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    Acta Poetica 27 (2)OTOO

    2006

    Figuras ticas

    Daniel Omar Perez

    Este artculo aborda algunos fragmentos de la obra de Borges con el propsito de:1. Mostrar la posibilidad de una interpretacin tica de la obra borgeana; 2. Mos-trar resoluciones ticas no pragmticas para problemas que seran aporticos parauna tica deontolgica.

    This article investigates some fragments in the Borges opus in order to show: (1)the possibility of an ethic interpretation, and (2) ethics resolutions no-pragmaticsto problems without solution in a deontological ethic.

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    Acta Poetica 27 (1)PRIMAVERA

    2006

    Daniel Omar PerezPontificia Universidade Catlica do Paran, Brasil

    Figuras ticas

    Para H. L. M., un amigo

    1. Las figuras ticas del concepto en la filosofa1

    La historia de la filosofa nos ofrece varias series de tratados,lecciones, doctrinas, sistemas de moral y de tica. Ese tipo de

    escritura permite constituir al sujeto que se disea en el con-cepto que se propone. Del concepto a la materialidad del cuerposobre el cual opera, se construye o un modo de vida tico o lanormativizacin de los actos de un individuo.

    En el primer caso localizamos al Kant de los escritos tico-polticos, donde vemos trazar al individuo que se decide entrelas obligaciones de la conciencia y los deberes con la repblica.

    Desde la Fundamentacin de la metafsica de las costumbres(1785) y de la Crtica de la razn prctica (1788) hasta losopsculos de historia, la Metafsica de las costumbres (1797)

    1 Este trabajo es parte de una investigacin ms amplia de un proyecto grupaldenominado Impulso y Voluntad desarrollado en el programa de la Maestra enFilosofa de la PUC-Pr (Curitiba). Agradezco todas las indicaciones de los dicta-minadores annimos que con sus sugerencias me ayudaron a trabajar mejor eltema de este artculo.

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    y el Conflicto de las facultades (1798) hallamos un conjuntode leyes, principios, conceptos y operaciones lgicas suscepti-bles de ser aplicados y ejecutados efectivamente. Aun cuando

    la realizacin de la ley moral, por parte del ser racional finito,sea la determinacin de la accin interminable que se desarro-lla a travs de un modo de vida en el ejercicio de la virtud,Kant nos propone la demostracin racional de una tica objeti-va.2 En el enunciado de la ley debe poder ser subsumida today cualquier regla prctica para la ejecucin de un acto moral.Realizar el concepto en la confrontacin con la ley (o impera-tivo categrico, para seres racionales finitos) no significa se-

    guir un declogo o cualquier conjunto de consejos prcticos.Se trata de someter una regla de determinacin subjetiva (quedepender de cuestiones culturales, polticas, religiosas, geo-grficas, etc.) a la universalizacin de una ley objetiva: actade tal modo que la mxima de tu voluntad pueda ser elevadacomo ley de la naturaleza. Pero como la ley es pura forma, sincontenido material en la expresin de su enunciado, no haycmo saber a priori dnde se agotaran los modos de su reali-zacin, cul sera el nmero de actos en los que se expresarala ley moral, qu tipo de teora de la accin sera ejecutable.

    Esa realizacin del concepto puede encontrar su figura enejemplos de la vida cotidiana o en la literatura. Podemos cons-tatar, pues, que una situacin o una escena es el caso de unconcepto, no segn una indicacin ostensiva (como quien se-ala una silla) pero s de acuerdo con una simbolizacin

    (como procedimiento de significacin no meramente sustituti-vo A:B, sino como anlogo). Los modos de la vida santa, elacto heroico y la participacin republicana se encuentran en laCrtica de la razn prctica, Crtica de la facultad de juzgar yConflicto de las facultades respectivamente como smbolos.

    2 Ya trabaj en otros lugares sobre la efectivacin de la ley moral kantiana.Vase Perez 2001a, 2001b, 2001c, 2002, 2005a, 2005b.

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    Algunos comentadores prefieren recrear al ciudadano cos-mopolita como la figura kantiana por excelencia.3 La expre-sin de esta figura se encuentra en Hacia la paz perpetua. En

    la Crtica de la razn prctica Kant tiene varios pasajes en loscuales muestra que la obediencia o realizacin de la ley moraldependen de un modo de vida que se gua por deber a travsde un smbolo; lo contrario de esto sera una especie de mis-ticismo o desvaro moral (moralische Schwrmerei) que noslo aparece en las narrativas filosficas, sino tambin en lasnovelas o en los escritos de los educadores sentimentales (Kant,1788, A 153) idealizando un modelo patolgicamente produ-

    cido y, por lo tanto, desconsiderando el esfuerzo del deber.El segundo caso es el de las ticas deontolgicas que nor-

    malizan las conductas a partir de cdigos, reglamentos, estatu-tos y ordenanzas. No imprimen un modo de vida pero aplicanun concepto a partir del cual juzgan un acto. Administran elespacio y el tiempo del sujeto que se subsume en el interior deuna prctica profesional o una institucin de dominio pblico.Mapean el entramado de los lugares y los momentos ofrecien-do acciones precisas para cada caso: cmo comportarse en elelevador con una mujer, cmo dirigirse a un subordinado delsexo opuesto, cmo dirigirse al cliente para cerrar la conversa-cin, etc. El objetivo generalmente es no ser procesado o noperder lucro. La tica se reduce a un cdigo de consumidor oa un reglamento de obligaciones del prestador de servicios.

    Cabe destacar aqu que considero improcedente reducir la

    reflexin trascendental kantiana sobre moralidad a una meranormativizacin de los actos. Alguien que crea que est lle-vando al absurdo la reflexin kantiana sobre la universaliza-cin de las mximas cuando pregunta si es moral o inmoralrevolver el caf con azcar dos o tres veces, podramos decirque, por lo menos, no est teniendo en cuenta buena parte de

    3 Raulet 1996.

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    la segunda crtica. Eso lleva al absurdo a la propia interroga-cin del comentador y no a la filosofa kantiana.

    Podemos afirmar que la diferencia con una tica reglamen-

    tarista est en que Kant busca la universalizacin y la objetivi-dad de la determinacin y no del propio acto; esto separa dere-cho de tica, llevando los problemas de esta ltima al mbitode la relacin de la conciencia consigo misma e imposibilitandoel juicio externo. Una tica que pauta el juicio en la accin oen una teora de la accin es lo contrario de la reflexin kan-tiana en la filosofa prctica. Aun cuando sean ticas que po-demos llamar conceptuales, son opuestas.

    2. La tica del gesto al concepto

    Por otro lado, encontramos otro tipo de escritura en la filoso-fa que parece mostrar otro modo de desplegar la cuestin. Noviene del concepto sino del gesto, de la exhibicin de los tra-zos propiamente dichos. Una tica que se inscribe en los mo-dos de ser como modos de presentarse ante s mismo y antelos otros pero no ante la ley o ante el cdigo, por lo menos enprimera instancia.

    Me refiero al Zaratustra de Nietzsche. Es el propio perso-naje que se exhibe como figura conceptual. l no se deriva nide la Ley ni de los cdigos. No parte ni de lo universal ni delo general. Nietzsche nos propone el camino que va de la sin-

    gularidad al concepto y en esa operacin instaura la propia in-versin de la tica.En la tica, como la elaboracin de un vaco o de un exceso,

    el creador de su propia subjetividad trabaja con el s mismocomo el pintor trabaja con la tela y la pintura, el escultor conla piedra o la madera, el msico con los sonidos y los silen-cios. El superhombre nietzscheano es un artista, Zaratustra esese artista, un bailarn que baja la montaa. Vivi lo suficien-

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    temente lejos de los hombres como para no someterse a leyesextraas y debi hacerse cargo de s mismo al punto de no do-blegarse a las afecciones que se tornan enfermedades. Es por

    eso que en la Genealoga de la moral nos propondr la cues-tin: cmo administrar el resentimiento? Cmo tratar confuerzas agresivas que en vez de ser lanzadas lo suficientemen-te lejos fueron interiorizadas y causaron indigestin? EscribeNietzsche:

    Todos los instintos que no se descargan para afuera se vuel-ven para adentro; es eso lo que yo denomino la interioriza-

    cin del hombre; solamente con eso crece en el hombre aque-llo que ms tarde se denomina su alma. La totalidad delmundo interior, originariamente delgado, retenido entre dospieles, se separ y aument, adquiri profundidad, anchura yaltura, en la medida en que la descarga del hombre para fuerafue obstruida.4

    As, a travs de mecanismos de contencin y liberacin, el

    personaje va tomando cuerpo y alma. La memoria y el olvidocomo cuestiones ticas exigen ms un arte que un reglamento.El resentimiento y la mala conciencia, como dice Deleuze,5

    conforman toda una tipologa, una galera de personajes: elesclavo, el judo, el cristiano, el socialista, etc. Cada uno deellos exhibe el concepto en sus trazos psicolgicos, en suscomportamientos, en la relacin consigo mismo y con los otros.

    Un modo diverso de ver personajes ticos encontramos en

    El uso de los placeres, de Michel Foucault, donde se distingueentre cdigo moral y moralidad de los comportamientos.6

    Por un lado, habra conjuntos de prescripciones impuestos alindividuo por medio de la familia, la escuela, la Iglesia o elEstado. Por otro lado, encontraramos los comportamientos

    4 Nietzsche 1997, 825.5 Deleuze 1971, 161 y ss.6 Foucault 1986, 26 y ss.

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    reales de los individuos a partir de los cuales acatan o resistena las reglas creando otras conductas, hbitos y juicios espec-ficos. Se trata del modo por el cual este individuo es capaz de

    constituirse como sujeto ya no de un cdigo sino de su propiaconducta. En aquel libro, pero tambin en su curso de 1982Hermenutica del sujeto, Foucault nos presenta otros modosde subjetivacin tica a travs de lo que llam inquietud des y despus gobierno de s por oposicin a gobierno de losotros. Aparecen las figuras del discpulo, el amigo, el aman-te, el consejero, etctera.

    3. El gesto tico de la experiencia mstica

    En otro horizonte literario (el del siglo XVI espaol) hallamosa santa Teresa y a san Juan de la Cruz extrapolando el cdigoal punto de ser rechazados por sus contemporneos. La primerafue considerada loca, el segundo estuvo nueve aos preso. Lasingularidad de sus conductas los tornaba marginales, o, mejordicho, peligrosos porque desequilibraban el cdigo moralllevndolo al extremo de sus posibilidades.

    En elLibro de la vida, autobiografa de santa Teresa, puedeleerse el siguiente trecho:

    Aconsejme una vez un confesor, que a los principios me ha-ba confesado, que ya estaba probado ser buen espritu, quecallase y no diese ya parte a nadie, porque mijor era ya estascosas callarlas.7

    El confesor se refera a los relatos de santa Teresa sobre suscontactos y conversaciones con Dios. Escribe a continuacinsanta Teresa:

    7 Teresa de vila 1997, 189.

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    A m no me pareci mal porque yo senta tanto cada vez quelas deca al confesor y era tanta mi afrenta, que mucho msque confesar pecados graves lo senta algunas veces: en espe-cial, si eran las mercedes grandes, parecame que no me ha-

    ban de creer y que burlaban de m.8

    Escuchar la voz de Dios y sentir a Cristo en el corazn eranlas cosas que el confesor aconsejaba a santa Teresa callar ytambin por esos relatos nuestra santa reciba burlas y eraconsiderada enferma. Finalmente su pasin fue ms fuerte, yella decidi gritar a los cuatro vientos que su vida era eso, erauna vida con Dios. As, escribi: Quien v a el Seor cu-bierto de llagas y afligido con persecuciones, que no las abra-ce y las ame y las desee?9 Si la consigna era vivir en Cristo,entoncesnada mejor que este ejemplo. Su transgresin consis-ta en ser literal:

    Vida, qu puedo yo darle a mi Dios, que vive en m, si no esperderte a ti, para mejor a l gozarle? Quiero muriendo alcan-

    zarle, pues a l, slo es a l que quiero, que muero porque nomuero.10

    Es el caso tambin de la conducta que surge a partir de lamxima cristiana Dios proveer interpretada por san Fran-cisco de Ass y que lo aproximaba ms a los animales que alclero de su poca. Teresa, Juan y Francisco no conocan el usopoltico de la metfora.

    En el Seminario 3, tituladoLas psicosis, de Jacques Lacan,el autor hace referencia a las experiencias msticas comparn-dolas con el caso de psicosis de Schreber. Cita explcitamentea san Juan de la Cruz y dice:

    8Ibidem, 189.9Ibidem, 190.10 Teresa de vila1999, 55.

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    Ora, no hay absolutamente nada en comn entre el nfasisque nos es dado de un lado y del otro. Yo dira que respectodel menor testimonio de una experiencia religiosa autnticaustedes vern toda la diferencia. Digamos que el largo discurso

    por el cual Schreber nos da testimonio de lo cual l se decidial final a admitir como solucin de su problemtica, no nos daen ninguna parte el sentimiento de una experiencia original enla cual el propio sujeto est incluido es un testigo, se puededecir, verdaderamente objetivado.11

    La experiencia religiosa de san Juan sera entonces una ex-periencia original en la que el sujeto s estara incluido, y, por

    lo tanto, podramos reconocerla como una experiencia tico-esttica. La produccin potica de san Juan sera la prueba deesta situacin. Escribe Lacan:

    Hay poesa cada vez que un escrito nos introduce en un mundodiferente del nuestro, y, al darnos la presencia de un ser, de unacierta relacin fundamental, hace como que ella se torne tam-bin nuestra. La poesa hace como que no podamos dudar de la

    experiencia original de San Juan de la Cruz, ni de la de Prousto de la de Grard de Nerval. La poesa es la creacin de unsujeto asumiendo un nuevo orden de relacin simblica con elmundo. No hay absolutamente nada de eso en las memoriasde Schreber.12

    En esta concepcin de poesa que Lacan nos presenta en-contramos el entrecruzamiento de un modo de vida y un tipo

    de escritura donde el sujeto se muestra como sujeto de una ex-periencia original. Los personajes ticos que surgen de estaexperiencia hacen aparecer el concepto que se inscribe en elpropio cuerpo de los santos.

    11 Lacan1997, 94.12Ibidem, 94.

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    4. Otros gestos en la literatura

    En la historia de la literatura encontramos, desde los inicios,

    personajes como artfices de s mismos. Por artfices entiendoa aquellos que se construyen o se gobiernan a s mismos. Merefiero a aquellos que se autoformatean, que se esculpen entreel acabamiento y la remocin, que producen estilo, modo,jeito,como se dice en portugus. Son los que, a pesar de ser arras-trados por las cosas, como Madame Bovary, o ser sometidosal dictado de un principio externo o de una patologa, como enlos personajes de Kafka o de Bukowsky, consiguen transfor-

    mar su afeccin en una obra de arte, un modo de ser artstico.Atraviesan su propioKarma, conjugan su enfermedad en pri-mera persona, asumen su destino de tal modo que parecen, enel ltimo acto, estar saludando al pblico.

    Otros ejemplos encontramos en la Ilada. Aquiles, Hctor,Patroclo y Paris parecen articularse en un cuarteto del cualsurge cada una de las subjetividades. La de Aquiles y la deHctor se imponen por su autoafirmacin; son hroes porqueaceptan su destino (la muerte). Aquiles lucha para conquistaruna ciudad que est destinado a no conquistar. Hctor muerepor una ciudad que ser destruida.13 Patroclo y Paris apare-cen en los andamios de la sustentacin; sus conductas buscanla semejanza y no la singularidad.

    Los escritos de Ernst Jnger tambin exponen otra de esasfiguras ticas: el anarco. El anarco de Jnger, lcido y aristcra-

    ta, preserva su independencia, sopesa lo que concede, no acce-de inmediatamente a la ilusin de la rebelda, sabe que no esfcil engaar a los que detentan el poder, sabe que la voluntadde dominio anula su libertad. El propio Jnger define al anar-co, personaje aparecido en novelas comoEumeswil, como al-guien afirmado en s mismo

    13 Borges 1981, 7.

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    es el hombre natural. No lo corrigen ms que las resistenciascon las cuales choca cuando desea extender su voluntad mslejos de lo que le permiten sus circunstancias generales. En suambicin por realizarse, encuentra forzosamente ciertos lmi-

    tes; pero si stos no existieran, tendra una expansin indefini-da; es, por ejemplo, el destino de los Csares, o tambin el delnio que hace lo que le place. Es necesario pues imponerlebarreras.14

    Como una manifestacin de la voluntad de poder, nio oCsar, el Anarca de Jnger no se gua por un cdigo o un re-glamento, tiene como lmite otras fuerzas activas con las que

    juega un juego de mscaras.

    El anarca puede revestir todos los disfraces. Se queda en cual-quier lugar donde se encuentra bien; pero si esto no le convie-ne ya, se va de all. Puede, por ejemplo, trabajar tranquila-mente tras una taquilla o en una oficina. Pero cuando lasabandona por la tarde, desempea un papel totalmente dife-rente. Persuadido de su propia independencia interior, puedeincluso mostrar cierta benevolencia con el poder instalado.15

    En la realizacin de esa multiplicidad de personajes el anar-co no es idealista, es pragmtico; no se cierra a los excesosde la ideologa pero est abierto a entrar en relaciones con-cretas. Franco Volpi dice, en su libroEl nihilismo, que

    el Anarco puede inclusive hasta sujetarse exteriormente al or-den y a la ley, pero, en lo ntimo, en la soledad de la noche,piensa y hace lo que quiere. Y aun cuando marcha en las filasde un ejrcito slo combate sus propias guerras.16

    14 Jnger 1981, 72.15 Volpi 1999, 95.16Ibidem, 95.

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    Efectivamente, para el personaje de Jnger, la ley es una ex-terioridad que no lo constituye. Onfray escribe sobre Jnger:

    como un cometa, el concepto slo aparece en algunas pginasde una novela, algunas lneas de confidencias en una entrevista.Nada ms. Pero, de haber sido desarrolladas, las riquezas po-tenciales de este concepto habran podido iluminar caminospara abandonar el nihilismo de nuestros tiempos, sumidos enla incurable melancola.17

    Tal vez, como piensa Onfray, un pensamiento de la ticapost nihilista an est por ser escrito.

    Estos textos revelan que la tica puede ser mostrada. En es-tas situaciones no se trata de aplicar conceptos y principiospara constatar su realidad o probar su eficacia. La realidad dela sustancia tica surge en los trazos que constituyen la figuraconceptual. Estos trazos nos invitan a pensar en aquello quesurge del gesto como acontecimiento tico. Es esto lo que en-tiendo como la descripcin de un modo de vida (tico) que no

    se subsume a un reglamento.

    5. Borges y la tica

    La tica aparece en Borges: 1) a partir de las consideracionesde los personajes de los textos que interpreta (sea a partir delanlisis, la crtica o la reescritura); 2) a partir de los autores de

    las obras que lee, en la medida que tambin se transforman enpersonajes de la historia de la literatura; 3) y de los personajesde su propios cuentos y poemas. En lo sucesivo presentare-mos algunos ejemplos de estos tres modos sin pretender ago-tar el anlisis y mucho menos el tema.

    17 Onfray 2000, 54-55.

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    6. Las figuras ticas en los personajesde los textos ledos por Borges

    Borges encuentra figuras ticas entre los paisajes nrdicos delas batallas deBeowulfy las escenas orilleras de las ancdotasde los compadritos del Ro de la Plata que se traducen en laforma de poema o milonga.18 Es reconocida la marcada dife-rencia notada por Borges entre el tango y la milonga. La pre-ferencia de Borges por esta ltima se fundaba en cuestiones decarcter tico. Consideraba el tango posterior a 1920 como que-

    jumbroso, sentimental (sobre todo el que era interpretado por

    Hugo del Carril), donde los personajes se desesperan y sus le-tras abundan en interjecciones; por otro lado, la milonga se-gn Borges es valiente y animosa. Varias milongas fueronescritas por el propio Borges donde se pone en evidencia estaobservacin. Las pruebas de esta afirmacin no slo las encon-tramos en los primeros trabajos, sino tambin en los ltimos.

    En su curso de literatura inglesa Borges cuenta queBeowulfse pareca con nuestros compadritos de Monserrat o de Retiro.19

    En ambos casos hay un canto al coraje donde la jactancia noaparece como un valor negativo sino como una muestra de lareputacin que precisa ser sustentada en la accin.

    La gesta de Beowulf compuesta en el siglo VIII muestra lashazaas de un guerrero, prncipe del linaje de los geatas, na-cin del sur de Suecia,20 que debe enfrentar a un ogro llamadoGrendel que en las noches oscuras entra en la sala del rey y

    mata y devora a sus guerreros. Beowulf espera a Grendel y enla lucha consigue arrancarle un brazo. Grendel escapa seria-mente herido. Durante la fiesta de conmemoracin aparece lamadre de Grendel, mata a uno de los guerreros y se lleva el

    18 Vase45 minutos con la Voz de Borges. Dilogo con Roberto Alifano, UlisesBarrera, Enrique Bogatti, Enrique Llamas de Madariaga.Proa, 42.

    19 Borges 2002, 26.20 Borges 1991, 871.

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    brazo de su hijo para su guarida. Ella vive con l en el fondode un pantano. Beowulf persigue a su adversario, en el caminolucha contra la bruja y la decapita y despus va por la cabeza

    de Grendel. Al final Beowulf sale victorioso. La segunda partedel poema narra la lucha entre Beowulf (ya rey y cincuentaaos ms viejo) y un dragn que se la pasa desolando al reino.Beowulf mata al dragn pero durante la lucha el monstruoconsigue morderlo y nuestro guerrero muere por envenena-miento.

    Borges nos recuerda que el texto est escrito con una pro-funda influencia de laEneida de Virgilio, por lo que probable-

    mente haya sido de la autora de un sacerdote bastante erudito.Dice Borges:

    [] un germanista descubri que a lo largo del poema se in-cluyen o se entrelazan algunos versos de laEneida, y en otrosse combinan pasajes de ella que se entretejen con el texto. Porlo tanto, nos damos cuenta de que no estamos delante de unpoeta brbaro sino delante de un experimento erudito y barro-

    co de un sacerdote; quiere decir, alguien que tena acceso alos textos latinos y los estudiaba.El autor tom una antigualeyenda germnica e hizo con ella una epopeya, siguiendo lasnormas sintcticas latinas. Gracias a esos versos intercaladosvemos que el autor se propuso hacer unaEneida germnica.21

    La composicin pica se inserta dentro de una tradicin,que podramos remontar a la Ilada y la Odisea, en la cual la

    lucha a muerte caracteriza el perfil tico de los personajes, peroen esa caracterizacin tampoco faltan la hospitalidad, la corte-sa, los regalos y todo aquello que constituye la vida social.Borges destaca que, en el penltimo verso, el canto hace elelogio de Beowulf, un elogio muy extrao, porque era de es-perar que en ese elogio se hablase del ogro, del dragn, de los

    21 Borges 2002, 13-14.

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    suecos contra los cuales combati, de sus victorias, pero no sedice nada de eso.22 El poema termina con estas palabras: elms bondadoso de los hombres y el ms deseoso de elogios.23

    El coraje y la bondad son dignos de elogio y el poema cae comoun acto de justicia y no como una manifestacin de petulancia.Para trazar el paralelo con los compadritos Borges cita los

    siguientes versos rioplatenses:

    Soy del barrio e Monserr,donde relumbra el acero,lo que digo con el pico,

    lo sostengo con el cuero.24

    El elogio es una especie de derecho conquistado por la fuer-za. Beowulf y el guapo del barrio de Monserrat comparten elmismo trazo de coraje que se expresa en la accin y en el canto.

    En un estilo en el que se cruza el cuchillo y la guitarra Bor-ges redactaHistoria del tango25 y all escribe:

    Hablar de tango pendenciero no basta; yo dira que el tango yque las milongas expresan directamente algo que los poetas,muchas veces, han querido decir con palabras: la conviccinde que pelear puede ser una fiesta. En la famosa Historia delos Godos que Jordanes compuso en el siglo VI, leemos queAtila, antes de la derrota de Chlons, areng a sus ejrcitos yles dijo que la fortuna haba reservado para ellos los jbilosde esa batalla (certaminis humus Gandia). En laIlada se ha-bla de aqueos para quienes la guerra era ms dulce que regre-sar en huecas naves a su querida tierra natal y se dice que Pa-ris, hijo de Pramo, corri con pies veloces a la batalla, como

    22Ibidem, 32.23Ibidem, 33.24Ibidem, 26.25 Borges 1994, vol. 1, 168.

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    el caballo de agitada crin que busca a las yeguas. En la viejaepopeya sajona que inicia las literaturas germnicas, en elBeowulf, el rapsoda llama sweorda gelac (juego de espadas) ala batalla.26 La metfora del juego de espadas presenta la lu-

    cha como un espacio ldico donde matar y morir son apenasdesenlaces inevitables y lo que se juega es el coraje, la honra,la memoria como en un acto de justicia. Buena parte de la li-teratura milonguera se erige sobre el canto al suceso experi-mentado con coraje como una forma de entereza.

    La rectitud tambin es un tema que encontramos enAvelinoArredondo, enEl libro de arena. Es el relato de un personajeque se recluye en un cuarto de pensin esperando el da 25 deagosto. Durante el periodo de aislamiento se prepara como enun proceso de ascesis, como buscando limpiarse a s mismode cualquier vnculo que le negara la propiedad de su volun-tad, que le impidiera sentir y mostrar sus actos como propios.Llegado el momento el personaje sale de su clausura y se dirigea la Plaza Matriz.

    Arredondo, que no senta miedo, sinti una suerte de respeto.Pregunt cul era el presidente. Le contestaron:

    Ese que va al lado del arzobispo con la mitra y el bculo.Sac el revlver e hizo fuego.

    Idiarte Borda dio unos pasos, cay de bruces y dijo clara-mente:

    Estoy muerto.

    Arredondo se entreg a las autoridades. Despus declarara:Soy colorado y lo digo con orgullo. He dado muerte alpresidente, que traicionaba y mancillaba a nuestro partido.Romp con los amigos y con la novia para no complicarlos;no mir diarios para que nadie pueda decir que me han incita-do. Este acto de justicia me pertenece. Ahora, que me juzguen.27

    26Ibidem, vol. 1, 161.27Ibidem, vol. 3, 65.

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    Es un relato sobre la construccin de la voluntad a partirdel retiro, del retorno a una identidad que lo singulariza, dela relacin consigo mismo que se encuentra en un dilogo con

    el tiempo. Arredondo necesitaba tiempo para distanciarse de losotros y encontrarse a solas con su voluntad: la voluntad derealizar un acto de justicia, de otra justicia.

    7. La figura tica de Cames segn Borges

    Si razonamos con Borges, el escritor portugus Cames en OsLusadas comparte con el autor de Beowulfel mismo modeloinspirador de Virgilio en laEneida. LaIlada sera un poemapico sobre la tierra, la Odisea un poema pico sobre el mar,mientras que laEneida sera un poema completo. As, Camesmejor que nadie debe haberse dado cuenta de su unidad y pro-puso una poesa pica con valores propios (portugueses?)que recordase a Virgilio. Pero adems de los valores picosencontramos tambin una actitud elegiaca que sustituye la

    jactancia arrogante y poco sutil de la victoria por el decoroelaborado de la derrota.28 La relacin entre pica y elega re-salta an ms la figura tica que se descubre no slo en elpoema sino tambin y esto es lo importante) en el propio autorde Os Lusadas. Las armas y las letras se conjugan en el poe-ma y en la figura del autor del poema, en las hazaas relatadas

    y en las acciones vividas. Os Lusadas como unaEneida lusi-tana es un modo potico de caminar por la vida29 donde lavida y el poema se confunden en una vida dedicada a las ar-mas y a las letras.

    28 Borges1981, 5-7.29 Lafer 2001, 393.

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    8. Las figuras ticas de los textos de Borges

    SiHistoria de la eternidad(1936) yFicciones (1944) son libros

    de metafsica,Artificios (1944) yEl Aleph (1949) son libros detica en el estricto sentido de la palabra. En cada caso hay unejercicio de desconstruccin del sentido tradicional de los fun-damentos de la metafsica y de la tica respectivamente.30

    Sobre la metafsica y los temas de metafsica (tiempo, reali-dad, imaginacin, sueo, sentido, Dios) en Borges, hallamosuna literatura secundaria voluminosa y sugestiva; no es ascuando se trata de la poltica y mucho menos an cuando se

    trata de la tica. A pesar de que nuestro autor jams haya deja-do de nombrar en una buena conversacin a la resistencia fa-miliar contra el federalismo, a su propia resistencia contra elperonismo, a su posicin contraria al nazismo, a los valores dela amistad, la dignidad, la valenta, el peso del destino o la re-lacin con la muerte,31 no son numerosos los estudiosos quese dedicaron a abordar estos temas desde la tica.

    A modo de ejemplo enArtificios encontramos Tema del trai-dor y del hroe que fue lcidamente ledo por Horacio Marti-nez enA gnese esttica do Tema del traidor y del hroe de

    Jorge Luis Borges (2004). Martinez expone el modo en queBorges desarrolla la tesis wildeana la vida imita al arte perono para llegar a un esteticismo, y s para establecer una con-fluencia entre tica y esttica. Para entender esto es precisoleer lo que Martinez interpreta por esteticismo en Wilde y tica-

    esttica en Borges:Es importante notar que el esteticismo est lejos de buscaruna posicin ms all del bien y del mal o de un cmodo y

    30 En otras ocasiones abord el problema de los fundamentos del sentido apartir de la metfora y la escritura mstica en Borges. Vase Perez 2004a y2004b.

    31 Vase Borges y Ferrari 1986 y 1999.

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    siempre peligroso nihilismo. Decir que la vida imita al arte esafirmar que las coordenadas de la accin no sern ya las de lamoral, de lo correcto y lo equivocado, sino las de las impre-siones que el arte produce en el individuo. Estas impresiones

    no son subjetivas, o no lo son en el sentido inocuo de ser ex-perimentadas individualmente. Podemos reconocer y compar-tir algo bello sin que este objeto artstico deba tributos a larealidad. Quiere decir, en que deba multiplicarla o reafirmar-la. Lo que Oscar Wilde est intentando afirmar es seductora-mente subversivo: donde la verdad me obliga a ser siempre elmismo, el objeto de contemplacin esttica me da la chancede la alteridad. [] Cuando, en el relato de Borges, Nolan

    crea artsticamente el guin que llevar a Fergus Kilpatrick ala muerte, asistimos a un espectculo wildeano donde la reali-dad no importa, sino la forma pica en la cual el destino deltraidor-hroe es resuelta.32

    El registro de lo esttico estara en la base de la accin, eslo que le dara sentido, lo que le posibilitara ser, sobre todo apartir de lo que no es. Lo esttico producira como efecto lo

    tico. La lectura de Martinez parece ver en Borges una pro-fundizacin en el contenido del efecto tico.

    Borges identifica la tica con la conservacin de la dignidad,y la dignidad con la necesidad de ser valiente. [] De lo quese trata es de salvar el alma del protagonista. El traidor-hroeno es slo un instrumento til para la revolucin, tambin pre-cisa mucho coraje para protagonizar y seguir paso a paso las

    escenas que van a acabar en su muerte.

    La relacin tica-esttica no conduce a una schopenhaueria-na negacin de la voluntad pero s a un cierto tipo de acepta-cin. Kilpatrick debe aceptar con integridad su incongruentedestino, su paradjico final.

    32 Martinez 2004, 63.

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    Delante de la traicin, el peor delito que la infamia so-porta33 (y esto es as no slo con Kilpatrick sino tambin conJudas tematizado por Borges), el personaje Kilpatrick tiene la

    oportunidad de redimirse. A diferencia del apstol de Jess(interpretado por Borges en Tres versiones de Judas), que sehunde cada vez ms en la reprobacin absoluta en la secuen-cia de la traicin, el beso, el pago y la muerte voluntaria, el ir-lands, a simple vista, parece morir como hroe, pero no porhroe sino por traidor. Su sentencia a muerte tiene como moti-vo la traicin, pero por otro lado, la aceptacin de Kilpatrickpara participar de la teatralizacin de Nolan, no slo lo redime

    sino que lo coloca en otra situacin: la de un verdadero hroeque da la vida por la causa. Kilpatrick debe aceptar el dolor dela traicin (desde el punto de vista del traidor que se sabe trai-dor) y el dolor de la muerte cierta. Por eso es justo que Borgesno se decida por uno u otro adjetivo sino que lo llame parad-

    jicamente traidor y hroe. En alguna perspectiva Kilpatricknunca deja de ser ambas cosas, como si la singularidad delacontecimiento pudiese acoger lo que aparece a los ojos delcdigo tradicional como una contradiccin, como si los hechosno fuesen en s mismos buenos o malos, como si las perspecti-vas se presentasen mltiples.

    9. Borges como figura conceptual en lo poltico

    Un desdoblamiento posible de la escritura de Borges es l

    mismo haberse transformado no apenas en un personaje litera-rio sino en una figura conceptual. Ser borgeano no implicaapenas el reconocimiento de algunas figuras retricas o algu-nas estrategias de lectura. Ser borgeano es tambin un concep-to que surge de un conjunto de trazos impresos en el personajede Jorge Luis Borges, el aristcrata del Ro de la Plata que

    33 Borges 1994, vol. 4, 515.

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    escribi cantos de celebracin a la revolucin rusa, el bibliote-cario que admiraba el sacrificio de las armas, el ateo que ha-blaba de Dios, el liberal que declaraba su simpata por gobier-

    nos dictatoriales, el derechista que el 12 de agosto de 1980firmaba una solicitada pidiendo por el destino de los desapare-cidos en Argentina. Decir que todo eso es apenas parte de laconfusin de un intelectual indiferente, que Borges fue ungran escritor que no entenda nada de poltica, es por lo menosuna respuesta fcil. Yo prefiero ver en esos gestos la continui-dad de los escritos que nos presentan figuras paradjicas, perono por eso indiferentes o confusas; son figuras conceptuales

    que no caben en un cdigo ni pueden ser dirimidas en un sis-tema de oposicin como derecha/izquierda, bueno/malo, ver-dadero/falso.

    Conclusin

    Podemos determinar la tica como un conjunto de premisas oreglas operacionales que nos permitan decidir en cada caso.Podemos entenderla como un modelo para la toma de decisio-nes. Pero si optamos por no reducirla a la aplicacin de un c-digo (y es esto exactamente lo que tenemos en Kant y en lasfiguras ticas que aparecen en los ejemplos que dimos desdeHomero o santa Teresa y san Juan hasta Jnger y Borges), en-tonces podremos ampliar nuestra reflexin de tal modo que la

    escritura literaria acabe contribuyendo en cuestiones ticasque escapan a la mayor parte del pensamiento tico contem-porneo. En este sentido este artculo intent mostrar que noes la filosofa la que explica la literatura, pero tampoco locontrario. Se trata de pensar un problema desde dos horizon-tes discursivos heterogneos.

    En la filosofa prctica kantiana la tarea no es sustentar uncdigo, sino preguntarse por la propia posibilidad de cualquier

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    cdigo, lo que lleva a pensar la tica como modo de vida. Estanocin de tica como modo de vida se ve recreada en lospersonajes literarios y en los literatos como personajes que cita-

    mos en el cuerpo de nuestro texto. Especficamente en el casode Borges las formas de la tica acaban desmontando la propiaposibilidad del cdigo en los acontecimientos singulares perono para disolver la tica, sino para recrearla en otros sentidos.Esta conclusin admite la enunciacin de una hiptesis a pro-bar: hay una tica en la obra de Jorge Luis Borges.

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