Aportes Para Una Ontologia Realista de Lo Social

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    Venables, J. 2016.Aportes para una ontologa social realistaCinta moebio 56: 172-186

    doi: 10.4067/S0717-554X2016000200005

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    Aportes para una ontologa social realistaCONTRIBUTIONS FOR A REALIST SOCIAL ONTOLOGY

    Juan Pablo Venables([email protected]) Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Austral

    de Chile (Valdivia, Chile) ORCID: 0000-0001-6576-646X

    Abstract

    Although the link between epistemic and ontological aspects of social reality has always been a

    problematic issue for the social sciences, this debate loses centrality from the second half of the twentieth

    century. This article critically reviews the epistemic reasons for that loss, mainly in relation with "hard"

    constructivism, arguing for the need to return to the ontological debate about sociological foundations.

    At the same time, it presents a theoretical proposal: social ontology constitutes itself epistemically; that

    is, the question about the social inevitably involves the question about beliefs that constitute it. Butsocial reality is not exhausted in beliefs, since it requires a material component to exist. From this proposal,

    this paper makes an explicit defense for a realist approach in sociology. To do this, critically reviews John

    Searles social ontology and makes concretes contributions to sociological theory, emphasizing the

    importance of action, power and causal reciprocity between individual and society, to have a social

    ontology that shows the specificity of the social.

    Key words:social ontology, realism, John Searle, causal reciprocity, constructivism.

    Resumen

    Aun cuando la vinculacin entre los aspectos epistmicos y ontolgicos de la realidad social ha sido

    siempre un asunto problemtico para las ciencias sociales, este debate pierde centralidad desde mediadosdel siglo XX. Este artculo revisa crticamente las razones epistmicas de esa prdida de centralidad,

    principalmente en relacin con el constructivismo duro, argumentando la necesidad de retomar el

    debate ontolgico acerca de los fundamentos de la disciplina sociolgica, al mismo tiempo que plantea

    una propuesta terica de elucidacin: la ontologa de lo social se constituye epistmicamente; vale decir,

    la pregunta acerca de qu es lo social implica inevitablemente la pregunta por las creencias que lo

    constituyen. No obstante, la realidad social no se agota en las creencias, puesto que requiere de un

    componente material para existir. Desde esa propuesta, en una segunda parte, el artculo defiende la

    necesidad de adoptar una postura realista en sociologa. Para ello, revisa crticamente la propuesta de

    ontologa social de Searle y realiza aportes concretos desde la teora sociolgica, concluyendo la

    importancia de la accin, del poder y de la reciprocidad causal entre individuo y sociedad, para contar con

    una ontologa que d cuenta de la especificidad propia de lo social.

    Palabras clave:ontologa social, realismo, John Searle, reciprocidad causal, constructivismo.

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    1. La inevitable y problemtica relacin entre lo epistmico y lo ontolgico en ciencias sociales

    La inherente e inevitable vinculacin entre los aspectos epistmicos y ontolgicos de la realidad social ha

    sido siempre un asunto problemtico para la teora y la filosofa de las ciencias sociales. Del hecho de que

    la realidad social deba ser creda para poder existir el ejemplo emblemtico es el del dinero, que solo

    existe como medio de valor en tanto as sea credo

    se derivan desafos ontolgicos y epistmicos, as

    como una serie de problemas relacionados con el estatus de ciencia de las ciencias sociales, con la

    delimitacin de su objeto de estudio, y con el rol del investigador y su grado de objetividad, por nombrar

    algunos.

    Estos desafos dan a la reflexin filosfica de las ciencias sociales un carcter especial o sui generis, como

    lo llam Durkheim. Tan especial sera este carcter que, siguiendo lo sealado por el filsofo italiano

    Francesco Guala, la filosofa de las ciencias sociales ni siquiera es considerada formalmente como una

    sub-rea de la filosofa de las ciencias (2007:954). La razn principal segn seala Guala, es que la filosofa

    de las ciencias sociales replicara confusiones fundacionales (metafsicas) de las ciencias sociales mismas,

    que le impiden contar con un consenso filosfico bsico sobre el cual erigirse.

    Este argumento no es nuevo. Como bien recuerda Otero, el mismo Kuhn califica a las ciencias sociales

    como ciencias pre-paradigmticas, inmaduras e incluso protociencias, tras el argumento de no

    encontrarse en el ciclo de una ciencia normal, caracterizada por el consenso de los practicantes de la

    disciplina: Sin ese consenso (seala Kuhn), no se producir la pauta de avances cientficos que ha sido

    conocida en los siglos recientes (Otero 2004:36). Pero la particularidad de lo sealado por Guala y que

    tiene especial importancia para este artculo, es que entrega luces que permiten abordar el fondo del

    problema; a saber: la estrecha y compleja relacin entre lo epistmico y lo ontolgico en la constitucin

    misma de lo social. En sus palabras: Si no es posible dar por garantizados los resultados de una

    determinada disciplina cientfica (porque no son ampliamente aceptados), entonces resulta inevitable que

    se termine discutiendo acerca de preguntas predominantemente pre-cientficas [] (Esto se debe a que)

    los aspectos epistemolgicos que se utilizan para explicar la naturaleza del mundo social, estn

    inextricablemente imbricados con un debate ontolgico (2007:955).

    En efecto, la reflexin filosfica de la fsica, por ejemplo, es en esencia realista en trminos ontolgicos

    (qu es el magnetismo, qu es un campo de fuerza), pues asume que est tratando con realidades

    independientes del observador. Esto es as incluso en aquellos casos paradjicos emanados de la mecnica

    cuntica (por ejemplo, el principio de incertidumbre de Heisenberg) y de la teora de la relatividad, pues

    pese a poner en cuestin la idea de una realidad inmutable y a la espera de ser aprehendida

    inequvocamente, no por ello sostienen que la existencia de dicha realidad depende del observador. En

    otras palabras, para la fsica no est en cuestin el principio realista ontolgico, segn el cual la realidad

    existe con independencia de quien la escrute. Pero, cmo puede, en cambio, la filosofa de las ciencias

    sociales tratar ontolgicamente a la familia, el Estado, la poltica o el dinero, si todos requieren ser credos

    para poder existir y, por tanto, no son independientes de los estados mentales en juego.

    Guala explica bien la particularidad de la reflexin filosfica de las ciencias sociales, al dar cuenta que

    radica en la especificidad de su objeto de estudio que, en trminos ontolgicos, se constituye

    epistmicamente. Vale decir, la pregunta ontolgica acerca de qu es lo social implica, inevitablemente, la

    pregunta por las creencias epistmicas que lo constituyen. Esa particular, inevitable y problemtica

    imbricacin ontolgico-epistmica que no est presente en el debate filosfico de las ciencias naturales

    ni menos en su prctica cotidiana est en la base de una parte importante de los debates tericos y

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    filosficos actuales en torno a la sociologa aun cuando lo est de manera implcita, y ms an, sostendr

    que es el fundamento de muchos malos entendidos en ciencias sociales.

    Este problema ontolgico de las ciencias sociales y de la sociologa en particular fue ampliamente

    abordado por los padres fundadores y por parte importante de la sociologa de la primera mitad del siglo

    XX. En el caso de los clsicos, esta preocupacin ontolgica se relaciona, sin duda, con la pretensin de

    fundar una nueva ciencia la sociologa dentro de un contexto histrico donde las ciencias naturales

    dominaban sin contrapeso, cuestin que necesariamente los impuls a discutir con la fsica, la fisiologa y

    la biologa, de manera de fundamentar qu tipo de particularidad haca que lo social requiriera contar con

    una ciencia para s.

    As, si bien la formulacin del problema era distinta, tanto la fase pre-sociolgica de la disciplina Saint-

    Simon, Comte, Spencer y Tennies como la de consolidacin de los clsicos Durkheim, Weber e incluso

    Marx, problematizaron acerca del estatus ontolgico de lo social. En esa lnea, son famosas las

    discusiones entre Durkheim y Tarde que, en el intento de dilucidar en qu consiste esta nueva ciencia de

    la sociedad, desarrollan argumentos ontolgicos en pos de delimitar un objeto de estudioclaro y distinto.

    Asimismo, el anlisis interpretativo de la accin social en Weber y el materialismo histrico de Marx son

    ejemplos que van en la misma direccin, cuestin que, finalmente, se constituy en el fundamento para

    el nacimiento de la sociologa como la nueva ciencia dedicada al estudio de lo social (o de la sociedad),

    toda vez que ste constitua un plano ontolgico en s mismo, distinto de los individuos que lo componen,

    y con caractersticas propias y nicas.

    Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX estas discusiones abandonan la centralidad que tenan.

    Si bien las razones son mltiples, haciendo un ejercicio sinttico me parece que se pueden reducir a dos:

    una que elude estos dilemas y otra que entrega una respuesta engaosa. La primera, que elude la discusin

    ontolgica, tiene relacin con la enorme tecnificacin de las ciencias y la sociologa no est al margen,

    que ha desembocado en una sofisticacin de sus mtodos y tcnicas de produccin y anlisis de

    informacin sin parangn en la historia. Esto, a su vez, ha derivado en una suerte de hegemona de la

    reflexin metodolgica por sobre la terica, epistemolgica u ontolgica, olvidando que, como bien

    recuerda Margaret Archer, no existe prctica sociolgica, por ms tecnificada que sea, que no implique un

    compromiso epistmico y ontolgico con lo que se entiende por lo social, puesto que esas posiciones

    metodolgicasestn basadas sobre posiciones ontolgicasla mayora de las veces implcitas antes que

    explcitas sobre cules son los constituyentes ltimos de la realidad social (Archer 2009:18). En

    consecuencia, uno de los objetivos transversales de este artculo es poner el foco en la importancia de

    retomar el debate ontolgico acerca de los fundamentos de la disciplina sociolgica.

    La segunda razn para la prdida de centralidad de este debate, y que nombr como engaosa, se vincula

    con el fuerte influjo que desde mediados del siglo XX comienza a ejercer dentro de las ciencias sociales la

    corriente del constructivismo social. Por su importancia y complejidad, requiere de una explicacin mayor.

    2. La confusin epistmica / ontolgica del constructivismo duro. Constructivismo epistmico v/s

    constructivismo ontolgico

    Pese a su aparente novedad, los orgenes filosficos del constructivismo se remontan a los orgenes

    mismos de la filosofa occidental (incluso pre-socrtica), en particular a las disputas entre Herclito y

    Parmnides (el todo fluye v/s la unicidad de lo real que se esconde tras las apariencias) y, la ms clebre,

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    entre los sofistas encabezados por Protgoras y su axiomtico el hombre es la medida de todas las cosas;

    de las que son como medida de su ser y de las que no son como medida de su no-ser (Platn 1990:52)

    y los socrticos, cuya mejor expresin se alcanza en la postura platnica que enfrenta la epistemey la

    doxa, sealando que la verdad se alcanza a travs de la racionalidad de la idea.

    Ya en la segunda mitad del siglo XX, el constructivismo se constituye como una corriente formal dentro de

    la filosofa y en particular de las ciencias sociales. En la actualidad, las mayores expresiones del

    constructivismo en las ciencias sociales se encuentran en la antropologa posmoderna, en los estudios

    culturales, en la sociologa de la ciencia, en la biologa del conocimiento y en la teora de sistemas de

    Luhmann.

    Como se desprende de la variedad de autores, disciplinas y campos de conocimiento recin mencionados,

    bajo el ttulo de constructivismo encontramos acepciones muy variadas e incluso a veces contrapuestas,

    toda vez que no suele indicarse con claridad si se est hablando de constructivismo en trminos

    epistmicos u ontolgicos. Volveremos a esta distincin entre constructivismo epistmico y ontolgico en

    lo que sigue, pero lo que interesa recalcar aqu es que, no obstante esa dispersin, es posible aproximarse

    a una definicin general de constructivismo. Un buen ejercicio al respecto se desprende de las palabrasdel antroplogo luhmanniano M. Arnold, quien seala que la tesis central del constructivismo se puede

    resumir sealando que una realidad intrnseca e independiente del contexto que la indica es inalcanzable

    [] (Por lo tanto,) ninguna construccin de conocimientos puede adjudicarse accesos privilegiados a la

    realidad, pues stos remiten a sus especficas condicionalidades (2008:50).

    Pero Arnold profundiza an ms en la definicin del constructivismo, aportando una subdistincin entre

    constructivismo blando y duro. Sostiene que para quienes defienden la variante blanda, la realidad

    se presenta como un estado extrnseco del observador (2008:51). Mientras que, por el contrario, los

    constructivismos duros adoptaran una postura derechamente no-ontolgica, pues no se arriman a

    explicaciones o argumentos realistas, aunque tampoco los niegan pues ya eso sera una declaracin de

    realidad!(Ms bien)plantean la existencia de barreras infranqueables entre observadores y el mundo,

    siendo este ltimo la verdadera caja negra [] (Por lo tanto)no habra conocimientos que pudieran

    postularse con independencia de las acciones de sus observadores (2008:52). En definitiva, el

    constructivismo (duro)sostiene que la realidad se producedesde observaciones y no preexiste a ellas

    (2008:50, cursivas mas).

    Lo que interesa destacar ac es un punto que Arnold no seala explcitamente: que la diferencia entre

    ambas variantes radica en que el constructivismo blando defiende una suerte de constructivismo

    epistmicoasume un realismo ontolgico (la realidad existe con independencia de quienes la escrutan)

    centrando su anlisis en las variaciones epistmicas derivadas del intento de acceder a ella, mientras que

    el constructivismo duroasume, adems del constructivismo epistmico, un constructivismo ontolgico,

    toda vez que defiende la idea de que la realidades producidapor el sujeto en su observar. En efecto, pese

    a su declarado no-ontologismo, el constructivismo duro tiene su punto de partida en una afirmacinontolgica (v. gr. la realidad se construye socialmente o se produce desde las observaciones), aun cuando

    sta no sea ontolgica en tanto contenido (no indica qu esesa realidad) sino en tanto origeno causa

    ontolgica (se refiere a cmo es quela realidad existe).

    Como se argumentar ms adelante, las afirmaciones ontolgicas no remiten nicamente a afirmaciones

    de contenido. De hecho, uno de los puntos centrales de este artculo es defender la idea que las

    afirmaciones ontolgicas no tienen necesariamente que decir nada acerca de cmo es el mundo (no son

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    ontolgicas en tanto contenido), sino solo que ste tiene una manera de ser que es independiente de

    quienes la escrutan y, de hecho, en esto radicara la diferencia fundamental entre el realismo y el

    constructivismo radical. Lo veremos en detalle en la prxima seccin.

    Ahora bien, lo sealado hasta ac no busca obviar que los aportes del constructivismo son innegables,

    fundamentalmente como crtica epistmica a la visin de la ciencia sostenida por el positivismo lgico que

    tuvo un importante influjo durante la primera mitad del siglo XX, contribuyendo as al desarrollo autnomo

    de las ciencias sociales. Sin embargo, las conclusiones constructivistas conducen, a mi juicio, a una

    respuesta engaosa del problema, toda vez que confunden afirmaciones de nivel ontolgico con otras de

    nivel epistmico, lo que termina por plantear una suerte de hegemona epistemolgica (del observador).

    En efecto, si bien el desarrollo del constructivismo tiene en su origen una pregunta epistmica acerca del

    acceso a la realidad, finalmente ha derivado de manera casi inevitable en cuestionamientos ontolgicos

    (expresados en el constructivismo radicalo duro), preguntndose: si no podemos acceder a la realidad

    directamente, qu es entonces la realidad y cmo podemos afirmar que existe?

    Pese a haber sido pensada en un contexto donde el calificativo de ciencia estaba reservado para lasciencias naturales, su influjo cal de manera ms profunda y duradera en las ciencias sociales, toda vez

    que pareca calzarle a la perfeccin: si, como se ha venido sosteniendo, la realidad social requiere ser

    creda para poder existir el dinero, el Estado, los partidos de ftbol y la poltica son lo que son porque as

    lo creemos, entonces sta no sera ms que los estados mentales en juego que la sostienen (o las

    operaciones de los observadores, en trminos de la teora de sistemas sociopoiticos).

    De esta manera, el paso que vendra a dar decididamente el constructivismo duro parece obvio: ante la

    afirmacin epistmica de que no es posible acceder a la realidad sino a travs de nuestra propia y limitada

    subjetividad, se deriva la consecuencia ontolgica de que la realidad como tal no existe con independencia

    de los sujetos (o de los observadores). Si a ello se le suma que la realidad social es por antonomasia

    dependiente de los estados mentales en juego, entonces es posible afirmar con mayor certeza que lo social

    no tendra otra existencia que su construccin subjetiva o mental.

    Pero esta aparente solucin trae una serie de problemas asociados: cmo es entonces posible la

    intersubjetividad?, cmo escapar del solipsismo y del relativismo? No es acaso cierto que Alemania

    perdi la Segunda Guerra Mundial por el hecho de que para que exista la guerra, los pases y los

    perdedores se requieren estados mentales subjetivos que as lo crean?

    Como adelant, a mi juicio esta es una salida engaosa producida por intentar entregar una solucin

    apresurada a la inevitable y siempre problemtica relacin entre lo epistmico y lo ontolgico en ciencias

    sociales. En efecto, el problema/engao radica en que este apresuramiento trae aparejado un salto

    ilegtimoque lleva a extraer consecuencias ontolgicas de afirmaciones epistmicas en circunstancias

    que son planos distintos que deben distinguirse y a concluir equivocadamente que por el hecho de quelas creencias (o los estados mentales) son condicin necesariapara la existencia de la realidad social, son

    tambin condicin suficiente.

    Para poder desentraar esa confusin es necesario adentrase en debates filosficos acerca del realismo y

    el idealismo (como posturas ontolgicas), y del racionalismo y el empirismo (como posturas epistmicas).

    En este artculo se abordan los aspectos ontolgicos de este debate, haciendo una defensa explcita del

    realismo como punto de partida para la sociologa y las ciencias sociales. Para ello, los argumentos se

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    centran en los aportes de J. Searle y se complementan con las propuestas de Archer y Bhaskar. Finalmente,

    se proponen soluciones desde la teora sociolgica sobre algunos problemas derivados del planteamiento

    ontolgico de Searle.

    3. El realismo ontolgico y los aportes de la teora sociolgica

    El argumento central de la defensa ontolgica de Searle a lo que llama realismo externo, es queexiste una

    realidad independientemente de las representaciones que podamos hacernos de ella. Vale decir, el

    universo existe con independencia de nuestras mentes. En otras palabras, el realismo externo es una

    teora ontolgica; no es una teora de la verdad, una teora del conocimiento o una teora del lenguaje. En

    definitiva, no es una teora epistmica. En palabras de Searle: (Es)el punto de vista segn el cual el mundo

    existe independientemente de nuestras representaciones del mismo. Eso trae consigo la consecuencia de

    que si nunca hubiramos existido [] salvo el minsculo rincn del mundo que est constituido o se ve

    afectado por nuestras representaciones, el mundo habra continuado existiendo y sera exactamente el

    mismo que es ahora (1997:162).

    Sin perjuicio de lo anterior y teniendo como referencia innegable aunque no declarada alfenomenalismo kantiano, Searle sostiene que el carcter ontolgico del realismo externo no debe

    confundirse tampoco con el materialismo o con las tesis acerca de la existencia de materia u objetos

    materiales en el espacio y en el tiempo, porque el realismo no se refiere aquhay en el mundo o cmoes

    el mundo. Si se descubriera, dice Searle, que no existe la materia ni el espacio ni el tiempo, el realismo

    externo no se vera afectado en lo ms mnimo, porque lo que sostiene es que hay una manera de ser de

    las cosas independientemente de cmo nos representamos que stas son, sin considerar cmo son

    efectivamente. Propiamente entendido, sostiene, el realismo no es una tesis sobre cmo es de hecho el

    mundo. Podramos estar completamente equivocados en todos y cada uno de los detalles acerca de cmo

    es el mundo, y sin embargo el realismo podra ser verdadero (1997:164).

    Esta premisa de realismo ontolgico expuesta por Searle trae consecuencias axiomticas para el desarrollo

    de cualquier ontologa de la realidad social, destacndose la distincin entre los aspectos epistmicos y

    ontolgicos mencionados en la seccin anterior; a saber: el realismo ontolgico no necesariamente se

    refiere a la realidad en trminos decontenido. Ms an, cuando se trata de una postura basal o axiomtica,

    el realismo debeentenderse en trminos de origeno causaontolgica (no se refiere a qu hay o cmo es

    el mundo, sino a que ste existe y tiene un modo de ser independientemente de quienes lo escrutan).

    Ahora bien, una vez establecida la distincin entre lo epistmico y lo ontolgico en relacin con el realismo

    externo, es necesario agregar otro elemento muy esclarecedor aportado por Searle: la distincin objetivo

    y subjetivo debe comprenderse, tambin, en sentido epistmico, por un lado, y en sentido ontolgico, por

    otro. Ms aun, dice Searle, los principales ataques al realismo se produciran, precisamente, por una

    confusin y una falta de distincin entre ambos sentidos.

    El sentido epistmico es comparable con la visin que comnmente se tiene de esta distincin. Una

    proposicin es objetiva en sentido epistmico si su verdad o falsedad no depende de los sentimientos,

    actitudes, valores o prejuicios de las personas (por ejemplo, Evo Morales es el presidente de Bolivia),

    mientras que es epistmicamente subjetiva si su verdad depende de los sentimientos, actitudes, valores

    o prejuicios de las personas (por ejemplo, Evo Morales es un buen presidente).

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    En sentido ontolgico, por su parte, objetivo y subjetivo imputan modos de existencia. As, existen

    entidades que tienen un modo objetivo de existencia, porque no dependen de ningn estado mental (por

    ejemplo, las montaas, piedras y rboles), mientras que otras tienen un modo subjetivo de existencia,

    porque solo pueden existir en la medida que son estados mentales (por ejemplo, universidades, dinero,

    presidentes, pases).

    Por lo tanto, una proposicin del tipo Evo Morales es el presidente de Bolivia es epistmicamente

    objetiva, porque no depende de los sentimientos, actitudes, valores o prejuicios de nadie. Pero a su vez,

    es ontolgicamente subjetiva, porque en tanto realidad social solo puede existir en la medida que tenemos

    la creencia de que existen los pases como Estados nacionales, que uno de ellos se llama Bolivia y que

    quien encabeza su gobierno se llama Evo Morales, puesto que nada en la realidad ontolgicamente

    objetiva da cuenta de ello, toda vez que los pases, sus gobiernos, la institucin presidencial, e incluso

    nuestros nombres, son convenciones (o imposiciones) humanas que se sostienen en el plano de la realidad

    institucional.

    Pero el problema reside como ya se adelant en que el constructivismo en su vertiente dura ha

    confundido ambos planos, derivando consecuencias epistmicas de premisas ontolgicas, y viceversa. As,utilizando el ejemplo anterior y tratando de llevar al lmite los argumentos del constructivismo duro, al no

    distinguir entre subjetivo y objetivo en sentido epistmico y ontolgico, ste confunde el hecho subjetivo

    en sentido epistmico(Evo Morales es un buen presidente) con el hecho subjetivo en sentido ontolgico

    (Evo Morales es el presidente de Bolivia), lo que decanta en la absurda idea de que, dado que ambos son

    subjetivos, no podramos acceder a ninguna verdad respecto de ellos, cuando lo cierto es que para nadie

    es falso o incorrecto que Evo Morales es el presidente de Bolivia! Si alguien quiere o no a Morales en su

    cargo, no va a cambiar el hecho epistmicamente objetivo(aunque ontolgicamente subjetivo) de que l

    es, de hecho, el presidente de Bolivia.

    En otras palabras, la confusin entre el sentido epistmico y ontolgico de objetivo y subjetivo, lleva al

    constructivismo radical a desprender una consecuencia epistmica (no es posible acceder a ninguna

    verdad) de una premisa ontolgica (los jefes de gobierno existen en tanto creamos que es as).

    Ms aun, es posible encontrar niveles de confusin todava ms flagrantes cuando el ejercicio se invierte,

    derivando de una afirmacin epistmicamente subjetiva (Evo Morales es un buen presidente)

    consecuencias ontolgicas (Evo Morales siempre serel presidente de Bolivia), pues dada la subjetividad

    de la afirmacin (epistmica y ontolgica), se acaba por concluir que la institucin gubernamental solo

    existe subjetivamente (en sentido epistmico), y por tanto, el hecho de que esa realidad (en sentido

    ontolgico) se mantenga depende nicamente de la voluntad o de las creencias.

    En consecuencia, lo ms sustantivo de rescatar del planteamiento de Searle para los propsitos de este

    artculo tiene que ver con dos cosas: en primer lugar, con la notable clarificacin del uso de objetivo y

    subjetivo en sentido epistmico y ontolgico, que permite deconstruirel salto ilegtimoque acomete elconstructivismo radical al extraer consecuencias ontolgicas de premisas epistmicas. Y, en segundo lugar,

    permite profundizar en la idea desarrollada en las primeras secciones de que la realidad social est, en

    trminos ontolgicos, constituida epistmicamente (debe ser creda para que exista como tal), y que, por

    tanto, un anlisis ontolgico de la realidad social inevitablemente debe ser tambin epistmico.

    Esto se debe a un rasgo notablisimo que distingue a los hechos sociales, un rasgo sin parangn entre los

    hechos naturales (Searle 1997:51): la autorreferencialidad. En efecto, para que alguien sea un presidente

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    o algo sea considerado un partido de ftbol debe creerse que lo son, y la palabra que nombra o designa el

    fenmeno, al mismo tiempo lo constituye: Algo puede ser una montaa aun si nadie cree que es una

    montaa; algo puede ser una molcula aun si nadie le da el menor pensamiento al asunto. En el caso de

    los hechos sociales, empero, la actitud que adoptamos respecto del fenmeno es parcialmente

    constitutiva del fenmeno (Searle 1997:51).

    Ahora bien, como se dijo, la propuesta ontolgica de Searle tambin presenta algunas sombras. A mi juicio,

    stas se deben principalmente al desconocimiento del autor del nutrido trabajo terico en sociologa y

    ciencias sociales acerca de estos temas. En consecuencia, me parece que estas sombras pueden ser

    esclarecidas recurriendo a la teora sociolgica. En especfico, se presentan cuatro problemas vinculados

    entre s, que tienen que ver con el individualismo ontolgico, con la relacin entre estados mentales y

    accin, con la sobredeterminacin del lenguaje y lo mental, y con el poder.

    3.1 El problema del individualismo ontolgico

    Un problema muy extendido en la filosofa anglosajona a la cual pertenece Searle tiene que ver con su

    marcado individualismo ontolgico, que indefectiblemente termina por comprender lo social como unagregado de individuos. En efecto, la definicin de autorreferencialidad propuesta por Searle deriva, en

    ltima instancia, en la existencia de la realidad social de propiedades mentales. Esto resulta muy

    cuestionable, pues sostener que los hechos institucionales son causados(y no meramente constituidos)

    por nuestras creencias o estados mentales, es correr el riesgo de defender una suerte de reduccionismo

    mentalista, que termine por negar toda propiedad causal a lo social. Ms aun, como indica J.A. Noguera,

    el anlisis de Searle implica un buen grado de construccionismo social a pesar suyo (2002:7).

    Este reduccionismo mentalista queda claramente expresado cuando Searle concluye que el aporte de las

    ciencias sociales se reduce al estudio de la intencionalidad, la que reside siempre y en ltima instancia en

    mentes individuales. Pero lo importante de clarificar ac son las consecuencias que una postura

    individualista a nivel ontolgico acarrea. En efecto, de prevalecer una lectura individualista/mentalista de

    la realidad social, se corre el riesgo de caer en lafalacia epifenomnicaadvertida por Durkheim y, al mismo

    tiempo, se priva a la sociologa de su objeto de estudio. Esto es, la ontologa individualista no solo termina

    por reducir todo hecho social a una sumatoria de hechos individuales, negando lo social como entidad

    ontolgica en s misma, sino, ms importante an y derivado de esta negacin, entiende lo social como

    carente de toda capacidad causal, toda vez que lo comprende como un residuo epifenomnico de aspectos

    individuales, ya que, como todo residuo, no tiene existencia por s mismo sino solo como resultado de

    aspectos individuales (Venables 2013:124).

    Este tipo de enfoque representa una teorizacin unidimensional, que acertadamente M. Archer cataloga

    como conflacionista ascendente: La versin de la conflacin ascendente simplemente asume [] que la

    sociedad no es ms que el grupo pequeo pero de gran tamao. Esto condujo a los socilogos

    interpretativos [] a aferrarse a la expectativa de que puede llegarse a la explicacin del sistema socialmediante un proceso de acumulacin. Este programa etnogrfico de agregacin depende de la validez de

    las mismas premisas homolgicas sobre el hecho de que son las mismas propiedades ni ms, ni menos,

    ni diferentes las que caracterizan los niveles distintos de la sociedad [] Para los conflacionistas

    ascendentes es siempre un error descriptivo maysculo el tratar las propiedades estructurales como si

    tuvieran el estatuto ontolgico de hechos en lugar de ser un asunto de facticidad (Archer 2009: 37, 38 y

    130).

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    De lo anterior, se deriva otra consecuencia que atenta contra las bases del quehacer sociolgico: el

    individualismo propio de la ontologa social de Searle desconoce la reciprocidad causalque se establece

    entre individuo y sociedad (propiedades relacionalesen trminos de Archer, dialcticaen trminos de

    Marx). Esta falta de reciprocidad resulta muy extraa de comprender, toda vez que el mismo Searle adopta

    el concepto de autorreferencialidad para describir la relacin entre los individuos y el lenguaje, asumiendo

    una postura relacional. Me parece que su marcado individualismo ontolgico lo lleva a tratar de precaverse

    de cualquier asomo metafsico que otorgue existencia a entidades que, a su juicio, seran no-existentes, lo

    que le impide resolver el dilema de lo social como lo que estructura al individuo socialmente al mismo

    tiempo que es estructurado por ste.

    Es ms, prcticamente toda la teora sociolgica se puede comprender como el esfuerzo por explicar el

    dilema de la vinculacin entre estructura y agente, siendo dominante la postura que la entiende en

    trminos de reciprocidad causal. En efecto, esta postura es la que Bourdieu destaca con la idea dehabitus,

    entendida como estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes

    (2007:178), y es lo que est tras el axiomtico principio durkheimiano de explicar lo social por lo social.

    Est presente tambin en Weber y su intento por comprender lo social como una derivacin de asuntos

    individuales pero irreductible a aspectos psicolgicos, o en Marx y la utilizacin que hace de la dialcticahegeliana para concluir que la conciencia se produce socialmente. La misma idea se encuentra en lateora

    de la estructuracinde Giddens, y en diferentes versiones de la sociologa del conocimiento. Pero una

    reflexin de este tipo solo es concebible si se le otorga a lo social un estatus ontolgico distinto, con

    capacidad causal sobre el individuo y sobre s misma.

    Un ejemplo ms actualizado de este esfuerzo por explicar la relacin individuo y sociedad, y que se erige,

    a mi juicio, como el aporte ms sustantivo en la actualidad sobre este punto, es el enfoque morfogentico

    de M. Archer, que defiende la relacin estructuraagencia y su influencia causal mutua desde una postura

    ontolgica realista, mostrando adems de los problemas de conflacionismo ascendente o descendente

    en que incurren la mayor parte de las explicaciones tericas la inevitable vinculacin entre los aspectos

    ontolgicos, metodolgicos y tericos en sociologa.

    La teora social realista de Archer se apoya explcitamente en la filosofa realista de R. Bhaskar, quien

    desarrolla una filosofa que, a mi juicio, constituye un aporte sin parangn en la clarificacin de la

    necesidad de una ontologa realista que ponga el acento en la reciprocidad causal entre agente y

    estructura. Los siguientes principios son extrados de R. Bhaskar: 1) Las sociedades son irreducibles a las

    personas y [] definen un modelo de su conexin. 2) Las formas sociales son una condicin necesaria para

    cualquier acto intencional. 3) Su preexistencia establece su autonoma como objetos de investigacin

    posible. 4) Su poder causalestablece su realidad. 5) La preexistencia de las formas sociales implica un

    modelo transformacional de la actividad social. 6) El poder causal de las formas sociales est mediado por

    la agencia humana (Archer 2009:196, con modificaciones de la redaccin original).

    Finalmente, y como contrapunto de este esfuerzo casi transversal de la teora sociolgica y a propsitode la calificacin entre constructivismo duroy blandoque desde la teora de sistemas realiza M. Arnold

    aparece el trabajo de N. Luhmann. Desde el momento mismo en que este autor decide excluir a los

    individuos del sistema social (queda excluido que el individuo pueda formar parte de la sociedad

    Luhmann 1998:62) toda vez que ste solo se compondra de operaciones de comunicacin autolgicas

    de autoobservacin y autodescripcin se entiende su intento por desvincular normativamente a

    individuo y sociedad.

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    Sostiene Luhmann: no hay comunicacin entre individuo y sociedad, ya que la comunicacin es siempre

    solo una operacin interna del sistema de la sociedad (1998:62). No es este el espacio para desarrollar

    un anlisis pormenorizado de la teora luhmanniana, porque nos llevara definitivamente hacia otras

    discusiones y adems, porque un desafo tan enorme requerira por lo menos adentrarse en su vasto

    esquema conceptual, lo que definitivamente cambiara el foco del artculo. Pero sirve como ilustracin

    dejar planteado que en la dcada de los 80 Luhmann adopta los planteamientos del constructivismo

    radical, de modo de poder justificar sta y otras nociones de su teora, lo que a mi juicio le acarre los

    mismos problemas de confusin e implicacin conceptual entre los niveles epistmicos y ontolgicos

    revisados anteriormente, en particular el salto ilegtimoque lleva a desprender consecuencias ontolgicas

    de premisas epistmicas, y la confusin de ontologa como contenidoy no como origeno causa, lo que

    implica indefectiblemente pasar de una epistemologa constructivista a una ontologa constructivista.

    3.2 El problema de la relacin entre estados mentales y accin

    El segundo aspecto a destacar est vinculado con el anterior, y se refiere a la relacin que se establece

    entre estados mentales (creencias, en este caso) y accin, pues los argumentos entregados por Searle

    llevan a pensar que subsume toda accin al estado mental que lo caus. En consecuencia, Searle sealaque el dinero, la propiedad privada, los pases, y todo el espectro de hechos institucionales dejaran de

    existir en una sociedad determinada si dejase de creerse en ellos. Y, en parte, es lo que tambin se ha

    venido sosteniendo en este artculo.

    Pero existe una divergencia fundamental e insoslayable: es muy distinto sealar que las instituciones

    requieren de la existencia de alguna creencia humana para existir, y por otro, sostener que existen solo

    porque creemos que existen. En efecto, no es la creencia el fundamento de su existencia, sino la accin,

    la actividad prctica. En pocas palabras: las creencias o algn tipo de estado mental son una condicin

    necesaria para la constitucin de instituciones, pero no suficiente. De este modo, las creencias o los

    estados mentales pueden considerarse como causas de la accin, pero no constituyen la accin misma. La

    relacin entre estado mental y accin no es tan mecnica ni automtica como para prescindir de la

    distincin.

    En este contexto, y siguiendo a Noguera (2002), con el ejemplo de la propiedad privada Searle omite

    referirse a algo fundamental, a saber: que sta no desaparecera porque deje de creerse en ella en

    trminos mentales y subjetivos, sino dejara de existir siempre y cuando se acte objetivamente para

    erradicarla. En consecuencia, no es un estado mental el responsable de suprimirla, sino una accin

    prctica. El caso de una crcel resulta ilustrativo de lo anterior. Ciertamente es necesario que todos los

    involucrados reconozcan una crcel como tal para que lo sea, pero ese reconocimiento necesario no es

    suficiente. Debe haber ciertas prcticas concretas que permitan que ese reconocimiento se lleve a cabo

    por lo pronto vinculadas con el uso de armas y la fuerza fsica. Lo planteado por Foucault muestra cmo

    una crcel es tal ms por una cuestin de prcticas que de creencias.

    3.3 El problema de la sobredeterminacin del lenguaje y lo mental

    El tercer y ltimo aspecto a destacar est vinculado tambin con el anterior, y tiene relacin con la

    sobredeterminacin que Searle otorga al lenguaje y a lo mental; sobredeterminacin que se expresa

    claramente en su nocin depoder. Efectivamente, Searle sostiene que la creacin de derechos, deberes y

    obligaciones dentro de una sociedad es, en trminos ontolgicos, el resultado de la capacidad

    performativa del lenguaje: Si tienes la capacidad de decir l es nuestro lder [] esta es mi casa,

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    entonces tienes la capacidad de hacer algo ms que representar un estado de cosas preexistentes. Tienes

    la capacidad de crear estados de cosas con una nueva deontologa; tienes la capacidad de crear derechos,

    deberes y obligaciones y hacer que otros los acepten a travs de la ejecucin de ciertos actos de habla

    (Searle 2010:84).

    Searle no relaciona esta deontologa del lenguaje con el uso efectivo del poder, que permite hacer que

    otros acepten y no cuestionen esa deontologa (o cuestionndola la acepten igual). Esa situacin est, en

    trminos estrictamente weberianos, relacionada con el poder de coerciny con la legitimidad. Es decir,

    para que expresiones como esta casa es ma, soy el presidenteo l es nuestro lder, cumplan una funcin

    performativa que las provea de capacidad causal, es necesario considerar que su xito est condicionado

    a que quien profiera esas afirmaciones cuente, al mismo tiempo, con la capacidad material de impedir que

    otros las cuestionen y, a la vez, de asegurarse de que sean obedecidas.

    En otras palabras, el campo de las significaciones debe comprenderse como un terreno de lucha social que

    representa intereses concretos de grupos sociales especficos que, adems de la lucha por los recursos

    propios del campo significativo, tambin utilizan recursos que estn fuera del campo de las significaciones

    para lograr imponerse, como la coaccin fsica, el aparato del Estado, el capital econmico, entre otras.Por lo tanto, el anlisis ontolgico de la realidad social debe por definicin, dado que la ontologa es por

    defecto una pregunta universalista incorporar los distintos mecanismos de poder y legitimidad, muy

    trabajados desde la teora sociolgica, a travs de los cuales se expresan.

    Precisamente, como se ha venido subrayando en este artculo, este es uno de los desafos que enfrenta la

    filosofa de las ciencias sociales, a saber: desarrollar una ontologa social que asuma su condicin

    epistmica de constitucin. Los distintos mecanismos de poder y legitimacin son epistmicamente

    variables, pero en tanto condicin ontolgica de la realidad social seran inmutables.

    As, se deriva de esta especial condicin ontolgico/epistmica de la realidad social la necesidad de

    responder a las preguntas: en qu factores reside esta capacidad de hacer que algo sea

    intersubjetivamente vlido? Cul es el fundamento ontolgico que permite la existencia de

    universidades, pases, dinero y partidos de ftbol? Searle cree encontrar esa respuesta en el lenguaje; en

    su capacidad performativa y deontolgica. Lo que aqu se propone es que, adems del lenguaje, es

    ontolgicamente necesario considerar tambin acciones prcticas, expresadas en mecanismos de

    coercin y legitimacin; en definitiva, de poder. No se trata, entonces, de oponer las caractersticas

    performativas del lenguaje a los mecanismos del poder. Por el contrario, se trata de considerar ambas. En

    otras palabras, la ontologa social debe considerar que el poder, la coaccin y la legitimidad son tan

    condicin de posibilidadpara la existencia de la realidad social como lo es el lenguaje.

    3.4 El problema del poder

    Elpoder, entonces, es el ejemplo paradigmtico de los problemas que enfrenta el planteamiento de Searlerespecto de desentraar la ontologa de la realidad social. La nocin de poder sostiene Searle es la

    nocin de una capacidad, y por esa razn, el poder puede existir sin que nadie lo utilice o lo ejerza. Yo

    nunca he usado al mximo los caballos de fuerza del motor de mi vehculo, y muchos de los poderes del

    presidente son rara vez, si acaso alguna, ejercidos (2010:145).

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    Si bien son variadas las consecuencias que pueden desprenderse de esta concepcin, se destacan tres que

    tienen directa relacin con los problemas identificados recientemente sobre el individualismo ontolgico,

    la relacin entre estados mentales y accin, y la sobredeterminacin del lenguaje y lo mental.

    La primera, es que Searle termina por cosificar el poder, y por tanto, lo comprende como determinado de

    antemano la comparacin del poder de un presidente con los caballos de fuerza de un motor habla por

    s sola, sin comprender que el ejercicio del poder se retroalimenta a s mismo, lo que le entrega la

    posibilidad de cambiar las condiciones que le otorgaron tal poder (un presidente puede cambiar la

    constitucin y reelegirse, por ejemplo, cuestin que no puede hacer un motor). Lo cierto es que, entendido

    como hecho social, el poder genera ms poder. Pero para comprenderlo de esa manera, se requiere asumir

    la capacidad de causacin de lo social que se ha venido defendiendo y que Searle no asume.

    La segunda consecuencia, tambin derivada de esta cosificacin del poder, tiene que ver con

    comprenderlo como algo esttico y, por tanto, carente de historicidad. La mutacin del poder en trminos

    sociales ocurre y es posible solo en un horizonte temporal. Los hpde un motor, desde esta perspectiva,

    son atemporales; el paso del tiempo no les afecta sino en la medida que el motor presenta problemas

    tcnicos de funcionamiento. Otro desafo de la ontologa social es, entonces, desarrollar una concepcinuniversalista de lo social comprometida con su dimensin intrnsecamente temporal. El enfoque

    morfogentico de M. Archer resulta particularmente atingente a este desafo, toda vez que incorpora la

    variable temporal como ineludible en la explicacin de la relacin agente-estructura.

    Y la tercera consecuencia que se desprende de la concepcin que Searle tiene del poder que es extensiva

    a toda su propuesta ontolgica se deriva de los ejemplos utilizados, pues stos se basan en un tipo de

    sociedad contempornea, occidental y liberal, en circunstancias que, como bien describe Weber, en estas

    sociedades se observa un tipo especfico de ejercicio de poder (dominacin legal-racional), que en modo

    alguno representa una constante histrica ni mundial. De este modo, pierde alcance como explicacin

    ontolgica de lo social, puesto que la ontologa social debe, por definicin, dar cuenta de la estructura que

    subyace a toda institucin humana, independientemente de su teleologa y asignaciones de funcin

    especficas.

    Conclusin

    En una conferencia recogida en su libro La realidad: objetiva o construida?, titulada Neurociencia y

    cognicin: biologa de lo psquico, donde H. Maturana defiende la necesidad de un constructivismo

    radical que niega la existencia ontolgica de la realidad como independiente del observador, seala

    tambin, casi de pasada, que aceptar o no las premisas axiomticas de su planteamiento es un acto de

    preferencia, gusto o curiosidad, y, por lo tanto, sin justificacin racional (1996:184).

    De ser esta discusin una cuestin de preferencia, declaro mi adhesin a la perspectiva realista por sobre

    la constructivista dura. Aceptar la realidad del mundo con independencia de nuestra voluntad o nuestrosestados mentales es, a mi juicio, un acto de honestidad y humildad intelectual que debemos acometer si

    pretendemos evitar los peligros del relativismo, del solipsismo y de la actitud asctica pirrnica.

    Y es que no se trata simplemente de un problema formal o abstracto de inters exclusivo de la filosofa de

    las ciencias sociales. Por el contrario, la distincin entre los niveles epistmico y ontolgico de la realidad

    es axiomtica para comprender la constitucin propia de lo social, y con ello la manera como debemos

    investigarla. Como bien lo indica Archer en relacin con la trada entre ontologa, metodologa y teora

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    social prctica: lo que se asume como realidad social no puede sino influenciar el cmo se la estudia []

    siempre hay una conexin entre la ontologa social y la metodologa explicativa (sin importar cun

    encubierta o poco til sea) (2009:44).

    En efecto, si se asume el principio constructivista radicalsegn el cual la realidad es producida por quien

    la escruta y, por tanto, no existira ontolgicamente con anterioridad ni independencia de este acto, cmo

    entender la imposibilidad fctica de crear y recrear el mundo a nuestro arbitrio y segn nuestros intereses?

    Cmo entender y explicar que el mundo es lo que es? No hay duda de que las corrientes new agede los

    70 en ciencias sociales y la hoy popular literatura de autoayuda, han sacado sendos beneficios de esta idea

    de que cada cual es responsable de crear su propio mundo.

    Ms aun, no veo manera de poder desarrollar seriamente investigaciones en ciencias sociales si no se

    adopta una postura realista que permita comprender que realidad social y natural estn imbricadas. Como

    sostiene N. Elias a propsito del tiempo: mientras perdamos de vista la relacin indisoluble entre los

    planos fsico y social del universo, mientras no aprendamos a ver la aparicin y desarrollo de las sociedades

    humanas como un proceso dentrodel universo no humano, que es mayor, no estaremos en condiciones

    de captar uno de los aspectos esenciales del problema del tiempo (2013:66).

    Pero no hay que confundirse: sin duda la realidad social es construida. El problema es que eso no nos dice

    mucho de las caractersticas constitutivas de esa realidad ni de cmo avanzar en su investigacin. Lo

    importante es, entonces, intentar desentraar el problema de cmo es posible que significados

    epistmicamente construidos permitan la emergencia de una realidad social ontolgicamente existente

    con independencia de las representaciones, observaciones o distinciones que podamos hacer de ella. Esta

    es, de hecho, la pregunta que est tras el trabajo de ontologa social de Searle y tambin tras los principales

    desarrollos en teora sociolgica. Para ilustrar lo anterior, Searle sostiene que la pregunta ms importante

    que atraviesa su libro Making the Social World es: cmo puede haber un conjunto de enunciados

    epistmicamente objetivos sobre una realidad que es ontolgicamente subjetiva? (2010:18).

    Pero no es posible llevar adelante esa tarea sin el paso inicial y axiomtico de distinguir entre los planos

    epistmico y ontolgico de la realidad social. Y como llevar adelante esa tarea no es una cuestin de

    preferencias, en este artculo se pretendi avanzar en esa direccin argumentando en favor del realismo.

    En concreto, como primer paso se diferenciaron los niveles epistemolgicos y ontolgicos de la realidad,

    mostrando cmo el constructivismo duro acomete un salto ilegtimo al desprender de premisas

    epistmicas (no es posible acceder a la realidad en s) consecuencias ontolgicas (la realidad no existe

    fuera del acceso que tenemos a ella), lo que trae como consecuencia no solo la defensa de un

    constructivismo epistmico sino tambin ontolgico.

    Hecha esta distincin, fue posible entonces abordar conceptual y analticamente la caracterstica bsica

    de toda ontologa social: que se constituye epistmicamente. Esto es, que requiere ser creda para poder

    existir. Pero esta condicin necesaria no es suficiente, toda vez que la realidad social tambin se constituyede un componente material, fsico, que puede ser homologable a la accin. En efecto, para que una

    conferencia seauna conferencia se requiere que creamos que lo es (ontolgicamente no es ms que gente

    reunida haciendo ruidos con la boca), pero al mismo tiempo se requiere la materializacin de la creencia

    en infraestructura, personas, etc. De lo contrario, sera posible afirmar que una conferencia soloes tal en

    funcin de que as lo creamos, lo que permitira, por un lado, sostener que la realidad y la ilusin son lo

    mismo (basta que nos imaginemos una conferencia para que sta exista, como pareciera defender

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    Maturana), y por otro, creer que es posible recrear la realidad en funcin de nuestra voluntad (basta que

    dejemos de creer en la discriminacin, la esclavitud, la pobreza, etc., para que dejen de existir).

    En una segunda parte, el artculo profundiz su defensa al realismo a travs de la filosofa de J. Searle. La

    propuesta ontolgica de Searle es una excelente entrada para abordar la inevitable y siempre

    problemtica vinculacin entre los aspectos epistmicos y ontolgicos de la realidad social, principalmente

    por su claridad y rigurosidad conceptual, y por entregar fundamentos slidos que apoyan la necesidad de

    fundar esta discusin (y el quehacer sociolgico en general) en una teora social realista. Asimismo,

    permite clarificar que el realismo ontolgico no debe entenderse en trminos decontenido, sino ms bien

    en cuanto origeno causaontolgica.

    Sin perjuicio de lo anterior, de su marcado individualismo ontolgico se deriva una serie de consecuencias

    no deseadas, vinculadas con la importancia de la accin, del poder y de la reciprocidad causal entre

    individuo y sociedad. Por lo tanto, su propuesta debe contrastarse y discutir con la teora sociolgica, de

    modo de proyectar el desarrollo de una ontologa de la realidad social cuyas bases se encuentran tanto en

    la filosofa como en la teora sociolgica, y que d cuenta de la especificidad propia de lo social. En este

    contexto, el trabajo de M. Archer permite un acercamiento desde la sociologa muy interesante y conmayor vinculacin a la investigacin.

    Me reconozco parte de la tradicin desarrollada por Bourdieu que comprende el quehacer sociolgico

    como un sistema de costumbres intelectuales. En esa lnea y sin ms intenciones que las analgicas,

    considero que adoptar una postura ontolgica realista en ciencias sociales es tan importante como limpiar

    la mesa antes de cocinar.

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    Moebio48: 115-135. doi: 10.4067/s0717-554x2013000300001

    Recibido el 12 May 2016

    Aceptado el 24 Jun 2016