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ENERO /MARZO 2010 257 CUADERNOS de pensamiento político “Durante siglos Europa ha sido una idea, una esperanza de paz y entendimiento. Esta espe- ranza se ha hecho realidad. La unificación eu- ropea nos ha procurado paz y bienestar, ha cimentado nuestra comunidad y superado nuestras contradicciones”. Con esta cita de la Declaración de Berlín (2007) comienza el libro de José Ramón Garitagoitia. Tiene origen en la tesis doctoral en Derecho Internacional Público que leyó en la Facultad de Derecho de la Uni- versidad de Zaragoza (2008) bajo la dirección del profesor Ángel G. Chueca Sancho. Después de una introducción, en la que su- giere la cuestión de los valores como aspecto destacable en la toma de posición de los ciu- dadanos europeos sobre el desarrollo de la UE (capítulo I), el autor presenta un análisis de la dimensión ética del proyecto comunita- rio (capítulo II) y la posición al respecto de las instituciones de la Unión (capítulo III). La si- tuación de encrucijada en la que se encon- traba la UE con el cambio de siglo es objeto del capítulo IV, para después centrar la aten- ción en las referencias a los valores que se hicieron durante la Convención instituida en el Consejo Europeo de Laeken (capítulo V). El Tratado Constitucional fue el resultado de aquellos trabajos. En consecuencia, el libro continúa con el análisis de la dimensión ética de los Tratados, y evoca los precedentes en el ordenamiento comunitario (capítulo VI). Ana- liza luego el proceso de elaboración del artí- culo I-2 del Tratado Constitucional (capítulo VII) y la inclusión en el texto de la Carta de los derechos Fundamentales de la UE (capí- tulo VIII). Quién es el sujeto es una cuestión directamente relacionada con los derechos. Junto con lo que se refiere a la ciudadanía, son aspectos considerados detenidamente en estas páginas (capítulo IX). El hilo conductor del libro es que la aventura de un futuro compartido, el gran objetivo de la Unión Europea, sólo podrá alcanzarse si va más allá de la dimensión jurídico-política. Esto implica no sólo el reconocimiento de los valores que han servido de fundamento al proyecto, sino también su efectiva compare- cencia en el día a día de la Unión. El autor defiende que el respeto a la dignidad de la persona, que la UE proclama entre sus valores fundamentales, no se cumple, sin más, porque a alguien le dejen en paz con- sigo mismo y con lo que le rodea. En su opi- nión, “la intensidad humana no viene dada sólo por situaciones que se le adscriben al ciudadano desde fuera, sino por las acciones que es capaz de realizar, y los empeños que se plantea” (p. 34). Tiene que ver también con los objetivos que intenta proponer, ya sea in- Dignidad de la persona y derechos fundamentales en el proceso de constitucionalización de la Unión Europea JOSÉ RAMÓN GARITAGOITIA EGUÍA “Temas del Senado”, nº18. Secretaría General del Senado, Dirección de Estudios, Departamento de Publicaciones, Madrid 2009, 431 páginas. RESEÑAS

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CUADERNOS de pensamiento político

“Durante siglos Europa ha sido una idea, unaesperanza de paz y entendimiento. Esta espe-ranza se ha hecho realidad. La unificación eu-ropea nos ha procurado paz y bienestar, hacimentado nuestra comunidad y superadonuestras contradicciones”. Con esta cita de laDeclaración de Berlín (2007) comienza el librode José Ramón Garitagoitia. Tiene origen en latesis doctoral en Derecho Internacional Públicoque leyó en la Facultad de Derecho de la Uni-versidad de Zaragoza (2008) bajo la direccióndel profesor Ángel G. Chueca Sancho.

Después de una introducción, en la que su-giere la cuestión de los valores como aspectodestacable en la toma de posición de los ciu-dadanos europeos sobre el desarrollo de laUE (capítulo I), el autor presenta un análisisde la dimensión ética del proyecto comunita-rio (capítulo II) y la posición al respecto de lasinstituciones de la Unión (capítulo III). La si-tuación de encrucijada en la que se encon-traba la UE con el cambio de siglo es objetodel capítulo IV, para después centrar la aten-ción en las referencias a los valores que sehicieron durante la Convención instituida enel Consejo Europeo de Laeken (capítulo V). ElTratado Constitucional fue el resultado deaquellos trabajos. En consecuencia, el librocontinúa con el análisis de la dimensión éticade los Tratados, y evoca los precedentes en el

ordenamiento comunitario (capítulo VI). Ana-liza luego el proceso de elaboración del artí-culo I-2 del Tratado Constitucional (capítuloVII) y la inclusión en el texto de la Carta delos derechos Fundamentales de la UE (capí-tulo VIII). Quién es el sujeto es una cuestióndirectamente relacionada con los derechos.Junto con lo que se refiere a la ciudadanía,son aspectos considerados detenidamente enestas páginas (capítulo IX).

El hilo conductor del libro es que la aventurade un futuro compartido, el gran objetivo de laUnión Europea, sólo podrá alcanzarse si vamás allá de la dimensión jurídico-política.Esto implica no sólo el reconocimiento de losvalores que han servido de fundamento alproyecto, sino también su efectiva compare-cencia en el día a día de la Unión.

El autor defiende que el respeto a la dignidadde la persona, que la UE proclama entre susvalores fundamentales, no se cumple, sinmás, porque a alguien le dejen en paz con-sigo mismo y con lo que le rodea. En su opi-nión, “la intensidad humana no viene dadasólo por situaciones que se le adscriben alciudadano desde fuera, sino por las accionesque es capaz de realizar, y los empeños quese plantea” (p. 34). Tiene que ver también conlos objetivos que intenta proponer, ya sea in-

Dignidad de la personay derechos fundamentalesen el proceso deconstitucionalizaciónde la Unión EuropeaJOSÉ RAMÓN GARITAGOITIA EGUÍA“Temas del Senado”, nº18. Secretaría General del Senado, Direcciónde Estudios, Departamento de Publicaciones, Madrid 2009, 431 páginas.

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dividualmente o en la libre asociación conotros ciudadanos. La UE surgió en un ámbitode pensamiento libre y, en consecuencia, enla construcción europea no se deben perderde vista las aspiraciones que van más allá delo material, y se concretan en los campos cul-tural y social. Para Garitagoitia, “comprenderde esta manera la dignidad de la persona, contoda su potencialidad, significa algo más quepermanezcan intactas su intimidad o privaci-dad […], algo más que no atentar de maneradirecta contra la mente o contra el cuerpo dealguien” (p. 35).

Por tanto, un adecuado desarrollo de la inte-gración europea sólo podrá alcanzarse me-diante la referencia a ese patrimonio de valoresque le han servido de fundamento desde susinicios: dignidad de la persona, libertad, igual-dad, democracia, Estado de derecho y respetode los derechos humanos. De una manera pro-gresiva, en la UE ha ido creciendo la concien-cia de ese activo, que en los Tratadosfundacionales estaba presente de modo quizáindirecto.Así lo escribe en el prólogo Hans-GertPöttering, presidente del Parlamento Europeoen la fecha de publicación del libro (junio2009): “desde sus inicios la construcción delproyecto europeo ha tenido en su centro la dig-nidad humana. La gestión sobre el carbón y elacero, y la integración económica, eran tan sólolas herramientas necesarias para unir nacioneshermanas. [El punto de partida fue] que cual-quier proyecto paneuropeo debía tener su fun-damento en los valores éticos y culturalesdominantes en todo el continente”.

El libro se enfrenta a la tarea de observarcómo se ha ido formulando el protagonismode los valores en el ordenamiento primario dela Unión, y el modo de llevarlos a la práctica.Profundiza en la coherencia entre la letra y elespíritu de los Tratados, así como en su apli-cación concreta en el día a día de la Unión.Muestra hasta qué punto el respeto de la per-sona y sus derechos fundamentales ha sido,

y continúa siendo, un elemento central en elproceso. Con esta intención reflexiona sobre elprotagonismo de los valores en el proceso deadmisión de nuevos Estados miembros (capí-tulo X). Y de manera especial cuanto se refierea la admisión de Bulgaria y Rumania, los dosúltimos Estados admitidos el 1 de enero de2007. Ofrece también un estudio de la can-didatura de Turquía, desde el punto de vistade los valores (capítulo XI).

En la parte final se ofrece una visión de con-junto de los valores de la Unión Europea, conun análisis sobre el alcance de su contenido(capítulo XII). En ese contexto se ofrecen algu-nas consideraciones sobre las posibilidadesque tiene una Europa fuerte y unida cuando secumple medio siglo de su fundación.

En cada caso se cita la posición de la doc-trina sobre los temas tratados. La amplia bi-bliografía que figura al final del trabajo recogela relación de los libros y artículos consulta-dos. Incluye también algunas referencias delos medios de comunicación que, como des-taca el autor, resultan útiles para contextuali-zar el objeto de estudio en el interesantemomento que vive la Unión Europea: cuandose cumple el 50 aniversario de su fundacióny, con el Tratado de Lisboa, se ha encontradola solución para resolver la crisis institucionalen la que se encontraba sumida.

La tesis principal del libro es que en el res-peto y promoción de la dignidad humana y desus derechos fundamentales, se juega laUnión Europea su credibilidad, no sólo frenteal mundo, sino principalmente ante sus pro-pios ciudadanos. Por eso importa tanto inves-tigar hasta qué punto la persona está en elcentro de actuación de la UE, como proclamaen su Preámbulo la Carta de los DerechosFundamentales. A esta tarea se enfrenta eldoctor Garitagoitia en su intento de dar res-puesta a estas y otras cuestiones relaciona-das con los grandes valores de Europa.

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Para los especialistas en Derecho Constitu-cional, quizá no haya muchas sorpresas encuanto al contenido, pero la visión de con-junto y la sistematización que ofrece el autorconstituyen una auténtica aportación cientí-fica. El libro contribuye a entender a Europacomo una sociedad, primero cultural y luegopolítica, que tiene su fundamento intrínsecoen la persona. La propuesta toma en consi-deración la estructura propia de la personaentendida como ser inteligente y libre, dotado

de la capacidad de reflexionar y de elegir. Estáen la línea del progreso más relevante y posi-tivo de la sociedad política contemporánea,que ha sabido poner en el centro a su verda-dero protagonista. Se trata, por tanto, de unaobra de obligada consulta para todo juristapreocupado –más allá de su vertiente estric-tamente positiva– por la fundamentación delos derechos humanos.

Rafael NAVARRO-VALLS

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Raíces y razonesdel capitalismoEn defensa del capitalismoDiálogos filosóficos sobre el Mercadoy el EstadoJOSÉ LUIS FEITOLa Esfera de los Libros, Madrid, 2009, 282 páginas.

Sobre la profesión de los economistas, tam-bién la de los abogados, corren de boca enboca múltiples chistes cáusticos y chismesmaliciosos que ilustran las no pocas descon-fianzas que sobre ella pesan. La economía,ciencia “lúgubre” según Thomas Carlyle, tieneal menos reconocida una capacidad de pre-dicción: la referida a los acontecimientos delpasado… De los economistas se dice, en fin,que forman un gremio muy productivo gene-rando informes, diseñando gráficos y esgri-miendo datos micro o macro según les urjaexplicar lo, a veces, inexplicable.

A la vista de escenario tan desalentador –nojuzgaremos aquí y ahora si razonable o no–,son bienvenidos los esfuerzos de expertos en

materia tan sombría conducentes a hacercomprensibles las claves del funcionamientoeconómico de la sociedad. Si además el em-peño dilucidador e iluminador apunta a lanaturaleza del capitalismo liberal, a la bien-venida le sumamos la celebración. Sucedeque, junto al desconocimiento general sobreeconomía, impera en la población el avasa-llador dominio (o quizá sea más propio decirla “hegemonía”) de un doctrinario ideológicopreñado de prejuicios y tópicos, tergiversa-ciones y mentiras muy arriesgadas, que pin-tan el modelo económico vigente en lasmodernas sociedades occidentales comouna institución muy salvaje y despiadada,enemiga del pueblo y causante de todos losmales del orbe.

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La trama de tamañas patrañas, más falsa quelos Protocolos de los Sabios de Sión, no esmás que tramoya barata sin fundamentoserio. Mas, para denunciar con éxito el fraudeahí encerrado y a fin de confrontarlo con laverdad de los hechos, son precisos el conoci-miento del asunto y la habilidad en la exposi-ción. Ambas virtudes convergen felizmente enel último libro de José Luis Feito, En defensadel capitalismo. Diálogos filosóficos sobre elMercado y el Estado. Economista, con una fe-cunda experiencia en gestión de la empresaprivada y en tareas ejecutivas en organismosinternacionales, José Luis Feito ha sido desig-nado en fechas recientes presidente del Ins-tituto de Estudios Económicos (IEE). De sustrabajos teóricos cabe destacar su estudioCausas y remedios de las crisis económicas.El debate económico Hayek-Keynes, 70 añosdespués, publicado por la Fundación FAES.

En defensa del capitalismo, con vocación di-dáctica, texto de divulgación, está compuestoen forma de un diálogo acerca de las raíces yrazones del capitalismo liberal escenificadopor dos participantes: un defensor y un acu-sador. Y acierta José Luis Feito, desde lamisma elección del título del volumen, al lla-mar a las cosas por su nombre. Ocurre quesegún la corrección política instalada en el so-cialismo de todos los partidos, a diestra y a si-niestra, “capitalismo” es término maldito, voza evitar o a pronunciar en bajo tono, comopara no escandalizar a tirios ni a troyanos. Eltemor a las palabras constituye una primeraseñal de pánico a la realidad. No es casual,entonces, que la primera frase del texto afirmelo siguiente: “El propósito de este ensayo esdefender el capitalismo de sus enemigos ytambién de algunos de sus amigos” (p. 10).

Precisemos, pues, los conceptos. “Capita-lismo liberal” no significa lo mismo que “eco-nomía social de mercado” o “sistema de libreempresa”. El capitalismo, sin colorantes niedulcorantes, supone un sistema económico

de producción e intercambio, pero, sobretodo, significa una manera de ordenar la vidahumana desde la libertad, sin planificarla, re-gularla en exceso o alejarla de las disposi-ciones naturales de los individuos: “Elprincipal rasgo distintivo del capitalismo esla combinación de la propiedad privada delos medios de producción con la mayor liber-tad posible de sus propietarios para dispo-ner de dichos recursos de la manera queconsideren más adecuada” (p. 17). El capi-talismo aquí defendido tiene, por tanto, elnombre apropiado: capitalismo liberal.

Hay más nombres propios que considerar: losparticipantes en el diálogo, Liberto y Fabiano,cara a cara. Liberto representa a los partidariosdel capitalismo liberal, y, claro está, al autordel texto. Fabiano, por su parte, encarna el ar-quetipo del anticapitalista posterior al derribodel Muro de Berlín, tácticamente ajeno al “so-cialismo real” y a sus consecuencias prácticas.Su socialismo es ideal, utópico, inocente. Elnombre de Liberto remite a la figura históricadel liberto romano, antiguo esclavo que mer-ced a la legislación romana pasa a disfrutarde las libertades civiles de la urbe. Fabiano,por su parte, nos retrotrae con su apelativo ala Sociedad Fabiana, agrupación fundada enla segunda mitad del siglo XIX, a la que perte-necieron conocidos intelectuales anticapitalis-tas como Sidney Webb, George Bernard Shawy H.G. Wells, y difusora del doctrinario socia-lista en Inglaterra. La elección de ambos nom-bres, ingeniosa y de gran valor significativo,favorece la credibilidad y verosimilitud de lospapeles que cada tipo ideal personifican enesta inteligente representación.

Según recuerda Feito en la introducción, laagrupación fabiana se caracterizó por la laborde zapa en la sociedad británica. Su actividadaspiraba a socavar las bases del capitalismointerviniendo en los estados de opinión y lapropaganda. Los publicistas fabianos practi-caban, pues, un socialismo de “guerrilla inte-

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lectual”. Y es que el término “fabiano” pro-viene, en primera instancia, de Fabio, generalromano que venció al cartaginés Aníbal nomerced a la batalla librada en combateabierto, sino mediante la táctica guerrillera,de desgaste del enemigo. Y así actúa, en ver-dad, Fabiano en el diálogo sobre el Mercadoy el Estado; y así es el tipo: proteico, oportu-nista, esquivo, reactivo, pertinaz, empecinado,dogmático, inasequible al desaliento. Cuandohabla y arguye no aspira a convencer sino apersuadir. Libertos y fabianos de ayer y dehoy: la teoría contra la ideología, el análisiscontra la proclama.

Con tan liviano bagaje intelectual, el anti-capitalista (el progresista, el socialista, elutopista) sostiene su discurso básico sobrecimientos emocionales. He aquí, sin ir máslejos, la clave de la denominada “economíasostenible” patrocinada por el Gobierno so-cialista en España. Para Fabiano, el de fic-ción y el de carne y hueso, el capitalismoliberal es reprobable porque es “malo”. Yase sabe: provoca la disparidad de rentasentre los individuos y no penaliza suficien-temente a las grandes fortunas; fomenta elafán de lucro, el enriquecimiento, el interés,el egoísmo y el individualismo; promueve lacreación de riqueza, el beneficio empresa-rial y la eficiencia económica en detrimentode la redistribución y el gasto público; apun-tala la sociedad de consumo y suscita nue-vas necesidades en el ánimo de laspersonas; excita en los agentes sociales lacompetitividad y el riesgo financiero, la in-novación y el espíritu emprendedor, incom-patibles con el igualitarismo; permite quelos precios y los salarios se autorregulen enla propia dinámica social; prioriza el bienes-tar presente de los ciudadanos frente al por-venir incierto; etcétera. Y bien, ¿qué tieneesto de malo?

La autoproclamada superioridad moral de laque hace gala el socialismo frente al capita-

lismo recibe su energía de la peculiar “trans-valorización de los valores” que lleva a cabo.Las bondades pasan así a ser maldades,mientras lo siniestro adquiere rango de virtudcívica. En ningún caso, empero, el anticapita-lista, paladín de la justicia y la igualdad, per-cibe problema alguno en combinar la“patrimonialización” de la ética con el efectode las políticas que preconiza: más Estado,más Gobierno, más intervencionismo, mayorlegislación, más gasto público, más impues-tos, más pobreza y más paro, mayor controloficial, más regulación… Y todo ello siemprepor medio de la coacción y la imposición.

Liberto –en origen esclavo, antes que hombrelibre– defiende el capitalismo porque consti-tuye desde su surgimiento una opción civiliza-dora muy superior a los sistemas esclavistas yfeudales precedentes, un modelo económico yde vida que ofrece el máximo grado posiblede libertad y de iniciativa a los individuos. Elcapitalismo fue posible gracias al avance tec-nológico propio de la modernidad, iniciado yaen los siglos XV y XVI, pero sólo en Occidentepudo consolidarse y producir un progresivogrado de riqueza y bienestar en sus socieda-des. No obstante, sin la extensión paralela enellas de la libertad de pensamiento e investi-gación, sin la libertad para crear empresas eimpulsar el comercio, sin la seguridad jurídicay política que permitía apropiarse de los be-neficios generados por la inversión y la ini-ciativa, sin este marco espiritual e intelectualde libertad, en fin, el capitalismo hubiesequedado lastrado y limitado en su desarrollo.He aquí lo que sucede hoy en aquellas co-munidades cerradas al capitalismo liberal oque practican otras versiones vergonzantes decapitalismo.

En oposición al instinto gregario, al primiti-vismo de horda y al automatismo de las con-ductas, características de fases tempranas dela humanidad, el capitalismo liberal vence yconvence “porque asigna eficientemente los

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recursos escasos con fines alternativos y seadapta óptimamente a las limitaciones y lasposibilidades de la naturaleza humana” (p.249).Aunque disguste a Fabiano, los hombressomos seres activos y emprendedores, aspira-mos a lo bueno y aun a lo mejor, para unomismo y para los nuestros, nos resistimos alcontrol asfixiante y a la vigilancia permanente,nos vemos distintos entre sí y con capacidadesdiferentes, preferimos ser ricos a ser pobres.Nos seduce la perspectiva de la felicidad, perosólo cuando llega a través de la libertad.

Llegados a la última sección del ensayo,donde encontramos algunos comentarios muy

esclarecedores acerca de las claves de la cri-sis económica que hoy nos sacude, es mo-mento de la conclusión: Fabiano no se avienea razones y reafirma su anticapitalismo fer-viente. ¿Alguien esperaba lo contrario? En elmomento presente y en España, proponerseun diálogo filosófico sobre el Mercado y el Es-tado con un anticapitalista militante suponeuna aventura a medio camino entre el Diálogoen el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu(de Maurice Joly) y los Diálogos en el limbo(de George Santayana), referencias, sin duda,del ensayo de José Luis Feito.

Fernando R. GENOVÉS

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Sistemas y políticasde educación superiorJULIO IGLESIAS DE USSEL,JESÚS M. DE MIGUEL, ANTONIO TRINIDAD“Premio de Investigación del Consejo Económicoy Social de 2005”. Consejo Económico y Social de España.Madrid, 2009, 499 páginas.

Dos de los rasgos más claros del actual con-texto socio-histórico –que afectan, con caráctergeneral, a los países desarrollados– conciernena las exigencias que la globalización, por unlado, y una economía cada vez más basada enel conocimiento, por otro, trasladan a las co-rrespondientes sociedades, a sus entramadostanto privados como públicos y a sus sistemasde educación y formación.

Entendida en su sentido más general, la glo-balización está integrada por un conjunto deprocesos en virtud de los cuales los aconteci-mientos, decisiones y actividades que sucedenen un determinado lugar del planeta repercu-

ten, de un modo relevante, en otros lugares, enotros individuos y en otras colectividades.Desde esta conceptualización de la globaliza-ción, se entiende muy bien por qué el desarro-llo de la sociedad del conocimiento y de lainformación –con el incremento fenomenal quecomporta de conexiones e interdependenciasentre actores remotos– se ha convertido en unode los motores de esa dinámica, a escala pla-netaria, integrándose en ella y siendo, a su vez,alimentado por la propia globalización en unasuerte de bucle causal.

En este contexto, las expectativas con respectoal rendimiento de los sistemas de educación y

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formación se han incrementado y la mejora desu calidad ha pasado a ocupar un lugar des-tacado en las agendas tanto de los paísescomo de los organismos multilaterales. Sinabandonar su papel clásico en la formaciónintelectual de los individuos, la dimensión eco-nómica del conocimiento ha abierto una nuevaperspectiva para el análisis, en particular, delos sistemas de educación superior.

La OCDE publicó en 2001 un estudio efec-tuado por la Organización sobre 180 regioneseuropeas relativo al papel de éstas en la nuevaeconomía. Una de las conclusiones más rele-vantes de los estudios de caso, realizadoscomo parte de la investigación empírica, con-siste en que la importancia de la educación su-perior en el éxito de la economía de una regióndepende de su estructura industrial, de las en-señanzas de sus universidades y del grado decoordinación entre industria y universidad.

Por el considerable impacto potencial de lainstitución universitaria en la generación deconocimiento, en su transmisión y en su apli-cación; por la trascendencia de la educación,la investigación y la innovación en el futuro denuestras sociedades y en la preservación desu niveles de prosperidad, y por la incardina-ción de tales procesos en el marco de la glo-balización, los análisis sobre la calidad denuestro sistema universitario han de benefi-ciarse, necesariamente, de una perspectivainternacional comparada.

Sistemas y políticas de educación superiorasume, y a la vez propugna, este marco am-plio de análisis y proporciona, a lo largo desus casi quinientas páginas de denso texto,una información y una visión de indudablevalor para ubicar nuestro sistema universitarioen un contexto mundial y para estimular la re-flexión sobre sus necesarias reformas.

Los autores de la obra –que ha recibido el Pre-mio de Investigación del Consejo Económico y

Social– son tres reputados académicos espa-ñoles del ámbito de la Sociología que se hanatrevido a someter a la propia Academia a losrigores del análisis sociológico.

Julio Iglesias de Ussel añade a su condiciónde catedrático de Sociología –cuyo reconocidoprestigio académico le ha merecido su ingresoen la Real Academia de Ciencias Morales y Po-líticas– una dilatada experiencia en la gestiónde la Universidad de Granada como decano,durante ocho años, de la Facultad de CienciasPolíticas y Sociología; y en la política universi-taria, por sus responsabilidades como secre-tario de Estado de Universidades entre 2000y 2004.Todo ello contribuye a configurar en supersona una visión privilegiada del mundo uni-versitario y de sus problemáticas que se apoyatanto en la reflexión como en la acción.

Jesús M. de Miguel es un académico puro conuna importante y reconocida proyección in-ternacional. Catedrático de Sociología de laUniversidad de Barcelona, titulado por la Uni-versidad de Yale (PhD) y por la London Schoolof Economics and Political Science (MSc), pri-mer titular de la Cátedra Príncipe de Asturiasen la Universidad de Georgetown y director delSeminar on Sociological and Political Rese-arch en la Universidad de Harvard, posee unaingente producción intelectual en su ámbitode especialización y está en posesión de pre-mios de primer nivel tanto nacionales comoextranjeros. Ese dominio de la perspectiva in-ternacional se deja sentir, con toda claridad,en el enfoque general del libro y en el conte-nido de buena parte de sus capítulos.

Antonio Trinidad es doctor en Sociología, pro-fesor Titular de Sociología de la Universidad deGranada y director del Grupo de Investigaciónsobre problemas sociales de dicha Universi-dad. Ha sido visiting scholar en la LondonSchool of Economics and Political Science.Gran parte de sus trabajos de investigaciónversan sobre evaluación de organizaciones y

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programas, materia sobre la que tiene nume-rosas publicaciones. Su experiencia en méto-dos tanto cualitativos como cuantitativos deevaluación de las organizaciones deja, asi-mismo, una impronta nítida en la obra.

Hay, pues, una complementariedad evidenteen el background académico y profesional delos tres autores; complementariedad que setraduce en esa mirada rigurosa y completa alas problemáticas de la enseñanza universi-taria –en el mundo y en España– que la obra,en su conjunto, aporta.

Como acertadamente resumen en su prefa-cio, el libro se centra en el estudio de tressistemas universitarios y de cinco procesoso tendencias internacionales de cambio so-cial; y ese amplio marco de análisis sirvede referencia a la hora de considerar elcaso español. Los tres sistemas son el eu-ropeo, el norteamericano y el asiático. Loscinco procesos de cambio son la universa-lización en el acceso, la privatización, la es-pecialización, la feminización y la movilidadinternacional.

Junto con el citado prefacio, la obra se orga-niza en nueve capítulos y una extensísima bi-bliografía que constituye un buen reflejo de lapotencia de su aparato crítico.

El primer capítulo tiene una intención intro-ductoria y constituye una mirada general,desde el ojo del sociólogo, de lo que está pa-sando en el mundo con la educación superior,que se ha convertido, en opinión de la profe-sora Saaskia Sassen, de la Universidad de Co-lumbia, en un fenómeno global en el que unasuniversidades se comparan con otras aunqueestén a miles de kilómetros de distancia.Emerge, pues, según los autores, un nuevo con-cepto, el de Universidad Global, que se apoyaen esos cinco procesos sociológicos antes ci-tados y que es desarrollado, con una impor-tante base empírica, a lo largo de la obra.

En la descripción de esos cinco procesos decambio que se extienden por todo el mundo,aunque a velocidades diferentes, llama laatención, en primer lugar, que dichas veloci-dades estén escasamente sincronizadas entrelos diferentes continentes, de modo que unosvayan por delante en ciertos procesos decambio social y otros se anticipen al resto enotros. En segundo lugar, sorprenderá por estospagos que la privatización facilite, a través demecanismos diversos, una aceleración de launiversalización en el acceso a la educaciónsuperior y, por tanto, en el refuerzo de la equi-dad. En tercer lugar, destaca la importanciade la movilidad transnacional de estudiantesuniversitarios –con flujos intensos entre algu-nos continentes y dentro de ellos– y la pers-pectiva futura de un incremento notable dedicha movilidad.

En línea con los procesos causales circula-res típicos de la globalización, los autores su-brayan que dicho fenómeno ha producidouna universidad similar en todo el mundo,promoviendo un modelo cultural moderni-zante y racionalista, que ha ayudado, a suvez, a difundir los esquemas de una socie-dad globalizada.

En los tres capítulos siguientes (II, III y IV), ellibro entra en el detalle de la descripción delos tres modelos de sistemas universitariosanunciados: el sistema europeo de serviciopúblico, el sistema norteamericano liberal yel sistema asiático de carácter mixto. El mo-delo europeo se caracteriza por ser esencial-mente público, elitista –o, dicho en otrostérminos, no universalizado– y relativamentebarato o, más exactamente, dotado con unafinanciación, además de escasa, relativa-mente problemática. La posición de los auto-res, a la luz del análisis comparado, es queesos tres rasgos están relacionados entre sí y,en concreto, el primero influye sobre los otrosdos. El modelo europeo, al estar basado enlos presupuestos del Estado, no permite la

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universalización, pues ello supondría un in-cremento notable de recursos de los que lasarcas públicas no disponen. La imposibilidadde una mayor financiación pública limita elacceso y convierte la formación universitariaen elitista.

Cabe, en este punto, traer a colación las re-comendaciones efectuadas a la Unión Eu-ropea por European Research Associates enmateria de financiación de su sistema uni-versitario: “Incrementar la financiación ennúmeros absolutos; diversificar las fuentesde ingreso de las Instituciones de EducaciónSuperior; aumentar la eficacia de esos re-cursos; proveer recursos extraordinariospara la excelencia en investigación y do-cencia así como elevar el atractivo interna-cional de los programas; y establecernuevos sistemas de ayuda económica a losestudiantes, con becas, préstamos y recur-sos para investigación”. Estas recomenda-ciones están claramente inspiradas en elmodelo norteamericano. Así, el “nuevomundo” anglosajón devuelve a la vieja Eu-ropa el modelo universitario que le sirvió ini-cialmente de inspiración, transformado, noobstante, en un viaje de regreso que termi-nará por cambiar, a este lado del Atlántico, elmodelo original. El proceso de Bolonia es tansólo una componente, limitada y parcial, deese proceso de transformación.

Tras una descripción detallada del sistemanorteamericano, de sus fortalezas y de susdebilidades, los autores advierten lo si-guiente: “No queda claro que el modelo esta-dounidense de educación superior sea elmejor para este mundo globalizado. Europalo está copiando sin confesarlo claramente,tratando de homogeneizar el sector universi-tario bajo el Proceso de Bolonia. Encubierta-mente se aplica el modelo de Estados Unidos,pero restringiendo el proceso de privatización.(…) Se requiere más investigación y, sobretodo, más pensamiento crítico” (p. 119).

La descripción del modelo asiático en mate-ria de educación superior se hace más com-plejo, no sólo por la diversidad de países quecomponen el continente sino también porquelos dos grandes, China y la India, parten detasas brutas de matriculación en enseñanzassuperiores muy bajas, en comparación conNorteamérica o con Europa. Aunque la ten-dencia mundial es hacia la universalización(tasas brutas de matriculación de la pobla-ción joven del 85%) no se dispone en el con-tinente de recursos públicos suficientes paracubrir la demanda potencial. Sólo la combi-nación de sistemas de financiación públicosy privados permitirá la aproximación hacia esaambiciosa meta. Mientras tanto, destacan enel sistema asiático su escasa feminización ysu cada vez más importante movilidad. El Esteasiático constituye el origen de la mayor parte(700.000) de los estudiantes universitariosdel mundo que deciden proseguir sus estu-dios fuera de su país (2.500.000). Sólo el22% de estudiantes de origen extranjero sonpropiamente occidentales.

A pesar de la enorme diversidad de los paísesconsiderados, en cuanto a las condicioneseconómicas y sociales, los autores abordan,mediante métodos cuantitativos, un procesolaborioso de búsqueda de las variables quemejor explican la presencia en Asia de uni-versidades excelentes o globales; y, al final,concluyen que el desarrollo económico delpaís, la proporción de estudiantes que salena formarse al extranjero y la inversión en I+Dson las que explican, en mayor medida, el nú-mero de universidades asiáticas situadasentre las 500 mejores del mundo.

El rasgo que mejor caracteriza la evolución delos sistemas de educación superior en Asia es,a la luz de las evidencias, la privatización, queconstituye, a la postre, un medio para aproxi-marse a la universalización. Ese proceso priva-tizador progresivo, que se advierte en el modeloasiático, se soporta en el papel protector de la

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familia y es, al mismo tiempo, una forma sin-gular de seguridad social privada de la quecada generación se provee invirtiendo en laeducación superior de la generación siguiente.

Junto con el análisis comparado de los mo-delos universitarios a escala mundial, la eva-luación de las instituciones de educaciónsuperior define otro importante bloque temá-tico de la obra y se refleja, de uno u otromodo, en el contenido de otros tres capítulos(V, VII y VIII).

El primero de ellos (V) se centra en la eva-luación y la comparación internacionales delas instituciones de educación superior. Eséste un proceso reciente aunque imparable,habida cuenta de la exigencia de transpa-rencia que impone la creciente globalizacióndel mercado de la educación superior. Orga-nismos multilaterales, como la OCDE o laUNESCO, han incorporado dicha problemá-tica a sus agendas respectivas en materia deeducación terciaria. Al desarrollo de este pro-ceso evaluativo, los autores contribuyen enla obra no sólo aportando los resultados delas dos evaluaciones internacionales dispo-nibles –la de origen británico y la de origenchino–, o describiendo los indicadores elegi-dos y explicitando sus bases metodológicas,sino explorando, además, un modelo causaloriginal que se apoya sobre dicho soporteempírico. Al combinar las dos bases de datoscorrespondientes, logran un abanico másamplio de variables para la evaluación insti-tucional de las universidades a escala mun-dial. A partir de él, consiguen mejorar lacomprensión de las claves de la excelenciauniversitaria global para desembocar, final-mente, en una nueva lista, más rigurosa quelas anteriores, de las cien mejores universi-dades del mundo, en la cual las españolasbrillan por su ausencia.

El segundo de los capítulos (VII) de esa se-gunda terna constituye una aproximación,

desde la Sociología, a la evaluación institu-cional en su dimensión de acreditación,como proceso de certificación de la calidadque resulta imprescindible no sólo desdeesa exigencia de transparencia –que es pro-pia, en especial, de la perspectiva de la glo-balización del mercado de la educaciónsuperior, antes citada–, sino también comouno de los elementos esenciales de la ren-dición de cuentas, particularmente en lasinstituciones universitarias sostenidas confondos públicos.

El tercero (VIII) aborda, en primer lugar, ladescripción de algunas de las experienciasde evaluación institucional realizadas en lasuniversidades españolas tomando comobase tres ámbitos, el de los estudiantes, elde los planes y programas de estudio y el dela actividad investigadora, para proseguir conun análisis crítico del Plan Nacional de Eva-luación y evidenciar fundadamente sus gra-ves deficiencias. El capítulo concluye con ungesto pesimista sobre la realidad universita-ria española que se extenderá sobre el restode la obra.

Los dos capítulos restantes (VI y IX) dirigen,sobre todo, su mirada a la situación de nues-tro sistema universitario, caracterizado, engrueso, según los autores, por un elevado fra-caso estudiantil, un grado insuficiente de uni-versalización y un bajo nivel de investigación.El primero de ellos (VI), siguiendo una meto-dología cualitativa, recoge lo fundamental deun número importante de entrevistas a repu-tados académicos; en su conjunto, arrojan undiagnóstico, en lo esencial, coincidente y som-brío que contrasta con una visión relativa-mente confusa sobre las soluciones o laspolíticas de mejora. El segundo (IX) es un ca-pítulo de cierre de la obra que mira al futuro,con consideraciones, valoraciones y propues-tas –que se apoyan en el contenido de los ca-pítulos anteriores– y con unas reflexionescríticas sobre la situación de la universidad

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española, y sobre sus posibilidades de me-jora; todo ello enmarcado en el contexto quelos autores acaban de revisar. Pero como ellosmismos concluyen, en un reflejo de optimismoracional, no todo es negativo: “El análisis so-ciológico de la realidad ya es un punto de par-tida esperanzador” (p. 460).

Como corresponde a tres prestigiosos cientí-ficos sociales, hay una reivindicación perma-nente, a lo largo de la obra, de la necesidadde ir más allá de las ideas para identificar loséxitos, mediante evaluaciones rigurosas de laspolíticas de educación superior. Hay, pues, unclaro alineamiento de los autores con la exi-

gencia perentoria de basar las políticas en evi-dencias. Y es que sin una comprensión pro-funda de los fenómenos no es posible acertarcon las políticas, y si no acertamos con laspolíticas será muy difícil asegurarnos losavances educativos, sociales y económicosque la sociedad española desea y necesita.Sistemas y políticas de educación superiorfacilita, tanto a los estudiosos como a las ins-tancias de decisión, evidencias empíricas yanálisis valiosos en los que fundamentar pro-cesos de modernización y de mejora de nues-tro sistema universitario.

Francisco LÓPEZ RUPÉREZ

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Contigo aprendíConversaciones sobre educacióny valores con personalidadesde nuestro tiempoCARMEN GGUUAAIITTAAEditorial San Pablo, Madrid, 2008. 312 págs.

En un momento en el que la educación re-clama una reforma estructural fruto tanto delconsenso como del diálogo responsable e in-dependiente de cualquier ideología o flancopolítico, Carmen Guaita, secretaria nacional deComunicación del sindicato de profesores dela Educación Pública ANPE, reflexiona sobre loesencial de la enseñanza, sus valores y susretos más básicos. En una serie de conversa-ciones mantenidas con diversas personalida-des de la vida pública de nuestro país llega aunas conclusiones, que quizá no sean tan sor-prendentes como a priori pudiera parecernos.Independientemente de su ideología política,su ocupación o el ámbito en el que se mueven

estas personas, todas sus opiniones se orien-tan en la misma dirección: es necesario usarel sentido común y rescatar los grandes valo-res que siempre hemos tenido para educar anuestros hijos. El esfuerzo, la disciplina, la be-lleza, la familia o la solidaridad son nocionesnecesarias que los padres, como educadoresprimigenios, deben transmitir a sus hijos paralograr una convivencia armoniosa, responsa-ble y libre entre las personas.

Educar es una gran responsabilidad que nin-gún padre puede delegar en terceros. Y no esalgo que deba tomarse a la ligera. No en vano,el adulto de mañana será fruto de los valores

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que el niño adquiera hoy. Y tiene que aprenderque cada cosa tiene su lado positivo y nega-tivo, que tiene muchas caras, y es responsa-bilidad suya elegir bien la que le ayudará acrecer, no sólo como persona, sino comomiembro de una sociedad.

Si queremos una buena sociedad, responsa-ble, solidaria y con ánimo de prosperar, debe-mos preocuparnos por los valores quetransmitimos a nuestros hijos. No podemos se-guir enseñándoles lo que nuestro actual sis-tema educativo promueve. No es buenofomentar la falta de esfuerzo personal o de dis-ciplina. Hoy en día no importa cuánto trabajeun joven estudiante porque por la falsa idea dela “igualdad de resultados” –que no de oportu-nidades– el que menos se esfuerza tiene dere-cho a ser tan bien valorado como el que seimpone una autodisciplina. Entendiendo disci-plina como la define el actor Carmelo Gómezen su entrevista con la autora: “somos aquelloa lo que nos hemos negado”. La disciplina nospermite negarnos a seguir el camino fácil envez de hacer lo que debemos hacer, que es di-fícil y exige sacrificio y esfuerzo, y eso nos edi-fica como personas y nos dignifica de cara alresto de la sociedad. Ese esfuerzo constantenos permite conocer nuestras propias limita-ciones. Jorge Valdano lo apunta de una formabrillante en el ámbito del deporte: “no soy elombligo del mundo, existe otro, necesito al otro,y además, tal vez descubra que es mejor juga-dor que yo y se merece tener el balón más queyo”. Extrapolado al ámbito de la educación,esto quiere decir que cada uno sabe de lo quees capaz y de lo que no lo es. Es errónea esaidea tan arraigada en nuestro actual sistemaeducativo de que todos los jóvenes tienen queestudiar una carrera. No todos tienen la capa-cidad o el interés por estudiarla, ni es necesa-rio que todos lo hagan. Y por ello es necesariodevolver su dignidad y su relevancia social yproductiva a otras vías alternativas de educa-ción como la formación profesional, que ac-tualmente pocos padres desean para su hijo.

Preguntado a propósito del esfuerzo, el presi-dente nacional de ANPE, Nicolás FernándezGuisado, lo deja claro. El esfuerzo es vital paraque un sistema educativo tenga éxito y seaútil para la sociedad; pero el de todas las par-tes que componen ese sistema. El esfuerzo dela sociedad por dar a los jóvenes un sistemaeducativo de calidad y la obligación de éstosde tratar de dar lo mejor de sí mismos y saberaprovecharlo. Sin olvidar el esfuerzo de los pa-dres en dedicar parte de su tiempo a sus hijosy saber equilibrar exigencia y aprobación. Endefinitiva, ser consciente de que tener hijos esuna responsabilidad muy importante y queesta responsabilidad no se puede delegar enla escuela. Como explica Fernando Savater, latarea de la escuela –y por lo tanto de losmaestros– es la de formar “una personalidadintegral, capaz de persuadir y de ser persua-dida por los otros, que es la parte fundamen-tal de vivir en democracia. En un sistemademocrático hay que vivir sabiendo expresarde manera inteligible las demandas propiasa otros, y a la vez comprendiendo las deman-das de los otros”. La escuela es el primer lugaren el que un niño aprende a convivir con otraspersonas y debe seguir siéndolo.

Y debemos preocuparnos de no sobreprote-gerlos con la actual escalada de derechosque se les reconoce a los niños. Con esta so-breprotección y el creciente “relativismomoral” que apunta Nicolás Fernández, “nosestamos acostumbrando a permitir e inclusoa premiar actitudes de inadaptación y vio-lencia” reforzados por unas leyes de Educa-ción que “han rebajado la exigencia y elesfuerzo en el aprendizaje, han degradado elmérito y la excelencia”. Hemos dejado de en-señar a nuestros hijos que los actos tienenconsecuencias. El presidente de ANPE lo dejaclaro: “la vida en sociedad exige reprimir cier-tas conductas (…) cuando atentan contra losdemás”. La pérdida de autoridad es compar-tida por profesores, padres e incluso compa-ñeros de clase. No cabe duda que Fernández

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Guisado tiene razón cuando explica que “enel hecho educativo hay distintos niveles deresponsabilidad, y por eso el que tiene mayorresponsabilidad tiene que decir la última pa-labra. Y ese alguien es el padre o la madreen casa, y en el colegio o el instituto es elprofesor”.

Tras diecinueve fecundas conversaciones sobrevalores y las formas que sus interlocutores tie-nen de transmitirlos, Carmen Guaita no olvidaentrevistar a los que los reciben, a los jóvenes.En el último capítulo del libro tres jóvenes eva-lúan la forma en que les han sido transmiti-dos esos valores y hablan sobre su visión de la

vida, algo útil, teniendo en cuenta que educarsignifica guiar, y para ello es indispensable co-nocer aquello que conducimos. La lectura deeste libro es recomendable por lo esclarece-dora que es. Tras leerlo queda claro que el sis-tema educativo tiene salvación, porque ennuestra sociedad ya existe verdaderamente elconsenso respecto a los valores que debenservir de base para su reforma. Reclamarla esnuestra responsabilidad porque de ella de-pende el futuro de las próximas generaciones.No es éste un libro político, por ello, precisa-mente, el lector sabrá apreciar su valor.

Javier VIDUEIRA RODRÍGUEZ

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La autonomía vascaen la Españacontemporánea(1808-2008)VV.AA. Eds.: LUIS CCAASSTTEELLLLSS, ARTURO CCAAJJAALLEditorial Marcial Pons Historia, Instituto de Historia Social ValentínForonda, Madrid, 2009. 396 páginas.

Un primer aspecto que incita a leer y reseñaresta obra es el cambio político que las elec-ciones autonómicas de marzo de 2009 trajerona Euskadi. No se trató sólo de la sana alter-nancia que caracteriza a un sistema políticodemocrático, sino que fue de mucha mayormagnitud: por primera vez en la reciente histo-ria constitucional española, el País Vasco noestaría gobernado por el nacionalismo.

En efecto, durante los casi 30 años de gobierno“peneuvista” (aunque en algunas ocasiones encoalición, bien con el PSE, bien con Eusko Al-kartasuna y EB-IU) éste tendió a presentarse a

la sociedad vasca como la única formación ca-pacitada para gobernar, y para ello no dudó enpracticar un estilo clientelar y nepotista, adere-zado con grandes dosis de victimismo. En fun-ción de esta peligrosa mezcla, bajo su óptica,la Administración central del Estado había tra-tado (históricamente) de forma injusta al PaísVasco, generando una suerte de deuda que elnacionalismo debía cobrarse. Como veremos enla obra coral coordinada por Luis Castells y Ar-turo Cajal, nada más alejado de la realidad.

A lo largo de sus páginas, una gran variedadde autores hacen un recorrido de la historia

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política, administrativa, social y económicadel País Vasco. El veredicto es contundente:Euskadi ha estado cómoda tanto en Españacomo en sus relaciones con la Administra-ción central del Estado. La dictadura deFranco fue el único momento en el cual talcomodidad no se produjo.

La obra consta de tres partes, cada una deellas con sus respectivos capítulos, así comouna introducción que lleva a cabo uno de losautores (Luis Castells) que consideramos devital importancia, pues en ella aparece latesis que guiará toda la obra y que a su vezsirve para desmontar la sostenida por el na-cionalismo (en función de la cual, el PaísVasco habría estado incómodo en España,idea que es definida por Castells como “vi-sión forzada de la realidad” (p. 20). Frente aella, su investigación defenderá “la comodi-dad con que los vascos han estado en buenaparte de estos dos siglos en la nación espa-ñola. Sólo con la hegemonía nacionalista,tras el asentamiento reciente de la demo-cracia, hay un cuestionamiento por parte deun sector de la población vasca a la idea deestar en España” (p. 20).

En el capítulo I de la obra, titulado “Fueros,identidades sociales y guerras carlistas”, suautor (José María Ortiz de Orruño) sentenciasobre este asunto: “no se puede reducir lahistoria política vasca a un desencuentroconstante entre las Administraciones centraly foral. Ciertamente, no faltaron diferenciaspero tampoco cabe magnificarlas. Al fin y alcabo esas divergencias se ajustaban a unalógica reconocida y aceptada por ambaspartes” (p. 26). O dicho con otras palabras:esos desencuentros se podían encuadrardentro de la lógica política.

Al respecto, Arturo Cajal, en su capítulo titu-lado “La presencia directa del Estado en lasprovincias forales”, ofrece un dato relevante yfundamental a la hora de entender algunas

reivindicaciones del nacionalismo vasco, tantopasado como presente, a saber: la coexisten-cia de órganos de la Administración centraldel Estado con órganos exclusivos de las pro-vincias vascongadas entre los cuales regíanrelaciones de cooperación ya que “aquel sis-tema, en definitiva, no se basaba en un ilu-sorio exclusivismo competencial” (p. 76).

En lo relativo al Concierto Económico Vasco,Cajal nos habla de su aceptación general porla sociedad vasca, incluyendo al PNV a partirde 1903, aunque la procedencia guberna-mental (del Concierto) hacía que la aludidaformación política hablara de él con ciertodesdén (pp. 117 y 118). Asimismo, el Con-cierto Económico Vasco venía a suplir a losfueros, abolidos por la Ley de julio de 1876,fenómeno éste percibido por un sector de lasociedad vasca como la pérdida de sus liber-tades: “este hecho tuvo un peso decisivo en laconstrucción y en la consolidación de unaidentidad nacional vasca” (p. 135, capítulo 4de Félix Luengo Teixidor: “Restauración: iden-tidad, fueros y autonomía. Liberales, Republi-canos y Carlistas en la construcción de laidentidad vasca, 1876-1923”).

Junto a ello, las transformaciones socialesy políticas que experimentó el País Vasco alfinal del siglo XIX motivaron la aparición denuevos actores y nuevos partidos políticos,esto es, irrumpe el nacionalismo vasco vin-culado a la figura de Sabino Arana, para elcual, el Fuero se convirtió en una referencialegal, en una suerte de constitución origina-ria que configuraba la esencia política delos vascos (p. 144).

Igualmente, ese nacionalismo vasco tendrácomo características más sobresalientes desu discurso político, entre otras: el rechazode la doble identidad española y vasca, quehabía sido normal hasta entonces: “se niegataxativamente, por el contrario, la españoli-dad de los vascos, con un rotundo despre-

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cio y por ello se reniega de la política regio-nalista”, (p. 144). En este sentido, y comoejemplo, el propio Arana, cayendo en el ra-cismo, diferenciaba las bondades de la razavasca frente a la vileza y degeneración de losespañoles (p. 144). La siguiente novedadfue la construcción de una entidad políticasuperior (por parte de Arana): Euskadi, queiba más allá de los orígenes del naciona-lismo vasco centrados en Vizcaya. Sin em-bargo, tal nueva entidad, para la que sufundador y seguidores crearon una historiaa la medida, unos derechos y una tradiciónde enfrentamiento con España, no fue se-cundada mayoritariamente; es más, en unbuen número de casos hubieron de realizarpactos contra natura.

Sin embargo, era el componente histórico(de Euskadi) lo que más en tela de juicio es-taba, tal y como se desprende de las pala-bras de Ramiro de Maeztu en 1934: “hemosde elegir entre seguir siendo españoles y ala-veses, o pertenecer a esa entidad de la queyo no he oído hablar sino cuando tenía vein-ticinco o treinta años y que se llama Eus-kadi” (p. 247, correspondiente al capítulo 9escrito por Fernando Molina Aparicio: “La au-tonomía de la política. El problema vasco ylos proyectos de autogobierno”).

Antes de llegar a la República, el socialismo(vasco) liderado por Indalecio Prieto yahabía trazado en 1924 el panorama que severía si en el País Vasco gobernaba el na-cionalismo, “un pequeño Paraguay gober-nado dictatorial e inquisitorialmente desdeLoyola y Deusto” (p. 258, capítulo 10, ela-borado por Antonio Rivera Blanco: “La iz-quierda y la cuestión vasca. Segunda parte.1923-1960).

Otra característica que siempre se ha seña-lado en los estudios realizados sobre nacio-nalismo vasco es la existencia de doscorrientes en su seno, una suerte de tensión

“radicales versus moderados” que han tenidodiferentes nombres (aranistas versus euska-lerrianos en la primera época; comunionistasversus aberríanos en la segunda, moderadosversus violentos en la actualidad, como apa-rece descrito en el capítulo 7, “El naciona-lismo vasco en la Restauración. Purismo yposibilismo”, de Javier Corcuera Atienza). Esadicotomía expresa diferencias en cuanto afines (por ejemplo, autonomía o independen-cia), calendario para el logro de los mismos ymedios a emplear. Un buen ejemplo lo tene-mos en Sabino Arana y su integrismo católico,que chocó frontalmente con Ramón de laSota, quien separaba religión y política. Aranahubo de aceptar finalmente el acercamientocon los euskalerrianos como forma única deavanzar en política y dejar la marginalidad aque sus postulados, en especial el lema “Diosy Ley Vieja”, había llevado al nacionalismo.

Esta suerte de giro tiene lugar en 1898, y losplanteamientos de Arana quedan en un se-gundo lugar ante los de los euskalerrianospartidarios, entre otras cosas, de lograrmayor autonomía para el País Vasco y demantener relaciones con los regionalistascatalanes (idea esta última que Arana antesrechazaba; es más, en un buen número deocasiones consideró inferiores políticamentea los catalanes). Aún con ello, como JavierCorcuera advierte, “esto no supone que elpartido cambiara la doctrina fundacional.Para Arana, nacionalismo sigue siendo inde-pendentismo, y éste es requisito para con-seguir la finalidad básica, que no es otra quela salvación de su pueblo” (p. 187). Tambiénhabía diferencias acerca de cómo debía or-ganizarse el partido (p. 187) y, sobre todo,los seguidores de Ramón de la Sota le se-guían produciendo inquina a Arana.

Con todo ello, los éxitos de finales de sigloXIX parecen desvanecerse tras ser encarce-lado Arana. Éste, a partir de ese momento,da un giro españolista (La Liga de los Vas-

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cos); pese a ello, Arana sigue denostando alos euskalerrianos “pero apoya su política”(p. 189).

Corcuera nos deja una relevante conclusión:pese a las continuas divisiones del naciona-lismo vasco a lo largo de su discurrir, “la his-toria también enseña que el esencialismo deArana es patrimonio de todos sus herederosy, sobre todo, es el elemento que aglutina yhace avanzar a la comunidad nacionalista”(p. 199).

Igualmente, los autores de esta obra coralcontinuamente aluden a un hecho: la nece-sidad que tuvo el nacionalismo vasco desdesus orígenes de interpretar la propia historiavasca para así justificar un victimismo, ca-yendo en ocasiones en el simplismo, puestendía a presentar la historia del siglo XIXcomo un enfrentamiento entre Fueros yConstitución, obviando, por ejemplo, comosostiene el profesor José María Ortiz (capí-tulo 1) las grandes transformaciones acae-cidas en la sociedad vasca y española,motivadas por el paso del mercantilismo alcapitalismo o de las monarquías absolutasen constitucionales. En estos cambios juga-ron un rol estelar los liberales, que, a su vez,se convirtieron en la bestia negra del nacio-nalismo de Sabino Arana.

No menos importante es otra idea que noslanza Cajal en el segundo de sus capítulosde la obra, “El nuevo marco administrativo yla autonomía (1876-1923)”: el gobierno dela Restauración mostró mucho menos inte-rés y mucha menos preocupación por lacuestión vasca que por la catalana, ¿quésignifica?, ¿qué implica?, ¿de qué nos quie-re advertir Cajal? Con sus mismas palabras:“lo cual no fue sino una expresión de quelas demandas de autogobierno tuvieron enel País Vasco un alcance limitado y no lle-garon a constituirse en un problema de Es-tado” (p. 131).

Relevantes fueron los años del exilio para elPNV (aunque fue más la repercusión mediá-tica que resultados concretos y prácticos).Su líder José Antonio Aguirre adquirió prota-gonismo en la esfera internacional ya que,aunque el PNV fue una de las fuerzas derro-tadas en la Guerra Civil española, siempresupo “vender” al exterior tres “productos”: sugran protagonismo en la guerra, que fue víc-tima de la represión y que eran exponentesde la lucha antifranquista (p. 299, capítuloelaborado por José Antonio Pérez Pérez: “Fo-ralidad y autonomía durante el franquismo,1937-1975”).

Sin embargo, no es menos cierto que du-rante los años del exilio el PNV vio cómo unnacionalismo (vasco) de corte más radical,que no dudaba en emplear la violencia parael logro de sus fines, aparecía como grancompetidor, capaz de atraerse a los sectoresmás jóvenes de la población.

Será al llegar la democracia cuando el PNVlogre sus grandes y mejores resultados atodos los niveles, siendo significativo que ob-tendrá apoyos de sectores de población quehistóricamente no habían sido nacionalistas,pero que con ello rendían tributo a una seriede planteamientos que habían logrado la he-gemonía social (p. 331 del segundo de loscapítulos de Javier Corcuera: “El momentoconstituyente y la elaboración del Estatutode Gernica, 1975-1979”).

En la Transición se inicia uno de los rasgoscaracterizadores del PNV: su rechazo de laConstitución (pues sostiene que va contralos derechos históricos y contra los Fueros,por ejemplo), y su rechazo de las institucio-nes democráticas de gobierno (pues sos-tiene que no tienen legitimidad), aunqueacepta el juego político que se da en suseno (p. 332). Asimismo, el PNV comenzaráa practicar o a dotarse de una suerte de fun-ción mesiánica: él es el único capacitado

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para resolver el problema vasco (una formaretórica de hablar de ETA), lo cual la histo-ria reciente se ha encargado de mostrarfalso, pues así lo corroboran los mil asesi-natos de la banda terrorista. Sin embargo,el PNV siguió fiel, durante la década de losochenta y noventa (y también en el sigloXXI), a esta tesis.

El terrorismo etarra se siguió cebando con-tra políticos vascos como Fernando Buesao Miguel Ángel Blanco, haciendo el PNV decada manifestación de repulsa, más unaaclamación de la figura del Lehendakari queuna condena del atentado, esto es, alimen-tando un victimismo fácil que se podría re-sumir en la frase de “si no estás conmigo,estás contra mí”.

Finalmente, el Plan Ibarreche, que no eraproducto del consenso entre todas las fuer-zas políticas vascas, sino una decisión uni-lateral avalada por EA, IU y la ilegalizadaSocialista Abertzaleak, contenía una serie de

conjeturas etnicistas y anticonstitucionalis-tas que sólo servían para introducir incerti-dumbre en el futuro de Euskadi y de susciudadanos (p. 348, capítulo de JavierUgarte Tellería: “Gobernando con el Estatutode Gernica. Euskadi, 1979-2008).

En definitiva, con el Plan Ibarreche el PNVculminaba una deriva soberanista iniciada enlos 80 y radicalizada en los noventa, inclusodurante los Gobiernos de coalición con elPSE, que consiguió romper a la sociedadvasca en la dualidad peneuvista nacionalis-tas versus no nacionalistas. Para ello los Iba-rreche o Arzalluz, no dudaron en emplear lapalabrería xenófoba de su fundador Arana:tal es el caso de las palabras Arzalluz para eldocumental alemán titulado “Los vascos y sucombate” en las cuales sostenía que si Eus-kadi lograba la independencia, los españo-les allí serían tratados como los alemanes enMallorca (p. 376).

Alfredo CRESPO ALCÁZAR

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El factor humanoNelson Mandela y el partidoque salvó a una naciónJOHN CARLINEditorial Seix Barral. 2009. 334 páginas.

“Durante toda mi vida me he dedicado a estalucha del pueblo africano. He luchado contrala dominación blanca, y he luchado contra ladominación negra. He albergado el ideal deuna sociedad democrática y libre en la que

todas las personas vivan juntas en armonía ycon las mismas oportunidades. Es un idealpor el que espero vivir y ver realizado. PeroDios mío, si ha de ser así, es un ideal por elque estoy dispuesto a morir”. Son palabras

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que pronunció Nelson Mandela el 20 de abrilde 1964, al final de su discurso de defensaante la Corte Suprema de Justicia de Preto-ria, durante el juicio en el que fue condenadoa cadena perpetua.

Es difícil analizar los factores que conducena un hombre a la grandeza, a convertirse en elsalvador de un pueblo, de una nación. Losgrandes hombres, los grandes estadistas detodos los tiempos, fueron hombres que su-pieron ganarse a la gente para su causa, quecon su intervención cambiaron el curso de lahistoria, que se sobrepusieron a las circuns-tancias y supieron guiar a sus pueblos en ladirección adecuada. Nelson Mandela es sinninguna duda uno de esos hombres, un hom-bre excepcional, un ejemplo para todo elmundo, un estadista que logró que Sudáfricacerrara la puerta al enfrentamiento violento yque supo conducir a su país por la senda dela reconciliación y del perdón cuando se en-contraba ante una inminente guerra civil. Es elhombre que logró, con una sagacidad y unasabiduría política inconmensurables, hacer re-alidad su sueño de crear una Sudáfrica en laque a las personas se las valorara por lo queson y no por el color de su piel. Es el hombreque hizo posible la transición pacífica a la de-mocracia desde uno de los regímenes másodiosos que la humanidad ha conocido, el delapartheid.

El factor humano, Nelson Mandela y el par-tido que salvó a una nación es un excepcionallibro y un merecido homenaje a la figura deNelson Mandela, al grandísimo papel quejugó en la construcción de la democracia enSudáfrica. Carlin, quien fue corresponsal enSudáfrica de 1989 a 1995, relata brillante-mente los hechos que culminaron en la finaldel Mundial de Rugby de 1995, y nos mues-tra el genio político de un hombre que supoganarse para su causa tanto los corazones desus amigos como los de sus enemigos. Lo quese produjo en esa final, fue sólo la culmina-

ción de décadas de planificación, paciencia,astucia, audacia y tenacidad en la búsquedade ese ideal por el que Nelson Mandela habíaluchado y defendido toda su vida.

Este libro es la historia de cómo Mandela vis-lumbró un futuro para Sudáfrica y cómoluchó por hacerlo realidad. Es la historia detodas las dificultades y vicisitudes que sufrióel difícil proceso. A lo largo de sus 334 pági-nas desfilan todos los grandes personajesque tomaron parte en la política sudafricanaen aquellos años, desde Desmond Tutu hastaP.W. Botha y De Klerk, pero también caben enél las intrahistorias que tuvieron lugar en elpaís y que afectaron a personas que, si bienno eran tan conocidas como los grandes ac-tores políticos, ilustran y ayudan a sentir ycomprender lo que allí se estaba viviendo.

El periodo de tiempo de diez años que JohnCarlin analiza en su libro comienza en 1985,cuando Mandela se encontraba aún en lacárcel. El autor nos habla de su juventud, desu encarcelamiento y su condena, de cómola cárcel otorgó mesura y serenidad a Man-dela, y de las profundas reflexiones que rea-lizó estando en ella. Con los años fueconsciente de que cualquier solución al con-flicto sudafricano debía ser negociada y pa-saba por atraer a los blancos para su causa.Mandela tomó conciencia de que el futuro deSudáfrica sólo podía pasar por la reconcilia-ción y que para ello, debía seducir a su ene-migo haciéndole ver que no tenía nada quetemer de un régimen democrático. La únicamanera de derrotar al tigre, era domesticarlo.Comprendió que era necesario aprender delenemigo para derrotarlo, y estudió su histo-ria, su lengua, sus costumbres, sus aficiones.Ya desde el inicio del libro, el autor comienzaa dibujarnos la grandeza de carácter de Man-dela, su facilidad para empatizar y para pro-vocar respeto, el extraordinario don que teníapara obtener la simpatía de la gente y paraatraérsela hacia sus fines.

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Así, Mandela decidió unilateralmente entablarconversaciones secretas con el Gobierno parahablar de una solución negociada al conflictode Sudáfrica. Fue con su carácter, con ese donque poseía, con el que supo ganarse al minis-tro de Justicia, Kobie Coetsee, al jefe de Inte-ligencia, Niël Barnard y, más tarde, almismísimo presidente de Sudáfrica y respon-sable máximo del apartheid, P.W. Botha, y a susucesor, Frederik de Klerk. Mandela quería quelas conversaciones diesen paso a un procesode negociación abierta entre el Gobierno, elCongreso Nacional Africano y todas las fuer-zas políticas que lo desearan, para acabar conel apartheid por medios pacíficos. Poco apoco, las conversaciones fueron progresando ylas tesis de Mandela de que era insostenibleproseguir con ese régimen, que el 10% de po-blación blanca no podía tener sometida bru-talmente al 90% de población negra y de que,para que hubiera paz y estabilidad en el país,era necesario hacer la transición pacífica a lademocracia. Al mismo tiempo, Carlin nos narratambién los interminables ejemplos de bruta-les injusticias y atrocidades cometidas por elrégimen y los sectores más extremistas du-rante aquellos años. Nos habla del sufrimientode la población negra, de su insoportable si-tuación. Casos como el de “los catorce deUpington”, la historia de Justice Bekebeke, unjoven estudiante víctima del apartheid que du-rante unos altercados mató a un policía negroque disparó a un niño, y de los otros trece con-denados a muerte casi sumariamente por estehecho. También nos cuenta el asesinato deAnton Lubowski, el abogado blanco que losdefendió en el proceso, por las fuerzas repre-soras del Estado. Historias todas ellas queponen de manifiesto y hacen comprendercómo era la Sudáfrica de aquellos días.

A pesar de que todo lo que sucedía fuera in-vitaba a dejarse llevar por la ira, Mandela tuvopaciencia y supo esperar su momento: “SiMandela había aprendido algo en la cárcel,era a mirar todo el conjunto. Y eso significaba

no dejarse distraer por los horrores que esta-ban ocurriendo y mantener la vista firme-mente puesta en el objetivo distante” (p. 81).

Fue así como Mandela, el prisionero 466/64,fue liberado en 1990, después de 27 años enprisión. El pueblo recibió la liberación de sulíder con esperanza. Y Mandela supo construirun mensaje que pudiera, por un lado, integrara los blancos temerosos o reticentes y, porotro, mostrar a la población negra oprimidaque iba a luchar con firmeza inquebrantablepor el cambio verdadero, que la llegada de lademocracia, del “un hombre, un voto” y del re-conocimiento de derechos de todos los ciu-dadanos era algo innegociable, un imperativomoral: “Mandela encarnaba el destino detodos los sudafricanos negros. En él teníandepositadas todas las esperanzas y las aspi-raciones, se había convertido en la personifi-cación de todo un pueblo” (p. 122).

La liberación dio paso a un duro período denegociaciones que desembocó en la cele-bración de elecciones democráticas en1994, en las que Mandela fue el primer pre-sidente elegido por medios democráticos enSudáfrica. Pero todo este proceso estuvo enriesgo constante y sujeto a enormes tensio-nes, y en numerosas ocasiones estuvo apunto de desembocar en una guerra civil.Sólo la mano maestra de Mandela pudoevitar el desastre. Él sabía que, al tiempoque pedía a su gente que no se dejase lle-var por la ira y la venganza y que debíantender la mano del perdón, debía recondu-cir a los sectores más extremistas de la de-recha afrikáner, liderada por el ex jefe delEjército Constand Viljoen. Sabía que ellostenían dinero, hombres y potencial militarsuficiente para hacer saltar todo el procesopor los aires. Debía convencerles de quenadie podía beneficiarse de una guerracivil, de que no habría vencedores, de queconduciría al país al desastre. Tambiéndebía mostrarles que la llegada del CNA al

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poder no se traduciría en un régimen de re-vancha, que la dominación del negro por elblanco no conduciría a la dominación delblanco por el negro. Con su extraordinariahabilidad política, logró convencerles paraque concurrieran a las urnas y no sabotea-ran el proceso democrático.

Una vez elegido presidente y hecho realidadel sueño democrático, una vez construídauna nueva Sudáfrica, tocaba ahora unir alpueblo sudafricano. Carlin nos cuenta cómoNicholas Haysom, el asesor legal de Mandelaen la presidencia, usaba la frase de Gari-baldi: “Hemos hecho Italia, ahora toca haceritalianos”, para describir la labor que teníanpor delante. Para ello era necesario algo másque las negociaciones y las palabras. Era ne-cesario crear un vínculo emocional queuniera a todos: “No hay que apelar a surazón, sino a sus corazones”.

Fue así como surgió la idea de utilizar el rugby,la auténtica pasión de los sudafricanos blan-cos, una religión secular para ellos, como ins-trumento para calmar sus temores y avanzaren el camino de la reconciliación nacional.Sabía que éste podía ser el medio para unir aunos y a otros bajo una misma bandera, entorno a un equipo. Pero no era una tarea fácil.El rugby, la selección nacional de los Spring-boks, había sido siempre uno de los símbolosdel apartheid y la opresión de los negros.Odiaban a la selección y lo que ésta repre-sentaba. El CNA había boicoteado siempre ala selección a nivel internacional, había pro-movido diversas campañas en varios paíseshasta conseguir que no les permitieran jugaren competiciones internacionales. Era una desus principales medidas de presión contra elrégimen del apartheid. Pero Mandela sabíaque ahora podía constituir una “zanahoria”,algo que ofrecer a los blancos afrikaners paraatraérselos. Apoyando el rugby mostraba a lapoblación blanca que tendían una mano a lareconciliación, y les alejaban de ser seduci-

dos por los sectores más extremistas. Asíapoyó la celebración del Mundial de Rugby de1995 en Sudáfrica.

Y puso toda su grandeza a trabajar en ello.Transmitió a su capitán, François Pienaar, y alresto de jugadores de la selección la impor-tancia de la labor que tenían por delante. Leshabló del poder del deporte para emocionary unir a la gente, y les hizo partícipes de loque podía suponer para el país su victoriaen el Mundial, y de las esperanzas que es-taban depositadas en ellos. Carlin nos narracómo éstos se implicaron y cómo inclusoaprendieron a cantar el himno de la pobla-ción negra, el Nkosi Sikelele, que se convir-tió en uno de los dos himnos nacionales. Almismo tiempo, convenció a sus compañerosde partido y a la población negra de que laselección ya no representaba a los blancos,sino a todos. “Ellos” eran ahora “nosotros”. Yal igual que había conseguido llegar a traerla democracia a Sudáfrica, consiguió que lagente se implicara con la selección. Con elapoyo de ésta y el arrojo de los jugadores,Sudáfrica llegó a la final del Mundial.

La mañana de la final de la Copa del Mundo,toda Sudáfrica, negros y blancos, miembros dela extrema derecha y de la extrema izquierda,todas las personas, con independencia de sucredo político y su color, se despertaron conun nudo en el estómago ante la poco proba-ble pero posible gesta de su selección nacio-nal: ganar la final y convertirse en campeonesdel mundo. Todos, por vez primera en la histo-ria, estaban unidos en torno a ese objetivocomún. Era la primera vez que Sudáfrica sen-tía y se comportaba como una nación unida.Era la primera vez en la que todos los rencoresse dejaban atrás. El lema de la selección, quepodía verse en carteles repartidos por todo elpaís, era “Un equipo, un país”. Lo que pasó enaquella final y tras ella –y que no es mi deseodesvelar a quien no conozca lo sucedido nihaya leído el libro– permanece grabado en los

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corazones de todos los sudafricanos, y de losmillones de personas en el mundo que fuerontestigo de ello, y abrió la puerta de un nuevocamino para Sudáfrica.

Nelson Mandela es una figura que trasciendelas fronteras y que constituye un ejemplopara el mundo. La gesta de Mandela es unejemplo de que en la política no sólo existenlos intereses espurios y las luchas por elpoder, sino que la acción política puede serla vía para llegar a conseguir las causas másaltas, para hacer realidad los ideales de jus-ticia y de libertad, para hacer de la tierra unlugar mejor en el que vivir y mejorar las con-diciones de vida de la gente, para acabar conel mal y la injusticia: “Todas las sociedadesaspiran, de una manera u otra, a utopías deuno u otro tipo. Los políticos comercian conlas esperanzas de la gente de alcanzar elcielo en la tierra. Como no es posible, lasvidas de las naciones, como las de las per-sonas, son una lucha perpetua por hacer re-alidad esos sueños. En el caso de Mandela,

el sueño que le sostuvo durante sus veinti-siete años de cárcel fue el mismo que el deMartin Luther King Jr.: que un día, a la gentede su país, se la juzgara no por el color de supiel sino por su carácter” (p. 11).

Nelson Mandela hizo realidad su sueño, yhaciéndolo se convirtió no sólo en el hom-bre que salvó a una nación; se convirtió enel hombre que mostró a generaciones ente-ras, contemporáneas y venideras, que es po-sible crear un mundo mejor y que merece lapena luchar con todo para defender unacausa justa, que vale la pena arriesgar lapropia vida para derrotar al mal y devolverla dignidad a los hombres, que no debemosconformarnos con aceptar el mundo comoes, sino que debemos luchar para hacer deél lo que debería ser.

Merece la pena sumergirse en las páginas deeste maravilloso libro, de esta preciosa historia.

Pablo SANZ

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RomanticismoUna odisea del espíritu alemánRÜDIGER SAFRANSKITusquets Editores, Barcelona, 2009. 379 páginas

Romanticismo. Una odisea del espíritu ale-mán es un recorrido a través del pensa-miento y de la historia alemana desdefinales del siglo XVIII hasta la caída del Ter-cer Reich y sus implicaciones políticas en

tendencias más recientes como Mayo del68. Rüdiger Safranski –autor de libros comoSchopenhauer y los años salvajes de la filo-sofía, El mal o el drama de la libertad, Frie-drich Schiller o la invención del idealismo

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alemán, entre otros– asume la difícil tareade adentrarnos en el universo romántico.

Probablemente, pocas corrientes o movi-mientos son tan difíciles de abordar como elRomanticismo. Subjetivismo sin límites. Siem-pre intenso y dispuesto a sumergirse en la in-finitud de lo finito, a dejarse llevar por lafantasía y a extasiarse por lo extraño y miste-rioso del mundo. Es indudable que pocos mo-vimientos han marcado un antes y undespués en el modo de relacionarse del hom-bre con el mundo y consigo mismo.

El libro está dividido, acertadamente, en dospartes: el Romanticismo como movimiento ylo romántico como actitud del espíritu. En laprimera parte, nos adentramos en el uni-verso del Romanticismo de la mano de lasaportaciones de sus primeros representan-tes e inspiradores: Herder, Schiller, los her-manos Schlegel, Fichte, Ludwig Tieck,Novalis, Friedrich Schleiermacher, Eichen-dorff, Hoffman, etc.

Las teorías de los románticos no son presen-tadas por el autor de un modo aislado, sinoen consonancia con el desarrollo histórico ypolítico en el que estaba inmersa Alemania.Un conglomerado de pequeños estados deldesaparecido Sacro Imperio Romano Germá-nico formado por reyes y príncipes reacios arealizar concesiones a su pueblo.

En un primer momento los inspiradores ro-mánticos vieron con buenos ojos la Revolu-ción Francesa y, algunos, incluso se sintieronfascinados con la posterior llegada de Napo-león a tierras germánicas. Sin embargo, eldesencanto por la Revolución Francesa e in-vasión del caído emperador francés no se hizoesperar y comenzaron los ataques contra unaIlustración que, anteriormente, había aban-derado e impulsado con sus ideas la Franciade la libertad, la igualdad y la fraternidad. LaIlustración se convierte junto con la burgue-

sía imperante en el objetivo de los ataquesrománticos. Se critica el carácter utilitario delmomento y el comportamiento que se rige porel mercado. Así, por ejemplo, el arte debe serun fin en sí mismo y en algunas de las obrasliterarias de los románticos se censura que elarte sirva como distracción o divertimento dela burguesía. Porque el arte en sí mismo esalgo más elevado, como escribía Schiller: “através de la belleza caminamos hacia la li-bertad” (p. 42).

La estética se configura, junto con la fantasía,en el órgano central de la comprensión y de laformación del mundo. Se pasa de un “mirarhacia fuera” a un “mirar hacia la interioridad(el yo)”. La estética es elevada al rango de re-ligión y se trabaja en esta dirección. Una reli-gión estética que eduque al pueblo yrepresente el sentir del mismo y, por tanto, re-lacionada con la política.

Por otra parte, tiene lugar un redescubri-miento del Medievo y de la Grecia dionisí-aca (frente a la apolínea). Se creancolecciones de poesía popular y se rescatala mitología germánica. El mito juega unpapel especial como instrumento comuni-cador, tal y como Safranski nos muestra através del texto de los jóvenes Hegel, Sche-lling y Hölderlin en su Primer programa deun sistema del idealismo alemán: “Mientrasno hagamos estéticas las ideas, mientras nolas hagamos mitológicas, éstas carecen deinterés para el pueblo; y mientras la mitolo-gía sea racional, el filósofo ha de avergon-zarse de ella” (p. 139).

Las colecciones de poesías populares estánligadas al interés por el pasado en cuantoque los orígenes traen o contienen la verdad.Se hace metafísica de la historia y de la so-ciedad de los espíritus del pueblo y de la na-ción. Este interés cobra más fuerza con lairrupción e invasión de Napoleón en tierrasgermánicas. Los románticos se preocupan

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por la identidad alemana y se trabaja en laconciencia de la identidad. El propio Fichteen su “Discurso a la nación alemana” afirmóque la patria (Vaterland) es el auténtico su-jeto de la libertad, lo que supone concebir alpueblo como un gran individuo. Con todoello, el devenir de los individuos está presode las directrices que el pueblo ha sido lla-mado a elaborar en la historia. El autor recu-rre a las principales obras de los autoresrománticos y se detiene en las teorías de losmismos, como es el caso de la teoría deljuego de Schiller o la de la ironía de FriedrichSchlegel, por ejemplo. Hasta aquí la primeray brillante parte del libro que está dedicadaal Romanticismo como movimiento.

En la segunda parte, la dedicada a lo román-tico como actitud del espíritu, el autor se cen-tra en el momento en el que se pasa de unaAlemania (en cierne) del pensamiento a la ac-ción. Del sueño romántico a la realización delmismo. No obstante, se asume el sueño (utó-pico) romántico pero, en algunos casos, se re-chaza el subjetivismo en favor de la objetividad.Este sería el caso del propio Hegel, quien aban-dona sus inicios románticos por un pensa-miento del orden. Safranski nos introducirá enesta actitud a través del compositor alemánRichard Wagner y de su entonces amigo, Frie-drich Nietzsche, para seguir con Stefan Ge-orge, Rainer Maria Rilke, Ernst Jünger, ThomasMann, Heidegger, para acabar con su in-fluencia en el nazismo y con una reflexión amodo de conclusiones.

Mediante el análisis de las obras del compo-sitor alemán de El anillo de los nibelungos,Los maestros cantores de Núremberg, Tann-häuser, Parsifal y de una primeriza Rienzi que

impresionó enormemente a un joven austrí-aco llamado Adolf Hitler, el autor del libro nosmostrará la influencia del Romanticismosobre el compositor y la capacidad de hechi-zar del mismo sobre el público y un Luis II deBaviera. La figura de Wagner se mitifica. En elarte wagneriano la sociedad alemana se com-prende a sí misma.

El Romanticismo será utilizado más adelantepor el nazismo: la actitud de extrañeza frenteal mundo, los cuentos populares, la idea delEstado como un organismo, el gusto por elmisterio así como las representaciones esté-ticas (véase la película propagandística deLeni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad uOlimpia), etc. Sin embargo, el nazismo re-chaza la idea de pueblo del Romanticismo enla medida en que no se fundamenta en unaconcepción racial o biológica y acepta, enparte, la idea del Estado como un organismo,pero les supuso un problema al no haberhecho explícito el Romanticismo la necesidadde un caudillo.

El libro de Rüdiger Safranski, además de lo-grar introducirnos con éxito en la odisea delespíritu alemán, nos sumerge en el Roman-ticismo con todo su esplendor y nos pre-viene de las nefastas consecuencias deaunar Romanticismo con política: “Aunquelo romántico forma parte de una culturaviva, una política romántica es peligrosa.Para el Romanticismo, que es una conti-nuación de la religión con medios estéticos,rige lo mismo que para la religión: ha de re-sistir a la tentación de recurrir al poder po-lítico” (p. 353).

Jorge MARTÍN FRÍAS

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Vindicaciónde la sociedad naturalEDMUND BURKEEd. Trotta, Madrid, 2009, 86 págs.

“Lo único necesario para que el mal triunfe esque los hombres buenos no hagan nada”. Conesta afirmación, Edmund Burke advertía delos peligros a los que debían enfrentarse losderechos individuales en cada época. De fi-gura controvertida, pensamiento elegante ybrillante orador, este adalid del liberalismoconservador publicó de forma anónima unade sus primeras obras, La Vindicación de lasociedad natural, en 1756.

La Vindicación, escrita en forma de carta queun intelectual de alta cuna dirige a un jovenLord con interés en la política, es una adver-tencia descarnada sobre el ejercicio de la po-lítica. Pero también es un juego de sombrasen el que el autor pretende esconder los mo-tivos que le movieron a escribirla. Así, la mi-siva que el desencantado noble escribe aljoven señor nos muestra algunas de las cues-tiones que un Edmund Burke más madurodesarrollará en obras como Observacionessobre una publicación reciente titulada “Si-tuación actual de la Nación” o las Reflexio-nes sobre la Revolución Francesa. En estevolumen encontramos la formulación primi-genia de postulados que serán definitorios enla trayectoria de Burke, como su invocaciónde la realidad empírica frente a razonamien-tos abstractos en materia de acción política,la teorización de la representación política, elhistoricismo que sustenta y permite el de-

sarrollo de las sociedades o el sentido de laConstitución como pacto que garantiza unosderechos pre-políticos e indisponibles porparte del Gobierno.

La obra parte de una tesis: el fundamento decualquier sociedad nos devuelve al estado denaturaleza, por lo que un continuo replantea-miento de las bases del pacto de convivenciaes sumamente perjudicial para los derechosindividuales. La tensión a la que se somete alas instituciones y la sociedad hace aflorar es-tadios previos donde las tensiones se solven-taban mediante el recurso a la fuerza. Estainterpretación sigue plenamente vigente a díade hoy en un momento en el que ciertas ideo-logías contrarias a los derechos individuales ynumerosos actores políticos en el mundobasan sus criterios de actuación en cuestionarcontinuamente los contratos civiles que per-mitieron la convivencia en sus países. Por otraparte, la sociedad civil es una sofisticacióncreada sobre la base de un estado interme-dio, el de la sociedad natural. Esta última seconstituye en una etapa más honesta y ecuá-nime en cuanto a la igualdad entre los hom-bres. Aparece aquí la desconfianza propia delautor hacia las instituciones políticas, a lasque considera un mal necesario.

En la carta del noble, el estado de natura-leza se define como una etapa marcada por

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“la falta de unión, de mutua ayuda, de un ár-bitro común al que acudir en sus diferen-cias”. El siguiente paso en la organizaciónsocial, mucho más positivo, es la sociedadnatural, que no está basado en ninguna ins-titución positiva, sino en aquellas derivadasde la propia naturaleza. Esta etapa es supe-rada por la unión de muchos en un cuerpopolítico. Este salto a la sociedad políticasuple la carencia de lazos de unión naturalescon la existencia de las leyes. La descon-fianza en las construcciones positivas afloracuando la carta aborda la cuestión de la so-ciedad política. La ausencia de fe en la per-fectibilidad de la sociedad queda patente aladvertir la radical dicotomía entre la justicianatural frente a la meramente positiva. Deahí que advierta que “no ha de sorprenderque lo que se plantea en oposición al estadode naturaleza deba preservarse pisoteandola ley de la naturaleza”. Surge la necesidadde interponer instancias intermedias, propiasde la sociedad natural frente a la sociedadpolítica, tales como la ley natural, la religióny la justicia naturales.

Estas instituciones naturales son valiosas por-que permiten establecer un baremo de lo quees justo o legítimo frente a la mera legalidadde las decisiones emanadas del poder posi-tivo. Por eso el noble que supuestamente re-dacta la Vindicación critica, a propósito delpacto político, que en el complicado entra-mado de la sociedad civil, en esa “máquinamuy compleja, hermosa e intrincada”, se haenajenado el derecho efectivo a la defensa, ytodo se ha fiado a convencionalismos y cons-trucciones positivas.

Este modelo tiene como objetivo atemperarlas pasiones de los gobernantes para garan-tizar los derechos individuales, que son pre-vios en todo caso al pacto político. Seincardina, por tanto, dentro del modelo his-toricista generado por el constitucionalismoinglés en su afán por garantizar los derechos

individuales y crear cortapisas al poder polí-tico. No obstante, el autor critica a los auto-res racionalistas de este modelo historicista,especialmente a Edward Coke y Bolingbroke.

Coke (1552-1634) parte de la premisa deunas libertades elaboradas jurisprudencial-mente, expresadas en reglas de derechocomún y sustancialmente indisponibles porparte del poder político. A éstas añade un sis-tema de garantías y de límites intermediospara los actores que ostentan la facultad degobierno. Sólo así, argumenta Coke, se evi-tará que la soberanía cedida en el pacto po-lítico degenere en soberanía ilimitada. Adiferencia de Burke, que piensa en tejer unpoder autónomo y suficiente, no irrestricto eirresponsable, para garantizar los derechosciviles, Coke considera que estos derechosfundamentales son también políticos. Estasutil diferencia es mayor cuando Burke sati-riza en el prefacio de la obra al político con-servador Bolingbroke (1678-1751). Paraeste último la Constitución es el conjunto deleyes, instituciones y costumbres, derivadasde ciertos principios inmutables de la razón ydirigidas a ciertos fines inmutables del biencomún, que constituyen el conjunto del sis-tema según el cual la comunidad ha conve-nido y aceptado ser gobernada.

Esta definición presenta ecos iusnaturalis-tas y contractualistas, mediante un doblecontrato entre el rey y el pueblo, y otro entrelos órganos representativos y la nación. A jui-cio de Burke, el contractualismo racionalistade Bolingbroke es contrario a la sociedadnatural, ya que la perspectiva histórica ex-plica de manera suficiente el surgimiento dela sociedad, una especie de organismo des-arrollado mediante costumbres, tradicionese instituciones emanadas de una sociedadnatural. Pero esta realidad natural no tieneque ver con la razón, propia de la fe en unascapacidades y perfectibilidad humana quedista de compartir Burke. La crítica a Coke y

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a Bolingbroke, quienes podrían haber pa-sado por autores cercanos a Burke, des-cansa en la apelación de este último a laexperiencia y la costumbre, no a principiosabstractos, como criterio de un gobierno efi-caz. La naturaleza de los conceptos políti-cos y sociales tiene que ser, a su juicio,concreta y referida a situaciones precisas,no a meras abstracciones universales. Laapelación a la certeza y la garantía los con-vierte en los dos instrumentos utilitaristasque tienen que garantizar la pervivencia deinstituciones e ideas. De esta manera, laConstitución es fruto de un empeño y un ver-dadero pacto entre individuos, en el sentidode una consolidación progresiva e histórica-mente dada de una condición de equilibrioentre intereses sociales, y no en el sentidode un proyecto representado políticamentea través de una asamblea constituyente. Ladiferencia apuntada por la Vindicación es-triba en su defensa del orden tradicional yla crítica de la concepción ilustrada delhombre como ser racional.

También aparece en la Vindicación de la so-ciedad natural un primer esbozo de la teoría deBurke sobre la forma moderna de la represen-tación política. Para evitar el surgimiento de fac-ciones y de luchas por intereses espurios, losrepresentantes deben perder el carácter de de-legados o mandatarios que habían ostentadoen los parlamentos medievales y devenir agen-tes deliberantes sujetos a responsabilidad. ElParlamento se convierte así en la representa-ción global de la nación, y no sólo de circuns-cripciones particulares.

Conviene señalar que esta obra requiere unalectura minuciosa para desentrañar su enre-

vesada estructura discursiva. Mediante el re-curso a una narración epistolar, Burke anti-cipa su amargura por la imperfección del serhumano y sus construcciones teóricas abs-tractas que no están refrendadas por la ex-periencia. La enconada crítica realizadasobre estos historicistas ingleses tiene por fi-nalidad evitar intrincadas construcciones po-líticas que hagan olvidar al hombre la justicianatural en aras de una supuesta razón abs-tracta y más perfecta. Resulta irónico que elintelectual y político considerado como de-fensor de los intereses de los ricos y podero-sos durante el siglo XVIII realice aquí unllamamiento a la defensa y salvaguardia delos derechos individuales. Dentro de unaobra de motivación incierta, enmarcada enla trayectoria de una figura controvertida, laVindicación de la sociedad natural es dema-siado dogmática aún, y por tanto este lla-mamiento a la lucha contra los poderososserá atemperado en la práctica política deEdmund Burke por criterios utilitaristas.

La lectura de la Vindicación de la sociedadnatural está totalmente justificada por la de-fensa que realiza de los derechos individualesy sus garantías a través de una serie de cues-tiones aparentemente inconexas. Aquí sub-yace una advertencia de los desmanes queposteriormente se realizarán en virtud de unalibertad abstracta con la llegada de totalita-rismos que prometieron la utopía de la eman-cipación del ser humano. Certeza, garantías yuna defensa nítida de los derechos naturalesdel ser humano fueron los instrumentos queBurke tenía en mente para evitar la muerte dela verdadera libertad.

Mario RAMOS VERA

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La EspañarevolucionariaKARL MARXEdición a cargo de Jorge del PalacioAlianza Editorial. Madrid, 2009, 185 páginas.

Con motivo del pronunciamiento liberal de1854 conocido como la “Vicalvarada”, KarlMarx recibió el encargo del periódico New YorkTribune de escribir una serie de artículossobre los sucesos de España. La razón del en-cargo era que los lectores americanos pudie-ran tener un conocimiento cercano de lo queacontecía en un remoto país europeo que, sinembargo, había tenido y tenía vínculos, inte-reses y posesiones en el “nuevo mundo”.

Privado como estaba Marx de un conocimientodirecto de los hechos, que sólo le eran fami-liares mediante los periódicos británicos, deci-dió abordar el asunto de la manera más afín asu idiosincrasia: sumergiéndose en el gabinetede lectura del Museo Británico y empapándosede todo aquello que se hubiera escrito sobrela España revolucionaria. Lo que allí encontrófue la literatura liberal española, que narraba lahistoria de España como un conflicto perenneentre la nación, que se levantaba periódica-mente en la defensa de las libertades tradicio-nales de la tierra y de su independencia, y eldespotismo y la oscuridad, encarnados en lamonarquía absoluta y el clero que la sojuzga-ban, al menos, desde la llegada de Carlos I.También encontró la literatura francesa sobrela Guerra de Independencia, que denigraba alpueblo de España y, por razones opuestas, elvalor de la Constitución de Cádiz; y, por último,la literatura inglesa, que unía el pintoresquismoorientalista de la descripción del país con la

denuncia de los males del pueblo y la corrup-ción de sus élites sociales y políticas.

Aunque el encargo del Tribune era para Marx,sobre todo, un recurso con el que alimentar asu famélica prole y con el que financiar susestudios más ambiciosos sobre economía ycambio social, Marx, contumaz y puntillosocon todos sus trabajos, se tomó verdadera-mente en serio el encargo. Entre 1854 y 1857escribió veintisiete artículos sobre España y,de entre ellos, nueve son los que componíanuna serie específica titulada La España Revo-lucionaria. Es esta serie la que presenta Jorgedel Palacio en una excelente edición, prece-dida por un prólogo muy informativo y acom-pañada de un amplio glosario que facilitarámuchísimo la comprensión del texto de Marxa aquellos poco familiarizados con los perso-najes de la España del XIX.

El director del periódico, Charles A. Dana, habíasido corresponsal en Europa en 1848, y habíainformado a sus lectores de los acontecimien-tos del año de las revoluciones en Europa y es-peraba, utilizando a Marx, que éste hiciera lopropio sobre lo que se percibía en la distanciacomo una nueva oleada revolucionaria. Marxsatisfizo este encargo, sistematizando la infor-mación a su alcance, pero en la serie recogidaen este libro, La España Revolucionaria, quisoir más lejos, presentando un cuadro general deEspaña en relación al progreso y la emancipa-

Page 28: Dignidaddelapersona yderechosfundamentales …Con tan liviano bagaje intelectual, el anti-capitalista (el progresista, el socialista, el utopista ) sostiene su discurso básico sobre

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ción. Esto es, en esta serie Marx colocó la pre-gunta de cómo un país que es un cadáver, queestá gobernado por unas camarillas ineptas, ig-norantes y despóticas, que vive enzarzado enmil conflictos locales y regionales, sorprendeperiódicamente al mundo con sus levanta-mientos revolucionarios y, lo que es más, haproducido textos como la Constitución de1812, que han extendido la llama de la revo-lución desde Rusia a las nuevas repúblicas dela América española.

Marx era un partidario radical del progresismodecimonónico. Para él la historia era el desplie-gue de la civilización, esto es, del capitalismo,que con su inmenso poder de inventiva generabalas revoluciones tecnológicas que, trasladadas ala producción,alteraban radicalmente la vida so-cial destruyendo las viejas culturas, las creenciasy las formas de organización tradicionales. El ca-pitalismo era la civilización porque esta obra des-tructora iba acompañada del progreso técnicoque permitiría una humanidad libre.

Así, para Karl Marx, la raíz de los males de Es-paña es, nos dice, que el desarrollo del capita-lismo quedó bloqueado. Este bloqueo fue elresultado del aplastamiento, por las tropas im-periales, de la revolución comunera, “única re-volución seria que ha tenido España”, queimpidió el desarrollo moderno de las ciudades,poder sobre el que se construyó el capitalismoen Europa. Y, al naufragar el capitalismo, salióvictorioso un absolutismo que fundó su gobiernodespótico en las élites provinciales y locales yque, juntas, hicieron todo lo posible “para impe-dir el crecimiento de intereses comunes deriva-dos de la división nacional del trabajo y de lamultiplicidad de los intercambios internos, únicabase sobre la que puede crearse un sistema uni-forme de administración y aplicación de leyesgenerales” (p. 39). Así pues, España descarrilómuy pronto, en el siglo XVI, de la senda de la ci-vilización, del camino de la modernidad, del ca-pitalismo, que conducía, en la visión de Marx, ala antesala de una sociedad libre.

Por eso el enigma de España es cómo un ca-dáver así nos sorprende con sus periódicasresurrecciones: “así ocurrió que Napoleón,quien, como todos sus contemporáneos, con-sideraba a España un cadáver exánime, sellevó una sorpresa fatal al descubrir que, siel Estado español yacía muerto, la sociedadespañola estaba llena de vida y rebosaba, entodas sus partes, de fuerza de resistencia” (p. 39).

De este modo, el grueso de los capítulos deLa España Revolucionaria se dedica a anali-zar la Guerra de Independencia, ese hechosorprendente de España en el que el vigor dela nación, el pueblo, se contrapone a la inep-titud de los políticos, lo anacrónico de las au-toridades sociales y la superstición delpopulacho. Particular interés tiene el capítulosexto, donde Marx realiza un detallado análi-sis de la Constitución de 1812, que elogia porsu capacidad para transitar del pasado al fu-turo, del despotismo a la democracia, y queexplica como un milagro que sólo las condi-ciones tan excepcionales de la situación deCádiz y de los hombres allí reunidos pudieronhacer posible. La Constitución de Cádiz espara Marx un ideal, un sueño, que España vol-verá a intentar en cada uno de sus estallidosrevolucionarios.

Como puede verse, los temas que trata Marxno han perdido interés, ni en muchos casosactualidad, no sólo porque estamos conme-morando los doscientos años de aquellosacontecimientos sino porque muchos de losmales que denunciaba Marx aún forman partedel catálogo de problemas de España. Asípues, el lector contemporáneo encontrará eneste librito algo más que una reflexión histó-rica sobre la guerra y revolución de España;encontrará un ensayo interesante y sugestivosobre los obstáculos al progreso y la moder-nización de esta nación.

Ángel RIVERO

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