6 Bilbao Esperando el progreso Un Gabriel Aresti muy bilbaino · da del señor Takuboku. A través...

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6 Bilbao a poesía de la escritora baracaldesa Itziar Mín- guez es sobre todo un soplo de aire fresco, una refrescan- te mirada a la realidad en la que lo cotidiano cobra for- ma para reivindicarse. No es extraño por tanto hallar en sus poemas momentos de re- saca, relaciones fugaces, mi- radas tras el humo de un café e incluso la duda de si el escritor ha de per- manecer unido a su obra. Los versos de la escritora se desnudan, pierden to- do artificio y encuentran en el día a día la inspiración de quien busca en el minimalis- mo expresivo la esencia de la creación. Da gusto embar- carse en su mundo poético, cerrar los ojos para vivir cada poema, cada verso, y pensar, al cerrar el libro en volver a abrirlo con la emoción del descubrimiento. Poemas de lo cotidiano Cambio de rasante Itziar Mínguez Baile del Sol. 64 págs. L onocí a Xabier López López gracias a los rela- tos de Los libros prestados, en los que el escritor de Betan- zos daba muestras de su ver- satilidad y buen hacer narra- tivo. En 1989 cuenta la histo- ria de un pueblo coruñés que vive expectante la llega- da del señor Takuboku. A través de la mirada de cinco personajes –un adoles- cente, un biblioteca- rio, la due- ña del hos- tal en el que se hos- peda el visi- tante, un sindicalista y un anciano–, el lector asiste a las esperanzas de cambio que la aparición del japonés despierta en el pueblo. Pero el autor logra alejarnos del entorno coruñés y nos su- merge en una historia que podría suceder en cualquier sociedad enfrentada a la nos- talgia e incertidumbre ante el futuro, adaptando la voz de cada uno de los persona- jes que retrata. Esperando el progreso 1989 Xabier López López Editorial Adeshoras. 136 págs. C Andere, hija de Gabriel Aresti, junto al escritor Seve Calleja Un Gabriel Aresti muy bilbaino Una de las novedades de la próxima edición de la Feria del Libro de Durango es ‘Gabriel Aresti. Una biografía de Bilbao’, en la que Seve Calleja recoge los momentos y lugares más significativos del poeta en su transitar por la ciudad que le vio nacer adie duda de que Ga- briel Aresti es un puntal en la literatura vasca del siglo XX, ni que Bilbao es el eje central de su obra. De ahí la im- portancia de volver a revisar a un autor en el 30º aniversario de su fallecimiento. Pero qué significado tiene a día de hoy el escritor bilbaino. Seve Calleja lo tiene claro: “Aresti fue mu- chas cosas a la vez: poeta, narra- dor, dramaturgo, lingüista y ar- ticulista; amante de la aldea y la ciudad, que tan magistralmen- te aúna en su poesía: en su An- tón y su Gilen del Muelle de Zo- rrotza, a los que no diferencia nada más que la lengua”. –Precisamente, la lengua vas- ca fue una de sus obsesiones… –Fue un autodidacta en eus- kera y un defensor a ultranza de un idioma vasco que sirviera a todos los euskaldunes, es decir del euskera batua; un euskera que en Bilbao apenas se usaba. Y por eso Euskaltzaindia y sus inquietudes fueron también la fuente de sus desvelos y obsesio- nes. Sirva como ejemplo de és- tas la anécdota que me comen- taba el profesor Angel Zelaieta, autor de la biografía más ex- haustiva que se ha escrito sobre Aresti: en una peluquería de la calle Fueros luce un cartel con estos versos suyos: Errekaldean li- zarra,/ hari begira izarra:/ euska- ra salvo ikusi arte/ ez dut moztuko bizarra. –¿Cómo nació la idea de este libro? –Gracias a los editores de Erein, que se habían planteado algo similar con el San Sebas- tián de Luis Martín Santos. Fue invitación de ellos que acepté por mi afecto a esta ciudad y al poeta, cuyas poesías completas adquirí como muchos en el eus- kaltegi y sin el conocimiento su- ficiente del euskera. Conozco de hace tiempo a uno de los bil- bainos más arestianos, Xabier Monasterio, que me puso en contacto con Meli Esteban y Andere, esposa e hija menor del poeta. Luego todo ha veni- do rodado. He encontrado en el camino a amigos como Sebas García Trujillo y Jabier Kaltza- korta, y accedido a otros como Agustín Ibarrola y el mismo edi- tor Iñaki Aldekoa, cuya tesis doctoral sobre la poesía de Aresti tanto me ha impresiona- do y ayudado a quererlo cada vez más. –Dice que ha sido un viaje li- terario. ¿Lo ha sido con contra- tiempos? –La verdad es que no, más allá de los rincones de difícil acceso. Pero Bilbao no es geo- gráficamente muy grande y se N l libro se plantea como un recorrido biográfico del poeta en la ciudad. Arranca de su nacimiento e infancia al- rededor de su casa de Barroeta Aldamar, la escuela de Berástegui y la catequesis de San Vicente, y pasa por las bibliotecas que frecuentaba, sus estudios de comer- cio, sus primeros trabajos… Más que bio- gráfico podría decirse que es biotópico, al fijarse más en los espacios vitales que frecuentó y que marcaron en buena me- dida su comunión con Bilbao. Porque si hay un escritor unido a la Villa éste sería Gabriel Aresti. Y aunque Bilbao fue motivo central de su obra, el libro pretende ser mucho más que eso: “quiere ser eco de quienes goza- ron y sufrieron junto a él”, señala Seve Calleja. “Porque Gabriel Aresti, envuelto en el franquismo desde que tuvo uso de razón hasta su temprana muerte, cono- ció y denunció las bofetadas de la censu- ra y, sobre todo, la indiferencia y el des- precio de algunos coetáneos. También la admiración de sus seguidores. Porque fue, entre otras cosas, maestro de otros muchos”. Pero tampoco fue un escritor alejado de la polémica, quizás porque “todo aquel que se mueve en la vanguardia reci- be feos desde la retaguardia. Y Aresti, con su opción por la lengua unificada, por la poesía social, por su desprecio hacia un sector de la burguesía urbana y por el cle- ricalismo cultural que se le hacía asfixian- te, recibió aplausos de unos y abucheos de otros. Fue, como decía no hace mu- cho Ramón Saizarbitoria, el lobo en el cuento de la Caperucita en versión bilbai- na y euskaldun”. Un autor fiel a sus ami- gos, de antaño, como Blas de Otero, Al- fonso Irigoien o Agustín Ibarrola; de hoy, como Ramón Saizarbitoria, Natxo de Fe- lipe y sus epígonos, Xabier Monasterio, Iñaki Aldekoa o Bernardo Atxaga. Y buen padre y esposo, como lo subrayan su mu- jer Meli o su hija Andere, que perdió a su aita cuando apenas tenía diez años. Poeta social y urbano Dicen los que saben de su obra que su poemario más conocido, Harri eta herri (Piedra y pueblo) –de cuya edición se han cumplido 50 años–, inauguraba un len- guaje nuevo en la poesía vasca. “Es el len- guaje que requiere el tema también nue- vo de la ciudad. De una ciudad poblada de aldeanos vascos y de emigrantes caste- llanos, convocados por el auge industrial a los alrededores de la ciudad, tan des- arraigados los unos como los otros. Bil- bao es el infierno, frente al paraíso de las montañas de Aranzazu, como decía en un poema dedicado a Joxe Azurmendi. Nadie en la poesía vasca hasta entonces había defendido la hermandad de unos y otros frente a la burguesía urbana, a la que el poeta fustiga con frecuencia”, apunta Calleja. E Los espacios vitales del poeta recorre fácil. Desgraciadamen- te, la vida del poeta tampoco fue muy larga. Pero tanto la vi- da de la ciudad como la de su es- critor han sido muy intensas. Y eso emociona a cualquier viaje- ro. –¿Y cómo se siente a la vuelta con el libro ya editado? –Por seguir con la imagen del viaje, diría que también éste de marchar por Bilbao de su mano me ha enriquecido mucho. He confirma- do lo que ya sabía de an- tes: que co- nocer es ir queriendo cada vez más a quien se va cono- ciendo, que el roce hace el ca- riño, como dicen quienes sa- ben de afectos. Eso hace querer a esta ciudad, lo fácil que es lle- gar a conocerla. Si este libro puede servir de algo es para apreciar mejor a Aresti y su obra, más allá del nombre de una calle, un paseo, un centro de enseñanza y de esos pocos versos que tantos cacarean. Si además sirviera para que lo des- cubran quienes no lo conocen aún, sería ya estupendo. –Entonces ha merecido la pena el esfuerzo… –Pregunta a un panadero enharinado hasta el cogote qué siente con una hogaza de pan recién hecha en las manos. Aunque esto sea, literalmen- te hablando, una barra pe- queña y Aresti una sabrosa salsa bilbaina… Alex Oviedo

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6 B i lbao

a poesía de la escritorabaracaldesa Itziar Mín-

guez es sobre todo un soplode aire fresco, una refrescan-te mirada a la realidad en laque lo cotidiano cobra for-ma para reivindicarse. No esextraño por tanto hallar ensus poemas momentos de re-saca, relaciones fugaces, mi-radas tras el humo de un cafée incluso laduda de siel escritorha de per-m a n e c e runido a suobra. Losversos de laescritora sedesnudan,pierden to-do artificio y encuentran enel día a día la inspiración dequien busca en el minimalis-mo expresivo la esencia de lacreación. Da gusto embar-carse en su mundo poético,cerrar los ojos para vivir cadapoema, cada verso, y pensar,al cerrar el libro en volver aabrirlo con la emoción deldescubrimiento.

Poemas delo cotidiano

Cambio de rasanteItziar MínguezBaile del Sol. 64 págs.

L

onocí a Xabier LópezLópez gracias a los rela-

tos de Los libros prestados, enlos que el escritor de Betan-zos daba muestras de su ver-satilidad y buen hacer narra-tivo. En 1989 cuenta la histo-ria de un pueblo coruñésque vive expectante la llega-da del señor Takuboku. Através de la mirada de cincopersonajes–un adoles-cente, unbiblioteca-rio, la due-ña del hos-tal en elque se hos-peda el visi-tante, unsindicalistay un anciano–, el lector asistea las esperanzas de cambioque la aparición del japonésdespierta en el pueblo. Peroel autor logra alejarnos delentorno coruñés y nos su-merge en una historia quepodría suceder en cualquiersociedad enfrentada a la nos-talgia e incertidumbre anteel futuro, adaptando la vozde cada uno de los persona-jes que retrata.

Esperandoel progreso

1989Xabier López LópezEditorial Adeshoras. 136 págs.

C

Andere, hija de Gabriel Aresti, junto al escritor Seve Calleja

Un Gabriel Aresti muy bilbainoUna de las novedades de la próxima edición de la Feria del Libro de Durango es

‘Gabriel Aresti. Una biografía de Bilbao’, en la que Seve Calleja recoge los momentos ylugares más significativos del poeta en su transitar por la ciudad que le vio nacer

adie duda de que Ga-briel Aresti es un puntalen la literatura vasca del

siglo XX, ni que Bilbao es el ejecentral de su obra. De ahí la im-portancia de volver a revisar aun autor en el 30º aniversariode su fallecimiento. Pero quésignificado tiene a día de hoy elescritor bilbaino. Seve Callejalo tiene claro: “Aresti fue mu-chas cosas a la vez: poeta, narra-dor, dramaturgo, lingüista y ar-ticulista; amante de la aldea y laciudad, que tan magistralmen-te aúna en su poesía: en su An-tón y su Gilen del Muelle de Zo-rrotza, a los que no diferencianada más que la lengua”.

–Precisamente, la lengua vas-ca fue una de sus obsesiones…

–Fue un autodidacta en eus-kera y un defensor a ultranza deun idioma vasco que sirviera atodos los euskaldunes, es decirdel euskera batua; un euskeraque en Bilbao apenas se usaba.Y por eso Euskaltzaindia y susinquietudes fueron también lafuente de sus desvelos y obsesio-nes. Sirva como ejemplo de és-tas la anécdota que me comen-taba el profesor Angel Zelaieta,autor de la biografía más ex-haustiva que se ha escrito sobreAresti: en una peluquería de lacalle Fueros luce un cartel conestos versos suyos: Errekaldean li-zarra,/ hari begira izarra:/ euska-ra salvo ikusi arte/ ez dut moztukobizarra.

–¿Cómo nació la idea de estelibro?

–Gracias a los editores deErein, que se habían planteadoalgo similar con el San Sebas-tián de Luis Martín Santos. Fueinvitación de ellos que aceptépor mi afecto a esta ciudad y alpoeta, cuyas poesías completas

adquirí como muchos en el eus-kaltegi y sin el conocimiento su-ficiente del euskera. Conozcode hace tiempo a uno de los bil-bainos más arestianos, XabierMonasterio, que me puso encontacto con Meli Esteban yAndere, esposa e hija menordel poeta. Luego todo ha veni-do rodado. He encontrado enel camino a amigos como SebasGarcía Trujillo y Jabier Kaltza-korta, y accedido a otros como

Agustín Ibarrola y el mismo edi-tor Iñaki Aldekoa, cuya tesisdoctoral sobre la poesía deAresti tanto me ha impresiona-do y ayudado a quererlo cadavez más.

–Dice que ha sido un viaje li-terario. ¿Lo ha sido con contra-tiempos?

–La verdad es que no, másallá de los rincones de difícilacceso. Pero Bilbao no es geo-gráficamente muy grande y se

N

l libro se plantea como un recorridobiográfico del poeta en la ciudad.

Arranca de su nacimiento e infancia al-rededor de su casa de Barroeta Aldamar,la escuela de Berástegui y la catequesisde San Vicente, y pasa por las bibliotecasque frecuentaba, sus estudios de comer-cio, sus primeros trabajos… Más que bio-gráfico podría decirse que es biotópico,al fijarse más en los espacios vitales quefrecuentó y que marcaron en buena me-dida su comunión con Bilbao. Porque sihay un escritor unido a la Villa éste seríaGabriel Aresti.

Y aunque Bilbao fue motivo central desu obra, el libro pretende ser mucho másque eso: “quiere ser eco de quienes goza-ron y sufrieron junto a él”, señala SeveCalleja. “Porque Gabriel Aresti, envueltoen el franquismo desde que tuvo uso derazón hasta su temprana muerte, cono-ció y denunció las bofetadas de la censu-ra y, sobre todo, la indiferencia y el des-

precio de algunos coetáneos. También laadmiración de sus seguidores. Porquefue, entre otras cosas, maestro de otrosmuchos”.

Pero tampoco fue un escritor alejadode la polémica, quizás porque “todoaquel que se mueve en la vanguardia reci-be feos desde la retaguardia. Y Aresti, consu opción por la lengua unificada, por lapoesía social, por su desprecio hacia unsector de la burguesía urbana y por el cle-ricalismo cultural que se le hacía asfixian-te, recibió aplausos de unos y abucheosde otros. Fue, como decía no hace mu-cho Ramón Saizarbitoria, el lobo en elcuento de la Caperucita en versión bilbai-na y euskaldun”. Un autor fiel a sus ami-gos, de antaño, como Blas de Otero, Al-fonso Irigoien o Agustín Ibarrola; de hoy,como Ramón Saizarbitoria, Natxo de Fe-lipe y sus epígonos, Xabier Monasterio,Iñaki Aldekoa o Bernardo Atxaga. Y buenpadre y esposo, como lo subrayan su mu-

jer Meli o su hija Andere, que perdió a suaita cuando apenas tenía diez años.

Poeta social y urbanoDicen los que saben de su obra que su

poemario más conocido, Harri eta herri(Piedra y pueblo) –de cuya edición se hancumplido 50 años–, inauguraba un len-guaje nuevo en la poesía vasca. “Es el len-guaje que requiere el tema también nue-vo de la ciudad. De una ciudad pobladade aldeanos vascos y de emigrantes caste-llanos, convocados por el auge industriala los alrededores de la ciudad, tan des-arraigados los unos como los otros. Bil-bao es el infierno, frente al paraíso de lasmontañas de Aranzazu, como decía enun poema dedicado a Joxe Azurmendi.Nadie en la poesía vasca hasta entonceshabía defendido la hermandad de unosy otros frente a la burguesía urbana, a laque el poeta fustiga con frecuencia”,apunta Calleja.

E

Los espacios vitales del poeta

recorre fácil. Desgraciadamen-te, la vida del poeta tampocofue muy larga. Pero tanto la vi-da de la ciudad como la de su es-critor han sido muy intensas. Yeso emociona a cualquier viaje-ro.

–¿Y cómo se siente a la vueltacon el libro ya editado?

–Por seguir con la imagen delviaje, diría que también éste demarchar por Bilbao de su manome ha enriquecido mucho. He

conf ir ma-do lo que yasabía de an-tes: que co-nocer es irqueriendocada vezmás a quiense va cono-c i e n d o ,que el rocehace el ca-

riño, como dicen quienes sa-ben de afectos. Eso hace querera esta ciudad, lo fácil que es lle-gar a conocerla. Si este libropuede servir de algo es paraapreciar mejor a Aresti y suobra, más allá del nombre deuna calle, un paseo, un centrode enseñanza y de esos pocosversos que tantos cacarean. Siademás sirviera para que lo des-cubran quienes no lo conocenaún, sería ya estupendo.

–Entonces ha merecido lapena el esfuerzo…

–Pregunta a un panaderoenharinado hasta el cogote quésiente con una hogaza de panrecién hecha en las manos.Aunque esto sea, literalmen-te hablando, una barra pe-queña y Aresti una sabrosasalsa bilbaina…

Alex Oviedo