Barthes, Roland - Semantica Del Objeto

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    cur nueva serie

    mrfgwahaus

    1,2 | g | fu | ub

    SEmnTicA dEl oBjETo

    Roland BaRthes

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    Semntica del objeto

    Roland Barthes

    Querra presentar ante ustedes algunas re-

    exiones sobre el objeto en nuestra cultura,

    a la que comnmente se calica de cultura

    tcnica; quisiera situar estas reexiones en

    el marco de una investigacin que se lleva a

    cabo actualmente en muchos pases bajo el

    nombre de semiologa o ciencia de los signos.

    La semiologa, o como se la denomina en in-gls, la semitica, fue postulada hace ya cin-

    cuenta aos por el gran lingista ginebrino

    Ferdinand de Saussure, quien haba previs-

    to que un da la lingstica no sera ms que

    una parte de una ciencia, mucho ms general,

    de los signos, a la que llamaba precisamente

    semiologa. Pero este proyecto semiolgico

    ha recibido desde hace varios anos una gran

    actualidad, una nueva fuerza, porque otras

    ciencias, otras disciplinas anexas, se han de-

    sarrollado considerablemente, en particular lateora de la informacin, la lingstica estruc-

    tural, la lgica formal y ciertas investigaciones

    de la antropologa; todas estas investigaciones

    han coincidido para poner en primer plano la

    preocupacin por una disciplina semiolgica

    que estudiara de qu manera los hombres

    dan sentido a las cosas. Hasta el presente, una

    ciencia ha estudiado de qu manera los hom-

    bres dan sentido a los sonidos articulados:

    es la lingstica. Pero, cmo dan sentido los

    hombres a las cosas que no son sonidos? Esta

    exploracin es la que tienen an que hacer

    los investigadores. Si todava no se han dado

    pasos decisivos, es por muchas razones; ante

    todo, porque slo se han estudiado, en este

    plano, cdigos extremadamente rudimenta-

    rio, que carecen de inters sociolgico, por

    ejemplo el cdigo vial; porque todo lo que en

    el mundo genera signicacin est, ms o me-

    nos, mezclado con el lenguaje; jams nos en-

    contramos con objetos signicantes en estado

    puro; el lenguaje interviene siempre, como

    intermediario, especialmente en los sistemas

    de imgenes, bajo la forma de ttulos, leyen-

    das, artculos, por eso no es justo armar que

    nos encontramos exclusivamente en una cul-tura de la imagen. Es, por consiguiente, den-

    tro del cuadro general de una investigacin

    semiolgica donde yo querra presentar a us-

    tedes algunas reexiones, rpidas y sumarias,

    acerca de la manera en que los objetos pue-

    den signicar en el mundo contemporneo.

    Y aqu precisar de inmediato que otorgo un

    sentido muy intenso a la palabra signicar;

    no hay que confundir signicar y comuni-

    car: signicar quiere decir que los objetos no

    transmiten solamente informaciones, sino

    tambin sistemas estructurados de signos, esdecir, esencialmente sistemas de diferencias,

    oposiciones y contrastes.

    Y ante todo, cmo deniremos los objetos

    (antes de ver cmo pueden signicar? Los

    diccionarios dan deniciones vagas de obje-

    to: lo que se ofrece a la vista; lo que es pen-

    sado (por oposicin al sujeto que piensa), en

    una palabra, como dice la mayor parte de los

    diccionarios, el objeto es alguna cosa, deni-

    cin que no nos ensea nada, a menos queintentemos ver cules son las connotaciones

    de la palabra objeto. Por mi parte, vera dos

    grandes grupos de connotaciones: un primer

    grupo constituido por lo que llamara las con-

    notaciones existenciales del objeto. El objeto,

    muy pronto, adquiere ante nuestra vista la

    apariencia o la existencia de una cosa que es

    inhumana y que se obstina en existir, un poco

    como el hombre; dentro de esta perspectiva

    hay muchos desarrollos, muchos tratamien-

    tos literarios del objeto; en La nusea, de

    Sartre, se consagran pginas clebres a esta

    especie de persistencia del objeto en estar

    fuera del hombre, existir fuera del hombre,

    provocando un sentimiento de nuseas en el

    narrador frente a los troncos de un rbol en

    un jardn pblico, o frente a su propia mano.

    En otro estilo, el teatro de Ionesco nos hace

    asistir a una especie de proliferacin extraor-

    dinaria de objetos: los objetos invaden al

    hombre, que no puede defenderse y que, en

    cierto sentido queda ahogado por ellos. Hay

    tambin un tratamiento ms esttico del ob-

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    jeto, presentado como si escondiera una es-

    pecie de esencia que hay que reconstituir, y

    este tratamiento es el que encontramos entrelos pintores de naturalezas muertas, o en el

    cine, en ciertos directores, cuyo estilo consis-

    te precisamente en reexionar sobre el objeto

    (pienso en Bresson); en lo que comnmente

    se denomina Nouveau Roman hay tambin

    un tratamiento particular del objeto, descri-

    to precisamente en su apariencia estricta. En

    esta direccin, pues, vemos que se produce

    incesantemente una especie de huida del ob-

    jeto hacia lo innitamente subjetivo y por ello

    mismo, precisamente, en el fondo, todas estas

    obras tienden a mostrar que el objeto desa-rrolla para el hombre una especie de absurdo,

    y que tiene en cierta manera el sentido de un

    no-sentido; as, an dentro de esta perspec-

    tiva, nos encontramos en un clima en cierta

    forma semntica. Hay tambin otro grupo de

    connotaciones en las cuales me basar para

    seguir adelante con mi tema: se trata de las

    connotaciones tecnolgicas del objeto. El

    objeto se dene entonces como lo que es fa-

    bricado; se trata de la materia nita, estanda-

    rizado, formada y normalizada, es decir, so-metida a normas de fabricacin y calidad; el

    objeto se dene ahora principalmente como

    un elemento de consumo: cierta idea del ob-

    jeto se reproduce en millones de ejemplares

    en el mundo, en millones de copias: un telfo-

    no, un reloj, un bibelot, un plato, un mueble,

    una estilogrca, son verdaderamente lo que

    de ordinario llamamos objetos; el objeto no

    se escapa ya hacia lo innitamente subjetivo,

    sino hacia lo innitamente social. De esta l-

    tima concepcin del objeto quisiera partir.

    Comnmente denimos el objeto como una

    cosa que sirve para alguna cosa. El objeto es,

    por consiguiente, a primera vista, absorbido

    en una nalidad de uso, lo que se llama una

    funcin. Y por ello mismo existe, espont-

    neamente sentida por nosotros, una especie

    de transitividad del objeto: el objeto sirve al

    hombre para actuar sobre el mundo, para

    modicar el mundo, para estar en el mundo

    de una manera activa, el objeto es una especie

    de mediador entre la accin y el hombre. Se

    podra hacer notar en este momento, por lo

    dems, que no puede existir por as decirlo,

    un objeto para nada; hay, es verdad, objetospresentados bajo la forma de bibelots intiles,

    pero estos bibelots tienen siempre una nali-

    dad esttica. La paradoja que quisiera sealar

    es que estos objetos que tienen siempre, en

    principio, una funcin, una utilidad, un uso,

    creemos vivirlos como instrumentos puros,

    cuando en realidad suponen otras cosas, son

    tambin otras cosas: suponen sentido; dicho

    de otra manera, el objeto sirve para alguna

    cosa, pero sirve tambin para comunicar in-

    formaciones, todo esto podramos resumirlo

    en una frase diciendo que siempre hay unsentido que desborda el uso del objeto. Puede

    imaginarse un objeto ms funcional que un

    telfono? Sin embargo, la apariencia de un te-

    lfono tiene siempre un sentido independien-

    te de su funcin: un telfono blanco transmite

    cierta idea de lujo o de femineidad; hay tel-

    fonos burocrticos, hay telfonos pasados de

    moda, que transmiten la idea de cierta poca

    (1925); dicho brevemente, el telfono mismo

    es susceptible de formar parte de un sistema

    de objetos - signos; de la misma manera, unaestilogrca exhibe necesariamente cierto

    sentido de riqueza, simplicidad, seriedad,

    fantasa, etctera; los platos en que comemos

    tienen tambin un sentido y, cuando no lo

    tienen, cuando ngen no tenerlo, pues bien,

    entonces terminan precisa- mente teniendo el

    sentido de no tener ningn sentido. Por con-

    siguiente, no hay ningn objeto que escape al

    sentido.

    Cundo se produce esta especie de seman-

    tizacin del objeto? Cundo comienza la se-

    mantizacin del objeto? Estara tentado a res-

    ponder que esto se produce desde el momento

    en que el objeto es producido y consumido

    por una sociedad de hombres, desde que es

    fabricado, normalizado; aqu abundaran los

    ejemplos histricos; por ejemplo, sabemos

    que ciertos soldados de la repblica romana

    solan echarse sobre las espaldas una prenda

    para protegerse de la lluvia, la intemperie, el

    viento, el fro; en ese momento, evidentemen-

    te, la prenda de vestir no exista todava; no

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    tena nombre, no tena sentido; estaba redu-

    cida a un puro uso, pero a partir del momento

    en que se cortaron las prendas, se las produjoen serie, se les dio una forma estandarizado,

    fue necesario por ello mismo encontrarles un

    nombre, y esta indumentaria desconocida se

    convirtieron en la paenula; desde ese mo-

    mento la imprecisa prenda se convirti en

    vehculo de un sentido que fue el de la mi-

    litariedad. Todos los objetos que forman

    parte de una sociedad tienen un sentido; para

    encontrar objetos privados de sentido habra

    que imaginar objetos enteramente improvi-

    sados; pero, a decir verdad, tales objetos no

    se encuentran; una pgina clebre de ClaudeLvi-Strauss en El pensamiento salvaje nos

    dice que el bricolaje, la invencin de un objeto

    por una acionado, es en s misma bsqueda

    e imposicin de un sentido al objeto; para en-

    contrar objetos absolutamente improvisados

    habra que llegar a estados absolutamente

    asociales; puede imaginarse, por ejemplo, que

    un vagabundo, improvisando calzados con

    papel de diario, produce un objeto perfecta-

    mente libre; pero tampoco esto sucede; muy

    pronto, ese diario se convertir precisamenteen el signo del vagabundo, calzados con papel

    de diario, produce un objeto perfectamente

    libre; pero tampoco esto sucede; muy pron-

    to ese diario se convertir precisamente en el

    signo del vagabundo. En conclusin, la fun-

    cin de un objeto se convierte siempre, por lo

    menos, en el signo de esa misma funcin: no

    existen objetos, en nuestra sociedad, sin al-

    gn tipo de suplemento de funcin, un ligero

    nfasis que hace que los objetos por lo menos

    se signiquen siempre a si mismos. Por ejem-

    plo, yo puedo tener realmente necesidad de

    telefonear y tener para eso un telfono sobre

    mi mesa; esto no impide que a juicio de cier-

    tas personas que me vendrn a ver, que no me

    conocen muy bien, funcione como un signo,

    el signo del hecho de que soy una persona que

    tiene necesidad de tener contactos en su pro-

    fesin, y aun este vaso de agua, del que me he

    servido porque tengo realmente sed, no pue-

    do, pese a todo, evitar que funcione como el

    signo mismo del conferenciante.

    Como todo signo, el objeto se encuentra en la

    encrucijada de dos coordenadas, de dos de-

    niciones. La primera de las coordenadas esla que yo llamara una coordenada simblica:

    todo objeto tiene, si puede decirse as, una

    profundidad metafrica, remite a un signi-

    cante, el objeto tiene por lo menos un signi-

    cado. Tengo all una serie de imgenes: son

    imgenes tomadas de la publicidad: ustedes

    ven que hay aqu una lmpara, y compren-

    demos de inmediato que esta lmpara signi-

    ca la noche, lo nocturno, ms exactamente;

    si usted tiene una imagen de publicidad de

    pastas italianas (me reero a una publicidad

    hecha en Francia), es evidente que el tricolor(verde, amarillo, rojo) funciona como un sig-

    no de cierta italianidad; por lo tanto, primera

    coordenada, la coordenada simblica, consti-

    tuida por el hecho de que todo objeto es por

    lo menos el signicante de un signicado. La

    segunda coordenada es lo que yo llamara la

    coordenada de la clasicacin, o coordenada

    taxonmica (la taxonoma es la ciencia de las

    clasicaciones); no vivimos sin albergar en

    nosotros, ms o menos conscientemente, cier-

    ta clasicacin de los objetos que nos es suge-rida o impuesta por nuestra sociedad. Estas

    clasicaciones de objetos son muy importan-

    tes en las grandes empresas o en las grandes

    industrias, donde se trata de saber cmo cla-

    sicar todas las piezas o todos los pernos de

    una mquina en los almacenes, y en las cua-

    les, por consiguiente, hay que adoptar crite-

    rios de clasicacin; hay otro orden de hechos

    en el cual la clasicacin de los objetos tiene

    mucha importancia, y corresponde a un nivel

    muy cotidiano: el de los grandes almacenes;

    en los grandes almacenes hay tambin cierta

    idea de la clasicacin de los objetos, y esta

    idea, entindase bien, no es gratuita, compor-

    ta cierta responsabilidad; otro ejemplo de la

    importancia de la clasicacin de los objetos

    es la enciclopedia; desde el momento en que

    alguien se decide a hacer una enciclopedia sin

    optar por clasicar las palabras siguiendo el

    orden alfabtico, se ve obligado tambin a ha-

    cer una clasicacin de los objetos.

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    Una vez establecido que el objeto es siempre

    un signo, denido por dos coordenadas, una

    coordenada profunda, simblica, y una co-ordenada extensa, de clasicacin, quisiera

    decir ahora algunas palabras sobre el sistema

    semntica de los objetos propiamente dichos;

    sern observaciones prospectivas, porque la

    investigacin seria sobre este tema est toda-

    va por hacer. Hay, en efecto, un gran obst-

    culo para estudiar el sentido de los objetos, y

    este obstculo yo lo llamara el obstculo de

    la evidencia: si hemos de estudiar el sentido

    de los objetos, tenemos que darnos ha no-

    sotros mismos una especie de sacudida, de

    distanciamiento, para objetivar el objeto, es-tructurar su signicacin: y para ellos hay un

    recurso que todo semntico del objeto puede

    emplear, y consiste en recurrir aun orden de

    representaciones donde el objeto es entrega-

    do al hombre de una manera a la vez especta-

    cular, enftica e intencional, y ese orden est

    dado por la publicidad, el cine e incluso el tea-

    tro. En cuanto a los objetos tratados el teatro,

    recordare que hay indicaciones preciosas, de

    una extremada riqueza de inteligencia, en los

    comentarios de Brecht sobre algunas de suspuestas en escena; el comentario ms cle-

    bre consiste en la puesta en escena de Madre

    Coraje, donde Brecht explica muy bien el tra-

    tamiento largo y complicado al cual hay que

    someter a ciertos objetos de la puesta en esce-

    na para hacerles signicar cualquier concep-

    to, porque en la ley del teatro no basta que el

    objeto representado sea real; hace falta que el

    sentido sea separado de alguna manera de la

    realidad: no basta presentir al pblico un ves-

    tido de cantinera realmente ajado para que

    signique el deterioro: es preciso que usted,

    director, invente los signos del deterioro.

    Por consiguiente, si recurriramos a estos

    tipos de corpus bastante articiales, pero

    muy valiosos, como el teatro, el cine y la pu-

    blicidad, podramos aislar, en el objeto re-

    presentado, signicantes y signicados. Los

    signicantes del objeto son, naturalmente,

    unidades materiales, como todos los signi-

    cantes de todo sistema de signos, no importa

    cul, es decir, colores, formas, atributos, acce-

    sorios. Yo indicar aqu dos estados principa-

    les del signicante, segn un orden creciente

    de complejidad.

    En primer lugar, un estado puramente sim-

    blico; es lo que sucede, como ya dije, cuando

    un signicante, es decir, un objeto, remite a

    un solo signicado, es el caso de los grandes

    smbolos antropolgicos, como la cruz, por

    ejemplo, o la media luna, es probable que la

    humanidad disponga aqu de una especie de

    reserva nita de grandes objetos simblicos,

    reserva antropolgica, o por lo menos amplia-

    mente histrica, que resulta, por consiguiente,

    de una especie de ciencia o, en todo caso, de

    disciplina, que podemos llamar la simblica;esta simblica ha sido, en general, muy bien

    estudiada, en lo referente a las sociedades del

    pasado, por medio de las obras de arte que la

    ponen en funcionamiento, pero, la estudia-

    mos o nos disponemos a estudiarla en nuestra

    sociedad actual? habra que preguntarse qu

    queda de esos grandes smbolos en una socie-

    dad tcnica como la nuestra. Han desapare-

    cido esos grandes signos, se han transforma-

    do, se han ocultado? Son stas preguntas que

    podramos plantearnos. Pienso, por ejemplo,en una imagen de publicidad que se ve a veces

    en las carreteras francesas. Es una publicidad

    de una marca de camiones; es un ejemplo

    muy interesante, porque el publicitario que

    concibi ese cartel ha hecho mala publicidad,

    precisamente porque no pens el problema

    en trminos de signos; queriendo indicar que

    los caminos duraban mucho tiempo, repre-

    sent una palma de la mano cruzada por una

    especie de cruz; para l, se trataba de indicar

    la lnea de la vida de camin; pero yo estoy

    persuadido de que en funcin de las reglas

    mismas de la simblica, la cruz sobre la mano

    es aprehendida como un smbolo de muerte:

    aun en el orden prosaico de la publicidad ha-

    bra que buscar la organizacin de esta sim-

    blica tan arcaica.

    Otro caso de relacin simple - estamos siem-

    pre dentro de la relacin simblica en signi-

    cado- es el caso de todas las relaciones des-

    plazadas: quiero decir con esto que un objeto

    percibido en su integridad o, si se trata de pu-

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    blicidad, dado en su integridad, no signica

    sino por medio de uno de sus atributos. Ten-

    go aqu dos ejemplos: una naranja, aunquerepresentada en su integridad, no signicar

    ms que la cualidad de jugoso y refrescante:

    lo signicado por la representacin del objeto

    es lo jugoso, no todo el objeto, hay pues un

    desplazamiento del signo. Cuando se presen-

    ta una cerveza, no es esencialmente la cerveza

    la que constituye el mensaje, sino el hecho de

    que est helada, hay tambin desplazamien-

    to no por metfora sino por metonimia, es

    decir, por deslizamiento del sentido. Estos

    tipos de signicaciones metonmicas son ex-

    tremadamente frecuentes en el mudo de losobjetos; es un mecanismo ciertamente muy

    importante, porque el elemento signicante

    es entonces perceptible -lo recibimos de una

    manera perfectamente clara- y sin embargo

    est en cierta manera anegado, naturalizado,

    en lo que podra llamarse el estar ah del ob-

    jeto. Se llega de esta manera a una suerte de

    denicin paradjica del objeto: una naranja,

    en este modo enftico de la publicidad, es lo

    jugoso ms la naranja, la naranja est siempre

    all como objeto natural para sustentar una delas cualidades que pasan a ser su signo.

    Despus de la relacin puramente simblica,

    vamos a examinar ahora todas las signica-

    ciones que estn aadidas a las colecciones de

    objetos, a pluralidades organizadas de obje-

    tos; son los casos en los que el sentido no nace

    de un objeto sino de una coleccin inteligible

    de objetos: el sentido aparece de alguna ma-

    nera extendido. Hay que tener cuidado aqu

    en comparar el objeto con la palabra que estu-

    dia la lingstica y la coleccin de objetos con

    la oracin: seria una comparacin inexacta,

    porque el objeto aislado es ya una oracin; es

    una cuestin que los lingistas han elucidado

    bien, la cuestin de las palabras - oraciones,

    cuando usted ve en el cine un revlver, el re-

    vlver no es el equivalente de la palabra en

    relacin a un conjunto ms grande, el revl-

    ver es ya l mismo una oracin, una oracin

    evidentemente muy simple, cuyo equivalente

    lingstico es: He aqu un revlver.- Dicho

    de otra manera, el objeto no est nunca - en

    el mundo en que vivimos- en el estado de ele-

    mento de una nomenclatura. Las colecciones

    signicantes de objetos son numerosas, espe-cialmente en la publicidad. He mostrado un

    hombre que lee de noche: hay en esta imagen

    cuatro o cinco objetos signicantes que coin-

    ciden para transmitir un sentido global nico,

    el de distensin, descanso: est la lmpara,

    est la comodidad del jersey de lana gruesa,

    est el silln de cuero, est el diario; el dia-

    rio no es un libro; no es algo tan serio, es una

    distraccin: todo esto quiere decir que uno

    puede beber tranquilamente un caf, por la

    noche, sin excitarse. Estas composiciones de

    objetos son sintagmas, es decir, fragmentosextensos de signos. La sintaxis de los objetos

    es evidentemente una sintaxis muy elemen-

    tal. Cuando colocamos juntos varios objetos

    es imposible atribuirles coordinaciones tan

    complicadas como las que se atribuyen en

    el lenguaje humano. En realidad, los objetos

    - sean los objetos de la imagen o los objetos

    reales de una obra teatral o de una calle- estn

    ligados por una nica forma de conexin, que

    es parataxis, es decir, la yuxtaposicin pura y

    simple de elementos. Esta clase de parataxisde los objetos es muy frecuente en la vida: ese

    el rgimen al que estn sometidos, por ejem-

    plo, todos los muebles de una habitacin. El

    mobiliario de una habitacin converge en un

    sentido nal (un estilo) mediante la sola

    yuxtaposicin de elementos. Un ejemplo: se

    trata de la publicidad de una marca de t;

    es necesario, pues, signicar no Inglaterra,

    porque las cosas son ms sutiles, sino la an-

    glicidad o la britanicidad, si puedo decirlo

    as, es decir, una especie de identidad enfti-

    ca del ingls: tenemos, pues, aqu, mediante

    un sintagma minuciosamente compuesto, el

    cortinaje de las mansiones coloniales, la ropa

    del hombre, sus bigotes, el gusto tpico de los

    ingleses por la natica y la hpica, que est

    presente en las reproducciones en miniatura

    de esos navos, en esos caballos de bronce, y

    nalmente leemos espontneamente en esta

    imagen, a causa slo de la yuxtaposicin de

    cierto nmero de objetos, un signicado ex-

    tremadamente intenso, que es precisamente

    la anglicidad de la que hablaba.

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    Cules son los signicados de estos sistemas

    de objetos, cules son las informaciones trans-

    mitidas por los objetos? Aqu no podemos darms que una respuesta ambigua, porque los

    signicados de los objetos dependen mucho

    no de emisor del mensaje sino del receptor,

    es decir, del lector del objeto. En efecto; el

    objeto es polismico, es decir, se ofrece fcil-

    mente a muchas lecturas de sentido: frente

    aun objeto, hay casi siempre muchas lecturas

    posibles, y esto no slo si se pasa de un lector

    a otro, sino que tambin, algunas veces, en el

    interior de cada hombre hay varios lxicos,

    varias reservas de lectura, segn el nmero

    de saberes, de niveles culturales de los quedispone.

    Todos los grados de saber, de cultura, de si-

    tuacin son posibles frente a un objeto y una

    colocacin de objetos. Podemos incluso ima-

    ginar que frente a un objeto o una coleccin

    de objetos aplicamos una lectura propiamen-

    te individual, que invertimos en el espectcu-

    lo del objeto lo que se podra llamar nuestra

    propia psykhe: sabemos que el objeto puede

    suscitar en nosotros lecturas de nivel psicoa-naltico. Esto no elimina la naturaleza siste-

    mtica, la naturaleza codicada del objeto.

    Sabemos que, aun descendiendo a lo ms pro-

    fundo de lo individual, no se escapa con ello

    al sentido. Si se propone el test de Rorschach

    a millares de sujetos, se llega a una tipologa

    muy estricta de las respuestas; cuanto ms

    creemos descender en la reaccin individual,

    ms encontramos sentidos en cierta forma

    simples y codicados: en cualquier nivel que

    nos coloquemos en esta operacin de lectura

    del objeto comprobamos que el sentido atra-

    viesa siempre de parte a parte al hombre y al

    objeto. Existen objetos fuera del sentido, es

    decir, casos lmites? un objeto no signicante,

    no bien es tomado a su cargo por una sociedad

    - y es imposible que esto suceda- funciona por

    lo menos como signo de lo insignicante, se

    signica como insignicante. Es un caso que

    puede observarse en el cine: es posible encon-

    trar directores cuyo arte consiste en sugerir,

    por los motivos mismos del argumento, ob-

    jetos insignicantes; el objeto inslito en s

    no est fuera del sentido; hay que buscar el

    sentido: hay objetos delante de los que nos

    preguntaremos: qu es esto? Eso genera unaforma ligeramente traumtica, pero esta in-

    quietud, nalmente, no dura, los objetos pro-

    porcionan por s mismos cierta respuesta, y

    con ello, cierto apaciguamiento. Hablando de

    manera general, en nuestra sociedad no hay

    objetos que no terminen por proporcionar

    un sentido y reintegrar ese gran cdigo de los

    objetos en medio del cul vivimos. Hemos lle-

    vado a cabo una especie de descomposicin

    ideal del objeto. En un primer tiempo (todo

    esto ha sido puramente operacional), hemos

    comprobado que el objeto se presenta siem-pre ante nosotros como un til funcional: es

    tan slo un uso, un mediador entre el hombre

    y el mundo: el telfono sirve para telefonear,

    la naranja para alimentarse. Luego, en un se-

    gundo tiempo, hemos visto que, en realidad,

    la funcin sustenta siempre un sentido. El te-

    lfono indica un cierto modo de actividad en

    el mundo, la naranja signica la vitamina, el

    jugo vitaminado. Pero sabemos que el sentido

    es un proceso no de accin sino de equivalen-

    cias; dicho de otra manera, el sentido no tie-ne un valor transitivo, el sentido es de alguna

    manera inerte, inmvil; puede, por ende, de-

    cirse que en el objeto hay una suerte de lucha

    entre la actividad de su funcin y la inactivi-

    dad de su signicacin. El sentido desactiva

    el objeto, lo vuelve intransitivo, le asigna un

    lugar establecido en lo que se podra llamar

    un cuadro vivo del imaginario humano. Estos

    dos tiempos, a mi entender, no son sucien-

    tes para explicar el trayecto del objeto, aadi-

    r por mi parte un tercero: es el momento en

    que se produce una especie de movimiento de

    retorno que va a llevar al objeto del signo a la

    funcin, pero de una manera un poco parti-

    cular. En efecto, los objetos no nos dan lo que

    son de una manera franca, declarada. Cuan-

    do leemos una seal del cdigo de circulacin

    recibimos un mensaje absolutamente fran-

    co; ese mensaje no juega al no- mensaje, se

    brinda verdaderamente como un mensaje. De

    la misma manera, cuando leernos letras im-

    presas tenemos la conciencia de percibir un

    mensaje. A la inversa, el objeto que nos sugie-

  • 8/8/2019 Barthes, Roland - Semantica Del Objeto

    8/8

    m

    orfologawainhaus

    |

    lecturasnueva

    serie|BARTHES

    8

    re sigue siendo sin embargo siempre a nues-

    tros ojos un objeto funcional el objeto parece

    siempre funcional, en el momento mismo enque lo leemos como un signo. Pensamos que

    un impermeable sirve para proteger de la llu-

    via, aun cuando lo leamos como el signo de

    una situacin atmosfrica. Esta ltima trans-

    formacin del signo en funcin utpica, irreal

    (la moda puede proponer impermeables que

    no podran proteger en absoluto de la lluvia),

    es, creo, un gran hecho ideolgico, sobre todo

    en nuestra sociedad. El sentido es siempre un

    hecho de cultura, un producto de la cultura

    ahora bien, en nuestra sociedad ese hecho de

    cultura, es incesantemente naturalizado, re-construido en naturaleza, por la palabra que

    nos hace creer en una situacin puramente

    transitiva del objeto. Creemos encontrarnos

    en un mundo prctico de usos, de funciones,

    de domesticacin total del objeto, y en reali-

    dad estamos tambin, por los objetos, en un

    mundo de sentido, de razones, de coartadas:

    la funcin hace nacer el signo, pero este signo

    es reconvertido en el espectculo de una fun-

    cin. Creo que esta conversin de la cultura

    en pseudonaturaleza es lo denir la ideologade nuestra sociedad.

    [Conferencia pronunciada en septiembre de

    1964, en la Fundacin Cini, en Venecia, dentro

    del marco de un coloquio acerca de El arte y la

    cultura en la civilizacin contempornea.

    Publicado en el volumen Arte e Cultura nella

    civilita contempornea, preparado por Pie-

    ro Nardi. Sansoni, Florencia, 1966. Supervis

    Passadore, 2009]