Arquitectura 46 - 1921

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1 . 1 - , \ . . , ANO VII.- NUMERO XL VI. AGOSTO l92l. - ., . . \ 1 1 f . ORGANO OFICIAL DE Lt\ SOCIEDAD DE ARQUilE.CTOS ' ,. ,' ONTEVIDE ,._, .... URUGUAY

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f . ORGANO OFICIAL DE Lt\ SOCIEDAD DE ARQUilE.CTOS

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Page 4: Arquitectura 46 - 1921

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Page 9: Arquitectura 46 - 1921

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REVISTA mEH5UAL •

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Redactores: Secretario y Administrador: Horacio Terra Arocena- Juan fL Scasso

~odolfo A m argós - Mauricio Cravotto Ped ro J. Belloni Godeo

Perfecto López Ca mpaña

VOLU?\EN VII AGOSTO DE 1921 NúftlERO XLVI

5UffiARIO

Empresarios oe Obras sanitarias - 5obre una proyectaoa oroenanza

municipal.

Las teorías oe la arquitectura gótica y el efecto oe los bombaroeos

en Reims y 5oissons, por Rogerio 6ilman.

De la Exposición Panamericana oe Arquitectura - Los traba¡os oe

los arquitectos nacionales - Uereoicto oel 1uraoo. '

Proyectos oe jaroines - Ampliación oel 1aroín Botánico oel Praoo.

El monumento al 6aucho - fallo oel 1uraoo.

Traba¡os oe la facultao oe Arquitectura - Proyectos y roncursos.

Santuario Hacional oel rerrito - 5 egunoo graoo oel concurso oe

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CAPRARIO JORGE. - Sierra 1908 - bis. CARLEVAOO ALvARO R. - 18 de Julio, 1865. CoNFORTE EMILIO. - 'Gerrito, 643. CRAVOTTO MA URICIO. - Canelones 2055. CAMp ANTONIO. - Colonia, 1086. CHIARINO ANTONIO. - Piedras, 459. DuRÁN GUANI E NRIQUE. - Sarandí 444 (2.0 piso). DuRÁN VEIGA LUIS.- Sarandí 444 (2.0 piso) . ELZA URDIA ROBERTO. - Paysandú, 1172 . GEN.TA :triARIO. - Uruguay, .1210. GIRIBALOO JUAN A. -Isla de Flores, 1840. GIMENO JosÉ. - Guayabo, 1724. GIURIA J uAN. - !Mercedes, 1837. HERRERA MAc LEAN GARLOS A. - Cerrito, 382. LAMOLLE JUAN ·C.- Cerrito, 365. l\IAINI AMÉRICO E. -~Ciudadela, 1274. MARIANO J UAN l\1. - 8 de Üctubre 231. MARTORELL SEBASTUN G. - 25 de Mayo, 709. l\-lAZZARA JOSÉ. -.San José, 1214. MOREAU MARIO. - Reconquista, 416. MOLINS CARLOS A. - Olivos 997. MULLIN ERNESTO. -!Salto (R. 0.) NADAL PEDRO. - Río Negro, 1445. NúÑEz DuLIO J ACINTO. - Agraciada 2399. NoCETO Luis. - ·Cerrito, 455. PÉREZ MONTERO CARLOS. - •Reconquista, 416. PITAMIGLIO. HUMBERTO. - Ejido, 1392. Rurz ALEJANDRO. - Río Negro, 1445. Rocco DANIEL. - Buenos Aires, 519 bis. RODRÍGUEz LARRETA GARLOS. - Piedras, 421. SANGUINETTI DOMINGO.- Avenida Canelones, 675. SCASSO J UAN A.- Sierra 1935, 2.0 piso. ScHir\C.\ CARLOS E. - 8 de Octubre 280.

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Page 11: Arquitectura 46 - 1921

ARQUITECTURA

lEMf'~ESARIOS DE OlERAS SANITARIAS

A Sociedad de Arquitectos del Uruguay ha pasado al

Concejo Departamental de Adm·Ínistración, la nota

que má·s abajo se transcribe y en la que, velando por los

intereses y prestigios pr ofe.sionales, impugna el propósito

d e las ·autoridades del M unicipio de Montevideo, de san­

cion,ar una ordenanza sobre Empresarios de Obras Sani·

tarias, por la que, s·e capacitaría a estos para invadir },as

atribuciones qu e ..son de exclusiva incumbencia del Ar· • qtl'ltecto.

He aquí la nota a que aludimos :

Sr. Presidente del Concejo de Administració~ Depar­

tamental. lng. Don Luis P. Ponce.

Señor Presidente:

La proyectad a or de nanza sobre Empresarios de Obras

Sanitarias, podrá sin d uda alguna estar in.spirada en el

plausible deseo de obtene·r garantia.s de competencia en

las personas - industria'les o artesanos - que se dedi­

can a explotar ese ramo d e la construcción, pero son tan

amplios los cometidos que se le a.signan a esos simples

prácticos o comerciantes en el ejerc~cio de su trabajo y

son tan extr·añas las facultades que .se abroga la Oficina

Técnica de la Dirección de Salubridad, que esa ordenan­

za - que de ntro de un Hmite prudencial de atribuciones

y de di.s creción en su aplicación, podría ser ta'l vez be­

neficiosa, - se traducirá en un atentado haoia los inte­

re<( es más legítimos de los profesiona·les que han obteni·

do sus diplo·mas facultativos al amparo de las .leyes

vigentes en la república, y significar á, por otra parte, un

pa•so atrás en lo que atañe a la tan an·siada e .Ímprescin·

dible reglamentación de las ca.rreras técnicas.

El primer error de la Oficina Técnica de la Dirección

d e Salubridad reside - a nuestro entender - en desna·

t uralizar su función de simple contralor que logicamente

de be tener esa O ficina, para erijirse en escuela técnica

y organismo capacitado para dar dip·loma de idoneidad,

creándose facultades docente•s con a.lcances de autoridad

tales, que podrá poner se frente a la Universidad de la Repúbl,ica, hasta el extremo de paralizar el efecto legal

de los títulos superiores que otorga esta entidad, por Ja simple decisión de una r esolución administrativa, como

se verá más adelante.

Por las leyes en vigor, la Univ.ersidad ejerce el mo­nopolio en la expedición d e títulos, no estando estableci­

do, por lo demás, en ninguna ley de Junt as, de lntenden­

c·Ías o de Concejos Departamentales, el derecho de discer­

nir diplomas de idoneidad o de aptitudes que dan habilita­

ción para el ejercicio de cualquier profesión. Con el cri­

terio que in·spira la ordenanza que se informa podría tam­

bién la Dirección de Obras Munic-ipales, facultar la firma

de planos de construcción a .las pet'lsonas que demo·stra­

ran poseer el mínimo d e conocimiento empíricos, reve­

lados en la misma dósis de exigencia técnica y por otra

parte cada Concejo Departamental de la República, sería

dueño de establecer con variado criterio, el otorgamiento

de título ·sobre las diversas especialidades o partes de la

construcción, ya fuere de e dificios, como de caminos o

puentes, según las necesidades especiales de cada medio.

07

• Precisamente la creación de la ex-Facultad de Ma­

temáticas por Ley de Lo de J u1io de 1885 abolió .la fun•

ción de las Juntas E. Administrativas, de ·autor.izar el

ejercicio de la profesión de constructor, que había nacido

ante la imperiosa necesidad que entrañ·aha la falta de

técnicos en e'i país, pero el ambiente científico y cultural

de la nación ha avanzado lo basta·nte para no jus·tificar

la vuelta a ese mal, del maestro a.lbañil autor.iza.do para

firmar planos .

Más tarde la ley del 27 de Noviembre de 1915, creó

la Facultad d·e Arqu itectura especific.an~·O su ·artículo 3.0

apar•tado C) .. Esta facultad expedirá el título de Arquitec­

" to, y t endrá entre sus cometidos el de preparar el e._

" m entos idóneos para el arte de la Construcción y Ramas .. A " n ex as •

Par a jus•tificar su proyecto, la Oficina Técnica de

Salubr idad afirma que c·orrientemente los ,instalad~res

hacen los planos de obras sanitarias. Aún admitiendo qJJe

existan casas comerciales que en .la práctica confeccion~:t

esos documentos deben ellos estar sometidos ·siempre .al

contralor científico de los técnicos que poseen un títul(l

unive·rsitario superior, no .solo por lo que se refiere a la

simple instalación de ·tuberías y artefactos, sinó también

por el enlace que estas instalaciones tienen con el resto

de las obras, ya en su faz constructiva - para atender

las exigencias de la solidez de un edificio - ya en lo que

dice relación con el resto de la higiene de 1·a habitación,

de su confort y a ún con su mrsma decoración.

Bueno es que los contratistas de obras de cualquier

ramo de la construcción, conozcan el ofioio .a que dedican

sus actividades, pero de ahí a otorgar la f.a.cwhad de fir­

mar pr oyectos de cualquier obra que se·a, por el solo hecho

de saber colocar un caño o trazar empíricamente una

simple instalación, existe un abismo. Con tal criterio lle­

garí~mos a dar tan poca ·importancia .a la rama de la cien·

cia que pr·ofes-a el propio autor de la ordenanza .en nuestra

Facultad, que en verdad, par.a ser consecuente, debiéra·

m os su primir del plan .de estudios de •la cart'lera de Ar-• • •

qu1tecto esa 1mportante astgnatura.

El hecho que se apunta, de ·que otras de·pendencias

d el Est ado se hayan abrogado dicha facuha.d para ciertas

instalaciones, no justifica la invasión que ·representa 1la proyectada ordenanza. No es tampoco argumento vale­

dero. e.l que ·Se aduce de que algu,nos mun•ic.ipios de otras

ciudades americanas hayan Í:mplantado ese sistema·, pués

en realidad la legislación edaicia de toda la América del

Sur , no constituye, por cierto, un ejemplo de excelente

reglamentación en lo tocante a .las carrera-s de l·a cons­

trucción. Si fuéramos a valernos .de tales precedentes lle­

garíamos a sacar a lu7. la omniciencia de algunos organis­

mos mu nicipales ._de ·nuestro continente, en los cuales

ciertos jefes de oficinas expiden certificados de arquitec­

tos, el mismo que en nuestro país requiere onoe años de

estudios consecutivos, para alcanzarlo.

Bien e·stá. repetimos, que se exij.a a los obr.eros J>

comerciantes una garantía de idoneidad por más que cree­

mos que bastaría con aplicar las disposiciones del código

.,

Page 12: Arquitectura 46 - 1921

ARQUITECTURA

civil a los directores de obra, únicos responsables ante la

ley de los vicios de construcción que s e notaren a pesar

de todas las ordenanzas que se proyecten y a pesar de

todas las firmas que exijan las distintas oficinas por

donde se tramite un proyecto, a los diversos colaboradores

del arquitecto de la obra. De modo que aquí se produ­

cirá una fla grante injusticia l egal, que es la que impor ta

dar facultades a quien no tiene respon·sabilidad y cerce­

nar los derechos a las personas técnicas, para las que

pesan todas las durezas de la ley.

Por otra parte el artículo 5.0 obliga a los arquitectos

- que han adquirido un derecho por ley, para ejercer

su profesió n en toda la República - a registrarse ·en la

n ómina d e las personas facultadas para firmar planos y

por el artículo 6.0 de la proyectada ordenanza, podrá h Oficina T écnica de la Dirección de Salu bridad, qu·itarle

esos derechos por l a simple falta de cumplimien to a

cualquier disposición emanada de las autoridades m u ni­

c ipa'les ~ - con lo que se verá que una O~icina que otorga

un título a u n práctico, podrá quitárselo a un técnico -

que no cumpliera cualqw'er disposición emanada de una

de acuerdo con todos los requisitos de la ley - siempre

que no cumpliera cualquiera disposición emanada de un a

corporac ión, que n o es científica sinó administrativa.

p

P or lo tanto opinamos que si es conveniente la or­

denanza, debe limitarse sus efectos atendiendo 1las ob­

servaciones expresadas y n o debe tener - a nuestro jui­

cio - otro alcance que el de autorizar a los prácticos a

constru ir obras sanitarias bajo la dirección de pers onas , .

tecn1cas.

En consecuen cia de lo expuesto y luego de consulta­

dos los asesores let rales de la S o ciedad, la C om isión • Directiva, ruega a•l Sr. Presidente d el H. Concejo de Ad-

minist ración D e partamental que antes de proceder a la

sanción de la Ordenanza proyectada, tenga a bien dispo­

ner se conozca la autorizada o pinión de l Señor Asesor L e­

trado de esa Corporación y la de las autoridades u niver­

sitarias competentes, pues co mo se dejó dicho, son las

ú nica s ca paci tadas legalmente para otorgar títulos que

como e l que se crea por la orden anza referida están com­

prendidos en los términos expresos de la ley .

Al a gradecer al Sr. P residen te la deferente consid e­

rac ión a nuestra Sociedad nos es grato presentarle y por

su intermedio a los Sres. Miembros del H. C. Departa­

mental l as protestas de n uestra mayor consideración. -

Montevideo, Setiembre 15 de 1921. D aniel Rocco , P res i­

dente . R on:Ún B erro, Secretario.

as teo as e a arcq ifi:e Ira ~ tica y el efecto de los bombardeos en lReoms y Soissons

11. - El testimonio de las ruinas Antes de examinar en detalle las fotografías de los monu­

mento~ arruinados es preciso hacer algunas observaciones genera­les. Ya hemos indicado fa posibilidad de poner algo más en claro la verdadera índole de su construcción. Y no sólo podernos es­perar enseñanzas de las partes fracturadas, sino también de aque-

dones semejantes, nos será dado aproximarnos al punto de vista de aquellos artistas, mucho más que por el procedimiento, casi siempre seguido, de deducciones que parten del monumento ya terminado. Y en rea lidad, ¿no podríamos afirmar que únicamen­te así nos libertaremos de esa tendencia a encontrar fundamento lógico }:ara todas y cada una de las formas, puesto que para

Fig. J." - Catedral de Soissons Bóvedas de la na ve mayor

Fig. 2." - Catedral de Soissons N ave mayor

F ig. 3." - Catedral de Soissons Costado norte

llas que han estado siempre má·s o menos ocultas, tales como el trasdós de las bóvedas, las armaduras de cubierta y su relación con muros y pilares. Más aún: podremos en muchos casos volver a ver las estructuras tal como sus constructores las veían. Como quiera que los arquitec tos o maestros de aquellos tiempos vivían realmente en las obras, han debido de ha«rse cargo mucho mejor que los arquitectos actuales de las sucesivas etapas del edificio hasta su terminación; así es que, al encontrarnos ahora en condi-

98

historiadores, críticos o arqueólogos de espíritu científico la ex­plicación lógica será siem~re la que les ~arecerá más natural ? De los muchos senderos invisibles (ta les como dificultades ma­teriales, fracasos, ca¡:richos, su¡:ervivencia de tradiciones o razones de estricta lógica ) que pueden haber conducido hasta los resulta­dos que nos muestra esta arquitectura, no será el de la lógica el que más trabajo cueste buscar y seguir a una generación razona­da y clasificante.

Page 13: Arquitectura 46 - 1921

1

1

ARQUITECTURA

Por 6hímo, suelen inducir a errores 1os dibujos geométricos de nuestros libros, en especial las secciones dadas usualmente por los vanos más bien que por los macizos. Así, por .ejemplo, fun­dándonos en ellos nos precipitamos a suponer que los enjarjes de las bóvedas estaban macizados o rellenos en gran parte, o bien admitimos que el arbotante ¡:rocede de las bóvedas de cuadrante de cañón, usadas en el románico como contrarresto continuo; hi­pótesis que, aunque discutida, es ¡:robablemente exacta, pero que resulta, indudablemente, muy favorecida ¡:or la semejanza de aspecto que ambos elementos presentan en las secciones geométri­cas al uso.

Al ccu¡:arse ya de los efectos del bombardeo en edificios tales como las iglesias góticas, surge, ante todo, la siguiente cues­tión: Hablando muy en general, ~e puede afirmar que el caso más sencillo y menos frecuente es la perforación de una techum­bre o de una bóveda por un proyectil sin explosión, porque ésta ocurre, por lo general, en el primer punto de contacto. En el caso de fractura o explosión, los fragmentos que vuelen o caigan pue­den causar ulteriores destrozos sobre cuJnto les rodee o cojan de­bajo. Además de tales destrozcs hubo en algunos casos bombas íncendíariaos, como sucedió en Reims, dond~ gran número de esos proyectiles fueron disparados contra la catedl'al, causando la des­trucción, por incendio, de la flecha y de la techumbre (J ) .

La dirección de esos ¡:royectíles era ¡:robablemente vertical en el caso de las bombas de aeroplano, y casi lo mismo para los obl1ses, qce, siendo de amrlía trayectoria, caerían casi rectos; pe­ro la más ligera desviación, o el estallido junto a un muro o pilar, deberían modificar la dirección del impacto.

Además de los indicados efectos, síem¡=re cabe la posibilidad de que fuesen varios los tiros que hayan producido los resultados que contemplamos. En Soissons y R eims, por lo menos, vemos en fo­tografías sucesivas que la destrucción fué progresiva en los añoo que duró la guerra (2 ).

Por todo lo cual es evidente que, dada la tromba de destruc­ción que cayó sobre algunas de aquellas construcciones tan deli­cadas y finamente constituídas, hay que proceder con gran cautela para explicar cómo sucedió tal o cual cosa; con frecuencia lo más que se puede hacer es tomar nota de aquellas partes que han quedado en pie sin seguir en su ruina a otras contiguas, para no

Fig. 4.'' - Catedral de Soissons Na v.e y colateral norte

sacar de ello sino las deducciones más inmediatas. Y aun así es preciso tener muy en cuenta las excentricidades de estabilidad que tan frecuentes son en las ruinas causadas por fuegos o explosiones, aunque, a mi juicio, cuando se presenta dos veces el mismo caso, se puede inferir con certeza qu·e no se trata de una de esas rarezas o excentricidades.

( 1) N o carece-r á d e interl>s E' l indica r que E' l incen dio d el a nda mio que habta en un á ngulo de la fachada princir,a l , no fué, como por a lgunos se ha d icho, la causa de q ue ::w-die!';en las cu­biertas, puesto que hubo <;uatl o focos iniciales. ( L -'a rt et les a r tistes, pág·, 4~) . N i tamr.oco lo fué la paja que habia en t> l In terior , que p r el' isamen t e ardi ó nor efecto de 1~1 s bom bas (I.~cs monmnents F mncaises (letn ti ts ww 1' A lle uíCL{Jn P-, pág. 57 ).

( 2) Son curiosas l as obsH vRclon es hechas por E ug Dhu ie­que sobr e los ef ectos del bomha t'<l f>o en los m onumer> to!';. ( Sa1tv ou s es n dnes d'Y1n·~s. B u lletin .ll ensuel de la Sociét tS Cl"rtl 1'(t le el' A 1' ­chit ect w r, ele B elgiq1te . núm. 12, jun io de i !120) :

-93

Antes de comenzar nuestro examen, es preciso advertir que, habiéndose basado las teorías discutidas sobre unas cuantas de las más importantes catedrales, tomándose de ellas los ejemplos muy en especia l (aunque la mayor parte de los ·Críticos las generalicen luego) , habremos de limitar nuestros testimonios a los que nos su­ministren las ruinas de monumentos de igual e:ategoría. Porque si t i:n es cierto que puede aprenderse mucho en los restos de nume-

Fig. 5.'' - Catedral de Soissons Interior mirando ·a los

píes de la na ve

rosos templos más modestos ilustrados en la obra de M. A. Ale­xandre (3) , además de ofr.ecer más dís¡:ersas las pruebas, muchas de las iglesias citadas ¡=ertenecen a épocas más avanzadas o a re­giones donde el gótico se desarrolló con menos perfección.

Ahora bien: siendo un hecho que dos d·e los principales mo­numentos, las catedrales de Reíms y Soissons, sufrieron los más terribles bombardeos, a ellos recurriremos para obtener nuestras enseñanzas. Las de Laon, Amíens y Bea vais, por fortuna, han quedado intactas, aunque las de Noyón, Seulis y docenas de igle­sias más pequeñas hayan sufrido la destrucción más o menos extensamente. Toda vía no se pueden utilizar fotografías de sus ruinas; ¡:ero aunque su estudio no pueda por menos de ser muy valioso desde ·el punto de vista del desarrollo histórico, nunca po­drán tener la importancia que los dos grandiosos ejemplares refe­ridos, por lo que atañe a la teoría del gótico plenamente desarro­llado.

Llegados a este punto, ·se nos permitirá que nos detengamos a examinar el caso interesantísimo mostrado en la figura J.". Sí de­terminásemos con certeza en qué punto ocurrió el choque o explo­sión que produjo este desastre, así como el orden en que cayeron los pedazos de las fábricas, obtendríamos gran esclarecimiento sobre los principios constructivos de la arquitectura gótica. Desde luego parece ser este .el caso más importante de ruinas que nos ofrecen todas las fotografías disponibles ha•sta ahora. T~:~atemost pues, de encontrar, si es ¡=osible, un camino seguro en nuestras

• pesqwsas. Desde luego ¡:odemos afirmar que lo sucedido no fué mera­

mente que el tiro diese en la bóvda y que ésta arrastrase consigo a los demás elementos, ¡:uesto que en la figura 2/ vemos que pueden hundirse las bóvedas sin que el resto de la estructura sufra la menor ¡:erturbación.

Vamos a suponer que ~e ocasionase la rotura del arbotante inferior - que, según demuestra la figura 2.", es el verdadera­mente esencial para la estabilidad de la bóveda, - o, si se quie­re, que se rompiesen ambos arbotantes sin que el muro ni las pélas correspondientes fuesen alcanzados por el proyecfíl. Con tal hipó­tesis nos colocaríamos en un caso sumam~nte interesante, pero extraordinariamente im¡:robable, porque el tiro hubiese tenido que dar derechamente en el arbotante inferior ·O muy cerca de él, y entonces apare=erían las salpicaduras de la explosión en la cara interna del botarel o en los arbotantes y botareles contiguos, lo cual no se advierte en las figuras J.•, 2." y 3.". Las que mues­tra .en su costado izquierdo el botarel r.eferído difícilmente hubie­ran podido ser causadas por un tiro tan directo y vertical. Además, según esta hipótesis era de es¡=erar que la bóveda hubiese re<venfado hacia afuera ; pero el montón de escombros ( figs. 4. ~ y 5. •) parece indicar que todo 5e hundió a plomo, puesto que el montón es mayor sobre el sitio donde se alzaba el volumen de fábrica más considerable. Por tanto, aunque el primer impulso en este caso nos lleve a suponer que la rotura de los arbotantes ocasionase el

(:1} f.rs monumrnfs franea ise clestruits wo· I' A ilem arme. P al'ís 191S.

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ARQUITECTURA

reveniamlento ele la bóveda bada afuera y el hundimiento de la pila, vemos que la hipótesis tropieza con demasiadas dificultades para que podamos tener confianza en ella.

Estudiemos, pues, otra hipótesis; supongamos que una bom­ba en dirección algo sesgada alcanzó a la bóveda de la nave baja, o mejor al muro de la nave central cerca de la línea de la pila y a una altura comprendida entre la de los ábacos y la coro­nación del triforio; con este supuesto tal vez podamos explicarnos los desultados que contemplamos, porque la pila debió desplo­marse bacía adentro, ocasionándose la rotura de los arbotantes y el hundimiento de la bóveda de la nave central; la de la nave latel'lal ( fíg. J. n) , si no fué destrozada directamente por la bomba, lo sería por la caída sobre ella de los arbotantes. Las t'ocíaáuras de la explosión debieron ser amortiguadas por el efecto áe colchón que debió ejercer la techumbre de la na ve lateral ( fig. 6.") , pues los escasos deterioros que presenta el botarel en su cara interna ( fíg. l.") pudieron ser producidos por los fragmentos de escom­bro que chocasen con él. Esta hipótesis parece satisfacer las con­diciones requeridas, y además deja cierta holgura res¡:ecto a las circunstancias y sitio del impacto. Es una lástima que tal expli­cación parezca ser la más verosímil; porque sí en realidad suce­dieron así las cosas, no nos reporta grandes enseñanzas para nuestro estudio de la teoría del gótico, exceptuando quizás lo referente a la ligereza de la construcción y al organizado enlace

explosivos sobre estas delicadas y complejas mallas de piedra, y que, sin embargo, se limitase la destrucción casi exclusivamente a los elementos alcanzados por los proyectiles.

Pero si proseguimos nuestras reflexiones llegaremos a con­vencernos, sin embargo, de que la estructura revelada por las ruinas no es, en modo alguno, la que nos indica la teoría. Se nos había habituado a creer que dicha estructura sólo constaba de bó-

vedas, pilas de apoyo y contrafuertes; pero ahora vemos, prác-ticamente, que tanto los arcos del cuerpo alto de luces como el muro que media entre ellos y por cima de ellos, en R eims ( fig. 7.") , están magníficamente organizados y construí dos ( fig. 2." ). Asímismo, considerando el caso en que las bóvedas han podido ser arrancadas de cuajo, nos cercioramos de que es preciso contar ese muro y esos arcos entre los elementos que debemos considerar como estructura. P or otra ¡:arte, se nos revela la fachada princi­pal como una maciza y grandiosa edificación en un todo capaz de subsistir aisladamente. Tanto se a¡::roxima, en realidad, a constituír una composición completa en sí misma, que cuesta trabajo persuadirse, cuando se la mira ¡::or la cara posterior, de que solamente sea una fachada y no una edificación independien­te (fíg. 8/). Hecho que todavía resulta más patente si examina­mos otras ruinas, muy próximas a Soissons, en las que vemos los restos que la Revolución francesa dejó de la iglesia de San Juan de las Viñas ( fígs. 9. fi y lO. ft ). Ruina que puede contarse entre

Fig 6."- Catedral de Soissons. La gran brecha de la nave mayor y el contrarresto de sus bóvedas.

Fig. 7." - Catedral de Reims. Trasdós de las bóvedas después de la destruc­ción de la cubierta.

Fig. 8." - Catedral de Soissons. Trasdós de la fachada principal y de las torres, puesto al descu­bierto por la destrucción de las naves.

de los elementos de cada tramo de bóveda. El precedente análisis nos servirá, sin embargo, para evidenciar cuán difícil es conjetu­rar con ¡::recisión cómo debieron ocurrir los diferentes casos de hundimiento y qué arriesgado sería el pretender sacar excesivas consecuencias en ese sector de nuestras investigaciones.

Habiendo ya examinado cuidadosamente los hechos puestos de manifiesto por las vistas de las ruinas, y después de relacio­narlos entre sí, tanto por lo que se refiere a los elementos construc­tivos a que afectan, como por lo que atañe a los principios teó­ricos implicados, ¡::ermítasenos seguir examinando la teoría ge­neral de la arquitectura gótica y las cuestiones en tela de juicio que suscita (según pusimos de manifiesto en la primera parte de este trabajo) . V ea m os cómo soporta aquélla el cotejo con los hechos, y si pueden éstos dilucidar tan debatidas cuestiones.

La impresión más vigorosa que se desprende ciertamente del estudio realizado en estos monumentos es la de su trabazon orgá­nica. Cuanto mas descarnado queda su esqueleto en estos trágicos cortes que revelan simultáneamente lo interior y lo exterior, vién­dose todo en perspectiva, mejor percibimos su ingenioso sistema, tan diferente del que descubren las ruinas de todas las demás ar­quitecturas. Vemos, por ejemplo, un gran machón (el botarel ) intacto, pero separado del cuerpo del edificio por un corte tan limpio como el de la amputación de un miembro (fíg. l.", e) . Se nos muestra todo un tramo de bóveda suprimido udicalmente; pero las líneas de ruptura coinciden casi con las divisiones arqui­tectónicas y estructurales, como sí se tratase de una vértebra ( figs. l.", a, 3.", b, y 5.") . Descúbrese, en verdad, una estructura más orgánica de lo que nos bacía suponer el espectáculo de esas mis­mas bóvedas que se hundieron dejando limpios los muros (Hg. 2. n). Así es que, en realidad, nos llena de admiración que pudie­ran precipitarse aquellas trombas de acero y de los más terribles

- 100

las más hermosas y menos conocidas de Europa entera. Por últi­mo, en la catedral de R eims, los arbotantes de las naves, vistos, como ahora pueden verse, a través de los ventanales de las to­rres, patentizan la deficiente proporción entre el conjunto de la fachada y el de las naves; así como en Soissons vemos la ca­rencia de conexión estructural. Todo lo relativo a las fachadas principales plantea también una cuestión de inobservancia, no sólo de los ¡::rincipios lógicos y del de manifestación de la es­tructura, sí que también del de la osatura orgánica, y, por con­siguiente, merece ser detenidamente analizado en esos respectos.

Por lo que concierne al principio orgánico, es preciso consignar que, si bien lo expresan ¡::erfectamente en sí mismas, se nos mues­tran estas fachadas - y ahora más claramente que nunca - como una patente infracción de dicho principio en cuanto se refiere a la relación de la imafronte con el cuerpo principal del templo.

Y henos aquí otra vez planteando la inevitable cuestión, verdadera espina en toda esta materia. ¿ Fué, pues, la lógica (la lógica esencialmente constructiva ) la guía y la ley que presidió la concepción y el trazado de estas catedrales? Indudablemente, se puede contestar, que sus trazas estaban muy penetradas de un razonador espíritu arquitectónico, especialmente en cuanto se refiere a las bóvedas y sus nervaturas, por ser estos elementos esencialmente constructivos. Es muy posible que, justamente por tratarse de ¡::roblema tan riguroso y difícil, se haya planteado con sencillez tan notoria. La protección absoluta que las bóvedas suministran al resto del edificio contra los riesgos de una techum­bre combustible (según se ha demostrado en Reims), la forma de las bóvedas, la pequeñez de sus piedras, su ligereza, su trado­sado a nivel, su adaptación a los peraltados arcos formeros para concentrar los empujes, son rasgos que parecen basarse todos ellos exclusivamente en un ideal constructivo. Y, sin embargo,

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ARQUITECTURA

sabemos que en uno de sus caracteres más fundamentales, cual es su inmensa altura, no estaban reguladas por la lógica, sino por otro ideal. Ese constante e ideal prurito de aumentar su elev·acíón originó algunos de los mayores problemas de esta arquitectura; por lo pronto es la verdadera causa de todo el sistema de con­trarrestos exteriores, con todos sus riesgos y costosa construcción.

Pero cuando entre las afirmaciones teóricas nos encontramos la de que esta arquitectura se basaba primordialmente sobre {a

'

\. .

Fig. 9." -·· Parte posterior de las torres de San Juan de las Viñas, antes

del último bombardeo

compleja dialéctica de [os tiempos medios ( 4) , o bien cuando nos dice uno de sus más recientes historiadores (5) "ni un átomo de la estructura era ineficaz, ni se dejaba nada que fuese vital al capricho o al azar. La~ leyes de la belleza quedaban subordi­nadas a las de la vida científica", advertimos que se pretende im­poner el señorío absoluto de la lógica. Pero actualmente, ¿qué es lo que la realidad nos enseña? En Reims vemos la importan­cia del trozo de muro que se alza a bastante altura por cima del trasdós de las bóvedas, en torno de todo el edificio (fig. 7."); pero toda vía se nos muestra otro e.s fuerzo considerable de los constructores en el suntuoso para¡:eto puramente decorativo ( 6 ) que corona el referido muro (fig. l2") ; veremos la construcción para la esl:elta torre, exclusivamente decorativa, que ' se alzaba sobre el centro del crucero y que tan importantísimo papel debió desem¡:eñar en el efecto general exterior del antiguo edificio del siglo XIII. También ahora, más claramente que antes, advertimos ( fig 0 ."), a través de los ventanales de las torres, la enorme disparidad que media entre el tamaño y la forma del cuerpo de la iglesia y los de su fachada. Pues bien; lisa y llanamente, nada de esto tiene la menor relación con la "dialéctica" ni con las ~'leyes de la vida científica". Esas aplicaciones tan excesivas y autoritarias de la teoría no concuerdan en modo alguno con la realidad del monumento. Cierto, muy cierto, que su edificación es lógica; pero no de un modo absolutamente exclusivo.

Así, pues, el maestro autor de aquellas obras no estaba su­peditado de un modo absoluto a la lógica, ni a la estricta econo­mía, ni a nada por el estilo. No por cierto. A veces se separaba por completo de la lógica e insertaba en su catedral cosas que implican una carga extraordinaria para los cenceños y esbeltos pi­lares y un gasto ~'puramente inútil", según la frase vulgar. Hom­bre de tales arrestos, es bien seguro que habrá hecho en el edi­ficio otras muchas cosas tan "ilógicas" y tan decorativas como las reseñadas. Establecido todo esto, tratemos de esclarecer otras hipótesis o problemas. Uno de ellos es la supresión del muro en el cuerpo de luces de la nave. ¿ Fué el entusiasmo de haber lle­gado a determinar lógicamente la inutilidad del muro lo que condujo a aquellos maestros a substituir el cerramiento de piedra con el encristalado, apesar de que éste debía seguramente resultar más caro y menos duradero?

P orque, sea cual fuere el coste de las vidrieras, nada resulta hoy día en Francia más barato ni más sencillo que la cantería lisa, necesaria para la construc.ción de dicho muro; y, a juzgar por la maestría de los mazoneros medievales, no es fácil que ocu­rriese entonces lo contrario. Si aun nos cupiese alguna duda, po­demos convencernos viendo en este ejemplo esa gran masa de muro continuo que el constructor colocó ·sobre los arcos de la

(4) A . K P orler, Beyencl A.n·hilcr·turc, ¡1ág. 37. (5) S t uq;is y Frotl tingham. YOI IIL pl-'tg. 29 . (6) Com p[nese con e l ele la cated ra l de Solssons (Cig. 3.a).

d e r educida a:tut-a. la .(lue ¡lltrame n te exigt su fu~Jción ú til, se­g ún he ¡Jodido comprobar.

• 101

ventanería alta, contrariando por completo la·s exígenciélls es­tructurales.

También en este asunto cabe dudar de la intervención de la '

lógica e inclinarse a creer que el verdadero motivo para la su-presión del muro fuese el atractivo ejercido por la belleza misma de las vidrieras pintadas.

El principio lógico va íntimamente unido con el del acuse o manifestación de {a estructura para conseguir efectos estéticos. También en esta materia se esclarece la teoría por el examen de las ruinas, que la ~;onsolidan en sus más amplías aplicaciones. Confírmase de un modo sorprendente la teoría de que las ner­vaturas soportan Jos plementos de la bóveda, por el modo como ha ocurrido su fractura, así como por la extensión de ésta, ha­ciéndonos ver que los nervios, no sólo son miembros realmente funcionales, sino que constituyen la parte más importante de la bóveda. Los ejemplos en que todo el plemento se ha caído hasta junto el mismo nervio o baquetón, no sólo son más numerosos que los del caso contrarío, sino que en estos últimos mismos se manifiestan generalmente unas quiebras que siguen dirección pa­ralela a los nervios. Todos estos he<:hos parecen, pues, desmentir la opinión de Porter (7), de que la función de los nervios o ba­quetones como soportes de la bóveda había sido uexagerada so­bremanera", ya que ante todo servían para sostener las cimbras de madera durante la construcción; así como la afirmación de Brutails (8) de que las nervaturas eran ~~para soportar, en teoría; pero en realidad sólo servían para el aspecto o apariencia".

Por lo que ~oncierne a este principio general, parece existir, sin embargo, cierta confusión de conceptos. Es cierto que para la obtención del efecto del edificio convenía acusar el sistema de las bóvedas nervadas. Parecidos recursos han usado todas las arquitecturas - recuérdese si no la decoración interna de la cúpula del Panteón de Roma o el modo de subrayar la función mecánica del arquitrabe en el entablamento griego, dejándole ab­solutamente liso. - Análogamente, los constructores góticos acen­tuaban con énfasis la nervaturélls de sus bóvedas. De todo lo cual resulta inevitable que los más bellos efectos de los edificios góticos están íntimamente ligados con las necesidades que satis­facían: tal es el caso de las insuperables per¡:ectívas de sus in­teriores, producidas por la manifestación estructural de las part·es del edificio - naves laterales, crucero y deambulatorios, - im­puestas, de seguro, por necesidades litúrgicas. Por tanto, no se

. . . . -..:.

Fig. lO." - Ruinas de San Juan de las Viñas

miente al decir que las principales fuentes de -sus efectos esté­ticos brotan de la revelación de la estructura, con la única y no­table excepción de las vidrieras de colores. Pero un error dialéc­tico, en el que con frecuencia se incurre, consiste en transformar el concepto de lo que sólo es un medio en el de fin primordial. Tal ha sucedido al parecer con este principio de la manifesta­ción de la estructura, llegando a creerle una ley del estilo de universal aplicación, y así se ha originado la teoría expuesta en

( 7) P om·ter, Cons~r!!Ction of Lombm·cz and Gothic Y,au lts pág . 16.

( 8) B n•tails, obra cita da, páginl:l 153.

-

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ARQUITECTURA

Cuadro de elementos y principios RESULTADOS ORDENADOS

POR ELEMENTOS

l .-- Las nervaturas sostienen la bóveda. y, por tanto, concentran sus empujes.

2. -· En la parte baja no soportan la bó­veda.

3.- Los arcos diagonales proporcionan más sostén a la bóveda que los de cabeza.

4.- E l arbotante no ejerce empuje sobre la bóveda.

s.-Arbotante superior. implantado de­masiado arriba; es de escasa eficacia para el contrarresto de la bóveda.

5 bis.- Rotura del arbotante superior. 6.- Los pináculos de los botareles resultan

demasiado ligeros. 7. - Bóvedas. Los tramos contiguos, en las

naves, no dependen unos de otros. 8.- Bóvedas. Se ha exagerado su impor­

tancia en relación con la de los muros. 9. - Bóvedas. Altura del macizado o relle­

no de los senos. 1 O. - Bóvedas. La zona de arranques o

enjarjes se sostiene por sí sola, indepen­dientemente de los nen-ios.

11 . - Trasdosado de las bóvedas.

12.- ~o existe solidaridad entre los plc­mentos apoyados sobre un mismo arco diagonal.

13.- Ligereza de la edificación. - Soi­ssons.

14.- Grandes espesores de las bóvedas. ­Reims.

1.:;.- Las bó,·edas son independ ientes ele los muros.

16.- No hay solidaridad entre los arco:i formeros de la nave mayor.

16 bis. - Los fustes o baquetones de las pilas no son estructuralmente esenciales.

17.- E scaso es¡)esor de los muros.

18 . . - La parte de muro entre los arcos de los ventanales tiene verdadera impor­tancia.

19.- Supresión de los muros. 20. - A rmazón orgánica de la estructura. 21.- Importancia de la techumbre.

22. - ~uros transversales debajo de la cu­hierta de las naves laterales.

23. - Verdadera importancia del parapeto decorativo.

24. - La supresión del muro en el cuerpo de luces es más decorativa que lógica.

2s. - La torre y flechas sobre el crucero ( 1 ) • muy ligeras, decorativas.

26.- Falta de correspondencia entre la fa­chada y el cuerpo de las naves.

27.- La estructura subsiste casi completa suprimidas las bóvedas.

28.- El arbotante superior apenas contra­rresta nada de las bówdas.

FIGURAS

Figuras l.a, a, 4.", b, 6.", e, 8.~ y 16.•

Figuras 2.", b, 4.", e, 13.a (dos perfora­ciones).

Figuras 1.", a , 2!, e, s.•, 6!, a, b, d.

Figura 2.", d.

Figuras 2.", f, y 5·"

Figuras 2." , d, y 14.", a. Figura 14.~

F iguras l.", c. y 6.\ a.

Figuras 2.\ k, y 17.•

F . ? ., 3 8 b 4 • ., 6 ., b tguras _ _. . e, e, . , , . , a , 5-' y .' , .

Figuras 2.", b, s.a y 6." b.

Figura 7.8 •

Figuras 1.~ . 2.". c. 4.•. c. y 6.", d.

Figura s 2.", c. s.\ 6.•, d, e, f. y 17."

Figura 13.•

Figuras 2.", k, 4.a, a, y 18.•

F. ? " 3 a " 1guras -· . . Y s ..

Figuras l.", f, 4.", d, y S·a

Figuras 1.", d, 3.", b, y 6.•, e, f.

Figura 2.'\ k.

Figura La, b, c. Figuras 1.8

, e, S.• y 6.•, g. Figuras 2." y 12.•

Figura 6.8, h.

Figuras 7." y 12.•

Figura::; 7.a y 12."

Figuras 7.", 8.", 9.\ lO.a y 1 ¡a

Figuras z.a y 17."

Figuras 2.a, d, e, f, y 6.\ e.

-102-•

1

CO~TRASTACION DEL PRINCIPIO

S~ confirma el prÍnCÍllÍO lógico, asÍ como el acuse de la estructura.

Contrariado el principio lógico y el acuse de la estructura.

Contrariado el acuse de estructura ; con­firmado el contrarresto de empujes.

Contrariada la contraposición de empujes.

I de m íd. íd.

ldem íd. íd. Contrariada la teoría de los pináculos .

Contrariado el equilibrio por colllrapusi­ción de empujes.

Contrariada la teoría.

Confirmada la teoría.

Contrariado el acuse de la estructura.

La teoría queda perfectamente demostrada.

S<: contradice la teoría del equilibrio de • empuJeS.

En el presente caso la construcción resulta r ealmente ligera.

Se contradice la ligereza de la construc­ción en este caso.

Punto de vista medieval.

Se contradice el cquililn·iv por colllraposi-ción de empujes. .

Acuse de la estructura contradicho. así co­mo el principio de la /óyica.

Se confirma la ligereza de la construcción.

Revela el verdadero punto de Yista me­dieval.

Coníirmada la teoría. Se confirma la teoría. Se contradice el acuse de la estructura.

I dem íd. íd.

Contrariado el rigor lógico.

Idem íd. íd.

Contrariado el rigor de la lóyica.

Idem íd. íd.

Punto de vista medieval.

ldem íd. íd. •

..

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ARQUITECTURA .

los libros. Como en realidad equivale a atribuír ciertos sentimien-tos e ideales a los arquitectos de la edad media, esas afirmadones adquieren ípso facto interés de humanidad y comunican a la historia del arte gótico un carácter dramático y ha·sta moral sí se quiere. Es lástima que no puedan basarse o confirmarse tales atribuciones con pruebas documentales, que en vano se buscarán en los hí.storiadores ; véanse, por ejemplo, los trabajos de un autor como Mr. Porter, que tan hábilmente sabe llegar a la entraña de los documentos para explicar los puntos de vista de aquellos tiempos, y nada análogo oí remotamente parecido se podrá en­contrar. Para su examen y discusión nos vemos, pues, limitados al estudio de los monumentos mismos.

La realidad nos enseña ahora que algunas cosas consideradas frecuentemente como estructura acusada no son verdaderamente estru-cturales. El fuste único adosado al cuerpo inferior de las pilas en la catedral de Soissons {figs. J.", f, 4.", d, y 5.") no so­porta en realidad a los que corresponden a la·s bóvedas de la na ve mayor, ni, por tanto, recibe carga alguna de estas bóvedas. L a rotura muestra además la escasísíma ligazón que existía entre el fuste y la ¡;ita, insuficiente ¡:-ara c;:ue aquél aumente en nada la resistencia del pilar. Lo dicho no significa que el adosar ese fuste sea un defecto de trazado, sino únicamente que no expresa la rea­lidad de la estructura; sólo es una ficción que satisface a la vista, aunque lo haga tal vez del modo más adecuado.

Vol vamos a estudiar el caso del arbotante y su botarel. Sí observamos cuidadosamente el punto en que el arbotante superior intesta en el muro - catedral de Soissons, fígs. 2.", f, 6.", e, -relacionándole con la altura del macizo de la bóveda ( fígs. 2.", e, e, 4.•, 5.", y 6.", b,), veremos que tal vez sólo el borde inferior de su sección coincide con la parte sólida del ·enjarje de la bóveda, y que el borde superior sólo acomete al muro. No explica esto muy satisfactoriamente la fundón de dicho arbotante superior; así es que nos podemos preguntar, como en el ca•so precedente, si no será una expresión estructural que no corresponda con la realidad de las cosas.

Por otra parte, muestran también las ruinas ciertos elementos estructurales que no se acusan. Uno de ellos, que ahora se ve más

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...

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Fig. J J." - Catedral de Reims. La fachada después del bombardeo

claro que en Jos dibujos teóricos, es el macizado de la parte in­ferior del arranque · de las bóvedas, que sugiere la posible trans­misión del empuje de los arcos de osatura a esa parte sólida (fígs. 2.", b, 5.", 6.", b) . Decimos posible, porque del aspecto del macizado ( figs. 2.", e, 4.", a, 6.", d, y J7.") parece deducirse un escaso valo~ resistente para dicho servicio, siendo lo probable que sólo prestase el de aumentar ¡:eso. De todos modos, se ve que el arranque y enjarje desempeña una función completamente distinta de la del resto de la bóveda, función que no se acusa como no sea en el tamaño algo mayor de las piedras de esa parte~ esto tiene en sí poca importancia; pero en cierto aspecto no deja de tenerla, porque su trazado y ejecución contribuyen mucho a dar esa im­presión de que las bóvedas se sostienen por completo en el interior.

- 103

A cuyo fin tendía también m gran parte el trazado de las ner-. vaturas y fustes.

En la catedral de Reims se encuentra otro caso análogo (9). Son unos muros de traviesa que hay encima de las bóvedas; acoda­lando los arbotantes superiores. Esta interesante construcción sólo se encuentra en Reims; en Soissons no a·parece, y pare-ce mostrar que los arbotantes de la parte superior no desempeñan el papel que aparentan, sino otro no acusado.

Otro caso del mismo género nos manifiestan los arcos dia­gonales que, tanto en la na ve central como en las laterales ( fígs. J.•, 2.", 6.~ y J3/), parecen limitar las rotur~s, o, lo que es lo mismo, ser los arcos más fuertes de la bóveda y los verdaderos

Fig. J2." - Catedral de Reims. Vista desde el Sur des~ués de destruída la t·echumbre

límites de sus divisiones estructurales. Y, sin embargo, esto no se acusa por una mayor sección transversal de los diagonales, sino que, por el contrario, son los arcos perpiaños o fajones los que aparecen expresando tales funciones, con sus 'Perfiles más vigo-. , rosos y mayor secc10n.

También tenemos la estructura de la techumbre, que mani­fiestan -con toda claridad las fotografías de Soissons ( figs. 2.", y J 7."), ¿puede eludírse la cuestión diciendo que "no es la verda­dera cubierta" (JO) y que no tiene importancia bastante para exi­gir que se acuse su estructura, ni cómo se sosHene? Sabemos que su peso total era próximamente los dos tercios del de las bóvedas ( J J ) , carga con la cual no tuvieron más remedio que contar los que trazasen el edificio. También poseía un valor decorativo, cuya importancia muestra la comparación del aspecto antes y después de su destrucción (R eíms, fíg. J 2."). Y además c:onstituía una estructura orgánica con sus formas o cuchíllos correspondien­tes a los arcos de las bóvedas, estructuras que los constructores hubieran podido revelar al exterior si hubiesen querido.

Queda, por último, la cuestión de las fachadas. No es de ahora la discusión de su mayor o menor falta de relación con el cuerpo del edifico, o del acuse de aquél; pero sí han aumentado considerablemente las facilidades para que nos podamos cercio­rar. Los ejemplos de Reíms y San Juan de las Viñas, Soissons (figs 9.", JO." y H."), son convincentes. Estudiémosla también en la catedral de Soissons, con una fotografía tomada a•ntes del bombardeo final ( fig. J5.") y con un croquis hecho desFués de las jornadas del Aisne - junio de J9J8 - (fig. 8.") , mirando por la brecha de la na ve hada el trasdós o respaldo de la fa­chada ¡:ríncipal. Con asombro nos damos cuenta de que el arco relativamente pequeñísimo que vemos en el centro corresponde a la sección de la bóveda de la na ve, y que los arcos de los lados pertenecen al basamento de las torres.

Contemplemos ahora la fachada ( fíg. J5."), y advertiremos la expresión tan sencilla y directa que manifiesta de algo que no tiene la menor relación con el edificio que hay detrás. ¿Es po­sible sostener que para los artistas que construyeron estas facha­das haya ·podido ser el acuse de la estructura un principio regu­lador en el sentido que nos lo imponen los libros modernos ? Sí las comparamos con la encantadora traza de la iglesia de San Nicasio (Reims), de la que ya no qu·edan más dibujos ( J 2), y la consideramos como ylerdadero tipo de fa·chada gótica plenamen­te desarrollada, tendremos que reconocer que las otras distan mu-

( 9) En una fo tograffa en la Historin de lct A1·q·uUectunt, de Kir. ball y E;ugell, pá.g-. 287, iig . 144.

( 1 O) Moore, pá.gina 170. ( 11 ) En S t - Ouen , de Rouen, el peso de la cubierta sobre

cada pila es d e 12.000 kilogramos y el de la bóveda 20.000 ( Guadet, vol II pá.g. 344, f¡g·. 1.096) .

( 12) S ttu·giss y Ft·othi?hUhant II, pág. 110. ( Viollet le Duc, Dicoionnt'io de A t•qnitectut·a, tomo III, Clocker, fig, 7 5.

-

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ARQUITECTURA

cho de serlo. ¿Por qué, pues, aceptar como ley, reglas que pre­sentan excepciones de tal importancia ?

Todos estos ejemplos de cosas, que aquellos constructores conocían mejor que nosotros y que no han querido acusar, con­tradicen la generalidad del principio y nos deben hacer más cautos en lo sucesivo para limitar la generalidad en nuestros asertos.

Tócanos ahora revisar el principio llamado generalmente del equilibrio de empujes y considerado muy a menudo como el más fundamental del estilo (J3). Su caso más sencillo y comprensible es el de los arcos adyacentes, que se contrarrestan mutuamente. Según la teoría, al suprimir uno, los demás tienden a caerse co­mo una fila de fichas de dominó; porque se sostienen por equi­líbraftSe mutuamente los empujes de cada dos contiguos. Pero si examinamos los arcos formeros de la na ve y los de comunicación, en la catedral de Soissons ( figs. J.", 2.", 3." y 5.") , veremos que los arcos que han quedado a uno y otro lado de la brecha se sos­tienen perfectamente sin el contraempuje -de sus contiguos des­truidos, aun a pesar de las terribles conmociones que los sucesi­vos destrozos han debido causar a la osatura del edificio.

El equilibrio de empujes contiguos se supone generalmente que también existe entre los plementos adyacentes de una misma

mente usada en esa iglesia, acabará de esclarecer este particular. El arbotante, calculado científicamente, aparece en su verdadero oficio de puntal, lisa y llanamente. Pero sus líneas esquemáti­cas no constituyen la exclusiva solución del problema. El siste­ma empleado por el constructor es una a¡:roximación a la forma teórica, ¡::ero mucho más agradable que aquella; así como las complicadas combinaciones curvilíneas de las grandes armaduras inglesas de madera, se aproximan a los diagramas rectilíneos de ciertas formas o cuchíllos que serían la solución puramente me­cánica del problema constructivo. Aquí surge inevitablemente la cuestión de si los tracístas o maestros góticos conocían esa solu­ción matemática, ese mínimo científico. Es indudable que no sabían hallarlo matemáticamente (J5 ). Pudiera, sí, vislumbrarse, por lo que hemos indagado acerca del acuse de la estructura, que se hacían cargo de que la forma artística y práctica que adoptaban se distanciaba bastante de la forma útil o necesaria. Pero si admi­timos que aquellos artistas ¡::royectaban en conformidad con la verdadera estructura, aunque sabiéndola ampliar libremente cuan­do la juzgaban inadecuada, también ¡::adremos admitir que en sus primitivos ensayos (l6) constructivos, en sus talleres y planos de montea, pudieron aprender aproximadamente cuales eran las

Fig. 13." -Catedral de Reims. Perforaciones en las bóvedas producidas por las bombas.

Fig. 14.3- Absíde de la

catedral de Reims. Fig. J5."- Catedral de

Soissons. La fachada antes del bombardeo

bóveda, así como entre los dos arcos diagonales que arrancan de un mismo apoyo. En cuanto a los plementos, no lo confirman las figuras J.", 2.", e, 4.", e, y 6.", d, por el modo como han que­dado, pareciendo ser más cierto que sobre los nervios diagonales mismos se anula el empuje del plemento. Respecto a los arcos diagonales, el testimonio de los que han quedado intactos se muestra contradictorio. En las figuras 2. n, e, y 6.", d, queda un solo diagonal contradiciendo la teoría; en las 2.", b, 4." a, y 6.", a, vemos que h~ quedado la parte inferior del sólido del enjarje que basta a contrarrestar al arco contiguo, confirmándose la teo­ría. En la nave baja (Hg. J.", a, a), están intactos los diagonales de dos tramos contiguos.

Por lo que res¡::ecta a los tramos de la nave mayor, podrá afirmarse que no se contrarrestaban mutuamente, sí se conside­ran las fases sucesivas de su ruina mostradas por los figuras 2.", 5." y 8." (véase núm. 7 del cuadro general). Parece, pues, con­firmarse la opinión sostenida por algunos de que dichos tramos no pretendían contrarrestarse y que su independencia mutua cons­tituye positivamente una ventaja constructiva.

Como caso típico y capital ejemplo del prínéipio que estu­diamos se cita· siempre el contrarresto de la bóveda por el arbo­tante. Pues bien; ahora vemos que no hay tal contraposición de empuje acfi<vo en la acepción que se venía usando. Si el arbotante ejerciese empuje contrarío al de la bóveda, cuando esta se hunde, aquél volcaría al endeble muro hacía el interior; cosa que no ha sucedido en varios casos de los que examinamos (fígs. 2.", d, f, y 6.", f). Claro es que existía el equilibrio, y que la bóveda em­pujaba contra el arbotante; pero este último actuaba casi mera­mente .como un puntal que recibe dicho empuje y lo transmite a los grandes botareles exteriores. Transmisión de empujes más bien que equilibrio, es lo que el ejemplo nos revela.

El dibujo de la sección de St - Ouen, de Rouen (J4) , en el que se indica la forma teórica del contrarresto, al par que la real-

(1 3) Sturgiss y Ji'rothingham III pág. XXIX. (14) D e la obl'a de Guadet fig. 1.096. Pana los soportes pro­

vi s iona les cons t ruidos en R eims d ur::. n t e el bombardeo, parece ser q ue ::¡e ha adoptado una forma pbrecida.

-104

líneas necesarias del arbotante; ¡::ero que prefirieron satisfacer las condiciones del problema por medio de formas más libres y más arquitectónicas, como las que vemos en la catedral de Soissons.

Las conclusiones a que respecto al arbotante . hemos llegado no nos impiden reconocer que esa transmisión de empujes consti­tuyó realmente una gran innovación, tan original como atrevida, y tan afortunamente tratada como genuinamente gótica. En vez de lo de las "fuerzas vivas" actuando constantemente y "luchan­do entre sf', nos contentaremos con la transmisión de empujes y con un sistema real y efectivo de bóvedas, elementos que en rea­lidad constituyeron una nueva arquitectura, cuya maestría, ori­ginalidad y ~elleza le dan títulos suficientes a nuestro estudio y admiración.

Quédanos por estudiar otro principio más general: la lige­reza de la construcción y sus causas determinantes. En las ruinas de edificios más reducidos se encuentran casos sorprendentes de ligereza en la construcción de las bóvedas, cuyas plementarias. por ser meros cascarones de sittareios delgadísimos, se han apla­nado sobre el suelo casi como si fueran de baldosines ( fig. 16") . Y aun en la catedral de Soissons las bóvedas de la nave son tan ligeras que algunas parecen haberse venido abajo, con nervaturas y todo, con explosiones tan débiles que no han destruido siguiera la techumbre. Pudiera esto deberse a que el proyectil sólo ¡:erforase la cubierta y la bóveda ( fig. 2.", m ), o bien a que entrase ¡::or un ventanal, como en la figura 2.', d, haciendo luego volar en añi­cos las delicadas plementarias y nervaturás, al estallar dentro. Pudiera sos¡::echarse si no se habrán caído los dos tramos de bó­veda contiguos a la gran brecha por consecuencia de la ruina de la bóveda correspondiente a ésta, y o~edeciendo al principio del equilibrio de em¡::ujes. La figura 5.•, de fotografía tomada en fecha anterior, nos muestra que se hundió dicha bóveda, pero quedaron en pie las dos contiguas. En Soissons los muros son también muy delgados (figs. J.", d, 3.a, e, 6.", f), especialmente en su parte superior, donde no tienen más es¡::esor que el de un

(t5) Guadet, 11. }Jág. 331. (16) Por ejemplo, en la r:atec1 ,.~l tle Xoyon. ' lust r&da ¡101'

1\ioore, fig, 4 7.

-

'

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1

ARQUITECTURA

sHlarejo, cuyo grueso sólo excede al de la tracería lisa de los veo­tanates, en el saliente de la moldura de las archivoltas de éstos (fígs. 2.' , f, 6.", e, y J8.") . P or el contrario, las bóvedas de Reims ( fig. J 3:·) son muy recias y no muestran síntomas de hundimiento. Se ve que los proyectiles no han hecho más que ¡:erforar limpiamente la espléndida fábrica de las bóvedas O 7). Igual robus~ez se manifiesta en el gran muro de recinto y en su parapeto ( fig. 7." ). A su gran fortaleza - proverbial en Francia - se debe que éstas bÓvedas no hayan sido totalmente arruinadas por los bombardeos, así como también a la abnegación de los soldados franceses, que, cuando el bombardeo, continuamente di-

Fig. J 6." -Iglesia de Nettancourt

rígido contra el crucero, amenazaba arruinar todo el centro del edificio, trepaban bajo el fuego rara construir los areos de fá­brica necesarios para evitarlo.

El motivo básico de 'la ligereza que, en general, presenta la construcción gótica se revela en gran parte mediante la compara­ción de las catedrales de R eims y Soissons. Esta última era mu­cho menos importante y estaba construida con menor lujo. La d·e R eim s se erigió para que fuese el templo regio y más esplén­dido de Francia. Claramente se deduce que la ligereza construc­tiva de Soissons dimana de la economía, mostrada también en todos sus demás elementos y detalles.

Pero entiéndase bien que la liger.eza de la construcción es cosa distinta del efecto o impresión de ligerzea, el cual es mucho más ¡:ronunciado en Reims, con sus haces de columnas en los apoyos, aéreos arbotantes y eshltas torrecillas en la fachada, y no ¡:or economía, sino por amor al efecto perseguido, que es una de las más l:ellas características del gótico.

Expuestos ya la mayor parte de los problemas relativos a les elementos de aquellas construcciones, nos queda por discutir cuál fué la razón determinante rara preferir el arco apuntado al de medio punto, y examinar si tal cuestión, que parece tan de pura arqueología, se pudiera dilucidar ¡=or el estudio de las rui­nas. Y a hemos visto que los arcos diagonales se han construido mejor que los otros (cuadro general núm. 3) ; pues bien, los de la na ve baja son de medio punto ( fig. J.") , y los de la na ve ( fíg. 5."), casi lo mismo, mientras que los demás arcos son apuntados ( figuras 4." y 5."). Las apariencias, por lo que a la construcción se refiere, favorecen al arco de medio punto, lo cual hace suponer que se adoptaría el apuntado por otras razones, tales como la re­ducción del empuje, el aparejo de las bóvedas o la belleza de la forma. P ero el testimonio de las ruinas no es tampoco decisivo en cuanto a qué forma de arco sea más resistente; por lo cual, esta cu~stión es una de las muchas que han de esperar para ser resuel­tas a que progrese el conocimiento de la construcción y de su his­toria.

Un detalle interesante en la evolución del estilo es el cambio del fin útil de los pináculos de los contrafuertes, en un fin casi exclusivamente decorativo. El ábside de Reíros ( fig. J4.") nos muestra destruídos dos de los elevados templetes de sus pináculos, y ctro privado .efe una de las columnas que lo sostienen; lo cual no ha implicado graves daños para la construcción en torno suyo, excepto para el ligero parapeto de coronación de las capillas, evi­denciándose a:sí la verdadera ligereza de aquellos elementos, a pesar de su aparente solidez, y poniendo de manifiesto, que aun

(17) ~o poseo fo tografías de los destrozos posteri or.:-s. E n l\l<t ~ o de L>l !> no se hal:>fan publi cado t oda vra postales del inte­rior, y cuando estuve, en Octubre de 1918, se prohibf.a la en trada a 1a catedral, por las muchas piedr 1s que se desprcndfl'l.n.

- 105

en época tan temprana como la de aquella construcción, se sabía ya que no eran esenciales para la estabilidad, y que constituían elementos decorativos tanto en el aspecto como en la realidad.

El ·estudio de las últimas vistas de Soissons ( fíg. 2.") sugie­re una importante observación de carácter general, a saber: la importancia de la masa de edificación que d~spués de hundirse las bóvedas ha quedado en p ie. Causa verdadera sorpresa el ad­vertirlo, mucho mayor si se recuerdan los prolijos estudios acerca de bóvedas y apoyos de que están llenos nuestros libros ·sobre ar­quitectura gótica. Cuando esperábamos encontrar que el muro exterior, que juzgábamos mera envolvente de las bóvedas, se habría derrumbado al caer éstas, y <:reíamos que todo el edificio se cifraba únicamente en bóvedas, pilares, contrafuertes y cerra­mientos de vidrieras, vemos cosa muy distinta ante nuestros ojos. De las siete bóvedas que componían la na ve han desaparecido cuatro, dos de ellas materialmente extirpadas, y, sin embargo, la r.ute más considerable del edificio quedó en píe. Advertimos en seguida que los muros subsisten también con toda la composición de la na ve completa, excepto que, en vez de las bóvedas, nos muestra la techumbre de madera (fig. J7."). Esto nos hace re­cordar con timidez las heréticas elucubraciones de F érgusson so­bre las ''fingidas cubiertas de piedra" 08), y sugiere la idea de que tal fué el as¡:ecto del edificio durante largos años, en la Edad Media, · mientras estuvo en construcción (más o menos utilizado para el culto), hasta llegar a su última eta~a con la construcción de las bóvedas bajo la rrotección de la techumbre. También nos hace pensar en que, para el maestro que trazó el monumento, constituyeron no pequeña parte d.e sus rroblemas y ca vilacíones esta cubierta, esos muros, el triforio, las cubiertas de las na ves bajas, la acción del viento, la evacuación de las aguas y de las nieves, y que todo ello lo tuvo que resolver independientemente de las bóvedas o a ¡:esar de ellas. De esta contemplación se sale con un nuevo conce¡:to y sentido del monumento, apreciándolo como un conjunto condicionado en lo fundamental por la bóveda, cier­tamente, ¡:ero constituyendo en sí mismo una gran composición y una obra grandiosa.

Terminado nuestro cotejo de la teoría en esos dos magní­ficos ejemplares del arte gotico, trataremos de resumir los resul­tados.

Emrezaremos rcr reconocer ~ue la teoría se confirma en cuanto se refiere al principio con más insistencia formulado y con mayor unanimidad admitido; cual es la trabazón orgánica de la estructura, ¡:atentizada admirablemente r or el modo como ha so­portado la violencia del bombardeo.

En seguida hemos de consignar que, si bien las ruinas ponen de manifiesto la íntima ada¡;tación del sistema de bóvedas a las

Fíg. J7." - Catedral de Soíssons. Cubierta de la na ve central

necesidades constructivas, han revelado también otros elementos y r·elaciones de partes que las contradicen. Cierto es que estos casos no son de extraordinaria importancia, pero bastan para refutar la

teoría de que las exigencias constructivas, llevadas hasta sus más lógicas consecuencias, pueden por sí solas dar la explicación de aquellas complejas trazas. Casi por completo obedecieron a razo­nes de orden estético, cuya probable importancia proclaman.

E l principio del equilibrio por contraposición de empujes re­sulta mucho menos cierto y, al parecer, debiera <:oncedérsele me­nor alcance. En su principal aplicación, en el caso del arbotante, aparece en oposición manifiesta con los hechos, y sólo parece con­firmarse res¡:ecto a algunas nervaturas de las bóvedas.

Al acuse o manifestación de la estructura parece habérsele dado exagerada transcendencia. Más que un principio, debe con­siderarse como un recurso arquitectónico, como, a mi ;uicio, ha­cían los constructores de la Edad Media, que lo manejaban según requería el efecto artístico del conjunto.

( 18 ) Férgttsson, Histo1·y of A1'chitectw·e, I pAg. :}21.

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ARQUITECTURA

La ligereza de la construcción se confirma de un modo sor­rrendente; ¡:ero, más que nada, parece motivada por necesidades económicas, res¡:ecto a la construcción estructural, y por exigencias del trazado arquitectónico, en los elementos de forma y apariencia.

En cuanto basta ahora llevamos dicho nos hemos limitado al análisis de la teoría, y cuando hemos encontrado que los hechos ~e oponen a ella, hemos hecho resaltar, no lo que na aquella ar­quitectura, sino lo que no era. Se pudiera, pues, sospechar que hemos querido despo;arla de sus excelencias, una tras de otra, y GUe nos hemos propuesto una labor destructiva aprovechándonos de sus terribles infortunios para descubrir sus errores.

Permítasenos volver la página. Lo que pudiera parecer labor destructiva tiende en realidad a libertar esas bellísimas creacio­nes de las cadenas demas·iado fuertes de la clasificación, for;adas por literatos de espíritu científico. Las afirmaciones autoritariast fundadas sobre las entusiastas hipótesis de Viollet-le-Duc, o sobre teorías literario-arquitectónicas, no pueden sino dañar a la causa de un arte como aquél e inspirar desvío, más que devociónt entre sus admiradores; teorías menos rígidas, más libres y veraces, son las que convienen a esos capítulos de la historia del espíritu bu­mano, cifrados en aquellas catedrales. Si al hacer esto privamos al historiador de su capítulo umás satisfactoriort, donde ''todo des­cansa sobre ¡:remisa innegables, matemáticas y científicasrt (J 9), tanto ¡:eor para él. De las grandes arquitecturas es ésta la más pe­netrada de imaginación, la que más se funda en ll!l programa puramente ideal. Aunque desarrollado con admirable fuerza ra­zonadora ese programa inmaterial - principalmente inspirado por el sentimiento religioso y su inherente tendencia a la elevación y al misterio,- es su verdadero fundamento y se revela en todas sus partes.

Al rom¡:-er así abiertamentet en ciertos puntos, con las teorías

( 19) Sturgis y Ft"'tll ingham JI p{lg 9.

DE LA E~POSICI"-"'

de los tratadistas, de ningún modo emprendemos sendas retrógra­das, sino que, por el contrario, nos orientamos bacía el porvenir. La contemplación de estas ruinas ba de sugerir inevitablemente un nuevo concepto del gótico; concepto en cuya exposición, las ner­vaturas de las bóvedas, los haces de columnas de las pilast la for­ma dada a los arbotantes y contrarrestos, los amplios ventanales, y, por último, las fachadas, encontrarán su verdadera explicación como partes de un trazado y composición puramente arquitectó­nicos, que, no sólo se asimiló las exigencias de orden religioso y constructivo, sino que las dominó y satisfizo por completo.

R ogerio Gitman. (Traducción del arquitecto R omán Loredo).

Nota. -El siguiente párrafo, tomado de una reciente publi­cación francesa (20), explica cómo se produ;o la ruina de la ca­tedral de Soissons:

uA ¡:rincipios de Febrero de l'H5, una bomba ~lcanzó a la segunda pila de la nave y la cortó a unos cuatro metros de altura sobre el suelo. Se hundió su ¡:arte superior con el capitel y las hiladas del arranque correspondiente de la bóveda, arrastrando en su caída las partes contiguas del triforio y su muro de cerramien­to. Pronto aumentó la ruina. A fines de marzo, las bóvedas de la nave mayor y de la colateral que cargaban sobre la pila destro­zada, faltas de su apoyo, se hundieron, así como también todo el triforio correspondiente: los ventanales, el arbotante, la armadura de madera y la cubierta de la nave".

Si esto es exacto {y no hay motivo para dudar de tan cir­cunstanciado relato), aunque varía mi explicación de cómo pudo ocurrir la ruina, no invalida nada de lo expuesto en este estudio.

(20) Gnides 1/111strées .1fkllcli 11 des dwm¡Js d e /JH/a ! l/u. P arís d e 1919; secci(m el e Sois~wn :::. pág. 21.

N PANAMERICANA ID>E ARQUITECTURA

Los %~raba~os d~ los a~rquitectos nacionales OR repu-tarlo de interés, publicamos a continuación

el veredicto del jurado que entend-ió en los trab~­

.ios presentados por los Arquitectos uruguayos a la Pri­

mera Exposición Panam.ericana de Arquitectura celebrada

en Montevideo, en Marzo de 1920 con motivo de·l Primer

Cong'reso Panamericano de Arquitectos.

.. En Montevideo, a ocho de M ·arzo de mil novecientos

veinte, reunidos en ] urado los delegados señores R. Vi­

llem·inot, delegado argentino; A. Coni Molrina, delegado

argentino; O. Montané Urrejola, delegado chileno; E.

Boix, delegado cubano; Newbery Thomas, delegado nor·

te americano; M. T alía, delegado paraguayo; Horacio Acosta y Lar a delegado uruguayo; J acobo V ázquez V arel a.

delegado urug'uayo y Daniel Rocco, presidente del Comité

de Exposición, han acordado lo siguiente:

Primero: Declarar fuer a de concurso las obras pre·

sentadas por los señores H. Acosta y Lar a, V ázquez V a•

rela y Ro~co, Onofre Montané Urrejol.a, Boix y Terra

Arocena en razón de ser miembros del ] urado sus autores

o coautores.

Segundo: Declarar igualmente fuera de concurso a la

Dirección de Arquitectura de la República Argentina en

ra::tón de no haberse ajustado a la dáusula primera de las

condiciones de presentación y al arquitecto ] osé P. Carré

en sus proyectos de Gobelinos, en virtud de no correspon·

der por su destino a edificios o monumentos realizados o

a realizarse en América.

Tercero: Declarar igualmente fuera de concur.so al señor arquitecto Cayetano Moretti en virtud de que los

trabajos que ha presentado son la continuación obligada de conceptos generales de otros aTquitectos y de no ha·

-

llarse en ellos por esa razón completam·ente representada

su personalidad artística.

Cuarto: Discernir los siguientes premios:

Primera Categoría. - Gran prremio de honor : a) a

la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Pú­

blicas de la Rep{,blica O. del Uruguay. b) AJ arquitecto

]osé P. Carré.- Medalla de oro: a) al arquitecto Ernesto

Vespigniani (Argentina). b) a los arquitectos Cifuentes y

J acquier (Chile). e) al arquitecto Alberto Shade (Chile) .

- Medalla de plata con primera mención : a) al arquitec·

to Juan M. Delgado (Uruguay). b) a los arqu.itectos E.

Durán Guani y L. Durán Veiga (Uruguay). - Medalla de plata con segunda mención: a) a los arquitectos Azza·

rini y Vilamajo (Uru guay).

Segunda Categoría. - MedaUa de plata con primerra

mención: a) al Arquitecto A·lbertolli. (Argentina). b) a la Comisión de Casas Baratas. (Argentina). e) al Arquitecto

J osué Smith Solar. (Chile) d) a los Arquitectos Lerena Acevedo y Lerena ] uanicó. (Uruguay.

Tercera Categor1a. - Medalla de plata con primera

mención: :s) a•l señor Rodolfo Brúgola. (Argentina).

Cuarta Categoría. - Desierta.

Quinta Categoría. - Desierta.

Sexta Categoría. - Menciones especiales: República

Argentina: a) Arquitecto Alejandro ChristopheTsen. - El

Jurado lamenta que en razón de lo establecido por el agre·

gado al programa para los trabajos presentados en esta

Categoría, no le sea posible discernir a dicho señor una

más alta rrecompensa al valioso conjunto que ha presenta·

do. b) Arquitecto Alejandro Bustillo. e) Sociedad Central

de Arquitectos. d) Arquitecto G. Aloisi. e) Arquitecto Al-

100-

•,

Page 21: Arquitectura 46 - 1921

1

1 J 1

1

ARQUITECTURA

bertolli. f) Arquitectos T ogneri y Fitte. g) Ar·quitecto Juan

W aldorp. Bolivia: a) Arquitecto Emilio ViUanueva. b) Ar­

quitecto A. Posnansky. e) Arqu·itecto J. Mariaca. Chile:

a) Dirección General de Obras Públicas. b) Arquitectos

E. Doyere y Patricio lrrazabal. e) Arquitecto Mo·rales. d)

Arquitecto Luis Mosquera. Estados Unidos: a) Office of

. Supervising Architect Treasury Departament U. S. A. b)

Mac Kin, Mead and \Vhite. e) U. S. Housing Corporation

d) W. M. B. Stine·r. Uruguay: a) Arquitectos Azzarini y

Vilamajó. b) Arquitectos V ázquez Barriere y Ruano. e)

Ar·quitectos More a u y Pérez Montero. - El Jurado otorga

también menciones especiales para los conjuntos de do­

cumentos fotográficos pre•sentados por .las Repúblicas del

Ecuador, Paraguay y Perú. Firmado: A. Coni M olina, de­

legado argentino. R. Vill eminot, delegado •argen,ttino. O. M ontané Urrejola, delegado chileno. Elzeario Boix, cuba-

no. l. Newbery Thomas, delegado norteamericano. M. Ta­lia, delegado paraguayo. H. Acosta y Lara, delegado uru·

guayo. ]. V ázquez V arel a, delegado uruguayo. Daniel Ro­eco, Presidente del Comité de Exposición.

El Comité de Exp~sición hace saber que el juicio so·

bre los trabajos argentin·os, chilenos y norteamericanos

presentados con poster.ioridad a la fecha oficial y expues·

tos al público en el mes de Agosto de 1920, se verificó por

Jurado compuesto por Jos señores Ar•quitectos Horacio

Acosta y Lara, Decano de la Facultad de Arquitectura, ]o· sé P. Carré, Alfredo J ones Bronw y J acobo V ázquez Va­

rela profesores de arquitectura, Elz.eario Boix delegado

de Cuba al Congreso de Marzo y el infrascripto Preside·n­

te. Firmado. Daniel Rocco, Presidente. Pedro Belloni y

Gadea, Secretario.

Proyecto de Jardines Ampliación del jardín botánico del Prado

1--- AL TABA en el Jardín Botánico del P.rado - el prin­

cipal y más bello paseo público de Mont'evideo­

una zona reservada al cultivo de la.s especies medic.¡nales

. . ~ •' .. "'' .

• ,_.' ··.: . '

del país y de otras comarcas suceptibl·e•s de aclimatarse

al clima de la capital.

La Dirección de Paseos Públicos, que actua.lm.ente

termina los tr·abajos de transformación y ·embelleci­

miento ·del Jardín Botánico, ha decidido anexarle un•a

parcela de terreno de unas tres hectáreas de superficie,

contiguo al mismo y con fr.ente al camino Reyes.

El trazado de caminos y la subdivi,sión en canteros

'

se hará de acuerdo con el plano que publicamos, proyec­

to del arquitecto J. A. S casso, técnico de la Dir·ecc·ión de

Paseos Públicos, que fué aprobado por el Conoejo de A.

Departamental con fecha 13 de Diciembre ·de 1920. Dos zon·as se destacan en el proyecto~ 1la próximo al

107 -

Page 22: Arquitectura 46 - 1921

ARQUITECTURA

camino, reservada para las plantas medicinales agrupa·

das de acuerdo con u n c~iterio científico moderno, cons·

tituye u n museo vegetal, en tal concepto los canteros

t ienen reducida extensión, y son de configuración regu­

lar ; la segunda, la posterior, será una completa colección

botánica y zona de experimentación.

Es en esta par te que los estudiantes de .la F acuitad

de Medicina y Escuela de Farmacia, realizarán sus es t u·

dios de botánica práctica y aplicada, completando los pro·

gramas en toda su integridad y con todo el aprovechamien· • to necesano.

Para que estos estudios puedan efectuarse de manera

eficaz se ha previsto la construcción de un laboratorio.

La decoración de los jardines se completa con un

vasto estanque en el camino central, pérg·olas, bancos de-• cora hvos, etc.

EL MONUMENTO AL GAUJ(Clffi6 lFALL()) DEL ]URAIQ)(Q)

He aquí el fallo del ] urado que entendió en el con·

curso de bocetos para u n Monumento al Gauch o que debe

erigirse en nuestra capital.

"En Montevideo, a los 26 días del mes de Setiembre

de 1921, reunido el jurado para pro ceder a la designación

de los premios, de acuerdo con el llamado a concurso y

después de exponer cada uno de s us miembros las ra-:.o­

nes confirmatorias de las exposiciones, en sesiones ante­

riores, se pasó a tomar los votos dando el siguiente re·

sultado.

Para primer premio: El señor arquitecto ] acobo Va­

rela por el lema "Ansina"; el doctor Alejandro GaUinal

Lema "Ansina" , Primer Premio Autor: José Zorrílla de San Martín

"G b' , " por uazu 1ra ; el señor presidente doctor Regu.les

por "Guazubirá ", En consecuencia se declaran:

por .. Ansina"; el señor Pedro Blanes Viale por "La Fu en•

te"; e l señor ingeniero Carlos A. Arocena por "Ansina,.;

el señor presidente doctor Elías Regules por "Ansina".

Para segundo premio: El señor V ázquez Varela por

el lema "Centauro"; el doctor GaUina:l por "Centauro";

e l señor Blanes Viale por "Centauro"; el señor Arocena

desierto; el señor presidente doctor Regules por "Guazu·

b. , ~~~~ tra .

Para t e r cer premio: El arquitecto V ázquez Varela

por el lena "Gesta"; el doctor Gallina! por "Guazubirá" ;

el señor Blanes Vial e por .. Ansina,; el señor Arocena

- 108-

Lema " Centauro", Segundo Premio Autor: José Barbieri

Lema "Guazubirá", Tercer Premio Autores: Pascual Guissani y Francisco

Zorrílla de San Martín

Page 23: Arquitectura 46 - 1921

'

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1

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---- ------ -- ~- --- - --~---~--- ----- - - ------ -~---·--- --.. - --~--- - ~---- ----- ----- --- -- --- - - ~ -- -- --- ---

ARQUITECTURA

P . . "A . ,. r1mer premiO: nstna .

Segundo prem·Ío: .. Centauro".

T . ''G b' '" erc·er prem1o: uazu ua .

Abiertos los sobres cerrados de los :lemas premiados

de acuerdo con las bases del concurso, resultan premia­

dos los siguientes autore•s:

Con primer premio: Lema .. Ansina ". El señor José

Luis ZorriUa de San Martín. Con segundo premio: Lema .. Centauro". El señor

José Barbieri. Con tercer premio : Lem-a .. Guazubirá". Los .señore·s

Pascual Guisani y Francisco Zor-r.iUa de San Martín.

PROGRtlMtl : Una Sociedad de ffiúsica.

El edificio que será destinado a la sede de una so­

ciedad de Músicos y Autores Dramáticos, se compon­

drá de:

Un V.estíbulo. - Un Hal.l. - Un alojamiento de

cied.ad de Músicos y Autores Dramáticos, se compon­

drá de:

Un vestíbulo. - Un Hall. - Un aloja·miento d e

Conserj·e. - Varios salones pa·ra fiestas. - Jardín de

Se toman además las siguientes resoluciones:

Que desde el día 27 del corriente, los autore.s de los

bocetos no premiados, pueden retirar ,su trabajo de

acuerdo con el artículo 9.0 de las bases del concurso.

Que ,¡a Comisión .del Monumento a:l Gaucho queda

enca·rgad.a de hacer la entrega .de los premios y llenar

las demás formalidades previs.ta.s en las mism·as bases.

No siendo para má·s el a-cto, y a fin de que cons·te,

f.ir·mamos la presente en MonteV'ideo, a 26 de Setiem­

bre de 1921.- (Firm¡ado): EHas Reguiles, Carlos A.

Arocena, Alej·andro Gallina'l. J. V ázquez Varela, Pedro

Blanes Viale.

invierno, etc. - Un café R•estaurant. - Salones de jue­

go. - Varios salones .de estudio para la composición. -

Una Biblioteca musica-l con Gabinete para el Biblioteca­

rio. - Un Museo de in.strumentos an•tiguos y modernos.

- Una sala de Conciertos para 800 auditorios, con sus

dependencias, uno o dos "Foyers ", algunos camarines

para artistas, vestuaTios, W. C., etc. - Los varios loca­

les estarán reunidos por pórticos o galerías. - El terreno

aislado no excederá de 150 mts . . en su mayor dimensión

(comprendidos los jardines).

Alumno. - A. Barbieri Planta principal Prof. Arqto: José P. Carré

- 10!) -

Page 24: Arquitectura 46 - 1921

ARQUITECTURA

Alumno. - A. Barbieri Fachada Prof. Arqto: José P. Carré

A continuación transcribimos el programa que sirvió

de base para el desarroUo del primer esquicio del año en

el 4. o curso de Arquitectura.

TEMA : Una Institución de Ciencias naturales.

Este establecimiento situado dentro de una gran

ciudad universitaria, tendrá su entrada principal sobre

una pla~a pública y comprenderá tl'les divisiones:

Geología y Mineralogía.- Zoología.- Botánica.­

Estas tres divisiones comprenderán cada una: Un anfi­

teatro. - Varias salas de preparación y conferencias. -

·- . • <1 ••

~ ..

Alumno Alberto Muño:

Profesor Arqto : José P. Carré

Uno o dos laboratorios. - V arios gabinetes para profe­

sores y maestros de conferencias. - Depósitos. - Una

sa•la de colecciones. - Un laboratorio especial para el

certificado de estudios. - La Zoología deberá además

disponer de an acuario, un vivero y una perrera.

La botánica deberá disponer de invernáculos y de

un jardín b~tánico que se dispondrán de manera que

participen en la decoración d,e conjunto del establecí-• mtento.

La mavor dimensión del terreno no excederá de 150 •

metros.

110-

Alumno ltalo Dighiero

Profesor Arqto: José P. Carré

Page 25: Arquitectura 46 - 1921

1 1

1

ARQUITECTURA

CURSO DE MODEltiDO : 1 ? 11 Semestres

Los trabajos que publicamos a continuación han sido

América Rícaldoni

ejecutados copiando del yeso el motivo Central y compo­

niendo ·el alumno la guarda, para lo cual se le ha dado

como elemento. hojas naturales.

Juan Aubríot

antuario acional c~rrito

.. En Montevideo el seis de Setiembre de mil nove­

cientos veinte y uno, reunidos los infrasc,riptos que

constituyen el Jurado que debe resolver sobre los pro·

yec.tos de los Arquitectos que fueron premiados e·n e'l pri­

mer grado e invitados a concurrir al segundo grado del

concurso de pla·nos para la erecc.ión del San.tuario N acio­

nal del Cerrito, acordaron por unanimidad .lo que sigue:

1.0 Declarar elegido el proyecto presentado por el

arquitecto don Ernes.to Vespigniani, qu•ien gozará por lo

La reforma de tos Estatutos y la personerla ju­rldlca de la So­ciedad de Arqui­tectos.

ICA Publicamos a continuación, la nota de la Comi­

sión Directiva de la "Sociedad de Arquitectos del Uruguay" pasada al Ministerio de Industrias acom­pañando los Estatutos reformados, así como la re­solución del Gobierno acordando nuevamente a la ·

Sociedad, su personería jurídica. Los Estatutos, con las modifica­ciones introducidas, fueron ya ¡:ublícados en estas mismas páginas.

Montevideo, Mayo 3J de l92L - Exmo. Ministro de In­dustrias. - Alfredo R. Camfos y Fernando Capurro, respecti­vamente Presidente y Secretario de la "SOCIEDAD DE ARQUI­TECTOS DEL URUGUAY", con sede en la Avenida l8 de Julio N. o 953, antes V. E. nos presentamos y decimos: Que, ésta So­ciedad en Asamblea General el día 9 de Mayo último, reformó sus Estatutos y dispuso que se obtuviese del P. E. y en su favor la personería jurídica que le es indispensable para llenar cumpli­damente sus fines.

A la consecución de. éste propósito adjuntamos copia auten­ticada de los Estatutos reformados y pedimo-s a V. E. se sirva acordar a la "SOCIEDAD DE ARQUITECTOS DEL URU­GUAY" la personería jurídica correspondiente: Art. 2 J Código Civil.

.

tanto de los derechos que le acuerda el ·artículo 7.0 de ¡as

bases para e.l segundo grado de e-ste concurso. .

2.0 Declarar así mismo que el señor arquitecto don

Juan Giur.ia es acreedor a la asignación correspondiente

establecida en el referido .artícülo.

El Jurado .se complace en manifestar que ambos ar­

quitectos ha·n confirmado los méritos revelados en el

primer llamado.-Firmado: ]uan Zorri71a de San M art1n, Silvio G eranio, Alfredo Arocena, Elzeario Boix, Daniel Rocco.

Sírvase V. E. así disponer por ser justicia. - A. R. Campos, F. Capurro.

TESTIMONIO MINISTERIO DE INDUSTRIAS. Montevideo, Junio 24 de J 92J. - "Vista la solicitud ele "la So­" cíedad de Arquitectos del Uruguay" elevando al P. E. sus 41 estatutos reformados a fin que le sea reconocida la ¡:ersonería " jurídica: Con el Señor Fiscal dictaminante: EL. CONSEJO H NACIONAL DE ADMINISTRACION. RESUELVE: J.o Con­H ceder a la Socieda4 de Arquitectos del Uruguay la ¡:ersonería 11 jurídica que se solícita de acuerdo con el artículo 2J del Código H Civil y con sujeción a todas las prescripciones legales generales 11 y es¡:eciales vigentes y que en lo sucesivo se dicten. 2. o Que '' rrevía reposición de sellos y timbres que correspondan, se ex­". pidan los testimonios que se solicitan. Se notifique, se publique H y se archive. POR EL CONSEJO. BA TLLE Y ORDOÑEZ. 11 Luís C. Caviglía. T. Vidal Belo'\ - Secretario ...... Es copia fiel. - Carlos del Castillo, Director de Secciones.

Con motivo de la fecha patria del 25 de Agosto, Confraternidad la Sociedad de Arquitectos ha recibido los telegra-profesional. mas cuyo texto a continuación se transcribe:

Del Instituto de Arquitectos de Santiago. "Agosto •

25. Sociedad de Arquitectos. Instituto de Arquitectos adhiere con t-ntusiasmo sincero aniversario Independencia gran Re-

111 -

Page 26: Arquitectura 46 - 1921

.-. -- -~--~ ----- -·· --- -- --~---------- -- --~ -- --- -- ~------ -- - --·- --. -~ --- -----~~- -,____ -.----.---· ------ --- -- ---- ---- --------~-- -----~--------- ~- - -~~--- ------- --~~------- --. --.,--

ARQUITECTURA

pública Uruguay, formulando votos pros¡:eridad pueblo hermano. González Cortes, Presidente. Muller Sierra, Secretario.

V al paraíso 25 de Agosto: Presidente Sociedad de Arquitectos. Montevideo. Instituto Arquitectos V al¡:araíso presenta en este día a colegas uruguayos sus más calurosas felicitaciones. Horado Du­ble, Presidente. A. Vargas Stoller, Secretario.

Los telegramas transcritos fueron contestados por la nota siguiente:

Montevideo, Agosto 29 de l92J.

Sr. Presidente del Instituto de Arquitectos Santiago de Chile

Arq. Don Ricardo González Cortés.

De mi mayor consideración:

En nombre de la Comisión Dir~tiva de la Sociedad de Ar­quitectos, agradezco a V d. la amable gentileza que ha tenido el Instituto de su digna presidencia al enviar un atento telegrama de felicitación en ocasión de nuestra fiesta nacional.

Ese generoso rasgo de confraternidad contribuye a estrechar con mayor intensidad los vínculos que nos unen a esa institución hermana.

Al reiterar la expresión del más sincero reconocimiento, los arquitectos uruguayos envían a sus colegas de la noble República de Chile la seguridad de su invariable afecto.

Con tal motivo, me es grato suscribirme de V d. con mi con­sideración más distinguida.

Daniel Rocco, Presidente.

Román Berro, Secretario.

Nota análoga fué pasada al Sr. Presidente del Instituto de Arquitectos de V alparaíso Chile. Arq. Don Horado Duble:

Reaúmen de las actas de aealo· nea de la Comi­ai6n Directiva de la Sociedad.

Sesión del 8 de Agosto. - Habiendo sido llena­da las vacantes que por expiración de su mandato de;aron algunos miembros de la Comisión Directiva, en la sesión que con esta fecha se celebra, se procede a la distribución de cargos, de acuerdo con sus Es­

tatutos reformados, quedando constituida la nueva autoddad en la forma que se expresa a continuación: Presidente: Emilio Con­forte. Vice Presidente: Daniel Rocco, Secretario: Rom.án Berro, Tesorero: Carlos Pérez Montero, Vocales: Horado Acosta y Lara, Alfredo R. Campos, Horado Terra Arocena, Alberto Canabal y Rodolfo L. Amargós.

Sesión del J 5 A gosfo. - Asisten los señores Rocco, Acosta y Lar a, Amargós, T erra Arocena y Berro. Habiendo presentado re­nuncia del cargo de Presidente para el que fuera designado en la sesión anterior, el señor Emilio Conforte y atento a las causas que la fundan, se resuelve aceptarla, designándose en su sustitución al Vice Presidente señor Daniel Rocco, pasando el señor Conforte a ocupar el cargo de Vice. El señor Eugenio P. Baroffio es designado para integrar la comisión del nuevo hospital, en reemplazo del señor A. R. Campos que renunció.

Pasa a estudio de una Comisión la Ordenanza sobre instala­dores de obras sanitarias que el Concejo de Administración Depar­tamental ha remitido en vista a la Sociedad.

Sesión del 22 de Agosto. - Asisten los señores: Rocco, Acos­ta y Lara, Pére: Montero, Campos, Conforte, Canabal, Amargós y Berro. El señor Campos presenta un informe sobre la Ordenanza de instaladores sanitarios. Se aprueba y se encomienda al señor Pé.rez Montero cónsulte nuevamente al Asesor Letrado de la So­ciedad. Luego, de acuerdo con el nuevo Reglamento Interno de la Sociedad, se procede a la designación de Director de la Revista "ARQUITECTURA" para el período Jq2J-l922, designación que recae en el señor Leopoldo Carlos Agorio.

Sesión del 29 de Agosto. - Asisten los señores: Rocco, Acosta y Lar a, Campos, T erra Arocena, Amargós y Berro. Se cambian ideas con el señor Agorio, director de "ARQUITECTU­RA", que asiste a la sesión, sobre la organización de la Revista.

Sesión del 5 de Setiembre. - Asisten los señores: Rocco, Acosta y Lara, Pérez Montero, Amargós, Terra Arocena, Canabal,

Conforte y Berro. En esta sesión se dá a conocer la opinión del asesor letrado de la Sociedad sobre la Ordenanza de instaladores sanitarios y se discute sobre el informe que debe presentarse a las autoridades municipales.

Sesión del 12 de Setiembre. - Asisten los señores: Rocco, Pérez Montero, Acost~ y Lara, Terra Ar~na, Cam¡:os y Berro. Queda acordado el texto definitivo del informe sobre la Ordenan­za de instaladores sanitarios. Se designan Redactores de "Arqui­tectura", de acuerdo con la propuesta del Director de la misma, se­ñor Agorio, a los arquitectos: Horado T erra Arocena, Juan A. Scasso, Rodolfo Amargós, Maurido Cravotto y Pedro J. Belloni Gadea.

Entre el Preal- He aquí el texto de las notas cambiadas entre e 1 dente de la Re-paíbllca, doctor Presidente de la Rept'tblica, doctor Baltasar Brum y Baltaaar Brum y la Sociedad Central de Arquitectos de Buenos Aires, la Sociedad Cen- d l l b tral de Arqullec- e a cua es socio onorario. toa de Buenos Montevideo, Agosto 6 de 1921. - Señor Presidente Aires. d Central de Arquitectos Don Carlos E. Becker. Bue-

stinguido señor: Agradecido ¡:or la distinción con que me ha honrado la So­

ciedad de Arquitectos de Buenos Aires, al nombrarme socio hono­rario y queriendo al mismo tiempo vincularme aún más a esa prestigiosa institución, ¡:íenso donar una medalla para que se ad­judique al vencedor en alguno de los concursos de estudiantes que se organiza ba;o su patrocinio.

Como no estoy suficientemente ínteriorizado respecto de las condiciones en que se otorgan los premios en tales concursos, desea­ría que me comunicase el destino que se daría a dicha medalla a electo de adaptar, si fuera posible la acuñación de la misma y ponerle la leyenda correspondiente.

Saludo a V d. con mi consideración más distinguida. Firmado Batfasar Brum.

SOCIEDAD CENTRAL DE ARQUITECTOS. Buenos Ai­res, Setiembre 5 de l92l. A S. E. el Señor Presidente de la Repú­blica Oriental del Uruguay, Doctor Baltasar Brum. Montevideo.

Tengo el honor de dirigirme a V. E. para acusar recibo de la nota fechada el 6 de Agosto ppado. y agradecer en nombre de la Sociedad Central de Arquitectos, la valiosa oferta que se digna hacerle y que dará a nuestros concursos anuales de "Estímulo de Arquitectura' ' un poderoso impulso.

Quiera, antes todo, V. E. disculpar la demora en contestar tan honrosa nota; ello se debe a la circunstancia de que durante el mes de Agosto han sido renovadas las autoridades de la So­ciedad. En la primer sesión de la nueva C. D. ha sido aceptada la gentil donación de V. E. resolviéndose que la medalla figure como "Gran Premio" en el concurso "Estímulo de Arquitectura". Estos concursos se realizan anualmente sobre temas varios de ar­quitectura y corresponderá al próximo el N.o XV. (Año J92J ). Aprovecho esta oportunidad para saludar a V. E. con mi más alta consideración. Carlos Jfm·ra, Presidente. Jorge V. Ri'Darola, Se cretario.

Nota pasada por 1 a Sociedad a loa ex - directo­res de " Arqui­tectura ".

He aquí el texto de la nota pasada por la Co­misión Directiva de la Sociedad de Arquitectos, a los miembros del Consejo de Dirección de la revista "ARQUITECTURA", arquitectos Eugenio P. Baro-ffio y Silvío Geranio con motivo de beber terminado

su cometido al frente de dicho órgano de publicidad, por expira­ción del plazo por el cual fueron designados.

"Montevideo Agosto 2q de J 92J. - Sr. Arquitecto ... Distin­guido consocio: Cumplo con el grato deber de expresarle el reco­nocimiento de esta Comisión Directiva por los valiosos servicios que V d. ha prestado a la Sociedad en su carácter de miembro del Consejo de Dirección de la revista "ARQUITECTURA". Al iniciar ahora, de acuerdo con el Reglamento Interno de la Sociedad, una nueva organización de "ARQUITECTURA", me complazco en dejar constancia de su activa gestión al frente de la misma, donde ha demostrado una vez más su interés por nuestra institu­ción profesional.

Con tal motivo reitero a V d. las seguridades de mi mayor aprecio. Firmado: D.:tniel Rocco, Presidente. R omán Berro, Secre­tario •

- 112-

Page 27: Arquitectura 46 - 1921

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Page 28: Arquitectura 46 - 1921

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Carpintcrfas Andrés Latapie, Chaná 2175. Carlos Mosca, Avenida Gonzalo Ramírez 1672. Carlos Sacchi, Miguelete 1978. "Gran Casa Barrios", Uruguay 1639. Alfonso Bazet (hijo ) y Cía., San Salvador

1461. L uis Saüt, Lima 1763. Fermín Rígoli e H ijo, Piedras 514. Juan Barlocco, Paysandú 1687. José Stradella, Panamá 1227. Emilio Cánepa, Batoví 2076. Gu! Jo Guinella, 8 de Octubre 2311 . Juan Facal, República entre Carmen y Uruguay.

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Page 35: Arquitectura 46 - 1921

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