetivos principa les de cualquier proceso de desarro llo en los países pobres debe ser reinstalar la tecnología como uno de los elementos centrales de su propia creatividad cultural. " 6

Una nueva estrategia de ciencia y tecnología debe situarse, según Herrera -quien en esto se une a muchos otros especialis­tas de la región, muy crít icos respecto a las experiencias del pasado-, dentro de una nueva concepc ión del desarrollo, con las siguientes características:

" 7) El objetivo priorita ri o del desarrollo, cuando menos en su primera y fundamental etapa, debe ser la satisfacción de las ne­cesidades básicas (alimentación, vivienda, sa lud y educación) para que cualquier ser humano se incorpore plenamente a su cultura.

"2) El desarrollo de cualquier país o región debe basarse, tanto como sea posible en sus propios recursos natu rales y humanos.

"3) Las nuevas tecnologías no deben ser desorganizadoras desde el punto de vista social, de tal modo que permitan una tran­sición suave y continua de las sociedades tradicionales hacia me­jores form as de organización social, preservando los elementos cu lturales más valiosos del viejo ord en. Para este propósito, un req uisito esencial es dar empleo socia lmente útil a la población activa.

"4) El manejo racional del ambiente físico debe ser una de las directrices del desarrollo económ ico y soc ial. En otras palabras es impresc indible ed ificar una sociedad intrínsecamente compa­tible con su medio." 7

S. Amílcar Herrera, "Tecnologías científicas y trad icionales en los países en desarrollo", en Comercio Exterior, vol. 28, núm. 12, México, diciem­bre de 1978, pp. 1462-1476. Véase también del mismo autor, "Endoge­nous Generation ofTechnology instead of lmitated lnnovation", en E. U. von Weizsacker et al., New Frontiers in Technology Application, Nacio­nes Unidas y Tycoo ly, Dublín, 1983.

6. /bid ., p. 1468. 7. /bid ., p. 1472.

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Recogemos este comentario, entre tantos otros, porque se apli­ca a ot ros países y regiones en desarrollo, además de la América Latina. Sin embargo, no por la crudeza del diagnóstico los reme­dios serán más fáciles de apl icar o incluso de definir. Los trastor­nos provocados por la implantación en un terreno mal preparado de eq uipos conceb idos a la medida de las fantasías prometeicas de los países desarro llados, la brecha dramática entre las zonas de crecimiento y de pobreza en países como Brasi l, la revolución iraní, que de un plumazo borró sus lazos con Occidente, entre otros ejemplos, permite comprobar los límites y a veces el com­pleto fracaso de ciertas experiencias de modernización conduc i­das a paso de carga, sin consideración alguna por las realidades económ icas, soc iales y cul turales de las sociedades en las que te­nían lugar. A la inversa, la invocación de la herencia cultural y la preocupación por no perder las habilidades técnicas tradic io­nales también puede sign ificar -aunque este hecho se oculte tras un discurso aparentemente "progresista"- el rechazo a todo cam­bio, el proteccionismo tecnológico que desemboque de hec ho en un bloqueo socia l. "Orden y progreso", la divisa de Comte que figura en la bandera de Brasil, no implica que uno de sus tér­minos sea sacrificado en aras del otro.

De todas estas experiencias resu lta una so la concl usión, rela­tiva a la aplicación de la ciencia y la tecnología . El subdesarrollo es ante todo un ambiente social y cultural que no puede asimi lar directamente conocimientos, tecnologías y prácticas exógenas. Aunque nunca como hoy ha estado tan abierto el debate entre las sociedades que recurren a la transfusión de tecnologías más avanzadas para sa li r del subdesarrollo y aquellas que apelan a las tecnologías más o menos " tradicionales", más o mene>s "apro­piadas", más o menos "adaptadas" para crear trabajo más bien que capital. ¿Las opciones en materia económica deben ser in­dependientes de las estructuras sociales o éstas deben condicio­nar a aquéllas? El debate ha vuelto a intensificarse. Un ejemplo de ello es la posición del autor del "intercambio desigual" , quien fundamenta en el marxismo su crít ica de los modelos de desarro­llo endógeno. No hay, escribe Arghiri Emmanuel, tecnologías a la medida de los países en desarrollo; lo que contr ibuye a su bie­nestar soc ial y a su autonomía es la suma de los bienes produci ­dos, no el número de empleos creados para· producirlos. Una tec­nología que no sea la más avanzada no ofrece oportunidades a los técnicos; ahora bien, como las empresas transnacionales fa­vorecen, por su presencia y su reclutamiento, la formación de una mano de obra espec ializada, el "atajo tecnológico" del Tercer Mundo pasa más bien por ellas que por la adaptación de las estructuras socia les.s

Es verdad que Furtado y Elsenhans criticaron este inesperado encuentro del análisis marxista con el esquema capita li sta: el pri­mero cuestionó el papel benéfico de las transnacionales como vehículo privilegiado para colmar la brecha tecnológica; el segun­do lo limitó a partir de los impulsos y ori entaciones gubernamen­tales. No obstante, tal encuentro revela las incert idumbres (si no es que también la confusión) que caracterizan el debate sobre las contribuciones de la c iencia y la-tecno logía.

La realidad es siempre más compleja y más ambigua, porque el subdesarrollo adopta formas diferentes y a veces divergentes

8. Emmanuel Arghiri, Technologie appropriée ou technologie sous­développée1, Presses Universitaires de France, París, 1980.

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de una sociedad o de un país a otro: las carencias que aquél entraña a lo largo y a lo ancho del Tercer Mundo no son las mis­mas en todas partes; en consecuencia no hay modelo unívoco, al igual que no hay estrategia única. Pero, cualesquiera que sean las formas y los niveles del subdesarrollo, el uso de la ciencia y la tecnología no se reduce a injertar conocimientos, capacidades, prácticas y técnicas en una sociedad que no está preparada para ello. No se tiene de un lado a la ciencia y la tecnología y del otro a la sociedad, como si fueran dos sistemas que el artificio de un demiurgo mantuviera unidos; la ciencia y la tecnología constitu­yen un sistema más o menos capaz de realizar funciones de ós­mosis, asimilación, innovación, o de rechazo, en función de rea­lidades materiales, históricas, culturales y políti~as.

DIVERSIDAD DE SITUACIONES

L a similitud de los problemas que afronta el Tercer Mundo no evita la creciente heterogeneidad de situaciones: cualesquie­

ra que sean las solidaridades, no hay uno s9lo, hay muchos, y los grados de subdesarrollo no son menos desiguales que los de desarrollo. Desde los puntos de vista de las políticas de ciencia y tecnología y del uso de los recursos cientrficos y técnicos, las respuestas a estos problemas están necesariamente marcadas por esta diferenciación .

En este sentido, el discurso de solidaridad que proclama el Gru­po de los 77 se encuentra con los mismos límites con los que choca el discurso de cooperación de los países del "Grupo B" : las pla­taformas adoptadas en común en las instancias internacionales no pueden ocultar las dificultades específicas, no sólo de los gru­pos de países con características semejantes, sino incluso las de cada uno de ellos considerados por separado. Un lenguaje veraz sobre el futuro de los países en desarrollo debe partir de esas dis­paridades si se quiere dar cuenta de las situaciones nacionales que están detrás de las estadísticas de evolución global.

En términos generales se puede hablar, sin duda, de una me­joría relativa de los ritmos de industrialización del Sur. De 1960 a 1976 las exportaciones de productos manufacturados del Tercer Mundo a los países occidentales crecieron 15% al año en tér­minos reales, pero no representaron al término de ese período más que un débil porcentaje de los mercados de los países desa­rrollados, y la participación del Tercer Mundo en el valor agregado industrial mundial no avanza más que a pequeños pasos. Y cuando se la mira más de cerca se comprueba que esta parte se debe .. , a cuatro países solamente: Brasil, México, Argentina, la India. Sólo cinco países exportan manufacturas (excluyendo metales no fe­rrosos y productos petroleros) por más de mil millones de dóla­res anuales: Hong Kong, Corea del Sur, Yugoslavia, México y Brasil . El islote que es Hong Kong asegura por sí solo un quinto de las exportaciones de productos manufacturados del Tercer Mundo.

Además, estas exportaciones se concentran todavía en un pe­queño número de rubros: ropa, productos metal mecánicos, tex­tiles, objetos de madera y mobiliario, alimentos, calzado. Y sobre todo, en lo que se refiere a los productos más avanzados (motores, equipos eléctricos, refacciones, informática y componentes), el papel central en esta evolución corresponde a las empresas trans­nacionales y a las sociedades de comercialización, de las que unas 16 000 filiales se encuentran siempre en los mismos países: Bra­sil, México, la India, Pakistán, Filipinas, etcétera.

la ciencia no garantiza el desarrollo

Desde hace poco (1982-1983), se observa indudablemente un crecimiento sensible de las exportaciones de productos manufac.­turados del Tercer Mundo hacia Estados Unidos y en menor pro­porción hacia Europa. Una parte importante de este dinamismo se debe a las empresas transnacionales y a los productos ligados a la electrónica, pero la competitividad de ciertos países parece afirmarse igualmente bien en todos los sectores. No se puede de­ducir de ello, sin embargo, que el subdesarrollo esté en retroce­so: por una parte, la lista de países en desarrollo exportadores de productos industriales sigue siendo muy limitada; por otra, tales éxitos se han obtenido en muchos casos a costa de un endeuda­miento gigantesco, tal que los nuevos préstamos no alcanzan siquiera a cubrir los intereses de los precedentes. Así, las disparida­des internas se prolongan en distorsiones externas que amenazan quebrantar en breve plazo todo el sistema bancario internacional.

Por último, conviene recordar que el caótico desarrollo del Ter­cer Mundo se ha acentuado todavía más por los efectos de "la crisis del petróleo" la cual, al acelerar el proceso de industriali­zación de algunos países productores, ha aumentado en propor­ciones considerables el endeudamiento de los que carecen de petróleo. "Todos los caminos que salen del subdesarrollo son empinados y algunos no llevan a parte alguna. Así, al igual que en las carreras demasiado difíciles, el pelotón de los países del Tercer Mundo seguirá disgregándose en el próximo cuarto de siglo" .9

Estas observaciones bastan para subrayar que no hay un Ter­cer Mundo homogéneo con perspectivas de desarrollo iguales y unívocas: no sólo hay que hablar de un Cuarto Mundo, sino que, además, hace falta reconocer la importancia de las considerables disparidades en las perspectivas individuales de evolución de ca­da pafs. El cuadro de diversidad y diferenciación, que va de la pobreza más aguda a las promesas de un verdadero desarrollo, supera -y con mucho- al de las semejanzas y afinidades. En es­tas condiciones, cualquier agrupación, cualquier clasificación, está condenada a dar cuenta de la realidad y del futuro de manera incompleta, y tiene uno que contentarse con esta evidencia: los países que constituyen el Tercer Mundo se definen más con rela­ción a los. países desarrollados que con relación a ellos mismos, pero, simultáneamente, para entender el papel que la ciencia y la tecnología pueden desempeñar en su proceso de desarrollo, deben tomarse en cuenta las diferencias que les distin~uen entre sí tanto en su realidad presente como en su devenir.

La capacidad potencial de estos países para orientar su evolu­ción depende del número de habitantes y del crecimiento demo­gráfico, así como de sus recursos naturales y de la calificación de sus recursos humanos que les permitan garantizar el crecimiento del ingreso. Trivialidad de nuevo, pero ¿cómo ignorarla? Desde este punto de vista, las realidades nacionales y regionales llevan a distinguir los siguientes grupos de países, con numerosas va­riantes, de acuerdo -principalmente- con su organización po­lítica y las estrategias adoptadas, ya sea para la industrialización, ya para el desarrollo agrícola: 7) los que gracias a la acumulación

9. jacques Lesourne, Face aux futurs (lnterfuturs), OCDE, París 1979, y Les mil/e sentiers de /'avenir, Seghers, París, 1981, p. 62 . Sobre las esta­dísticas rec ientes de las exportaciones provenientes del Tercer Mundo, véase Jean Lempériere, "Les pays en développement premiers fournis­seurs industriels des États-Unis", en Le Monde, París, 5 de junio de 1984, pp. 20-21 .

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comercio exterior, octubre de 1985

de capital, la integración en el mercado mundial y la industria­lización, han podido "despegar"; 2) los que comprometen su desarrollo por la presión demográfica y su débil capacidad para movilizar sus recursos ·naturales y humanos; 3) entre estos dos extremos, se encuentran los países productores de petróleo: unos, expuestos a una fuerte presión demográfica; otros, con una po­blación más acorde con sus reservas petroleras.

LOS CINCO TERCER MUNDOS

e ualquiera que sea el comportamiento de los países en desa­rrollo, estas categorías se mantendrán más allá del siglo XX,

y pocos serán los que pasen de un estrato más pobre a·uno mejor dotado. Si colocamos (arbitrariamente) la "barrera" del desarro­llo en 2 500 dÓlares, podemos suponer que los países que entra­rán en el grupo de los que han "despegado", representarán, a fin de siglo, 12% de la población mundial (porcentaje que equi­valdrá a 760 millones dé habitantes, en vez de los actuales 470 millones) . En el otro extremo, si se coloca la línea· de pobreza en 300 dólares, la proporción de personas en el mundo que estará debajo de aquélla pasará de 32 a 28 por ciento (1 650 millones en el año 2000, contra 1 280 millones ac~ualmente) .

Entre las zonas de pobreza absoluta (Asia del Sur y África tro­pical) y los países o regiones que pueden esperar una mejoría sen­sible de su situación (América Latina, Asia del Este), se pueden encontrar todos los matices actuales del subdesarrollo. Guiándose por el escenario más moderado, el de lnterfuturs, las proyeccio­nes permiten definir una tipología que es necesario ver menos como una clasificación estricta que como la puesta en evidencia de situaciones ejemplares:

• Los países que están en vías de transformarse en naciones industriales con .una base de actividades que se diversifica. Se subdividen en dos grupos: a] dos estados asiáticos de tamaño medio, Corea del Sur y Taiwá.n, a los que debe agregarse los es­tados-ciudades de Hong Kong y Singapur, y b]los grandes países de América Latina: Brasil, México y, en menor medida, Argentina. A diferencia de los países del primer grupo, los del segundo po­seen simultáneamente ciertos caracteres del subdesarrollo -como la ~xistencia de una población mayoritariamente muy pobre, ~egtones desheredadas, períodos de verdadera hambre- y una tnfraestructura industrial , científica y tecnológica "avanzada" que produce ciertos bienes que son competitivos en el mercado mun­dial.

• El conjunto, mucho más heterogéneo, de los países donde 1~ industrialización desempeña un papel creciente, como Arge­lta, Venezuela, Malasia, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Kenia, Costa de Marfil. Aquí también es necesario considerar dos grupos: en 'un extremo, aquellos que, en condiciones extremadamente fa­vorables, podrían transformarse en naciones industriales; en el otro, aquellos cuyas posibilidades de liberarse del subdesarrollo mediante la industrialización son de lo más inciertas (por ejem­plo, Argelia en el primer caso, Pakistán en el segundo). Para la mayoría de estos países, la agricultura seguirá siendo una actividad esencial, a menudo mucho más importante que la industria.

• Los países cuyas posibilidades de crecimiento dependen en primer lugar de las exportaciones de recursos naturales. Se en­cuentran entre ellos los que tienen una posición importante en el mercado de uno o varios minerales o productos básicos (Arabia

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Saudita y los otros miembros de la OPEP, en cuanto al petróleo; Zaire, Zambia, Chile, Perú, al cobre; Tailandia, Malasia, Bolivia, Indonesia, al estaño; Jamaica y Guinea, al aluminio; Malasia, al caucho; Ghana, al cacao, etc.). También se encuentran países cuyas posiciones secundarias en los mercados de varios productos les hacen imposible todo proceso acelerado de industrialización (Etiopía, Tanzania, Paraguay, etcétera).

• Los países muy pobres que tienen pocos recursos naturales y escasas perspectivas de industrialización, para los cuales los pro­gresos de la agricultura son todavía más necesarios que para los grupos precedentes.

• Aparte figuran los países-continente -China y la India-, cu­yas diferencias regionales se desdibujan debido al tamaño y a la unidad política que los caracteriza. Además, por su mismo tama­ño, tienen rasgos comunes a todos los grupos precedentes. Así, la India es a la vez un país poco desarrollado en su inmensidad rural y una nación industrial importante (en particular en la fabri­cación de bienes de capital), y China, en función misma de sus esfuerzos por regular el crecimiento demográfico y por impulsar el desarrollo agrícola, tiene la característica inversa de un con­junto rural cuyo ingreso per cápita aumenta, con zonas de indus­trialización y de avanzada técnica. lO

Por supuesto, esta tipología resulta de escenarios que corres­ponden a tendencias "pesadas". 11 Aunque hay pocas posibilida­de~ de qu_e éstas alteren su curso de modo significativo de aquí al ftn del stglo, ello no excluye que ciertos países, en las diferentes categorías, puedan influir mediante sus estrategias de desarrollo en sus direcciones futuras, en un sentido o en otro. Está claro en todo caso que, para los más de los países en desarrollo, la activi­dad esencial es y seguirá siendo la agricultura y no la industria. Por consiguiente, toda estrategia que privilegie a la segunda en detrimento de la primera podría provocar, en la mayoría de los casos, un acentuamiento de las distorsiones internas y, por ende, comprometer las posibilidades de reequilibrar las tasas de creci­miento de la población y los recursos naturales disponibles.

En fin, cualesquiera que sean los escenarios -"lo peor no es siempre seguro"-, conviene subrayar que los obstáculos al de­sarrollo no se relacionan sólo con la disponibilidad de recursos naturales frente a la presión demográfica; también se vinculan con las estructuras sociales y los sistemas políticos. Los recursos natu­rales y la presión demográfica determinan por sf solos el umbral de pbbreza más o menos absoluta, pero las estructuras polfticas y la organización social trazan la frontera de la capacidad para movilizar los recursos humanos y financieros . Los desequilibrios sociales y culturales, la inestabilidad política, la inadecuación de las opciones económicas pueden ser otros tantos frenos o causas de ruptura en el proceso de desarrollo.

Las definiciones de carácter estrictamente económico relati­vas a los países en desarrollo son otros tantos espejos m1,1tilados, pues no dan cuenta de las diferentes trayectorias que muestran, entre otros, los regímenes más o menos democráticos, las políti­cas más o menos liberales, el nivel de la infraestructura industrial

10. Sobre las contradicciones de la India, ver el número especial de Nature, " Excellence in the Midst of Poverty", 12 de abril de 1984, pp. 581-600.

11. Ver jacques Lesourne, op. cit.

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y universitaria, la estructura de clases y de la ocupación, el ca­rácter " dual" relativamente acentuado de sociedades constitui­das a la vez por un inmenso sector rural y por polos de desarrollo científico " avanzado" o, más aún, la ruptura radical en el seno de una misma sociedad entre una parte de la población que mira hacia Occidente, como una " minoría silenciosa" , y la mayoría que enjuicia la racionalidad occidental en nombre de sus con­vicciones religiosas. Entre el Irán que el último Sha veía ya con­vertirse en la "quinta potencia industrial mundial" y la India o Brasil, los paralelos estadísticos son ociosos, por sus considera­bles diferencias sociopolíticas. Y se podría matizar todavía hasta el infinito: las fuerzas que rechazan o rehúsan la cultura científi­ca fundada en la racionalidad occidental no son evidentemente las mismas en Irán que en la India.

Desde este punto de vista, y no sólo desde el correspondiente a los recursos naturales disponibles, debe abordarse sobre todo el problema de los lazos entre la ciencia, la tecnología y la socie­dad en los países en desarrollo . Más allá de cierto umbral de re­cursos, la acumulación de capital no es jamás, por sí misma, la garantía del crecimiento. Al contrario, es primero, y antes que nada, la organización de la sociedad, de la que depende la orga­nización de la producción, la que permite a un país generar y explotar sus recursos científicos y técnicos.

Las estructuras y la organización de la sociedad delimitan el terreno en el cual la ciencia y la tecnología pueden servir de ins­trumento -palanca y estímulo- del proceso de desarrollo, y no a la inversa: que la ciencia y la tecnología no sean factores exó­genos a este proceso se debe a que no pueden desarrollarse ni ser aprovechadas sino en cierto contexto económico y social. En este sentido, el subdesarrollo extremo es precisamente el estado de desarrollo que no crea presión alguna en el medio social en favor de la investigación científica y técnica. Y, cuando falta una estructura económica y social favorable, incluso los países que sobrepasan ese umbral son incapaces de aprovechar los recursos científicos y técnicos.

LAS FUENTES DEL BLOQUEO

e onviene recordar aquí los problemas a los que se enfrentan todos los países en desarrollo, cualquiera que sea su nivel, ·

al aplicar los recursos de la ciencia y la técnica a la resolución de sus dificultades económicas y sociales. En un estudio publicado hace ya tiempo en La Recherche, titulado " La Gien<Oia-de los po­bres", G . Rossi enumeraba una serie de obstáculos y de frenos cuya adición explica en parte el magro balance, tras dos "décadas de desarrollo", de las contribuciones de la ciencia y la tecnolo­gía a la lucha contra el subdesarrollo. Incluso si se actualizan a 1983 los datos de este estudio, sus conclusiones generales man­tienen su vigencia : 12

La desigualdad en materia de recursos . En el plano internacio­nal, la distribución de los recursos para investigación y desarrollo (ID) mu.estra una desigualdad externa entre los países industriali­zados y con más razón entre éstos y los países en desarrollo. Las economías adelantadas (incluyendo las socialistas) concentran 94% de los gastos en ID y 89.4% de los investigadores (científicos, ingenieros y técnicos) . Los pafses en desarrollo participan con 6%

12. Giovani Rossi, "La science des pauvres", en La Recherche, núm. 30, enero de 1973, pp. 7-14.

la ciencia no garantiza el desarrollo

de los gastos y 10.6% de los investigadores. Basta ver las gráficas para darse cuenta de esta enorme desproporción .13

La desigualdad en materia de resultados. Los países indus­trializados producen técnicas, productos y procedimientos para satisfacer esencialmente la demanda de sus propias economías. En la gran mayoría de los casos no fueron concebidos para resol­ver las necesidades de los países en desarrollo; más aún, pueden series inútiles y a veces perjudiciales. Y no tenemos en cuenta aquf el peso que ejerce el dominio militar en la ID de los países más industrializados. En el mercado internacional , 85 .3% de las patentes corresponde a los países de la OCDE y, entre estos seis (Estados Unidos, japón, Francia, Canadá, la República Federal de Alemania y el Reino Unido), suman 70.1% del total.

Límites de los esfuerzos de ID. La posición científica y técnica de los países en desarrollo es por definición precaria en relación con esta concentración de los esfuerzos de ID en algunos de los países más industrializados. La India invierte en las actividades de ID la misma suma que Bélgica, pese a que la primera tiene más de 500 millones de habitantes y la segunda menos de diez . Más todavía, en la mayoría de los casos los datos sobre los esfuer­zos de ID de los países en vías de desarrollo se han sobrestimado: las cifras oficiales (de 0.1 a 0.5 por ciento del PNB) se exageran muy a menudo por la simple razón de que no están disponibles o porque ni siquiera se han recopilado. Sobre todo, las mismas no dan cuenta de la realidad de las estructuras de investigación, que no corresponden en nada a las de los países industrializa­dos, aunque en algunos de ellos, y a veces en varias instituciones del mismo país se encuentren centros de investigación cuyo ni­vel puede igualar al de las mejores universidades occidentales. Ocurre que los esfuerzos de investigación están dispersos en un gran número de pe·queños centros o laboratorios cuyo subfinan­ciamiento y subequipamiento coadyuvan a la debilidad de lasta­reas de investigación, sin hablar del peso de los procedimientos administrativos y de los controles burocráticos propios desiste­mas económicos y políticos que no pueden reconocer las "espe­cificidades" del trabajo de investigación.

Costo relativo de las investigaciones. Es paradójico que en los países donde el esfuerzo de investigación es menos productivo también tenga el costo social más elevado. Como toda paradoja, es una falsa sorpresa: para limitar " la fuga de cerebros" , los paí­ses subdesarrollados deben ofrecer salarios proporcionalmente más elevados a los investigadores que al resto de su población activa y los equipos científicos se importan a precios determina­dos por la estructura de los costos en los países industrializados.

Las distorsiones de la ciencia. Tratándose de investigación cien­tífica propiamente dicha, la preocupación por ajustarse a las nor­mas de la "comunidad científica" internacional tiende a definir programas de investigación cuyos objetivos muy raramente es-

13. Estas estadísticas, que indican órdenes de magnitud, deben tomarse siempre con precaución, ante todo porque no son recopiladas en las mismas condiciones en los distintos países, y además porque no prueban mucho por sí mismas. Por ejemplo, Leo Orlands ha demostrado recien­temente que el número de científicos e ingenieros en China es 30% ma­yor que el de Japón; no se deducirá de ello, sin embargo, que la tasa de innovación sea superior en China Popular que en Japón. Véase Congres­sional Research Service, Library of Congress, Washington, 1984. Sobre el esfuerzo de ID en los países desarrollados, ver lndicateurs de la science et de la technologie, OCDE, París, 1984; sobre los países en desarrollo, Annuaire Statistique, UNESCO, Parfs, 1983, parte V.

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comercio exterior, octubre de 1985

GRÁFICA 1

Distribución de científicos e ingenieros y gasto en ID (Estimaciones porcentuales para 7980)

Cientfficos e ingenieros en ID

Total: 3 756 100

1

Países .__ ____ _¡ desarrollados

Fuente: Anuario UNESCO, 1983

GRÁFICA 2

1980

Distribución de científicos e ingenieros y gastos en ID por grandes regiones (Estimaciones porcentuales para 7 980)

Científicos e ingenieros en ID 1980

Gasto en ID

Total: 207 801 millones de dólares

Países en vías de desarrollo

Gasto en ID

969

URSS {15.6%)

URSS {3

Oceanía {0.9%)

Total: 3 756 100

• No incluye los estados árabes. Fuente: Anuario UNESCO, 1983

América del Norte {18 .5%)

América Latina {1 .8%)

Asia• {18.5%)

{0.9%)

Europa

{34.0%)

América del Norte {32 .5%)

Estados árabes {0.5%)

Total: 207 801 millones de dólares

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970

GRÁFICA 3

Tendencias mundiales de científicos e ingenieros y de gasto en ID (Estimaciones para 7 970-7 980)

Cientfficos e ingenieros en ID

Paises en desarrollo

1970 1972 1974 1976 1978 1980

4 ()()()()()()

2 ()()() ()()()

100 ()()()

1 ()()() ()()()

50000

Fuente: Anuario UNESCO, 7983

Gasto en ID (millones de dólares)

Paises en desarrollo

1970 1972 1974 1976 1978 1980

tán orientados por las realidades económicas y sociales internas. En lo esencial, la investigación biomédica y agrícola relativa a los problemas propios de los países en desarrollo es obra de los países desarrollados. Durante más de una década, la India ha consagra­do 40% de su presupuesto de investigación a la física nuclear y solamente 8% a la agricultura. Los resu ltados, en particular en el dominio del átomo con fines militares, confirman, por si hiciera falta, que no se carece de competencia ni de med ios. Empero, la prioridad acordada para ese sector ha sido, por defi nición, a expensas de todos los demás. El exceso de científicos formados según las normas y en función de las orientaciones de investiga­ción en los países industrial izados contribuye a aumentar la fuga de cerebros, mientras que el número de instituciones capaces de formar técnicos y cuadros medios es insuficiente. Estas institucio­nes se adaptan mal a su función y no atraen a los estudiantes más dotados.

Las distorsiones de la técnica. La importación de técnicas de producción concebidas y realizadas por los países industrializa­dos entraña tres inconvenientes para los países en desarrollo: no se adaptan a los recursos internos disponibles, en particular a la mano de obra; la capacidad instalada excede el tamaño del mer­cado; la difusión de los incrementos de productividad en las es­tructuras industriales es escasa. Por ejemplo, la industrialización

la ciencia no garantiza el desarrollo

de los países en desarrollo no ha generado más que un volumen de empleo relativamente pequeño: Argentina, Brasil y México (que suman 42% de la producción industrial de todos los países en desarrollo) con seguridad han igualado y a veces sobrepasado la razón producción industrial/producción interna bruta de los países industrializados (37%), pero su razón empleo industrial/población activa ha seguido siendo mucho más débil (entre 22 y 29 por ciento contra 39%). 14

Los límites de la transferencia de tecnología. Se ha subrayado tantas veces y en tantas instancias el papel predominante de las empresas transnacionales en el proceso de transferencia de tec­nología que extenderse al respecto causa escrúpulos. Es necesario, sin embargo, recordar aquí que la parte esencial de la transferen­cia de tecnología no se realiza por medio de la inversión directa, sino por un flujo interno entre las empresas transnacionales (trans­ferencia " internalizada") . Se comprende, así, que el problema de la dependencia y de sus consecuencias económicas y sociales para los países subdesarrollados no haya dejado de plantearse en torno al predominio de esas modalidades de importar tecnología.

Por una parte, la desconcentración de la investigación es más importante en los sectores de intensidad tecnológica media o baja; en otras palabras, no son los sectores tecnológicos nuevos y más productivos en el mercado internacional los que implantan lama­yoría de las empresas transnacionales en sus filiales. Por otra par­te, el peso de estas empresas es tal que la aparición y la puesta en práctica de nuevas tecnologías dependen de decisiones aje­nas al espacio económico y político de los países en desarrollo. Desde este punto de vista, las empresas transnacionales son si­multáneamente -y ello explica la ambivalencia de las discusiones recientes que hemos mencionado- un factor de aceleración de las transformaciones industriales y una amenaza de ruptura de la coherencia sectorial de los sistemas productivos que la reciben, cuando no de las economías receptoras en su conjunto.15

El desfase de los ritmos de innovación. A los países en desa­rrollo les es cada vez más difícil manejar o regular la transferen­cia de tecnología debido a que, por un lado, el ritmo del cambio técnico no ha dejado de acelerarse en ciertos sectores y, por tanto, a que carecen de los medios para evaluar, escoger, asimilar y adaptar por sí mismos las tecnologías extranjeras . El caso de la microelectrónica, cuyas aplicaéiones se propagan ya del sector de servicios al de la producción manufacturera, muestra cuán vulnerables son las estrategias de crecimiento industrial de los países en desarrollo a los "acelerones" que aplican los países industrializados al cambio técnico. El rápido desarrollo de la auto­matización de la producción industrial por medio de robots con­duce, simultáneamente, a detener las estrategias de desconcen­tración de los países industrializados con las que ciertas naciones en desarrollo pudieron contar para crear empleos, y a aumentar las dificultades económicas y sociales de estas últimas porque los incrementos de productividad y rentabilidad de ciertas ramas son otras tantas amenazas sobre su grado de desocupación . ¿Corres­ponde esperar efectos análogos cuando las aplicaciones de la biotecnología alcancen el mismo estadio que las de la micro-

14. Véanse lnterfuturs, y Banco Mundial, Rapport sur le développe­ment du monde, 1980.

15. Véase Bernadette Madeuf, L'ordre technologique international. No­tes et études documentaires, núm. 4641-4642, Documentation Fran~ai ­se, París, noviembre de 1981.

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comercio exterior, octubre de 1985

electrónica? Las esperanzas depositadas en el auge de esta nueva tecnología entrañan las mismas amenazas de deformación, cu­yas consecuencias soportarán ante todo los países en desarrollo. Por ejemplo, la difusión de la isoglucosa, jugo azucarado extraído del maíz, puede generar perturbaciones similares a las que pro­vocó el azúcar de remolacha en los países productores de caña: desplazamiento de los polos de producción, incremento del des­empleo, mayores dificultades de balanza de pagos y finalmente agravamiento del desequilibrio alimentario. Al acelerar el ritmo de crecimiento de las industrias químicas y agroalimentarias, el auge de las biotecnologías tenderá a sustituir los productos prove­nientes de los países pobres por una nueva gama capaz de conquis­tar todo el mercado internacional. A estos efectos "perversos" venidos del exterior, como un contragolpe del avance científico de los países industrializados, podrían sumarse los inducidos por la adopción de las biotecnologías más avanzadas en el propio Tercer Mundo: si la ingeniería genética es el fundamento de nue­vas industrias intensivas en capital, existe el riesgo de que éstas choquen una vez más con las necesidades propias de los países en desarrollo para los que se trata de economizar no la mano de obra sino el capital. 16

La cuestión del control o del dominio de la tecnología, plan­teada también en las economí¡:¡s desarrolladas, es seguramente mucho más difícil de resolver en los países en desarrollo. Esta cues­tión nos devuelve a la misma problemática, la de los -vínculos del cambio técnico con las estructuras sociales, pero es tanto más di­fícil de resolver en el caso de los países en desarrollo cuanto que su situación de dependencia tecnológica acompaña, en la mayoría de los casos, a estructuras económicas y sociales poco propicias

· para la utilización endógena de los recursos científicos y técnicos, cuando éstos existen en cantidad suficiente para permitir progra­mas de investigación orientados hacia las necesidades internas.

LA NECESARIA DIVERSIDAD DE LAS ESTRATEGIAS

T odas las concepciones del desarrollo, desde la segunda gue­rra mundial, han experimentado la influencia de la teoría del

"despegue", incluso al criticar sus debilidades. Sin duda, a los economistas primero, a los historiadores después, el tema del despegue les permitió comprender mejor ciertos elementos de la revolución industrial, desmontando los mecanismos que en un momento dado modificaron las reglas del antiguo juego eco­nómico hasta el punto de provocar, en un período muy corto, el comienzo y luego la aceleracion del crecimiento.

Pero, más allá de las limitaciones de esta teoría, cuando se trata de dar cuenta de la originalidad de los procesos nacionales de crecimiento, es claro que se ha abusado de este arsenal concep­tual al aplicarlo al caso de las sociedades en desarrollo contem­poráneas, como si este modelo, válido (eventualmente) para las economías preindustriales de los siglos XVII y XVIII, tuviera un valor universal. Ello implica descuidar tres hechos que l'a teoría del des­pegue ha minimizado siempre, e, incluso, ignorado.

En primer lugar, las sociedades en desarrollo de hoy, que en su mayor parte han estado estrechamente sometidas a la domi-

16. Véase L'impact des biotechno/ogies sur le Tiers Monde, Rapport du Colloque FAST (CEE, CNRS, UNESCO), ].-]. Saloman (ed.), Centre STS, CNAM, Parfs, 1982, y Albert Sasson, Les biotechnologies: défis et enjeux, UNESCO (Sextant 2), Parfs, 1983.

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nación de las primeras naciones industriales, no reproducen la situación económica, social y cultural de las naciones preindus­triales europeas.

Luego, igual que en esta concepción se han descuidado los pesos respectivos de las resistencias y de los progresos en la evo­lución de las sociedades occidentales, se han puesto entre parén­tesis los desequilibrios, las deformaciones y las crisis internas que el crecimiento provoca en los países en desarrollo. Al privilegiar los aspectos "positivos" del progreso a expensas del mundo "tra­dicional", se ha fijado una historia lineal en la cual el proceso de modernización es necesariamente la transición hacia lo "mejor" (por ejemplo, el estado de "madurez" del que habla Rostow). Sin embargo, en esta transición, hecha de resistencias, retroce­sos y sufrimientos, se sitúa la historia que los hombres viven y hacen, que no es la que los economistas piensan . Las capitales tentaculares de ciertos países en desarrollo, que en menos de una década habrán multiplicado sus barrios de miseria, han seguido, en escala y con ritmo totalmente diferentes, el modelo del auge de las capitales europeas durante su industrialización.

En fin, de acuerdo con esta concepción, el cambio técnico debe ser, necesariamente, un dato que se impone desde afuera, cua­lesquiera que sean las estructuras económicas, sociales y cultu­rales de las sociedades, y no una variable cuya influencia, poder de difusión y asimilación, dependa de esas mismas estructuras. Con más razón cuando el cambio técni'co sur'ge, como es el caso desde el comienzo y sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, de la estrecha alianza de la ciencia, la técnica y la industria. No se trata de una técnica que se desarrolla independientemen­te de la ciencia, como en los tiempos de la máquina de vapor, sino de un proceso social que supone la conjunción del saber más

• abstracto y de una técnica científica con los medios de produc­ción (lo que es la definición misma de la tecnología en sentido moderno) : la conjunción del laboratorio y la fábrica.

1

Ningún cambio ha sido más decisivo en la histona del proce-so de industrialización que la industrialización misma de la in­vestigación científica y técnica: se crearon instituciones, públicas y privadas, para generar, tal como se hizo en el siglo XIX, nuevas tecnologías y nuevas instituciones para la producción y comercia­lización en gran escala de bienes y servicios. Por ello, las posibili­dades de imitar y, con más razón , de alcanzar a los países "inno­vadores" se redujeron aún más para la mayor parte de los países en desarrollo, mientras que el paso de la sociedad preindustrial a la industrialización, más o menos lenta, no fue igualmente es­trecho para los países europeos.

Esta teoría del "despegue" y su arsenal de conceptos no ha­brían tenido consecuencias si se hubiesen quedado dentro de los límites de una discusión académica. Pero hay que reconocer que han inspirado, más o menos directamente, las concepciones y po­líticas del desarrollo, tanto de gobiernos como de organizacio­nes internacionales, hasta hacerles perder de vista lo esencial. En la interacción de la ciencia, la tecnología y la sociedad, se ha ignorado la dimensión social -con sus frenos, sus resistencias, sus bloqueos- y, en la transición entre la etapa preindustrial y la "seudomadurez", se ha desdeñado asimismo /a dimensión tem­poral, es decir, el tiempo necesario para utilizar los conocimientos y técnicas disponibles en las mismas condiciones favorables que tuvieron los países industrializados.

Seguramente, el Tercer Mundo se define mucho más en rela-

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ción con los países desarrollados que con respecto a sí mismo, pero ello no significa que los problemas que afronta se reduzcan a un simple retraso que se superará gracias a la imitación del pro­ceso de crec imiento tal como ocurrió en los países industriales desde el siglo XIX. Tampoco que sea suficiente injertar la ciencia y la tecnología venidas de Occidente para poner en marcha di­cho proceso. En efecto, toda concepción que no perc iba el desa­rrollo como un fenómeno social global no puede sino tropezar con los obstácu los y las inercias que traban la aplicación de la cien­cia y la tecnología en sociedades distintas de las occidentales.

La ilusión de la universalidad científica

H ay, desde este punto de vista, una ilusión sobre la " univer­salidad" del espíritu científico : la extensión de un sistema

no equivale a universalidad. 17 El sistema intern ac ional de los científicos form ados en y por las mismas instituciones de ense­ñanza superior y de investigación, que hablan el mismo lengua­je, publican en las mismas revistas y se encuentran periódicamente en los mismos lugares con motivo de co loquios y congresos, es muy parecido al de las líneas aéreas. Éstas se extienden po'r todas partes, pero ello no las hace universales, en el sentido de que todo el mundo tenga acceso a ellas. Lo d icho sólo significa que, si se extienden los laboratorios como las líneas aéreas, los hechos cien­tíficos podrán desplazarse como los aviones. Pero las aeronaves no aterrizan en cualquier parte; sobre todo, no se construyen ni se las hace vo lar a menos que cumplan ciertas cond iciones y se pague cierto prec io. El que debe pagarse para que la "comuni­dad científica internacional" esté constituida por algo más que los miembros de una élite no sólo es inconcebible; también es preciso preguntarse si , frente a la magnitud de los problem as que afronta el Tercer Mundo, vale la pena pagarlo.

Los hechos científicos, que ciertamente pueden extenderse por todas partes, no se const ru yen ni se aplican en ausencia de cier­tas condiciones y es, ante todo, la fa lta de éstas la que define el subdesarrollo . La pertenenc ia al sistema no es si nónimo de per­tenenc ia a las mismas estructuras que lo originaron; menos aú n es una garantía de comprensión de los problemas específicos que plantea el subdesarro llo. Un científico de la India participa de la universalidad de la cienc ia porque su formación se basa en los mismos procedimientos que sustentan a la c iencia occidental y por eso mismo podrá sentirse más cerca de sus co legas de Cam­bridge o del MIT que de sus compatriotas aldeanos. 18 Es necesario sali r del etnocentrismo occ idental para empezar a comprender que los países en desarrollo no son la réplica contemporánea de las sociedades europeas preindustria les. Y que, refiriéndose a otra historia, crean otra historia. No basta con apoyarse en los instru­mentos de la ciencia y de la técnica para reproducir un modelo de desarrollo cuyas fuentes son profundamente ajenas a las rea li­dades de la mayor parte de los países del Tercer Mundo.

17. Véase Bruno Latour, " Le Centre et la périphérie: a propos du trans­fert de technologie", en Prospective et Sa nté, núm. 24, invierno de 1982, y "Comment redistribuer le Grand Partage?", en Revue de Synthése, núm. 11 O, abril-junio de 1983 . Véase también, acerca de los problemas fi losó­ficos planteados por los "Límites de esta universalidad", Claire Salomon­Bayet, " La science et la coexistence des cultures" , en Diogéne, UNESCO, de próxima aparición.

18. En este sentido, seguramente, un país como Brasil tiene más inte­rés en colaborar con otro como la India, pese a su lejanía, que con sus vecinos de América Latina; desde este punto de vista, la cooperación "re­gional" en materia científica y técnica es a menudo un engaño.

la ciencia no garantiza el desarrollo

De nuestra insistencia en la heterogeneidad de las situaciones que caracterizan al Tercer Mundo surge una primera conc lusión : que a tal variedad de experienc ias debe corresponder la misma va riedad de estrategias para el desarro llo en general y para la ap li­cac ión -en particular- de los recursos de la ciencia y la tecno­logía. Así como no existe un modelo ún ico de desarro llo que los países "avanzados" puedan exportar, tampoco hay un solo es­quema apl icable al conjunto de los países no industrializados. Esta evidenc ia salta a la vista; se tendrían escrúpu los al subrayarla si, precisamente, las teorías y las políticas de desarrollo prevalecientes la hubieran ten ido en cuenta. La experienc ia del último cuarto de siglo muestra, por el contrario, que se ha presentado el desa­rroll o como un juego donde todos los' participantes pueden ga­nar, como si se tratara de un proceso bio lógico en el cual el ser vivo crece, madura, florece .. . Mas el ser vivo mismo conoce sus fallas, sus monstruos y sus fracasos .

La experiencia es tan diversa; heterogénea y contradictoria, y está marcada por un número tan pequeño de éxitos, que es necesario ser más modesto en los objetivos y más rea lista en las estrategias. De la propia diversidad de situaciones que caracterizan al Tercer Mundo se desprenden al menos dos tipos de estrate­gias. Se adm iti rá sin dificultad que éstas pueden, en ciertos casos y según las situaciones específicas de ciertos países, ser comple­mentarias y promoverse simultáneamente, a condic ión de reco­nocer que en muchos otros casos son excluyentes.

En un extremo, está el enfoque clásico que apunta al crec i­miento del ingreso nacional mediante la acumulación de capital, la industri ali zación y la integración al mercado mundial. Con re­lac ión a los países que han alcanzado cierto grado de desarrollo, se concibe que el proceso de industrialización se apoye en un sistema universitario de tipo occidenta l, en la formación y la utili­zación de una mano de obra muy ca lificada y espec ializada y en una organización compleja de la investigación científica. Una po­lítica de ciencia y tecnología, más o menos inspirada por los paí­ses industrializados, puede contribu ir a reforzar la difusión de los conocimientos y la aplicac ión de las técnicas y a garantizar la infraestructu ra humana sin la cual las tecnologías más avanzadas no podrán asimilarse ni integrarse a las cond iciones nacionales.

En el otro extremo, el desarrollo se plantea menos en térmi­nos de ''despegue" que de cobertura de las neces idades esen­ciales. Para estos países no só lo es cla ro - aunque sea mal visto y por lo demás insufrible proclamarlo- que el enfoque clásico es inadecuado, si no también que hay que evitar inspirarse en él. En aq uellos países donde la agricultura es y promete segu ir sien­do la actividad esencial, no es posible, si se qu iere evitar la misti­f icación, hablar de una po lítica de ciencia y tecnología en la que se empleen los mismos mecanismos, instituciones, estructu ras de formación y de difusión de conoc imientos aplicables en un pro­ceso de industria li zación.

Entre ambos extremos, se pueden imaginar estrategias mixtas que apunten a la vez a reforzar y desarrollar estructuras de inves­tigación propiamente científicas y a sostener la expansión de las actividades primarias sobre la base de una formación profesional adaptada a las necesidades intern as.. Se deberá hacer un esfuer­zo sim ultáneo para aumentar la productividad de las tecnologías tradicionales y para adoptar algunas de las más modernas a las necesidades colectivas más urgentes .19

19. Véase B. Lucas y S. Freedman (eds.), Technology Choice and Chan-

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comercio exterior, octubre de 1985

Una política de la formación profesiona l

T eniendo en cuenta lo que está en juego - los países que se vinculan a la segunda estrategia comprenden a la mayoría

de la población del Tercer Mundo-, es necesario cu idarse tanto de los sueños como de la demagogia: lo que s~ exige no es una polí­tica científica sino una política de formación y pos iblemente has­ta de vulgarización. Para estos países, lo más urgente desde el punto de vista del empleo y de la utilización de los recursos na­turales es formar cuadros intermedios de calidad, en escuelas pro­fesionales concebidas conforme a líneas adaptadas al medio. Sin duda, la República necesita sabios, pero el subdesarrollo tiene mayor necesidad de técnicos que de científicos . Mejorar las con­diciones de higiene, de alojamiento, de alimentación, de sa lud y de empleo depende menos de la transferencia de tecnología, y mucho menos de la cienc ia, que de la capacidad endógena de multiplicar la preparac ión indispensab le para dominar el medio circundante .

Eso no quiere decir que tal preparación no requiera de una enseñanza y, por tanto, de un aprend izaje de carácter c ientífico: importa determinar cuál es el mínimo de conocimientos científicos y técnicos necesarios para ese dominio del medio. ¿Para qué sirven realmente el computador, el reactor nuclear, el microscopio elec­trónico allí donde la general ización de máquinas simples puede elevar la productividad del trabajo y responder a las urgencias de la supervivencia? Costosas universidades o laboratorios con ambiciosos proyectos que pretenden rivalizar con el modelo oc­cidental de desarrollo de la educación y de la enseñanza superior no pueden levantar el peso de la ignorancia ligada con la indi­gencia; ello debe hacerse ante todo en el terreno, en la esca la de los problemas cot idianos, con referencias científicas y técnicas de base adaptadas no por imitación sino con base en la experiencia de las realidades c ircu ndantes.

Así como hay tecnologías intermedias, también ex isten cono­cimientos intermedios entre el saber tradicional y el c ientífico. La experiencia del fracaso de las estrategias que ca lcan las vías se­gu idas por el Occidente muestra que no basta con disponer de una élite científi ca para afrontar los enormes desafíos del sub­desarrollo. El espej ismo de los éxitos del modelo, ¿no ha hecho olvidar las cond iciones que fue necesario cumplir en Europa, el precio que debió pagarse, el tiempo que hubo de transcurrir antes de pretender haber alcanzado "la etapa de madurez"? Se siente un deslumbramiento ante los empresarios, capitanes de industria, grandes banqueros y cap italistas que cimentaron el auge del pro­greso de la industrial ización, pero se olvidan los costos soc iales, los traumatismos, las distorsiones y las crisis concomitantes que acompañaron la salida de la era preindustrial. Y se omite un factor que ha desempeñado un papel no rl)enos esencial en el auge de las sociedades industrializadas: la.generalización de las aptitudes técnicas elementales a partir de la generalización de la enseñanza primarias. Es, en suma, olvidar que la primera revolución indus­trial fue menos la obra de la cienc ia y de los sabios que de la téc­l']ica y de los artesanos -contramaestres apenas barnizados de matemáticas. 20

ge in Developing Countries: Interna / and Externa / Constraints, y E.U. von Weizsacker, N.S. Swam inathan y A. Lemma (eds.), lntegration of Emer­ging and Traditional Technologies, Naciones Unidas y Tycooly, Dublín, 1983.

20. Por más que se ha querido ver en la expansión industrial deja-

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No hay una so la estrategia para la aplicación de la ciencia y la tecnología, hay muchas, que se ubican entre los dos casos ex­tremós que hemos destacado. Pero es ocioso hablar de una política científica donde no existe -y no se impone- una infraestructu­ra de la ciencia, como también es oc ioso hablar de una política tecnológica allí donde el desarrollo no pasa por la opción de la industrialización. Una política de formación de capacidades técni­cas es en muchos casos, si no es que en la mayoría, una palanca de desarrollo mejor adaptada . Donde no hay ni institucionali­zac ión ni profesionalización de la ciencia, ¿se puede hablar de política científica?

Como las tecnologías, los conoc imientos técnicos tienen exi­gencias de orden social , económ ico e incluso político. Así como es preciso-dejar de ver a la tecnología como una especie de pró­tesis que se impone desde afuera a una soc iedad, también es ne­cesario no caer en la trampa de copiar modelos inadecuados. Es indispensable interrogarse acerca de las condic iones que es ne­cesario satisfacer -¿qué debe enseñarse?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿en qué momento?- para que una formación científica y técnica elemental responda a los problemas específicos del Tercer Mundo.

En la interacc ión de la ciencia, la tecnología y la sociedad , no es la ciencia, como tal, la que puede desempeñar un papel deci­sivo en la evo luc ión de la mayor parte de los países en desarro­llo. Los técnicos y los cuadros medios bien formados son más pre­ciosos que los científicos provistos de doctorados acordes con las normas de la com unidad científica internacional. Pero ésta no es una razón para descuidar la importancia del tejido soc ial a partir del cua l se crean las condic iones que favorecen los avances y la difusión de los conoc imientos técn icos en la agricu ltura, la agro­industria, la pequeña empresa. La difusión de una práctica cien­tífica comien2'a ante todo por la difusión de una cu ltura técnica que tenga en cuenta las realidades de ese tejido socia l. Y desde este punto de vista, no hay atajos que acorten el tiempo necesa­rio para general izar una cultura técnica capaz de incrementar la productividad,_ incluso la de las tecnologías tradicionales.

Durante mucho tiempo todavía, la mayor parte de lo que la ciencia puede hacer por el desarrollo dependerá de los países in­dustrializados; así, deberá actuarse para que ellos reorienten sus esfuerzos de investigación y desarrollo en función de los proble­mas que afronta el Tercer Mundo. Sin embargo, casi todo lo que la tecnología puede hacer por el desarrollo dependerá del propio Tercer Mundo; por ello se deberá buscar que sus estrategias de desarrollo no se inclinen ante los espej ismos de políticas científi­cas inadaptadas a los recursos nacionales y por el contrario mo­vi licen los esfuerzos destinados a aumentar las aptitudes y las ca­lificaciones técnicas de acuerdo con las realidades propias. Allí donde se trata menos de despegar que de sobrevivir, el modelo de la institución y la política científicas inspirado en los países industrializados no puede conducir más que al despilfarro de re­cursos financieros y humanos. Hay un sólo camino: la formación, la cu ltura y la investigación técnicas endógenas adaptadas a las condiciones económicas y soc i al~s de cada país. O

pón un "mi lagro", el proceso de industrialización no ha sido all í muy diferente en sus orígenes de lo que ha sido en Europa. Véanse los estu­dios muy esclarecedores a este respecto del Programa de la Universidad de las Naciones Unidas, Takeshi Hayashi (coord.), Historical Background of Technology Transfer: Transformation and Oeve/opment of }apan, Tokio, 1970 y 1980.

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Comercio Exterior, vol. 35, núm. 10, México, octubre de 1985, pp . 974-977

La ONUDI y el desarrollo industrial

INTRODUCCIÓN

A 1 convert irse recientemente en un organ ismo espec iali zado, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo

Industri al (ONU DI) inic ió una nueva etapa de su ex istencia institu -

• La Asamblea General estableció el1 de enero de 1967 la Organiza­ción de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, con el fin de impulsar la industrialización en los países en desarrollo. La ONU DI que­dó encargada de coordinar las actividades de los diversos organismos de las Naciones Unidas en la materia de su competencia. En su calidad de ejecutora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la ONU DI dio ayuda técnica a los países mencionados en la for­mulación de sus políticas industriales, en el establecimiento de nuevas industrias y en el impulso de las ya establecidas. Sus actividades se han financiado con recursos del PNUD, del Presupuesto Ordinario de las Na­ciones Unidas, del Programa Ordinario de Asistencia Técnica de las Na­ciones Unidas, así como de fondos fiduciarios y de otras fuentes. En 1976, la Asamblea General estableció el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, encaminado a elevar la capacidad de acción de la ONU DI. Este Fondo empezó a funcionar en enero de 1978. Hasta antes de convertirse en organismo especializado, la política que habría de aplicar la ONU DI se ajustaba a lo formulado por la junta de Desarro­llo Industrial, integrada por 45 miembros elegidos por la Asamblea Ge­neral, sobre la base de una representación geográfica equitativa. El ór­gano responsable de la administración y de las actividades de la ONU­DI era la Secretaría, encabezada por un Director Ejecutivo. En 1971 se celebró la Primera Conferencia Internacional de esta Organización, en Viena, su ciudad sede. La Segunda Conferencia Internacional se reunió en la capital de Perú, en marzo de 1975, y aprobó una Declaración y

JORGE EDUARDO NAVARRETE

c iona l* En este trabajo se intenta dar respuesta a diversas interro­ga ntes acerca del rumbo y orientación que seguirá dicho orga­nismo en esta nueva fase, a la luz de las necesidades e intereses de los países miembros. Tales interrogantes se refieren principal­mente a:

un Plan de Acción en el que, entre otros objetivos, se adoptó el de lo­grar que, para el año 2000, los países en desarrollo participen en la pro­ducción industrial del mundo con 2S%, en vez del 7% que se destina­ba en 1975. En esa misma reunión se propuso que la ONU DI se convir­tiese en un organismo especializado de las Naciones Unidas. Aceptada esta propuesta por la Asamblea General, se estableció un Comité lnter­gubernamental, encargado de elaborar una constitución que regulase sus funciones. La Conferencia de Plenipotenciarios que se reunió en Vie­na aprobó por consenso dicha constitución, el8 de abril de 1979, y con ello se despejó el camino para que la Organización se convirtiese en el decimosexto organismo especializado de las Naciones Unidas. Se es­tableció que la Constitución entraría en vigor cuando por lo menos 80 estados de los que hubiesen depositado sus instrumentos de ratifica­ción, aceptación o aprobación, así lo conviniesen. En este ensayo, el economista y diplomático mexicano jorge Eduardo Navarrete, asesor de Comercio Exterior, presenta sus puntos de vista sobre la actividades de la ONUDI en su nueva etapa, en especial fas relacionadas con su papel de institución multilateral que habrá de atender las muy diver­sas necesidades de sus miembros, teniendo en cuenta la especificidad de cada uno, sin pretender la aplicación de "soluciones únicas" y, so­bre todo, facilitándoles el acceso a los frutos tecnológicos de la nueva revolución industrial, en plena marcha en este último cuarto del pre­sente siglo. N de la R.

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comercio exterior, octubre de 1985

• la posición de la ONUDI, como institución multilateral en momentos en que este tipo de entidades es objeto de una ofensiva sistemática;

• ·la necesidad de reactivar el esfuerzo internacional de co­operación en favor del desarrollo industrial , postergado por la cris is; •

• la mezcla de actividades que debiera formular la Organiza­ción a fin de responder a las va ri adas demandas de sus distintos miembros;

• la necesidad de evitar un enfoque estrec ho y parcializado de sus funciones que disminuya su re levancia y efectividad a largo plazo y, finalmente,

• la cuestión cruc ial de cómo este organismo centra l de coor­dinación de las tareas en favor de la indu stri alización· del mundo en desarrollo va a abord ar el complejo proceso de redespliegue indu st ri al en esca la mundial.

LA TRANSFORMACIÓN Y LAS EXPECTATIVAS

L a ONUDI se ha transformado en el órgano central para la coor­dinación de las acciones internac ionales en materia de indus­

trialización, con una autonomía de acción simi lar a la de la FAO y la UNESCO. Para marcar el inicio de esta nueva fase institucio­nal de la Organización, se eligió a su primer Director General , Domingo L. Siazón (de las Filipinas) , quien sustituyó desde el 1 de septiembre pasado a Abd-el Rahman Khane (Argelia), director ejecutivo de la ONUDI durante más de diez años.

El proceso de transformación, que culminó a mediados de agos­to último, se extendió por un lapso inusitado: casi un decenio. Esta dilatada demora se explica por numerosos factores propios de la organización y de sus relaciones con los países miembros, pero también por causas de orden más general, como la parálisis de la cooperación internacional para el desarrollo y la crisis del multilateralismo. En efecto, en el amplio lapso que media entre la adopción de la constitución de la ON UDI como organismo es­pecializado y su entrada en vigor, se manifiesta, por una parte, una persistente ausencia de ava n c~s en el diálogo Norte-Sur y en las acc iones de cooperac ión que podrían haberse derivado del mismo; tal es el caso de las acciones de cooperación multilateral relacionadas con el fomento del desarrollo industrial, las que prác­ticamente se abandonaron y no se cuentan entre las cuestiones " urgentes", determinadas por la crisis. Por otra parte, las institu­ciones de cooperación multilateral se vieron sometidas a un franco ataque tendiente a estrechar su campo de acc ión, reducir su ca­pacidad de respuesta ante los problemas que están llamadas a enfrentar y disminuir su relevancia política en la vida internacio­nal. La experiencia de trabajo de la ONU DI en el último decenio no fue ajena a estas ci rcunstancias negativas.

Las expectativas de que la culminación del proceso de con­versión de la ONUDI llegue a marcar el inicio de la reversión de estas dos tendencias, no pueden considerarse favorables. Las de­cisiones finales que hicieron factib le la transformación institucio­nal de la ONUDI parecen tener que ver más con entendimientos

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muy específicos -relac ionados, por ejemplo, con la distribuc ión geográfica de posiciones en su sec retariado- que con una mo­dificación de fondo de la óptica internac iona l en torno de la coo­perac ión económica mu ltil ateral y, más concretamente, de las acciones de fomento de la industrializac ión de los países en de­sa rroll o. Así, la ONU DI qu iz;á enfrente ahora actitudes y presiones similares a las que se adoptan y se ejercen sobre otras agenc ias del sistema de las Naciones Unidas . Además la conversión en sí misma no sign ifica que el conjunto de países miembros de la Or­ganización esté decidido a rev italizar la cooperación en_ materia de desarrollo industrial, ni garantizar que ésta resulte más rele­vante respecto de las necesidades y pri orid ades de los países en desarro llo. La vol untad de revita lizac ión y la garantía de relevan­cia tendrán que demostrarse en la práctica de la acc ión cotidiana del nuevo o rganismo

LAS TAREAS PRINCIPALES

A 1 t ratar de llevar adelante su cometido principal -el fomen­to de la industriali zac ión de los países en desarrollo- la

ONUDI se enfrenta a una rea lidad caracterizada por un fenómeno central: la crisis ha significado, para la mayor parte de esos miem­bros, el postergamiento e incluso, en algunos casos, el abandono de los objetivos y programas de desarrollo industrial. También destacan las muy marcadas diferencias en los niveles de desarro­llo industrial de esos países, que se expresan en demandas muy diversas respecto del t ipo de apoyo y alcance de los servicios de la Organizac ión; además, se advierte una clara tendencia de los países industri ales a confinar la acc ión básica de la ONUDI a ac­tiv idades de asistencia técnica, orientadas, sobre todo, a sectores y ramas industriales de tecno logías trad icionales y no evolutivas, como las agroindustrias en los países de menor desenvolvim iento industri al relativo, y de preferenc ia con part ic ipación o por inter­med io de empresas privadas de los propios países industriales.

Es claro que la industr ializac ión es una tarea urgente y nece­sa ri a para los países en desarro llo, porque el proceso de desen­volvimiento y diversificación indu strial es un componente básico de cualquier esfuerzo nacional de desarro llo . En la división in­ternacional del trabajo que se está gestando, nadie sostiene ya, se riamente, un enfoque estricto de ventaja comparativa que con­denaría a numerosos países a ni siquiera intentar el desempeño de actividades industrial es. Se persiste, en cambio, en un enfoque que asignaría a los países en desarrol lo sólo aq uellos sectores que las nac iones industri ales desean abandonar -ya sea por su ca­rácter de intensivos en mano de obra o en energía, o incluso por características menos deseables, como sus efectos en términos de deterioro ambiental- y que les negaría el acceso a los sectores de tecnología avanzada . Es evidente que si la ONUDI desea ser­vir realmente a los objetivos nacionales de industriali zac ión de los países en desarrol lo, debe oponerse a este tipo de concepcio­nes y promover activamente una distribución más equilibrada de las ramas industri ales en esca la mundia l, no só lo desde el punto de vista de la partic ipac ión relativa de los países en desarrollo en la producción manufacturera mund ial, sino a través de una parti­cipación horizontal equili brada de esos países en los distintos sec­tores, incluyendo los de alta tecnología. Cas i es innecesario ex­plicar la urgencia de renovar el esfuerzo industrializador en el mundo en desarrollo . El terreno perdido en los años de la c ri sis será más difícil de recuperar cuanto más se demore la decisión de retomar el desarrollo industri al. En estos años ha crecido el

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rezago tecnológico, se ha ampliado la brecha, y aumenta cons­tantemente la distancia que tiene que cubrirse para recuperar lo perd ido. De ahí la urgencia mencionada. La ON UDI debe reco­nocerl a y actuar en consecuencia.

Por otra parte, la labor de la ON U DI no puede concebirse des­conectada de las tareas de otros organismos económ icos multila­terales, como pa rece pretenderse. El desa rroll o industrial está ínt imamente ligado a la evo lución del comercio mundial, las mo­dalidades de las transferencias de tecnología, la d isponibilidad de recursos financieros y el manejo del endeudamiento extern o, por citar unas cuantas vinculac iones obvias. Pretender que la ONU DI las ignore en sus programas equivale a condenarl a a la esterilidad.

Lo anteri or merece examinarse con mayor amplitud . Es evi­dente que la comunidad internacional -en especial los países en desarro llo-, al pugnar durante casi un decenio por convertir a la ONUDI en organismo espec iali zado de las Nac iones Un idas, quería conta r con un mecanismo institucional sólido y eficaz, que centrali za ra y coordin ara las acc iones de cooperac ión multilate­ra l en favor del desarrollo industrial. La cri sis de los af1os ochenta hizo aún más urgente este propósito, pues al haberse postergado o incluso abandonado los programas de indu strializac ión de nu­merosos países, resultaba todavía más imperioso revitaliza r el es­fuerzo co lectivo en favor de la reanudac ión del avance industri al del mundo en desarro llo.

Es claro, desde luego, que la rea lidad a la que debe enfrenta r­se la ONU DI es com pleja y diversificada. Así, debe aceptarse, en primer lugar, que no hay so luciones únicas, respuestas uniformes o modelos de ap licac ión generali zada que funcionen adecuada­mente en todos los casos. Esa complejidad y los muy va riados pro­blemas que afronta el esfuerzo industrializador en el Tercer Mundo ex igen diagnósticos claros y precisos de las d iversas situac iones, para que a partir de ellos se defin an e instrumenten acciones de cooperac ión adecuadas a cada caso. Lo que los diagnósticos pon­d rán de relieve son, precisamente, las evidentes diferencias que ex isten entre las necesidades de cooperación multilateral en ma­teria de desarro llo industri al. Para acudir a un ejemplo extremo, un país como Bras il no requiere lo mismo que Ghana o éste que Nigeri a. Lo que esencialmenté necesita el primero es una coope­rac ión que fac ili te el acceso a las tecnologías de avanzáda, que apoyen el desarrollo nac ional autónomo de los sectores indus­t riales modernos; en el segundo, quizá deba darse prioridad a las actividades industriales destinadas a incrementar la transforma­ción loca l de los productos primarios y, en el tercero, probable­mente haya que poner el acento en una dive rsificac ión industrial gradual y progresiva que reduzca la dependencia respecto del sector petro lero.

CONCEPCIONES DESFAVORABLES

D esafortunadamente, no parece que en los países miembros y el secretariado de la ON UDI ex ista una cla ra disposición

para responder en form a eficaz a esa d iversidad de intereses y necesidades. Tanto en las conferencias de Nueva Delhi (1980) y de Viena (1 984) como, más acusadamente, en las frecuentes reu­niones de la junta de Desarrollo Industrial de los últimos años, se ha manifestado una tendencia inquietante: se propone que la ONUDI, cuyos recursos son limitados, debería concentrarse en

la onudi y el desarrollo industrial

modestas actividades de as istencia técnica, ori entadas a las ramas industriales más elementales - las de primera elaborac ión de los prod uctos pri marios- en los países de menor desarrollo indus­tr ial relativo . De procederse as í, se reduc iría de manera muy no­table la re levancia de la O rga nizac ión frente a las necesidades de gran número de países miembros. Suponer que una respuesta única (l a as istencia téc nica), la aten ión de un so lo sector (la ela­borac ión de materi as primas) y la concentrac ión en un so lo gru ­po de países (l os menos adelantados) agota las posibilidades de acc ión de la ONU DI, eq uiva le a estrechar drásti camente su cam­po de acc ión. Limitada de ese modo, su acti vidad dejaría de res­ponder a las necesidades reales del conjunto de países miembros. Pareciera que se quiere llevar a buen número de éstos a un dilema: abatir sus demandas respecto de los se rvicios de la O rganización o quedar prácticamente exc luidos de los programas que la mis­ma ponga en práctica.

Parece indudable que en esta actitud hay una nueva man ifes­tación del criterio de "graduac ión" , que ya se ha expresado en otros ámbitos de la' cooperac ión mult ilatera l, en espec ial los del comercio y las fin anzas. Como expresión específi ca de una ten­dencia generalizada, se pretende entre otras cosas que la ON U DI concentre su atención en las " necesidades básicas". En materi a de industri alizac ión, ésas se refieren a las agroindustri as, en es­pecial las loca lizadas en los países de menor d iversif icación in ­dustrial relativa. Evidentemente, es imposible negar que el apoyo a dichas acti vidades en estos países merece una alta priori dad. Sin embargo, no es menos evidente que las ta reas de la ON UDI , como agencia espec ializada de las Nac iones Unidas, no pueden confi narse a esta única verti ente.

Es ~nte resa nte advertir que la tes is de " graduac ión" se apoya en una curiosa argumentac ión ci rcular: se afirma que es prec iso concentrarse en esas activ idades elementales po.-que los recursos d isponibles son escasos, y los recursos son, en efecto, escasos por­que no se aprueban iniciativas y programas de mayor alcance y . dimensión que responderían mejor a la diversidad de neces ida­des de los países miembros. En el fondo, se trata de exc luir gra­dualmente, como receptores de servicios de la ONU DI, a los países en desarroll o relativamente más avanzados en sus procesos de industri alizac ión.

Un aspecto complementario de la tesis según la cual la ONUDI debería concentrar su labor en acc iones de asistencia técnica orientadas a los sectores industriales elementales, es el relativo a la participación de la empresa privada de los países desarrollados en esas operaciones. Se señala que, hasta ahora, la ONUDI no ha aprovechado el amplio potencial de cooperación existente en este campo, pues -se agrega- ha prestado demasiada atención al pa­pel de los sectores públicos en el proceso de industri alización de los países en desarroll o.

Conviene explorar el significado de este criteri o para las futuras tareas de la ON UDI. Nad ie rechazaría, desde luego, una mayor partici pac ión de las empresas industri ales privadas de los países industrializados en las acciones de cooperación industrial multi­lateral; de hecho, este fue uno de los objetivos del sistema de consultas establecido por la ONUDI hace casi diez años. Sin em­bargo, deben cumplirse algunos prerrequisitos. El primero es, por supuesto, que la misma no debe plantearse como excluyente o

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sustitutiva del papel que. corresponde a las empresas públicas en los procesos de desarrollo industrial. La combinación de sectores reservados al Estado y de otros confiados a la iniciativa privada es cuestión que le corresponde definir a cada país, de acuerdo con sus programas y prioridades, y no asunto que pueda decidir, con base en supuestos criterios de aplicación general , un orga­nismo internacional. El segundo es que, al participar en acciones multilaterales de cooperación, las empresas privadas lo hagan bájo los criterios que establezcan los propios gobiernos receptores de los servicios de asistencia y abandonen los objetivos de rentabili ­dad inmediata de su participa.ción. De otra suerte, la ONUDI se convertiría en un instrumento de promoción de las exportaciones e inversiones de esas corporaciones transnacionales. Sin duda, no fue éste el objetivo que sus países miembros tuvieron a la vista al decidir su conversión en organismo especializado.

LA ONUDI Y EL REDESPLIEGUE INDUSTRIAL

D e hecho, la gestión y la aceleración del proceso de redesplie­gue industrial , entendido como la redistribución hacia los

países en desarrollo de las actividades industriales, principalmente de las manufactureras, fueron confiadas a la ONUDI desde media­dos de los años setenta, en la Declaración de Lima. Se señalaba allí el objetivo de que, hac ia finales de siglo, una cuarta parte de la producción industrial mundial tuviera su origen en los países en desarrollo. Para ello, se concebía que los países avanzados abandonarían progresivamente ciertas actividades industriales, como las intensivas en mano de obra, dado el elevado nivel de los salarios en el mundo desarrollado; las intensivas en el uso de aquellas materias primas que se encuentran predominantemente en los países en desarrollo y que resulta antieconómico transportar en bruto para su elaboración en los países industriales, y las in­tensivas en el consumo de energía, dado el reajuste histórico de

· los precios internacionales del petróleo y sus consecuencias sobre los costos de la gama completa de energéticos. Esas actividades, entre otras, serían progresivamente asumidas por los países de menor industrialización. El proceso no se desarrolló, sin embargo, en la forma lineal y progresiva que se preveía en el documento de Lima. Incluso en algunas ramas que reunían una o varias de las características señaladas, los países en desarrollo perdieron terreno en los últimos diez años.

¿Qué factores determinaron esta situación?

En primer término, los países industriales decidieron, de ma­nera más o menos generalizada, que no estaban dispuestos a aban­donar actividades productivas tradicionales, a pesar de que habían perdido competitividad internacional en su desempeño; por diver­sas razones, principalmente para defender los niveles de empleo, decidieron subsidiar o asumir de otro modo el costo de mantener en operación actividades en las que habían perdido la ventaja comparativa, sobre todo frente a los países en desarrollo; tam­bién decidieron que el desmantelamiento de sus industrias tradi­cionales no competitivas, es decir, ineficaces, no constituía una respuesta adecuada; ni en términos económicos, ni en términos sociales y políticos; decidieron que era preferible que sus consu­midores pagaran el precio de la producción ineficaz, a fin de man­tener en operación plantas a menudo obsoletas; decidieron, en suma, proteger a sus industrias ineficaces de la competencia ex­terna, representada en buena medida por los países en desarro-

977 .

llo. En segundo lugar, lejos de abandonar actividades que ya no resultaban eficientes en términos internac ionales, los países in­du strial es se empeñaron en moderni za rl as y en nuevamente tornarlas competitivas. Así, por ejemplo, combatieron el problema representado por el alto costo de la fuerza de trabajo mediante la progresiva automatización de los procesos de producción y el del alto costo de la energía por medio de la racionalización y ma­yor eficacia en su uso. En resumen, en general las naciones in­dustrializadas se negaron a cerrar o transferir sus producciones no competitivas y se embarcaron en la aventura de largo plazo de restaurar su eficiencia por la vía del cambio tecnológico. Estas tendencias afectaron a fondo las perspectivas del redespliegue industrial, tal como se apreciaban hace diez años.

¿Qué otros factores entraron en juego?

En una mucho más amplia perspectiva, aparece el hecho de que en las postrimerías del presente siglo se ha empezado a vivir una nueva revolución industrial, marcada por el desarrollo tec­nológico. No se trata de un fenómeno nuevo, cuya aparición pue­da establ~cerse en determinada fecha, sino, en muchos sentidos, de un proceso que ya está en marcha . Esta revolución alterará drásticamente el patrón de distribución de las actividades indus­triales en el mundo y dará como resultado una nueva división in­ternacional del trabajo. A diferencia de sus precedentes históricos, esta revolución seguramente no se circunscribirá en el tiempo, sino que tendrá - y de hecho ya tiene- manifestaciones conti­nuas, permanentes; ni en el ámbito geográfico, sino que alcanzará -y de hecho ya alcanza- una dimensión global. Adicionalmente, tampoco estará circunscrita a lo que tradicionalmente se ha con­siderado el sector industrial , sino que sus manifestaciones y se­cuelas se dejarán sentir en los otros sectores productivos y aun en los de servicios. Se tratará -de hecho ya se trata- de una ver­dadera revo lución en la forma en que el hombre se relaciona con la naturaleza y en que obtiene de ella toda la gama de satisfactores materiales. Es claro, entonces, que las secuelas de esta revolu­ción tendrán profundas implicaciones para las formas de vida social y las formas de organización política prevalecientes.

¿Qué papel corresponderá desempeñar a la ONUDI en este proceso, mucho más vasto y de mayores implicaciones que el re­despliegue industrial, tradicionalmente definido?

No parecen ser pocos los que consideran que ninguno. De acuerdo con el pensamiento de quienes desean que esta revolu­ción no escape del control de los países industriales y de los prin­cipales protagonistas -las corporaciones transnacionales que tie­nen su sede en esos países- la revolución industrial de fin de si­glo es demasiado importante como para que pueda ser regida por un organismo multilateral. Visto en esa perspectiva, el proceso de redespliegue de las actividades industriales, sobre todo de las manufactureras, no es sino un elemento relativamente marginal. Lo que en verdad interesa es la nueva concepción de la industria que se está gestando y que ya tiene importantes manifestaciones en los sectores con tecnología de avanzada. Por ello es pertinente que la ONU DI actúe para facilitar el acceso de los países atrasados a estas oportunidades tecnológicas y para favorecer su desarrollo autónomo en ellos. Desafortunadamente, tendrá que vencer enor· mes resistencias para llegar a desempeñar un papel significativo en este proceso. D

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1"'

Sec·ción latinoamericana

ASUNTOS GENERALES

Vicisitudes del comercio exterior de América Latina

Pese a las transformaciones ocu rridas durante el último medio siglo en la es­

tructura productiva de los países latinoame­ricanos, las bases de su comercio con el ex­terior continúan siendo la venta de materias p'rimas y la compra de manufacturas. los es­fuerzos de industrialización sustitutiva no tuvieron el éxito esperado y, en cambio, acentuaron la dependencia de los procesos productivos regionales, dado que ahora es preciso importar bienes intermedios y equi­pos. Tal deterioro implica una constante transferencia de valor de América latina ha­cia las potencias industriales y alimenta la desigualdad del orden internacional.

lejos de disminuir, la secular vulnerabi­lidad externa de la región ha adquirido nue­vas modalidades. En los últimos tres años, América latina ha sufrido una exacción fi­nanciera de 73 000 millones de dólares, lo cual empeora la intensa y prolongada crisis que encara la región desde principios de los ochenta. En esta diffcil situación, el comer­cio exterior ha adquirido singular importan­cia, pues es claro que la capacidad de los países para obtener divisas es un elemento

las informaciones que se reproducen en esta sección son resúmenes de noticias aparecidas en diversas publicaciones nacionales y extran­jeras y no proceden originalmente del Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C., sino en los casos en que asf se manifieste.

decisivo para la recuperación . Sin embargo, en gran medida esa actividad no ha llegado · a ser una fuente de recursos para el creci­miento ni una proveedora de divisas para el servicio de la abultada deuda externa. En esta nota se presentan algunos de los aspec­tos más relevantes de la evolución pasada y reciente del comercio exterior regional, así como de sus interrelaciones con las polfti­cas económicas y la marcha general de las economías latinoamericanas.

Rafees del comercio exterior regional

E 1 comercio exterior siempre ha sido una actividad básica, cuando no decisiva,

para América latina. Merced a su condición colonial, desde el siglo XVI la región devino exportadora de los metales preciosos y ma­terias primas que sustentaron la hegemonía ibérica de la época. Esta situación declinó hacia mediados del siglo XVIII , tanto por el descenso de la producción minera regional como del progresivo debilitamiento de los imperios español y portugués. Al mismo tiempo, la creciente preponderancia comer­cial e industrial de Inglaterra sus<;itó impor­tantes cambios en la economía internacional.

Una vez lograda la emancipación del do­minio español y portugués, las oligarquías de los países latinoamericanos buscaron adap­tarse a las nuevas condiciones externas, logrando su paulatina incorporación a un mercado mundial en expansión a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Al mismo tiempo, el capital foráneo irrumpió en la re­gión a fin de intensificar el suministro de ma­terias primas a los países centrales. los in­versionistas extranjeros asumieron un control considerable de las actividades exportadoras, y apoyaron la construcción de una apropiada infraestructura física y de transportes.

Diversas economías y enclaves de expor­tación se consolidaron en América latina, aunque todos supeditados a las necesidades de las potencias industriales. En Argentina y Uruguay se desarrolló la producción de carne y cereales, mientras en Brasil, Colom­bia, los países centroamericanos y del Cari­be, México y Venezuela se extendieron los cultivos tropicales (azúcar, cacao, café, plá­tano y tabaco, entre otros). En Bolivia, Chile, México y Perú se efectuaron cuantiosas inversiones foráneas que acrecentaron y desnacionalizaron la producción minera · (estaño, cobre y plata, principalmente); lo mismo sucedió con el petróleo en México y Venezuela. Este proceso tuvo como tras­fondo ideológico la teoría de las " ventajas comparativas", según la cual las naciones periféricas debían especializarse en la pro­ducción de los bienes primarios para los que estuvieran "naturalmente dotadas", e inter­cambiarlos por manufacturas provenientes de los países centrales. Tal esquema implicó una constante transferencia de valor hacia estos últimos y alimentó la desigualdad del orden internacional.

la intensa explotación de los recursos naturales imprimió un cierto dinamismo económico, que persistió durante los prime­ros lustros del presente siglo. El " crecimiento hacia afuera" tuvo, sin embargo, escasas repercusiones en las actividades ajenas al sector exportador, que permanecieron en su primitivismo. la desnacionalización de las fuentes principales de acumulación y la se­cular concentración del ingreso restringie­ron, además, la expansión de los mercados internos y la capacidad para encauzar la economía. En suma, la especialización pri­maria exportadora alentó procesos produc­tivos desequilibrados, muy dependientes del exterior.

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Muchos países latinoamericanos resintie­ron con rigor el debi litamiento del comercio internacional provocado por el conflicto bé-

' lico de 191 4. Terminado éste, la hegemonía inglesa fue progresivamente desplazada por la de Estados Unidos. Las inversiones de este país en la región crecieron impetuosamente durante los años veinte, mientras .las eu­ropeas permanecieron estancadas. En con­trapartida, "más de un 30% de las divisas producidas por las exportaciones regionales retornaban al exterior para alimentar la acu­mulación en los países inversores", 1 lo cual explica que, a pesar de tener superávit co­merciales, el balance en cuenta corriente de la región fuera a menudo deficitario.

La gran depresión que se inició en 1929 puso aún más al desnudo la vulnerabilidad externa de las economías latinoamericanas, caracterizadas por la monoproducción. El brusco descenso de las compras de materias primas por los países centrales y la caída si ­multánea de los precios provocaron una in­tensa y prolongada depresión. Según datos de la CEPAL, de 1928 a 1932 el volumen físico de las exportaciones regionales dismi­nuyó poco más de 20%, el índice de los pre­cios respectivos cayó casi 57% y la relación de intercambio se deterioró en 32%. La caída de los iogresos comerciales elevó la carga relativa del servicio al capital foráneo, por lo que las naciones latinoamericanas debieron reducir drásticamente sus importaciones.2

Esta política propició sucesivos superávit co­merciales, aunque muy inferiores a las ne­cesidades de divisas para el servicio de la deuda externa y la remisión de utilidades. Ante esta situación, "la casi totalidad de los gobiernos resolvieron unilateralmente el ce­se del pago de las deudas y adoptaron rígi­das medidas sobre las remesas de beneficios de las empresas foráneas" .3

Si bien la crisis sacudió a toda la región, las manifestaciones y respuestas nacionales variaron de acuerdo con las cond iciones concretas de cada país. Los rasgos comunes de atraso, desequilibrio y dependencia no uniforman los grados de evolución e inte­gración al mercado mundial de las econo­mías latinoamericanas, razón por la cual no

l . Germán D'Eiia, América Latina . De la cri­sis de 1929 a la segunda guerra mundial, Edicio­nes de la Banda Oriental, Montevideo, 1982, p. 11 .

2. Estimaciones de la CEPAL señalan que las importaciones latinoamericanas bajaron de un promedio anual de 2 331 millones de dólares en 1925-1929 a uno de 1 032 millones en 1930-1934.

3. Germán D'Eiia, op. cit. , p. 13.

fueron iguales las secuelas depresivas ni las políticas para encararlas.

El sendero interminable de la sustitución de importaciones

D e igual manera que en los países cen­trales, la crisis hizo que en América La­

tina se generalizaran las medidas proteccio­nistas comerciales y financieras. Más tarde, la prolongada contracción del sector externo motivó dos reacciones básicas, conforme a los distintos grados de diversificación pro­ductiva. En las naciones de mayor atraso re­lativo tendieron a reforzarse la agricultura de subsistencia y las actividades artesanales, con el subsecuente retroceso de la economía monetaria. Por el contrario, en los países donde existía cierta actividad manufacturera se expandieron las ramas ligadas al mercado interno, productoras de bienes de consumo que antes se adquirían en el exterior. Se ges­tó así, en cierto modo con espontaneidad, el proceso de la "sustitución de importacio­nes" .

Principalmente en Argentina, Brasil, Co­lombia, Chile, México y Ur.uguay se confi­guraron modelos productivos basados en la industria manufacturera, cuya expansión se tornó poco a poco en objetivo deliberado de las políticas económicas. Aparecieron instituciones de fomento y se multiplicaron los créditos preferenciales, los incentivos fiscales y otros instrumentos orientados a favorecer la formación de capital en la in­dustria y la diversificación de la actividad manufacturera. Más aún, se establecieron precios relativos discriminatorios para la agricultura, con lo cual se desviaron recursos desde esa actividad exportadora tradicional hacia la industria. La apertura externa de las economías declinó rápidamente. Las exporta- · ciones representaron una menor proporción de la producción total y las importaciones cubrieron niveles decrecientes de la deman­da interna.4

No obstante la mayor importancia de las actividades manufactureras, el aporte de di­visas del sector exportador tradicional siguió siendo esencial. Las fluctuaciones en el co­mercio internacional que causó la segu nda guerra mundial de nuevo hicieron eviden­te la vulnerabilidad externa de la región y despertaron mayor recelo hacia las estrate-

4. Aldo Ferrer, "Reflexiones sobre las ind'us­trializaciones sustitutivas y exportadoras: Corea y América Latina", en El Trimestre Económico, vol. L (2), núm. 198, México, abri l-junio de 1983, pp. 633-634.

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gias de "economía abierta" . En genera l, los países latinoamericanos más grandes deci­dieron proseguir y ahondar sus intentos de industrialización. Complementariamente, entre sus metas se fijaron las de diversificar y elevar las exportaciones, a fin de atenuar la dependencia de unos cuantos productos primarios. Varias otras naciones, inclu idas algunas de las de mayor atraso relati vo, in i­ciaron en la fase inicial de la posguerra sus primeros esfuerzos de industria lización, de suerte que al mediar el siglo casi toda Amé­rica Latina se hallaba comprometida en ese empeño.

Poco después de su creación en 1948, la CEPAL trató de establecer las bases teóri ­cas de los procesos sustitutivos emprendi­dos. A l rebatir la teoría de las ventajas com­parativas, el organismo consideró ~ue la existencia de una periferia especializada y heterogénea, así como de centros diversi fi­cados e integrados, son la fuente de la desi­gualdad y el subdesarrollo. Esta concepción rigió durante varios lustros la teoría econó­mica en la región e influyó, además, en los medios académicos de los países industria­lizados. Asimismo, la CEPAL propuso "una serie de políticas que, de una u otra form a, fueron recogidas por los gobiernos de la región" .5 Aunque no se desesti maron las exportaciones, se reafirmó la prioridad dada a la producción industrial para satisfacer la demanda interna y atenuar el deterioro de los términos del intercambio.

Cada intento de industrialización encon­tró obstáculos distintos, pero en casi todos los casos el Estado se convirtió en el orien­tador del "crecimiento hacia adentro" . Las políticas gubernamentales alentaron la sus­titución de importaciones, en particular con medidas cambiarías y arancelarias que pro­tegieron, en ocasiones a costa de la eficien­cia productiva, a las ramas fabricantes de bienes de consumo y de algunos bienes in­termedios. El Estado también contribuyó a la acumu lación de capital industrial mediante la transferencia de excedentes generados en otros sectores, los programas de calificación de fuerza de trabajo y la construcción de in­fraestructura física.

De 1946 a 1955 la economía latinoame­ricana promedió un crecimiento anual de 5.2%. El sector industrial fue el más dinámico (6%), mientras los servicios se incrementa­ron a un ritmo de 5.6% y las actividades

S. Roberto Pizarra, "América Latina, la nue­va etapa del capitalismo y la crisis económrca mundial", en Comercio Exterior, vol. 31, núm. 4, México, abril de 1981, p. 399.

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agropecuarias a uno de 3.9%. La participa­ción de las manufacturas, la construcción y la minería en el PIB global ascendió de 27. 7 a 29.4 por ciento en el mismo lapso, la de los servicios pasó de 50.7 a 51.8 por ciento y la del sector agropecuario disminuyó de 21.6 a 18.8 por ciento.

Las ventas de productos primarios, sin embargo, continuaron aportando la inmensa mayoría (95.2% en 1955) de los ingresos co­merciales de la región. El fracaso inicial de las políticas de diversificación de las exporta­ciones, la menor apertura externa y la tenden­cia descendente en la relación de intercam­bio, contribuyeron a que la participación latinoamericana en las exportaciones mun­diales retrocediera de 11.5% en 1950a 7.7% en 1958.

A mediados de los cincuenta, el creci­miento hacia adentro sufrió su primer tras­piés importante. Si bien algunos países lati­noamericanos apenas iniciaban el tránsito por la ruta sustitutiva, los de mayor avance relativo habían culminado en apariencia la etapa de la "sustitución fácil" en las indus­trias livianas (textil, alimentos y bebidas, me­cánica y química ligeras, entre otras). Avanzar más supuso exigencias financieras, tecnoló­gicas y de mercado que no pudieron cum­plirse de inmediato. Como consecuencia de la supuesta "madurez precoz" de esas ra­mas, en los años siguientes se redujo la in­versión, se hizo más pausado el dinamismo económico general, disminuyeron las opor­tunidades de empleo, se desataron serias presiones inflacionarias y aumentaron los desequilibrios externos. ·

Ninguno de los procesos sustitutivos em­prendidos hasta entonces consiguió eliminar el estrangulamiento externo. A medida que las actividades manufactureras avanzaron, surgieron nuevas demandas de importación, impuestas por el cambio tecnológico, y la diversificación de los suministros para abas­tecer el aparato productivo. Tal situación se repetiría en la siguiente etapa de industriali­zación, cuando surgieron las ramas metalme­cánicas pesadas, la siderurgia, la petroquf­mica y química básicas, y la fabricación de maquinaria y equipo. Ante la ausencia de sistemas productivos e industriales realmente integrados, las economías latinoamericanas " siguieron dependiendo de abastecimien­tos importados y de materiales industriales provenientes de las industrias avanzadas, equipos y máquinas complejas de mayor contenido tecnológico". 6

6. Aldo Ferrer, op. cit., p. 634.

La continuidad del crecimiento regional exigía una mayor capacidad de pagos exter­nos. Como las exportaciones tradicionales eran insuficientes para eliminar ese cuello de botella, se hizo cada vez más imperioso que la industria contribuyera a la generación de divisas. Dadas las limitaciones internas para proseguir la industrialización sustituti­va, se recurrió al ingreso masivo de tecno­logías y capitales extranjeros. A partir de los cincuenta se multiplicaron las empresas trans­nacionales deseosas de participar en los be­neficios de la sustitución de importaciones, de adueñarse de los mercados locales y de aprovechar la existencia de fuerza de trabajo barata.

Rápidamente el capital transnacional ad­quirió un peso dominante en las ramas in­dustriales con mayor potencialidad de ex­portación. Aun asf, persistió la necesidad de cerrar la brecha de divisas de la industria, que era el principal sector demandante de importaciones y un aportador sólo marginal de exportaciones (3 .6% del total en 1960) . También cabe señalar la heterogeneidad de los procesos de industrialización, pues en 1960 Argentina, Brasil y México aportaban cerca de 75% de la producción manufactu­rera de la región. Además, en estos países el dinamismo de las industrias más avanza­das contrastaba con el estancamiento de la mayoría de las demás ramas manufacture­ras, hecho que ahondó la desigualdad de sus economías.

Surgimiento y decadencia de las aspiraciones integracionistas

O tro de los graves obstáculos que en­torpeció la industrialización sustitutiva

fue la estrechez de los mercados internos. Si bien el crecimiento económico ocasionó una mayor demanda monetaria y estimuló la fabricación de bienes de consumo, la aguda inequidad social reservó a los grupos privi­l.egiados la capacidad de compra de produc­tos más elaborados. En la débil demanda interna también influyeron el bajo nivel re­lativo del ingreso nacional, la heterogenei­dad económica y la poca integración física o la poca población de algunos países lati­noamericanos. Como salida a esta situación se propuso ampliar los mercados mediante los mecanismos de integración y de coope­ración regional y subregional.

De conformidad con un estudio de la CE­PAL, con el establecimiento gradual de una unión económica "cada país podría aprove­char los recursos de toda la región y todos

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aumentarían su productividad al abastecer a un. mercado continental" .7 Se pensaba que la integración, además de impedir la caí­da del crecimiento, permitiría continuar y profundizar las políticas sustitutivas gracias al estímulo que la demanda ampliada signi­ficaba. Adicionalmente, se buscó "explotar oportunidades de comercio, incluso en regio­nes fronterizas, que en el proceso de desa­rrollo hacia afuera, primero, y en el desarrollo hacia adentro en escala nacional, después, habían pasado inadvertidas" .8

Con el nacimiento de los organismos de integración, el comercio i11trarregional flo­reció durante los años sesenta. El dinamis­mo fue particularmente notorio en el MCCA, cuyas importaciones intrarregionales prome­diaron en ese decenio un crecimiento anual de 26.2%. En los países miembros de la Aso­ciación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC, hoy ALADI) dicho ritmo fue de 9.6%, casi el doble que el de sus importaciones to­tales. El intercambio recíproco en la región representaba a fines de los sesenta 11 .6% del total del comercio, excluyendo combus­tibles, dentro de la ALADI, y 12.4% para el conjunto de países de América Latina. Ade­más, dicho intercambio estaba constituido en un alto grado por manufacturas, que repre­sentaban entonces 46.9% del intercambio intrarregional total en la ALALC (sin conside­rar combustibles), y 53.6% para el conjunto de la región .9

La evolución del comercio internacional también favoreció el aumento general de las exportaciones latinoamericanas, así como una cierta diversificación, aunque la parti­cipación regional en el intercambio mundial se redujo a un promedio de 6% en el perío­do 1961-1970 (6.2% en las exportaciones y 5.8% en las importaciones). Cabe señalar que durante ese decenio los términos del in­tercaml;>io de América Latina conservaron, en contraste con el anterior, una gran esta­bilidad, y que incluso en algunos años fue levemente favorable para la región, lo cual no significó, empero, la desaparición de la tendencia al deterioro. Más bien se trató de una pausa que no resarció las pérdidas an­teriores. Si se toma como base la relación

7. Diana Tussie, " Nuevas rutas de la integra­ción latinoamericana. De la sustitución de impor­taciones a la eficiencia mercantil", en Comercio Exterior, vol. 31 , núm. 12, México, diciembre de 1981 , p. 1398.

8. )osé Antonio Ocampo, "El comercio intra­rregional y el problema de pagos", en Comercio Exterior, vol. 34, núm. 4, México, abril de 1984, p. 351 .

9. /bid,

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de precios de intercambio existente en 1950, en el período 1960-1968 la región perdió más de 14 000 millones de dólares debido al menor poder de compra de sus exporta­ciones; 10 dicho monto superó, con mucho, al de la deuda pública externa regional con­tratada en esos años.

De 1960 a 1973 la economía de América Latina credó a un ritmo anual de 6% y, en general, el comercio exterior cobró mayor importancia en los procesos productivos globales. Naciones pequeñas como Bolivia, Costa Rica, Ecuador y la República Domi­nicana combinaron la relativa diversificación de sus exportaciones primarias con el avan­ce de las etapas iniciales de su industriali­zación . El fomento de las exportac iones de manufacturas livianas e intermedias se con­virtió en una prioridad permanente en los países grandes y, en varios casos, se flexibili ­zó el control de las importaciones y se procu­ró estabi lizar al máximo las tasas cambiarías. No fue éste, desde luego, un fenómeno ex­clusivo de América Latina y formó parte de los reacomodos en la división internacional del trabajo. Mientras en 1960 sólo 10% de la producción industrial de las naciones sub­desarrolladas se destinaba a la exportación, en 1975 la c ifra ascend ió a 40%; durante el mismo lapso, creció de 13 a 25 por ciento la participación de dichos países en las ex­portaciones mundiales de manufacturas. jus­tamente esos años correspondieron al gran despliegue de las transnacionales hacia las áreas periféricas.11

La participación de las manufacturas en las exportaciones de la región ascendió de un promedio de 10.5% en. el primer lustro de los sesenta a 19.8% en el trienio 1971-1973, mientras la de los alimentos y materias primas se redujo de 63 a 54.9 por ciento y la de los combustibles disminuyó levemen­te, de 26.5 a 25.3 por ciento. En cuanto a las importaciones, entre los mismos perío­dos de comparación aumentó de 7 a 13.4 por ciento la participación de los combusti­bles y disminuyó de 18.2 a 15.4 por ciento la de los alimentos y materias primas. El pe-

' so de las manufacturas bajó de 74.8 a 71 .2 por ciento, lo cua l indica el avance de los procesos sustitutivos. Vale mencionar, al res­pecto, que la participación de la maquinaria y el equipo de transporte (muy relacionados con la inversión física) cayó menos que el

1 O. Estimaciones basadas en datos presenta­dos en Osvaldo Martínez, Tercer Mundo y eco­nomfa mundial, Editora Política, La Habana, 1983, p. 74.

11. Osvaldo Martínez, op. cit., pp. 3-29.

conjunto de las importaciones manufactu­reras.12

Sin subestimar el papel que cumplió el mercado regional como estímu lo importante del aumento y diversificación de las ex­portaciones latinoamericanas, el balance de los proyectos integracionistas en su primer decenio de funcionamiento no arrojó los resultados apetec idos. Quizá el caso más ilustrativo fue el del MCCA que, pese a su im­petuoso avance inicial, y en contraste con sus objetivos originales de engendrar un proceso de desarrollo armónico entre sus miembros y promover la instalación de "in­dustrias de integración", en la práctica se caracterizó por su falta de complementarie­dad y. por la extrema competencia entre las industrias que se establecieron en los dife­rentes países. Según ciertos analistas, los conflictos provocados por esta desviación fueron, incluso, una de las principales cau­sas del enfrentamiento bé lico entre El Sal­vador y Honduras en junio de 1969, el cua l coronó la crisis del proceso integracionista centroamericano.

La ALALC tampoco escapó a los proble­mas de complementación industrial. No po­cas veces prevaleció entre sus miembros una tendencia proteccionista que socavó el. pro­pósito original de "facilitar la creciente in­tegración y complementariedad de sus eco­nomías". En parte, ello "fue consecuencia de la escasez de divisas en toda la región, que obligó a la mayoría de los países a aplicar severas restricciones al comercio y a los pa­gos al exterior" _13

Ante los serios obstácu los para liberar el comercio, en 1969 los países miembros de la ALALC (a los que correspondía 94% del territorio así como más de 90% de la pobla­ción y el PIB regionales) pospusieron de 1973 a 1980 la creación de una zona lati­noamericana de libre comercio; en 1974 es­ta meta fue aplazada indefinidamente.

Para reforzar la cooperación subregional, a fines de los sesenta se crearon el Pacto An­dino y el grupo de la Cuenca del Plata; en 1973, surgió el Mercado Común del Caribe. Aunque estos mecanismos generaron nue­vos lazos entre sus respectivos miembros, tuvieron un efecto muy limitado en el cre­cimiento regional y en la dirección y la com­posición de su .comercio exterior.14

12. BID, Progreso económico y social de América Latina . El sector externo (Informe 1982), Washington, 1982, p. 35.

13 . Diana Tussie, op. cit. , p. 1400.

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A las desviaciones y dificultades que exis­tían antes de iniciar la integración deben sumarse las fa ll as en las bases mismas del proceso. La función del mercado amp liado como estímu lo de la industrialización, por ejemplo, no sustituyó la necesidad de refor­mar las estructuras socia les y productivas, en general opuestas a un crecimiento más firme y menos desigual. Asimismo, en el pro­yecto integracionista predominaron las preo­cupaciones técnico-económicas, desaten­diéndose el reforzam iento permanente de una voluntad política sólida y homogénea que permitiera hacer frente a los contratiem­pos: Esto es aún más necesario en una re­gión subdesarrol lada, como América Latina, en donde son débiles los vínculos infraes­tructurales entre sus distintas partes y enor­mes las diferencias entre sus niveles de de­sarrol lo; en donde los flujos comerciales se dirigen principalmente al exterior y la mag­nitud del poderío económico de los países es extremadamente desigual, y donde tienen vigencia toda clase de relaciones bilaterales especiales, cuasi-colonial es, con una super­potencia extranjera .15

Conforme transcurrieron los primeros años de los setenta fue más visible la distan­cia entre los objetivos originales de las polí­ticas sustitutivas y los nexos reales creados entre industrialización, mercados y comer­cio exterior. Lejos de aligerarse con el dina­mismp económico general, la dependencia externa de los países latinoamericanos se hi­zo más aguda y cobró nuevas modalidades. Como en el pasado, ·fueron necesarias im­portaciones crecientes de insumos, materia­les y equipos para mantener la expansión industrial, lo cua l agravó el tradicional es­trangu lamiento externo. A esto último tam­bién contribuyeron las compras de alimentos provocadas por el rezago del sector agríco­la, así como las de bienes destinados al con­sumo suntuario de los grupos privilegiados. Los datos siguientes ilustran esta situación: hasta 1965, el crecimiento medio de las im­portaciones era de 0.4 veces el crecim ien­to del producto; es decir, a un incremento anual de 6% del producto correspondía uno de 2.4% en las importaciones. En 1973, en cambio, la relación pasó a 1.3; es decir, a un crecimiento global de 6% correspondió un aumento de 7.8% en las importaciones.16

14. Miguel S. Wionczek, " Las relaciones en­tre la CEE y América Latina en el contexto de una crisis económica global", en Comercio Exterior, vol. 31 , núm. 2, México, febrero de 1984, p. 146.

15. !bid, p. 148. 16. Cálculos citados por Roberto Pizarro, op.

cit., p. 401 .

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América Latina volvió, en cierto sentido, al punto inicial de la industrialización susti­tutiva, pues el avance del proceso, así como el de la economía en su conjunto, siguió dependiendo de los ingresos provenientes de las ventas de productos primarios. Las po­lfticas sustitutivas y de fomento a las expor­taciones no tradicionales fueron incapaces de mejorar sensiblemente la adversa situa­ción de América Latina en el comercio in­ternacional.

Comercio y deuda en los años del crecimiento prestado

L a revalorización de las materias primas ocu rrida en 1973 y 1974 -en especial

la del petróleo- tuvo notorias repercusiones en el comercio exterior latinoamericano. Si bien la re lación del intercambio regiona l de bienes mejoró casi 20%, los comportamien­tos nacionales del sector externo fueron muy disímiles. Con el alza extraordinaria del pe­tróleo, los países exportadores (Venezuela, Ecuador, Trinidad yTabago, Bolivia) obtu­vieron un fuerte aumento de sus ingresos y disfrutaron temporalmente de apreciables excedentes comerciales. En contraste, la ma­yoría de las naciones del área perdió las ven­tajas de los nuevos precios de otras materias primas en virtud del fuerte incremento de su factura petrolera. Al cuadruplicarse los precios del hidrocarburo, el costo anual di­recto de las importaciones latinoamericanas de crudo aumentó más de 3 000 millones de dólares y afectó incluso a países como México y Perú, los cuales só lo más tarde se convirtieron en exportadores.

V á le señalar que la revalorización de las materias primas no comprendió a todas las exportadas por la región, ni tampoco fue du­radera. Los países latinoamericanos sopor­taron, además, la creciente competencia de las naciones industrializadas, que se convir­tieron en importantes proveedoras mundiales de productos agrícolas, sobre todo alimen­tos, y de algunos minerales. No menos ad­versas fueron las reiteradas políticas comer­ciales discriminatorias aplicadas por dichas naciones. A mediados de los setenta, por otra parte, bajaron los precios y la deman­da de varias exportaciones latinoamericanas, a causa de la recesión que afectó a Estados Unidos y Europa.

Las anteriores dificultades contribuyeron a generar los cuantiosos déficit externos que desde 197 4 sufrieron casi todos los países de la región. Para compensar ese desbalan­ce y atender los mayores costos de las im­portaciones requeridas para el crecimiento

económico, se recurrió a los créd itos que en condiciones aparentemente muy favora­bles ofrecfan entonces los bancos comercia­les internacionales. El atractivo del endeu­damiento fácil propició que, con contadas excepciones, las naciones latinoamericanas incurrieran en él de modo desmesurado, de suerte que "en el período 1974-1980 las economías terminaron alterando sus po líti­cas económicas para tener acceso o perm iti r la entrada de los abundantes recursos finan­cieros" Y Con ello, "el endeudamiento ad­quiere otro carácter. Deja de ser una opción y se transforma en un imperativo." 18

Alimentada por los cuantiosos excedentes de origen petrolero, la banca transnacional creció espectacularmente desde mediados de los setenta. La liquidez financiera inter­nacional pronto alcanzó niveles inusitados, al grado de que los bancos debieron buscar, con cierta premura, nuevas colocaciones de capital. Numerosos países subdesarrollados tuvieron acceso, así, a un abundante finan­ciamiento para cubrir sus déficit de pagos, sostener el crecimiento y' fortalecer la reser­va monetaria. Los créditos en eurodivisas de los bancos internacionales sumaron más de 11 O 000 millones de dólares en 1978, casi cuatro veces más que en 1973. En esta fe­nomenal expansión, los países latinoameri­canos tuvieron una participación conside­rable y creciente: si en 1973 había recibido 12% de esos préstamos (41% de los recur­sos totales contratados por naciones subde­sarrolladas), en 1979 absorbió 23% de los eurocréditos y 53% del f lujo total hacia na­ciones subdesarrolladas.19

El endeudamiento externo neto de los países latinoamericanos tuvo un crecimiento sin precedentes. Mientras de 1961 a 1966 se mantuvo relativamente estable en alrede­dor de 1 600 millones de dólares anuales, en 1972 aumentó a 4 700 millones y, de este año a 1979, se multiplicó por cinco. Como resultado de ello, el ingreso neto de fondos externos se incrementó de 2%. del PIB en 1961 -1966 a 2.4% en 1967-1972 y a 4.4%

17. CEPAL, Transformación y crisis: América Latina y el Caribe 1950-1984, México, abri l de 1985, p. 26.

18. Albert Fishlow, "La deuda externa de la América Latina: ¿problema o solución?", en Ri­cardo Ffrench Davis (comp.), Relaciones financie­ras externas y su efecto en la economra latinoa­mericana, Fondo de Cultura Económica (lectu­ras, núm. 48), México, 1983, p. 74.

19. Datos del BID citados por Héctor Islas, "El comercio exterior según el BID", en Comercio Exterior, vol. 33, núm. 2, octubre de 1984, p. 1401.

sección latinoamericana

en 1973-1978. La deuda externa bruta de la región se incrementó, en relación con el PIB, de 23.3% en 1974-1975 a 31.3% en 1976-1979, y a 38 .3% en 1980; con referencia a las exportaciones de bienes, pasó de 175.3 a 232 .9 y a 226 por ciento respectivamente.

Uno de los rasgos predominantes de ese endeudamiento fue la creciente participa­ción de acreedores privados. Hacia 1980, cerca de 80% de la deuda total de los paí­ses latinoamericanos correspondía a bancos privados. Aunque ello no se resintió seria­mente 'de inmediato, el cambio registrado en el volumen y en las fuentes de fondos ex­ternos deterioró las condiciones crediticias (plazos, costos y accesibil idad). Varios paí­ses aceleraron simultáneamente su apertura financiera, liberalizando los movimientos de capitales y el mercado financiero interno; así, la privatización de las fuentes externas estuvo acompañada de la privatización, en distintos grados, de los canales de interme-diación y de los usos de los fondos. ·

El nuevo carácter de las relaciones finan­cieras con el exterior afectó ineludiblemente las políticas económicas y la marcha gene­ral de los países deudores, aunque éstos die­ron muestras de "una gran heterogeneidad en lo tocante a estrategias de endeudamien­to, grados de apertura financiera y papel asignado en sus políticas públicas al ahorro externo y a los movimientos de capitales".20 En un extremo, Brasil y México intentaron utilizar el endeudam iento para intensificar su industrialización; en ambos países, asi­mismo, el aumento de las exportaciones continuó siendo un objetivo prioritario para sus metas de mejorar sus posiciones en el mercado mundial.

Los países del Cono Sur, en el otro ex­tremo, aplicaron una estrategia neoliberal para buscar también un reacomodo favora­ble en la economía internacional : liberali­zaron al máximo sus po líticas comerciales y financieras y brindaron grandes facilidades al capital foráneo y a las empresas transna­cionales. Inicialmente, el "decidido" fomen­to de las exportaciones fue la justific~ción básica de estas estrategias; empero, el ex­plosivo dinamismo de las importaciones-ge­neró déficit comerciales y corrientes que hi­cieron imprescindible endeudarse. Al mismo t iempo, los bajos aranceles, las elevadas ta­sas internas de interés y la subvaluación de las monedas nacionales sometieron a nume­rosas ramas industriales a una feroz y desi­gual competencia, que no pudieron encarar.

20. Ricardo Ffrench Davis, op. cit., p. 8.

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• comercio exterior, octubre de 1985

Estas polrticas de virtual liquidación de la in­dustrialización sustitutiva y de pretendida orientación exportadora se apreciaron con claridad, al menos en su fase destructiva, en Argentina, Chile y Uruguay; también fueron perceptibles, aunque en mucho menor gra­do, en Colombia y Perú. En estos países los propulsores de la nueva ruta atribuyeron los problemas del intercambio de mercancías y de capitales al "proteccionismo que deri­va en la ineficiencia", por lo cual su receta consistió en establecer un "librecambismo" casi indiscriminado y alentar la penetración masiva de la inversión extranjera.21

1

Gracias al endeudamiento externo, Amé­rica Latina escapó temporalmente ~ las re­percusiones más graves de la crisis que en 1974 y 1975 sumió en el estancamiento a los países de la OCDE. De 197 4 a 1980 la economía latinoamericana tuvo un creci­miento anual promedio de 5.5%, pero al igual que en los decenios anteriores, persis­tió la disparidad en el comportamiento de los principales sectores económ icos. En el período 1970-1980 la contribución de las actividades agropecuarias al PIB regional disminuyó de 13 .7 a 11 por ciento, la del sector industrial (incluye minería, manufac­turas, electricidad y construcción) pasó de 34.9 a 36.1 por ciento y la aportación de los servicios se elevó de 51.4 a 52.9 por ciento.22 En 1980, Argentina, Brasil y México gene­raron 76.5% del PIB manufacturero regional (71 :a% en 1970), y 70.1% del PIB global la­tinoamericano (65.1% en 1970).

La participación de las exportaciones de bienes y servicios en el PIB pasó de 12.3% en 1971-1973, a 22.4% en 1980; la de las importaciones, a su vez, avanzó a un ritmo mayor, incrementándose de 14.6 a 27.6 por ciento en el mismo lapso.23 Varios factores contribuyeron a esta mayor importancia del sector externo en la región, pero sobresa­len el alza de los precios reales de las mercancías intercambiadas con el exterior y el progresivo peso del servicio de la deuda externa. En este sentido el BID considera que, para la gran mayoría de los países latinoamericanos, el avance del sector ex­terno constituyó " más bien un factor com­pensatorio de los desequi librios causados

21. Véase Pablo Ruiz Nápoles, "El comercio entre pafses de~arrollados. Algunos aspectos teó­ricos y de polftica económica", en Comercio Ex­terior, vol. 31, núm. 1 O, México, octubre de 1981, pp. 1173-1178.

22 . Estimaciones con base en datos del BID presentados a precios constantes de 1982.

23. Información del BID presentada en Héc­tor Islas, op. cit., p. 30.

por la sacudida petrolera que un elemento autónomo propiciador del crecim iento" .24

Durante los setenta, el comercio exterior de bienes de América Latina crec ió nueva­mente a tasas inferiores a las del comercio mundial. Por tal razón, su peso en este últi­mo disminuyó de un promedio de 6% en el período 1961 -1970 a 4.9% en 1971 -1980; la participación promedio de las exportacio­nes regionales en el total mundial cayó de 6.1 a 4.7 por ciento entre ambos decenios y la de las importaciones lo hizo de 5.8 a 4.9 por ciento. Si se considera únicamente el intercambio mundial de bienes de capi­tal, la parte correspondiente a la región en las exportaciones respectivas fue de apenas 1% en 1980; en cambio, absorbió 7. 9% de las importaciones totales de esos bienes. Esa disparidad refleja su ca lidad de importado­ra de maquinaria y equipo fabricados en los países industrializados, que en 1980 produ­jeron más de 90% del total de esos bienes en las economías de mercado.

Pese a las po líticas de fomento y diversi­ficación de las exportaciones, en el trienio 1976-1979 las manufacturas representaron sólo 20. 1% de las ventas latinoamericanas de bienes, proporción apenas ligeramente mayor que la de principios del decenio. La participación de los alimentos y materias pri­mas continuó su tendencia descendente y se redujo a 45.8% en ese trienio; en cam­bio, la de l9s combustibles (34.1 %) tuvo un importante aumento, gracias a la revalori­zación de los hidrocarburos y a la incorpo­ración de las exportaciones mexicanas. En el renglón de las importaciones, el fuerte incremento de la factura petrolera de nume­rosos países elevó a 23.6% la participación de los combustibles en el total, mientras la de los alimentos y materias primas pasó a 13.2%. La proporción correspond iente a las compras de manufacturas fue de 63.2% en 1976-1979 (ocho puntos menos que en .1971-1973). Cabe señalar que 53% de las importaciones manufactureras de la región correspondió a maquinaria y equipo, 32% a manufacturas varias y 15% a productos químicos.

Respecto al destino y origen del comer­cio exterior latinoamericano, vale destacar la paulatina desvinculación comercia l que desde mediados de siglo tuvo respecto de su principal mercado: Estados Unidos. En 1950, América Latina colocó 48.3% de sus exportaciones en ese país, cifra que veinte años después descendió a 33.2%, y pasó a 34% en 1980. En la dirección opuesta, en

24. BID, op. cit., p. 30.

983

1950 la región adquirió 50.1% de sus impor­taciones en Estados Unidos, 34.9% en 1970 y 30.4% en 1980. Condición y resultado de una cierta diversificación comercia l hacia distintas áreas, sobre todo a la propia región y a otras naciones subdesarrolladas, la de­clinación de la importancia relativa del mer­cado estadounidense trajo consigo una ligera mayor capacidad de respuesta frente a él.25

Esta última, sin embargo, continuó sien­do muy heterogénea y diversa, en razón del diferente tipo e intensidad del comercio que mantenían con esa potencia tres grupos de países: México, Centroamérica y el Caribe; el Grupo Andino, y Brasil y el Cono Sur. En el período 1977-1979, por ejemplo, Méxi­co y cuatro naciones de América Central y el Caribe dirigieron a Estados Unidos más de 50% de sus exportac iones de bienes. En el otro extremo, Brasil y los cuatro países del Cono Sur canalizaron a dicho mercado me­nos de 20% de sus ventas. De cualquier mo­do, quince años antes (1961-1963) ocho paí­ses exportaban más de 50% de sus bienes a Estados Unidos y sólo dos del Cono Sur importaban menos de 20% desde ese país. Hubo, por lo tanto, una leve disminución de la dependencia comercial del mercado estadoun idense.

Europa también perdió importancia co­mo socio comercial de América Latina y, en cambio, se elevó la participación del comer­cio intralatinoamericano y las importaciones desde Asia. Según la información disponible, de 1961 -1963 a 1977-1979 la proporción en el total de las exportaciones destinadas a Es­tados Unidos se redujo de 37.2 a 35 por ciento; la correspondiente a la CEE disminu­yó de 29.4 a 21.4 por ciento; la de japón ascendió de 3.3 a 4.1 por ciento y la de Ca­nadá pasó de 3.2 a 3.0 por ciento; las ex­portaciones intralatinoamericanas se eleva­ron de 8.4 a 15.9 por ciento. En cuanto al origen de las importaciones, en los mismos lapsos los cambios fueron los siguientes: las provenientes de Estados Unidos bajaron su ponderación de 41.8 a 32.9 por ciento; las de la CEE cayeron de 29.4 a 21.4 por cien­to; las de japón subieron de 3.7 a 7.9 por ciento; las de Canadá declinaron de 3.0 a 2.5 por ciento, y las del Cercano Oriente crec ieron de manera importante (de 1 .8 a 9.8 por ciento), así como las intrarregiona­les (de 10.7 a 16.9 por ciento).26

25. Un análi5is detallado al respecto puede verse en Sergio Bitar, "Autonomfa y comercio ex­terior. Relaciones de América Latina con Estados Unidos", en Comercio Exterior, vol. 34, núm. 9, México, septiembre de 1984, pp. 876-887.

26 . BID, op. cit., pp. ~0-34.

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Puede advertirse que, en general, los paí­ses industrializados perdieron importancia comercial para América Latina. Como mer­cado para las exportaciones de la región , Europa, Estados Unidos, Japón y el resto de las potencias industriales declinaron de 78.7% en 1960 a 74. 7% en 1970 y a 65 .7% en 1979. En contrapartida, sub ió la ponde­ración respectiva de las naciones subdesa­rrolladas. Si bien este último rasgo puede considerarse un indicador de la mayor arti ­culación económica de una región normal ­mente disgregada, también podría serlo de los graves perjuicios causados por las po lí­ticas proteccionistas y discriminatorias de algunas potencias contra las exportaciones latinoamericanas.

El peso de la crisis y las polfticas de ajuste

A partir de 1981 América Latina ha en­carado la más larga, rigurosa y extensa

crisis de este siglo. En ese año, el producto regional sólo aumentó 1.7%; en 1982 se re­dujo 1% en términos absolutos - hecho sin precedente en la posguerra- y disminuyó todavía más (3.1 %) al año sigu iente. Aun­que en 1984 se interrumpió esta caída y la economía latinoamericana creció 3.2%, su PIB global apenas fue sim ilar al de 1980 y el producto por habitante se equiparó al de 1977. Simultáneamente se deterioraron en forma drástica los términos del intercambio y se elevaron los pagos de intereses y las re­mesas de utilidades al exterior, por lo cual la baja del ingreso nacional fue aún mayor que la del PIB. En el trienio 1982-1984 la región sufrió una cuantiosa exacción finan­ciera, transfiriendo recursos netos al exte­rior por más de 73 000 millones de dólares. Esta violenta desacumulación y el estanca­miento de la actividad económica propicia­ron que la inversión descendiera a su peor nivel en cuarenta años.27

El desencadenamiento de la crisis marcó el fin del largo ciclo de expansión general de la posguerra. También significó el de­rrumbe de las estrategias que, ante el abun­dante financiamiento externo, promovieron el "crecimiento prestado" de la región. Co­mo se vio, el fácil acceso al crédito foráneo posibilitó a muchos países sortear la recesión internacional de mediados de los. setenta e impulsar su dinamismo económico. Sin em­bargo, el desmesurado endeudamiento y los repetidos déficit corrientes hicieron que la

27. CEPAL, op. cit.

marcha de la actividad regional dependiera crecientemente de los flujos crediticios.

Con el descenso de las importaciones de los países industrializados por la nueva re­cesión de principios de los ochenta y el re­surgimiento de las prácticas proteccionistas, el comercio mundial se estancó virtualmente de 1981 a 1983. Esto fue muy desfavorable para América Latina, pues, al caer las coti ­zaciones internacionales de los productos básicos, la región sufrió de 1981 a 1984 u na pérdida de 22 .2% en la relación del inter­cambio, retroceso que todavía fue mayor para las naciones no exportadoras de petró­leo. No menos grave fue el rápido e inusi­tado incremento de las tasas internaciona­les de interés, fenómeno determinado por la prioridad que los países industrializados asignaron al control de la inflación, de la oferta monetaria y del déficit fisca l. El alza de las tasas afectó por partida doble a Amé­rica Latina, ya que frenó la recuperación de las economías centra les y acrecentó el ser­vicio de la deuda externa y los déficit co­rrientes. Las remesas brutas de intereses de la región pasaron de poco menos de 6 900 millones de dólares en 1977 a casi 39 000 millones en 1984.

Por otra parte, el monto neto del finan­ciamiento externo recibido por los países la­tinoamericanos superó holgadamente, hasta 1981, al de los intereses y utilidades retri­buidos al capital foráneo . En los tres años siguientes, como se dijo, América Latina transfirió al exterior recursos netos equiva­lentes a casi un cuarto de las exportaciones globales durante el mismo período. Se estima que la carda del ingreso neto de capitales y el aumento de los pagos de intereses y utilidades duplicaron los efectos desfavora­bles del deterioro de la relación del inter­cambio.

Los países de la región se tornaron cada vez más dependientes de los mercados fi­nancieros internacionales, ya no para paliar la debilidad estructural de sus recursos pro­pios para inversión, sino apenas para cum­plir parte de sus cuantiosas y cada vez más insostenibles obligaciones crediticias. En el trienio 1982-1984, los pagos respectivos su­maron casi 110 000 millones de dólares y triplicaron los ingresos regionales netos de capital. Por su parte, la interrupción de los ingresos netos de capital obligó a los gobier­nos a consumir sus reservas internacionales, mientras la inminencia de una crisis cambia­ría y del ocaso general de la " prosperidad" dio origen a cuantiosas fugas de capitales. Varios países se vieron obligados a devaluar sus monedas, a buscar la renegociación de

• sección latinoamericana

los cada vez más onerosos pagos de la deuda y a emprender severos programas de ajuste. Como secuelas inmediatas, se intensificaron las presiones inflacionarias, se contrajo la in­versión, se agudizó el desempleo, cayeron todavía más los salarios reales y, en general, se redujo la actividad económica .

La imposibilidad de cubri r el elevado défi­cit corriente - que de 1979 a 1981 se duplicó a 42 339 millones de dólares y significó 43% de las exportaciones de mercancías- con financiamiento externo o mediante el uso de las reservas internacionales, determinó que muchos países aplicaran - con intensi­dad y modalidades diferentes- programas de ajuste económco, encaminados a reducir los agudos desequilibrios existentes y a de­tener o al· menos moderar la espiral inflacio­naria. A ese efecto, se buscó contener la de­manda agregada por medio de las po líticas fisca l, monetaria y de ingresos; también se intentó lograr que las exportaciones tuvieran preCios competitivos en el exterior, median­te las políticas cambiarí as, arancelarias y de promoción de las exportaciones. Como complemento, en algunos países se empren­dieron programas y acciones tendientes a sustituir importaciones selectivamente. Con raras excepciones, los programas de ajuste reflejaron las prescripciones fijadas por el FMI como requisitos para conseguir nuevos créditos y, sobre todo, para obtener su aval en las renegocicion es de la deuda con la banca internacional.

Hasta 1983, el panorama para las expor­taciones fue poco halagüeño -tanto por-la recesión en los países centrales como por el desmedido proteccionismo de éstos- y, en consecuencia, el espectacular vuelco que experimentó el comercio de bienes se debió exclusivamente a la ca ída de las compras. De acuerdo con información de la CEPAL,28

las exportaciones latinoamericanas de bie­nes descendieron de 93 627 millones de dó­lares en 1981 a 86 389 millones ( -7.7%) en 1982, y a 86 168 millones ( - 0.3%) en 1983; cabe señalar que en 1982 los países no ex­portadores de petróleo resintieron más la carda de las ventas ( - 12.1 %) que las nacio­nes exportadoras del crudo ( - 3.3%), pero el año sigu iente esta situación se invirtió y mientras las ventas de éstas disminuyeron 4.1 %, las de aquéllos aumentaron 3.9 por ciento.

28. CEPAL, Estudio económico de América La­tina y el Caribe, 7982, Santiago de Chile, pp. 52-56, y CEPAL, " Balance preliminar de la econo­mía latinoamericana en 1984", en Comercio Ex­terior, vol. 35, núm. 2, México, febrero de 1985, pp. 178-185.

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comercio exterior, octubre de 1985

Ante la involución general de las expor­taciones, el rápido agotam iento de las reser­vas monetarias y la ingente necesidad de ge­nerar superávit comerciales para atender en lo posible el creciente servicio de la deuda, los ajustes aplicados en los países latinoa­mericanos recayeron en las importaciones, acentuándose las tendencias depresivas. En efecto, las compras externas regionales re­trocedieron de 95 012 millones de dólares en 1981 a 76 726 millones (- 19.2%) en 1982 y a 54 727 (- 28.7%) en 1983. La con­tracción de las compras también tuvo en 1982 un mayor impacto en los países no ex­portadores de petróleo ( -19.5%) que en los vendedores (- 3.0%), aunque el lo cambió en 1983, cuando los descensos respectivos fueron de 16 y 44.3 por ciento. De este modo, el balance comercial de bienes de América Latina pasó de un déficit de 1 384 millones de dólares en 1981 a un superávit de 9 663 millones en 1982 y de 31 441 mi­llones en 1983.

Para algunos especiali stas, estos saldos fa­vorables mostraron, en cierta forma, que sí era posible reducir el elevado nivel de las compras externas. Empero, no sólo bajaron las adquisiciones de artícu los su ntuarios y de bienes de capital; también se redujo con­siderablemente la disponibilidad regional de las materias y productos intermedios reque­ridos para mantener la actividad interna y, por supuesto, la de bienes más complejos necesarios para su avance.

Los datos preliminares disponibles mues­tran que, a diferencia de los años preceden­tes, en 1984 las exportac iones de la región

fueron menos afectadas por las bajas coti­zac iones internacionales, pues su valor uni­tario declinó sólo 0.5% (frente a cerca de 20% en el trienio 1981-1984); simu ltánea­mente, el volumen de las ventas externas creció 9.8%, de suerte que el va lor global fue de 94 790 millones de dólares (9.3% más que en 1983). Esta evolución permitió un le­ve relajamiento del ajuste externo y en 1984 las importaciones de bienes ascendieron a 57 170 millones de dólares (4.7% más que en 1983). Si bien en apariencia se detuvo la brusca declinación de las compras regiona­les externas, debe señalarse que su volumen fue apenas poco más que la mitad (53.4%) del adquirido en 1981. Así, el superávit co­mercial de América Latina fue de 37 620 mi­llones de dólares (19.7% más que en 1983). Cabe indicar que ese saldo se debió a los superávit obtenidos por Argentina, Brasil, México y Venezuela, pues el resto de los paí­ses registró en conjunto un balance ligeramen­te deficitario. En 1984 esos cuatro países concentraron 79.1% de las exportaciones, absorbieron 62.9% de las importaciones, aportaron 79 .1 % del PIB regional y concen­traron 77.7% de la deuda externa latinoame­ricana (360 170 millones de dólares a fines de ese año).

Por otra parte, a pesar de las renegocia­ciones en el servicio de la deuda el superávit comercial del año pasado apenas fue suficien­te para cubrir los pagos netos de utilidades e intereses (37 330 millones de dólares). In­formación provisional del Departamento de Comercio estadounidense muestra que, du­rante el primer semestre de 1985, el valor de las exportaciones regionales se elevó cer­ca de 8% y el de las importaciones lo hizo

informe de la integración

Necesidad de polfticas de ajuste expansivas

ALIDE

En la XV Reunión Ordinaria de la Asamblea General de la Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras de Desarrollo (ALIDE), que se efectuó del 27 al 30 de ma­yo en Cartagena, Colombia, se deli beró en torno al tema "El financiamiento del desa­rrollo y el proceso de recuperación econó­mica de América Latina y el Caribe". En la reunión se puso de relieve la necesidad de aplicar políticas expansivas, que dentro de un

enfoque de mediano y largo plazo permitan la reactivación de los sectores considerados clave para el crecimiento y desarrollo eco­nómicos, en contraste con las políticas de ajuste coyunturales que se siguen en los paí­ses de la región.

La reunión de la ALIDE también conside­ró la movilización de recursos para finan­ciar los sectores productivos de la región , polít icas, instrumentos operativos y expe­riencias. Sobre el particu lar, se decidió in­tercambiar conocimientos acerca de los pro­blemas de descapitalización e iliquidez de los bancos de fomento, ocasionados por sus carteras de morosos, y la actitud de los go-

985

en 18%; en razón de ello, el saldo comer­cial de América Latina tiende a volverse otra vez deficitario, con el consecuente agrava­miento de los problemas de pagos.

Es innegable que la capacidad de los paí­ses latinoamericanos para obtener o retener divisas es un elemento esencial para la re­cuperación económica nacional. Los one­rosos pagos de la deuda, el deterioro de los términos del intercambio y las políticas co­merciales discriminatorias se yerguen, sin embargo, como obstáculos formidables para consegu irlo. La urgepte búsqueda de salidas a esta intrincada situación ha reavivado los debates en torno al viejo dilema de acrecen­tar la apertura externa de las economías o fortalecer los mercados internos y los esfuer­zos sustitutivos. Como lo prueban las infor­tunadas experiencias en el Cono Sur, la li­beralización comercial indiscriminada trae consigo una mayor vulnerabi lidad externa y representa un grave riesgo para la activi­dad productiva interna. Por otra parte, vo.l ­car el crecimiento "hacia adentro" requiere importantes cambios previos y una firme voluntad política que no se vislumbran su­ficientemente todavía. Mientras tanto, pa­rece imprescindible lograr una adecuada complementariedad entre el intercambio con el exterior y el aprovechamiento de los recursos en función de los mercados nacio­nales. En este camino, es preciso proseguir la diversificación comercial, elevar la coope­ración económica interregional y forta lecer la unidad latinoamericana en la búsqueda de un orden económ ico internacional me­nos desigual. O

Rafael González Rul>1

biernos y las po líticas frente a esos proble­mas.

También se estudiaron las modalidades y los mecanismos específicos de coopera­ción financiera para la recuperación y el de­sarro llo económico regional. Al respecto se estimó conveniente examinar las modalida­des que contemplen la provisión de recursos en condiciones apropiadas para la culmina­ción de proyectos rentables afectados por sobrecostos o recortes de lineas de crédito externo. Dentro de este punto se evaluó, asi­mismo, el financ iamiento del capita l de tra­bajo y otros requerimientos de corto plazo para empresas con problemas de liquidez. O

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986

Sistema Ec~nómico latinoamericano

Apoyo a las empresas marítimas multinacionales

La 111 Reunión de Expertos en Transporte Marítimo del SELA manifestó su acuerdo para apoyar a las empresas multinacionales latinoamericanas, como la flota Grancolom­biana, la Namucar y la Corporación de Trans­porte Marítimo de las Indias Occidentales.

Los expertos de 25 países -reunidos en Caracas- denunciaron, por otra pz:rte, las restricciones impuestas al transporte marí­

.timo latinoamericano por la legislación es­tadounidense, que afecta también a los in­tereses del Caribe.

Durante el encuentro se analizaron, en general, los problemas que afectan al trans­porte marítimo latinoamericano-caribeño y se puso de relieve que es necesario promo­ver soluciones basadas en la acción conjunta y fortalecer al máximo el transporte fluvial, lacustre y de cabotaje.'

Los estudios del SELA indican que 73.1% del tonelaje mundial se concentró, en 1983, en las flotas navieras de los países desarro­llados de economía de mercado y de libre matrícula .

Mientras tanto, a los estados latinoame­ricanos apenas les correspondió 3.3% del to­tal, a pesar de que 90% de su intercambio internacional se efectúa por esta vía, con excepción de México y Bolivia. O

Asociación latinoamericana de Integración

Prolifera el trueque en las operaciones de intercambio

Un alud de negocios de trueque (barter) ha invadido el comercio internacional a medi­da que los países necesitados de exportar y aquellos que carecen de dinero para pa­gar importaciones, se van entendiendo en una serie de operaciones. Éstas representan miles de millones de dólares. Una de las consecuencias es el fortalecimiento de los intercambios bilaterales.

En un artículo publicado en Informativo, de la Asociación Latinoamericana de Arma-

dores (núm. 483, Montevideo, 16 a 31 de julio de 1985, p. 6), se señala que hasta 1984 las operaciones de trueque representaban una proporción insignificante del intercam­bio mundial, es decir, entre 160 y 200 mi­llones de dólares. Ahora, sin embargo, existe la impresión generalizada de que estas ope­raciones llegarán a representar en 1988 un monto sustancial de las transacciones mun­diales.

Las naciones de la OPEP han usado este tipo de operaciones para colocar petróleo que, de otra forma, les sería muy difícil ven­der. Actualmente, más de 15% del crudo comercializado por los países de la OPEP se hace a base de trueques.

Los negocios de trueque con petróleo son apenas la parte visible del iceberg. Mu­chas naciones del Tercer Mundo, en es­pecial las productoras de materias primas, están usándolo como parte de una política nacional para estimular las exportaciones y ahorrar divisas en importaciones esenciales. Alegan que sus exportaciones están amena­zadas por el creciente proteccionismo de los países industrializados, y que la permanen­te rebaja del precio de sus productos con­ducirá solamente a acciones antidumping. La única solución es recurrir al trueque. En el caso de los países latinoamericanos, abru­mados por el alto costo de servir una deuda externa de 350 000 millones de dólares, el trueque representa una solución.

Ecuador está exportando café y banano a cambio de automotores, tractores, gana­do, urea, elementos para computadoras, y equipos de refrigeración para su actividad pesquera. Colombia está ofreciendo café en pago de la construcción de una base naval en su territorio. Uruguay está vendiendo car­ne por el equivalente de 20. millones de dó­lares en equipos de telecomunicaciones de Italia.

En Sudamérica, Brasil está a la vanguardia debido fundamentalmente a la diversifica­ción de su economía, elevada deuda exter­na y escasez de divisas fuertes . Un negocio típico en este sentido es el de la Volkswa­gen do Brasil y la empresa petrolera estatal Petrobrás, que recientemente firmaron un é\Cuerdo, por un monto totar de 630 millo­nes de dólares, para intercambiar 100 000 automotores Passat por 2.5 millones de to­neladas de petróleo de lrak a lo largo de dos años.

Aún más reciente es el convenio que Bra­sil negoció con Nigeria y la Unión Soviética, por un monto total de casi 2 000 mil lones de dólares. Se dice que el entusiasmo de los

sección latinoamericana

brasileños por el trueque está preocupan­do a los abastecedores tradicionales del gran mercado de América Latina . Las ventas de Estados Unidos cayeron 40% en 1984 en la región , mientras que las de Alemania Fede­ral bajaron 45% y las de japón 20%. El true­que ha permitido a Brasil solucionar gran­des problemas y en 1983 representó 10% de los ingresos de Petrobrás, que se propo­ne lograr que 50% de las importaciones de petróleo de Brasil se realicen por ese mismo medio, lo que, de llevarse a cabo, puede dejar un saldo de ventas de 3 000 millones de dólares de productos brasileños.

Perú introdujo una nueva política de trueque en 1984, en la cual se alienta a los abastecedores a contratar exportaciones con la industria peruana. Se han cerrado tratos por valor de 320 millones de dólares en el

, último trimestre de 1984.

Los bancos están creando divisiones de trueque en sus organizaciones para coope­rar con sus clientes, y en estos momentos Nueva York y Londres comienzan a rivalizar con Viena, que monopolizaba la actividad .

Mientras el Mercado Común Europeo y el GATI dan a conocer su preocupación por la proliferación de este método de comer­cio, el FMI contribuye involuntariamente a su popularidad, al forzar a los endeudados países del Tercer Mundo a restringir impor­taciones como parte de sus compromisos para refinanciar su deuda.

Nueva nomenclatura arancelaria

A partir del 1 de enero de 1986 entrará en vigor la nueva Nomenclatura Arancelaria de la ALADI. Se denominará NALADI y servirá de base común para realizar las negociacio­nes previstas en el Tratado de Montevideo 1980. También permitirá designar los pro­ductqs negociados a través de cualquiera de sus mecanismos y presentar las estadísticas del comercio exterior de los países miembros.

El Comité de Representantes aprobó el día 31 de julio la Resolución 46 en tal senti­do, adoptando los textos oficiales en idio­mas español y portugués, actualizados de acuerdo con la evolución de la Nomencla­tura del Consejo de Cooperación Aduanera (NCCA) .

La nueva nomenclatura permitirá man­tener una adecuada comparabilidad con los aranceles nacionales de los países miembros, la casi totalidad de los cuales han incorpora­do a la fecha la mayoría de las enmiendas

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comercio exterior, octubre de 1985

de la NCCA en sus respectivas nomenclatu­ras arancelarias.

Programa regional de fiñanciamiento del comercio

La Secretaría General de la ALADI elaboró una propuesta para un programa regional en materia de financiamiento del comercio ("El financiamiento del comercio intrarregio­nal" , ALADI/SEC/dt 64, del 29 de julio de 1985), con un enfoque multilateral que pue­da servir para ampliar el alcance de los pro­gramas nacionales y subregionales.

En el estudio se recomienda que el pro­grama regional de financiamiento de las ex­portaciones tuviera una primera etapa que se extendería hasta fines de 1986, y que comprendería las siguientes metas básicas:

a] estructurar un programa integral de corto y mediano plazo para el financiamie'n­to del comercio intrarregional;

b] identificar nuevos instrumentos que faciliten el financiamiento del comercio en­tre los países miembros;

e) establecer un foro especializado, con objetivos básicos de coordinación y asesora­miento a los órganos políticos de la ALADI, y de programación de acciones de integra­ción en la materia.

El trabajo esboza algunas opciones para facilitar la colocación de exportaciones re­gionales, señalando que otras resultarán de las consultas previstas con las organizaciones nacionales, subregionales e internacionales especializadas.

El documento resume las actividádes ini­cialmente previstas hasta· fines de 1986, al­gunas de las cuales ya las ha iniciado la Se­cretaría General. No obstante, se señala que la programación puede sufrir modificaCio­nes en función de las tareas preparatorias de las negociaciones que se celebrarán en el seno de la ALADI.

Las tareas a emprender incluyen:

a] estudio relativo a las posibilidades de coordinación, en el ámbito de la ALADI, de los sistemas nacionales y subregionales de financiamiento del comercio;

b) estudio relativo a las condiciones es­peciales de financiamiento utilizadas en los acuerdos comerciales y de compleinenta­ción económica entre los países miembros y sus modalidades operativas, en relación con el sist~ma de cooperación financiera y

monetaria vigente entre los bancos cen­trales;

e) diagnóstico de los sistemas nacionales de seguro a las exportaciones y sus poten­cialidades de coordinación regional;

d] consultas y gestiones a fin de deter­minar las opciones de relanzamiento del sistema de las Aceptaciones Bancarias Lati­noamericanas (ABLAS) en los mercados fi­nancieros extrazonales y en los nacionales de capitales de algunos de los países miem­bros;

e] análisis de las posibilidades de promo­ver el uso, por intermedio de organismos re­gionales, de los pagarés derivados de ope­raciones comerciales emitidos o avalados por instituciones autorizadas, así como otras formas de financiamiento internacional, co­mo modalidades de financiamiento de me­diano plazo;,

n examen y consultas, en especial con la banca comercial de los países miembros, destinados a establecer un eventual acuer­do regional que facilite la utilización de las " cobranzas bancarias" como instrumento de financiamiento para las exportaciones intrarregionales;

g) trabajos de evaluación de las condicio­nes normativas y operativas que supondría·n la creación de un instrumento regional, que sirva de elemento financiador y regulador específico en las operaciones de intercam­bio compensado entre los países miembros, y

h) realización de una reunión especiali ­zada para evaluar y coordinar la puesta en marcha del programa regional de financia­miento del comercio en el ámbito de la ALADI.

Reunión empresarial sobre maquinaria agrícola

La primera reunión de consulta y prenego­ciación empresarial convocada por la Secre­taría General de la ALADI se realizó a prin­cipios de julio en Mar del Plata, Argentina, y estuvo dirigida al sector fabricante de ma­quinaria agrícola.

Esta asamblea congregó alrededor de 40 industriales de Argentina, Brasil, Chile y Mé­xico y contó con la asistencia de represen­tantes del Banco de la Provincia de Buenos Aires, del BID y de Latinequip.

Las delegaciones de Argentina y México solicitaron preferencias mínimas de 66% pa­ra aquellos equipos del sector negociado en la ALADI. Del mismo modo, resolvieron

987

crear un sistema de información para el in­tercambio de tecnología para varias máqui­nas e implementos agrícolas.

Los empresarios brasileños y mexicanos, por su parte, convinieron en proponer un proyecto de acuerdo de complementación industrial para coproducir equipos electro­mecánicos seleccionadores de frutas por co­lor, del cual México produciría la parte me­cánica y Brasil la electrónica.

La República Dominicana declaró su intención de incorporarse a la ALADI

El presidente de la República Dominicana, Salvador jorge Blanco, acompañado por el secretario de Estado de Relaciones Exterio­res, fue recibido el 26 de julio en la sede. de la ALADI. Declaró que su país ha sido con­secuente con la idea de la integración, y que el año pasado fue admitido como observa­dor en el Mercado Común del Caribe y en la ALADI. Agregó: "La idea fundam ental es que nuestro país pueda incorporarse a los distintos mecanismos de la ALADI pero, so­bre todo, con la intención de que la inte­gración pueda comprender a todos nuestros países mediante reglas preestablecidas y de­terminadas, que les permitan superar nues­tras deficiencias y cumplir nuestras metas de desarrollo." ·

"Como Presidente de la República Do­minicana -concluyó jorge Blanco- vengo aquí a poner de manifiesto nuestra volun­tad política de servir a la integración de to­dos los pueblos de Latinoamérica ." O

Se frenó el derrumbe del comercio en 7 984

Grupo Andino

El comercio intrasubregional del Grupo An­dino se contrajo 9% en 1984, cifra muy in­ferior a la caída de 38% registrada en 1983. A diferencia de ese último año, en el cual la caída se debió a la reducción del comer­cio de productos manufacturados, agrícolas y mineros, la contracción registrada en 1984 fue resultado del brusco descenso del co­mercio de combustibles (las importaciones de Colombia se redujeron 36%); mientras el comercio de los demás productos se incrementó.

En 1984, las exportaciones intrasubregio­nales registraron una evolución más favora­ble que las exportaciones que realizan los

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988

países miembros al resto del mundo. Esto último, aunado a las perspectivas de un me­jor desenvolvimiento de las economías an­dinas y en razón del reducido nivel en que se encuentra actualmente el comercio intra­subregional, permite prever que en 1985 se registrará un nuevo incremento de las ex­portaciones intrasubregionales .

Grietas en el Pacto por la inversión extranjera

El presidente de Ecuador, León Febres Cor­dero, anunció que a fines de .1985 su país se retirará del Pacto Andino si no se elimi­nan las trabas a la inversión extranjera. Se­gún el nuevo jefe del Estado ecuatoriano, el Grupo Andino tiene un sistema lento y complicado para tomar decisiones.

A su vez, Xavier Neira, ministro de Indus­tria, Comercio e Integración de Ecuador, in­dicó que la idea de modificar la Decisión 24 -sobre inversiones extranjeras- ha tenido bastante aceptación. En junio Ecuador ex i­mió a las compañías petroleras foráneas de la obligación, impuesta por la Decisión 24, de convertir por etapas a las subsidiarias en empresas mixtas o nacionales. Además, el Gobierno ecuatoriano avanza unilateral­mente en la libera lización de su comercio exterior, que comprende la reorganización de la estructura arancelaria del país.

Ecuador también proyecta establecer por lo menos dos zonas de comercio libre, en dos puertos aún no designados.

Neira insistió en que el nuevo sistema arancelario "no dañará" ninguna industria local. Las reformas, dijo, simplemente ha­rán que algunas industrias queden "menos protegidas" para que aumenten su eficien­cia y competitividad; el nuevo sistema pre­tende proteger al consumidor ecuatoriano.

Asimismo, Ecuador reclamó cambios en la Comisión Ejecutiva del Pacto. Ese cuer­po, según Neira, se ha convertido en una especie de "sexto pafs". Propuso que esta tendencia a excederse del marco de referen­cia se podría controlar si una sola persona· ejecuta las directivas de los países miembros.

Situación de la deuda externa en los países andinos

La Junta del Acuerdo de Cartagena dio a co­nocer el documento "Evolución reciente de la deuda externa de los países del Grupo An­dino y de algunos países latinoamericanos" 0/PR/139), junio de 1985, en el que se dan a conocer los acontecimientos más recien-

tes en la materia para la subregión en su con­junto y para cada uno de los países que la integran.

Según el estudio, en 1985 las negociacio­nes entre los países latinoamericanos y sus acreedores se realizaron en un clima de me­nor incertidumbre y tensión que el año an­terior. Sin embargo, la suspensión de los acuerdos del FMI con Brasil y Argentina en marzo y febrero pasados volvió a crear in­quitud, pues esos países no pudieron cum­plir con los rígidos programas de ajuste. Aun considerando las diferencias entre ambos países, puede concluirse que los reiterados fracasos "parecen cada vez menos atribui­bles a incapacidades políticas locales y más bien sugieren que su solución debe involu­crar necesariámente planteamientos [ ... ] que impliquen un tratamiento global y equi­tativo al problema del endeudamiento" . Los casos con éxito (México, Venezuela y Ecua­dor) corresponden a países con gran capa­cidad de pago derivada de sus exportacio­nes de hidrocarburos. En cambio, aquellos que no cuentan con ellos, se enfrentan a una crisis mucho más aguda y de consecuencias impredecibles.

Dentro de lo acontec ido en los últimos meses en las negociaciones sobre la mate­ria, cabe destacar:

• La banca internacional aceptó que Co­lombia realizara un programa de ajuste con

' la tutoría del FMI , en lugar del tradicional acuerdo de stand-by.

• Ecuador consiguió un acuerdo con el Club de París para un refinanciamiento plu­rianual de su deuda.

En la investigación se señala que "la re­gión continúa sometida a la ap licación de severos programas de ajuste, que si bien en algunos casos han generado los resultados esperados en cuanto a una ·mejoría en su ca­pacidad de pago, al mismo tiempo los efec­tos adversos sobre la producción, el empleo y la estabilidad social se hacen cada vez más visibles. Así, resulta paradójico que justamen­te cuando América Latina en general busca reafirmar la democracia como forma de go­bierno, la comunidad financiera internacio­nal exige la aplicación de políticas económi­cas cuyas consecuencias sociales alimentan las fuerzas antidemocráticas existentes en la región".

El documento incluye un cuadro en el que se expone la situación de la deuda ex­terna al 31 de mayo de 1985 y que se re­produce en esta sección . D

sección latinoamericana ·

El objetivo: un

Asociaciones de productores

nuevo acuerdo bananero

En su reunión del 7 de junio pasado, el Con­sejo de la Unión de Países Exportadores de Banano (UPEB), y la Dirección Ejecutiva, consideraron necesario recomendar a los miembros de la Conferencia de Ministros suscribir un "Nuevo Acuerdo Bananero" que revitalice los dos objetivos del Acuer­do de Panamá, es decir, el incremento de los precios de exportación y la decisión de actuar coordinadamente en el marco de un frente común de exportadores.

En primer lugar, el nuevo acuerdo debe reconocer que para mantener un precio de sa lida o de exportación determinado, es ne­cesario planificar el mercado, de tal forma que los volúmenes ofrecidos estén en equi­librio con los volúmenes demandados a los precios que se desea. Habiéndose estanca­do por el momento las negociaciones para un Convenio Mundial Bananero, la opción que queda es la de un Acuerdo de Produc­tores, que intente alcanzar el mismo objeti­vo sin la participación de los gobiernos de los países consumidores.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la mayoría de los principales países ex­portadores centroamericanos la industriaba­nanera está en la práctica controlada por grandes empresas transnacionales, cuyo es­tilo de gestión empresarial desconoce pre­cisamente cualquier posibilidad de acuerdo o regulación de mercado. Por lo tanto, pa­ra que estos países pudiesen considerar al­gúlil día, junto con Colombia y Ecuador, op­ciones concretas para planificar el mercado de la fruta, se requiere que alcancen previa­mente un dominio efectivo sobre sus inte­reses bananeros.

Teniendo en cuenta además que, para al­canzar ese objetivo se debe fortalecer a las empresas y los empresarios nacionales, el nuevo acuerdo debe expresar la necesidad de que todos los países productores vayan asumiendo a través de empresas propias, co­mo ya lo han hecho Ecuador, Colombia y Nicaragua y está empezando a hacerlo Cos­ta Rica, la fase de la comercialización del producto. Además, para acelerar este pro­ceso, sería de gran utilidad que las comercia­lizad oras nacionales que ya se han consoli­dado apoyen los esfuerzos por establecer empresas similares en los países que toda­vía no las tienen, o que no las han conso­lidado. D

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comercio exterior, octubre de 1985 989

SITUACIÓN DE LA DEUDA EXTERNA EN LOS PAÍSES MIEMBROS DEL CONSENSO DE CARTAGENA (Informes al 3 7 de mayo de 7 985)

País

Bolivia

Colombia

Ecuador

Venezuela

1984

Deuda Servicio total deuda

miles de millones de dólares

3 .3 1.3

12 .0 1.5

6.9 2.2

13.5 3.7

34.0 5.8

Servicio deuda! exporta-

ción1 (%)

166

46

85

119

37

Deuda externa

per cápita

(dólares)

532

427

758

677

2011

P/8 per

cápita (dólares)

288

812

673

598

1 097

Relación con los bancos

Continúa sin pagar amortizaciones e intere­ses desde marzo de 1984. Las autoridades boli­vianas se reunirán nuevamente la prime­ra semana de junio con el Comité Consul­tivo. Bolivia aspira a renegociar dichos compromisos (720 mi­llones de dólares) con plazos más amplios, mayores períodos de gracia y menores inte­reses .

Los bancos aceptaron la propuesta colombiana de realizar un programa de ajustes con la super­visión del FMI en lugar de un acuerdo stand-by como garantía para ctor­gar nue\105 créd~os.

Se logró un acuerdo de refinandación plurianual del 94 '%, de la deucla púbroca externa que ven­ce entre 1985 y 1989, con un plazo de 12 años, incluyendo tres de gracia. También se logró reñnanciar 431 millones de un créd~o ctorgado en 1983.

Hizo un esfuerzo por pagar intereses a sus acreedores, los mismos que habían sido suspeo­áodos desde junio del año pasado. A la fecha, el país ha dejado de pa­gar por dicho c:orlceJXO aproximadamente 400 millones de dólares.

El país realiza los últi­mos trám~es legales pa­ra concluir el reñnancia­miento de su deucla ex­tema. El proceso que debió concluirse antes de iniciarse el nuevo año se vio dificultado por las exigencias de la banca de acelerar el proceso de registro de la deucla externa privada que el Gobierno no ga­rantizó durante la men­cionada reñnanciación.

Relación con el

Club de París

En abri l se logró un acuerdo con el Club de París para refinanciar 400 millones de dólares correspondientes a ven­cimientos comprendidos entre 1984 y 1987. Ecua­dor se convierte así en el primer país que obtiene un acuerdo con el Club de Paris para reescalonar los pagos futuros de su deucla externa.

A la fecha aún no se ha firmado ninguno de los acuerdos bilaterales necesarios para concluir formalmente la renego­ciación acordada en ju­nio de 1984 debido a que se han dejado de pagar algunos venci­mientos no negociados.

Relación con el

FMI

Continúan suspendi­dos los acuerdos.

Según el acuerdo acep­tado por la banca, el Gobierno enviará al FMI y al Banco Mundial un informe trimestral sobre el curso de su economía y una misión de estas instituciones visitará el país cada seis meses.

En marzo el FMI aprobó la concesión de un prés­tamo stand-by por 110 millones de dólares, el mismo que será desem­bolsalo en cinco cuotas de 22 millones de dóla­res en un año.

No hay perspectivas de firmar un nuevo acuer­do con el FMI desde que se interrumpió el acuerdo stand-by de abril de 1984.

Venezuela es hasta el momento el único país que ha conseguido un refi nanciamiento multi­anual de los vencimien­tos de su deuda pública externa con la banca comercial sin haber fir­mado previamente un acuerdo con el FMI.

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990

País

Argentina

Brasil

Chile

1984

Deuda Servicio total deuda

miles de millones de dólares

5()_Q 45

104.0 18.0

97.0 10.1

20.0 4.4

Servicio deuda/

exporta-ción'

(%)

52'

67

43

118

Deuda externa

per cápita

(dólares)

1 .501

787

1 259

1660

P/8 per

cápita (dólares)

1177

809

1200

928

Relación con los bancos

los bancos no han de­sembolsado los oécfl\05 de un préstamo que por 4 200 millones de dóla­res ·se CXll11¡jrornSie a áOigar al pals en a~ ciembre pasado. Asimis­mo, se ha interrumpido la fonnalización del acuerdo de refinancia­miento conseguido a 1>­nes de4 año pasado a través del rual se .-ere­~ 16 OOJ millo­nes de dólares de su deuda externa pública y privada, a un plazo de 12 años incluidos tres de gracia y una sobrelasa de 1.375% sobre la Ubor.

En febrero se llegó a un acuerdo para refi­nanciar 45 000 millo­nes de dólares corres­pondientes a venci­mientos comprendi­dos entre 1985 y 1991 con un plazo de pago de 16 años y con una sobretasa ligeramente superior a la de 1.125% sobre la Libor conse­guida en promedio por México. Sin em­bargo, estas negocia­ciones han quedado suspendidas.

A fines de marzo se convirtió en el primer país que concluye for­malmente una parte de la restructuración de su deuda externa desde la crisis de 1962. La forma­lización de esta primera fase del aruerdo c:oocre­tado en septiembre del año pasado, incluye la refinanciaóón de 28 00)

millones de dólares.

A fines de marzo, el eo. biemo y la banca acree­dora acordaron una mo­ratoria por 1 700 millo­nes de dólares corres­pondientes a los venci­mientos del primer se­mestre de las amortiza­ciones de la deuda ex­tema. Actualmente el Gobierno se encuentra gestionando la reprogra-

sección latinoamericana

Relación con el

Club de París

Se logró en enero un acuerdo de refinancia­ción por 2 100 millones de dólares de los venci­miertos entre enero de 1982 y aociembre de 1984.

En febrero se iniciaron conversaciones con el fin de refinanciar 6 000 millones de dó­lares de la deuda ex­terna con el Club de París. Éstas han que­dado suspendidas .

los bancos propusieron al Gobierno refinanciar su deuda externa con el Oub de París pero las autoridades chilenas no hallan <XJnYel1ierte -gociar con dicho orga-nismo debido a que el programa económico convenido con el FMI no contempla acudir al Club de París.

Relación con el

FMI

El aruerdo stancJcy <DO­

certado en octubre pasa­do fUe interrumpido en el mes de marzo debido al incumplimierro de metas fiscales y moneta­rias fijadas en dicho acuerdo.

El FMI suspendió el 13 de febrero el acuerdo de facilidad ampliada que el país suscribió en marzo de 1983 por 4 250 m iliones de dó­lares debido a que el país no cumplió algu­nas metas fiscales y monetarias durante el año pasado. Como consecuencia de ello, se han interrumpido los créditos que de­bían haber sido de­sembolsados durante el presente año como parte del acuerdo.

El FMJ aprobó en marzo la carta de intención ar rrespondiente al tercer año del plan de austeri­dad puesto en marcha en noviembre de 1982. Ello pennitirá desembol­sar 1 200 millones de dólares provenientes de un acuerdo de facilidad ampl"oada concertado en enero de 1983.

Se llegó a un acuerdo para la firma de un roo­venia de facilidad am­pliada por 7.50 millones que se desembolsarán por espacio de tres años. En enero se ven­ció el acuerdo stand-by que el Gobierno finmó en enero de 1983 por espacio de dos años.

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comercio exterior, octubre de 1985 991

1984

Servicio Deuda Deuda Servicio deuda/ externa PIB

País total deuda exporta- per per Relación Relación Relación miles de millones de ción' cápita cápita con los con el con el

dólares (%) (dólares) (dólares) bancos Club de París FMI

mación de unos 7 000 millones de dólares en pagos que vencen en-tre 1985 y 1987.

República 2.9 0.2 24* 475 611 El Gobierno se encuen- A fines de mayo se 1~ En abril se firmó un Dominicana tra en pleno proceso de a un acuerdo para re- acuerdo stancJ..by con el

negociaciones con la • programar aproximada- FMI que le permitirá al banca privada romerdal mente 360 millones de país recibir 78.5 millo-para restructurar parte dólares de su deuda ex- nes de dólares por un de su deuda externa. En tema con vencimientos año, tiempo de duración esta segunda ronda de en 1985 y atrasos que del acuerdo. ne¡p:iaciones el Gobier- datan de 1980 con el no aspira a restructu- Club de París. rar los pagos de com-promisos por 820 mi-!Iones de dólares.

Uruguay 4.3 0.8 80 1 430 1 195 L3 banca acreedora roo- El FMI no ha desembol-cedió un ro/1-over para sado 120 millones de los seis primeros meses dólares que quedaban de 1985 para el JliiiJl de pendier1es de u~ présta-obligaciones del orden mo stand-by debido al de 120 millones de d6- incumplimiento del lares que vencían en d~ programa económico. cho período.

Total y Promedio 348 51.5 56.8 904 830

1. Exportaciones de bienes totales. • Incluye sólo intereses. Fuente: CEPAL, Balance preliminar de la economía latinoamericana en 1984, núm. 409-410, enero 1985. CELADE, Boletín Demográfico, año XVII, núm. 33, Santiago

de Chile, enero de 1984.

recuento latinoamericano

Asuntos generales

América Latina en la ONU

En conmemorac ión del 40 aniversario de la fundación de la Organización de las Na­ciones Unidas, diversos jefes de .Estado y de Gobierno de América Latina a<;udieron en septiembre a externar personalmente en la Asamblea General la posición de sus países en algunos problemas mundiales y regiona­les. En otros casos asistieron, en represen­tación de los mandatarios, los canci lleres co­rrespondientes. A continuación se ofrece un breve resumen de las expresiones que se destacaron en la prensa internacional:

• El presidente de Perú, Alán Garda, cri-

ticó duramente al FMI el 23 de septiembre y advirtió que dicho organismo " no tiene autoridad moral para hacer la pedagogía de la austeridad en nuestros países". El Presi­dente peruano reiteró que su país sólo des­tinará al pago de la deuda 10% de sus ex­portaciones. Asimismo, llamó a la unidad de los Países No Alineados en el tema de la deuda, a fin de propiciar un diálogo político en la materia que incluso trate cuestiones relativas al nuevo orden económico inter­nacional.

• El mismo día, José Sarney, Presidente de Brasil, dijo que su pueblo había llegado "al límite de lo tolerable" e hizo un llamado a los dirigentes de los países industrializa-

dos para que se decidan a atender los pro­blemas de la deuda externa. Añadió que su país no aceptará fórmulas recesivas. " No pagaremos la deuda con desempleo, ham­bre y crisis socia l", dijo.

• En la misma fecha, los cancilleres, Dan­te Caputo, de Argentina, y Augusto Ramírez Ocampo, de Colombia, también hablaron en la Asamblea General. El primero advir­tió que "el crecimiento económico está di­rectamente asociado con la estabilidad de la democracia, y que ambos se ven seria­mente comprometidos porque gran parte de los recursos de nuestros países se destinan al pago de la deuda". Por su parte, el re­presentante colombiano señaló la urgencia

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de atender el problema de la deuda latinoa­mericana "antes de que se produzca un ca­taclismo" .

• El 24 de septiembre, el presidente uru­guayo, julio Sanguinetti, denunció la insen­sibi lidad de los países industriales, que per­sisten en ignorar el origen de la crisis de la deuda y que además cierran todos los posi­bles caminos de so lución. "No esperamos -dijo- actos caritat ivos ni alentamos mo­ratorias anacrónicas; só lo pedimos mejores términos de comercio y más tecnología que nos permita vender para poder pagar, por­que rechazamos la alternativa de pagar y renunciar a crecer, al mismo tiempo que sa­bemos que desconocer las deudas alfombra el camino de la irresponsabilidad ."

• El 25 de septiembre, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Bernardo Sepú lveda, leyó el discurso del presidente Miguel de la Madrid, que se reproduce en este mismo número, p. 1012.

• El mismo día el Grupo de Cartagena convocó a una conferencia extraordinaria de ministros de finanzas y canc illeres lati­noamericanos, para defini r acciones espe­cíficas de los deudores frente a los acreedo­res. Los funcionar ios reunidos aprobaron por unanimidad una resolución en la que se solicita la adopción de medidas concretas para afrontar la precaria situación económi­ca y las crecientes exigenc ias de la deuda.

• El 26 de septiembre habló ante la Asam­blea General el presidente de Panamá, Ni­colás Ardito Barletta, qu ien afirmó que la paz y la seguridad de la región dependen de la solución de las necesidades de sus pue­blos y de la mejoría de los niveles de vida. El jefe de Estado panameño recalcó que "los P,aíses industrializados deben mantener abier­tos sus mercados a las exportac iones de los países en desarrqllo" .

• El mismo día, el ministro de Re.laciones Exteriores de Ecuador, Edgar Terán, dijo que "el problema del endeudam iento debe ser responsabilidad común de deudores y acree­dores" y que la única solución efectiva pro­vendrá de la restructuración de las políticas económicas preva lecientes.

• Por último, el 30 de septiembre el presidente de Venezuela , Jaime Lusinchi, advirtió que los avances logrados en las restructuraciones de la deuda externa lati­noamericana sólo han retrasado el enfren­tamiento entre acreedores y deudores y el colapso del sistema fianciero internacional.

Lusinchi afirmó que es una aberración

económica e histórica que en los últimos tres años América Latina haya transferido a los países industrializados el doble de los recur­sos que el Plan Marshall destinó a la recons­trucción de Europa. Agregó que es imposible que la región siga siendo una exportadora neta de cap itales que financien los déficit y altos niveles de vida de los países industria-lizados. O ·

Centroamérica

Contadora : reunión con ministros centroamericanos

Los cancilleres del Grupo de Contadora se reunieron en la ciudad de Panamá el 12 y 13 de septiembre, ocasión en la que entre­garon a sus homólogos de Costa Rica, El Sal­vador, Guatemala, Honduras y Nicaragua el proyecto final del Acta para la Paz y la Coo­peración en Centroamérica . Al mismo tiem­po acordaron llevar a cabo una reunión de plenipotenciarios el 7 de octubre con la fina­lidad de d iscutir exclusivamente los puntos sobre contro l y reducción de armamentos, y sobre mecanismos de ejecución y segu i­miento en materia de seguridad política y maniobras militares.

Por otra parte, dado el incremento de las tensiones entre Honduras y Nicaragua pro­vocadas por diversos incidentes militares en la zona fronteriza, el 15 de septiembre los cancilleres de Colombia, Perú y Venezuela, en representac ión del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo de Lima, exhortaron a los gobiernos hondureño y nicaragüense a buscar una solución pacífica. O

Argentina

La She/1 abandonó proyecto petrolero

La empresa transnacional Shell comun icó al Gobierno argentino, el 3 de septiembre, la suspens ión del proyecto de explorac ión y explotación petrolera en la zona marítima del estrecho de Magallanes, porque resultó económicamente inaceptable. El ministro ar­gentino de Energía, Conrado Storani, declaró que la Shell decidió retirarse al comprobar que la estimación inicial del depósito, de sie­te millones de metros cúbicos de crudo, sólo resultó ser de cuatro millones de metros cúb icos.

Crédito del BID

El 4 de septiembre, el BID otorgó al gobier­no de Raúl Alfonsín un préstamo de 60.3 mi-

sección latinoamericana

!Iones de dólares, que se destinarán a finan­ciar la ampliación del gasoducto del norte, para aumentar su capacidad de transporta­ción en 4 millones de metros cúbicos dia­rios de gas. Dicho gasoducto de 2 805 km, tendrá después de su ampliación una capa­cidad de 13.5 mi llones de metros cúbicos diarios. El proyecto tendrá un costo total de 180 millones de dólares, de los cuales el Gobierno argentino aportará 70% y el res­to el BID. El empréstito se amortizará en 15 años, con cuatro años seis meses de gracia y una tasa de interés variable, según los de­sembolsos anuales.

Se eliminó el secreto bancario

Tras 12 horas de intensas negociaciones, el 28 de septiembre el Congreso argentino de­cretó la el iminación del secreto bancario y bursáti l. En la ley respectiva se estab lece que los bancos deberán proporcionar la in­formación que, "en cumplimiento de sus funciones legales, [les] solicite la Dirección General Impositiva". En materia bursátil se establece que la información requerida no podrá referirse a "operac iones en curso de realización o pendientes de liquidación" . O

Bolivia

Devaluación de 7 366.66 por ciento

El Banco Centra l decretó el 2 de septiem­bre una nueva devaluación del peso boli­viano frente al dólar, de 1 366 .66%. Desde ahora, las operaciones a un tipo de "cam­bio único, real y flexible" se realizarán los martes y jueves, "sobre la base de la oferta oficial de dólares y la demanda de personas jurídicas e indiv iduales" .

Préstamo para la agricultura

El 17 de septiembre, el Gobierno estado­unidense otorgó a Bolivia un crédito por 25· millones de dólares, que se utilizarán para importar maquinaria, repuestos y materias primas y así reactivar y mejorar la capaci­dad del sector agrícola, aumentar la oferta de productos y crear nuevos empleos.

Estado de sitio

El 19 de septiembre, el gobierno de Víctor Paz Estenssoro decretó el estado de sitio y el toque de queda a partir de las 24 horas en todo el país, "para asegurar la paz públi­ca y evitar excesos por parte de los sectores sindicales" . Asimismo, más de 40 líderes sin-

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comercio exterior, octubre de 1985

dicales de la Central Obrera Boliviana (COB) fueron arrestados.

La decisión fue tomada ante la ola de mo­vimientos huelguísticos que se iniciaron el 2 del presente mes, en protesta por las me­didas económicas puestas en vigor (conge­lación de salarios hasta el 31 de diciembre próximo, descentralización de las empresas estatales de minería y petróleo, flotación del peso, liberación de precios de bienes y ser­vicios, libre importación de bienes, libertad para contratar y despedir trabajadores y re­localización de la mano de obra) y en de­manda de reivindicaciones económicas y salariales.

Al día siguie.nte, la Cámara de Diputados demandó la revocación del estado de sitio. El 23 del mismo, luego de 20 días de huelga general, el Gobierno instó a los trabajado­res a regresar a sus fuentes de trabajo "bajo la amenaza de ser sancionados por la Ley General del Trabajo, que prevé suspensión de pago de salarios y despidos". D

Brasil

Expropiación de tierras

El 5 de septiembre, el presidente José Sarney decretó la expropiación de once haciendas (13 576 ha.) en el estado de Santa Catarina, y de 2 842 ha. en el de Bahía. Las tierras se entregarán a 1 113 familias campesinas y ·pequeños agricultores.

Defensa del mercado interno para la industria nacional de computadoras

El 9 de septiembre, el presidente José Sarney convocó a una reunión ministerial para ana­lizar la amenaza del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan (lanzada el 7 del mismo mes), de suspender las importacio­nes de productos brasileños si el gobierno de Sarney no cancela su política proteccio­nista en torno al mercado de las mini y mi­crocomputadoras procedentes del extranje­ro. En este renglón en 1974 las empresas transnacionales vendieron en el mercado brasileño 881 millones de dólares, mientras que la industria nacional realizó ventas por 845 millones de dólares. Al día siguiente, el Gobierno informó que no discutirá en forma bilateral la reserva del mercado a la indus­tria nacional de computadoras y que lleva­ría el caso al GATI.

El 23 de septiembre, el Gobierno reiteró

su decisión de proteger la industria nacio­nal de computadoras, porque " la ley de la informática representa la expresión de las as­piraciones nacionales de progreso, libertad y autonomía".

El Banco do Brasil canceló agencias en el extranjero

El Banco do Brasil decretó el11 de septiem­bre el cierre definitivo de diez agencias en América Latina y Estados Unidos (Mendoza, Argentina; Rivera y Paysandú, Uruguay; An­tofagasta, Punta Arenas y Concepción, Chile; Cochabamba, Bolivia; Puerto Rico y Colón, Panamá, y Dalias, Texas). La medida es pa­ra reducir el gasto de la institución en 3.5 millones de dólares anuales.

Huelga en el sistema bancario

El 13 de septiembre, 700 000 empleados bancarios reiniciaron sus labores, tras 48 ho­ras de huelga en demanda de un incremento salarial de 100%, con retroactividad de un semestre. Los trabajadores obtuvieron un reajuste salarial de 16% (90% del aumento del costo de la vida), pago de horas extras y bonos. O

Chile

9.9% del valor de las exportaciones para pagar el servicio de la deuda externa

El Banco Central informó el 12 de septiem­bre que en este año Chile deberá pagar a sus acreedores 2 278 millones de dólares, de los cuales 1 799 millones corresponden a inte­reses y 479 millones a amortizaciones. Chile espera exportar 4 474 millones de dólares e importar 2 949 millones, con lo que el saldo comercial sería de 1 525 millones, insuficien­te para atender la deuda y compensar el sal­do desfavorable en la balanza de servicios. D

Ecuador

Reformas a la Ley de Hidrocarburos

El Congreso aprobó el 19 de septiembre un proyecto del Ejecutivo para reformar la Ley de Hidrocarburos, con el objetivo de permitir que las empresas transnacionales participen en la exploración y explotación de hidrocar­buros; también se establece la exención de 100% en los impuestos a las importaciones de bienes de capital que requiera la indus­tria petrolera.

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Empréstitos del exterior

El 28 de septiembre, el Gobierno ecuatoriano recibió créditos por 263.6 millones de dóla­res, destinados a equilibrar la balanza de pa­gos. Dicho monto fue otorgado en la forma sigu iente: Fondo Andino de Reserva, 121.8 millones; Acuerdo de Santo Domingo, 101 .9 millones, y FMI, 39.9 millones. D

Marcha atrás en el incremento de pasajes

Guatemala

El Gobierno militar de Óscar Mejía Víctores decretó el 1 de septiembre un aumento de 50% al pasaje urbano, de 10 a 15 centavos de quetzal. Tal medida provocó, entre otras cosas, manifestaciones de protesta y quema de camiones, que obligaron al Gobierno a derogarla tres días después. Asimismo, se anunció la congelación de prec ios en los artículos de consumo básico y una mejoría salarial para los empleados del sector pú­blico. D

Honduras

Huelga petrolera

Luego de seis días de huelga en demanda de mejoras salariales y otras revindicaciones laborales, el 6 de septiembre los empleados de la empresa petrolera estadounidense Te­xaco Caribbean lncorporated reanudaron sus actividades, tras haber paralizado la eco­nomía nacional. D

Nicaragua

Sigue el hostigamiento

En virtud de las constantes incursiones de los grupos contrarrevolucionarios con el su­puesto apoyo de elementos del ejército hon­dureño; el 19 de septiembre Nicaragua en­vió una nota de protesta al Gobierno de Honduras en la que además señaló el peligro de una guerra de incalculables dimensiones en el área centroamericana . Nicaragua rei­teró al Gobierno hondureño la propuesta, que hiciera el 13 del mismo, de la " necesi­dad imperiosa de reunirse -en cualquier país de América Latina- para acordar me­canismos efectivos y duraderos en la fron­tera común, a través del establecimiento de fuerzas conjuntas de patrullaje". D

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Panamá

Convenio para modernizar el Canal

Los cancilleres de Panamá, jorge Adabía Arias; de Japón, Sh intaro Abe, y el secretario de Estado estadounidense, George Schultz, suscribi eron el 26 de septiembre un acuer­do para rea lizar un proyecto sobre diversas posibi lidades de modernización del Canal de Panamá, con la finalidad de agilizar el comercio y la navegación y auspic iar la paz y el desarrollo de América Central.

El estudio, que deberá estar terminado en 1990, tendrá un costo aproximado de 130 millones de dólares y se referirá a las siguientes opciones: t ransporte a través de contenedores de costa a costa, quizá por medio de ferrocarrril; ampl iar el canal ac­tual; mejorar el sistema de oleoductos y construir, también, una tubería por la cual puedan transportarse minerales pulverizados, en suspensión acuosa.

Dimitió Ardito Barletta

Nicolás Ardito Barletta renunció el 27 de septiembre al cargo de Presidente de la Re­pública. Según se informó, la decisión es consecuencia de la agudización de la crisis económica, política y socia l en gran medida ocasionada por las condiciones de ajuste económ ico pactadas con el FMI y el Banco Mundial.

A l día siguiente, el vicepresidente Erick Arturo del Valle, de 48 años de edad prestó juramento ante la Asamblea Legislativa co­mo nuevo Presidente de Panamá. En su dis­curso de toma de posesión, del Valle declaró que asumía el poder en medio de "un país consumido por la vorágine soc ial, política y económica", con una deuda externa de 4 000 millones de dólares y un índice de de­sempleo de 30 por ciento. D

Impuesto compensatorio estadounidense al acero

Perú

El Ministerio de Industria de Perú informó el lO de septiembre que el Gobierno estado­unidense decretó la aplicación de derechos compensatorios de 76.36% a las importacio­nes de varillas de acero peruano, por con­siderar que dicho producto recibe subsidios gubernamentales.

Por su parte la empresa estatal Siderpe-

rú declaró que las exportaciones peruanas de vari ll as de acero al mercado estadoun i­dense, efectuadas por primera vez en julio pasado, fueron apenas por 1 100 ton, 0.05% de las importac iones anuales de productos siderúrgicos de Estados Unidos.

El 12 del mismo mes, Perú presentó su gueja ante la Comisión Especial de Consul­ta y Negociación (CECON) de la OEA, por considerar que las medidas comercia les de Estados Unidos son lesivas para los países de América Latina y el Ca ribe.

Empréstitos del exterior

La junta del Acuerdo de Cartagena informó el 28 de septiembre que el Gobierno perua­no recibió créditos por 656.1 millones de dólares, que destinará al ajuste de su balan­za de pagos. Los préstamos los otorgaron las siguientes instituciones: FMI, 250 millones de dólares, en DEG; Fondo Andino de Reserva (FAR), 227.5 millones, y Acuerdo de Santo Domingo, 178.6 millones. No se dieron a conocer las cond iciones pactadas. D

Uruguay

Programa quinquenal de ajuste

El presidente Sanguinetti sometió a la con­sideración del Congreso, el 3 de septiembre, un proyeCto quinquenal de presupuesto por el equivalente de 1 100 millones de dólares. Dicho gasto significa recortes en seguridad interna y defensa nacional y aumentos de ed ucación y sa lud pública.

En el mensaje respectivo, el Presidente indicó que se hará un gran esfuerzo en ele­var la recaudación fiscal. Entre otros propó­sitos, el Gobierno deséa reducir a 5% del PIB el déficit fiscal de 1986, en comparación con 10% de 1984.

Carta de Intención con el FMI

El 12 de septiembre se divulgó en Montevi­deo el conten ido de una Carta de Intención con el FMI, noveno documento de este tipo que Uruguay presenta a esa institución des­de 1960. En la Carta se anuncian medidas para bajar la inflac ión a 60% en los doce me­ses de junio de 1985 a mayo de 1986, y a 45% en los subsecuentes doce meses. Tam­bién se anuncia la reanudación en el crec i­miento del PIB, que en los dos años ante­riores ha sido negativo.

Por último se dice que la política de sa­larios será prudente en el sector público, y

sección lat inoamericana

que respecto del sector privado sólo se em i­tirán aprec iaciones, de conformidad con el objetivo de detener la inflación .

Sanguinetti en Italia

Durante su visita de Estado a Italia, en la cual . se entrevistó con el Papa y con el Presi~ente de Italia, entre otros perso¡1ajes, el presiden­te Sanguinetti declaró que "América Latina no podrá pagar sus deudas si no hay creci­miento y que éste necesita sólidas inversio­nes e intercambios comerciales". En una conferencia en Milán, afirmó que Uruguay considera que la CEE hace una competencia desleal en la venta de carnes, que es el prin­cipal producto uruguayo de exportación .

El 30 de septiembre, en Roma, Sangui­netti informó que Uruguay podría atender las obligaciones de su deuda externa, de aproximadamente 5 000 millones de dóla­res, si los países industrializados eliminan sus barreras arancelarias y reanudan sus flujos de inversiones. D

Venezuela

El 8 de septiembre se dio a conocer el in­forme 1984 del Banco Central de Venezuela, en el que se dice que en tal año la econo­mía deneció 1.1%. Al comentar esa infor­mación, el presidente Lusinchi dijo: "estamos saliendo del sótano. Vamos del sótano seis al sótano uno", aludiendo a que el decrecí­miento registrado en 1983 fue de casi 6 por ciento.

En el informe del Banco Central también se dice que las exportaciones venezolanas crecieron 8.3 % respecto. de 1983 y que la posición externa mejoró, pues las reservas internac ionales crecieron 1 320 millones de dólares y el superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos fue de 2 405 millones de dólares.

Misión del Fondo

Como resultado de las negociaciones de Ve­nezuela con la banca privada internacional, una misión del FMI inició el 10 de septiem­bre, en Caracas, un examen semestral del programa de ajustes. Según los analistas lo­ca les, el FMI criticará una vez más el control estatal de la economía venezolana, y evalua­rá los ingresos petroleros del país, que a cau­sa de la baja en los precios del crudo serán insuficientes para cumplir con los pagos pre­vistos en los acuerdos de refrnanciamiento, que ascienden a 4 600 millones de dólares anuales en promedio. D

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Comercio Exterior, vol. 35, núm. 1 O, México, octubre de 1985, pp. 995-997

La poi ítica energética mexicana y el mercado petrolero i n terna e ion a 1 FRANCISCO LABASTIDA OCHOA*

E n virtud de la creciente interrelación de la energía, la socie­dad y la economía, lo que ocurra en el campo energético afec­

ta a todos los países, ya sean exportadores o importadores de hidrocarburos, e independientemente del nivel de desarrollo y de la organización social que tengan. En un país como México, en el que el sector energético desempeña un papel trascendental, su importancia es por demás evidente.

Para este país es vital entender lo que ocurre en el panorama energético del mundo, pues el eslabón más fuerte de nuestras re­laciones económicas con el exterior es el petróleo. Por lo tanto, la interdependencia señalada nos obliga a examinar pemanente­mente y a estudiar a fondo el contexto internacional de las rela­ciones energéticas. Si no se entienden los cambios que ocurren en el ámbito energético mundial, diffcilmente puede compren­derse. lo que pasa y lo que ocurrirá en nuestro país en esta esfera; más diffcil aún sería delinear una estrategia de desarrollo o dar una respuesta eficaz y oportuna a las condiciones variables y com­plejas que se presentan.

Aunque en el contexto energético mundial México no tiene una influencia decisiva, en materia petrolera sí desempeña un pa­pel de primera importancia; el monto de nuestras reservas, de nuestros volúmenes de producción y de nuestras exportaciones así lo determinan. Esto nos impone la responsabilidad de actuar con criterios sólidos, rechazando la tibieza y la improvisación. Es preciso pasar de espectadores a actores del mercado petrolero internacional.

LA SITUACIÓN INTERNACIONAL

D urante el decenio de los setenta presenciamos dos crisis pe­troleras, que se manifestaron principalmente en drásticos

aumentos de precios. Éstos se incrementaron casi en 1 500% en

• Secretario de Energfa, Minas e Industria Paraestatal. Se recogen frag­mentos de la conferencia pronunciada el 7 de agosto de 1985 en la clausura del Tercer Curso de Planificación Energética, celebrado en la Universidad Nacional Autónoma de México. La Redacción hizo pequeños camflios editoriales y es responsable del tftulo y los sub­títulos.

sólo siete años, y llegaron a rebasar, a principios de 1981, los 40 dólares por barril. En los setenta concluyó la época de los ener­géticos baratos que habían sido la base de crecimiento de la eco­nomía mundial , que de 1950 a 1973 evolucionó a una tasa me­dia anual de alrededor de 6 por ciento.

Tal alza de los precios del crudo tuvo un impacto que no ha­bía sido previsto en su profundidad ni en su ritmo por los analis­tas ni por los productores de petróleo. Las modificaciones de pre­cios influyeron de manera directa e indirecta en el ritmo de cre­cimiento, en los salarios y los precios de diversas materias primas, y en el desarrollo de tecnologías. Las transformaciones a que die­ron lugar han madurado parcialmente y se han convertido en es­tructurales, como lo demuestran las exitosas políticas de ahorro y de diversificación energética; otros cambios y evo luciones es­tán aún por llegar.

Aunque las predicciones económicas siempre tienen grandes riesgos, podemos tratar de vislumbrar el futuro inmediato con base en la información disponible y en una técnica confiab le de pro-yección. ·

Por el momento, parece razonable suponer que en los años próximos el crecimiento anual del producto de los países desa­rrollados será menor de 3%. Es permisible, además, inferir que algunas ramas industriales altamente consumidoras de energía no crecerán, porque existe una amplia capacidad instalada que per­manece ociosa, que es capaz de cubrir las necesidades hasta el año 2000. En cambio, las ramas económicas de mayor dinamis­mo serán aquellas que consuman poca energía o que incluso la ahorren.

De lo anterior puede concluirse que en los próximos años el consumo de energía total no crecerá mucho. Tampoco va a ha­cerlo, por ende, el consumo de petróleo.

En el decenio anterior, los incrementos de los precios del cru­do descansaron en varias premisas básicas, cuya permanencia se dio por sentada: 7) el consumo creciente de energía; 2) el carác­ter del petróleo como fuente casi insustituible de energía, y 3) el agotamiento progresivo de los hidrocarburos.

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La concepción de que el consumo de energía seguiría el rit­mo ascendente observado en el pasado resultó infundada, pues como respuesta a la elevac ión de.los precios del petróleo, los paí­ses industrializados implantaron políticas de ahorro y uso eficiente de energía; de ese modo, lograron abatir aquella tendencia e in­cluso romper la relación lineal entre crecimiento económico y crecimiento del consumo de energéticos.

Esa t ransformación se inició desde 197 4 y se aceleró después de 1979. Entre este último año y 1983 el consumo mundial de petróleo se redujo en casi 7 millones de barriles diarios (b/d); en los países desarrollados ello representó una tasa de decremento anual del consumo de petróleo de 5%. Asimismo, en el decenio 1974-1983 los países de la OCDE registraron reducciones de 35% en el consumo de petróleo, lo cual provocó que la elasticidad de ese consumo con respecto al PIB bajara a menos de la unidad, hasta situarse en 0.4.

La segunda premisa, también equivocada, fue la creencia de que el petróleo era una fuente insustituible de energía. El aumento de los precios del crudo, al modificar también la estructura de precios relativos de los energéticos, elevó la competitividad de otras fuentes de energía y propició la· diversificación del balance energético a favor de éstas, sobre todo el gas, el carbón y la ener­gía nuclear. Así, la participación del petróleo ·en el consumo de energía de los países de la OCDE disminuyó de 54% en 1973 a 44% en 1983; en cambio, el gas natural, el carbón y la energía nuclear, aumentaron su participación en dicho consumo.

La tercera premisa, la creencia generalizada en un supuesto agotamiento progresivo y prematuro de los recursos petroleros, propició que muchos países, desarrollados y subdesarrollados, hi­cieran considerables esfuerzos tendientes a revalorar sus reser­vas energéticas, aumentando así sus potencialidades. futuras. A partir de los incrementos de 1973, la mayor actividad explorato­ria en zonas no explotadas antes dio lugar, aunque en menor me­d ida, a un aumento significativo de las reservas mundiales pro­badas de hidrocarburos, lo que a su vez redundó en la incorpo­ración de más países productores al mercado petrolero.

De ese modo, en los últimos cuatro años han entrado al mer­cado intern acional del petróleo nuevos países exportadores, al mismo tiempo que algunos países importadores han aumentado su producción interna, con lo cual satisfacen su consumo, cada vez en mayor medida, con recursos propios. Algunos especialis­tas afirman que antes de finalizar la actual década se agotarán las reservas de estos países; otros sostienen que, independientemente de ello, día a día se descubren nuevos yacimientos. Es muy difícil prever lo que ocurrirá en los 13 países de la OPEP y en otros 20 que no pertenecen a dicha organización. Paradójicamente, lo úni­co cierto es la incertidumbre. Pero si la incertidumbre está pre­sente, debemos hablar de ella, no para quejarnos, sino para in­corporarla en nuestros análisis en calidad de constante.

Un conjunto de poco más de 20 países no miembros de la OPEP, incluida la URSS, ha venido incrementando su oferta de cru­do en alrededor de un millón de b/d por año. De esta manera se ha generado una gradual sobreoferta de petróleo, a pesar de que la OPEP disminuyó notablemente su volumen de producción, de 30.9 millones de b/d en 1979 a 17.5 millones en 1983 y a 14.5 millones en la actualidad .

En resumen, nadie imaginó que estos cambios se producirían

la polft ica energética mexicana y el mercado

con la rapidez y profundidad que presentan . Hubo, además, po­líticas que impidieron prever los cambios estructurales que ha­brían de suscitar las drásticas elevaciones de los precios del petróleo.

Las transformaciones señaladas son parte de un escenario mun­dial caracterizado por un menor ritmo de crecimiento de la eco­nomía, un rápido cambio en la estructura industrial y en los pa­trones de desarrollo, y un veloz avance tecnológico. Al mismo tiempo, han cobrado impulso ramas industriales de punta, poco intensivas en el uso de energía, o que incluso la ahorran. Desta­can las telecomunicaciones, la biotecnología, la robótica y la elec­trónica. En cambio, ramas intensivas en el uso de energía, como la siderurgia y la petroquímica, presentan un relativo estancamien­to y una elevada sobrecapacidad.

La difícil situación actual del mercado petrolero se caracteriza por una sobreoferta de crudo, una demanda prácticamente es­tancada y un muy amplio exceso de capacidad instalada. A estos factores se han sumado, en el presente año, otros de carácter es­tacional y coyuntural, que amenazan aún más la estabilidad del mercado. Desde el punto de vi sta estacional, por ejemplo, el se­gundo y el tercer trimestre son los de más bajo consumo, con magnitudes de 2.0 a 2.5 miles de millones de b/d menos que en el primero y en el cuarto trimestres.

Si ante esta baja estacional del consumo se mantiene constante la producción, se agudiza el exceso de oferta. Así, algunos produc­tores recurren al mercado ocasional y a prácticas de descuentos, trueques u otros mecanismos comerciales que implican precios menores que los oficiales. Tales prácticas han sido particularmef1te graves este año, pues a esa presión se sumó la de los países con­sumidores, que hicieron uso de sus inventarios para forzar el pre­cio a la baja.

A lo anterior se agrega un nuevo factor: Arabia Saudita anun­ció que no estaba dispuesta a continuar recortando su produc­ción para estabilizar los precios. De hecho, este país puede aumen­tar de inmediato su producción hasta 5 millones de b/d, y hasta 10 millones en un p)azo de doce meses. En su conjunto, en el curso de un año, la OPEP podría incrementar su producción has­ta 30 millones de b/d, el doble de su producción actual. Obvia­mente, el efecto en los precios sería catastrófico.

· Para el resto del presente decenio, y pese a la gran incertidum­bre reinante, la mayoría de los pronósticos coinciden en que la tasa de crecimiento de la economía mundial será moderada, no mayor a 3% al año en promedio. Ello, aunado al proceso de re­conversión industrial y a la continuación de los esfuerzos de ahorro y diversificación, repercutirá en el ritmo de crecimiento del con­sumo de energía.

En el caso del petróleo, las previsiones señalan crecimientos aún más lentos. Así, se est ima que en los próximos cinco años, el incremento anual de la demanda será de sólo 300 000 a 600 000 bid, lo cual significa una tasa de alrededor de 1 "'o . En tal situa­ción, los países no miembros de la OPEP podrían cubrir el100% del crecimiento de la demanda y la OPEP tendría que mantener su producción en un máximo de 16 millones de b/d, lo que augura -la continuación de presiones sobre los precios. En este escena­rio, la disciplina que guarden los productores más importantes será indispensable para evitar fuertes tendencias a la baja. Sin em­bargo, también hay que tener en cuenta que en el mercado pe-

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comercio exterior, octubre de 1985

trolero no hay producción marginal y que cualquier volumen adi­cional afecta de manera inmediata a los precios.

El gran número de países exportadores hace muy difícil pre­decir las tendencias. Sin embargo, es probable que algunos ex­portadores netos disminuyan en un futuro previsible su produc­ción, lo que ocasionaría una baja en la oferta y en el exceso de capacidad instalada. De acuerdo con esto, hay un alto grado de probabilidad de que en el transcurso de los años noventa cam­bie la actual tendencia, favorable a los pafses productores.

Asimismo, esta perspectiva brindarfa a pafses como México no sólo una nueva situación favorable, sino también la responsabili­dad de usar el petróleo con ponderación y realismo, evaluando los hechos con objetividad, sin creer en falsas o engañosas pre­misas. Sólo de ese modo es posible revalorizar un recurso estra­tégico para nuestra sociedad.

PANORAMA NACIONAL

Para México resulta indispensable reconocer estos cambios y tener una visión clara de sus alcances. En efecto, desde 1982

las perspectivas del mercado petrolero han sido diffciles. Al ini­cio del actual gobierno, la polftica petrolera buscaba no tanto ma­ximizar los beneficios cuanto minimizar pérdidas, evitar riesgos y garantiza'r un adecuado ingreso de divisas. También se postula­ba la necesidad de ampliar el horizonte energético nacional y de coadyuvar a la estabilidad del mercado internacional. Asimismo, se planteaba la disyuntiva de buscar la estabilidad o de iniciar una crisis de precios en el mercado mundial de hidrocarburos. Méxi­co optó por lo primero, decisión que responde al firme propósito de asegurar una adecuada valoración del petróleo, a fin de man­tener un flujo estable de ingresos sobre el cual sentar el desarrollo.

En el ámbito interno se trataba de modificar una situación cu­yas tendencias apuntaban, a mediano plazo, al consumo excesi­vo e irracional de energfa, a una oferta muy dependiente de los hidrocarburos, a un potencial productivo poco flexible, a la dis­minución de las reservas y a la abrupta reducción de las exporta­ciones petroleras. En última instancia, dejar la evolución del sec­tor energético a las fuerzas de la inercia significaba caer en un cfrculo vicioso, con el resultado final de haber canalizado cre­cientes inversiones para acelerar el agotamiento de las reservas.

Ante esta situación, y sin soslayar el horizonte de largo plazo, la planeación del sector energético afrontaba un doble reto in­mediato: en lo interno, responder a las demandas del desarrollo del pafs y apoyarlo de manera efectiva, sin crear desequilibrios en la economfa; en lo externo, ajustarse a un escenario mundial complejo y cambiante, sin menoscabo de la soberanfa e indepen­. dencia nacionales. La decisión polftica se plasmó en las diversas acciones que fundamentan e integran el Programa Nacional de Energéticos 1984-1988.

El Programa establece, como objetivo fundamental, mantener la autosuficiencia energética presente y futura del pafs, al menor costo posible. Para alcanzarlo, se procurará aumentar el margen de maniobra del sector energético, de modo que tenga la posibi­lidad, a mediano y largo plazos, de incrementar su capacidad para satisfacer los crecientes requerimientos internos de energfa, man­tener una plataforma de exportación petrolera de alrededor de un millón y medio de b/d y ampliar su apoyo al resto de la eco­nomfa y a la industria.

997

No debe pasarse por alto que la diffci l situación económica del pafs ha obligado a efectuar ajustes en el sector energético, para adaptarlo a los cambios del contexto económico nacional e internacional y corregir con rapidez las desviaciones. Es por ello que las lfneas estratégicas se han adecuado para responder a esta coyuntura. En este sentido, se necesita intensificar esfuerzos y con­solidar los avances logrados en el ahorro de energía.

La diversificación de fuentes energéticas, por su parte, debe adecuarse a la disponibilidad de recursos financieros, toda vez que su desarrollo requiere elevadas inversiones. Aunque se con­tinúan los programas de ahorro y diversificación, llevan un ritmo mucho menor al previsto y el inicio de la mayor parte de los pro­gramas ha debido postergarse.

' A fin de contribuir al reordenamiento en que está empeñada

toda la sociedad, el sector energético ha hecho hincapié en las acciones que permitan, en el plazo más breve posible, elevar la productividad, fomentar las exportaciones e impulsar la sustitu­ción de importaciones.

En materia de polftica petrolera internacional, México conti­nuará manteniendo su activa y responsable presencia en el mer­cado, siempre en defensa de los intereses nacionales. Seguimos, pues, comprometidos en una polftica de colaboración y concer­tación, orientada a prevenir una crisis petrolera.

El presidente Miguel de la Madrid ha señalado que para supe­rar la crisis económica nacional se están aplicando medidas pro­fundas y radicales . El sector público ha dado ejemplo de cómo actuar ante situaciones adversas, conservando el rumbo y reafir­mando su rectoría económica y su compromiso con las clases populares.

Si bien la energfa es una condición sine qua non del desarrollo de cualquier pafs, no basta tenerla para lograrlo. La mera explota­ción de recursos energéticos no es ninguna garantfa de desarrollo económico y social automático, y mucho menos inmediato. La energfa puede servir como palanca del desarrollo, pero también puede frenarlo si se la concibe como puerta hacia una vida fácil. Para que la energfa sirva efectivamente al desarrollo es imperati­vo no sólo producirla en cantidades y calidades suficientes, sino también darle una utilización apropiada.

Los recursos energéticos, en especial el petróleo, pueden ser un obstáculo si una sociedad se conffa en que una dotación abun­dante es suficiente para lograr el desarrollo y, en consecuencia, no se esfuerza en diversificar en mayor medida su economfa, ele­var su productividad, mejorar el nivel de vida de la población, generar empleo, dar competitividad externa a los productos no petroleros, y demás caracterfsticas que hacen que una economfa finque su desarrollo sobre bases sól idas .

En sfntesis, contar con abundancia de petróleo remueve res­tricciones al desarrollo y a su financiamiento, pero no resuelve el problema del subdesarrollo. Para cambiar un pafs es preciso efectuar un trabajo concertado, que requiere del esfuerzo de todo un pueblo y su gobierno, y de la utilización de todos los recursos -naturales, humanos, financieros y tecnológicos-. También es menester adecuarse a los cambios tecnológicos mundiales y de­sarrollar los recursos humanos mediante una polftica de capacita­ción de largo plazo. Los recursos naturales no renovables se ago­tan, pero si se invierte en preparar a la población, jamás se agotará la riqueza de un pueblo. O

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Comercio Exterior, vol. 35, núm. 10, México, octubre de 1985, pp. 998-1006

Hacia la diversificación de la dependencia

Los vínculos económicos de Nicaragua con los países socialistas RUBÉN BERRÍOS

MARC EDELMAN *

INTRODUCCIÓN

E n el curso de los últimos 15 años, América Latina, por la cual habían manifestado escaso interés, se ha convertido en un foco

de atención de la URSS y de los países socialistas de Europa Orien­tal. A favor del nacionalismo creciente en dicha zona y de la dismi­nución de las tensiones entre el Este y el Oeste gracias a la détente, los países mencionados han logrado ampliar sus relaciones diplo­máticas y comerciales con la mayoría de los integrantes de la re­gión . Los principales estados latinoamericanos han logrado con­formar un consénso político más amplio, así como una mayor autonomía en la conducción de sus relaciones exteriores, y han conseguido ventajas económicas concretas merced a la diversifi­cación de aquél las . Varios países han utilizado sus vínculos re­cientes con la Unión Soviética y sus aliados como un medio para fortalecer su posición frente a Estados Unidos y como otra fuente de comercio, créditos y ayuda técnica. Por su parte, los países soc ialistas, en especia l la Unión Soviética, han aumentado su ac­tividad comercial con diferentes países de América Latina, sin parar mientes en su tipo de gobierno. 1

En este artículo se estudian las relaciones económicas, el co­mercio y la ayuda que han tenido lugar entre los países socialis­tas y Nicaragua después de 1979.2 Antes de julio de dicho año,

1. Un interesante análisis de las relaciones· entre la Unión Soviética y América Latina se encuentra enCole Blasier, The Giant's Rival: The USSR and Latín America, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1983. El punto de vista de un país socialista sobre el papel de los otros miembros del CAME se puede consultar en A. l. Sizonenko et al. , Los pafses del CAME

y América Latina, Editorial Progreso, Moscú, 1983. 2. Para los fines de este artículo, la expresión "países socialistas" de­

signa a los miembros plenos del CAME, lo mismo que a otros países, tales como Yugoslavia, Albania, China y Corea del Norte, que se consideran a sí mismos socialistas.

• Los autores son, respectivamente, Investigador Asociado del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), en Lima, e Investigador Aso­ciado del North American Congress in Latin America (NACLA), en Nue­va York. [Traducción del inglés de Sergio Ortiz Hernán)

los víncu los comerciales entre ese país centroamericano y los so­cialistas de Europa Oriental eran prácticamente im!xistentes.3

Después de que los sandinistas tomaron el poder, en julio de 1979, los primeros gobiernos soc ialistas que abrieron embajadas en Ma­nagua fueron el de Cuba, en agosto, y el de Viet Na m, en septiem­bre. La URSS estableció relaciones con el Gobierno sandin ista en octubre de 1979, tres meses después de la caída de Somoza, igual que lo hicieron diversos países de Europa úriental y Mongolia. Entre los países socialistas que establecieron vínculos diplomáti­cos con Nicaragua se incluyen Albania (noviembre de 1979), Co­rea del Norte (diciembre del mismo año), Yugoslavia (marzo de 1980) y Polonia (agosto de 1980).

NO ALINEACIÓN Y DIVERSIFICACIÓN DE RELACIONES

E n ocasiones se entiende incorrectamente el concepto de no alineación como si supusiera neutralidad o equidistancia en

los asuntos internacionales; no obstante, el término se definió en torno a un conjunto de principios específicos durante la primera reunión del Movimiento de los No Alineados (MNA), celebrada en El Cairo, en 1961 . Los países no alineados, conforme a los cri­terios del MNA, son aquellos qu~ no participan en pactos béli­cos, no conceden bases militares a las grandes potencias, basan su política exterior en la coexistencia pacífica y apoyan los movi­mientos de liberación nacional.4 Diez años antes del derroca-

3. Formalmente, Nicaragua y la Unión Soviética establecieron relacio­nes diplomáticas en 1944, aunque no intercambiaron representantes y los víncu los carecieron de importancia práctica. Véase la entrevista a Yu­ri Volskii, difundida desde Managua y que se recoge en Foreign Broad­cast lnformation Service-Latin America (FB/5-LAM ), 22 de octubre de 1979. Las relaciones comerciales entre Nicaragua y los países socialistas, ante­riores a la Revolución pueden estudiarse en jorge l. Zumarán, " El comercio de los países latinoamericanos con los del CAME" , en Comercio Exterior, vol. 31, núm. 12, México, diciembre de 1981, p. 1428, y también en Ri­cardo Acciaris, " Nicaragua-Pays Socialistes: Vers la Consolidation de Liens Économiques?", en Problemes d 'Amérique Latine, vol. 74, núm. 4, Pa­rís, 1984, p. 107.

4 . Peter Willetts, The Non Aligned Movement: The Origins of a Third World A/liance, Frances Pinter, Londres, 1978, pp. 18-19, y William Leo­Grande, " The Evolution of the Non Aligned Movement, en Problems of Communism, vol. 29, núm. 1, enero-febrero de 1980, p. 37.

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comercio exterior, octubre de 1985 999

CUADRO 1

Nicaragua: balanza de comercio por regiones económicas, 7980-7983 (Miles de dólares)

Exportaciones Importaciones Saldos

Regiones 1980 1981 1982 1983 7980 7987 1982 7983 7980 7981 1982 1983

Países en desarrollo 87 612 145 835 103 489 1 os 057 513 592 sos 740 363 682 355 564 -425 980 -359 905 -260193 -250 507 MCCA 75 429 70 813 52 120 33 476 300 561 210 504 116 947 123 571 -225 132 -139 691 - 64 827 - 90 095 ALA DI 313 10 816 14 530 9 120 179 612 260 303 211 227 189 300 -179 299 -249 487 -196 697 - 180180 Otros 11 870 64 206 36 839 62 461 33 419 34 933 35 508 42 693 - 21 549 29 273 1 33 1 19 768

Del Caribe 7 677 9 617 8 998 4 990 26 090 25 277 13 036 27 671 - 18 413 - 15 660 - 4 038 - 22 681 De Asia 2 738 54 589 27 841 57 471 7 306 9 586 22 472 15 022 - 4 568 45 003 S 369 42 449 De Europa 1 455 23 70 1 432 70

OCDE 350 718 325 099 272 103 271 186 371 439 460 601 320 264 315 691 - 20 721 -135 502 - 48 161 - 44 sos Estados Unidos 162 351 131 132 90 073 77 741 243 589 262 886 147 398 156 680 - 81 398 -131 754 - 57 325 - 78 939 CEE 129 496 98 661 95 058 110 763 69 638 114 472 109 144 78 449 59 858 - 15811 - 14 086 32 314 Otros de la OCDE 58 871 95 306 86 972 82 682 58 212 83 243 63 722 80 562 659 12 063 23 250 2 120

CAME 12 .]]2 37 33 1 29 857 55 oso 1 966 32 787 89 032 133 574 10 146 4 544 - 59 175 - 78 524 Europa OrientaP 12 112 24 843 28 585 36 748 1 615 24 557 58 451 91 778 10 497 286 - 29 866 - 55 030 Otros del CAME2 12 488 1 272 18 302 351 8 230 30 581 41 796 351 4 258 29 309 23 494

Otros 2 214 312 2 569 2 086 214 312 2 569 2 084

Total 450 442 508 265 405 449 431 295 887 211 999 440 775 547 806 915 -436 769 -491 175 -370098 -375 620

l . Comprende a la URSS, Polonia, Checoslovaqvia, la ROA, Bulgaria, Rumania y Hungría. 2. Incluye a Cuba, Viet Nam y Etiopía. Fuente: Directorio de Planeación, con base en los listados compi lados por el Ministerio de Comercio Exterior y la DGA; Boletín Estadístico, núm. S,

Comercio Exterior 1982-7983, Ministerio de Comercio Exterior, 1984.

miento de Somoza, los sandinistas afirmaron que, una vez en el poder, la base de sus relaciones exteriores sería el principio de la no alineación. En 1969, en la primera de sus declaraciones programáticas importantes antes de la Revolución, los sand ini s­tas propugnaron " una política exterior independiente" y afirma­ron que podrían "aceptar ayuda económica y técnica de cual­quier país, siempre que no entrañara compromisos políticos." 5

Desde 1979, Nicaragua ha aplicado una política exterior in­dependiente y de no alineación, y ha aumentado a más del do­ble el número de países con los cuales mantiene relaciones diplomáticas.6 La diversificación de las relaciones políticas y eco­nómicas ha sido un elemento medular de su polf~ica exterior, así como un factor crítico para su supervivencia. Antes de 1979 te­nía fuertes vínculos comercia les y financieros con Estados Uni­dos. Los sandinistas han tratado de corregir este desequilibrio, bus­cando de manera pragmática ampliar el conjunto de sus socios comercia les. Los planificadores nicaragüenses se refieren al ob­jetivo de diversificar las relaciones económ icas como un modelo de "cuatro piernas", basado en vínculos con otros tantos grupos: Estados Unidos, el principal socio tradicional del país; América Latina, incluyendo a los miembros del MCCA; otros países desa­rrollados de Europa Occidental, así como Japón, los países socialis­tas y los no alineados. Las relaciones comerciales con las naciones en desarrollo (por ejemplo, México, Argentina, Brasil, Libia, Argelia

S. Programa Histórico del FSLN, 7969, Departamento de Propaganda y Educación Política del FSLN, Managua, 1984, pp. 34-35.

6. Alejandro Bendaña, "The Foreign Policy of the Nicaraguan Revo­lution", en Thomas W. Walker (ed .), Nicaragua in Revolution , Praeger, Nueva York, 1982, p. 322.

e Irán) y con las socialistas se han elevado en términos absolutos y relativos. El crecimiento permanente de estas relaciones ha coin­cidido con una caída del monto del comercio con Estados Uni­dos (véanse los cuadros 1, 2 y 3). 7 Pese a que, a principios de 1985, la participación de este país en el comercio exterior de Nica­ragua era aún casi tan grande como la de todos los países socia­listas en conjunto, aquél ya ha perdido la posición de abrumador dominio que alguna vez tuvo en el mercado nicaragüense.

Aparte de su tradicional dependencia con respecto a un pe­queño número de mercados y proveedores, Nicaragua se enfrenta a muchas de las dificultades económicas que caracterizan al resto de América Central. Sus términos de intercambio (el precio relativo de sus exportaciones mayoritariamente agrícolas comparado con el costo de sus importaciones de productos manufacturados) pa­decen una declinación secular y sólo de 1981 a 1984 descendie­ron 26.6%.8 La deuda externa del país, exacerbada por altas ta­sas de interés, asciende en la actualidad a más de 4 000 millones de dólares, la más elevada de América Central en términos per cápita.9 Los pagos de intereses absorbieron por sí solos 33% de

7. Los datos de los cuadros 1 y 2 se obtuvieron del Boletín Estadfstico, núm. S, publicado por el Ministerio de Comercio Exterior. Los datos no publicados del Banco Central de Nicaragua sobre ese comercio para los mismos años difieren ligeramente, aunque ambas series muestran la mis­ma tendencia. El cuadro 3 se basa en cifras de dicho instituto central, di­fundidas por la Embajada de Nicaragua en Washington.

8. CEPAL, Notas sobre la Economfa y el Desarrollo, núms. 409/410, enero de 1985, p. 15.

9. The New York Times, 27 de marzo de 1985, y José Luis Corragio y George lrvin, "Revolution and Pluralism in Nicaragua", en Millennium: journal of lnternational Studies, vol. 13, núm. 2, verano de 1984, p. 197.

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1000

CUADRO 2

Nicaragua: comercio exterior por regiones económicas, 1980-1983 (Porcentajes)

Exportaciones Importaciones

Regiones 1980 7981 1982 1983 1980 7981 1982 1983

Países en desa rrollo 19.4 28 .7 2S.S 24.4 S7.9 S0.6 46.9 44.1 MCCA 16. 7 13.9 12.8 7.9 33.9 21.1 1 S. 1 1 S.3 AlA DI 0.1 2.2 3.6 2.1 20.2 26.0 27.2 23.S Otros 2.6 12.6 9.1 14.S 3.8 3.S 4.6 S.3

Del Caribe 1.7 1.9 . 2.2 1.2 3.0 2.S 1.7 3.4 De Asia 0.6 10.7 . 6.9 13.3 0.8 1.0 2.9 1.9 De Europa 0.3

()[DE 77.9 64.0 67.1 62.9 41.9 46.1 41.3 39.1 Estados Unidos 36.0 2S.8 22 .2 18.1 27.S 26 .3 19.0 19.4 CEE 28.8 19.4 23 .S 2S.7 7.9 11 .S 14.1 9.7 Otros de la OCDE 13.1 18.8 21.4 19.1 6.S 8.3 8.2 10.0

CAME 2.7 7.3 7.4 12.7 0.2 3.3 1 l. S 16.6 Europa Oriental 2.7 4.9 7. 1 8.S 0.2 2.S 7.S 11.4 Otros del CAME 2.4 0.3 4.2 0.8 4.0 S.2

Otros 0.3 0.2

Total 100 700 TOO 100 100 700 TOO TOO

Fuente: La misma del cuadro 1.

CUADRO 3

Nicaragua: comercio por regiones económicas, 7984 (Millones de dólares)

Exportaciones Importaciones

Valor % Valor % Saldo

Esta dos Unidos 4S.3 12.1 1S8.8 20.1 -1 13 .S CAI'VI1 22.8 6.1 209.0 26.S - 186.2 All'leica Central 32.9 8.8 88.S 11.2 - SS.6 Otr <Ji de América La:ina 6.7 1.8 1 11.4 14.1 -104.7

Eur~a Occidental 1.38.8 ·37. 1 169.1 21.4 - 30.6 )a~ó 93.S 2S.O 26.0 3.3 67.S Qt r ()i 34.0 9.1 26.9 3.4 7.1

Tor-..J 374.0 700.0 790.0 700.0 -416.0

1. 1 ncluye a Cuba. f1Jede: Banco Central de Nicaragua.

lo!;; ingresos de exportación en 1982 y 19% en 1983 y 1984.10 El d~'1icit en cuenta corriente es crónico y supera los 500 millones de: dólares al año, equivalentes en términos aproximados a los ingresos totales por las exportaciones nicaragüenses. 11 Por últi­mo.lasimportaciones de petróleo, de casi 200 millones de dóla­¡es;¡nuales, representan una pesada ca rga.

.~ mismo tiempo, otros factores agravan la situación. Entre ellos est:::in l a destrucción causada por el terremoto de 1972, la insu­rr~((i ón de 1978-1979, que provocó daños materiales que se es­. ~n 481 millones de dólares,12 y las inundaciones de mayo

10. CEPAL, op. cit., p. 18. ¡¡_ /bid. , p. 17. ·¡_ El costo humano y material de la insurreción se encuentra en CE­Vi.caragua: el impacto de la mutación política, Estud ios e Informes l C EPAL, núm. 1, Santiago de Chile, 1981 , p. 36.

vrnculos económicos de nicaragua

eje 1982, que causaron perjuicios por 350 millones de dólares. 13

También hay que considerar el saqueo de la reserva nacional de divisas que hicieron en 1979 los líderes somocistas, quienes huyeron con todo, excepto 3.5 mi llones de dólares; los esfuer­zos de Estados Unidos para bloquear las fuel)tes de créditos mul­tilaterales, así como para limitar, primero, e impedir, después, por completo el comercio, y la necesidad de destinar 40% del presupuesto estata l a combatir a los contras .14 En numerosos ca­sos ha sido preciso reducir las ambiciosas .inversiones en infraes­tructura social que se emprendieron durante los primeros añ·os de la Revolución, debido al alto costo de la guerra desatada por los contras. Finalmente, en un esfuerzo por uti l izar de manera más racional las escasas divisas del país, el Gobierno ha instituido un tipo de cambio mú ltiple que ha provocado varios efectos co­laterales adversos, el más importante de los cuales es el crecimien­to desproporcionado del sector urbano informal y la dism inución de la actividad productiva.

Dada su terrible situac iÓn económica, similar a la de sus veci­nos centroamericanos, y a la vez peor, Nicaragua ha buscado es­tablecer diversos tipos de relaciones comerciales, acuerdos de coo­peraci(¡n técnica y proyectos de ayuda ta les como los que otros países subdesarrollados también intentan concertar. 15 El espacio político internacional logrado por la Revo lución le ha permitido a Nicaragua estab lecer relaciones económicas más estrechas con los países socialistas y los no alineados, como medio de enfren­tarse a algunas de sus necesidades fundamentales de desarrollo. 16

EL CAMBIO DE LAS RELACIONES COMERCIALES

En seguida de la insurrección de julio de 1979, que expulsó a Somoza, el Gobierno sandinista manifestó su necesidad de

recibir ayuda para la reconstrucció.n y su deseo de ampliar las rela­ciones económicas internacionales. Cuba, Bulgaria y otros países socialistas enviaron donaciones de ayuda y otra clase de coope­ración poco después de la victoria sandinista, igual que lo hicie­ron Estados Unidos y numerosos gobiernos de América Latina y de Europa Occidental. Sin embargo, con la excepción de un con-

13. Datos de las Naciones Unidas citados por Richard Fagen, " Revo­lution and Crisis in Nicaragua", en Martín Diskin (ed.), Trouble in Our Backyard: Central America and the United Sta tes in the Eighties, Pantheon, Nueva York, 1983, p. 141 . Los daños provocados por la inundación equi­valieron a 70% de los ingresos de exportación de Nicaragua en 1981.

14. El Nuevo Diario, Managua, 4 de enero de 1 98S. E.V.K. Fitzgerald analiza los efectos económicos de la guerra provocada por los contras en "Una evaluación del costo económico de la agresión del Gobierno estadoun idense contra el pueblo de Nicaragua", ponencia presentada en la 'reunión de la Latin American Studies Association, celebrada en Albu­querque, Nuevo México, abril de 1985.

1 S. Incluso en aquellos países centroamericanos que mantienen es­trechos vínculos con Estados Unidos, tales como Costa Rica, los políticos pro estadounidenses plantean a veces la posibilidad de diversificar la dependencia mediante el aumento del comercio con las naciones perte­necientes al CAME. Véase, por ejemplo, Osear Arias Sánchez, "El poder tiende a concentrarse" , en Ricardo Sol (ed.), El reto democrático en Cen­troamérica, Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José, 1983, p. 11 l.

16. Un análisis más profundo de las relaciones entre Nicaragua y los países socialistas, en el que se consideran otros aspectos, además del co­mercio y la ayuda, se encuentra en Rubén Berríos, " Economic Relations Between Nicaragua and the Socialist Countries", Working Paper núm. 166, Programa Latinoamericano del Centro Internacional Woodrow Wil­son para Investigadores, Washington, 1985, y en Marc Edelman, " Lifel i­nes: Nicaragua and the Socialist Countries", en Report of the Americas, vol. 19, núm. 3, mayo-junio de 1985.

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comercio exterior, octubre de 1985

venio firmado con Alemania Oriental el 31 de octubre de 1979 en materia de comerqio en pequeña escala, salud y educación, no se adoptó protocolo comercial importante alguno con los países socialistas o los no alineados. 17

Los vínculos con los países socialistas se ampliaron en marzo y abril de 1980, en parte como respuesta a las presiones ejerci­das por Estados Unidos. Las peticiones de Nicaragua para recibir ayuda militar estadounidense nunca se tomaron en consideración, excepto por una minúscula partida asignada en 1979 para bino­culares y brújulas. 18 A principios de 1980, en una acción que los nicaragüenses consideraron profundamente humillante, el Con­greso de Estados Unidos impuso diversas condiciones al paquete de créditos por 75 millones de dólares propuesto por el gobierno de Carter. Los legisladores estipularon que 60% de la ayuda de­bería destinarse al sector privado y que los préstamos no podrían emplearse en instalaciones o programas en los que participara per­sonal cubano, tales como el sistema de salud o la campaña de alfabetización. Los desembolsos habrían de condicionarse al de­sempeño de Nicaragua en materia de derechos humanos, a la ce­lebración de elecciones y a la no participación en el"terrorismo internacional" .19 Los nicaragüenses del sector privado y del Gobierno se disgustaron, tanto porque ningún otro país imponía condiciones similares para ofrecer su cooperación, como porque Estados Unidos no había establecido cortapisas de ese tipo a su ayuda a ningún otro país, incluidos aquellos cuyos tenebrosos his­toriales en materia de derechos humanos no resistían la compa­ración con el sistema nicaragüense de pluralismo y relativa apertura.20 El 12 de marzo de 1980, dos semanas después de que el Senado estadounidense congeló todas las partidas destinadas a la ayuda externa y, de esa manera, logró aplazar el préstamo de 75 millones, el Gobierno nicaragüense anunció la primera vi­sita de alto nivel a la Unión Soviética y a Europa Oriental.21

En el curso de marzo y abril de 1980, Nicaragua suscribió va­rios acuerdos bilaterales de naturaleza económica, técnica y cul­tural con la Unión Soviética, Bulgaria, Checoslovaquia y la Repú­blica Democrática Alemana. De 1980 a 1981 , las exportaciones nicaragüenses hacia los países del CAME aumentaron más del do­ble, elevándose de 12.1 millones de dólares (2.7% del total de ventas al exterior) a 24.8 millones (7 .3%; véanse los cuadros 1 y 2). Las importaciones provenientes de los países socialistas, fi­nanciadas en gran parte con créditos concesionales, crecieron aún con mayor rapidez, y pasaron de 2 millones de dólares en 1980 (0 .2% de las compras externas totales) a 32.8 millones (3.3%) en 1981, en gran medida como resultado de las adquisiciones por

17. Radio Sandino de Managua, en FB/5-LAM, 6 de noviembre de 1979 y Acciaris, op. cit., pp. 117 y ss.

18. Departament of the Army, Nicaragua: A Country Study, Area Hand­book Series, Oficina Editorial del Gobierno de Estados Unidos, Washing­ton, 1982, p. 212.

19. Harold D. Sims, " Revolutionary Nicaragua: Dilemmas Confron­ting Sandinistas and North Americans", en Alan Adelman y Reid Reading (eds.), Confrontation in the Caribbean Basin, Centro de Estudios Latino­americanos de la Universidad de Pittsburgh, Pittsburgh, 1984, pp. 60-61.

20. El sistema polftico nicaragüense se estudia en Heinrich-W. Krum­wiede, "Sandinist Democracy: Problems of lnstitutionalization", en Wolf Grabendorff et al., (eds.), Political Change in Central America, Westview, Boulder, 1984. Las elecciones de noviembre de 1984 se abordan en Abra­ham Brumberg," 'Sham' and 'Farce' in Nicaragua?", en Dissent, vol. 32, núm. 2, Nueva York, primavera de 1985.

21 . Mensaje radiodifundido desde La Habana, en FB/5-LAM, 12 de mar­zo de 1980; La Gaceta Oficial, Managua, 15 de marzo de 1980, y Sims, op. cit., p. 61.

1001

29.4 millones de dólares hechas a la RDA.22 No obstante, el mon­to de los créd itos contratados con los países soc iali stas permane­ció relativamente constante en un poco más de 100 millones de dólares anuales (véase el cuadro 4). Esto equ ivalió en 1980 a 19% del total de créditos obtenido por Nicaragua de todas partes, y a 15% en 1981 .

El Congreso de Estados Unidos aprobó al fin la propuesta cred i­ticia del gobierno de Carter en junio de 1980, aunque los desem­bolsos de los 75 millones de dólares previstos se suspendieron hasta septiembre, más de un año después de haberse presentado por primera vez el proyecto de ayuda. 23 Por supuesto, para en­tonces, las condiciones y los retrasos impuestos al préstamo ya habían obligado a Nicaragua a buscar acuerdos comercia les y de cooperac ión con los países soc ialistas.

En enero de 1981, apenas después de tomar posesión, el pre­sidente Reagan suspendió los desembolsos de ayuda del crédito de 75 millones, debido a supuestas entregas nicaragüenses de ar­mas a las guerrillas salvadoreñas. En febrero, se suspendieron cré­ditos por 1 O millones de dólares para comprar trigo . El 1 de abril se cancelaron los restantes 15 millones de dólares, que deberían haberse entregado a Nicaragua conforme al crédito estab lecido .

Los países socialistas y los no alineados comenzaron a aumentar sus compromisos económ icos con Nicaragua. En enero de 1981 , Bulgaria acordó aportar recursos por 48.5 millones de dólares para la compra de maquinaria industrial y medicinas, instalar plantas llave en mano y construir una presa para generar energía eléctri­ca. Cuba suscribió· un acuerdo de cooperación por 64 millones de dólares en abril y ofreció su ayuda para ed ificar un gran com­plejo agroindustrial. La Unión Soviética y Bulgaria donaron trigo para remplazar los suministros suspendidos por Estados Unidos. También en abri l, inmediatamente después de la cancelación del resto de la ayuda estadounidense, Libia otorgó un crédito de 100 millones de dólares destinados a intercambio científico y cultu­ral , ayuda para la reconstrucción, asistencia técnica para explo­ración petrolera y la creación de empresas agrícolas conjuntas.

A fines de 1981 y principios de 1982, el gobierno de Reagan intensificó su campaña contra Nicaragua. Entre las medidas de presión militar se contaron las siguientes:

l . El establecimiento, en agosto de 1981, con ayuda de laCIA, de la principal organización contrarrevolucionaria, la Fuerza De­mocrática Nicaragüense (FDN).24 ·

2. La declaración del secretario de Estado, Alexander Haig, en noviembre, de que Estados Unidos no descartaría una interven­ción militar directa en Nicaragua.

3. La autorización, también en noviembre, del Consejo Nacio­nal de Seguridad estadounidense para un programa, por 19 mi­llones de dólares, para rea lizar operaciones paramilitares encu­biertas contra el Gobierno sandinista.

4. La destrucción, en marzo, de dos importantes puentes ca­rreteros, perpetrada por eq uipos de demolición de la FDN, lo que obligó al Gobierno nicaragüense a declarar el estado de emergencia.

22 . Estadísticas de comercio (inéditas) del Banco Central de Nicaragua. 23. William M. LeoGrande, "The United States and the Revolution" ,

en Walker, op. cit., p. 75. 24 The Wa/1 Street }ournal, S de marzo de 1985.

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1002 vínculos económicos de nicaragua

CUADRO 4

Nicaragua: fuentes de financiamiento del exterior, 7979-7984

Millones de dólares Porcentaje de los tota les anuales

Fuentes 7979 7980 7987 7982 7983 1984 7979 1980 7981 7982 7983 1984

Organizaciones multilaterales 213 .0 171.9 86.7 93 .6 65.6 78.4 32.5 12.6 17.8 15.8 0.0 Mundiales 22.0 67.9 33.7 37.0 8. 1 12.8 4. 9 7.0 o 0.0 Regionales 191.0 104.0 53.0 56.6 65.6 70.3 19.7 7.7 10.7 15.8 0.0

Bilaterales 58.7 356.8 600.9 433.1 350.0 135.3 21.6 67.5 87.4 82 .2 84.2 100.0 Países capitalistas 58.7 254.8 495 .7 180.2 204.0 135 .3 21.6 48.2 72. 1 34.2 49 .1 100.0

Europa Occidental 14.6 63 .3 60.2 38.7 86.7 33.5 5.4 12.0 8.8 7.3 20 .9 24.8 Norte América 72 .6 15.7 o 13.7 10.6 o o 11.6 América Latina 44.1 118.9 332.5 138.5 83.5 86.1 16.2 22. 5 48.4 26.3 20.1 63.6 África y Asia 103.0 3.0 33 .8 o o 15.0 0.6 8 .1 0.0

Países socialistas 102.0 105.2 252 .9 146.0 n.d. o 19.3 15.3 48.3 35.1 0.0

Total 277.7 528.7 687.6 526.7 415.6 135.3 100.0 700.0 100.0 700.0 100.0 100.0

Fuente: División de Planificación, Estudios y Control, Fondo Internacional para la Reconstrucción.

La hostilizac ión económica también aumentó en este período :

l. En noviembre de 1981 , Estados Unidos utilizó su capacidad de voto en el BID para bloquear un préstamo a Nicaragua por 40 millones de dólares con destino a pesquerías.

2. En febrero de 1982, el Banco Mundial suspendió su progra­ma de ayuda a Nicaragua en respuesta a las presiones ejercidas por el Gobierno de Estados Unidos.25

3. En el mismo mes se anunció el plan de ayuda del.régimen de Reagan para la Cuenca del Caribe, y Nicaragua fue el único país centroamericano excluido.

4. En marzo, el Departamento de Estado presionó a bancos estadounidenses para que no participaran en un crédito por 130 millones de dólares, organizado por un consorcio financiero de Londres. 26

En vista de los esfuerzos realizados por Estados Unidos para disminuir el acceso de Nicaragua a los créditos multilaterales, se hizo cada vez más claro que las pautas comerciales de este últi­mo país estarían determinadas en gran medida por la disponibili­dad de financiamiento bilateral y de créditos para el comercio. Frente a la deteriorada situación militar y de seguridad, también se volvió urgente obtener ayuda en materia bélica.

De nuevo, en abril y mayo de 1982, delegacion es nicaragüen­ses buscaron ayuda adicional y convenios comerciales en los países socialistas. La URSS acordó suscribir dos convenios financieros y de ayuda técnica por valor superior a 200 millones de dólares, la mitad de los cuales se destinó a un créd ito para adquirir equipo agrícola, minero y de pesca. Cuba concedió un préstamo de 50 millones de dólares para el desarrollo de la industria azucarera. Bulgaria suscribió seis convenios comerciales, así como contra­tos por más de 30 millones de dólares para aportar ayuda desti­nada a la minería, la producción de alimentos, la construcción de puertos, el desarrollo hidroeléctrico y la creación de empre­sas comerciales conjuntas.

25 . Central America Report, Guatemala, 8 de julio de 1983. 26. The New York Times, 10 de marzo de 1982.

En el período 1982-1984, el comercio de Nicaragua con los países del CAME creció tanto en términos absolutos como relativos (véanse los .cuadros 1 a 3). Las exportaciones hacia dichos países se elevaron de un total de 29.9 millones de dólares en 1982 (7.4% de las ventas externas tota les) a 55. 1 millones en 1983 (12.7%) . Sin embargo, esas ventas declinaron en 1984 hasta 22.8 millones (6 .1 %). Las importac iones aumentaron de 89 millones de dólares en 1982 (11.5% del total de compras en-el exterior) a 209 mil lo­nes (26.5%) en 1984. Los créditos otorgados por los países socia­li stas fueron de sólo 146 millones de dólares en 1983 (35.2% del total de préstamos), en comparac ión con 252.9 mil lones (46. 7%) en 1982 (véase el cuad ro 4) .

En 1982-1984, parte del crecimiento absoluto y relativo del comercio de Nicaragua con el CAME y los países no alineados obe­deció de nuevo a la clausura de otros mercados y de otras fuentes de suministros y financiamientos. En 1983, por ejemplo, Estados Unidos rehusó vender a Nicaragua repuestos para computadoras hechas o adquiridas en aque l país.27 En mayo de 1983, el Go­bierno estadou nidense cortó en 90% la cuota azucarera de Nica­ragu a, con lo cua l de hecho le cerró el principal mercado para su tercer producto de exportac ión. Argelia e Irán anunciaron de inmed iato que adq uirirían el azúcar que ya no podía colocarse en el mercado de Estados Unidos; México y la URSS también hi ­cieron compras importantes en esa época. 28 Sin embargo, en los casos en que se liquidó en efectivo, las transacciones se ca lcula­ron a los precios del mercado mundial , en tanto que estados Uni­dos paga prec ios preferentes a los productores azucareros centroamericanos.

Después de que México - uno de los proveedores de Nica­ragua- comenzó a retrasar sus entregas de ese producto, a fines de 1983, la Unión Soviética despachó su primer embarque del hidrocarburo.29 Cuando México suspendió, a principios de 1985, sus suministros petroleros debido al creciente monto de cuentas no pagadas y a las d ificu ltades nicaragüenses para contratar bu­ques cisterna, la Unión Soviética, Libia, Argelia, Irán, Ecuador y Brasil acordaron despachar embarques del crudo. No obstante,

27. Central America Report, 8 de julio de 1983. 28. Latin America Weekly Report, Londres, 10 de mayo de 1985. 29. The New York Times, 28 de marzo de 1984.

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comercio exterior, octubre de 1985

la Unión Soviética comenzó por esa época a satisfacer la mayor parte de las necesidades de Nicaragua en esa materia. En mayo de 1985, segú r:~ se informó, aceptó aportar hasta 90% de dichas necesidades. 30

Aunque Nicaragua adquirió desde septiembre de 1983 la con­dición de observador en el CAME (que México ha ten ido desde 1975), no se preveía en ese entonces la concertación de impor­tantes compromisos de ayuda o de acuerdos comerciales. Durante la reunión del CAME que se celebró en octubre de 1984 en La Habana, Nicaragua presentó una propuesta para ampliar la coo­peración bilateral y multilateral, aunque no se anunció conven io alguno al concluir la reunión. No obstante, pese a que la Unión Soviética y otros países socialistas se han mostrado hasta ahora cautelosos en lo que respecta a comprometer grandes recursos en el país centroamericano, parece probable que su participación económica aumentará como consecuencia del embargo comer­cial impuesto en mayo de 1985 por Estados Unidos.31

EL COMERCIO CON LOS PAÍSES SOCIALISTAS

D esde el punto de vista de Nicaragua, las re laciones comer­ciales con los países socialistas ofrecen ventajas e incon­

venientes en comparación con las que se mantienen con otras naciones. La balanza comercial no le resulta favorable al país cen­troamericano, aunque las condiciones que rigen el i"n tercambio son, en conjunto, favorables. Los créditos que otorgan los países socialistas para financ iar sus exportac iones incluyen por lo gene­ral períodos de gracia de uno a tres años, plazos de pago de dos a doce años y tasas de interés de 2.5 a 7.0 por ciento (véase el cuadro 6). Estas condiciones son más favorables que las de los préstamos otorgados por los países latinoamericanos, que no sue­len conceder períodos de gracia y tienen tasas de interés ligera­mente mayores. Sin embargo, los créd itos contratados con Europa Occidental y con Canadá (e incluso con Estados Unidos, antes de 1981) han tenido por lo general mejores condiciones en cuanto a períodos de gracia, plazos de pago y tasas de interés. Un rasgo muy importante es que, al parecer, la restructuración de la deuda con los países socialistas será menos problemática que la de los créditos provenientes de otras fuentes.32

Con frecuencia, los convenios comerciales con los países del CAME incluyen la opción de pagar en especie, en vez de hacerlo con divisas convertibles escasas. Estas cláusulas de "compensa­ción" son convenios de trueque que permiten a Nicaragua inter­cambiar productos primarios por importaciones de los países socialistas.33 La composición por productos de la corriente co-

30. The New York Times, 21 de mayo de 1985. No obstante, tres se­manas después de anunciarse la medida soviética, México aceptó reno­var en julio sus embarques de petróleo, hasta cubrir aproximadamente una tercera parte de las necesidades nicaragüenses. En Edelman, op. cit., puede consultarse un análisis detallado sobre el problema de Nicaragua para el suministro de petróleo.

31. Resulta muy irónico que el presidente Reagan haya anunciado esta medida en Alemania Occidental, durante la inauguración de una confe­rencia internacional sobre libertad de comercio. Al Gobierno alemán no se le advirtió que se haría tal anuncio.

32. Berrfos, op. cit., y Fitzgerald, op. cit. 33. La CEPAL, en su documento Relaciones económicas de América

Latina con los pafses miembros del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) , Estudios e Informes de la CEPAL, núm. 12, Santiago, 1982, pp. 46 y ss., analiza estos acuerdos con los países latinoamericanos.

1003

mercia l sigue siendo muy t radicional y la li sta de rubros que se comercian es relativamente corta. Las exportaciones nicaragüen­ses consisten sobre todo en productos agrícolas tales como café, algodón y sem illa de ajonjolí, en tanto que sus importaciones de los países del CAME están formadas por bienes de capita l, pro­ductos manufacturados y combustib le.

Otra modalidad de pago distintiva en el comercio entre Nica­ragua y los países socialistas, además de los conven ios de com­pensación, es la práctica de establecer instalaciones de manufac­tura ligera que se pagan con los artículos que se producen en ellas. 34 Así, por ejemplo, el costo de algunas de las agroindus­tri as instaladas por los búlgaros se amortizará mediante la expor­tación de productos nicaragüenses en latados y elaborados.

Hasta ahora, en la mayoría de los convenios de compensación se calcula el precio de los productos nicaragüenses a las cotiza­ciones del mercado internac ional o muy cerca de ellas. En pocas ocasiones han ofrecido explícitamente los países del CAME pre­cios preferentes por los productos de Nicaragua. De hecho, un acuerdo suscrito en 1984 con Aleman ia Oriental , cuyo alcance se desconoce, es el único de ese tipo del que se tiene noticia.35

Sin emb.argo, los plazos largos estipu lados en muchos de los con­venios comerciales-de Nicaragua con aq uellos países tienen un efecto estabilizador, ya que la demanda se asegura por varios años y los precios establecidos desde un principio pueden con frecuen­cia mantenerse para todo el período, aun si las cotizaciones mun­diales dism inuyen.36 En conjunto, los precios de los productos provenientes de los países del CAME tienden a ser favorables, si se comparan con las normas mundiales.37

Los problemas que afectan al comerc io de N icaragua con los países socialistas son, entre otros, la gran distancia que separa a la América Central de Europa Oriental, la ausencia histórica de relaciones comercia les y la consecuente falta de fami liaridad de ambas partes con las instituciones de comercio exterior de la otra. Según ciertos analistas económicos nicaragüenses, han surgido dificultades cuando se trata de incorporar la tecno logía de los paí­ses socia li stas en una economía que durante tanto tiempo ha de­pendido de la proveniente de Estados Unidos y japón y que, ade­más, sigue comerciando de manera importante con sus vecinos del MCCA, igualmente dependientes.38 A mayor abundamiento, el comercio con los países del CAME no produce por lo general ingresos de divisas, por lo cual no contribuye directamente a re­solver los graves problemas nicaragüenses de la deuda y de la ba­lanza de pagos.

Las economías de planeación central tienden a carecer de fle-

34. Acciaris, op. cit., p. 74. 35 . Latín America Commodities Report, Londres, 14 de septiembre de

1984. . 36. Berríos, op. cit. 37. Blasier, op. cit., p. 64. Debe recordarse que los precios del CAME

son establecidos por lo común por los organismos de planeación central, más que conforme a los mercados internacionales; por ello, es difícil com­parar las cifras en dólares del comercio exterior del CAME con las corres- · pondientes a los países de economía de mercado. Las ram ificaciones me­todológicas de este problema pueden estudiarse en Christopher Coker, Soviet Un ion, Eastern Europe and the NIEO, Praeger-Washington Papers, Nueva York, 1984.

38. Ministerio de Comercio Exterior, Nicaragua en la Coyuntura eco­nómica mundial, 7982, vol. 1, núm. 1, Managua, 1982, p. 20 .

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xibi lidad cuando se trata de atender pedidos pequeños; además, la escala comparativamente limitada de su comercio total con Ni­caragua los ha desalentado para establecer vínculos económicos apreciables y de largo plazo. A veces, esto ha causado proble­mas de servicio y de suministro de repuestos para los equipos pro­venientes de los países del CAME, lo que a su vez ha provocado en ocasiones que haya prejuicios, sobre todo en el sector priva­do, contra la tecnología de origen socialista. Dicho sector sigue representando aproximadamente 60% de la economía nicaragüen­se y los países del CAME prefieren comerciar con entidades del sector público. Así, la economía mixta que caracteriza a Nicara­gua constituye por sí misma una limitación para el crecimiento del comercio.

LA AYUDA PARA EL DESARROLLO DE NICARAGUA

L a ayuda material y financiera de los países socialistas ha sido útil para la devastada economía nicaragüense. Gracias a ella,

el asediado gobierno revolucionario ha contado con una muy necesaria y estratégica asistencia civil. La ayuda técnica de los paí­~es socialistas se ha vuelto parte integral de su creciente coope­ración con Nicaragua. La URSS ha ayudado en áreas tales como pesca y recursos oceánicos, exploración geológica y mineral, cons­trucción ·de dos plantas hidroeléctricas, servicios de radio y tele­visión, así como telecomunicaciones. Se ha emprendido también un proyecto conjunto soviético-bú lgaro para construir un puerto de altura en la localidad atlántica de El Bluff; asimismo, se cuenta con ayuda soviética para establecer un sistema de canales tierra adentro, desde Río Escondido hasta Rama, y un dique seco en el puerto de San Juan del Sur, en el Padfico.39 ·

La ayuda que otros países del CAME otorgan a Nicaragua re­fleja las diferentes capacidades y especializaciones de los donan­tes. Cuba, con su gran experiencia como productor de azúcar, ha colaborado en la construcción de plantas para producir el dulce y también ha ayudado e[l materia de pesca, avicultura y ganade­ría. Los cubanos también asesoran a los nicaragüenses en áreas tan diversas como radiodifusión, construcción de carreteras y salud pública. Bulgaria, con sus avanzadas agroindustrias, se ha caneen- . trado en establecer plantas elaboradoras de alimentos y también ha contribuido a la construcción de estaciones hidroeléctricas y sistemas de comunicación .40

Asimismo, especialistas búlgaros han asesorado a los nicara­güenses en materia de estadísticas y censos y capacitado a técni­cos portuarios. Los checos han suminitrado eq uipo y asesoría téc­nica para el sector textil y los húngaros se han concentrado en el sistema de salud. Los alemanes orientales han edificado y equi­pado una escuela técnica y aportaron ayuda para los sectores de la química y la construcción, así como para la planeación económ_ica.41 Los norcoreanos construyeron dos hospitales y sus-

39. Harold Sims, "Nicaraguan Relations with the Socialist Bloc", en Thomas Walker, (ed.), Nicaragua five years later, Praeger, Nueva York, de próxima publicación.

40. A partir de 1978, Bulgaria se ha encargado de coordinar diversos aspectos de la cooperación agroindustrial del CAME con México. Al pa­recer, desempeña un papel similar en Nicaragua. Véase P. Karaivanova, "La República Popular de'Bulgaria y América Latina", en Sizonenko et al. , op. cit., p. 58.

41. La asistencia de la ROA para planeación económica se ha finan­ciado mediante créditos, tales como el otorgado en marzo de 1982, por 26 millones de dólares.

vínculos económicos de nicaragua

cribieron en 1983 un convenio para instalar la primera siderúrgica de Nicaragua y de América Central. 42

Los países socialistas también han donado grandes cantidades de material para ayuda de emergencia, tal como alimentos, su­ministros médicos y equipo de hospital. Asimismo, Cuba absorbió una deuda nicaragüense por 73.8 millones de dólares, que se han utilizado para financiar la construcción del ingenio azucarero ultramoderno de Tipitapa-Malacatoya.43 En el personal asignado a Nicaragua se han incluido doctores, enfermeras, maestros, téc­nicos e ingenieros. Además, desde 1980, la URSS ha concedido más de 1 000 becas para que jóvenes nicaragüenses estud ien en instituciones soviéticas. Otros países socialistas, sobre todo Cuba y Bulgaria, han ofrecido miles de becas, aunque incluso los datos oficiales muestran amplias diferencias en las cifras totales.44

Buena parte de la ayuda de los países del CAME ha consistido en créditos para que Nicaragua adquiera las exportaciones de aquéllos. Sin embargo, el monto de tales préstamos no ha sido grande. De julio de 1979 a junio de 1984 los países soc ialistas aportaron sólo 24.2% del total de créd itos otorgados a Nicaragua (véase el cuadro 5). Desde 1982, este país se ha enfrentado acre­cientes dificultades para conseguir préstamos de instituciones mul­tilaterales. El Banco Mundial no le ha otorgado nuevos créditos desde 1982 y en septiembre de 1984 suspendió los desembolsos de fondos asignados con anterioridad.45 El BID, sujeto a presio­nes de Estados Unidos, ha denegado persistentemente las solici­tudes nicaragüenses de empréstitos, la última vez, en marzo de 1985.46 De esta suerte, la tendencia actual apunta casi con cer­teza absoluta hacia un aumento en el monto y la importancia re­lativa de los préstamos provenientes de los países del CAME. Se­gún se informa, en 1984, de los recursos conseguidos en forma bilateral por Nicaragua 50% tuvo este origen. 47

OBSERVACIONES FINALES

L as relaciones económicas entre Nicaragua·y los países socia­listas asumen diversas formas, entre las que se incluye el co­

mercio, los créditos y la asistencia técnica para la realización de una amplia variedad de proyectos de desarrollo. Los países so­cia listas y los no alineados han adquirido una posición crucial en lo que respecta a las exportaciones nicaragüenses, así como a fuen­tes de empréstitos, tecnología y petróleo.

La experiencia del comercio y las relaciones económicas en­tre Nicaragua y los países mencionados ha sido favorable a ésta, pese al signo negativo de la balanza comercial y a varios problemas que aún no se resuelven. En la mayoría de los casos, la expan-

42. Mensaje de Managua recogido en FB/5-LAM, 4 de agosto de 1980; Barricada Internacional, Managua, 26 de septiembre de 1983.

43. Barricada, Managua, 12 de enero de 1985. 44. Con relación al número de estudiantes nicaragüenses en Cuba,

por ejemplo, el comandante Bayardo Arce, Secretario Polftico del FSLN, afirmó en enero de 1984 que eran 2 000; por su parte, el comandante Daniel Ortega, coordinador de la junta, dijo en julio del mismo año que eran S 000. Véase Barricada, 7 de enero y 13 de julio de 1984.

· 45 . The Washington Post, 11 de octubre de 1984. 46. Financia/ Times, Londres, 28 de marzo de 1985. 47. Latin America Regional Reports. Mexico and Central America, Lon­

dres, 3 de mayo de 1985.

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comercio exterior, octubre de 1985

CUADRO S

Nicaragua: empréstitos y líneas de crédito contratados durante el período de julio de 1979 a junio de 1984 (Millones de dólares)

Monto Porcentaje

Organizaciones multilaterales BCIE Banco Mundial BID Otros

Empréstitos bilaterales y líneas de crédito oficiales Norteamérica

Estados Unidos Canadá

Europa Occidental 1

RFA Países Bajos Italia Francia Finlandia España Austria Suecia

632.2 25.3 125.9 106.1 256.7 143.5

1 844.7 83.0 72.6 10.4

258.3 25.8 57.9

5.4 64.4

5.7 82.9 12.4

4 .8

73.7 3.3

10.3

1005 .

CUADRO 6

Nicaragua: características de los empréstitos y líneas de crédito del exterior

Prestamista

Norteamérica Estados U nidos Canadá

Europa Occidental RFA 1

Países Bajos Italia Francia Finlandia España Austria Suecia

América Latina México3

Venezuela Brasil Argentina

Período de Plazo de gracia pago (años) (años)

6-10 10

10 4-8

2 7.5-10.5 7.5-10.5

10

n.d . S

25-40 so

30 23-30

12 10-30 10-30

1-7 30

7

1-8 20

2-10 3-10

Interés anual

(%)

2-3 o

2.0-2.2S 2.5

4 3.0-10.6 3.0-10.6 8 .2S-10

1 1.2S

6.0-6 .S 2

6.S-8.0 7.S-13 .S

América Latina 1 758.0 30.0 Perú 2-S 7 México 519.0 Venezuela 64.2 Brasil 50.5 Argentina 47.8 Perú 10.0 Colombia 4.5 Costa Rica 37.0 Honduras 25.0

Países socialistas 605.6 URSS 262.2 RDA 140.0 Yugoslavia 25.0 Bulgaria 60.0 Checoslovaquia 30.0 Hungría 5.0 Cuba 53.4 Corea 30.0

África y Asia 139.8 Libia 100.0 Taiwán 6.0 China 7.0 Irán 26.8

Proveedores 24.6 Italia 24.6

Total 2 507 .5

1. No siempre es posible desglosar los datos país por país. Fuente: Ministerio de Cooperación Exterior, 1985.

24.2

5.6

l. O

700.0

sión del comercio y de la cooperación económica ha permitido diversificar los mercados de exportación y las fuentes de sumi­nistro. También ha hecho posible la supervivencia del acosado Gobierno sand inista, frente a las presiones económicas de Estados Unidos y a los ataques, patrocinados por la Agencia Central de Inteligencia de ese pafs, de las fuerzas contrarrevolucionarias.

En principio, existen perspectivas favorables para una mayor

Colombia4

Costa Rica4

Honduras

Países socialistas URSS RDA5

Yugoslavia Bu lgaria6

Checoslovaquia Hungría Cuba7

Corea del Norte

Otros países Libia Taiwán China Irán

Instituciones multilatera les BCIE Banco Mundial BID FIDA OPEP FOCEM Bancos asociados con el CEMlA8

n.d. No dispon ible.

1-3 0-2 1-2 1-2 2-3 l. S

3

2.0-2.2S 2-4

n.d . n.d .

4.5-1S 8-10

3-5

n.d.

1. La RFA no ha otorgado créditos desde 1980.

S 2 3

S-10 2-10 S-10 2-10

10-12 6

12 3

S 10

8-1S 2

n.d. n.d.

11-40 20-SO 10-15

S S

Libar Libor

6

3-S 4.S-6.0 S.S-7.0 3.S-7.0 2.S-4.0

7-2S 6 S

6 .3 7.0-7 .S

7-8 o

n.d. n.,d. 1-11

1.2-4 .0 4

n.d. n.d

2. Financió tres millones de dólares, a 8 años y medio de plazo y 1 O.S% de interés.

3. Los datos de México incluyen sólo líneas de créd ito. 4. Libar (tasa de mercado fluctuante) . S. La RDA financió 28 millones de dólares a lo largo de dos años; el resto

se estableció a diez años. 6 . Bulgaria financió 3S millones al 2% de interés y a diez años de plazo. 7. Las condiciones correspondientes a Cuba se refieren a un crédito por

49 .9 millones de dólares; 3.S millones de dólares se establecieron a 7.5% de interés y a siete años de plazo.

8. CEMlA: Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos. Fuente: Ministerio de Cooperación Exterior.

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1006

cooperación entre Nicaragua y los países socia li stas y los no ali­neados. En el caso de los que se agrupan en el CAME, los crédi ­tos para el comercio han sido generosos. El equipo que han ex­portado a Nicaragua ha resu ltado conveniente, tanto porque se vende a precios menores y en términos más favorables que los usuales, como porque es menos complicado. En la mayoría de los casos, la tecnología es adecuada para las necesidades de de­sarrollo de Nicaragua. Los convenios comercia les de largo plazo suscritos por ésta con las economías de planeac ión central tienen un efecto estabilizador al garantizar la demanda y los precios por períodos de varios años. Por lo que hace a las necesidades nicaragüenses de petró leo, el papel de la URSS y de los países no alineados que producen el hidrocarburo ha sido de importancia crítica.

Las relaciones económicas entre Nicaragua y los países socia­listas han aumentado de manera importante, pero aún están li­mitadas por diversos factores. En primer lugar, puesto que Nica­ragua no es un miembro pleno del campo socia li sta, a la URSS le resulta difícil justificar compromisos de mayor importancia.48

En segundo térm ino, la capacidad soviética para proporcionar ayu­da se ve constreñida por su declinante tasa de crecimiento y por su escasez de divisas. En tercer lugar, la distancia geográfica obs­taculiza un comercio más amplio. Por último, la proximidad de Nicaragua a Estados Unidos desalienta la adopc ión de compro­misos riesgosos en una zona periférica con respecto a preocupa­ciones más esenciales para la seguridad de la Unión Soviética.

Concebir el papel de la Unión Soviética en Nicaragua como el de una superpotencia expansionista dedicada a perseguir la "do­minación mundial" es muestra de un análisis muy pobre de los deseos soviéticos, así como de una idea exagerada acerca de la capacidad de ese país. En la medida en que la ayuda y el comer­c io obedecen á motivos políticos, los países socia listas han alcan­zado su objetivo de no conceder a Estados Unidos el monopolio de influencia en el hemisferio occidental, objetivo que compar­ten numerosos países de América Latina. No obstante, la partici­pación de la URSS en la región centroamericana es pequeña y los ana listas soviéticos expresan su preocupación acerca de los pe­ligros de que se reviertan los procesos revolucionarios del Tercer Mundo.49 Los responsab les estadoun idenses de la política exte­rior, que pretenden interpretar las insurrecciones en Centroamérica como consecuencia fundamental de la " intervención" soviética, no dan adecuada consideración a la compleja dinámica interna de esas sociedades, cuya historia está llena de ejemplos de opre­sión y de injusticia soc iai.5D

48. Sólo Cuba y VietNam pertenecen al campo socialista y son miem­bros plenos del CAME. Según la taxonomía soviética de las sociedades del Tercer Mundo, el siguiente grupo más próximo incluye á los "estados orien­tados hacia el socialismo": Afganistán, Angola, Mozambique, Etiopía, la República Democrática Popular de Yemen y el Congo. Otros países que mantienen buenas relaciones con la URSS y han suscrito con ella trata­dos de cooperación y amistad a largo plazo son la India, lraq y Siria. Aun­que raras veces se alude en la literatura soviética a Nicaragua como un país "orientado al socialismo", se le considera como un buen amigo, junto con Argelia, Libia y Benin, ninguno de los cuales ha suscrito tratados de amistad con la Unión Soviética. Véase Caro! Saivetz y Sylvia Woodby, Soviet-Third World Relations, Westview, Boulder, 1985; Zafar lman, "So­viet Treaties with Third World Countries" , en Soviet Studies, vol. 35, núm. 1, 1983, y A. Kiva, "Socialist Oriented Countries: So me Development Pro­blems", en lnternational Affairs, núm. 10, Moscú, 1984.

49. Véase Kiva, op. cit. 50. Un ejemplo típico de esta concepción errónea es el informe de

vínculos económicos de nicaragua

A l declarar, el1 de mayo de 1985, el embargo comercia l con­tra Nicaragua, Estados Unidos dijo que ese país constituye " una desusada y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior" de la potencia del norte. 51 Como una de las justificaciones de la medida se mencionó la visita en abri l del pre­sidente nicaragüense Daniel Ortega a la URSS y a otros siete paí­ses socia li stas.52 El embargo es un reflejo del propósito del go­bierno de Reagan de aumentar la dependencia nicaragüense con respecto a los países social istas a f in de uti lizarla para justificar mayor intervención. El viaje realizado por los nicaragüenses en abril a los países socia li stas indica, al parecer, que ellos previe­ron un aumento de las presiones económicas estadoun idenses, incluso aunque el Congreso no aprobara la propuesta de Reagan de otorgar ayuda a los contras.53

Entre todos los graves problemas económicos que conduje­ron a Nicaragua a buscar ayuda externa adicional, probablemen­te el más crítico fue la escasez de petróleo, exacerbada a raíz de la suspensión de los suministros de México en una etapa ante­rior. La Unión Soviética aceptó cubrir de 80 a 90 por ciento de las necesidades petroleras de Nicaragua en 1985.54 Otros países que se han comprometido a enviarle ese combustible son Argelia, Libia, Irán, Ecuador y Brasil.ss

La visita del presidente Ortega no ha tenido como consecuen­cia cantidades masivas de ayuda proveniente de la URSS o de los demás países socialistas de Europa Oriental. Sin embargo, queda claro que esos países aportarán los recursos económicos (y pro­bablemente militares) necesarios para asegurar la permanencia de los sandinistas. Esta política representa para la Unión Soviética y los demás países sociali stas una estrategia de bajo costo que les promete dividendos políticos en un hemisferio cada vez más na­cionalista. También eleva el costo de la intervención estadouni­dense, al limitar los efectos de sus presiones económicas y mi­litares. El comercio y la ayuda de los países sociali stas tienen cre­ciente importancia como garantfa de la supervivencia de Nica­ragua. Empero, también son un elemento de un esfuerzo más amplio, que incluye aperturas hacia Europa Occidental y el Ter­cer Mundo, para diversificar la dependencia como un medio de satisfacer las necesidades básicas del desarrollo del país y mantener su política exterior de no alineación. D

la Comisión Kissinger en el cual no se menciona a Augusto César Sand i­no ni a Agustín Farabundo Martí, líderes de movimientos antioligárqui­cos y naciona listas en los años treinta en Nicaragua y en El Salvador. Los movimientos revolucionarios actuales en sus respectivos países llevan sus nombres. Véase The Report of the President's Nationa l Bipartisan Com­mission on Central America, MacMillan, Nueva York, 1984.

51. The New York Times, 2 de mayo de 1985. 52. Durante su viaje el comandante Ortega también estuvo en Fin­

landia, Italia, España, Suecia y Francia. 53. Si bien se anunció el viaje del presidente Ortega un poco antes

de la votación en el Congreso estadounidense, que tendría lugar en abril, la visita estaba planeada desde marzo. A su regreso, el Presidente afirmó que cuando se trazó el programa de la visita, los nicaragüenses creían que la votación en el Congreso tendría lugar apenas en mayo. Véase The Washington Post, 21 de mayo de 1982, Agencia Nueva Nicaragua, "Bo­letín Diplomático para las Embajadas de la República de Nicaragua", 21 de mayo de 1985.

54. The Washington Post, 21 de mayo de 1985. 55. The New York Times, 24 de marzo de 1985; Latin America Com­

modities Report, Londres, 7 de diciembre de 1984 y 25 de enero de 1985, y Radio Sand ino en FB/5-LAM, 9 de marzo de 1984.

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Sección internacional

ASUNTOS GENERALES

El plan Eureka y la guerra de las galaxias, ¿llegará el Apocalipsis?

A 1 parecer, los últimos dos decenios de este siglo están marcados por un con­

junto de acontecimientos notables en los ámbitos económico y tecnológico. De ha­cer caso a las predicciones milenaristas, los signos ominosos son más abundantes ahora que hace diez siglos, cuando toda la cris­tiandad pensaba que el mundo acabaría jun­to con el primer milenio. El espectro de los cuatro jinetes del Apocalipsis aparece reite­radamente. Mientrás algunos países nadan en la abundancia del consumo y disfrutan de una tecnología cada vez más brillante y refinada, otros se debaten en problemas que amenazan su supervivencia. Las hambrunas de. Bangladesh, Etiopía y los países del Sa­hel, así como la amenaza de inanición que se cierne sobre muchos otros del Tercer

Las informaciones que se reproducen en esta sección son resúmenes de noticias aparecidas en diversas publicaciones nacionales y extran­jeras y no proceden originalmente del Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C., si no en los casos en que asf se manifieste.

Mundo, rem iten al primero de los jinetes. Las guerras locales (Centroamérica, el Cer­cano y Medio Oriente, Sudáfrica, etc.) y, por supuesto, la probable hecatombe nuclear, se refieren al segundo. El incremento de las enfermedades degenerativas y de los pade­cimientos cardiovasculares, junto con la aparición del enigmático y terrible SIDA, alu­den al tercero, la Peste. Por último, la gue­rra nuclear, la creciente contam inación y la lluvia ácida, con sus amenazas de destruir toda forma de vida en el planeta, anunc ian la llegada de la Muerte.

Paradójicamente, es en estos 20 años fi­nales en donde las perspectivas científicas y tecnológicas se presentan más promisorias para satisfacer todas las necesidades del gé­nero humano. Nunca como ahora ha habi­do tantas posibilidades de eliminar caren­cias y desigualdades. Los avances científicos y tecnológicos de todo orden parecen estar a la vuelta de la esquina. Se trata, por ejem­plo, de la utilización de nuevas y no conta­minantes fuentes de energía y de su mejor y más amplio uso; de la siembra de semillas mejoradas mediante manejos de la genética molecular, a fin de producir abundantes co­sechas para todos; de los avances electró­nicos y microelectrónicos que anuncian la llegada de la inteligencia artific ial , y de la fabricación de nuevos materiales sintéticos y nuevas cerámicas para la producción de todo tipo de bienes de consumo.

Las dispares posibilidades de signos con­trarios alientan los respectivos puntos de vis­ta de pesimistas y optimistas. Los primeros indican que a la menor falla de los com­plejos sistemas electrónicos de vigilancia, cientos, tal vez mi les de cohetes soviéticos y estadou nidenses saldrán disparados de sus silos y destruirán no sólo a la potencia rival, sino a todo el mundo. Los segundos dicen que no es para tanto, que éstos son sólo pe ligros coyunturales que en poco tiempo desaparecerán, precisamente debido al ade­la)lto tecnológico, y creen que los cuatro jinetes tan temidos se batirán en retirada.

La propuesta de Reagan

E n este ambiente, el 23 de marzo de 1983 el presidente Ronald Reagan hizo su sor­

presivo anuncio de construir un rriundo li ­bre de la amenaza de la destrucción nuclear. "Hago un llamado a la comunidad científi­ca que nos dio las armas nucleares para que dirija su talento a la causa de la humanidad y de la paz mundial y nos proporcione ·los medios para lograr que esas armas nucleares se conviertan en impotentes y obsoletas." 1

Agregó que el Gobierno de Estados Unidos contaba con unas Iniciativas de Defensa Es­tratégica (IDE) que constituían un esfuerzo amplio e intenso "para elim inar la amenaza

1. The New York Times, Nueva York, 24 de marzo de 1983.

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1008

planteada por los misiles nucleares estraté­gicos" . 2

Tal propuesta abrió la oportunidad para iniciar desde ese momento una veloz carrera científica y tecnológica. Consciente de que Estados Unidos no podría llevar a cabo todo el programa por sí so lo, en los plazos nece­sarios, Reagan invitó a los gobiernos y em­presas de Europa y Japón a colaborar en las investigaciones y el desarrollo respectivos. Empero, aclaró muy precisamente que Esta­dos Unidos sería quien repartiera las tareas, de acuerdo con sus propias apreciaciones y consideraciones de orden estratégico.

Esta decisión no agradó mucho a los euro­peos, qu ienes dos años más tarde intenta­ron responder a la propuesta estadoun iden­se con su propio plan Eureka (Eu ropean Re­search Coordination Agency).

A fin de comprender lo que significa la IDE, o guerra de las galaxias, como la bau­tizó el New York Times, vale la pena reseñar brevemente la evolución del pensamiento estratégico de las superpotencias.

Al finalizar la segu nda guerra mundial, Estados Unidos surgió como el país más po­deroso de la Tierra, tanto económica como militarmente. Si bien era indudable que el ejército soviético era más poderoso y capaz desde el punto de vista convencional, el mo­nopolio de la bomba atómica otorgaba a los estadounidenses la decisiva carta de triun­fo. Sin embargo, ese monopolio duró bien poco, pues en 1947 la Unión Soviética de­tonó su primer artefacto nuclear.

El emparejamiento de posibilidades con­dujo a una imparable carrera armamentis­ta. Primero se agrandaron las bombas de uranio y plutonio, lo cual dio paso a la fa­bricación de las de hidrógeno (termonuclea­res) y coba lto, y ahora a las de neutrones. De modo paralelo se logró que los aviones que habrían de transportarlas fuesen más grandes y más veloces y tuviesen mayor ra­dio de acc ión. Una 1y otra superpotencias pusieron en tensión sus recursos científicos y tecnológicos para evitar que la rival tQmara la delantera.

El lanzamiento del sputnik soviético en 1957 parec ió romper el equilibrio, pero en poco tiempo los estadounidenses se empa­rejaron nuevamente. De ese modo, a me­diados de los años sesenta ambas partes ya

2. " Reagan's Star Wars" , en The New York Times of Books, Nueva York, 26 de abril de 1984.

tenían suficientes bombas y cohetes para destruirse mutuamente varias veces, y con ellos al mundo. Y la carrera seguía adelante.

El lanzamiento de satélites espías, por úl­timo, dio a cada potencia el conocimiento detallado de lo que hacía la otra . Así, cada lado supo con mucha certeza cuántos misi­les y de qué tipo tenía el adversario, lo cual obligó a que cada uno avisara con antela­ción el lanzam iento y la prueba de misiles y satélites a fin de que no se pensara que se había iniciado un ataque coheteril y se respondiera de inmediato apretando el co­rrespondiente "botón nuclear" .

La situación cuajó en el famoso concep­to de la destrucción mutua asegurada, uni­versa lmente conoc ida cdmo MAD (Mutual Assu red Destruction), que en inglés también significa loco. En su expresión más simple, la MAD significa que el país que inicie la guerra no obtendrá la ventaja que tradicio­nalmente concede dar el primer golpe, ya que a su vez recibirá un ataq ue demoledor. Se llega, así, a un equilibrio de terror en el cual ambas superpotencias, temerosas una de la otra, pasan el tiempo perfeccionando misiles, ojivas, rampas de lanzamiento, bom­bas y sistemas de detección y aviso tempra­nos. Empero, ambas naciones -y con ellas el mundo entero- están, por así decirlo, sentadas en un barril de pólvora rodeado de pequeños fuegos que pueden hacerlo explo­tar en cualquier momento. Tales son los ca­sos, por ejemplo, de una guerra local que rebase su ámbito o de una bandada de gan­sos que logre alterar los sensibles sistemas de radar.

Para funcionar como disuasor eficaz de los ataques, la MAD tiene dos requerimien­tos básicos. El primero es la prohibición de atacar a los satélites espías, pues si una su­perpotencia de pronto se queda sin ellos puede inferir que se trata del inicio de un ataque nuclear, lo cual la llevaría a respon­der de inmediato. El segundo es la obliga­ción de no desarrollar sistemas de defensa antibalísticos, cuyo propósito es disminuir la magnitud del daño que puede recibirse como respuesta a un primer ataque.

La proposición reaganiana socava, pre­cisamente, las bases de la MAD y tiende a asegurar la supervivencia estadounidense mediante el desarrollo de la defen~a balística total, sustentada ya no en los viejos misiles antibalísticos prohibidos por el tratado SALT 1 de 1972, sino en la más moderna y avan­zada tecnología de rayos láser - ultraviole­tas, infrarrojos y atómicos- , así como en los rayos de partículas.

sección internacional

Las consecuencias tecnológicas y económicas

N o es éste el lugar para analizar las ob­jeciones políticas, morales, científicas

y tecnológicas que pueden hacerse al pro­grama de la guerra de las galaxias. Comer­cio Exterior ofrec ió, en su número de marzo de este año, diversas a·preciaciones al res­pecto. Destacan, entre otras, el llamado "En favor de la humanidad y la paz" hecho por los jefes de Estado y de Gobierno de Argen­tina, Grecia, la India, México, Suec ia y Tan­zania; el discurso de Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz, "En el desarme es­tán en juego los intereses vitales de todos los pueblos" , y las intervenciones de E. Ve­likov y j ack Ruina en la XXXIII Conferencia Pugwash, de agosto de 1983 .3

No obstante, conviene referirse breve­mente a ciertos aspectos de orden tecnoló­gico y económico mencionados con mucha frecuencia en los órganos de prensa y en la literatura espec ializada. ,En primer término, es obvio que la IDE debe basa rse en un de­sarrollo c ientífico y tecnológico si n prece­dentes. La construcción y puesta en órbita de grandes espejos cóncavos -de unos 15 me­tros de diámetro-, las enormes ca ntidades de energía que deben consumi rse en dé­ci mas de segu ndo para emit ir rayos láser capaces de destruir misiles, los sistemas de computación que puedan discernir en se­gundos y ordenar el disparo de rayos láser, en la primera etapa del lanzamiento de mi ­siles enemigos, son tareas cuyas comple­jidades rebasan la comprensión de prácti ­camente todos los seres humanos. Sólo un puñado de científicos del más alto nivel pue­de apreciar los problemas que tales ingenios traen consigo.

Sin embargo, desde el punto de vista eco­nómico ya hay una primera aproximación del costo del programa: 26 000 millones de dólares en el quinquenio 1984-1988;4 se­gún otros análisis, el gasto se eleva en ese lapso a más de 60 000 millones.

Sin duda, el financiamiento correspon­diente está atado al déficit fiscal estadouni­dense, a las altas tasas de interés, al dólar sobrevaluado, etc. Es claro, empero, que im­plica enormes y jugosos contratos con em-

3. Comercio Exterior, vol. 35, núm. 3, México, marzo de 1985, pp. 246-254, 255-257 y 282-287, respectivamente.

4. Pierre Lellouche, " Armes de l'espace: I' Europe hors jeu" , en Le Point, París, 15 de octu­bre de 1984, reproducido en Contextos, México, núm. 42, diciembre de 1984, pp. 23-26.

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comercio exterior, octubre de 1985

presas del prop io país, y también de Europa y Japón, así como elevadas subvenc iones a universidades y centros de investigación . Todo ello redundará, independientemente de la eficacia de los equipos que en definit iva se fabriqu.en, en la invención y descubri ­miento de nuevos materiales y procesos, que a mediano plazo se utilizarán en la pro­ducción de bienes de capital, intermed ios y de consumo. El desarrollo de la informát i­ca, a su vez, dará un renovado y creciente impulso a las actividades de servicios. Todo esto conduce a que Estados Unidos recupere la primacía económ ica mund ial y el papel hegemónico ind iscutido que durante los años sesenta y setenta fueron du ramente cuestionados por Europa y Japón.

Desde otro ángu lo, la guerra de las gala­xias también tiene el f in de que la Unión Soviética se embarque en un programa si­milar. El Gobierno estadounidense está ple­namente convencido de la incapacidad eco- · nóm ica y del atraso tecno lógico de la URSS. Desde esas premisas, concluye que si ésta se lanza en un programa de ta l magnitud, la tensión del esfuerzo sería tan alta que pod ría provocar el debilitam iento de todo su sistema económico, político y soc ial, e incluso su posib le fractura. Como se ve, la apuesta es grande y los objetivos ambiciosos.

Acciones paralelas

En su intervención de marzo de 1983, Reagan hizo un alarde de generosidad,

al inv ita r a participar en la IDE a Eu ropa y Japón . Pero incluso fue más adelante, pues a fin de garantizar la paz ofrec ió entregar a la Unión Soviética todos los secretos tecno­lógicos que resu ltaran del programa. Como es natural, muchos analistas se preguntan si tal oferta fue real o fue só lo un truco propa­gandístico previo a su ree lecc ión.5

En otros órganos también se expresaron dudas sobre la eficacia económ ica, tecnoló­gica y aun mi litar de la guerra de las gala­xias . Para los europeos, en especial, el pro­grama aparece cargado de peligros vitandos, pues afirman que los deja en una idefensión total. Segú n ellos, la MAD constituía una me­jor opc ión , pues todos quedarían des­truidos y por tanto todos tenían las mismas garantías. La guerra de las ga lax ias, d icen, t iende a proteger a Estados Unidos de un ataque soviético, pero no puede defender a Europa de los misiles de crucero y de los misiles de corto y med iano alcance.

S. " Reagan 11: un parí sur sa bonne étoile" , Le Monde, París, 23 de enero de 1985.

En efecto, los misiles balísticos interconti ­nentales (ICBM) demoran de 30 a 35 minutos en llegar a su blanco. Ello da, teóricamente al menos, la posibilidad de detectarlos en su fase de ascenso y destruirlos ahí o antes de que empiecen a caer. Por lo contrari o, los misi les de crucero, que vuelan a ve loci­dades subsónicas y prácticamente a ras del suelo, razón por la cual es muy difíc il de­tectarlos, casi siempre dan en el blanco. Los de med iano alcance, como los Pershing es­tadounidenses a los SS-20 soviéticos, por su parte, vuelan a tal veloc idad que llegan a su destino en unos 5-8 minutos y por lo tanto son imposibles de destruir por los med ios previstos en la IDE.

Desde otro punto de vista, d iversos es­pecialistas han señalado la imposibilidad de que la IDE proporcione, incluso a Estados Unidos, una defensa suficiente. Destacan al respecto los ext ractos de un estudio que se publicararon en The New York Review of Books, trabajo en el que participaron nueve de los más distinguidos cient íf icos estadou­nidenses, entre ellos varios profesores emé­ritos, e incluso un exd irector de la Agencia Nacional de Seguridad.6

Según estos estudiosos, la guerra de las galaxias constituye uno de los peores in­tentos de defensa concebidos por los estra­tegas militares. Por un lado, no otorga una garantía de que en territorio estadoun idense no explotarán arm as nucleares, en caso de guerra. Inclu so suponiendo una eficacia de 90%, unas 750 ojivas pasarían las barreras de la IDE y podrían victimar de 50 a 70 por ciento de la población urbana. Vale agregar que ni siquiera los más optimistas creen que sea posible alcanzar ese grado de perfección.

Por otro lado, para los soviéticos sería re­lativamente fác il y barato defender los ICBM de los rayos láser que intentaran destruirlos, así como emplear otras armas que pudieran esquivar las defensas estadounidenses sin di­ficultad. De ello concl uyen qué " nuestros aliados europeos, que no tienen la protec­ción de un sistema de defensa de los misiles ba lísti cos, podrían sospec har aún más que Estados Unidos se propone realizar opera­ciones nucleares en Europa, sin riesgo para sí mismo" _7 Agregan que el sistema no pue­de ser pw¡sto a prueba, razón por la cua l en el mejor de los casos, se contaría con " una defensa asombrosamente com pleja, bajo el control total de un programa y una

6. " Reagan 's Star Wars", op. cit. 7. !bid.

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computadora cuyas proporciones desaffan el intento de describirlos y cuyo desempeño segui ría siendo un profu ndo misterio hasta el momento trágico en que debieran poner­se en acc ión" .s

Las respuestas europeas

Y a se mencionó que Estados Unidos in­vitó a gobiern os y empresas europeos

a participar en el desarrollo tecnológico ne­cesari o para la IDE. El general Abrahamson, jefe de la Oficina de la Iniciativa de Defensa Estratégica (OIDE), creada para el efecto por el gobierno de Reagan, afi rmó que varias de esas corporaciones han dado su aquiescencia y se aprestan a cooperar con sus contrapar­tes estadounidenses. Así, Matra, Thompson y Aérospatiale se comprometieron a crear misiles y diversos sistemas de armas, y Mes­serschmidt, de la RFA, Selenia, de Italia, y Bri t ish Aerospace y Eriot-Watt, del Reino Unido, han entablado negociaciones con la OIDE. Ciertas empresas suecas cooperan en el desarrollo de la robótica, la microelectró­nica, las fibras ópticas, nuevos materiales, etcétera.

Lo anteri or obedece a que los gobiern os europeos, que en general no comparten las tesis reagan ianas sobre el llamado escudo espacial, están imposibil itados para prohibir a las empresas de sus respect ivos países ese tipo de colaborac ión.9 Por ello, ante el pe­ligro de quedar en una posición subordin a­da, en las reuniones del Consejo de Europa celebradas en M ilán (ju nio de 1985) y Bonn (septiem bre de 1985) se presentó primero y se puso en marcha, después, el proyecto de la Agencia Europea de Coordinación. de Investigaciones (Eureka), cuyo propósito úl­t imo es poner a Europa ~n el mismo nivel tecno lógico que Estados Unidos y Japón.

De conform ic;lad con Maurice Romai, 10

en los años cincuenta las naciones europeas se esforzaron en crear un conjunto de co­munidades, cuyos resultados más notables se plasmaron en la CEE (primero de seis paí­ses, después de nueve y diez, y ahora de doce), la Com unidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y la Comunidad Europea de Energía Atómica (Euratom) . Sin embargo, no se logró, pese a los llamados de los pri-

B. /bid. 9. Michel Rudn iansky y Christos Passadeos,

" Una estrecha frontera entre investigaciones ci­viles y potencialidades mili tares", en Le Monde Diplomatique en Español, México, agosto de 1985.

10. " La lenta génesis de una comu nidad de técn icos del futu ro", en Le Monde Dip loma tique en Español, op. cit.

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meros ministros Fanfani (Italia) y Wilson (Rei­no Unido), en 1966, crear una comunidad científica y tecnológica.

Es cierto que ha habido algunos logros significativos en la materia. En 1952 se acor­dó crear la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), que agrupa a 13 estados miembros (Austria, Bélgica, Dina­marca, España, Francia, Grecia, Italia, Norue­ga, los Países Bajos, la RFA, el Reino Unido, Suecia y Suiza) y tres observadores (Polonia, Turquía y Yugoslavia). Sus funciones prin­cipales son la investigación física subnuclear, para lo cual cuenta, entre otros medios im­portantes, con un acelerador de partículas que entró en servicio en 1983. Según Romai, en la creación del CERN se tuvo buen cui­dado de establecer la teoría del "justo retor­no", según la cual cada país debe recuperar el equivalente de sus contribuciones.11

Años después se establecieron otros orga­nismos 'de cooperación intraeuropea, como el LEBM (Laboratorio Europeo de Biología Molecular) , el ILL (Instituto Max Von Lane­Paul Langevin), cuya misión es poner a dis­posición de los científicos un flujo calibra­do de neutrones, para lo cual cuenta con el reactor de flujo más potente del mundo, en Grenoble, y el ESFR (European Synchro­ton Radiation Facility) que emitirá rayos X mil millones de veces más potentes que los que se usan comúnmente en los laboratorios.

Puede considerarse, entonces, que el proyecto E u re ka se basa en tres propósitos principales: 1) poner a Europa en un plano de igualdad tecnológica con Estados Unidos y japón; 2) dar respuesta a la guerra de las galaxias de Reagan, y 3) construir una co­munidad científica y tecnológica europea.

Las metas de Eureka

1 a guerra de las galaxias, como se vio, es L un proyecto militar que tendrá impor­

tantes influencias en la economía civil. Por el contrario, el proyecto Eureka se plantea como un programa civil en las áreas cien­tífica y tecnológica, que puede tener apli­caciones significativas en el campo militar, sobre todo para los países que tienen sus propias fuerzas nucleares: Francia y el Reino Unido.

En la cumbre de Versalles de 1982, el presidente Mitterrand señaló que " la debi­lidad de Europa frente a Estados Unidos no res ide sólo en la superioridad tecnológica,

11. /bid.

sección internacional

PROGRAMAS PROPUESTOS POR EL GRUPO DE TRABAJO TECNOLOGÍA, CRECIMIENTO Y EMPLEO

l. Estímulos al crecimiento mediante un me­jor manejo de la energía.

1. Energía solar fotovoltaica (Italia­japón).

2. Fusión termonuclear controlada (Comunidades Europeas- Estados Unidos).

3. Fotosíntesis Oapón). 4. Reactores de neutrones rápidos (Es­

tados Unidos-Francia).

11. Manejo de los recursos alimentarios. 5. Tecnología alimentaria (Francia­

Reino Unido). 6. Acuicultura (Canadá) .

111. Mejoramiento de las condiciones de vida y de empleo, y protección del ambiente.

7. Teledetección espacial (Estados Unidos).

8. Trenes de gran velocidad (Francia­RFA).

en la magnitud de los capitales y en la fuerza militar de este último país, sino en las divi­siones internas" .12 En esa misma ocasión propuso y logró que se aprobara la creación de un Grupo de Trabajo sobre Tecnología, Crecimiento y Empleo (TCE), cuyo encargo sería proponer y desarrollar una serie de pro­gramas científicos y tecnológicos.

Según Yves Staurdze, 14 los franceses ocu- . pan ellider.azgo dentro del TCE, por lo cual han procurado darle una orientación que re­presente una respuesta activa a la guerra de las galaxias. El TCE entiende, por ejemplo, que hay un triple movimiento de desregla­mentación que altera seriamente la situación prevaleciente en los años setenta:

• Desestabilización de las comunicacio­nes y creación de una red mundial de in­formática, que a su vez anuncia la futura des­estabilización de las industrias de servicios.

• Desestabilización energética.

12. Véase Carlos Ábalo, "Versalles: desen­cuentro de siete", en Comercio Exterior, vol. 32, núm. 8, México, agosto de 1982, pp. 856-863.

13. André Yves Pornoff, Claude Vincent y Claude Cele, "Cartas y debilidades de Eu ropa en la carrera del progreso tecnológico", en Le Monde Diplomatique en Español, México, agosto de 1985.

14. " Hacia una nueva cooperación científi­ca", ibid.

9. Habitación y urbanismo en los paí­ses subdesarrollados (Francia).

1 O. Robótica avanzada (Francia-Japón). 11 . Efectos de las nuevas tecnologías

en las industrias tradicionales (Fran­cia-Italia).

12. Biotecnologías (Francia-Reino Uni­do).

13. Materiales avanzados y normas (Es­tados Unidos-Reino Unido).

14. Educación, formación profesional y desarrollo cultural mediante el uso de nuevas tecnologías (Cana­dá-Francia).

15. Aceptabilidad de las nuevas tecno­logías (Reino Unido).

IV. Progresos en la investigación básica. 16. Biología (Comunidades Europeas) . 17. Física de altas energías (Estados

Unidos). 18. Exploración del sistema solar (Es­

tados Unidos).

• Desestabilización estratégica, concre­tada en la IDE de Reagan.

El TCE ha propuesto 18 programas, cada uno de ellos encabezado por uno o varios de los países que participan en las cumbres de los siete (véase el recuadro 1).

De modo al parecer paralelo al del gru­po de trabajo TCE, el gobierno socialista de Mitterrand elaboró una propuesta diferente, que se presentó en las reuniones del Conse­jo de Europa en Milán y Bonn . En este caso se trata de 24 proposiciones que se empal­man parcialmente con las del grupo TCE. Al parecer, en este caso se procuraría que fue­sen sólo gobiernos y empresas europeos los encargados de llevar a cabo la investigación y el desarrollo respectivos (véase el recua-dro 2). '

Asimismo, la propuesta francesa se basa principalmente en el postulado de que no es obligatorio participar en todos los proyec­tos. Cada país puede, de ese modo, selec­cionar aquellas actividades más ligadas a sus intere·ses coyunturales o estratégicos, o aquéllos en los que tiene mayor dotación de recursos, para participar en ellos. 1 5 Del mis­mo modo, y de conformidad con las expe­riencias japonesa y estadounidense, se pro­curará la colaboración de empresas jóvenes y pequeñas, que aporten impulso e imagi-

15. André Yves Pornoff, et al. , op. cit.

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comercio exterior, octubre de 1985

24 PROPOSICIONES DE DESARROLLO TECNOLÓGICO

EUROMÁTICA: desarrollo de supercomputa­doras, arquitecturas paralelas, inteligen­cia artificial, sistemas expertos, silicio rá­pido, arseniuro de galio.

• Gran calculador vectorial • Arquitecturas informáticas con alto

grado de paralelismo • Máquina multiprocesadora de arqui-

tectura sincrónica • Memoria de masa • Centro de energía computacional • Circuitos consolidados y gama de má­

quinas simbólicas • Instrumentos generalizados de pro­

ducción, aplicados por sistemas exper­tos

• Sistema de información multilingüe • Gestión y vigilancia de grandes proce-

sos industriales • Europrocesador • Memoria de 64 millones de bits • Taller europeo de circuitos a base de

arseniuro de galio • Taller europeo de circuitos "cliente".

nación, con grandes consorcios capaces de hacer frente a la enorme magnitud de las in­versiones requeridas en un largo plazo. 16

Son muchos los ejemplos que se citan de las posibles colaboraciones intraeuropeas. Por ejemplo, en la Euromática se plantea la construcción de supercomputadoras capaces de aventajar los avances más recientes. "El cálculo de una corriente de aire en torno a un fuselaje aeronáutico requiere mil millo­nes de operaciones. Los supercalculadores más potentes, el Cray XMP estadounidense, por ejemplo, necesitan varias horas para efectuarlos. La realización del supercalcula­dor previsto en Eureka reduciría la duración del cálculo a unos minutos, aproximándose así a la cuasi instantaneidad de resultados suministrados en 'tiempo real ' por las com­putadoras en operaciones clásicas." 17

De modo similar, también se trabajaría en el desarrollo de las computadoras de quinta generación, materia en la cual japón lanzó un vasto programa en 1982 y que con­cluiría en 1988 con un prototipo. En este campo trabajan todos los países avanzados, tratando de ganarse mutuamente la delan­tera. Pero ahora la unidad de cuenta ya no

16. Maurice Romai, op. cit. 17. André Yves Pornoff, et al., op. cit.

EUROBOT: robótica de tercera generación, fábrica automatizada, concepción y fabricación por computadora, láseres.

• Robots de seguridad civil • Robots agrícolas • Fábrica automatizada • Láseres de C0 2 y CO

EUROCOM: redes informáticas y de comuni­caciones

• Redes informáticas para investigacio­nes

• Gran conmutador numérico europeo • Informática y eficinética comunican­

te de banda ancha • Transmisión en banda ancha

EUROBIO: desarrollo biológico.

• Semillas artificiales (genética molecu­lar)

• Sistemas de control y regulación

EUROMAT: desarrollo de nuevos materiales • Turbina de concepción avanzada

es la instrucción dada en ·un programa de computadora , sino la inferencia, la opera­ción lógica, lo cual equivale a cien o mil instrucciones de programa. Los japoneses desean llegar con su computadora a unos cien millones de inferencias por segundo; los franceses proponen en Eureka un obje­tivo diez veces mayor.18

¿Y en resumen, qué?

e omo se ve, el desarrollo científico y téc­nico europeo puede caminar por tres

vías opcionales:

7) Alistarse a las órdenes de Reagan en la guerra de las galaxias y cumplir así un pa­pel importante, pero subordinado. Gobier­nos y empresas europeos sólo realizarían aquello que específicamente se les encarga­ra. Unas cuantas empresas importantes po­drían así tener acceso a la tecnología del siglo XXI, pero en general la industria de ese continente quedaría relegada a satisfacer las necesidades de bienes de consumo de esta­dounidenses y japoneses, que representarían la demanda y al mismo tiempo sumini~tra­rían las tecnologías productivas.

2) También puede transcurrir por los ca-

18./bid.

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minos previstos por el grupo TCE. En este caso se trataría de un avance generalizado y más o menos parejo de las tres zonas geo­gráficas involucradas: Europa Occidental , América del Norte y japón. Empero, todo parece indicar que los estadounidenses no suscribirán finalmente las ideas del TCE, lo cual convierte las propuestas en una mera recolección de buenos propósitos.

3) En tercer término figura la posibilidad de construir una verdadera comunidad tec­nológica europea. Es la más riesgosa y más costosa de las opciones. Empero, al parecer los europeos están decididos a llevarla a ca­bo, pues tanto por su historia como para ga­rantizar su futuro independiente, no desean depender ni de la tecnología ni del escudo nuclear que Estados Unidos quiera otorgarles.

De lograrse las metas de Eureka, podría afirmarse que el mundo habría llegado a la multipolaridad . En efecto, nadie duda de la capacidad científica, tecnológica y eco­nómica de japón , que por sí solo ocupa un espacio equiparable al de Europa en su con­junto, y que ya disputa con mucho éx ito numerosos campos de las industrias de pun­ta a Estados Unidos.

El cuarto en discordia es, por supuesto, la Unión Soviética, de la cual el 12 de octu­bre Reagan afirmó que tenía su propio pro­grama de defensa estratégica, similar. al estadounidense. 19 Es obvio que el desarro­llo tecnológico implícito ya lo tienen los so­viéticos y que por sus propios motivos no desean quedar marginados de los avances de la electrónica, la robótica, la informática, la biotecnología y los nuevos materiales.

La competencia y la colaboración que se establezcan entre esos cuatro polos de­terminará la supervivencia del mundo. Sin embargo, la cara oculta de ese superdesa­rrollo científico y tecnológico es la miseria creciente de los países del Tercer Mundo. Si los avances previsibles no se ponen al ser­vicio de las grandes masas populares en in­terés de la paz y la colaboracion, al menos dos terribles jinetes, el Hambre y la Peste, seguirán victimando a millones de seres hu­manos. Así, sería posible ver aú n más ra­dicalizada la inequitativa distribución de bienes y riquezas . De un lado quienes todo lo tengan; del otro, una enorme multitud que no poseería sino su desesperación y su miseria. Es obvio que no es razonable - ni posible- pensar en un futuro de ese tipo, so pena de que el Hombre deje de ser tal. O

19. La jornada, México, 13 de octubre de 1985.

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documento

México en el XL aniversario de las Naciones Un idas MIGUEL DE LA MADRID HURTADO*

CUARENTA AÑOS DE ESFUERZOS

e uando 51 naciones adoptamos, hace cuatro decenios, laCar­ta de las Naciones Unidas, el mundo salía de la devastación

más cruenta a la que se ha enfrentado la humanidad. La expe­riencia de la segunda guerra mostró la necesidad de crear estruc­turas de cooperación, a fin de evitar el flagelo de la guerra y su secuela de sufrimiento, destrucción y menosprecio de la digni­dad de la persona, y asegurar así una paz permanente.

En 1945 la comunidad internacional se propuso normar la con­ducta de los estados conforme a principios, promover el respeto a los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos, y am­pliar la cooperación multilateral. El mecanismo de las Naciones Unidas surgió así como una de las mayores conquistas políticas de la historia.

En buena medida, el mundo actual es producto de nuestra or­ganización . Muchos de los países aq uí representados alcanzaron su soberanía con el apoyo de las Naciones Unidas. La declara­ción sobre la independencia de los pueblos coloniales, en 1960, significó un hecho polít ico decisivo. Sin su concurso, la autode­terminación hubiera cobrado una mayor cuota de sangre y agu­dizado las tensiones internacionales.

Debemos a las Naciones Unidas que el desarrollo sea hoy preo-

• El 25 de septiembre último, el Presidente de la República iba a pro­nunciar en la Asamblea General de las Naciones Unidas el discurso que se reproduce. En virtud de que los sucesos del19 de septiembre le impidieron asistir, el secretario de Relaciones Exteriores de Méxi­co, Bernardo Sepúlveda Amor, lo leyó en su representación. Como exordio, pronunció las siguientes palabras:

"El presidente Miguel de la Madrid se había propuesto traer hoy a este foro el mensaje de México en ocasión del XL Aniversario de las Naciones Unidas. Los trágicos acontecimientos ocurridos la semana anterior lo movieron a permanecer en el país. El Presidente juzgó que en esta hora de dolor su lugar estaba al lado del pueblo mexicano.

"Me ha instruido que exponga ante ustedes algunas de las tesis y propuestas que él hubiera formulado. Me ha pedido, asimismo, que

cupación esencial de la comun idad de estados. El sistema repre­senta el mecanismo más idóneo para encauzar la cooperación económica y técnica, en beneficio de los países menos favo rec i­dos. La obra de la organización, por lo que hace a la evoluc ión del orden jurídico internacional, es asimismo motivo de recono­cimiento unánime. Destaca, en particular, su aportación a la cau­sa del respeto universal de los derechos humanos.

Tampoco puede olvidarse la tarea del Organismo en la solu­ción de los conflictos políticos y enfrentamientos bélicos. Con fre­cuencia ha sido instrumento útil para desactivar antagonismos que hubieran suscitado más serios enfrentamientos. En la confronta­ción global, la ONU ha sido también factor de distensión y diálo­go; su perseverancia ha evitado la destrucción universal.

Las Naciones Unidas han ampliado los espacios de entendi­miento y propiciado un orden normativo que excluye la ley del más fuerte y protege a los países débiles. Sin su presenc ia, serían mayores las tensiones y desigualdades que nos afectan.

E's pertinente reconocer en esta ocasión que nuestra Organi­zación, a lo largo de sus 40 años de vida, ha logrado conformar instituciones y promover programas en favor de la niñez, la ju­ventud y la mujer; ha procurado mejorar la salud, el trabajo, la alimentación, la educación y la cultura, en beneficio de la huma-

manifieste el profundo y perenne reconocimiento del pueblo y del Gobierno de México por las incontables expresiones de solidaridad y el apoyo concreto que hemos recibido de tantos países amigos.

" Me ha indicado, en particular, que reitere su agradecimiento a los jefes de Estado y de Gobierno, así como a otras distinguidas per­sonalidades y a los funcionarios internacionales que viajaron a nues­tra capital con este motivo, y que lo exprese a los jefes de Delegación que se han referido generosamente al tema en esta tribuna.

"Me ha pedido, finalmente, que agradezca en su nombre a todos los estados miembros la decisión adoptada ayer por la Asamblea.

"México está de luto, pero lo conforta en su pena el ámbito de fra­ternidad creado en torno suyo por la comunidad internacional." [El título y los subtítulos son de la Redacción.]

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comercio exte~ior, octubre de 1985

nidad. Destaca, asimismo, la decidida labor de este Organismo en materia de población.

México reitera su inquebrantable compromiso cbn los propó­sitos y principios de las Naciones Unidas, que coinciden con la doctrina histórica de la política exterior de mi país. A nuestro jui­cio éste es el foro por excelencia para sumar la voluntad polftica de los estados en favor de los valores que son signo distintivo de la civilización .

En 1945, en la Conferenc ia de Chapultepec, las naciones de Amériéa Latina concertamos puntos de vista sobre las propuestas de Dumbarton Oaks. Sugeri"mos entonces medidas para fortale­cer a la ~samb l ea General y ampliar sus atribuciones en materia de seguridad_ y paz. Sostuvimos que las Naciones Unidas debe­rían reflejar los ideales de universalidad, igualdad jurídica, demo­cracia y respeto al derecho. Expresamos además la preocupación latinoamericana por dotar a nuestra Organización de los instru­mentos que le permitieran una acción eficaz.

Desafortunadamente, los ideales latinoamericanos hubieron de enfrentar la realidad de una desigual distribución del poder. Las potencias triunfadoras en la segunda guerra buscaron salva­guardar primero sus intereses, más que resolver las carencias de los pueblos en des,arrollo. El bipolarismo marcó desde entonces la vida de la Organización.

Por lo demás, el mapa político de la Tierra se transformó radical­mente. Hoy tienen asiento en este foro 159 estados. El desarrollo de la mayoría de los países reclama todavía atención urgente. Di­versas regiones padecen graves crisis económicas y po líticas, y aun · enfrentamientos bélicos, sin que las Naciones Unidas ofrez­can siempre soluciones adecuadas.

Así, no debe sorprendernos que surja el desánimo cuando se obstruyen medidas necesarias al mantenimiento de la paz y la se­guridad. Las dificu ltades para un nuevo ordenamiento de las re­lac iones económ icas y políticas entre los estados se traducen, igualmente, en desesperanza y escepticismo.

También hemos de reconocer que ha prevalecido muchas ve­ces la denuncia y la confrontación sobre la negociación y la ob­tención pragmática de resu ltados. Debe admitirse que esa ten­dencia debilita a las Naciones Unidas y alienta la desconfianza y la frustración .

Esta reflexión no debe conducirnos a disminuir el -valor de los foros multilaterales. Mi intención es otra: el cuadragésimo aniversa­rio de las Naciones Unidas es oportunidad excepcional para hacer un balance de logros y limitaciones, examinar el sistema y corre­gir deficiencias. Tengo la certeza de que la comunidad de nacio­nes espera este esfuerzo de renovación, a fin de perfeccionar la vida internaciona l.

Debemos asum ir nuestras responsabilidades para asegurar la plena eficacia de la Organización . Sabemos bi'en que las conver­gencias no son fáci les, pero tenemos la certeza de que la concer­tación de voluntades es condición necesaria para rea lizar cabal­mente las finalidades de las Naciones Unidas.

Ceder en lo accesorio para coincidir en lo fundamental es obli ­gación de todos. Resulta urgente un enfoque con~tructivo y la bús­queda de soluciones prácticas. Por parte de las grandes poten­cias es también indispensable una mayor ponderación en el uso

1013

del derecho de veto, una genuina disposic ión al diálogo para dis­minuir las tensiones globales y una comprensión más amplia de los problemas de las naciones en desarrollo.

Es inadmisible que cualquier estado busque conformar el sis­tema inte~nacional de acuerdo con sus intereses, o que pretenda imponer o inducir sus propios esquemas políticos a otros países, abierta o subrepticiamente. La confrontación entre el Este y el Oes­te propicia sumisiones políticas e impone alineamientos que difi­cultan la paz y el avance de la democracia internacional. Las in­terferencias impiden, muchas veces, la solución pacífica de los conflictos regionales y estimu lan desde el exterior el enfrentamien­to entre pueblos hermanos. El estéril armamentismo que se deri­va amputa opciones válidas para el desarrollo.

Las tendencias hegemónicas han utilizado el espejismo de re­laciones privilegiadas para romper so lidaridades. Así, se arriesga y limita nuestra auténtica independencia. En las postrimerías del siglo XX no pueden aceptarse supuestos derechos de primacía o zonas de influencia que vulneran la soberanía y limitan la autodeterminación.

La eficacia de las Naciones Unidas tiene como límite la volun­tad de los estados miembros. La paz duradera só lo es posibl~ si se renuncia a la pretensión de dominio y reconocemos que la con­vivencia, en un mundo plural, se finca en el respeto al derecho y en la satisfacción de las necesidades de los pueblos. La seguri­·dad requiere eliminar controversias por la vía política y diplomá­tica y, en consecuencia, la abstención del uso de la fuerza. El de­sarrollo equitativo supone solidaridad y abandono de privilegios. Al formular estas reflexiones, pienso en la sentencia de Benito Juá­rez, gran estadista de la nación mexicana: "entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

La desigualdad de oportunidades y los enfrentamientos gene­ran una situación explosiva que amenaza la frágil estabi lidad de la sociedad internacional. Las Naciones Unidas son instancia única que nos preserva de la barbarie y que permite vivir conforme a la razón y a la inteligencia política. Estoy convencido de que sólo dentro de este foro universal podemos ofrecer a las presentes y futuras generaciones una esperanza común de supervivencia y bienestar.

En esta solemne ocasión mis palabras quieren ser un llamado a l¡1 responsabilidad de todos los gobiernos. La historia de la civili ­zación nos enseña que el porvenir no puede estar sometido a las exigencias· del poder inmediato . Tengamos presente que una con­flagración universal haría imposible un nuevo renacimiento. Por eso, los principios y propósitos de la carta de las Naciones Uni­das son hoy más vigentes que nunca. · ·

Las insuficiencias de la Organización pueden ser superadas con espíritu creativo y visión del futuro. La opción es clara : reforza­mos nuestras instituciones o nos enfrentamos al riesgo de la anar­quía internacional.

PROBLEMAS DE LA ECONOMfA MUNDIAL

E n los años posteriores a la segunda guerra mundial, la co­munidad internac ional, en un ejercicio de memoria histórica

y de voluntad política, decidió evitar la recurrencia de los fenó­menos económicos registrados durarite los años treinta y que fue­ron, en buena medida, causas principales del conflicto bélico más

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grande que ha vivido el mundo. En efecto, en esos años, se pre­sentó una aguda recesión , incertidumbre, inestabilidad moneta­ria y comercia l, desquiciamiento de los mercados financieros y fa lta d.e cooperación económica. Cada país intentaba resolver sus problemas en forma aislada y exportarlos a otros. Concluido el período bél ico, en un ejercicio de cooperación también sin pre­cedente, se transfirieron recursos reales para la reconstrucción de Europa y Japón, salvando a los países involucrados de la ham­bruna y fomentando su notable recuperación.

En un clima de diálogo y cooperación económica entre lama­yoría de los entonces países independientes, se inició en la déca­da de los cincuenta, y durante casi 20 años, un período en el cual la economía mundial se caracterizó por una relativa estabilidad monetaria, corrientes de financiamiento que, aun siendo insufi­cientes, fomentaban el desarrollo, y crecientes flujos comercia­les. Esta cooperación, aunque deficiente, permitió avances y me­jorías en los niveles de bienestar, en las naciones industrializadas y t?mbién, en menor medida, en los países en desarrollo:

La situación actual de la economía internacional presenta sig­nos de gran incertidumbre. La recuperación económica en el mun­do industrializado que se inició en 1983 no se ha .expandido con suficiente intensidad hacia los países en desarrollo. Incluso, el rit­mo de recuperación empieza ya a mostrar signos de debilidad . Los precios de los productos primarios han disminuido 'significa­tivamente, deteriorándose los términos de· intercambio de los paí­ses en desarrollo y oscureciéndose sus perspectivas de progreso económ ico.

La desaceleración de la economía internacional ha creado cr.e­cientes tensiones. Persiste la amenaza de que la economía mun­dial se fragmente al intensificarse las presiones a favor de la adop­ción de medidas protecc ionistas: en perjuicio, particularmente, de las naciooes en desarrollo.

Las tasas de interés en los principales centros financieros con­t inúan siendo elevadas, inhibiendo la canalización de recursos hacia inversiones productivas. En los mercados cambiarios ha per­sistido la volati lidad y la especulación .

Hoy, ante la titu beante evolución de la economía mundial, se ha extraviado el rumbo y puesto en pel igro la prosperidad. Por ello, para los países en desarrollo, en especial para América Lat i­na, no es aceptable un sistema monetario internacional que en lugar de propiciar certidumbre e inverstón productiva, dé lugar a inestabil idad cambiaría, inflación y especulación .

No es aceptable un sistema fi nanciero internacional que, en lugar de promover una afluencia de recursos que contribuya al desarrollo económico y social, dé lugar a una mayor concentra­ción de la riqueza y a la descapital ización de países que repre­sentan más de tres cuartas partes de la población mundial.

No es aceptable un sistema de comercio internacional que, en lugar de inducir a la eficiencia y al aprovechamiento de las ventajas comparativas, dé lugar al proteccion ismo y al aislamien­to, relegue a los países en desarrollo al simple papel de provee­dores de materias primas y productos de escaso valor agregado.

No es aceptable que, en un mundo más interdependiente que hace 40 años, no exista la suficiente voluntad para resolver los problemas a que se enfrenta la economía mundial mediante sis­temas eficaces de cooperación.

documento

El desfavorable entorno económico internacional ha obstacu­lizado los esfuerzos emprendidos por los países en desarrollo pa­ra alcanzar mejores niveles de vida. Con firmeza, se combaten la inflación y los desequilibrios internos y externos. Al mismo tiem­po, se procura reactivar el aparato productivo, aumentar las ex­portaciones y mantener las inversiones sociales más indispensa­bles. Los países en desarrollo hemos aceptado con hechos que el esfuerzo interno es insustituible para afrontar nuestros problemas.

Estos esfuerzos internos no tienen precedente, pero para que fructifiquen se requiere de un mayor respaldo de la comunidad internacional. Paradójicamente, nuestras medidas de ajuste no tie­nen contrapartida equivalente en las economías más desarrolladas. Al propósito de exportar se responde con restricciones al comer­cio; a la necesidad de recursos, se reacciona con financiamien­tos limitados y onerosos, con inadecuada inversión y una pobre transferencia de tecnología.

Resulta imperativo un mayor diálogo y la celebración de ne­gociaciones multilaterales, a fin de resolver los grandes proble­mas económicos que aquejan al mundo, y para que la coopera­ción económica se transforme de palabras en realidades.

Es impostergable la revisi ón del sistema monetario internacio­nal, con el propósito de recuperar la estabilidad perdida y crear un clima conducente a la inversión productiva y al estímu lo del comercio mundial. Es preciso buscar que la corrección de los de­sequil ibrios de balanza de pagos sea simétrica, distri buyendo la carga del proceso de ajuste entre los países en desarrollo y los industrializados, entre las naciones deficitarias y las superavitarias.

La distribución equitat iva de los costos y beneficios del siste­ma económico mundial es premisa básica para la prosperidad de todos. En las finanzas, como en el comercio, es ind ispensable re­conocer los diferentes niveles de desarro llo, como elemento que sustente un principio de equidad.

El sistema financiero debe ser capaz de canal izar recursos en condiciones y montos acordes con las necesidades de desarro­llo. En los últimos años, los países en desarrollo, principalmente de América Latina, se han visto en la necesidad de uti lizar crédi­tos de la banca comerdal, que no son los más adecuados en pla: zos ni en tasas de interés, para estos fines. Ello se ha debido a la insuficiencia de fondos para el desarrollo concertados en forma bilateral y mu ltilateral. Irónicamente, los recursos que deberían haberse destinado para mejorar el bienestar de la humanidad, han sido canalizados a una carrera armamentista que amenaza nues­tra supervivencia y deforma las economías.

El problema de la deuda externa de América Latina y otros paí­ses en desarrollo no puede solucionarse de manera definitiva, me­diante un ejercicio de restructuración que otorga solamente un alivio temporal a los países deudores y a la comunidad interna­cional. Para poder pagar es necesario crecer.

Se hace necesario un diálogo entre representantes de países deudores y acreedores, de la banca privada internacional y de los organismos financieros mundiales como vía hacia fórmulas que reconozcan responsabilidades compartidas y concilien los diver­sos intereses, con el fin de hacer posible una economía mundial dinámica y un desarrollo más igualitario .

Se requiere elaborar una estrategia global que comprenda trans­ferencia de recursos frescos en condiciones adecuadas, para lo-

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comercio exterior, octubre de 1985

grar la reactivación del comercio mundial, la eliminación de ba­rreras proteccionistas a las exportaciones de los países deudores, y la reconversión industrial con miras a aprovechar las ventajas comparativas existentes en escala mundial.

En el campo del comercio internacional y en particular en las próximas negociaciones que se iniciarán en 1986, es indispensa­ble lograr un trato preferencial a los productos de los países en desarrollo, para que éstos puedan exportar y, por ese conducto, alcanzar. un ritmo de desarrollo que permita cubrir sus crecien­tes necesidades internas y cumplir con sus obligaciones externas.

Los problemas monetarios, financieros y comerciales confor­man la peligrosa estructura sobre la que se basa hoy la economía mundial. El diálogo y la negociación, y no la confrontación, son los elementos fundamentales en la búsqueda de soluciones. Es necesario convocar a la comunidad internacional a sus líderes y a la Organización de las Naciones Unidas con el fin de que, en un gran ejercicio de voluntad política, se estructuren programas de reforma que, como hace 40 años, eviten crisis y conflagración. El mundo en desarrollo -que representa más de 30% de la acti­vidad económica mundial y más de 75% de la población- re­quiere ahora un audaz e imaginativo programa de reactivación y de transferencia de recursos reales para hacer frente al ham­bre, a la ignorancia y a la pesada carga de la deuda, y así lograr una economía mundial sólida, con una mejor distribución de sus beneficios.

PAZ PARA CENTROAMÉRICA

A. mérica Latina demanda también soluciones negociadas a las tensiones que ponen en peligro la paz de la región . Las gestio­

nes del grupo de Contadora que mi país ha emprendido al lado de Colombia, Panamá y Venezuela, para evitar una conflagración generalizada, representan una respuesta latinoamericana a pro­blemas eminentemente latinoamericanos.

Hemos de insistir en que la raíz de los problemas centroameri­canos se localiza en sus carencias y rezagos sociales y económicos, que han provocado la inestabilidad de las instituciones políticas del área. Empero, no podemos desconocer que el conflicto im­plica consideraciones geopolíticas 'de zonas de influencia y de equilibrio estratégico. Tampoco es posible ignorar que el cese de las interferencias foráneas es condición determinante para cual­quier arreglo pacífico en el Istmo. Pese a ello, mantenemos la convicción de que la causa profunda de los enfrentamientos en América Central es endógena y que éstos deben aislarse de la con­frontación Este-Oeste.

Contadora se ha propuesto encontrar formulas políticas y di­plomáticas que garanticen los intereses legítimos de todas las na­ciones centroamericanas y salvaguarden su derecho a la autode­terminación y a la independencia. No estamos solos en nuestro empeño. La creación del Grupo de Apoyo, integrado por Argen­tina, Brasil, Perú y Uruguay, pone de manifiesto el rechazo lati­noamericano al empleo de la fuerza y a la intervención externa de cualquier origen en América Central.

Es claro que no basta la firma de un instrumento jurídico para asegurar la paz y el desarrollo en el área. 'Sin embargo, el Acta de Contadora Para la Paz y la Cooperación en Centroamériea re­presenta, a nuestro juicio, un camino viable para impedir la gue­rra y la intervención en la zona. Por eso exhortamos a todos los países de la región a ace lerar las negociaciones que conduzcan

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a la pronta suscripción del Acta. Instamos igualmente a los esta­dos con vínculos e intereses en el Istmo a que favorezcan el acuer­do entre las naciones centroamericanas y se abstengan de cual­quier medida que agrave la situac ión.

Sin duda, hace falta decisión política y buena fe para restable­cer las bases de comunicación entre los gobiernos de la zona. La voluntad de los estados centroamericanos es elemento insus­tituible de un entendimiento. Los contactos bi laterales reforza­rían, a no dudarlo, las negociaciones de Contadora en favor de un acuerdo centroamericano.

Centroamérica tiene derecho al bienestar y a vivir libre del fan­tasma de una guerra que sólo acarrearía muerte y devastación en una zona que sufre ya, como hecho cotidiano, pérdidas irrepa­rables de vidas humanas y de recursos. Las soluciones de fuerza, más allá de las ilusiones inmediatas, sólo contri bu irían a perpe­tuar y extender la inestabilidad regional. La paz es indispensable para consolidar instituciones políticas que fomenten la democra­cia y el desarrollo económico y soc ial.

El Gobierno de México agradece el apoyo a la Asamblea Ge­neral a las gestiones de Contadora. Su respaldo nos compromete a persistir en el empeño de paz. Confiamos en que la expresión unánime de la comunidad internacional habrá de persuadir a los gobiernos centroamericanos, y a aquellos otros involucrados en el conflicto, a que prevalezca el derecho sobre la fuerza, y el po­der de la política sobre la política del poder.

ES INDISPENSABLE TERMINAR CON LA CARRERA ARMAMENTISTA

M éxico advierte con inquietud el nuevo impulso de la ca rre­~a armamentista . nuclear y convencional. La desconfianza

mutua entre las grandes potencias al ienta un afán de supremacía tecnológica y militar que provoca, a su vez, mayores recelos. Se genera, en consecuencia, una dinámica ascendente de tensiones y armamentismo que incrementa el riesgo de la conflagración .

El temor a un rezago en la competencia por la mayor capaci ­dad bélica podría inducir al error de pretender un primer ataque sin respuesta. Más aún, los modernos proyectiles y los complejos sistemas de información que dirigen su despliegue ofensivo y de­fensivo aumentan las posibilidades de un accidente que podría desencadenar el holocausto.

El hombre parecería encontrarse en el umbral de su propio aniquilamiento. Nadie puede animar fa lsas esperanzas de super­vivencia ante el peligro nuclear. Son unánimes las conclusiones de la más reciente investigación científica. Una guerra atóm ica significaría el fin de la inteligencia y, tal vez, de toda forma de

.vida sobre la s'uperficie del planeta.

El desarme nuclear concierne a todos los pueblos. De ahí que México, en enero del presente año, junto con Argentina, Grecia, la India, Suecia y Tanzania, hiciera un llamado a las potencias poseedoras de armas nucleares para adoptar medidas urgentes que detengan e inviertan · esa esca lada sin sentido.

La lógica de la disuasión y del equ ilibrio en niveles siempre superiores de potencial destructivo ha de sustituirse ahora por acuerdos políticos, sucesivos y graduales, que atiendan legítimos reclamos de seguridad, reduzcan paulatinamente el peligro del exterminio y conduzcan, por último, a la tota l eliminación de las armas nucleares.

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Recientemente se cumplieron 40 años de las tragedias de Hi­roshima y Nagasaki. Las armas nucleares alteraron desde entonces, cualitativamente, la escena internacional. Los modernos arsena­les no son efecto inesperado del avance científico y tecnológico, sino producto e instrumento de decisiones políticas. La tecnolo­gía, por sí sola, resulta impotente para anular la amenaza que ace­cha a la civilización. La continuidad de la historia depende, en adelante, del acuerdo y el desarme; es decir, de una acción polí­tica decidida que revierta la inercia del desastre.

Insistimos ·en que el armamentismo frustra las esperanzas de bienestar y dilapida los recursos que podrían satisfacer las nece­sidades elementales de la mayor parte de la población de la Tie­rra. Es igualmente factor del desorden que priva en el mercado financiero internacional. Existe así un vínculo innegable entre la dimensión de la pobreza y la magnitud del gasto militar.

Es hora de detener este necio y dramático trayecto hacia la guerra. Las grandes potencias han de asumir compromisos ine­quívocos en la tarea del desarme nuclear. Todos los estados com­partimos, además, la responsabilidad de poner un alto a la acu­mulación de armas convencionales, cada vez más avanzadas y mortíferas.

Esperamos que las conversaciones de Ginebra entre Estados Unidos y la Unión Soviética habrán de impedir la proliferación vertical, quiza irreversible, de los arsenales estratégicos y de propi­ciar su progresivo desmantelamiento. Confiamos en que la comu­nidad internacional revita lice los foros multilaterales de desarme y estimule nuevos esquemas regionales de limitación de arma­mentos. Así lo reclaman el rico legado de la especie humana y las generaciones futu ras que, de otra manera, jamás existirán.

LOS PROBLEMAS REGIONALES REQ UIEREN ATENCIÓN

L as confrontaciones globales exacerban confl ictos regionales y ponen en peligro la paz y la seguridad mundiales.

En América aún subsiste el diferendo por la soberanía de las Islas Malvinas. En este foro, mi país reitera su apoyo a los dere­chos históricos de la nación argentina y pide a las partes, una vez más, que in icien negociaciones que permitan resolver la contro­versia.

En 1985 persiste en África del Sur la violación sistemática de los derechos humanos. Durante los últimos meses, la represión a los movimientos civiles de protesta agregó mayor infamfa al sis­tema de apartheid. Sudáfrica, además, impide todavía la plena independencia del pueblo de Namibia. México condena al régi­men racista de Pretoria y exhorta a todos los estados al cumpli­miento de las resoluciones que han adoptado, sobre este país, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General.

El derecho de todos los estados del Medio Oriente a vivir en paz, dentro de fronteras seguras y reconocidas, y el derecho pen­diente del pueblo palestino a la autodeterminación, subsisten como motivo de continua tensión internacional. La integridad na­cional de Líbano es víctima ya de las políticas de fuerza regionales y extrarregionales que prevalecen en la zona. La guerra entre Irán e lraq introduce un elemento adicional de inestabilidad. Las prác­ticas terroristas y las represa lías indiscriminadas, que atentan contra personas inocentes, profundizan el antagonismo entre grupos y

documento

naciones y sustituyen con elementos arbitrarios a la legítima ac­ción política.

Para México, la injerencia en los asuntos internos de otros es­tados es siempre inadmisible. El principio de no intervenc ión, a nuestro juicio, no admite excepción alguna. Reiteramos por ello nuestro apoyo a una solución negociada que permita el inmedia­to retiro de todas las tropas extranjeras en Afganistán.

LA NEGOCIACIÓN DEBE SUSTITUIR EL USO DE LA FUERZA

L a política es, por definición, la actividad humana encamina­da a establecer un orden justo de convivencia pacífica entre

individuos, grupos y pueblos. En esencia, se trata de una expresión del espíritu libre que tiende a normar conductas para incorporar lo disperso en un esfuerzo común. Es, así, un acto de creación cultural que postula valores, precisa medios, señala destinos y re­suelve la anarquía en la unidad superior de la organización social.

La política es tensión entre estabilidad y cambio. En ella se con­jugan los valores del orden y la aspiración de libertad, bienestar y progreso que es propia de la especie humana. Síntesis de idea­les colectivos, la actividad política erige instituciones que, más allá de las personas, concilian la exigencia de la regularidad con las necesidades de la transformación. Por eso, la organización po­lítica es, a la vez, reflejo y esperanza de las trad iciones cu lturales de la comunidad.

En la historia, la convivencia de pueblos y naciones estuvo su­jeta, durante siglos, a la violencia, la confusión y la anarquía. Hasta 1945, el orden internacional expresaba el libre juego de fuerzas políticas y militares que, por períodos breves, alcanzaban equili­brios en un conjunto inestable dominado por unas pocas hegemo­níás. De ahí que la guerra haya sido el instrumento privilegiado y tradicional de la política entre los estados: sinónimo perfecto de la política del poder.

La barbarie y el horror de la segunda conflagración del siglo veinte revelaron las consecuencias devastadoras de las pol íticas de fuerza . Se trató entonces de fundar un sistema de convivencia con base en el derecho y la igualdad . En el esquema de la pos­guerra, las Naciones Unidas habrían de ser, a la vez, piedra an­gular y garantía última de un nuevo orden internacional regido por los valores supremos de la paz y el desarrollo.

Las esperanzas de entonces han sido sólo parc ialmente satis­fechas. Lo que resulta decisivo es que, por primera vez en la his­toi-ia, en razón de la tecnología bélica, el empleo de la fuerza ya no puede ser un medio eficaz de la política. En la era nuclear no es posible un orden imperial de yugo y subordinación . La com u­nidad de estados no tiene más posibilidad que el diálogo, la di­plomacia y la negociación. No se trata sólo de un mandato ético, sino también, y fundamentalmente, de una exigencia lógica y de un imperativo de la realidad. Por eso decía que los principios de las Naciones Unidas son hoy más vigentes que nu nca.

El fórtalecimiento de las Naciones Unidas es un requerimien­to inexorable de la inteligencia. Sin ella no habremos de sobrevi­vir. Hago votos porque todos los estados miembros, en este cua­dragésimo aniversario de nuestra Organización, atendamos la voz de la justicia y el derecho del entendimiento y la razón , y traba­jemos, con renovado impulso por la paz y el desarrollo de todos los pueblos de la Tierra. O

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mercados y productos

El" mercado de carne de bovino y porcino en M é x i e o 1 DIRECCIÓN DE PLANEACIÓN

(Segunda y última parte)

GANADER[A PORCINA

Situación nacionai

E n el período 198~-1983 el crecimiento de la población porci­na fue muy dinámico, pues subió de 16.9 mil lones de cabe­

zas a 19.4 millones, lo que representa un crecimiento medio anual de 4.7%, superior al del ganado bovino en el mismo lapso. El lo determinó que la oferta interna de carne porcina 1 creciera de 1 250 800 a 1 485 882 toneladas (una tasa media anual de 5.9%). Tal situación contrasta con la tendencia descendente observada en la ofertad~ carne bovina en dicho período, como se mencionó en la primera parte de este trabajo.

Aunque la cría de cerdos se real.iza en todo el país, ciertos fac­tores, como el clima y la disponibilidad de forrajes, granos y resi­duos industriales apropiados para su alimentación, influyen ,en la conformación de regiones pordcolas. En la actualidad hay cuatro importantes: la del Bajío, la Centro Oriental, la Centro Occidental y la Sur.

En la región del Bajío -que para los efectos de este estudio abarca los estados de jalisco, Michoacán y Guanajuato- se con­centra el mayor número de cabezas, con algo más de 30% en

l . En este cas.o la oferta coincide prácticamente con la producción, pues no hay importaciones y las exportaciones son mínimas.

Este estudio fue elaborado por Abraham Ferrusquía Villafranca. La pri­mera parte se publicó en el número 8, agosto de ·1985, p. 822 .

1983; la Centro Oriental -formada por la parte norte del estado de Veracruz, Puebla, Hidalgo y México- en el año indicado po­seía 16.7%; la Sur, que comprende los estados de Chiapas, Gue­rrero, Oaxaca y el sur de Veracruz, reunía 15.4%, y la Centro Occidental -Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango-, 13.6% (véase el 'cuadro 15).

CUADRO 15

México: existencias de ganado porcino (Millones de cabezas)

Región 7980 7987 7982 1983

Total 16 890.0 17 562.2 78 095.6 19 364. 1

Bajío S 170.0 S 434.9 S 638.3 6 074.6 Centro Occidental 2 306.8 2 378.5 2·460.1 2 642.6 Centro Oriental 3 136.3 2 945.9 3 027.6 3 231.4 Sur 2 633.3 2 744.5 2 809.1 2 986.1

Otras 3 643.6 4 058.4 4 160.5 4 429.4

Fuente: Compendio histórico. Estadfstica delsubsector pecuario, 1972-1983, Dirección General de Fomento Ganadero, Subsecretaría de Ga­nadería, SARH .

Oferta interna

En el período 1980-1983 el sacrificio de cerdos creció a una tasa media anual de 5.8%; en el último año fueron 20.2 millones de cabezas, 3.16 millones más que en 1980. El peso medio por canal sólo ascendió de 73 .3 a 73.5 kilogramos (véase el cuadro 16) .

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1018 mercados y productos

CUADRO 16

México: consumo aparente de carne porcina

Concepto Unidad de medida 1980 1981 1982 1983

Inventario miles de cabe~p.s 16 890 17 562 18 096 19 364 Sacrificio miles de cabezas 17 058 17 826 18 602 20 216 Rendimiento por cabeza 1 kg

\ 73 .3 73 .3 73.4 73.5

Oferta miles de ton 1 250.3 1 306.6 1 365.4 1 485 .9 Exportaciones ton 21 80 2 4 Consumo aparente miles de ton 1 250.3 1 306.5 1 365.4 1 485 .9 Consumo per cápita kg 18.04 18.35 18.70 19.87

l. El canal del porcino incluye cabeza, cuero, grasa (d!!nominados en conjunto "maleta", en los términos del rastro) así como el "capote" (que en e[ mismo lenguaje representa carne y hueso). Propial!lente dichos, "maleta" y "capote" representan el an imal completo, excepto vísceras y sangre.

Fuente: Compendio histórico. Estadfstica delsubsector pecuario, 197-2-1983, Dirección General de Fomento Ganadero, Subsecretaría de Ganaderfa, SARH, y datos proporcionados por el IMCE.

CUADRO 17

E~istencias mundiales de ganado porcino (Millones de cabezas)

Pafs 1980 7981 7982

Total mundial 796.0 778.0 767.3

Países seleccionados 636.2 616.5 602 .5

China 325.1. 310.3. 298.5• URSS 73.9 73.4 73.3 Estados Unidos 67.4 64.5 58.7 Brasil 34.2 32.4 33.2 RFA 22.4 22.6 22 .3 México 16.9 17.6 18.1 Polonia 21.3 18.5 19.5 Rumania 10.9 11.5 12.5 ROA 12.1 12.9 12.9 España 10.7 10.7 12.0 Francia 11.4 11.6 11.4 Países Bajos 10.1 10.3 10.3 Canadá 9.7 10.2 9.8 Japón 10.0 10.1 10.0

Otros 159.8 161.5 164.9

n.d. No disponible. a. Estimación de la FAO. b. Cifra extraoficial.

. 7983

776.7

' 609.1

305.6" 76.7 53.9 33.5b 22.5 19.4 17.6b 12.6 12.1 12.4 11 .7 10.6b 10.3 10.3

~67 . 6

1984

718.1

588.4

298.5. 78.7 55.8 33.0b 23.4 n.d. 15.9b 14.4 12.8 12.4. 11 .4. 11.0' 10.6. 10.4b

189.8

Fuente: Boletfn Mensual FAO de Estadfsticas, núm. 11 , noviembre de 1982, y núms. 2 y 11 , febrero y noviembre de 1984; Compendio histórico. Estadísticas del subsector pecuario, 1972-1983, Direc­ción General de Fomento Ganadero, Subsecretaría de Ganade­ría, SARH.

La mayor producción de car:ne porcina es resul~do del aumen­to de la demanda interna, del corto ciclo de reproducción del ganado y de la rápida y costeable conversión de forraje en carne que caracteriza a estos animales.

Consumo

El consumo total de carne porcina en 1983 llegó a 1 485 578 ton, casi 235 000 ton más que el de 1980; su ritmo medio de creci­miento anual fue de 5.9%, muy superior al de la población. El consumo per cápita pasó de 18.04 kg en 1980 a 19.87 kg en '1983 (véase el cuadro 16).

Exportaciones

Las ventas externas de carne porcina son muy bajas; en el perío­do 1980-1984 .(primer semestre) no llegaron a representar 1% de la oferta. Aunque de manera irregular, las exportaciones pasaron de 21 tón y 65 000 dólares en 1980 a 304 ton y 745 000 dólares en 1983; en los primeros seis meses de 1984 se exporta ron 111 ton (266 000 dólares). Las ventas se pueden efectuar mediante tres fracciones arancelarias: 02 01 a 07, 02 01 a 08 y 02 01 a 09. Sólo han tenido cierta importancia las ventas de carnes deshuesa­das (fracción 02 01 a 08) al mercado japonés. Las t res fracciones están exentas del pago de impuestos, pero se requiere el permiso previo que extiende la Secofi.

SITUACIÓN INTERNACIONAL

Existencias y producción

E n el lapso 1980-1984 las existencias mundiales de ganado por­cino se redujeron en casi 18 millones de cabezas (de 796 mi­

llones en 1980 a 778.1 millones en 1984), lo que representa un descenso de 2.2% (véase el cuadro 17).

Los países que tuvieron los mayores descensos fueron : China (25 .6 millones de cabezas), Estados Unidos (11.5 millones), Polo­nia (5.5 millones) y Brasil (1 .2 millones). En cambio se registró un cre.cimiento en los hatos de la URSS (4.8 millones de cabezas), Rumania (3.5 millones), España (1.7 millones) y la RFA (1 .1 millones).

Las naciones con mayor número de porcinos en 1984 fueron China, 298.5 millones; la URSS, 78.7 millones; Estados U nidos, 55.8 millones; Brasil , 33 millones, y la RFA, 23.4 millones.

De 1980 a 1982, la producción mundial de carne porcina se redujo 6%, pasando de 55.3 millones a 52 millones de toneladas; en 1984 se recuperó, pero sin rebasar el monto logrado en 1980 (véase el cuadro 18).

la contracción de 1982 se debió a que la producción de Esta­dos Unidos sufrió una brusca caída como resultado de una ex­cepcional baja de los inventarios de cría. Tal baja, a su vez, se originó en la incertidumbre de los productores respecto de los ingresos que obtendrían a corto plazo como consecuencia de los elevados tipos de interés y de la depresión económica general,

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comercio exterior, octubre de 1985

CUADRO 18

Producción mundial de carne porcina (Miles de toneladas)

País

Total mundial

Países seleccionados

China Estados Unidos URSS RFA Francia

. Japón ROA Hungría Países Bajos España México Italia Polonia Dinamarca Brasil Reino Unido Canadá Checoslovaquia Yugoslavia Rumania Bélgica-Luxemburgo

Otros

a. Estimación de la FAO. b. Cifra extraoficial. n.d. No disponible.

1980

55 285

so 347

16 438a 7 S36 S092 2 726 1 860 1 47S 1 212b

90S 1 12S

986 1 2S1 1 08S 1 711

972 980 928 877 819 723b 977b 669

4 938

1981

55 933

so 872

16 762a · 7199 S 219 3 182 1 907 1 396 1 279b

906 1 194 1 021 1 307 1 106 1 346

993 980b 92S 840 8S3 769a

1 oo8b 680

S 061

1019

.,

1982 7983 1984 / .

57955 53 943 54890

46 843 47 632 48127

13 478a 13 962a 14 39!lá 6 4S4 6 894 6 629 S 300 S 7.60 6 3sO• 3 1'so . 3 220 3 280° 1 -807 1 808 1 820 1 428 . 1 429 1 450a 1 1SSb 1 197b 1 240a

947 1 087a 1 2ss• 1 211 1 246 1 290b 1 11S 1 119 1 200b 1 36S 1 486 n:d . 1 108 1 166 1 180a 1 462 1 4oo• 1 oao•

991 '1 049 1 oso• 970b 9sob 940b 9SS 1 oos 9so• 833 8S2 860b 743 772b 810a 802b 7ss• 800~ B89b 8S7b M o• 680 70S 70.5·

S112 6 311 6.763

Fuente: Boletín Mensual FAO de Estadfsticas, núm. 11, noviembre de 1982, y núms. 2 y 11, febrero y noviembre de 1984; Compendio histórico. Estadísti­ca del subsector pecuario, 1972- 1983, Dirección General de Fomento Ganadero, Subsecretaría de Ganadería, SARH .

que, en comparación con los años inmediatos anteriores, pesa­ron más en el ánimo de tales productores que los esperados efectos de una relación más favorable de los precios de los piensos y de la carne de cerdo.

En 1983, -los principales países productores de carne porcina fueron China, con 14.4 millones de toneladas (26.2% del total mundial); Estados Unidos, 6.6 millones (12.1 %); la URSS, 6.4 millo­nes (11 .6%); la RFA, 3.3 millones (6%), y Francia, con 1.9 mill0nes (3 .3%) . Otros productores importantes fueron japón, seguido por la RDA, Hungría, los Países Bajos y España.

Comercio mundial

E 1 comercio internacional de carne porcina creció considera­blemente en el cuatrienio 1980-1983 (último año del que se

dispone de cifras totales). En 1983 las exportaciones llegaron a 1.8 millones de toneladas, 357 000 más (24.7%) que en 1980. Las importaciones pasaron de 1 .S a 1.8 millones de toneladas, es decir, un incremento de 25.8% en ese lapso (véanse los cuadros 19 y 20).

Exportaciones

En el período 1980-1983, once naciones realizaron más de 92% de las exportaciones mundiales. En el último año del período des-

tacan los Países Bajos, ton 542 000 ton (30.1% del total mundial) ; Dinamarca, 30~ 000 (16,7%); Bélgi<;:a-Luxemburgo, 213 000 (11.8%); Canadá, 153 000 (8.5%), y Hungría, 131 000 (7.3%). Otros im­portantes exportadores fueron China, la RFA y Estados U.nidps.

Importaciones ·

En el mismo lapso, ocho países absorbieron alrededor de 90% de las importaciones totales. La RFA ocupó el primer lugar, con 426 000 ton (23.2% del total mundial), pese a que su producció.n interna aumentó en el período referido. Otros destacados com­pradores fueron Italia -cuya producción experimentó un ligero crecimiento de 1980 a 1983-, 353 000 ton (19.3%); Francia 269 000 (14.7"10); la URSS, 178 000 (9.7%), y japón 166 000 (9.1%).

Mercado de japón

Por su importancia, conviene referirse de modo especfficq_ al mercado japonés de carne de ganado porcino, cuya demanda

se ha incrementado en forma muy dinámica en los ú_ltimos tres años.

. Las importaciones japonesas pasaron de 144 085 ton y 539.2 millones de dólares en ·1982 a 195 611 ton y 679.1 millones de dólares en 1984. Por tanto, a1-1mentaron a tasas ni·edias anuales

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1020

CUADRO 19

Exportacion.es mundiales de carne porcina (Miles de toneladas)

Pafs 1980 1981 1982 1983 1984.

Total mundial 7 446 7 632 7 655 7 803 460

Pafses seleccionados 1 338 1 486 1 537 1 694 437

Pafses bajos 453 502 500 542 139 Dinamarca 269 302 274 302 75 Bélgica-Luxemburgo 191 210 193 213 48 Canadá 114 124 158 153 43 Hungrfa 92 84 119 131 30b China s8b 67 97 lOOb 35b RFA 34 51 so 74 18 .Estados Unidos 70 87 59 62 14 Reino Unido 17 15 24 45 10 Suecia 28 33 47 43 16 Irlanda 12 11 16 29 9

Otros 108 146 118 109 23 a. Enero-marzo. b. Estimación de la FAO. Fuente: Boletfn Mensual FAO de Estadfsticas, núm. 11, noviembre de

1982, y núms. 2 y 11, febrero y noviembre de 1984.

CUADRO 20

Importaciones mundiales de carne porcina (Miles de toneladas)

Pafs 1980 7987 7982 1983 1984.

Total mundial 7 457 7 685 7 712 7 833 429

Pafses seleccionados 1 277 1 sos 1 542 1 629 377

Estados Unidos 93 98 125 122 38 Hong Kong 26 34 47 SS 16 japón 108 184 141 166 52 Francia 238 227 246 269 63b RFA 355 382 403 426 104 Italia 332 287 344 353 67 Polonia 11 162 113 so sb URSS 114 131 123 178 32

Otros 180 180 170 204 52 a. Enero-marzo. b. Estimación de la FAO. Fuente: Boletfn Mensual FAO de fstadfsticas, núm. 11, noviembre de

1982, y núms. 2 y 11 , febrero y noviembre de 1984.

de 17.7% en cantidad y de 12.2% en valor. Por su parte, la pro­ducción japonesa en dicho período sólo aumentó 1.5% (véase el cuadro 21).

Sobresalen las adquisiciones de carnes frescas y refrigeradas o congeladas, las cuales en 1984 ascendieron a 191 691 ton y 668.9 millones de dólares, que representan 98% de la cantidad y 98.5% del valor de las importaciones totales en el año indicado.

los principales proveedores del mercado japonés son: Dina-

-

mercados y productos

marca, Taiwán, Estados Unidos, Australia y Suecia. Aunque la participación de México era marginal, en el bienio 1983-1984 aumentó en más del doble sus embarques a ese país, hasta si­tuarlos en 1984 en 327 ton y 1.2 millones de dólares (0.2% de las importaciones de Japón).

Por otra parte, como no se dispone de la información relativa a los precios internacionales de carne porcina, se procedió a cal­cular el valor unitario medio de las importaciones que hace Japón de sus principales países abastecedores, con el fin de conocer su probable evolución.

En el cuadro 22 se aprecia cómo, en 1984, los valores unita­rios medios experimentaron una fuerte caída, con relación al año inmediato anterior. Asimismo, se observa que el producto mexi­cano fue el que tuvo el mayor valor unitario medio de importa­ción, lo que lo hace menos competitivo frente al procedente de otros países.

PERSPECTIVAS PARA 1985

E n 1984, frente a una demanda mundial relativamente estática, la oferta de carne bovina de los principales países exportadores

continuó provocando una declinación de los precios mundiales. Es probable que en 1985 la oferta siga siendo mayor que la de­manda, por lo cual los precios continuarán bajando.

Las exportaciones mundiales en 1984 estuvieron dominadas por la CEE, Australia y Brasil. Se estima que la competencia entre estos países continuará presionando los precios a la baja. Si _en 1984 las exportaciones de la CEE alcanzaron las 780 000 ton, para 1985 se estima que estarán ligeramente por debajo de ese monto.

Las exportaciones de Estados Unidos representan alrededor de 3% de las mundiales, pero en los últimos años se han incremen­tado. Se espera que en 1985 exporte entre 145 000 y 150 000 toneladas. Por otro lado, Estados Unidos es el principal importador de carne bovina en el mundo, con alrededor de 500 000 ton en 1984. Se prevé que en 1985 sus compras aumentarán l!geramente.

Excluyendo a China, se estima que el consumo mundial de carne porcina fue de 37.4 millones de toneladas en 1984; se prevé que en 1985 esta cifra continuará incrementándose, aunque a tasas más bajas que en los últimos años.

China es el principal productor y consumidor de carne porcina en el mundo. Si su consumo se suma al mundial será de 50.4 millones de toneladas, superior al de carne bovina, que es de unas 40 millones de toneladas.

Mientras que en el Hemisferio Occidental, Europa del Este y Australia ha declinado el consumo de carne porcina, China y la URSS lo han incrementado. Sin embargo, como esos países ac­tualmente están tendiendo a reponer sus existencias de animales es probable que su consumo interno disminuya ligeramente.

COMENTARIO FINAL

E n los últimos años se ha observado un escaso dinamismo en el desarrollo de la ganadería bovina, una baja en la oferta in­

terna de carne y consecuentemente serios problemas de desabasto en el mercado nacional, sobre todo en la época de estiaje. A lo anterior hay que agregar que el mercado natural para las expor-

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comercio exterior, octubre de 1985 1021

CUADRO 21

japón: importaciones de carne porcina

1982 1983 1984

Miles Miles Miles Concepto y pafs de origen Toneladas de dólares Toneladas de dólares Toneladas de dolares

Total 141 085 539222 166 253 644 271 195 611 679 081

Fresca, refrigerada o congelada 136 492 528 380 163 518 637 150 191 691 668 896

Dinamarca 18 887 64 562 17 668 64186 75 048 260 995 Taiwán 19 679 72 073 32 339 120 167 46 895 163 850 Canadá 43 561 174014 41 808 164 440 29 570 102 942 Estados Unidos 32 719 139 819 35 366 152 992 22 917 80 952 Suecia 16 013 56 664 19 248 70 782 7 725 26 924 Irlanda 2 450 9 700 10 466 39 642 4 442 15 477 Finlandia 1 907 6 892 3 536 13 336 2 380 8 275 Noruega 802 2 798 900 3 270 1 242 . 4 316 Reino Unido 199 764 1 304 4 899 708 2 467 México 130 500 327 1 173 Austral ia 220 899 646 2 548 34 114 RFA 55 195 18 62 Otros 107 388 385 1 349

Canales porcinos frescos, refrigerados o congelados 4 593 10 842 2 735 7 121 3 920 10 185

Taiwán 9 22 745 2 034 3 826 10009 Dinamarca 18 46 12 22 50 88 Estados Unidos 37 98 44 109 14 39 Suecia 285 693 144 500 19 28 Canadá 9 26 28 90 11 21 Noruega 1 636 3 811 1 599 3 952 Irlanda 1 075 2 581 163 414 Reino Unido 964 2 265 Fin landia 560 1 300

Fuente: japan Exports and lmports Commodity by Country, 1982, 12; 1983, 12 y 1984, 12. ]apan Tariff Association .

CUADRO 22

Valores unitarios medios de la carne porcina importada por japón (Dólares por tonelada)

Pafs de origen 1982 1983 1984

Dinamarca 3 418 3 633 3 478 Taiwán 3 662 3 716 3 494 Canadá 3 995 3 933 3 481 Estados Unidos 4 273 4 326 3 532 Suecia 3 539 3 677 3 485 México 3 846 3 587

Fuente: }apan Exports and lmports. Commodity by country, 1982, 12; 1983, 12 y 1984, 12, ]apan Tariff Association. ·

taciones mexicanas, Estados Unidos, estará cerrado en tanto no se cumpla con la estricta legislación sanitaria que ha impuesto el vecino pafs del Norte.2

2. Deben considerarse, empero, las exportaciones mexicanas de ga­nado en pie, que se destinan en primer término a Estados Unidos. A trtu­lo ilustrativo, en los cuadros A y B se ofrece la información resumida de las exportaciones de ganado bovino en pie y las importaciones de ganado bovino y porcino, también en pie.

Dado ese desalentador panorama, se considera que no se de­ben desaprovechar mercados tan atractivos como el japonés, pues si México cuenta con plantas TIF que sólo trabajan a 40-45 por ciento de su capacidad instalada, ese creciente mercado podrfa elevar el aprovechamiento de dicha capacidad. Asimismo, cons­tituirfa un importante sustituto del mercado estadounidense ge­nerando un mayor ingreso de divisas y contribuyendo a equilibrar el comercio con ese pafs del Lejano Oriente que, si se exceptúa el petróleo, es desfavorable a México.

La ganaderfa porcina ha tenido un comportamiento más satis­factorio que la bovina y la tasa de crecimiento de la oferta interna de carne de cerdo ha registrado una evolución más favorable.

Desde hace tiempo México participa en el mercado japonés de carne porcina en calidad de abastecedor marginal. El momento actual es propicio para que los productores nacionales hagan su mejor esfuerzo para fortalecer aún más su presencia en ese im­portante mercado, considerando que la producción japonesa de carne porcina ha permanecido prácticamente estancada en los últimos años. Por otra parte, la carne procedente de México está libre de gravámenes.

En la medida en que México pueda aprovechar la coyuntura

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1022 mercados y productos

CUADRO A

México: exportación de ganado bovino

Unidad de 1980 198 1 1982 1983 19843

Concepto medida Cantidad Valor1 Cantidad Valor1 Cantidad Va lor1 Cantidad Va lor1 Cantidad Valor1

Machos de registro para la producción cabezas 10 20 n.d. 61 n.d. 21 481 93 62 37

Hembras de registro cabezas S 7 n.d. 151 213 73 525 205 177 73 Otras hembras ton 2 994 30 20 2 869 124 12 13 Machos con peso hasta

125 kg ton 1 099 1. 632 2 574 4 091 6 003 8 423 2911 4 602 496 858 Machos con peso de 125

a 200 kg ton 39 953 59 017 37 888 60 233 66 603 91 634 70 591 120 656 30 045 53 384 M;¡chos con peso superior

a 200 kg ton S 279 7 777 2 124 3 079 3 307 4 356 21 978 38 619 12 405 22 639 Ganado castrado cabezas n.d. 7 779 8 612 2 978 20 672 3 030 n.d. 4 020 23 755 3 070 Toros de lidia cabezas 341 223 93 93 1 146 109 534 42 Otros n.e. cabezas 225 84 53 13 10 3

Total 76 569 70699 107 648 168 367 80077

a. Primer semestre. 1. Miles de dólares. n.d. No disponible . Fuente: IMCE.

CUADRO B

México: importaciones de ganado bovino y porcino

1980 1981 1982 1983 19843

Concepto cabezas valor1 cabezas valor1 cabezas valor1 cabezas valor1 cabezas valor1

Vacas de raza lechera 4(; 246 12 013 33 390 21 749 11 352 11 376 1 460 1 232 9 622 7 805 Bovinos con pedigree o con

certificado de alto registro 27 746 S 138 6 413 6 278 6 497 2 606 769 823 1 366 1 397 Bovinos sin pedigree 470 426 38 641 17 791 56 136 26 831 164 51 24 160 186 Otros bovinos n.e.a. 3 1 694 560 6 1 2 41 15 2

Total bovinos 76 465 17 578 79 138 46 378 73 991 40 814 2 395 2 147 35 163 9 390

Cerdos con pedigree o con certificado de alto registro 11 21 0 1 007 12 99 1 3 747 9 349 2 981 700 479 482 254

Otros cerdos 200 18

Total porcinos 11 210 1 007 13 191 3 729 9 349 2 981 7-00 479 482 254

Total ganado 18 585 50 125 43 795 2 626 9644

a. Primer semestre. 1. M iles de dólares. n.d. No disponible. Fuente: IMCE.

que ofrece el mercado de japón, podrfa aumentar sus corrientes de comercio con esa nación, con el consecuente beneficio que ello implicarfa para la economfa mexicana.

Desde luego, para participar en mayor medida en el mercado

japonés, la producción mexicana tendrá que hacerse más com­petitiva, tanto en calidad como en precio, toda vez que a dicho mercado concurren Canadá, Estados Unidos y pafses de la CEE, entre otros, los cuales poseen una ganaderfa y una industria cárnica muy desarrolladas. O

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Obras recibid as

Miguel Á lvarez Uriarte Financiamiento al comercio exterior de México, El Colegio de México, México, 1985, 299 páginas.

Banco Exterior de España El tráfico de perfeccionamiento. Admisión temporal. Reposi­ción con franquicia, Draw Back, Madrid, 1980, 94 páginas.

Barry Carr Mexican Communism, 7968-7983 . Eurocommunism in lhe Americas?, Research Report Series, 42, Center for U.S.-Mexican Studies, University of Cal iforn ia, San Diego, 1985, 36 páginas.

Centro de Comerc io Internaciona l UNCTAD-GATI El arroz : estudio de algunos mercados del Oriente Medio, Gi­nebra, 1984, VI + 96 páginas.

Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social.

Cuadernos de la Casa Chata (México, 1984):

107: Marg¡:¡rita Nolasco (comp.), La antropología y sus sujetos de estudio, 224 páginas.

108: Verena Radkau, " La Fama" y la vida. Un a fábrica y sus obreras, 11 O páginas.

11 2: Roberto Rodríguez C., Los pescadores de la Laguna de Términos, pp. 5-86 y Roberto Melville, Condiciones la­borales de los pescadores camaroneros en Ciudad del Car­men, Campeche, pp. 87-101 .

11 3: jorge Sada, Los pescadores de la Laguna de Tamiahua, pp. 7-143 y jesús Ruvalcaba. Vigilia y dieta básica de los huas­tecos: complementos acuáticos, pp. 145-177 .

'11 4: Eustaquio Celest ino So lís, Los de Xa litla, Guerrero, pes­camos así. . . , pp. 5-87 y Marcos ~atías Alonso, Cangrejos y renacuajos en Acatlán, pp. 89-128 .

11 5: Marcial Díaz, Galdino lturbide e lmelda García, Los pes­cadores de la costa norte de Chiapas, pp. 7-101 y María de los Ángeles Ortiz Hernández, Los pescadores de la isla La Palma en Acapetahua, Chiapas, pp. 103-159.

116: Teresa Rojas Rabiela, La cosecha del agua en la cuenca de México, pp. 1-112 y José Genovevo Pérez, La pesca en el medio lacustre y chanmpero de San Luis Tlaxialte­malco, pp. 113-142.

Esta sección t iene un carácter meramente informativo. El lector inte­resado en alguna de las obras anunciadas deberá dirigirse a librerías, bibliotecas o, en su caso, a la editorial respectiva.

Enrique Garza Ramírez (coord.) Nuevo León 7 985. Un ensayo sobre las condiciones y pers­pectivas de la transmisión del poder público, Centro de Inves­tigaciones; Facultad de Ciencias Políticas y Adm inistración Pú­blica, Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 1985, XX II + 228 páginas.

Alic ia Girón Teoría y deuda externa, Cuadernos de Investigación, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, México, 1984, 136 páginas.

Esther Iglesias Las haciendas de la península de Yucatán a mediados del si­glo XIX, Cuadernos de 1 nvestigación, Instituto de Investigacio­nes Económicas, UNAM, México, 1984, 93 páginas (mimeo.).

Kevin j . Middlebrook Politica l Liberalization in an Authoritarian Regime: The Case of Mexico, Research Report Seri es, 41, Center for U .S.-Mexican Stud ies, University of Californ ia, San Diego, 1985, 36 páginas.

Eduardo Mo8taño Aubert Las industrias de procesos químicos, Cuadernos de Posgrado, núm. 13, División de Estud ios de Posgrado, Facultad de Quí­mica, UNAM, México, 1984, XVI + 302 páginas.

Sergio Pérez C. La primera crítica a la economía política. W. Thompson y }.F. Bray (7824-7839), Cuadernos Universitarios 2, UAM-Iztapalapa, México, s.f. , 69 páginas.

Rose J. Spalding The Mexican Food Crisis. An Analysis of the SAM, Research Re­port Series; 33, Center for U .S.-Mexican Stud ies, University of Ca li fo rnia, San Diego, 1984, 44 páginas.

U .S. Bureau of the Census Statistical Abstract of the United S tates: 7 985. Nationa l Data Book and Cuide to Sources (105 ed.), Washington, 1984, XXVIII + 991 páginas.

Wi ll iam W innie jr. La movilidad demográfica y su incidencia en una región de fu erte emigración. El caso del occidente de México, Facultad de Economía, Universidad de Guadalajara, México, 1984, 196 pági nas. D

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Siglas y abreviaturas

AHMSA Altos Hornos de México, S.A. IMSS Instituto Mexicano del Seguro Social ALA DI Asociación Latinoamericana de Integración In tal Instituto para la Integración de América Latina Bancomext Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C. ISSSTE Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Banobras Banco Nacional de Obras y Servicios los Trabajadores del Estado

Públicos, S.N.C. IVA Impuesto al Valor Agregado Banrural Banco Nacional de Crédito Rural, S.N.C. MCCA Mercado Común Centroamericano Banxico Banco de México Multifert Multinacional Latinoamericana BID Banco Interamericano de Desarrollo Comercializadora de Fertilizantes BIRF Banco Internacional de Reconstrucción y Nafinsa Nacional Financiera, S.N.C.

Fomento (Banco Mundial) Namucar Naviera Multinacional del Caribe CAME Consejo de Ayuda Mutua Económica OCDE Organización para la Cooperación y el Canacintra Cámara Nacional de la lnaustria de Desarrollo Económicos

Transformación OEA Organización de los Estados Americanos Caricom Comunidad del Caribe OLA DE Organización Latinoamericana de Energía CEE Comunidad Económica Europea ONU Organización de las Naciones Unidas CEPAL Comisión Económica para América Latina ONU DI Organización de las Naciones Unidas para el Ceprofis Certificados de Promoción Fiscal Desarrollo Industrial CFE Comisión Federal de Electricidad OPEP Organización de Países Exportadores de Conacyt Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología Petróleo Conasupo Compañía Nacional de Subsistencias Populares PEA Población económicamente activa Concamin Confederación de Cámaras Industriales Pe m ex Petróleos Mexicanos

de los Estados Unidos Mexicanos PIB Producto interno bruto Concanaco Confederación de Cámaras. Nacionales PNB Producto nacional bruto

de Comercio ROA República Democrática Alemana Coparmex Confederación Patronal de la República RFA República Federal de Alemania

Mexicana SARH Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos Copiad e Comité de Planeación para el Desarrollo Estatal SCT Secretaría de Comunicaciones y Transportes CTM Confederación de Trabajadores de México SCGF Secretaría de la Contraloría General de la DDF Departamento del Distrito Federal Federación DEG Derechos especiales de giro Secofin Secretarfa de Comercio y Fomento Industrial DGE Dirección General de Estadística Sectur Secretarfa de Turismo 0 .0 . Diario Oficial Sed u e Secretarfa de Desarrollo Urbano y Ecología FAO Organización de las Naciones Unidas para SELA Sistema Económico Latinoamericano

la Agricultura y la Alimentación SEMIP Secretaría de Energía, Minas e Industria Fertimex Fertilizantes Mexicanos Paraestatal Ferronales Ferrocarriles Nacionales de México Se pesca Secretarfa de Pesca Ficorca Fideicomiso para la Cobertura de Riesgos SHCP Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Cambiarios Sicartsa Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. FIRA Fideicomisos Instituidos en Relación con la S lECA Secretaría de Integración Económica

Agricultura Centroamericana FMI Fondo Monetario Internacional SME Sistema monetario europeo Fogain Fondo de Garantía y Fomento a la Industria SMI Sistema monetario internacional

Mediana y Pequeña S.N.C. Sociedad Nacional de Crédito Fomex Fondo para el Fomento de las Exportaciones SPP Secretaría de Programación y Presupuesto

de Productos Manufacturados SRA Secretaría de la Reforma Agraria Fomin Fondo Nacional de Fomento Industrial SRE Secretaría de Relaciones Exteriores Fonatur Fondo Nacional de Fomento al Turismo STPS · Secretaría del Trabajo y Previsión Social Fonei Fondo de Equipamiento Industrial UNAM Universidad Nacional Autónoma de México Fonep Fondo Nacional de Estudios y Proyectos UNCTAD Conferencia de las Naciones Unidas Fovi Fondo de O peración y Descuento Bancario a sobre Comercio y Desarrollo

la Vivienda UNESCO Organización de las Naciones Unidas para la GATI Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros Educación, la Ciencia y la Cultura

y Comercio UPEB Unión de Países Exportadores de Banano IMCE Instituto Mexicano de Comercio Exterior URSS Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas