06 Lopez Martin, Julian - La Liturgia de La Iglesia

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Serie de Manuales de Teología La Liturgia  de la Iglesia Julián López Martín Sfc.. » M

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Coleccion Sapientia Fidei - La Liturgia de la Iglesia.

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Serie de Manuales de Teología

La Liturgia de la Iglesia

Julián López Martín

Sfc.. » M

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 PLAN GENERAL DE LA SERIE 

I. Teología fundam ental

1.  Introducción a la Teología, por J. M.a Rovira Belloso.2.  Dios, horizonte del hombre,  por J. de Sahagún Lucas. (Publi-

cado.)3.  Fenomenología de la religión, por J. Martín Velasco.4. Teología de la revelación y de la fe ,  por A. González Montes.5.  Historia de la Teología,  por J. L. Illanes e I. Saranyana.6 .  Patrología, por R. Trevijano. (Publicado.)

II. Teología sistemática

7.  El misterio del Dios trinitario,  por S. del Cura.8 . Cristologia fundamental y sistemática,  por O. González de

Cardedal.9.  Antropología teológica fundamental,  por A. Matabosch.

10. Teología del pecado original y de la gracia,  por L. F. Ladaria.(Publicado.)

11.  Escatologia,  por J. L. Ruiz de la Peña.12.  Eclesiología fu ndamental y sistemática,  por J. M.a Lera.13.  Mariología,  por J. C. R. García Paredes.

III.  Teología sacramental14. Tratado general de los sacramentos, por R. Amau. (Publicado.)15.  Bautism o y Confirmación,  por I. Oñatibia.16.  La Eucaristía,  por M. Gesteira.17. Orden y Ministerios,  por R. Amau.18.  Penitencia y Unción de enfermos,  por G. Flórez. (Publicado.)19.  Matrimonio,  por G. Flórez.20.  La liturgia de la Iglesia,  por Mons. J. López. (Publicado).

IV. Teología moral

21.  Moral fundamental,  por J. R. Flecha.22.  Moral de la persona, I,  por J. R. Flecha.23.  Moral de la persona, II,  por J. Gafo.24.  Mora l socioeconóm ica,  por A. Gal indo.25.  Moral sociopolítica, por A. M.a Oriol.

V. Teología pastoral y espiritual

26.  Pastoral catequética,  por A. Cañizares.27. Teología espiritual,  por S. Gamarra.28. Teología pastoral,  por J. Ramos.

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LA LITURGIA DE LA IGLESIA

Teología, historia, espiritualidad y pastoral 

POR 

Mons. JULIAN LOPEZ MARTIN

OBISPO DE CIUDAD RODRIGO 

 SEGUNDA EDICION REVISADA

B I B L I O T E C A D E A U T O R E S C R I S T I A N O S

MADRID 1996

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Con licencia eclesiástica del Arzobispado de Madrid (22 VII 94)

© Biblioteca de Autores Cristianos Don Ramón de la Cruz, 57 Madrid 1994Deposito legal M 24 984-1994ISBN 84 7914-141-7Impreso en España Pnnted ín Spain

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 I N D I C E G E N E R A L

 Pags

INTRODUCCION XXIB i b l i o g r a f í a   x x v i

S i g l a s   y   a b r e v i a t u r a s   x x x i i

C a p i t u l o   1 Ciencia litúrgica y formación litúrgica (Capitulo preliminar) 3

I Objeto de la ciencia litúrgica 4II  Reseña histórica de la ciencia litúrgica 4

1 Antecedentes 42 Los comienzos y el primer desarrollo 53 Las fases modernas y las tendencias dominantes 6

III  Metodología de la ciencia litúrgica  91 Los contenidos 92 El método 10

IV  La aportación de otras ciencias  11V  La form ación litúrgica  13

1 Nocion 132 Características 133 Objetivos 14

VI  La formación litúrgica de los pastores  15

PARTE PRIMERA

 EL MISTERIO EN LA HISTORIA

C a p i t u l o   II La liturgia en la economía de la salvación 19I  De Cristodonante del Espíritu a la liturgia de la

 Iglesia  201 Cristo resucitado, fuente de la salvación 202 La Iglesia, sacramento de Cristo 213 PascuaPentecostés permanentes 21

II  La econom ía de la salvación  221 Las etapas de la historia de la salvación 222 La liturgia, síntesis de la historia salviflca 24

III  La liturg ia obra del Padre del Hijo y del EspírituSanto 241 La presencia y la obra del Padre 25

2 La presencia y la obra del Hijo Jesucristo 253 La presencia y la obra del Espíritu Santo 27

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X  Indice general 

 Pags

IV  La liturgia salvación en la historia  281 El misterio pascual, ephapax de la salvación 282 Del acontecimiento a su celebración 28

3 El memorial 30C a p i t u l o   III Plenitud del culto verdadero 3 1

I  El culto  311 Nocion 322 Del culto «natural» al culto «revelado» 32

II  La liturgia  351 La palabra liturgia  352 Definición de liturgia antes del Vaticano II 373 El concepto de liturgia del Vaticano II 39

III «Litúrgico» y «no litúrgico»  401 Acciones litúrgicas y ejercicios piadosos 402 Devoción y devociones 41

C a p i t u l o   IV La liturgia e n la historia 4 3

I  Los orígenes  (ss i iv) 441 Las primeras realizaciones 442 Espiritualización del culto 45

II  El gran desarrollo local   (ssivvi) 451 Crecimiento en libertad 452 La liturgia romana clasica 46

III  El predomin io franco-germanico  (ss v i- x i ) 471 Reformas y proceso de hibridación 472 Fisonomía definitiva de la liturgia romana 48

IV  La decadencia bajomedieval  (siglos xixiv) 491 La liturgia «según el uso de la Cuna romana» 492 La espiritualidad 50

V  La uniformidad litúrgica  (ss xv xix) 511 Universalización de la liturgia romana 51

2 Intentos de renovación 52VI  El Movimiento litúrgico  53

VII  E l Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica postconciliar   5 4

C a p i t u l o   V Ritos y familias litúrgicas 57I  Rito litúrgico p articular e Iglesia local   57

II  Las fa m ilias litúrgicas orientales  581 Liturgia SirioAntioquena y Jacobita 59

2 Liturgia Maronita 603 Liturgia Asinocaldea o Nes tonana 614 Liturgia SinoM alabar 615 Liturgia Bizantina 626   Liturgia Armenia 637 Liturgia Copta 638  Liturgia Etiope 64

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 Indice genera l  XI

 Pags

IV  Las fam ilias litúrgicas occidentales  651 Liturgia Africana 652 Liturgia Romana clasica 6 6

3 Liturgia Ambrosiana 6 64 Liturgia HispanoMozarabe 675 Liturgia Galicana 696   Liturgia Celta 69

PARTE SEGUNDA

 LA CELEBRACIO N DEL MISTERIO

C a p i t u l o   VI La celebración 73I  La palabra «celebración»   73

1 Etimología y uso primitivo 742 En el latín cristiano 743 En los libros litúrgicos 76

II  Aproximaciones al concepto de celebración  761 Desde la antropología 762 Desde la teología 77

III  Definición y aspectos de la celebración  79IV  El misterio de Cristo en el centro de toda celebración   81

C a p i t u l o   VII La Palabra de Dios en la celebración 83I  La Sagrada Escritura en la liturgia  84

1 Fundamento 842 Significado 85

II  La Palabra de Dios en la historia de la salvación  8 6III  La Iglesia bajo la Palabra de Dios  8 6IV  La liturgia de la Palabra   87

1 La liturgia, lugar de la Palabra 882 Estructura de la liturgia de la Palabra 883 Primacía del Evangelio 89

V  El Leccionario de la Palabra de Dios  901 Signo de la Palabra 902 El Leccionano de la Misa en la historia 903 Organización del Leccionano de la Misa 92

C a p i t u l o   VIII La asamblea celebrante 95I  La Iglesia su jeto de la acción litúrgica  95

1 La Iglesia, «cuerpo sacerdotal» de Cristo 962 La liturgia, «de la Iglesia» y «para la Iglesia» 97

II  La asamblea celebrante  981 La asamblea, signo sagrado 982 Dimensiones de la asamblea como signo 993 Asam blea litúrgica e Iglesia local 100

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XII  Indice genera l 

 Págs.

III.  Antinomias de la asam blea litúrgica   ..............................  100IV.  La participación litú rg ica ..................................................  101

1. La p a la b ra ........................................................................   101

2. El co n c ep to......................................................................

  1023. Exigencias ........................................................................   1034. Ministerios litúrgicos y participación . : ..................   104

Capítulo  IX. El canto y la música en la celebración   107I.  El canto en la Biblia y en la li tu r g ia ..............................   107

1. Espiritualidad bíblica ....................................................  1082. Testimonios de la historia ...........................................  108

II.  La música l itú rg ic a ..............................................................  110

III.  Funciones del canto y de la música en la litu rg ia   1111. Caracterís ticas.................................................................. 1112. Papel en la ce lebración ..................................................  113

IV. Situaciones rituales y funciona lidad li tú rg ic a ...............  1141. El h im n o ..........................................................................   1142. La ac lam ac ión ..................................................................  1143. Meditación ......................................................................   1154. Proclamación lí r ic a .........................................................  115

V.  Pastoral del canto y de la música en la litu rg ia   115

Capítulo X. La plegaria litúrgica .................................................   119I.  La plegaria litú rg ica ...........................................................   119

1. Fundamento bíblico .......................................................  1202. Primeros testimonios ....................................................   120

II.  Notas de la plegaria litú rg ica ............................................  1211. Dimensión trinitaria .......................................................  1212. Dimensión cris toló gic a ..................................................   1213. Dimensión eclesial .........................................................  1224. Dimensión an trop oló gic a ..............................................  123

III. Sacramentalidad de la plegaria litúrgica........................

  1231. Actitudes in te rn a s ...........................................................   1232. Dimensión corporal .......................................................  1243. Eficacia .............................................................................   125

IV.  La eucología y los grandes géneros de la plegaria litúr gica   ...........................................................................................   1251. Eucología m a y o r .............................................................   1262. Eucología m e n o r .............................................................   127

Capítulo  XI. La comunicación y el lenguaje litúrgico   129I.  La com unicación como hecho s o c ia l ...............................  129

1. Nociones .........................................................................  1302. Clases de co m un icació n ................................................   1313. Proceso de la com unic ació n.......................................... 132

II.  Funciones de la com unicación en la litu rg ia .................   133

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 Indice general  XIII

 Págs.

III. Códigos de comunicación usados en la celebración litúrgica  .....................................................................................  1341. Comunicación so n o ra ....................................................   134

2. Com unicación visual....................................................

  1353. Comunicación mediante otros se n tid o s .....................  136IV.  El lenguaje li tú rg ic o ...........................................................   137

1. Distinción entre lenguaje y le ngua ..............................  1372. Claves y características del lenguajelitúrgico 138

C a p í t u l o   XII. El simbolismo litúrg ico ........................................  141I.  N ociones ..................................................................................  142

1. El s ig n o .............................................................................  142

2. El sím b o lo........................................................................

  142II. Origen del símbolo  ..............................................................   1431. Desde el punto de vista psicológico .........................   1432. Desde el punto de vista re lig io so ................................  144

III.  El simbolism o, de la Biblia a la liturgia  ........................  1441. El simbolismo b íb lic o ....................................................   1442. El simbolismo en la lit u rg ia .........................................  1463. Dimensiones del signo litú rg ico ..................................   147

IV. Signos y símbolos en la litu r g ia .......................................   147V.  El r i to ......................................................................................   148

VI. Características de los ritos cristianos .............................

  149VII.  El gesto y la expresión corporal .......................................   150

C a p í t u l o   XIII. El tiemp o de la c e le b ra c ió n ...............................   153I.  El tiempo   ................................................................................  153

1. El tiempo cósmico .......................................................  1542. El tiempo sag ra d o .........................................................   1543. El tiempo históricosalvifico .....................................  1554. El tiempo litúrgico .......................................................  156

II.  La f i e s t a..................................................................................

  1561. Noción ...............................................................................   1572. Estructura hu m anore ligiosa .........................................  1573. Notas específicas de la fiesta cr is tia na .......................   158

III.  Los ritmos de la celebración ...............................................  1581. El ritmo a n u a l ................................................................  1592. El ritmo d ia rio ................................................................  1593. El ritmo sem anal............................................................ 160

IV.  El calendario litúrgico  ........................................................  160

C a p í t u l o   XIV. El lug ar de la celebración..................................

  163I.  El espacio ce lebrativo ..........................................................  163

1. El espacio re lig ioso .......................................................   1642. El templo en la B ib lia ...................................................  1643. El espacio litú rg ico .......................................................   165

II.  El lugar de la celebración en la h is to r ia ........................  165

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XIV  Indice genera l 

1 Configuración general 166

2 Aportaciones posteriores 166III  El arte al servicio de la liturgia   167

1 Estética 1682 Idoneidad 168IV  Los lugares de la celebración '   j 69V   Insignias vestidos y objetos litúrgicos  1 7 0

VI  Las imágenes   17  j

PARTE TERCERA  

 LOS SIG NOS DEL MISTERIO

C a p í tu l o X V La Eucaristía 1 7 5

I  De la «Cena del Señor» a la «Eucaristía»  (ss IHl) 175

1 Testimonios del Nuevo Testamento 1762 Testimonios de los siglos iim 177

II  La Misa de la basílica   (ss ivvii) 1771 La liturgia divina en Oriente 173

2 La Misa en las liturgias occidentales 178III  Evolución posterior (ss  vmxx) I7 9

1 La Misa «dramática» y devocional 1802 La Misa «de las rubricas» 1803 La reforma del Ordo Missae  181

IV   El actual «Ordo Missae»  1811 Los ntos iniciales 1822 La liturgia de la Palabra 1823 La liturgia del Sacnficio 1834 Los ritos de conclusión 184

V  La concelebracion \ 84VI  El culto eucanstico   184

VII  La pastoral de la Eucaristía  185

C a p i t u l o   X V I Los Sacramentos 1 8 7

I  Los sacramentos en cuanto celebraciones  1881 Celebraciones de la Iglesia 1882 Elementos dinámicos 189

II  El Ritual de sacramentos  190III  Los Rituales de la Iniciación cristiana  192IV  El Ritual de la Penitencia   193

V  El Ritual de la Unción y de la Pastoral de los Enferm os  194VI  El Ritual de las Ordenaciones   195VII  El Ritual del Matrimonio  195

C a p i t u l o   XVII Los sacramentales 1 9 7

I Sacramentales constitutivos en relación con las personas  197

 Pags

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 Indice general  XV

 Pags

1 La institución de ministerios 1972 La consagración de vírgenes 1993 La bendición del abad y de la abadesa 199

4 La profesión religiosa 2 0 0II Sacramentales constitutivos en relación con las cosas 201

1 La dedicación de la iglesia y del altar  201

2 La bendición del agua bautismal3 La bendición de los oleos y la confección del cris-

2 0 2

ma 2 0 2III  Bendiciones invocativas 203IV  Los exorcismos 204V  Las exequias 205

1 Significado 2052 Contenido del  Ritual de Exequias

p a r t e   c u a r t a  

 LA SANTIFICACIO N DEL TIEMPO

206

1 a S e c c i ó n   E l  a n o   l i t ú r g i c o 209

C a p i t u l o   XVIII El año litúrgico 209I  Naturaleza del año litúrgico 2 1 0

1 El nombre 2 1 0

2 El concepto 211

II  Formación del año litúrgico 211

1 De la antigua a la nueva Pascua 2 1 2

2 Desarrollo posterior  213III Teología del año litúrgico 214

1 Presencia del Señor en sus misterios 2142 Imitación sacramental de Cristo 216IV  La Palabra de Dios y el año litúrgico 216V  La Eucaristía y el año litúrgico 217

VI Valor pastora l del año litúrgico 218

C a p i t u l o   XIX El domingo 219I Origen apostólico del domingo 219

1 Testimonios bíblicos 2 2 0

2 Pnm eros testimonios no bíblicos 2 2 0

II Originalidad cristiana del domingo 2 2 2

III  Los nombres del domingo 2231 En relación con Cristo 2232 En relación con la Iglesia 2253 En relación con el hombre 226

IV  La celebración del domingo 227

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XVI  Indice general 

 Pags

C a p i t u l o   XX El Triduo pascual y la Cincuentena 229I   Estructura del Triduo y de laCincuentena pascual   230

1 El Tnduo 230

2 La Cincuentena 230II   Los datos de la historia  2311 Vicisititudes del Triduo pascual 2312 Evolución de la Cincuentena 232

III Teología y espiritualidad   2331 El «santo Tnduo pascual» 2332 La Octava pascual 2373 Los domingos de Pascua 2374 La «Ascensión del Señor» y el «Domingode Pen-

tecostés» 2385 Las ferias del tiempo pascual 239

C a p i t u l o   XXI La Cuaresma 241I  Estructura de la Cuaresma  241

II  Los datos de la historia  242III Teología y espiritualidad   243

1 El «miércoles del comienzo de la Cuaresma» 2442 Los domingos de Cuaresma 2443 Las fenas de Cuaresma 246

4 Las fenas de la Semana Santa 247

C a p i t u l o   XXII Adviento, Navidad y Epifanía 249I  Estructura del ciclo natalicio  249

II   Los datos de la historia  2501 Navidad y Epifanía 2502 El Adviento 253

III Teología y espiritualidad   2531 La «Navidad del Señor»y su Octava 254

2 La «Epifanía del Señor» 2553 Los domingos y la fiesta del Bautismo delSeñor 2564 Los días de la octava y las ferias de NavidadEpi

fama 2575 Los domingos de Adviento 2576   Las ferias de Adviento 259

C a p i t u l o   XXIII Tiem po durante el año. Solemnidades yfiestas del Señor 261

I  Estructura del tiempo «durante el año»   261II  Los datos de la historia  262

III Teología y espiritualidad del tiempo«durante el año» 2631 Paradigma del año litúrgico 2642 Importancia del Leccionano de la Misa 2653 El valor de lo «cotidiano» 266

IV Celebraciones del Señor móviles  267

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 Indice general  XVII

 Pags

1 Solemnidad de la Santísima Trinidad 2672 Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cnsto 2683 Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 269

4 Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo 2705 Fiesta de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote 270V Celebraciones del Señor en días fijo s   271

1 Fiesta de la Presentación del Señor 2712 Solemnidad de la Anunciación del Señor 2713 Fiesta de la Transfiguración del Señor 2724 Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz 2725 Aniversario de la Dedicación de la Basílica de Le

tran 273

6   Fena mayor de petición y de acción de gracias 273C a p i t u l o   XXIV La memoria de la Santísima Virgen y de los

Santos 2J  5I  Los datos de la historia  276

1 El culto a la Santísima Virgen M ana 2762 La veneración de los santos 279

II Celebraciones de la Santísima Virgen  2811  Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Ma-

na 281

2 Solemnidad de la Asunción de la Virgen M ana 2813 Fiesta de la Visitación de la Virgen M ana 2824 Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen Ma-

na 2825 Fiesta de Nuestra Señora del Pilar 282

III  Celebraciones de los santos de los angeles   v de los di funto s  283

1  Solemnidad de San José 2832 Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista 283

3 Solemnidad de los Santos Apostóles Pedro y Pablo 2844 Solemnidad de Santiago Aposto!, Patrono de Espa-ña 285

5 Solemnidad de Todos los Santos 2856   Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabnel y

Rafael 2867 Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos 287

2 a S e c c i ó n   L a   l i t u r g i a   d e   l a s   H o r a s   289

C a p i t u l o   XXV Historia y Teología del Oficio divino 289I  Del «Breviario» a la «Liturgia de las Horas»  289

II  Antecedentes de la oración de las horas  2901 La plegaria judia en la época del Nuevo Testa-

mento 2902 La oración de Jesús 291

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XVIII  Indice general 

 Págs.

3. La plegaria en la Iglesia p rim itiv a .............................  292III.  La liturgia de las horas en la h is to r ia .....................  293

1. Los primeros intentos de organización (ss. iv) . . . 293

2. Del Oficio completo y solemne al Oficio privado(ss. vixv) .......................................................................   2943. Intentos de reforma (ss. x v ix x ) .................................   295

IV. Teología y espiritualidad de la liturgia de las horas  . . 2951. Oración al Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo. 2962. Oración en nombre de la Iglesia ...............................   2963. Santificación del tiempo y de la ex is te ncia 2974. Valor pastoral .................................................................  2985. Dimensión escatológica ...............................................  299

C a p í t u l o   XXVI. Las H oras del Oficio d iv in o...................

  301I.  El Oficio divino como celebración ..........................  301

1. Componentes...................................................................  3012. Superación de algunas an tinom ias .............................  303

II.  Los Laudes y las Vísperas..................................................   3041. Simbolismo .....................................................................   3042. Los Laudes como oración de la m a ñ a n a ..................  3043. Las Vísperas como oración del final del d í a 3064. Estructura de la ce lebra ció n ........................................  307

III.  El Oficio de lectura y la V ig il ia...............................

  3081. Significado .....................................................................   3082. Estructura de la ce lebra ció n ........................................  3103. Las vigilias .....................................................................   310

IV.  La Hora intermedia y las C o m ple tas .......................  311

C a p í t u l o   XXVII. Elementos de la Litu rgia de las Ho ras . . . 313I.  Los salmos y los c á n tic o s ..................................................   313

1. Oración de Cristo y de la Ig le s ia ...............................   3132. Sentido cristológico .....................................................   3143. Orar con los salmos

.....................................................  315

4. Ordenación actual de la salmodia .............................  315II.  Las lecturas bíblicas y sus responsorios  ........................  319

1. Leccionario bíblico del oficio de lectura ..................  3192. Las lecturas b re v e s ........................................................  3203. Los resp on so rios ............................................................   320

III.  Las lecturas patrísticas y hagiográfic as..........................   3201. Leccionario p at rí st ic o ...................................................   3212. Leccionario hagiográfico .............................................  321

IV.  Los h im n o s.............................................................................

  322V.  Las preces y las oraciones  .................................................  323

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 Págs.

 Indice general   XIX

PARTE QUINTA

 LA VIVENCIA DEL MISTERIO

Capítulo  XXVIII. Evangelización, catequesis y expresión litúrgica de la f e   .................................................................................  327

I.  Evangelización y liturgia  ...................................................  3271. Perfiles de una problemática .....................................  3282. Unidad entre evangelización y liturgia ...................   328

II. Catequesis y litu rg ia ............................................................  3291. Relaciones entre catequesis y liturgia .....................   3292. Leyes de la catequesis lit ú rg ic a ................................   331

III.  La liturgia, expresión de la f e  ............................................

  3321. La liturgia y la confesión de la fe ............................  3322. La liturgia expresa la fe ..............................................  3323. La liturgia locus theologicus y la teología litúrgica.

IV.  La liturgia , mistagogia de la fe   ........................................ 3331. La mistagogia no es una «p ed ag og ía» .....................   3352. Dimensión mistagógica de la ce lebra ció n ...............  335

Capítulo  XXIX. Espiritualidad litúrgica, oración y ejerci

cios piadosos.....................................................................................

  337I.  La espiritualidad litúrgica  .................................................  3381. Espiritualidad de la Ig le s ia ..........................................  3382. Características................................................................  339

II.  Espiritualidad litúrgica y oración p erso n a l ....................  3391. Piedad litúrgica y piedad p rivada ...............................  3402. Necesidad de la oración per so nal ..............................   340

III.  La liturgia , escuela de oración ..........................................  3411. Función mistagógica y oración .................................  3422. Medios para introducir en la o ra c ió n ........................  342

IV.  Los ejercicios p ia d o so s........................................................

  3431. Legitimidad ....................................................................   3442. Conveniencia ..................................................................   3453. Renovación ....................................................................   345

Capítulo XXX. La Pastoral litúrgica ..........................................  347I.  La pastoral litúrgica en el conjunto dela pastoral de la

 Ig lesia .......................................................................................  3471. Triple « fu n ció n » ...........................................................   348

2. Unidad y relaciones m u tu a s.......................................

  348II.  Naturaleza y características de la pasto ral litúrgica  . . 349

1. El co n c e p to ....................................................................   3492. Las n o ta s .........................................................................  350

III.  Los agentes y los organismos de la pastoral litúrgica   . 3511. Las personas ..................................................................   3512. Las instituciones y los organismos ..........................   352

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XX  Indice general 

 Pags

3 El equipo de animación litúrgica . 353IV.  El ámbito especifico de la pastoral litúrgica  354

1 La pastoral de los sacramentos y sacramentales 354

2 La pastoral de los tiempos litúrgicos 3553 La pastoral de los ejercicios piadosos del pueblo cris-tiano 356

V  El derecho litúrgico, al servicio de la pastoral litúrgica  3561 Nocion 3562 Autoridad litúrgica 3573 El espíritu del actual derecho litúrgico 358

Apéndice V o c a b u l a r i o  l i t ú r g i c o   3 5 9

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 I N T R O D U C C I O N 

Desde el momento en que acepté el honroso encargo de los res- ponsables de la se n e de m anuales de teología Sapientia Fidei,  deescribir el vo lumen dedicado a la  L iturgia de la Iglesia,  mi principal

 p reocupación ha sid o ofrecer una síntesis com pleta, clara y precisa

del saber litúrgico actual, en lo que es común y básico en las cele- b raciones de la Iglesia Los lectores podrán apreciar si se ha logradoel prop ósito Pero, en todo caso, este volum en se ha escrito con eldeseo de no desmerecer del conjunto de un proyecto editorial delque se ha hecho cargo la prestigiosa  B ib lio teca de A utores C ristianos,  que reanud a su recono cida tradición de m anuales teológicos pa-ra España e Hispanoam érica

El estudio de la liturgia interesa hoy, afortunadamente, a todos

los miembros del pueblo de Dios, conscientes de la necesidad de po seer una form ación am plia y ac tualizada en to dos los te m as queafectan a la fe y a la vida y misión de la Iglesia Co ncluid a hac emucho tiempo la etapa de la reforma li túrgica, querida y diseñada por el C oncilio V aticano II, y estando pendiente todav ía una tarea deasimilación profunda de los libros litúrgicos promulgados en las dosúltimas décadas, los pastores, los religiosos y los fieles laicos, mássensibles a lo que constituye la «fuente primera e indispensable delespíritu cristiano» (SC 14), vienen reclamando unas celebracioneslitúrgicas más estables, más acordes con el sentido del misterio ymás densas espiri tualícente

La intuición y, en muchos casos, el interés explícito de pastoresy fieles coincide con las orientaciones que el Magisterio pontificio yepiscopal viene señalando en orden a una buena formación bíblica ylitúrgica, com o m edio pa ra profund izar en el sentido de los ritos y delos textos litúrgicos, para fomentar la dignidad y la belleza de lascelebraciones y de los lugares de culto y, en definitiva, para lograr

una «participación consciente, interna y externa, plena y fructuosa»en la liturgia, a la que tiene derecho el pueblo cristiano (cf SC 14, 19,etcétera)

Bastaría citar, del Santo Padre Juan Pablo II, la Carta ApostólicaVicesimus quintus annus   en el XXV aniversario de la ConstituciónSacrosanctum Concihum   sobre la sagrada liturgia, de 4XII1988y la Exhortación Apostólica postsinodal  P astores dabo vobis   sobre

' En AAS 81 (1989), 897-918, trad españ Librería Ed Vaticana 1989 y E 48 (1989), 870-879, especialmente n 15

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XXII  Introducción

la formación de los sacerdotes en la situación actual, de 251111992 2. De la Congregación para la Educación Católica, la Instruc-ción  D e institu tione litúrgica in S em inariis ,  de 3 V I 1979 3. D e laCongregación para el Clero, el  D irectorio p a ra el m inisterio y la  vida de los pr esb íteros,  de 3111994 4. Y de la Conferencia Episco-

 pal E spañola, la Exhortación colec tiva  La p a s to ra l litúrgica en E s paña, a lo s vein te años de la «SC»,  de 25XI1983 5, y las numero-sas cartas, notas, directorios y otras acciones realizadas o impulsadas

 p o r la C om isión E piscopal de L iturgia de E spaña desde hace variostrienios, encaminadas a la formación de los responsables de la vidalitúrgica de las parroquias y de las comunidades.

La l i turgia es una disciplina teológica que está presente, comoasignatura principal, en las Facultades teológicas, seminarios, casas

de formación de los religiosos y centros de preparación del laicado.El num eroso grup o de estudiosos y profesores de l iturgia de España,formados en los Institutos Superiores de Liturgia de Roma, París,Tréve ris y Barcelona y agrupad os en parte en la  A sociación E spañola de P rofesores de Liturgia,  fundada en 1977, ha generado una no-table producción en l ibros, revistas y otras publicaciones. Esta con-tribución, con peso específico propio en el campo de la teología, seune a las monografías, estudios, colecciones y obras colectivas detem a litúrgico que se han m ultiplicado en los últ im os años en E uropay en algunos países de América.

El m om ento actual del saber li túrgico perm ite formar una im agenglobal y armónica de la liturgia, asequible a todos, y abordar unaobra sistemática que exponga las principales cuestiones históricas,teológicas, antropológicas y pastorales de la celebración del misteriocristiano. En este sentido, el presente volumen pretende recoger, an-te todo, la aportación doctrinal del Concilio Vaticano II referente ala natu raleza de la liturgia y a su im po rtancia en la vida de la Iglesia,

y las grandes líneas de la reforma litúrgica postconciliar. Esta apor-tación se ha visto confirmad a y enriquecida en no po cos aspec tos porel Catecismo de la Iglesia Católica,  promulgado a finales de 1992,que dedica la segunda parte a la exposición de la doctrina católicasobre la liturgia y los sacramentos 6.

2 En AAS 84 (1992), 657-804; trad españ Librería Ed Vaticana 1992, y en E 52(1992), 624-675, especialmente n 48

3 En Typis Polyglottis Vaticanis 1979; trad española, en separata de Vocaciones 

(Salamanca 1979).4 Librería Ed Vaticana 199445 En PastL  133/134 (1983), 3-13, especialmente el n.8.6 Véanse los estudios publicados en  PastL   214 (1993),  Ph  194 (1993), y los de 

G e r v a i s , P , en NRT 115 (1993), 496-515; F a r n e s , P , en G o n z á l e z , O - M a r t í n e z , J. A. (ed ),  El Catecismo postconcihar Contexto y contenidos  (Madrid 1993), 132-151; L ó p e z   G o n z á l e z , P., en Scripta Theologica 25 (1993), 627-662, L ó p e z   M a r t i n , J., en

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En efecto, el Catecismo   ha venido a actualizar y a ofrecer unanueva síntesis orgánica de los altiora princ ipia   de la reforma litúrgi-ca 7, cuyo conocimiento es indispensable para lograr una formaciónde la vida espiritual basada en los sacramentos y en la plegaria de laIglesia, y para l levar a cabo una tarea evangelizadora y de edifica-ción de la comunidad eclesial teniendo como fuente y como cumbrela liturgia (cf. SC 1 0 , 42 y 105).

En este sentido, la orientación de toda la obra es decididamenteteológica, aunque sin olvidar los restantes aspectos desde los que seha de abo rdar el hech o litúrgico cristiano: h istórico, esp iritual, pasto-ral y jur íd ico (cf. SC 16; OT 16). Po r otra parte, el estudio de laliturgia no solamente ha de ilustrar el conocimiento de la celebracióndel misterio en todas sus dim ensiones, sino que ha de co ntribuir tam -

 b ién al desarro llo de la v ida in terior y a la p ráctica pastoral re lacio-nad a con la santificació n de los hom bres y el culto a Dios (cf. SC 7).

El volumen está dividido en cinco partes, a continuación de uncapítulo preliminar, dedicado a la situación de la ciencia litúrgica ya los objetivos de la formación litúrgica. La I parte, el misterio en la historia , trata de situar el estudio de la liturgia en la perspectiva dela economía de la salvación, como plenitud del culto verdadero(cap. III), es decir, en el curso de la revelación bíblica (cap. II), y alo largo de las etapas de la historia de la Iglesia (cap. IV y V). El

 punto de partida de la reflexión teológica sobre el hecho litúrgico

cristiano es la resurre cció n de Jesu cristo con la don ación del Esp írituSanto, origen de la liturgia como misterio y motivo central y conti-nuo de la l i turgia como acción y como vida.

La II parte, la celebración del misterio , analiza la acción expre-siva, represe ntativa y actual izadora del m isterio sa lvífico en sí m is-ma (cap. VI) y en cada uno de los componentes esenciales de lacelebración: la Palabra divina (cap. VII), la asamblea o sujeto cele- brante (cap. VIII), la respuesta del canto y de la p legaria litúrgica

(cap. IX y X), la comunicación y el lenguaje en el interior de lacelebración (cap. XI), los signos, los símbolos y el rito (cap. XII), eltiempo de celebrar (cap. XIII), y el espacio celebrativo con los obje-tos que lo llenan (cap. XIV). Quizás el capítulo más novedoso sea eldedicado a la comunicación y el lenguaje l i túrgico, un verdaderoreto para la liturgia actual.

TCat43/44 (1992), 391-413, L l a b r e s , P., en Communicació 75 (1993), 27-48; M a r l e , 

R., en  Etudes 6 (1992), 689-695; P i a z z i , D , en  RivPL   32/2 (1994), 51-57 y T r i a c c a , 

A. M , en Not   318/319(1993), 34-47.7 Fueron definidos así por Juan XXIII en 1960, en AAS 52 (1960), 954, y consisten 

en los «principios fundamentales» expuestos en la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia y que, en palabras de Juan Pablo II, «es necesario mantener constantemente presentes y profundizarlos», en Carta Vicesimus quintus annus,  op cit, n.5.

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XXIV  Introducción

La primera y la segunda parte, junto con la quinta, constituyen loque algunos autores denominan l iturgia fund am ental  , o leyes gene-rales de toda acción litúrgica. En este sentido, las partes que siguenvienen a ser la liturgia especial   o la expo sición de las celebracioneslitúrgicas en concreto.

En efecto, la III parte, los signos del misterio,  t rata de maneramuy breve del aspecto celebrativo de la Eucaristía (cap. XV) y delos sacramentos (cap. XVI) y sacramentales (cap. XVII), para noinvadir el campo de otros manuales de esta misma colección. En unestudio sistemático de la liturgia no pueden faltar la Eucaristía y lossacramentos, en tomo a los cuales gira toda la vida litúrgica (cf.SC 6 ).

La IV parte, la santificación del tiempo   o el misterio en el tiem-

 po, trata de la presencia y de la ce lebración del m isterio salv ífico enla existencia de los hombres, tanto en los t iem pos determ inados   queforman el año litúrgico   como en la celebración de las horas   del Ofi-cio divino. Por este motivo, esta parte comprende dos secciones. La

 prim era , dedicada al año de l Señor    (cap. XVIII), al domingo (cap.XIX), a los tiempos litúrgicos (cap. XXXXIII) y a la celebración dela m em oria de la Santísim a Virgen y de los Santos (cap. X XIV ). Lasegunda sección expone la teología y la historia del Oficio divino(cap. XXV), el sentido y la estructura de cada hora (cap. XXVI) ylos elementos que las integran (cap. XXVII).

La V y última parte, la vivencia del misterio , forma parte de lali turgia fundamental , como se ha indicado, ya que toca aspectoscomplementarios de la situación de la liturgia en la vida de la Igle-sia, como las relaciones con la evangelización y la fe (cap. XXVIII),la espiritualidad litúrgica y los actos de piedad personal o comunita-ria (cap. XXIX), y la acción pastoral litúrgica (cap. XXX).

La exposición se completa con un apéndice, que ofrece un voca

bulario litúrgico   de carácter básico, con los términos propios de laliturgia en general y del Rito Romano en concreto. En él se explicanmuchas palabras técnicas que aparecen en el volum en y se recuperanotras casi olvidadas. Este vocabulario constituye también una contri-

 bución a la cultura relig iosa y litúrg ica, que ac tua liza inclu so el sig-nificado de numerosas palabras que se siguen usando todavía, perocon matices nuevo s inco rporados por la reforma litúrgica prom ovida

 por el Concilio V aticano II.

La limitación de espacio, inevitable en una obra de carácter ma-nual, ha obligado tamb ién a tratar todos los tem as con la m ayo r con-cisión y breveda d po sible, aun con el riesgo de d ejar muc hos p untosreducidos a enunciados. No obstante he procurado tocar todos loscontenidos de forma esencial , cuidando también de que la divisiónde artículos, dentro de cada capítulo, y la distribución de aspectos

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 Introducción XXV

 perm itan al lector y al estudiante h acerse una idea b ien estructuraday coherente de toda la materia.

Para com pletar el estudio se dispone de u na bibliografía básica alcom ienzo de cada capítulo, y de una bibliografía más particularizadaen las notas a pie de página. Tanto en una como en otra bibliografía

se han preferido los títulos al alcance del lector español, incluyéndo-se los de otras lenguas cuando faltan los primeros o se trata de estu-dios muy importantes. Al comienzo del volumen se encuentra una

 b ib liografía de carácter general, con la s p rincipales fuentes y obrasauxiliares de la ciencia l i túrgica, y con una relación de obras siste-máticas, manuales, diccionarios de tema li túrgico e introduccionesmás o menos amplias a la l i turgia, de ayer y de hoy. Confío en quelas referencias bibliográficas, muy reducidas si se tiene en cuenta la

 producción existente en lo s ú ltim os decenios en el cam po litúrgico, pero sufientes para lo s fines señalados, sean útiles para lo s que qu ie-ran ampliar sus conocimientos en temas determinados de su interés.

Al redactar este volumen he tenido en cuenta publicaciones míasanteriores, pero me he asomado también a las diversas obras siste-m áticas ded icadas a la l iturgia po r colegas y autores con sagrados, delos que me considero deudor. También lo soy de los alumnos de losdistintos centros teológicos en los que he enseñado, especialmentede la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salaman-

ca. Tan to para unos — los profeso res y los cult ivad ores del saberl itúrgico— com o para los otros — los alumnos y los responsablesactuales y futuros de la l iturgia de la Iglesia— deseo que el cono ci-miento y la vivencia de las celebraciones litúrgicas les sea altamente

 provechoso en todos lo s sentidos.

Zamora, 21 de mayo de 1994, víspera de Pentecostés.

E l  a u t o r  

 PRESENTACION DE LA SEGUNDA EDICION 

La aceptación que ha tenido el volumen  L a liturgia de la Ig lesia , publicado por la BA C dentro de la colecció n Sapientia Fidei-Serie de   M anua les de Teología , por parte de los profesores y estudiantes deli turgia ha obligado a preparar una segunda edición. Para beneficiode los lectores he procurado, sobre todo, actualizar la Bibliografíageneral, la de varios capítulos y la de algunas notas, respetando el

deseo del editor de no alterar demasiado la maquetación de la obra.Deseo ag radecer tam bién, muy cordialmente, la acogida dispen-

sada a esta obra.

Ciudad Rodrigo, 25 de septiembre de 1996

t Ju l i á n , Obispo de Ciudad Rodrigo

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 B I B L I O G R A F I A G E N E R A L   8

1 DOCUMENTACION LITURGICA POSTCONCILIAR 

K a c z i n s k i , R ,  Enchindio n documentorum instauratioms hturgicae,  1(1963-1973)  (Casale M 1976), 2 (1973-1983)  (Roma 1988), 3 (1984- 1993)  (en prepa r)

P a r d o , A ,  Enchiridion Documentación litúrgica posconcih ar   (Barcelona1992)

2 FUENTES LITURGICAS, COLECCIONES DE TEXTOS

A n d r i e u , M , Les ordines romam du Moyen-Age,  1-4 (Louvain 1931-1961) A n d r i e u   M , Le Pontifical Rom ain au Moyen-Age, 1-4 (Citta del Vaticano

1938-1941)A s s e m a n i , J A , Codex hturgicus Ecclesiae umversae,  1-13 (Roma 1749- 

1766, reimpr 1902) — Caeremomale Episcoporum   (Ed typica, Typis Plyglottis Vaticams

1984), versión castellana para America Latina Ceremonial de los Obis pos (CELAMDEL 1991)

D e s h u s s f s , J (ed ),  Le sacramentaire Gregorien Ses principales form es 

d'ap res les plu s anciennes manuscrits Edition comparativ,  1-3 («Spicilegium Fnburgense» 16, 24, 28, Fnbourg 1971-1982)

H a n g g i   A - P a h l , I , Prex euchanstica Textus e varus liturgus antiquiori bus selecti  («Spicilegium Fnburgense» 12, Fnbourg 1968)

 — Officium Divinum Liturgia Horarum nata Ritum Romanum,  1-4 (Edtypica,Typis Polyglottis Vaticams 1971-1972, Ed typica altera 1986- 8 8 ), ed oficial española Oficio Divino Liturgia de las Horas según el  

 Rito Romano, 1-4 (Coeditores litúrgicos 1979-1981)L o d i , E , Enchiridion euchologicum fontium hturgicorum   (BELS 15, Roma

1979)M a r t e n e , E ,  De antiquis Ecc lesiae rüibus,  1-4 (LugdumRouen 1690- 

1706, reimpr Hildesheim 1967-1969)

8 Son numerosas las publicaciones que incluyen boletines bibliográficos de liturgia, mas o menos periódicos Entre otras veanse ALW, EL, ETL, Ph  QL, RScPhTh 

 y   RL Ademas pueden consultarse la  Bibhographia Internationahs Spirituahtalis (Roma 1966ss), el Catalogus (1964-1987)  del Instituí Bibliographique de Liturgie de la Abadía de Mont-Cesar (Bélgica), y J o h n s o n , M , Bibhographia litúrgica  (BELS 63, Roma 1992), T h o m p s o n , B ,  A Bibhgraphy o f Christian Worship  (Metuchen N J London 1982), Z i t n i k  , M ,  Sacramenta Bibhographia Internationalis,  1-4 (Roma 1992)

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 Bibliografía genera l  XXVII

M a r t i n   P i n d a d o , V - S á n c h e z   C a r o , J M ,  La gran oración eucaristica Textos de ayer y de hoy   (Madrid 1969)

 Missale Hispano-M ozarabicum   (Conferencia Episcopal EspañolaArzobis- pado de Toledo 1991)

 Missale Romanum   (Ed typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1970, Ed

typica altera 1975) ed oficial española  Misal Rom ano  (CoeditoresLitúrgicos 1988)M o h l b e r g , L C (ed ), Sacramentarium Veronense (Cod B ibl Cap Veron 

 LXXXV[80] (REDFM 1, Rom a 1956, reimp 1978) —  Líb er sacramentorum Romanae Aeclesiae ordim s anm circuh (Cod  

VatReg lat 316/Paris, Bibl Nat 7193) Sacramentarium Gelasianum  (REDFM 4, Roma 1960, reimp 1968)

V o g e l , C - E l z e , R , Le Pontifical romano-germanique du Xéme siecle,  12(Citta del Vaticano 19631972)

3 AUXILIARES

B l a i s e , A , Vocabulaire latín des principaux themes hturgiques  (Tumhout1966)

 —  Lexicón latimtatis Medn Aevi, praesertirm ad res ecclesiasticas investí  gandas pertinens  (Tumhout 1975)

B o u r q u e , E , Etude sur les sacramentaires romains,  13 (Cittá del Vaticano19491960)C h a v a s s e , A , Le sacramentaire gélasien  (París 1957)

 — «Le sacramentaire gélasien du vme s Ses deux principales formes», enEL 73 (1959), 249298

C u v a , A , «I nuovi libn l iturg ia Rassegna documentaría», en  Not  228/229(1985), 394408

D e l l ’O r o , F , «Recenti edizioni cntiche di fonti liturgiche», en B r o v e l l i , 

F (dir),  Liturgia delle ore Tempo e rito  (BELS 75, Roma 1994), 196

303D e s h u s s e s , J , «Les sacramentales, etat actuel de la recherche», en ALW

24(1982), 1946D i a m o n d , W (ed ),  Dictionary o f Liturgical Latín  (Milwaukee 1961)Jo h n s o n , M , Bibhographia litúrgica  (BELS 63, Roma 1992)L o d i , E ,  Liturgia della Chiesa Guida alio studio della liturgia nelle sue 

 fon ti antiche e recenti  (Bologna 1981)M a r t i m o r t , A G ,  Les ordiñes, les ordinaires et les ceremomaux Typolo- 

 gie des sources du Moyen Age occidentale  (Tumhout 1991)S c n i t k e r  , T A - S l a b y , W A , Concordantia verbalia Missahs Romani 

 Partes euchologicae  (Munster i W 1983)P a l a z z o , E , Histoire des hvres hturgiques Le Moyen Age des origines au 

 X l l l e siécle   (París 1993)V o g e l , C , Introduction aux sources de l ’histoire du cuite chretien au Mo

 yen Age  (Spoleto 1966)

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http://slidepdf.com/reader/full/06-lopez-martin-julian-la-liturgia-de-la-iglesia-56e139af18bf0 24/410

XXVIII  Bibliografía genera l 

4  OBRAS GENERALES, MANUALES, TRATADOS,DICCIONARIOS Y ENCICLOPEDIAS

A b a d , J A - G a r r i d o   B o n a n o ,  Introducción a la liturgia de la Iglesia (Ma-drid 1988)

 —  La celebración del misterio cristiano  (Parhplona 1996)A l d a z a b a l , J , Vocabulario básico de liturgia  (Barcelona 1994)A l l m e n , J J v o n ,  El culto cristiano Su esencia y su celebración  (Sala-

manca 1968) — Celebrer la salut Doctrine et pratique du cuite chretien  (GenevePans

1984)Associazione Professon de Liturgia (dir), Celebrare i mistero di Cristo 

 Manuale di liturgia  1 (BELS 73, Roma 1993)A u g e , M ,  Liturgia Historia celebración teología espiritualidad  (Barce-

lona 1995)A z c a r a t e , A , La flo r de la liturgia renovada Manual de cultura   v esptri 

tuahdad litúrgica  (Buenos Aires 1976)B e r g e r  , R , Piccolo dizionario di liturgia  (Casale M 1990)B o r o b i o , D (dir),  La celebración en la Iglesia  13 (Salamanca 1985

1990)B r a u n , J , Diccionario manual de liturgia   (Madnd 1927)C a s t e l l a n o , J et AA A A ,  Liturgia (Etica della rehgiosita)  («Corso di

Morale» 5, Brescia 1986)C a t t a n e o , E , II culto cristiano in Occidente Note storiche  (BELS 13, Ro-

ma 1978, 2 d ed 1984)Conté, N ,  Benedetto Dio che ci ha benedetti in Cristo Introduzione alia 

liturgia  (Palermo 1992)C o s t a , E , Liturgia   («Enciclopedia di Pastorale» 3, Casale M 1988)C r i c h t o n , J D , Christian Celebration The Mass the Sacraments the Pra- 

 yer o f the Church  (London 1988)D a v i e s , J G (dir),  A New Dictionary o f Liturgy and Worship  (London

1986)D e l l a   T o r r e , L , Celebrare il Signore Corso di liturgia  (Roma 1989)

De Pfdro, A ,  Misterio y f iesta Introducción general a la liturgia   (Valen-cia 1975)E i s e n h o f e r  , L , Compendio de liturgia católica  (Barcelona 1940, reimpr

1963)Fink, E , The New D ictionary o f Sacramental Worship  (Collegeville 1990)G a r r i d o   B o n a n o , M , Curso de Liturgia Romana  (BAC 202, Madrid

1961)G e l i n e a u , J et AA AA ,  Nelle vostre assemblee Teología pastorale delle 

celebrazioni hturgiche  12 (Brescia 19751976) —  Assemblea santa Manuale di liturgia pastorale   (Bologna 1991)G o m a   y   T o m a s , I  El valor educativo de la liturgia católica   1 - 2 (Barcelo-

na 1945, 3 a ed )Jo n e s , Ch , W a i n w r i g h t , G y Y a r n o l d , E (dir), The Study of Liturgy 

(London 1975, 2 a ed 1980)K  i l m a r t i n , E J , Christian Liturgy Theology and Practice  1 Systematic 

Theology o f Liturgy  (Kansas City 1988)

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 Bibliografía genera l  XXIX

K l a u s e r  , Th ,  Breve historia de la liturgia occidental   (Barcelona 1968)L a n g , J P , Dictionary o f the Liturgy  (New York 1989)L e b o n , J , Para vivir la liturgia   (Estella 1987)L e   G a l l , R (dir),  La hturgie celebration de l Alhance  13 (Chambray

lesTours 19801982) —  Dictionnaire de Liturgie   (París 1982) —  La hturgie de l Eghse Mystere signes et figures  (ChambraylesTours

1990)L ó p e z   M a r t i n , J , Liturgia fundamenta l   12 («Plan de Formación Litúrgi-

ca» del IITD, Madrid 1985, 2 a ed 1988) —  La santificación del tiempo   12 («Plan de Formación Litúrgica» del

IITD, Madrid 1984, 2 a ed 1990) —  La liturgia en la vida de la Iglesia  (Madnd 1987) —  En el Espíritu y la verdad Introducción a la liturgia  12 (Salamanca

19931994)M a r s i l i , S ( t ) - S c i c O L O N E I - C h u p u n g c o , A J (dir ),  Anamnesis Introdu 

 zione storico teológica alia liturgia 1 7   (Casale M Genova 19741990)

 —  Los signos del misterio de Cristo Teología litúrgica de los sacramentos (Bilbao 1993)

M a r t i m o r t , A G (dir),  La Iglesia en oración Introducción a la liturgia (Barcelona 1987 nueva ed actualizada y aumentada)

M e y e r  , H B (dir), Gottesdienst der Kirche Handbuch der Liturgiewis-  senchafi  18 (Regensburg 1983ss)

M i s t r o r i g o , A , Dizionario litúrgico pastorale   (Padova 1977)N e u n h e u s e r  , B , Storia della liturgia attraverso le epoche culturah   (BELS

11, Roma 1983)P r a d o , G , Curso fá c il de liturgia  (Madrid 1941)R  i g h e t t i , M , La historia de la liturgia  12 (BAC 132 y 144, Madrid 1955

1956)S a l a v i l l e , S , Liturgies orientales (París 1 9 3 8 )

S a r t o r e , D - T r i a c c a , A M - C a n a l s , J M (dir),  Nuevo Diccionario de  Liturgia   (Madrid 1987)

S c h m i d t , H A , Introductio in Liturgiam Occidentalem  (Roma 1960)V r i j l a n d t , M A , Liturgiek   (Delst 1987)

5 INTRODUCCIONES A LA LITURGIA INICIACION LITURGICA

A l e s s i o , L , Una liturgia para vivir   (Buenos Aires 1978) — L uomo essere orante  (Milano 1980)A n d r o n i k o f , C , El sentido de la liturgia La relación entre Dios y el hom

bre  (Valencia 1992)A r a n d a , A ,  Manantial y cum bre Iniciación litúrgica  (México 1992)A r r i g h i , G et A A AA , Introduzione agh studi li tu rgia   (Roma 1962)Associazione Professon e Culton de Liturgia, Celebrare in Spirito e venta  

(Roma 1992)A u b r y , A , ¿Ha pasado el tiempo de la liturgia?  (Madrid 1971)B e a u d u i n , L , La píe te de l Eghse Principes et fa its   (Louvain 1914)

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XXX  Bibliografía general 

B e r n a l , J M , Una liturgia viva para una Iglesia renovada  (Madnd 1971).B o n a c c o r s o , G , Introduzione alio studio della liturgia   (Padova 1990)B i f f i , I , Liturgia,  1  Rijlessioni teologiche e pastorah  (Roma 1982)B o u y e r  , L , Piedad litúrgica  (Cuemavaca 1957)

 —  El rito y el hombre Sacralidad natural y liturgia  (Barcelona 1967)C a s e l , O

,  El misterio del culto cristiano  (San Sebastián 1953) —  Le mystere de la hturgie Choix de textes  (París 1990)C a s t r o , C ,  El sentido religioso de la liturgia   (Madnd 1964)C h a u v e t , L M , Símbolo y sacramento Dimensión constitutiva de la exis

tencia cristiana  (Barcelona 1991)C o l o m b o , G ,  In troduzione alio studio della liturgia   (LeumannTonno

1989)C o r b o n , J ,  Liturgie de source  (París 1980)D a l m a i s , I H ,  Imtiation a la hturgie   (París 1958)

DiS t e f a n o , A

, Liturgia Introduzione

 ( C a s a l e

M1 9 9 1

)Dix, G , The Saphe o f the Liturgy (Westminster 1945, reimpr 1981)D o n g h i , A , A lode della sua gloria II mistero della liturgia  (Milano 1988)D o r a d o , G G ,  La liturgia hoy   (Madnd 1987)F e r n a n d e z , P  Introducción a la ciencia litúrgica  (Salamanca 1992)F i l t h a u t , Th ,  La formación litúrgica  (Barcelona 1965)G a n d a r a , M J ,  Introducción a la liturgia   (Molina de Segura 1992)G e l i n e a u , J , Liturgia para mañana   (Santander 1977)G u a r d i n i , R , El espíritu de la liturgia  (Barcelona 1962)G u z z e t t i , G

B , Cristianesimo, culto e liturgia  (Milano1 9 8 8 )

H a m m a n , A , Liturgia y apostolado   (Barcelona 1 9 6 7 )

H i l d e b r a n d , D v o n ,  Liturgia y personalidad   (Madnd 1966)J e a n   N e s m y , C l   , Práctica de la liturgia  (Barcelona 1968)J u n g m a n n , J A , El culto divino de la Iglesia  (San Sebastian 1959)

 —  Las leyes de la liturgia  (San Sebastián 1960)L e c l e r c q , J , Liturgia y paradojas cristianas   (Bilbao 1966)L u b i e n s k a   d e   L e n v a l , H ,  La educación del sentido litúrgico  (Madrid

1967)L l o p i s , J , Itinerari hturgic   (Barcelona 1968)M a g r a s s i , M , Vivere la liturgia  (Nocí 1978)

 —  La liturgia evento, celebrazione, storia  (Casale M 1979)M a l d o n a d o , L , Iniciación litúrgica   (Madrid 1981)M a r s i l i , S , Mistero di Cristo e liturgia nello Spirito (Librería Ed Vaticana

1986)M a t e o s , J , Cristianos en fies ta   (Madrid 1972)P a s c u a l   A g u í  l a r , J A , Liturgia y vida cristiana   (Madnd 1962)P r e c h , C h  ,  Acción de Dios, fiesta del pueblo Fiesta de Dios, acción del  

 pueblo   (Santiago de Chile 1981)R a t z i n g e r  , J , La jesta della fede   (Milano 1984)V a g a g g i n i , C , El sentido teológico de la liturgia  (BAC 181, Madnd 1959)V a n d e n b r o u c k e , F , Iniciación litúrgica  (Burgos 1965)V e r h e u l , A ,  Introducción a la liturgia Para una teología del culto  (Bar-

celona 1967)W i n t e r s w y l , L A , Liturgia para seglares  (Madrid 1963)

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 Bibliografía general  XXXI

6   REVISTAS DE LITURGIA EN LENGUA ESPAÑOLAY PORTUGUESA 9

 Actualidad Litúrgica,  Ciudad de México (México) Amen,  San Antonio TX ( U S A )

 Boletim de M usita Litúrgica,  Porto (Portugal) Boletim de Pastoral Litúrgica,  Aveiro (Portugal)Celebrar,  Quito (Ecuador)CLAM,  Montevideo (Uruguay)Cuadernos Phase,  Barcelona (España)

 Dossiers del CPL,  Barcelona (España) Liturgia y Canción,  Portland ( U S A ) Liturgia y Espiritualidad   (antes Oración de las Horas),  Barcelona (Es-

 paña)

 Liturgia e Vida,  Rio de Janeiro (Brasil) Nova Rivista de Música Sacra, Braga (Portugal)Ora et labora,  Mosteiro de SingevergaNegrelos (Portugal)

 Pastoral Litúrgica,  Madnd (España) Phase,  Barcelona (España) Revista Litúrgica Argentina,  Abadía de San BenitoBuenos Aires (Argen-

tina)Servicio, Santiago de Chile (Chile)

7 INSTITUTOS DE LITURGIA DE ESPAÑA E HISPANOAM ERICA

Escuela Supenor de Liturgia «San Dámaso», Madnd (España)Instituto de Estudios VisigóticoMozarabes de San Eugenio, Toledo (Es-

 paña)Instituto de Liturgia Hispánica, San Antonio TX ( U S A )Instituto de Liturgia «San Isidoro», Sevilla (España)Instituto Supenor de Liturgia —Facultad de Teología—, Barcelona (Es-

 paña)Instituto Teológico Pastoral del CELAM — Sección de Liturgia— , Medellín (Colombia)

8  ASOCIACIONES DE LITURGIA EN ESPAÑAE HISPANOAMERICA

Asociación Española de Profesores de Liturgia (España)

Sociedad Argentina de Liturgia (Argentina)Sociedad de Profesores de Liturgia (México)Societat Catalana d ’Estudis litúrgics (España)

9 Este apartado y los siguientes recogen y amplían la información publicada en Not  286 (1990), 250-2 87 ,29 3 (1991), 716-721 Para otras areas lingüisticas vease la revista citada

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 S I G L A S Y A B R E V I A T U R A S 

1 REVISTAS, DICCIONARIOS Y COLECCIONES

A AS Acta Apostohcae Sedis (Roma 1909ss)ALW Archiv fur Liturgiewissenschaft — antes JLW— (Ratisbona1950ss)

 AsSeñ   Asambleas del Señor, traducción de  AssSeign  I séne (Ma-dnd 1964ss)

 AssSeign  Assemblees du Seigneur (I séne, Pans 1964ss, II série, Pa-rís 1970ss)

BAC Biblioteca de Autores Cnstianos (Madrid)BELS Bibliotheca «Ephem endes Liturgicae» «Subsidia» (Roma

1975ss) Burg   Burgense (Burgos 1960ss)Cath  J a c q u e m e t , G (ed ), Cathohcisme,  lss (Pans 1948ss)CCL Corpus ChnstianorumSenes Latina, lss (TumhoutPans

1953ss)CFP F l o r i s t a n , C (dir), Conceptos fundamentales de Pastoral 

(Madrid 1983)CFT F r í e s , H (dir), Conceptos fundam entales de Teología, 1 -4

(Madrid 1966, 1979 2 a)

CiTom  La Ciencia Tomista (Salamanca 1910ss)CivCat   La Civilta Cattolica (Roma 1850ss)Comm  Communio (Madrid 1979ss)CommLit   Co m m unautes e t L i turgie — antes  PLit  — (O ttigm es

1975ss)Conc  Concihum (Madrid 1965ss)CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Onentalium (Louvain

1903ss)CSEL Corpus Scn ptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Viena

1866ss)DACL C a b r o l , F - L e c l e r c q , H - M a r r o u , H (ed ),  Dictionnaire

d ’Archeologie Chretienne et de Liturgie,  115 (Pans 19071953)

DB V i g o u r o u x , F ( e d ),  Dictionnaire de la Bible,  15 (Pans18951912)

DBS P i r o t , L - R o b e r t , J A (ed ),  Dictionnaire de la Bible Sup- plement,  lss (Pans 1928ss)

DCT E i c h e r  , P (dir),  Diccionario de Conceptos Teológicos, 12(Barcelona 19891990)

DCTC B e n i t o , A (dir),  Diccionario de Ciencias y Técnicas de laComunicación  (Madnd 1991)

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Siglas y abreviaturas XXXIII

DE A n c i l u , E (dir  ), Diccionario de Espiritualidad,  13 (Bar-celona 19831984)

DETM Rossi, L (dir ),  Diccionario enciclopédico de Teología M oral   (Madrid 1974)

DHEE A l d e a , Q (dir),  Diccionario de Historia Eclesiástica de España, 15 (Madrid 1972ss)

DPAC B f r a r d i n o , A di   ( d i r ) ,  Diccionario Patristico y de Anti güedades Cristianas,  12 (Salamanca 19911992)

DS D f n z i n g f r  , H - S c h o n m í t z i   r , A (ed ),  Enchiridion Svmbolorum  (Barcelona 1967)

 DSp   V i l l c r  , M ( c d ),  Dictionnaire de Spirituahte Ase etique et  Mystique,  Iss (París 1937ss)

DTC V a c a n t , A - M a n g f n o t , E - A m a n n , E (ed ),  Dictionnairede Theologie Cathohque  116 (París 1899ss)

DTC V a c a n t , A - M a n g l n o t , E - A m a n n , E (ed ),  Dictionnairede Theologie Cathohque, 116 (París 1909ss)

DTDC S i l a n f s ,  N - P i k a z a , X (dir),  Diccionario Teológico del  Dios Cristiano   (Salamanca 1992)

DTI P a c o m i o , L (dir),  Diccionario Teologuo Interdisaphnar 13 (Salamanca 19821983)

DTNT C o f n f n , L ( d i r ) ,  Diccionario Teológico del Nuevo Testamentó  14 (Salamanca 19801984)

D T V C A p a r i c i o , A C a n a l s , J M (dir),  D iccionano Teológicode la Vida Consagrada  (Madrid 1989)

 DVatlI   G a r o f a l o ,  S ( e d ),  Dizionario del Concilio Vaticano II (Roma 1969)

E Ecclcsia (Madrid 1941 ss) EcclO r   Ecclesia Orans (Roma 1984ss)EL Ephemendes Liturgicac (Roma 1887ss)

 EstE   Estudios Eclesiásticos (Madrid 19221936, NS 1942ss) EstT   Estudios Trinitarios (Salamanca 1967ss)ETL Ephem crides Theologicac Lovanienses (LouvainBruges

1924ss)GLNT Grande Lessico del Nuovo Testamento  (trad de TWNT),

lss (Brescia 1965ss)Gre  Gregonanum (Roma 1920ss)

 Iren  Irenikon (Chevcgtonc 1926ss)JLW Jahrbuch fur Liturgicwissenschaft, 115 (Munster 1921

1941)LJ Liturgisches Jahrbuch (Muster 195lss)LMD La Maison Dieu (París 1945ss)LOS L’Onent Syrien (París 1956ss)LQF Liturgiewissenschaftliche Quellen und Forschungen (Muns-

ter 1928ss) LThK   H o t f r  , J - R a h n l r  , K (ed ),  Lexikon fur Theologie und Kir-

che  110 (Freiburg i B 19571965) LumVit   Lumen Vitac (Bruselas 1946ss) MelScR  Melangcs de Science Religieuse (Lillc 1944ss)

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MS F e i n e r  , J y L o h r e r  , M (dir),  Mysterium Salutis Manual de Teología como historia de la salvación   15 (Madrid19691984)

 NDE F i o r e s , St de (dir),  Nuevo Diccionario de Espiritualidad (Madrid 1983)

 NDL S a r t o r e , D - T r i a c c a , A M - C a n a l s , J M (dir),  Nuevo Diccionario de Liturgia   (Madrid 1987)

 NDM F i o r e s ,  S t de (dir ),  Nuevo Diccionario de M ariologia   (Ma-drid 1985)

 NDT B a r b a g l i o , G (dir),  Nuevo Diccionario de Teología  12(Madrid 1982)

 Not   Notitiae (Roma 1965ss) NRT Nouvelle Revue Theologique (T oumaiPans 1879ss)OCP Orientaba Chnstiana Periódica (Roma 1935ss)OrH   Oración de las Horas (Barcelona 1970ss)

PAF Parola per l’Assem blea Festiva (trad de  AssSeign  II sene,Brescia 1970ss)

 PastL   Pastoral Litúrgica (Madrid 1966ss) PastM   Pastoral Misionera (Madrid 1965ss)PG Patrologiae Cursus completus Senes graeca, 1161 (París

18571866) Ph  Phase (Barcelona 1961 ss)PL Patrologiae Cursus completus Senes latina, 1221 (París

18441865)

 PLit   Paroisse et Liturgie (Bruges 1919ss)POC Proche Onent Chretien (Jerusalem 1951 ss)QL Questions Liturgiques (et Paroissiales) (Louvain 1921 ss)RB Revue Biblique (París 1892ss)

 RBen   Revue Benedictine (Maredsous 1884ss) RechSR   Recherches de Science Religieuse (Pans 191 Oss)REDC Re vista Españ ola de D erecho Ca nónico (Salam anca

1944ss)REDFM Rerum Ecclesiasticarum Documenta, Senes maior Fontes

(Roma 1955ss)RET Revista Española de Teología (Madrid 1940ss) RevEsp   Revista de Espiritualidad (Madrid 1941 ss) RevSR  Revue des Sciences Religieuses (Strasbourg 1921 ss)RHE Revue d ’Histoire Ecclesiastique (Louvain 1900ss)

 RHPhR  Revue d ’Histoire et de Philosophie Religieuse (Strasbourg1921 ss )

 RivPL   Rivista di Pastorale Litúrgica (Brescia 1963ss)RL Rivista Litúrgica (Finalpia 1914ss, NS 1964ss)

 RScPhTh  Revue des Sciences Philosophiques et Theologiques (París1907ss) RThPh  Revue de Theologie et de Philosophie (Lausanne 1868

1911, 19131950, NS 1951ss)SacrEr   Sacns Erudin (SteenbruggeBrugge 1948ss)Sales  Salesianum (Tormo 1939ss)Salm  Salmanticensis (Salam anca 1954ss)

XXXIV Siglas y abreviaturas

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Siglas y abreviaturas XXXV

SalTer ScCatt SelT SM

Sal Terrae (Santander 1912ss)La Scuola Cattolica (Milano 1873ss)Selecciones de Teología (San Cugat del Valles 1962ss)R a h n f r  , K (dir), Sacramentum Mundi Enciclopedia teológica  16 (Barcelona 19721976)

Studium Legionense (León 1960ss)Studia Theologica (Lund 1948ss)Teología y Catequesis (Madrid 1982ss)K  i t t e l , G - F r i e d r i c h , G (ed), Theologisches Worterbuch 

 zum Neuen Testament   19 (Stuttgart 1933ss)

StLeg StudThTCat TWNT

2 OBRAS MAS CITADAS

 Anamnesis  17 M a r s i l i , S (t)ScicoLONE I - C h u p u n g c o , A J (dir), Anamnesis Introduzione storico-teologica alia liturgia  17 (Casale M Genova 19741990)

1  La liturgia momento nella stona della salvezza2  La liturgia panorama storico generale3/1  La liturgia i sacramenti teología e sto na della celebrazione3/2  La liturgia Eucaristía teología e storia della celebrazione

4 Le hturgie orientah5  Liturgia delle ore6    L anno litúrgico Stona teología e celebrazione 1 I sacramentah e le benediziom

BOROBIO 13 B o r o b i o , D (dir),  La celebración en la Ig lesia , 13 (Sala-manca 19851990)1  Liturgia y sacramentologia fu ndamental 2 Sacramentos

3  Ritmos y tiempos de la celebraciónCat Catecismo de la Iglesia Católica  (Asociación de Editores del Catecis-

mo 1992)

CDC E c h e v e r r í a , L (dir), Codigo de Derecho Canónico Edición bilin güe comentada   (BAC 442, Madrid 1983)

GELINEAU 12 G e l i n e a u , J et AA A A ,  Nelle vostre assemblee Teolo 

 gia pastorale delle celebrazioni hturgiche  12 (Brescia 19751976)GUERRERO 12 G u e r r e r o , F (dir),  El Magisterio Pontificio contempo

ráneo  12 (BAC maior 3839, Madrid 19911992)1 Sagrada Escritura Dogma Moral Sagrada liturgia Espiritua 

hdad 2 Evangelización Familia Educación Orden sociopolitico

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XXXVI Siglas y abreviaturas

LOPEZ MARTIN 12: L ó p e z   M a r t í n , J.,  En el Espíritu y la verdad , 12(Salamanca 19931994).

1.  Introducción teológica a la liturgia  (2.a ed. ampliada).2 .   Introducción antropológica a la liturgia.

MARTIMORT: M a r t i m o r t , A.G. (dir.),  La Iglesia en oración. Introducción a la liturgia  (Barcelona 1987: nueva ed. actualizada y aumentada;2.a ed. 1967).

RIGHETTI: R i g h e t t i , M.,  La historia de la liturgia , 1 - 2 (BAC 1 3 2 y 1 4 4 ,  

Madrid 1 9 5 5 - 1 9 5 6 ) .

1.  Introducción general. El año litúrgico. El Breviario.2 .   La Eucaristía. Los sacramentos. Los sacramentales. Indices.

3. OTRAS SIGLAS Y ABREVIATURAS 10

AA.AA. Alii Auctores.ant antífona.CE Ceremonial de los Obispos  (ed. típica 1984).col colecta.dom

domingo.IFLS  Instrucción sobre la Formación litúrgica en los Seminarios(ed. típica 1979).

Laúd Laudes. NUALC  Normas universales sobre el Año litúrgico y el Calendario

(ed. típica 1969).OGLH Ordenación general de la Liturgia de las Horas   (ed. típica

1971).OGMR  Ordenación general del Misal Romano   (ed. típica 1969,

etcétera).OLM Orden de lecturas de la Misa  (2.a ed. típica 1981).or oración.RBN  Ritual del Bautismo de Niños  (ed. típica de 1969).RC  Ritual de la Confirmación  (ed. típica 1971).RDIA  Ritual de la Dedicación de la Iglesia y del Altar   (ed. típica

1977).RICA  Ritual de la Iniciación cristiana de los Adultos  (ed. típica

1972).

RO  Ritual de Ordenes  (ed. típica 1968; 2.a ed. típica 1990).Vísp Vísperas.VV.AA. Vari i Auctores.

10 Las siglas bíblicas y de los documentos del Concilio Vaticano II son las más comunes y conocidas.

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C apitulo   I

CIENCIA LITURGICA Y FORMACION LITURGICA (Capítulo preliminar)

La asignatura de la sagrada liturgia se debe considerarentre las materias necesarias y mas importantes en los

seminarios y casas de estudios de los religiosos y entrelas asignaturas principales en las facultades teológicas(SC 16)

BIBLIOGRAFIA 

A r r i g h i , G et AA AA , Introduzione agh studi li turgia   (Roma 1962),B a r t s c h , E , «Ciencia Litúrgica», en N e u h a u s l e r  , E , G o s s m a n n , E (dir),¿Que es teología9  (Salamanca 1969), 379429, B o n a c c o r s o , G ,  Introdu- 

 zione alio studio della liturgia   (Padova 1990), B r o v e l l i , F (dir ),  II trastero celebrato Per una metodología dello studio della liturgia  (Roma 1989),C o l o m b o , G ,  In troduzione alio studio della liturgia   (LeumannTonno1988), F e r n a n d e z , P ,  In troducción a la ciencia litúrgica  (Salamanca1992), J u n g m a n n , J A , «Ciencia litúrgica», en SM 4, 347353, L e n g e l i n g , 

E J , «LiturgiaCiencia litúrgica», en DCT 1, 637659, L ó p e z   M a r t i n   2,405444, R e n n i n g s , H , «Objetivos y tareas de la ciencia litúrgica», enConc  42 (1969), 286302, R i g h e t t i   1, 69100, T a g l i a f e r r i , R , «11 progettodi una scienza litúrgica», en Associazione Professon Liturgia (dir), Cele

brare il mistero di Cristo, 1 (BELS 73, Roma 1993), 45120

La li turgia crist iana es una realidad muy rica y polivalente que puede ser analizada bajo num erosos aspectos Es innegable que setrata de una realidad unida a la fe y a la expresión personal y socialde los miem bros de la Iglesia Esto hace que la cienc ia que tienecomo objeto la liturgia, procure abarcar todos los aspectos del hecholitúrgico y de manera particular aquellos que se refieren a su realiza-

ción actualA hora bien, el carácter dinám ico y vital de la l iturgia con diciona

tam bién la finalidad inm ediata de la cienc ia litúrgic a Esta no es unconjunto de conocimientos abstractos desconectados del acontecerde la com un idad cristian a Si se ocu pa del hecho litúrgico en su in-tegridad es porque aspira, entre otros fines, a influir positivamenteen la realización de la liturgia y, a través de ella, en la vida c ns tian aEn este sentido, la ciencia litúrgica tiene u na finalidad al serv icio de

la formación litúrgica de todos los miembros del pueblo de Dios, pastores y fieles

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4 C.l. Ciencia litúrgica y formación litúrgica

Este capítulo preliminar se ocupa, en primer lugar, del objeto deciencia litúrgica, de su historia y metodología, y del lugar que ocupaentre las demás disciplinas teológicas. Al final trata también de laformación litúrgica.

1. OBJETO DE LA CIENCIA LITURGICA

Por ciencia l i túrgica se entiende el cuerpo de conocimientos or-denados y sistemáticos sobre la liturgia en toda su amplitud. Ahora

 b ie n, del concepto que se tenga de liturgia dependen en gran m edidalos con tenido s que se atribuy en a la ciencia litúrgica y, sobre todo , elaspecto bajo el cual aquéllos son estudiados y expuestos. El concep-to de liturgia es esencialmente teológico, pero abarca también la di-

m ensión expresiva y simb ólica — es decir, antropo lógica— de la ce-lebración. En consecuencia, se centra tanto en el acontecimiento salvífico (liturgia como misterio)  como en la dimensión formal de laritualidad cristiana (liturgia como acción),   sin olvida r su finalidad enfavor de los hombres (l i turgia como vida).

La ciencia litúrgica, bajo todos estos aspectos, figura entre lasdisciplinas teológicas principales de las facultades de Teología y enlos seminarios 1.

II. RESEÑA HISTORICA DE LA CIENCIA LITURGICA

La moderna ciencia litúrgica comienza en el siglo xvi con los pri-meros estudios dedicados a la liturgia. Pero esto no quiere decir quehasta ese momento no existiera reflexión teológica sobre la liturgia.

1. Antecedentes

De hecho, ya en el Nuevo Testamento se pueden ver los prime-ros atisbos de una noción de los sacramentos cristianos en la pers- pectiva de la h istoria de la salvac ión y to m ando en consideración lacelebración m isma. Com o ejemp los podrían citarse 1 Cor 10,111;Rom 6,410; E f 5,2233; 1 Pe 2,12; Jn 3,35, etc. Por su parte, los

 prim eros ordenam ientos ec lesiásticos de la liturg ia (Didaché, Tradi- 

tio Apostólica   de Hipólito, C onsti tutiones Apo stolorum , Testamen-  tum Domini,  etc.) no se limitan a dar norm as, sino que justifican la

1 Cf. SC 16; OT 16; S.C. pro Institutionc Catholica,  Ratio fundamentalis institu-  tionissacerdotalis, de 6-1-1970 (adaptada en 1985), n.79, en AAS 62 (1970), 370; Id., Ordinationes ad Const. Apost. «Sapientia Chrisüana» rite exsequendam,  de 29-IV- 1979, n.51, en AAS 71 (1979), 513.

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C.l.  'Ciencia litúrgica y form ación litúrgica 5

manera de proceder aludiendo al significado de los ritos y a su im- portancia y dignidad. Lo m ism o ocurre con la s in te rvenciones delO bispo de R om a y de otros obispos para solucionar problem as l i túr-gicos concretos ^ p o r ejemplo, la carta de Inocencio I a Decencio deG ubio (416 ), la del papa V igilio a Profuturo de Braga (538), etc.— .

Los Santos Padres compusieron las catequesis mistagógicas y handejado en sus homilías y tratados elementos suficientes para una au-téntica teología de la liturgia.

Durante la Edad Media se advirtió la necesidad de explicar losritos litúrgicos al pueblo, pero esto se hizo, al menos en Occidente,abusando de la alegoría — Am alario de Mezt ( t 850)— , con conse-cuencias negativas para la teología, para la misma liturgia y para laespiritualidad. La reforma protestante fue un aviso, pero los esfuer-

zos del catolicismo humanista por ofrecer las bases objetivas de laliturgia fueron insuficientes.

2. Los com ienzos y el prim er desarro llo

 No obstante , es en este m om ento cuando com ienza una verdade-ra ciencia litúrgica, deseosa de conocer las fuentes de la liturgia y la

historia de los ritos. La creación de la imprenta contribuyó de mane-ra decisiva a la edición, en el arco de los siglos xvi al xvm, de las prim eras fuentes litúrgicas im presas de los ritos o rien tales —colec-ciones de Goar, Renaudot, Assemani, etc.— y de los occidentales — M enardo, M abillo n, M arté ne, B ianchini, T om m asi, M urato ri, Lesley, etc.— . A parecen tam bién los prim eros tratado s sistem áticos deliturgia, ligados a los nombres de Pamelius, Hittorp, Lebrún, Morin,Bona, el papa Benedicto XIV, etc. 2. Sin embargo, la espiritualidad

 barroca se m ovió por cam inos bie n d istin tos de los descubiertos en

las fuentes litúrgicas. En esta época fueron mínimos los intentos deacercar la liturgia a la masa de los fieles.

En el siglo de la Ilustración la ciencia litúrgica experimentó unnotable progreso a nivel de estudios y de publicaciones, pero las aspi-raciones científicas sólo pretendían un cambio en favor del adoctrina-miento moral del pueblo por la vía de la estética y de la suntuosidad. No se trató de penetrar en el m iste rio de la litu rg ia . Por otra parte , elintento más serio de una reform a a fondo de la vida litúrgica — el

Sínodo de Pistoya— se vio envuelto en algunos errores doctrinales.El siglo xix, dentro del espíritu del romanticismo, conoció los

com ienzos del M ovim iento l itúrgico jun tam en te con la restauraciónde la vida monástica por P. Guéranger en Solesmes (Francia). Liga-

2 Véanse las referencias a estos autores en R  icíuf .t t i   1,81 ss.

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6 C 1. Ciencia litúrgica y form ación litúrgica

dos a este monasterio están los grandes investigadores de la historiade la liturgia Cag in, Cabrol, Féro tin — editor de los libros de la Li-turgia H ispano M ozárab e— , Leclercq, etc. D espués aparecen otroscentros de irradiación l i túrgica com o las abadías de Beu ron y M aríaLaach (Alemania) , Maredsous y Mont César (Bélgica) , S i los y

Montserrat (España), y el Alkuin Club y la Henry Bradshaw Societyen Inglaterra. En Italia cobran un gran auge los estudios de arqueo-logía crist iana (De Rossi) y de historia (Duchesneau), mientras queen España inician su labor divulgativa los PP. Prado, Alameda, Su

 b ianas, Suño l, el fu tu ro cardenal G om á, sobre todo desp ués delI Congreso litúrgico de Montserrat de 1915.

3. Las fases m odern as y las tendencias dom inantes

Ya en el siglo xx se pueden distinguir tres fases sucesivas en eldesarrollo de la ciencia l itúrgica, cada una presidida por u na tend en-cia epistemológica predominante. Todas t ienen en común el abando-no de un tratamien to de la li turgia m eram ente rubricística o jurídicoceremonial.

1.  F ase histórica y f ilo ló g ica .  Los pion eros del análisis cien tí-

fico de la liturgia se mo vían en el ám bito de la historia de la liturgia,cuyo método perfeccionaron. La suya fue una etapa a todas lucesimprescindible. Al mismo tiempo, la obra de los investigadores ydivulgadores de la historia de la liturgia puso de manifiesto la nece-sidad de una reforma a fondo, a la vez que aportaba los elementos

 para llevarla a cabo. D e estos estudios se han beneficiado tanto lasreformas litúrgicas parciales llevadas a cabo por Pío XII en la déca-da de los cincuenta como la reforma general impulsada por el Con-

cilio Vaticano II.Pero la tarea consistió también en comparar las expresiones ri-tuales particulares de la liturgia, como se venía haciendo en el ámbi-to de la historia de las religiones. Surgió así el método de las l i tur

 g ias com paradas  3, que, al aclarar el parentesco de unas liturgias conotras y ofrecer el verdadero perfil de la universalidad de los ritos,facilitó el camino al análisis teológico.

Como obras representativas de lo que fue esta primera etapa dela ciencia litúrgica se pueden citar el  D ictionnaire d ’A rchéolog ie  chrétienne et de L iturgie   4, la  H istoria de la Liturgia   de M. Righetti.Los estudios de historia de la li turgia han proseg uido con el em peño

3 B a u m s t a r k  , A , Liturgie comparée  (Chévetogne-Pans 1940).4 Estas obras y las de los autores citados en este apartado aparecen supra, entre las 

más citadas y en la bibliografía general.

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C. 1. Ciencia litúrgica y form ación litúrgica 1

nuevo de analizar las diferentes etapas en relación con los movi-mientos culturales, para poner de manifiesto la espiri tualidad resul-tante de la síntesis entre el espíritu litúrgico y el genio c ultural de los

 pueblos. Las obras m ás represen tativas de esta tendencia llevan lafirma de Th. Klauser, de B. Neunheuser y de E. Cattaneo.

Por su parte, la investigación filológica sobre el latín cristiano yel latín litúrgico y la edición crítica de las fuentes de la litu rg ia 5  hanabierto el cam ino a una m ás com pleta y jus ta com prensión del voca- bu lario litúrg ico , a la vez que han perm itido d isponer de textos críti-camente seguros de fórmulas sacramentales, plegarias e himnos l i-túrgicos.

2.  F ase teoló gic a.  Lo s resultado s de la historia de la liturgia yde la f i lología planteban no solamente una adecuada interpretación

de los datos históricos y literarios relativos a los ritos litúrgicos, sinotambién la cuestión fundamental sobre la esencia de la liturgia cris-t iana. En el fondo existe no sólo el problema hermenéutico de lalectura de los datos históricos del pasado, sino también la gran pre-gunta del paso del significado histórico de los ritos a la verdad per-manente de su esencia y de su inserción en la realización actual deldiseño salvífico de Dios en la vida de la Iglesia.

Dom Beaudu in (f 1960), im pulsor de la dime nsión pastoral de la

liturgia, se interesó ya por el aspecto teológico. Pero el primer avan-ce notable en este terreno se produjo con los trabajos de Odo Casel(t 1948). Su doctrina de los misterios   contribuyó a renovar de ma-nera decisiva la teología de los sacramentos, a la vez que ponía demanifiesto la naturaleza de la liturgia 6. Posteriormente C. Vagaggini, de form a exp lícita, trató tam bién de sup erar la fase histórica de laciencia litúrgica, preocupándose «de profundizar en la liturgia a laluz de la última síntesis del pensamiento, que sólo puede dar la teo-

logía sintética ge neral, llamad a hoy d ogm ática» 7. A hora bien, elverdadero giro en la orientación de la ciencia litúrgica se produjo enel Concilio Vaticano II, cuando insistió en que los misterios de lasalvación sean enseñados — en la teología dogm ática— de m aneraque los alumnos «aprendan a reconocerlos presentes y operantes enlas acciones litúrgicas» (OT 16).

5 Véanse las senes de colecciones, antologías y subsidios para estudiar las fuentes en J o h n s o n , M.,  Bibhographia litúrgica  (BELS 63, Roma 1992), 61-94.

6 Cf. F i i t h a u t , Th., Teología de los misterios Exposición de la controversia  (Bilbao 1963), N e u n h e u s e r  , B., «Odo Casel. A 25 anm della sua morte», en RL 60 (1973), 228-236; S a n t a n c .a d a , O. D., «Dom Odo Casel Contnbuto monográfico generale delle sue opere, degli studi sulla sua dottnna e della sua influenza nella  teología contemporánea», en ALW 10 (1967), 7-77.

7 V a g a g g i n i , C ,  El sentido teológico de la liturgia Ensayo de liturgia teológica  genera l   (BAC 181, Madrid 1959), 6.

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8 C.l. Ciencia litúrgica y formación litúrgica

En efecto, después del Concilio se desarrolló una verdadera y p ropia teología litúrgica   en conexión con la teología bíblica, comouna reflexión teológica sobre el acontecim iento m ismo de la celebra-ción en cuanto p resen cia y actuació n de C risto (y de la Iglesia), en la perspectiva de la historia de la salvación y de la sacram entalidad 8.

En el campo ecuménico cabe reseñar la contribución de J. J . vonAllmen, cercana a los planteamientos del Vaticano II .

3.  F ase p a s to ra l y antropológica.  La preocu pación pastoralapareció desde el momento en que el papa Pío X propuso «la parti-cipación activa (de los fieles) en los sacrosantos misterios y en la p legaria pública y solem ne de la Iglesia» com o la «fuente p rim era eindispensable» del espíritu cristiano 9. Esta preocupación se trasladóa los estudios litúrgicos y a los congresos y semanas de liturgia, y

cristalizó en los centros de pastoral litúrgica y en las revistas dedica-das a esta especialidad. Entre los primeros impulsores de esta nuevatende ncia de la ciencia litúrgica se en cue ntran L. Beau duin ( f 1960),R. Guardini (t 1968) y J. A. Jungmann (f 1974). La tendencia cobróforma en lo que se l lamó tam bién « apostolado l itúrgico», alcanzandosu culminación en el Congreso Internacional de Liturgia de Asís en1956 10, casi en las vísperas del Vaticano II. La obra más representa-tiva de la tendencia pastoral , en la que convergen también las apor-

taciones históricas y teológicas anteriores, es  L a Ig lesia en oración  de A. G. Martimort.

En los años siguientes al Concilio se intensificó esta línea y seorientó hacia una comprensión más antropológica de la l i turgia. Enesta línea se sitúan  D ans vos assem blées   de J. Gelineau y las publi-caciones del Instituto de L iturg ia pastoral de Pad ua (Italia). Un enfo -que semejante lo constituye la obra de L. M. Chauvet.

4. ¿H acia una síntesis?   La ciencia litúrgica se m ueve hoy entre

dos orientaciones de fondo, la predominantemente teológica, que partede los presupuestos dados por la revelación divina y puestos de mani-fiesto por la tradición eclesial, es decir, la liturgia como acción deCristo y de la Iglesia que continúa la obra de la salvación por mediode gestos, palabras y símbolos, y la predominantemente antropológica,que quiere arrancar de la ritualidad tal como es estudiada por las cien-cias del hombre, y en la cual se realiza el acontecimiento salvífico.

8 La obra que representa esta orientación es  Anamnesis  1-7, dirigida inicialmente 

por el P. S. Marsili ( | 1983), y en la que han colaborado los profesores del P. Instituto Litúrgico de San Anselmo de Roma.

9 Motu proprio Tra le sollecitudini,  de 22-XI-1903, en AAS 36 (1903-1904), 329-339; trad. españ. en G u e r r e r o   1, 621-629.

10 Cf. Junta N. de Apostolado Litúrgico,  Renovación de la liturgia pastora l en el   pontificado de S.S. Pío XII. Crónica y discursos del I Congreso Internacional de  Liturgia pastoral   (Toledo 1957).

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C.l. Ciencia litúrgica y formación litúrgica 9

Sin embargo, las obras de divulgación l i túrgica que se vienen publicando desde hace varios años se esfuerza en in tegrar arm ónica-mente todos los aspectos para facilitar una síntesis, quizás porque noes posible privilegiar una única dimen sión de un hech o tan com plejocomo la liturgia cristiana. En esta perspectiva se encuentran los ma-

nuales de liturgia de los profesores de liturgia de Alemania, Españae Italia n .

III. METODOLOGIA DE LA CIENCIA LITURGICA

La ciencia l i túrgica desarrolla su objeto siguiendo un método propio. Por consiguiente tiene unos contenidos, una m etodo logía yun proceso científ ico en el que intervienen también otras ciencias

con su contribución.

1. Lo s con ten idos

La riqueza de la ciencia litúrgica le impide limitarse a uno solode los campos que puede abarcar. Se dedica tanto al estudio de laliturgia del pasado como al análisis de la celebración en el presente.

Pero teniendo siempre en cuenta los aspectos fundamentales de lanoción de liturgia señalados antes.

1.  L itu rgia fund am enta l.  Con esta deno m inación se alude alas cuestiones que se refieren a todo el conjunto de la liturgia. La

 prim era de todas es el concepto m ism o de liturgia, para describ ir sunaturaleza y propiedades, y analizar su función en la vida de la Igle-sia y su importancia para el desarrollo de la personalidad cristiana.La l i turgia como momento de la economía de la salvación y acción

de Cristo y de la Iglesia en la mediación de los signos es objetotambién de la teología sacramentaría fundamental , de manera quecabe un tratamiento conjunto de l i turgia y sacramentos en una soladisciplina. No obstante, la ciencia litúrgica se fija especialmente enel modo como el misterio de la salvación se expresa y se realiza enla sacramentalidad y en los demás elementos significativos y estéti-cos de la celebración.

En el estudio de la celebración, la ciencia litúrgica analiza la re-lación entre el acon tecim iento que m otiva la celebrac ión y el rito. En

esta perspectiva se inscriben el papel de la Palabra de Dios procla-mada y celebrada, y la importancia de la Sagrada Escritura para laliturgia. La ciencia litúrgica se detiene igualmente en la asamblea

11 Dirigidas, respectivamente, por H. B. Meyer, D. Borobio y Associazione Profes- sori Liturgia: véase la bibliografía general.

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10 C.l. Ciencia litúrgica y formación litúrgica

celebrante y en sus ministros, en la acción celebrativa, en los símbo-los y en los gestos, en el canto y la música, en el tiem po y en el lug arde la celebración, etc.

Otras cuestiones que afectan también a la totalidad del hecholitúrgico son las relaciones entre la fe, la teología y la liturgia, y

entre liturgia, eva ng elización y catequ esis; la espiritualidad litúrgica;la piedad popular y la pastoral litúrgica.

Cam pos prop ios dentro de la ciencia li túrgica son tamb ién la his-toria de la liturgia y sus fuentes, el análisis de los ritos y de lasfamilias litúrgicas de Oriente y de Occidente, los libros litúrgicos, yel derecho litúrgico.

2.  L iturgia esp ec ia l   Se llam a así al estudio histórico, teológ i-co y pastoral, en la perspectiva de la celebración, de cada una de las

acciones litúrgicas específicas: la eucaristía, los demás sacramentos,los sacram entales, la liturgia de las horas y los tiem po s festivos. En-tre estos últimos se encuentran el domingo, el año litúrgico con susdivisiones, las solemnidades, las fiestas, las memorias y las ferias.Aunque los sacramentos son objeto también de la teología dogmáti-ca, de la moral y del derecho canónico, lo propio de la ciencia litúr-gica en este cam po es exp oner el significado de los signos sacram en-tales tal como se encuentran en los libros litúrgicos y en otras fuen-tes de la liturgia. A la ciencia litúrgica corresponde investigar lahistoria de los ritos sacramentales y su situación actual, reflexionarteológicamente sobre los elementos de la celebración y proponer elresultado de esta reflexión — verdadera teología l itúrgica— , sin o lvi-dar la dim ens ión participativa y espiritual p ara los fieles y las cond i-ciones para una adaptación jus ta y responsable

2. El método

El Concilio Vaticano II recomendó la enseñanza de la l i turgia bajo lo s aspectos teológico e histórico, espiritual, pastoral y ju ríd icoe invitó a los pro fesores de las restantes disciplinas teológicas a ten eren cuenta la conexión de cada una con la liturgia (cf. SC 16; OT 16).La pluralidad de aspectos obliga a com binar las plataform as de ap ro-ximación al estudio del hecho litúrgico. La historia de la ciencia li-túrgica ha puesto de manifiesto tres modelos sucesivos. De ahí que

 pueda hablarse de tres vías de acceso   al objeto de su estudio: la víahistórico-etiológica,   la vía antropológica   y la vía teológica.

1. Con la vía histórico-etiológica   se accede al origen y a laevolución de los signos y de los actos litúrgicos, distinguiendo loqu e es sustanc ial y lo que es accesorio, lo que es fruto de la voluntadinstitucional de Cristo y de la Iglesia y lo que es resultado de una

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C.L   *Ciencia litúrgica y form ación litúrgica 11

simbiosis entre la fe cristiana y el genio cultural de los pueblos, loque es tradición y lo que son tradiciones, etc.

Las fuentes para el estudio de este aspecto de la ciencia litúrgicason la Sag rada E scritura en prim er lugar, los doc um entos patrísticos,conciliares, eclesiásticos y los propiamente litúrgicos, la arqueología

sagrada, etc. Cada tipo de fuente requiere el tratamiento adecuado.Pero, en todo caso, la ciencia litúrgica recorre el proceso genético yevolutivo de los ritos de forma diacrónica, etapa por etapa, o de for-ma sincrónica, examinando el conjunto de las manifestaciones paraestablecer las leyes de la evolución o comparando las manifestacio-nes para determinar la universalidad o la particularidad de un fenó-meno.

2.  La vía teológica   lleva a la ciencia litúrgica a analizar la litur-

gia interpretándola desde la revelación cristiana. Esta vía, especulativohermenéutica, acerca la ciencia litúrgica a la teología sistemáti-ca y, en particular, a la teología sacramentaría. Sin embargo, al noser la única vía de aprox ima ción a la li turgia y tom ar com o o bjeto deanálisis teológico los datos que emergen de la historia y de la cele-

 bración en acto — ofrecidos por la s o tras dos v ía s— , se ve libre delriesgo de convertirse en una pura especulación alejada de la expe-riencia viva del pueblo de Dios.

En este sentido, la reflexió n teo lógica sob re la liturgia da la deb i-da im po rtancia a los ordines  o rituales de la euc aristía y de los sacra-m entos y sacram entales y a los dem ás l ibros l itúrgicos.

3.  La vía antropológica   consiste en tener en cuenta las clavesantropológicoculturales, psicológicas y l ingüísticas de una celebra-ción para captar su capacidad religiosa, expresiva y comunicativa.La ciencia l i túrgica se sirve de las aportaciones de numerosas cien-cias del hombre, desde la antropología cultural y la etnología, la fe-nom eno logía de la religión, la psicología y la sociología, la semiolo-gía y la lingüística. Los resultados de todo este conjunto de aporta-ciones perm iten cono cer la mo rfología de los ri tos y su incidencia enla formación de los creyentes y de las comunidades, la necesidad deuna adecuación entre las formas l i túrgicas y los protagonistas y be-neficiarios de las celebraciones, las condiciones para una adecuadaacción pastoral.

IV. LA APORTACION DE OTRAS CIENCIAS

Se han mencionado ya algunas ramas del saber que se ocupan deaspectos del hecho litúrgico cristiano. Ahora bien, las ciencias nodirectamente litúrgicas, cuando tratan de la liturgia, lo hacen desdesu propia perspect iva y con u na preocupación no s iempre coinciden-

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12 C I Ciencia litúrgica v formación litúrgica

te con la de ésta No obstan te, su aportación resulta imp rescindib le ydebe ser aprovechada

En efecto, la ciencia litúrgica se sirve de la historia   y de otrasciencias auxiliares para apreciar, en cada época histórica, la relaciónentre la vida eclesial y la celebración litúrgica, y entre los ritos y la

cultura de un pueb lo La cienc ia litúrgica debe al derecho   los crite-rios para juz ga r los valores de unidad y de diversidad en las formascelebrativas, y para encontrar el equilibrio entre lo universal y lo particular. A unque durante m ucho tiem po el t u b m m   — la letra rojao rúbricas— prevaleció sobre el m g r u m   — el texto litúrgico— , elaspec to jurídic o de la liturgia tiene tamb ién su valor com o garan tíade la eclesialtdad de las celebraciones (cf SC 22, 26, etc ). En elcampo de las ciencias del hombre   los resultados han sido positivos

cuando han tratado de com prend er el hecho litúrgico en profundidady no sólo desde fuera, y cuando la liturgia, sin perder su identidad deciencia teológica, ha sabido integrar los datos antropológicos en elconjunto de su propia reflexión 12

Por último, la teología   no es una ciencia auxiliar de la liturgia,sino su verdadera m atriz En efecto, la teología, en cuan to reflexiónsobre el hecho litúrgico en la perspectiva de la revelación y con elapo yo en la tradición viva de la Iglesia — verd ade ro lugar hermen eutico de la Palabra divina — , con vierte a la cienc ia litúrgica en la sedede la autoconciencia de la Iglesia sobre una de sus funciones consti-tutivas com o sacram ento de Cristo en medio del mund o. La teologíano sólo ofrece a la ciencia litúrgica sus métodos positivo y especula-tivo para definir la naturaleza y la misión de la liturgia, sino también para enuclear la expresión de la fe que se encuentra en los ritos y enlos textos no con vistas a la formulación dogmática, sino al culto nPero, po r otra parte, la liturgia contribuy e a de sarrollar la dim ensión«litúrgica» de la teología 14

En particular, la teología bíblica   permite a la ciencia litúrgicasituar la celebración en la corriente de los hechos de la historia de lasalvación Pero jun to a la teología bíblica se sitúa la teología p atrística   para ayudar a interpretar los ritos y las formas sacramentales enel contexto doctrinal, catequético y mistagógico en el que los SantosPadres explicaron y celebraron la liturgia.

12 Cf Lopf7 Martin  2, 23 6011 Cf M a r s h   i, S , «Teología litúrgica», en NDL, 1948-1967 (Bibl), y RL 80/3

(1993)14 Cf T r i a c c  a , A M , «Le sens theologique de la liturgic ct/ou le sens liturgiquc 

de la theologie Esquisse pour une synthcse», en Id-P isioia, A (dir ), La htw gie son sens son sprit sa methocie (Liturgie et theologie)  (BELS 27, Roma 1982), 321 338 Posteriormente ha publicado mas estudios en la misma linea

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C 1 Ciencia litúrgica y formación litúrgica 13

V LA FORMACION LITURGICA

La ciencia litúrgica está al servicio de la formación litúrgica, co-m o se ha indicado antes Esta forma ción es indispe nsab le para unaviven cia profu nd a de la liturgia Su con ven iencia ha sido recordad a

una y otra vez. «El cometido más urgente es el de la formación bí- blica y litúrg ica del pueblo de Dio s pastores y fieles Esta es unaob ra a largo plazo, la cual deb e em pez ar en los sem inarios y casas deformación y continuar durante toda la vida sacerdotal Esta mismaformación, adaptada a su estado, es también indispensable para loslaicos, tanto más que éstos, en muchas regiones, están llamados aasumir responsabilidades cada vez mayores en la comunidad» ,5.

1. Noción

Formación, educación, instrucción, iniciación litúrgica, en la li-turgia y para la liturgia, son los términos más usuales para designaralgo más que el m ero cono cim iento teórico de la liturgia La  fo rm a ción litúrgica   es tanto el proceso activo de esta formación como elresultado del proceso, es decir, el estado y el nivel de formaciónalcanzad a En todo caso, la form ación l i túrgica nunca es entendida

tan sólo como un conjunto de conocimientos sobre la liturgia, sinoque afecta también a la espiritualidad de los creyentes y a su partici-

 pación en la vid a litúrgica de la Igle siaEn este sentido, la formación litúrgica puede definirse como un

aspecto esencial de la formación cristiana integral, situada entre laeducación en la fe y la formación moral, y que tiene por finalidadintroducir a los miembros de la Iglesia en la participación conscien-te, activa y fructuosa en la liturgia para una vida cristiana más plena

(cf GE 2, SC 14, 19, 48)

2. Características

La formación litúrgica ha de ser unitaria,  atendiendo tanto al su- je to que se form a en la liturg ia com o al objeto m ism o de esta form a-ción Resp ecto del sujeto, la formación ha de mirar a la totalidad dela perso na y a su vida Ca da creyen te está llam ado a enco ntrarse conDios en Jesucristo en la acción litúrgica y a edificar el cuerpo de laIglesia Resp ecto del objeto, la form ación litúrgica ha de centrarse en

|S J u a n   P a b l o   II, Carta Apost Vicesimus qumtus annus  de 4-XI1-1988 (Typis Polyglottis Vaticanis 1989).n 15, c f SC 15-19, 115, 129 O T 4,8 , 16, 19, P0 4-5, 13, 14, 18, etc

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14 C 1 Ciencia litúrgica y formación litúrgica

el misterio de Cristo también de manera global, aun cuando debadetenerse en alguno de sus aspectos, según la forma gradual quetiene la liturgia de presentarlo 16

La formación ha de ser adaptada a los destinatarios , es decir,«conforme a la edad, condición, genero de vida y grado de cultura

religiosa» de los fieles (SC 19) La form ación litúrgica ha de estar presente en to do el proceso de la educación en la fe y de la vidacristiana

La formación litúrgica es mistagogica,  es decir, orientada por lamisma acción l i túrgica hacia la introducción cada vez mas profunday vital en el m isterio que se cele bra Se trata de la no ta espec ífica dela formación litúrgica, ya que obedece a la experiencia de la Iglesiaen la iniciación cristiana ,7.

3 Obje t ivos

La formación litúrgica, con las características descritas, debe te-ner en cuenta tres objetivos:

1 O bjetivo glob al , que consiste en la orientación de toda la for-mación hacia la vida de los creyentes, de manera que cada uno pue-da desarrollar su propia capacidad y asuma un determinado compor-tamiento en las celebraciones litúrgicas de acuerdo con su vocacióncristiana La form ación litúrgica ha de mirar a la educ ación integralde los hijos de Dios, pero ha de cuidar especialmente la dimensiónespiritual o vida en el Espíritu, sin olvidar la dimensión social ycolectiva del sentimiento religioso, antela necesidad de orientar lasmanifestaciones de la piedad popular (cf SC 1213)

2   Objetivo eclesial,  teniendo en cuenta que la gran mediadora para la realización de la v ida cristiana es la Igle sia. La li turg ia es

acción esen cialm ente eclesial (cf. SC 26) En este sentido, la form a-ción litúrgica ha de fomentar la conciencia eclesial y de pertenenciaa una comunidad local que se hace asamblea de culto en la celebra-ción (cf LG 26, SC 4142)

3 Objet ivo sacramental    exigido por la naturaleza misma de laliturgia en cuanto acontecimiento salvífico que se realiza en un régi-men de signos Por tanto ha de atend er a la dim ensión co rporal, ex-

 presiva, com unicativa, sim bólica y estética de la liturgia Los que

toman parte en ella han de conocer el significado de los signos y delos gestos, y el sentido mismo de la acción ritual como medio de la

16 Pti r a z z i n i , M , «Formación litúrgica», en NDL, 883-903, aquí 884-885, T e n a ,  

P , «La formación litúrgica como responsabilidad pastoral», en  Ph  127 (1982) 21-39, y «Cuadernos Phase»21 (Barcelona 1990),  Ph  146(1985), RL 68/5 (1981)

17 De la mistagogia se tratara en el capitulo XXVIII

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C 1 Ciencia litúrgica y formación litúrgica  15

intervención de Dios en la vida de los creyentes y como expresiónde la respuesta humana a dicha intervención.

VI LA FORMACION LITURGICA DE LOS PASTORES

La necesidad de preparación de los pastores en el campo li túrgi-co proviene del cometido que les corresponde como educadores dela pa rticipación de los fieles en la liturgia (c f PO 5) Para realizaresta tarea han de estar ellos mismos «impregnados totalmente delespíritu y de la fue rza de la liturgia» (SC 14) El C on cilio Va tica-no II recomendó vivamente que se impartiese a los alumnos de lossem inarios y de las casas de formación de los religiosos «u na form a-ción litúrgica de la vida espiritual por medio de una adecuada inicia-

ción que les permita comprender los sagrados ri tos y participar enellos con toda el alma» (SC 17)

Estas directrices se han concretado en vanos documentos, comola  R atio F undam enta lis In stitu tiom s sacerdotahs   de 1970 18  y la  Instrucción sob re la form ac ión l itúrgica en los Sem inarios   de 1979 19

Por lo que se refiere a España es preciso mencionar el  P lan de F o rm ación sacerdota l para los Seminarios M ayores La form ación pa ra el minis ter io presbi teral  , aprobado el 24IV1986 por la XLIV

A sam blea Plena na de la Conferencia Episcopal Española, junto conel  P lan de E studios d e l Sem inario M a y o r 20

En la exho rtación apostólica postsinodal  Pastores dabo vobis,  de251111992, el papa Juan Pablo II afirma* «Para la formación detodo cristiano, y en especial de todo sacerdote, es muy necesaria laeducación litúrgica,  en el sentido pleno de una inserción vital en elmisterio pascual de Jesucristo muerto y resucitado, presente y ope-rante en los sacramentos de la Iglesia» 21

18 Cf supra n 119 S C pro Institutione Catholica,  De institutione litúrgica in seminaras  (Typis 

Polyglottis Vaticanis 1979), trad española, en separata de Vocaciones  (Salamanca 1979)

20 En EDICE (Madrid 1986)21 J u a n   P a b l o   II, Exhort apost  Pastores dabo vobis  de 25-111 1992 (Typis Poly

glottis Vaticanis 1992), n 48 Sobre la formación litúrgica de los presbíteros cf G o n  

z a l e z , R , «La vida y la formación litúrgica de los candidatos al sacerdocio», en  Seminarios  39 (1993), 431-449, L a g h i , P , «La formazione permanente del “Prete presidente” della celebrazione litúrgica», en Not  330 (1994), 29 40, L o p f z   M a r t i n , J , «El carácter mistagogico de la formación litúrgica de los futuros presbíteros Ante el Sínodo de 1990», en Salm 37 (1990), 5 32, Id , «La formación litúrgica del presbítero Notas bibliográficas» en Ph 179 (1990), 417-433, S a r i  o r e , D , «Formación litúrgica de los futuros presbíteros», en NDL, 903-912, y  Ph 176 (1990)

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PARTE PRIMERA

 EL M I S T E R I O E N LA H I S T O R I A

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C a p í t u l o   II

 LA LITURGIA EN LA ECONOMIA DELA SALVACION 

Dios, que quiere que todos los hombres se salven ylleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4), ha-

 biendo hablado antiguamente en muchas ocasiones y de

diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Heb 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiem- pos envió a su Hijo, el Verbo hecho carne (SC 5).

BIBLIOGRAFIA 

B a l t h a s a r  , H. U. v o n , «El misterio pascual», en MS III/2, 143335;C a s e l , O.,  El misterio del culto cristiano  (San Sebastián 1953); C u l l m a n n , 

O.,  La historia de la salvación  (Barcelona 1967); C u v a , A., «Jesucristo»,

en NDL, 10711093; L ó p e z   M a r t í n   1, 91200; O ñ a t i b i a , L,  La presencia  de la obra redentora en el misterio del culto cristiano  (Vitoria 1954); P is

t o /a , A., «Historia de la  salvación», en NDL, 998-1015; S o d /, M.,  Liturgia:   pienezza e momento della storia della salvezza,  en De l l ’O r o , F. (dir.), Mysterion. Miscellanea S. Marsili  (LeumannTorino 1981), 111152; S o r - 

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nal de Teología del Vaticano  //(Barcelona 1972), 281351; y «CuadernosPhase» 5 (Barcelona 1988).

Cuando el Concilio Vaticano II quiso referirse a la liturgia no lohizo siguiendo un planteamiento escolástico, sino que recurrió allenguaje bíblico y patrístico. De modo semejante los libros litúrgicos

 prom ulgados en el curso de la aplicación de la reform a de la liturgia, para presentar lo s d istin tos signos sacram entales, se sirven tam bié nde la teolog ía bíblica y litúrgica. Y el Catecismo de la Iglesia Católica , pub licado en 1992, em plea el mism o proced imiento cuand o tra-ta de la liturgia en general y de cada uno de los sacramentos en laeconomía de la salvación

La com prensión de la l iturgia es m ás com pleta y coherente cuan -do se la sitúa en la perspectiva que le es connatural, es decir, dentrode la eco nom ía salvífica proyectada y reve lada por el Padre, cum pli-da por el Hijo y Señor nuestro Jesucristo y l levada a cabo por elEspíritu Santo en la etapa de la Iglesia, que transcurre desde Pente-

1 Caí   1076ss y 1210ss.

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20  P I El misterio en la historia

costés hasta el retorno glorioso de Cristo Pero el centro de esta eco -nomía lo ocupa el misterio pascual de Jesucristo, que a su vez cons-tituye el núcleo de toda celebración litúrgica En dicho m isterio serealizó la salvación que la Iglesia anuncia y actualiza en la liturgia

I DE CRISTO, DONANTE DEL ESPIRITU, A LA LITURGIA DE LAIGLESIA

La Iglesia existe y vive como efecto de la presencia en ella del poder de la m uerte y resurrección del Señor El Espír itu Santo re-cuerda todo lo que Cristo ha realizado y descubre el significado salvífico del Misterio pascual, pero también hace presente y operante

este m isterio e introdu ce a tod os los ho m bres en él La resurre cciónde Cristo con la dona ción del Espíritu está, por tanto, en el origen dela liturgia de la Iglesia y es el motivo central de cada una de suscelebracione s, espe cialm ente de la euca ristía (cf. 1 C or 11,26)

1 Cris to resuc itado, fuente de la salvación

En efecto, en la resurrección la humanidad de Cristo, «instru-mento de nuestra salvación» (SC 5), se ha convertido para todos loshombres en fuente viva e inagotable del Espíritu Santo (cf. Jn 7,3738, 19,34, Is 12,3) Los signo s de la liturg ia son aho ra el nu evoámbito externo e histórico de la manifestación visible del Hijo en-cam ado del Padre «Lo que fue visible dé nuestro R eden tor ha pasa-do a sus sacramentos» 2

Se trata de la doctrina de la presencia de Cristo en la acciónlitúrgica, que confiere a esta toda su eficacia salvífica (cf. SC 7)

Desde esta doctrina se puede hablar de Cristo como sacramento delencuentro con Dios, y de los sacramentos como actos de salvación personal de C risto que se hace presente en un acto sim bólico ecle sial En definitiva, no existe otro acontecim iento salvifico, otro no m - bre en el que podam os alcanzar la salvació n (c f Hech 4,12, Rom10,13) ni «otro sacramento que Cristo» ^

1 S a n   L i o n ,  Hom  74,2, en G a r r i d o , M (ed ), San León Magno Homilías sobre el  

año litúrgico  (BAC 291, Madrid 1969), 307 Una frase analoga de san Ambrosio «Cara a cara te has mostrado, oh Cristo, te encuentro en tus sacramentos», en  Apol   prof David   12,58, en PL 14, 875

' S a n   A cjüsi  i n ,  Ep  187,34, e n PL 38, 845

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C 2 La liturgia en la economía de la salvación   21

2. La Iglesia, sacr am ento de C risto

La glorificación fue también el momento en que «del costado deCristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Igle-sia entera» (SC 5) En efecto, Cristo resucitado « env ió su E spíritu devida a sus discípulos y por medio de él constituyo a su cuerpo, laIglesia, com o sacram ento universal de salvación » (LG 48, c f 1) LaIglesia nació com o cuerpo de Cristo (cf 1 C or 12,1227, etc ) y co-m o esposa del V erbo enca m ado (c f E f 5,2532, Ap 19,7, etc ), por-tadora del Espíritu del Señor, «que es el único y el mismo en laCa bez a y en los miem bros Este de tal m anera da vida, unidad ymovimiento a todo el cuerpo, que los Padres pudieron comparar sufunción a la que realiza el alma, principio de vida, en el cuerpo hu-

mano» (LG 7, cf 4). El Espíritu va edificando la Iglesia y la hacecrece r hasta la m ed ida de Cristo (cf. E f 4,416)

La Iglesia es ahora el primer signo sacramental por medio delcual se hace presente en visibilidad histórica el don de la salvación(cf. SC 7) A travé s de ella, Cristo sigue actu an do en el m und o yhaciendo realidad el acceso de los hom bres a Dios La condiciónsacramental de la Iglesia se manifiesta no sólo en su actuación coti-diana ante el mundo (cf. GS 40), sino de manera especial a través de

los sac ram en tos y de otro s sign os En todo s ellos la Iglesia se autorealiza como «señal e instrumento» de la presencia de la salvación(c f LG 1) To da la Iglesia es ám bito externo de esta realidad en suscansmas, funciones y ministerios, pero sobre todo en aquellos sig-nos que consti tuyen la fuente misma de donde dimana su fuerza ycuya eficacia salvífica no es superada por ninguna otra acción eclesial (c f SC 7, 10, PO 5) Por eso la princ ipal m an ifestac ión de laIglesia se produce en la asamblea litúrgica (cf SC 41, LG 26)

3 Pa scua -Pentecostés perm anen tes

«El día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la Igle-sia se manifiesta al mundo (cf SC 6 , LG 2) El do n del Espírituinaugura un tiempo nuevo en la “dispensación del misterio”: el tiem-

 po de la Iglesia, durante el cual C risto m anifiesta, hace presente ycomunica su obra de salvación mediante la liturgia de su Iglesia

“hasta que él venga” (1 Cor 11,26). Durante este tiempo de la Igle-sia, Cristo vive y actúa en su Iglesia, y con ella ya de una maneranueva, la propia de este tiem po nu evo A ctúa por los sacram entos,esto es lo que la Tradición común de Oriente y Occidente llama “laeconomía sacramental”, ésta consiste en la comunicación (o “dis- pensac ión” ) de lo s fru tos del m isterio pascual de C risto en la cele

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22  P.L El misterio en la historia

 b ración de la liturgia “ sacram enta l” de la Ig lesia» (Caí    1076; cf. 739;1152).

En toda celebración se produce una epifanía del Espíri tu, inv oca-do por la oración de la Iglesia asociada a la oración de Cristo (cf. Jn14,16) y enviado de nu evo p or el Padre para realizar la santif icaciónde los hombres. «El Espíritu Santo fue enviado el día de Pentecostés para que santificara con tinuam ente a la Iglesia» (LG 4). Esto es loque la Iglesia vive y celebra eficazmente cada vez que se reúne enasamblea litúrgica. Si  s iem pre es P ascua , porque todo don y graciavienen del Padre en virtud de la m uerte y resurrección de C risto conla donación del Espíritu Santo,  siem p re es tam bién P en tecostés , por-que el Espíri tu «dador de vida» es comunicado permanentemente ala Iglesia y a los fieles en la liturgia (cf. Jn 20,1923; Mt 18,1920).

II. LA ECONOMIA DE LA SALVACION

La li turgia, con todo lo que la precede — la conv ersión y la fe—y con todo lo que la sigue — la vida m oral— , es el modo actual deentrar en la corriente histórica de la salvación como realización deldesignio del P adre en favor de los hom bres 4. La economía de la 

 sa lvación   revelada en la Sagrada Escr i tura como economía del misterio   (cf. Ef 3,9) tiene su continuación en la economía sacramental   (cf. Cat   1076; 1092). Esto hace que se distingan momentos o tiem-

 pos sucesivos en la rea lización h istórica del designio salv ífico delPadre (cf. SC 5 6 ; LG 24).

1. Las etap as de la h istoria de la salva ción

La salvación es una realidad que fue primero misterio   escondidoen el Padre, anunciado después por los profetas, cumplido en Cristoy dado a conocer por la predicación apostólica (cf. Rom 16,2527*E f 3,312; 1 Tim 3,16):

1.  E l anuncio y la preparación .  Es el tiem po de la grad ua lrevelación del amor del Padre hacia todos los hombres y de la elecciónde éstos en Cristo (cf. Rom 8,2930). La salvación se fue haciendo

 presente y se m anifestó, en lo que llam am os A ntiguo T estam ento, en

una serie de personas, acontecimientos, instituciones, realidades ysignos que p refigu raban la plenitud que h abría de alcanzarse en C ris-

4 Cf. D a n i e l o u , J., Historia de la salvación y liturgia  (Salamanca 1965); D a r l a p , 

A., «Teología fundamental de la historia de la salvación», en MS 1,47-204; VV.AA.'  «El concepto teológico de historia de la salvación», en  Actas Congreso,  op. cit., 463-572; V a g a g g i n i , C., «Historia de la salvación», en NDT 1, 642-665, etc.

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C.2. La liturgia en la economía de la salvación 23

to (cf. 1 Pe 1,1012): «E sta obra de reden ción hum ana y de glorifi-cación perfecta de Dios (fue) preparada por las maravillas que Dioshizo en el pueblo de la Antigua Alianza» (SC 5). Dentro de la uni-dad inescindible de los dos Testamentos (cf. DV 1617), la predica-ción apostólica, los Santos Padres y la liturgia se han servido de la

tipología  para destacar la nov edad de C risto y de los sacram entos dela Iglesia a partir de las f iguras (tipos) que los an u nc iab an 5.

2.  La p len itu d y e l cum plim iento .  Es el tiemp o en que el anu n-cio (la Palabra) se hace realidad (carne) para los que creen y l legana ser hijos de Dios (cf. Jn 1,1214). El Nuevo Testamento se refierea la «plenitud de los tiempos» (cf. Gál 4,4) como epifanía de la sal-vación (cf. 2 Tim 1,910; Tit 2,11; 3,47) y presencia definitiva del

 E m m anu el   o «Diosconnosotros» (Mt 1,23; Is 7,14). Cristo es, en

efecto, el depositario de esta nueva situación que se manifiesta ensus palabras y en los signo s que realiza: «L as palabras y acciones deJesús durante su vida oculta y su ministerio público eran ya salvíficas. A nticipaban ya la fuerza de su m isterio pascual» (Cat    1115).

El último signo que él realizó, culminación de todos los actos deentrega al Padre y de servicio a los hom bres, fue su pasión y m uerteen la qu e entregó su E spíritu a la Iglesia (c f Jn 19,30.34; 1  Jn 5,68):«Cristo el Señor realizó esta obra de redención humana y de glorifi-

cación perfecta de Dios. . . principalmente por el misterio pascual desu bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos yde su gloriosa ascensión» (SC 5; cf. LG 3). Pero la víspera de pade-cer Jesús insti tuyó el memorial de su muerte y resurrección y loconfió a la Iglesia para que lo realice hasta su vuelta (cf. SC 47;1 Co r 11,2326).

3.  La actualización y la perm anencia .  En la m ue rte del Señ or,con la entrega del Espíritu y el nacimiento de la Iglesia, se da paso a

la tercera etapa de la realización de la economía salvífica. Se iniciael «tiempo de la Iglesia» o «tiempo del Espíritu Santo», continua-ción y resultado, a la vez, del tiempo de Cristo. La presencia de lasalvación en medio de los hombres, proclamada solemnemente porel mismo Jesús en la sinagoga de Nazaret (cf. Le 4,1422), no cesa,

 pero se produce y se m anifiesta de o tro m odo. En efecto, según eldesignio divino, la obra de la reden ción ha de l legar a todos los ho m - bres m ediante la fe en el E vangelio y la in corporación personal almisterio de Cristo en los sacramentos.

Esta es precisamente la misión de la Iglesia: «Por esta razón,com o Cristo fue enviado po r el Padre, él mism o envió tam bién a losApóstoles, llenos del Espíritu Santo, no sólo para que, al predicar elEvangelio a toda criatura, anunciaran que el Hijo de Dios, con su

5 Véanse los ejemplos propuestos en Cat   1094, 1217-1222 y 1541-1543.

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24  P.l. El misterio en la historia

muerte y resurrección, nos ha liberado del poder de Satanás y de lamuerte y nos ha conducido al reino del Padre, sino también para querealizaran la obra de salvación que anunciaban mediante el sacrificioy los sacramentos en tomo a los cuales gira toda la vida litúrgica»(SC 6 ; cf. LG 4; AG 45).

1. La liturg ia, síntesis de la histo ria salvífica

Se produce, por tanto, un modo nuevo de introducir a los hom- bres en la corriente de la salvación. «Cristo actúa ahora por m edio delos sacramentos, instituidos por él para comunicar su gracia» (Caí  

1084; cf. 11151116). «En los sacramentos, Cristo continúa “tocán-donos” para sanamos» (Cat    1504). La liturgia, en la última etapa dela historia de la salvación, hace que «pregustemos y participemos enla liturgia celeste que se celebra en la ciudad santa, Jerusalén, haciala que nos dirigimos como peregrinos» (SC 8 ; cf. LG 5 0 ) 6. D e estemodo, fundiendo el pasado, el presente y el futuro, la liturgia apare-ce como momento síntesis de toda la historia salvífica y configura eltiempo de la Iglesia como la etapa última y definitiva de la sal-vación 7.

III. LA LITURGIA, OBRA DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITUSANTO

La liturgia, en la historia de la salvación, es siempre don divinoa la Iglesia y obra de toda la SS. Trinidad en la existencia de loshombres. Frente al culto religioso, expresión del deseo del hombre

de acercarse a Dios, la liturgia cristiana forma parte de la automanifestación del Padre y de su amor infinito hacia el hombre, por Jesu-cristo en el Espíritu Santo. La dimensión trinitaria de la liturgiaconstituye el principio teológico fundamental de su naturaleza, y la prim era ley de toda cele bración.

La l i turgia expresa esta realidad dinám ica usando la fórmula pa u-lina de 2 Cor 13,13 en los saludos y en el comienzo de la plegariaeucarística: «La gracia (cháris)  del Señor Jesucristo, el amor (agápé) 

de Dios y la comunión (koinónia)  del Espíritu Santo (estén) con to-dos vosotros». Lo mismo dice el famoso axioma patríst ico: «Tododon viene del Padre, por el Hijo y Señor nuestro Jesucristo, en la

6 Véase también Cat \ 137-1139.7 Cf. M a r s i l i , S., «La teología della liturgia nel Vaticano II», en  Anamnesis  1, 

85 -10 5,espec. 91-92.

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unidad del Espíritu Santo, y en el mismo Espíritu, por Jesucristo retorna de nuevo al Padre» 8.

C.2. La liturgia en la economía de la salvación  25

1. La pr esen cia y la obra del Padre

En la liturgia Dios es siempre «el Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en Cristo» (Ef 1,3; 2 Cor 1,3), de manera que la oración litúrgica  se dirige de suyo al Padre, como establecieron los antiguos concilios norteafricanos 9. Pero el Padre es también el término de toda alabanza y de toda acción de gracias. En este sentido, la liturgia es expre

sión de la «teología», según el uso patrístico y litúrgico de este término, es decir, la confesión de las maravillas obradas por Dios Padre en la historia salvífica y, por consiguiente, en la liturgia y en la vida de los hombres. «En la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la fuente de todas las bendiciones de la creación y de la salvación» (Caí   1110; cf. 1079-1083).

La liturgia tiene un carácter teocéntrico, de manera que no sólo la dimensión antropológica —el hombre creado a imagen de Dios y 

restablecido en su dignidad por Jesucristo— , sino también la dimensión cósmica — los cielos y la tierra y todas las criaturas— , están orientadas a reconocer la absoluta soberanía del Padre y su infinito  amor al hombre y a toda la creación (cf. Jn 3,16; 1 Jn 4,9; Rom 8,15-39). Finalmente, todo será recapitulado en Cristo y presentado como una oblación al Padre (cf. 1 Cor 8,6; 15,28; Ef 1,10).

2. La presencia y la obra del H ijo Jesuc risto

La manifestación divina trinitaria en la liturgia alcanza su culminación en la referencia a la obra del Hijo y Señor nuestro Jesucristo. El símbolo de la fe, la plegaria eucarística y las grandes fórmulas eucológicas desarrollan ampliamente la «cristología», es decir, la presencia entre los hombres de Cristo, revelador del Padre y donante del Espíritu que nos hace hijos de Dios. La plegaria litúrgica, por

8 Cf. V a g a g g i n i , C.,  El sen tido teológico de la liturgia  (BAC 181, Madrid 1959), 184-233.

9 Ut nemo in prec ibus vel Patrem pro Filio, vel Filium pro Patre nominet: et cum altari assistitur, semper ad Patrem dirigatur oratio: Can. 21 del Concilio de Hipona, can. 23 del Concilio de Cartago, en M a n s i, III, 884 y 922; cf. NnuNHtustR, B., «Der Canon 2 1 des Konzils von Hippo 393 seine Bedeutung und Nachwirkung», en Augus- tinianum 25 (1985), 105-119.

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26  P I El misterio en la historia

tanto, expresa la centralidad del misterio de Cristo en la liturgia, yhace memoria de toda su obra redentora 10

Pero Cristo, «sentado a la derecha del Padre» (cf Me 16,19), esel M ediador único entre Dios y los hom bres (cf 1 Tim 2,5, Heb12,24), el Sumo Sacerdote del santuario celeste (cf Heb 8,12, etc ),e l intercesor perman ente (cf Rom 8,34, 1 Jn 2,1, Heb 7,25) SanPablo exhortaba a la comunidad crist iana a cantar a Dios y a darlegracias «en el nom bre del Señ or Jesucristo» y «por m ediación de él»(Col 3,1617, cf E f 5,1920) «C risto ora por nosotros, ora en no so-tros y es invocado po r nosotros» 11

Com o Seño r y cabez a de la Iglesia, Cristo perm anec e jun to a ellay se hace presente principalm ente en los actos l itúrgicos de diversosm odos para l levar a cabo la obra de la salvación (c f SC 7) La pre-

sencia de Cristo en la l i turgia es una presencia dinámica y eficaz,que hace de los actos li túrgicos acontecimientos de salvación En laEuca ristía esta presen cia es, adem ás, sustancial «Tal presen cia sellama real    no por exclusión, como si las otras no fueran reales , sino

 por antonom asia» 12  Los modos o grados de la presencia del Señoren la l i turgia confirman que ésta es, ante todo, acción de Cristo, elcual asocia al ejercicio de su sacerdocio a todos los fieles en virtuddel bautismo (cf SC 14, LG 1011) 13

El ámbito externo de esta presencia es la Iglesia, como se hadicho an tes Pe ro el «ám bito» interno es el Es píritu S anto 14, el do nque el Padre ha entregado al Hijo en la resurrección y que éste haderramad o sob re la Iglesia (c f H ech 2,32 33) para que m ore en ellay en el corazón de los fieles como en un templo (c f E f 2,1822, 1Co r 3,1617, 2 C or 6,16) El Esp íritu Santo asiste siem pre a la Igle-s ia en la acción l i túrgica para que invoque a su Señor (cf Ap22,17 20)

10 Cf L a n n e , E , «La relazione dell’anafora eucaristica alia confessione di fede», en Sacra D ottnna  47 (1967), 383-396

11 S a n   A g u s t í n , Jn Ps  85, 1, en CCL 39, 117612 P a b l o   VI, Encíclica  Mysterium Fidei   de 3-IX-1965, n 22, en AAS 57 (1965), 

764, trad españ en G u e r r e r o   1 , 27313 Sobre los diversos modos de la presencia del Señor en la liturgia cf B e r n a l , 

J M , «La presencia de Cristo en la liturgia», en  Not  216/217 (1984) 455-490, B u r k i , 

B , «Le Chnst dans la liturgie, d’apres rarticle7 de la SC», en QL 64 (1983), 196-212, C u v a , A , Lapresenza di Cristo nella liturgia (Roma 1973), G a l o t , J , «La cnstologia 

nella SC», en Not  203 (1983), 305-319, H a e s , P de, «Les presences du Chnst Signeur Differents modes d’actualisation dans la liturgie», en  LumVit   20 (1965), 259 274, P a r r e , P , «Presence reelle et modes de presence du Chnst», en QL 69 (1988), 163-  184, S a y e s , J A  , La presencia real de Cristo en la Eucaristía  (BAC 386, Madrid 1976), S c h i l l e b e e c k x , Cristo sacramento del encuentro con Dios  (San Sebastian 1969)

14 Cf R  a h n e r  , K , «La presencia del Señor en la comunidad cultual Síntesis teológica», en Actas Congreso   op c it , 341 -351, aquí 343-344

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C 2 La liturgia en la economía de la salvación 27

3 La presencia y la obra del Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el don de la Pascua del Señor, el «don deDios» (Jn 4,10, H ech 11,15), prom etido para los t iem pos m esiamcos(cf Is 32,15, 44,3, Ez 36,2627, J1 3,12, Zac 12,10), que el Media-dor único del culto verdadero ha entregado a la Iglesia para que estarealice, a su vez, su m isión (c f Jn 20 ,212 3) Bajo la gu ia y el im-

 pulso del E spíritu la Ig lesia ora (c f Rom 8,2627), canta y celebra alPadre (c f E f 5,1820, Col 3,1617), confiesa a Jesús como Señor (cf1 Co r 12,3b, Flp 2,11) y lo invoca en la espera de su retom o (c f1 C or 11,26, 16,12, A p 22,17 20) 15

En este sentido, la liturgia es donación continua del Espíritu San-to para realizar la com unión en la vida divina e iniciar el retom o de

todos los don es hacia el que es su fuente y su term ino Po r eso todaacción litúrgica tiene lugar «en la unida d del E spíritu S anto», no solocomo «adoración a Dios en el Espíri tu y en la verdad» (cf Jn 4,2324), sino también como expresión de la comumon de la Iglesia, que

 brota del m isterio trin itario y es realizada por la presencia y la actua-ción del m ism o Es píritu Po r este m otivo toda oración litúrgica essiempre o ración de la Iglesia «co ngregad a por el Espíritu Santo» ( cfO G L H 8 )

El Esp íritu hab ilita tam bién a los creyen tes para recibir la Palabradivina y aco gerla en sus corazon es Po r la acción del Espíritu, queacompaña s iempre a la Pa labra (c f Sa l 33 ,6) y va recordando(anamnesis)   y guiand o ha cia la verdad plena (c f Jn 14,1517 26,etcetera), «la Palabra de Dios se convierte en fundamento de la ac-ción li túrgica y en norm a y ayu da de toda la vida» (cf O LM 9) Poreso la acción ritual que sigue a la liturgia de la Palabra se apoya enla petición al Padre, por medio de Jesucristo, de la presencia trans-formadora del Espíri tu Santo sobre los elementos sacramentales ysobre los fieles (epiclesis)

En suma, el Espíritu Santo, con su acción invisible, hace que losactos sacramentales de la Iglesia realicen lo que significan, condu-ciendo la obra de Cristo a su plenitud según el designio eterno delPadre

15 Cf Cat   1 0 9 1 - 1 0 9 3 y 1 0 9 9 - 1 1 0 9 Sobre el Espíritu Santo en la liturgia cf L ó p e z  

M a r t i n , J , «Bibliografía pneumatologica fundamental», en Ph  1 4 9 / 1 5 0 ( 1 9 8 5 ) , 4 5 7  

4 6 7 , M a g n o l i , C l  , «Quarant’anni di letteratura litúrgica attomo al tema pneumatolo-  gico (Note e rassegne)», en  ScCatt   1 1 7 (1 9 8 9 ) , 7 7 1 0 3 , y «Cuadernos Phase» 3 4  

(Barcelona 1 9 9 2 ) , etc

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28  P I El misterio en la his tona

IV LA LITURGIA, SALVACION EN LA HISTORIA

La segunda etapa de la historia de la salvación supuso el momen-to en que ésta alcanzo su ma yor grado com o ep ifanía de la presenciadivina en el tiempo, el punto nodal en el que confluyen todas las

intervencion es divinas que prepararon la venida de Jesús, y de dond earrancan los nuevo s signos portadores de la salvación Tod a la histo-ria de la salvación está recapitulada en Cristo (cf Ef 1,10)

La encamación significa que Dios se unió para siempre a la his-toria humana y que la salvación, aunque en su realidad plena es metah istón ca y esca tologica , ha de realizarse en el tiem po Cristo en eltiempo es la gran señal de que el Reino de Dios ha llegado definiti-vam ente (cf Me 1,15, Le 4,21) De Cristo brota la luz que ilum ina y

da sentido a toda la historia humana en relación con la economía dela salv ació n El es el Se ño r de la historia, el Pan tocra tor (c f Ap 1,8,Heb 13,8)

1 El mister io pascua l, «ephápax» de la sa lvación

En efecto, la historia humana, contemplada a la luz de la fe, apa-

rece sembrada de acontecimientos que, ocurridos una vez, han su- puesto una in te rvención d iv ina decisiva para el futuro Esto s m o-mentos se llaman, en el lenguaje bíblico, kairoi  —tiemp os op ortuno sy favorables— y responde n a la econo m ía divina de la salvación 16

Ahora bien, los kairoi  establecen una línea de continuidad a lo largode toda la historia, de manera que su carácter salvífico esta presenteen todos los momentos de la historia de la salvación, aun cuandocada uno tenga su propia incidencia Surge entonces una caracterís-tica de todos los kairoi,  la de ser irrepetibles, ephápax  — de una vez para siem pre

Pero entre todos los k a u o i  sal vi fíeos h ay uno que está en el ce n -tro y es el paradigm a de todos los demas Es el kairos  de Jesucristoy de su m isterio pascu al, plen itud de la historia salvífica Este kairos es también ephapax  (cf Rom 6,10, Heb 7,27, 9,1, 9 ,28, 10,2,1 Pe 3 ,18)

2 Del acontecimiento a su celebración

Ahora bien, si los kairoi  son irrepetibles y de esta ley no escapatampoco el misterio pascual de Jesucristo, 6de qué manera la salva-

16 Cf H a h n , H -Ch , «Tiempo (kanos)»  en DTNT 4, 267 272

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C 2 La liturgia en la economía de la salvación 29

ción cum plida en Cristo se pued e o frecer y aplicar a cada generacióny cada hombre que ha venido al mundo después de él 9  La pregunta

 podría form ularse tam bién así ¿cóm o accede el hom bre a la co m e n -te salvífica de la historia, una vez que ésta ha alcanzado su plenitud,ephápax,  de una vez para siempre 7

El Espíri tu Santo, realizador del acontecimiento Cristo (cf Mt1,18, Le 1,35) y del misterio pascual (cf Heb 9,14), es también elque lleva a cabo en los hombres la adopción filial por la cual hemosvenido a ser hijos de Dios (c f Ro m 8,15, Gál 4,57) Los hom bresson salvados al ser introducidos en la comente del amor divino queles hace h ijos de D ios y here dero s con Cristo Esta es la m isión de laIglesia en la tercera etapa de la historia de la salvación descritaantes

Por la acción del Esp íritu Santo el anuncio del Evan gelio, el bau-tism o y los dem ás sacram entos, sobre todo la Eucaristía, se conv ier-ten en kairo í   en la vida de cada ho m bre que escucha, cree, se con-vierte, es bautizado y recibe el perdón de los pecados y el don delEspíritu, y persevera en la enseñanza de los Apóstoles, en la eucaris-t ía, en la com unión y en la oración (c f Hech 2,38.4142)

Al ephapax,  característica de los kairo í    bíblicos, sucede ahora elhosakis  — cada vez que, cuantas veces— de las acciones salvifícas

de la Iglesia, en particular de los actos litúrgicos En efecto, estanueva categoría cronológica está vinculada ante todo al kairos   defi-nit ivo y escatológico de Jesuc risto «P ues cuantas veces (hosákís) com éis este pan y bebéis el cáliz, anu nc iáis la mue rte del S eñor hastaque vuelva» (1 Cor 11,26) 17  La m uerte del Señ or y su resurreccióncon la donación del Espíri tu Santo, ocurrida de una vez para siem- pre, se hace actual para lo s que aceptan la proclam ación del E vange-lio y realizan los gestos y palabras en los que Jesús mandó perpetuar

su oblación hasta su venida, es decir, el rito memorial entregado porel Señor a su Iglesia (cf SC 47)

«La li turgia crist iana no solo recuerda los acontecimientos quenos salvaron, sino que los actualiza, los hace presen tes El m isterio pascual de Cristo se celebra, no se repite, son la s celebraciones lasque se repiten, en cad a una d e ellas tiene lug ar la efusión d el Esp írituSanto que actualiza el único misterio» 18

n «Cada vez que celebramos este memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redención»  Super oblata  del dom II durante el año Sobre este texto cf P i n p l l , J , «I testi liturgia, voci di autorita, nella costituzione SC», en  Not   151 (1979), 77 108, espec 87-99

18 Cat   1104, cf 1084 1085

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 M)  P I El misterio en la historia

Todo lo que se ha dicho acerca de la actualización del aconteci-miento no sería posible sin un elemento que establece una profundarelación entre el kairos  histórico salvífico, ocurrido una sola vez(ephápax), y su celebración cuantas veces se realice ésta (hosákis) Este elem ento es el m e m o r i a l    una realidad que estaba ya presente enla Antigua Alianza y fue escogida por Jesús en la insti tución de laEu caristía En efecto, all í está el m andato «H aced esto en conm e-moración (anamnesis)   mía» (1 Cor 11,2425)

El memorial , en su concepto pleno, es un conmemoración   real,no meramente ideal o subjetiva, una representación  de lo que seconmemora, una p resen c ia rea l   de lo que ha sucedido históricamen-

te y ahora se nos comunica de una manera eficaz 19  Los fundamen-tos del memorial es preciso buscarlos en los pasajes del AntiguoTestamento que hacen referencia a la Pascua (cf Ex 12) y a la insti-tución de otras fiestas de Israel (c f Lv 23, Est 9,28, etc ) El m em o-rial es una acción sagrada, un rito, e incluso un día festivo para queDios «se acuerde» de su pueblo y de sus obras salvíficas, y en losque el pueblo se vuelve hacia su Dios recordando   estas obras

 N aturalm ente, este acordarse D ios de su pueblo es un an tropo-

m orfism o, pero reve la una acción salvífica, o sea, una nu eva presen -cia o intervención eficaz en la vida de su pueblo Por parte del hom -

 bre, el recuerdo de la s obras realizadas por D ios es la respuesta de lafe y la aceptación agrad ecida del corazón

El memorial aparece siempre en la Biblia como un  signo   quereúne en sí el pasado y el presente (función rememorativa y actuali-zante) y garan tiza la esperanz a en el futuro (función profetica) Através del memorial , Dios y su salvación se hacen de nuevo presen-

tes aquí y ahora para nosotros La liturgia cristiana tiene en el m e-morial el gran signo de la presencia del Señor y de la actualizaciónde los m isterios de Cristo La parte cen tral de la pleg aria eucarísticase l lama precisamente anamnesis   para expresar que se cumple elm andato insti tucional de Jesús y se hace presente y operante su m is-te r io pascual20

19 Cf O  n a t i b i a , I , «Recuperación del concepto de “memorial” por la teología eucanstica contemporánea», en Ph 70 (1972), 335-345, V e l a s c o , J A , «El concepto 

de memorial objetivo en el decreto tndentino sobre el Sacrificio de la Misa», en RET 54(199 4), 5-4820 Cf C a s e l , O , Faites ceci en memoire de moi   (París 1962), G f s t l i r a , M , 

«Memorial eucanstico rememoración y presencia de Cnsto», en  EstT   24 (1990), 37 105, R a m i s , M , Los misterios de pasión como objeto de la anamnesis en los textos  de la misa del Rito Hispánico (Roma 1980), T h u r i a m , M , La eucaristía memorial del  

 Señor  (Salamanca 1967), etc

3 El memorial

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C a p i t u l o  III

 LA PLENITUD DEL CULTO VERDADERO

En Cristo se realizo plenamente nuestra reconciliacióny se nos dio la plenitud del culto divino (SC 5)

BIBLIOGRAFIA 

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El capítulo pretende avanzar en la reflexión y el estudio sobre lanaturaleza de la l i turgia, dentro de la perspectiva de la economía dela salvación El uso de un lengu aje bíblico y posit ivo para hab lar de

la liturgia y de su importancia en la vida de la Iglesia ha permitidorecuperar una visión de la celebración del misterio crist iano que sehabía ido perdiendo a partir de la Edad Media, en aras de una teolo-gía intelectuahzad a y alejada de la celebración l i túrgica

En esta recuperación ha hecho crisis un concepto genérico deculto, que no parecía coincidir con la nocion que se descubría en el N uevo T estam ento y en la Patrística En este sentido, el C oncilioVaticano II, inspirándose en una vieja plegaria litúrgica, afirmó que

en Cristo «se nos dio la plenitud del culto divino» (SC 5)

I EL CULTO

La palabra culto   no goza de mucha simpatía cuando se la contra- pone a o tros aspectos de la m is ió n de la Iglesia 1 Es cierto que en laSagrada Escritura se hacen fuertes críticas al culto meramente for-

1 Cf Cox, H ,  La ciudad secular   (Barcelona 1968), M a l d o n a d o , L ,  Secularización de la liturgia  (Madrid 1970) P a n n i k a r  , R , Culto v secularización   (Madrid 1979)

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32  P.I. El misterio en la historia

mal. Por eso es preciso verificar el sentido de esta palabra aplicadaal hecho litúrgico cristiano.

1. Noción

La palabra culto (del latín, cultus, colere:  honrar, venerar) es,ciertamente, demasiado genérica aun dentro del lenguaje religioso.El culto es la exp resión co nc reta de la virtud de la religión, en cuan tomanifestación de la relación fundamental que une al hombre conDios 2. El culto co m pren de ac tos internos y e xternos en los cuales serealiza la citada relación. Esta relación nace del conocimiento de lacondición creatural del hombre respecto de Dios, lo sitúa en una

 posición d istin ta de él y lo im pulsa a reconocer su dependencia m e-diante actos de adoración, de ofrecimiento o de súplica de ayuda,susceptibles de ser analizados por las ciencias de la religión 3.

Entre los elemen tos fun dam entales del culto se encuen tran la ac-titud de sum isión (subiectio),  la adoración (latría),  la tendenc ia haciaDios (devotio),   la dedicación o entrega a él (pietas)  en el servicioreligioso (officium),  y las reacciones emocionales ante «lo tremen-do» y «fascinante» de lo sagrado o numinoso del misterio.

2. Del culto «n atu ral» al culto «re velad o»

En la perspectiva de la revelación bíblica, que alcanza su culmi-nación en Jesucristo, la originalidad del culto revelado no consistetanto en las formas cultuales como en el contenido mismo del culto.Más aún, el culto revelado, al aceptar formas y modos de expresión

de otras religiones, incorpora la experiencia y asume los resultadoslogrados por la humanidad en su camino de búsqueda de lo trascen-dente. En este sentido cabe ver, en las religiones históricas de lahum anidad, un a etapa previa al culto revelado, es decir , una dinám i-ca progresiva que alcanza su culminación en Cristo.

1.  E l culto en la s religiones.  En esta persp ectiva , el Co ncilioVaticano II invitó a descubrir en las religiones no cristianas «el des-

2 C f C h a t i l l o n ,

J.,  Devotio, e n

 DSp 3 , 7 0 2 - 7 1 6 ,

LopfczM a r t i n , J , « A d o r a c i ó n » ,

e n DTDC, 5-111 Cf. E l i a d e , M ,  Historia de las creencias y de las ideas religiosas,  1-4 (Madnd 

1978-1984), L e e u w , G V a n   D e r , Fenomenología de la religión (México D F -Buenos Aires 1964), M a r t i n   V f l a s c o , J ,  Introducción a la fenomenología de la religión  (Madrid 1979), S a h a g u n , J d e ,  Interpretación del hecho religioso (Salamanca 1982), W a a l , A d i ,  Introducción a la antropología relig iosa   (Estella 1975), W i n d e n g r e n , 

G , Fenomenología de la religión  (Madrid 1976), etc

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C 3. La plen itud del culto verdadero 33

tel lo de aquella Verdad que i lumina a todos los hombres» (NAe 2).Estas religiones, a través de la experiencia de Dios (cf. GS 7), orien-tan a los hombres que no han conocido a Cristo y se esfuerzan envivir honestamente de acuerdo con los preceptos y doctrinas, a losque llega también la luz verd adera ( c f Jn 1,9) 4. El con ocim iento delas formas de culto en las religiones es muy útil para penetrar en elsustrato antropológico de la liturgia cristiana.

2.  E l culto en e l A n tiguo Testa mento .  El com ienzo de un cultocaracterístico de Israel y centrado en la adoración del Dios únicodebe situarse en tomo al Exodo 5. En efecto, el culto aparece ligadoa la revelación m osaica y formó parte del dinam ismo religioso de laliberación de Egipto (cf Ex 3,12.18, etc.). La entrada en el desiertoestuvo motivada también por la necesidad de alejarse de las divini-dades paganas para encontrarse con el Señor. Después vino el asen-tamiento en la t ierra prom etida y la organización del culto ca racteri-zado por la prohibición de las imágenes y de ciertos sacrificios, has-ta llegar a la edificación de un santuario que hizo de Jerusalén elcentro de Israel. P ero la historia de este pu eblo está llena de retro ce-sos y caídas a causa del influjo de los pueblos vecinos.

De tiempo en tiempo, el Señor purificaba a su pueblo. El destie-rro de Babilonia significó una gran crisis, de manera que, después

del retomo, se produjo un proceso de centralización del culto en Je-rusalén. En el culto del Antiguo Testamento destacan algunas carac-terísticas que preparan la llegada de la plenitud del culto cristiano:

a)  La dimensión comunitaria   del culto se manifestó, ante todo,en la simbiosis entre lo social, lo político y lo religioso. El pueblotenía conciencia de pertenecer al Señor y de ser depositario de unaalianza (cf Ex 19,56; Dt 6,49; Sal 33,12). Las fiestas, los ritos ytodos los actos de culto estaban orientados a expresar el reconoci-

miento de la soberanía de Dios y el propósito del pueblo de vivir ensu presencia.

b)  La dimensión interior   no significaba la exclusión de los ri-tos, por ejemplo las oblaciones y sacrificios, ni la imposibilidad deque pudiesen ser expresión de un culto espiritual. Sin embargo, lanecesidad de la pureza interior y de la fidelidad a la alianza es una

4 C f L o t z , J. B , «El cr ist ianismo y las rel igiones no cr ist ianas en su relación con

la exper ienc ia re l ig iosa» , en L a i o u r f i i f , R., Vaticano 11  Balance   v  perspecti vas  veinticinco años después (1962-19H7)  (Sa lamanca 1989) , 905919 , R o s s a n o , P., « R e 'l ig iones no cr i s t ianas» , en ND L, 17141721

s C f C h a r y , T h ,  Les prophétes et le cuite ¿i parto de l'exil   (Tournai 1955).Eic hrodi , W , Teología del Antiguo Testamento (M ad rid 1975), 89161, K ra ljs, J H.«« Go t t c sd ien s t im Al t en u n d Neu en Bu n d » , en  Evangehsche Theologie  25 (1965) ,171206 , Rad , G v o n , Teología del Antiguo Testamento,  1 (Sa laman ca 1 9 7 2 ), 2 9 531, etc

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34  P.I. El misterio en la historia

constante en toda la Escritura. Los profetas estaban recordando con-tinuam ente esta exigencia ineludible del culto (cf. 1 Sam 15,22; Os6 ,6 ; Miq 6 ,8 ; Jer 7,2223).

El culto debía ir acompañado de la ofrenda de un espíri tu gene-roso y justo (cf. Eclo 35,110), es decir , de un corazón convertido(cf. Sal 40; 51). Después del exilio se acentuó la espiritualización dela vida religiosa (cf. Dan 3,2941). El culto que Dios quiere, afectatambién a la justicia y a la solidaridad con los pobres y oprimidos(cf. Dt 10,1213; Is 29,13; 58,611; Am 5,2124).

c)  La dimensión escatológica  estab a íntimam ente l igada a la di-m ensión conmem orativa. Tod os los acontecim ientos del pasado eranla demostración de que el Señor cumplía siempre sus promesas, y elhech o de reco rdarlos en las f iestas o en los ri tos co nsti tuía una p ren-da de sucesivos cu m plim ientos. L a lectura de la Escritura y la narra-ción de los hechos salvíficos (cf. Sal 78; 80; 105; 106, etc.) fortale-cía la esperanza en el Dios liberador (cf. Ex 3,710; 20,1), en unnue vo E xod o (cf. Is 43,1621; 48,2021 ) y en*una Ley nueva , escritaen el corazón de los hombres (cf. Jer 31,3134; Ez 36,1732).

3.  E l cu lto en el N uevo Testam ento . L os asp ecto s del culto delAntiguo Testamento, señalados antes, t ienen continuidad real en el

 N u e v o 6. En este sentid o fue decisiva la actitud de Jesús ante la s

instituciones cultuales de su pueblo (cf. Mt 5,17). Y después de él lainterpretación de toda su vida a la luz de las Escrituras por la comu-nidad de los discípulos (cf. Le 24,27.4445 ).

a) El fu n d a m en to   del culto y de todas sus expresiones es ahorala persona misma de Jesús, «templo» del culto verdadero (cf. Jn2,1922). La predicación apostólica anunció la buena noticia de lasalvación cumplida en él (cf. Hech 1,4; 2,33.3839; Gál 3,14). Losdones de Dios están l igados a la fe y a la conversión del corazón, y

se traducen en una conducta de vida a imitación de la santidad divi-na: «sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt5,48; cf. 1 Pe 1,1516). A ho ra bien, estos do nes son fruto del sacri-ficio pascual de Jesucristo que sustituyó los sacrificios incapaces desantificar (cf. H eb 9,13). El bau tism o (cf. M e 16,16; Rom 6,410), laeuc aristía (cf. 1 C or 11,2326; Hech 2,42.46 ) y los dem ás sacram en-tos contienen el poder de salvación de este sacrificio.

.b)  El culto nuev o sigue siendo comunitario  y  soc ia l,  pero de

manera que el pueblo convocado como «sacerdocio real y naciónsanta» (cf. 1 Pe 2,9; Ap 1,6; 5,10), es aho ra una fraternidad en el

6 Cf. G a r c í a , J. M., «El culto en Jesús y en la Iglesia primitiva», en VV.AA.,  Espiritualidad litúrgica   (Madrid 1986), 21-46; H e s s , K . , «Servicio (latreúó, leitour-  géó)», en DTNT 4, 216-219 (Bibl.), S t e n z e l , A , «El servicio divino de la comunidad reunida en Cristo Culto y liturgia», en MS IV/2, 26-59, etc.

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C.3 La plenitud del culto verdadero 35

Espíritu (cf. Hech 2,4245; 4,3235, etc.). Las comunidades son lla-madas iglesias   (cf. Hech 5,11; cf. Dt 4,10), iglesias de Dios   (Hech20,28; 1 Cor 1,2) y de Cristo   (Rom 16,16), que invocan el nombrede Jesús (cf. 1 C or 1,2) y se reúne n en asam blea (cf. 1 C or 11,18.20;14,28).

c)  El culto nuev o es ahora, con m ayo r razón, interno y espir itual , porque se desarrolla en los creyentes bajo la acción del EspírituSanto y es, ante todo, culto «en el Espíritu Santo y la verdad». Eldiálogo de Jesús con la samaritana (cf. Jn 4,726) condensa la ense-ñanza del Nuevo Testamento sobre el culto. La pregunta sobre ellugar de culto (v. 20) fue contestada por Jesús indicando el modocomo Dios mismo quiere ser adorado (v. 21), es decir , en el templonuevo que es el mismo Jesús resucitado (cf. Jn 2,2122; Ap 21,22)7.

En resumen, el culto cristiano se define por los actos internos yexternos en los que el hombre creyente y la comunidad expresan suvinculación existencial a Cristo y son transformados por la accióndel E spíritu para hacer de la propia vida — en la fe y en el amor— elculto e spiritual grato al P adre 8. La c rítica de la secu larizació n alculto se diluye en la vinculación de éste a la santidad original deCristo, el Verbo encamado, y a la Iglesia, sacramento de Cristo 9.

II. LA LITURGIA

 L iturgia   es la palabra más usada en la actualidad para referirse ala func ión san tificad ora de la Iglesia. Sin em bargo , la palab ra liturgiatiene una prehistoria y ha conocido una interesante evolución en suuso y significado.

1. La pa labra «liturgia»

A ntes de estudiar el concep to es preciso cono cer la etim ología ylos sentidos que se han dado a este término ,0.

7 Cf. P o t t e r i e , I d e i a , «Adorer le Pére dans l’Esprit et la venté (Jn 4,23-24)», en  La vérité dans Saint-Jean, 2 (Roma 1977), 673-706, y B r a u n , F. M, «Le cuite en espnt et en vérité», en Jean le théologien, 3/2 (Pans 1972) 249-271; L ó p e z M a r u n   1,44-55.

s Véase la voz «culto» en Cath 3, 359-368; en DETM, 158-171; en DTI2,208-223; 

en LThK6 , 659-667; en NDT 1, 285-298; en SM 2, 92-97, etc , y M a z z a , E., «L’inter- pretazione del culto nella Chiesa antica», en Associazione Professon Liturgia (dir.), Celebrare il mistero di Cristo,  1 (Roma 1993), 229-279; S o d i , M., «Cultus-colere nei  documenti del Vaticano II», en D e l l ’O r o , F (dir.), op cit., 49-63.

9 Cf S o d i , M , «Secularización», en NDL, 1892-1908.10 Cf H e s s , J , « S e r v i c i o (latreúó-leitourgéó),   c i t . , R  o d r í g u e z , F., « E l t é r m i n o

“ l i t u r g i a ’ ' , s u e t i m o l o g í a y s u u s o » , e n CiTom  97 (1970) 147-163; R  o m e o , A., «11 t e r m i n o leitourgia  n e l la g r e c i t á b í b l i c a » , e n VV AA.,  Miscellanea L C Mohlberg,  2

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36  P.I. El misterio en la historia

1.  E tim ología y uso en el m undo grie go.  El térm ino liturgia procede del griego clásico, leitourgía   (de la raíz léit   — léós-laós — : pueblo, popular; y érgon:  obra) lo mismo que sus correlativos lei- tourgein   y leitourgós, y   se usaba en sentido absoluto, sin necesidadde espe cificar el objeto, para ind icar el origen o el destino po pu lar de

una acción o de una iniciativa, independientemente del modo comose asum ía ésta. C on el t iem po la prestación po pular perdió su carác-ter libre para convertirse en un servicio oneroso en favor de la socie-dad. Liturgia vino a designar un servicio público. Cuando este servi-cio afectaba al ámbito religioso, liturgia se refería al culto oficial delos dioses. En todos los casos la palabra tenía un valor técnico.

2. Uso en la Biblia.  El verbo leitourgéó   y el sustantivo leitourgía   se encuentran 100 y 400 veces, respectivamente, en la ver-

sión de los LXX, para designar el servicio de los sacerdotes y levitasen el templo. La utilización de leitourgéó-leitourgía,  t raduciendounas veces a  sh érét   (cf. Núm 16,9) y otras a a b h á d   y abhódáh , de-signa prácticamente siempre el  servic io cu ltua l   del Dios verdadero,realizado en el santuario por los descendientes de Aarón y de Leví.Para el culto privado y para el culto de todo el pueblo los LXX sesirven de las palabras latreía   y doulía   (adoración y honor). En lostextos griegos solamente, leitourgía   tiene el mismo sentido cultual

levítico (cf. Sab 18,21; Eclo 4,14; 7,2930; 24,10, etc.).Esta terminología supone ya una interpretación, dist inguiendoentre el servicio de los levitas y el culto qu e todo el pueblo d ebía da ral Señor (cf. Ex 19,5; Dt 10,12). No obstante, la función cultual per-tenecía a todo el pueblo de Israel, aunque era ejercida de forma ofi-cial y pública por los sacerdotes y levitas.

En el griego bíblico del Nuevo Testamento, leitourgía   no apare-ce jam ás com o sinónimo de culto cristiano, salvo en el discutido

 pasaje de H ech 13,2.La palabra liturgia se utiliza con los siguientes sentidos en el

 N uevo T estam ento:a)  En sentido civil de  se rvic io pú b lico oneroso,  como en el

griego clásico (cf. Rom 13,6; 15,27; Flp 2,25.30; 2 Cor 9,12; Heb1,7.14).

b)  En sentido técnico del culto sacerdotal y levít ico   del Anti-guo Testamento (cf. Le 1,23; Heb 8,2.6; 9,21; 10,11). La Carta a los   H ebreos   aplica a Cristo, y sólo a él, esta terminología para acentuarel valor del sacerdocio de la Nueva Alianza.

c)  En sentido de culto espiritual:  San Pablo usa la palabra leitourgía   para referirse tanto al ministerio de la evangelización como

(Roma 1949), 467-519; S t r a t m a n n , H., Leitourgéó, e n TWNT 4, 221-238 y e n GLNT 6, 589-636.

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C.3. La plen itud del culto verdadero 37

al obsequio de la fe de los que han creído por su predicación (cf.Rom 15,16; Flp 2,17).

d) En sentido de culto comunitario crist iano:   «Mientras esta- ban celebrando el culto del Señor (lei tourgoúntón)  y ayunando dijo

el Espíritu Santo...» (cf. Hech 13,2). Es el único texto del NuevoT estame nto en qu e la palabra l i turgia puede toma rse en sentido ritualo celebrativo. La comunidad estaba reunida orando, y la plegariadesem bocó en el envío m isionero de Pablo y de Bernabé m ediante elgesto de la imposición de las manos (cf. Hech 6 ,6 ).

Esta reserva en el uso de la palabra liturgia por el Nuevo Testa-mento obedece a su vinculación al sacerdocio levítico, el cual perdiósu razón de ser en la Nueva Alianza.

3.  Evolución p o ste rio r . En los prim ero s escritores cristianos ,de origen judeocristiano, la palabra liturgia fue usada de nuevo en elsentido del A ntiguo T estame nto, pero aplicada ya al culto de la Nue -va Alianza (cf.  D idaché   15,1 11; 1  Clem.  40,2.5 ,2).

Después la palabra l i turgia ha tenido una uti l ización muy des-igual. En las Iglesias orientales de lengua griega leitourgía   designala celebración eucarística. En la Iglesia latina liturgia   fue ignorada,al contrario de lo que ocurrió con otros términos religiosos de origen

griego que fueron latinizados. En lugar de liturgia se usaron expre-siones como munus, officium, ministerium, opus,  etc. No obstante,San Agustín la empleó para referirse al ministerio cultual, identifi-cándola con latreía: ministerium vel servitium religionis, quae grae-  ce liturgia vel latría dicitur  13.

A partir del siglo xvi liturgia   aparece en los títulos de algunoslibros dedicados a la historia y a la explicación de los ritos de laIglesia. Pero, junto a este significado, el término liturgia se hizo si-

nón imo d e ritual y de cerem onia. E n el lenguaje eclesiástico la pala - bra liturg ia em pezó a aparecer a m ediados del siglo x ix , cuando elMovimiento litúrgico la hizo de uso corriente.

2. D efinición de l iturgia an tes del V aticano II

 No obstante , no resultó fácil defin ir el concepto de li turg ia. Eneste sentido, la Constitución Sacrosanctum Conci lium   marcó un hitohistórico.

11 Ruiz B u e n o , D. (ed.), Padres Apostólicos   (BAC 65, Madrid 1967), 92.12 En Ruiz B u e n o , D. (ed.), o p . c i t . , 214-215.13 S. A g u s t í n ,  Enarr. in Ps  135, en PL 39, 1757.

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38  P I El misterio en la historia

1  Los prim ero s in tentos de defin ició n   Las definiciones pro - puestas desde lo s com ienzos del M ovim iento litúrg ico eran de tresclases, a saber, es téticas, jurídic as y teológicas 14

a) D efiniciones estéticas   Según estas definicione s, la liturgiaes la «forma exterior y sensible del culto», es decir, el conjunto decerem on ias y de ritos El objeto formal de la liturgia se bu scab a enlos aspe ctos externo s y estéticos del sentim iento religioso La litur-gia era la manifestación sensible y decorativa de las verdades de lafe Sin em barg o, esta de finición es incom pleta e insuficiente desd e el

 punto de v ista de la natura leza de la liturgia. Por eso la encíc lica M ed ia tor D ei  del papa Pío Xll la rechazó de manera explícita 15

b)   En las definiciones juríd icas   la liturgia era presentada comoel «culto p úblico de la Iglesia en cuanto regu lado po r su autoridad»Pero en esta definición se iden tificab a la liturgia con el derech o litúr-gico y con las rúbricas que regulan el ejercicio del culto La  M edia- tor Dei  la consideró tam bién insuficiente En realidad, la confu sión procedía de una visión igualm ente incom pleta de la Iglesia, contem - plada com o sociedad perfecta obligada a dar a D ios culto público

c)  Las definiciones teológicas   coincidían en señalar la liturgiacomo el «culto de la Iglesia», pero limitaban el carácter eclesial delculto a la acción de los ministros ordenados 16  Sin embargo, algunas

definiciones, partiendo también de la misma idea, trataron de llegaral nú cleo de la liturgia cristiana, es decir, «al m isterio de Cristo y dela Iglesia en su expresión cultual» 17  La li turgia es un m isteno oacción ritual que hace presente y operante la obra redentora de Cris-to en los símbolos cultuales de la Iglesia 18

En esta persp ectiva se prod uce la siguiente definición «L a litur-gia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación ydel culto de la Iglesia» 19  Su influjo se aprecia en el texto m ism o de

la constitución litúrgica conciliar (cf SC 7)3  D efin ición de la encíclica «M ediator D el»   En tre las defi-

niciones de la liturgia antes del Concilio Vaticano II, ocupa un lugarrelevante la que ofrece la encíclica  M ed ia tor D el   El fundam ento dela l i turgia es el sacerdocio de Cristo (cf MD 4), de manera que laIglesia, fiel al mandato recibido de su fundador, continúa en la tierra

14 Veanse las definiciones recogidas por S c h m i d t , H , op c it , 48-60

15 En G u e r r e r o   1, 630-680 (= MD y numero), aquí MD 3816 «La liturgia es la obra sacerdotal de la Jerarquía visible», en B e a u d u i n , L , «Essai de manuel fondamental de liturgie», en QLP 3(1912-13), 56-58

17 Cf C a s e l , O , El misterio del culto cristiano  (San Sebastian 1953), 83 y 105ss18 Cf O  n a t i b i a , I ,  La presencia de la obra redentora en el misterio del culto 

(Vitoria 1953)19 V a g a g g i n i , C , El sentido teológico de la liturgia   (BAC 181, Madrid 1959), 32 

La definición es una síntesis de otra mas amplia, ib ,  30

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C 3 La plen itud del culto verdadero  39

su oficio sacerdo tal (cf. M D 5) En esta pe rspe ctiva la enc íclica de-fine así la liturg ia «L a sagrada liturgia es el culto pú blico que nu es-tro Redentor tr ibuta al Padre como Cabeza de la Iglesia, y el que lasociedad de los fieles tributa a su fundador, y, por medio de él, aleterno Padre es, diciéndolo brevem ente, el com pleto culto del Cu er-

 po m ístico de Jesucristo , es decir, de la C abeza y de sus m iem bros»(MD 29, c f 32) La noción es apreciable también en SC 7

Al mismo tiempo, la encíclica situó a Cristo en el centro de laadoración y del culto de la Iglesia. Expresamente se afirma la pre-sencia de Cristo en toda acción l itúrgica (M D 26 28) Sin embargo,no se llegó a abordar la relación entre esta presencia y la historia dela salvación, ni entre los misterios del Señor y su celebración ritual,aunque esto últ imo aparece insinuado cuando se habla del año l i túr-

g ico (cf MD 205)

3 El conce pto de l iturgia del V aticano II

Los documentos conciliares, especialmente la consti tución Sa- crosanctum Co ncihum , hablan de la liturgia como un elemento esen-

cial en la vida de la Iglesia, que determina la situación presente del pueblo de D ios «Con razón, entonces, se considera la liturg ia com oel ejercicio del sacerdoc io de Jesuc risto En ella, los signos sensiblessignifican y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hom-

 bre, y así el C uerpo m ístico de Cristo, es decir, la C abeza y susm iemb ros, ejerce el culto público íntegro En consecuen cia, toda ce-lebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo,que es la Iglesia, es acción sag rada po r exc elencia, cu ya eficacia, con

el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra ac-ción de la Iglesia» (SC 7)

Esta noción estrictamente teológica de la liturgia, sin olvidar losaspectos antropológ icos, aparece en íntim a depen denc ia del misteriodel Verbo encam ado y de la Iglesia (c f SC 2, 5, 6 , LG 1, 7, 8 , etc )La encamación, en cuanto presencia eficaz de lo divino en la histo-ria, se prolonga «en los gestos y palabras» (cf. DV 2, 13) de la litur-gia, que reciben su significado de la Sagrada Escritura (cf SC 24) yson prolongación en la tierra de la humanidad del Hijo de Dios 20

El Concilio ha querido destacar, por una parte, la dimensión l i-túrgica de la redención efectuada por Cristo en su muerte y resurreción, y, por otra, la modalidad sacramental o simbólicolitúrgica enla que se ha de llevar a cabo la «obra de la salvación»

20 Vease Caí   1070, 1103, etc

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40  P I El misterio en la historia

Así pues, en la noción de liturgia que ofrece el Vaticano II, des-tacan los siguientes aspectos: a)  la liturgia es obra del Cristo total, deCristo primariamente, y de la Iglesia por asociación; b)  la liturgiatiene como finalidad la santificación de los hombres y el culto alPadre, de modo que el sacerdocio de Cristo se realiza en los dosaspectos; c)   la liturgia pertenece a todo el pueblo de Dios, que envirtud del bautismo es sacerdocio real con el derecho y el deber de

 participar en la s acciones litúrgicas; d )   la liturgia, en cuanto consti-tuida por «gestos y palabras» que significan y realizan eficazmentela salvación, es ella misma un acontecimiento en el que se manifies-ta la Iglesia, sacram ento del V erbo encam ado ; e)  la liturgia configu-ra y determina el tiempo de la Iglesia desde el punto de vista escatológico; f )   po r todo esto la liturg ia es «fuente y cum bre de la vida de

la Iglesia» ( c f SC 10; LG l l ) 21.En síntesis, la liturgia se pu ede definir com o la función santifica

dora y cultual de la Iglesia, esposa y cuerpo sacerdotal del Verboencamado, para continuar en el t iempo la obra de Cristo por mediode los signos que lo hacen presente hasta su venida22.

IV. «LITURGICO» Y «NO LITURGICO»

Para una más clara comprensión de la l i turgia es convenientetambién precisar la diferencia entre las accion es l itúrgicas  y lo quese conoce como «ejercicios piadosos» (cf. SC 13) o «prácticas pia-dosas y sagradas»23.

1. A ccion es litúrg icas y ejercicios piadosos

En efecto, «son acciones l i túrgicas aquellos actos sagrados que, por institución de Jesucristo o de la Iglesia y en su nom bre, sonrealizados por personas legítimamente designadas para este fin, enconformidad con los libros litúrgicos aprobados por la Santa Sede,

21 Cf. M a r s h   i , S., «La teología della liturgia nel Vaticano TI» y «La liturgia culto della Chiesa», en Anamnesis  1,85-105 y 107-136

22 Para ampliar este concepto consúltese la voz «liturgia» de Cath 7,862-902; CFP, 580-594, DE 2, 489-507, DETM, 591-599; DPAC 2, 1279-1280;  DSp  9, 873-884, 

DTDC, 813-829, DTI 1, 62-83;  DVatlI,  1294-1342,  LThK 6, 1083; SM 4, 324-353, y F e r n a n d e z , P., «Qué es la liturgia en nuestra cultura secular», en CiTom  98 (1971) 377-414; L e   G a l l , R , «Pour une conception intégrale de la hturgie», en QL 65 (1984)  181 -202; y «Cuadernos Phase» 29 (Barcelona 1991)

23 CDC, c 839, § 2. Sobre esta cuestión cf. B o u y e r  , L , La vie de la hturgie (París 1956), 299-314, L e c l e r c q , J.,  Etudes de pasto rale hturgique  (París 1944), 149-173, M a r s i l i , S., «Liturgia e non liturgia», en Anamnesis   1, 137-156; S c h m i d t , H., op. cit., 88-98 y 118-129.

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C.3. La plenitud del culto verdadero 41

 para dar a D io s, a lo s santos y a los beatos el cu lto que les es debido;las dem ás acciones sagradas que se realizan en una iglesia o fuera deella, con o sin sacerdote que las presencie o las dirija, se llamanejercicios piadosos» 24.

Ahora bien, esta distinción entre acciones litúrgicas y ejercicios p iadosos no es netam ente ju ríd ica. La d iferencia obedece tam bién afactores teológicos. El primer factor es la relación de la liturgia conel misterio de la Iglesia. Según esto, «litúrgico» es lo que perteneceal entero cu erpo ec lesial y lo pone de m an ifiesto (cf. SC 26). Po r esoson acciones l itúrgicas únicam ente las celebraciones q ue exp resan elmisterio de Cristo y la naturaleza sacramental de la Iglesia, esposadel Verbo encamado (cf. SC 2; 7; 41; SC 26). Todo lo demás sonactos de piedad, comunitarios o individuales 25.

Un segundo factor lo constituye la eficacia objetiva de los actosde culto. Acciones litúrgicas y ejercicios piadosos se refieren a losmismos acontecimientos salvíficos. Ahora bien, no todas las formasde piedad son evocación y actuación de estos acontecimientos en el

 plano de los sig nos. Los ejercic ios piadosos evocan el m isterio deCristo ún icamen te de man era contem plativa y afectiva, es decir, sub-

 je tiv a y psicológica, m ientras que la s acciones litúrg icas lo hacenactualizando ante todo la presencia del acontecim iento po r medio del

rito 26. L a efica cia d e los actos litúrg icos d epen de de la vo luntadinstitucional de Cristo y de la Iglesia, y de que se cumplan efectiva-mente las condiciones necesarias para su validez. La eficacia de losejercicios piadosos depende tan sólo de las acti tudes personales dequienes tom an parte en ellos.

2. Devoción y devociones

La noción de ejercicios piado sos co incide con lo que se entiendetambién por devociones. «Devo ciones es una denom inación colecti -va de todos los ejercicios de oración y prácticas religiosas que, si bie n no han sid o incorporadas a la liturgia, han alcan zado cierta ex - presión social y organizativa» 27. A hora bien, tanto lo s actos li túrgi

24 S. C. Rituum,  Instru ttio de música sacra et sacra liturgia, de 3-IX-1958, en AAS 50 (1958), 630-663, trad. españ . Commumcantes en santa unión  (Sevilla 

1958), 625 Respecto de «las prácticas religiosas de las Iglesias particulares» (SC 13), que podrían ser consideradas como acciones litúrgicas, véase la opinión favorable de M a r s h   i , S , art c it , 154-156.

26 Véase cómo señalaba Pablo VI la diferencia entre el Rosario y la liturgia, en la Exhort. Apost. Manahs tu l tus, n. 48, en AAS 66 (1974) 157, trad. españ. en G u e r r e r o  

1,704. ^27 V e r h e u l , A , op cit,215.

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42  P I El misterio en la historia

eos como las devociones han de estar informados por una auténticadevoción.

En efecto, la devoción (en latín devotio , palabra próxima a  p ie -  tas)  es, según la definición de Santo Tomás recogida expresamente

 p or la enc íclica  M ed iator D ei de Pío XII, «un acto de la volu ntad del

que se ofrece a sí m ismo a Dios para servirlo» (M D 46) En estesentido, la devoción, como actitud interna básicq, hace más fructuo-sa la participación en la liturgia.

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C a p i t u l o  I V  

 LA LITURGIA EN LA HISTORIA

La liturgia consta de una parte que es inmutable, porser de institución divina, y de otras sujetas a cambio, queen el decurso del tiempo pueden y aun deben variar

(SC 21)

BIBLIOGRAFIA 

B a s u r k o , X - G o e n a g a , J A , «La vida liturgicosacramental de laIglesia en su evolución histórica», en B o r o b i o   1, 49203, B r a d s h a w , P , La liturgie chretienne en ses origines Sources et methodes   (París 1995), B r o  

v e l l i, F , «L’evoluzione stonca della prassi litúrgica», en AssociazioneProfesson Liturgia (dir ), Celebrare il mistero di Cristo, 1  (BELS 73, Roma

1993), 155228, C a t t a n e o , E ,  II culto cristiano in Occidente Note ston-  che  (BELS 13, Roma 1978), Gy, P M ,  La liturgie dans Vhistoire  (París1990), K l a u s e r  , T h  ,  Breve historia de la liturgia occidental   (Barcelona1968), M a r s i l i , S et AA AA ,  Panorama storico generale , en  Anamnesis  2, N f u n h e u s e r  , B , Storia della liturgia attraverso le epoche cultural i (BELS 11, Roma 1983), Id, «Historia de la liturgia», en NDL, 966998,R i g h e t t i, M , Manuale di Storia litúrgica, 14 (Milano 19641969, 3 J ed ),trad españ de la 2 ded italiana  Historia de la liturgia, 12 (BAC 132 y 144,Madrid 19551956), W e g m a n , H A J , Geschichte der Liturgie im Westen und Osten  (Regensburg 1979)

La liturgia no nació organizada y completa, sino que se fue for-m ando y configurando lentam ente La li turgia recibe de los hom bressu mutabilidad y su diferenciación en la historia y en la geografía,aun cuando permanece fiel no sólo a su contenido profundo, sinotambién a algunas estructuras ri tuales determinadas por la tradición(c f SC 21) Las m utaciones y los cam bios son la dem ostración de lavitalidad interna de la l i turgia y de su capacidad para encamarse en

cada momento histórico y aun en cada espacio sociocultural 1En este capitulo se exponen las grandes líneas de la evolución

histórica de la liturgia y el espíritu que presidió cada etapa funda-m ental La exposición com prende los hech os m ás sobresalientes (A)y el carácter que distingue ca da atapa (B)

1 C f C para el Culto Divino,  La Liturgia Romana y la inculturacion IV Instrucción pa ra ap licar la constitución «SC» (nn 37-40)  (Roma 1994), nn 4, 16, 17,28, etc , D1X, G , The Shape o) the Liturgy  (Westminster 1945, reimp 1981), J u n g m a n n , J A , «Liturgia (Naturaleza e historia)», en SM 4,3 24-34 7, M a r  i i n e z , G , «Cult and Culture The Structure o f the Evolution o f Worship», en Worship 64 (1990), 406 433, etc

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44  P I El misterio en la historia

I. LOS ORIGENES (SS. IIV)

Corresponde, obviamente, a los orígenes del crist ianismo en elmedio ambiente judío y a la primera expansión en el mundo grecoromano 2.

1. Las p rim eras realizaciones

Durante algún t iempo los pr imeros cr is t ianos frecuentaron eltemp lo y observaron la ley, aunq ue tenían sus propias celebraciones,entre las que sobresalían el bautismo y la fra c c ió n del p a n   «por lacasas» (cf. Hech 2,4142.46, etc.). Desatada la persecución contra

los helenistas, se produjo la crisis y la dispersión.La lengua litúrgica   era el griego común, en la que se transmitían

las tradiciones litúrgicas (cf. 1  Cor 11,23), los ministerios y el día  del Señor.  Se usaba la versión de los LXX en la predicación y en laliturgia, según el modelo de la sinagoga, pero en clave cristiana.

Los s iglos u y lu conocen los comienzos del catecumenado, laconfiguración definitiva del bautismo y de la eucaristía3, la Pascuaanual y su cincuentena festiva, y el comienzo del culto a los márti-

res. La oración se reorganiza teniendo en cuenta las horas del día ylas vigilias nocturnas. La plegaria eucarística tiene ya forma propia.Con la domus ecclesiae  aparecen las prim eras m uestras del arte c ris-tiano.

En el primer tercio del siglo m se escribió en Roma la Traditio   A postó lica   de Hipólito 4  y en Siria la  D idascalia de los A pó sto le s , base de la Co nst itutiones Ap ostolorum   de un siglo después 5. A estostestimonios hay que añadir algunas obras de Tertuliano y de san Ci- pria no, testigos de la vida litúrgica en el norte de A frica 6.

2 Véase Cat   1096, cf H a h n , F.,  II serv izio litúrgico nel cristianesimo primitivo  (Brescia 1972), R o d r í g u e z   d e l   C u e t o , C., «Nacimiento del culto cristiano en el ambiente judío», en StLeg   16 (1975) 191-208; S c h w e i z e r  , E - D i e z   M a c h o , A.,  La Iglesia  

 primitiva Medio ambiente, organización y culto  (Salamanca 1974), VV.AA ,  Influente s juive s sur le cuite chrétien  (Louvain 1981).

3 Cf. S a n   J u s t i n o , 1 Apol   61 y 65-67, en Ruiz B u e n o , D (ed.), Padres apologistas  griegos ( BAC 116, Madrid 1954), 250-251 y 256-259.

4 Cf. B o t t e , B. (ed.), La Tradition Apostohque de saint Hippolyte (LFQ 39, Muster i.W. 1963)

5 F u n k  , F X (ed.), Didascalia et Constitutiones Apostolorum,  1(Paderbom 1905).6 Cf S a x e r  , V , Vie hturgique et quotidienne á Cartage vers le miheu du III siécle  

(Cittádel Vaticano 1969)

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C.4 La liturgia en la historia 45

A la tradición litúrgica primitiva siguió una transformación en elseno de las comunidades apostólicas que ha sido vinculante en mu-chos aspectos. La primera etapa de la liturgia cristiana se caracteriza

ante todo por una gran libertad en la apropiación y creación de lasformas cultuales, y aun en la adopción de e xpresiones q ue resultabanm ás com prensibles para los convertidos proced entes de la gentil idad.

La improvisación en la plegaria fue también una constante, si b ien dentro de esquem as fijos 7. La preocupación por la ortodoxia enlas fórmulas litúrgicas es patente en la Traditio A postólica   de Hipó-lito 8. Se cree fundadamente que existía una unidad sustancial en lasestructuras formales de los ritos y la organización global de la litur

gia 9.El culto se espiri tualizó aún m ás, en depe nde ncia del Nuevo T es-tam ento, frente al legalism o jud ío al principio y frente al ritualism o pagano después. L a liturg ia supo eludir tam bién el peligro del gnos-ticismo con su rechazo de lo material y corpóreo. La liturgia fue unfactor de equ ilibrio entre la ofrend a interior y los elem entos tom adosde la creación para efectuarla ,0.

II. EL GRAN DESARROLLO LOCAL (SS. IVVI)

El edicto de Milán del año 313, promulgado por el emperadorConstantino, produjo una situación nueva en la liturgia. La etapa quese contempla llena los siglos IV al v í , desde Constantino hasta sanGregorio Magno 11.

2. E s p i r i tu a l iz a c i ó n d e l c u l to

1. C rec im iento en l ibe r tad

La p a z constantin iana   trajo la po sibilidad de celeb rar una liturgiamás solemne y vistosa en edificios adecuados. El domingo fue de-clarado día festivo. El año litúrgico se estructuró en fiestas y perío-

7 Cf. B o u y e r  , L., «L’improvisaron liturgique dans l’Eglise ancienne», en LMD 111 (1972), 7-19

x N 10, en B o i t e , B., op cit., 29

9 Véase el  Epitafio  de Abercio: cf S o l a n o , J., Textos eucaristicos primitivos,  1(BAC 88, Madrid 1952), 79-84

10 Cf. J u n c . m a n n , J A.,  La liturgie des prémiers siécles  (Pans 1962), 171-188, R o r d o r f , W ,  Liturgie, fo i et vie des prem ie n chrétiens Etudes p atn st iq ues  (Pans 1986).

11 Cf. K  r e t s c h m a r  , G., «La liturgie ancienne dans les recherches histonques actuelles», en LMD 149 ( 1982) 57-90

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46  P I El misterio en la historia

dos siguiendo el círculo anual, conservando no obstante su unidadgarantizada siempre por la celebración eucarística. El santoral creciócon las conmemoraciones de los mártires y las primeras fiestas marianas después del Concilio de Efeso (431).

La entrada masiva de conversos  del paganismo obligó a reorga-nizar el catecum enad o y a ma ntener el rigorism o en la reconciliaciónsacramental de los penitentes. El arte cristiano asumió las formasarquitectónicas y ornam entales de la época creando la basíl ica. A pa-recieron las insignias pontificales, los vestidos y las sedes de losministros.

En esta época aparecen y se consolidan las liturgias locales  y se produce una  g ra n crea tiv idad literaria , motivada tanto por la orga-nización del año litúrgico como por la mentalidad latina, aunque no

deba descartarse tampoco la preocupación por la ortodoxia en la pieg an a 12. La fijación es crita de los textos eu co lóg ico s se inició enRoma con el papa san Dámaso (366384). Las primeras composicio-nes formaron pequeñas colecciones de formularios para una fiesta o

 para uso de una igle sia, com o los libelli missarum   que dieron lugaral llamado Sacramentario Veronense  ,3.

Sin embargo, las primeras sistematizaciones del libro litúrgicoromano se encuentran en el Sacramentario Gelasiano , de posible

 procedencia presbiteral l4, y en el Sacramentario Gregoriano , librode la liturgia papal ,5. Un ejemplar de este último fue enviado por el papa A driano al em perador C arlom agno entre el 785 y 786 y dotadomás tarde de un suplemento.

2. La liturgia romana clásica

La época representa un m om ento de expansión y enriquecimiento   de la liturgia. La entrada en el mundo cultural romano se mani-fiesta ante todo en la incorpo ración a la plega ria litúrgica de un estiloelegante y retórico, sobrio y preciso. El vocabulario es rico en mati-ces y destaca los aspectos sacramental y sacrificial, especialmente enla Eucarist ía. Esta idea se aprecia tam bién en la conve rsión progresi-va de la mesa eucarística en altar.

12 San Agustín lamentaba la utilización de plegarias compuestas por personas 

incompetentes cf.  De bapt   6,25, en PL 43, 213-21413 Cf. M o h l b e r g , L C (ed.),  Sacramentarium Veronense (Cod. Bibl Cap Veron  LXXXV[80]  (REDFM l,Rom a 1956,reimp 1978)

14 Cf M o h l b e r g , L. C (ed),  L ib tr sacramentorum Romanae Aeclesiae ordims anni circuh (Cod Vat. Reg lat 316/Paris, Bihl Nat 7193) Sacramentarium Gelasia-  num (REDFM 4, Roma 1960, reimp 1968)

15 Cf. D e s h u s s l s , J (ed.),  Le sacramentaire Grégonen. Ses principales form es d ’aprés les plus anciennes manuscrita Edition comparativ,  1-3 (Fnbourg 1971 -1982)

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C.4. La liturgia en la historia 47

Rom a cuenta entonces con una l iturgia local perfectamente defi-nida. En ella la liturgia estacional daba una imagen de la Iglesiacomo comunidad itinerante 16. Los vestidos y el ceremonial copiadode la corte sugieren la participación en la liturgia celeste, presidida por el Panto crátor.

Las  Ig lesias loca les , aunque celosas de su autonomía litúrgica,miran a la liturgia romana como la expresión de la Iglesia que tienela primacía de la Sede Apostólica 17.

III. EL PREDOMINIO FRANCOGERMANICO (SS. VIXI)

La nu ev a etapa aba rca desd e el final del pontificado del papa san

Gregorio Magno (590604) hasta san Gregorio VII (10731085). Esel tiempo del Imperio bizantino. En Occidente el monacato desarro-lló un a gran labor evangelizadora.

1. Reformas y proceso de hibridación

Los libros litúrgicos romanos, que habían alcanzado un elevadogrado de organización, empezaron a extenderse por toda la cristian-

dad llevado s por mo njes y pere grinos o solicitados expresamente porla corte de Aquisgrán, que buscaba la unificación no sólo eclesiásti-ca, sino también política 18.

Se produjo entonces un curioso fenómeno de fu s ió n de ritos y de textos   romanos y de procedencia galicana, dando lugar a los sacra-méntanos  gelasianos del siglo V I I I 19, con los leccionarios 20  y anti-fonarios 21; y a los ordines   22, base del  P ontifica l Rom ano Germáni-

16 Cf. C h a v a s s e , A., La liturgie de la ville de Rome du Vau Vlllsiécle Une liturgie 

conditionnéepara l 'orgamsation de la vie «in urbe» et «extra muros»  (Roma 1993)17 Véase el texto de S Ambrosio,  De sacramentis,  3,5. en B otte, B (ed) (París 

1961), 9418 Cf J u n g m a n n , J. A.,  Herencia litúrgica y ac tualidad pastoral   (San Sebastián 

1961), 15-89; Ríe h e , P., «Liturgie et culture á Fépoque carolingienne», en LMD 188 (1991) 57-72, V o g e l , C , «Les échanges hturgiques entre Rome et les pays franes 

 jusqu’á Tépoque de Charlemagne», en  Le Chiese nei regm delV Europa occidentale (Spoleto 1960), 185-295; VV.AA , Culto cristiano, política impenale carolmgia (Todi1979)

19 Entre los principales libros de esta familia se encuentran el  Sacramentarlo de 

Gellone  (CCL 159 y 159/A, Turhnolti 1981), el  Sacramentado de Angoulénie (CCL 159/C, Tumholti 1987); el Sacramentarlo de Saint Gall   (LQF 1-2, Münster 1918), el  Sacramentado de Rheineau  (Fnbourg 1970), y el  Sacramentarlo Triplex   (LQF 49, Münster 1968).

20 De ellos se hablará en el capítulo Vil.21 Cf. H e r b f r t , R.-J.,  Antiphonale Missarum sextuplex   (Bruxelles 1953, reimp. 

1967).22 cf. A  n d r i e u , M.,  Les ordines romani du Moyen-Age,  1-4 (Louvain 1931-1961).

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48  P.I El misterio en la historia

co  del siglo x, el primero de los pontificales medievales 23. El bau-tismo de los párvu los se generalizó progresivam ente, y la pen itenciaempezó a celebrarse de forma privada 24. La celebración eucarísticase llenó de «ap olo gías» 25. M ientras tanto, en Ro m a la liturgia semantuvo casi en suspenso. Los únicos síntomas de creatividad pro-ceden de la influencia oriental, como la introducción de fiestas marianas. Entre los siglos ix y x volvieron a Roma los libros litúrgicosque habían salido de ella, pero ya mixtificados.

Durante este tiempo el arte cristiano   en Europa evolucionó len-tamente desde los modelos romano y bizantino hacia las formas ro-mánicas primitivas, introduciendo elementos nuevos26. Durante estaépoca tuvieron lugar en Oriente las luchas iconoclastas y la celebra-ción del Con cilio de N icea II (a. 78 7) 27.

2. Fisonom ía definitiva de la l iturgia rom ana

La etapa que ocupa los siglos vi al xi es considerada como un período de fijación y com pilación, aun cuando algunas li turg ias es-taban todavía en plena actividad creadora, como la l i turgia hispáni-

ca. Pero no se puede decir que fuera una época estéril. La emigra-ción de los libros litúrgicos, con el consiguiente fenómeno de hibri-dación, contribuyó a fijar la fisonomía de la liturgia romana parasiempre. M ás aún, la li turgia rom ana, que hasta san Gregorio M agnoera un rito local, em pezó a con vertirse en la liturgia predo m inan te entodo el Occidente latino.

La aportación de los pueblos francogermánicos, amigos de laexuberancia y el dramatismo, se advierte no sólo en la duplicación

de textos y en el aumento de ritos, inspirados en el Antiguo Testa-mento, sino en una nueva sensibilidad. Las tendencias originadas enla capilla imperial de Aquisgrán son vigorosas y creativas, y buscanla interioridad dentro del realismo 28. Pero carecían de la mentalidadsimbólica cultivada por los Santos Padres. El resultado fue negativo

21 Cf V o g e l , C . - E l z e , R , Le Pontifical romano-germamque du Xéme siécle,  1-2(Cittá del Vaticano 1963-1972)

24 Cf. F l o r e z , G.,  Penitencia y unción de enfermos  (BAC «Sapientia Fidel» 2,

Madrid 1993), 121-143.25 De ellas se hablará en el cap XV.26  Véase el juicio de  N e u n h f u s e r  , B., «Historia de la liturgia», c it , 985; y H e i t z , 

C., Recherches sur les rapports entre architec ture et liturgie á l  ’époque carohngienne (París 1963), P e r n o u d , R -Davy, M.,  Sources et claifs de Parí romain  (Pans 1973)

27 De este concilio se hablará en el cap XIV28 Un capítulo importante de esta época son los himnos Cf. D r e v e s , G. M - B l u m c , 

C., Analecta hymmca Medu Aevi,  1-55 (Leipzig 1886-1922, reimpr. 1961).

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C 4 La liturgia en la historia 49

 para la teología de los sacram entos, sobre todo para la eucaristía 29.El pueblo empezó a alejarse de la liturgia y a dirigirse a las devocio-nes 30.

IV. LA DECADENCIA BAJOMEDIEVAL (SS. XlXIV)

La nueva etapa cub re los siglos x ixiv y está m arcada po r la obradel papa san Gregorio Vil (t 1085). El Pontificado alcanzó el másalto prestigio de la época con Inocencio III (11981216), cuyas re-formas afectaron también a la liturgia M.

1. La liturg ia «seg ún el uso de la C uria rom ana »

Se produjo la unificación litúrgica   en tomo a la liturgia romanay la supresión de la liturgia hispánica. Se introdujo el juramento defidelidad al Papa en la ordenación episcopal y la celebración de lasfiestas de los Papas santos en toda la Iglesia.

Los l ibros li túrgicos abreviados p ara uso interno de la Curia R o-

mana, el  M is a l 32  y el  B reviario   33, fueron adoptados por los francis-canos, que los dieron a conocer por toda Europa 34. Por su parte, el

 P on tifica l de G uillerm o D urando   ( | 1295), com puesto en Mende(Francia), fue copiado para numerosas Iglesias, siendo la base de los

 pontificales posteriores 35.

29  Cf. C r i s t i a n i , M , «La controversia eucanstica nella cultura del secolo IX», en  Studi M edioevali  9 (1968), 167-233;  N e u n h e u s e r  , B , L ’Eucharistie au Moyen-Age et  á l 'époque moderne  (Pans 1966)

30 Cf G o u g a u d , L , Dévotiom et pratiques ascetiques du Moye-Age  (Pans 1925), V a n d e n b r o u c k e , F., La spirituahté du Moyen-Age   (Pans 1961).

3' Cf D y k m a n s , M., Le térémonial papal déla fin du Moyen-Age á la Renaissance, 1-2 (Bruxelles - Rome 1977-1981), Gy, P.-M., «L ’umfication liturgique de POccident et la liturgie de la Cune Romaine», en RScPhTh 59 (1975) 601-612; (1981) 74-79.

32 Cf. A z b v e d o , E d f   (ed.), Vetus Missale Romanum monasticum lateranense (Romae 1754), y A  n d r i e u , M , «Missale Curiae Romanae ou Ordo missahs secundum  consuetudinem Curiae du XlIIéme s.», en Miscellanea EHRLE   2 (Roma 1924), 348- 376 Este Misal fue la base de la edición príncipe impresa en Milán en 1474, antecedente del Missale Romanum promulgado por san Pío V en 1570, cf. L ó p e z   M a r t i n , J , 

«Misal Romano», en NDL, 1293-1311.33  Brevianum secundum consuetudinem Romanae Curiae  aprobado por Inocencio III.

34 Cf Dijk, S J. P. v a n - H a z e l d e n , J., The Origins oj the Modern Román Liturgy. The Liturgy o f the Papal Court and the Franciscan Order tn the Thirteenth Century (London 1960).

35 Cf. A  n d r i e u , M.,  Le Pontifical Romam au Moyen-Age,  1-4 (Cittá del Vaticano 1938-1941).

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50  P.I. El misterio en la historia

A finales del siglo xn y durante todo el siglo xm el m inisterio de  la predicación   alcanzó una gran popularidad, pero totalmente almargen de la liturgia y de la misma Sagrada Escritura36. Por otra

 parte se m ultip licaron las misas pr ivadas , y la comunión se hizocada vez menos frecuente y bajo una sola especie, a pesar del augeque en el siglo xm conoció el culto al Santísimo Sacramento y queculminó en la institución de la fiesta del Corpus Chr i s t i37.

El arte cristiano   que llena esta época es el gótico. Contrasta lagrandiosidad de las iglesias con la división de su interior en capillasy la multiplicación de altares y de imágenes. La pintura y la escultu-ra se hacen más narrativas.

2. La espiritualidad

Este período representa también para la l i turgia latina el «otoñode la Edad Media». La restauración de las tradiciones antiguas fueen realidad la cons olidación de la liturgia rom ano franca. La liturgia,considerada como una actividad de los clérigos en beneficio de losfieles, pasivos y silenciosos, contribuyó también a configurar la so-ciedad bajomedieval. Por su parte, la revitalización monástica de la

li turgia resultó también contradictoria. Mientras Cluny aportaba, ju n to con el espíritu de una reform a general de la Iglesia, una m ayorsolemnidad y riqueza expresiva, otras órdenes como el Císter pro-

 p ugnaban la austeridad, el recogim ien to y el equilibrio de la s anti-guas reglas monásticas 38.

Las órdenes mendicantes dieron una visión del misterio de lasalvación más cercana a los hombres, centrada en la humanidad delSalvador y en su vida terrena. F ue un m om ento de fuerte intimismo,

de afectividad psicológica y de creciente individualismo, manifesta-dos incluso en el predominio de la genuflexión y en el silencio conque se recitaba gran parte de la celebración eucarística. La piedad popular lo llenaba casi todo 39.

36 Cf. L o n g e r e , J , La prédication médiévale  (París 1983).37 Cf D u m o n e t , E., Le désir de voir l 'Hostie et les origines de la dévotion au Saint  

 Sacrement   (París 1926).38 Cf. C a n i v e z , J. M., «Le nte cistercien», en EL 63 (1949), 276-311; L e f e v r e , P., 

«La liturgie de Prémontré», ih  62 (1948), 195-229; T i r o t , P., «Un Ordo Missae monastique: Cluny, Citeaux, la Chartreuse», ib. 95 (1981), 44-120 y 220-251.39 Cf B e r g e r  , B . - D ,  Le dram e hturgique de Páques du X au XIII s. Liturgie et  

théátre (París 1976).

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C.4. La liturgia en la historia 51

V. LA UNIFORMIDAD LITURGICA (SS. XVXIX)

Comprende los siglos que transcurren desde el f inal de la EdadMedia hasta los comienzos del Movimiento l i túrgico, entrado el si-glo xix. El eje de todo el período lo constituye el Concilio de Trento

(15451563), como consecuencia de la reforma protestante.

1 . U niversa lización de la liturg ia rom ana

En el siglo xv se desarrolló la devotio moderna   con un fuerteacento individual orientado hacia la meditación afectiva y la imita-ción de Cristo. Se desarrolló al margen de la liturgia y de las devo-

ciones populares, sospechosas ambas de materialismo cultual paraeste movimiento. La liturgia se transformaba en meditación 40.

 La reform a p ro tes ta n te   atacó las misas privadas, la comunióncon una sola especie, los sufragios por los difuntos y el caráctersacrificial de la Misa. La liturgia quedó reducida a la Palabra, al bautism o y a la C ena con carácter puram ente conm em orativo 41.

El Concilio de Trento   se ocupó de los sacramentos, pero se toca-ron tan sólo los problemas dogmáticos y disciplinares 42. La revisión

de los libros litúrgicos se tuvo que confiar al Papa 43. No obstante sedecidió mantener el uso de la lengua latina en la liturgia, aunqueinvitando a la catequesis litúrgica dentro de la misma celebración(cf. DS 1749; 1759).

La revis ión del M isal y del B reviario  se realizaron con gran rapi-dez, de manera que el papa san Pío V promulgaba en 1568 el  B re viarium Romanum   y en 1570 el  M issale Rom anum .  A estos librossiguieron en 1596 el  P on tifica le R om anum ,  en 1600 el Caeremonia- le Episcoporum , promulgados por Clemente VIII, y en 1614 el  R i-  tuale Romanum   p or P aulo V 44. Las c on stitucion es ap ostó licas de

40 Cf. D e b o n g n i e , P., «Dévotion modeme», en  DSp 3, 727-747, H u e r g a , A , «Devoción moderna», en DE 1, 575-580, etc

41 Cf. B o u y f r  , L.,  Eucaristía   (Barcelona 1969), 377-437; C a s s e s e , M., «Prassi litúrgica nella Chiesa dei secoli xv-xvi c culto divino secondo Martin Lutero», en RL  74 (1987), 563-590, Dix, G., op. cit., 613-734, M e s s n e r  , R.,  Die Messrejorm Martin 

 Luthers un che Eucharistie der Alten Á>c/ie(Innsbruck-Wien 1989).42 Se promulgó también un decreto disciplinar:  De observando et evitando in 

celebratione Missae,  en S c h m i d t , H ,  Introductio in hturgiam occidentalem   (Roma 1960), 371-381.43 Cf. B u g n i n i , A., «La liturgia dei sacramenti al Concilio di Trento», en EL 59 

(1945), 39-51; D u v a l , A , Les sacrements au Concile de Trente (París 1985), etc.44 El Ritual,  como libro para uso de los sacerdotes, se conoce desde el s xn con 

diversos nombres ordinarium, manuale, sacerdotale, etc En España existían diversos manuales de carácter local, como el Toledano, el Valentino, el Tarraconense,  etc. cf. VV.AA , Estudios sobre e l Ritual, en Liturgia  13 (1958), 129-279

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52  P i El misterio en la historia

 prom ulgación indican con toda claridad la ob ligatoriedad, en toda laIglesia latina, de estos libros restituidos adp r i s tinam sanc torum Patrian rtormam ac ritum  45.

Para velar por la unidad litúrgica, el papa Sixto V creó en 1588la Sagrada Congregación de Ritos, cuya actividad duró hasta 1969.Son siglos de inmovilidad, aunque el Santoral creció de forma des-m esurada ha sta prevalecer sobre el dom ingo y los tiempo s l i túrgicos.En el siglo xvm se produjeron algunos conatos de reforma como elMisal y el Breviario de París de 1736, el Sínodo de Pistoya de 1786,y los intentos del papa Benedicto XIV entre 1741 y 1747 46.

2. Intentos de renovación

La situación de decadencia litúrgica de la etapa precedente sehabía complicado con la actitud antilitúrgica de los reformadores.

 N o había o tra salida que afirm ar la legitim idad de lo s actos sacra-m entales y sup rim ir los abusos. La revisión de los libros litúrgicos sehizo posiblem ente con una energ ía aún ma yo r de lo que pretendió elmismo Concilio de Trento, de manera que los siglos siguientes hansido calif icados como «el período de la férrea uniformidad y del

rubricismo» 47. Pero la liturgia se salvó de la más grave crisis de suhistoria.

La «época del Barroco» — siglo xv u— significó el triunfo y laexaltación de la liturgia católica por la vía de la emotividad, el re-

 buscam iento del cerem onial y la suntuosidad del arte 4S. Las devo-ciones populares, en especial el culto eucarístico y las procesiones,conocieron una segunda fase de esplendor. Pero faltó nuevamenteuna reflexión teológica más allá de la reafirmación de la doctrina

católica y del rubricismo. Nuevamente la espiri tualidad se volcabaen las prácticas piadosas.

Esta dicotomía tenía que producir cansancio y descontento. Lallegada de la Ilustración al campo litúrgico se hizo notar en la publi-

45 Const Apost. Quo Primum de promulgación del  Missale Romanum,  de 19-VIl- 1570, impresa en todos los misales; cf. A l b e r i g o , G , «Dalla uniforrmtá del Concilio di Trento al pluralismo del Vaticano II», en RL 69 (1982), 604-619; Fruiaz, A.-P , 

 Sirleto e la riforma del Messale Romano di san Pío V  (Roma 1976).

46 Para estos siglos cf. Burlini, A , «Per una rilettura del Sínodo di Pistoia (1786)», en RL 75 (1988) 713-720; Ló p ez G ay , J , La liturgia en la misión del Japón en el s XVI  (Roma 1970),  j Ú a r z o l a , I.,  Pastorale litúrgica del beato Innocenzo XI Sommo Ponte- 

 f ice dal 1676 al 1689  (Rovigo 1972), O l i v e r , A , «José María Tomasi y sus ediciones litúrgicas», en Ph   155 (1986), 403-419; V i l a n o v a , E , «Liturgia cristiana y liturgia de cristiandad. El conflicto de los ritos chinos», en Ph  174 (1991) 311 -320

47 K  l a u s e r  , Th , op. cit, 93.48 C f Jungmann, J A.,  Herencia litúrgica,  op. cit, 110-121.

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C 4 La liturgia en la historia 53

cación de fuentes y en los estudios de investigación histórica. Losintentos de renovación del siglo xvm pretend ían una m ayo r sencil lezy participación comunitaria. Sin embargo faltaba también una ade-cuada teología del culto cristiano, de manera que la pastoral litúrgicaquedaba reducida a una función m eramente ed ucat iva y m oralizadora del pueblo. Pero al menos se captó la necesidad de una acción pastora l encam inada a acercar la liturg ia a lo s fie les.

VI. EL MOVIMIENTO LITURGICO

 No suele ser considerado com o una etapa en sí. N o obstante,significa el resurgimiento litúrgico que culminó en el Concilio Vati-

cano II. En efecto, el siglo xix representó para la liturgia el comien-zo de una renovación, aunque marcada al principio por el romanti-cismo. Los orígenes de este im pulso renov ado r hay que buscarlos enla restauración m on ástica iniciada en So lesmes po r el abad PrósperoGuéranger (18051875), con sus ideales de romanización de la l i tur-gia 49. En el siglo xx el Movimiento litúrgico adoptó un estilo toda-vía más eclesial y pastoral , impulsado por el Motu proprio Tra le 

 so llec itud in i  de san Pío X 50.

En Bélgica destacó la actividad de L. Beauduin ( t 1960). EnA lem ania el M ov im ien to se h izo más teo lóg ico con O . Case l(t 1948) y R. Guardini ( t 1968). En A ustria P. Parsch ( | 1954) vo l-vió a los ideales de Beauduin. En Italia destacó el cardenal I. Schuster ( t 1957). En Francia se fundó el Centro de Pastoral Litúrgica deParís en 1943. En España hubo un fuerte despertar orientado por losmonasterios de Silos y de Montserrat, sobre todo a raíz del Congresode 1915 51. En 1956 se fundó la Junta Nacional de Apostolado litúr-gico, sustituida en 1961 por la Comisión Episcopal de Liturgia, Pas-toral y Arte Sacro 52.

Pero lo más significativo de la mentalidad que presidía el Movi-miento litúrgico fue la fundamentación teológica de la pastoral litúr-gica, paralelamente al movimiento bíblico y a la nueva orientacióneclesiológica. Al mismo tiempo se consideraba la l i turgia como la

49  Cf B r o v e l l i , F , «Stona del movimento litúrgico riel nostro secolo», en EL 99 (1985) 217-238,  N e u n h e u s e r  , B , «Movimiento litúrgico», en NDL, 1365-1382, Rous s e a u

, O , Histoire du mouvement hturgique   (París 1945)50 AA S 36 (1903-1904), 329-339, trad españ en G u f r r l r o   1, 621-629.51 Cf. F r a n q u e s a , A , «El Congrés de 1915 i la seva significació histórica», en 11 

Congrés Liturgie de Montserrat , 1 (Montserrat 1966), 5-36; S o d i , M., «Montserrat 1915: una lezione di attualitá» RL 75 (1988), 191-212, V a l l   i  S e r r a , M., «El congreso litúrgico de Montserrat de 1915 y su aportación pedagógico-htúrgica»- Ph 152 (1986), 125-154

Cf. G o n z á l e z , J. M., «El movimiento litúrgico en España», en NDL, 1383-1388

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54  P I El misterio en la historia

didascalia   del pueblo cristiano, es decir, la más eficaz forma de «ca-tcquesis» sobre todo a través de las fiestas y de los signos litúrgi-cos 53.

El Movimiento litúrgico se vio sostenido por el Magisterio y lasmed idas reform adoras de los Papas, desde san Pío X hasta Pío X I I 54.San Pío X realizó una reforma parcial en el Oficio divino y en elcalendario y Pío XII orientó do ctrinalm ente el M ovim iento l itúrgicocon las encíclicas  M edia tor D ei  (1947) 55  y  M usicae sacrae d isc ip lina   (1955) 56. Llevó a cabo la restauración de la Semana Santa entre1951 y 1955, autorizó el uso de las lenguas modernas en la misa yen los sacram en tos, y en 1956 dirigió un im portante discurso al C on -greso Internacional de Liturgia de Asís 57. Por último, Juan XXIII,convocado ya el Concilio Vaticano II , publicó un Código de Rúbri

cas  y nuevas ediciones típicas de los libros litúrgicos.

VIL EL CONCILIO VATICANO II Y LA REFORMA LITURGICAPOSTCONCILIAR 

El concilio convocado por el papa Juan XXIII se abrió el 11 deoctubre de 1962. El primer tema estudiado fue la liturgia. El esque-ma entró en el aula conciliar el 2 2   de octubre de 1962, y fue discu-tido h asta el 13 de noviem bre. U n año desp ués, el 4 de diciem bre de1963, exactamente cuatrocientos años después de la clausura delConcilio de Trento, el papa Pablo VI promulgaba la Consti tuciónSacrosanctum Conci l ium  58.

U na vez prom ulgad a la consti tución l itúrgica del Vaticano II, Pa- blo VI decidió que em pezase su aplicación cuanto antes 59. La refo r-

53 La frase es de Pío XI, en B u g n i n i , A , Documenta pontificia ad instaurationem 

hturgicam spectantia  (Roma 1953), 7054 Cf L f c f a , J , Pastora l litúrgica en los documentos pontificios de Pío X a Pío XII  

(Barcelona 1959)55 AAS 39 (1947) 521-595, trad españ en G u e r r e r o   1, 630-68056 AAS 48 (1956) 5-25, trad españ en  Encíclicas y documentos pontificios  1

(Madrid 1960), 1173-118357 AAS 48 (1956) 711-725, trad. españ en Junta Nacional de Apostolado Litúrgi

co, Renovación de la liturgia pasto ral en el pontificado de S S Pío XII  (Toledo 1957), 315-331

58 Para la historia y el significado del documento véanse las Acta Synodaha Sacro

santa Concilu Oecumenici Vaticani II,  1-2 (Typis Polyglottis Vaticanis 1970-1973), y B u g n i n i , A , La riforma litúrgica (1948-1975)  (Roma 1983), 26-59, C para el Culto Divino, Costituzione litúrgica «Sacrosanctum Concilium» Studi   (Roma 1986), M o r  

c i l l o , C (dir ), Comentarios a la constitución sobre la sagrada liturgia  (BAC 238, Madrid 1965), S c h m i d t , H ,  La constitución sobre la sagrada liturgia   (Barcelona1967), etc

59 Mediante el Motu propno  Sacram Liturgiam   de 25-1-1964, en AAS 56 (1964), 139-144

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C 4 La liturgia en la historia 55

ma fue emprendida con ardor y con un gran entusiasmo, sobre todoal principio. La tarea de revisión, orientada por una amplia serie dedocumentos 60, ha conocido tres fases: a)  el paso del latín a las len-guas modernas (19641967); b)  la publicación de los libros litúrgi-cos revisados «según los decretos del Concilio Vaticano II» (19681975); y c)   la adaptación de los libros litúrgicos a las circunstanciasde las Iglesias particulares61. Veinticinco años después de iniciadala reforma li túrgica más amplia de toda la historia, el papa Juan Pa-

 blo II la ca lificaba «com o el fruto m ás visible de la obra conci-liar» 62.

Dentro de la adaptación de la liturgia en el ámbito de las Iglesias particulares se p lantea cada vez con m ayor insistenc ia el tem a de lainculturación. La Co ngrega ción p ara el Culto D ivino y la Disciplina

de los Sacramentos publicó el 25 de enero de 1994 una Instrucción p ara aplicar los a rtícu los 3740 de la C onstituc ión Sacrosanctum  Concilium , ofreciendo los cri terios básicos y el m odo de proce der enesta materia 63.

60 Cf K  a c z i n s k i , R ,  Enchiridion documentorum instauratioms hturgicae,  1-3 (Casale M -Roma 1976ss ), P a r d o , A , Enthiridion Documentación litú rgicaposcon- 

cihar  (Barcelona 1992)61 Cf B u g n i n i , A , «Situación actual de la reforma litúrgica», en  Ph  78 (1973), 495-504 Sobre la reforma litúrgica cf C per íl Culto Divino,  Atti del Convegno dei   Presidenti e Segretari delle Commisiom nazionah di liturgia  (Padova 1986), P a s q u a  

l e t i i , G , «Reforma litúrgica», en NDL, 1690-1714, S a r t o r e , D , «Valutazione della nforma litúrgica un bilancio dei bilanci», en RL 61 (1982), 116-136, Z a n o n , G , «I «biianci» sulla Costituzione SC e la sua attuazione», en RL 77 (1990) 119-128, y CivCat   136/3 (1986), LMD 128 (1976), 162 (1985),  Ph  137 (1983), RL 69/1 (1982), 77/2 (1990), Sales 36/1 (1974), etc Referente a España c f  PastL  146/147 (1985), 201 (1991), 27-40

62 J u a n   P a b i o   II, Exhort Apost Vicesimus quintus annus,  de4-XII-1988 (Typis 

Polyglottis Vaticams 1989), n 1263  La Liturgia Romana y la inculturación, Typis Polyglottis Vaticams 1994, veanse 

 Not   338(1 994),46 1-464,340(19 94),608-625,345 (1995), 161-181, OrH   25/6(1994), 195-198, QL 77/1-2 (1995),  Ph 206 (1995), RL 82/4 (1995), etc.

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C a p í t u l o   V

 RITOS Y FAMILIAS LITURGICAS 

La santa madre Iglesia concede igual derecho y honora todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere queen el futuro se conserven y se fomenten (SC 4).

BIBLIOGRAFIA 

B o b r i n s k o y , «Liturgies orientales», en  DSp   9 (1976), 914923; D a l -  

m a i s , L H.,  Las liturgias orientales  (Andorra 1961); F e d e r i c i , T., Teología litúrgica oriéntale  (Roma 1978); G e l s i , D., «Liturgias orientales», en NDL,15101537; G y , P. M., «Liturgies occidentales», en  DSp   9 (1976), 899912;H a n s s e n s , J. M.,  Institutiones liturgicae de ritibus orientalibus,  12 (Roma19301932); H e r n á n d e z , A. S.,  Iglesias de Oriente,  12 (Santander 1963);

M o l in e r o , A. C., Las otras liturgias occidentales  (Bilbao 1992); P i n e l l , J., Liturgias locales antiguas,  en NDL, 12031211; R a e s , A.,  Introductio in liturgiam orientalem  (Roma 1947); R i g h f t t i 1,111172; T r i a c c a , A. M. P i s t o i a , A. (dir.),  Liturgie de VEglise particuliére et liturgie de TEglise  universelle  (BELS 7, Roma 1976); VV.AA., «Le famiglie liturgiche», en

 Anamnesis   2, 55128.

En el capítulo anterior, al tratar de la época del gran desarrollolocal de la liturgia (siglos iv al vi), se señalaba como hecho más

significativo la co nso lidación de las liturgia s particulares.  La impor-tancia de este fenóm eno es tan grande q ue requiere que se le dediqueun capítulo. Pero antes de entrar en la descripción de estas liturgiases preciso analizar los conceptos de rito litúrgico   y fa m ilia litúrg ica .

I. RITO LITURGICO PARTICULAR E IGLESIA LOCAL

G eneralm ente se entiende por rito litúrgico   el conjunto de usos y peculiaridades de tipo celebrativo que se observan en una liturgia particular y que la d istinguen de las dem ás. Sin em bargo, en la for-mación del rito   se dan también otros factores como la lengua, latradición histórica, la demarcación territorial tanto eclesiástica comocivil, la visión teológica, la espiritualidad, etc. Según esto, rito litúr

 gico   es también el modo de vivir la fe cristiana en sentido global,incluso de sobrevivir en un ambiente hostil.

El concepto de rito   está unido al de  Iglesia loca l  o pa rticular (cf.

CD 11). En este sentido, el rito   es la realización de una Iglesia localcon su obispo y su presbiterio den tro de unas coordenadas hum anas,

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58  P L El misterio en la historia

sociales, culturales y religiosas específicas. Todo esto supone unadeterminada vivencia de la Palabra divina contenida en las Escritu-ras, interpretada por los Padres, definida por sínodos y concilios yexpresada en la l i turgia de acu erdo con una tradición eclesial autén-tica 1.

El rito  de una Iglesia se iden tifica con ella y viene a ser su centrovital, su escuela teológica, su catequesis de la fe y de la moral cris-t iana, el depósito de su m em oria histórica e incluso su principal sig-no de identidad com o p ueb lo o com o gru po étnico (cf. OE t ss.).

Esta realidad se da ante todo en las Iglesias orientales, en las queel rito  contribuye decisivamente a definirlas. En Occidente el fenóme-no es apreciable en parte en los ritos litúrgicos  que han sobrevivido ala universalización de la Liturgia Romana, como el Ambrosiano y el

Rito HispanoMozárabe. Los demás son testimonio también de unatradición litúrgica particular2, pero de muy corta existencia. El llama-do hoy Rito Zaireño no es propiamente un rito litúrgico,  sino el RitoRomano con algunas adaptaciones según SC 40.

Modernamente se uti l iza también la expresión  fa m ilia litúrgica   para referirse al conjunto de ritos  que están «emparentados» entre sí por el origen y la s ca racterísticas com unes. El C oncilio V aticano ÍIdeclaró que la Iglesia «atribuye igual derecho y honor a todos los

ritos  legít imamente reconocidos y quiere que en el futuro se conser-ven y fomenten por todos los med ios» (SC 4 ) 3.

II. LAS FAMILIAS LITURGICAS ORIENTALES 3 b,s

En el proceso de formación de las familias litúrgicas de Oriente ju g aro n un gran papel los grandes centros de irradiación m isionera ylitúrgica. El fenómeno de la diversificación de los ritos  se produce

 p rác ticam ente desde lo s orígenes de la liturg ia cristiana, sobre la b a-se de la tradición procedente de la Iglesia madre de Jerusalén (cf.1 Co r 11,2.16.20; 15,1, etc.), cun a de todas las litu rg ia s4. El segu n-

1 «Rito es el patnmomo litúrgico, teológico, espiritual y disciplinar, distinto por la cultura y las circunstancias de la historia de los pueblos, que se expresa en el modo de  vivir la fe de cada Iglesia sut iuris>r Codex Canonum Ecclesiarum Onentahum,  c 28, § 1, en AAS 82(1990), 1033-1363, cf. F e d e r i u , T ,«Concettodi “rito” e “liturgia” ín Oriente», en Anamnesis  2, 111-112.

2 Cf. «Riti della Chiesa» (editonale), en  Not  311(1 992), 365-368.' Cf OE lss.; UR 14-17; Cat   1200-12033b,s El Papa Juan Pablo II ha destacado el gran valor de las liturgias orientales en 

su Carta Apostólica Oriéntale Lumen,  de 2-V-1995, véase  Ph 211 (1996).4 Cf. C o c c h i n i , F., «Jerusalén (Liturgia)», en DPAC 2, 1050-1051, L e c l e r c q , H , 

«Jérusalem (La liturgie)», en DACL 7 (1927), 2374-2392 Lo atestigua en particular el  Diario de Egeria  cf A r c e , A ,  Itinerario de la virgen Egeria (381-384)  (BAC 416, Madrid 1980), B e r m e j o , E , La proclamación de la Escritura en la liturgia d eJerusa-

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C 5 Ritos y fam ilias litúrgicas 59

do gran centro fue Antioquía. De ella partieron evangelizadores ha-cia todo el Oriente: Asia Menor, Armenia, Alejandría, Etiopía, Persia y Arabia. No obstante, el prestigio de Antioquía pasó más tardea Constantinopla, pero sin que se perdiese la impronta l i túrgica an-tioquena. La antigua Bizancio desplegó un influjo enorme desde elPonto hasta Tracia, Siria, Palestina e incluso el Sinaí y Alejandría 5,entre los siglos vi y xi, momento en que se produjo la ruptura defi-nit iva con Roma. Desde Alejandría l legó el Eevangelio a todo Egip-to, a Libia, a Etiopía y al norte de Africa.

O tros gran des nú cleos fueron Ce sárea, capital de C apad ocia 6,Seleucia y Ctesifonte, en Persia, y Armenia.

La división m ás co m ún de las li turgias de O riente es la siguiente:a)  F am ilia antioquena o siria:  Comprende las l i turgias origina-

rias de la tradición predominantemente antioquena, aunque se apre-cien otros influjos. Dentro de ella se agrupan, a su vez, cuatro gran-des secciones: 1. Las liturgias siriooccidentales: SirioAntioquena(SirioCatólicaAntioquena y SirioMalankar), Jacobita y Maronita;2 . La s liturgias sirioo rientales: A siriocaldea o N estoriana , y M ala-

 bar; 3 . La Liturgia Bizantina: Griega, Eslava (Rusa, Ucraniana, Búl-gara, Serbia, etc.), Rumana, Albanesa, Melquita, Georgiana; 4. LaLiturgia Armenia.

 b)  F am ilia alejandrina,  con dos secciones: 1 . La Liturgia Cop-ia; 2. La Liturgia Etíope.

L as características de cad a una de estas liturgias no so n fáciles dedefinir. No obstante se pueden perfilar sus rasgos principales 7.

1. L iturgia Sirio-Antioqu ena y Jaco bita

Perteneciente a la familia siriooccidental, se denomina Sirio

Antioquena porque constituye el tronco principal de la familia, yJacobita por el obispo de Ed esa Jacobo B ar Addai ( | 578), despuésde la ruptura con Constantinopla a raíz del Concilio de Calcedonia(a. 45 1) 8. Su origen se rem on ta a un fo ndo q uizás jeroso limitan o,com pletado p or los desarrollos subsiguientes a las luchas cristológicas de los siglos v y vi, al margen del influjo bizantino. El Rito

lén Estudio terminológico del «Itneranum Egenae» (Jerusalén 1993), G a r c í a   d e l  

V a l l e , C., Jerusalén, un siglo de oro de vida litúrgica  (Madrid 1968)

5 Cf. F e r n a n d e z S a n g r a d o r , J. J.,  Los   orígenes de la comunidad cristiana de   Alejandría (Salamanca 1994).6 Cf J a n e r a s , S , «San Basilio en la historia de la liturgia», en  Ph  120 (1980) 

475-4927 Paia situarlas geográficamente cf L a c k o , M.,  Atlas hierarchicus Ecclesiarum 

Cathohcarum Orientalium  (Roma 1972)8 Cf P a s q u a t o , O., «Antioquía (liturgia)», en DPAC 1, 142-144; Voicu, S J , 

«Iglesia Jacobita», en DPAC 2, 1139-1140

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60  P.l. El misterio en la historia

alcanzó su forma clásica en el siglo xn con el patriarca Miguel elGrande (f 1199). Su centro es Antioquía de Siria y su lengua inicial-mente fue el griego; después de la ruptura, el siríaco occidental yfinalm ente el árabe. L a L iturgia S irioAn tioqu ena ortodo xa se fundiócon la Liturgia Bizantina en el siglo xm. A este Rito pertenece laIglesia SirioCatólica Antioquen a.

La liturgia de la Palabra comprende seis lecturas. Entre sus ple-garias eucaríst icas destacan la  A ná fora de los D oce A pósto les   y la

 A ná fora de San tiago   de Jerusalén. El año litúrgico está dividido ennueve per íodos, co m enzando y term inando el dom ingo de la dedica-ción. Las características más sobresalientes de esta liturgia son suriquísima pneumatología y la extraordinaria producción poética yeucológica de sus himnos y anáforas 9.

2. Liturgia Maronita

Co nstituye una ram a autón om a de la Liturgia Jacobita. Su origense encuen tra en las com unidad es mo násticas del valle de O rontes, enla Siria central, especialm ente en el m onasterio de M arM arón, santoasceta de principios del siglo v, de donde viene el nombre del Ri-

to ,0. Iglesia fiel a Calcedonia pero resistente a Bizancio, se vio ais-lada por los musulmanes, de manera que no tuvo conocimiento delIII Concilio de Constantinopla contra los monoteletas (a. 680681),hasta que se constituyó en patriarcado durante el siglo vni, teniendoque refugiarse en el Líbano, en Chipre y en Alepo.

En 1215 los maronitas se unieron a Roma. Sin embargo, pocodespués se inició un proceso de latinización, aceptado para distin-guirse de las comunidades monofisitas y para poder sobrevivir . El

 proceso cu lm inó en el S ínodo del M onte L íbano en 1736. N o obs-tante, en 1942 ya se puso en marcha la recuperación de su identidadlitúrgica, acelerada por el Concilio Vaticano II. La lengua litúrgicaes el árabe, aunque conserva textos en siríaco. En la eucaristía usa la

 A náfora de San P edro   y una adaptación del Canon Rom ano .

9 Cf H a n g í i I, A - P a h l , I., Prex eu tharistica, textus e varus hturgns antiquionbus selecti (Ynbu r g 1968); M a r t i n , V - S a n c h f z   C a r o , J M ,  La gran oración eucarística (Madrid 1969); S á n c h e z   C a r o , J M.,  Eucaristía e historia de la salvación Estudio  

sobre la plega ria eucarística oriental  (BAC 439, Madrid 1983)10 Cf D i b , P ,  Eludes sur la liturgie marom te  (Pans 1919), H a y e k  , M.,  Liturgie maronite, histoire et textes euchanstiques  (París 1964), M a c o m b e r  , W. F., «A Theory on the Ongins of the Synan, Maromte and Caldean Rites», en OCP 39 (1973), 235- 242; Voicu, S. J , «Maronitas», en DPAC 2, 1372

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C.5 Ritos y jam ilias litúrgicas 61

3. Liturgia A sirio-caldea o N estoriana

Pertenece al grupo siriooriental y constituye una de las liturgiasmás arcaicas y sobrias que m ejor han c on servad o sus raíces semitas,lejos del influjo del helen ism o y de Bizan cio n . Su lengu a litúrgicaes el siríaco.

Los primeros núcleos de esta liturgia se remontan al siglo n, co-nociendo un desarrollo entre los siglos ni y vil, y más tarde un perío-do de persecución en el Califato de Ba gdad , bajo dom inación m usul-mana. La primera codificación litúrgica está ligada al katholikos   ’Ishó’yab III, hacia el 650, repitiéndose el fenómeno en los siglos xny xm. U nida a Rom a desde el siglo xv i, la com unidad más num erosaestá en Irak — Patriarcado de Bab ilonia de los Ca ldeos— , y algunas

minorías en Irán, Siria, Líbano, Egipto y Estados Unidos.Esta l i turgia posee la colección de himnos de Bardesanes (154

222) y la de san Efrén. La estructura de la liturgia de la Palabracomprende cuatro lecturas, de ellas dos del Antiguo Testamento.Usa la anáfora aramea de los  A pósto les A dda i y M ari, y las denomi-nadas de Teodoro de Mopsuest ia   y de  N esto rio.  El año litúrgicocom prende nu eve t iem pos: Anu nciación, E pifanía incluyend o la precuaresma, C uaresm a, P ascua hasta P entecostés, A póstoles, verano, y

Dedicación. En la Liturgia de las Horas conservan el simbolismo delas tres horas de oración diurnas, la tarde, la mañana y el mediodía.

4. Liturgia Sirio-M alaba r

La antigua Iglesia de la India, que se remite al apóstol santo To-más y fue evangelizada por misioneros procedentes de Seleucia,

conservaba su l i turgia primitiva hasta que en el siglo xvi tomaroncontacto con los portugueses 12. En los Sínodos de Goa (1585) y deDiamper (1599) se llevó a cabo una mezcla de ritos y de textos lati-nos traducidos al sirio. No obstante se conservó la estructura de lamisa, con la Anáfora de los  A pósto les A d d a i y M ari.

En 1653 hubo una escisión que formó la Iglesia conocida comoJacob ita M alabar, aunque en 1925 y en 1930 algunos ob ispos volvie-ron a la comunión con Roma. Se les l lamó desde entonces  sirio-m a- lankares   para dintinguirlos de sus antiguos hermanos los  s ir io-m ala

11 Cf T i s s e r a n t , E , «Nestorienne (Eglise)», en DTC 11 (1931), 157-323, espec 314-323 «La liturgie», F ie y , J M.,  Jalons pout une histoire de l'E ghse en Iraq  (Louvain 1970)

12 Cf E s b r o e k  , M. v a n , «Malabar», en DPAC 2, 1340; T i s s e r a n t , E , «Syro-Ma- labare (Eglise)», en DTC 14 (1941), 3089-3162, espec. 3155-3161 «Liturgie»; Id , 

 Eastern Christiamty in India  (London 1957)

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62  P.I. El misterio en la historia

bares.  En 1934 el papa Pío XI decidió la restauración del antiguorito   sir iooriental con adaptaciones de la l i turgia Asiriocaldea, tra-ducida a la lengua del Estado de Kerala desde 1960. El ConcilioVaticano II impulsó también la restauración de este Rito 13.

5. Liturgia Bizan tina

Forma un grupo propio dentro de la gran familia antioquena ,4.Los grandes obispos de Constantinopla Eudoxio, san Juan Crisóstomo y Nestorio eran sirios, como también los himnógrafos y teólogosRomano el Melode, san Andrés de Creta y san Juan Damasceno.Siguen esta l i turgia los Patriarcados Ecuménico de Constantinopla,Alejandría, Jerusalén (ortodoxo griego), Moscú 15, etc., y numerosas

Iglesias autocéfalas. Pero es también el rito   de Iglesias en comunióncon Rom a, com o el Patriarcado de los G recoM elquitas en Jerusalén,el Patriarcado de Antioquía de los Sirios en Beirut y el Patriarcadogrecomelquita en El Cairo. Estas Iglesias celebran su liturgia ensiríaco y en árabe, además del griego. Hay fíeles católicos de RitoBizantino en el sur de Italia, en Ucrania y en otros países de Europa.

La Liturgia Bizantina alcanzó su forma definit iva entre los si-glos xnixv bajo la dinastía de los Paleólogos, últ imos emperadores

de Bizancio, pero se puede reconstruir su forma antigua gracias aalgunos co m entarios l i túrgicos y a los diversos typica   de los siglos xy xi.

Cuenta con numerosos libros litúrgicos. La liturgia de la Palabracom pren día, entre los siglos iv al vil, al m eno s dos lecturas antes delEvangelio, una siempre del Antiguo Testamento. Se usa la célebre

 A náfora de san Juan C risóstom o,  que prevalece sobre la capadociade  san B asilio . El iconostasio y la veneración de los iconos definenel espíritu de esta liturgia. El año litúrgico bizantino comprende unciclo fi jo y otro móvil . El prime ro com ienza el 1 de septiem bre ytiene su primera gran fiesta el 8  de se ptiem bre (Natividad de M aría),terminando el 15 de agosto con la Dormición de María. El ciclomóvil , centrado en la Pascua, comprende la precuaresma, la cuares-ma, la semana santa y la cincuentena pascual l6.

13 Cf P a t h i k u l a n g a r a , V., «The Liturgical Ycar of the Syro-Malabar Rite», en EL 90(1976) 173-196

14 Cf. Ge l s i

, D , «Liturgia Bizantina», en DPAC 2 , 1301-1305, P r R i , V , La «grande Chiesa» Bizantina (Brescia 1981), S c h u l z , H -Y., Die ByzantimscheLiturgic  (Trier1980); S o l o v e v , M. M., TheB yzantinedivineLiturgy History and Commentary { Washington D.F. 1970)

15 Cf. K  u c h a r e k  , C , The Byzantine-Slav Liturgie of St. John Chrysostom Its Origin and the Evolution  (Allendale 1971).

16 Cf A  n d r o n i k o f , C., IIsenso della Pasqua nella liturgia bizantina,  1-2 (Lumann- Torino).

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La últ im a ram a de la familia antioquen a la consti tuye la LiturgiaArmenia, organizada durante el siglo v en la región montañosa deAsia Menor, al sur del Cáucaso, según el modelo de la Liturgia

de Jerusalén 17. Esta liturgia recibió influjos de otras, especialmentede la Bizantina, no ob stante haberse ne gado a aceptar el Co ncilio deCalcedonia. En el siglo xi, durante las Cruzadas, entró en contactocon la liturgia latina en la zona de Cilicia, incorporando numerososelementos. En el siglo xiv, con la invasión turca, la Iglesia armeniavolvió al monofisismo, hasta que en el siglo xvu numerosas comu-nidades se unieron a Ro m a y hoy forman el Patriarcado de C ilicia delos Armenios, con sede en Beirut. Los armenios no católicos t ienen

 patriarcados en C onstantinopla y en Jerusalén.Entre los rasgos más peculiares se encuentra el calendario, que

divide el t iempo en ciclos de siete semanas y reserva los domingos para la s fiestas del Señor y de la Santísim a V irgen. Las fiestas de lossantos tienen lugar en días fijos entre semana, y los miércoles y vier-nes son siempre días de ayuno. Otro elemento original es su himnografía, compuesta entre los siglos x y xn. Usa la  A ná fora de san  

 A tanasio,  y el  L eccionario , de fond o jeroso limitan o, reve la el m ásantiguo orden de lecturas conocido, con tres lecturas del AntiguoTestamento, más el Apóstol y el Evangelio.

C.5. Ritos y fam ilias litúrgicas  63

6. L i t u r g i a A r m e n i a

7. Liturgia Copta

Pertenece a la fam ilia alejandrina, aunq ue está lejos de m antenerlas estructuras originales 18. Los coptos, llamados así después de la

invasión árabe (a. 639), son los cristianos de Egipto que no acepta-ron el Concilio de Calcedonia. En el siglo vn el patriarca Benjamín(626665 ) rem odeló la li turgia siguiend o el mod elo sirio, cons ervan -do tan sólo algunas tradiciones prim itivas. U na segun da refundiciónse realizó b ajo el patriarc a Ga briel 11 (11 31 11 45 ), y un a tercera ydefinitiva en el siglo xv, con el patriarca Gabriel V.

17 Cf Baronian, Z , «La liturgie de l’Eglise armeruenne dans le cadre des liturgies  des autres rites onentaux», en Orthodoxia  27 (1975) 15-171, Co ny be arf, F. C.,  Riluale  

 Arm en orum   (Oxford 1905), Day, P D ,  Eastern Christ ian Litu rgies,  1  Arm enian, Coptic, Ethiopian and Syn an  (Dublin 1972), Voicu, S. J., «Armenio (Rito)», en DPAC 1,219-220

,x Cf B u r m e s t f r  , O H E , The Egyptian or Coptic Church A Detailed Descnp-  tion oh her Liturgie al Services  (El Cairo 1967), G a s t ó l e , A - L ec   l f r c q , H , «Alexan- dne (Liturgie)», en DACL 1 (1904), 1182-1204, G l r a r d , V ,  La liturgie des copies d'Egipte( Pans 1978), O r l a n d i s , T , «Copto», en DPAC 1,493-497

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64  P  /.  El misterio en la historia

En 1739 una pequeña porción de esta Iglesia con el obispo coptode Jerusalén se unió a Roma. En el siglo xix el número de fielesaumentó hasta el punto que el papa León XIII creó el Patriarcadocoptocatólico de Alejandría con sede en la capital egipcia.

La lengua litúrgica originaria fue el griego y en esta lengua seescribió el  E ucologio de Serapión   (s. iv) con su célebre anáfora.Después se introdujo la antigua lengua de Egipto y a partir de laEdad Media el árabe. Las lecturas son siempre cuatro. El Oficio di-vino tiene una amplia salmodia. Usan la  A ná fora copta de san B a silio,  la de san Gregorio el Teólogo   (Nacianceno), y la de san Cirilo. La celebración eucarística es muy sobria y se inicia con la liturgia  del incienso   (cf. Ex 30,79).

El año l itúrgico copto em pieza el 29 de agosto y co nsta de trece

meses, doce de treinta días y uno de cinco, siguiendo las estacionestípicas del Bajo Egipto, marcadas por las inundaciones del Nilo. Losayunos marcan también el ritmo del año. Por otra parte tiene treintay dos fiestas en honor de la Santísima Virgen María.

8. L iturgia Etíop e

Las comunidades crist ianas establecidas en el antiguo reino deAxum, al sur del Sudán, y conocidas desde el siglo iv, debieron deser fundadas por fieles coptos y sirios procedentes de Alejandría ,9.

 No obstante, la liturgia acusa influencias b izan tinas y de otras litur-gias. Tras la invasión árabe la Iglesia de Etiopía quedó aislada delresto de la cristiandad. En el siglo xm se produjo una restauración,introduciéndose ritos inspirados en el An tiguo T estame nto, com o las

 procesiones con el A rca de la A lianza, la circuncisió n antes del bau-tismo y algunas fiestas. La iglesia es de planta circular con un tem-

 ple te en el centro.Durante los siglos xvn y xix, misioneros católicos intentaron la-

tinizar la Liturgia Etíope. No obstante, en Eritrea existen núcleoscatólicos que han conservado su rito   ancestral. El calendario es simi-lar al copto. Entre las fiestas del Señor destacan la Epifanía del Jor-dán, la m ultiplicación de los pan es y la ven ida de Jes ús a Egipto. Lasfiestas marianas tienen también distintas categorías.

'En la celebración eucaríst ica usan numerosas anáforas de proce-

dencia diferente, destacando la  A náfora d e l Señor,  reelaboración dela  A náfora de H ip ólito ,  y la  A náfora de san E p ifa n io . Existen tam-

19 Cf. M a r c o s , D , The Liturgy o f the Ethiopian Church  (El Cairo 1959), P a n l i  

k o w s k i , J T , «The Judaic Spint of the Ethiopian Orthodox Church: A Case Study í n

rehgious Acculturation», en Jounal o f Religión in Africa 4 (1972), 178-199, R  a n i e r i , 

O , «Etiopía (Liturgia)», en DPAC 1, 795-796.

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C 5 Ritos y fam ilias litúrgicas 65

 bién dos anáforas m arianas. Su lengua litú rg ica es el gheez, la an ti-gua lengua de Egipto.

III. LAS FAMILIAS LITURGIAS OCCIDENTALES

En el siglo iv se inició también en Occidente la diversificaciónde los ritos litúrgicos , pero con características propias 20. En efecto,

 ju n to al p red om in io de a lgun as m etró p o lis com o R om a, M ilán ,Aquilea, Cartago, Sevilla, Toledo, Arlés, etc., se produjo el fenóme-no de la creatividad eucológica, surgido de la cristianización del la-tín, al que se unió la organización del año litúrgico.

Las liturgias occidentales se clasifican de la siguiente manera,

atendiendo a la antigüedad y a las dependencias mutuas: Africana,Romana, Ambrosiana, Hispánica o HispanoMozárabe, Gal icana yCelta. Entre las que apenas sobrepasaron el período de los orígenesse encuentran las de Aquilea y Benevento, en el norte y sur de Italia,respectivamente 21, y la de Braga, en Portugal. Esta última, llamada

 L iturgia B racarense,  parece derivar de algún misal perteneciente ala congregación benedictina de Cluny en el siglo xn 22.

1. L iturgia A fricana

La liturgia latina del norte de Africa, que se benefició de la obrade san Cipriano (249258) y de san Agustín (396430), no sobrevi-vió a las invasiones de vándalos y bereberes que arrasaron desde elsiglo v las florecientes Iglesias norteafricanas 23.

Desde el punto de vista l i túrgico existía una perfecta organiza-ción, especialmente en la Iniciación cristiana. La disciplina peniten-cial era muy rigorista a causa del problema de los lapsi,  y el matri-monio contaba ya con la bendición nupcial . El Oficio disponía decolectas sálmicas. Pero de todo esto no han quedado más que algu-

20 Cf C a t t a n e o , E., II culto cristiano in Occidente  (BELS 13, Roma 1978), 113- 183, G y , P M., «Historia de la liturgia en Occidente hasta el Concilio de Trento», en M a r t i m o r t , 73-90

21 Cf. M a g g i o n i , C , «Le antiche liturgie italiche non romane», en RL 80 (1993), 463-483

22 Cf. V a z , A L , «O Rito Bracarense Pode-se reconstruir e actualizar o antigo rito 

de Braga?», en Ora et Labora  19 (1973), 249-266, Id , O Rito Bracarense desde os orígenes ao Missal de Mateus  (Braga 1976), Id.,  Liturgia Bracarense das primitivas da lgreja   (Braga 1981)

21 Cf C a b r o l , F , «Afrique (Liturgie)», en DACL 1 (1924), 591-657, K  i l m a r h n , 

E J , «Early African Legislation conceming Liturgical Prayer», en EL 99 (1985), 105-127, M a r í n i , A , La celebrazione eucarísticapresieduta da san Agostino (Brescia1989), S a x e r  , V , Vie liturgique et quotidienne á Carthage vers le miheu du ///‘ siécle (Cittá del Vaticano 1969), Id , «Africa», en DPAC 1, 35-37

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()(>  P.l. El misterio en la historia

nos textos que han sobrevivido en otras liturgias con las que se reali-zó un notable intercambio.

2. Liturgia R om ana clásica

Con este nom bre se designa la época en q ue esta l iturgia es toda-vía un rito   local, entre los siglos iv y vi, antes de la emigración delos libros litúrgicos rom ano s po r toda E uro pa 24. A unq ue la Tradición A postólica   de Hipólito es del primer tercio del s. m, fue redac-tada en lengua griega y es anterior al nacimiento de las liturgiasoccidentales de lengua latina. Es muy probable que el introductor dellatín en la liturgia de Roma fuera el Papa español san Dámaso (366- 

384). El Canon Rom ano , al menos en su parte central, existía ya enel siglo iv 25.

La liturgia de Roma tenía un gran prestigio, como prueban las car-tas de los Papas a algunos obispos sobre temas litúrgicos 26  y la obrahomilética y eucológica de san León Magno (440-461), san Gelasio(492-496), san Vigilio (537-555) y san Gregorio Magno (590-604).

3. Liturgia A m brosiana

La li turgia que subsiste con este nombre en la diócesis de Milántiene ciertamente su origen en la tradición litúrgica propia de la sederegida por san Ambrosio ( 3 7 4 - 3 9 7 )21.  En efecto, al santo obispo sele atribuyen antífonas, himnos y vigilias, y una laus cerei.

La historia de la Liturgia Ambrosiana conoce tres etapas: la delos orígenes y el desarrollo (ss. ivvu), la de consolidación (ss. vmix), y la de configuración definitiva bajo la influencia romana y ca

rolingia (s. ix). Entre sus características están el sistema de lecturas,una eucología propia, la estructura del año litúrgico, las variantes en

24 De ella se ha tratado en el apartado 2 del capítulo precedente No obstante, cf. C a t e l l a , A., «La liturgia romana al di qua e al di lá delle Alpi», en RL 80 (1993),  443-462, Roun l a r d , Ph , «Roma (Liturgia)», en DPAC 2, 1909-1911

25 Aju zgarporel testimonio de san Ambrosio (t 397), en De sacramentis IV,5,21- 25, 6,26-28, en B o t i e , B. (e d ) (París 1961), 114-116, cf. B o r e l i a , P , «Lvoluzione stonca e struttura letterana del Canone della Messa romana», en 11 Canone  (Roma

1968), 95-11326 Las cartas de Sincio a Himeno de Tarragona (a 385), en PL 13, 1134, de Inocencio I a Decencio de Gubbio (a 416), en R C a b i e   (ed ) (Louvam 1973), de san León (440-461) a los obispos de Sicilia y a los de Campania, en PL 54, 696 y 1209ss, y de san Vigilio a Profuturo de Braga (a. 538), en PL 84, 829-832.

27 Cf B o r e l l a , P , 11 Rito Amhrosiano  (Brescia 1964), P a r e d i , A.,  Storia del rito ambrouano(Milano  1990), T r i a c c a , A. M., «Ambrosiana (Liturgia)», en NDL, 53-96; I d   , «Ambrosiana (Liturgia)», en DPAC 1, 92-94.

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C 5 Ritos y familias litúrgicas 67

ei Canon Rom ano   y algunos ri tos. U no de los distintivos más so bre-salientes es su fuerte cristocentrismo antiarriano, que se manifiestatambién en el culto a la Santísima Virgen. Ahora bien, la actual Li-turgia Ambrosiana rebasa ampliamente el estado primitivo. En efec-to, sus libros litúrgicos fueron sistematizados durante el período carolingio cuan do ya no era posible al rito   local sustraerse al influjo dela liturgia rom ano franca do m inante (s. ix ) 28. D espué s del Con cilioVaticano II se ha efectuado una amplia reforma 29.

4. Liturgia H ispan o-M ozárabe

Con este nombre se conoce hoy el rito   que nació y se desarrollóen la península Ibérica y en la Galia narbonense, al mismo tiempo

que los otros ritos  de Occidente 30. Se le ha llamado también hispánico   para po ner de relieve su c ond ición latina, visigótico   para desta-car su vinculación a los grandes Padres de la Iglesia española, ymozárabe   como homenaje a los crist ianos que mantuvieron su fe bajo la dom inación m usulm ana.

1. Origen . La prim itiva Liturgia H ispanoM ozárabe es co n-temporánea de la Liturgia Romana clásica. Y como ésta, ha conoci-do también las etapas del desarrollo eucológico, y de la consolida-

ción y codificación en libros litúrgicos no contaminados. Entre losfactores que dieron origen al rito   se encuentran el intercambio de laHispania romana con el norte de Africa, que produjo la incorpora-ción a la latinidad cristiana 31, y la existencia de una tradición cultu-ral peculiar, que se une en simbiosis perfecta con la fe y con eltestimonio de los mártires, primero frente al paganismo y despuésfrente al arrianismo.

2.  D esarrollo y abolició n.  En el períod o de desarro llo, jun to alos nombres de Justo de Urgel (s. vi), san Leandro (t 600), san Isi-doro (f 636), Pedro de L érida (s. vil) , Co nanc io de Palencia ( | 638),

2* Cf T r i a c c a , A M., «Per una mighore ambientazione delle fonti liturgiche ambrosiane sinassico-eucharistiche (Note metodologiche)», en C u v a , A (dir ), «Fons vivus» Miscellanea litúrgica M S Vismara  (Zurich 1971), 161-220; Id , «Libri litur- gici ambrosiam», en Anamnesis 2, 201 -217 (B ib l)

29 Cf B i f f i , I , «La riforma del Messale Ambrosiano Método e nsultati», en Not  126 (1977) 12-28, véanse RL 65/4 (1978), 70/2 (1983), 5c Cat   114/2-3 (1986)

30 Cf. B o h a j a r  , J - F f r n a n d c z , I , «Hispana, Liturgia», en NDL, 943-966, F e r r e r  , 

J M , Curso de liturgia hispano-mozárabe (Toledo 1995),G r o s ,

M , «Estado actual de los estudios sobre Liturgia Hispánica», en Ph 93 (1976), 227-241, P i n l l l , J , «Liturgia Hispánica», en DHEE 2, 1303-1320, Id , «Hispánica (Liturgia)», en DPAC 1, 1047- 1053, R a m i s , G , «La Liturgia Hispano-Mozárabe», en PastL  207/208 (1992), 25-37, y

en Ecclüi   11 (1994) 107-120, 13 (1996), 323-326, VV A A , Estudios sobre la Liturgia  Mozárabe (Toledo 1965), VV AA.,  Liturgia y música mozárabes  (Toledo 1978).

31 El intercambio fue constante en los primeros siglos1cf. L e r e n a , J , «San Agustín y la antigua liturgia hispánica», en Augustinus 24 (1979) 321-378.

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68  P  /.  El misterio en la historia

san Eu genio III de To ledo ( | 657), san Ildefonso (f 667) y san Ju-lián de Toledo (f 690), san Braulio de Zaragoza (f 651) y san Qui-rico de Barcelona (t 656), se debe recordar también la acción l i túr-gica de los Concilios de Toledo, destacando el III (a. 589), en el quese produjo la conversión de Recaredo, el IV (a. 633) y el X (a. 656).El resultado de toda esta labor creadora y pastoral cristalizó en lasrecopilaciones efectuadas por san Julián 32.

En ese momento ya se contaba con una serie de peculiaridadesen la celebración eucarística, en los sacramentos, en el año litúrgico,en el santoral y en el Oficio catedral y en el monástico, que diferen-ciaban notablemente a la Liturgia Hispánica de las demás.

La vida de la Liturgia H ispánica fue tranquila hasta que surgió laherejía adopcionista en España. Félix de Urgel y Elipando de Toledo

(s. vui) se habían servido de textos l itúrgicos hispánicos para apoyarsus doctrinas. Esto ocasionó que la sospecha de heterodoxia se ex-tendiera a todo el Rito, no obstante la aprobación efectuada por el papa Juan X ( f 928). F inalm ente, en 1073 el papa G regorio VII de-cretó la abolición del Rito, ejecutada en 1080 por el Concilio deBurgos para los Reinos de Castilla y de León 33. Pero ya hacía tiem-

 po que el Rito H ispánico estaba siendo sustituido por el R om ano 34.

3. Superv ivenc ia y res taurac ión .  N o ob stante , en 1085, e l

mismo Papa, a raíz de la reconquista de Toledo, concedió a los cris-tianos mozárabes el privilegio de seguir usando la liturgia que leshabía ayudado a mantener su fe. Pero poco a poco fueron desapare-ciendo los manuscritos litúrgicos. Cuando en 1495 el cardenal Cisneros accede a la Sede Primada, tan sólo se mantenía fiel al antiguorito   la parroquia de Santas Justa y Rufina. Gracias a él se imprimie-ron el  M issa le G othicum secudum regulam B eati Isidori, d ictum M o

 zárabes   en 1500 y el  B reviarium G othicum   en 1502.

En 1982 el cardenal de Toledo don M arcelo G onz ález M artín, deacuerdo con la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Española,creó una Comisión para la revisión ex integro   del Rito Hispánicosegún los principios del Concilio Vaticano II (cf. SC 34)35. El pri-

32 Cf P ine i i , J , «La Liturgia Hispánica Valor documental de sus textos para la historia de la teología», en  Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en  España,  2 (Salamanca 1971), 29-68; Id , «Libn liturgia ispanici», en  Anamnesis  2, 190-201 (Bibl)

33 Véase la Carta del Papa a los reyes de León, Castilla y Aragón, enJ a f f e , P h . 

(ed ),  Regesta Pontificum Romanorum  (Leipzig 1885), nn.4840ss, cf. P e r e z , F., «San Gregorio VII y la liturgia española», en  Liturgia 3 (1948), 101-113 y 323-333 , S a i n t  

D e n i s - S a i n t   P i t l r  , S., The Reception o f the Román Liturgy in Leon-Castile in 1080 (New York 1985)

34 Cf J a n i n i , J , «Liturgia Romana», en DHEE 2, 1320-1324.35 Cf. A l d a z a b a l , J , «II Rito Ispanico-Mozarabico si mette di nuovo in cammino», 

en RL 71 (1984), 591 -596, Ramis, G., «Pervivencia y actualidad del Rito Hispano-Mo-

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C 5 Ritos y familias litúrgicas 69

mer fruto de los trabajos de esta Comisión ha sido el  M issale H ispa- no-Mozarabicum   editado en 1991 36. Un año después, por primeravez en la historia, el Sucesor de Pedro celebraba la Misa según elRito Hispan oM ozárabe, usando el citado m is a l37.

5. Liturgia G alicana

Co n este nom bre se design a la liturgia local usad a en el sur de lasGalias y que desapareció en la segunda mitad del siglo vm 38. Los pocos docum entos que han sobrevivido están ya rom anizados, demanera que es muy difícil rastrear los elementos originales. Las se-des que pudieron haber llegado a ser las garantes de los ritos  localescomo Arlés y Marsella, y la región de Provenza, estaban ya bajo el

dominio de los francos en el siglo vi. No obstante, el parentescoentre las Liturgias Galicana e Hispánica es tan notable que, gracias aésta, se pueden apreciar algunos elementos de aquélla. Entre lasfuentes de esta liturgia se encuentran las homilías de Fausto de Rietz(f 485) y de san Ceráreo de Arlés (f 542), la  E xpositio brevis anti-  quae l iturgiae g al licanae   del PseudoGermán de París (s. vil), y al-gunos libros litúrgicos39.

6. L iturgia C elta

El rito litúrgico  de Irlan da y de otras zon as de las Islas B ritánicasde origen celta, apenas superó la fase de gestación (s. vi), debiendodar paso al Rito Romano en la época de los carolingios (s. ix) 40. Enlos siglos vi y vil esta Iglesia era todav ía dem asiado jov en para m ar-car una hue lla profun da en la que se pudiese ap reciar el genio cultu-

ral celta. Por otra parte la lengua litúrgica, desde el principio de la

zárabe», en  Not  202 (1983), 282-286, R a m o s , M , «Revisión ex integro  de la liturgia hispano-mozárabe», EL 99 (1985), 507-516; y OrH  25 /1-2(1994),  Ph  175 (1990)

% Missale Hispano-Mozarabicum  (Conferencia Episcopal Española-Arzobispado de Toledo 1991), cf  Not  267 ( 1988), 670-727;  PastL  207/208 (1992),  Ph  191(1992), 367-380,  Salm  39/2 (1992), 269-275, F e r r e r , M.,  Los   santos del nuevo Misal Hispano- 

 Mozárabe (Toledo 1995).37 Celebrazione eucarísticapresieduta dal Santo Padre Giovanni Paolo II m Rito  

 Ispano-Mozarabico (Tipografía  Vaticana 1992), cf  Not  311 (1992), 404-410

3X Cf Ca b r o l

, F., «Le Liturgie Galhcane», en Ai g r a i n

, R., Encyclopediepopulaire desconnaissanceshturgiques   (París 1947), 793-800, P i n e l l , J., «Galicana (Liturgia)», en DPAC 1,910-914

39 Cf P i n e l l , J , «Libn liturgia gallicani», en Anamnesis  2, 185-190.40 Cf G o u g a u d , L , «Celtiques (Liturgies)», en DACL 2, 2969-3032; P i n e l l , J , 

«Céltica (Liturgia)», en DPAC l, 397-398, W a r d , A , «Le liturgie msulari», en RL 80  (1993), 484-497, W a r r f n , F. E , The Liturgy and Ritual o f the Celtic Church  (Wood- bridge-Suffolk 1987)

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70  P.I. El misterio en la historia

evangelización, no era el gaélico, sino el latín. Entre los primerostestimo nios de una l iteratura crist iana irlandesa se encu entra una se-rie de himnos que ponen de manifiesto una tradición poética autóc-tona. Otras fuentes litúrgicas son el  A ntifonario de Bangor,  copiadoen el siglo vn, y el  M isal de Sto w e,  de finales del siglo vm.

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PARTE SEGUNDA

C E L E B R A C I O N D EL M I S T E R I O

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C a p í t u l o   VI

 LA C E L E B R A C I O N 

Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sinocelebraciones de la Iglesia (SC 26).

BIBLIOGRAFIA 

A u g e , M., «Celebración», en DTVC, 233241 (Bibl.); B r o v e l l i , F.(dir.),  La celebrazione cristiana: dimensioni costitutive dell ’azione litúrgica  (Genova 1987); C o s t a , E., «CelebraciónFiesta», en DTI 2, 2538; D a l - 

m a i s , I. H., «Teología de la celebración litúrgica», en M a r t i m o r t , 251304;D u c h e s n e a u , C l .,  La célébration dans la vie chrétienne  (Paris 1975); Ló-p e z   M a r t í n   1, 201227; M a l d o n a d o , L.- F e r n a n d e z , P., «La celebración

litúrgica: fenomenología y teología de la celebración», en B o r o b i o   1, 205258; M a t e o s , J., Cristianos en fiesta   (Madrid 1975), 252337; R u f f i n i , 

«Celebración litúrgica», en NDE, 167183; S a r t o r e , D. et AA.AA., «Ledimensioni della celebrazione cristiana», en Associazione Professori Litur-gia (dir.), Celebrare il mistero di Cristo,  1 (BELS 73, Roma 1993), 337480; S o d i , M., «Celebración», en NDL, 333353.

Se inicia la segunda parte, dedicada a la celebración del m isterio 

o a la liturgia en cuanto acción.  En este capítulo y en los siguientesse estudia la «puesta en escena» de la liturgia, haciéndose acto sig-nificativo, r i tual y festivo dentro de un lugar y de un t iem po co ncre-tos. La celebración es una ca tegoría funda m ental para d efinir la l itur-gia como acción representativa y actualizadora del m isterio de Cristoy de la historia de la salvación.

El Concilio Vaticano II recordó que las acciones litúrgicas perte-necen a la Iglesia y tienen como sujeto a todo el pueblo santo deDios (cf. SC 26). El Catecismo de la Iglesia Católica   util iza tam biénesta categoría en el título de la segunda parte, y dedica a este con-cepto un capítulo !.

I. LA PALABRA «CELEBRACION»

La celebración  t iene importantes connotaciones teológicas, perose basa en la dime nsión expresiva y festiva del hom bre.

1 La celebración sacramental del M isterio pascual,  en Cat   1135-1209.

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74  P II La celebración del misterio

1 Etimología y uso prim itivo

Celebrar   y celebración   proceden del latín (telebrare-celebratio),  lo mismo que el adjetivo célebte (celeber),  y desde el punto de vistaetimológico significan lo mismo que frecuen ta re ,  es decir, el acto dereunirse vanas personas en un mismo lugar2. Celebrar implica siem-

 p re una referencia a un acon tecim ien to que provoca un recuerdo oun sentim iento com ún C elebre es no solam ente el lugar frecuentado

 p ara la reunión, sino tam bién el m om ento de la reunión, y natural-mente el hecho que la motiva.

En el lenguaje común latino estas palabras teman como objetolas fiestas paganas, los juegos del circo y los espectáculos en gene-ral , con un ev idente m atiz popu lar, com unitario e, incluso, religioso

La palabra celebrar  y sus derivada s se cargaron de acepciones hon o-ríficas, para con los dioses y para con los hombres que eran venera-dos — po r ejemp lo, los héroe s de la guerra o los atletas— , aludiendotambién a las manifestaciones externas del honor y de la veneración(boato, solemnidad, etc.).

2 En el latín cristiano

Estos m atices pasa ron al latín crist iano Sin em bargo se produjoun enriquecimiento del lenguaje como resultado de la simbiosis en-tre la fe y la cultura latina. Celebrare, celebratio,  etc , aparecen enlas traducciones latinas de la Biblia, en el vocabulario de los SantosPadres latinos y en los libros litúrgicos 3.

1 .  Las tra d u cc io n es la tina s de la B ib lia   dejan entrever unaelección en el uso de determ inad os térm inos De hecho, cuando elverbo celebrare  t raduc e al gr iego  p o ieó   (hacer), tiene sentido exclu-

sivamen te cultual y religioso y se refiere a dist intos ob jetos — laPascua y otras f iestas, algun os ri tos, etc — com o signo de unidad enla conmemoración de un acontecimiento (cf Ex 12,48, 13,5, Dt16,1013) Cuando t raduce a eortázó   (hacer fiesta), alude a la popu-laridad del festejo, a la muchedumbre que se reúne para honrar alSeñor (c f Ex 12,14, 23 ,14, Lev 23,39 41, Nú m 29,12, 1 Co r 5,8) 4

La traducción de caléó   (convocar) por celebrare   indica que lareunión t iene su origen en la l lam ada divina (c f Lev 23,24) Este uso

es muy significativo, porque está relacionado con la palabra ekkle-

2 C f F o r c f j   l f n i , A ,  Lexicón totius latim tatis  (Prato 1839), 520-521, también D r o s t e , B , «Celebrare» in der romischen L itwgiesprache  (Munich 1963)

3 Cf P e l v i , V , «Per una teología della “celebrazione” Fondamenti biblici e patns- tici», en Asprenas  23 (197 6) 411 -424

4 Cf M a y e r  , R , «Fiesta (eorté)»,  en DTNT 2, 188-193

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C 6 La celebración 75

 sía ,  convocación del S eñ o r  5  En camb io, el verbo  sabbatízó   (guardarel sábado), traducido por celebrare,  alude a la reiteración de la con-vocator ia divina — cada sem ana— para que el pueblo recuerde lasobras del Señor (c f Lev 23,32, 2 C or 36,21) Finalmen te, cuandocelebrare  t raduce a ágó   (llevar a efecto), señala un ritual concreto

 — la dedicación del tem plo, el sábado, etc — (c f 2 M ac 2,12, 6,1 1)2  La P atrística la tina   Los Pad res latinos, adem ás de usar ce

lebrare   y celebratio  cuando se refieren a los cultos paganos, termi-nan traslada nd o este vo cab ulario a la liturgia cristiana Te rtuliano ysan Cipriano fueron los primeros en hacerlo, pero destacando el as-

 pecto de encuen tro con D ios y de com unión en la can d ad de lo s quese reúnen para celebrar 6  San A m brosio da un contenido más espe-cíficamente litúrgico a celebrare,  al señalar com o objeto el matrimo -

nio cristiano, imagen de la vida trinitaria y vivencia de la Pascua delSeñor7. Casiano une celebrare   a officium   reclamando el sentido deunidad en la convocatoria litúrgica de los monjes 8. San Agustín su-giere la im itación de aqu ellos que son celebrad os Cristo, los m árti-res 9.

En las homilías de san León Magno el verbo celebrare   se refieresiem pre al misterio pas cual de Je sucristo, presen te en las fiestas cris-tianas ,0. Sin embargo es frecuente también que el verbo vaya acom-

 pañado de expresiones alusivas a la s actitudes espirituales con quese ha de celebrar — devotione, gaudus,  e tc — y a la conducta mora lque deb e venir después — dignis co nversat iom bus,  e tc — . Finalm en-te, san Crom acio de Aqu ileya, con el térm ino celebrare   y un amplioabanico de sinónimos, contempla la celebración como la presenciarenovada de toda la historia de la salvación, desde los signos delAntiguo Testamento hasta las acciones salvíficas de Cnsto 11

5 Cf C o e n e n , L , «Llamada (kaleo)», en DTNT 3, 9-156 T e r t u l i a n o ,  Advers Valent   30, en CSEL 47, 206,  De oratione 23,4, en CCL 1, 

272, S C i p r i a n o ,  De orat dominica 11, en PL 4, 526,  Ep  7,7, en PL 4, 2427 S A m b r o s i o , Depoemt  2,7, en PL 16, 511-512,  DeAbraham   1,5, en PL 14,437H C a s i a n o , De Caenae instit   3 , e n PL 4 9 , 1 1 4

9 S A g u s t í n ,  Serm  325,1, en PL 38, 1447, 302,1, en PL 38, 1385,  De civit Dei  10,6, en PL 41,284, etc

10 S L e ó n ,  Serm  63,7, en PL 54, 357, cf P a s c u a l , J A , «El misterio pascual según san León Magno», en RET 24 (1964) 299-314, Soos, M B d f ,  Le Mystere  hturgique d apres saint León le Grand  (LQF 34, Münster i W 1958)

11 Cf T r e t t e l , G ,« Celebrare i misten m Cromazio d’Aquileia», en EL 94 (1980), 27-68 y 145-175

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7o  P.II. La celebración del misterio

La acum ulación de significados de estos térm inos a lo largo d e lahistoria se hace aún mayor en los libros litúrgicos 12. El objeto de lacelebración osc ila entre los misterios del Señ or — especialm ente el

m isterio pascu al— y la m em oria de la Santísim a V irgen y de lossantos, y las actitudes de los fieles. Ahora bien, en las edicionesli túrgicas de las dist intas lenguas se puede apreciar una especialacentuación del aspecto comunitario y eclesial (cf. SC 7; 9; 2628;41; LG 26).

En síntesis, celebrar es hacer, realizar, tomar parte en un actosocial y comunitario que se inicia en el hecho de acudir a un mismolugar para festejar un acontecimiento y honrar a alguien. En el ám-

 b ito relig io so cristiano ce leb ra r es, adem ás, ded icar al Señor untiempo determinado y significativo, y dedicarse a una actividad cul-tual y a una conducta coherente de vida, con unas acti tudes y conunos actos comunes a quienes participan en la celebración.

II. APROXIMA CIONES AL CONCEPTO DE CELEBRACION

Un fenómeno tan rico y complejo como la celebración interesa

 por ig ual a la an tropo log ía y a la teología.

3. E n lo s l ib r o s l it ú r g i c o s

1. D esde la an trop olog ía

Para los estudiosos del comportamiento humano, la celebraciónes un acontecimiento que debe ser comprendido en el ámbito de la

 persona y de sus relaciones con los dem ás. En este sentido, la ce le-

 bración es un fen óm en o esencialm ente social y com unitario , y puededefinirse como un medio de relación y de encuentro. La celebracióncrea una apertura y provoca un acercamiento sobre la base de unosideales o de unos intereses comunes 13.

Desde el punto de vista religioso, la celebración incide en la vidade las personas polarizando sus sentimientos y convicciones en tomoa un determ inado v alor trascend ente o sagrado, hasta el punto de g ene-rar una misma respuesta expresiva de orden cultual y religioso. La

celebración impregna con su lenguaje todos los elementos significati-vos —desde el lugar hasta los objetos, los gestos, los símbolos, el

12 Cf. B l a i s e , A  Le vocabulaire latín desprincipaux thémes Hturgiques (Tumhout 1966), etc.

13 Cf. F r a t t a l l o n e , R., «La celebrazione litúrgica: premesse antropologico-teolo- giche», en EL 92 (1978), 245-260.

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m om ento, el am biente, etc.— , y los convierte en transm isores de unmensaje capaz de ser recordado y revivido cuantas veces se desee.

La celebración, desde este mismo punto de vista, es un factor deunificación de un grupo en orden a compartir una misma experienciaestética, religiosa o política, o para adoptar un determinad o com pro-miso. Los componentes de la celebración actúan como catalizadormoral del grupo y como factor «educativo» de los que lo integran, enla medida en que exista una voluntad capaz de atraer y de orientarhacia un fin determinado.

Sin embargo, a pesar de este riesgo de utilización de la celebra-ción con fines extrínsecos, en la esencia de lo que significa celebrarse encierra también una realidad no reductible a conceptos ni a nor-mas. En este sentido, celebrar es también actuar movidos por unimpulso prelógico y en cierto modo irracional o emotivo. Celebrarlleva consigo una fuerte carga de espontaneidad y de sorpresa, aun

en el caso de la celebración reiterada o establecida por la costumbreo por las normas del grupo. La celebración quiere ser algo vivo, noaprisionad o po r una lógica fría y desenc am ada. Esto no quiere decirque tenga que ser anárquica e iconoclasta. Todo lo contrario, la ce-lebración es tanto m ás creativa cuanto m ás auténticam ente se realizay se vive. El texto y la ceremonia son un medio al servicio de losfines de la celebración.

C eleb rar es, po r tanto, sinónim o de h acer fiesta, o sea, ju g a r en el

sentido m ás posit ivo de este térm ino. P or eso celebrar es una activi-dad libre, gratuita, desinteresada, inútil, es decir, no utilizable confines extrínsecos, aunque llena de sentido y orientada a poner enmovimiento las energías del espíritu y la capacidad de trascender loinm ediato y o rdinario p ara abrirse a la belleza, a la libertad y al bien.Celebrar es presentimiento y anticipo de eternidad ,4.

2. D esd e la teolog ía de la liturgia

Estos valores hum anos de la celebración se suma n a los espec ífi-cos de la liturgia cristiana.

1. La cele bra ción tiene un a dimensión actualizadora   de la sal-vación: «Característico de la celebración religiosa es que la vida di-vina en cierto m odo se com un ica a los participantes. N o es un sim plerecordar, sino una presencia. La divinidad está presente en la cele-

14 C f . G u a r d i n i , R., «La liturgia como juego», en  El espíritu de la liturgia  (Barcelona 1962), 137-157; M a g g i a n i , S., «Per una defmizione del concepto di liturgia: le categorie de “gratuita” e di “gioco”. La proposta di R. Guardini», en D e l l ’O r o , F.,  Mysterion. MiscellaneaS. Marsili  (Leumann-Torino 1981), 89-114; T h u r i a m , M., «La liturgia é una festa», en Not  172 (1980), 578-581.

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78  P II La celebración del misterio

 bración festiva, perceptible o reconocible a través de su eficacia. Lalengua griega, tan rica desde el punto de vista religioso, da a estehecho el nombre de epijanía  o m an ifestación (en sen tido cultual)» 15.

Ahora bien, en la celebración no se da solamente esta mediación

o hierofanía   que pone al hombre en comunicación con el misterio,sino que se produce también una presencia eficaz de la salvación enla acción ritual, en la que interviene la plegaria de la Iglesia. Estainvoca a su Señor para que haga eficaz la acción del ministro (epí- clesis).  No hay una mimesis  o imitación mágica del hacer divino,sino una palabra invocativa o indicativa, que aparece siempre des-

 pués de la Palabra proclam ada, y que acom paña a un gesto m ín im oy significativo: el rito 16.

2.  D im ensión escato lógica.  La presen cia de la acción divinaconvierte en acontecimiento salvífico la celebración, y hace de ellaun anticipo de la posesión plena de los dones de Dios más allá de loslímites de este mundo. En este sen tido, «en la liturgia terrena pre gu s-tamos y participamos en aquella liturgia celestial que se celebra enla ciudad santa, Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregri-nos, donde C risto está sentado a la dere cha del P adre, com o m inistrodel santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos un himno degloria al Señor con todo el ejército celestial; venerando la memoria

de los santos, esperamos participar con ellos y acompañarlos; aguar-damos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifiesteél, nuestra vida, y nosotros nos manifestemos con él» (SC 8) ,7.

Las liturgias orientales han destacado con mayor énfasis la co-munión con la Iglesia celeste que se produce en la celebración, demanera que el santuario, los vestidos litúrgicos y el mismo ceremo-nial se presentan como la visibilización de la gloria celeste. No obs-tante, la liturgia romana posee elementos suficientes para hacer vivir

este aspecto esencial en la celebración l8.

15 C a s f l , O., «La notion dejour de féte», en LMD I (1945), 23-36, aquí 25-26; también Id , «Hodie», ib  65 (1961), 127-132 Véase  N e u n h e u s f r , B., «La celebrazione litúrgica nella prospettiva di Odo Casel», en RL 57 (1970), 248-256.

16 Cf. F f d e r i c i , T , «Liturgia, creativitá, íntenonzzazione, attuazione», en  Not   127 (1977), 73-87; también D u p o n t , V L , «Le dynamisme de l’action liturgique Une étude de la mystagogie de saint Máxime le Confesseur», en  RevSR 65 (1991) 363-388

17 Cf LG 49-50; Cat   1137-1139.1X Cf A  n d r o n i k o f , C., El sentido de la liturgia La relación entre Dios y el hombre 

(Valencia 1992), 217-235; A u g e , M., «La comunidad eclesial colocada en la tensión entre el mundo actual y el mundo futuro», en Claretianum 10(1970), 139-162, B r o v e l  

l i , F. (dir.),  Escatologia e liturgia Aspetti escatologici del celebrare cristiano (BELS 45, Roma 1988), C a s t e l l a n o , J , «Escatología», en ND L, 659-676; M a g r a s s i , M , «II clima escatologico della celebrazione primitiva», en RL 53 (1966), 374-393, M a r t i - 

 n f z , G.,  La escatología en la liturgia romana antigua   (Madrid 1976), R  o r d o r f , W., «Liturgie et eschatologie», en EL 94 (1980), 385-395, T r i a c c a , A. M - P i s t o i a , A. (dir ), Eschatologie et liturgie  (BELS 35, Roma 1985)

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3.  D im ensión com unitaria y ec le sia l   La celebración es acciónde Cristo y del pueblo de Dios jerárquicamente ordenado, es decir ,de Cristo como cabeza y de los miembros de su cuerpo. Por estemotivo la celebración es causa y manifestación de la Iglesia, y ha deestar ordenada siempre a que todos tomen parte en la acción común,cada uno según su propio orden y grado 19.

Por otra parte, no se puede olvidar la incidencia de la celebraciónlitúrgica en la misión y en la pastoral de la Iglesia, e incluso en lavida social y pública 20.

4.  E l f in p rim a rio de la celebración , con todo, no es el de serun med io pedagógico destinado a hacer m ás ef icaz un a enseñanza oun mensaje. En efecto, «la celebración litúrgica es la actualización,en palabras y gestos, de la salvación que Dios realiza en su HijoJesucristo por el poder del Espíritu Santo. En la celebración se evo-can, para que se hagan presentes, los acontecimientos de la salva-ción, especialmente el nacimiento de Cristo, su muerte y resurrec-ción, su ascensión, el envío del Espíritu sobre los Apóstoles en Pen-tecostés. Todo esto a f in de que el pueblo crist iano que celebra p ueda p artic ipar activam ente y recib ir sus frutos. El verbo celebrar  traduce la expresión bíblica hacer mem oria»   21.

III. DEFINICION Y ASPECTOS DE LA CELEBRACION

Sumando los factores antropológicos y teológicos que configu-ran la naturaleza de la celebración, se puede llegar a una definiciónde este fenómeno social tan complejo. Lo primero que es precisoresaltar es su carácter de acción total, es decir, significativa y expre-siva tanto a nivel personal como a nivel comunitario. En segundolugar, esta acción es la manifestación de una presencia salvadora

 para el hom bre, que com unica la salvación precisam ente a través de

todos los elementos que intervienen en la celebración. En tercer lu-gar, la celebración afecta a toda la existencia de qu ienes toma n parteen ella, orientándola hacia una conducta de vida y convirtiéndola enuna o frenda grata a Dios.

19 Cf. L ó p e z  M a r t i n , J , «La comunidad como clave de la celebración», en Ph  172 (1989), 287-302.

20 Cf. B o r o b i o , D ,  Dimensión socia l de la liturgia y los sacramentos   (Bilbao1990); H a m m a n , A„ Vie hturgique et viesoc iale  (París 1968); Pou, R., «Relación vida 

litúrgica y acción cristiana en el mundo», en  Ph  43 (1968), 49-61; y Conc 62 (1971), 92 (1974);  Ph  34 (1966); 58(1970); 77 (1973), 181 (1991), RL 64/3 (1977).

21 C o f f y , R., «La célébration, lieu de l’éducation de la foi», en LMD 140 (1979),  25-40, aquí 30, cf. I d   , Una Iglesia que celebra y que ora   (Madrid 1976), V i l a n o v a , 

E., «La Iglesia celebra la fe», en Ph  177 (1990), 211-226

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80  P.II. La celebración del misterio

El primer aspecto se refiere a la celebración en su dimensión  ritual.  C elebrar es actuar r itualmente, de m anera significativa, mo vi-dos por un acon tecim iento. En este sentido, la celebra ción es la litur

 g ia en acc ión , o sea, el momento en que la función santifícadora ycultual de la Iglesia se hace acto en un lugar y en un tiempo concre-tos. Desde este punto de vista, la celebración comprende cuatrocomponentes: el acontecimiento  que m otiva la celebración, la com u-nidad que se hace asamblea celebrante , la acción ri tual   y el clima  

 fe s tiv o , que lo llena todo 22.El segundo aspecto se refiere a la celebración en su dimensión  

mistérica  y responde a la l iturgia com o m isterio , es decir, como pre-sencia y actuación de Dios en la vida de su pueblo y en la existencia

 personal de los que tom an parte en la celebración. Se trata del con-

tenido de la celebración, la realidad oculta y, a la vez, puesta dem anifiesto y com un icada en la acción ri tual.

El tercer aspecto alude a la celebración en su dim ensión existen- cial   y no es otra cosa que la liturgia como vida.  En efecto, en lacelebración se hace símbolo y gesto la realidad cotidiana de unaexistencia convertida en culto al Padre en el Espíritu y la verdad,santificada precisamente en la celebración. La liturgia es «fuente ycima» de la vida cristiana (cf. LG 11) y de la actividad de la Iglesia

(cf. SC 10).Por tanto, la celebración puede definirse como el momento ex-

 presivo, sim bólico , ritual y sacram ental en el que la liturg ia se haceacto que ev oca y h ace presente, m ediante palabras y gestos, la salva-ción realizada por Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo.

La celebración en sen tido estricto es una acción que correspondeante todo a la dimensión ritual, expresiva y festiva de la liturgia.Como se ha indicado antes, deben darse unos componentes: una si-

tuación que motiva la celebración, un sujeto celebrante, unos actos yun marco tanto local como cronológico. El Catecismo de la Iglesia  Católica , después de haber expuesto lo que se refiere a la liturgiacomo misterio (cap. I de la I Sección, dedicada a la celebración del  misterio cristiano ), plantea así las cuestiones acerca de las celebra-ciones litúrgicas: «quién celebra, cómo celebrar, cuándo celebrar,dónde celebrar» (Cat    1135).

Los capítulos que siguen van a dar respuesta a todas estas pre-guntas.

22 Cf. L l o p i s , J., «Celebración litúrgica», en Gran Enciclopedia Rialp  5 (1971), 441-444, aquí 442.

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C. 6. La celebración 81

IV. EL MISTERIO DE CRISTO, EN EL CENTRO DE TODACELEBRACION

Se trata de una consecuencia de cuanto se ha dicho en el capítu-lo II acerca de la liturgia en la economía de la salvación, aplicándolo

a la noción de celebración. En efecto, la centralidad del misterio deCristo y de la historia de la salvación en la liturgia no significa queen ella no tengan cabida otros hechos o acontecimientos de la vidade los hombres o de la Iglesia. Ejemplos de esta presencia son lascelebraciones de los sacramentos y sacramentales que de alguna ma-nera jalon an la existencia hum ana, los aniversarios go zosos o tristes,las ben diciones de los lugares o los m edios de trabajo, de com unica-ción o de transporte, etc., las jomadas eclesiales y las mismas fiestas

cristianas con su incidencia civil y cultural.La l i turgia no sólo da cabida a estos acontecimientos en la cele- bració n, sin o que tom a pie en ellos para o rgan izar algunos elem entosde la acción litúrgica, tales como lecturas, cantos, textos eucológicos, ritos, solemnidad extema, etc. Ahora bien, la liturgia, al acogerestos m otivos hum anos, sociales e incluso eclesiales no directamen telitúrgicos, lo hace siempre en relación con el misterio pascual deJesucristo y en la medida en que todos ellos se benefician de la ac-ción saludable de dicho misterio o son un testimonio de su presen-cia 23.

Se puede decir que en el conjunto de las celebraciones litúrgicasaparecen una serie de círculos cada vez más amplios en tomo almisterio de la salvación, pero teniendo siempre como núcleo el mis-terio de Cristo y de la Iglesia.

23 Cf. L ó p e z   M a r t i n   2, 63-99; M a l d o n a d o , L., « L o s   signos de los tiempos en el 

corazón del culto», en Ph 62 (1971), 211 -214; S e a s o l t z , K., «Motivos y matices de las celebraciones litúrgicas actuales», en Corte  172 (1982), 197-210; S o t t o c o r n o l a , F., «Celebrare Túnico mistero di Cristo nei molti avvenimenti della storia», en RL 64 (1977), 333-346; T e n a , P., «La celebración litúrgica, entre el acontecimiento y los acontecimientos», en Ph 58 (1970), 371 -383.

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C a p i t u l o  V II

 LA PALABRA DE DIOS EN LA CELEBRACION 

La importancia de la Sagrada Escritura en la celebra-ción de la liturgia es maxima En efecto, de ella se to-man las lecturas que se explican en la homilía y los sal-mos que se cantan (SC 24)

BIBLIOGRAFIA 

B o t t e , B et AA AA , La P a ro le dans la litu rg ie   (Pans 1979), B r o v f l  

l i, F (d i r  ) ,  La B ibbia nella litu rg ia   (Genova 1987), Congreso de Estrasbur-go,  P a la bra de D io s y litu rg ia   (Salamanca 1966), F f d f r i c i , T ,  B ibbia e  liturgia,  13 (Roma 19731975), L o p f z   M a r t í n   1, 253285, Id   , «Leccionano de la Misa», en NDL, 11031113, M a g r a s s i , M , Vivere la Parola   (No-cí 1979), S N de Liturgia,  La P a lab ra d e D io s hoy   (Madrid 1974), M a r  

t i m o r t , A G ,  Les lectures h tu rgiq ues e t leurs hvres   («Typologie des sour-ces du Moyen Age occidental» 64, Tumhout 1992), N o c e n t , A , «I libriliturgia», en  A nam nesis   2, 129223, R i g h e t t i  1, 274280, 2, 198240,T r i a c c a , A M , «Biblia y liturgia», en NDL, 230257, V a g a g g i n i , C ,  El  sent ido teológico de la l i turgia   (BAC 181, Madrid 1959), 415464, y Conc  102 (1975), «Cuadernos Phase» 33 (Barcelona 1992), «Dossiers CPL» 70(Barcelona 1996), LMD 189 y 190 (1992),  P astL   226 (1995), 229/230(199596),  Ph   18 (1968), 56 (1970), 151 (1986), RL 70/5 (1983), 71/1(1984), 73/5 (1986),  R iv PL   29/1 (1991)

El pnmero de los componentes de la celebración es el aconteci-miento que da lugar a la acción litúrgica, evocado por la Palabra deDios En efecto, toda celebración tiene un m otivo que la convo ca y

 justifica En el centro de la cele bració n cnstiana, se ha dic ho también,se enc uentra siempre el misterio pascual de Jesucristo Este aconteci-m iento central y cualquier otro aspecto de la econ om ía salvífica se con-vierten en objeto de una celebración litúrgica desde el m om ento en que

son anunciados, proclamados y celebrados en la liturgia de la PalabraEl capítulo expone la importancia de la lecturaproclamación dela Palabra divina como fundamento del diálogo entre Dios y su pue-

 blo y uno de lo s m odos de la presencia de C risto en la liturg ia Seestudian también la estructura de la Liturgia de la Palabra y la orga-nización del Leccionario de la Palabra de Dios 1

1 Cuando se habla de la Palabra de Dios, la expresión tiene alguno de estos sigm ficados el Verbo de Dios, el Hijo preexistente (c f Jn 1,1) que se ha encamado (v 14), 

la Promesa hecha a los Padres, el contenido de las Escrituras bajo la inspiración del  Espíritu Santo, la proclamación de estas Escrituras en la comunidad, y, finalmente, el

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84  P.II La celebración del misterio

I. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA LITURGIA

Todas las l i turgias de Oriente y Occidente han reservado un puesto priv ile giado a la Sagrada E scritura en todas la s celebraciones.La versión de los LXX fue el primer libro litúrgico de la Iglesia (cf.

2 Tim 3,1516).

1. Fundamento

El propio Jesús, que citaba las Escrituras del Antiguo Testamen-to, aplicándolas a su persona y a su obra, no solam ente m andó a cu dira la Biblia para entender su mensaje (cf. Jn 5,39), sino que, además,nos dio ejemp lo ejerciendo el m inisterio del lector y del hom ileta en

la sinagoga de Nazaret (cf. Le 4,1621) y explicando a los discípu-los de Emaús «cuanto se refería a él comenzando por Moisés y siguendo por todos los profetas» (cf. Le 24,27), antes de realizar la«fracción del pan» (cf Le 24,30). En efecto, después de la resurrec-ción hizo entrega a los discípulos del sentido último de las Escritu-ras, al «abrirles la inteligencia» para que las comprendiesen (cf. Le24,4445)2.

Hacia el año 155, en Roma, san Justino dejó escrita la más anti-gua descripción de la eucaristía dominical. La celebración comenza- ba con la Liturgia de la Palabra 3. Es m uy probable que, desde el principio , la li turgia cristiana siguiera la práctica sinagogal de p ro -clamar la Palabra de Dios en las reuniones de o ración y en p articularen la eucaristía (cf. Hech 20,711). Por otra parte, es fácilmentecomprensible que, cuando empezaron a circular por las Iglesias «losrecuerdos de los Apóstoles», su lectura se añadiese a la del AntiguoTestamento. M ás aún, mu chas de las páginas del N uevo T estamen tohan sido escritas después de haber formado parte de la transmisión

oral en un contexto litúrgico.La proclamación de la Palabra es un hecho constante y universal

en la historia del culto cristiano, de manera que no hay rito litúrgico  que no tenga varios leccionarios, en los que ha distribuido la lecturade la Palabra de Dios de acuerdo con el calendario y las nece sidad es

 pasto rales de la respectiva Igle sia 4.

libro que contiene la Palabra divina dispuesta para ser leída y proclamada en la celebración.

2 C f G a i d e , G , «Le appanzioni del Risorto secondo il terzo Vangelo (Le 24)», en PAF 21 (Brescia 1970), 61-86 Numerosos pasajes del N.T. llevan la huella del uso litúrgico: cf B e g u e r i e , Ph , «La Bible née de la liturgie», en LMD 126 (1976), 108- 116; Jo r n s , K1 -P., «Liturgie, berceau de FEcnture», en LMD 189 (1992) 55-78.

* Véase el texto en I A p o l , 67, en Ruiz B u e n o , D , Padres A pologistas   (BAC 116, Madrid 1954), 258.

4 Cf F e d e r i c i, T., «El nuevo Leccionario Romano», en Conc  102 (1975), 199-208,

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C 7 La Palabra de Dios en la celebración 85

2. Significado

Tan importante es este hecho que el Vaticano II no dudó en refe-rirse a los leccionarios de la Palabra de Dios como los tesoros bíblicos de la Iglesia,  disponiendo que se abrieran con mayor amplitud

(SC 51; cf. 92). En este sentido, el Concilio afirmó también la im- porta ncia m áxim a de la Sagrada Escritura en la celebración de laliturgia (cf. SC 24).

Esta abundancia obedece a la convicción de la presencia del Señoren la Palabra proclamada. «En efecto, como enseña el mismo Conci-lio, en la liturgia Dios habla a su pueblo: Cristo sigue anunciando elEvangelio; y el pueblo respo nd e a D ios con cán ticos y oraciones» (SC33). La Iglesia sabe que, cuando abre las Escrituras, encuentra siempre

en ellas la Palabra divina y la acción del Esp íritu, por quien «la voz delEvangelio resuena viva en la Iglesia» (DV 8; cf. 9; 21).

La Palabra leída y proclamada en la liturgia es uno de los modosde la presencia del Señ or jun to a su Iglesia, sobre todo en la acciónlitúrgica: «está presen te en su p alabra, pues es él mism o el qu e hab lacuando se lee en la Iglesia la Sag rada E scritura» (SC 7 ) 5. En efecto,La Palabra encamada «resuena» en todas la Sagradas Escrituras, quehan sido inspiradas por el Espíritu Santo con vistas a Cristo, en

quien culmina la revelación divina (cf. DV 1112; 1516, etc.).La misma homilía, cuya misión es ser «un anuncio de las mara-villas de Dios en la historia de la salvación, es decir, del misterio deCristo, que está siempre presente y obra en nosotros, sobre todo enlas celebraciones litúrgicas» (SC 35,2; cf. 52) 6, goza también de unacierta presencia del Señor, como afirma el papa Pablo VI: «(Cristo)está presente en su Iglesia que predica, puesto que el Evangelio queella anuncia es la Palabra de D ios y solam ente se anu ncia en el nom -

 bre, con la autoridad y con la asistencia de C risto...» 7.

I d , «Estructura de la liturgia de la Palabra en los leccionarios antiguos y en el Ordo lectionum Missae»,  en  Ph  151 (1986), 55-81

s Cf M a r t i m o r t , A G., «Está presente en su palabra», en  Actas del Congreso   Internacional de Teología del Vaticano II  (Barcelona 1972), 311 -326, R  o g u l t , A M, «La présence active du Christ dans la Parole de Dieu», en LMD 82 (1965), 8-28;  M a r s i l i , S , «Cristo si fa presente nella sua Parola», en RL 70 (1983), 671 -690

6 Sobre la homilía véanse A l d a z a b a l , J, «Predicación», en CFP, 817-830, B r o v e l l i , F , «L ’omelia Elementi di nflessione nel dibattito recente», en ScCat   117 (1989), 287-329, C. E de Liturgia,  Part ir el pan de la Palabra Orientaciones sobre  

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7 Encíclica Mystenum fidei,  de 3-IX-1965, n. 20, en G u e r r e r o   1, 272, cf W e s t -

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K(>  PAL La celebración del misterio

II. LA PALABRA DE DIOS EN LA HISTORIA DE LA SALVACION

Al llegar la plenitud de los tiempos (cf. Gál 4,4), «la Palabra sehizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Hasta ese momentoDios «había hablado a los padres de m uchos m odos p or med io de los

 profetas, ahora nos habló en la persona de su H ijo» (H eb 1,1 2 ). ElPadre mismo lo presentó diciendo: «Este es mi Hijo amado, escu-chadle» (Me 9,7 y par.).

El Verbo encamado, Cristo Jesús, enseñó a sus discípulos la ma-nera de acercarse al misterio de la Palabra de Dios, es decir, a élmismo como Palabra divina subsistente, consustancial e igual al Pa-dre y al Espíritu Santo. El invitó a leer las Escrituras para conocerlea él y el poder de su resurrección (cf. Flp 3,10), y saber ir, desde él,

hacia los t iempos de la Promesa, al Antiguo Testamento (cf. Le24,2527.32.4448). Cristo es el centro de las Escrituras, de formaque toda lectura, meditación, estudio o proclamación de la Palabra,máxime en la celebración litúrgica, ha de girar en tomo a El. DesdeCristo se va hasta el Antiguo Testamento, y se vuelve a Cristo en lacontinuidad que representa el Nuevo Testamento 8.

En la historia de la salvación, cumplimiento en el t iempo deldesignio del Padre (cf. Ef 1,9; 3,911), la Palabra de Dios creó todaslas cosas y dio la vida a todo cuanto existe (cf. Jn 1,3; Col 1,1617:Gén 1,3.6 etc.; Sal 33,6). Como luz verdadera entró en la historia (cf.Jn 1,5; 3,19).

Los acontecimientos de la vida del pueblo de Israel fueron unacontinua manifestación de la presencia invisible de la Sabiduría deDios, que iba preparando la l legada de los t iempos mesiánicos. So-lamente el Verbo, que e staba jun to a D ios (cf. Jn 1,12; Prov 8,22;Sab 9,9), conocía al Padre (cf. Jn 1,18; Mt 11,27) y podía hacer a loshombres verdaderos hijos de Dios si creían en su nombre (cf. Jn

1,1213; 3,56).

III. LA IGLESIA BAJO LA PALABRA DE DIOS

Dios se ha comunicado con los hombres por medio de su Pala- bra. Pero la Palabra d iv ina espera siem pre una respuesta. En efecto,la Palabra de Dios convoca al pueblo (cf. Ex 12; 20,12) y lo consti-

tuye en asamblea pascual litúrgica (cf. Ex 12; Hech 12), como sa-cerdocio real y pueblo de su pertenencia para anunciar a todo el

p h a l , G., «La prédication présence du Seigneur», en B o t t f , B. et AA.AA., op. cit., 145-154.

KCf. FcDrRici, T., «Parola di Dio e liturgia nella costituzione SC», en  Not   161 (1979), 684-722, aquí 709-711.

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88  PAI. La celebración del misterio

1. La liturgia, lug ar de la P alab ra

En efecto, en la liturgia se advierte que los destinatarios de laPalabra divina no son únicamente los fíeles aislados, sino el pueblode Dios congregado por el Espíri tu Santo, que se hace asamblea de

oración, mediante la escucha de la Palabra. La liturgia es lugar pri-vilegiado don de la Palabra de Dios su ena con una particular eficacia.

La certeza que la Iglesia tiene de la presencia de Cristo en laPalabra, la ha llevado a no omitir nunca la proclamación de la Escri-tura (cf. SC 6 ) y a venerar con honores litúrgicos el Leccionario,como hace con el Cuerpo del Señor (cf. DV 21). La parte de lacelebración , sobre todo de la M isa, en la que tienen lugar las lecturas

 b íb licas fu e denom inada por el V aticano II liturgia de la Palabra  

(SC 56), dejando antiguas expresiones como misa didáctica o de los catecúmenos . No obstante, el Concilio afirmó también que esta litur-gia «está tan íntimamente unida al rito que constituye con él un soloacto de culto» (ib.).

La revalorizac ión de la Palabra en la liturgia (cf. SC 24) sign ificareconocer que la fuerza de la liturgia reside en la Palabra de Dios,alimento de la fe (cf. DV 23; PO 4), y en la Eucaristía, fuente puray pe renn e de la vida en el E spíritu que con du ce a tod a la Iglesia (DV21; SC 10; PO 5).

2. Estructura de la liturgia de la Palabra

La Sagrada Escritura, proclamada en la l i turgia, expone el desa-rrollo de la economía divina cumplida en el Evangelio de Jesucristo(DV 2; 4; 7). En la Escritura, leída y entendida en su unidad funda-me ntal, es decir, tom ando a Cristo com o centro y punto de referenciaconstante, se manifiesta la salvación que Dios ha querido realizar,

 p reparada en el A ntiguo T estam ento y realizada en la encam ación yen la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

El Dios que habla y actúa, revelándose con hechos y palabras(DV 2; 14), sigue hablando a los hombres para que no les falte nun-ca tanto el aviso de los hechos, ya realizados en la vida y en lamuerte de Cristo (Evangelio),  como la explicación o ilustración deestos hechos en la Iglesia (Apóstol)  y el recuerdo de los aconteci-

mientos que los prepararon o de las profecías que los anunciaron(Profeta).  Por eso el Evangelio significa el culmen de la revela-ción divina y de la proclamación de las Sagradas Escrituras (cf.DV 18) 10.

10 Cf. F e d e r i c i , T., «Estructura», op. cit., 60ss.

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C. 7.  La Palabra de Dios en la celebración 89

La lectura litúrgica de la Palabra de Dios se realiza siempre a lamanera como el propio Cristo, los Apóstoles y los Santos Padresutilizaron las Escrituras, es decir, situando en primer térm ino el m is-terio pascual y explicando, desde él, todos los hechos y palabras quellenan la historia de la salvación y constituyen el contenido de las

celebraciones litúrgicas. Como se ha dicho antes, desde Cristo se vahasta el Antiguo Testamento, y se vuelve a Cristo en la continuidadrepresentada por el Nuevo (cf. DV 20). De este modo las lecturas b íb licas ponen de m anifiesto el desarrollo progresivo de la h isto riade la salvación que culmina en Cristo y se prolonga en los actoslitúrgicos de la Iglesia.

3. Prim acía del Evan gelio

Aunque toda la Biblia habla de Cristo (cf. Jn 5,39), son los cua-tro Evangelios los que contienen la narración de los hecho s y de las 

 p a la b ra s   realizados por él. Estos hechos y palabras, y de modo par-ticular el misterio pascual, constituyen el centro de la historia de lasalvación. En este sentido, Cristo glorificado, que está junto al Pa-

dre, reúne en sí mismo el pasado, el presente y el futuro de la histo-ria humana e ilumina con la luz de la Pascua tanto el Antiguo comoel Nuevo Testamento (cf. DV 1420), y la celebración de la Iglesiaen el tiempo del Espíritu 11.

Esto supo ne que los hechos y las palabras de la vida histórica deJesús, que sucedieron «para que se cumplieran las Escrituras» (Le24,44), tienen que ser continuamente recordados y actualizados paraque los hombres tengan acceso a la salvación efectuada por Cristo.

«La lectura del Evangelio constituye el punto culminante de la litur-gia de la Palabra; las demás lecturas, que, según el orden tradicional,hacen la transición del Antiguo al Nuevo Testamento, preparan a laasamblea reunida para esta lectura evangélica» ,2. «Los Evangeliosocupan, con razón, el lugar preeminente» (DV 18).

Por eso el Evangelio  se proclam a y   el resto de la Escritura sim- p lem ente  se lee  ,3. El orden lógico del contenido de la homilía debe-ría respetar también esta prioridad del Evan gelio respecto de las res-tantes lecturas. Cada episodio evangélico es el contendió concretodel hoy   litúrgico de la Iglesia, que actualiza el misterio de la salva-ción en cada celebración, siguiendo el año litúrgico.

11 Cf. F e d e r i c i , T., «Estructuras», op. cit., 68ss.12 OLM 13.n Cf.OGM R 89-91; 95; 131.

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90  P II. La celebración del misterio

V. EL LECCIONARIO DE LA PALABRA DE DIOS

La  P a labra de D ios  es libro que contiene la revelación divina p ara ser le ída y proclam ada en la celebración. En efecto , D ios m is-mo presentó su palabra com o libro  para los creyentes al profeta Eze

quiel (cf. Ez 3,111) y al autor del Apocalipsis (cf. Ap 5,lss). Se puede decir, ap licando el texto de Jn 1,14, que « la P alabra se hizoescritura   y libro   para morar entre nosotros».

1. Sign o de la Pa labra

Este libro es, por tanto, un signo de la presencia de Dios que se

com unica a los hom bres med iante su Palabra leída y proclam ada. Enél está contenido todo cuanto Dios ha qu erido m anifestar en orden ala salvación. El resto se conocerá cuando se produzca el «cara acara» (cf. 1 Cor 13,13), es decir, sin la mediación de los signos.

El respeto y el am or que la Iglesia siente po r la Sag rada Esc ritura(cf. DV 21) se ha manifestado en los honores litúrgicos que rodeanla proclamación del Evangelio. El libro es llevado entre luces, incen-sado, besado, colocado sobre el altar, mostrado al pueblo, guardadoen cubiertas — gu arda s— preciosas, etc. El lugar propio de este libro

es el ambón, desde el que el ministro lee y proclama la Palabra. Elarte ha reservado también b ellísim as i lustraciones y m iniaturas p arael Evangeliario, que debe ser distinto de los otros libros de la Escri-tura (cf. OGMR 79) 14.

Ahora bien, el Leccionario es mucho más que un libro, es elmodo normal, habitual y propio, según el cual la Iglesia lee en lasEscrituras la Palabra viva de Dios siguiendo los diferentes hechos y  

 p a la b ra s   de salvación cumplidos por Cristo y ordenando en tomo a

estos hechos y palabras los demás contenidos de la Biblia. El Lec-cionario ap arece com o u na prueba de la interpretación y profundización en las Escrituras que la Iglesia ha hech o en cada tiem po y lugar,guiada siempre por la luz del Espíritu Santo 15.

2. El leccionario de la Misa en la historia

En los orígenes de la liturgia cristiana, las com un idade s no teníanmás libro litúrgico que las Sagradas Escrituras del Antiguo Testa-

14 Por este motivo en numerosos países, entre ellos España, se han hecho ediciones artísticas del  Evangeliario  c f  Not  310 (1992), 332-364

15 Véase el documento, de 25-1V -1993, de la P Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia  (Librería E. Vaticana 1993).

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92  P I I La celebración del misterio

costumbre de usar el Epistolario y el Evangeliario para la misa so-lemne. La reform a litúrgica del Vaticano II ha separado nuev am enteel leccionario  del oracional de la Misa, e incluso ha recomendado laedición del Evangeliario 18.

3. Organización del leccionario de la Misa

El leccionario respo nde a la necesidad de proclam ar los hechos y palabras de C risto según lo s E vangelios, y de reorganizar, en to m o aél, el resto de las Escrituras. Por tanto no basta la Biblia como tal.Cada Iglesia particular ha tomado las Escrituras para meditar, pro-

clamar y vivir, según su propia sensibilidad espiritual e histórica, elmisterio de Cristo. Por eso cada Iglesia ha tenido no uno, sino variosleccionarios a lo largo de su historia, y, en ocasiones, de manerasimultánea. El conocimiento del leccionario es fundamental paracomprender qué celebra y qué vive una Iglesia.

La reforma litúrgica (cf. SC 35, § 1; 51) ha dado lugar al másabundante leccionario de la Misa   de toda la historia de la liturgiaromana, sin contar los no menos ricos leccionarios de los rituales delos sacramentos y el de la liturgia de las horas. El actual orden de  lecturas de la M isa  entró en vigor el 30 de noviembre de 1969, jun-tamente con el Ordo Missae   l9.

Los principios directivos de la organización del leccionario sonlos siguientes: tres lecturas en los dom ingo s y fiestas, profecía, apó s-tol y Evangelio; ciclo de tres años para el leccionario dominical yfestivo, y de dos años para el leccionario ferial del tiempo durante elaño; independencia y complementariedad del leccionario ferial res-

 pecto del dom inical; posib ilidad de selección de lecturas en las m i-

sas rituales, del común de los santos, votivas, por diversas necesida-des y de difuntos; conservación del uso tradicional de algunos librosde la Escritura en determinados t iempos l i túrgicos; mayor presenciadel A ntiguo Testamen to; recuperación de algunos textos evang élicosligados al catecumenado, etc.

18 Cf. supra,  n. 14.19  Missale Romanum ex Decreto Sacrosancti Oecumenici Concilu Vaticam II  

insíauratum, auctoritate Pauh PP VI promulgatum Ordo lectionum Missae  (Ed. typica, Typis Polyglottis Vaticams 1969, Ed. typica altera 1981);  Missale Romanum ex Decreto Lectionarium,  1-3 (Ed typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1970) Cf. B u c j N i n i , A , La riforma litúrgica (1948-1975)  (Roma 1983), 401-419, F o n t a i n e , G , «Commentarium ad “OLM”», en EL 83 (1969), 436-451, L e s s i - A r i o s t o , M , «Aspetti ntuali e pastorali dei praenotanda  OLM», en  Not   191 (1982), 330-355, T r i a c c a , A M., «In margine alia seconda edizione del “OLM”», en  Not   190 (1982), 243-280, W i e n e r  , C., «Présentation du nouveau Lectionnaire», en LMD 99 (1969), 28-49.

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C. 7.  La Palabra de Dios en la celebración 93

U na de las nov edade s que aportó la reform a li túrgica del V atica-no II en el leccionario de la Misa y de los sacramentos ha sido el

 sa lm o responsoria l   o gradual. Este salmo, normalmente, debe sercantado por un salmista, de manera que la asamblea se une por me-dio de la respuesta 20.

20 OLM 19-22, cf. D e i s s , L , «El salmo gradual», en W .A A .,  Presentación y  estructura del nuevo Leccionario  (Barcelona 1969), 65-93; F a r n e s , P., «El salmo responsorial», en Ph  134 (1983), 123-145, H e s b e r t , R.-J., «Le graduel, chant respon- sonal», en EL 95 (1981), 316-350; M a r t i m o r t , A., «Fonction de la psalmodie dans la liturgie de la parole», en Mirabüe laudis canticum  (Roma 1991), 75-96, V e r h e u l , A., «Le psaume responsorial dans la liturgie euchanstique», en QL 73 (1992), 232-252.

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C a p í tu l o V III

 LA ASAMBLEA CELEBRANTE 

La principal manifestación de la Iglesia tiene lugar enla participación plena y activa de todo el pueblo santo deDios en las mismas celebraciones litúrgicas (SC 41).

BIBLIOGRAFIA 

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El segundo c om pon ente de la celebración es la asamb lea del pu e- b lo de D io s reunida para tom ar parte en la acción litúrgica. A hora bien, la asam blea litúrg ica es, en sí m ism a, un signo que expresa yhace presente a la Iglesia de Cristo. Más aún, la asamblea manifiestatambién la presencia del Señor, que prometió estar «donde dos omás se reúnan en su nombre» (Mt 18,20).

En el capítulo se estudian primero algunas nociones de teologíade la asamblea, después se analizan las características de ésta y, fi-nalmente, el concepto de la participación litúrgica.

I. LA IGLESIA, SUJETO DE LA ACCION LITURGICA

El Concilio Vaticano II afirmó que «las acciones litúrgicas noson acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que e s s a cra m ento de unidad,  es decir , pueblo santo congregado y ordenado bajola direcció n de los obispos. Por eso pertenec en a todo el cuerpo de laIglesia, influyen en él y lo manifiestan» (SC 26). La Iglesia repre-

sentada en las acciones litúrgicas es la comunidad de los fieles «uni-da por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4),

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96  P I I La celebración del misterio

que se muestra orgánicamente estructurada, es decir , presidida porsus pastores y dotada de carismas, m inisterios y funcion es (cf. LG 8 ;11, etc.). Reunida para celebrar la liturgia, aparece como sujeto «in-tegral» de los actos litúrgicos f 

Esta visión de la Iglesia forma parte de la eclesiología litúrgica

del Concilio Vaticano II (cf. SC 2; 4142; LG 26) 2.

1. La Iglesia, «cu erp o sacer do tal» de C risto

La liturgia es ejercicio del sacerdo cio de Cristo, y este sacerdo ciose hace visible en la Iglesia y por m edio de la Iglesia, cuerpo , esp osay sacramento del Verbo encamado 3. En efecto, la única mediación

en la liturgia es ciertamente la mediación sacerdotal de Cristo (cf.1 Tim 2,5), pero esta m ediación se exterioriza y se prolong a en elt iempo a través de la comunidad de los bautizados. Todos ellos par-t icipan de la dignidad sacerdotal de Cristo,‘siendo ésta la raíz delderecho y del deber que t ienen de participar en la l i turgia (cf SC14), aun cuando, dentro del pueblo sacerdotal , Cristo ha querido es-tar representado, como cabeza y santificador de todo el cuerpo, porel sacerdocio ministerial. Este sacerdocio y el sacerdocio común delos fíeles participan del único sacerdocio de Cristo y se ordenan eluno al otro, aunque su diferencia es esencial y no sólo de grado (cf.LG 10).

Por tanto, cuando se dice que la Iglesia es el sujeto de las accio-nes litúrgicas, no se alude solamente al sacerdocio ministerial, esdecir, a los obispo s y presbíteros, sino tam bién a los fíeles cristiano sque forman el pueblo de Dios (cf. LG 9) y que ejercen el sacerdociocomún tanto en los sacramentos como en la práctica de la vida cris-tiana (cf. LG 1011). La Iglesia, que se manifiesta en las acciones

1 C f C o n c a r  , Y M -J , «La  Ecclesia   o la comunidad cristiana, sujeto integral de la acción litúrgica», en Id et AA AA ,  La liturgia después del Vaticano II  (Madrid 1969), 279-338, P i s t o i a , A , «L’assemblea litúrgica come soggetto della celebrazione», en RL 72 (1985), 428-435, P o t t i e , Ch - L e b r u n , D , «La doctrine de YEcclesia sujet intégral de la célébration dans les livres hturgiques depuis le Vatican II», en LMD 176(1988), 117-132

2 En efecto, «la liturgia es una epifanía de la Iglesia» J u a n P a b l o II, Carta Apost Vicesimus quintus annus,  de 4-XIM988 (Typis Polyglottis Vaticams 1988), n 9, cf  C a n a l s , J. M , «La liturgia, “epifanía” de la Iglesia», en  Ph  162 (1987), 439-456, 

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3 C f  N e u n h e u s e r  , B , «La liturgia come culto del corpo di Cristo», en D el   l ’ O r o , 

F (dir ), Mysterion Miscellanea S Marsili  (Leumann-Tonno 1981), 25-47

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C 8 La asamblea celebrante 91

litúrgicas, es la esposa de Cristo, nacida de su costado (cf. SC 5)como nueva Eva y cuerpo sacerdotal (cf. LG 67): «Realmente, enuna obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado ylos hombres santificados, Cristo asocia s iem pre consigo   a la Iglesia,su esposa amadísima, que invoca a su Señor y por él r inde culto al

Padre» (SC 7; cf. 84).En esta íntima asociación de la Iglesia a la acción sacerdotal de

Cristo jue g a un papel esp ecialísim o el Espíritu Santo, que ha sidoentregado a la esposa del Verbo como «arras de la promesa» (cf. Ef1,13) para que la asista en la liturgia y le conceda gustar el gozo deun encuentro todavía bajo el velo de los signos (cf Ap 22,17.20; 1Co r 13,13). «L a liturgia viene a ser la ob ra com ún del Esp íritu S antoy de la Iglesia»; «el Espíritu y la Iglesia cooperan en la manifesta-

ción de Cristo y de su obra de salvación en la liturgia» 4.

2. La liturgia, «de la Iglesia» y «pa ra la Iglesia»

Por estos mo tivos «toda c elebración l i túrgica» es acción del Cris-to total, cabeza y m iemb ros, o sea, «ob ra de Cristo sacerdo te y de sucuerpo, que es la Iglesia» (SC 7). «Es toda la comunidad , el Cuerpo  de Cristo unido a su cabeza , quien celebra» (Cat    1140; cf. 1097;1119). «En la celebración de los sacramentos, toda la asamblea es“liturgo”, cada cual según su función, pero “en la unidad del Espíri-tu” que actúa en todos» (Cat    1144).

En este sen tido, la liturgia es «de la Iglesia», porqu e pe rtenec e alentero cuerpo eclesial. Pero esto quiere decir también que la liturgiaexiste a causa de la Iglesia y en fav or de la m ism a Iglesia. L a liturgiaes «para la Iglesia», porque los sacram entos — y toda la vida l itúrgi-ca— que consti tuyen la Iglesia, manifiestan y comunican a los hom-

 bres el m isterio de la com unión del D ios A m or, uno en tres Personas(cf. C at   1118).

De todo lo anterior se extraen otras consecuencias. En efecto, silas acciones litúrgicas no son privativas de los ministros ordenados,sino actos de toda la Iglesia, aquéllos no se pueden erigir en losdueños de la liturgia. A nadie le está permitido, ni siquiera al sacer-dote, ni a grupo alguno, añadir , quitar o cambiar algo por propiainiciativa (cf SC 22). Por otra parte, ha de preferirse, en cuanto sea

 posible, la celebración com unitaria a la individual y casi privada (cf.

4 Cat   1091 y 1099, cf Cat   1091-1109 Sobre la acción del Espíritu Santo en la liturgia, c f supra, n 15 del cap II, y O l i a n a , G , «La Chiesa, corpo di Cristo ín crescita sotto l’azione dello Spinto», en EL 105(1991), 30-58; 107(1993), 136-168, Triacca* A M , «Presenza e azione dello Spinto Santo nelEassemblea litúrgica», en EL 99 (1985), 349-382, etc

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98  P I I La celebración del misterio

SC 27), para que cada cual desempeñe todo y sólo aquello que lecorresponde según la naturaleza de la acción y las normas l i túrgicas(cf SC 28)

En síntesis, el sujeto integral de la acción litúrgica es siempre laIglesia, incluso cuando el ministro ordenado se encuentre solo, por-

que tam bién aquí es m inistro del C risto total, por vo luntad del S eñory no por delegación de la com un ida d 5

II LA ASAMBLEA CELEBRANTE

Ahora bien, la Iglesia subsiste y se hace realidad en las legítimasreuniones locales de los fíeles presididos por sus pastores (LG 26)

Por esto dichas asambleas consti tuyen, especialmente en la celebra-ción eucarística, la «principal manifestación» de la Iglesia de Cristo(c f SC 41 ) Las oracio nes litúrgicas así lo exp resan, al usa r ord ina-riamente el plural bend ecim os, rogam os, dam os gracias, etc El su-

 je to orante es siem pre el «nosotros» eclesial, es decir, la Iglesia, quedialoga con su Señ or e invo ca al Padre

1 La a sa m b lea , sig no sa gr ad o

La asamblea l i túrgica es, por tanto, un signo sagrado, una epifa-nía de la Iglesia  sacram ento de sa lvación   en medio del mundo (cfLG 1 ,8 , SC 2, 5, 26, GS 40) Prefigurada en la asam blea cultual deIsrael en el desierto (cf Ex 19, 24), en la tierra prometida (cf Jos24) y después del exil io (cf Neh 8 , 9), aparece en el Nuevo Testa-mento inmediatamente después de la glorificación de Jesús y de laefusión del Espíritu Santo (cf H ech 2,4247, 4,3235 , 5,1216, etc )En su configuración inicial desempeñó un papel decisivo la expe-riencia pascual y eucarística reflejada en los relatos de las aparicio-nes de Cristo resucitado (cf Le 24 y Jn 20), pero con el t iempo fueadoptando el rostro propio de cada lugar la asam blea de Jerusalen(cf Hech 16), la asamblea de Antioquía (cf Hech 13,13), la asam- b lea de T róade (c f Hech 20,711), la asam blea de Corrnto (c f 1 C or11, 14), etc 6

5 Cf C para la Doctrina de la Fe, Carta sobre algunas cuestiones acerca del  ministro de la Eucaristía  de 6-V1II 1983, en AAS 75 (1983), 1001-1009, trad españ en G u e r r e r o   1,317-32 1

6 Cf C h i r a t , H , La asam blea cristiana en tiempo de los apostóles   (Madnd 1968), L ó p e z   M a r t i n , J , «La asamblea litúrgica de Israel al cristianismo», en  Nova et Vetera 14 (1982), 205-224, M a e r t e n s , Th , La asam blea cristiana (Marova 1964)

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C 8 La asamblea celebrante 99

Como todo signo sagrado, la asamblea t iene un significado y es,en sí m ism a, un significante El significad o de la asam blea es larealidad misteriosa y trascendente de la Iglesia, cuerpo de Cristo ysacramento de unidad, presencia en el mundo de la realidad escatologica del Rem o (c f LG 1, 48, etc ) Co m o significante es un grupo

hum ano, una reunión de creyentes que están jun tos pa ra celebrarA hora bien, el carácter significativo de la asam blea l itúrgica le vienedado no solo por las características eclesiales que la definen comoreunión legitima, sino tam bién por la acción que realiza Esta acciónha de ser identificable como celebración de la Iglesia de Cristo, esdecir, coherente con lo que la Iglesia hace siempre y en todas partes

La sigmficatividad de la asamblea, como la sacramentalidad dela Iglesia, viene dada tanto por la gracia del acontecimiento de sal-

vación que actualiza como por las palabras y los gestos humanos dela celebración Estos han de ser los que C ns to y la Iglesia han elegi-do y determinado para l levar a cabo la santif icación de los hombresy el culto a Dios En efecto, sólo cuan do «se hac e lo que hace laIglesia», la asamblea aparece en su identidad de signo, entre loshombres, de la Iglesia, «señal e instrumento» de Cristo con el poderdel Espíritu 7

2 D imen siones de la asam blea como signo

En todo signo l i túrgico se distingu en tres dim ension es que exp re-san otras tantas referen cias a su co ntenid o m isterioso A plicadas a laasam blea son las siguientes a) dimensión conm em orativa   la asam - b lea litúrg ica evoca y hace recordar la convocato ria del pueblo deDios en la Antigua Alianza en la presencia del Señor, como se hadicho antes, b) dimensión m anifestativa  la asam blea hace presente yrevela el misterio de la comunión de la Iglesia y su condición decuerpo y esposa de Cristo para la salvación de los hombres, c) d imensión profetica   la asam blea es anun cio y anticipo de la reuniónen la Jerusalen celeste (cf SC 8 , LG 50) Toda celebración l i túrgicaes, por tanto, comunión con la Iglesia celeste y participación, a tra-vés del velo de los signos, en la alabanza eterna de Dios y del Cor-dero (cf Ap 5,6, etc ) y en la intercesión del Sumo Sacerdote y me-diador (cf Heb 4,14-15, 7,25, 1 Jn 2 ,1 ) 8

7 C f T e n a , P , «Iglesia asamblea, una nueva aportación teológica», en  Ph  167(1988), 415 436, aquí 433

8 Cf Cat   1137 1139, Vease supra  nn 17-18 del cap VI

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100  P.II. La celebración del misterio

3. A sam blea l itúrgica e Iglesia local

En toda asamblea l i túrgica se manifiesta la comunidad eclesial ,como se ha dicho. No obstante, ninguna reunión de fíeles es legít i-ma, si no es bajo el sagrad o m inisterio del obispo (cf. LG 26). De ahíque la forma plena de asamblea litúrgica, como signo de la Iglesia,es aquella que se desarrolla bajo la presidencia del obispo, rodeadode su presbiterio y m inistros, jun to al ún ico altar . «Po r eso con vieneque todos tengan en gran aprecio la vida l i túrgica de la diócesis entom o al obispo, sobre todo en la Iglesia Catedral» (SC 4 1 ) 9.

Ahora bien, esta forma de asamblea l i túrgica de la Iglesia par-t icular se extiende y se vive en cada una de las comunidades de losfíeles que el obispo preside y gobierna por medio de sus presbíteros

(cf. LG 28). Por pequeñas o pobres que sean, Cristo está presente enellas dando unidad a la toda la Iglesia (cf. LG 26). Entre las comu-nidades crist ianas sobresalen las parroquias, distr ibuidas localmente bajo un pasto r que hace la s veces del obispo, y que de alguna m ane-ra representan a la Iglesia visible. D e ahí la necesidad de fom entar lavida litúrgica parroquial, sobre todo el domingo (cf. SC 42).

III. ANTINOMIAS DE LA ASAM BLEA LITURGICA

Al estar compuesta por personas con su propia ident idad, laasamblea celebrante presenta una serie de antinomias que, lejos deobstacu lizar su papel, lo hacen m ás efectivo y creador:

a)  La asam blea es, a la vez, unitaria y diversa,  acogiendo porigual a todos los hombres a pesar de las diferencias existentes entreellos. En la asamblea cristiana no hay distinción de sexo, origen,

cultura, etc. (cf. Gál 3,28; Rom 10,12), porque todos los miembrosson una cosa con Cristo (cf. 1 Co r 12,1214). Tam poco puede haberacepción de personas (cf. Sant 2,14), aunque la si tuación de cadauno sea distinta: catecúmenos, niños, penitentes, adultos, pecadores,santos, enferm os, sano s (cf. 1 C or 11, 30; 1 Jn 1 ,810).

b)  La asam blea es carismática y jerárquica,  es decir, dotada decarismas y dones y estructurada en una jerarquía de servicio y decaridad (cf. 1 C or 12,411; E f 4,1116). En el plano práctico esto se

traduce en la coordinación de los diversos ministerios y funcionesdentro de la celebración (cf. SC 28).

9 Cf. Ceremonial de los Obispos  (CELAM-DEL 1991), nn.l 1-14, 18-19, y 42-54; O  ñ a t i b i a , I., «La eucaristía dominical, presidida por el Obispo en su catedral, centro dinámico de la Iglesia local», en Ph  199 (1994), 27-44; T e n a , P., «La catedral en la Iglesia local», ib.  188 (1992), 95-112.

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C.8. La asamblea celebrante 101

c)  La asam blea es una comunidad   que supera las tensiones en-tre el individuo y el grupo, entre lo particular y lo que es patrimoniocomún, entre lo que es solamente local y lo que es universal, etc. Laasamblea integra el  y o   y el tú   en el nosotros,  en un horizonte comu-nitario presidido por el misterio de la salvación l0.

d)  La asam blea polariza y ofrece cauces de expresión   y de co-municación a los sentimientos de los presentes. La asamblea no so-lamente es capaz de centrar todos los sentimientos de una persona entomo a un determinado valor religioso o evangélico; también con-centra en él a todo el grupo hum ano que está com partiendo la mismaexperiencia de fe y de oración.

IV. LA PARTICIPACION LITURGICA

Ahora se trata de analizar el papel activo de la asamblea en lacelebración. El Vaticano II quiso que los fíeles no estuvieran en lali turgia «como extraños y mudos espectadores» (SC 48), sino comom iemb ros activos y conscientes. Por eso es indispensable lograr unaverdadera participación activa, consciente, plena y fructuosa.

1. La palab ra «p articipac ión»

 P artic ipación   viene del latín tardío, de  p a rtic ip a d o (partem -ca-  p ere   = tomar parte), y es sinónimo de intervención, adhesión, asis-tencia, etc. La palabra se usa hoy en el lenguaje deportivo, cultural,

 político, económ ico y tam bién en el relig ioso y eclesiástico . El sus-tantivo p a rtic ip a d o   y el verbo p a rtic ip a re   aparecen en las oracioneslitúrgicas indicando siempre una relación, un tener en común, o un

estar en comunión. Participación viene a ser, de hecho, relación, co-municación, identificación, unión, etc. M.En el vocab ulario euc ológico la palabra participación está carga-

da de con notaciones proce den tes tanto de la Biblia com o de la tradi-ción viva de la Iglesia. No en vano se ha usado esta palabra parareferirse a la comunión eucaríst ica, especialmente en las poscomu-niones. Por eso lo más importante no es el término en sí, sino elobjeto hacia el cual se dirige la acción: un sacramento, un misteriodel Señor, la salvación, un don de Dios, etc.

En consec uencia, la participación l itúrgica l leva con sigo tres as- pectos inseparables: a)  La acción de participar, que incluye unos

10 Cf. L ó p e z   M a r t í n , J., «La comunidad como clave de la celebración», en Ph  172(1989), 287-302; M a r s i l i , S., «Unacomunitá, una liturgia», en RL 69 (1982), 593-603.

11 Cf. T r i a c c a , A. M . , «Participación», en NDL, 1546-1573.

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102  PAL La celebración del misterio

actos humanos (gestos, r i tos) y unas acti tudes internas, susceptiblesde variar en intensidad o en grado de modalidad; b )   el objeto de la

 partic ipación, que no es so lam ente el acto m ism o, ritual o sacram en-tal (el signo), sino también el acontecimiento o misterio que se con-memora y actualiza; c)   las personas que participan: fieles y minis-

tros, cada uno según su condición eclesial y la naturaleza de la ac-ción litúrgica.

2. El con cep to

La palabra «participación» ha acumulado los ideales del movi-miento l i túrgico y de la renovación de la l i turgia promovida por el

Concilio Vaticano II. En efecto, se trata de uno de los conceptosclave 12.

1.  A n teced en tes de este concepto.  El preced ente sem ánticomás ex acto de lo que el Co ncilio V aticano II ha entendido p or parti-cipación l i túrgica se encuentra en el famoso motu proprio Tra le 

 so llec itud in i de san Pío X, de 22 de nov iem bre de 1903: «Es ne ces a-rio proveer, antes que a otra cosa, a la santidad y dignidad del tem- plo , donde lo s fieles se reúnen para recib ir tal E spíritu de su fuente

 p rim era e indispensabe, que es la  partic ip ac ión activa   en los sacro-santos misterios y en la plegaria pública y solemne de la Iglesia» 13.Posteriormente la encíclica  M ed iator D ei  de Pío XII, de 20XI

1947 14, precisó aún más dicho concepto, al hablar de la Eucaristía.Para el Papa la participación debe ser, ante todo, interna,  es decir,ejercitada con ánimo piadoso y atento (cf. MD 122). Pero tambiénactiva,  en cuanto los fieles ofrecen juntamente con el sacerdote que preside y se o frecen ellos m ism os. El sacerdote debe instru ir a losfieles acerca del derecho y del debe r de participar activam ente en elsacrificio eucarístico (MD 128 y 134).

La encíclica señala tamb ién los diversos m odo s de esta participa-ción: las respuestas al sacerdote, los cantos del ordinario o el cantode las partes propias de la solemnidad. El culmen de la participaciónes la com unión sacramen tal, por la que los fieles alcanzan m ás abun -dantemente el fruto del sacrificio eucarístico (MD 144147). No obs-tante, la participación es entendida a nivel moral y espiritual, en un p lano ante to do psicológico y afectivo . Y todav ía no se reconoce a

12 Cf. B a r a ú n a , G., «La participación activa, principio inspirador de la constitución», en La sagrada liturgia renovada por el Concilio  (Madrid 1965), 225-285; L ó p e z

M a r t í n , J., «La participación de los fíeles según los libros litúrgicos y en la práctica», en Ph  144(1984), 487-510.

13 En G u e r r e r o   1,623.14  Ib., 631-680 (= MD y párrafo).

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C. 8. La asamblea celebrante 103

los fieles otra capac idad rep resen tativa de la Iglesia en la celeb raciónque la asociación personal de cada uno a la acción del ministro. Estereconocimiento se produjo en el Vaticano II .

2.  La pa rtic ipación según la «Sacrosanctum Concilium».  Enefecto, la constitución, al afirmar el carácter eclesial de las acciones

li túrgicas (cf. SC 26), extrae inmediatamente la consecuencia: «Poreso,  pertenecen a to do el cuerpo de la Ig lesia ,  influyen en él y lomanifiestan» (ib.)  15. Es toda la asamblea litúrgica la que está impli-cada en la acción l i túrgica, pero cada uno de los miembros intervie-ne de modo distinto, «según la diversidad de órdenes, funciones y

 partic ipación ac tual» (SC 26; cf. 2829). Por otra parte se extiende la partic ipación de lo s fie les a toda acción litúrgica, situándola entre los«principios generales que afectan a la renov ación y al fomento de la

sagrada liturgia» (el capítulo I de la SC). Esto quiere decir que la participación es fundam ental en toda celebración, ta l com o reclam ala condición sacerdotal del pueblo de Dios y la naturaleza m isma dela liturgia (cf. SC 14).

El Concilio Vaticano II, aunque no dio una definición de partici- pac ión de lo s fie les, señaló algunas de sus notas esenciales, que p er-tenecen al modo de ejercer la asamblea su papel en las celebracio-nes: la participación ha de ser interna   y externa, consciente, activa, 

 p lena, fruc tuosa , adaptada a la situación de los fi e le s , com unitaria, etcétera 16. Su deseo fue que los fieles comprendiesen bien los ritosy las oraciones para tomar parte en la acción l i túrgica de la maneramás fructuosa posible (cf. SC 48).

3. Exigencias

Se trata de exigencias de carácter pastoral que se refieren a as- pectos externos de la celebración, pero que están al serv icio del en-cuentro con Dios en Jesucristo.

a) La part ic ipac ión es una act iv idad hum ana   que requiere pre-sencia física, identificación en las actitudes, unidad en los gestos ymovimientos, coincidencia en las palabras y en los actos, es decir,acción común. Para esto debe producirse también una aper tura p er

 sonal,   dentro de un clima de com unión, ante el m isterio que se cele- b ra y ante la s consecuencias que han de derivarse para la v ida cris-

tiana.b)   La acción com ún pide renuncia a particularismos   de expre-

sión para aceptar los cauces que ofrece la celebración, tanto en el

15 Cf. SC 2;4 1; 42; L G 10-11; 26; P0 5.16 Cf. SC 11, 14, 19, 21, 26-30,48, etc.

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104  PAL La celebración del misterio

 p lano ritual de actitudes, gestos y m ovim ien tos com o en el planoformal de la plegaria, el canto y el silencio. La act i tud com unitaria hace que lo eclesial tenga una primacía sobre lo individual, pero sinanularlo. M ás aún, uno y otro aspecto han de integrarse m utuame nte.Debe procurarse también una buena comunicac ión in terpersonal   

 para que cada palabra y cada gesto o sím bolo sea com prendido portodos 17.

c) La participación pide acti tudes cultuales   cristianas, y no m e-ramente religiosas. La razón está en la peculiaridad de la l i turgiacristiana como culto al Padre en el Espíritu y la verdad (cf. Jn 4,2324), de forma que no se produzca desfase o ruptura entre la celebra-ción y la vida, entre el culto externo y la actitud interior.

4. M inisterios litúrg icos y pa rticipación

La participación l i túrgica depende en buena medida de la exis-tencia y de la actuación de los distintos ministerios en la liturgia l8.La Iglesia es, toda ella, ministerial, es decir, diferenciada y estructu-rada en ministerios, oficios y funciones en los que se concretan de-terminados aspectos y tareas que, de suyo, corresponden a toda la

comunidad eclesial . Los que desempeñan esos servicios, lo hacen envirtud de un carisma recibido en el sacram ento del orden — m iniste-rios orden ados— , o en virtud de la insti tución de la Iglesia — m inis-terios instituidos— , o en virtud de u n encargo m ás o me nos estable.En todos los casos se trata de verdaderas «diaconías» o serviciosrealizados a imagen de Cristo, «que no vino a ser servido, sino aservir» (Mt 20,28; cf. Le 22,27), y en nombre y al servicio de todala Iglesia.

Dentro de la asamblea l i túrgica, «cada cual, ministro o simplefiel, al desem peñ ar su oficio, hará todo y solo aqu ello que le corres- ponde por la natu ra leza de la acción y la s norm as litúrg icas» (SC28), de manera que «cada uno de los miembros de la Iglesia recibeun influjo diverso, según la diversidad de órdenes, funciones y par-ticipac ión actua l» (SC 26). Así pues, en la asam blea litúrgica, la par-t icipación se realiza y alcanza los m ayores niveles cuand o se ejercentodos los ministerios, tanto los de la presidencia 19, reservada al mi-

17 C f U r d e i x , J., «Participación litúrgica y técnicas de comunicación», en  Ph  68 (1972), 129-139.

18 Cf. B o r o b i o , D., «Comunidad eclesial y ministerios», en  Ph   123 (1981), 183- 201; Id., «Participación y ministerios litúrgicos», ib.,  144 (1984), 511-528; y Conc 12(1972); «Cuadernos Phase» 13 y 19 (Barcelona 1990); EL 101/2 (1987); LMD 194  (1993);  RivPl  116 (1983); RL 73/3 (1986);  Seminarios 95 (1982), etc.

19 Cf. S. N. de Liturgia (dir.),  Presid ir la asamblea   (Madrid 1970); Id.,  El presi-

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C.8. La asamblea celebrante 105

nisterio ordenado como el del lector y el del acólito. Pero existentambién otros servicios que consti tuyen un verdadero ministerio l i-túrgico (cf. SC 29), al servicio de la asamblea: acogida, preparacióndel lugar y de los objetos y vestidos litúrgicos, sacristán, comentadoro animador, director del canto de la asamblea; al servicio de la Pala-

 bra de D ios y de la p legaria litúrgica: lector no instituido, salm ista,cantores, organista y músicos, etc.; al servicio del altar y de losministerios ordenados: acóli tos no insti tuidos, maestro de ceremo-nias, etc.20.

Recientemente se está prestando una atención mayor al ministeriodel Obispo, que ejerce la gracia del supremo sacerdocio en la Iglesia

 p articu lar y lo cal y m o dera la v ida litúrg ica de ésta (cf. SC 41;LG 26; etc.)21.

dente de la celebración eucarística. Directorio litúrgico pastoral (Madrid 1988); Secretariados N. de Liturgia de Europa, «Presidencia litúrgica y formación para el ministerio», en Ph  191 (1992), 413-431; y «Cuadernos Phase» 19 (Barcelona 1990); etcétera.

20 Cf. Ceremonial de los Obispos, op. cit., 18-41; OGMR 58-73. De estos ministerios se hablará también en el cap. XVII. Véanse los directorios dedicados a los distintos ministerios por el S. N. de Liturgia de España publicados a partir de 1984.

21 Además de cuanto se dice antes sobre Asamblea litúrgica e Iglesia local , y en la nota 9, véase: D e   P e r g a m e , J.,  L'Eucharistie, l'évéque et l ’Eglise durant les trois 

 premiers siécles  (Paris 1994); P i n c k e r s , G., «La misión litúrgica del obispo diocesa

no», en Ph  210 (1995), 445-455; T e n a , P., «L’évéque en sa cathédrale», en  Not  348 (1995), 384-408.

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C a p í t u l o   IX

 EL CANTO Y LA MUSICA EN LA CELEBRACION 

La acción litúrgica adopta una forma más noble cuan-do se celebran solemnemente, con el canto, los oficiosdivinos en los que intervienen los ministros sagrados y

el pueblo participa activamente (SC 113).

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Se inicia el estudio de la acción litúrgica, tercer componente dela celebración. E sta acción com prende en prim er lugar la respu esta ala Palabra de Dios, en el diálogo que se produce entre Dios y su

 pueblo: «D ios hab la a su pueblo: C risto sigue anunciando el E van-gelio. El pueblo responde a Dios con cánticos y oraciones» (SC 33;cf. 7). Este capítulo está dedicado al primer modo de respuesta a laPalabra de Dios, el canto. Junto al canto es preciso tratar de la músi-

ca, que no sólo lo acompaña, sino que tiene, ella sola, una funciónen la celebración.

1. EL CANTO EN LA BIBLIA Y EN LA LITURGIA

El canto es una realidad religiosa en toda la Biblia y, particular-mente, en los Evangelios. El propio Señor acudía a la sinagoga se-gún su costumbre (cf. Le 4,16) y allí tomaba parte en el canto de los

salmos. En la última Cena cantó los himnos del rito pascual (cf. Mt26,30).

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108  P I I La celebración del misterio

El canto en la Biblia está presidido por el reconocimiento de la p resencia de D ios en sus obras de la creación y en sus in tervencionessalvíficas en la historia. El ejemplo más acabado son los salmos, que

abarcan todas las formas de expresión sonora, desde el gri to y laexclamación gozosa hasta el cántico acompañado de la música y dela danza (cf. Sal 47,2.6; 81,2; 98,4.6, etc.). La invitación al canto esfrecuente al comienzo de la alabanza (cf. Ex 15,21; Is 42,10; Sal105,1), adqu iriend o po co a poco con notacion es m esiánicas y escatológicas, al aludir al cánt ico nu evo  que toda la tierra debe entonar (cf.Sal 96,1) cuand o se cum plan las mag níficas prom esas del S eñor (cf.Sal 42,10; 149,1). Este cán tico se ha iniciado en la victoria de Cristosobre la muerte, siendo can tado po r todos los redimido s (cf. Ap 5,9

14; 14,23; 15,34).La Iglesia primitiva continuó la práctica sinagogal del canto de

los salmos y de otros himnos: «Llenaos del Espíri tu y recitad entrevosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y celebrad alSeñor con todo vuestro corazón, dando gracias cont inuamente portodo al que es Dios y Padre, por medio de nuestro Señor Jesucristo»(E f 5,18b20; cf. Co l 3,16); «¿está atribulado alguno entre nosotros?Ore. ¿Está de buen ánimo? Cante» (Sant 5,13). En Corinto cada uno

llevaba su salmo a la reunión, de forma que san Pablo advierte que«se haga n para edificación de todos» (1 C or 14,26) *.

1. E s p i r i t u a l id a d b í b l ic a

2. T estim on ios de la h istoria

A comienzos del siglo II los cristianos se reunían antes del ama-nec er «para can tar un h imn o a Cristo, com o a un dios» 2. En la épo ca

 patrística , los testim onios sobre el canto litúrg ico se m ultiplican. Heaquí un ejemplo significativo: «Cuando siento que aquellos textossagrados, cantados así , consti tuyen un estímulo más fervoroso y ar-diente de piedad para nuestro espíri tu que si no se cantaran. Todoslos sentim ientos de nuestro espíri tu, en su variada gam a de m atices,hallan en la voz y en el canto sus propias co rresponde ncias o m odos.Excitan estos sentimientos con una afinidad que voy a calif icar demisteriosa» 3.

1 C f P a r i s o t , J . , «Chant sacrée», en DB 2/1 (1912), 553-556, P e r r o t , Ch , «Le chant hymnique chez les juifs et les chretiens au premier siécle», en LMD 161 (1985), 7-31, etc

2 P l i n i o   e l   J o v e n ,  Ep  X, 96,7, en R  o r d o r f , W , Sabato e domemca nella Chiesa antica(  Tormo 1979), 136-137

1 S A g u s t í n , Confes  X, 33,49, en C o s g a y a , J . , Ccw/es/0«es'(BACmin. 70, Madrid

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1 1 0  P.IL La celebración del m isterio

II. LA MUSICA LITURGICA

El Vaticano II imprimió un nuevo giro a la reflexión y a la prác-tica del canto y de la música en la liturgia. El movimiento litúrgicode comienzos de siglo realizó una gran tarea de renovación musical

en tomo a la consideración de la música sagrada   «como parte inte-grante de la liturgia solemne». La música debía tener las siguientescualidades: santidad, bondad de las formas y universalidad. Sin em- bargo, estas ideas, unidas a un concepto de liturg ia m arcada por elinmovilismo y la uniformidad del latín, no prosperaron. La música 

 sagrada  se reducía al canto gregoriano y a la polifonía sacra, demanera que la música «moderna» y el canto popular estuvieron ex-cluidos de la liturgia hasta los años anteriores al Concilio ,3.

La perspectiva cambió con la constitución Sacrosanctum Concilium.  Aunque todavía se usa la expresión «música sagrada», el Con-cilio propone unas líneas fun dam entales que hay que e nten der dentrodel conjunto de toda la doctrina conciliar sobre la liturgia. El puntode partida ya no es la música sagrada, sino el misterio de salvacióncelebrado por la Iglesia como un aco ntecim iento v ivo que san tifica alos hombres y contribuye al culto que se da al Padre. De ahí que, enla preocupación por el canto y la música en la liturgia, se situaran en

 prim er té rm in o la autenticidad de la celebración y la participación delos fieles. Liturgia y música forman parte de una misma acción ex- presiv a y sim bólica en la que ha de partic ipar toda la asam blea, enfunción del diálogo entre Dios y su pueblo.

De hecho se ha abandonado poco a poco la expresión «músicasagrada» y se usan cada vez más las expresiones música en la litur

 gia, música de la li turgia cristiana , música litúrgica   y música ritual. La última expresión es muy precisa y ha sido definida así por elDocumento de 1980 de la Asociación Universa Laus:  «Por música

ritual entendemos toda práctica vocal e instrumental que, en la cele- bración, se dis tingue tanto de la s form as habituales de la palabrahablada como de los sonidos o ruidos ordinarios» ,4.

A esta definición hay que añadirle un aspecto muy importante, yque consiste en que la música voca l e instrum ental ha de estar «ad or-nada de las debidas cualidades» para la celebración (cf. SC 112), es

 Misas con niños de 1973, el Ceremonial de los Obispos de 1984, y la Instrucción sobre 

 La Liturgia Romana y la Inculturación,  de 25-1-1994 (Typis Polyglottis Vaticanis 1994), n.40.n C f . C o m b e , P.,  Histoire de la restauration du chant grégorien d aprés des 

documents inédits  (Solesmes 1969); M a n z a n o , M., «El futuro del canto popular religioso», en Ph 39 (1967), 228-241.

14 U  n iv e r s a   L a u s , «La música litúrgica hoy», 1.4, en La música en la liturgia,  op. cit., 53; cf. R a i n o l d i , F., «El documento “Universa Laus” en la historia de la música de iglesia desde Pío X a nuestros días», en PastL   114/115 (1980), 13-23.

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C.9. El canto y la música en la celebración   1 1 1

decir, ha de ser apta para la finalidad de la liturgia. En efecto, aun-que el V aticano II no quiso hac er suyo ningú n e stilo a rtístico y abrióa la Iglesia a todas las formas de expresión estética (cf. SC 123),señaló también que habían de ser «dignas, elegantes y bellas, signosy símbolos de las realidades celestiales» (SC 122) y, en el caso delos géneros de música, «que respondan al espíritu de la acción litúr-gica» (SC 116).

Por esto, es preferible hablar de música l i túrgica , entendiendo por ta l la m úsica que, adem ás de los valores propios del arte m usi-cal, se integre en la celebración como vehículo expresivo y comuni-cativo de los fines propios de la liturgia l5. En este sentido cabe in-terpretar las cualidades que se señalaban en la música sagrada: la

 sa n tid a d   será la capacidad de interpretar la fuerza del misterio de

salvación y la respuesta del hombre; la bondad de form as   será sen-cillam ente la calidad estética que elev a el espíritu; y la universalidad  será la expresión de la unidad en la legítima diversidad ,6.

III. FUNCIONES DEL CANTO Y DE LA MUSICA EN LA LITURGIA

Las funciones del canto y de la música en la liturgia se definen

 p or sus características, puestas al servicio de lo s fin es de la liturgia.

1. Características

Entre las características antropológicas del canto y de la música,destacan las siguientes:

1. El canto es expresión del mundo interior del hombre , es de-cir, de sus sentimientos, vivencias, deseos e ideas. Es un medio deexpresión universal más intenso aún que la palabra, un lenguaje queestá presente en todas las épocas y culturas de la humanidad. En elcanto los sentimientos se manifiestan en un estado más puro y no sedifuminan tan rápidamente. Por otra parte, el canto y la música en-vuelven al hombre, l legando a lo más hondo de la persona y com-

15 Cf. J a s c h i n s k i , E.,  Música sacra oder Musik im Gottesdienst?  (Regensburg

1990); D u c h e s n a u , Cl., «Musique sacrée, musique d ’Eglise, musique liturgique: chan- gement de mentalité», en Not   256 (1987), 1189-1199; F r a t t a l l o n e , R., «Linee teologi- co-liturgiche sulla música sacra dal Concilio Vaticano II ad’oggi», ib ., 1156-1188, etc.

16 Cf. C o s t a , E., «La riflessione posconciliare sul canto e la música nella liturgia», en RL 59 (1972), 217-226; K  o v a l e v s k y , M., «Le chant de la liturgie chrétienne: pérennité de ses principes dans la diversité de ses manifestations», en T r i a c c a , A. M. (dir.), Liturgie de l ’Egliseparticuliére, liturgie de l ’Eglise universelle  (BELS 7, Roma 1976), 183-194, etc.

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C.9. El canto y la música en la celebración 113

2. Papel en la celebración

El Concilio Vaticano II ha contribuido decisivamente a clarificarel papel del canto y de la música en la celebración hablando de su

«función ministerial» al servicio de la liturgia (cf. SC 112), expre-sión análoga a la del «noble servicio» del arte (cf. SC 122). Estafunción está unida a la función simbólica o «sacramental» 18.

1.  F unción «sacram ental» d el canto y de la m úsica . El cantoy la música expresan y realizan las actitudes internas de quienes inte-gran la asamblea. Por un a parte respond en y dan salida al exterior alos sentimientos, y por otra ayudan a interiorizarlos y a consolidarlos

 para traducirlos después en la vid a. En este sentido constituyen unverdad ero signo de la acción del Espíritu enviado a los corazones delos fíeles para que invoquen al Padre (cf. Rom 8,15.23.2627), y queinspira los salmo s, las aclam acion es y los him no s (cf. E f 5,1819).

«El canto y la música cumplen su función de signos de una ma-nera tanto más significativa cuanto “más estrechamente estén vincu-lados a la acción litúrg ica” (SC 112), según tres criterios principales:la belleza expresiva de la oración, la participación unánime de laasamblea en los momentos previstos y el carácter solemne de la ce-lebración. Participan así de la finalidad de las palabras y de las ac-

ciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles»(Cat    1157; cf. 2502).

2.  F unción m inisterial.  Si la liturgia ente ra es «m inisterial» ytodo tiene en ella una misión o una función de «noble servicio», elcanto y la m úsica no son una excepción. En efecto, com o los restan-tes signos litúrgicos, no solamente están al servicio de la expresióny de la comunicación, sino, ante todo, del misterio de Cristo y de laIglesia en su realización ritual. Dicho de otro modo, la razón de ser

del canto y de la música en la liturgia se encuentra en el servicio a laacción litúrgica.Ahora bien, esta función se concreta, desde el punto de vista teo-

lógico, en tres aspectos esenciales: el revestimiento de la Palabradivina y de la respuesta del hombre, en el diálogo entre Dios y su

 pueblo; el favorecer la unidad y la com unión de la asam blea, com osigno de una profunda sintonía espiritual, y el constituir en sí mis-mos un ri to, como se verá a continuación.

18 Cf. L ó p e z   M a r t í n , J., «Canto y música en la liturgia: punto de vista teológico», en G a l i n d o , A. (dir.), op. cit., 195-220.

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114  P I I La celebración del misterio

IV SITUACIONES RITUALES Y FUNCIONALIDAD LITURGICA

En la perspectiva de la «función m inisterial», el canto y la m úsi-ca en la l i turgia se convierten en un verdadero ri to en algunos mo-mentos de la celebración. Esto quiere decir que su misión no es

acom paña r unos gestos o un a acción, sino con stituir la m isma acciónritual En la celebración hay m om entos en los que únicam ente secanta o se escucha la música instrumental 19. He aquí las principalessituaciones rituales que crean determinados cantos 20,

1. E l h im n o

Por himno se entiende el canto que se ejecuta por todos a una, yque se convierte en el símbolo de los sentimientos y de los idealesdel grupo Es el canto po r exc elen cia Su ca racterística principal co n-siste en que, en él , palabra y música t ienen la misma importancia, yla percepción del mismo se hace de una manera global, sin acentuarmás un aspecto que el otro El himn o, por otra parte, puede aso ciarse

 perfectam ente a una acción que exija m ovim iento , por ejem plo, una procesión . Sin em bargo, la v erdadera acción en el h im no consiste en

el gesto de cantarlo todosEn la liturgia se prod uce esta situación, po r ejem plo, en el Gloria  de la misa y en el himno que abre la celebración del Oficio divinoEn ambos ejemplos la evidencia formal y el relieve dado a la fun-ción poética piden con mayor urgencia el canto

2. La aclam ación

La aclama ción es una expre sión colectiva concisa, intensa, carga -da de emo ción A clam ar es, a veces, aplaudir o gritar De nuevo laaclamación no consiste en pronunciar palabras. Estas quedan en se-gundo plano, lo importante es la expresión emocional y gestual. Elgrito ¡viva1 como la palabra ¡aleluya1 no significan un concepto,sino la emoción, el entusiasmo. Por eso las aclamaciones deberíancantarse siem pre

Con gestos voca les de aclamac ión se pueden ex presar la respues-

ta a una llam ada, la inv oc ació n, la alegría, la acción de gracias, la fe,

w Sobre la música instrumental vease la Instrucción Musicam sacram   c it , nn 62- 67, cf A y a r r a , J E , «Los instrumentos musicales en la liturgia», en Ph  169 (1989), 29-43, S t e f a n i , G , «Gli istrumenti e la música», en G e l i n e a u   1, 306-308

20 Cf S t e f a n i , G , «E ssa i sur les Com m unica tions sonores da ns la l itu rg ie» , en PLit  5 2 (1 9 7 0 ) , 9 9 1 0 6 , 2 3 2 2 4 2 y 3 1 9 3 3 6 , I d  , «II canto», en G e l i n e a u 1 , 2 8 0 2 9 8

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C 9 El canto y la música en la celebración 115

la esperanza. Entre los ejemplos de aclamación de la l i turgia se en-cuentran, además de los citados, el amén,  el demos gracias a Dios, los saludos y diálogos, las invocaciones y las respuestas a las leta-

nías, etc

3 Meditación

Meditar significa concentrarse, recogerse, interiorizar. La situa-ción ri tual de m editación va en dirección op uesta a la del himno y laaclama ción. En estas si tuaciones, la expresión se proyec ta hacia fue-ra, exteriorizando sentimientos y acti tudes, en la meditación, en

cambio, el que canta lo hace para sí , apropiándose el mensaje delcanto, las palabras, los sonidos, el ritmo, las imágenes, etc.La m editación perm ite con cen trarse, ante todo, en el texto Tal es

el caso de la  salm odia,  que es el can tom editación de la Pa labra Enella los elementos musicales forman una especie de halo, en tomo ala palabra , que facilita la apro xim ación e iden tificación con lo que seestá cantando

4. Pr oclam ación lírica

El himno, la aclamación y la meditación coral son acciones co-lectivas, mensajes que toda la asamblea elabora por sí misma comosímb olos que refuerzan determinada s acti tudes y vivencias En todasestas situaciones, sobre todo en las dos primeras, el canto crea comu-nidad, de m anera evidente, y pone de m anifiesto la unidad del grupoSin embargo, en la asamblea l i túrgica existen papeles que deben serejercitados por personas concretas que ostentan determinados minis-terios o funciones

Desde el punto de vista del canto y de la música existe el minis-terio del salmista, cuya misión es entonar los salmos y, sobre todo,cantar el  sa lm o responsoria l   Este salmo representa un caso de pro -clamación lírica21.

V PASTORAL DEL CANTO Y DE LA MUSICA EN LA LITURGIA

El canto es un factor primordial para lograr el ideal de la partici- pación plena, consciente y activa en la s celebraciones l itú rg ica s22

21 Cf supra,  n 20 del cap Vil22 Sobre la pastoral del canto, ademas del directorio del Secretariado N de Liturgia 

citado al principio, pueden consultarse A l l a r y , J et AA A A ,  Participación en la

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 P.II. La celebración del misterio

Por consiguiente es ne cesario co nseg uir que todas las acciones l itúr-gicas se realicen con canto, como la forma más noble de celebración.El ideal es que todos los textos que por sí mismos requieren canto,se canten efectivamente, empleando el género y el t ipo de músicaadecuados. Pero entre la forma solemne y más plena de las celebra-ciones litúrgicas, en las que se canta todo lo que debe ser cantado, yla forma más sencilla, en la que sólo se canta alguna parte, puedehaber varios grados de p articipación.

«En la selección de las partes que se deben cantar se comenzará por aquellas que por su natura leza son de m ayor im portancia; en prim er lu gar, por aquellas que deben cantar el sacerdote o los m inis-tros con respu estas del pueblo ; o el sace rdote jun to co n el pueblo; seañadirán después, poco a poco, las que son propias sólo del puebloo sólo del grupo de los cantores» 23.

Al alegir y programar los cantos para una celebración, se debeatender a varios factores: en primer lugar, a la calidad teológicolitúrgica de la letra — con pre feren cia los prop ios texto s litúrgico s uotros inspirados en la Biblia o en la liturgia— , al valor m usical de lamelodía y a la utilidad pastoral; en segundo lugar, al día y al tiempolitúrgico, para determinar el grado de solemnización o nivel festivo;en tercer lugar, al equ ilibrio y al ritm o d e la celebración , a fin de qu e

no se produzcan desp roporciones y contrastes entre u na parte y otra;y, por último, a la integración de to da la asam blea en el canto, inclu-so cuando se seleccionen cantos cuya ejecución se confía a un coro.Es conveniente también que los fieles sepan cantar algunas partes dela Misa y de otras celebraciones en latín (cf. OGMR 65). Por otra

 parte, cada una de la s acciones litúrg icas requiere tam bién que seatienda a sus características propias24.

La participación de la asamblea en el canto es un derecho y un

deber que no puede ser suplantado por una coral , aunque ésta t ienetambién su propia función en la celebración al servicio de toda laasam blea 25. Es im portante qu e la asam blea disp on ga de to da la ga

liturgia por el canto, la aclamación y el silencio  (Madrid 1970); R a i n o l d i , F., «Celebrare con il canto: ma che cosa cantiamo oggi?», en RL 75 (1988), 503-517; T a u l e , 

A., «Los cantos en las celebraciones litúrgicas. Teoría y praxis»,  Ph  188 (1992), 113-123; V e l a d o , B., «Teología y pastoral del canto litúrgico. Punto de vista pastoral», en G a l i n d o , A. (dir.), op. cit., 220-243.

w Instrucción Musicam sacram,  cit., n.7.24 Cf. A l d a z a b a l , J., «El canto en las exequias», en Ph   182 (1991), 111-123; I d . ,  

«El canto en Cuaresma y Semana Santa», ib.  187 (1992), 37-48; D u c h e s n e a u , Cl., «Les chants rituels dans la Messe», en LMD 192 (1992), 25-34; G e l i n e a u , J., et AA.AA., «Los cinco cantos del Ordinario», en Ph 30 (1965), 333-384; T a u l e , A., «Los cantos de la Misa», en  Ph  92 81976), 138-143; V e l a d o , B., «El canto en la Liturgia de las Horas», en PaslL  115/116 (1993), 80-105.

25 Cf. Instrucción Musicam sacram, cit., nn. 19-24; A l v a r e z , T., «La función de los

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C.9. El canto y la música en la celebración 117

ma de oficio s litúrgicos relaciona do s con el canto y con la m ú si c a26.Para un a bu ena realización m usical de la l iturgia es indispensable laformación tanto de los pastores y responsables de las celebracionescomo de los propios compositores (cf. SC 115; 1 2 1 ) 21.

coros en las celebraciones»,  PastL 215/216 (1993), 56-67; C o l s , D., «La schola cantonan», en OrH  15 (1984), 332-335.

26 Cf. A l d a z a b a l , « L o s   actores del canto litúrgico», en  PastL   215/216 (1993), 41-55.

27 Cf. C. para la Educación Católica,  Instrucción so bre la form ación litúrgica en los seminarios, de 3-VI-1979, en separata de Vocaciones, n.56.

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C a p í t u l o   X

 LA P L E G A R I A L I T U R G I C A

Cuando la Iglesia ora, canta o actúa, se alimenta la fede los asistentes y las mentes se elevan a Dios (SC 33).

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El segundo m odo de respuesta a la Palabra de D ios, jun to al can-

to, tiene lugar por medio de la plegaria litúrgica. La plegaria litúrgi-ca no es solamente la oración de cuantos toman parte en.la celebra-ción, sino la oración que la Iglesia considera suya en la invocaciónal Señor y en la alabanza, la acción de gracias y la petición quedirige al Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo.

En este capítulo se trata de la plegaria litúrgica. Sin embargo, enel capítulo dedicado a la espiritualidad de la liturgia se tocarán lasrelaciones entre la plegaria litúrgica y la oración personal.

I. LA PLEGARIA LITURGICA

Cu ando la Iglesia, reunida en el nom bre de Jesús p ara celebrar elmisterio de salvación, se pone a orar con fórmulas recibidas de latradición cristiana, la plegaria tiene unas características especialesque la hacen sobresalir entre todas las formas de oración. La plegarialitúrgica es la oración de la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Cató

lica   reconoce que «en la liturgia toda oración cristiana encuentra sufuente y su término» (Cat    1073).

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120  P.II. La celebración del misterio

La oración bíblica 1 se caracteriza por el carácter bendicional yanam nético de la plegaria , lo que da lugar a un predom ino de fórm u-las de t ipo narrativo más que descriptivo. Este rasgo t iene su origen

en la peculiaridad de las relaciones que Dios ha mantenido con su pueblo en la historia de la salvac ión (cf. Heb 1,1). El D ios a quien sedirige Israel , es un Dios cercano, que ha realizado obras maravillo-sas que perman ecen para s iem pre en la m em oria colectiva, no menosque en el corazón de los grandes orantes de Israel: Abraham, Moi-sés, la madre de Samuel, David, Salomón, Elias, Ester, etc.

La Biblia ha creado también géneros, estructuras y fórmulas deoración que h an tenido con t inuidad en la tradición jud ía extrabíblicay que han pasado también al crist ianismo. Entre estos géneros estánla berakah , la plegaria sacrificial, la profesión de fe, etc.2. Pero,dentro de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, se

 produce la novedad de la orac ión cristiana, que tiene su origen enJesús y en su misterio pascual. En Cristo la oración bíblica alcanzasu culminación y se nos da la plenitud de la plegaria litúrgica.

Instruida por el Señor y asistida por el Espíritu Santo, la Iglesia,desde los comienzos, empezó a fi jar los cánones de la plegaria cris-tiana y de las h oras d e orac ión 3. Basta an alizar las plegarias que

aparecen en el Nuevo Testamento para advert i r cómo la memoria   yla bendición siguen estan do p resen tes en la plegaria com unitaria, pe-ro teniendo como centro el misterio de Cristo (cf. Hech 4,2431; Ef 1,314; Col 1,320; 1 T im 2,18; A p 5,814).

1. F u n d a m e n t o b í b l i c o

2. Primeros testim onios

Entre las fuentes má s an tiguas de la plega ria li túrgica crist iana seencu entran la D idach é   y las Odas d e Salomón,   de inspiración jude ocnstiana; las Cartas de san Ignacio de A ntioquía, l lenas de alusionesa la oración l i túrgica; los testimo nios de san Clem ente de R oma, sanJustino (I  Apol.  6667) y san Ireneo de Lyon, en el siglo n; las ora-

1 Véanse Cat   2568-2589 y 2592-2597; y G o n z á l e z , A.,  La oración en la Biblia  (Madrid 1968)

2 Cf. A u d e t , J -P., «Esquisse histonque du genre littéraire de la “benediction”juive  

et de l’euchanstie», en RB 65 (1958), 371-399; B o u y e r  , L ,  Eucaristía  (Barcelona1969), 29-102, G i r a u d o , C.,  La struttu ra let tera ria dellapreghiera eucarística (Roma 1981); H r u b y , K., «La “birkat ha-mazon”», en VV.AA.,  Mélanges B Botte (Louvain 1972), 205-222, L i g i e r  , L , «De la Cena de Jesús a la anáfora de la Iglesia», en  VV AA.,  El canon romano  (Barcelona 1967), 139-200, M a l d o n a d o , L.,  La plegaria  eucarística (BAC 273, Madrid 1967), 4-151.

3 En el cap XXV se tratará de la oración de Jesús y de la Iglesia primitiva

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C. 10. La plegaria litúrgica 121

ciones de algunos mártires en las  A ctas   de su martirio, como la desan Policarpo de Esmima (t 156); y, finalmente, la Tradición Apostólica   de Hipólito (s. m), el testimonio más completo.

La teoría y la práctica de la oración crist iana fueron también ob- je to de tra tados s istem áticos, en tre los que destacan los de san C i- priano, T ertuliano, C lem ente de A lejandría y O rígenes 4.

II. NO TAS DE LA PLEGARIA LITURGICA

Son característ icas de la oración crist iana que se ponen de mani-fiesto de una m anera e spec ial en la plega ria l itúrgica.

1. D im en sión trinita ria

De ac uerdo co n la práctica an tiquísim a de la Iglesia, toda oracióndebe dirigirse al   Padre  p o r  med io de Jesucristo, nuestro Señor, en   launidad del Espíritu Santo. De este modo la plegaria litúrgica (bendi-ción «ascendente»), como expresión de la acogida y de la respuestade los hombres a los dones de Dios (bendición «descendente»), cie-rra el círculo de la bo nd ad divina, que l lega a noso tros p o r  Jesucristoy en  el Espíritu. La plegaria se enmarca así dentro de la economía dela salvación (cf. E f 3,11; 2 Tim 1 ,9 1 0 )5.

Siguiendo el ejem plo y el m anda to de Jesús, el creyente, mo vido por el E spíritu Santo, invoca a D ios com o Padre con afecto fil ia l (cf.Mt 6,9: Le 11,13; Rom 8,1516). Toda oración se hace en el EspírituSanto (cf. E f 6,18; Co l 4,2), en el cual el prop io C risto se ofreció alPadre en la cruz (cf. H eb 9,14). San P ablo, cuando recom ienda a loscristianos convertir su vida en una constante acción de gracias a

Dios Padre, les invita a hacerlo en el nombre de Jesucristo y porm ediació n de él (cf. Col 3,17; E f 5,20).

2. Dimensión cristológica

Pero Cristo no sólo es el Mediador sacerdotal de la plegaria y elintercesor continuo ante el Padre (cf. 1 Jn 2,1; Heb 4,1416). Es

también objeto de la oración y término de la misma. En las doxologías del Nuevo Testam ento, C risto aparece jun to al Padre como cen -tro de la ben dición (cf. Rom 16,2527; E f 3,1421 , etc.). Des pu és de

4 Cf. H a m m a n , A., Oraciones de los primeros cristianos  (Madnd 1956); I d . - S p i d  

l i k , T., «Oración», en DPAC 2, 1587-1592, etc5 Cf supra nn 8-9 del cap. II. Véase Cat   1077-1078 y 1083, y 2626-2627

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C 10 La plegaria litúrgica 123

En el diálogo con Dios la plegaria litúrgica se abre a toda lariqueza de va lores del homb re, de la sociedad y de la creación e ntera(cf. 1 Tim 2,1-4). L a actitud de la Iglesia, al hac erse so lidaria «de los

gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombresde nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren» (GS1), encuen tra adecuad a expresión tam bién en la plegaria. La oraciónde la Iglesia, por ser oración de Cristo, es también oración de toda lacomunidad humana que él ha querido unir a sí (cf . OGLH 3).

La Iglesia, cuando m enciona las realidades hum anas en la plega-ria, proyecta sobre los hombres y sobre el mundo la luz y la graciaque recibe de Dios y, a la vez, encamina hacia él estas realidades alas que abre a la gratuidad de los dones de la salvación n .

111. SACRAMENTAL1DAD DE LA PLEGARIA LITURGICA

Se trata de la aplicación a la pleg aria litúrgica de una de las notasesenciales de la liturgia cristiana. La plegaria litúrgica es un verda-dero  signo   eficaz desde el punto de vista salvífico.

4. D i m e n s ió n a n t r o p o l ó g i c a

1. A ctitud es internas

Lo primero qu e exp resa la plegaria li túrgica son las actitudes in-ternas que están presentes en toda oración crist iana y que hacen detoda la existencia de los creyentes el culto al Padre en el EspírituSanto y en la verdad de Jesús (cf. Jn 4,23).

La primera acti tud es la adoración a Dios, que engloba todas las

demás acti tudes y t iene adecuada expresión externa en gestos comola postración, etc.  ]2.  Junto a ella aparece también la escucha y laaceptación de la Palabra de Dios. En efecto, la proclamación y lacontemplación de las obras de Dios (cf. DV 2) va siempre acompa-ñada de la oración meditativa (cf. DV 25). El ejemplo más notablelo constituye el uso de los salmos tanto en la liturgia de la Palabracomo en el Oficio divino ,3.

La alabanza y la acción de gracias están presentes también en la plegaria litúrgica. L as in tervenciones realizadas por D ios en favor de

n Véanse las misas por diversas necesidades: cf. A u g e , M., «Messe e oraziom per vane necessitá», en D e l l ’O r o , F. (dir.),  II Messale Romano del Vaticano 11,  2 (Leu- mann-Tonno 1 9 8 1 ) , 3 9 9 - 4 1 8 .

12 Cf. Cat  2 0 9 6 - 2 0 9 8 y 2 6 2 8 , L ó p e z M a r t i n , J., «Adoración», en DTDC, 5 - 1 1 .

13 Cf. OLM 1 9 - 2 2 , OGLH 1 0 0 - 1 0 9 ; Cat  2 5 8 5 - 2 5 8 9

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124  PAL La celebración del misterio

su pue blo son recordadas (anamnesis) y celebrad as en la liturgia sus-citando nuevamente la bendición y la confesión de fe, y motivandola súplica de nuevas intervencion es divinas. La petición y la invoca-ción (epíclesis)   son fruto de la evocación y de la celebración de lasobras salvíficas divinas, y este movimiento se traduce en la plegarialitúrgica.

Arrepentimiento y ofrenda de la voluntad. Con frecuencia, laoración, ante la bon dad d ivina m anifestada en sus obras, se conv ierteen un explícito reconocimiento del pecado del hombre para pedir , acon tinuac ión, que el S eñor reciba la ofrenda del corazón arrepentido(cf. Sal 51,12.19). Por último, la intercesión. Se trata de una actitudtípicamente crist iana, que encuentra su ejemplo máximo en la plega-ria sacerdotal de Jesús (cf. Jn 17), intercesión que continúa en el

cielo (cf. 1 Jn 2,1; Heb 4,1416 ). La Iglesia, po r eso, no cesa «desuplicar a Cristo, y por medio de él al Padre, por la salvación detodos los hombres» (OGLH 6 ). En la pleg aria litúrg ica están prese n-tes todas las formas de oración cristiana 14.

2. Dimensión corporal

La plegaria l i túrgica está consti tuida también por acti tudes cor- porales. El hom bre tiende a m anifestar exteriorm ente cuanto experi-menta en su interior. Esta manifestación se realiza por medio de la palabra, pero tam bién a través de gestos y m ovim ientos corporales,tanto de los ministros como de los fíeles. El gesto litúrgico se estu-diará más adelante. Ahora se trata tan sólo de subrayar la necesidady el valor de la integración del cuerpo en la plegaria litúrgica, aunreconociendo la sobriedad con que lo realiza la l i turgia romana. No

obstante, se trata de un aspecto en el que la liturgia está abierta a laexpresión corporal que reclame el talante de algunos pueblos 15.Las actitudes corporales fomentan además la oración 16. Desde

este punto de vista, los gestos de las manos desempeñan un papelmuy importante: a)  las manos levantadas   o extendidas   (en cruz) esun gesto típicamente sacerdotal (cf. Ex 9,29; 17,11; Sal 28,2; 44,21;etcétera), practicado por los prim eros cristianos (cf. 1 Tim 2,8), yque se relaciona con la oración de C risto en la cruz (cf. Le 24,34.46 );

14 Cf. Cat  2625-2649.15 C. para el Culto Divino, La Liturgia Romana y la Inculturación. IV Instrucción 

 para aplicar la constitución «SC» (nn.37-40)  (Typis Polyglottis Vaticanis 1994), nn.41-42.

16 Véanse OGMR 2 0 - 2 1 ; OGLH 2 6 3 - 2 6 5 ; y A l d a z a b a l , J., «El cuerpo también reza», en OrH   11 ( 1 9 8 0 ) , 1 7 7 - 1 8 0 ; Id . , «La expresión corporal en la oración», ib.  2 1

( 1 9 9 0 ) , 2 8 7 - 2 9 2 ; S a g n e , J. C l . , «Le corps dans la priére», en Cath  1 2 , 2 3 3 9 - 2 3 4 7 .

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b) las manos jun tas   es un gesto de reflexión y de concentraciónreligiosa.

C. 10. La plegaria litúrgica  125

3. Eficacia

La plegaria litúrgica es una plegaria eficaz, no solamente en basea la confianza filial del orante para lograr lo que pide, como caracte-rística esencial de la oración (cf. Mt 6,78.2532, etc.). Aquí se trata,ante todo, de la eficacia prometida por Jesús a la oración realizada«en su nombre» (cf. Jn 14,1314; 15,710.16; 16,2327). La oraciónen el nombre de Jesús está ligada especialmente a la asamblea de los

discípulos reunidos para orar (cf. Mt 18,1920; Jn 14,23). Es a estaoración a la que el Señor asocia su propia presencia y el don delEspíritu Santo (cf. Jn 14,1517, etc.).

Por tanto, sin restar eficacia de la oración personal, recomendada por Jesús (cf. M t 6 ,6 ), la plegaria litúrgica, por ser oración de Cristoy de la Iglesia, goza de una eficacia a la que no iguala ninguna otraforma de oración (cf. SC 7). A esta eficacia se la llama ex opere  operantis Ecclesiae   17.

IV. LA EUCOLOGIA Y LOS GRANDES GENEROSDE LA PLEGARIA LITURGICA

La liturgia ha desarrollado una amplia serie de formas típicas de plegaria, desde el punto de vista estructural y li terario. D ejando lasoraciones bíblicas, como el Padrenuestro, los salmos y los cánticosdel Antiguo y del Nuevo Testamento, así como las fórmulas com-

 puestas a base de la Escritura o librem ente, com o antífonas, respon-sorios, versículos, etc., por plegaria litúrgica se entiende ahora laeucología.

Eucología (del griego: euché   — plegar ia— y logos   — tra tado— )significa propiamente «teoría de la plegaria». Sin embargo, la pala- bra es usada en un sentido m ás am plio para referirse al conjunto de p legarias contenidas en un form ulario litúrg ico, en un libro — deno-minado eucologio — o, en general, en toda la tradición li túrgica. Estees el uso más frecuente de la palabra y el que se utiliza en relacióncon la liturgia.

La eucología se suele dividir en mayor y menor, atendiendo a laextensión y a la importancia de las plegarias. La eucología litúrgica

17 Cf. V a g a g g i n i, C.,  El sentido teológico de la liturgia   (BAC 181, Madrid 1959), 117-123.

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126  P I I La celebración del misterio

se encuentra en los ordines   o r i tuales de los sacramentos, compren-diendo el  M isa l   u oracional de la Misa 18  y la  L iturgia de las H oras.

1. Eu colog ía m ayo r

Se clasifican como eucología mayor la plegaria eucaríst ica, las p legarias de ordenación del obispo, de los p resbíteros y de lo s d iáco-nos, de consagración de vírgenes, la bendición nupcial , la plegariade dedicación de la iglesia y del altar, las de bendición de los ele-mentos sacramentales (agua bautismal, óleos, etc.) , y las principalesde bendición de personas, lugares y objetos para el culto y para elservicio de los hombres.

 La p leg a ria eucarística   consti tuye el ejemplo más significativode la eucología mayor y el modelo más completo de la eucologíacrist iana. Se define como plegaria de acción de gracias y de santifi-cación (OGMR 54), y ha recibido también los nombres de anáfora  entre los orientales, y canon act ionis   o canon   entre los latinos l9. «Elsentido de esta plegaria es que toda la congregación de los fieles seuna con Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en laofrenda del sacrificio» (OGMR 54). La estructura más común a losmodelos representativos de las distintas familias litúrgicas, aprecia

 ble en la s actuales del M isal R om ano (cf. O G M R 55), ofrece el si-guiente esq u em a20:

 —  D iá logo-P refacio-A clam ación . — Tránsito:  «Santo eres en verdad.. .». —  E píclesis   I: «Santifica estos dones con la efusión de tu Espí-

ritu...». —  In stitu c ió n • «El cual, cua nd o iba a ser entregado...».

(aclamación.  «Anunciamos tu muerte. . .»).

 —  A nam nesis-O blación:   «Así pues, al celebrar el memorial.. . Teofrecemos, Padre, el pan de vida...».

 —  Epíclesis   II: «Te pedimos... que el Espíritu Santo...».

18 El  Missale Romanum ex Decreto Sacrosancti Oecumemci Concúu Vaticani II  instauratum auctontate Paub PP VIpromulgatum  (Ed typica, Typis Polyglottis Vatica- ms 1970, Ed typica altera 1975), heredero del promulgado en 1570 por san Pío V, contiene cerca de dos mil oraciones Para el estudio de sus fuentes consúltese  J o h n s o n , C , «The Sources of the Román Missal (1975)», en  Not   354/356 (1996), 

3-180, L o p e z   M a r t i n , J , «Bibliografía del Misal Romano», en Ph  163 (1988), 77-92, y M o f l l e r  , E , et A A AA , Corpus orationum,  lss (CCL 160ss, Tumholti 1992ss)

19 Cf supra,  n 2, y G i r a u d o , C ,  Eucaristía per la Chiesa   (Roma-Brescia 1989), I d   , Preghiere eucaris li th eper la Chiesa di oggi  (Roma-Brescia 1993), M a z z a , E , Le odíem epreg hiere eucaristiche,  1-2 (Bologna 1984), Id ,  L ’anafora eucarística Studi  sulle origini   (Roma 1992), VV AA.,  Eucharisties d ’Orient et d'Occident,  1-2 (París1970), etc.

20 Los textos citados pertenecen a la plegaria eucarística II del Misal Romano

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C 10 La plegaria litúrgica 127

 —  Intercesiones:  «Acuérdate, Señor.. .». —  D oxología:  «Por Cristo, con él y en él...».

(aclamación:  «Amén»).Debajo de esta estructura se adivina el movimiento interior de

 bendición y de acción de gracias al Padre, por Jesucristo, en el E spí-ritu Santo, que evoca la historia de la salvación culminante en elmisterio pascual21. En la plegaria eucarística de la liturgia romanatiene un gran relieve el p re fa c io , como parte variable que contribuyea poner de relieve el aspecto concreto del misterio que se celebra 22.

Las restantes fórmulas de la eucología mayor poseen una estruc-tura y un movimiento interior muy parecido a los de la plegaria eu-carística.

2. Eu cología m enor

A la euco logía m eno r pertenece n las oraciones colecta, sobre lasofrendas, posco m unión, sobre el pueblo, con clusivas de las horas deloficio, sálmicas, etc. Una característica de estas plegarias es la deformar parte de una acción ritual específica en el conjunto de toda lacelebración. Así la oración colecta   cierra los ritos iniciales de la Mi-

sa y se centra en la comunidad ya congregada, mientras que la ora-ción  so bre el pu eb lo , centrada tamb ién sobre la com unidad, pertene-ce al rito de despedida. La oración  sob re la s o frendas  está al finaldel rito de la presentación de los dones sobre el altar, y la oración

 po scom unión   sirve para clausurar el rito de la comunión mediante laacción de gracias 23. Se pueden incluir dentro de la eucología menorlas intenciones de la oración universal o de los fieles, restablecida

 por el C oncilio V aticano II (c. SC 53) y que cuentan con im portantes

testimonios en los libros litúrgicos del pasado 24.21 Sobre los elementos de la plegaria eucarística pueden consultarse B o í t e , B , 

«L’épiclese dans les liturgies synennes orientales», en SacrEr  6 (1954), 48-72, C a s e l , 

O , Faites ceci en mémoire de moi   (París 1962), P in  t u , J , Anamnesis y epiclesis en el  antiguo rito galicano  (Lisboa 1974), R a m i s , G , «El memorial cucanstico concepto, contenido y formulación en los textos de las anaforas», en EL 96 (1982), 189-208, S h a n e s , N (dir ),  Eucaristía y Trinidad   (Salamanca 1990), etc

27 Sobre el prefacio c f B r u y l a n t s , P , «Los prefacios del Misal Romano», en VV AA ,  El Canon de la Misa  (Barcelona 1967), 27-55, M o e l i   e r , E , Corpus prefa- tionum  1-5 (CCL 161-161 D, Tumholti 1980-1981), T r i a c c  a , A M , «La strutturazio- ne eucologica dei prefazi», en EL 86 (1972), 233-279, W a r d , A - J o h n s o n , C , The 

 Prefaces of the Román Missal A Source Compendium with Concordante and Indices (Rome 1989)

Cf L o p f z   M a r t i n , J , «Bibliografía sobre el MR», art cit , 85-89, J i n c .m \  n n , 

J A , El Sacrificio de la Misa   op c it , 416-435, 637-645 y 990-1002, y Ph 44 (1968)24 Cf D e   C l e r c k  , P ,  La priere universelle dans les hturgies latines anciennes 

Temoignages patristiques et textes liturgiques  (LQF 63, Münster W 1977)

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 LA COMUNICACION Y EL LENGUAJE LITURGICO

Los ritos deben resplandecer con una noble sencillez,ser claros por su brevedad y... no deben precisar muchasexplicaciones (SC 34).

BIBLIOGRAFIA 

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En el presente capítulo y en los siguientes se estudia la celebra-ción en cuan to acc ión sig nificativa y ritual (cf. Cat   1153). Para com-

 prender m ejor el s ignificado de lo s actos, gestos y objetos que inte-gran la celebración, es preciso tener en cuenta algunas aportacionesde las ciencias de la comunicación y del lenguaje. La finalidad deeste capítulo es analizar la celebración como fenómeno de comuni-cación humana y de expresión simbólica l . La exposición compren-de nociones básicas de t ipo general , aplicadas después a la celebra-ción litúrgica.

C a p í t u l o  X I

I. LA COMUNICACION COMO HECHO SOCIAL

La comunicación  está en el centro de la vida social, ya qu e afe ctaa casi todas las facetas y actividades de la vida. Los cambios quecaracterizan a la sociedad de hoy están relacionados con el fenóme-no de la comunicación.

1 C f F e r n a n d e z , P , «Elementos semiológicos de la liturgia», en  Salm   22 (1975), 457-497. Para el campo religioso J a v i e r r e , J M , «Comunicación de las ideas religiosas», en DCTC, 243-258, R  a n s e y , I. T., II hnguaggio religioso (Bologna 1970), y Conc 42(1969), RL 58/1 (1971)

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C 11 La comumc ación y el lenguaje litúrgico 131

Por consiguiente, la comunicación   es una actividad personal ycom unitar ia , que puede d ef inirse com o un proceso men tal y em ocio-nal de interacción social, en el que se comparten toda clase de situa-ciones interiores.

2 C lases de com un icación

Para establecer una clasificación de la com un icación se recurre adiverso s criterios.

Si se atiende al papel del em isor o com um cado r, la com unicación puede ser unilateral  o recíproca , según se trate de env iar un me nsajeal rece pto r sin espera r respu esta, o si ésta se produ ce En la celeb ra-ción l i túrgica se dan estas dos clases de comunicación

Si se atiende al medio con el que se establece la comunicación,ésta puede ser directa   o indirecta   En el prim er caso el em isor secomunica de persona a persona con el receptor o el grupo. En elsegundo caso se utiliza un medio para salvar la distancia o el tiempoLa celebración l itúrgica entra dentro de la catego ría de la com unica-ción directa, aunq ue se uti licen m edios técnicos, pero dentro siemp re

de un mismo espacio litúrgico 6

Cuando el mensaje es  p erso n a l   y va dirigido exclusivamente auna persona o a una comunidad conocida, estar íamos ante una co-municación p r iva d a   Cuand o la com unicación no tiene unos dest ina-tarios definidos, ni se ha delimitado el ámbito hacia el que se dirigeel mensaje, se la considera  p ú b lica   En la liturgia la com un icacióndebería ser siempre personal en el sentido indicado antes, aunque sediri ja a una comunidad amplia 7

La comunicación es, f inalmente, verbal    o no verbal , si utiliza ono las palabras para transm itir el m ensaje La com unicación v erbalhablada entra en la categoría de la comunicación  so nora , a la que pertenecen tam bién o tras form as com o la m úsica, el canto y el silen-cio La com unicación no verbal    es muy compleja, puesto que se sir-ve de medios y señales tan variados como el gesto, la mirada, losadem anes, etc 8

6 Otra cosa son las retransmisiones por radio o televisión cf  Direc torio p ara las  Misas en radio y televisión   de 4-I1I 1996 (Madrid 1986), y «Cuadernos Phase» 44 (Barcelona 1993)

7 Cf VALBLtNA, F , «Comunicación interpersonal», en DCTC, 258-266 (B ib l), I d   , «Comunicación colectiva», ib  , 230 242

8  Cf C a f f a r c l , C , «Comunicación no verbal», en DCTC, 266 278, D a v i s , F , «La comunicación no verbal» (Madrid 1992, 18ed ) , H i n d e , R A (dir ),  La comunicazione  non verbale  (Barí 1974)

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transmitirlo. El código   hace referencia tanto a la codificación   por parte del em isor com o a la descodif icación   po r parte del re c e p to r9.La lengua es uno de los códigos más importantes que puede usar elcomunicador y que necesariamente ha de ser conocida por el recep-

tor para interpretar el mensaje. La liturgia utiliza varios códigos si-multáneamente, como luego se verá.

Aunque no es un elemento propio del proceso de la comunica-ción, conviene tener en cuenta también la existencia de los ruidos o  perturbaciones que im piden unas veces la transm isión correcta de unmensaje y otras la recepción. Para atenuar los ruidos y hacer másefectiva la comunicación existe una técnica l lamada redundancia, que consiste en el refuerzo de aquellos elementos que pueden hacer

más clara y penetrante la transmisión del mensaje. Por ejemplo, lasvariaciones en la intensidad del sonido, el tono en la voz, las repeti-ciones, la gesticulación, el apoyo de la imagen sobre el texto y vice-versa, etc. Pero existe también el recurso a la retroalimentación   oefecto retorno (feed-back)  y que es un control de la emisión delmensaje, mientras se efectúa, de manera que cualquier variación nodeseada provoca un reajuste del propio proceso l0. La retroalimenta-ción es perfectamente posible en la celebración litúrgica, si los mi-

nistros están atentos a los fieles y respetan y estimulan las interven-ciones del pueblo que la misma li turgia ha establecido para hacermás viva su participación.

II. FUNCIONES DE LA COMUNICACION EN LA LITURGIA

Aunque no es fácil analizar la liturgia desde el punto de vista dela comunicación, se distinguen en ella algunas funciones comunica-

tivas: F unción in form ativa y d id ác tica , que trata de transm itir una doc

»trina o unos valores, para orientar las actitudes y el comportamientode los participantes. Este tipo de comunicación se realiza principal-mente por medio de la palabra. Un ejemplo de esta función se pro-duce cuando un rito es explicado en el curso de su desarrollo pormedio de una fórmula unida al rito mismo. Esto se llama  función de  metalenguaje   y se produce en las moniciones y a veces en las plega-

rias introductorias de un rito. Función conativa   o incitante en orden a realizar determinadosactos. Por ejemplo, las invitaciones a orar o a realizar algún gesto.De modo semejante se puede considerar la comunicación tendente acrear acti tudes   favorables ante un determinado objeto psicológico,

y Cf. NuÑtz, L., «Codificación», en DCTC, 183-193.10 Cf. L p v f r  , F., art. cit., 407-408.

C.l l. La comunicación y el lenguaje litúrgico  133

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134  P I I La celebración del misterio

como la alabanza y la súplica a Dios, o la acogida y la reconciliaciónde cara a los hombres

 Función esté tica ,  cuando se trata de transmitir una emoción poé-tica o lírica al servicio del acon tecim iento que se celebra Esta formade com unicación está reservada gen eralme nte al canto y a la música,

 pero no queda reducida únicam ente al ám bito de la com unicaciónsono ra Los colores, los elem ento s orn am entales, la calidad de losobjetos l i túrgicos e incluso su valor art íst ico son maneras de expre-sar la importancia de una fiesta o las características de un tiempolitúrgico

 F unción p er form ativa ,  cuando se superan todos los niveles ante-riores de comunicación y se da lugar a una situación real nueva, auna presen cia o la com unión con el m isterio Esta función conduce

directamente al misterio y a la comunicación de la gracia de Cristo através de los signo s sacram entales En esta función de la com unica-ción jueg a un gran papel e l s im bolismo

III CODIGOS DE COMUNICACION USADOSEN LA CELEBRACION LITURGICA

Aun que ya se han mencionado, conv iene cono cer en sus aspectosesenciales los principales códigos de comunicación usados por laliturgia.

1. C om un icación sonora

Se produce en la t ransm isión de m ensajes m ediante códigos b a-

sados en el sentido del oído Esta forma de com unicación co m prend ela comunicación verbal hablada,  la comunicación  p o r e l can to ,  lacomunicac ión p o r la m úsica   y la comunicación  p o r e l silenc io   1*.

1  La comunicación verbal hablada   es la forma más noble decom unicación hu m ana y la m ás eficaz Po r otra parte, la l iturgia cris-t iana conced e prim acía a la palabra sobre el gesto y el r ito (c f 1 C or14, 13- 19) Por eso decir, proclamar, confesar, alabar,  etc , son unaforma de actuar li túrgicamente, en d epen denc ia del hecho de la reve -

lación divina por m edio de la palabra. Esto hace que la li turgia ex ijasiempre la lectura pública y en voz alta de los textos, sobre todo

 bíblicos.

11 Vease S t e f a n i , G ,  La aclamación de todo un pueblo La expresión vocal y  musical en la liturgia  (Madrid 1967), Id  , «La comunicazione órale», en G e l i n e a u 1, 202211

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C 11 La comunicación y el lenguaje litúrgico 135

2 La comunicación por medio del canto   es una forma de co-municación sonora y verbal que participa de todas las cualidades dela comunicación verbal hablada, reforzadas por las cualidades delcanto, y de acuerdo con las distintas situaciones rituales que este

 p rovoca D esde el punto de vista sem iológico, en el canto se pueden

analizar los niveles de «denotación» o significado directo del cantoen razón de su texto, y de «connotación» o significado global enrazón de la m elodía y de las resonan cias que puede prov ocar Laliturgia siempre ha procurado que la melodía esté al servicio del tex-to y que este sea inteligible

3 La com unicación po r medio de la música  sola tiene peculia-ridades pro pias en la liturgia En efecto, la aud ición de la mú sica enla celebración t iene algunas exigencias La l iturgia excluye de ante-

mano la uti l ización de instrumentos a modo de concierto, o comom úsica ambiental para crear una atmó sfera No ob stante se admite lam úsica sola para acom pañ ar un rito o para llenar una pausa, siempreque los músicos se integren en la acción litúrgica

4 Comunicación por medio del si lencio   Aunque pueda pare-cer paradójico, el silencio es un verdadero medio de participación enla liturgia, y en este sentido se puede examinar su función expresivay comunicativa 12  El silencio es parte de la celebración, po rque no

es un vacío, ni un mutismo negativo, sino un espacio espiritual parala interioriz ac ión y la ora ción pers on al El silencio en la liturgia esambiental , necesario para una buena percepción de la palabra, deconcentración para disponerse a un ri to, de meditación y de prolon-gación de un rito, después de las lecturas o de la homilía y despuésde la com un ión El silencio es tam bién un rito cuan do la asam blea esinvitada a invocar al Señor durante la imposición de manos o des-

 pués de la s in tenciones de la oración de los fie les

2 Comunicación visual

Se entienden por com unicación visual aquellos procesos com un i-cativos que utilizan có digos que afectan al sentido de la vista Es unacom unicación no verbal En la li turgia confluyen va no s de los cód i-gos de comunicación visual

1 La comun icación p o r medio d el gesto,  no sólo como apoyode la palabra, sino también com o m ovim iento corporal expresivo porsí m ismo En am bos casos el gesto tiene un significado, expresa una

12 Cf Instr  Musicam sacram   de 5-V 1967, n 17, OGMR 23, 32 ,47, 88, 122, etc , OLM 28, 31, etc , OGLH 48, 201  y  202, cf B u s q u e t , P , «El silencio en la celebración», en Ph 92 (1976) 144-148, y RL 76/4 (1989)

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C.l 1 La comunicación y el lenguaje litúrgico 137

Y de un código olfativo:  El incienso, símbolo de las oraciones delos santos (cf. Ap 5,8; 8,34; Sal 141,2, etc.), es un elemento comu-nicativo multisensorial, al menos en las liturgias de Oriente, en lasque no sólo se ve y se huele, sino que se oye, porque el incensariolleva campanitas. En la l i turgia romana el incienso es usado en mu-

chas celebraciones ,7. Otro elemento olfativo es el bálsamo con elque se confecciona el crisma.

IV. EL LENGUAJE LITURGICO

La li turgia es, por tanto, un medio de comunicación en el que se pone de m anifiesto un lenguaje m últip le , hecho de palabras — inclui-da la Palabra de Dios— , gestos, sím bolos y otros eleme ntos. E xisteun lengua je l itúrgico , como existen el lenguaje político, el lenguajecientífico, el lenguaje religioso, etc. 18. Es fundamental que el len-guaje l itúrgico sea com prensible y que toda celebración l itúrgica seaun espacio donde se produzca una verdadera com unicación entre to-dos los que participan.

1. Distinción entre lenguaje y lengua

A hora bien, no es lo m ismo lengua   que lenguaje. La lengua es unconjunto de signos orales y de sus equivalentes escritos usados paraexpresarse, es decir , un modelo constante y general para todos losmiembros de una colectividad lingüística. La lengua, así considera-da, es una realidad supraindividual que determina el proceso de lacomunicación.

El lenguaje , en cambio, es el proceso de estructuración de las p alabras y de las frases de acuerdo con un determ inado estado de la

conciencia para manifestar lo que se desea. El lenguaje articula lalengua en función de una cultura, una mentalidad, una filosofía ouna determinada serie de relaciones del hombre consigo mismo, conlos demás o con el mundo que le rodea.

Ahora bien, en el ámbito de un grupo religioso, integrado por personas de la m ás d iversa p rocedencia socia l y cultural, la necesi-dad de comunicar y compartir la experiencia religiosa hace que no

 basten las palabras de la le ngua, sino que sea necesario recurrir a

otros signos, emotivos y subjetivos. De este modo surgen el lenguaje

17 Cf. A l d a z a b a l , J., «El incienso», en Gestos y símbolos,  op cit, 62-67,x Sobre el lenguaje litúrgico, además de los títulos citados al principio, c f L e g a r   

d i e n , L , «Y a-t-il un langage liturgique?», QL 62 (1981), 145-154, P a r e n t , R , «Le triple langage de l’acte liturgique», en NRT 96 (1974), 406-413, P i s t o i a , A , «Introdu- zione critica al dibattito recente sul linguaggio litúrgico», en EL 94 (1980), 3-26.

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C A I La comunicación y el lenguaje litúrgico 139

blico , desde su matriz misma, que es la Sagrada Escritura (cf. SC24) 23; es t radicional    en cuanto es vehículo de la tradición de laIglesia, y en cuanto actualiza y hace revivir el contenido de esa tra-dición; es un iversa l    que perm ite integrar los particularismo s localesen la expresión general; es p o é tico , al ofrec er belleza y qu eda r abier-

to a la intuición y a la sugestión de quien lo percibe; es más  p er fo r mativo   que informativo, en cuanto dispone para captar una realidado para recibir una experiencia, y en cuan to hace presente el conteni-do lingüístico evocado 24; es ritual,  en cuanto forma parte del rito, acuyos gestos y palabras confiere un significado especial25; es intem

 p o ra l  y trascende nte, de m anera que en la práctica se hace estereoti- pado, solem ne y obje tivo , sin perder por ello expresiv idad y cercaníacomunicativa; es, finalmente,  sobrio   y severo, al servicio de la ver-

dad y de la autenticidad del misterio 26.El lenguaje es uno de los factores más importantes para llevar acabo la inculturación litúrgica 27.

23 Cf. C h a u v e t , A., «La dimensión biblique des textes liturgiques», en LMD 189 (1992), 131-147; F a l s i n i , R. (dir.),  II jondamento bíblico del hnguaggio litúrgico (Milano 1991); H u e r r e , D , «Une liturgie impregnée par l’Ecriture», en LMD 190 (1992), 7-24, etc.

24 Cf L a d r i e r e , J , «La performatividad del lenguaje litúrgico», en Conc  82

(1973), 215-22925 Cf. M a g g i a n i, S., «Lmguaggio ntuale per celebrare», en Commissione E per la 

Liturgia (ed.), Celebrare oggi   (Roma 1989), 37-68.26  Cf. Guardini , R , «La severa majestad de la liturgia», en El espíritu de la liturgia 

(Barcelona 1962), 159-180.27 C f C. para el Culto Divino, La Liturgia Romana y la Inculturación Instrucción  

 para aplicarla constitución «SC» (nn 37-40)  (Roma 1994), n.39.

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C a p i t u l o X I I

 EL S I M B O L I S M O L I T U R G I C O

En la liturgia, mediante signos sensibles, se significay se realiza, según el modo propio de cada uno, la santi-ficación del hombre (SC 7)

BIBLIOGRAFIA 

B a b o l i n , S ,  Sulla funzio ne com unic ativ a d e l sím bolo C orso di stm bo- logia   (Roma 1989), C o c a g n a c , M ,  Los sím bolo s b íb li cos   (Bilbao 1993),C o l í n , P , Fenomenología y hermenéut ica del s imbol i smo l i túrgico   enC o n g a r  , Y M J et A A A A ,  La litu rg ia despu és d e l Vaticano I!  (Madrid1969), 239276, C h a u v e t , L M ,  S ím bolo v sacram ento D im ensió n co n st i tut iva de la existencia crist iana   (Barcelona 1991), F a r n i d i , G (dir),

 S ym bohsm e et th eo lo g ie  (Roma 1974), Gt l i n l a u   1, 105135, G u a r d i n i , R , El espír itu de la litu rgia   (Barcelona 1962), 125137, K irc  h g a s s n i   r , A ,  El  simbolismo sagrado en la l i turgia   (Madrid 1963), L o p i z   M a r t i n   2, 181250, M a r t i m o r t , 195250 M a r s h   i, S et AA A A ,  II scgno nella h tu tg ia  (Roma 1970), V a g a g g i n i , C ,  El sentido teo ló g ica de la li tu rgia   (BAC 181,Madnd 1959), 26123, y Conc  152 (1980), LMD 22 (1950), 119 (1974),

 NPL 129 (1977), RL 55/5 (1968), 66/1 (1979), 67/5 (1980), 73/1 (1983)

La celeb ración litúrgica apa rece com o un con junto de signos Elsigno es un m edio de com unicación y de encu entro En la perspecti-va de la expresión, los signos de la liturgia han sido elegidos paracomunicar el mundo interior de quienes toman parte en la acciónlitúrgica, y com o m ediaciones para la experiencia religiosa Pero lossignos litúrgicos están ante todo al servicio de la presencia y de larealización de una salvación que está destinad a a los hom bres en suscircun stanc ias históricas y existen ciales El tem a del sim bo lismo li-túrgico t iene una vertiente antropológica y otra teológica Am bosaspectos son esenciales y es preciso tenerlos en cuenta

En este capítulo se estudia en primer lugar el simbolismo litúrgi-co, y después se analizan el rito y el gesto, que forman parte de laacción celebrativa

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C. 12. El simbolismo litúrgico   143

Hoy se habla generalmente de  sím bolo   cuando se tiene delanteun significante que remite no a un significado preciso, como en elcaso del  sig no,  sino a otro significante que en cierto modo se hace presente, aunque no de m odo to tal y claro. Por eso el sím bolo tieneuna función representativa, al hacer presente de alguna manera su

significado y al participar del mismo.En todo símbolo se advierten los siguientes elementos: a)  una

realidad sensible, es decir, un ser, un objeto, una palabra; b)   unacorrespo nde ncia o relación de significado o de an alogía con otra rea-lidad superior con la que se entra en contacto a través del elementosignificante; y c)  la realidad sign ificada con la que se contacta estáde tal manera presente y unida al significante, que sin él no podríaejercer su influencia. El simbolismo es un proceso que hace pasar de

las cosas visibles a las invisibles, y es a la vez el resultado de este proceso.

II. ORIGEN DEL SIMBOLO

«Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbo-los. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tienesu raíz en la obra de la creación y en la cultura hum ana, se perfila enlos aco ntecimientos de la A ntigua Alianza y se revela en plenitud enla persona y la obra de Cristo» 3.

1. Desd e el pu nto de vísta psicológ ico

El símbolo no es el producto racional. La mayoría de los autoresrecono cen que el origen del sim bolismo se encuentra, por una parte,en la capacidad del hombre para relacionar las realidades visibles

con su propio mundo interior, y por otra en la necesidad de recurrira las formas sensibles para expresar y revivir ciertas experiencias osituaciones que de otro m odo no lograría reconocer, rehacer o repre-sentar.

El comienzo del proceso simbolizador se suele situar al final del paleolítico al m enos, cuando la naturaleza enseñó al hom bre a tras-cender lo inmediato y visible (cf. Rom 1,20; cf. Sab 13,1; Hech14,17). El universo, la luz, la noche, el agua, el viento, el fuego, elárbol, etc., se presentan como una huella de la grandeza y del poder

divino 4. Por eso los símbolos forman parte del bagaje humano, cul-tural y religioso de todas las épocas de la historia, pero con referen

3 Cat   1145.4 Cí .Ca t    1147-1148.

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144  P II La celebración del misterio

cía siempre al mundo psíquico, es decir, a la fantasía, los sueños, lainspiración poética y la fascinación religiosa 5

2 Desde el pu nto de vista religioso

En el campo religioso el  sím bo lo   se refiere tanto a las formasconcretas con que se explícita una determ inada religión com o al m o-do de conocer y de representar propios de la experiencia religiosaLos símbolos religiosos hacen referencia siempre a lo sagrado , esdecir, al misterio como realidad trascendente 6  A ho ra bien, esta rea-lidad necesita de m ediaciones sen sibles para ser vivida y expresada,dada la naturalez a corporal y espiritual del ho m bre La s grand es re-ligiones de la humanidad así lo atestiguan 7

De este modo, cualquier cosa puede ser tomada como símboloLos símbolos en el ámbito de la religión no solamente están al ser-vicio del culto, sino que también contribuyen a todo aquello que elhom bre busca y espera encon trar en la religión Por eso no existeninguna religión sin símbolos, aunque es preciso reconocer tambiénque el símbolo nunca puede expresarlo todo 8

111 EL SIMBOLISMO, DE LA BIBLIA A LA LITURGIA

El cristianismo posee también su propio universo simbólico. Ahora bien, el sim bolism o litúrg ico se basa esencialm ente en la Bib lia (c f SC24) y se ha desarrollado dentro de la tradición viva de la Iglesia

1 El sim b olism o b íblico

La Biblia pone de manifiesto la existencia de «la pedagogía delos signos» en la historia de la salvación9, que da lugar a la «econo-mía sacramental» en la liturgia

5 J u n g , C ,  El hombre y sus símbolos  (Madnd 1967), 21, cf I d   ,  Simbologia del  espíritu  (México D F 1964)

6 Cf M a r t i n   V e l a s c o , J , El hombre ser sacramental (Raíces humanas del simbo  lismo)  (Madrid 1988), 39 46

7 Cf Cat   1146 y 1149

8 Cf L u r k e r  , M , El mensaje de los símbolos Mitos culturas y religiones (Barcelona 1992), 59-76 Veanse también B e i g b e d e r  , O ,  Léxico de los símbolos  (Madnd1989), C i r l o t , J E ,  Diccionario de símbolos  (Barcelona 1978), C h a m p e a u x , G d e - 

S t e r c k x , S , Introducción a los símbolos  (Madrid 1989), C h e v a l i e r  , J , Diccionario  de los símbolos  (Barcelona 1986), E l i a d e , M , Imágenes y símbolos   (Madrid 1974), F r u t i g e r  , A , Signos símbolos marcas señales (Barcelona 1981), etc

9 C f L u r k e r  , M ,  Dizionario delle imagini e dei sim boh bib lia   (Cmi^ello B1991), también D a n i e l o u , J , Los símbolos cristianos prim itivos (Bilbao 1993)

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C 12 El simbolismo litúrgico 145

1  La «pedagogía de los signos» en el A Testam ento   Aunqueen la Biblia apenas se conoce el término  sím bolo   (cf Os 4,12, Sab2 ,9 , 16,6) y, en cambio, la palabra  signo   y otras similares se usancon mucha frecuencia l0, el simbolismo es connatural al mundo se-m ita A ho ra bien, el leng uaje simb ólico del antiguo O riente que seencuentra en la Biblia ha sufrido importantes desplazamientos designificado al servicio de la fe en el Dios único, creador de todocuanto existe y salvado r del hom bre Por medio de los signos, Diosse relaciona con su pueblo y lo hace caminar en la fidelidad a laalianza

Los signos bíblicos del Antiguo Testamento se suelen clasificaren cuatro grandes bloque s los  signos de la creación,  que culminanen el hombre, creado a «imagen y semejanza» de Dios (cf Gén1,26), los  signos acontecim iento,  que consti tuyen los grandes t iem-

 pos de la salv ación (kairoí),  cuyo momento cumbre es el éxodo, los s ignos rituale s,  que comprenden las instituciones litúrgicas y festi-vas de Israel, y los  s ignos fig u ra s,  que ponen de relieve la misiónsalvífica de determinados personajes históricos, o de determinadasfunciones en favor del pueblo

L a principal carac teríst ica del sim bolism o bíblico es su trasfondohistónc osalv ífico En este sentido, los signos bíblicos ponen de m a-

nifiesto la continuidad de la presencia salvad ora de D ios y poseen uncarácter prefigurativo, mem orial y tipológico Esp ecialm ente los sig-nos que tienen carácter litúrgico prefiguran los sacramentos de la

 N ueva A lianza 11

2 Co ntinuidad en el N Testamento   Los signos veterotestam entan os ap arecen en el Nuevo Testamento apl icados a las relacio-nes entre Cristo y la com un idad de sus discípulos Jesús no solam en-te se sirvió de los  s ignos de la creación   para dar a conocer el Reino

de Dios, sino que dio cumplimiento a cuanto anunciaban los  s ignos  acontecimiento  y los  s ignos rituale s,  concentrándolos en su personay realizando curaciones por medio de gestos simbólicos que poníande man ifiesto su pod er de salvación (cf M e 7,3335, 8,2225, Jn 9,6,etcétera) 12

A unq ue el culto nuevo que C risto inauguró no está l igado a lugaralguno (cf. Jn 4,2123), el mismo Señor quiso perpetuar su acción

10 Ochenta veces en el Antiguo Testamento y setenta veces en el Nuevo c f H o f i u s , H , «Milagro (sémeion)», en NDTN 3, 89-93

11 Cf Cat   1150, veanse B e a u c h a m p , P , «La lecture typologique et le Pentateu- que», en LMD 190 (1992), 51-73, D a n i e l o u , J , «Sacramentum futuri » Htudes sur les origines de la typologie biblique (París 1950), Id ,  Sacramentos y culto según los  

 SS PP   (Madrid 1962), G r e l o t , P , Sentido cristiano del Antiguo Testamento  (Bilbao 1967), etc

,2 Cf Cat   1151

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fuente de energía y en luz orientadora para su vida». Esta necesidad, presente en los m om entos m ás im portantes de la vid a, com o el naci-miento, el matrimonio, la enfermedad o la muerte, es como «unasegunda naturaleza del hombre» que ansia trascenderse a sí mismoy, en definitiva, situarse en el mundo que le rodea y en el universo, para dar sentido a su vida, abarcando y com prendiendo su ex is-tencia 25.

Ahora bien, el rito es la «acción humana típica» del hombre reli-gioso, de manera que los ritos abarcan toda la amplia zona de laexperiencia del misterio. Desde este punto de vista, se suelen señalaralgunas características en el rito: una acción simbólica, realizada deacuerdo con una norma previa, que se repite con una cierta periodi-cidad y que p retend e tene r una eficacia sobrenatural o hacer presenteuna realidad de orden superior26.

Dentro de los ritos específicamente religiosos se encuentran los

ritos apotropaicos  para alejar poderes peligrosos, los ritos de  p u rificación,  de expiación,  de ofrecimiento   y de comunión.   Otra clasifica-ción es la siguiente: ritos cíclicos o  ligados al curso del tiempo; ritos de tránsito,  que consagran un paso en la vida de las personas, y ritos de crisis,  que se realizan en circunstancias especiales para afrontaruna s i tuación pel igrosa 21.

VI. CARACTERISTICAS DE LOS RITOS CRISTIANOS

Además de los valores antropológicos inherentes al rito religioso,los ritos cristianos ponen de manifiesto la vida del creyente, es decir,su existencia como verdadera liturgia o servicio a Dios en los herma-nos y en las realidade s tem porales (cf. Jn 4,23; Rom 12,2; 1 Pe 2,5).A hora bien, los ritos cristianos aparecen desde el principio com o actosde la comunidad eclesial que revive y actualiza los acontecimientossalvíficos que se han producido en la vida histórica de Jesús, de modo

 particular su m uerte y resurrecció n. Por este m otivo la ritualidad cris -tiana no es una simple continuación de la ritualidad judía, pero tampo-

2S K fnnl   d y , E , «Valor del rito religioso para el equilibrio psicológico», en Conc 62 (1971), 212-218, aquí 212; V e r g o i  e , A., «Regards du psychologue sur le symbo- lisme liturgique», en LMD 91 (1967), 129-151. Para las restantes dimensiones del rito cf. B o u s q u e t , F ,  Le rite   (París 1981), C a z e n e u v f , J ,  La sociología del rito (Buenos Aires 1972), M a g g i a n i , S , «Rito-Ritos», en NDL, 1743-1751, M al  d o n a d o , L., «Teoría y praxis de la ritualidad», en  Ph  107 (1978), 423-441, Rizzi, A., «Rito», en DTI 4,204-220, etc

2t   Cf. M a r t i n V e l a s c o , J ,  L o  ritual en las religiones  (Madrid 1986), 15-33, también B o u y f r , L ,  El rito y el hombre Sacra lidad natural y liturgia   (Barcelona 1967).

27 Véase la descripción de cada tipo en T f r r i n , A N., «Antropología cultural», en NDL, 111 -136, aquí 127-131, y su aplicación a la liturgia* ib  , 132-135

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C. 12. El simbolismo litúrgico 151

Por otra parte, «las acciones, gestos y posturas corporales» sonun factor imprescindible para la participación litúrgica plena (cf. SC30; OGMR 20). Más aún, la integración del cuerpo en la oración ydel gesto en la liturgia son factores de equilibrio interior y externo,además de contribuir a la expresividad, la estética y la funcionalidad

de los ritos 33.

33 Cf. H a m e l i n e , J. Y., «Observations sur nos maniéres de célébrer», en LMD 192(1992), 7-24. De la dimensión corporal de la plegaria se ha hablado en el capítulo X.

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154  P.II. La celebración del misterio

 pregunta, sé lo que es; pero si lo quiero exp licar a quien m e lo pre-gunta, entonces no lo sé». Esta frase, atribuida a san Agustín, dejaconstancia de la dificultad de manifestar nuestra conciencia subjeti-va del tiempo.

1. El tiem po cósm ico

El t iempo es una magnitud de las cosas en cuanto a su duración.El año, el día, las horas y cualquier otra división del tiempo respon-den a unos cálculos sobre la base de la revolución de la Tierra alre-dedor del Sol y del giro que efectúa sobre sí misma. Todo esto no essino una dimensión, resultado de una observación. Es el t iempo ma-

temático, y en cuanto basado en el movimiento del universo se lellama t iem po cósmico.  En el tiempo considerado así, todas las horasson iguales, y no hay distinción entre unos días y otros. Ahora bien,ese t iempo homogéneo, marcado por el r i tmo y la alternancia, no esmás que u na referencia del v erdadero t iempo , la duración de las co-sas. En el hombre hay una autoconciencia refleja del devenir de suexistencia, que no coincide con la pau sa m arcada po r el t iem po cós-mico. Para el hombre el t iempo posee dimensiones diferentes, te-

niendo cada instante un valor dist into y propio. Lo mismo puededecirse de los días, de los meses y de las estaciones. Cada tiempotiene su propia importancia y refleja una etapa de la existencia hu-mana y de la vida de las cosas.

2. El t iemp o sagrad o

Surge así una noción nueva del t iempo, o mejor, una caracterís-tica de determinados tiempos en los que ocurre o va a ocurrir algo.El hombre trata entonces de delimitar el «poder» del t iempo y detraspasar, con el menor riesgo posible, el umbral que le introduce enese t iempo «distinto», l lamado t iempo sagrado , frente al tiempo or-dinario  K   Ambos están dentro del tiempo cósmico, pero se tiene laimpresión de que el tiempo sagrado es un espacio circunscrito, un

 paréntesis en el devenir de la s cosas, un instante sustraído a la eter-nidad. El tiempo sagrado se convierte entonces en una hierofanía . El

1C f . C a s t r o , C .,  El sentido religioso de la liturgia  (Madrid 1964), 541-554); D u c h , L l . , «El tiempo en las religiones», en  Ph  184 (1991), 285-296; E l i a d e , M., Tratado de historia de las religiones  (Madrid 1974), 389-410; L é v i - S t r a u s s , C l . ,  Le temps du mythe (París 1971); M b i t i , J., Entre Dios y el tiempo. Religiones tradicionales  africanas  (Madrid 1990), 21-41; P o l o , T., «El tiempo sagrado en algunas culturas arcaicas», en RevEsp  178(1986), 133-158.

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C. 13. El tiempo de la celebración 155

t iempo sagrado supone una interpretación religiosa del t iempo cós-mico, a partir del significado mítico de la renovación de la naturale-za en la primavera. Frente a la idea l ineal   que t iene el hombre mo-derno del t iempo, como un punto que se desplaza hacia adelante

 — el futuro— y desde el que se puede m irar hacia atrás — el pasa-

do— , el hom bre primitivo tenía una idea circular y cíclica, de m ane-ra que los acontecimientos históricos volvían sobre sí mismos 2.

3. El tiempo histórico-salvíiíco

«Una de las fechas más importantes de la historia de la religiónes el cambio de las fiestas naturales israelitas en conmemoración de

fechas históricas que son también apariciones del poder, accionesde Dios. Cuando la antigua fiesta del  passah,  ligada con los tabúes dela fiesta lunar y de la primavera, se transformó en la celebraciónde la bondad de Dios en la salida de Egipto, empezó algo totalmentenuevo» 3. En efecto, en la historia de Israel se produjo un cambio enla concepción del t iempo sagrado , superándose la idea del tiempocom o retom o cíclico. El Dios de Israel no se m anifiesta en la cosm o-gonía, como tampoco se revela en los elementos desencadenados de

la naturaleza (cf. 1 Re 19,914), sino en la historia de su pueblo. Susintervenciones son «históricas», no míticas, y hacen historia. Elt iemp o resultante no es ya una hierofanía cósm ica, sino un a teofanía ,un signo de la acción personal de Dios en favor de su pueblo.

En este sentido, el tiempo bíblico no es repetición del pasado,sino promesa y profecía de futuro. Cada acontecimiento divino sal-vador del hombre es irrepetible y liberador. El tiempo resulta ser, acausa de la interven ción de D ios, un tiem po salvífico o histórico-salvífico.  El tiempo ya no es el erónos  inexorable que devora a loshombres, sino el kairós , el tiempo histórico cargado de aconteci-mientos salvíficos. L a historia hum ana en la que Dios ac túa es inter-

 pretada por el pueblo de D ios com o una h isto ria de salvación 4.M ientras el hom bre primitivo trataba de d om inar el t iem po, el hom -

2 Cf. E l i a d e , M.,  El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición  (Barcelona1985).

3 Leeuw, G. van der , Fenomenología de la religión  (México D.F. 1964), 378. Sobre el tiempo en la Biblia cf. A r o n , R., «Réflexions sur la notion du temps dans la 

liturgie juive», en LMD 65 (1961), 12-20; C a z e l l e s , H., «Bible et temps liturgique», en LMD 147 (1981), 11 -28; C e c o l i n , R., «Le nuove concezioni del tempo e la Bibbia», en RL 77 (1990), 387-413; P i d o u x , G., «A propos de la notion biblique du temps», en  

 RThPh  2 (1952) 120-125; V e r m e y l e n , J., «Tiempo e historia en el A.T.», en  SelT 95 (1985), 203-211, etc.

4 Cf. H a h n , H. C h ., «Tiempo (kairós)»,  en DTNT 4, 267-272; y B e r c i a n o , M., «Kairós, tiempo salvífico», en RET 34 (1974), 3-33. Véase el apartado 4 del cap. II.

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C. 13. El tiempo de la celebración 157

1. Noción

La fiesta pose e valores hu m ano s y religiosos que hacen difícil sudefinición 7. La fiesta se define por lo inútil   o no utilizable con finesextrínsecos. Lo que pretende es manifestarse a sí misma, poner en

movimiento la capacidad festiva y lúdica del hombre y su actividadexpresiva y contemplativa. Es una especie de juego. La fiesta estambién una imitación del hacer divino , una activida d com placien tecomo la de la Sabiduría que juega en presencia del Altísimo (cf.Prov 8,2731). Celebrar una fiesta es una forma de glorificar al Se-ñor y de darle gracias. También se ha definido la fiesta por la afirm ación de la vida  y del mundo: la alegría y el regocijo son actitudesque impregnan toda la existencia, y una forma de exaltar la bondad

de las cosas (cf. Gén 1,31).La fiesta se yuxtapone al tiempo corriente. Y, ciertamente, existe

un fuerte contraste entre la fiesta y la vida de cada día, un choqueentre la realidad y la utopía, entre los convencionalismos y la natu-raleza. La fiesta puede parecer un rebrote el caos inicial, en el que seliberan todos los sentimientos y se permiten todos los excesos. Perola fiesta da luga r a una dilatación   del espíritu, rebasando la estrechezde la realidad cotidiana y l levando al hombre a una experiencia másamplia. La fiesta entra en el campo de la exaltación de la imagina-ción y de la fantasía.

2. Estructura hum ano-religiosa

La variedad de fiestas es muy grande, pero todas tienen en co-mún la atmósfera   que envuelve y caracteriza su celebración. La fe-nomenología señala que la fiesta no es sino una  fo rm a de viv ir el  tiempo   como realidad simbólica y sagrada 8. De este modo la fiestase vive como un don, como una posibilidad de liberación total. En lafiesta el hombre recupera su relación con el misterio.

La prohibición del trabajo en la fiesta, los ritos de com ienzo de la  f ie s ta   y las diferentes formas de subrayar el contraste con el tiempocorriente tratan de romper con el pasado y de abrir al hombre a lotrascendente. Por eso la actividad festiva por excelencia es el culto a

M a r i i n   V e l a s c o , J., «Recuperar la fiesta cristiana», en Comm  4/3 (1982) 145-161; P f r n i g o t t o , A., «Cosa é la fiesta cristiana?», en EL 87 (1973), 75-120; y «Cuadernos  Phase» 27 (Barcelona 1991).

7 Cf. M a i . d o n a d o , L.,  La religiosidad popular, nostalgia de lo mágico   (Madrid 1975), 193-218.

8 M a r t í n V e l a s c o , J., «La fiesta. Estructura y morfología de una manifestación religiosa», en Ph 63 (1971), 239-255.

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158  P.II. La celebración del misterio

Dios, como culminación de toda fiesta. Sin este elemento de comu-nicación con el mundo de lo trascendente, la f iesta no alcanza susniveles más profundos.

Por otra parte, la fiesta tiene siempre un motivo , más o menosclaro en la memoria colectiva. Más allá de la costumbre o del peso

de la tradición, en el fondo de las fiestas existe siempre un hecho, unm ito, u na leyend a o un relato épico que justif ica el hac er f iesta.

3. Notas específicas de la fiesta cristiana

La celebración crist iana asume los valores humanos y religiososde la fiesta, pero tiene también aspectos propios9. En este sentido, la

 prim era nota de la fie sta cristiana es la de ser un signo de la presen-

cia del Señor, el  E m m a nuel   (Diosconnosotros: cf. Mt 1,23). Es la p resencia p rom etida por Jesús a sus d iscípulos para después de laresurrección, cuando el novio   vuelve a estar de nuevo con sus ami-gos (cf. Mt 9,15). Esta presencia genera una alegría que nadie les

 p odrá arrebatar (cf . Jn 16,22). O tro aspecto propio de la s fiestas cris-tianas es su valorpre f igurat ivo  de la fiesta que no tiene fin, no comom ero anunc io de lo que está por venir , s ino com o pren da y ant ic ipo,ya en este mundo, de la alegría eterna (cf. SC 8; LG 50).

La eucaristía es el centro y el culmen de toda fiesta cristiana y el parad igm a de toda ce lebración litúrg ica, con esa no ta peculiar delculto cristiano que consiste en la unidad inescindible entre la Palabray el sacramento (cf. SC 56). La proclamación de la Palabra anunciael misterio que se celebra, y el gesto sacramental actualiza el acon-tecimiento salvador en la vida de los fieles ,0.

III. LOS RITMOS DE LA CELEBRACION

Una de las característ icas del t iempo de la celebración y, en par-ticular, de la fiesta, es su determinación en el calendario. La liturgiacristiana no se sustrae a esta ley, aunque es consciente de que la

 p resen cia de la salvación en la historia no está sujeta a n ingún factorde t ipo cronológico, como tampoco lo está a los elementos expresi-vos o ri tuales. Sin embargo, la misma «pedagogía de los signos»,que ayuda   al hombre a pasar de lo visible a lo invisible, ha estable-cido momentos y t iempos para la celebración en base a su eficaciasignificativa y «pedagógica». Esta es la razón de ser de los diferen-tes ritmos de la celebración litúrgica.

9  Cf. Com. Permanente de la CEE, «Las fiestas del calendario cristiano», de  13-XII-1983, en PastL   127/128 (1982), 3-14.

10 Cf. C a s e l , O., Faites ceci en mémoire de moi   (París 1962), 43-44.

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160  P.II. La celebración del misterio

El centro del día lo ocupa, en cambio, el sacrificio eucarístico,aunque su celebración no tenga que hacerse necesariamente en nin-gún momento especial . Tan sólo en muy pocas ocasiones el Misalindica cuándo debe tener lugar la eucaristía: el Jueves Santo, la no-che de Pascua, el día de Navidad. En estos casos se trata de poner de

relieve el significado que tiene la hora de la celebración.

3. El ritmo semanal

El tercer ritmo litúrgico del tiempo lo marca el domingo: «en el prim er día de cada sem ana, llam ado día del Señor o dom ingo, laIglesia, según una tradición apostólica que tiene sus orígenes en el

mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pas-cual» 15. La semana es un período de siete días que equivale aproxi-madamente a la cuarta parte del mes lunar. Es indudable su origenrelacionado con las fases de la luna en los púeblos sumerios e indoiranios. De ellos la tomaron los hebreos y la relacionaron con lacreación. La sem ana jud ía se apoy a en el  sab a t , el día de descan-so absoluto consagrado al Señor (cf . Gén 2,3; Ex 20,1011; Dt5,1215).

En el cristianismo, aunque al principio se siguió observando elsábado, muy pronto el «primer día de la semana» se convirtió en eldía festivo por excelencia. La semana, del latín hebdómada,   estabavigente también en el mundo grecorromano, si bien relacionada conlos planetas conocidos desde el siglo m a.C. Cada día llevaba elnombre de uno de los planetas, incluyendo también al Sol. El día del   So l   coincidía con el domingo. No obstante, la liturgia llama al restode los días «ferias», del latín  fe r ia e   — días festivo s— : feria II (lu-nes), feria III (martes), etc.

Dentro de la semana la tradición l i túrgica dio especial relieve alas ferias IV y VI, el miércoles y el viernes, como días penitenciales.

IV. EL CALENDARIO LITURGICO

Se denomina calendario   el sistema que organiza y distribuye lasdivisiones del t iempo de acuerdo con un principio no sólo cósmico,

sino también significativo. El calendario, sea del tipo que sea, sueletomar como base el año sideral , definido por el t iempo que tarda laTierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol  — año so lar  — :356 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. No obstante existe

15 NUALC 4. Al domingo se dedica el cap. XIX.

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C a p í t u l o XIV

 EL LUGAR DE LA CELEBRACION 

Al construir templos debe procurarse con diligenciaque sean idóneos para seguir las acciones litúrgicas ylograr la participación activa de los fieles (SC 124).

BIBLIOGRAFIA 

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El lugar de la celebración o espacio celebrativo es, com o el tiem -

 po litúrg ico estud iado en el capítu lo anterior, otro com ponen te en elque se desarrolla la acción litúrgica. A un que la liturgia tiene a Cristocom o tem plo único y verdad ero (cf. Jn 2,1922), necesita de un lugar para que se reúna la asam blea. Este lugar es igualm ente significativoy supone una interpretación del espacio de cara a los que han deocuparlo

El capítulo, además de ocuparse de los lugares y de los objetosde la celebración, tratará también algunas cuestiones generales rela-cionadas con el arte litúrgico y la iconografía.

I. EL ESPACIO CELEBRATIVO

Se entienden por espacio celebrativo  los lugares donde se desarro-llan las acciones litúrgicas, y también su ambientación o decoración.

1 Cf. supra, n. 14 del cap.XI; y D al m a i s , I. H., «Le reflet de sa gloire. Architecture et iconographie chrétiennes», en LMD 114 (1973), 68-84; VV.AA.,  Espace sa cré et  architecture moderne  (París 1971); V a r a l d o , G.,  La chiesa casa del Popolo di Dio . 

 Liturgia e architettura  (Torino-Leumann 1974); Z u n z u n e g u i, J. M., La Iglesia casa del   Pueblo de Dios. Liturgia y arquitectura  (San Sebastián 1979).

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164  P I I La celebración del misterio

Toda reunión requiere un m arco significativo Este hecho hu m a-no se verifica tam bién en el ámb ito religioso La arq uitectu ra y elarte han tratado también de expresar y traducir en sus elementos y

formas la exp eriencia del hom bre en los con fines del m isterio Asíha nacido la idea del lugar y de los objetos sagrados 2

El espacio no es homogéneo para el hombre religioso, porqueexisten zonas en las que se ha prod ucido o se produ ce un a hierofanía(Ex 3,5) El um bral que separa el espa cio sag rado es, a la vez, fron-tera y acceso entre dos mundos que se oponen y, no obstante, secom unican entre sí El tipo de lug ar no imp orta En todo caso sem anifiesta como «lugar terrible, casa de D ios y puerta del cielo» (c f

Gén 28,17), o bien como centro del mundo y punto de encuentroentre las diversas zonas cósm icas El ritual expresa un as veces elreconocimiento y la delimitación de la sacralidad del lugar, y otrasveces la constituye o confiere

1 E l e s p a c i o s a g r a d o

2 El tem plo en la B iblia

La Biblia refleja con cepc iones sem ejantes 3 A ntes de la co ns -

trucción del templo, los hebreos invocaban el nombre del Señor endiversos lugares en los que se había revelado la presencia divinaDios se m anifestó a A brahan y asegu ró su asistencia a M oisés y a su

 pueblo para siem pre ( c f Ex 3 ,1315, 33,16) Sig no y testim onio deesta cercanía fue el santuario portáti l del desierto (cf Ex 25,89 40ss), lugar de cita con el Señor (cf Num 1,1), hasta que el lugarse fijo en Jerusalen (cf 2 Sam 6,1219) Allí quiso Dav id levantar untemplo al Señor (cf 7,117), obra que realizó su hijo Salomón (cf

1 Re 8,1 ss)El templo se convirtió en el centro religioso, especialmente des- pués de la refo rm a de Josías (c f 2 Re 23,427) Pero los p ro fetasdenunciaban el carácter superficial del culto y hasta las prácticasidolátricas (c f Is 1,1117, e t c ), hasta el pu nto de que la glo ria delSeñ or aban don ó el tem plo (c f Ez 10,4 18) D espué s del ex ilio los

2 C f B o u y e r  , L , El rito y el hombre  (Barcelona 1967, 149-183), E i i a d e , M ,  Lo sagrado y lo profano  (Madrid 1967), 26 69, I d  , Tratado de historia de las religiones 

(Madrid 1981), 370-388, L e e u w , G v a n   d e r , Fenomenología de la religión  (México D F 1964), 378-388, W i d e n g r e n , G , Fenomenología de la religión  (Madrid 1976), 301-329

3 C f C o n g a r  , Y M -J , El misterio del templo   (Barcelona 1964), D a n i e l o u , J , Le signe du temple  (París 1942), H a n i , J , El simbolismo del templo cristiano (Barcelona 1983), R o d r í g u e z , A , «El templo», en  Nova et Vetera  37 (1994), 21-52, VV AA ,  II  tempio (Roma 1968), etc

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166  P II La celebración del misterio

La iglesia como edificio destinado a la liturgia es el resultado deuna tr iple herencia la herencia jud ía, la herenc ia helen isticorom anay la herencia bizantina

 La herencia ju d ía   se condensa fundamentalmente en la «sala al-ta» de las casas, pieza «grande, pro vista de me sas y divanes» y lugarde honor donde se desarrollaba la l i turgia doméstica, especialmentela cena pasc ual (c f M e 14,15, Le 22 ,12, Hech 1,13) El pape l asig-nado a la Palabra de Dios, al canto de los salmos y a las plegariashabía dado lugar a espacios no muy grandes pero suficientes parauna asamblea íntima y num erosa a la vez (cf Hech 2,46, 5,42)

 La herencia helenístico-rom ana   t iene su máximo exponente en

la basílica, edificio civil dotado de una amplia lonja apta para lacon viv enc ia social, los tratos m ercan tiles o el pas eo El cristianism otomó este modelo arquitectónico después de la paz de Constantino,añadiéndo le un atrio porticado a la entrada El conjun to recuerda laestructura de la casa roman a

 La herencia bizantina   se produce a partir de la iglesia de tipo basíl ic a!, con grandes cúpulas com o im agen de la bóveda cele ste.Bajo ellas la liturgia de la tierra, imitando el ceremonial de la corteimp erial, evo ca la liturgia del cielo (cf Ap 4,15, 14, etc ) La arqui-tectura adoptó un carácter más sim bólico y teológico, para introdu cira los fieles en el mundo espintual5

1 C o n f ig u r a c i ó n g e n e r a l

2 Aportaciones posteriores

Las iglesias posteriores a los siglos v y vi perm anec ieron fieles ala bas ílica rom an a y bizan tina La nave, única o central, ha sido

siempre el elemento mas característico de la iglesia como lugar de laasamblea, que se orienta hacia el santuario presidido por el altar y,desde el siglo xm , por el tabernácu lo

La majestad y la serenidad del arte románico,  expresión de ladivina misericordia que se derrama sobre el hombre 6, dieron paso alatrevimiento y a la esbeltez del  go tico   El temp lo ganó en luz, com osi quisiera eliminar la separación entre el espacio interior y el exte-rior Las vidrieras historiadas, las bóv eda s con sus nervad uras, las

5 C f A n d r o n i k o f , C , El sentido de la liturgia La relación entre Dios y el hombre  (Valencia 1992), 75-85 y 163-185, D u p o n t , V L , «Le dynamisme de l’action liturgi que Une etude de la “Mystagogie” de saint Máxime le Confesseur», en  RevSR  65 (1991)361 387, espec 367-371

6 Cf A n d r e o , E , «El arte sacro-romanico un espacio para el Misterio», en  La  Nueva Europa 6 (1993), 52 60

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C. 14. El lugar de la celebración 169

tución de la asam blea, la participación a ctiva, la percep ción clara dela Palabra proclam ada o cantada, la visibil idad de los gestos y de losritos, la cercanía de la presidencia l i túrgica y la m ode ración y anim a-ción de la asamblea y el ejercicio diferenciado de los ministerios yoficios litúrgicos.

b)   D esde el pu nto de vista de la relación con Dios , los lugaresli túrgicos deben tener estas cualidades: validez para conjugar la ac-ción y la contemplación; expresividad simbólica y referencia a lotrascendente; sencillez, nobleza y verdad en los materiales, en la de-coración y en la am bientación.

c)   D esde el pun to de vista de la distribución   del espacio, sedeben tener en cuenta la ordenación mutua de los distintos lugaresen el interior de la iglesia; la jera rqu izac ión de las imág ene s de Cris-to, de la Santísima Virgen y de los santos; la disposición armoniosade la cruz, los candelabros, las flores y los demás objetos que senecesitan.

Es im portante tam bién c uid ar el tránsito de la calle a la iglesia, laexistencia de zonas intermedias de encuentro y de si lencio (atrio,

 pórtico, c laustro , ja rd ín , etc.), y el aspecto exterio r de la ig lesia en elconjunto urbano o rural. El edificio eclesial es también un signo detrascendencia y una confesión de la fe crist iana, al estar rematado

 p or la cruz.

IV. LOS LUGARES DE LA CELEBRACION

En los libros litúrgicos se encuentran las referencias al significa-do y al uso de los principales lugares destinados a la liturgia:

 La iglesia   es «el edificio en el que se reúne la comunidad cristia-na para escu char la Pa labra de D ios, para orar unida, para recibir lossacramentos y celebrar la eucarist ía», «signo peculiar de la Iglesiaque peregrina en la tierra e imagen de la Iglesia celestial» 13. Entretodas las iglesias sobresale la c a t e d r a l    centro de la vida litúrgica dela diócesis 14.

L a nave   es el lugar reservado a los fíeles para que puedan parti-cipar adecuadamente en la celebración 15. Además existe el lugar delos cantores y de los músicos ,6.

n RDIA p. 24; cf. OGMR 253-257; CDC c. 1214-1234. Cf. D u v a l , N., «Edificio de culto», en DPAC 1, 664-682; G a i l l a r d , J., «Domus Dei», en  DSp   3 (1957), 1551-1567, etc.

14 CE 42-44; SC 41; LG 26; cf. supra, n.9 del cap. VIII.15 OGMR 273.16 OGMR 274-275.

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170  P.II. La celebración del misterio

Dentro de la iglesia, el  p resb iter io   es una zona diferenciada res- pecto de la nave, capaz para el desarro llo de lo s ritos 17. En él seencuentra el altar. El altar  cristiano «es, por su m ism a naturaleza, lam esa pec uliar del sacrificio y del conv ite pascu al: es el ara en la cualel sacrificio de la cruz se perpetúa sacramentalmente», un signo delmismo Cristo ,8. El altar es también «honor de los mártires». Poresto se mantiene la costumbre de colocar sus reliquias debajo de losaltares; el altar ha de ser único y fijo 19.

«La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia hayaun sit io reservado para su anuncio. . . Conviene que en general estesitio sea un ambón   estable, no un mueble portátil» 20. La cátedra   es«signo del magisterio y de la potestad del pastor de la Iglesia par-ticular»21. La  sede   «debe significar el oficio de presidente de la

asamblea y director de la oración»22.El Tabernáculo   para la reserva de la Santísima Eucarist ía debe

ser único, sólido, etc., a poder ser en una capilla adecuada para laoración 23. El baptisterio   es el lugar destinado a la celebración del

 bautism o y en el que se encuentra la fuente b a u tism a l24. La  sede   p e n ite n c ia l   que puede estar colocada en u na zona determinada, faci-l i ta la celebración del sacramento de la Penitencia con confesión yabsolución in d ivid u al25.

V. INSIGNIAS, VESTIDOS Y OBJETOS LITURGICOS

Las insignias y los vestidos de los ministros contribuyen tam biéna la ambientación del espacio celebrativo. Su aparición fue progresi-va desde los primeros siglos, hasta alcanzar en el siglo XII las formasy los colores actuales 26.

17 OGMR 258.18 RDIA p. 7 6 ; c f . OGMR 2 5 9 2 6 5 . Véanse I ñ i g u e z , H.,  El altar cristiano de los 

orígenes a Carlomagno (ss II-IX) (Pamplona ¡978), etc19 RDIA p. 77, OGMR 266, CDC c.1235-1239.20 OGMR 272; cf. OLM, 32-34; CE 51. Véase L e g a r d i e n , L, «Importance de 

l’ambon dans la liturgie postconcihaire»; en QL 64 (1983), 49-55, etc21 CE 42 y 47; cf. A r n a u , R., «La cátedra, signo de la plenitud episcopal», en 

 Anales Valent   33 (1991), 17-48; S a x e r  , V , «Cátedra», en DPAC 1, 386-387.22 OGMR 271 Cf. F a r n e s , P., «Sobre el buen uso del altar, de la sede y del 

ambón», en OrH   12 (1981), 35-39.

23 OGMR 276-277, CDC 938, cf. F a r n e s , P., «El lugar de la Reserva eucarística», en OrH  15 (1984), 41-48 y 217-222, V a r a l d o , G., «Capella e tabemacolo per l’ado- razione e la custodia», en RL 67 (1980), 68-79.

24 RBN, n.40; CE 52. Cf F a r n e s , P., «El baptisterio», en OrH  15 (1984), 272-278, 16 (1985), 37-42, 123-129 y 198-204; H e r r e r o , L., «La fuente bautismal», en Nova et  Vetera  36(1993), 165-194, etc

25  Ritual de la Penitencia  (Coeditores Litúrgicos 1975), n.12; CDC c.964, etc.26 OGMR 297-310, CE 56-67; cf. A l d a z a b a l , J., «Pedagogía del vestido» y «Los

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PARTE TERCERA

 L O S S I G N O S D E L M I S T E R I O

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178  PIII Los signos del misterio

La celebración euca rística del O riente se formó bajo la dirección p rim ero de A ntioqu ía y m ás tarde de C onstantinopla Por influ jo desan Basilio el Grande (t 379) se acentuó la dimensión confesante de

la divinidad de Cristo y se intensificó la conciencia del hombre anteel «m isterio trem endo », dand o com o resultado el icono stasio que se-

 para al pueblo del a ltar La «divina li turgia» com ienza propiam ente con la peq ueñ a entra-

da (mikrá eísodos)  de los m inistros y del Ev ang eliario Sigu en laslecturas del Apóstol y del Evangelio, la despedida de los catecúme-nos y la oració n de los fíeles La liturgia euc arística se inicia con laentrada m ayor (megalé eísodos)  o procesión de las ofrendas desde la

 p ro thesis  — m esa aux iliar— hasta el altar , pasand o po r las naves dela iglesia. Siguen el beso de paz y el credo A continu ación se iniciala pleg aria euca rística, pron un ciad a en voz baja Al term ino de laepíclesis el diáco no lee los díptico s El Pad renu estro va prec edido deuna letanía diaconal y de una oración sacerdotal Se da la bend iciónal pueblo y se m uestran los dones con la mon ición ta agía tois agíois  (lo san to pa ra los santo s) Sigu en la fracción y el rito del  zeón, echando ag ua caliente en el cáliz La com unión se da con ambasespecies y, una vez terminada, se tiene la acción de gracias y la bendición, a la que sigue el reparto de pan bendito 9.

1 La liturgia divina en Oriente

2. La M isa en las liturgias occid entales

D espués de la Traditio Apostólica   de Hipólito transcurrieron casitres siglos de penu m bra El fragm ento del Canon Romano   del trata-do  D e Sacram entis   de san Ambrosio (IV, 5,2125) tan sólo da testi-monio de la existencia de la parte central de este venerable texto enel siglo IV.  No obstante se puede reconstru ir la estruc tu ra de la M isadel período clásico de la liturgia romana 10, y establecer también lade los restante s ritos o ccid entale s 11

La celebración com enz aba d irectame nte con las lecturas 12 Sinembargo, en algunas liturgias se formaron unos ritos introductorios,

9 Cí J u n o m a n n , J A , op c it , 53 65, R  i g h l t t i  1, 126-133

10 Gracias al Ordo Romanus  I, en A n d r i e u , M ,  Les Ordines Romam du haut   Moyen Age   2 (Louvain 1960), 67-108 c f B o t t e , B M o h r m a n n , C h r   , L Ordinaire  de la messe Texte critique traduction et etudes  (Louvain 1953), J u n o m a n n , J A , op c it , 90-98

11 Cf Pi n e l l  , J , Le liturgie occidental i Corso d introduzione (Roma 1977) Vease  la bibliografía citada en las nn 27-40 del cap V

12 C S A g u s t í n , De civitate Dei  22,8, e n CCL 48, 826

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C 15 La eucaristía 179

como la entrada procesional romana que culminaba con la oracióncollecta   Po steriorm ente se aña dieron el saludo al pu eblo y el Gloria  in ex celsis Deo   13 L as liturgia s galica na e hisp án ica introdu jeron un aoració n antes de las lecturas (praelegendum)  y el trisagio, tal vez por

influjo orientalLas lecturas eran dos, epístola y Evangelio, salvo en las vigiliasEl salmo gradual acompañaba a la primera lectura, y el aleluya pre-cedía al Evan gelio, salvo en la Cu aresm a La li turgia hispánica teníatres lecturas (profecía, apóstol y Ev angelio), que terminab an con loslaudes   o aclamación al Evangelio (con el aleluya en el t iempo pas-cual) D espués venía la hom ilía.

La p resentación de los dones era acomp añada del canto «ofer to-rio» («sacrificio» en la liturgia hispánica). Seguían la oración sobrelas ofrendas en el rito romano, y las preces, lectura de los dípticos yrito de la paz en el hispánico La plega ria euca rística era siempre lam ism a en el r ito rom ano, pero con el prefacio variable En las li tur-gias hispán ica y g alicana toda la plegaria eucaríst ica era variable

Los r i tos de comunión tenían como elemento común la f raccióndel pan y el Padren uestro La li turgia rom ana añad ía la conm ixtión yel rito de la paz, m ientras la hisp án ica introdujo el Sím bolo — en elIII C on cilio de T oledo (a.589)— 14, la ostensión con la m onición

 sancta sanctis   y la ben dición de los com ulgantes La com unión eraacompañada de un canto, salmo variable y antífona en la l i turgiaromana y salmo 33 en la hispánica (ad accedentes)   Una vez con-cluida la comunión, se decía la poscomunión (romana) o la comple t u n a   (hispánica) L a li turgia rom ana incluía también, com o fórmulade bendición, la oración sobre el pueblo.

111 EVOLUCION POSTERIOR (SS VIIIXX)

La estructura básica de la M isa en la li turgia rom ana qu edó fijadaen el siglo vn, curiosamente bajo la forma de la celebración pontifi-cal, de m ane ra que sub sistió incluso , a partir del s ix, en la m isallamada «privada» o «leída», es decir , sin canto y realizada por elsacerdote a solas o con el pueblo en absoluto si lencio

13 Cf S L e ó n   M a g n o ,  Serm   26 (6 de la Navidad), 1, en G a r r i d o , M (ed ),  San  León Magno Homilías sobre el año litúrgico  (BAC 291, Madrid 1969), 95 96 Las invocaciones  Kyrie eleison  etc , constituyen todavía una cuestión abierta c f J u n g  

m a n n , J A , op c it , 373-38914 Cf P i n e l l , J , «Credo y comunión en la estructura de la Misa hispánica según  

disposición del III Concilio de Toledo», en VV A A , Concilio III de Toledo XIV  Centenario 589-1989  (Toledo 1991), 333 342 El Credo entro en la Misa romana tan solo a comienzos del siglo xi

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1. Lo s ritos inicia les

182  P.III. Los signos del misterio

La M isa com ienza, «reunido el pueblo» , con el canto de entrada.Este canto contribuye a consti tuir la asamblea y a unir los pensa-

m ientos de todo s en tom o al m isterio que se celebra (cf. O G M R 25).Terminado el canto, el sacerdote, con su saludo al pueblo congrega-do, manifiesta la presencia del Señor (cf. OGMR 28). Tiene lugartambién el acto penitencial22, las invocaciones y el Gloria. La colec-ta cierra los ritos iniciales expresando la índole de la celebración ylos motivos de la liturgia del día (cf. OGMR 32). La finalidad detodos estos ritos es «hacer que los fíeles reunidos constituyan unacom unidad y se dispongan a oír com o conviene la Palabra de Dios ya celebrar dignam ente la Eucaris tía» (OG M R 24).

La flexibilidad de esta parte, algunos de cuy os elem entos se om i-ten cuando precede una acción l i túrgica, permite que se realicen devarios m odos.

2. La liturgia de la Palabra

Rev alorizada como co rresponde, co ntribuye decis ivam ente a po-

ner de ma nifiesto la cone xión íntim a entre la Palabra y el sacram en-to, y entre la doble mesa del Pan de la vida (cf. Jn 6; DV 21; PO 18;etcétera)23. La ordenación y el ritmo de las lecturas, cuyo vértice esel Evang elio, y de los cantos interleccionales, entre los que so bresaleel salmo responsorial, corresponde al desarrollo de la historia de lasalvación que culmina en Cristo (cf. OGMR 3436; OLM 13 y 17).

Como «parte de la misma li turgia», la homilía ayuda a penetraren el misterio de la Palabra y a vivir el acontecimiento celebrado

favoreciendo una verdadera comunicación de la fe (cf. OGMR 4142; OLM 2427). La l i turgia de la Palabra culmina con la profesiónde fe, verdadera respu esta a la Palabra de D ios (cf. O G M R 4 344), ycon la oración de los fíeles (cf. SC 53; OGMR 4547)24.

22 Cf. F a r n é s , P., «El acto penitencial de la Misa», en Ph 165/166 (1988), 235-245; F r a n q u e s a , A., «El acto penitencial en la Misa», ib ., 187 (1992), 63-70, etc.

23 Cf. OGMR 8; 9; 33; OLM 10 y 11-30. De la liturgia de la Palabra se ha tratado 

en el cap. Vil.24 Cf. B e l l a  v i s t a , J, «La oración de los fíeles», en Ph   165/166 (1988), 261-270; y RL 74/1 (1987); OrH  23/7-8 (1992).

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C 15. La eucaristía 185

la ben dición con el Santísim o Sacram ento, las procesiones eucaríst icas, los congresos y la oración personal ante el Tabernáculo. Esteculto ha sido orientado por la Instrucción  E ucharisticum M ysterium ,de 2 7V 19 67 32, y po r el  R itua l de la com unión y de l Culto eu ca n s-  

t ico fu e ra de la M isa 33. En ellos se exponen los principios teológi-cos que justif ican este culto y las orientaciones l i túrgicas y pastora-les para rea lizarlo.

VI. LA PASTORAL DE LA EUCARISTIA

La pastoral de la celebración eucaríst ica ha experimentado ungran avance a partir del Concilio Vaticano II . Los esfuerzos se hanencam inado hacia la M isa del dom ingo, el cam po do nde los progre-sos han sido más notorios. La tarea debe continuar, para que la Eu-carist ía ocupe verdaderamente el centro de las comunidades crist ia-nas e impregne toda la vida espiritual de los fíeles. Para lograrlo esindispensable una adecuada catequesis del Misterio eucaríst ico, quecontemple todos los aspectos sin exclusión34, y que atienda a la de-

 b ida in iciación de los niños y de los jó v en es en la celebración de laMisa.

Asimismo esta pastoral requiere que los ministros de la Eucaris-t ía realicen su función esmerándose en todo lo que pueda aumentarel decoro y el aspecto sa grado de la celebración, procuran do partici- par ellos m ism os con la m ente y el corazón, p ara v iv irla com o elmomento central de su ministerio y ayudar a los fíeles en su propia participación 35. Es m uy im portante atender a la liturg ia de la P ala- bra, a la selección de lo s cantos, a la recitación de la p legaria euca-ríst ica, y a la autenticidad y belleza de todos los elementos necesa-

rios para la celebración. El culm en de la participac ión eu caríst ica esla comunión sacramental (cf. SC 48; 55).

32 En AAS 59 (1967), 565-566, y en  Ph 40 (1967), 295-341,33 La edición típica fue promulgada en 1973, y la oficial española en 1974 Sobre 

este culto cf. A l v a r e z , L. F., «“Adoración al Padre en Espíritu y en verdad” (Jn 4,23).  Aspectos teológico-htúrgicos del culto eucarístico fuera de la Misa», en Isidorianum 3(1993), 131 -147, B e r t a u d , E., «Devotion euchanstique», en DSp 4 (1961), 1621 -1637; G o n z á l e z , C.,  Adoración eucarística  (Madrid 1990), L ó p e z M a r t i n , J , «Culto euca- rístico», en NDL 511-518, T e n a , P , «La comunión y el culto eucarístico fuera de la 

Misa», en  Ph  81 (1974), 173-193, I d ., «La adoración eucarística», ib  135 (1983),205-218, VV.AA , Mem oriale del Signore e sacramento perm anente  (Leumann-Ton- no 1967), y «Cuadernos Phase» 23 (Barcelona 1990);  RivPL  30/1 (1992)

34 Cf. Instr.  Eucharisticum Mysterium,  nn.2-3, en AAS 59 (1967), 540-543, Juan Pablo II, Carta Dom inicae Coenae, de 24-11-1980, en AAS 72 (1980), 113-148, trad españ. en G u e r r e r o   1, 299-316.

35 Cf. C para el Clero,  Director io p ara el ministerio y la vida de los presbíteros, de 31-1-1994 (Librería Ed Vaticana 1994), n.49.

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190  PJII Los signos del misterio

atención a los distintos t iempos del Año Litúrgico hace posible laarmonización entre lo personal y lo comunitario, entre lo particularo local y lo universal, y entre lo subjetivo y lo objetivo. Los ritualesdeben aplicarse con un criterio de creatividad sana y de adaptaciónresponsable a las circunstan cias de qu ienes reciben los sacramentos.

La celebración de los sacramentos requiere que se preste unagran atención a los signos   y a otros elementos rituales. A través deellos se pone de manifiesto que los sacramentos son acciones deCristo, que, por el poder del Espíritu y el ministerio de la Iglesia,santifica a los hombres y los edifica como miembros de su cuerpo.La misma acción l i túrgica revela, mediante el simbolismo de losgestos y de los ritos, las maravillas que Dios realiza invisiblemente.Por el mismo motivo, todo lo que se usa en la celebración de los

sacramentos ha de ser digno, decoroso y bello, «signos y símbolosde las cosas celestiales» (cf. SC 122124).

Los elementos naturales q ue se requieren por insti tución divina yhan sido determinados por la Iglesia como materia para la celebra-ción válida de los sacram entos, deben ser aptos para expresa r la ver-dad del signo, de manera que en su preparación y conservación sehan de respetar las normas litúrgicas y canónicas.

De la misma manera se ha de atender a las circunstancias de

tiempo   y de lugar    para celebrar de m anera exp resiva d eterminadossacramentos. En efecto, aunque todos pueden celebrarse a cualquierho ra del día o de la noche, sobre todo en caso de ne cesidad , en igual-dad de circunstancias se han de preferir los domingos y los días enque pueda haber una mayor participación del pueblo. Los sacramen-tos que t ienen alcance diocesano, como las ordenaciones, deben ce-lebrarse en la catedral; los demás, en la iglesia parroquial o en otraiglesia, salvo los sacramentos de los enfermos. Por otra parte, la tra-dición litúrgica ha creado el bautisterio, las sedes penitenciales y la

capilla de la Reserva eucaríst ica, como lugares aptos para celebrardeterminados sacramentos. La belleza del lugar contribuye tambiéna orientar las me ntes hac ia las realidades invisibles que se ofrecen enlos sacramentos.

II. EL «RITUAL DE SACRAMENTOS»

Los l ibros l i túrgicos destinados a los sacramentos son un instru-mento pastoral m uy importante, no sólo para con ocer lo que la Igle-sia cree y expresa en su liturgia, sino también para celebrar de ma-nera adecu ada y provecho sa 6.

6 Cf. A l d a z a b a l , J., « E l libro litúrgico como pedagogía de la celebración», en  Ph 116 (1980), 111-124, M a r t i n   P a t i n o , J. M., «Importancia y función pastoral del libro

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192  PIII. Los signos del misterio

III. LOS RITUALES DE LA INICIACION CRISTIANA

En clara analogía con las prim eras etapas de la vida hum ana, lossacramentos que consagran los comienzos (initia)  de la vida de loshijos de Dios se llaman sacramentos de Iniciación (cf. C at   1275) n .

El Concilio Vaticano II determinó una restauración más comple-ta del catecumenado y una revisión del bautismo de los adultos (cf.SC 6466) y de los niños (cf. SC 67), recomendando también lasadaptaciones necesarias para los bautismo s num erosos (cf. SC 68) yque el agua bautismal se bendijera en la misma celebración (cf. SC70). Respecto de la Confirmación, el gran objetivo que señaló fue«que aparezca m ás clarame nte la íntim a relación de este sacram entocon toda la Iniciación cristiana» (SC 71).

El libro litúrgico para la entrada de los adultos en la Iglesia es el R itu al de la Inic iació n cristia na de Adultos  (= R IC A )12. Esta inicia-ción mantiene ho y la estructura siguiente, descrita en los praenotanda:

Etapas Grados   Palabra   Liturgia

PrecatecumenadoCatecumenado

Iluminación

SimpatizantesCatecúmenos

Elegidos

EvangelizaciónCatequesis

Mistagogia

(Admisión)Entrada en el C Celebraciones de la 

Palabra Bendiciones Imposición del nombre EscrutiniosEntregas/DevolucionesBAUTISMOCONFIRMACIONEUCARISTIA

La iniciación de los niños, hijos de padres cristianos, comienzacon la celebración del B autism o en la fe de la Iglesia, seg ún el  R itua l  del Bautismo de N iños  publicado en 1969 ,3. El sacramento se cele-

 bra con la confianza en la fu tura educación en la fe de esos niñ os, de

" Cf Cat   1229 y 1233, LG 11, P a b l o   VI, Const Apostólica Drnnae consortium naturae, de 15-VIII-1971, en AAS 63 (1971), 657-664, aquí 657, etc

12 Ordo Imtiatioms Christianae Adultorum   (Ed typica, Typis Polyglottis Vatica- ms 1972), ed oficial española de Coeditores Litúrgicos 1976 Cf D u j a r i e r  , M ,  La iniciación cristiana de los adultos  (Bilbao 1986), y EL 88/3 (1974), LMD 132 (1977); «Quademi di Rivista Litúrgica» NS 8 (Leumann-Tonno 1985), y RL 66/3 (1979)’ Véase la bibliografía de L ó p e z  M a r t i n , J , en Ph 171 (1989), 225-240, espec 234-236.

13 Ordo Baptismi parvulorum   (Ed typica, Typis Polyglottis Vaticams 1969), ed. española de Coeditores Litúrgicos 1970 Cf N o c e n t , A , «Bautismo», en NDL, ¡89- 210; R o d r í g u e z  d e l  C u e t o , C , «Ordo Baptismi parvulorum   Un paso importante en la renovación litúrgica», en  StLeg   18 (1977), 9-48, y EL 84/1 (1970), LMD 98 (1969)*nV 5c5- i 19™ L57 ( 197°)> «Quademi di Rivista Litúrgica» 13 (Leumann-Tonno 1970); RL 57/3 (1970), RivPL  57 (1970), etc h

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C .l6 Los sacramentos 193

manera que la Iniciación crist iana se completa con la Confirmacióny la Eucaristía. Cuando se trata de niños llegados al uso de la razóny que no fueron bautizado s de párvulos, el RICA prevé un verdaderocatecumenado adaptado a ellos 14. El Ritual tiene en cuenta tambiénla si tuación de los adultos que, bautizados d e párvulos, no recibieroninstrucción cristiana y deben completar la Iniciación 15.

El  R itu a l de la C onfirm ación , publicado en 1972 16, ha privile-giado la renovación de las promesas bautismales, la crismación yuna nueva fórmula alusiva al don del Espíri tu Santo. El sacramentose celebra en tomo a la edad de la discreción, aunque en la mayoríade las Conferencias Episcopales se ha optado por una edad más tar-día 17.

IV. EL RITUAL DE LA PENITENCIA

El sacrame nto de la Penitencia ofrece a los bautizados pe cado resla m isericord ia y el perd ón d e D ios y la reco nciliación c on la Iglesia,que les invita a la conversión (cf. LG 11). El  R itua l de la P enitencia  lúe publicado en 1974 ,8.

El Concilio Vaticano II dispuso la revisión «del rito y de las

fórmu las de la Penitencia, de m anera que expresasen m ás claram entela naturaleza y efecto del sacramento» (SC 72; cf. 109; LG 11). El

14 RICA cap V Cf. C E de Liturgia de España, «La Iniciación cristiana de los niños no bautizados en edad escolar», en PastL  211 (1992), 36-45

15 RICA cap IV Cf C a ñ i z a r e s , A , «Panorámica general de los catecumenados en España», en Ph 94 (1976), 307-320, L l a b r e s , P , «Celebración del neocatecumena- do a partir del RICA», en  Ph  118 (1980), 295-303, Z e v i n i , G , «Experiencias de Iniciación cristiana de adultos en las comunidades neocatecumenales», en Conc  142 (1979), 240-248,  y Actualidad Catequética 74/75 (1975)

16 Ordo Confirmationis ( Ed typica, Typís Polyglottis Vaticanis 1971), ed española de Coeditores Litúrgicos 1976 Cf B o r o b i o , D , Confirmar hoy  (Bilbao 1979), B u e n o , E , «La Confirmación Boletín bibliográfico», en TCat   21 (1987), 145-159, F a l s i n i, R , «Confirmación», en NDL, 423-452, O r i o l , J , «El nuevo ritual de la Confirmación», en Ph 68 (1972), 169-178, y EL 86/2 (1972), LMD 110(197 2),  Ph 69(1972), RL 59/3(1972), etc

17 Cf CDC, c891 Cf B o u r g e o i s , H , «La place déla confirmation dans fimtiation chrétienne», en NRT 115 (1993), 516-542, F a r n e s , P , «Nuevas reflexiones en tomo al significado y a la edad de la Confirmación», en OrH  22 (1991), 219-236, F r a n q u e s a , 

A , «El gran sacramento de la Iniciación», en  Ph 177 (1990), 185-209, etc

18 Ordo Paemtentiae { Ed typica, Typis Polyglottis Vaticams 1974), ed española de Coeditores Litúrgicos 1975 Cf G r a c i a , J A , «Historia de la reforma del nuevo ritual (1963-1973)», en  Ph  79/80 (1974), 11-22, S o t t o c o r n o l a , F , «II nuovo Ordo 

 Paem tentiae», en  Not   90 (1974), 63-79, V i s e n t i n , P «Penitencia», en NDL, 1061- 1082, y Comm 11 (1978), EL 89/2-4 (1975),  Liturgia 8 (1974), LMD 117(1974), 139 (1979), QL 55/2-3 (1974), «Quademi di Rivista Litúrgica» NS 3 (Leumann-Tonno1976), Ph 79/80 (1974), 174 (1989), RL 62/1 (1975), 78/5 (1991); RivPL  4/11(197 4), etcétera

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C. 17.  Los sacramentales 199

El Concilio Vaticano II dispuso la revisión del rito de la consa-gración de vírgenes que formaba parte del  P on tifica l R om ano   (cf.SC 80). La reforma se hizo despo jando el r i to de adheren cias me die-

vales y devolviéndolo a su significado primitivo, es decir , destinán-dolo a todas las mujeres que deseen consagrar su virginidad alSeñor 6.

La existencia de un ri to de consagración de la virginidad se co-noce desde el siglo IV, cuand o el pap a L iberio consagró en la basíl icade san Pedro a Marcelina, hermana de san Ambrosio, si bien la de-dicación de las vírgenes cristianas al Señor se remonta a los orígenes(cf. 1 Cor 7,34). La liturgia de la consa grac ión, reserv ada al obispo ,

 pone de m anifiesto el aprecio de la Ig lesia por la v irg in idad y p ide lagracia del Espíri tu Santo sobre la mujer consagrada. A semejanzadel r i to matrimonial , comprendía la imposición del velo y una ben-dición análoga a la bend ición nupcial . M ás tarde se añadió la entregadel anil lo7.

En la actualidad la consagración de vírgenes se realiza al términode la liturgia de la Palabra de la Misa. Comprende el escrutinio, lasletanías de los santos, la renovación del propósito de virginidad o la profesión relig iosa y la p legaria de consagración. A continuación se

entregan el anillo y el velo, a los que puede añadirse la Liturgia delas Horas.

2. La consagración de vírgenes

3. La bendición del abad y de la abadesa

Entre los ritos de la vida monástica se encuentra, desde muy an-tiguo, la bendición del abad 8. El  P on tifica l R om ano-G erm ánico   de-

sarrolló esta bendición imitando la ordenación episcopal. Pero dis-tinguía entre ordinatio abb atis   y consecrado abbatis.  La primera sedesarrollaba en la catedral , com prend ía la imposición de la m ano del

6 Ordo consecrationis virginum (Ed. typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1970); ed. española:  Ritual de la Profesión re lig iosa y Consagración de Vírgenes  (Coeditores Litúrgicos 1979). Cf. O r i o l , J., «El nuevo rito de la consagración de vírgenes», en Ph  63 (1971), 292-296; R a m i s , G., «¿Para qué sirve el Ritual de la consagración de vírgenes?», en  Ph  131 (1982), 385-398; Id., «Consagración de vírgenes y profesión  

religiosa», en B o r o b i o   3, 527-548; y EL 95/4-5 (1981); 96/2 (1982) y LMD 110(1972).7 Cf. C a l a b u i g , I.-B a r b i e r i, R., «Virginidad consagrada en la Iglesia», en NDL, 

2061-2081; R a m i s , G.,  La consagración de la mujer en las liturgias occidentales (Roma 1990), etc.

8 Cf. B a u d o t , J., «Bénédiction d’un abbé et d’une abbesse», en DACL 2(1910),  723-727, etc.

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II. SACRAMENTALES CONSTITUTIVOS EN RELACIONCON LAS COSAS

En la actualidad, dentro de esta categoría se encuentran el rito dela dedicación de la iglesia y del altar,  la bendición del agua bautism al   y la bendición de los óleos . En el  P on tifica l R om ano   se encon-traban también la consagración de los vasos sagrados y la de las

campanas.

1. La de dicac ión de la iglesia y del altar

La dedicación de la iglesia consti tuye una de las celebracionesmás importantes de una comunidad local, hasta el punto que invadetoda la liturgia 12. La dedicación de la iglesia comprende la dedica-ción del altar, pero ésta puede realizarse aunque la iglesia no se de-dique. El CDC de 1983 recomienda la dedicación con ri to solemnede las iglesias, «so bre tod o las catedrales y pa rroq uiales» (c. 1217,§ 2). Asimismo determina que se dediquen los altares fijos, y se de-diquen o ben digan los m óviles (c.1237, § 1).

El precedente de la dedicación de las iglesias hay que buscarloen el Antiguo Testamento, en el que sobresalen las dedicaciones su-cesivas del tem plo po r Salom ón (cf. 1 Re 8,166), por Esdras (cf.

Esd 6,1518) y por Judas M acabeo (cf. 1 M ac 4,3659) .La dedicación de las iglesias en la antigüedad consistía básica-

mente en la primera celebración eucaríst ica, a la que se añadió lacostumbre de sepultar las reliquias de los mártires bajo el altar (cf.Ap 6,9) ,3. Cuando se trataba de dedicar un lugar que había sido untemplo pagano, se realizaba antes una purificación con agua. Estesencillo ritual, trasladado al área francogermánica en el siglo vm, sellenó de elementos dramatizantes. El ritual fue simplificado en 1961.

Finalmente, en el curso de la reforma litúrgica del Vaticano II se procedió a una rev isión a fondo para hacer m ás transparente y com - prensib le la celebración. En clara ana log ía con los sacram entos de laIniciación, la aspersión se hace al comienzo, primero sobre el puebloy desp ués sob re el altar y los m uro s interiores. Se inaug ura la pro cla-m ación de la Palabra y después de la ho m ilía se procede a la coloca-ción de las reliquias de los mártires o santos, si las hay auténticas y

12 Cf n 7 de los praenotanda  del cap II del Ordo dedicatioms Ecclesiae et Altaris 

(Ed typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1977), trad española Rituales de la dedicación  de iglesias y de altares y de la bendición de un abad y de una abadesa , op cit, 26

13 San Ambrosio, en el año 336, dedicó de este modo la iglesia de Milán Ep 22, en PL 16, 119-126 El papa Vigilio (t 555) informó a Profuturo de Braga de cómo se hacía la dedicación en Roma, en PL 84, 829-832.

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210  P .IV La santificación del tiempo

I. NATURALEZA DEL AÑO LITURGICO

La consti tución Sacrosanctum Conci l ium   dedicó un capítulo en-tero, el V, al año litúrgico, para exponer las bases teológicas de unaadecuada inteligencia de esta importante realidad de la liturgia.

1. El nom bre

La primera referencia a lo que hoy se entiende por año litúrgico,como unidad y conjunto de las celebraciones festivas, no aparecióhasta entrado el siglo xvi con la denominación «año de la Iglesia»(Kirchenjahr)  ' . Un siglo más tarde se usaba el nombre de «año cris-tiano» en obras dedicadas a exponer las fiestas del Señor y de los

santos. En los albores del Movimiento litúrgico dom Próspero Guéranger utilizó la expresión año litúrgico   en su célebre obra 2, hacién-dola desde entonces familiar a todos los autores 3. Pío XII la incor-

 poró al m agisterio pontific io en la encíclica  M ed ia tor D ei  de 1947 4,y así aparece en la constitución Sacrosanctum Conci lium   y en todoslos documentos de la reforma litúrgica.

Estas y otras expresiones análogas, como «año del Señor» o«días del S eñor» 5, no alud en prop iam ente a la estructura del año

litúrgico, sino a lo que constituye su esencia, el señorío de Cristosobre el tiempo. El año litúrgico es año «cristiano» y año «del Se-ñor», porque es de Cristo y a él le pertenece; y es año «de la Igle-sia», o «eclesiástico», porque la Iglesia lo hace suyo para santificarel tiempo y la existencia de los hombres.

El Papa Juan Pablo II, al convocar el Jubileo del año 2000 ymostrar cómo debe ser celebrado, ha destacado en la Carta Apostó-lica Tertio M illennio A dveniente,  de 10XI1994, el carácter de «añode gracia del S eñor» qu e t iene todo año l itúrgico y, po r consiguiente,el Jubileo que ha de conmemorar el gran acontecimiento central de

1 P o m a r j o , G.,  Postille  (Wittenberg 1589), citado por A u f   d e r   M a u r , H., op. cit, 311.

2 G u e r a n g e r  , P , L 'année hturgique,  1-9 (París 1841-1866); trad. españ. abreviada.  El año litúrgico,  L5 (Burgos 1954-1956), cf B r o v e l l j , F., «Per uno studio de “L’année hturgique’' di P Guéranger», en EL 95 (1981), 145-219.

1 Cf B a r s o t t i , D.,  Misterio cristiano y año litúrgico  (Salamanca 1965); Fuco t e a u x , E ,  Espiritualidad del año litúrgico   (Salamanca 1966), F l o r i s t a n , C ,  El año  litúrgico  (Barcelona 1962); J e a n N e s m y , C1,  Espiritualidad de l año litúrgico  (Barcelona 1965); L o H R , E.,  El año litúrgico  (Madrid 1965), P a r s , P . ,  El año litúrgico,  1-4 (Barcelona 1960-1962); P a s c h e r , J . ,  El año litúrgico   (BAC 247, Madrid 1965).

4 Pío XII, E n c í c l i c a  Mediator Dei,  d e 20-XI-1947, e n AAS 39 (1947), 521-595; t r a d . e s p a ñ . e n G u e r r e r o   1, 631 -680, a q u í n n . 191 -206.

5 Cf. Monastére S. André de Clerlande, Jours du Seigneur Ánnée liturgique (Tum- hout 1988-1991).

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212  P.IV. La santificación del tiempo

el domingo, aunque existen indicios de una conm em oración anual dela Pascua. Pero sólo a partir de los siglos vmix, cuando los formu-larios de misas del Adviento se sitúan delante de la fiesta de Navi-dad y los libros litúrgicos comienzan con el domingo I de Adviento,se puede hablar ya de una estructura l i túrgica anual. La denomina-

ción, como se ha dicho antes, apareció incluso más tarde.A la formación del año litúrgico contribuyeron diversos factores,

com o la capacidad festiva hum ana, la huella del año l itúrgico hebreoy, sobre todo, la fuerza misma del misterio de la salvación, que tien-de a manifestarse por todos los medios, especialmente desde el mo-m ento en que la Iglesia encon tró la po sibilidad de pro yectar su me n-saje sobre la sociedad y la cultura. Esto sin olvidar las necesidadescatequéticas y pastorales de las com unidades.

1. De la an tigua a la nu eva Pascua

En todo este con junto de factores históricos y pastorales jug ó un papel decisivo la lectura de la s E scrituras en la celebración eucarís-tica, tal como aparece en los primeros testimonios 9, lectura realiza-da en clave t ipológica, pascual y sacramental según el modelo del N uevo T estam ento (cf. Le 24 ,2627.4445; H ech 83235, etc.) .

1.  E l fun d a m en to teo ló g ico . En este sentido, el aco nte cim ien -to de la muerte del Señor se revela no sólo como el núcleo de la predicación de la Iglesia (cf. H ech 2,2236) y de la celebración eu-caríst ica (cf. 1 C or 11,2326), sino tam bién com o el fundam ento delaño litúrgico. En efecto, la Pascua de Israel había alcanzado su cum-

 p lim iento y culm inación en la pasión y resurrección de Cristo con ladonación del Espíritu Santo (cf. Hech 2,3233).

La Pascua es una fiesta y un rito que nació como memor ia l    del p a so del Seño r   (cf. Ex 12 y Dt 16) I0. En efecto, sólo existe unaPascua, aunque se hable de cuatro momentos del acontecimiento

 pascual: la Pascua del Señor en el éxodo de Egipto ; la P ascua li túr-gica de Israel mediante el rito anual del cordero y de los ázimos;la Pascua de Jesús o su inm olación en la cruz (cf. 1 C or 5,7) ,y la Pascua litúrgica de la Iglesia que actualiza la muerte de Cristoen la euc aristía (cf. 1 Co r 11,26), y que se celebra cada sem ana eincluso a diario, y en la máxima solemnidad anual.

9 Cf. S a n   J u s t i n o , Apol. 1,67, en Ruiz B u e n o , D. (ed.), Padres Apologistas griegos (BAC 116, Madrid 1954), 258.

10 Sobre esta fiesta, además de los diccionarios y vocabularios de la Biblia, cf. G a r m e n d i a , R.,  La Pascua en el A. T. Estudio de los textos pascuales  (Vitoria 1978); H a a g , H . ,  De la antigua a la nueva Pascua (Salamanca 1980); H r u b y , K . , «La Páque 

 juive du temps du Christ á la lumiére des documents de la litterature rabbinique», en LOS 6 (1961), 81-94; L e   D e a u t , R.,  La nuitpascale  (Roma 1963), etc.

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Por tanto, en la perspectiva de la economía de la salvación, sólohay un acontecim iento salvífico (kairós) verdad eram ente decisivo, laPascua de Jesús como «paso de este mundo al Padre» (Jn 13,1), delcual la vieja Pascua de los hebreos era el tipo   y la  som bra , y laPascua de la Iglesia el  sacram ento   que hace presente la realidad  cumplida en Cristo. Se puede hablar de continuidad, derivación,cumplimiento (cf. Mt 5,17; Heb 11,39), perfección (cf. Heb 10,14) ysuperación (cf. Heb 8,6) de la Pascua antigua en la nue va n .

2.  E l te stim onio his tóric o.  La conm em oración de la m uerte yresurrección del S eñor el domingo es anterior a la celebración anualde la Pascua. De hech o, la prim era noticia cierta de esta celebraciónla proporciona la famosa cuestión pasc ua l    del siglo n, referida porE usebio de Cesárea l2. Las com unidad es jud eo cris t ianas de A siaM enor obse rvaban un ayu no el 14 de Nisán, el día en que los jud íosse disponían a celebrar la Pascua, mientras que las comunidades oc-cidentales prolongaban el ayuno hasta el domingo. El papa Víctor( t 203) amenazó con exco m ulgar a las com unidades de Asia Menor,interviniendo san Ireneo para recordar que unos cuarenta años antessan Pol icarpo de Esmima había ido a Roma para t ra tar e l mismoasunto con el papa Aniceto (f 156), l legando ambos al acuerdo derespetar las respectivas tradiciones. En realidad se trataba de unamisma celebración en días diferentes.

De este episodio algunos autores dedu cen qu e la práctica jud eo

crist iana, l lamada también cuartodecimana, puede ser más antiguaque la celebración pascua l occidental en dom ingo. E n todo caso, éstaes anterior al pap a Víctor, atribuyén dose al papa So tero ( | 182), su-cesor de An iceto, la determ inación de la celebración anual dom inicalde la Pascua. Posteriormente el Concilio de Nicea (a. 325) estableció

 para todas la s Ig lesias esta ú ltim a celebración.

11 «La Ley se ha convertido en Palabra y lo antiguo en nuevo, el mandamiento en gracia, la figura en realidad, el cordero en Hijo»; Melitón de Sardes, Peri Pascha  7, en I b á ñ e z , J.- M e n d o z a , F. (ed.), Homilía sobre la Pascua  (Pamplona 1975), 147.

12 Eusebio de Cesárea,  Hist. Eccl., V, 23-25, en V e l a s c o , A. (ed.),  Historia eclesiástica  (BAC 349, Madrid 1973), 330-337; cf. B o t t e , B., «La question pascale. Páque du vendredi ou Paques du dimanche?», en LMD 41 (1955), 84-95; C a b i é , R., «A propos de la question pascale», en  EcclOr   11 (1994), 101-106; C a n t a l a m e s s a , R.,  La 

 Pasqua della riostra salvezza (Torino 1971), 109-137 y 219-238; C a s e l , O .,La fé ted e   Páques dans VEglise des Peres   (Paris 1963); L e m o i n e , B., «La controverse pascale du deuxiéme siécle: désacords autour d’une date», en QL 73 (1992), 223-231; Loi, V.,  «Controversia pascual», en DPAC 1,491 -492, etc.

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C 18 El año litúrgico 215

de salvac ión en la Palabra y en los sacramentos, espe cialmen te en laEucaristía, sino que también lo hace en cada uno de los misteriosque la Iglesia celebra en el año litúrgico (cf. SC 102) 15. Esta presen-cia no es m eram ente s ubjetiva y l imitada a la contemp lación reflexi-va y afectiva de los aspectos del misterio de Cristo que se van con-

memorando, sino que entraña una cierta eficacia salvífica objetiva:«Al conmemorar así los misterios de la redención, (la Iglesia) abrela riqueza de las virtudes y de los méritos de su Señor, de maneraque aquéllos se hacen presentes en cierto modo, durante todo t iem-

 po, a lo s fieles para que lo s alcancen y se llenen de la gracia de lasalvación» (SC 102).

Las fiestas y los tiempos litúrgicos no son «aniversarios» de loshech os de la vida histórica de Jesús, sino «p resencia in mysterio», es

decir, en la acción ritual y en todos los signos litúrgicos l6. Los he-chos y palabras realizados por Cristo en su existencia terrena ya novuelven a producirse , pero en cuanto acciones del Verbo encamadoson acontecimientos salvíficos (kairoí) ac tuales y eficaces para qu ie-nes los celebran 17. Por eso el año litúrgico no es «una representa-ción fría e inerte de cosas que pertenecen a tiempos pasados, ni unsimple y desnudo recuerdo de una edad pretéri ta, sino más bien esCristo m ismo que perseve ra en su Iglesia y que prosigue aqu el cami-no de inmensa misericordia que inició en la vida mortal cuando pa-

saba haciendo el bien, con el fin de que las almas de los hombres se p ongan en contacto con sus m isterios y por ello s en cierto m odovivan» 18.

A través de la liturgia, entendiendo por ella no sólo los sacra-mentos sino también los tiempos litúrgicos y las fiestas, los fielesalcanzan el poder santificador y los méritos que se enciérran en losmisterios de Cristo, como si los «tocaran» (cf. Le 6,19; Me 5,2830).Los «días determinados» del año litúrgico (cf. SC 102; 105) son

signos sag rados que están inundad os de la presen cia del Señor. E sta p resencia es m ás in tensa en los m om entos de la celebración que san-tifican el tiempo, es decir, la eucaristía y la liturgia de las horas, perocolma y santifica la totalidad del tiempo festivo.

15 El tema de la presencia del Señor en la liturgia ha sido tratado brevemente en el capítulo II. Véase también L ó p e z   M a r t i n   1, 127-156, espec. 150-153

16 A modo de ejemplo véase la discusión a propósito de la solemnidad del naci

miento del Señor: G a i l l a r d , J., «Noel, mémoire ou mystére?», en LMD 59 (1959),  37-59; R  a f h n , P . , «La féte de Noel, féte de révénement ou féte d’idée9», en T r i a c c a , 

A M . - P i s t o i a , A. (dir.),  Le Christ dans la liturgie (BELS 20, Roma 1981), 169-178.17 Este era el punto de vista de C a s e i   , O., op cit. Sobre el debate acerca de esta 

doctrina cf. F i l t h a u t , T h ., Teología de los misterios (Bilbao 1 9 6 3 ) .

18 Pío XII, Encíclica Mediator Dei,  en G u e r r e r o   1, n.205 En este texto se inspira SC 102, citado antes.

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216  P.IV. La santificación del tiempo

2. Im itación sacram ental de C risto

La celebrac ión de los m isterios de la salvación en el año litúrgicoconduce también a la imitación de Cristo. Ahora bien, la imitación(mímésis)  no debe en tenderse tan sólo en sentido mo ral, com o repro -

ducción de las actitudes y sentimientos del Hijo de Dios (cf. Flp2,58), sino en el plano ontológico y sacramental de la asimilación yconfigu ración del hom bre a Cristo (cf. R om 8,29; Flp 3,10; E f 4,24;etcétera). Esta asimilación es un proceso que comienza en los sacra-mentos de la Iniciación crist iana y que va desarrollándose mediantela penitencia y la eucaristía hasta que llegue la hora del tránsito delcristiano de este mundo al Padre, restaurada ya plenamente en él laimagen y semejanza divina con la que fue creado (cf. Gén 1,2627;

Col 3,10, etc.) ,9.Al celebrar los distintos aspectos del misterio de Cristo en el añolitúrgico, desde la encam ación y el nacimiento hasta la glorificación(cf. SC 102), el cristiano reconoce en su propia existencia la vida delHijo de Dios que le ha hecho renacer con él, vivir en él, padecer,morir, resucitar e incluso estar sentado con él en los cielos (cf. Rom6,34; 8,17; E f 2,56, etc.). C ada uno de los aco ntecim ientos de lavida de Cristo desplegados en el año litúrgico, a la vez que se hacen

 presentes y operantes en la v ida de los bautizados, son el parad igm ay la referencia de cuanto sucede en aqu ellos que han sido incorpora-dos sacramentalmente a Cristo y hechos miembros de su cuerpo.

El año litúrgico, con su secuencia de tiempos y de fiestas, revelay permite vivir esa realidad místicamente: «La celebración del añolitúrgico tiene una peculiar fuerza y eficacia sacramental para ali-mentar la vida cristiana... Con razón, al celebrar el misterio del Na-cimiento de Cristo y su manifestación al mundo, pedimos “podertransformamos a imagen de aquel que hemos conocido semejante a

nosotros en su humanidad”; y mientras renovamos la Pascua deCristo, suplicamos a Dios que los que han renacido con Cristo seanfieles durante su vida a la fe que han recibido en el sacramento» 20,

IV. LA PALABRA DE DIOS Y EL AÑO LITURGICO

Para hacer presentes y cercanos a los fieles todos y cada uno delos acontecimientos salvíficos de la vida terrena del Verbo encama-do, la Iglesia toma las Escrituras y «va leyendo cuanto a él se refie-re» (cf. SC 6). En esto no hace sino seguir el ejemplo y el mandato

19 Cf. L ó p e z   M a r t í n   1,381-423.20 P a b l o   VI, Motu proprio  Mysterii paschalis,  de 14-11-1969, n.l, en AAS 61 

(1969), 223-224.

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218  P IV La santificación del tiempo

En la Eucaristía, por tanto, se contiene la totalidad del mistenode C risto con su obra de la salvación, es decir, tod a la «ec on om ía delmisterio» desplegada y celebrada en el año litúrgico.

VI VALOR PASTORAL DEL AÑO LITURGICO

A esta realidad sacramental y mistagógica del año litúrgico seune su valor com o itinerario de fe y de fo rmación c ristiana para todala comunidad crist iana y como el marco espiri tual más adecuado

 para la acción pastoral de la Ig le s ia 25Ahora bien, el año l i túrgico no se puede confundir con un pro-

gram a m ás o m enos «peda góg ico» Lo específico del año l itúrgico,

en cuanto signo eficaz de la presencia del Señor en el tiempo de loshombres, es precisamente la centralidad del misterio de Cristo y dela econo m ía de la salvación en los diversos m om entos de su celebra-ción La m ism a reiteración anual de todo el ciclo de los m isterios deCristo, a los que se asocia la memoria de la Santísima Virgen y delos santos, rebasa el valor meramente repeti t ivo tendente a inculcarunas verdades de la fe o de unos ejemplos a imitar. Cada año litúr-gico es una nu eva opo rtunidad de gracia y de presen cia del Señor dela historia, el mismo ayer, hoy y por los siglos (cf. Heb 13,8), en el

gran símbolo de la vida humana que es el año 26.

bicum(Conferencia Episcopal Española-Arzobispado de Toledo 1991), nn 124-130, y en Not  267(19 88), 712-714

25 Cf B e l l a v i s t a , J , «La eficacia educativa del año litúrgico», en Ph   127 (1982), 41 -52, D e l l a   T o r r e , L , «L ’anno litúrgico struttura formativa della communita eccle- siale e dell’esistenza cristiana», en C a s t e l l a n o , J et A A A A , Corso di Morale  5 

 Liturgia (Brescia 1986), 291 316, F l o r i s t a n , C , «Año litúrgico y planificación pastoral», en VV AA ,  Mystenum et Mimsterium Miscellanea l Oñatibia   (Vitoria 1993), 34-46, G o m a , I ,  El valor educativo de la liturgia católica  1 (Barcelona 1945), 499- 

545, y «Cuadernos Phase» 14 (Barcelona 1990), RL 75/4 (1988)26 Cf L ó p e z   M a r t i n , J , «El año litúrgico, celebración de la vida», en T r o b a j o , A , 

 La fie sta cristiana  (Salamanca 1992), 65-100

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C a p i t u l o X I X  

 EL D O M I N G O

La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene suorigen en el mismo día de la resurrección de Cristo, ce-lebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se

llama con razón día del Señor   o domingo (SC 106)

BIBLIOGRAFIA 

B o t t e   et A A AA ,  El domingo  (Barcelona 1968), F a l s i n i , R (dir),  La domemca oggi  (Milano 1991), J o u n e l , P , «El domingo y la semana», enM a r t i m o r t , 897916, Id   ,  Le dimanche  (Novahs 1990), L ó p e z   M a r t i n , J ,

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P ,  La domemca nella storia della salvezza  (Napoh 1967), R y a n , V ,  El  

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La celebración del m isterio de Cristo en el curso del año, aunquegira en tomo a la máxima solemnidad de la Pascua, se apoya antetodo en el r i tm o sem anal m arcado por el dom ingo En efecto, eldom ingo es el día que recu erda la resurrección del Seño r y la efusióndel Espíritu Santo, y en el cual la Iglesia se reúne para celebrar laeucaristía (cf. SC 6 y 106)

Este capítulo estudia primero el origen apostólico y los testimo-nios más antiguos del domingo, y a continuación la teología y lacelebración del día d e l Señ or  .

I ORIGEN APOSTOLICO DEL DOMINGO

El Concilio Vaticano II atribuye el origen del domingo a unatradición ap ostó lica (cf. SC 106) Al ha blar así, ex pre sa una conv ic-ción general sin prejuzgar una cuestión que está todavía abierta enmuchos aspectos 1

1 C f B a c c h i o c í   h i , S , Du Sahhat au Dimanche Une recherche histonque sur les origines du Dimanche chretien  (Pans 1984), L ó p e z   M a r t i n , J , «El origen del domin-

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222  P.IV. La santificación del tiempo

5. «A firm aban (los cristianos ) que toda su falta y todo su errorconsistía en reunirse habitualmente un día fijo (stato die),  antes delalba, para cantar alternativam ente un him no (carmen)  a Cristo, comoa un dios. . . Reconocían también el . . . encontrarse para tomar todos

 ju n to s una com ida, pero o rd inaria e in ofensiva» 6: Se tr ata de un

fragmento de la carta que el gobernador Plinio dirigió al emperadorTrajano el año 112 pidiéndole instrucciones acerca de los cristianos.El texto habla de un «día fi jo» y de u na reunión habitual. L a com ida«ordinaria e inofensiva» posiblemente era la eucarist ía, unida toda-vía a la com ida fraterna atestigu ada en C orinto (cf. 1 C or 11,2034)y en Siria (Didaché   910). Por otra parte, pudo ser entonces cuandola eucaristía, con o sin comida fraterna, se trasladó de la tarde deldomingo a la mañana, como consecuencia del edicto imperial que

 prohibía la s reuniones nocturnas 7.

II. ORIGINALIDAD CRISTIANA DEL DOMINGO

Los testimonios más antiguos acerca del domingo, aunque no re-suelven totalmente el problema histórico del origen de su celebra-ción por la comunidad primitiva, contribuyen sin embargo a conso-lidar lo que consti tuye la convicción compartida por la inmensa ma-

yoría de los que han investigado el tema, es decir , que el día del  S e ñ o r    es una creación genuinamente crist iana que se remonta a los

 prim eros tiem pos, y que no depende ni del culto al sol, ni del mandeísmo , ni del sábado jud ío, ni de los usos de Q um rán 8. A hora bien,la causa «inmediata» de la institución dominical se encuentra en lasapariciones del Señor, que comunica a sus discípulos el don del Es-

 píritu Santo y le s hace «ver» que ha resucitado (cf. Jn 20 ,1929; Le24,3645; Hech 1,23). Por tanto, en el origen del domingo no está

solamente el acontecimiento de la resurrección, sino también la sin-gular expe riencia de los testigos que D ios designó, en las m anifesta-cione s que vinieron despu és (cf. Me 16,914; H ech 10,4142; 1 Co r 15,58).

Por otra parte, según esta misma opinión, se t iende un puenteentre los hechos acaecidos en Jerusalén en los últ imos días de laexistencia terrena de Jesús, en los encuentros con el Resucitado y enlos comienzos de la Iglesia, y las comunidades de Corinto, de Tróade, de Asia Menor, del norte de Africa y de Roma, las que han lega-do los primeros testimonios del domingo durante los tres primerossiglos. Aunque esta conexión con Palestina no pueda demostrarse

6 P l i n i o   e l   J o v e n ,  Epist. ad Traianum  X,96,7), en R  o r d o r f   136-137.7 Cf. R  o r d o r f , W., El domingo,  op. cit., 248-251.8 Estas hipótesis en L ó p e z  M a r t i n , J., art. cit., 285-292.

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C 19. El domingo 227

nical . La celebración del domingo cumple plenamente el deber mo-ral de dar a Dios el culto que le es debido 21.

El dom ingo no es un día festivo m ás, sino la f iesta p r im o rd ia l  delos cristiano s 22. Por este m otivo no se pe rm itía ayun ar ni orar derodillas el domingo: «En este día de fiesta no se debe ayunar, y en el

culto no nos debemos arrodillar ni siquiera una vez» 23; «El que seaflige el domingo, es reo de pecado»24.

2.  D ía de ale gría y de liberación:  En esta perspectiva, el des-canso dominical constituye un acto de culto a Dios (cf. Gén 1,31;Sal 103,124). El domingo, además, «contribuye a que todos disfru-ten del t iempo de descanso y de solaz suficiente que les permitacultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cf. GS 67)» 25.Por otra parte, la palabra de Jesús: «el sábado es para el hombre»

(Me 2,27), invita a reconocer la dimensión l iberadora del culto aDios (cf. Ex 4,31) y la exigen cia de extend er a todos los hom bres lalibertad de los hijos de Dios (cf. Rom 8,21, etc.), de acuerdo con lamisión de Jesús (cf. Le 4,18).

IV. LA CELEBRACION DEL DOMINGO

El domingo posee valores decisivos para la fe y para la vida dela Iglesia, que han de realizarse en el contexto de los retos nuevos dela cultura y de la sociedad de hoy 26. El aspecto más urgente en la

 pastoral específica del dom ingo es, sin duda, el de la ca tequesis delo que significa el d ía d e l S e ñ o r  27.

21 Cf Cat  2175-2176, cf F l e c h a , J R , «La teología del domingo en san Martín de Braga», en Archivos Leoneses  59/60 (1976), 341-357, F r a s s e n , G., «L’obligation a la messe dominicale en Occident», en LMD 83 (1965), 55-70, G o n z á l e z   G a l i n d o , A , 

 Día del Señor y celebración del Mi sterio eucarístico Investigac ion histónco -teológica de la misa dominical y su obligatoriedad   (Vitoria 1974)22 Cuanto se ha dicho en el capítulo XIII sobre la fiesta, tiene aplicación al do

mingo.23 T e r t u l i a n o ,  De corona   3, en PL 2,79, S B a s i l i o ,  De Spiritu Sancto  27, en 

R o r d o r f   188-189, etc24  Didas calía Apostolorum  21, en R o r d o r f 170-17125 Ctf/2184, cf 2185-2188 y 2193-219526 Cf B e l l a v i s t a , J , «El domingo, valores e interrogantes», en  Ph  164 (1988), 

107-123, B e n a s s a r  , B , «Week-end y domingo», en Ph 61 (1971), 75-82, B i f f i , G , «La celebración del domingo problemática y orientaciones», en Ph  125 (1981), 381 -395, R  o d r í g u e z  d f l   C u e t o , C , «El domingo, fiesta para el Señor y para nosotros caminos de nueva evangelización», en StLeg  33 (1992), 97-135, etc

27 Cf A l d a z a b a l , J ,  El domingo cristiano  («Dossiers del CPL» 34, Barcelona 1987), B a s u r k o , X , Para vivir el domingo  (Estella 1993), E q l i z a , J , El domingo hoy, ¿vacaciones y/o fies ta 7   (Pamplona 1986), S N de Liturgia, El domingo hoy Documentos episcopales sobre el domingo  (Madrid 1985), Id , Día del Señor Antología d e textos, guiones y homilías  (Madrid 1992), etc

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C a p í t u l o XX

 EL TRIDUO PASCUAL Y LA CINCUENTENA

La Iglesia cada semana conmemora la resurreccióndel Señor, que una vez al año celebra también, junto consu santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua(SC 102).

BIBLIOGRAFIA 

A n d r o n i k o f , C . ,  II senso della Pasqua nella liturgia bizantina,  12(LeumannTorino 1986); B a l t h a s a r  , H. U . v o n , «El misterio pascual», enMS 3/2 (1969), 143335; C a b i é , R.,  La Pentecóte. L'évolu tion de la Cin- quentaine pascale au cours des cinq premiers siécles  (Toumai 1965); C a

s e l , O.,  La fé te de Páques dans VEglise des Peres  (Paris 1963); Centro deP. L. de París,  El misterio pascual   (Salamanca 1967); Jo u n e l , P., «El ciclo pascual», en M a r t i m o r t   917964; L e c l e r c q , H., «Páques», en DACL 13(1938), 15211574; Id ., «Pentecóte», ib.  14 (1939), 259274; L ó p e z   M a r 

t í n , J.,  El don de la Pascua del Señor. Pneumatología de la cincuentena  pascual del Misal Romano  (Burgos 1977); M a r t í n e z   S a i z , P.,  El tiempo   pascual en la liturgia hispánica  (Madrid 1969); N o c e n t , A., Celebrar a  Jesucristo,  4 (Santander 1979); I d ., «II triduo pasquale. II tempo pasquale»,en  Anamnesis 6, 93145; R i g h e t t i   1, 785863; S c i c o l o n e , I. (dir.),  La cele

brazione del Triduo pasquale. Anamnesis e mimesis  (Roma 1990); y  AsSeñ 4252 (1966); «Dossier del CPL» 68 (Barcelona 1996); PAF 1727 (19701973); RL 55/1 (1968).

Con este capítulo se inicia el estudio de las distintas partes delaño l i túrgico. Cada una se presenta siguiendo el orden de importan-cia, de acuerdo con las  N orm as un iversales sobre e l año litúrg ico y  el Calendario   ' . En cada capítulo se analiza en primer lugar la es-

tructura del tiempo, después se repasan los datos de la historia y, porúltimo, se expone la teolog ía y espiritualidad de la celebración.

El presente capítulo está dedicado tan sólo al Triduo pascual y ala cincuentena, quedando para el siguiente la Cuaresma, por razonesde espacio. El ciclo pascual incluye también este t iempo, l lenandocatorce semanas desde el domingo I de Cuaresma hasta la solemni-dad de Pentecostés, a las que hay que añadir los días después deCeniza.

1 En Misal Romano  (Coeditores Litúrgicos 1988), 101-112 (= NUALC y artículo).

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I ESTRUCTURA DEL TRIDUO Y DE LA CINCUENTENAPASCUAL

El cen tro del ciclo pascual lo ocup a el Triduo, qu e se pro lon ga enla Cincuentena

230  P IV La santificación del tiempo

1 El T rid u o

«El Triduo de la Pasión y de la Resurrección del Señor brillacom o la culm inación de todo el año l itúrgico La preem inencia quetiene el domingo en la semana, la tiene la solemnidad de Pascua enel año litúrgico (SC 106)» (N U A L C 18) «El T riduo pascual de la

Pasión y de la Resurrección del Señ or com ienza con la Misa vesper-tina de la Cena del Señor, tiene su centro en la Vigilia pascual yacaba con las vísperas  del domingo de Resurrección» (ib   19) Lacelebración pascual comprende, por tanto, los días del «triduo deCristo crucificado, sepultado y resucitado» 2, iniciándose la celebra-ción en la tarde del jueves santo, según el modo de contar los díasreservado por la l i turgia para los domingos y solemnidades

Pero si la Misa de la Cena del Señor es el preludio, la culmina-

ción es la Vigilia pascual, «la madre de todas las santas vigilias» 3La vigilia abre adem as el t iem po pascua l con el retom o del Gloria  ydel  A leluya   El dom ingo de Re surrección es, po r otra parte, el primerdía del t iempo pascual

2 L a C i n c u e n t e n a

En efecto, «los cincuenta días que van desde el domingo de Re-surrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebradoscon alegría y exultación como si se tratase de un solo y único díafestivo, más aún, como un gran domingo   (S A tanasio,  Ep fe s t   1)Es tos son los d ías en que pr inc ipa lmente se canta e l a le luya»(NU AL C n 22) La Cincuentena descansa sobre los domingos de  

 P ascua   ( c f ib   23) No obstante, se conserva la f iesta de la Ascen-sión del Señor a los cuarenta días de Pascua, aunque se ha previstosu trasladado al domingo VII allí donde no sea posible celebrarlacomo f iesta de precepto (cf ib   25) , como ha ocurr ido en España

2 s A g u s t í n ,  Ep  54,14, en PL 38,215 YS A m b r o s i o   «En esto consiste el tnduo sacro, en el que Cristo padece, reposa en el sepulcro y resucita», en  Ep  23,12-13, en PL 16,1030

3 S A g u s t í n ,  Serm  219, citado en NUALC 21

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232  P IV La santificación del tiempo

La li turgia romana comprendía micialmente la celebración de laPasión a la hora de nona del viernes, la solemne vigilia pascual, conseis lecturas en la tradición gregoriana (cuatro del A.T ) y catorce enla gelasiana (doce del A T.), y la m isa del dom ingo de Pa scua Laliturgia bautism al incluía la bend ición del agua y la procesión al bau -

tisterio El pregón pascual o laus cerei,  conocido en Milán y en Es- paña desde el sig lo v, entró en R om a en el sig lo x i 8

El jueves santo, día de la reconciliación de los penitentes y de laM isa crism al d esde el siglo v, conoc ió a partir del siglo vn una m isavespertina sin l iturgia de la Palabra, con m em orativa de la traición deJudas y de la últim a Cena. P osteriorm ente esta m isa adquirió un m a-yo r relieve incorpo rando en la Edad M edia el lavatorio de los pies yla reserva de la Eucarist ía para la comunión del sacerdote al día si-

guiente 9 En la liturgia de las horas se introdu jeron elem entos dra-m atizantes, com o la ocultación de la luzEl año 1951 el papa Pío XII inició la revisión de la Sem ana Santa

restaurando la Vigil ia pascual y devolviendo a las celebraciones delTriduo su carácter más auténtico. E n la m ism a línea se si tuó la refor-ma litúrgica del Vaticano II 10.

2. E volución de la C incuen tena

El t iempo pascual cuenta con el antecedente del período quetranscurría entre la f iesta jud ía de Pascu a y la f iesta de las S em anaso Pentecostés (cf Lev 23,15-16) 11 En el m arco de esta últ ima sesitúan los acontecimientos narrados en Hech 2 Entre los siglos II y vPentecostés fue un espacio unitario e indivisible de cincuenta díasdesde el dom ingo de Pascua hasta la conm em oración conjunta de laA scensión del Seño r y de la venida d el Esp íri tu Santo el día cincuentésimo 12. La octava pascual, conocida en Jerusalén, en Roma y enotras liturgias desde muy antiguo, fue el tiempo de la mistagogia   delos iniciados en los sacramentos pascuales 13.

8 C f P i n e l l , J , «La benediccio del cin pasqual i els seus textos», en  Litúrgica   2 («Scnpta et Documenta» 10, Montserrat 1958), 1-119

9 Cf L ópez  M a r t i n , J , «Jueves Santo Misa vespertina de la Cena del Señor», en  Ph 145(1985), 25-39 (Bibl), etc

10 Cf S c h m i d t , H A ,  Hebdómada sancta,  1-2 (Romae-Friburgi B -Barcinone 

1956-57), T e n a , P , «La «recepción» de la Semana Santa reformada», en  Ph  145 (1985), 5-14

11 Sobre la fiesta judia de shavuhót  o pentékosté   c f P o t i n , J , La fe te jutv e de la  Pen tecóte Etudes des textes hturgiques  1-2 (Pans 1971), y en diccionarios y vocabularios de la Biblia

12 Cf C a b i e , R , op c it , 3-113, etc13 Cf Chavasse, A , «La signification baptismale du caréme et de l’octave pasca-

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C 20 El Triduo pascual y la Cincuentena 233

A finales del siglo iv se introdujo la fiesta de la Ascensión a loscua renta días de la Pascua, tal com o se la conoce en los sermon es desan León M agno (4404 61) 14 Pe nteco stés pasó a ser la solem nidadde la venida del Espíritu Santo, recibiendo una vigilia, en paralelo ala de Pascua, y una octava. Por otra parte, en los días previos a la

Ascensión se introdujeron las «letanías menores» con su ayuno co-rrespondiente, y al final del tiempo pascual se situó la celebracióndel ayu no del m es cua rto (jum o)> es decir, las tém po ras del veran oLos domingos del t iempo pascual, salvo el de la octava de Pascua,apenas tenían relevancia , y eran denom inados «do m ingos II, III, etc ,después de Pascua», y el domingo siguiente a la Ascensión, «domin-go infraoctava de la A scensión» La unidad originaria de la C incuen -tena había desaparecido

III TEOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD

La celebración de todo el período ofrece en la actualidad unaimagen de gran unidad y coherencia 15.

1. El «T riduo santo pascu al»

La celebración del misterio pascual, a la vez que evoca los he-chos finales de la vida terrena de Cnsto, revive y actualiza la parti-cipación de los bautizados en el paso de las tinieblas a la luz

1 La tarde de la fe r ia V in C oena D o m im   inaugura el Triduo pascual con la  M isa de la C ena d el S eñ o r   El m om ento está m arcado p o r el recuerdo de la institución de la E ucaristía , verdadero «sacrifi-cio vespertino» (c f Sal 141,2). P or otra parte, las prescripcion es que proh íben la celebración de la m isa sin el pueblo y recom iendan v íva-

le», en LMD 58 (1959), 27-38, W e g m a n n , A J , «La historia de la octava de Pascua», en AsSeñ 43 (1964), 9-18, etc

14 Cf C a b r o l , F ,  Ascensión  en DACL 1 (1907), 2934-2943, etc Es preciso reseñar también una celebración a los 40 días de Pascua, denominada tessarakosté  (cuadragésima), ademas de la mesopentécosté   (medio-pentecostes) cf C a b i e , R , op cit, 181-185

15 Cf B e ll  a v i s t a , J , «Los temas mayores de la cincuentena pascual», ib  110

(1979), 125-135, Ló p e z

 Ma r t i n

, J , «Lineas de pneumatologia litúrgica en la Cincuentena pascual de la actual Liturgia Horarum del Rito Romano», en S c i c o l o n e , 1 (dir ),  Psallendum Miscellanea in onore J Pinell   (Roma 1992), 139-165, N o c e n t , A , Celebrar a Jesucristo  4  Semana Santa Tiempo pascual   (Santander 1979), VV A A «Triduo pasquale Tempo di Pasqua», en D e l l ’O r o , F (dir),  II Messale Romano del  Vaticano II Orazionale e Lezionario   1 (Leumann-Torino 1984), 305-484, y  Ph  145 (1985), RL 61/2 (1974), 62/2 (1975), 77/1 (1990),  RivPL  13/2 (1975), 16/2 (1978) 19/1 (1981), etc

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234  P.IV. La santificación del tiempo

mente la concelebración, confieren una nota de eclesialidad eucarís-tica y de unidad entre eu caristía y sacerdocio. El lavatorio de los piesse ha orientado también a la eucaristía: la antífona Ubi caritas  acom-

 paña ahora la p resentac ión de los dones.

Los textos del Misal insisten en la entrega de Cristo para la sal-

vación de los hombres 16. Jesús cumple el ritual de la Pascua judía(Ex 12,18.1114; Sal 115), ofreciendo su Cuerpo en lugar del anti-guo cordero y derramando su Sangre para sellar la nueva alianza(1 Cor 11,2326). Al lavar los pies a los discípulos manifiesta elamor «hasta el extremo» (Jn 13,115). El prefacio y los textos pro-

 pio s en la plegaria eucarística subrayan la id entidad entre la entregade Jesús y el m em orial en el que «se realiza la ob ra de nuestra rede n-ción» 17. El traslado solemne del Sacramento al lugar de la reserva

 para la com unió n del d ía siguiente es un signo de continuidad entreel Sacrificio y la adoración de la Presencia sacramental.2. El Viernes Santo de la Pasión del Señor   está presidido por

una liturgia austera y sobria. El Misal y la liturgia de las horas pro- ponen de modo convergente la m uerte g lo riosa del Cordero pascual, para que los cristianos renueven en sí m ism os el paso de la m uerte ala vida.

El oficio de lectura   se abre con tres salmos de singular aplicacióncristológica a la Pasión: el Sal 2 (cf. Hech 4,2430), el Sal 21 (cf. Me15,34; Mt 27,3940) y el Sal 37 (cf. Le 23,49). Sigue el pasaje deHeb 9,1128, que muestra a Cristo como Pontífice definit ivo y Me-diador de la Alianza Nueva . La lectura patrística, de san Ju an C risóstomo, comenta la tipología del cordero. Los responsorios de las lec-turas son un centón de textos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Tes-tamento sobre estos mismos temas 18. Los laudes  se orientan hacia elvalor redentor del sacrificio d e Cristo, qu e su stituy e las antiguas víc-timas (Sal 50 y Cántico de Hab 3), y hacia la exaltación de la cruz

(Sal 147). La lectura breve de esta hora y las señaladas para la hora  intermedia  se toman del IV canto del poema del Siervo (ls 53),mientras las antífonas van desgranando los distintos momentos de laPasión. Significativos son también los salmos 39, 53 y 87 de dichahora.

El centro del día es la celebrac ión de la Pa sión a la ho ra de N ona(cf. Mt 27,4546). Se trata de una  s inax is   no eucarística, llamada enotro tiempo misa de presantificados 19. La acción litúrgica, en la que

16 Véase la colecta de la Misa17 Oración sobre las ofrendas.18 Para los nuevos textos en el proyectado curso bienal del oficio de lectura véase: 

L e s s i - A r i o s t o , M., «Liturgia Horarum-Supplementum», en  Not   306/307 (1992), 9- 167, aquí 93-94 y 144-145.

19 C f . R l G H E T T I 1,808812.

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C.20. El Triduo pascual y la Cincuentena 235

se usa el color rojo, tiene tres momentos: 1.° La liturgia de la Palabra , con la lectura del IV canto del poema del Siervo (Is 52,1353,12: 1 lect.), aplicado a Jesús que «e ntrega su vida com o exp ia-ción»; el Sal 30 con las palabras de Cristo en la cruz (cf. Le 23,46);el pasaje del Sumo Sacerdote, «causa de salvación para los que le

obedecen» (Heb 4,1416; 5,79: 2 lect.) y la Pasión según san Juan(Jn 18,119,42: Ev.). Estas lecturas van seguidas de la plegaria uni-versal de los fieles, que en este día cobra un relieve especial. 2.° Laadoración de la cruz,  prec edida de la ostensión al pueblo. L a antífo-na «Tu cruz adoramos», de origen bizantino, y los improperios  evo-can el misterio de la cruz. 3.° La comunión , en la que se distribuyeel Pan eucarístico consagrado en la tarde precedente.

Aunque esta solemne celebración susti tuye a las vísperas , sin

embargo, la liturgia de las horas las tiene. Para ello toma el Sal 115(cf. 1 C or 10,16; 11,26), el Sal 142 y Flp 2,611 y, com o lectura

 breve, 1 Pe 2,2124. D espués la Ig lesia entra en el silencio que pre-cede a la resurrección.

3.  E l gran Sábado.  El segun do día del Triduo pascual no hayotra convocatoria que el Oficio divino ante el altar desnudo, presidi-do po r la cruz 20. El Co ncilio V aticano II recom end ó tam bién queeste día estuviera consagrado por el ayuno pascual (cf. SC 110). El

O ficio divino tiene un tono de m editación y de reposo, espec ialmen -te el oficio de lectura   (salmos 4, 15 y 23; Heb 4,113 y homilía delgran Sábad o, a lusiva al descenso del Señor al abism o: cf. 1 Pe3,19ss)21. Los laudes  incluyen lamentaciones del justo (Sal 63 e ls38) y el anuncio de la resurrección (Sal 150 con Ap 1,18 de antífo-na). La hora intermedia   habla de la luz que brilla en medio de lastinieblas. Las vísperas   repiten los salm os de la m isma h ora del Vier-nes Santo, pero con antífonas que aluden a los signos de Jonás y del

tem plo (cf. M t 12,3940; Jn 2,1921). Los dem ás textos se refieren al bau tism o com o im agen de la sepu ltura de C risto (cf. R om 6,34). L a p iedad cristiana debe tener tam bién un recuerdo para la Santísim aVirgen este día 22.

4. La vig ilia en la noche santa de la Resurrección del Señor  abre el día tercero del Triduo 23. La Vigilia pascual es esencialmente

20 Véase la rúbrica del  Misal Romano para el sábado santo21 Los cánticos del oficio de lectura del ciclo bienal en Lessi-Ariosio, M art cit 

94 y 14522 «En el gran Sábado, cuando Cristo yacía en el sepulcro, fortalecida solamente 

por la fe y la esperanza, ella sola entre todos los discípulos esperó vigilante la resurrección del Señor»  Misas de la Virgen María   (Coeditores Litúrgicos 1987), Orientaciones generales, n 36; cf Noe, V., «Nel ncordo di Colei che nel grande sabbato raccolse la fede di tutta la Chiesa», en  Liturgia 21 (1988), 371-384.

23 Véase la rúbrica del Misal Romano para la vigilia pascual.

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238  PI V. La santificación del tiempo

Año A Año B Año C

 Dom  VI Hech 8,5-8.14-17 10,25-26.34-35.44-48 15,1-2.22-291 Pe 3,15-18 1Jn 4,7-10 Ap 21,10-14.22-23Jn 14,15-21 15,9-17 14,23-29

 Dom  VIL Hech 1,12-14 1,15-17.20-26 7,55-60

1 Pe 4,13-16 1 Jn 4,11-16 Ap 22,12-14.16-20Jn 17,1-1 la 17,1 Ib-19 17,20-26

En efecto, dom   II: don del Espíritu y vida de la comunidad; dom  III: apariciones y anuncio del Evangelio; dom   IV: el Buen Pastor;dom  V: partida de Jesús y ministerios; dom   VI: promesas y manifes-taciones del Espíritu; dom   VII: ausenciapresencia en la espera delEspíritu. Como lectura apostólica se leen: la I Carta de san Pedro  

(A), la I Carta de san Juan   (B) y el  A p oca lipsis   (C), textos muyacorde s con el espíritu del tiem po p ascual. P or su parte, los prefac iosse fijan en la resurrección y en la presencia del Señor en su Igle-sia 28.

El leccionario bíblico del oficio de lectura   ofrece de forma con-tinua, a partir del domingo II de Pascua, la Carta a los Colosenses, el  A pocalipsis   y las tres Cartas de san Jua n . Las lecturas patrísticassuelen referirse al evangelio de la Misa. Las lecturas breves de laudes, vísperas  y hora intermedia   forman una serie junto con las co-rrespondientes a las ferias, que se va repitiendo cada semana. Las

 preces de las dos horas principales del d ía reflejan la tem ática p ropiadel tiempo, son siempre distintas y están dirigidas a Cristo en sumayoría.

4. La «A scens ión de l Se ñor» y e l «D om ingo de Pen tecos tés»

Ambas solemnidades t ienen el sello propio que les ha conferidola tradición, pero en la liturgia actual se ha acentuado la dimensióneclesiológica de la prim era y la dim ensión p ascual y pneu m atológicade la segunda. L as lecturas bíblicas de la m isas armon izan entre sí encada fiesta, completando la temática las del oficio de lectura   (E f 4,124 y san Agustín en la Ascensión, y Rom 8,527 y san Ireneo enPentecostés). L os salmo s respon soriales y los del oficio de lectura   seusaban ya en estas fiestas. He aquí el cuadro del  L eccionario de la 

 M isa:

28 Cf. W a r d , A.-Jo h n s o n , C. (ed.), Fontes liturgici. The Sources of the Román  Missal (1975),  2. Prefaces  (Rome 1987), 176-221.

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C.20. El Triduo pascua l y la Cincuentena  239

Año A Año B Año C

 Ascens. Hech 1,1-11 Ef 1,17-23 Mt 28,10-20

4,1-13Me 16,15-20

Heb 9,24-28; 10,19-23 Le 24,46-53

 Pent. vig. Gén 11; Ex 19; Ez 37; J1 2,28-32 

Rom 8,22-27 Jn 7,37-39

 — 

día Hech 2,1-11 1 Cor 12,3-7.12-13 Jn 20,19-23

Gál 5,16-25 15,26-27;16,12-25

Rom 8,8-17 „  14,15-16.23-2629

5. L as f e r i a s de l t iem po pasc ua l

A partir del lunes de la semana II de Pascua las ferias guardancierta unidad basada en la lectura semicontinua de  H echos de los 

 A p ó sto le s , que empezó en la octava, y de los capítulos 3, 6, 12, 1317 y 21 del  E vangelio según san Ju a n ,  que completan la lectura deeste evangelio iniciada en la Cuaresma. Estos capítulos se refieren alos sacramentos pascuales y recogen los discursos del adiós, peroindependientemente de la serie de lecturas evangélicas dominicales.En el oficio de lectura,  desde el lunes de la feria II, se leen el  A p o calipsis   (semanas IIV) y las tres Cartas de san Juan   (semanas VIy VII). Como lecturas patrísticas se usa una amplia selección de tex-tos centrados en aspectos del misterio pascual30.

Las colectas de cada día son propias, mientras que las restantesoraciones se encuentran en los formularios dominicales. El Oficiodivino cuenta también con series de antífonas, lecturas breves, res

 p onsorios para cada día de la sem ana que se van repitiendo. Las p reces de laudes   y de vísperas  dos series, una para las semanas im-

 pares y o tra para las pares.

29 La 2.a lectura y el evangelio de los años B y C fueron introducidos ad libitum  en la segunda edición típica del Orden de Lecturas de la Misa  en 1981: cf.  Not  180/183 (1981), 422-423. Para la misa de la vigilia, celebrada de forma más extensa, el Misal Romano (ed. española de 1988, pp. 356-359) propone salmos y oraciones para intercalar entre las lecturas del Antiguo Testamento.

30 Para las series del oficio de lectura  del ciclo bienal cf. L e s s i-A r i o s t o , M., art. cit., 97-113 y 148-165.

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C a p í t u l o XXI

 LA C U A R E S M A

El tiempo cuaresmal prepara a los fíeles a oír la Pala- bra de Dios más intensamente y a orar, especialmentemediante el recuerdo o la preparación del bautismo y la

 penitencia, para celebrar el Misterio pascual (SC 109).

BIBLIOGRAFIA 

B e r g a m i n i , A., «Cuaresma», en NDL, 497501; C h a v a s s e , A., «La pre- paración de la Pascua», en M a r t i m o r t   (ed. de 1967), 764777; M a e r t e n s , 

Th.,  La cuaresma, ca tecumenado de nuestro tiempo  (Madrid 1964); Id .,  

 Nueva guia de la asamblea cristiana,  3.  De la semana de ceniza al domin go de Pascua  (Madrid 1970); N o c e n t , A., Contemplar su gloria. Cuaresma (Barcelona 1966); I d . , Celebrar a Jesucristo,  3. Cuaresma  (Santander1979); Id .,  La quaresima,  en  Anamnesis   6, 147173; P i e r r e t , R . - F l i c o - 

t e a u x , E., «Caréme», en  DSp  2 (1953), 136152; R  i g h e t t i   1, 727802; Rizz i n i , P., «Ascoltatelo». La Parola di Dio nelle domeniche di Quaresima (Bologna 1983); R y a n , V., Cuaresma  Semana Santa  (Madrid 1986); V a - 

c a n d a r d , E., «Caréme», en DACL 2 (1924), 21392158; VV.AA., «Tempodi Quaresima», en D e l l ’O r o , F. (dir.),  II Messale Romano del Vaticano II, 1 (Leum annTorino 1984), 177303; y  AsSeñ 2138 (19651967); CommLit  2/2 (1976); LMD 31 (1952); PAF 1016 (19701976); RL 60/1 (1973);

 RivPL  9/1 (1971); 15/2 (1977).

Continúa en este capítulo el estudio del ciclo pascual, tratandoahora de la Cuaresma, el período que antecede al Triduo de Cristomuerto, sepultado y resucitado.

I. ESTRUCTURA DE LA CUARESMA

La Cuaresma dura cuarenta días , desde el domingo I de estetiempo hasta el jueves santo. Pero a estos días hay que añadir elmiércoles de ceniza y las ferias de este nombre. Comenzando lacue nta de los cuarenta días el citado m iércoles, la Cu aresm a term inael dom ingo de Ram os, que, a su vez, inaugura la Sem ana Santa. Peroen realidad el «tiempo de la Cuaresma transcurre desde el miércolesde ceniza hasta la misa de la Cena del Señor exclusive» (NUALC29). Estas normas quieren recoger el carácter popular del miércolesde ceniza y compaginarlo con el comienzo «oficial» del domingo I

de Cuaresma. Por su parte, los días de la Semana Santa están orien-tados a la conm em oración de la Pasión del Señor, y en la m añan a del

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242  P IV La santificación del tiempo

 jueves santo tiene lugar la M isa crism al (cf. n 3 1 ) . «El tiem po deCuaresm a está ordenado a la preparación de la celebración de la Pas-cua» (NUA LC n 27)

Los domingos de Cuaresma se denominan I, II, III, IV y V, pero elVI lleva por título domingo de Ramos en la Pasión del Señor   Las

ferias de todo el tiempo son independientes de los domingos, y sutemática gu arda cierta relación con ellos En tiemp o de Cua resm a nose adorn a con flores el altar, y la mú sica se perm ite sólo para sostenerel canto, a excepción del domingo VI y las solemnidades y fiestas 1

II LOS DATOS DE LA HISTORIA

La Cuaresma es el resultado de un largo proceso de sedimenta-ción de tres itinerarios litúrgicosacram entales la prep aració n inm e-diata de los catecúm eno s a los sacrame ntos de Iniciación, la pen iten-cia pública y la participación de la comunidad cristiana en los dosanteriores com o preparación para la Pascua La Cu aresm a o quadra-  

 gesim a   es conocida con este nom bre desde el siglo iv (san Jerónimoy Egena) y hace referencia al significado del número 40 en la Bi- b lia 2

Los primeros datos acerca de una preparación de la Pascua sonlos ya cono cidos — en el capítulo anterior— del ayuno de dos o tresdías en los siglos n y m En Ro m a el ayun o se exten día durante tressemanas ya en el siglo iv 3, pero numerosos testimonios hacen pen-sar en la existencia de la cuarentena penitencial como un hecho ge-neral a finales de dicho siglo o com ienzos del siguiente Sin em bar-go, desaparecida la institución del catecumenado y sustituida la re-conciliación púb lica por la penitencia secreta (s vnss), la Cu aresm aquedó configurada en el Misal y en el Oficio divino como un tiempo

casi exclusivam ente penitencial y ascético Los evange lios y las ora-ciones de las misas de los escrutinios pasaron a las ferias y éstasterm inaron por contar con celebración estacional todos los días Laceniza se empezó a imponer a todos los fieles en el siglo IX, cuandohabía decaído la práctica de la penitencia pública 4.

1 Ceremonial de los Obispos  (CELAM-DEL 1991), n 2522 Cf Daniel ou,  J , «Le symbolisme des quarante jours», en LMD 31 (1952), 

19-33

3 S ó c r a t e s ,  Hist Eccl   5,22, citado por A uf   d e r   M a u r , H ,  Le celebraziom nel  ritmo del tempo  1 (Leumann-Tonno 1990), 219 Cf también C a l l e w a e r t , C , «La duree et le charactere du caréme anclen», en SacrEr  (Steenbrugis 1940, reimp 1962), 449-603, C h a y a s s e , A , «L’organisation stationale du caréme romaine, avant le VIIIe siecle Une orgamsation pastorale», en RevSR  56 (1982), 17-32, etc

4 Cf R a f f a , V , «Venfica stonca sul rito delle cenen», en VV AA ,  Mysterium et   Mimstenum M iscellaneal Oñatib ia  (Vitoria 1993), 320-352

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En el siglo vn se agregaron las témporas de la primavera a la prim era sem ana de C u aresm a Pero desde el siglo vi data tambiénu n a p recu a resm a  que co m enza ba tres dom ingos antes del I domingode Cuaresma, de difícil interpretación y no menos oscuro origenLos dom ingos se denom inaban d e Quincuagés ima   (50 días antes dePascua, contado s desde el dom ingo a nterior al I de Cuaresma), Sexa

 gésim a   (60 días, avanzan do otro dom ingo m ás y terminan do la cuen-ta el miércoles de la octava de Pascua), y Septuagésima   (70 días, a base de incluir otro dom ingo antes y te rm inar en el II de Pascua)Este per íod o des apa reció en la refo rm a del Ca lend ario en 1969 5 Eldomingo V de Cuaresma, al quedar despojado de la referencia a losescrutinios, se convirtió en  D om ingo de la P asión d e l Señor , dandolugar a que esa semana tuviera este carácter además de la SemanaSan ta A esto se añadió la costum bre de velar las cruces, las im áge-nes y los retablos desde el siglo xi, aunque sólo se hizo oficial en el

siglo XVIIPor otra parte, la devoción a la Pasión de Cristo y a la Virgen

Dolorosa invadió también las últ imas semanas de la Cuaresma sobretodo a partir de la Baja Edad M edia El m ovim iento l itúrgico impu l-só una fuerte renovac ión de este t iempo orientándolo h acia el m iste-rio pascu al En este sentido se exp resó tam bién el C onc ilio Vatica-no II (cf SC 109110)

III TEOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD

Celebrar la Cuaresma significa «penetrar profundamente en elmisterio de Cristo por medio de las celebraciones anuales del sacra-m ento cuaresmal» 6 La Cu aresm a es un signo definido fund am ental-mente por la gracia y la salvación logradas por Cristo, nuevo Israel(cf Mt 2,15), y por la conversión, la fe, el bautismo y la penitencia(cf SC 109110)7

5 C f Pa s c h e r  , J , El año litúrgico  (BAC 247, Madrid 1965), 42-61, etc La liturgia bizantina tiene todavía ante-cuaresma c f A n d r o n i k o f, C , II senso de lla Pasqua nella liturgia bizantina  1 (Leumann-Torino \9$6), 86 140

h C f M a r s i l i , S , «Quadragesimale sacramentum», en RL 23 (1936), 49 51, Id , «Messa di quaresima», ib  29(1942), 13-16

7 C f C a s t e l l a n o , J , «Cuaresma el camino de Jesús hacia la Pascua», en OrH   19 (1988), 57-63, F a r n e s , P , «La Pascua de Israel en el Leccionano cuaresmal», en OrH  17(1986), 42-52, y «Dossiers CPL» 8, 11 y 45 (Barcelona 1980-1991), etc

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1. El «m iércoles de l com ienzo de la C ua resm a»

244  P IV La santificación del tiempo

La actual celebración de este día ha reinterpretado el rito de laceniza (cf. Gén 3,19) como expresión de la voluntad de conversiónante la llamada de Dios 8. Por eso se ha introducido una nueva ben-dición sobre quienes van a recibir la ceniza y se ha situado el ritodespués de la homilía. Las lecturas de la misa invitan a la autentici-dad de las obras penitenciales de la Cuaresma: J1 2,1218; 2 Cor5,206,2 y Mt 6,16.1618. La liturgia de las horas completa esta

 perspectiva, p rogram ática para toda la C uaresm a, con el texto de Is58,112 y de otros profetas, con un pasaje de la I Carta de san Clemente   en el oficio d e lectura.  Los restantes textos proponen las acti-tudes para vivir la Cuaresma.

Las ferias que siguen al miércoles de ceniza se mantienen en lam isma línea, con textos sobre las obras penitenciales. El juev es d es-

 pués de ceniza da com ienzo la lectura sem icon tinua del  L ib ro del   Exodo   en el oficio d e lectura.

2. L os d o m in g o s d e C u a r e s m a

Constituyen el entramado de toda la Cuaresma, especialmente elaño A, de m arcado ca rácter bautisma l. El año B, en cam bio, desarro-lla una línea cristológicopascual, mientras el año C es más peniten-cial. Ahora bien, los domingos I y II de los tres años tienen un ma-yor acento cristológico, mientras que los domingos III , IV y V lotienen eclesiológico y sacramental9. El Domingo de Ramos t ienefisonomía propia. He aquí la serie de lecturas dominicales de laMisa:

8 Cf A l d a z a b a l , J , «La ceniza», en OrH   15 81984), 49-55; C a b r o l , F., «Cendres», en DACL 2, 2037-2044; P a t e r n a , P., «El miércoles de ceniza y la antropología», en Ph 144 (1984), 541 -547.

y Cf OLM 67 y 97; cf. R o d r í g u e z  d e l  C u e t o , C., «Sentido bautismal de la antigua cuaresma (domingo V de Cuaresma en la liturgia romana de los ss iv-vn)», en  StLeg  27 (1986), 195-214, R o s e , A., «Les grands évangiles baptismaux du caréme romain», en QLP 43 (1962), 8-17, S a n c h o   A n d r e u , J., «Estructura y contenido teológico del Leccionario de Cuaresma del Misal Romano», en Nova et Vetera  8 (1979), 173-194. Por otra parte, dicha estructura es análoga a las de las restantes liturgias occidentales 

cf M a r t i n  P i n d a d o , V., Los sistemas de lecturas de la Cuaresma Hispánica (Salaman- ca-Madnd 1977); M o l d o v a n , T.,  Relación entre anáfora y lecturas bíblicas en la Cuaresma dominical hispánico-mozárabe (Salamanca 1992).

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C 21. La Cuaresma 245

AAo A Año B Año C

 Dom  I Gén 2,7-9;3,l-7  Rom 5,12-19 Mt 4,1-11

Gén 9,8-15 1 Pe 3,18-22 Me 1,12-15

Dt 26,4-10 Rom 10,8-13 Le 4,1-13

 Dom  II Gén 12,1-4a 

2 Tim 1,8-10 Mt 17,1-9

Gén 22,1-2 9 15-18 Rom 8,31-34 Me 9,1-9

Gén 15,5-12.17-18 

Flp 3,17-4,1 Le 9,28-36

 Dom  III Ex 17,3-7 Rom 5,1-2 5-8 Jn 4,5-42

Ex 20,1-17 1 Cor 1,22-25 Jn 2,13-25

Ex 3,1-8.13-15 1 Cor 10,1-6 Le 13,1-9

 Dom  IV 1 Sam 16,1.6-7.10-13 Ef 5,8-14 Jn 9,1-41

1 Crón 36,14-16.19- Ef 2,4-10 Jn 3,14-21

-23 Jos 5,9-12 2 Cor 5,17-21 Le 15,1-3.11-32

 Dom   V Ez 37,12-42 

Rom 8,8-11 Jn 11,1-45

Je 31,31-34 

Heb 5,7-9 Jn 12,20-33

Is 43,16-21 

Flp 3,8-14 Jn 8,1-11

 Dom Ram Mt 21,1-11ls 50,2-7 Flp 2,6-11 Mt 26,14-27,66

Me 11,1-10 

Me 14,1-15,47

Le 19,28-40 

Le 22 ,14-23,56

Las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a la historia dela salvación, tema muy propio de la catequesis cuaresmal. Cada año

hay una serie de textos que presentan diacrónicamente las diversasetapas de dicha historia, desde el principio hasta la promesa de la

 N ueva A lianza l0. L as segundas lecturas, en una perspectiva distintay sincrónica, completan el significado de cada domingo. Los temasnu cleares de los do m ingo s 1 y II de los tres años son coin cidentes:Cristo, el Siervo, atraviesa el desierto conducido por el Espíritu 11, y  es confirmado como enviado del Padre para cumplir la misión desalvación. Los evangelios respectivos se toman de los sinópticos.

Los temas de los domingos III, IV y V del año A se centran enel agua viva, en la luz y en la resurrección, respectivamente. En elaño B aluden a otros tantos signos del misterio pascual: el templo, laserpiente de bronce y el grano de tr igo, tomados del IV Evangelio.Los temas de los domingos 1IIV del año C forman la serie «de lam isericordia divina»: interpretación de un os hecho s luctuosos, el hi-

 jo pródigo y la adúltera. Los textos pertenecen al  E vangelio según   san L u ca s , excep to el últ im o, tom ado de san Juan.

10 En los pnmeros siglos se usaba esta forma de exposición narrativa de la historia de la salvación: S. A g u s t í n , De catech. rudibus  3,5, en CCL 46, 124, cf. D a n i e l o u , 

J.-Du C h a r l a t , R , La catechesi nei pr imi secoh (Leumann-Torino 1979), 223-23511 Las tentaciones narradas en Mt 4 , 1 - 1 1 y Le 4 , 1 - 1 3 , evangelios del dom I de 

Cuaresma de los años A y C, respectivamente, tienen su equivalente en el A.T.: cf Dt  8 , 7 = Mt 4 , 4 ; Dt 6,16 = Mt 4 , 7 , Dt 6 ,1 3 = Mt 4,10. Véanse el prefacio de este domingo y la lectura patrística de san Agustín.

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246  P.IV. La santificación del tiempo

Las colectas y los prefacios propios de los domingos I y II y delos domingos III, IV y V, cuando se leen los evangelios del año A,completan el cuadro 12. Los textos del Oficio se mueven en tomo aaspectos generales de la Cuaresma y del misterio pascual de Jesu-cristo, espec ialm ente en el dom ingo V y en el de Ram os. El oficio de  

lectura   de los domingos de Cuaresma propone la lección que corres- ponde del  E xodo   (dom. I, II y III) y del  Levítico   (dom. IV), dado queestos libros se leen desde el comienzo de la Cuaresma. El domingoV co m ienza la lectura de la Carta a los Hebreos.  La lectura patrísti-ca de los domingos, en cambio, t iene en cuenta los grandes temasevangélicos dominicales del ciclo A 13. Los domingos I, II, III y IVtienen en común las lecturas breves de laudes , hora intermedia   yvísperas , así como el V y el de Ramos.

El domingo de Ramos se proclama el relato de la entrada deJesús en Jerusa lén en el rito de la be nd ición de los ram os, y la Pasióndel Señor en la misa, cada año según el respectivo sinóptico 14. Lasdemás lecturas de la misa y el salmo hablan de la actitud del Siervo,completándose el cuadro con la lección bíblica del oficio de lectura  (Heb 10,118) y la de san Andrés de Creta 15.

3.Las ferias de Cuaresma

Las ferias de las cinco semanas de Cuaresma, aun dentro de suautonom ía, com pletan aspectos tem áticos de los dom ingos. Los anti-guos formularios tanto de lecturas como de oraciones han sido re-fundidos y en buena parte renovados. Se mantiene la presencia delAntiguo Testamento como primera lectura y se ha buscado una ma-yor unidad con los evangelios. El lunes de la IV semana se inicia lalectura d el  E vangelio según san Ju a n , siguiendo los pasajes que tie-nen mejor cabida en la Cuaresma y que preludian la Pasión.

Al com ienzo de las semanas III , IV y V se encu entra una m isa delibre elección, que puede emplearse en cualquier feria, con las lectu-ras evangélicas de la samaritana, del ciego de nacimiento y de resu-rrección de Lázaro que se leen en el año A.

La diversidad de temas se produce igualmente en el Oficio divi-no, especialmente en el Leccionario patrístico. El oficio de lectura

12 Cf. W a r d , A.-J o h n s o n , C., The Prefaces of the Román Missal   (Rome 1989), 102-165.

13 Para el leccionario bienal cf. L e s s i- A r i o s t o , M., «Liturgia Horarum-Supplemen- tum», en Not  306/307 (1992), 9-167, aquí 78ss y 130ss.

14 Cf. R a m o s , M., «El domingo de Ramos. El pórtico de la Semana Santa», en  Ph 145(1985), 15-23.

15 Para el curso bienal cf. L e s s i- A r i o s t o , M., art. cit., 91-92 y 143.

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C.21. La Cuaresma 247

 p retende m ostrar una pan o rám ica de la h isto ria de la salvación conuna selección de  E xodo   — que c om ienza el m iércoles de ceniza yterm ina el sábado de la sem ana III— ,  Levítico   y  N úm eros   — toda lasem ana IV, incluido su dom ingo — y, a partir del dom ingo V, con laCarta a los Hebreos,  que interpreta la antigua alianza a la luz del

m isterio pascual y aho nd a en el sign ificado salvífico del sa crificio deCristo 16. Las lecturas breves de laudes , hora intermedia   y vísperas  comprenden dos series, para las semanas IIV y para las semanas Vy VI, respectivam ente, com o suc ede con los dom ingos. En las precesde laudes y de vísperas  ocu rre lo mism o que en las ferias del t iem po

 pascual.

4. Las ferias de la Sem ana Sa nta

La Cuaresma tiene como días finales las cuatro primeras feriasde la Semana Santa. En efecto, el lunes, martes y miércoles santos

 p ro longan de alguna m anera el am bien te prepascual del dom ingo deRamos. Las primeras lecturas presentan los cantos del poema delSiervo (Is 42,17; 49,16; Is 50,49a) y los evang elios recogen ep iso-dios que preludian la Pasión: la unción en Betania (Jn 12,111), elanun cio de la negación de P edro y de la traición de Judas (Jn 13,2133.3638) y la revelación de la traición de éste (Mt 26,1425).

El Oficio divino, du rante estos tres d ías y el mism o juev es santohasta la hora intermedia   inclusive, contribuye aun más a dar a estosdías un carácter de introducción a la Pasión del Señor, no obstante larepetición de textos en laudes, hora intermedia   y vísperas. El oficio  de lectura   sigue ofreciendo la Carta a los Hebreos   y añade esplén-didos textos patríst icos, entre los que destaca la homilía  sobre la  

 P ascua   de Melitón de Sardes el jueves santo ,7.La M isa crismal de la ma ñan a del juev es es, en realidad, un parén-

tesis, si bien poniendo de relieve que todos los sacramentos brotan dela humanidad vivificada y vivificante de Cristo, el ungido del Señor(cf Is 61,19: 1.a lect.; Sal 89; Le 4,1621: evang.), que ha hecho par-tícipe de su consagración al pueblo santo (Ap 1,59: 2.a lect.). Pablo VIquiso que esta celebración tuviese un acentuado carácter sacerdotal l8.

16 Para el leccionario bienal cf. L e s s i- A r i o s t o , M., art. cit., 78-91 y 130-142.17 Para el curso bienal del oficio de lectura  cf. Less i -Ar ios to , M. , art. cit., 92-93 

y 143-144.

18 C f Rose, A., «La signification de la Messe chrismale», en QL 69 (1988), 26-66; Russo, R.,  El «propio» de la Misa Crism al en el Misal Romano de Pab lo VI. Estudio histórico litúrgico-teológico {Romae 1992); T e n a , P., «La misa crismal. Una aportación catequética», en Ph  127 (1982), 67-70. Para los textos de la bendición de los óleos, c f supra, n n .l8 y 19 del cap. XVII. Para el prefacio c f A b a d , J. A., «Fuentes y teología del prefacio crismal del nuevo Misal Romano», en Teología del sacerdocio 4 (Burgos1972), 351-363.

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C a p í t u l o X X I I

 ADVIENTO, NAVIDAD Y EPIFANIA

La santa madre Iglesia, en el ciclo del año, desarrollatodo el misterio de Cristo, desde la encamación y el Na-cimiento... y la expectativa de la feliz esperanza y venidadel Señor» (SC 102).

BIBLIOGRAFIA 

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(1976); 14/6(1977).

El complemento del ciclo pascual lo consti tuye el ciclo natalicio  o de la manifestación del Señor. Adviento, Navidad y Epifanía estánunidos entre sí por esta referencia. El capítulo estudia estos tiemp os

 bajo la p erspec tiv a com ún de la ven ida o m anifestación del Señor.Ahora bien, la celebración del Adviento t iene carácter de prepa-

ración de la Navidad y de la Epifanía, de modo semejante a lo queocurre con la Cuaresma respecto de la Pascua y su cincuentena.

I. ESTRUCTURA DEL CICLO NATALICIO

«Después de la anual evocación del Misterio pascual, la Iglesiano tiene nad a más santo qu e la celebración del N acimiento del Señory de sus pr incipales manifestaciones» (NUALC 32) . La solemnidaddel 25 de diciembre ocupa el centro de todo el ciclo y, a la vez,guarda una especial relación con la Pascua. La celebración natalicia

del S eño r se inicia con las I vísperas de N avidad y term ina el dom in-go después de la Epifanía.

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250  P IV La santificación del tiempo

La característ ica mas visible de este periodo es la acumulaciónde fiestas Las prin cip ales son el 25 de diciem bre y la Epifanía, el 6de enero, pero el domingo siguiente a Navidad se celebra la fiesta dela Sagrada Fam ilia, el 1 de enero, octava de Nav idad, la solem nidadde Santa M aría M adre de Dios, y el dom ingo después de Ep ifanía la

fiesta del Bautism o del Señor En aque llos lugares dond e el 6 deenero no es de precepto, la Ep ifanía se traslada al dom ingo que caigaentre el 2 y el 8 de enero (cf N U AL C 37) Por otra parte, se m antie-ne la octava de Navidad, que incluye, en los días 26, 27 y 28 dediciembre, las fiestas de san Esteban, san Juan Evangelista y los san-tos Inoc entes D espué s del 1 de enero, las ferias de Na vidad tiene nm enor categoría

La l i turgia romana dedica a la prepaiación de la Navidad cuatro

sem anas con sus respectivos domingos El A dviento emp ieza en lasI vísperas  del domingo que cae el 30 de noviembre o en el día máscercano a esta fecha, y termina antes de las I vísperas  de Navidad(N U A LC 4 0) A partir del día 17 de diciemb re se intens ifica la pre-

 paración para la N avidad L as ferias son in dependientes de los do-mingos

II LOS DATOS DE LA HISTORIA

La historia de todo este ciclo no es uniform e En efecto, mien traslos l ibros l i túrgicos actuales comienzan el domingo I de Adviento,los antiguos sacraméntanos lo hacían el día 25 de diciembre

1 N av ida d y Epifanía

Las fiestas de Navidad y Epifanía aparecieron en el calendariocristiano a comienzos del siglo iv, aunque en lugares diferentes1 L a p rim e r a n o tic ia h is tó ric a d e la Navidad   procede del cro-

nógrafo copiado por Funo Dionisio Filocalo el 354, aunque se re-m on ta al año 336, que contiene la depo sitio ma rtyrum   y la deposit io episcoporum  de la Iglesia de Ro m a En cab ezan do la prim era lista, eldía 25 de diciembre, se lee VIII ka l rnn natu s est Chr istus in Bet- lehem ludea e   1

Sin embargo, a pesar de las investigaciones, no se sabe con cer-

teza cual pudo ser el m otivo de la elección del 25 de diciem bre com ofech a de la fiesta del Nac imien to del Seño r La coincid enc ia del 25de diciembre con la f iesta pagana del  N a tahs (sohs) in vic ti,   estable-

1 Puede verse el texto en P a s c h e r  , J , El año litúrgico  (BAC 247, Madrid 1965), 350 352, cf Jo u n e l , P , «Los calendarios», en M a r t i m o r t , 1012-1013

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C 22 Adviento Navidad y Epifanía 251

cida el año 275 por el emperador Aurehano en el solsticio de invier-no, ha hecho pensar que el crist ianismo habría querido contrarrestarla f iesta pagana proponiendo la celebración del nacimiento de Cris-to, el verdadero  so l de ju s tic ia   (cf Mal 4,2, Le 1,78) 2 U na segu ndahipótesis se basa en el cálculo de la fecha de la muerte de Cristo,

según la creencia antigua de que ésta habría tenido lugar el mismodía en que se prod ujo la enc am ación La fecha del 25 de diciemb rese hab ría f ijado, po r tanto, en base al 25 de m arzo, fecha estim ada dela m uerte 3

Una tercera hipótesis se apoya en el objeto de la fiesta según lashomilías patríst icas, especialmente las de san León Magno (440461), el testigo sin duda más cualif icado acerca del sentido origina-rio de la Navidad en la l i turgia romana, autor por otra parte del fa-

moso tom us a d Flav ianum   env iado al Co ncilio de C alced on ia 4 Larápida difusión de la f iesta se explica más fácilmente por la necesi-dad de afirm ar y difund ir la fe auténtica en el m isterio de la encam a-ción que por el afán de contrarrestar una fiesta pagana El Conciliode Nicea se había celebrado el año 325 y los concilios siguientestuviero n que ha cer frente a diverso s errores cristolog icos 5 De he-cho, a finales del siglo iv la Navidad se celebraba ya en el norte deA frica (a 360), en Españ a (a 384), en Cons tantinopla (a 380), en An -

tioq uía (el 386), en Capad ocia, etc 6La l i turgia papal de Roma, a partir del siglo v, comprendía tres

estaciones el 25 de diciem bre Santa M aría la M ayor —ju nto al pe-

2 Hipótesis apoyada por B o t t e , B , Los orígenes de la Navidad y de la Epifanía (Madrid 1963), obra escrita en 1932 y que ha influido notoriamente en los estudios  postenores No obstante c f R o l l , S , «Botte Revisited A Tuming Point m the Research on the Ongms o f Chnstmas and Epiphany», en QL 74 (1993), 153-170

3 C f D u c h e s n e , L , Origines du cuite chretien (Pans 1920, la I edición es de 1889), 

261, etc , y últimamente T a l l e y , Th J , «Le temps liturgique dans TEglise ancienne Etat de la recherche», en LMD 147 (1981), 29-60, aquí 39 48 Id , Le origim dell anno litúrgico  (Brescia 1991, trad del ingles de 1986), 93-101, y A m a s s a r i , A , «Alie origim del Calendario natalizio», en Euntes Docete  45 (1992), 11-16

4 En G a r r i d o , M , San León Magno Homilías so bre el año litúrgico  (BAC 291, Madrid 1969), 69-122 Cf A lber ic  h , E , «El misterio salvifíco de la encamación en el primer formulario navideño del sacramentarlo leoniano», en RET 25 (1965), 277 317, C a l l a e w a e r t , C , «S León le Grand et les textes du Leonien», en  Sacris Erudin  1(1948), 36-164, S c h n i t z l e r  , Th , «Das Konzil von Chalkedon und die westhche (ro mische) Liturgie», en G r i l l m e i e r  , A - B a c h t , H (dir ),  Das Konzil von Chalkedon  2 (Wurburg 1951 52), 735 755, etc

5 M a z z a r e l l o , S , «Navidad», art c it , señala como primera causa del origen de la Navidad la lucha contra el arriamsmo, aunque admite también, como causas «sociolo  gicas y políticas», el sincretismo religioso del culto impenal y el apoyo de Constantino

6 Cf M o s s a y , J , «La Noel et l’Epiphame en Cappadoce au IV siecle», en B o t t f , B etAA  Noel Epiphanie  op cit ,211-236, T h e o d o r o u , E , «Saint Jean Chrysostome et la féte de Noel», ib  , 195-210, W i l m a r t , A , «Un sermón de saint Optat pour la fete de Noél», en RevSR  2 (1922), 271 302, etc

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252  P.IV. La santificación del tiempo

sebre— en la med ia noche; Santa A nastasia, al aman ecer, y San Pe-dro, entrado el día 7. Con origen diferente en cuanto a la época, lastres celebraciones se difundieron con los libros litúrgicos romanos.En el siglo vi se introdujo la vigilia de Navidad con ayuno y unam isa vespertina, y proba blem ente también la octava el día 1 de ene-

ro. Las fiestas de san Esteban, san Juan Evangelista y los Inocentesse remontan al menos al siglo vi en la liturgia romana, aunque ya secelebraban desde el siglo iv en la liturgia siria, con la particularidadde incluir también las fiestas de san Pedro y san Pablo, san Juan ySantiago el día 27, no teniendo la fiesta de los Inocentes. Las restan-tes li turgias occidentales siguen a la li turgia roman a, pero con m em o-rando también el día 27 al apóstol Santiago 8.

2. La  f ie s ta de Epifa nía   nació en Oriente, probablemente en

Egipto en círculos heterodoxos, en la hipótesis de que fuera dichafiesta la celebrada por los gnósticos basil idanos el 6 de enero paraconmemorar el bautismo de Jesús, según una alusión de Clementede Alejandría (t 215)9. Lo cierto es que a finales del siglo iv laEpifanía estaba presente no sólo en Asia Menor según las homilíasde los Padres Ca pado cios (a.372ss), en Antioquía (a.386), en Chipre(a.374), en Jerusalén (a.380), sino tam bién en O ccidente — Galia(Viena a.361) y España (a.380)10.

La primera noticia segura de su celebración en Roma son las

homilías de san León (440461) 11. Ahora bien, mientras en Orientela Epifanía oscila entre la conmemoración del Bautismo del Señor

 — Egipto , A ntioqu ía y C onstan tinopla en un segundo tiem po— y lafiesta del N acim iento — Cap adoc ia, Antioquía y Con stantinop la al

 p rincipio , C hipre, Jerusalén— , en O ccidente se centra en la adora-ción de los Magos. El motivo del cambio de contenido en algunasIglesias de Oriente se debe a la llegada de la fiesta del 25 de diciem-

 bre. No obstante , la s’liturgias occidentales han conm em orado en la

Epifanía las manifestaciones del Señor en la adoración de los Ma-gos, en el bautismo de Jesús y en las bodas de Caná ,2, y en algunasIglesias también la transfiguración y la multiplicación de los panes.La fiesta de la Epifanía fue elegida en la antigüedad para anunciar la

7 Una referencia a las tres misas aparece ya en S. G regor io   M a g n o ,  Hom   8 in  Evang , en PL 76, 1103.

8 Cf. R  i g h e t t i   1, 703-7159 En Stromata   1,146,1, en PG 8, 88710 Cf. L e m a r i e , J , «Epiphame», en DSp 4 (1960), 863-879, S a x e r  , V., «Epifanía», 

en DPAC 1,718-719, etc.11 En G a r r i d o , M., op. cit., 123-153, cf L a n g , A P , «Anklange an liturgische 

Texte ín Epiphamesermonen Leos der Grossen», en  SacrEr  10 (1959), 43-126, etc12 Véase ant. del Magníficat  de las II Vísp. de la Epifanía.

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C.22. Adviento , Navidad y Epifanía 253

fecha de la celebración de la Pascua. En las Iglesias orientales eradía bautismal y en él se bendecían las aguas 13.

La fiesta del Bautismo del Señor, que cierra hoy el ciclo navide-ño, había entrado en el calendario romano en 1960, pero se celebra- ba el d ía 13 de enero, a los ocho día s de la E pifanía. No obstante , los

misales galicanos tenían ya esta f iesta desde el siglo xviii   14.

2. El A dv iento

El Adviento se desconoce en Roma antes del siglo vn. Navidadno tenía preparación especial entonces, pues las Témporas de di-ciembre eran todavía independientes 15. Las primeras noticias de una

cierta preparación de la Navidad proceden del Concilio de Zaragoza(a.380). L os form ularios de m isas que se encuen tran bajo el tí tulo  D e adventu Domini,  al f inal de los sacraméntanos gelasianos (de origenrom anogal icano) , probab lem ente no tenían nada que ver con la pre- paración de la N avidad, sino con el recuerdo de la últim a venida deCristo, como sugiere su colocación. Sin embargo, esta temática sevio atraída poco a poco por el recuerdo de la expectación que prece-dió a la manifestación histórica del Mesías. El  R otu lus   de Ravena,aunq ue es del siglo v, se m uev e ya en e sta perspectiva. P or su parte,las l i turgias orientales no han tenido nunca unas celebraciones espe-cíficas de Adviento.

Por otra parte, se advierten también fluctuaciones en cuanto alnúmero de semanas del Adviento originario: seis en unos testimo-nios y cuatro en otros. El número de cuatro domingos quedó fi jadotan sólo a partir de los siglos vmix.

III. TEOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD

Siguiendo el cri terio de la imp ortancia objetiva de las celeb racio-nes, es preciso comenzar por las más importantes ,6.

13 Cf D a l m a i s , I H., «La sanctification des eaux et la féte de PEpiphame dans la tradition syro-antiochienne et ses denvées», en T r i a c c a , A M -P i s t o i a , A. (dir),  Les bénédictions et les sacramentaux dans la liturgie  (BELS 44, Roma 1988), 59-71.

14 Cf L e m a r i e , J , «La Baptéme du Seigneur dans le Jourdain d’aprés les textes  scripturaires en usage dan les Eglises d’Orient et d’Occident», en LMD 59 (1959),  

96-98.1<¡ Cf C h a v a s s e , A., «L’avent romam du VICau VIIL siécle», en EL 67 (1953), 

297-308 (cf. ib  69 [1955], 21-23); L e m a r i e , J , «Le mystére de l’avent de la Noel  d’aprés \e Rotulus de Ravenne», en QLP42 (1961), 303-322; R y a n , V., «L ’avent Ses origines et son développement», en QL 67 (1986), 203-213, etc.

16 C f. C a s t e l la n o , J., «La Navidad: historia y teología», en  Ph  174 (1989), 481- 490, Goossens, A , «Polyvalence accentuée. le cycle de Noel selon Vatican II», en QL

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254  P.IV. La santificación del tiempo

1. La «N avid ad del Señ or» y su Octava

1. L as I vísperas  del 25 de diciembre cantan a la Palabra que hatomado carne, una vez cumplido el t iempo (Gál 4,45), y que sale ala luz como el esposo de su cámara nupcial (ant.  M agn.) .  La misa de 

la vigilia   se abre con el canto «Hoy vais a saber que el Señor ven-drá» (Ex 16,67). En ella se proclama la genealogía de Jesucristo(Mt 1,125; Is 62,15; Hech 13,1617.2225). La oraciones conectanel t iem po de A dviento con la N avidad. El oficio de lectura   toma lossalmos mesiánicos 2, 18 A y 44 para celebrar al engendrado delPadre (cf. Heb 2,5) y esposo de la Iglesia (Sal 44,3). Siguen la pro-fecía de la raíz de Jesé (Is 11,110) y el serm ón 1 de la N avidad desan León Magno. Los responsorios comienzan con la palabra «hoy»,

 para indicar la actualidad del acontecim iento salvífico 17. La misa de  medianoche  tiene u n claro pa ralelo con la vigilia pasc ua l 18. El ev an -gelio anuncia: «os ha nacido un Salvador» (cf. Le 2,114), el descen-diente de David (Is 9,27), Jesucristo, Dios y Salvador nuestro (Tit2,1114), a quien el Pad re dice: «T ú eres mi H ijo, yo te he eng end ra-do hoy» (Sal 2,7). La señal es la eucaristía, el nuevo intercambio  admirable   19.

Los laudes   evocan la adoración de los pastores, como hace tam- bién la misa de la aurora   (Le 2,1520). Ellos representan a todo el pueblo , com o la h ija de S ión (Is 62 ,1 112; Z ac 9,9 ). La tercera misa  se centra en el misterio de la Palabra hecha carne (Jn 1,118), cuyavenida ha traído la salvación (Is 52,710) y es revelación del Padre alos hombres (Heb 1,16). La encamación, principio de la acción re-dentora del hombre, es aún más sublime que la creación (cf. colec-ta). Las II vísperas  exaltan al Mesías desde su nacimiento (Sal 109),que ha asum ido la con dición hum ana desde lo más hondo (Sal 129),Primogénito y cabeza de la Iglesia (Col 1,1220), la Palabra de la

vida que se hizo visible (1 Jn 1,13).2. La  so lem nid ad de Santa M aría M adre de Dio s,  e l día 1 de

enero, pone de relieve cuatro aspectos, al menos: la octava de Nav i-dad, la circuncisión (cf. Le 2,21), la imposición del nombre de Jesús(cf. Mt 1,21; Le 1,31; 2,21) y la fiesta de la Maternidad divina de

73 (1992), 205-222; W a r d , A.-Jo h n s o n , C., «The Sources of the Román Missal, 1: Advent-Christmas», en Not  240/242 (1986), 441-478; I d ., The Prejáces ofth e Román 

 Missa l   (Rome 1989), 57-101 (Bibl.), etc.

17 Cf. P i n e l l , J., «Vhodie   festivo negli antifonari latini», en RL 61 (1974), 679-  592.

18 Véase las colectas respectivas: cf. A s h w o r t h , H., «The liturgical Prayers of St. Gregory the Great», en Traditio  15 (1959), 107-161, aquí 118-121; Cape l le , B., «La main de Saint Grégoire dans le sacramentaire romain», en RBén 49 (1937), 13-28; Id ., «La préface de Noel. Origine et commentaire», en QLP 18 (1933), 273-283, etc.

19 Cf. H e r z , M.,  Sacrum commercium  (München 1958).

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C.22. Adviento, Navidad y Epifanía 255

M a ría 20. To dos estos tem as ap arecen en las lecturas, especialm enteel del nombre divino (Núm 6,2227), y el de María  sed e de la Sabiduría   (Le 2,1621 y Gál 4,47). Las oraciones y el prefacio insistenen los beneficios que ha deparado la colaboración de María en laencam ación. N um erosos textos recuerdan tam bién la virginidad p er-

 petua de la M adre del Señor (cf. ant. 3 de la udes).La l i turgia de las horas combina los temas cristológicos de la

 N avidad, especialm ente en la s lecturas b íb licas com o H eb 2,9 17 yMiq 5,23, con los temas marianos, en las antífonas, responsorios,lectura patrística (san Atanasio) y en los salmos que la liturgia aplicaa María y a la Iglesia: el Sal 23, el 86, el 98, el 147, el 121, el 126,etcétera, y el cántico de Ef 1,310.

2. La «E pifanía de l Se ño r»

La solem nidad con serva su carácter tradicional den tro de la li tur-gia romana. El evangelio (Mt 2,112) y el profeta (Is 60,16) confi-guran el alcance teofánico y universalista de la celebración. Esta seabre con las I vísperas en las que el Sal 134, el cán tico de 1 Tim 3,16

sobre Cristo «manifestado en la carne» y la lectura de 2 Tim 1,910destacan la epifanía de Jesucristo Salvador. Las antífonas se haceneco de esta man ifestación y aluden a la estrella como signo del granRey. El oficio de lectura   está vertebrado por el Sal 71, mesiánico yalusivo a los reyes de Tarsis, Saba y Arabia, al que se añaden Sal 95y Sal 96 con su carácter universalista. La lectura es Is 60,122, a laque sigue un sermón de san León sobre la Epifanía. Los laudes  a lu-den también al carácter misionero de la fiesta (cf. Is 52,710).

La misa   se abre con el texto de Mal 3,1, para esbozar en la co-lecta el contenido de la solemnidad. Al evangelio y al profeta acom-

 pañan el Sal 71 y E f 3,23 .56 (2.a lect.). El p refacio ce lebra a C ris to,«m anifestado en nuestra carne m ortal». L as restantes oraciones reco-nocen en la eucaristía la presencia del misterio. La hora intermedia  ha seleccionado los salmos 46, 85 y 97 como exaltación de Cristo.Las 11 vísperas   con el Sal 109, el 111 y Ap 15,34 glorifican tambiénal Señor, ante el que se postran todas las naciones. La lectura es Tit3,45.

20 Con esta fiesta se ha querido recuperar una hipotética celebración mariana situada antiguamente en Roma este día: cf. B o t t e , B., «La premiére féte mariale de la liturgie romaine», en EL 47 (1933), 425-430; G u i l m a r d , J.-M., «Une antique féte mariale au Ier Janvier dans la ville de Rome?», en  EcclOr   11 (1994), 25-67; L e f e v r e , 

P., «A propos de la nouvelle féte mariale du I ianvier», en QL 52 (1971), 36-38; M e o , S. -S a r t o r e , D., «Madre de Dios», enNDM, 1173-1 199, aquí 1194-1197.

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256  P IV La santificación del tiempo

3. Los dom ingos después de Navidad y la fiestadel Bau tism o del Señor

1. El do m ingo dentro de la oc tava de N avida d, f ie s ta de la Sa g rada F am ilia   21, recoge en las antífonas, lecturas breves del Oficio,

en los responso rios y en las preces d iversas alusion es a la vida o cultade Jesús, sin olvidar las virtudes de la familia cristiana. En este sen-tido destacan las lecturas bíblica (Ef 5,216,4) y eclesiástica (unahomilía de Pablo VI) del oficio de lectura . La misa   se mueve en lamisma temática. Por una parte presenta el acontecimiento de la pre-sencia del Hijo de Dios en el seno de una familia humana, especial-mente en los evangelios (Mt 2,1315.1923: año A; Le 2,2240: B; yLe 2,4152: C), y por otra propone «el maravilloso ejemplo de la

Sagrada Familia» (colecta) como modelo de la Iglesia y de la insti-tución familiar. Este aspecto lo señalan las lecturas del Antiguo Tes-tamento y del Apóstol en los tres ciclos, además de las oraciones presidenciales.

2. El dom ingo II de N avida d celeb ra el N acim iento de Jesúscon el colorido pascual del día d el Señor , y en este sentido todos lostextos, especialmente las lecturas Oficio divino, son un canto a Cris-to, la Palabra eterna del Padre, que ha morado entre los hombres. Lamisa   se abre con la alusión al descenso de la Sabiduría divina (Sab18,1415; cf. Eclo 24,14.1216: 1.a lect.; Jn 1,118: evang.). La se-gunda lectura habla igualmente de la gloria del Señor (cf. Ef 1,36.1518). Las oraciones t ienen también un contenido sapiencial evi-dente.

3. La f ie s ta del B autism o del Señor   enriquece notablemente elciclo navideño, desde el punto de vista cnstológico. El evangelio selee cada año según un Sinóptico (M t 3,1317; M e l ,6 b l 1; Le 3,1516.2122), mientras las restantes lecturas hablan de la investidura

mesiánica de Cristo y de su unción por el Espíritu (Is 42,14.67;Hech 10,3438) 22, temas que se evocan también en el prefacio y enlas oraciones, si bien estos textos hacen referencia al sacramento delBautismo. En el Oficio destacan las lecturas bíblicas y las antífonas,que giran en torno a los m ismo s con tenido s de la M is a 23. Algun os

21 Esta fiesta había sido introducida en el calendario romano en 1893 por el papa León XIII, en el domingo III después de Epifanía La reforma del calendario la ha acercado a la Navidad sobre el antiguo oficio y misa cf. P a s c h e r  , J , El año litúrgico  

(BAC 247, Madrid 1965), 454-462.22 El OLM de 1981 ha introducido adhbitum, para el año B,Is 55,1-11 y 1Jn5,l-9, 

y para el año C, Is 40,1-5 9-11 y Tit 2,11-14, 3,4-7, que tocan, respectivamente, los temas del agua viva del Espíritu y del bautismo cristiano.

23 Se han vuelto a usar las antífonas Veterem hominem en varias horas: cf. L e m a r i e , 

J., «Les antiennes Veterem hominem  du jour de l’octave de l’Epiphame», en EL 72 (1958), 3-38.

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C.22. Adviento, Navidad y Epifanía 251

salmos son muy significativos, como el 28 y el 65. Los restantes setoman de la solemnidad de la Epifanía. Con especial interés se haescogido un sermón de san Gregorio Nacianceno en la  fie s ta de la s luces  como lectura patríst ica.

4. Lo s días de la octava y las ferias de Navidad-Epifanía

Las memorias de san Esteban (26 de diciembre), san Juan Evan-gelista (día 27) y de los santos Inocentes (día 28) se combinan conla octava de Navidad. La celebración más identificada con ella es,sin duda, la de los Inocentes, a causa del episodio evangélico de Mt2,1318. Pero san Juan Evangelista es también el gran testigo de laencamación del Hijo de Dios, a partir del misterio de la resurrección

(cf. Jn 20,2 8: ev an ge lio; 1 Jn 1,14: 1.a lect.). Las m isas y el O ficiodivino de la octava de Navidad giran en tomo al misterio del naci-miento del Señor, con lecturas de la I Carta de san Juan y los evan-gelios de san Lucas y de san Juan, más las lecturas bíblicas del oficio  de lectura   — de la Carta a los Colosen ses— y las lecturas patrísti-cas 24.

Las ferias que siguen a la octava de N avidad se refieren a signosepifánicos tomados del IV Evangelio hasta el 5 de enero y de los

demás evangelistas entre el 7 y el 12 25.  Las oraciones se mueven entomo a la temática natalicia, pero cada día cuenta con una segundacolecta para después de la Epifanía. En cuanto al Oficio divino, a

 partir de la II sem ana se usa ya el salterio corriente, aunque los res-tantes textos son propios. La lectura de la Carta a los Colosensestermina el día 5 de enero, y a partir de ese día se lee la última partedel profeta Isaías. Las lecturas patrísticas se refieren a la Epifanía yal Bautismo del Señor.

5. Los domingos de Adviento

La Iglesia, al celebrar el Adviento unido a la Navidad, es cons-ciente de cumplir a la vez la espera del antiguo Israel en la expecta-tiva mesiánica, y su propia espera de la consumación de la f i l iacióndivina comunicada por Cristo en su venida histórica (cf. Rom 8,19;1 Jn 3 ,2 ) 26. Esta tem ática descansa sobre los cuatro domingos, si-

24 Cf F a r n e s , P , «Las lecturas bíblicas del tiempo de Navidad», en OrH  16(1985), 344-350, G o e n a g a , J. A., «Celebración de la Navidad y crónica de los evangelios de  la infancia», en Ph  113 (1979), 397-417

25Cf. OLM 96; T e n a , P,«El Leccionario ferial de Navidad», en  Ph  125 (1981), 427-432

26 Véanse NUALC 39 y el prefacio I de Adviento* cf F r a n c e s c o n i , G , «Per una lettura teologico-liturgica dei prefazi di Avvento-Natale-Epifania del Messale Roma-

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25 8  P.IV. La santificación del tiempo

guiendo las l íneas del Leccionario de la Misa, que da unidad a lostres ciclos A, B y C:

Año A Año B Año C

 Dom   I Is 2,1-5 Rom 13,11-14 Mt 24,37-44

Is 63 ,16-17;64,1.3-8 1 Cor 1,3-9 Me 13,33-37

Jer 33,14-16 1 Tes 3,12-4,2 Le 21,25-28.34-36

 Dom   II Is 11,1-10 Rom 15,4-9 Mt 3,1-12

Is 40,1-5.9-11 1 Pe 3,8-14 Me 1,1-8

Bar 5,1-9 Flp 1,4-6 8-11 Le 3,4-6

 Dom  III Is 35,1-6.10 Sant 5,7-10 Mt 11,2-11

Is 61,1-2 10-11 2 Tes 5,16-24 Jn 1,6-8.19-28

So f 3,14-18 Flp 4,4-7 Le 3,10-18

 Dom IV Is 7,10-14 Rom 1,1-7 Mt 1,18-24

1 Sam 7,1-5.8.12.14 16 Rom 16,25-27 Le 1,26-38

Miq 5,2-5 Heb 10,5-10 Le 1,39-45

En efecto, estas lecturas hacen que el dom ingo 1 gire todo él entomo a la vigilancia y a práctica de las obras de la luz en la esperaescatológica de la última venida del Señor27. La lectura patrística deeste dom ingo m edita sobre los dos advientos de Cristo. La esperanz aes la nota dominante como acti tud fundamental de la vida crist ia-

na 28. El 11 do m ing o, aun de ntro de la m ism a tón ica esc atoló gica ,introduce los avisos de Juan el Bautista: «preparad los caminos delSeñor». Su lengu aje veh em ente, inspirado en Isaías y Baruc (1.a lect.B y C), llama a la conversión y al cambio de vida. La lectura patrís-tica actualiza la figura del Bautista en la predicación de los enviadosde Cristo. Tanto en este domingo como en el anterior las antífonas ylas oraciones de la Misa invitan a salir animosos al encuentro delSeñor que viene.

El domingo III de Adviento, denominado Gaudete  (alegraos) se-gún el consejo paulino de Flp 4.45 (2.a lect. año C), está todo élmarcado por la alegría «porque el Señor está cerca» (cf. colecta). N uevam ente el B au tista refleja la s actitudes del A dviento , com o des-taca la lectura patrística del Oficio. El domingo IV se sitúa ya en losacontecimientos que precedieron al nacimiento de Jesús. Es el do-

no», RL 59 (1972), 628-648, M a r q u e s   S u r i ñ a c h , J ,  El Misal de Pablo VI Estudio 

critico de la eucología de Adviento (Pamplona 1986), etc.27 Cf. C o n t é , N.,  Benedetto Colui che viene L 'Eucaristía e l'escatologia  (Napoli 

1987).28 Cf M a r t í n e z , G., La escatología en la liturgia romana antigua   (Madnd 1976); 

Ruiz d f   l a   P e n a , J L., «Tiempo de adviento, tiempo de esperanza», ib  136 (1983), 291-298; T r i a c c a , A. M . - P i s t o i a , A. (dir.),  Eschatologie et liturgie  (BELS 35, Roma 1985), espec. 171 -183 y 331 -357, etc.

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C 22 Adviento, Navidad y Epifanía   25 9

mingo de las anunciaciones a José (evang. del año A), a María(evang. del año B) y a Isabel (evang. del año C), el domingo en elque la f igura de María, la Mujer (nueva Eva) y Madre del Señor,confiere una nota singular a toda la celebración29.

La l i turgia de las horas de los domingos de Adviento contribuye

a perfilar la celebración de la espera en las dos venidas de Cristo. Eloficio de lectura   sigue el libro de Isaías en unión con las ferias. Paralas demás horas se usa el salterio de las cuatro semanas con antífo-nas, lecturas breves, responsorios y preces propias 30.

6. La s ferias de A dviento

Const i tuyen el complemento de los domingos, pero forman dos b loques, hasta el 16 de d iciem bre y desde el 17 hasta el 24. En lasferias ha sta el 16 de diciem bre se lee el libro de Isaías com o prim eralectura de la Misa, siguiendo el mismo orden del libro, sin excluirlos fragmentos que se leen también los domingos. Los evangelios deestos días están relacionados con la primera lectura. Sin embargo,desde el jueves de la segunda semana, las lecturas del evangelio serefieren a Juan el Bautista, de manera que las primeras lecturas ocontinúan el l ibro de Isaías o contienen un texto relacionado con elevangelio. En la últ ima semana antes de Navidad, se leen en la pri-mera lectura textos proféticos relacionados con el evangelio, y enéste, los acontecimientos que prepararon el nacimiento del Señor31.

El leccionario patrístico del oficio de lectura   ofrece, durante lasferias hasta el 16 de diciembre, una óptima meditación sobre la se-gunda venida de Cristo y sobre las actitudes del Adviento. A partirdel día 17 consti tuyen un com entario de los evang elios de las misas.En las restantes horas del Oficio se repiten cada semana las series de

lecturas breves, responsorios y preces, con una gran abundancia detextos.

Una característica importante de las ferias a partir del día 17 esel uso de las célebres «antífonas de la O» en las Vísperas y en elaleluya de la Misa. E stas antífonas con stituyen u na bell ísim a recrea-

29 Véanse el prefacio IV del Misal Romano en español (ed de 1988) y las consideraciones de Pablo VI en la exhortación  Marialis cultus,  de 2-11-1974, nn 4-5, en G u e r r e r o   1, 685-686, también C a s t e l l a n o , J„ «La Virgen María en la espera y en la 

manifestación del Señor», en OrH   18 (1987), 362-369; Rosso, S t , «Adviento», en NDM, 33-64, etc

10 Cf OGLH 157” Cf OLM 94, F a r n e s , P., «Las lecturas bíblicas en Adviento», en OrH  14 (1983), 

325-331, F o n t a i n e , G , «Le lectionnaire de la Messe au temps de l’avent», en  Not  66/67 (1971), 304-317 y 364-376; T e n a , P., «El Leccionario ferial de Adviento», en  Ph  113 (1979), 387-395

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26 0  P.IV. La santificación del tiempo

ción poética de los títulos m esiánico s de C ri st o 32. Las oracion es deestos días, tomadas en parte del  R ótu lo de R a vena , poseen una nota- ble inspiració n m a rio ló g ica 33.

El día 24 de diciembre t iene una misa de la mañana que es todauna obertura del misterio de la Navidad. Incluso la colecta se dirige

al propio Jesús, contra lo que es habitual en la liturgia romana. Unay otra vez los textos del Oficio anuncian: «Hoy sabréis que viene elSeñor».

32 Cf. K  n o b l a c h , Th. J., «The “O” Antiphons», en EL 106 (1992), 177-204.33 Cf. supra,  n.15; y R o s e , A., «Les oraisons du Rotulus de Ravenne», en QL 52  

(1971),271-292.

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TIEMPO DURANTE EL AÑO, SOLEMNIDADES  Y FIESTAS DEL SEÑOR

El espíritu de los fieles debe orientarse, sobre todo, alas fiestas del Señor en las que se celebran, a lo largo del

año, los misterios de la salvación. Por tanto, el Propiodel Tiempo debe prevalecer por encima de las fiestas delos santos, para que se conmemore de modo debido,íntegramente, el ciclo de los misterios de la salvación(SC 108).

BIBLIOGRAFIA

B e l l a v i s t a , J., «Sobre las solemnidades del Señor en el tiempo  per  

annum», en  Ph  70 (1972), 347454; C i r e l l i , U., «Solennitá e feste delSignore», en D e l l ’O r o , F. (dir.),  II Messale Romano del Vaticano II, 2 (LeumannToríno 1981), 1758; G a i t á n , J. D.,  La celebración del Tiempo Ordinario  (Barcelona 1994); L ó p e z   M a r t í n , J., «Tiempo Ordinario», en

 NDL, 19671972; I d . , «Posibilidades pastorales del tiempo “durante elaño”», en  Ph  189 (1992), 203218; N o c e n t , A., Celebrar a Jesucristo,  57(Santander 1979); P a s c h e r  , J.,  El año litúrgico  (BAC 247, Madrid 1965),280349 y 462491; R  i g h e t t i   1, 862882; VV.AA., «Tempo Ordinario», enD e l l ’O r o , F. (dir.), op. cit., 1 (LeumannTorino 1984), 485587 y 671696;

y  AssSeign  o  AsSeñ  1620, 5378 y 88 (19601967); PAF 2862 (19711973).

El estudio de los tiempos litúrgicos se completa en este capítulocon el t iempo durante el año.  Este t iempo pertenece por entero alPropio del Tiempo, es decir, al sagrado recuerdo del misterio deCristo en el círculo del año (cf. SC 102). En él se insertan cuatrosolem nidades del Se ñor que, jun to con o tras f iestas incluidas en elSantoral, completan el desarrollo de los misterios del Señor.

I. ESTRUCTURA DEL TIEMPO «DURANTE EL AÑO»

«Además de los t iempos que t ienen característ ica propia, quedantreinta y tres o treinta y cuatro semanas a lo largo del círculo del añoen las que no se celebra un aspecto peculiar del misterio de Cristo,sino más bien se conmemora el mismo misterio de Cristo en su ple-

nitud, principalmente en los domingos» (NUALC 43). A este t iempose le ha denominado de quo t idiano , y tiempo «después de la Epifa

C a p í t u l o X X I I I

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26 2  P.IV. La santificación del tiempo

nía» y «después de Pentecostés» y, modernamente, ternpus p e r an- rtum   o «durante el año» y «tiempo ordinario». Comienza el lunessiguiente al domingo del Bautismo del Señor y se prolonga hasta elmartes anterior al miércoles de Ceniza, reanudándose el lunes des- pués del dom ingo de Pentecostés, para te rm inar antes de la s I v íspe-

ras del domingo I de Adviento (cf. NUALC 44).El comprender treinta y tres o treinta y cuatro semanas depende

de la terminación del ciclo de NavidadEpifanía. En efecto, el do-mingo del Bautismo del Señor corresponde al primer domingo delt iempo «durante el año». Los demás domingos se enumeran por or-den sucesivo hasta el principio de la Cuaresma. Después de Pente-costés, si las semanas del tiempo «durante el año» son treinta y cua-tro, se comienza la serie por la semana que sigue a la última que se

haya celebrado antes de la Cuaresma, pero teniendo en cuenta quelas solemnidades de Pentecostés, de la Santísima Trinidad y delCuerpo y Sangre de Cristo — donde se ha trasladado a dom ingo—sustituyen a las celebraciones dominicales que correspondan. Cuan-do las semanas del tiempo «durante el año» son treinta y tres, seomite la primera semana que habría de tomarse después de Pente-costés J.

Los domingos del t iempo «durante el año» ceden la celebracióna las solemnidades y a las fiestas del Señor del calendario universal,en caso de ocurrencia con ellas (cf. NUALC 5). No obstante, exclu-yen en principio la asignación p erpetua de o tra celebración, salvo lassolem nidades de la SS. Trinidad el dom ingo desp ués de P entecostés,el Cuerpo y la Sangre de Cristo el domingo siguiente a la SS. Trini-dad, y Cristo Rey del Universo el último domingo «durante el año»(cf. NUALC 67). El viernes posterior al domingo II después dePentecostés se celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús,y el jueves después de Pentecostés la f iesta de Jesucristo, sumo y

eterno Sacerdote, del calendario particular de España. Todas estascelebraciones del Señor, al no tener fecha fija, están sujetas a la mo-vilidad de la Pascua.

II. LOS DATOS DE LA HISTORIA

El tiempo «durante el año», a pesar de  su   estructuración en la

últ im a reforma li túrgica, constituye uno de los elem entos m ás arcai-cos de la celebración del misterio de Cristo a lo largo del año. Estetiempo ha sido una «verdadera célula del año eclesiástico», anteriora la diversificación de las fiestas y de los ciclos de lo que más tarde

1 Misal Romano  (Coeditores Litúrgicos 1988), 363.

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C.23. Tiempo durante el año   26 3

se llamó el Propio del Tiempo 2. En efecto, según los más antiguosmanuscritos del  E p isto lario   y del  E vangeliario   romanos de la Misa,las series de epístolas y de evangelios que ocupan los domingos quesiguen a la Epifanía y a Pentecostés se encuentran entre los sustratosanteriores al siglo vi , cuando todavía no se había introdu cido en R o-

ma el t iempo de Septuagésima.En efecto, en los capitularía  del Evangel iar io romano puro apa-

recen diez domingos después de Epifanía y dieciséis después dePentecostés. La serie tenía una gran unidad en tomo a la vida y alministerio público de Jesús y a sus parábolas y milagros, siguiendolos tres evangelios sinópticos. En cuanto a las epístolas, según losmás ant iguos c o m e s, se tomaban de las cartas paulinas a partir de laEp ifanía, y de las cartas católicas desp ués de Pentecostés — la lectu-

ra de estas car tas em pezaba en el t iem po pascual— , com pletándosela serie con la cartas de san Pablo nuevamente 3. En los evangelia-rios del t ipo romano galicano (s. vm), se mezclaban las misas domi-nicales con las del Santoral y ofrecían unas curiosas divisiones del período: desde P entecostés hasta lo s SS. A pósto les (29V I); despuésde los SS. Apóstoles; después de san Lorenzo (10VIII); después desan Cipriano (16IX) o después de los SS. Angeles (san Miguel,el 29IX).

En los sacramentarios este t iempo está menos organizado, alcan-zando su estructura definitiva a partir de los siglos  v i i i - i x , con losformularios del Suplemento   del Sacramentario Gregoriano.  Las an-tífonas y otros cantos de la Misa fueron tomados del Salterio   si-guiendo un criterio progresivo. Todo esto da una idea del carácterabierto del t iempo «durante el año», es decir , no ceñido a una temá-tica previa definida por una idea doctrinal o ascética, como ocurriócon los t iempos de Adviento, Cuaresma y Pascua 4.

III. TEOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD DEL TIEMPO«DURANTE EL AÑO»

El Concilio Vaticano II quiso restaurar la importancia del «cicloentero del misterio salvífico» para que el Propio del Tiempo sobre-saliese debidam ente so bre el Santoral (cf. SC 108). Junto a este prin-cipio, el Vaticano II propuso también la revalorización del domingo

c o m o d í a d e l S e ñ o r    y n ú c l e o y f u n d a m e n t o d e l a ñ o l itú r g ic o

2 R i g h e t t i 1, 654; cf. B e l l a v i s t a , J., «El tiempo durante el año en la tradición litúrgica», en Ph  189(1992), 185-201.

3 Cf. Godu, G., «Evangiles», en DACL 5 (1922), 852-923, aquí 919-923.4 En la liturgia hispánica ocurrió algo semejante: cf. S a n c h o A n d r e u , J., L o s  

 fo rm ularios de los domingos de Quotidiano en el Rito Hispánico  (Valencia 1981).

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26 4  P.IV. La santificación del tiempo

(SC 106). Esto es justam en te lo que pretend e el tiemp o «d urante elaño». Ante los ojos de los fieles se desarrollan los episodios de lavida histórica del Hijo de Dios sobre la tierra, cada una de sus pala- bras, gesto s o acto s, que tienen su recapitu lación en la Pascua (cf.Hech 2,2224.3233; 10,38, etc.)5.

1. Pa radigm a del año litúrg ico

El año litúrgico es «el sagrado recuerdo» del Misterio de Cristoy de la obra de la salvación que la Iglesia desarrolla en el «círculodel año» (cf. SC 102). El despliegue se produce dentro de la unidadsimbólica del año, que encierra la referencia al ciclo completo de lavida humana. E sta visión del año l itúrgico d escansa no p recisamen te

sobre los tiempos litúrgicos, sino sobre los domingos y las solemni-dades del Señor, aunq ue jun to a ellas existan otros tiem pos de prepa -ración y de prolongación.

El t iempo «durante el año», ocupando más de la mitad del círcu-lo anual, despliega «los hechos y palabras» de salvación realizados

 por Jesucristo en «el año de g rac ia del Señor» (cf. Le 4,19), en elque sigue manifestándose como eí  D ios-con-nosotros   (cf. Mt 1,23).Pero a la vez desarrolla la historia entera de la salvación, desde su

comienzo en la creación hasta su consumación en la Parusía. Estafinalidad tiene la 1.a lectura, del Antiguo y del Nuevo Testamento,del ciclo bienal de este tiempo. El Evangelio, en cambio, se va le-yendo en un ciclo único, distribuido de la siguiente m anera: M arcosen las semanas 19; Lucas en las semanas 1022; y Mateo en lassemanas 2334. Otro tanto sucede con la lectura bíblica del oficio de  lectura   de la liturgia de las horas, tanto en el ciclo anual como en el

 bienal 6.Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la liturgia no evoca

el misterio de Cristo y la historia de la salvación siguiendo una lógi-ca basada en la cronología, sino procediendo a modo de círculossucesivos o cuadros centrados en «etapas» o «m om entos» diferentes.En este sentido no hay inconve niente en interrum pir la secuen cia dehechos y palabras   de Jesús al llegar el ciclo pascual, para reanudarladespués de Pentecostés , porque en todo momento va ofreciendo«bloques» aparentemente dispersos, unificados siempre por la refe-rencia al entero misterio de Cristo y a la actual etapa de la historia

5 Cf. G a i t a n , J. M., «Sentido litúrgico-espiritual del T.O.», en RevEsp  178 (1986) 111-132; Id., «El T.O.: vivir la tensión del Reino», en  Ph 196 (1993), 291-301, etc.

6 Cf.  Not   12 (1976), 238-248, 324-333 y 378-388; y  Ph  93 (1976), 201-213). La finalidad de la S. Escritura en el oficio de lectura  es «completar las lecturas hechas en la Misa, ofreciendo así un panorama de toda la historia de la salvación» (OGLH 143; cf. nn. 144-155).

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C.23. Tiempo durante el año   26 5

de la salvación. El carácter pascual de los dom ingos del tiem po « du-rante el año» se pon e de m an ifiesto, entre o tros signos, po r el uso delsalmo 117 en los laudes dominicales de los de las semanas II y IV,y en la hora intermedia de los domingos de las semanas I y III,además del salmo 109 en las II vísperas dominicales de las cuatro

semanas.Po r otra parte, la liturgia de las hora s del tiem po « du rante el año»

se caracteriza por atenerse ante todo al Salterio distribuido en lascuatro semanas, no contando con otros textos propios que las lectu-ras bíblicas y patrísticas del oficio de lectura,  las antífonas del  B enedictos  y el  M agníficat,  impo rtante punto de conexión con el Evang e-lio correspon diente, y las colectas de los dom ingos q ue se uti lizan enLaudes y Vísperas.

2. Im portancia del Leccionario de la M isa

Como se ha visto en la historia del tiempo «durante el año», enla configuración de este t iem po ha jug ad o siemp re un papel decisivoel Evangelio dominical, núcleo del  L ecc iona rio de la M isa . El OLMactual ha perfeccionado y ha hecho aún más completo el desplieguede los hechos y pa labras   de Jesús en el t iempo «durante el año»,

sirviéndo se de dos proced imien tos de selección y distribución de lostextos. El primero, tan antiguo como el hecho mismo de leer lasEscrituras en la celebración litúrgica, es el de la lectura continua   o

 sem icon tinua   (cf. OL M 66, § 3; 6 7 ) 7. El segun do es totalme nte nu e-vo y consiste en haber asignado básicamente, en un ciclo de tresaños, un evangelista sinóptico a cada año:  M ateo   en el año A,  M a rcos   en el B, y  Lucas   en el C 8.

En esta perspectiva se si túan los acentos o m atices que t ienen los

 prim eros dom ingos del tiem po «durante el año», en los que «se le enlos comienzos de la predicación del Señor que guardan una estrecharelación con el Bautismo y las primeras manifestaciones de Cristo»(OLM 105)9. Y lo mismo cabe decir de los últ imos domingos de laserie: «al final del año litúrgico se llega espontáneamente al temaescatológico, propio de los últ imos domingos, ya que los capítulosdel Evangelio que preceden al relato de la pasión tratan este tema,con más o menos ampli tud» (ib.)  10.

7 Véase la razón dada en OLM 68.8 El principio se completa con la asignación de algunos capítulos del IV Evangelio 

para reforzar el de san Marcos (dom. XVII-XXI del ciclo B).9 Cf. F a r n e s , P., «Las primeras semanas del T.O.», en OrH   15 (1984), 511.10 Cf. G o n z á l e z  C o u g i l , R., «Contenido teológico-litúrgico de las últimas semanas 

del T.O.», en VV.AA.,  Mysterium et Ministerium. Miscellanea 1. Oñatibia   (Vitoria 1993) , 5881.

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266  P IV La santificación del tiempo

El segundo procedimiento aludido, de asignar un evangelista si-nóptico para cada año dentro del ciclo tr ienal, acerca aún más lacelebración de la Palabra al ideal de proclamar el Evangelio y deorga nizar en to m o a él las dem ás lec turas 11. De este m od o se facilitatambién el ministerio de la homilía, siguiendo los matices propios de

cada evangelista, sus contenidos y su ntmo narrativo 12.Por su parte, las oraciones de los domingos no se ciñen a una

temática precisa y unitaria como ocurre en los otros t iempos, sinoque recogen aspectos varios de la vida crist iana y referencias a laeucaristía y a sus frutos para la comunidad, etc. ,3. Sin embargo, los

 prefacios dom inicales y lo s prefac ios com unes para el tiem po «du-rante el año» ayu dan a captar la relación entre el t iem po de los hom - bres y la h isto ria de la salvación, cuyo cen tro es el m isterio pascual

de Jesucristo 14.

3. El valor de «lo cotidian o»

El tiempo «duran te el año» es un a gran opo rtunidad para integrarlas si tuaciones m ás corrientes de la vida de los ho m bres en el m iste-rio de Cristo. Es lo que algunos autores llaman la teología del «tiem- po cotid iano» ,5. L a clave de la esp iritua lid ad de este tiem po essiempre el misterio de Cristo en el día tomado como unidad básica,santificado por la celebración eucarística y por la liturgia de las ho-ras 16. El comienzo de cada día trae el recuerdo de la nueva creacióninaugurada en la resurrección del Señor, las horas intermedias evo-can la ven ida del E spíritu en P enteco stés (tercia), la crucifixión (sex -ta) y la muerte de Jesús (nona). Las Vísperas invitan a unirse alsacrificio vesp ertino de la cruz consag rado en la últ im a Cena. Y, enel centro, la eucaristía, verdadera Pascua cotidiana en la que el cris-

t iano puede unirse a la acción sacerdotal de Cristo y presentar su

11 No obstante, la segunda lectura sigue una vía propia cf OLM 10712 Cf Mosso, D , «La liturgia della parola nella messa domenicale», en RL 71 

(1984), 20-32, V e n t u r i , G F , «II Lezionario, catechesi narrativa della Chiesa», ib  , 52-79

n Pese a ello en las ediciones alemana e italiana del  Misal Romano se han introducido colectas alternativas inspiradas en las lecturas c f A l d a z a b a l , J , «Las lecciones del misal alemán», en Ph  98 (1977), 159-168, C o l o m b o t t i, T , «Le collette altemative per le ferie del T O », en RL 72 (1985), 535-553

14 Cf W a r d , A -J o h n s o n , C. (ed ), Fontes hturgici The Sources of the Román  Missal (1975),  2  Prefaces (Rome 1987), 222-294

15 Cf C a s t e l l a n o , J ,  El año litúrgico, memorial de l Cristo y mistagogia de la  Iglesia  (Barcelona 1994), 264-266, F l o r i s t a n , C , «Lo ordinario del tiempo ordinario», en Ph 189 (1992), 253-254

16 Cf. NU ALC 3 C f P i n e l l , J , Las oraciones del Salterio «per annum» en el libro de la Liturgia de las Horas (Roma 1974)

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C 23 Tiempo durante el año 267

 p rop ia v ida com o ofrenda pura, g rata a D ios y culto espiritual (cf.Rom 12,1).

Esta nota del tiem po « durante el año» es preciso tenerla en cue n-ta incluso cuando se celebran las memorias de la Santísima VirgenMaría y de los santos, porque subsiste todavía una mentalidad de

que estas celebracione s del S antoral son «fiestas» en sen tido ab solu-to 17. El modo como se recomienda no interrumpir la lectura conti-nuada del  L ecc ionario fe r ia l   (cf. OLM 82) y, sobre todo, la compo-sición del Oficio divino que se combina con la feria (cf. OGLH235), i lustran la primacía que t iene la celebración del misterio deCristo sobre otros aspectos.

Por otra parte, el t iempo «durante el año» permite atender mejora las necesidades concretas de cada comunidad crist iana que piden

celebracion es especiales — entre las que destacan la celebración dealgunos sacram entos y sacrame ntales— , o misas por diversas nece-sidades o para grupos particulares. Las fiestas religiosas popularestienen más cabida en este t iempo, pudiéndose celebrar incluso misasvotivas según las normas litúrgicas 18.

IV. CELEBRACIONES DEL SEÑOR MOVILES

Las cuatro solemnidades del Señor del t iempo «durante el año»y la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, se celebran enfechas variables, en dependencia de la movilidad de la Pascua.

1. So lem nidad de la San tísima Tr inidad

El primer domingo después de Pentecostés se celebra el misterio

de Dios Padre, Hijo y Espíri tu Santo, revelado en la economía desalvación. L a devoción a la SS. T rinidad se inició en la Edad M edia,difundiéndose la fiesta en la época carolingia ,9. El papa Juan XXIIla introdujo en el calendario romano en 1334, aunque sólo alcanzóuna difusión verdaderamente universal en 1570 a través del Misal

 prom ulgado por san Pío V 20.

17 F a r n e s , P , «Las primeras semanas del T O », art c it , 718 Cf OGMR 326-334

19 Cf  Suplemento de Amano  del  Sacramentarlo Gregoriano,  en D e s h u s s e s , J (ed ), Le Sacramentaire Gregonen  (Fnbourg S 1979), nn 1806-1810

20 Cf V e le z d e M e n d iz a b a l , A , «Fiesta de la Trinidad y liturgia», en  EstT 1 (1973), 359-411, W e b b , D , «Du Codex Reg lat 316 (le Sacramentaire Gélasien) aux Missels modemes breve esquisse de l’histoire des Propes de la féte de la Sainte Tnnité», en T r i a c c a , A M - P i s t o i a , A (dir), Trinité et liturgie  (BELS 32, Roma 1984), 395-419

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268  P.IV. La santificación del tiempo

La SS. Trinidad aparece en la l i turgia como un misterio no sólode fe y de adoración, sino también de comunión y de vida21. Laslecturas del ciclo A (Jn 3,1618; Ex 34,46.89; 2 Cor 13,1113) gi-ran en tomo al Nombre divino y al amor fontal del Padre manifesta-do en el envío del Hijo Jesucristo. Las del año B (Mt 28,1620;

Dt 4,3234.3940; Rom 8,1417) ponen de relieve la automanifestación de Dios en la economía salvífíca y en el bautismo. Las del añoC (Jn 16,1215; Prov 8,2231; Rom 5,15) aluden a la Sabiduría di-vina que se manifiesta en el Hijo y en el Espíritu Santo.

La l i turgia de las horas ofrece también un riquísimo conjunto desalmos y de lecturas propias, entre los que destacan el Sal 112,el 147, el cántico de Ef 1,310 y Rom 11,3336 (I Vísp.), el Sal 8y el 32, 1 Co r 2,116 y el texto de san Atanasio (Of. de lectura), 1

Co r 12,46 (La úd.), E f 4,3 6 (II V ísp.), etc.

2. Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo

Esta fiesta se empezó a celebrar en Lieja en 1246. El papa Urba-no IV la extendió a la Iglesia universal en 1264, dotándola de misay oficio propio 22. En 1311 y en 1317 fue de nuevo recomendada por

el Concilio de Vienne (Francia) y por el papa Juan XXII respectiva-mente. La «conmemoración más célebre y solemne del sacramentomemorial de la Misa» (Urbano IV), ha recibido los nombres de«fiesta del Santísimo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo», «fiesta dela Eucaristía» (Sínodo de Lieja) y «fiesta del Cuerpo de Cristo» (Mi-sal de 1570). Hoy se denomina «solemnidad del Cuerpo y de la San-gre de Cristo», habiendo desaparecido la f iesta de la «PreciosísimaSangre» del día 1 de julio 23. La p rocesión con el S acram ento es

recomendada por el CDC como «test imonio públ ico de veneraciónhac ia la San tísim a Eu caristía» (c.944, § 1).Los textos de la liturgia ofrecen una síntesis de todos los aspec-

tos del misterio eucaristico. Dotada de series de lecturas para cadaciclo del Leccionario, en el año A la fiesta destaca la Eucaristía co-mo banquete del Señor, prefigurado en el desierto (Dt 8,23.1416),

 para form ar un solo Cuerpo (1 C or 10,1617) con el Pan de la vid a

2’ Cf. L ó p e z  M a r t í n , J., «Función didascálica de la lifurgia en el Misterio Trinitario 

según el  Missale Romanum y el Ordo Paenitentiae», en  EstT   12 (1978), 3-52, espec. 14-24.

22 Cf. C a l l a e y , F., «L’origine della festa del Corpus Domini» (Rovigo 1958); G y , 

P. M., «L’office du Corpus Christi et S. Thomas d’Aquin. Etat d’une recherche», en  RScPhTh 64 (1980), 491-507, etc.

23 Cf. N o e , V., «La celebrazione del Sangue di Cristo nella riforma litúrgica post-  conciliare», en Not  232 (1985), 589-601.

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(Jn 6,4950). En el año B aparece el tema de la Alianza sellada en laSangre de Cristo (Ex 24,38; Heb 9,1115; Me 14,1216.2226). Yen el año C se pone de relieve el sacrificio memorial (Gén 14,1820;1 Co r 11,2326; Le 9,1117). Las oracion es son las m ismas del anti-guo formulario, con la célebre colecta dirigida a Cristo «que nosdejó el memorial de su pasión». No obstante, el Misal ofrece dos prefacios para escoger, uno centrado en C risto Sacerdote y V íctim ay otro en la institución del sacrificio y del sacramento.

La l i turgia de las horas de la solemnidad uti l iza de nuevo loscélebres h im no s 24 y an tífonas del anterior O ficio. Entre todas lasantífonas destacan las del  M a g n ífica t: O quam suavis es t   de las 1Vísperas y O sacrum convivium   de las II. Las lecturas bíblicas sonEx 24,111, a la que sigue un texto de santo Tom ás, 1 C or 10,1617;Mal 1,11; Sab 16,20; Prov 9,12; Hec h 2,42.47 y 1 C or 11,2325.

3. Solem nidad del Sagrado C orazón de Jesús

El culto l i túrgico al Corazón de Cristo el viernes siguiente a laoctava del Corpus se inició en el siglo xvn con san Juan Eudes( t 1680) y santa M argarita M aría A lacoque ( | 1690), aunqu e la de-voción se remonta a los siglos xm y xiv, recibiendo la primera apro-

 bación pon tific ia un siglo m ás ta rde. En 1856 el papa Pío IX exten-dió la fiesta a toda la Iglesia, y en 1928 Pío XI le dio la máximacategoría l i túrgica. La reforma postconciliar ha renovado profunda-mente sus textos sobre la base del formulario de la Misa compuesto

 por m andato de Pío XI 25.

Las lecturas del año A se centran en la invitación de Jesús: «Ve-nid a mí todos los que estáis cansados y agobiados»: Mt 11,2130;Dt 7,611; 1 Jn 4,716. El año B con tiene las lecturas de la antigua

misa: Jn 19,3137; Os 11,19 con Is 12,2ss como salmo responsorial.E l año C evoca l a búsqueda de l a ove ja pe rd ida : Le 15 ,3 7 ;Ez 34,1116; Rom 5,511. De las dos colectas, la primera es nueva yse inspira, como el prefacio, en la escena de la lanzada, comentada

 por san B uenaven tu ra en la lectura patrística del O ficio , m ientrasque la segunda alude al tema del Corazón de Cristo «herido pornuestros pecados».

24 Sobre el Pange lingua cf. A r o z t e g u i , F. X., «Himno al Sacramento de la Euca

ristía», en OrH  21 (1990), 169-181.25 Cf. B u g n i n i , A., «Le messe del SS. Cuore di Gesú», en BEA, A. (dir.), Commen- 

tationes in Litt. Ene. «Haurietis Aquas»,  1 (Roma 1959), 61-94; L e c l e r c q  , J., «Les sources liturgiques de la dévotion au sacré-Coeur», en Vie Spirituelle  104 (1961), 377-393, etc.

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270  P.IV. La santificación del tiempo

La liturgia de las horas se centra en el amor de Dios revelado enCristo (E f 5,25b27 : I V ísp.), la fuente del ag ua viva (R om 8,2839:Of. lect.), la Alianza nueva (Jer 31,33: Laudes), la misericordia divi-na (E f 2,47: II Vísp.), etc.

4. Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

La fiesta fue instituida para el último domingo de octubre por el papa Pío XI, en la encíclica Quas pr im as , de 11X II1925 26. En laactualidad tiene un enfoque más cósmico y escatológico al final delaño litúrgico, e incluso apuntando también a los contenidos del tiem- po de A dviento (cf. colecta ). Las tres serie s de lecturas presentan aCristo como Pastor de la humanidad (A: Mt 25,3146; Ez 34,11

12.1517; 1 Cor 15,2026.28) , Rey eterno (B: Jn 18,3337; Dan7,1314; Ap 1,58), y Rey desde la cruz (C: Le 23,3543; 2 Sam5,13; Col 1,1220). El prefacio completa la visión del reinado deCristo aludiendo a sus cualidades: «Reino de la verdad y la vida, dela santidad y la gracia, de la jus ticia, el am or y la paz».

El oficio de lectura   invita a contemplar la visión del Hijo delhom bre en el Apo calipsis (Ap 1,46.10.1218, etc.) , antes de propo -ner un comentario de Orígenes sobre la petición venga a no sotros tu 

 Reino   del Padrenuestro. Los salmos de esta hora son mesiánicos yreales (el 2 y el 71). Las demás horas se refieren al señorío de Cristoa partir del misterio pascual (cf. Ef 1,2023; 4,1516; Col 1,1213;16 b18; 1,1920; 1 Co r 15,2528).

5. Fiesta de Jesuc risto, sum o y eterno Sa cerdo te

Fue introdu cida para Españ a en 1973 y cuen ta con textos propios para la M isa y el O ficio 27. El form ulario de la M isa se centra en elmisterio de Cristo, m ediador y po ntífice de la N uev a A lianza po r suoblación (Le 22,1420; Is 52,1353,12; Sal 39; Heb 10,1118), queha querido elegir y con sagrar a unos fieles com o m inistros y dispen-sadores de sus misterios (cf. colecta y prefacio). La liturgia de lashoras vuelve una y otra vez a estos contenidos, leyendo Heb 4,1416; 5,110 y un fragmento de la encíclica  M ed ia tor D ei  de Pío XIIen el oficio de lectura , Heb 10,510, Heb 7,2627 y Heb 10,1923 enLaudes, Tercia y Vísperas, respectivamente. Tan sólo en Sexta (cf.

1 Pe 2,45) y en N on a (1 Pe 2,910) se alude al sacerdocio del pu e- b lo de Dio s. L os salm os son m esiánicos y sacerdotales (el 2, 39,109, 110).

26 En AAS 17 (1925), 593-610 y 655-668.27 Cf. Decreto de la C. para el Culto Divino de 22-VIII-1973, en Not  89 (1974), 34.

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C.23. Tiempo durante el año 271

V. CELEBRACIONES DEL SEÑOR EN DIAS FIJOS

Teniendo en cuenta su localización en días fijos en el calendario,se sitúan en la órbita de los misterios de la encamación o de la glo-rificación de Cristo.

1. Fiesta de la Presen tación del Señ or

Fijada en el calendario romano el día 2 de febrero, a los cuarentadías del Navidad (cf. Le 2,22; Lev 12,6), es conocida por Egeria afinales del siglo iv. En Oriente se la conoce como fiesta del  H ypa- 

 p a n te   (encuen tro) entre el Señor y su pueblo. Su celebración en O c-cidente se inició en Roma en el siglo vi. El papa Sergio I (f 701), de

origen sirio, la dotó de una procesión, lo mismo que a las otras fies-tas marianas 28. En los libros litúrgicos latinos se la ha denominado H ypapan te seu occursus D om in i  y  P urificado sanctae M ariae.  Eltítulo actual subraya la condición de fiesta del Señor, aunque sin

 perder la referencia m ariana.El formu lario litúrgico tiene textos nue vos, entre ellos el prefac io

y la lectura de Heb 2,1418, para reforzar el significado de la obla-ción de Cristo al Padre. Las otras lecturas (Le 2,2240; Mal 3,14)destacan la entrada del Señor en el templo y su encuentro con losancianos qu e representan al antiguo Israel . M aría aparece asoc iada ala oblación de Cristo 29. La liturgia de las horas alude a la consagra-ción de los primogénitos (Ex 13,l3a.l 116), a la luz de Cristo (ser-món de san Sofronio) y a su oblación sacerdotal (Heb 10,57 y Heb4,1516), etc.

2. Solemn idad de la Anu nciación del Señor

Solemnidad del Señor con un fuerte acento mariano, es l lamada«Anunciación de la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen Ma-ría» por la l i turgia bizantina, y «Anunciación de Santa María Madrede nuestro Señor Jesucristo» por los antiguos sacram entar i os ro m a-nos. La fiesta es posterior a la de Navidad, y su intención originariafue sin duda la conmemoración de la concepción virginal de Jesúsnueve meses antes del Nacimiento 30. La referencia más antigua de

28 Cf. M e a o l o , G., «Presentación del Señor», en NDM, 1654-1662 (Bibl.), etc.29 Cf. Pablo VI, Exhort. Apost.  Marialis cultus,   de 2-II-1974, n.20, en G u e r r e r o  

1,691-692.10 Cf. A n d r o n i k o f , C.,  Le sens des fé tes,   1.  Le eye le jixe   (Paris 1970), 65-92; 

M a g g i o n i, C., Annunziazione. Storia, eucologio, teología litúrgica (Roma 1990); M o

r í, E. G., «Anunciación», en NDM, 143-153, etc.

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272  P IV La santificación del tiempo

su celebración es una homilía de Abrahán de Efeso hacia el año 530en Constantinopla. En Jerusalén es conocida un siglo más tarde porlas homilías de san Sofrom o, y en Ro m a por la proce sión establecida

 por el sapa Sergio (s vil ) La noticia de esta fiesta llegó a E spañadu rante el X Co ncilio de To ledo (a 656), pero no fue introduc ida el

25 de marzo, sino el 18 de diciembreEl centro de la celebración lo constituye el relato evangélico de

Le 1,2638 (c f Is 7,10 14 , Sal 39, H eb 10,510) La relació n entre laencamación y la redención es puesta de reheve por la colecta y elnuev o prefacio Las dem ás oracione s aluden a la Iglesia y a los sa-cram entos La liturgia de las horas recog e el vaticinio de N atán so-

 bre el hijo de D avid (1 Crón 17,1 15), al que acom paña un fragm en-to de la carta de san León Magno a Flaviano sobre el misterio de la

encam ación del Hijo de Dios Los respo nso no s y antífonas evocan,mientras tanto, las palabras del ángel a María

3 Fiesta de la T ran sfigura ción del Señor

Se celebra el 6 de agosto, cuarenta días antes de la Exaltación dela Santa Cruz A m bas fiestas son com unes a O riente y a Occidente.

La fiesta de la Transfiguración parece tener origen en la Iglesia ar-m enia en t iem pos de san Gregorio Ilum inador (s iv), aunqu e el tes-t im onio m as antiguo procede de Siria oriental (ss vvi) En Españase celebra desde el siglo x, difundiéndose por todo Occidente porobra de san Pedro el Venerable. El 6 de agosto de 1457 el papaCelestino III la introdujo en el calend ario rom ano San Pío X la ele-vó de cate go ría litúrg ica 31

La escena del Tabor no es sólo la manifestación de la divinidadde Jesús de cara a la futura pasión, sino también el anuncio de la

gloriosa venida del Señor al final de los tiempos (Mt 17,19 y par ,Dan 7,910 1314, 2 Pe 1,1619, prefacio) El O ficio divino acen túaen sus antífonas y salmos propios (el 83, 96, 98), y especialmente enlas lecturas, la gloria de Cristo P antoc rátor e Icono del Padre (c f Flp3,2021, 2 Cor 3,74,6, etc)

4 Fiesta de la Ex altación de la San ta C ruz

Esta fiesta y la antigua del día 3 de mayo, en honor de la SantaCruz, proceden de la liturgia de Jerusa lén en tom o a la basílica cons

31 Cf A n d r o n i k o f , C , op c it , 225-273, Jo u n e l , P ,  Le cuite des saints dans les basiliques du Latran et du Vatican au X1L s  (Roma 1977), 184-185 y 268-269, etc

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tantiniana del  M a rtyn u m   (e l lugar de la cruz) , dedicada el año335 32 A pa rtir del siglo vn la fiesta del 14 de sep tiem bre se ex ten -dió a Oriente y a Occidente

El objeto central de la fiesta es la gloria de la Cruz del Señor,m anifestac ión del am or del Padre, de la ob edien cia filial de N SJesu cristo y de la vida en el E spíritu La Cruz, anu nciad a ya en elsigno levantado por Moisés en el desierto (Jn 3,1317, Num 21,49,Flp 2,611 ), es la an títesis del árbo l del paraíso (p refacio ) La liturgiade las ho ras ofrece una rica selección de textos del N T alusivos a laCruz del Señor (1 Cor 1,2324, Gál 2,193,7 1314, 6,1416, cf ho-milía de san Andrés de Creta) y a la redención humana

5 A niversario de la Ded icación de la Basíl ica de L etrán

Es la fiesta de la Catedral de Roma, caput e t mater omnium Ec-  

clesiarum,   com o se lee en el frontispicio de la entrad a principal L e-van tada sobre el lugar de residenc ia de la esposa de C onstantino, fuededicada hacia el año 324 al Salvador y, posteriormente, a san JuanB autista y a san Juan E van ge lista D esde el siglo xi el aniversa rio seha fijado el 9 de noviembre y se celebra en el ámbito de la liturgiarom an a 33 Los textos, sa lvo la lectura patrística del O ficio (un ser-món de san Cesáreo de Arlés), se toman del común de la dedicaciónde una iglesia.

La liturgia se centra en el simbolismo del edificio eclesial (cf1 Co r 3,1617, 1 Pe 2,5, etc ) Entre los textos eucológicos sobresaleel prefacio sobre el misterio de la Iglesia, esposa de Cristo y templodel Espíri tu El O ficio divino de la dedicación es extraordinariam en-te rico a causa de los salmos propios alusivos a Jerusalén, imagen dela Iglesia de Cristo, de las lecturas bíblicas, entre las que sobresalen1 Pe 2,117 del oficio de lectura   y Ap 21,23 22 27 de las II Víspe-ras, de las lecturas patrísticas (a elegir) y de los himnos latinos Urbs lerusalem beata   y  A ng u la ris fu n d a m en tu m

6 Feria m ayor de petición y de acción de gracias

Esta celebración, asignada en España al día 5 de octubre, se ins-cribe entre las celebracione s del t iem po «durante el año», aunq ue lostextos litúrgicos se enc uen tren en el S a n to ra l34 La feria m ayo r es

32  Cf A r c e , A (ed),  Itinerario de la virgen Egeria   (BAC 416, Madrid 1980), 

318-321, F l o l o w , A , La rehque de la Vraie Croix Recherches sur le developpem ent  d un cuite  (Pans 1961), etc

33 Cf J o u n e l , P , Le cuite des saints  op cit, 305 307 y 380-38134 Cf B e l l a v i s t a , J , «Las cuatro Témporas», en OrH  24 (1993), 449-458, G r a c i a , 

J A , «El 5 de octubre en el nuevo calendario nacional», en Ph 70 (1972), 355-362, etc

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274  P IV La santificación del tiempo

heredera de las Cuatro Témporas y de las Rogativas, originarias deRom a y ligadas a las cua tro estacio ne s del año 35 Su fina lidad e ra lade pedir la bendición del Señor y darle gracias por los frutos de latierra y del trabajo No o bstan te, su situación en el cale nd ario litúr-gico hacía que se impregnasen del contenido del tiempo litúrgico en

el que teman lugar La feria de petición y de acción de gracias es expresión de la

inserción de «lo cotidiano» en la celebración del misterio de CristoEn ella «la Iglesia ora al Señor por las vanas necesidades de loshombres, pero ante todo por los frutos de la tierra y los trabajos, y para darle gracias públicam ente» 36 O tro ta nto puede decirse de la sRogativas, institución también romana, pero de indudable peso enmuchas Iglesias locales C orrespon de a las Co nferencias Episcopales

determinar su fecha y el número de días de su celebración

35 Hipólito de Roma (s n m) no las conocía aun El origen de estas celebraciones se atribuye al papa Siricio (284-399) c f Ja n i n i, J  Siricio y las cuatro Témporas (Valencia 1958), etc

36 NUALC 45, c f 46-47

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C a p i t u l o  X X fV

 LA MEMORIA DELA SANTISIMA VIRGEN MARIA Y DE LOS SANTOS 

En la celebración de este circulo anual de los míste-nos de Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial

a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen Mana,unida con lazo indisoluble a la obra salvifica de su Hijo(SC 103), ademas, la Iglesia introdujo en el circulo anualel recuerdo de los mártires y de los santos y proclamael misterio pascual cumplido en ellos (SC 104)

BIBLIOGRAFIA 

A u g e , M , «Le feste della Madre di Dio e dei santi», en  Anamnesis  6,

229259, J o u n e l , P , «El culto de los santos» «El culto de Mana», en M a r  t im o r t , 10001046, I d ,  Le renouveau du cuite des Saints dans la liturgie romaine  (BELS 36, Roma 1986), L o d i , E ,  Los santos del Calendario Romano  (Madrid 1992), P a s c h e r , J ,  El año litúrgico  (BAC 247, Madrid1965), 656786, P e l o s o , F ,  Santi e santita dopo il Concilio Vaticano II  (BELS 61, Roma 1991), R i g h e t t i 1, 882977, S a t o r , D M ,  Las fiestas de  la Virgen Notas históricas y litúrgicas  (Madrid 1990), VV AA , «Solenmtá, feste e memone della Beata Vergine Mana Celebrazioni commum inonore dei Santi», en F D e l l ’O r o (dir),  II Messale Romano del Vaticano ¡I, 2 (LeumannTonno 1981), 59278, T r i a c c a , A M - P i s t o i a , A (dir),  La  Mere de Jesús et la Commumon des Saints dans la liturgie  (BELS 37, Ro-ma 1986), Id (dir),  Saints et saintete dans las hturgies  (BELS 40, Roma1987), y  AsSeñ  80, 84, 89, 93 y 95 (19661967), «Cuadernos Phase» 37(1992), EL 101/56 (1987), LMD 52 (1957), PAF 63, 64 (19711972),  Ph 153 (1986), RL 63/3 (1976), 65/3 (1978), 74/1 (1988)

El conocimiento del año l i túrgico se completa con el estudio dela memoria l i túrgica de la Santa Madre de Dios y de los santosEstas celebraciones tienen su día propio en el calendario, que en elcaso de los santos es el de su natalicio p ara el cielo (c f NU AL C 56)El calendario general de la l i turgia romana contiene tan sólo un re-ducido núm ero de santos Los demas aparecen en los calendarios particulares y en el  M artiro log io

Para celebrar a la Santísima Virgen y a los santos, el Misal y laliturgia de las horas ofrecen form ularios propios y com une s Los

1 C f SC 111, NUALC 49 53, OGMR 316, Instrucción Calendaría particulana  

de 24 VI-1970, en AAS 62 (1970), 651-663 Sobre la futura edición del Martirologio c f  Not  272 (1989), 267 268, 276/277 (1989), 529-597, 299/30 (1991), 300-360

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276  P IV La santificación del tiempo

 prim eros se distribuyen siguiendo lo s m eses del calendario , m ientrasque los segundos están agrupados según la antigua distribución que

 je ra rqu iza la s d iversas ca tegorías de santos: Santa M aría V irgen,apóstoles, mártires, pastores, doctores de la Iglesia, vírgenes, santosvarones, santas mujeres, religiosos, los que se han dedicado a una

actividad caritativa, educadores.

I LOS DATOS DE LA HISTORIA

Primero se trata de la memoria l i túrgica de la Santa Madre deDios y después de la que se hace de los santos.

1. El culto a la San tísima V irgen M aríaLa historia del culto litúrgico de la Santa Madre de Dios tiene su

 principal expresión en las fiestas m arianas 2. Cada una obedece a unaspecto de la participación de M aría en el m isterio de C risto, y ju n -tas forman un verdadero ciclo eortológico correlativo al de los mis-ter ios del Señor3

En los primeros siglos la veneración de la Santa Madre de Diosestaba unida a la conmemoración de los misterios centrales de la

vida de Jesús, especialmente la Pascua 4. Las pnmeras referencias alculto manano son una frase de la homilía de san Melitón de Sardes

 sobre la P ascua   (s n), y el interrogatorio bau tisma l y la pleg ariaeucarística de la Tradición Ap ostólica   de Hipólito 5

En el siglo iv aparecen las fiestas de Navidad y de Epifanía, y ladel  H ypapante   En todas ellas destac a la figura de la M adre del Señor,aunque no puede hablarse todavía de fiestas propiamente mañanasDespués del Concilio de Efeso (a. 431) surgen las fiestas de la Virgen

2 Cf A b a d , J A , «El culto de veneración a María», en VV AA ,  María en los caminos de la Iglesia  (Madrid 1982), 97-134, C a s t e l l a n o , J , «Virgen Mana», en NDL, 2030-2061, G a s p a r i , S , M ana nella liturgia   (Roma 1993), L o p f z   M a r t i n , J , «El culto manano y la liturgia renovada después del Concilio Vaticano II Doctrina y vida», en Marianum  143 (1992), 431 -450, L l a b r f s , P , «El culto a Santa Mana, Madre de Dios», en B o r o b i o  3, 213-236, VV AA ,  La Virgen Mana en el culto de la Iglesia (Salamanca 1968), etc

3 C f P a b l o  VI, Exhort Apost  Mariahs cultus  de 2-II-1974, n 2-15, en G u e r r e r o  

1, 685-690 (= MC), cf también C a l a b u i g , I M , «Le radici della presenza di Mana nell’anno litúrgico», en M a r s i l i, S - B r o v e l l i, F (dir),  L anno litúrgico  (Casale M

1983), 111-130, C a s t e l l a n o , J , El año litúrgico memorial de Cristo y mistagogia de  la Iglesia (Barcelona 1994), 289-325

4 C f M o n t a g n a, D M , «L a liturgia mana na primitiva», en Marianum 24 (1962), 84-128,

5 Cf I b anez , J - M e n d o z a , F (ed ),  Mehton de Sardes Homilía sobre la Pascua  (Pamplona 1975), 185, B o t t e , B (ed ),  La Tradition Aposiolique de Saint Hippolyte (LQF 39, Munster W 1963), nn 4 y 21

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C 24 Memoria de la Virgen María y de los Santos 277

en sentido estricto. El prototipo de las primeras fiestas marianas es lasolemnidad del 15 de agosto, el día de la M adre de Dios M aría, comola denomina el  L eccionario A rm enio   de Jerusalén (s. v), aunque lafiesta se centró más tarde en la glorificación de María, es decir, en sudies natahs  6. Poco después aparecieron la Natividad de María el 8 de

septiembre y la Presentación en el templo, ínicialmente el 20 de no-viembre 7. El Concilio de Efeso influyó sin duda en la creación de lafiesta de la Anunciación del Señor el 25 de marzo, estudiada en elcapítulo anterior. Esta fiesta, junto con las del 2 de febrero, 15 deagosto y 8 de septiembre, se encuentran ya en Roma en el siglo vn,siendo dotadas de una procesión por el papa Sergio I (f 701).

Estas cuatro fiestas fueron las únicas con carácter general en elámbito de la Liturgia Romana hasta entrado el siglo xiv 8. En ese

siglo el Calendario Romano adoptó las fiestas de la Visitación, el 2de julio, y la Inm aculad a Co ncep ción de M aría, el 8 de diciembre,conoc ida en O riente com o la C once pción de santa Ana 9. Po sterior-mente se introdujeron las fiestas de la Presentación de María (21 denoviembre) y la Dedicación de Santa María la Mayor de Roma (5 deagosto) 10. A partir del siglo xvn se produjo una nueva ampliacióndel ciclo eortoiógico mariano, con la inclusión en el calendario ge-neral de fiestas en buena parte celebradas ya por algunas órdenesreligiosas. Santo Nombre de María en 1683, Ntra. Sra de la Mer-

ced n , Ntra. Sra. de la V ictoria — más tarde Ntra. Sra. del R osan o— , N tra Sra. del M onte C arm elo en 1726 12, N tra. Sra. de lo s D oloresen el siglo xix 13, Ntra. Sra. de Lourdes en 1907 14, Maternidad divi-na de María en 1931, Corazón de María en 1944 l5, María Rema en1954 16, y finalmente Santa María Madre de Dios en 1969.

6 Cf L ó p e z   M a r t i n , J , «La solemnidad de la Asunción de la Virgen Mana en el  

Misal Romano»,  Eph M anol   35 (1985), 109-141,S a t o r  ,

D , «Asunción», en NDM, 258-289, etc7 C f G h a r i b , G , «Presentación de la Virgen Mana», en NDM, 1647-1655, M e a o  

l o , G , «Natividad de Mana», en NDM, 1464-1470, etc8 Cf C h a v a s s e , A , Le Sacramentaire Gelasien   (Toumai 1958), 376-4029 Cf F i o r e s , S d e , «Inmaculada», en NDM, 910-941, P o l c , J , «Visitatio B M V  

da seicento anm nell’Occidente litúrgico», en EL 103 (1989), 269-274, S a t o r  , D , 

«Visitación», en NDM , 2040-2046, etc10 Cf M e a o l o , G , «Dedicación de Santa Mana la Mayor», en NDM, 564-57211 Cf P i k a z a , X , «Merced Virgen liberadora», en NDM, 1320-1334, etc12 Cf M a c c a , V , «Carmelo», en NDM, 386-391

13 En España había una conmemoración de los Dolores de la Santísima Virgen el viernes de la actual semana V de Cuaresma Cf M a g g i a n i, S , «Dolorosa», en NDL, 633-643 , etc

14 Cf L a u r e n t i n , R , «Lourdes», en NDM, 1154-116615 Cf A l o n s o , J M - S a t o r  , D , «Inmaculado Corazón de Mana», en DNM, 941-

95516 Cf S a t o r   e tA A A A , «Reina», en NDL, 1712-1731

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278  P IV La santificación del tiempo

Sin embargo, el conjunto de las f iestas marianas necesitaba un principio ilum inador que pusiera de relieve el sentido profundo quetiene la figu ra de la Santa M adre de Dios en el año litúrgico. Por esola revisión del calendario dedicó una atención especial al ciclo eortológico de la Stma. Virgen María l7. El resultado ha sido una nueva

configuración de las celebraciones marianas más coherente con laimportancia objetiva de cada una: tres solemnidades (1 de enero, 15de agosto y 8 de diciembre); dos fiestas (8 de septiembre y 31 demayo); cuatro memorias obligatorias (21 de noviembre, 15 de sep-tiembre, 22 de agosto y 7 de octubre); cuatro memorias facultativas(Corazón de María, 16 de julio, 5 de agosto y 11 de febrero) 18. EnEspaña hay una fiesta más el 12 de octubre, Nuestra Señora del Pi-lar, y una memoria obligatoria el 16 de julio, Nuestra Señora del

M onte Carmelo.De este mod o se da tam bién un equilibrio m ayo r entre las f iestasconm em orativas de aspectos del m isterio de M aría o de su vida y lasfiestas alusivas a advocaciones marianas, de t ipo más devocional.Las primeras son generalmente las más antiguas y las que se cele-

 bran tam bién en O riente. Por otra parte, estas fiestas cuentan casisiempre con lecturas bíblicas propias. L as segund as son todas poste-riores a la Edad M edia y, com o se ha indicado, algunas han pertene-cido a los calendarios de las órdenes religiosas. Para casi todas hay

que acudir a lecturas bíblicas del Común de la Virgen. Las celebra-ciones de mayor rango li túrgico (solemnidades y fiestas) pertenecenal primer grupo.

Las fiestas de María se insertan hoy con más facilidad en el es- p íritu de los tiem pos litúrgicos. En este sentido puede hablarse deuna nota o acento m ariológico en la conm em oración de los misteriosde la salvación 19. En esta perspectiva se mueve la Colección d e M i

 sas de la Virgen M aH a   destinada ante todo a los santuarios maria

nos 20. Por otra parte, no hay que olvidar «la antigua y discreta me-

17 Cf. A u g e , M , «Le linee di una rinnovata pietá mariana nella riforma dell’anno litúrgico», en Marianum  41 (1979), 267-286, etc.

18 Algunas han cambiado de fecha para adecuarlas mejor a algunos datos evangélicos la Visitación el 31 de mayo, entre la Anunciación y el Nacimiento de san Juan Bautista; y María Reina el 22 de agosto, a los ocho días de la Asunción a los cielos.

19 Cf  Manahs cultus,  n.2, en G u e r r e r o   1, 685, C para el Culto Divino, Orienta

ciones y sugerencias para el año mariano, nn. 1-3, en S N. de Liturgia, Orientaciones  y celebraciones para el año mariano (Coeditores Litúrgicos), 13-15

20 Collectio Missarum de B M V.,  1-2 (Librería Ed Vaticana 1987); ed. oficial española  Misas de la Virgen,  1-2 (Coeditores Litúrgicos 1988) Cf. A l d a z a b a l , J , «Las nuevas misas marianas. El lenguaje de su eucología», en Ph  159 (1987), 207-236,  L ó p e z  M a r t i n , J , «María en la celebración del misterio de Cristo. Los praenotanda  de la Collectio Missarum de B M V »,  en Marianum  137(1 987), 43-86, etc.

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C.24 Memoria de la Virgen María y de los Santos 279

moria de Santa María en el sábado» (cf. MC 9), en el tiempo «du-rante el año», cuando no hay una memoria obligatoria 21.

2. La ven erac ión de los santos

Las solemnidades, fiestas y memorias de los santos forman en elaño l i túrgico una nueva corona de celebraciones en tomo al misteriode Cristo (cf. SC 104; 111; LG 50).

El culto litúrgico a los santos comenzó históricamente con la ve-neración de los mártires, una forma de culto a los difuntos asumido por los cristianos pero relacionado desde lo s prim eros tiem pos con lamuerte del Señor y con la confesión de su señorío pascual22, como

aparece ya en la muerte de Esteban (cf. Hech 6,8-15; 7,54-60). ACristo mismo se le da ya el título de «mártir» (cf. Ap 1,5) y junto aél aparecen los demás «testigos» (cf. Ap 6,9-11; 7,9-17, etc.).

El aniversario de la muerte y de la sepultura (depositio  23) de losmártires era como el verdadero natalicio  en la Jerusalén celeste, ysobre las tumbas se escribían invocaciones, como los  graffiti   de lamemoria de los Apóstoles en las catacumbas de san Sebastián enR o m a 24, ce lebrá nd ose la euc arist ía con ca rácter festivo 25. C adaIglesia tenía su lista o calendario de celebraciones de mártires e in-cluía los nom bres de los más célebres en la pleg aria eucaríst ica y enlas letanías.

En una segunda etapa se empezó a honrar también com o «con fe-sores» a los ascetas, a las vírgenes y a los obispos. La ascesis eraconsiderada como una especie de martir io y la virginidad como unaforma superior de fidelidad al Señor (cf. 1 Cor 34; 2 Cor 11,2). Laviudez era vista también como una forma de ascesis cristiana (cf.1 Tim 5,5). Los obispos de los primeros siglos, que no habían coro-

nado su vida con el martirio o no habían salido de entre los ascetas,eran inscritos en una lista semejante a la de los mártires para serrecordados en la oración común. Un ejemplo de estas listas es elCronógrafo Filocaliano   de Roma del 3 5 4 26. Sin embargo, en los

21 Cf Rosso, S, «Sábado», en NDM 1742-1756, etc22 Cf A m o r f , A., «Culto e canonizzazione dei santi neirantichitá cristiana», en 

 Antomanum  52 (1977), 38-80, D f l e h a y e , H., Origines du cuite des martyrs (Bruxelles 1912, 1933 2 ded revis.), M o e l l f r  , E., «Cuite des défunts et cuite des martyrs», en 

QL 64 (1983), 45-48, S a x e r  , V., «Martirio, culto de los mártires», en DPAC 2, 1377-1379, etc.23 Cf. L e c l e r q c , H., “ Depositio  ”, en DACL 4 (1920), 668-673.24 Cf. D u v a l , N , «Martirio, Inscripciones», en DPAC 2, 1385-1386, etc25 Un ejemplo en el Martirio de san Pohcarpo,  18, en Ruiz B u e n o , D (ed ), Padres  

 Apostólicos  (BAC 65, Madrid 1950), 68526 Cf. supra,  n 1 del capítulo XXII.

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280  P.IV. La santificación del tiempo

 p rim eros siglos no está claro el m odo com o un pastor d ifunto pasabade la lista obituaria a la veneración como santo en sentido estricto. N o obstante, la veneración se apoyaba tam bién en la identificaciónde los buenos pastores con Cristo (cf. Jn 10,1115; Mt 20,26.28, etc.).

En todo caso, el culto era de carácter local, pero poco a poco la

fama del santo hacía que su culto se extendiera. A partir del siglo ivel culto de los santos alcanzó un gran desarrollo a causa de los des-cubrimientos y de los traslados de sus reliquias. Otros factores fue-ron las pereg rinacion es, la difusión d e los libros litúrgicos y el influ-

 jo de unas liturgias sobre otras. F inalm ente hay que señalar tam biénla propagación de las actas de los mártires, auténticas y legendarias,de las pasiones — más tardías— y de las vidas de santos, jun to conlos escritos propios o atribuidos. No faltó tampoco una reflexión teo-

lógica sobre el valor del martirio y sobre el reconocimiento de otrasformas de santidad.

A partir de los siglos x y xi los obispos em pez aron a solicitar delPapa el reconocimiento del culto de los santos. En 1171 lo dispusoasí una decretal de Alejandro III para toda la Iglesia latina. Despuésdel Concilio de Trento esta tarea fue confiada a la Congregación deRitos, creada en 1588. En 1634 se instituyó la beatificación, comoetapa previa a las canonizaciones. La beatificación significa la auto-

rización del culto dentro de un territorio concreto o de una familiareligiosa. En 1969 el papa Pablo VI creó la Congregación para lasCausas de los Santos 11.  Actualmente el procedimiento de las cano-nizaciones se rige po r la constitución apostólica  D ivinus perfec tio n is   M agister , del pap a Juan Pablo I I 28.

El resultado de todo el largo proceso de formación del culto delos santos fue la conversión de este culto en una realidad en si mis-ma, l lenando el calendario de conmemoraciones y de oficios dobles

y añad idos, hasta el punto de suplantar y dificultar las celebracionesdominicales y de los misterios del Señor. San Pío X en 1911 yJuan XXIII en 1960 restablecieron el equilibrio en favor del Propiodel Tiempo, como lo h izo también e l Conci l io Vat icano I I enSC 111, abo gan do incluso po r la aplicación de criterios de verdaderarepresentatividad y de un ive rsalid ad 29.

27 Cf. E v e n o u , J., «Canonisations, béatifications et confirmations de cuite. Depuis la création de la Congrégation des Rites (1588) jusqu’au 31 décembre 1985», en Not  

234 (1986), 41-47.2H De fecha 25-Í-1983, en AAS 75 (1983), 341-355; trad españ en Código de 

 Derecho Canónico. Edición bilingüe comentada (BAC 442, Madrid 1983), 883-88829 Cf. B r o v e l l i , F , «Culto a los santos», en DTI2,224-229; D u b o i s , J., «Les sainst 

du nouveau calendner. Traditionet critique histonque», en LMD 100(1969), 157-178, P a t e r n a , P . , «El culto a los santos en la renovación litúrgica d e l Vaticano II», en  Ph 116(1980), 143-150, etc.

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II. CELEBRACIONES DE LA SANTISIMA VIRGEN

C.24. Memoria de la Virgen María y de los Santos  281

La Iglesia venera la memoria de la Santa Madre de Dios, unién-dola a la celebración de la obra de la salvación en el año litúrgico yreconociendo su «intervención en los misterios de Cristo» (cf. LG

6566; SC 103). Este es el significado básico de todas las celebracio-nes en honor de la Santísima Virgen en la liturgia. El análisis seocupa únicamente de las solemnidades y fiestas.

1. Solem nidad de la Inm aculada C oncepción de M aría

Tiene lugar el 8 de diciembre, en la perspectiva del Adviento (cf.

MC 34). La Concepción inmaculada de María, «llena de gracia»(Le 1,2638: Evang.), definida como verdad de fe por Pío IX el 8X II 1854, es me nciona da en las oraciones y en el prefacio, incluyen-do también la proyección eclesial y escatológica de la f igura de lanu ev a E va (G én 3,915.20: 1.a lect.), eleg ida antes de la creación delmundo (Ef 1,36.1112: 2.a lect.). La liturgia de las horas, utilizandoen gran parte las antífonas del Oficio precedente, es todo un canto

 ju b ilo so en honor de M aría y de C risto el Señor (cf. Rom 5,1 22 1).Las demás lecturas aluden a la elección en Cristo de todos los fieles

(cf. Ro m 8,29.30; E f 1,4; 1,1112a) y a la Iglesia, santa e inm acu lada(cf. E f 5,25b26a.27).

2. Solem nidad de la Asunción de la V irgen M aría

El dies natalis  de M aría perm ite a la Iglesia con tem plar en M aríasu icono escatológico (cf. MC 6). Para esta solemnidad el Misal

ofrece un a m isa de la vigil ia y un a m isa del día. El form ulario de lavigil ia establece una delicada comparación entre María en la escenade la Visitación y el arca de la alianza en el momento de ser introdu-cida en el santua rio (Le 11,2728; 1 Crón 15,34.1616,2). M aría, enla totalidad de su ser, ha sido aso ciad a a Cristo en el m isterio pascual(1 Cor 15,5457). El papa Pío XII definió el dogma de la Asunciónde M aría en cuerpo y alm a a los cielos el 1 de noviemb re de 1950.

La misa del día ve en María la imagen de la Iglesia (Ap 11,19;12.16.10), Esposa de Cristo (Sal 44). La victoria de Cristo sobre la

muerte es también la victoria de María (1 Cor 15,2026), porque elSeñor ha hecho maravillas en ella (Le 1,3956). Las oraciones y el

 p refacio subrayan la d im ensión eclesiológica. La liturgia de la s ho-ras alude al paralelismo entre la Ascensión del Señor y la Asunciónde María (I Vísp.), a la participación de todos los fieles en la glorifi-

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282  P.IV. La santificación del tiempo

cación de Cristo (Ef 1,162,10; lect. de Pío XII), y a las actitudes dealabanza y de gratitud (Is 61,10: Laudes y diversas antífonas), etc.

3. Fiesta de la Visitación de la Virgen María

Situada el día 31 de mayo, permite clausurar la celebración deeste mes en la piedad popular y se proyecta también sobre la solici-tud de la Virgen María hacia los discípulos de Jesús en el clima dela Cincue ntena pascual. La Iglesia se recono ce en M aría, «po rtadorade D ios» y llena del Espíritu (Le 1,3956), H ija de Sión que se estre-mece de a l egr í a a l sabe r que e l Señor e s t á en medio de e l l a(So f 3,1418), y que debe atender am orosam ente a cada uno de losfieles (Rom 12,916). Las oraciones piden poder percibir la presen-

cia del Señor en el Sacramento eucarístico.La liturgia de las horas, en sus textos propios, vuelve una y otravez sobre la a legr ía de la Iglesia ante la presencia del Amado(Cant 2,814; 8,67 y homilía de san Beda: Of. de lectura). Las antí-fonas repasan el Evangelio de la fiesta, y las lecturas breves insistenen la presencia del Señor (J1 2,273,1; Sab 7,2728) y en la alabanzade María (Jdt 14,7; Tob 12,6).

4. Fiesta de la Natividad de la Santísim a V irgen M aría

El día 8 de septiembre se celebra el nacimiento de María, la au-rora que precede a la salida del sol (ant. de entrada). La liturgia de laPalabra evoca los orígene s hum anos de Jesús en la m aternidad virgi-nal de María (Mt 1,116.1823; y superoblata), cumpliéndose losanuncios proféticos (Miq 5,21). La segunda lectura habla de la vo-cación de cada cristiano en Cristo. La liturgia de las horas se remon-ta al protoevangelio (Gén 3,920: Of. de lectura) para recordar que

 por M aría v in o la salvación del m undo en C risto (serm ón de sanAndrés de Creta: ib.).  Las antífonas cantan la gloria del nacimientode María, mientras las lecturas se refieren a la estirpe del Mesías(Is 11,13a; Rom 9,45) y ensalzan a la que es morada de Dios entrelos hombres (Cant 6,10; Jdt 13,24.25; Ap 21,3).

5. Fiesta de la Nuestra Señora del Pilar

Ce lebrad a en Esp aña y en v arios países h ispano am ericano s 30,alude desde la antífona de en trada a la colum na de fuego q ue g uiabaa los israelitas en el desierto (Sab 18,3; Ex 13,2122). Las lecturas(Le 11,2728; 1 C rón 15,34.1516; 16,12; Hech 1,1214) subraya n

30 C f . O r t i z G a r c í a , A., «Pilar (Virgen del)», en NDM, 1615-1623, etc.

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C.24. Mem oria de la Virgen María y de los Santos 283

el significado de la presencia y de la veneración de la Virgen Maríaen medio del pueblo crist iano. Las oraciones y el prefacio aluden ala protección maternal de María en esta advocación.

La l i turgia de las horas usa básicamente los textos del Común dela Santísim a V irgen, pero alude tam bién a la colum na (Eclo 24,315;

Elogio del Pilar: Of. de lectura) y destaca ante todo la función pro-t ec to ra de Mar ía desde su san tua r io (2 Crón 7 ,1516 : an t . deLaudes).

II. CELEBRACIONES DE LOS SANTOS, DE LOS ANGELESY DE LOS DIFUNTOS

El estudio de las celebraciones concretas de los santos en el ca-

lendario romano general se l imita forzosamente a las solemnidades.

1. So lem nida d de San José

El culto de san José nació en la Edad M edia com o consec uenciade la devoción a la infancia de Jesús. La fijación de la fecha es pu-ramente fortuita. Los grandes propagadores de la devoción al Custo-

dio del Redentor fueron san Bernardo y Santa Teresa de Jesús. El papa G regorio XV elevó la celebración a fiesta de p recep to en 1621.Pío IX en 1870 declaró a san José Patrono de la Iglesia universal31.

Los textos de la misa destacan la ascendencia davídica de sanJosé (2 Sam 7,45.1214.16), la m isión que le fue con fiada y su con-dición de justo (M t 1,16.1821.24; o bien Le 2 ,4151) y de creyente(Rom 4,13.1618.22). Las oraciones y el prefacio se refieren a suentrega solícita y fiel a María y al Hijo de Dios, y a la protecciónsobre toda la familia cristiana. La liturgia de las horas enmarca alsanto en la historia de la salvación (Heb 11.116: Of. de lectura) yrepasa las referencias bíblicas a su persona y a su misión, mientras pone de relieve la g randeza de su servicio (Col 3,2324; 2 Sam 7,2 829; Prov 2,78; Sermón de san Bemardino: Of. de lectura).

2. Solem nidad del Nacim iento de San Juan Bautista

Se celebra seis meses antes del Nacimiento de Jesucristo, segúnel dato de Le 1,36, y tres meses después de la solemnidad de laA nu nciació n (cf. Le 1,56). La celeb ración ap arece y a en el siglo iv y

11 Cf. F i o r e s , S. d e , «José», en NDM, 988-1011; S t r a m a r e , T., San Giuseppe nella  sacra Scrittura, nella teología e nel culto  (Roma 1983), etc.

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284  P.IV. La santificación del tiempo

está atestiguada en todos los libros litúrgicos occidentales 32. La ce-lebración cuenta con una misa de la vigilia, en la que se lee el anun-cio del ángel a Zacarías (Le 1,517) y la profecía relativa a la voca-ción del Precursor (Jer 1,410), para beneficio de los fieles (1 Pe 1,812). Las oraciones recuerdan que Juan era la voz que anunció la

llegada del Salvador. La misa del día se centra en el nacimiento(Le 1,5766.80) y en la m isión de Juan de cara a Israel (Hech 13,2226) y a las naciones (Is 49,16). El prefacio pone de relieve la rela-ción entre el Bautista y el autor del Bautismo, entre el profeta y elCordero de Dios.

La liturgia de las horas propone una serie de textos del Antiguoy del Nuevo Testamento en los que aparece la f igura del Bautista(Hech 13,2325; Mal 3,2324; Is 49,1; 49,56; 49,7), destacando el

de su vocación (Jer 1,410.1719: Of. de lectura), al que acompañaun sermón de san Agustín.

3. Solem nidad de los Santos A póstoles Pedro y Pablo

La celebración conjunta de los Apóstoles a cuyos nombres estáunida la Sede de Roma proviene posiblemente del culto que recibie-ron en las catacumbas de san Sebastián, junto a la Vía Apia, dondeestuvieron sepultados durante algún tiempo 33. La Iglesia celebra enambos Apóstoles no sólo la gloria de su martirio, sino también elmisterio de su vocación apostólica, uno hacia Israel y el otro hacialos gentiles (prefacio). En efecto, tanto en la misa de la vigilia comoen la del día se recuerda su testimonio hasta la sangre (Hech 12,111: 1.a lect. del día; Jn 21,1519: Ev. de la vigilia; 2 Tim 4,68.1718: 2.a lect. del día) y se evoca la misión de ambos (Mt 16,1319:

evang. del día; Gál 1,1120: 2.a lect. vigilia), que ofrecieron la salva-ción en el nombre de Jesús (Hech 3,110: 1.a lect. vigilia). Uno yotro son fundamento de la fe crist iana y motivo de alegría para todala Iglesia (oracion es).

La liturgia de las horas tiene como texto cumbre el pasaje delencuentro de Pedro y de Pablo en Jerusalén (Gál 1,152,10: Of. delectura), seguido del sermón de san Agustín sobre el martirio de losdos apóstoles. Las demás lecturas, los responsorios y las antífonas

forman u na extraordinaria serie de textos neotestam entarios alusivos

32 Cf. P a s c h e r  , J., op. cit., 600-613; de san Juan Bautista se celebra también el  martirio el 29 de agosto: cf. ib ., 613-617.

33 Cf. J o u n e l , P., «La solemnité des apotres Pierre et Paul selon la liturgie réno- vée», en VV.AA.,  Mélanges liturgiques offerts au P. B. Botte  (Louvain 1972), 245- 258; S a x e r  , V. «Pedro Apóstol», en DPAC 2, 1731-1734, etc.

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C.24. Memoria de la Virgen María y de los Santos 285

tanto a las vivencias más profundas de cada apóstol, especialmentede san Pablo, como a la misión apostólica.

4. Solem nidad de Santiago A póstol, Patrono de España

La tradición crist iana ha señalado España como el lugar de la p red icac ió n de San tiago, el hijo de Z ebedeo y herm ano de JuanEvangelista (cf. Mt 4,21; Me 15,40, etc.), el primero en beber elcáliz del Señor (prefacio; cf. Hech 12,2). Hacia el año 830 el obispoTeodomiro de Iria descubrió en Compostela su sepulcro, iniciándosedesde ese momento las pergrinaciones que tanto auge tuvieron en laEdad Media. La fiesta del 25 de julio, señalada en el MartirologioRomano como el día de la traslación de las reliquias de Santiago deJerusalén a España, aparece ya en los sacraméntanos del siglo vmcomo memoria del apóstol34. La fiesta tiene el máximo rango litúr-gico en toda la nación española, siendo además de precepto.

La liturgia de la Misa y del Oficio contemplan, por una parte, elmartir io del apóstol y por otra su patrocinio sobre España. El Evan-gelio evoca el episodio del diálogo de la madre de los Zebedeos conJesús (Mt 20,2028), mientras las otras dos lecturas se refieren al

m artirio de San tiago (Hech 4,33; 5,12 .2733 ; 12,1) y a su sign ificad o(2 Cor 4,715). Las lecturas bíblicas del Oficio aluden a la misiónevangelizadora de los Apóstoles (1 Cor 4,15; 1,182,5) y a la fundam entación de la Iglesia en ellos (E f 2,1922; 4,1113). La hom ilía

 p atrística de san Juan C risóstom o com enta el E vangelio de la M isa.Las antífonas recogen viejos textos de glorificación del Patrono deEspaña.

5. Solem nidad de Tod os los Santos

Esta fiesta t iene su origen en la dedicación del P anteón de R om ael año 610 a la Santísima Virgen y a todos los mártires. La fijaciónde la fecha el 1 de noviem bre se produ jo en el siglo ix, exten diénd o-se por todo Occidente bajo el pontificado de Gregorio IV (827844) 35. La solemnidad conmemora a la muchedumbre «que nadie

 puede con tar» (A p 7 ,2 4 .9 14), asam blea de la Jerusa lén celeste(prefacio), hermanos e intercesores (colecta), en los que se hicie-

34 Cf. P e r e z  d e   U r b e l , J., «Orígenes del culto de Santiago en España», en Hispania  Sacra 5 (1952), 1-31, etc.

35 Cf. P a s c h e r  , J . , op. cit., 760-771, etc.

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286  P.JV. La santificación del tiempo

ron realidad las bienaventuranzas (Mt 5,112) y ahora ven a Dios(1 Jn 3,13).

La liturgia de las horas canta al solo Santo entre Todos los San-tos, invitando en antífonas, lecturas y responsorios a contemplar laciudad futura y a imitar a los que ya la habitan (Ap 5,114; san

Bernardo; E f 1,1718, etc.) . Los salmos consti tuye n tam bién un a me-ditación sobre la gloria de la Jerusalén celeste.

6. Fiesta de ios Santos A rcánge les M iguel, G abriel y Rafael

El actual calendario litúrgico ha reunido en un mismo día, el 29de septiembre, las fiestas de los Santos Arcángeles. También hay

que tener en cuenta la memoria obligatoria de los Santos AngelesCustodios el día 2 de octubre. El fundamento de estas celebracionesse encuentra en las referencias de la Sagrada Escritura a cada uno delos arcángeles y al ángel custodio. El culto a los ángeles comenzó enOriente, pero muy pronto se extendió en Occidente. El de san Mi-guel a finales del siglo v, con ocasión de la dedicación del santuariolevantado en el Monte Gargano en Italia. El de san Gabriel y el desan Rafael desde el siglo x, siendo introducidos por Benedicto XV

en el calendario romano en 1921. La fiesta del Angel de la Guarda,com o celebración independiente, se cono ce en E spaña en el siglo xv ,siendo extendida a toda la Iglesia latina en 1670 36.

Las misas del 29 de septiembre y del 2 de octubre se apoyan antetodo en los textos bíblicos (Jn 1,4751; Dan 7 ,910.13 14 y Ap 12,712: día 29; Mt 18,15.10; Ex 23,2023: día 2 de octubre). El prefacioy las oraciones se fijan en la creación de los ángeles, objeto de lacomplacencia divina, y en la asistencia y protección sobre los hom- bres. La liturgia de la s horas recoge textos b íb licos alusivos a lo sángeles, desde salmos propios (el 8, 96, 102 y 137) hasta la lecturade Ap 12,117 (Of. de lectura) con la homilía de san Gregorio Mag-no sobre el significado de la palabra «ángel» (día 29) y el sermón desan Bernardo comentando el Sal 90 (día 2). Importante el cántico delas II Vísperas (Col 1,1220), que proclama el señorío de Cristo so- bre las cria turas: «celestes y terrestres, visibles e in visib les, Tronos,Dominaciones, Principados, Potestades».

36 Cf. P a s c h e r  , J . , op. cit., 740-760, etc.

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C.24. Memoria de la Virgen María y de los Santos 287

7. C onm em oración de Todos los Fieles D ifuntos

En el Santoral ocupa un puesto relevante la celebración del día 2de noviembre en recuerdo de todos los difuntos. La proximidad conla solemnidad de Todos los Santos contribuye a i luminar el f inal de

la existencia crist iana con la luz esperanzadora que brota de la Pas-cua del Señor. La conmemoración del día 2 de noviembre se remon-ta a una disposición de san Odilón de Cluny, en el año 998. La litur-gia romana introdujo la conmemoración en el siglo xiv. A causa dela antigua práctica, originaria de España, de celebrar tres misas eldía 2 de noviembre, extendida a toda la Iglesia por el papa Benedic-to XV en 1915, el Misal Romano ofrece tres formularios para estedía. Sin embargo, las lecturas han de tomarse de las que tiene el

Leccionario para la liturgia exequial.La liturgia de las horas se basa en el Oficio de Difuntos que seencuentra en el Común. No obstante contiene una lectura patríst ica propia, tom ada de san A m brosio , que com enta el tex to de Flp 1,21:«Para mí, la vida es Cristo, y una ganancia el morir».

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2.a SECCION: LA LITURGIA DE LAS HORAS

C a p í t u l o X X V

 HISTORIA Y TEOLOGIA DEL OFICIO DIVINO

El Oficio divino, desde la antigua tradición cristiana,está organizado de tal modo que el curso entero del díay de la noche está consagrado a la alabanza a Dios (SC84). La Iglesia, recitando el Oficio divino, alaba a Diossin interrupción e intercede por la salvación del mundoentero (SC 83).

BIBLIOGRAFIA 

B r o u e l l i , F. (dir.),  Liturgia delle ore. Tempo e rito  (BELS 75, Roma1994); C a s s i e n , Mons. et AA.AA.,  La prié re des heures  (Paris 1963); C u -  

v a , A.,  La liturgia delle ore. Note teologiche e spirituali   (Roma 1975);D e l l ’O r o , F.,  Liturgia delle ore. Documenti ujficiali e studi  (LeumannTorino 1972); G u i v e r , G.,  La compagnia delle voci. Liturgia delle ore e po- 

 polo di Dio nelVesperienza storica delTecumene cristiana  (Milano 1991);L ó p e z M a r t í n , i., La oración de las Horas. Historia, teología y pastoral  del Oficio Divino  (Salamanca 1984), 19137; M a r t i m o r t , A. G., «La ora-ción de las Horas», en M a r t i m o r t , 10471173; P i n e l l , J.,  Liturgia delle  

ore, Anamnesis  5 (Genova 1990); R a f f a , V.,  La liturgia delle ore. Presen- tazione storica, teológica e pastorale  (Milano 1990); R i g h e t t i 1, 10781172; T a f t , R.,  La liturgia delle ore in Oriente e in Occidente (Cinisello B.1988); VV.AA.,  La preghiera della Chiesa  (Bologna 1974); VV.AA., «Li-turgia de las Horas», en B o r o b i o 3, 283524; y EL 85/46 (1971); LJ 29/1(1979); LMD 64 (1960); 105 (1971); 135 (1978); RL 64/3 (1975);  RivPL  3(1971);  Seminarium  24 (1972).

La 2.a  sección   de esta parte del manual trata de la santificación

de las horas del día por medio del Oficio divino. Este capítulo, el prim ero dedicado a la liturg ia de la s horas, es tud ia la natu raleza y lafinalidad de esta acción l itúrgica, en u na persp ectiva histórica y teo-lógica.

1. DEL «BREVIARIO» A LA «LITURGIA DE LAS HORAS»

La liturgia de las horas ha recibido varios nombres en la historia.

El más difundido ha sido el de  Breviario   L  B reviario   significaba

1 Breviarium Romanum ex Decreto Sacrosancti Concilii Tridentini restitutum   Summorum Pontificum cura recognitum,  1-4 (Ed. quinta post typicam, Typis Polyglottis Vaticanis 1956).

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290  P.IV La santificación del tiempo

reunión en un solo volumen, para facilitar el rezo individual, de to-dos los elementos necesarios para celebrar el Oficio divino comosalmos, lecturas, himnos, etc., repartidos en diversos libros. Peroaquel nombre entrañaba una mentalidad privatizadora y reduccionis-ta de la plegaria eclesial que era preciso corregir.

Después del Vaticano II han recup erado su significado las ex pre-siones Oficio divino   y liturgia de las horas   2. «Oficio» quiere decirservicio cultual y acción litúrgica, y «divino» indica en honor dequién se realiza la celebración, D ios mismo. Esta expresión es equi-valente a la de «obra de Dios» (opus D ei),  según la expresión de sanBenito: «Nada se anteponga a la obra de Dios» (Regla   43,3). El se-gundo nombre alude a la plegaria eclesial distribuida según las horasdel día.

En este sentido el Oficio divino es verdadera liturgia, ejerciciodel sacerdocio de Jesucristo para la santificación de los hombres y elculto a Dios (cf. SC 7), y, consecuentemente, celebración de toda laIglesia, o sea, oración de Cristo con su Cuerpo eclesial al Padre (cf.SC 84). Por este motivo se ha de preferir siempre la celebracióncomunitaria, con asistencia y participación activa de los fieles, a larecitación individual y casi privada (cf. SC 2627)3.

II. ANTECEDENTES DE LA ORACION DE LAS HORAS

El origen de la liturgia de las horas hay que buscarlo en la ora-ción de Jesús y de las comunidades primitivas, que observaban losritmos de la plegaria judía.

1. La plegaria jud ía en la época del N uevo Testam ento

«Jesú s nac ió en un pu eblo que sa bía orar» 4, en el seno d e unafamilia piadosa que observaba con amor y fidelidad los preceptos

2 Ojficium Divinum ex decreto Sacrosancti Oecumemci Concilu Vatwam II instau- ratum auctoritate Pauli PP VI promulgatum, Liturgia Horarum mxta Ritum Romanum,  1-4 (Ed typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1971-1972, Ed typica altera 1986- 88). Edición oficial española Oficio Divino reformado por mandato del Concilio  Vaticano II y promulgado po r S S el Papa Pablo VI Edición típica aprobada por la Conferencia Episcopal Española y confirmada po r la Sagrada Congregación para los 

 Sacramentos y el Culto Divino, Liturgia de las Horas según el Rito Romano,  1-4 (Coeditores Litúrgicos 1979-1981). En la cabecera del primer volumen se encuentran  la Const Apost. de Pablo VI LaudisCanticum, de 1-XI-1970, y la Ordenación general  de la Liturgia de las Horas (= OGLH)

3 Cf. OGLH 20-324 J e r e m í a s , J ,  Abba El mensaje central del Nuevo Testamento  (Salamanca 

1981), 75.

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C.25. Historia y teología del Oficio divino 291

del Señor (cf. Le 2,21.2224, etc.). En un mundo politeísta, que des- prec iaba la oración com o absurda e inúti l, y que redujo la religión aun con junto de prácticas sang rientas y obscen as, Jesús participaba enla plegaria del pueblo instruido en la oración por Dios mismo a tra-vés de la revelación bíblica 5.

La p ráctica jud ía de la plegaria com prendía t res m om entos deoración al día: al caer la tarde, al amanecer y al mediodía (cf. Sal54,18; Dan 6,10). De estos momentos, dos estaban unidos a los sa-crificios llamados perpetuos, que se ofrecían todos los días en elTem plo (cf. N úm 28,28). De este m odo el sacrificio era santificado

 por la oración. Al acostarse y al levantarse se recitaba el Shemá Yis- rael    (Escucha, Israel), la profesión de fe en el Dios único (cf. Dt6,49; Dt 11,1321 y Núm 15,3741). Jesús mismo lo recitaba (cf.

Me 12,2930). Al mediodía se decían las bendiciones de la Thephil- lah.  Esta plegaria pertenecía al culto de la sinagoga.La l i turgia judía contenía además una amplia var iedad de him-

nos, salmo s y oraciones p ara las f iestas, las pereg rinacion es al Tem - p lo y la liturgia dom éstica, en la que destacaban la bendición al caerla tarde (lucemario) y la acción de gracias de la cena. En este am-

 b ien te de o rac ión v iv ió Jesús, de m odo que « la alabanza a D ios re-sonó en el corazón de Cristo con palabras humanas de adoración,

 p rop iciación e in tercesión» (O G LH 3).

2. La oración de Jesús

«Cristo Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en ésteexilio terreno aquel himno que se canta perpetuamente en las mora-das celestiales» (OGLH 3; cf. SC 83). La oración de Jesús en su vidaterrena fue la expresión del coloquio eterno del Verbo con el Padre

en el Espíritu Santo, y el anuncio de la mediación sacerdotal quecontinúa ahora en los cielos 6.

Pero Jesús enseñó tamb ién cóm o se ha de orar, con su testimo nioy con enseñanzas explícitas, entre las que se destacan: a)  la pureza

5 C f supra  n 1 del capítulo X. Sobre la piegana judía cf B e n   C h o r i n   S h   ,  Le  Judaisme enpriére La liturgie de la synagogue  (París 1984), H e i n f m a n n , J , Lapriere  ju ive Anthologie  (Lyon 1984), H r u b y , K., «Les heures de priére dans le Judaisme á 

l’époque de Jésus», en C a s s i f n , Mons et AA AA , op. c it , 59-84, M a n n s , F , La priére 

d 'Israel á l ’heure de Jés us  (Jerusalem 1986), S a n t e , C. di, La preghiera d'lsra ele Alie ongim della liturgia cristiana (Casale M 1985), y QL 52/2, etc

6 Véanse las síntesis de OGLH 4 y de Cat   2599-2622, cf A r o n , R ,  Asi rezaba   Jesús de niño (Bilbao 1988), D u p o n t , J., «Jesús y la oración litúrgica», en VV AA , El  Oficio Divino hoy  (Barcelona 1969), 27-74, H a m m a n , A.,  La oración  (Barcelona 1967), 68-175, K  o u l o m z i n f , N , «La priére du Chnst au Pére», en T r i a c c a , A. M -Pis 

t o i a , A. (dir.), Le Christ dans la liturgie (BELS 20, Roma 1981), 131-142, etc.

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de la intención (cf. Mt 6,56; Me 12,3840); b)  la unión de la m entecon la voz, para no caer en el reproche terrible de Is 29,13 (cf. Mt15,8 y par.); y c)  la confianza en el Padre (cf. Mt 6,78.2532; Le12,2230). Otras enseñanzas afectan a la necesidad de la oración (cf.Le 22,40; 6,28 par.), a la oración en su nombre (cf. Jn 14,1314), a

la oración de petición (cf. Mt 5,44;7,7), a la humildad (cf. Le 18,914) y a la perseverancia (cf. 11,513).

Pero la enseñanza más original e importante es la que se refiereal contenido mismo de la oración. Este contenido se condensa enuna palabra: ¡Abba,  Padre!, expresión de la relación filial a títuloúnico entre el Hijo Jesucristo y el Padre. La revelación de esta rela-ción fue seguida de la donación del E spíri tu Santo, que hace posiblela f i l iación divina adoptiva y el que todos los discípulos de Jesús

 puedan in vocar a D io s. Por eso el Padrenuestro es el m odelo supre-m o de la oración c ristiana (cf. Le 11,14) 7.

La  D idaché , a finales del siglo I, es testigo de la sustitución delShemá   por el Padrenue stro en los círculos judeo crist iano s, tam biéntres veces al día 8.

3. La p legaria en la Iglesia prim itiva

Los Ap óstoles, instruidos po r el S eñor después de la resurrección(cf. Hech 1,3), en señ aron tam bién a orar y orga nizaro n en el E spíritude Jesús la oración de las primeras comunidades cristianas 9. Desdelos primeros momentos la «perseverancia en las oraciones» fue unacaracteríst ica de la comunidad que surgió de Pentecostés (cf. Hech2,42). Al igual que Jesús, los prim eros cristianos acu dían al Tem ploy a la sinagoga, aunque luego celebraban la «fracción del pan» en

sus casas (cf. Hech 2,4647). Observaban la costumbre de rezar pri-vadamente o en común en la estancia principal, a ciertas horas deldía y aun de la noche (cf. Hech 12,12; 16,25).

La oración se dirigía ordinariamente al Padre celestial. Pero conel paso del tiem po se acrecentó en la com unidad eclesial la con cien-cia de que Jesús no sólo es mediador y «lugar» único para adorar alPadre en el Espíritu y la verdad (cf. Jn 2,1922; 4,2324), sino tam-

7 Cf. Cat  2759, 2765-2766, etc.8 Didaché   8,3, en Ruiz B u e n o , d. (ed.),  Padres Apostólicos   (BAC 65, Madrid 

1967). 85.9 Véanse OGLG 5 y Cat  2623-2649. También C a s s i e n , Mons., «La priére dans le 

N.T.», en Id. et AA.AA., op. cit., 17-42; C h i r a t , H.,  La asamblea cristiana en tiempo  de los Apóstoles  (Madrid 1968); H a m m a n , A., op. cit., 176-436, etc.

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 b ién térm ino de la oración cristiana. E jem plo de esto son la s doxologías 10, las bendiciones al Padre por la obra realizada en Cristo 11, ylos himnos cristológicos 12.

III. LA LITURGIA DE LAS HORAS EN LA HISTORIA

La historia del Oficio divino significa la persecución, a lo largode los siglos, del ideal: «Es necesario orar siempre» (Le 18,1) 13.

1. Los prim eros intentos de org an ización (ss. I V)

Los primeros siglos crist ianos ofrecen muy poca información so- bre la oración a ciertas horas. A partir del siglo m lo s testim oniosson cada vez m ás abund antes y m encionan, junto a los oficios m atu-tino y vespertino, sin duda comunitarios, las horas tercia, sexta ynona, «fijas y determinadas» en recuerdo de la SS. Trinidad y enmemoria de los momentos de la pasión de Cristo y de algunos acon-tecimientos narrados en los Hechos de los Apóstoles ,4.

La etapa que s iguió a la paz de Constant ino favoreció también

el desarrol lo del Oficio divino. Dos fueron los modelos que seorgan izaron: e l m ode lo ec les ia l — catedra l y par ro qu ia l— y elmodelo monást ico. El pr imero se centraba sobre todo en las cele- b rac io n es de la m añana y de la ta rde , es decir, en los laudes y la svísperas presididas por el obispo o por un presbí tero, con asis ten-cia del c lero y del pueblo. El segundo estaba marcado, en cambio, por el deseo de d ed ica r el m ay or tiem p o p o s ib le de la jo m a d a a la p leg aria , sigu ien do los co n sejo s ev an g élico s y b u scan do el eq u ili-

 brio entre la o rac ión y el traba jo . A sí se in tro d u jero n , ju n to a lau -des y vísperas y las horas intermedias , pr ima, completas y las vi-

10 Cf. B r e c k  , J., «Les formules trinitaires dans le N.T.», en T r i a c c a , A. M . - P i s t o i a , 

A. (dir), Trinité et liturgie (BELS 32, Roma 1984), 37-50; F e d e r i c i , T., «Doxología», en DTDC, 355-363.

11 Cf. M a i   d o n a d o , L., La plegaria eucarística (BAC 273, Madrid 1967), 280-309.12 Cf. OGLH 43; B o i s m a r d , M. E., Quatre hymnes baptismales dans la l épitre de 

Fierre  (Paris 1961), etc.13 Además de los títulos citados al principio, cf. A l d a z a b a l , J., et AA.AA.,  Litur

 gia de las Horas. Veinte siglos de historia   («Dossiers del CPL» 36, Barcelona 1988); B a u m e r , S., Histoire du Bréviaire,  1-2 (Rome 1905; reimpr. 1967); S a l m ó n , P., L Of

 fic e divin. Histoire de la form ation du Bréviaire   (Paris 1959); Id ., «La Oración de las Horas», en M a r t i m o r t , ed. de 1967, 855-955, etc.

14 Cf. P i n e l l , J., «El número sagrado de las horas del Oficio», en VV.AA., Miscel-  lanea litúrgica card G. Lercaro,  2 (Roma 1967), 887-934; R  a f f a , V., «L’orario di preghiera neU’Ufficio divino», en EL 80 (1966), 97-140, etc.

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294  P.IV. La santificación del tiempo

gil ias nocturnas l5. Finalmente, la ordenación monási ica configu-ró el Oficio de las iglesias l6.

3. Del Oficio completo y solemne al O ficio

privado (ss. VI-XV)

En los siglos v i - i x   el Oficio divino era la oración de la Iglesialocal, clero y pueblo. Cuando todavía no se había generalizado lacelebración diaria de la eucaristía, las horas del Oficio constituían lasantificación de los días entre semana. Se produjo entonces una grancreación de elem entos no bíblicos del Oficio: antífonas, himn os, res-

 ponsorios y oraciones, paralela a la que tenía lu gar en la M is a y en

los sacramentos 17. Sin embargo, cuando al final de esta época seimp uso p or ley la celeb ración coral de todo el Oficio, se iniciaron los p rim eros sín tom as de la decadencia, ante la dificultad que suponía p ara el c lero dedicado a la cura de alm as. Por o tra parte, el O ficiorom ano, originalmen te muy sobrio, se fue com plicando cada día máshasta reque rir num erosos l ibros para su celebración.

La solución practicada en la capilla del palacio de Letrán, enRom a, de usar una abreviación de los l ibros l i túrgicos em pleados enla basílica, fue imitada en otros lugares. El  B reviario de la Curia  

 Rom ana,  adoptado por san Francisco en 1223, se difundió por todaEuropa 18. Pero la ventaja real del libro litúrgico único trajo consigoel inconveniente de la introducción de la recitación privada. Lo queen un principio fue excepción, se convirtió en norma. En el siglo xv,como consecuencia de la devotio moderna,  se acentuó en la espiri-tualidad sacerdotal la orientación intimista y subjetiva, tendente ahacer de la misma Misa y del Oficio el cumplimiento de una obliga-ción personal. Ni siquiera las órdenes y congregaciones religiosas

que se fundaron a partir del siglo xvi tenían ya el Oficio divino co-mo oración común. Por otra parte, la introducción de vigil ias, octa-

15 En una semana lo distribuía la Regla de san Benito:  cf. C o l o m b a s , G. M . A r a n

g u r e n , I. (ed.), La Regla de san Benito (BAC 406, Madrid 1993), 320-371; R o u i l l a r d ,

P h., «Priére et communauté dans la Régle de S. Benoit», en  Not   167 (1980), 309-318, etc.

16 Cf. Luikx,  B., «L’influence des moines sur F office paroissial», en LMD 51 (1950), 55-81.

17 Para el Rito Romano cf. D r e v e s , G. M . - B l u m e ,* C. (ed.),  Analecta Hymnica  

 MediiAevi,  1-55 (New York 1961); H e s b e r t , R. J.. Corpus Antiphonalium Officii,  1-6 (REDFM 7-12, Roma 1963-1979), etc. (

18 El ejemplar más antiguo, conocido com o «Breviario de Santa Clara», se titula así:  Incipit ordo et officium breviarii romanae ecc lesiae Curiae, quem consuevimus observare tempore Innocentii tertiipapae et aliorum pontificum,  en C h o l a t , A. (ed.), 

 Le Bréviaire de Sainte Claire  (Paris 1904). Cf. A b a t e , G., «II primitivo Breviario francescano (1224-1227)», en  Miscellanea Francescana 60 (1960), 47-240, etc.

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vas, conmemoraciones y of icios dobles y semidobles complicó aúnmás la celebración del Oficio.

C.25. Historia y teología del Oficio divino   295

4. Inten tos de ren ova ción (ss. X V I X X )

Se hacía necesaria un a reform a del Oficio. P ero fracasaron variosintentos. El prim ero el del cardenal Qu iñónez, qu e trató de devo lverel Oficio a su pureza primitiva, y dio lugar a un l ibro, impresoen 1535 y adoptado por Paulo III para uso de quienes, obligados alrezo del Oficio, no pudieran acudir a coro. Sin embargo, el libro fuedesautorizado por el papa Paulo IV en 1558 ,9. Otro intento impor-

tante fue llevado a cabo por los Teatinos, con el patrocinio del pro- pio Papa, pero la m uerte de éste im pidió la realización del trabajo.

El Con cilio de Trento proyectó tam bién la reform a del B reviario,aunque correspondió al papa San Pío V promulgar la nueva ediciónen 1568. Pero de nuevo el Santoral invadió el ciclo del Señor, impi-diendo la uti l ización del Salterio según la antigua ordenación roma-na. Casi cuatro siglos después, en 1911, san Pío X llevó a cabo unareforma aligerando las horas, introduciendo cantos bíblicos en lau-des y recurriend o al oficio m ixto — los salm os de la feria y el restodel propio o del Común de los Santos— para evitar la acumulaciónde oficios. En 1945 se difun dió u na nu eva versión latina del Salterio,realizada por el P. Instituto Bíblico de Roma.

Finalm ente el C oncilio Vaticano II planteó u na reform a global dela liturgia de las horas. Entre sus objetivos figuraban la recuperaciónde la «verdad de las horas» en orden a santificar el curso entero deldía y de la noche, la adecuación de la celebración a la época actualy la participación de los fieles en el Oficio div ino (cf. S C cap. I V ) 20.

IV. TEOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD DE LA LITURGIADE LAS HORAS

Uno de los aspectos más po sitivos de la reforma p ostcon ciliar dela liturgia de las horas ha sido la profunda base teológica que se ha

 p ropuesto com o fundam ento de la espiritualidad y de la pastoral del

Oficio divino.

19 Cf. R  a f f a , V., «Dal Breviario del Quignonez alia Liturgia delle Ore di Pao-  lo VI», en D e l l ’ O r o , F . , op. cit., 2 8 9 3 6 3 .

20 Cf. B u g n i n i , A.,  La riforma litúrgica (1948-1975)  (Roma 1 9 8 3 ) , 4 8 2 5 6 1 ; Ma t e o s , J., «La historia del Oficio Divino y su reforma actual», en  Ph  3 2 ( 1 9 6 6 ) , 5 2 5 ,

etcétera.

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1. O ración al Padre, por Jes uc risto, en el E spíritu Santo

La liturgia de las horas tiene una primera dimensión trinitaria,que es a la vez cristológ ica y p n eu m ato ló g ica 21. En este sentido, laliturgia de las horas refleja el coloquio amoroso y eterno entre las

Personas divinas (SC 83; OGLH 3).Por otra parte, si toda la liturgia es obra de Cristo que asocia a la

Iglesia en el culto al Padre (cf. SC 7), la liturgia de las horas pone demanifiesto aún más esta vinculación. A imitación de su Señor y si-guiendo su mandato, la Iglesia alaba, da gracias e invoca al Padre enel Oficio divino. Es la norma dada por Jesús: «Cuando oréis, decid:Padre nuestro» (Le 11,2). La plegaria de las horas, por ser plegariaeclesial, cuenta con la presencia prometida del Señor (cf. SC 7) y se

realiza «en la comunión del Espíritu Santo». El Espíritu Santo «es elmismo en Cristo, en la totalidad de la Iglesia y en cada uno de loscristianos... No puede darse, pues, oración cristiana sin la acción delEspíritu Santo, el cual, realizando la unidad de la Iglesia, nos llevaal Padre por medio del Hijo» (OGLH 8). La asistencia del Espíritu

 produce en el hom bre la  synergía   divina para glorificar al Padre ysantificar las realidades de este mundo 22.

296  P.IV. La santificación del tiempo

2. Ora ción en n om bre de la Iglesia

La liturgia de las horas es plegaria «de la Iglesia», que se realiza«con la Iglesia» y «en nombre de la Iglesia». Esta última expresiónno debe ser entendida l im itándo la al ma ndato jurídico o delegaciónque la Iglesia da a ciertas personas, especialmente obligadas a sucelebración. Aunque esta dimensión exis te (cf . SC 84, 85, 87,90, etc.), el Oficio divino «en el nombre de la Iglesia» implica pri-meramente un hecho teológico y sacramental. En efecto, la liturgiade las horas es de suyo «función de toda la comunidad», ya que porella «la oración de Cristo perdura sin interrupción en la Iglesia»(OGLH 28) .

La ignorancia o el olvido de esta verdad ha pro ducido equívoco slam entables. M ientras ha sido general la identificación entre los con -ceptos de «ec lesial» y «jurídico» o entre liturgia y fun ción del m inis-tro, el Oficio divino aparecía sólo como acción exclusiva de los

21 Cf. supra,  cap. X.22 A n d r o n i k o f , C.,  El sentido de la liturgia.  La relación entre Dios y el hombre 

(Valencia 1992), espec 37-47 Cf. Cat  1091, 1099-1109 y 2670-2672 , B e h l e r , G -M., «Pner dans FEsprit et pner sans cesse selon le N.T », en LMD 109 (1972), 31-50; G o e d t , M. d e , «La intercesión del Espíritu en la oración cristiana (Rom 8,26-27)», en Conc 79(1972), 330-342, etc.

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C 25. Historia y teología del Oficio divino 291

m onjes y de los clérigos enca rgado s jurídicam en te para ello. P ero talvisión es reductiva e incompleta. La Iglesia es también el pueblocristiano, y la liturgia es también función de la comunidad. En efec-to, todo bautizado y confirmado posee la capacidad sacerdotal parael culto al Padre «en el Espíritu Santo y la verdad» (cf Jn 4,23). Por

tanto, hay liturgia de las horas en nombre de la Iglesia siempre queun grupo de fieles se reúna para orar siguiendo esta forma estableci-da, especialmente bajo la presidencia de los pastores. De ahí la pre-ferencia por la forma comunitaria en la celebración del Oficio di-vino 23.

Ahora bien, «a los ministros sagrados se les confía de tal modola liturgia de las horas que cada uno de ellos habrá de celebrarlaincluso cuando no participe el pueblo... pues la Iglesia los delega

 para la liturgia de la s horas de form a que al m enos ellos aseguren demodo constante el desempeño de lo que es función de toda la comu-nidad, y se mantenga en la Iglesia sin interrupción la oración deCristo» (OGLH 28) 24.

3. Santificación del t iempo y de la existencia

Las recomendaciones del Señor y de los Apóstoles invitando ala oración constante (cf. Le 18,1; 21,36; Rom 12,12; Col 3,2; 1Tes 3,10) están en el origen de la liturgia de las horas. En este senti-do, la Iglesia, fiel a su misión, «no cesa un momento en su oracióny nos exhorta a nosotros con estas palabras: “Ofrezcamos siempre aDios el sacrificio de alabanza por medio de él [Jesús]” (Heb 13,15).Ella responde al mandato de Cristo no sólo con la celebración euca-ríst ica, sino tamb ién con otras form as de oración, principalm ente con

la liturgia de las horas, que, con form e a la an tigua tradición cristiana,tiene como característica propia la de servir para santificar el cursoentero del día y de la noche» (OGLH 10; cf. SC 84) 25.

23 Cf. SC 84, 99, 100, OGLH 9, 20-27, L e n g f l i n g , E. J , «Les options genérales de la nouvelle liturgie des heures», en LMD 105 (1971), 7-33, M a r s i l i, S , «Preghiera comune e preghiera della Chiesa», en RL 62 (1975), 313-322, P o w e r  , D , «La oración en familia o en grupo y el Oficio Divino», en Conc 52  (1970), 259-271, etc.

24 C f OGLH 28-32, C para el Culto Divino, Directorio para el ministerio y la vida  de los presbíteros  (Librería Editnce Vaticana 1994), nn 38-42, F a r n e s , P , «Ministerio 

pastoral y Liturgia de las Horas», OrH  130 (1983), 271 -284, L o d i , E , «La liturgia delle ore nella vita sacerdotale», en EL 86 (1972), 6 i -73, L ó p e z   M a r t i n , J , op c it , 123-137, etcétera

25 Entre la celebración eucarística y la liturgia de las horas existe una relación muy profunda cf. PO 5; OGLH 12, D i e z   P r e s a , M., «Relación entre la liturgia de las horas y la eucaristía», en Vida Religiosa  36 (1974), 67-74; L ó p e z   M a r t i n , J . , op cit., 109- 121, etc.

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298  P.IV. La santificación del tiempo

Santificar el tiempo es dedicarlo al servicio de Dios y de loshombres, y vivirlo como un espacio de gracia y una oportunidad desalvación (cf. 2 Cor 6,2). Es glorificar al Padre y a Jesucristo, some-tiendo a él todas las cosas, para que tod a la existencia quede impreg -nada de alabanza, de súplica y de acción de gracias, y el cristiano

 puede hacer de su v ida una ofrenda santa, agradable a D ios y cultoespiritual (cf. Rom 12,1). Por eso, la Iglesia insiste en que la celebra-ción del Oficio divino se haga «en el t iempo más aproximado alverdadero t iempo natural de cada hora canónica» (SC 94; OGLHl l ) 26.

Por otra parte, si la oración de las horas santifica la existencia, loha de ser especialmente para cuantos han recibido «el deber de orar por su grey y por todo el pueblo de D io s» (O G LH 1 7 )27.

4. V alor pastoral

Pero la oración incumbe también a todo el pueblo de Dios, que partic ipa de la m isión pastoral de la Iglesia. En este sentido, «los quetoman parte en la l i turgia de las horas contribuyen de modo miste-

rioso y profundo al crecimiento del pueblo de Dios (cf. PC 7); yaque las tareas apostólicas se ordenan “a que todos, una vez hechoshijos de Dios por la fe y el bautismo, se reúnan, alaben a Dios enmedio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena delSeñor” (SC 10)» (OGLH 18).

Por este motivo la liturgia de las horas pertenece a la esencia dela Iglesia, del m ismo m odo q ue la evan gelización y los sacramen tos,y la acción caritativa y social. Los que celebran la liturgia de las

horas deben saber que colaboran p lenam ente a la difusión del Reinolo mismo que cuando se empeñan en otras tareas pastorales igual-mente necesarias, «pues sólo el Señor, sin el cual nada podemoshacer (Jn 15,5), y a quien acudimos con nuestros ruegos, puede dara nuestras obras la eficacia y el incremento (SC 85), para que diaria-mente seamos ed i f i cados como morada de D ios en e l Esp í r i tu(E f 2,2122), a la med ida de la plenitud de C risto (E f 4,7), y redoble-mos las energías para llevar la buena nueva de Cristo a los que están

fuera (SC 2)» (OGLH 18).

26 Cf. O ñ a t i b i a , I., «Alabar a Dios al compás de las horas», en  Ph  130 (1982), 305-324; P inell, J., «La priére et le temps», en L M D 65 (1971), 38-59, etc.

27 Cf. supra,  n.24; y F a r n e s , P., «La Liturgia de las Horas en la vida contemplativa», en Ph 65 (1971), 455-457; S. N. de Liturgia, El Oficio Divino y su celebración en las comunidades religiosas (Madrid 1969), etc.

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C.25. Historia y teología del Oficio divino  299

5. D im ensión escatológica

La liturgia de las horas es, por último, pregustación y participa-ción «en la liturgia celestial. . . donde Cristo está sentado a la diestrade Dios, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero

(Ap 21,2; Col 3,1; Heb 8,2)» (SC 8), para interceder por nosotros(cf. Heb 7,25; 1 Jn 2,1). En Cristo se establece un vínculo de com u-nión entre el pueblo peregrino, que asocia a toda la creación en laliturgia, y los bienaventurados, que toman parte en la alabanza del«que es t á sen tado en e l t rono y de l Corde ro» (Ap 5 ,13 ; c f .OGLH 16).

Por otra parte, en esta dimensión escatológica de la liturgia engeneral, y del Oficio divino en particular, no hay ningún escapismo

angelista. Al contrario, la esperanza del Reino, avivada en la liturgiade las horas, impulsa a los cristianos en orden a la transformacióndel mundo presente: «Hasta nosotros ha l legado la plenitud de lostiem pos (cf. 1 Co r 10,11), y la renovación del mundo e stá irrevo ca- blem ente decretada y em pieza a realizarse en cierto m odo en el siglo presente (LG 48). De este m odo la fe nos enseña tam bién el sentidode nuestra vida temporal, a fin de que unidos con todas las criaturasanhelemos la manifestación de los hijos de Dios (Rom 8,15). En lali turgia de las horas proclamamos esta fe, expresamos y alimenta-m os esta esperanza, participam os en cierto m odo del gozo de la per- petua alabanza y del día que no conoce ocaso» (O G L H 16).

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C a p í t u l o   XXVI

 LA HORAS DEL OFICIO DIVINO

Como el fin del Oficio es la santificación del día, de- be restablecerse el curso tradicional de las Horas, de mo-do que, en la medida de lo posible, éstas correspondan al

tiempo natural y, al mismo tiempo, se tengan en cuentalas condiciones de la vida moderna en que se encuentranaquellos que se dedican al trabajo apostólico (SC 88).

BIBLIOGRAFIA 

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logna 1991), 458477; H a n s s e n s , J. M.,  Nature et genése de Voffice de  matines  (Roma 1952); L ó p e z M a r t ín , J.,  La oración de las Horas. Historia, teología y pastoral del Oficio Divino  (Salamanca 1984), 141-201; R a f -  

f a , V., «Lodi e Vespro: cardine della preghiera oraria ecclesiale», en RL 55(1968), 488511; Id., «Liturgia de las Horas», en NDL, 11641191; R i g h e t

t i 1, 12531297; S a r t o r e , D.,  Introduzione alia liturgia delle ore   (Roma1971); V i s e n t i n , P. et AA.AA.,  La liturgia delle ore. II nuovo Ufficio Divino  (Roma 1971).

El capítulo se ded ica al significado y a la celebra ción d e las horasdel Oficio divino. Pero antes de analizarlas conviene hacer algunasobservaciones sobre algunos aspectos del Oficio divino en cuantocelebración, para terminar con algunas indicaciones pastorales.

I. EL OFICIO DIVINO COMO CELEBRACION

La li turgia de las horas es una celebración bastante peculiar en

cuan to a sus elem entos y c aracterísticas.

1. Componentes

En tod a acción l itúrgica se distinguen el aspecto invisible, que noes otro que la presencia del misterio de la salvación, y el aspectovisible y sacramental , es decir , expresivo y simbólico de mediáción

al servicio del misterio. En la celebración del Oficio divino el primeraspecto es la presencia sacerdotal de Cristo en medio de los suyos,

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302  PAV. La santificación del tiempo

que asegura la eficacia de la plegaria litúrgica (cf. SC 7; 8384). Elsegundo aspecto lo constituyen los siguientes com pon entes:

1. La liturgia de las horas, aun cu an do sea rec itada ind ivid ua l-mente por un ministro de la Iglesia, tiene siempre como  su jeto in te

 g ra l  a la Iglesia m isma, represen tada p or la asam blea o p or el m inis-

tro. En efecto, «la liturgia de las horas no es un a acc ión privad a, sinoque pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta e influyeen él (cf. SC 26). Su celebración eclesial alcanza mayor esplendor, y

 por lo m ism o es recom endable en g rado sum o, cuando la realiza unaIglesia particular con su obispo, rodeado de su presbiterio y minis-tros... de forma que responda de veras a la hora del día y, en lo posib le, con participación del pueblo» (OG LH 20).

De la misma manera, la celebración del Oficio divino por la co-

munidad parroquial y por otras asambleas análogas pone de mani-fiesto «a la Iglesia visible constituida por todo el orbe» (OGLH 21;cf. SC 42). Las comunidades religiosas representan también a laIglesia orante (cf. OGLH 24; 26), y los laicos y las familias quecelebran alguna parte de la liturgia de las horas, se insertan más ple-namente en la Iglesia (cf. OGLH 2728).

2. La acción común   celebrativa, en el Oficio divino, consisteesencialmente en la plegaria, con muy pocos gestos. Pero es una plegaria m uy variada en cuanto a los géneros (h im no, salm odia, lec-

tura, responsorios, preces, aclamaciones, etc.) y en cuanto al ritmo,con una cadencia de cantos, palabras y silencios que, de acuerdo conla fiesta y el tiempo litúrgico, despliega un dinamismo amplio yequilibrado (cf. OGLH 33). En este sentido, el canto del Oficio divi-no no es un mero elemento de adorno externo, sino que refuerza elcarácter de alabanza, de súplica y de acción de gra cias de la plegaria,al mismo tiempo que contribuye a darle un tono festivo.

El clima festivo es tan impo rtante com o la participac ión com uni-

taria. El invitatorio, el himno, las antífonas que orientan en la inteli-gencia de los salmos, las aclamaciones y respuestas, etc,, contribu-yen al espíritu de oración. Los salmos, cuando no son cantados, hande ser recitados con ri tmo, viveza y variedad (OGLH 279).

3. El tiempo   de celebración de las horas, con su carácter simbó-lico, forma parte también de esta plegaria cuya finalidad es santificarel curso entero del día y de la noche. De ahí el interés del ConcilioVaticano II en recuperar la «verdad de las horas» en la celebración(cf. SC 88 y 94).

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C.26. Las Horas del Oficio divino 303

2. Su peración de algunas antinom ias

La ce lebració n de la liturgia de las horas tiene tam bién la pecu -l iaridad d e supe rar algunas an tinom ias no siem pre fáciles de resolveren la práctica en otras acciones litúrgicas.

a)   Iden tificac ión entre la  pa la bra   y el rito.  En la liturg ia delas horas la acción ritual es mínima. En ella la palabra es recitada,cantada, proclamada, escuchada y meditada, según este esquema:salmodia, lectura de la Palabra de Dios (y lectura patrística o hagiográfica en el Oficio de lectura), oración. En las demás celebracionesla liturgia de la Palabra precede al rito, tan amplio como la primera

 parte de la acción litúrg ica y form ando una unidad con ella (cf.SC 56). En el Oficio divino no hay otro rito que el propio diálogo

entre Dios y su pueblo, pero de manera que la Palabra divina seofrece al hombre no sólo en las lecturas, sino también como compo-nente principal de su oración en los salmos y en los responsorios.

b)   Integración entre lo personal y lo comunitario.  La reco-mendación de la celebración comunitaria de la liturgia de las horas(cf. OGLH 21; 33, etc.), de acuerdo con su índole eclesial, no signi-fica que se ignore o se minusvalore la recitación individual. Tanto enuna forma como en la otra «se mantiene la estructura esencial de

esta liturgia, que es un coloquio entre Dios y el hombre» (OHLH33). Por otra parte, toda celebración, para ser verdadero encuentrocon D ios, exige una acti tud personal de fe, de escucha co ntem plativay de conversión. Esto se verifica en el horizonte eclesial de una ple-garia viva y abierta, en la que cada uno ora y todos oran en el nom-

 bre de Cristo y de la Igle sia, con la asistencia del Espír itu Santo . Enla recitación a solas esto se verifica también de manera especialcuando el que ora es un ministro ordenado que en ese momento estáasegurando la plegaria constante de la Iglesia a la que está vinculado(cf. OGLH 28) l.

c)  Integración de lo objetivo y lo subjetivo.  La objetividad dela plegaria litúrgica, que dimana de la presencia del misterio de Cris-to en la liturgia, en modo alguno pretende agotar la piedad personaly las tendencias espirituales de cada uno o de los grupos eclesiales(cf. SC 12). No obstante, la liturgia es fuente y culmen (cf. SC 10;LG 11) y referencia necesaria para todos los actos de piedad (cf. SC13). La misma ordenación de la liturgia de las horas, al señalar lo

que consti tuye la estructura básica de esta forma de oración que seha de respetar siempre, abre a la vez espacios a la creatividad sana ya la adaptación responsable (cf. OG LH 2 44 2 5 2 )2.

1 Véanse en el cap. VIII las antinomias de la asamblea litúrgica.2 Cf. OGLH 19.

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304  P IV La santificación del tiempo

II LOS LAUDES Y LAS VISPERAS

En el Oficio divino hay horas que destacan por su valor eclesialy po r su im po rtancia pa ra la orac ión personal Son los Laud es y lasVísperas, den om inadas en la antigüeda d «ho ras establecidas», y con -

sideradas por el Concilio Vaticano II como «el doble quicio sobre elque gira todo el Oficio cotidiano» (SC 89, cf OGLH 37 y 40)

1 S im bolism o

El progreso moderno ha alterado en buena parte la relación entreel hombre y la naturaleza, entre el ritmo de la vida humana y lascaden cias naturales del universo Sin em bargo, el hom bre actualguarda viva su sensibilidad ante la belleza del mundo visible, puestade relieve por la luz del amanecer y por la caída de la tarde queacerca a la oscu ridad silenciosa de la noch e El lengua je de la crea -ción, el día que habla de luz y calor, de energía y vida, y la nocheque sugiere frío, sueño y muerte, sigue siendo inteligible para elhombre moderno, secularizado y casi analfabeto para el lenguajesim bó lico El día y la noche, la luz y las tinieblas, tendrán siem preun significado dialéctico capaz de conmover profundamente el cora-

zón humanoPara los crist ianos, cuya visión del mundo se nutre en gran me-

dida de la Biblia, este sim bo lismo tiene una gran im po rtancia Laliturgia de los Lau des y de las Vísperas se nutre abund antem ente enesta simbología básica 3.

2 Los Laud es como oración de la m añana

Los Laudes como oración de la mañana t ienen un doble signifi-cado santifican el día en su comienzo y hacen me m oria gozosa dela resurrección del Señor 

1 «Los laudes matutinos están d ir ig idos y ordenados a santif i-car la mañana, como se ve claramente en muchos de sus elementosSan Basil io expresa muy bien este carácter matinal con las siguien-tes palabras “Al com enzar el día oram os para que los primeros im-

 pulsos de la m ente y del corazón sean para D io s ni em pleem osnuestro cuerpo en el trabajo antes de poner por obra lo que fue di-cho Por la m añana escuc harás mi voz, por la m añana te expon go mi

1 C f A g r e l o , S , «Algunos precedentes culturales de la simbologia de la luz», en  Antonianum A l  (1972), 96*121, I d   , «El tema bíblico de la luz», ib , 353-417, S f a m e n i ,

R , «Luz», en DPAC 2, 1324 1325, etc

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C 26 Las Horas del Oficio divino 305

causa, me acerco y te miro” (Sal 5,45)» (OGLH 38a). En efecto, enla oración de Laudes, los fieles, antes de iniciar las actividades de la

 jo m ad a, dedican a D ios todas sus ta reas, y buscan po tenciar su capa-cidad humana creativa con el impulso santifícador de la gracia di-v i n a 4

Todo lo que es el hombre y todo lo que él produce ha de estardedicado al Señor durante la jom ad a, de m odo que la gracia divinasea el im pulso continuo de la actividad hu m a n a 5 El trabajo aparececom o una colaboración con el C re a d o r6 Por otra parte, al com ienzodel día, cuando el corazón se alegra al pasar de la oscuridad a la luz,se pide «que nuestro espíri tu y toda nuestra vida sean una continuaalabanza» al Señor, y que «ca da una de nuestras acciones este plena-mente dedicada» a é l 7

2. Los Laud es hacen m em oria de la resurrección del Cristo, ylo celebran co m o luz del m und o «E sta hora, que se tiene con la prim era lu z del día , trae adem ás a la m em oria el recuerdo de la resu-rrección del Señor Jesús, que es la luz verdadera que ilumina a todoslos hombres (Jn 1,9), y el sol de justicia (MI 4,2) que nace de lo alto(Le 1,78)» (OG LH 38b) La Pascua del Seño r se con m em ora diaria-mente en la eucaristía y en los Laudes, la hora en que Cristo paso dela oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, verdadera epifanía del

Primogénito de entre los muertos (Col 1,15 18, Ap 1,5), el Esposoque sale del tálamo (Sal 18,6) y Primicia de una nueva humanidad(1 Cor 15,20)

Al comenzar el día los Laudes hacen contemplar a Dios comofuente de toda luz (c f 1 Jn 1 ,5 )8 y la Iglesia pide ser ilum inada porla luz de la Palab ra divin a que es Cristo 9 Siend o Cristo«Dios deDios, luz de luz, D ios verd ad ero de D ios verd adero », los L audesinvocan tam bién a Jesucristo que i lum ina a todo hom bre que viene a

este m un do 10

4 Cf Veanse en el salterio de las cuatro semanas de los volúmenes III o IV de la  Liturgia de las Horas  las oraciones conclusivas de Laudes (= or Laúd ) del lunes de la semana II (= II) y del lunes de la semana III (= III)

5 Cf or Laúd lunes I, y or Laúd viernes IV6 Cf or Laúd martes III y or Laúd lunes IV7 Or Laúd sabado II, cf or viernes II y or Laúd martes IV8 Cf or Laúd jueves II y or Laúd sabado IV9 Cf or Laúd jueves I,or Laúd viernes I y or Laúd jueves II, y or Laúd martes 

I, or Laúd miércoles III, y or Laúd viernes III10 Cf or Laúd martes II

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306  P.IV. La santificación del tiempo

3. Las V ísperas com o oración d el f inal del día

Tres son los grandes temas que la OGLH considera fundamenta-les en la segunda gran oración del día: la acción de gracias, la me-moria de la Redención y la esperanza de la vida eterna.

1. La acc ión de grac ias, cua nd o ya dec lina el día, se celeb ra«por cuanto se nos ha otorgado en la jom ad a y por cuanto hem oslogrado realizar con acierto» (OGLH 39a). En efecto, al terminar eldía sube a Dios la ofrenda del trabajo, convertido en sacrificio espi-ritual n , y se pide a Dios que c on tinúe en vian do su ay ud a 12, otorg ueel perdón por los pecados y deficiencias del día transcurrido 13.

2. La evocación del M isterio pascual: «Tam bién hacem os m e-moria de la Redención por medio de la oración que elevamos “como

el incienso en la presencia del Señor”, y en la cual “el alzar de lasmanos” es “oblación vespertina” (Sal 140,2). Lo cual “puede apli-carse también a aquel verdadero sacrificio vespertino que el divinoRedentor instituyó precisamente en la tarde en que cenaba con losApóstoles, inaugurando así los sacrosantos misterios, y que ofrecióal Padre en la tarde del día supremo, que representa la cumbre de lossiglos, alzando [en la cruz] sus manos por la salvación del mundo”(Casiano)» (OGLH 39b) .

Esta misma relación entre las Vísperas y el Misterio Pascual apa-rece expresada en una oración que, ambientada en la escena de losdiscípulos de Emaús (Le 24,1332), dispone a los orantes en el con-texto pascual y eucarístico de la tarde del día de la resurrección ,4.Por otra parte, las Vísperas de los viernes de las cuatro semanasexpresan, con profunda inspiración bíblica, claras alusiones a la pa-sión y muerte del Redentor 15.

3. Significado escatológico de las Vísperas: «para orientamoscon la esperanza hacia la luz que no conoce ocaso, “oramos y supli-camos para que la luz retome siempre a nosotros, pedimos que ven-ga Cris to a otorgamos el don de la luz eterna” (S. Cipr iano)»(OG LH 39c). El tema de la luz es contemp lado al avanzar las prim e-ras sombras de la noche. El Señor, «origen de toda luz» en los Lau-des, aparece como «luz sin ocaso» en las Vísperas. Es el momentode pedir al dueño del día y de la noche que nos guarde e ilumine nosólo para la vida presente, sino también para la eterna ,6.

11 Cf. oración conclusiva de vísperas (= or. Vísp.) del martes 1y del lunes II.12 Cf. or. Vísp. martes III.13 Cf. or. Vísp. miércoles III y jueves III.14 Cf. or. Vísp. lunes IV.15 Cf. or. Vísp. viernes I, II, III y IV.16 Cf. or. Vísp. miércoles I; or. Vísp. jueves I; or. Vísp. lunes III y or. Vísp. 

martes III.

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Esta misma perspectiva escatológica puede apreciarse tambiénen otras oraciones que emplean las palabras del  M a g n ífic a t 17.

C.26 .  Las Horas del Oficio divino  307

4. E structura de la celebración

Ambas celebraciones son casi idénticas en los elementos que lasintegran y les confieren un dinamismo peculiar.

a)  La celebrac ión con la invocac ión «D ios mío, ven en mi au -xilio» (Sal 69,2), la doxología Gloria al Padre ... y la aclamación

 A le luya , salvo en Cuaresma. El himno «da a cada hora una especiede colorido propio... para que el com ienzo resulte más fácil y se creeun clima más festivo» (OGLH 42; cf. 173). Durante la introducción

del Oficio los fieles y quien les preside están de pie.b)   En Laud es la salm odia com prend e un salmo, un cántico del

Antiguo Testamento y otro salmo de alabanza; cada uno con susantífonas respectivas. En Vísperas hay dos salmos y un cántico to-m ado de las epístolas o del Ap ocalipsis. Esta ordenación responde ala antigua tradición rom ana. La asam blea está sentada.

c)   La lectura breve «está señalad a de acuerdo con las caracte-rísticas del día, del tiempo y de la fiesta; deberá leerse como una

 p roclam ación de la Palabra de D io s, que inculca con in tensidad al-gún pensamiento sagrado y que ayuda a poner de relieve determina-das palabras a las que posiblemente no se presta toda la atención enla lectura continua de la Sagrada Escritura» (OGLH 45). Por otra

 p arte , « hay lib e rtad p ara hace r una lec tu ra b íb lica m ás extensa(OGLH 46; cf. 248249; 251). La lectura puede ir seguida de unahomilía (OGLH 47), de un silencio (OGLH 48), y en todo caso delresponsorio.

d)  El cántico eva ngé lico, el  B enedicfus   en Laudes, y el  M agní f i c a t   en Vísperas, «que la Iglesia Romana ha empleado y ha popula-rizado a lo largo de los siglos, expresan la alabanza y acción degracias por la obra de la Redención» (OGLH 50). Ambos cánticosson, en efecto, una síntesis preciosa de la historia de la salvaciónculminada en Cristo. Se cantan de pie, porque son Evangelio procla-mado. Las antífonas del cántico de Zacarías y del cántico de Maríatienen u na im portancia y dignidad especiales y un en el Oficio divinocon la fiesta del día o el tiempo litúrgico. Están tomadas muchas

veces del Evangelio de la Misa.e)  Las prece s son «tanto las intercesiones que se hace n en Vís-

 peras com o las invocaciones hechas para consagrar el d ía a D ios enlos Laudes matutinos» (OGLH 182). Significan un momento de in-

17 Cf. or. Vísp. lunes I y or. Vísp. miércoles II.

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308  P.IV. La santificación del tiempo

tercesión equiparable al de la oración de los fieles de la Misa, aun-que se hacen de modo distinto (cf. OGLH 180). «En las preces quetienen lugar en las Vísperas, la última intención es siempre por losdifuntos» (OGLH 183).

 f)   El Padren uestro, síntesis y culm en de toda oración cristiana,

según antigua tradición «se dice solemnemente tres veces al día: enla Misa, en los Laudes matutinos y en las Vísperas» (OGLH 195).

 g )  La oración conclusiva, propia — la colecta de la M isa deldía— o tom ada del curso ferial del salterio de las cua tro sem anas,completa las preces y rubrica toda la celebración de la hora de Lau-des o de Vísperas. Por último, el ministro ordenado, si lo hay, ben-dice a la asamblea y la despide, o, en caso contrario, el que ha diri-gido la celebración pronuncia una fórmula invocativa como despe-

dida.

III. EL OFICIO DE LECTURA Y LA VIGILIA

La hora que hoy se denom ina oficio de lectura   representa la últi-ma etapa de la plegaria nocturna surgida en la Iglesia apostólica aejemplo de Jesús (cf. Mt 14,23.25; Le 6,12) y de acuerdo con su

exhortación a la vigilancia (cf. Mt 26,41; Le 21,36, etc.). En el Ofi-cio mo nástico com prendía varios «nocturnos» o divisiones. Gen eral-mente se iniciaba en plena noche, antes del canto del gallo, y durabahasta el alba. Poco a poco el comienzo se fue desplazando a estemom ento — matuta , de donde viene el nombre ad M atutinum o  Mai-tines— . El V aticano II con servó este carácter vigiliar en los m on as-terios (cf SC 89 c). El actual oficio de lectura   «puede recitarse acualquier hora del día, e incluso en la noche del día precedente, des-

 pués de haberse celebrado las V ísperas» (O G LH 59).

1. Significado

El nombre corresponde a la realidad. Es Oficio, es decir, celebra-ción litúrgica, no mero ejercicio devocional; y de lectura, o sea, deasimilación orante de la Palabra de Dios  — le ctio d iv ina — 18. Por

otra parte, esta hora responde bien a la voluntad del Vaticano II defom entar el con ocim iento y el am or a la Escritura (cf. S C 24, 35; 51;DV 25; PO 13). En efecto, la base de este Oficio son las lecturas

18 Cf. B a l l a n o , M.,  Lectio divina,  en DTVR, 927-939; C o l o m b a s , G. M.,  La lectura de Dios (Zamora 1980); también: P.C. Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia (Librería Editnce Vaticana 1993), 114-115.

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C 26. Las Horas del Oficio divino 309

 bíb licas, precedidas de salm os y acom pañadas de lecturas de Padreso de otros autores (cf. OGLH 56).

1. El fun dam en to de la lectura bíblica   en el Oficio divino y en particu lar en esta hora es trip le ( c f O G LH 140): a)  la tradición cris-tiana antigua que arranca de la práctica judía de la sinagoga 19; b)  la

lectura es propuesta por la misma Iglesia, en orden a la celebraciónlitúrgica del misterio de Cristo y de la obra de la salvación en el añolitúrgico20; y c)  la lectura es aco m pañ ada de la oración. La pec ulia-ridad de la Palabra de Dios en el Oficio divino, a diferencia de loque o curre en otras celebraciones, es que su proclam ación se realizaen forma exclusivamente dialogal y orante (cf SC 33).

2.  La le ctura pa trística o hagiográfica   del oficio de lectura   res- ponde por una parte a la m ism a tradición li túrg ica de la Iglesia, pero

también al aprecio por la lectura de los Santos Padres y de otrosautores cristianos (cf SC 92 b; OGLH 159160). El anterior Oficiodivino era bastante pobre en este aspecto: por ejemplo, de 650 lectu-ras no bíblicas había sólo 24 de los Padres griegos. Pero «la finali-dad de esta lectura es, ante todo, la meditación de la Palabra de Diostal com o es entendida por la Iglesia en su tradición» (O GL H 163; c f164). Por otra parte, «la lectura de los Padres conduce a los cristia-nos al verdadero sentido de los tiempos y de las festividades litúrgi-

cas, les hace accesibles las riquezas espirituales de la Iglesia... y po-ne al alcance de los predicadores ejemplos insignes» (OGLH 165).

En este sentido, el oficio de lectura   viene a ser una participaciónen la profun da y lum inosa m editación que los Santos Padres, bajo laguía del Espíritu, hicieron de la Palabra de Dios 21.

En cuanto a la lectura hagiográfica, basada en la vida de los san-tos, la Iglesia la propone en las celebraciones de éstos para que losfieles encuentren ejemplo y estímulo en el seguimiento de Cristo:

«Con el nombre de lectura hagiográfica se designa ya el texto dealgún P adre o escritor eclesiástico que o bien h abla directam ente delsanto cuy a festividad se celebra o que pu ede aplicársele rectam ente,ya un fragmento de los escritos del santo en cuestión, ya la narraciónde su vida» (OGLH 166).

Las lecturas hagiográficas están al servicio del culto litúrgico delos santos, tal como lo entiende y vive la Iglesia (cf LG 4951;SC 8; 104).

19 Como se ha visto en los cap. VII, XV y XIX.20 De esto se ha hablado en el cap. XVIII.21 Cf. P.C. Bíblica, op. cit., III,B,2.

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2. Estructura de la celebración

Este Oficio se compone del invitatorio o apertura, la salmodia,las lecturas y la conclusión.

a)  La ape rtura de la celebrac ión es sim ilar a la de las otras ho -ras. Pero si el oficio de lectura   se celebra antes de Lau des, tiene unaforma más solemne, como corresponde al inicio de todo el Oficiodel día22.

b)   La salm od ia com pren de tan sólo «tres salmos, o fragmen tos,cuando los salmos que corresponden son más largos» (OGLH 62).Estos salmos son ya una pr imera aproximación contemplat iva alm ensaje de la lectura bíblica. Suelen ser salmo s narrativos o m edita-tivos, de carácter histórico a veces (cf. OGLH 104107), de colorido

 penitencial los viernes, o de tonalidad pascual lo s dom ingos. En lasgrandes fiestas de Pascua y de Navidad los salmos elegidos estánacreditados por el uso litúrgico tradicional.

c)  Las lecturas con stituye n el cuerpo central de la celebración.Antes de las lecturas se dice el verso, que las une con la salmodia.La primera lectura, la bíblica, se toma generalmente del Propio delTiempo (cf. OGLH 248), excepto en solemnidades o fiestas de lossantos, en que se toma del Propio de los Santos o del Común. A las

lecturas siguen los responsorios, seleccionados de la Sagrada Escri-tura, de forma que dan nueva luz para la inteligencia de los textosleídos (cf. OGLH 169170).

d)  Para co nc luir el O ficio, se recita el Te Deum   en los domin-gos fuera de Cuaresma, en fiestas y solemnidades, y en las octavasde Navidad y Pascua. El Oficio termina en todo caso con la oración

 propia del día y con la aclam ación «B endigam os al Señor: D em osgracias a Dios».

310  P.IV. La santificación del tiempo

3. Las vigilias

Son un oficio de lectura   prolongado, para el comienzo de la ce-lebración del domingo y de las grandes solemnidades como Pascua,

 N avidad, Pentecostés y otr as. En el actual O ficio div ino m antienenel carácter de alaban za no cturna de los antiguos  M a itines . Siguen el

orden de la celebración del oficio de lectura,  hasta las lecturas. En-tonces se añaden los cánticos bíblicos y el Evangelio, según vieneindicado en apéndices. Después se tiene la homilía, si conviene, y setermina con el Te D eum   (cf . OGLH 73).

22 Véase el Ordinario de la Liturgia de las Horas  en cualquiera de los volúmenes.

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C.26 Las Horas del Oficio divino 311

IV. LA HORA INTERMEDIA Y LAS COMPLETAS

Las horas tercia, sexta y nona   se situaron siempre entre Laudesy Vísperas. En efecto, «los crist ianos acostumbraron a orar por de-voción privada en determinados momentos del día, incluso en medio

del trabajo, a imitación de la Iglesia apostólica. Esta tradición, an-dando el t iempo, cristalizó de diversas maneras en celebraciones l i-túrgicas. Tanto en Oriente como en Occidente, se ha mantenido lacostumbre l i túrgica de celebrar tercia, sexta y nona, principalmente porque se unía a estas horas el recuerdo de lo s acontecim ientos de laPas ión de l Señor y de la pr imera propagación de l Evangel io»(OGLH 7475) .

El Concilio Vaticano II, no queriendo eliminarlas, dispuso que semantuviesen las tres en el Oficio coral, y que fuera del coro se redu-

 je ran a una, la m ás acom odada al m om ento del día (cf. SC 89 e). Poreste motivo se la denomina hora intermedia.  Los que celebran lastres horas diurnas t ienen en el Oficio divino los elementos propiosde cada hora, y en cuanto a los salmos, han de recurrir a la salmodiacomplementaria (cf. OGLH 81).

La hora Intermedia,  que procura la santi ficación de la jom ad aentera, estimula la espiritualidad del trabajo, y hace memoria de losmomentos principales de la Pasión de Cristo, como puede apreciarse

sobre todo en los himnos y en las oraciones conclusivas del salteriode las cuatro semanas. Su estructura es muy sencilla: apertura, him-no, salmodia con tres salmos o fragmentos, lectura breve, verso yoración conc lusiva.

Las Completas,  por su parte, «son la última oración del día, quese ha de hacer antes del descanso nocturno, aunque haya pasado yala media noche» (OGLH 84). Su estructura es similar a la de lasotras Horas del Oficio, pero ofrece la posibilidad, poco después del

comienzo, de realizar al final del día un breve examen de concienciay un breve acto penitencial (cf. OGLH 86). La salmodia comprendeun salmo o dos mu y cortos, y está perm itido recitar todo s los días lossalmos del domingo (cf. OGLH 88).

La Hora, concebida como una verdadera celebración, incluyeuna bendición final, y termina, dando así fin al curso diario del Ofi-cio divino, con la antífona a la Virgen María (cf. OGLH 92).

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C a p í t u l o X X V I I

 ELEMENTOS DE LA LITURGIA DE LAS HORAS 

Adáptese el tesoro secular del venerable Oficio roma-no, de modo que puedan disfrutar de él más amplia yfácilmente todos a quienes se les confía (SC 90).

BIBLIOGRAFIA 

A l d a z á b a l , J. et AA.AA.,  La alabanza de las Horas  («Dossiers delCPL» 46, Barcelona 1991); A r o c e n a , F . , Orationes super psalmos e Ritu  Hispano-M ozarabico ad Laudes matutinas et Vesperas p er quattuor hebdómadas Psalterii distributae  (Toledo 1993); F a r n é s , P., «Algunos aspectosde la nueva Liturgia de las Horas», en  Ph  93 (1976), 175200; F e r n á n d e z , 

P., «Elementos verbales de la Liturgia de las Horas», en B o r o b i o   3, 449512; F r a n q u e s a , A., «Lectura cristiana de los salmos y sentido de las lec-

turas», en Vida Religiosa  36 (1974), 3954; G i b e r t , J., «La nouvelle distri bution du Psautier dans la  Liturgia Horarum», en EL 87 (1973), 325382;L ó p e z   M a r t í n , J.,  La oración de las Horas. Historiaf teología y pastoral  del Oficio Divino  (Salamanca 1984), 203233; M a r t i m o r t , 10851128;P a s c h e r  , J. , «II nuovo ordinamento della salmodia nella liturgia romanadelle ore», en D e l l ’O r o , F. (dir.),  Liturgia delle Ore  (LeumannTorino1972), 161184; R i g h e t t i   1, 11731252; R o s e , A., «La lecture chrétiennedu Psautier dans la liturgie des heures», en EL 86 (1972), 530.

En este capítulo se estudian los elementos que integran la liturgiade las horas, es decir, los salmos, lecturas, antífonas, etc.’, su natura-leza y función, y los criterios actuales de su ordenamiento.

I. LOS SALMOS Y LOS CANTICOS

El prim er elem ento con stitutivo del Oficio divino y el m ás signi-ficativo lo constituyen los salmos y los cánticos bíblicos.

1. Oración de Cristo y de la Iglesia

Los salm os, «com posiciones poéticas de alabanza» (OG LH 103),elaborados «bajo la inspiración del Espíritu Santo» (OGLH 100),han formado parte siempre de la oración de Israel y de la Iglesia yhan sido estudiados y comentados por la tradición crist iana L

1 En esta perspectiva cf. A p a r i c i o , A.,  Los salmos, oración de la comunidad  

(Madrid 1981); Federic i , T., Teología e liturgia dei salmi   (Roma 1975); G i b e r t , J., «Salmos», en NDL, 1850-1873; R j n a u d o , S.,  I salmi, preghiera di Cristo e della

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314  P.IV. La santificación del tiempo

Las divisiones y los títulos de los salmos en la Biblia indican yasu utilización litúrgica en Israel2. Los géneros literarios en que fue-ron escritos (cf. OGLH 106) dejan entrever en muchos casos unafinalidad religiosa y litúrgica. Pero en la plenitud de los tiempos hasido en el corazón y en los labios de Cristo donde los salmos han

adquirido todo su sentido. Jesús es el supremo orante de los salmos,el que hace suyos todos los sentimientos que aparecen en ellos, y el

 p ro tagonista de las prom esas que contienen. En efecto, los evange-lios muestran a Jesús orando con los salmos en 21 pasajes, más omenos explícitos. Jesús oraba con los salmos en la liturgia de lasinagoga y en la del templo, y en las comidas. Especialmente intere-sante es la presencia de los salmos en los acontecimientos de la Pas-cua 3.

La Iglesia primitiva siguió el ejemplo de Jesús y se sirvió de lossalmos tanto para la oración litúrgica y privada como para la predi-cación (por ejemplo, Hech 1,20: Sal 68,26 y 108,8). Los Apóstolesrecom endaron orar con salmos (cf. Rom 15,911; E f 5,19, etc.) entoda circunstancia (cf. Sant 5,13). Por otra parte, el Nuevo Testa-mento reconoció en los salmos la inspiración del Espíritu Santo (cf.Hech 1,16; 4,25; Heb 4,7), y los entendió siempre referidos a Cristoy a la Iglesia (cf. Le 20,4243; 24,44)4.

2. Sentido cristológico

Todos los que cantan o recitan los salmos deben conocer los di-versos sentidos que tienen en la Sagrada Escritura (OGLH 102). Enefecto, hay en los salmos un primer sentido, que es el que tenían

 para quienes lo s com pusieron y usaron. Al paso de lo s siglos, loshecho s salvíficos realizados por D ios en favor de Israel van am plian-do ese prime r sentido con nuevas luces, hasta alcanzar la plenitud enCristo (cf. OGLH 101; cf. Heb 8,5; 10,1).

Chiesa  (Leumann-Torino 1973); R o s e , A.,  Les psaumes, voix de Christ et de l ’Eglise (París 1981); y «Cuadernos Phase» 9 (Barcelona 1989); LMD 135 (1978); QL 71/3-4  (1990);  Ph  134 (1983); RL 68/2 (1981);  RivPL  18/3 (1980), etc.

2 Cf. K  r a u s , H. J., Teología de los salmos  (Salamanca 1985); I d ., Los salmos,  lss 

(Salamanca 1993ss); E n c i s o   V i a n a , J., « L o s   títulos de los salmos y la historia de la formación del Salterio», en Est.Bibl.  13 (1954), 135-166, etc.

C f G o u r g e s , M., «Los salmos y Jesús. Jesús y los salmos» («Cuadernos Bíblicos» 25, Estella 1979); V a n d e n b r o u c k e , F.,  L o s salmos  y Cristo   (Salamanca 1975); etcétera.

4  Cf. K.IS1emaker, S., The Psalms Citations in the Epistle to the Hebrews  (Amster- dam 1961); sobre la interpretación de algunos salmos como el 21, el 109 y el 117: Duponi, J.,  Etudes sur les Actes des Apotres (París 1967), 265-269 y 283-307, etc.

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C.27. Elementos de la Liturgia de las Horas 315

En efecto, los salmos tienen un sentido literal  que incluso hoy nose pued e desaten der (cf. O GL H 105107). A hora bien, «quien recitalos salmos en nombre de la Iglesia, debe dirigir su atención al senti-do  p le n o   de los salmos, en especial al sentido mesiánico que movióa la Iglesia a servirse del Salterio» (OGLH 109; cf DV 12). Según

esto, «tanto los Padres como la liturgia procedieron rectamente al oíren los salmos a Cristo que clama al Padre o al Padre que habla consu Hijo, reconociendo incluso en ellos la voz de la Iglesia, de losApóstoles o de los mártires» (OGLH 109).

De este modo, «el que recita los salmos en la liturgia de las ho-ras» ha de ser consciente de que «no lo hace tanto en no m bre propiocom o en no m bre de todo el cuerpo de Cristo, e incluso en nom bre dela persona del mismo Cristo» (OGLH 108).

3. Orar con los salmos

Los cristianos h allan a veces no pocas dificultades para o rar conlos salmos. La dificultad principal radica en la falta de formación

 b íb lica y litúrgica. Por eso, «es necesario, an te todo, que lo s fieles“adquieran una instrucción bíblica más rica, principalmente acercade los salmos” (SC 90), y que cada cual, conforme a su capacidad,considere de qué modo y con qué método puede orar rectamentecuando los recita» (OGLH 102).

A veces las dificultades se producen a causa del contraste entreel salmo y el estado de ánimo subjetivo. Esta dificultad se desvanececuando el que recita o canta los salmos trata de sintonizar con lossentimientos de alegría o de tristeza que afloran en la plegaria (cf.OG LH 108) y de aprender a «gustar la salmod ia, m editar verso trasverso, dispuesto siempre el corazón a responder a la voluntad del

Espíritu que inspiró al salmista y sigue asistiendo también a todo elque con piedad está dispuesto a recibir su gracia» (OGLH 104;cf. 102).

4. Ordenación actual de la salmodia

La distribución y ordenación del salterio en el Oficio divino ha

conocido variaciones considerables a lo largo de la historia. El Con-cilio Vaticano II estimó la conveniencia de distribuir los salmos «noen una semana, sino en un período de t iem po m ás largo» (SC 91). L areforma litúrgica optó por la distribución en cuatro semanas 5:

5 Para ello se omitieron los salmos imprecatorios (Sal 57; 82; 108; cf. OGLH 130);

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316  P.IV. La santificación del tiempo

I SEMANA DEL SALTERIO

Dom. Lun. Mart Miérc. Juev. Vicm Sáb.

1 6 9bi 17' 174 34' 104'*OF.LECT. 2 9ai 9b2 172 175 342 1042

3 9a2 11 173 176 343 1043

62 5 23 35 56 50 11819LAUDES C C C C C C

149 28 32 46 47 99 116'

1171 18b 1181 1182 1183 1184 1185H.INTERM. 1172 7 1 12 16' 241 25 33'

1173 72 13 162 242 27 332

109 10 19 26' 29 40 11814VISPERAS 113 a 14 20 262 31 45 15

C C C C C C C

90 85 142 301 15 87 4COMPLETAS 129 133

* En el Tiempo Ordinario se toman los salmos 130 y 13112.

11 SEMANA DEL SALTERIO

Dom. Lun. Mart. Miérc. Juev. Viem. Sáb.

103' 3°: 36' 38' 43' 37' 1051*OF.LECT. 1032 302 362 38 432 372 1052

1033 30 36 51 43 37 105

117 . 41 42 76 79 50 91LAUDES C C C C C C C

150 18a 64 96 80 147 822 1186 1187 1188 1189 11810 118"

H.INTERM. 75l 39' 52 54' 55 58 6075 39 53 54 56 59 63

109 44' 48' 61 7t' 114 112VISPERAS 113b 442 48 66 71 120 115

C C C C C C CCOMPLETAS como en la I semana.

* En el Tiempo Ordinario se toma el salmo 135! 2'3.

se redujo el número de salmos de cada hora (cf. OGLH 88); se dividieron en secciones  los más largos, como el Sal 118 y otros 47 (cf. OGLH 124; 132); y se reptieron algunos (cf. OGLH 126): Cf. B e l l a v i s t a , J., «La actual distribución de los salmos en la Liturgia de las Horas», en  Ph  134 (1983), 147-156; R o s e , A., «La répartition des psaumes dans le cycle liturgique», en LMD 105 (1971), 66-102, etc.

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C.27. Elementos de la Liturgia de las Horas  317

III SEMANA DEL SALTERIO

Dom. Lun. Mart. Miérc. Juev. Viem. Sáb.

144' 49' 67* 88' 884 68' 106'OF.LECT. 1442 492 67  882 883 682 1062

144 493 67 88 88 68 10692 83 84 85 86 50 11819

LAUDES C C C C C C C148 95 66 97 98 99 116

117' II8 12 118¡3 118'4 11815 2 11 118'6H.INTERM. 117i 70' 73 69 78 212 33'

117 70 73 74 79 21 33

109 122 124 125 131' 134' 121

VISPERAS 110 123 130 126 131 134 129C C C C C C C

COMPLETAS como en la 1 semana.

IV SEMANA DEL SALTERIO

Dom. Lun. Mart. Miérc. Juev. Viem. Sáb.

23, 72' 101' 102' 43' 77'* 174** OF.LECT. 65 72 1012 1022 43 77 7 t 

65 723 1013 102 43 77 77 

117 89 100 107 142 50 91LAUDES C c, c, C C C C

150 134 143' 145 146 147 8

22, 118'7 118‘h U 8'9 11820 11821 11822H.INTERM. 75 81 87 93' 127 132 44'

75 119 87 93 128 139 44

109 135' 136 138' 143' 144' 140VISPERAS 111 1352 137 138 143 144 141

C C C C C C C

COMPLETAS como en la 1 semana.

* En el Tiempo Ordinario se toma el salmo 5 41'2'3. ** En el Tiempo Ordinario se toma el salmo 491'2'3.

En las cuatro semanas aparecen los cánticos (C) en los Laudes yen las Vísperas (cf. OGLH 136137) 6. He aquí su orden:

h Cf. C a b r o l , F., «Cantiques», en DACL 2 (1909), 1975-1994; R o u s s e a u , O., «La plus ancienne liste des cantiques liturgiques tirés de l’Ecriture», en RechSR 35 (1948), 120-129.

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318  P.IV. La santificación del tiempo

CANTICOS DEL ANTIGUO TESTA ME NTO PARA LAUDES

I semana 11semana

DOMINGO

LUNESMARTESMIERCOLESJUEVESVIERNESSABADO

Dan 3,57-88.56 

ICrón 29,10-13 Tob 13,1-10 Jdt 16,2-3.15-19 Jer 31,10-14 Is 45,15-26 Ex 15,1-4 8-13

Dan 3,52-57 

Eclo 36,1-7.13-16 Is 38,10-14 17-20 1 Sam 2,1-10 Is 12,1-6Hab 3,2-4 13a. 15-19 Dt 32,1-12

III semana IV semana

DOMINGOLUNESMARTESMIERCOLESJUEVESVIERNESSABADO

Dan 3,57-88 56 Is 2,2-5 Is 26,1-4.7-9 Is 33,13-16 Is 40,10-17 Jer 14,17-21 Sab 9,1-6.9-11

Dan 3,52-57 Is 42,10-16 Dan 3,26-29.34-41 ls 61,10-62,5 Is 66,10-14Tob 13,10-13 15.16b-17 Ez 36,24-28

CANTICOS DEL NUEVO TESTAM ENTO PARA VISPERAS

DOMINGO Ap 19,1-7 (en Cuaresma, IPe 2,21-25)LUNES Ef 1,3-10MARTES Ap 4,11; 5,9.10.12MIERCOLES Col 1,12-20JUEVES Ap 11,17-18, 12 ,10b-12aVIERNES Ap 15,3-4SABADO Flp 2,6-11

En la ordenación de los salmos se han tenido en cuenta:a)  El carácter de cada hora del Oficio. Por ejemplo, en Lau des

el primer salmo alude a la mañana y el salmo tercero es de alabanza(cf . OGLH 43) . En Vísperas se emplean sa lmos de acc ión degracias . En Completas se han elegido salmos de confianza (cf .OGLH 88) .

b)  La vinc ulación de algun os días al m isterio pascual. Así, parael domingo, se asignan los salmos 23, 109, 113, 117, etc. Para elviernes, además del salmo 50, se incluye el salmo 21, rezado porJesús en la cruz, y otros salmos penitenciales (cf. OGLH 129).

c)  Las características literarias y teológicas de los salmos. Sehan restaurado los títulos de los salmos  (cf. OGLH 111), y cada

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C.27  Elementos de la Liturgia de las Horas 319

salmo va precedido de una breve frase del Nuevo Testamento o delos Santos Padres para mejor precisar su sentido espiri tual7.

d)  La interpretación litúrgica de los salmo s en las oraciones   sálm icas,  aún no pu blicadas en edición oficial , pero de las que exis-ten varias colecciones (OGLH 112)8.

e)  Las antífonas , que precisan el sentido de los salmos, enmar-cándolos en un sentido particular según el día litúrgico o la conme-m oración celebrada (OG LH 113120) 9.

 f )   Los diversos modos de salmodiar , en la recitación o en elcanto, t ienen también notable importancia para ayudar a expresar laíndole propia de cada salmo (OGLH 121122).

II. LAS LECTURAS BIBLICAS Y SUS RESPONSORIOS

El segundo elemento consti tutivo del Oficio después de los sal-mos y cánticos lo forman las lecturas bíblicas largas o breves, y conellas los responsorios.

1. Leccionario bíblico del «oficio de lectura»

Aunque en un principio se proyectó un Leccionario bíblico bie-nal, después se optó por un curso anual (cf. OGLH 145- 146) 10. Enlíneas generales, he aquí los criterios seguidos: Se proc uró u na ciertacorrelación con el Lec cionario de la M isa n , de mane ra que el N ue-vo Testamento se lee cada año íntegramente entre las lecturas de laMisa y las del Oficio; lo que no sucede con el Antiguo Testamento,

7 C f F i s c h f r  , B , «Les titres chrétiens des psaumes dans le nouvel Office Divin», 

en LMD 135 (1978), 148-157 Para la redacción de los títulos actuales se han tenido en cuentan los antiguos recopilados en Sal m o n , P , Les «tituhpsalmorum » des anciens manuscnts latins (Pans-Cittá del Vaticano 1959)

8 Cf A r o c l n a , F., Orationes super psalmos e Ritu Hispano-Mozarabico ad Laudes matutinas et Vesperas per quattuor hebdómadas Psalteru distributae   (Toleti 1993), C a n a l s , J M.,  Las colectas de salmos de la serie «Visita nos» Introducción, edición critica e índices  (Salamanca 1978), Pinfll, J.,  Líber orationum psa lm ogra - 

 phus Colectas de salmos del antiguo Rito hispánico  (Madrid 1972), etc9 Cf L o d i, E , «L’antifonario della liturgia oraría nei tempi forti», en D f l l ’O r o , F 

(dir ), Mystenon Miscellanea S Marsili   (Leumann-Torino 1981), 499-523, etc10 Véanse en  Not   68 (1971), 393-408, 119/123 (1976), 238-248, 324-333 y 378- 

388. 306/307 (1992), 9-167,  Ph  93 (1976), 201-213; cf. F a r n l s , P , «El leccionario bíblico bienal de la LH», en  Ph  125 (1981), 409-425, M a r t i m o r t , A. G , «Le lection- naire biennal de l’Office de lecture», en  Not   302 (1991), 486-509; R o s e , A., «La répartition des lectures bibhques dans le livre de la Liturgie des Heures», en EL 85 (1971), 281-305, etc.

11 Cf E v e n o u , J , «Les lectures de la Mcsse et de EOffice, complcmentaires ou concurrentes9», en LMD 135 (1978), 83-97.

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320  P  / V. La santificación del tiempo

del que sólo se lee una selección (cf. O G LH 146). En la distribuciónde los libros bíblicos se han tenido muy en cuenta los tiempos delaño litúrgico (cf. O G LH 147152). Para las solem nidad es y fiestas sehan asignado lecturas propias (cf OGLH 154). Cada una de las perícopas bíblicas guarda cierta unidad. Por este motivo, a veces, se

omiten algunos versículos (cf. OGLH 155).

2. Las lecturas breves

Las lecturas breves son fragmentos selectos de la Sagrada Escri-tura, en forma de sentencia o de exhortación (cf. OGLH 156). En el

actual Oficio divino hay 561 lecturas breves. Cuatro series se distri- buyen en la s cuatro sem anas del Salterio , adem ás de las p ropias deAdvientoNavidad, Cuaresma, Pascua, y las destinadas a cada so-lemnidad y fiesta (OGLH 157; cf. OGLH 4446; 7980; 88; 156158) ,2. Las lecturas breves son verdaderas proclamaciones de la Pa-labra de Dios, que pueden ir seguidas de homilía y silencio. Por otra

 parte , «hay libertad p ara hacer una lectu ra b íb lica m ás extensa»(OGLH 46; cf. 248249, 251).

3. Los responsorios

Los resposorios, que en el Oficio divino siguen a las lecturas b íb licas largas o breves, ayudan a la m editación orante del texto leí-do, y dan su interpretación litúrgica y su clave cristológica. En eloficio de lectura   los responsorios que siguen a las lecturas patrísticasy las hagiográficas suelen ser más libres. En la hora intermedia   sonuna aclamación breve, a modo de eco o resonancia interior de laPalabra escuchada (c f O G LH 169172) 13.

III. LAS LECTURAS PATRISTICAS Y HAGIOGRAFICAS

Este punto viene a ser continuación del dedicado al oficio de  lectura   en el capítulo anterior.

12 Cf. Farnes, P., «Lecturas bíblicas breves y largas», en OrH   1 (1986), 319-324; Id., «Las lecturas breves», ib. 20 (1989), 349-356.

13 Cf. Lengeling, E. J., «Le letture bibliche e i loro responsori nella nuova LH», en D e l l ’O r o , F . (dir.), Liturgia delle ore,  op. cit., 1 8 5 2 1 9 .

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C.27.  Elementos de la Liturgia de las Horas 321

1. L eccion ario pa trístico

Al elaborar el actual Leccionario patrístico 14, se han tenido encuenta los siguientes cri terios posit ivos: procurar textos de gran va-lor espiritual, en orden a la vida cristiana; atención al año litúrgico,

con ayuda a veces de sermones y homil ías que acentúan su dimen-sión sacramental y su eficacia espiritual; presentación, junto a losSantos Padres, de escritos de doctores de la Iglesia y páginas delConcilio Vaticano II y de los Papas; recoger textos sobre la oracióny el culto que ayuden para la vida pastoral y para la espiritualidadlitúrgica. En sentido negativo: excluir textos que pudieran resultar

 p rob lem áticos por su fondo o por sus expresiones, o porque tocancuestiones teológicas o filosóficas debatidas, o porque contienen ale

gorismos exagerados, antisemitismos, etc.Siguiendo los criterios expresados, la lectura patrística, conforme

a la tradición romana, está unida a la lectura bíblica precedente (cf.OGLH 159). A veces se ofrece un documento de algún Padre deforma co ntinuada d urante v arios días. E n todos los casos, un a frase,a modo de título al inicio de la lectura, favorece su comprensión. Elactual Leccionario patrístico es una excelente antología de textoscristianos, en la que están presentes Padres y escritores de todas las

épocas, de Oriente y de Occidente, y en la que se toca una granvariedad de temas l5. Además, el Leccionario puede ser completado p o r o tro ad l ibi tum   con una mayor abundancia de lec turas (c f .OGLH 161). Y existe también la posibilidad de que las Conferen-c ias Episcopales añadan o t ros textos de la t radic ión loca l (c f .OGLH 162). Por otra parte, las comunidades monásticas cuentantambién con un Leccionario patrístico 16.

2. Leccionario hagiográfíco

El Concilio Vaticano II quiso «devolver su verdad histórica a las pasiones o vidas de los santos» en el oficio de lectura   (SC 92 c). Latarea no era fácil de realizar, especialmente respecto de los santosanteriores al comienzo de los procesos de canonización (s. xii). Para

14 Véase el índice en Not   95/96 (1974), 253-276; cf.: As h w o r t

, H., «11 lezionario patrístico del nuovo Ufficio divino», en D e l l ’O r o , F. (dir.), Liturgia delle ore, op. cit., 221-227; M a r t i m o r t , A. G., «La lecture patristique dans la Liturgie des Heures», en 

 Mirabile laudis canticum  ( B f l s  60, Roma 1991), 161-183, etc.15 Véase F e r r f i r a , P.,  Indice dos temas, autores e obras das leituras patrísticas e 

eclesiásticas da Liturgia das Horas  (Lisboa 1979), etc.1(1 Leccionario bienal bíblico-patrístico de la Liturgia de las Horas.  3-4 (Zamora

1984). Cf. A s h w o r t h , « A Proposed Monastic Lectionary, References and Themes», en EL 91 (1977), 74-92, 171-189, 246-270, 382-413,499-514; 92 (1978), 88-110.

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322  P.IV. La santificación del tiempo

resolver el problema de la falta de documentación se optó por unasolución doble: incluir una breve reseña histórica, con datos ciertosreferentes al santo y a su culto, al comienzo del oficio correspon-diente; e introducir la lectura hagiográfica, propiamente tal, en se-gundo lugar l7.

Este leccionario se ha elaborado con arreglo a los criterios si-guientes: dejar hablar al santo m ismo a través de sus escritos — se hahecho en unos setenta casos— ; em plear biograf ías con tempo ráneaso bien informadas — en unos treinta casos— ; respecto de las A ctasde los Mártires sólo se han empleado cuatro de las antiguas, docu-m entalmente ciertas, y en otros casos, uno s cuarenta, se han tom adoescritos de Padres que hablan del mártir concreto o del martirio engeneral; por últ imo se han compuesto lecturas nuevas para algunos

santos, con buenas bases históricas.

IV. LOS HIMNOS

Los himnos son cantos que alaban a Dios, y suelen terminar conuna d oxolog ía trinitaria (cf. OG LH 174) ,8. Situados al com ienzo decada hora, introducen en la celebración y le dan un colorido propio(cf. OGLH 42; 58; 62). Los himnos son cerca de 300 en la edicióntípica latina del actual Oficio divino 19. La edición española de la

 L iturgia de las H oras   los ha conservad o en apénd ices, pero ha inco r- porado 270 him nos y poem as in troductorios a la oración, en lenguacastellana20. Para elaborarlos se observaron los siguientes criterios:traducir, en versiones más o menos libres, himnos latinos, recreán-dolos a veces; seleccionar textos de la antología poética religiosa encastellano; incorporar cantos religiosos de aceptación general; ycrear himnos nuevos — cerca de un centenar— , expresamente dest i-

nados a la liturgia de las horas.

17 Cf A m o r e , A , «Le letture agiografíche nella Liturgia delle ore», en D e l l ’O r o , 

F (dir.),  Liturgia delle Ore,  op cit, 229-240, Jo u n e l , P., «Les lectures du Sanctoral dans la LH», en Not  302 (1991), 531 -547

18 Del himno como situación ritual se ha hablado en el cap IX|y Cf. C o s t e , M , «L’hymne et sa fonction dans l’Offíce», en LMD 143 (1980), 

61-78; L e n t i n i , A , «Te decet hymnus» lunario della Liturgia delle ore  (Roma 1984); Ol ivar, A., «El himno en la celebración del Oficio», en  Ph 65 (1971), 447-454

20 Cf.  Himnos de la Liturgia de las Horas  (Coeditores Litúrgicos 1988); V e l a d o  

G r a n a , B , «Los himnos castellanos del nuevo Oficio», en PastL 18/120 (1981), 6-45; Id , «Los himnos de la Liturgia de las Horas en su edición española», en Ph  130 (1982) 325-335, y en LMD 151 (1982), 67-82.

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C.27 Elementos de la Liturgia de las Horas 323

V. LAS PRECES Y LAS ORACIONES

Siguiendo el consejo del Apóstol (cf. 1 Tim 2 ,12), la liturgia delas horas, de modo semejante a como se hace en la Misa (cf. OGLH180), incluye también dos series de  preces.  Con este nombre «se

designan tanto las intercesiones que se hacen en Vísperas como lasinvocaciones hechas para consagrar el día a Dios en los Laudes ma-tut inos» (OGLH 182). El Oficio divino actual ofrece cerca de dosm il intenciones, que m ucha s veces son preciosas pa ráfrasis de textosde la Escritura. Pero, además, cada formulario queda abierto a otrasintenciones personales o locales (cf OGLH 188). Las preces, que

 perm iten tanto la celebración com unitaria com o la recitación por unoso lo ( c f OGLH 189; 191), se distribuyen en el salterio de las cuatro

semanas, así como en solemnidades, f iestas, oficios comunes, y entodos los días de Adviento, Cuaresma y Pascua (cf OGLH 183) 2I.En el salterio de las cuatro semanas, en los volúmenes III y IV

tanto de la edición típica latina como de la edición oficial española,figuran para las ferias del Tiempo «durante el año» las oracionesconclusivas de Laudes y de Vísperas, más las de las Horas Interme-dias. Estas oraciones, tomadas de las que contenían los antiguos sa-cram éntano s para el Oficio o com puestas ex professo  pa ra reco ger elsignificado de las horas, forman una colección importante de cara ala espiritualidad de la oración de la Iglesia22.

21 Cf B o l ’r m o n t , C l d e , «Fonction et expression des pnéres d’intercession», en LMD 105 (1971), 134-149; E v e n o u , J , «Les pnéres d’intercession», ib  143 (1980), 107-123, R a f f a , V., «Le intercessioni di Lodi e di Vespn», en EL 86 (1971), 41-60

22 C f D u m a s , A , «Le orazioni del Ufficio feríale nel tempo  per annum», en D e l l ’O r o , F. (dir.),  Liturgia delle ore,  op. cit, 251-268, P i n e l l , J, «Le orazioni composte per EUfficio divino nelfam bito della tradizione eucologica latina», en Not  154 y 155 (1979), 250-265 y 310-340

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PARTE QUINTA

V I V E N C I A D E L M I S T E R I O

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 E VANGELIZA ClONf CATEQUESIS Y EXPRESION   LITURGICA DE LA FE 

La liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de laIglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana to-

da su fuerza (SC 10).

BIBLIOGRAFIA 

A u d e t , J.P., «La fe y la expresión cultual», en C o n g a r  , Y. M. etAA.AA.,  La Liturgia después del Vaticano 11  (Madrid 1969), 385437;B r o v e l l i , F., «Fe y liturgia», en NDL, 840854; D a l m a i s , I. H., «La litur-gia y el depósito de la fe», en M a r t i m o r t , 296304; L u k k e n , G., «La litur-gie comme lieu théologique irremplagable», en QL 56 (1975), 97112; Koc h u p a r a m p i l , X., «The Liturgical Dimensión o f Evangelization», en QL 72(1991), 218230; L ó p e z   M a r t í n   í , 311346; 2, 335372; R a m o s , M.,«Evangelización y liturgia», en NDL, 772777; S a r t o r e , D., «Catequesis yliturgia», en NDL, 319333; T r i a c c a , A. M . - P i s t o i a , A. (dir.),  La liturgie expression de la fo i  ( B e l s   16, Roma 1979); y Conc  82 (1973); «CuadernosPhase» 8 y 38 (Barcelona 1989 y 1992); LMD 134 (1978); 140 (1979); 178(1989);  Ph   28 (1965); 190 (1992); RL 60/5 (1973); 67/2 (1980); 69/2(1982); 72/1 (1985); 76/1 (1989); TCat  37/38 (1991).

Con este capítulo se inicia la última parte de este manual, dedi-cada a los aspectos vivenciales de la liturgia. El primero de estosasp ectos afe cta a las relacion es en tre la liturgia y la fe (cf. SC 59), yentre la liturgia, la eva ng elización y la catequ esis (cf. SC 9; 33; 35).Un ido a este tem a está el de la li turgia como lugar teológico   de la fede la Iglesia.

C a p í t u l o  X X V I I I

I. EVANGELIZACION Y LITURGIA

La evangelización, incluso bajo el matiz de «nueva evangeliza-ción» lanza do por el pap a Juan Pablo II en 1983 \ es un reto pa ra laIglesia de nuestro t iem po, qu e alcanzó am plia resona ncia en la terce-ra Asamblea general del Sínodo de los Obispos de 1974 y en la

1 Ju a n   P a b l o  II, «Discurso a la Asamblea del CELAM», en Haití el 9-III-1983, en  Eccles ia  2119 (198 3) , 415. No obstante fue en 1979 cuando habló por primera vez de 

la nueva evangelización: cf.  Peregrinación Apostólica a Polonia  (BAC minor 56, Madrid 1979), 211-212.

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328  P. V. La vivencia del misterio

exhortación apostólica  E va nge lii nun tiand i  de Pablo V I 2. La liturgiano es indiferente a este reto.

1. Perfiles de una prob lem ática

En efecto, la evang elización ha sucitado nu m erosos interrogantesa la liturgia, no sólo en el ámbito teórico, sino, sobre todo, en elterreno de la práctica pastoral3. Estos interrogantes han puesto enevidencia la necesidad de un mayor acercamiento entre la acciónevangelizadora y catequética y la pastoral l i túrgica, para superar

 p lan team ientos unilaterales o absorben tes de lo que es p ropio de ca-da una 4.

Por otra parte, los problemas entre evangelización y celebración

habían surgido ante el creciente proceso de desintegración de lasllamadas «viejas crist iandades». La pastoral se debatía entre una

 p ráctica sacram ental tendente a asegurar, ante to do, la validez de losri tos y un nuevo esfuerzo misionero de evangelización de las perso-nas que, aunque bautizadas, poseían unos niveles muy bajos de fe yde vida cristiana y que, no obstante, pedían los sacramentos 5. Esta

 prob lem ática se agudizó en lo s años de la aplicación de la reform alitúrgica, a causa de una serie de fenómenos socioculturales que vi-

nieron a hacer más difícil la acción pastoral de la Iglesia 6.

2. Unidad entre evangel ización y liturgia

El acercamiento entre evangelización y l i turgia se produce sobrela base de lo que constituye la misión total de la Iglesia (cf. EN 14)y de lo que significa la evangelización (cf. EV 18). Sin embargo, noes fácil definir ésta 1.  Evangelizar es anunciar el nombre, la doctrina,

2 De 8-XII-1975, en AAS 58 (1976) 5-76; trad españ. en G u e r r e r o   1, 85-120 (= EN)

3 Cf. F l o r j s t a n , C., «¿Evangeliza la liturgia?», en Ph 190 (1992), 341-349; R a m o s , 

M., «Evangelización y liturgia», en S N. de Liturgia,  Evangelización y sacram entos (Madrid 1975), 179-191.

4 Cf. A l d a z a b a l , J , «Preguntas a la catequesis desde la liturgia», en  Ph  118 (1980), 255-266 (Bibl.); M a l d o n a d o , L , «El estilo «catequético» de la celebración», ib  172 (1989), 313-316.

5 Cf. M a l d o n a d o , L., «Liturgia eucarística y evangelización», en PastM  2 (1965), 26-46; R o v i r a , J M., « L o s   sacramentos, signos de fe», en  Ph  28 (1965), 187-199; S e b a s t i a n , F., «Sacramentos y fe. Un problema de la pastoral española», en  Iglesia Viva 1(1966), 75-85, etc.

6 Respecto de España cf T e n a , P , «Itinerario del tema “evangelización y sacramento”», en Ph 85 (1975), 6-16; e Hispanoamérica cf C e l a m , «Liturgia y evangeliza- ción», en Not  98 (1974), 328-330, etc.

7 El documento de trabajo del Sínodo de los Obispos de 1974 recogía hasta cuatro nociones de evangelización. Véase:  La evangelización del mundo contemporáneo.

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C 28 Evangelización, catequesis...   329

la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijode Dios, con vistas a una adhesión vital a Cristo y a la entrada visi- ble en la com unidad eclesial m ediante los signos o gestos sacram en-tales de la Iglesia (cf. EN 2224). El núcleo de la evangelización esla proclamación explícita de que «en Jesucristo, Hijo de Dios hecho

hom bre, mu erto y resucitado , se ofrece la salvación a todos los ho m - bres, com o don de la gracia y de la m isericord ia de D ios» (EN 27).

Esto reclama una gran unidad entre evangelización y pastoral delos sacramentos: «Nunca se insistirá bastante en el hecho de que laevangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de unadoctrina. .. L a evang elización desp liega toda su riqueza cu ando reali-za la unión m ás íntima, o mejor, una intercom unicación jam ás inte-rrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un cierto sentido es

un equívoco oponer, como se hace a veces, la evangelización a lasacramental ización» (EN 47)8.

El Concilio Vaticano II lo había indicado también, al referirse alanuncio del Evangelio y a la l i turgia como dos momentos de la mi-sión de la Iglesia (cf. SC 6; 9; PO 4; AG 1315), y al recordar quelos sacramentos son «sacramentos de la fe», que «no sólo la supo-nen, sino que la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabrasy acciones» (SC 59; cf. 6061) 9.

II. CATEQUESIS Y LITURGIA

La catequesis y la liturgia tienen en común el dirigirse a los fíe-les, ya que la catequesis es «una educación en la fe de los niños, delos jóvenes y adul tos que comprende especialmente una enseñanzade la doctrina crist iana, dada generalmente de modo orgánico y sis-temático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana» 10.

En este sentido, la catequ esis está unida a la celeb ración y se articulacon ella, aunque sin confundirse con ella (cf. C at  6).

1. R elaciones entre catequ esis y liturgia

Pero, adem ás de destinatarios comu nes, la catequ esis yla liturgiacomparten la tarea de introducir a los hombres en el misterio de la

 Documento prepara torio al Sínodo de Obispos  (Madrid 1974), cf F l o r i s t a n , C , «Evangelización», en CFP, 339-351 ( B ib l), espec 339-2428 Cf. N e u n h e u s e r , B., «Evangelizzazione e celebrazione litúrgica», en P. U, Urba- 

niana,  L ’annunzio del Vangelo oggi Commento all ’Esort Apost di Paolo V I «Evan-  ge lu Nuntiandi» (Roma 1977), 237-253, y N o c e n t , A., «L’annunziodel Vangelo nella liturgia», i b , 35-55.

9 Véanse también Cat   1153 y 115510 Cat  5.

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330  P. V. La vivencia del misterio

salvación, ayud ánd oles a vivir y a expres ar su fe 1'. L a suya no es unatarea paralela, sino convergente. Por una parte, la catequesis estáorientada a la exposición de la fe y a la confesión de ésta, que tienelugar en la celebración, esp ecialmen te en la eucaristía, cum bre de todaevangelización (cf. PO 5). Por otra parte, la liturgia significa también

la actualización continuada de la historia personal y comunitaria de laconversión y de la fe de los fieles, así como el medio más eficaz de laincorporación del hombre al misterio de Jesucristo l2.

En el desarrollo de su tarea, la catequesis se sirve de la liturgia,es decir, de los signos, de las palabras y de los gestos de la celebra-ción, para transmitir la doctrina de la fe y para educar a los destina-tarios en la vida cristiana. La catequesis explica también los signossagrados que usa la liturgia y contribuye a la iniciación gradual y

 progresiva de lo s candida tos a los sacram entos en la celebraciónconsciente y fructuosa. Esta iniciación ha sido difícil siempre, por-que los ritos afectan a la totalidad del hombre y requieren un cono-cimiento más amplio que la sola doctrina. La catequesis busca hoyofrecer una formación crist iana más integral , en el marco indispen-sable de la com un idad e c le si a l13. Es justa m en te esta visión la quedebe l levar a la catequesis a asu m ir plenam ente su tarea en la inicia-ción en la vida litúrgica y sacramental.

Pero esto no será realidad sin el apoyo y la colaboración de qu ie-nes trabajan en el campo de la pastoral litúrgica. Estos últimos hande tomar en mayor consideración los aspectos didascálicos de la l i-turgia, y cuidar al má xim o la dim ensión e xpresiva y com un icativa dela fe en los signos, en los textos y en los gestos litúrgicos I4. ElCa tecismo de la Iglesia Católica   es un punto de encuentro entre ca-tequesis y l i turgia, sobre todo desde el momento en que la doctrinasobre la celebración del Misterio crist iano   (II parte del Catecismo)  ofrece una visión plenamente integradora tanto de lo que es la l i tur-

11 B r o v e l l i, F. (dir.),  Liturgia e catechesi   (Roma 1993); M a l d o n a d o , L., «Celebrar. Reflexiones para un diálogo entre catequistas y liturgistas», en TCat  26/27 (1988), 463-475; T r i a c c a , A. M., «II rapporto “Liturgia-Catechesi” nella dinámica ecclesiale. Paralelismo o convergenza?», en Not  238 (1986), 322-346; V e r h e u l , A., «Liturgie et catéchése», en QL 67 (1986), 252-261, etc.

12 Véanse: C. para el Clero,  Directorio Catequístico general,  de 1971 (Madrid 1973), nn.l7ss, espec. n.25; Ju a n   P a b l o   II, Exhort. Apost. Catechesi tradendae,  de 16-X-1979, nn.20 y 23-24, en G u e r r e r o  2, 130 y 133-134; Comisión E. de Enseñanza y Catequesis de España, La catequesis de la comunidad  (Madrid 1983), nn.44ss, 59ss, 

89-90 y 234.13 Cf. E s t e p a , Mons. J. M., «La comunidad cristiana, origen, meta, ámbito y  

agentes de la catequesis», en Actualidad Catequética 92/93 (1979), 231-253.14 Cf. C o f f y , R., «La celebración, lugar de la educación en la fe», en Ph 118 (1980), 

267-280; F e r r i e r e , C., «La célébration: lieu de catéchése?», en  PLit  56 (1974), 451- 455; F l o r i s t á n , C., «La liturgia, lugar de educación en la fe», en Conc  194 (1984), 87-99, etc.

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C.28. Evangelización, catequesis. 331

gia en cuanto misterio y celebración, como de las relaciones con lacatequesis, especialm ente la catequesis mistagógica   15.

2. Le yes de la catequesis l itúrgica

Se entiende aquí por catequesis litúrgica no la mistagogia, quetiene lugar principalmente en la misma celebración, sino la explica-ción previa de los ritos y de los textos que han de usarse en unadeterminada acción l i túrgica. La catequesis l i túrgica forma parte dela preparación de algunos sacramentos y debe realizarse siguiendolos contenidos y las orientaciones de los respectivos Rituales ,6. He

aquí algunas leyes que ha de tener en cuenta 17:a)  P reem inencia de la Palabra de Dio s,  manifestada en la es-

tructura de los ritos: prim ero la P alabra, luego el rito sac ram ental; enla inspirac ión bíblica de las fórm ulas y dem ás textos; en la referen ciaconstante que se hace en los  p ra eno tand a   al dato bíblico y patrístico;y en el modo como las rúbricas articulan la liturgia de la Palabra yla liturgia del sacramento. La celebración no sólo es meta de la cate-quesis litúrgica, sino punto de partida de la misma.

 b)  In teriorización de la acción litúrgica   o correspondencia en-tre las actitudes internas y los gestos o acciones. En efecto, la cate-que sis litúrgica se orienta hacia la participa ción activa y fructuosa delos fíeles, pero la participación externa está al servicio de la actitudinterior, de la fe y del deseo de crecer en ella.

c)  In tegración del creyente en la com unidad,  y de ésta en laIglesia universal, para que el sacramento forme parte de la vida decada individuo y de cada pueblo enriqueciendo su horizonte exis

tencial.d) Continuidad entre la catequesis y la liturgia:   la catequesis

li túrgica debe prestar atención a todos los elementos que componenuna celebración, y subraya r aquellos m ismo s aspectos que los Ritua-les ponen en primer plano. Por otra parte, esta catequesis debe pro-longarse de alguna manera en las intervenciones del comentador omonitor en la celebración litúrgica.

15 Véanse Cat   1074 y 1075. Sobre la segunda parte del Catecismo  cf. L ópez 

M a r t in , J., «La celebración del misterio cristiano. La II parte del “Catecismo de la Iglesia Católica”», en TCat  43/44 (1992), 391-413, y los estudios citados en la n.6 de la Introducción a este volumen.

1(1 De la importancia del Ritual se ha hablado ya en el cap. XVI.17 Sigo a T r j a c c a , A. M., «La liturgia educa alia liturgia?», en RL 58 (1971), 

261-275; Id., «Contributo per una catechesi liturgico-sacramentale. In margine al nuovo Ordo Confirmationis», en RL 60 (1973), 611-632.

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332  P. V. La vivencia del misterio

III. LA LITURGIA, EXPRESION DE LA FE

La liturgia, en cuanto cumbre de la acción evangelizadora (cf.PO 5; SC 10), guarda también una íntima relación con la fe. Unarelación que comprende varios aspectos.

1. La liturgia y la con fesión de la fe

Ya se ha indicado antes que la catequesis está orientada a la con-fesión de la fe, especialmente en la liturgia. Ahora bien, cuando seafirma que en la liturgia se confiesa la fe, o se celebra la fe, no sealude tan sólo a la fe personal de quienes toman parte en la celebra-ción, sino a la fe de la Iglesia, proclamada y celebrada con las pala-

 bras y los gestos de la liturgia y que hacen suya lo s que la profesan.La celebración l i túrgica, en cuanto manifestación principal de laIglesia, es el ámbito necesario — aunq ue no el único— en el que seconfiesa la fe. Así lo ratifica el ministro del Bautismo cuando dicecon toda la asamblea: «Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesiaque nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro» 18.

«La Iglesia cree de la misma manera que ora. Cada celebracióneucaríst ica es una profesión de fe. L a norm a de la pleg aria es norma

de la fe» 19. Pero esto no se produce solamente en la plegaria euca-rística y en el sím bo lo de la fe, cu ya estructu ra y contenido s son m uysemejantes 20, sino también en las demás fórmulas eucológicas y enlos ritos y signos, es decir, en todos los elementos de la liturgia y entodas las celebraciones.

2. La liturgia expresa la fe

La liturgia no es solam ente á m bito en el que se celebra la fe, sinoque es, ella misma, expresión de la fe de la Iglesia 2I. Superada unavisión parcial y subjetiva de esta expresión, que supone un reduccionismo de la celebración l itúrgica a la problem ática de la experiencia

18  Ritual del Bautismo de niños  (Coeditores Litúrgicos 1970), 48. Véase también  Ritual de la Confirmación  (Coeditores Litúrgicos 1976), 33.

19 Les Évéques de France, 11 est grand le mystére de la foi. Priére et fo i de l ’Eglise  Catholique (Paris 1978), Introd.

20 Cf. L a n n e , E., «La relazione dell’anafora eucarística alia confessione di fede», en Sacra D ottrina  47 (1967), 383-396; F e d e r i c i, T., Letture b ibliche sulla fede  (Roma 1971), 453-480.

21 Cf. A l e s s i o , L., «La liturgia y la fe», en Not  159 (1979), 578-583; M a l d o n a d o ,

L «Celebración y expresión de la fe», en  EstT   19 (1985), 91-105; R a m i s , G., «La liturgia, expresión de fe», en Ph 114 (1979), 519-523, etc.

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C.28. Evangelización, catequesis.. 333

religiosa, lo que se constata en la liturgia como expresión de la fe es,ante todo, la relación en tre el misterio de la salvación — o los miste-rios de la fe— y su expre sión litúrgica. En e fecto, los misterios de lafe, en cuanto acontecimientos salvíficos, son objeto de la fe de laIglesia adoctrinada por la revelación divina, pero son también el

contenido de la celebración.El famoso axioma lex orandi, lex credendi  (la norma de la ora-

ción es la norma de la fe), abreviación de legem credendi, lex statuat   supp licand i  (la norma de la plegaria establece la norma de la fe),tiene un sentido amplio en orden a mostrar la adecuación entre lasverdades de la fe y su celebración en la liturgia, más allá del sentido preciso que tu vo en el  Indicu lus de gra tia D ei  de Próspero de Aquitania, de donde procede 22. En efecto, la liturgia refleja siempre una

doctrina de la fe y una cierta enseñanza, aunque su finalidad no es lade instruir. En numerosos casos presupone y sigue la fe revelada yenseñ ada po r la Iglesia en su m agisterio, reafirm ánd ola en la vida delos creyentes. En otros casos la liturgia precede a la fe propuesta porla Iglesia, consti tuyen do un factor mu y p oderoso de su explicitación, por ejem plo en algunos dogm as m arianos 23.

 N o obstante, no es a la liturg ia a quien corresponde m anifestar y p roponer la doctrina de la fe , sin o al M agisterio de la Iglesia. Por

otra parte, la l i turgia expresa también muchas veces una opinión co-mún o histórica particular. Por este motivo, antes de precisar qué eslo que aparece en el testimonio de la liturgia con carácter verdadera-mente universal , «siempre y en todas partes», es necesario realizaranálisis pacientes y contrastados que ayuden a determinar la fe eindividualizar sus exp resiones.

3. La liturgia «locus theologicus» y la teología litúrg ica

Este apartado es una consecuencia de los anteriores. Si la liturgiaes ámbito en el que se confiesa la fe y ella misma es expresión de lafe de la Iglesia, la liturgia es tam bién un lugar teológico . Esto quieredecir que la l iturgia representa tam bién un a consideración específicade la fe, no con vistas a la form ulación de la doc trina o a su enseñ an

22 Cf. S c h m i d t , H. A.,  Introductio in liturgiam occidentalem  (Romae 1960), 131- 139. Además D e  C l e r k  , P,, «Lex orandi-lex credendi. Sens originel et avatarts histo- riques d’une adage équivoque», en QL 59 (1978), 193-212; D o n g h i, A., «Nella lode la Chiesa celebra la propria fede. Considerazioni suH’assioma lex orandi  - lex credendi », en D e l l ’O r o , F. (dir.),  Mysterion. Miscellanea S. Marsili   (Leumann-Torino 1981) 161-192, etc.

23 Cf. V a g a g g i n i , C., El sentido teológico de la liturgia  (BAC 181, Madrid 1959),

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334  P V La vivencia del misterio

za , sino con vistas a la celeb ración D icho de otra ma nera, la liturgiacontempla la fe en el plano de la actualización ritual en los signos 24.

La teología se ha servido de la l i turgia como prueba de una de-term inada do ctrina o de un dato de fe Sin em bargo , de lo que setrata es de pone r de relieve la coin ciden cia entre el objeto de la litur-

gia, en cuanto celebración de la fe, y el objeto de la teología, encuan to reflexión sobre la fe Este objeto es el m isterio o aco nteci-miento salvífico que se hace eficazmente actual en un régimen designos En la liturgia hay textos qu e tienen u na pro ced en cia históricaconcreta y que responden a un momento singular desde el punto devista de la historia del dogma y de las controversias teológicas 25. Enla eucología, correctamente interpretada 26, y en el conjunto de ges-tos, de símbolos y de elementos que integran una acción ritual, exis-

te una verdadera teología litúrgica   en cuanto expresión l i túrgica osimb ólicoritual de la do ctrina de la fe En este sentido, la teologíalitúrgica es equiparable a la teología bíblica   o a la teología pa tríst ica,  en cuanto «lugares teológicos» para el estudio y la reflexión so-

 bre la doctrina de la fePor teología litúrgica   se entiende también la reflexión teológica

que arranca de la práctica celebrativa, y con ella se ilustra el conte-nido teológico de la liturgia Po r otra parte, la teología, en relacióncon la li turgia y en cuanto toma en con sideración el m odo sacram en-

tal de actualización de los misterios de la salvación en la liturgia,desemboca en una homología   y en una doxología,   de manera que

 puede hablarse de un verdadero «sentido litúrgico» de la te o lo g ía 27

IV LA LITURGIA, MISTAGOGIA DE LA FE

El último aspecto de las relaciones entre la liturgia y la fe es eldel enriquecimiento de la fe que se prod uce en tod a acción l itúrgicaEn efecto, los sacramentos, y con ellos todos los signos litúrgicos,no sólo suponen la fe y la expresan mediante palabras y gestos, sinoque «la fortalecen y la alim entan» (SC 59) Los sacram entos «con-

24 M a r s i l i, S , «Liturgia e teología Proposta teorética», en RL 59 (1972), 455^173, aquí 456 Sobre la liturgia como locus theologicus  c f D a l m a i s , I H , «La liturgie comme lieu theologique», en LMD 78 (1964), 97-106, S t e n z e l , A , «La liturgia como lugar teológico», en MS 1 (Madrid 1974), 670-685, etc

25 Por ejemplo los textos de Navidad con especial referencia a la obra litúrgica de 

san León Magno cf supra n 4 del capitulo XXII26 Cf supra  n 19 del cap X27 Cf L ó p e z   M a r t i n   1, 347-379, sobre la base de las aportaciones esplendidas de  

M a r s i l i, S y de T r i a c c a , A M Vease la bibliografía citada allí y en pp 470 471 Ademas M a g g i a n i, S , «La teología litúrgica di S Marsili come “opera aperta”», en RL 80 (1993 (1993), 341-357, T r i a c c a , A M , «Teología della liturgia o teología litúrgica9 Contnbuto di P S Marsili per una chianfícazione», ib , 267-289

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C 28 Evangelización, catequesis   335

fieren ciertam ente la gracia, pero tam bién su celebración dispo ne ó p-timamente a los fíeles a recibir la misma gracia con fruto, a dar cultorectamente a Dios ya practicar la caridad» (ib ).  Esta función nutriti-va y enn que ced ora de la fe se denom ina mistagogia

1 L a m i sta go gia no es u na « p ed a go gía »

Los Santos Padres llamaban mistagogia  a la introducción p rogre-siva y gradual en la vida litúrgica de la comunidad cristiana, en lossacramentos o misterios sagrados en los que se realiza la obra denu estra salvac ión 28 La m istago gia, al con trario de lo que ocu rre conla catequesis orientada a los catecúmenos en sentido estricto, se diri-

ge a los bautizados y confirmados, teniendo en cuenta que son yahijos de Dios en el Hijo Jesucristo y están bajo la acción iluminadoradel Esp íri tu S anto Por eso la m istagog ia se prod uce no desde unaexperiencia m eramente antropológica, o desde una «pedago gía» ge-nérica de la fe, sino d esde la synerg ía  divina o com unicación interiorde Dios al hombre por medio de la eucarist ía y de los demás sacra-mentos. A través de la liturgia el Espíritu Santo transmite al hombreuna «e xperiencia» viva y distinta

La explicación de esta acción formadora de la fe que se produceen la liturgia la constituyen las célebres catequesis mistagógicas   dela antig üe da d 29. H oy es e m od elo está reflejad o en el  R itua l de la  

 In ic iación cristiana de lo s A du ltos  30.

2. Dimensión mistagógica de la celebración

Mistagogia quiere decir , por tanto, conducir a los ya iniciados

(mystai)  a vivir enteramente el don recibido, el misterio de salva-

28 Cf Feder ic i , T , «La mistagogia della Chiesa Ricerca spirituale», en A n c i l l i, E (dir), Mistagogia e direzione spirituale (Milano 1985), 163-245, Id  , «La santa mista- gogia permanente de la Iglesia», en Ph  193 (1993), 9-34, T r i a c c a , A M - P f s to i a , A (dir),  Mystagogie pensee hturgique d aujourd'hui et liturgie ancienne  (BELS 70, Roma 1993), y LMD 177 (1989)

29 Cf D a n i e l o u , J , La catequesis en los primeros siglos   (Madrid 1975), M a z z a , 

E , La mistagogia Una teología della liturgia in época patrística  (Roma 1988), O n a  

t i b i a , I , «La catequesis litúrgica de los Padres», en Ph 118 (1980), 281-294, S t u d e r  , 

B , «Mistagogia», en DPAC 2, 1456, T r i a c c a , A M , «Liturgia e catechesi nei Padn note metodologiche», en F e l i c i, S (dir), Valon attuah della catechesi patrística  (Roma 1979), 51-66, etc

30 Edición típica de 1972, ed oficial española, Coeditores Litúrgicos 1976, cf  Congreg per íl Culto Divino, «Riflessiom sul cap IV delFOICA», en Not  85 (1973), 274-278, comentario ib  278-282, G o n z á l e z , R , «La mistagogia en el Ritual de la Iniciación cristiana de Adultos», en Ph  191 (1992), 3 81 -394

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336  P V La vivencia del misterio

ción Su m eta es la com unión con el Padre, en Jesucristo, en la pre -sencia del Espíritu Santo, y su tiempo más significativo es la Cin-cuentena pascual Sin em bargo , la acción m istagóg ica no se enc ierraen este tiempo simbólico y emblemático, sino que se produce entoda celebración, verdadera epifanía del Espíritu que Cristo resucita-

do regala con tinuam ente a la Iglesia Es la m ism a acción ritual, encuanto evocación y representación del misterio salvífíco, la que con-duce progresivamente a los fieles al corazón del acontecimiento quese hace presente con su eficacia

En la practica, la mistagogia viene a ser el modo pleno de cele- brar la liturgia, dando la p rim acía a la Palabra d ivina y a la d im en-sión invisible y trascend ente de la acción ritual H ay m istagog iacuando el ministro desempeña su función de dispensador de los di-

vinos misterios, con auténtico sentido de lo sagrado cristiano e intro-duciendo y animando el espíritu de oración y la participación inte-rior (cf SC 11, PO 5), y cuando hace una homilía basada verdadera-mente en la Palabra de Dios celebrada y cumplida en el sacramento.La plegaria y los gestos de la liturgia, unidos en una función deverdadera «lingüística celebrativa» del misterio, completan la mistag o g ia31

31 Cf Fedbr ic i , T , «Estructura de la liturgia de la Palabra en los leccionanos antiguos y en el Ordo lee tionum Missae», en Ph  151 (1986), 55-81, aquí 76-81, L ópez  

M a r t i n , J , «El estilo de las celebraciones litúrgicas», en PastL  193/194 (1990), 30-40

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C a p i t u l o   X X I X

 ESPIRITUALIDAD LITURGICA, ORACION  Y EJERCICIOS PIADOSOS 

La liturgia no abarca toda la vida espiritual El cristia-no, llamado a orar en común, debe, no obstante, orar al

Padre en secreto (SC 12) Conviene que los ejercicios piadosos se organicen teniendo en cuenta los tiempos li-túrgicos para que esten de acuerdo con la sagrada litur-gia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pue- blo a ella (SC 13)

BIBLIOGRAFIA 

B r a s s o , G ,  Liturgia y espiritualidad   (Montserrat 1956), B r o v e l l i , F(dir),  Liturgia e spiritualita   (Roma 1992), C a s t e l l a n o , J , Oración y litur

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drid 1959), 606700 y 753764, VV AA ,  Liturgia y vida espiritual   (Bilbao1965), y Conc  52 (1970), «Cuadernos Phase» 52 y 57 (Barcelona 1994),LMD 109 (1972), 153 (1983), OrH   26/45 y 6 (1995),  Ph  60 (1970), 89(1975), 112 (1979), 117 (1980), 197 (1993), RL 61/3 (1974), 63/2 (1970),73/4 (1986), 65/2 (1978), 77/6 (1990), 75/2 (1988)

La vida espiritual, llamada también vida interior, es la vida «enel Espíritu», es decir, la vida de los cristianos realizada como una

 perm anente asim ilación al H ijo Jesucristo bajo la acción del E spírituSan to (Ro m 8,29) La liturgia está en el origen, en el des arrollo y enla consu m ación de esa vida En este sentido se puede hab lar de unaespiritualidad litúrgica, objeto de este capítulo

A hora bien, de la mism a ma nera que «la li turgia no agota toda laactividad de la Iglesia» (c f SC 9), tampo co ab arca toda la vida espi-ritual (cf SC 12) Po r este m otivo se estudian tam bién en este cap í-tulo las relaciones entre la oración personal y la participación litúr-gica, y la situación de los llamados ejercicios piadosos del pueblocristiano.

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 P V La vivencia del misterio

I LA ESPIRITUALIDAD LITURGICA

La vida cristiana, como «culto en el Espíritu y la verdad» (cfJn 4,23, Rom 12,1), se verifica en las celebraciones litúrgicas en lasque se concreta la l i turgia como «ejercicio del sacerdocio de Jesu-

cristo» para santificación del hombre y culto a Dios (cf SC 7) 1

1 E s pir itu alid ad d e la Ig le sia

A hora bien, esta espiritualidad no es una forma de v ida facu ltati-va u opcional, sino b ásica y general , com ún a todos los discípulos deJesús Sin excluir m odelos concretos, según las diversas escuelas

históricas de espiritualidad, la liturgia constituye un factor funda-m ental de toda s ellas 2 En este sentido , ha bla r de espiritualida d litúr-gica significa referirse al sustrato común de toda forma de vida cans m ática o apostólica La espiri tualidad l itúrgica viene a ser, de he-cho, la espiritualidad de la Iglesia 3

Se supera también de este modo una visión subjetiva y psicoló-gica de la vida espiritual, ya que el misterio de Cristo que se celebraen las acciones litúrgicas es presentado y vivido en toda su integri-dad y eficacia objetiva (c f SC 7) Los misterios de la salvación se

 ponen al alcance de los fie les no sólo para que éstos los contem pleny traten de imitarlos en su vida, sino, ante todo, para que se benefi-cien de su fuerza redentora (c f SC 102) La l iturgia celebra y actua-liza el misterio de Cristo como momento últ imo y consti tutivo de laúltima etapa de la historia de la salvación, en íntima dependenciacon la revelación bíblica La esp iritualidad l itúrgica representa, portanto, lo específico cristiano de la vida interior y la objetividad deuna salvación anunciada por la Palabra de Dios y cumplida en los

signos sacramentales

1 C f G e l i n e a u , J et AA A , «Liturgie et vie spintuelle», en  DSp  9, 923939,Obispos de Cataluña, «La liturgia, fuente de la vida espiritual», en  Not  311 (1992),411418, T e n a , P , «Liturgia y espiritualidad, ¿cuestión actual9», en  Ph  62 (1971),157166, VV AA ,  Esp iritualidad litúrgica  (Madrid 1986), etc

2 Cf M a r s i l i , S , op c it , 411447, también C a s t e l l a n o , J , «Un símbolo de san Juan de la Cruz la fuente Biblia, liturgia y espiritualidad», en Ph  185 (1991), 389413,G o e n a g a , J A , «San Ignacio de Loyola y la liturgia de la Iglesia», en  Ph  183 (1991),217239, R i v e r a , J - I r a b u r u , J M , Esp iritualidad ca tólica  (Madrid 1982), etc

3 C f L ó p e z   M a r t i n   1, 387 Vease también T r i a c c a , A M , «Per una defmizionedi “spintualita” cristiana daH’ambito litúrgico», en Not  272 (1989), 277288

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C 29 Espiritualidad litúrgica oración  339

2 Características

Las características de la espiritualidad litúrgica definen el estilode vida de quienes la orientan de acuerdo con la propuesta de laliturgia

La es piritualidad l itúrgica es esencialm ente bíblica,  es decir, ba-sada en la Biblia como Palabra de Dios celebrada y actualizada enlos signos litúrgicos El Leccion ario de la M isa, el del Oficio divinoy el de los sacramentos y sacramentales ofrecen los contenidos salvíficos concretos para la santificación de los hombres y el culto aD ios En este sentido, esta esp iritualidad es tamb ién histórica y pro-  

 fé tica ,  en cuanto lleva a penetrar en el significado salvífico y escatológico de los acontecimientos de la historia de la salvación, cumpli-da en Cristo y prolongad a en la existencia de los bautizados

La espiritualidad litúrgica es cr is tocentr ica y pa scu a l    dado quela liturgia tiene como centro el misterio de Cristo, culminación ycumplimiento de la historia de la salvación «de una vez para siem- p re» (ephapax)   La l iturgia anun cia, celebra y hace presente «aquí yahora» (hosakis)  la obra de Cristo bajo la acción del Espíritu derra-m ado en la Pascua Al produ cirse esta actualización en un régimende signos sensibles y eficaces, cada uno a su modo (cf SC 7), lal i turgia genera una espiri tualidad  sa c ra m en ta l   de manera que el

cristiano vive en Cristo y Cristo vive en él (cf Gál 2,20)La espiritualidad litúrgica es, por último, espiritualidad mistagó- 

 g ica   La l iturgia va producien do una iniciación gradual, progresiva yvital en el misterio de Cristo en su representación y actualizaciónlitúrg ica En este sentido, la espiritualidad litúrgica es plen am en temística,  sin la reducción, bastante frecuente, de ésta a estados psico-lógicos o subjetivos de co nciencia

II ESPIRITUALIDAD LITURGICA Y ORACION PERSONAL

La espiritualidad litúrgica, en cuanto vida en el Espíritu sobre la base de la participación en la liturg ia de la Igle sia, significa paracada uno de los fieles la integración tanto de los elementos objetivosde la vida espiritual, que proceden de la tradición cristiana, como delos subjetivos, que configuran la exp eriencia religiosa personal Lavivencia de las celebraciones l i túrgicas como encuentros con Dios

en Jesucristo produce como fruto la armonización de todos los as- pectos de la v ida espiritual, de m anera que la v ida in terior realm ente prepara, acom paña y prolonga la s actitudes que se desarro llan en laliturgia 4

4 Cf B a r o f i o , B et AA AA ,  Liturgia Sogha de ll espenenza di DkP   (Padova

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1. Pied ad litúrg ica y piedad privada

340  P. V. La vivencia del misterio

En la Iglesia han existido siem pre la liturgia y los actos de piedadcom o dos formas legítimas de culto cuya d iversidad e specífica sueleexplicarse en base a la naturaleza de cada una de ellas: la liturgia esel culto que pertenece al entero cuerpo de la Iglesia, y los ejercicios piadosos, to dos lo s dem ás actos relig iosos com unitarios o individua-les 5. A la primera forma de culto se la ha llamado también  p ie d a d  litúrgica  y a la segun da  p ie d a d privada,  englob and o en esta forma loque hoy se denomina p ie d a d p opu lar.  La po lémica existente en otrotiempo entre los partidarios de una u otra forma de piedad ha dado

 paso al reconocim iento de que en am bas han de estar presentes, encada una a su modo, tanto el elemento objetivo, es decir, el misterio

o la acción de Dios, como el elemento subjetivo, que consiste en laactitud del hombre o recta disposición del alma 6. Por tanto, ambasformas de piedad están relacionadas entre sí, aunque se distinguenrealmente y en la práctica no deben confundirse (cf. SC 1213).

2. Necesidad de la oración personal

«El cristiano, llamado a orar en común, debe, no obstante, entrartambién en su interior para orar al Padre en lo escondido; más aún,según ensena el Apóstol, debe orar sin interrupción» (SC 12; cf.Mt 6,6; 1 Tes 5,17 ) 1.  La liturgia no sólo no excluye la oración per-sonal, sino que invita a los fieles cristianos a dedicarse al coloquiocon el Padre con confianza filial e intimidad, como lo hacía el Señory como aparece en la Iglesia primitiva 8. La historia del Oficio divi-

no pone de manifiesto la complementariedad existente entre las ora-ciones «establecidas» y la oración personal a la que se dedicaban loscristianos, especialmente los monjes (la lectio divina   9).

1982); B e r n a l , J. M., «La celebración litúrgica como experiencia íntima de Dios», en  Ph 114 (1979), 473-493; T r a e t s , C., «La liturgie, recontre de Dieu dans le Christ», en QL 67 (1986), 214-234, etc.

s Estas nociones han sido ya estudiadas en el apartado 4 del cap. III.6 Cf. G a r r i d o , M., «Piedad objetiva y subjetiva en la vida espiritual», en  Liturgia 

17 (1962), 170-180; K  o s e r  , C., «Piedad litúrgica y pia exercitia, en G . B a r a ú n a  (dir.), 

 La sagrada liturgia renovada p or e l Concilio (Madrid 1965), 313-352, etc.7 Cf. B a r o f i o , B., «Oración», en DTI 3, 888-679; B o c a s s i n o , R. (dir.), La preghie

ra,  1-3 (Milano-Roma 1967); H a m m a n , A., La oración  (Barcelona 1967); I d ., Compe-dio sulla preghiera cristiana (Cinisello B . 1989); M a r s i l i ,S.,  La preghiera  (LibreríaE. Vaticana 1989); S u d b r a c k  , J., «Oración», en SM 5, 1-18, etc.

* Cf. supra,  el apartado 2 del cap. XXV.9 Cf. supra, n. 18 del cap. XXVI.

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C.29. Espiritualidad litúrgica, oración...  341

Solamente a raíz de la devot io m oderna   se produjo una disconti-nuidad entre la oración personal y la plegaria litúrgica. La medita-ción se apartó de la matriz de la Palabra de Dios y de los textosli túrgicos para dedicarse a «contemplar» y a «considerar afectiva-mente» diversos objetos o aspectos del misterio de Dios o de la sal-

vación al m argen p rácticam ente de la celebración, incluso cuand o seasistía a ella ,0. El movimiento litúrgico, primero, y el Concilio Va-ticano II, después, situaron de nuevo la «meditación» en su justolugar como escucha de la Palabra de Dios y preparación o prolonga-ción de la liturgia. En este sentido se mueven las recomendacionesdel Concilio y de numerosos documentos postconciliares , l .

Por consiguiente, la oración personal debe ser un estímulo cons-tante en la vida de todo crist iano que quiera hacer de su existencia

un culto al Padre «en el Espíritu Santo y la verdad», y entregarse conmayor intensidad al servicio de los hombres. Ningún crist iano orasolo. Le acompaña siempre el Espíritu Santo (cf. Rom 8,15.2627).Su oración es siempre una oración a dúo y a coro, en la que resue-na la invocación de la Iglesia en la epíclesis continua a su Señor (cf.Ap 2,17.20) ,2.

La oración personal será siempre una forma fuerte de oraciónque en contrará continuidad y arm onía en la oración com unitaria y enla plegaria litúrgica. Al mismo tiempo, la liturgia, celebrada con ladebida atención interior y el cuidado de la participación co nsciente yactiva, contribuirá a enriquecer la vida espiritual de todos los fíeles,

 pero especialm ente de los m inistros ,3.

III. LA LITURGIA, ESCUELA DE ORACION

La liturgia, espiritualidad de la Iglesia, es una verdadera «escuelade oración» que introduce y hace progresar en la oración cristiana,en la persp ectiva de la mistagogia  descrita en el capítulo anterior. L ali turgia es, como en otros aspectos, «fuente y culmen» de la vidacristiana.

10 Cf. supra, n.40 del cap. IV.11 Cf. S o d i, M., «L'orazione mentale», en Not  233 (1985), 644-669. Véase también 

C a s t e l l a n o , J., «Meditación cristiana y espiritualidad oriental. Anotaciones desde una perspectiva litúrgica», en Ph 184 (1991), 297-320.

12 Cf. OGLH 8; Cat  2672. De esta asistencia se ha hablado ya en el apartado 4 del capítulo XXV. Véase también C a s t e l l a n o , J., «La oración cristiana. Cuarta parte del Catecismo. Una exposición desde la perspectiva litúrgica», en Ph  194 (1993) 137-151.

13 Ci. SC 19; 90; PO 18; J u a n   P a b l o   II, Exhort. apost.  Pastores dabo vobis,  de29-111-1992 (Typis Polyglottis Vaticanis 1992), nn.26 y 72; C. para el Clero, Director io  

 para la vida y el ministerio de los presb íteros,  de 31 -1-1994 (Typis Polyelotis Vaticanis 1994), nn.39 y 48ss.

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342  P. V. La vivencia del misterio

A veces no resulta fácil armonizar en la práctica la oración per-sonal y la plegaria litúrgica ,4. Unas veces las dificultades están en lamisma li turgia, entendida más como acción y expresión simbólicaque como «Iglesia en oración» y espacio de encuentro con Dios enJesucristo. Otras veces las dificultades están en la dicotomía entre

 p rácticas de p iedad y celebración, y en la ausencia de espíritu deoración o falta de experiencia orante.

1. Fu nción m istagóg ica y oración

En todo caso, la liturgia, con su carácter mistérico y eclesial, es«escuela de oración» para la totalidad de los miem bros del pueblo de

Dios. En efecto, de lo que se trata es de edu car en la oración a partirde la celebración litúrgica, para que no existan compartimentos es-tancos en la espiritualidad, y la oración personal y la participaciónlitúrgica fluyan com o un m ismo m ovim iento del creyente hacia DiosPadre, por Jesucristo, en el Espíritu. En este sentido, la liturgia poneen jue go su carácter m istagóg ico de introducción prog resiva y gra-dual de los fieles en el misterio de la relación filial de los cre-yentes 15.

El gesto del effetá   en el antiguo rito del Bautismo (cf. Me 7,34)o el gesto de Jesús com unicand o a sus discípulos la «inteligenc ia» delas Escrituras después de la resurrección (cf. Le 24,45; Jn 20,22),recuerdan una vez más la necesidad de la asistencia del Espíritu San-to, «m istago go » interior de la oración cristiana (cf. 1 C or 12,3b;Rom 8,2627). El desvela el sentido último de la Palabra de Dios ycapacita a los creyentes para acogerla con fe y responder a ella en laoración y en la vida (cf. Jn 4,23; Rom 12,1).

La l i turgia no sólo es lugar por antono m asia de la oración c ristia-

na, sino también su modelo ejemplar y su referencia necesaria.

2. M edios p ara introdu cir en la oración

Para cum plir su fun ción m istagóg ica de cara a la oración, la litur-gia se sirve preferentemente de dos medios:

14 Cf. C a n a l s , J. M., «Oración litúrgica», en DTVC, 1224-1242; F e r n á n d e z , P., «Teología de la oración litúrgica», en CiTom 107 (1980), 355-402; G o n z á l e z , L., «De la oración personal a la oración litúrgica», en S. N. de Liturgia,  La oración en las comunidades cristianas  (Madrid 1987), 47-67, etc.

15 Cf. M a r s i l i , S., «La liturgia, mistagogia e culmine della preghiera cristiana», en RL 65 (1978), 184-191; y H a m e l i n e , D. J.-Y., «A propos de la liturgie “école de priére”», en LMD 196 (1993), 55-69.

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C.29. Espiritualidad litúrgica, oración...  343

a)  La  P alabra de D ios   en prim er lugar, porque es el fund am en-to de toda acción litúrgica. La liturgia nunca proclama la Palabra enabstracto ni al azar, sino que, guiada por el Espíritu, selecciona y

 propone los diversos conten idos salv íficos siguiendo la celebración

del misterio de Cristo. Todo cuanto se diga de las características dela oración cristiana a partir de la plegaria litúrgica, descansa en estehecho b ásico que co nvierte a la asam blea celebrante y a cada uno delos fieles en «oyentes» de la Palabra que la acogen con fe. No se

 puede o lv idar que la liturgia es com unión con el m isterio que secelebra, pero no en general, sino a partir de unas realidades de salva-ción concretas que son anunciadas por la Palabra de Dios, hechasobjeto de acción de gracias y de súplica en la plegaria litúrgica ycomunicadas eficazmente en los gestos sacramentales.

b)  Los ritmos o t iempos de plegaria   establecidos por la liturgiasignifican unas constantes para la oración del pueblo de Dios, encuanto sujeto de la plegaria eclesial, y para la de cuantos, dentro deél, la realizan o aseguran el cumplimiento del mandato evangélico deorar siempre:

«Es verdaderamente deseable que la Liturgia de las Horas pe-netre, anime y oriente profundamente toda la oración cristiana, seconvierta en su expresión y alimente con eficacia la vida espiritual

del pueblo de Dios... De hecho, el libro de la  L iturgia de las Horas, dividido en t iempos apropiados, está destinado a sostenerla conti-nuamente y a ayudarla...» I6.

IV. LOS EJERCICIOS PIADOSOS

Se trata de ana lizar las relaciones entre la liturgia y los ejercicios

de piedad o devociones del pueblo cristiano 17. Estos actos, como seha indicado antes, t ienen mucho que ver con lo que hoy se l lama

 p ie d a d p o p u la r   o cato lic ismo po pu lar    ,8: «Además de la liturgia, la

u’ P a b l o   VI, Const. apost.  Laudis canticum,  en AAS 63 (1971), 531-532. Véase OGLH, nn.5-9.

17 Cf. supra,  apartado 4 del cap. III; además E v e n o u , J., «Liturgie et dévotions», en  Not  246 (1987), 31-51; G o n z á l e z , R., «Liturgia y ejercicios piadosos», en  Ph  161 (1987), 359-374; N e u n h e u s l r  , B., «Liturgia e pietá popolare», en  Not   260 (1988), 

210-217, etc.18 P a b l o  VI, Exhort. apost.  Evangelii nuntiandi, de 8-XII-1975, n.48, en G u e r r e r o  

1,101-102. Cf. Ai .VARtz , R., La religión del pueblo . Defensa d esús valores  (BAC pop. 1, Madrid 1976); S. N. de Liturgia,  Liturgia y piedad popular. Direc torio litúrgico 

 pasto ral (Madrid 1989); Id., Religiosidad popular  (Madrid 1990); T l r r i n , A. N.- C a s

t e l l a n o , J.. «Religiosidad popular», en NDL, 1722-1743; VV.AA., Liturgia e religio- sita popolare  (Bologna 1979); y Conc  206 (1986); Comm  9/5 (1987); «Cuadernos Phase» 39 (Barcelona 1992); LMD 122 (1975);  Ph  89 (1975);  RivPL   16/2 (1978), etcétera.

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344  P V La vivencia del misterio

vida cristiana se nutre de formas variadas de piedad popular, enrai-zadas en las distintas culturas. Esclareciéndolas a la luz de la fe, laIglesia favorece aquellas formas de religiosidad popular que expre-san mejor un sentido evangélico y una sabiduría humana y que enri-quecen la vida cristiana» ,9. Las relaciones entre una y otra forma de

culto a lo largo de la historia no han sido siempre fluidas 20.

1. Legitimidad

Los principios en los que se basan las relaciones entre la liturgiay los ejercicios piadosos aparecen formulados por primera vez en laencíclica  M ed ia tor D ei, de Pío X I I 21. El do cu m ento d istingu ía tres

clases de ejercicios piadosos: a)  los actos de  p ie d a d person a l , «quedisponen a los fieles a participar en las sagradas funciones con ma-yor fruto» (MD 219; cf. 222; 224); b)  los ejercicios colectivos   de

 p iedad o devociones populares ,  que «si bien, en rigor, no pertenecena la sagrada liturgia, revisten particular dignidad e importancia.. . ygozan de repetidas aprobaciones y alabanzas de la Sede Apostólicay de los obispos» (MD 225; cf 226227)22, y c)  aquellos actos cuyovínculo con la liturgia es tan estrecho e íntimo que prácticamente seidentifican con ella (cf. MD 165) 23.

El Código de Derecho Canónico de 1983 ha mantenido el reco-nocimiento de estos medios por los cuales se realiza en la Iglesia lafunción de santificar, en los cánones 834 y 839. Estos cánones seinspiran en SC 7 y 105, y en otros textos conciliares que hacen refe-rencia a la contribución de los laicos a la función santificadora de laIglesia (cf. LG 10; 34; 38; 41; AA 4; 6; 8).

19 Cat  1679; cf nn. 1674-1675

20 Cf. B e r t a u d , E - R a y e z , A , «Dévotions», en DSp 3 (1957), 747-778, C a t t a n e o , E ,  II culto cristiano in Occidente Note stor iche  (Roma 1978), 416-471 y 518-538, H a m m a n , A., «Devoción, devociones», en DPAC 1, 584-586, etc

21 En AAS 39 (1947), 521-595 trad. españ. en G u e r r e r o   1, 630-680 (= MD y número de margen).

22 Pío XII mencionaba el mes de mayo dedicado a la Virgen María, el mes de junio al Corazón de Jesús, las novenas y los triduos, el Via Crucis y el Rosario Todos estos ejercicios «contribuyen con frutos saludables a nuestra participación en el culto litúrgico» (MD 226)

21 Entre estos actos Pío XII situaba «las bendiciones con el Santísimo Sacramento, las solemnes procesiones por los campos y ciudades, especialmente con ocasión de los Congresos Eucarísticos, y la adoración del Augusto Sacramento» (MD 165, cf 166).

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C 29 Espiritualidad litúrgica, oración. 345

2 . Conveniencia

El Concilio Vaticano II, con realismo y equilibrio, quiso estimu-lar la espiritualidad más allá de la misma vida litúrgica (cf. SC 12).En efecto, hablando de la vida espiritual de los presbíteros, recordó

«los med ios generales y particulares, nuev os y antiguos, que el Espí-ritu Santo nunca ha dejado de suscitar en el pueblo de Dios, y que laIglesia recom ienda, e incluso m anda algunas veces, p ara la santifica-ción de sus miembros» (PO 18)24. El Concilio hizo recomendacio-nes similares a los religiosos (cf. PC 6), a los seminaristas (cf. OT 8)y a los seglares (cf. LG 34; AA 4).

Ahora bien, el Concilio estableció también: «que (los ejercicios p ia d o so s) sean co n fo rm es a la s leyes y n o rm as de la Ig lesia» .

Pío XII dio ya en la  M ed iator D ei  un doble criterio para enjuiciardichos ejercicios: «evitar que se introduzca en ellos algo inepto oindigno del decoro de la casa de Dios, o contrario a la sana piedad»(MD 227); y que «el espíritu de la sagrada liturgia y sus preceptosinfluyan benéficamente sobre ellos» (ib.).  Una recomendación aná-loga hizo el Vaticano II: «conviene que estos mismos ejercicios seorganicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, para que esténde acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de ella y

conduzcan al pueblo a ella, ya que la liturgia, por su naturaleza, estámuy por encima de ellos» (SC 13). Los ejercicios piadosos serántanto más recomendables cuanto más re lac ionados es tén con la«fuente genuina del espíritu cristiano» (SC 14).

Pablo VI alaba en la  M aria lis cultus   «aquellas formas de piedadhacia la Madre de Dios, aprobadas por la Iglesia dentro de los l ími-tes de la doctrina sana y ortodoxa y que se desarrollan en armónicasubordinación al culto a Cristo y gravitan en tomo a él como sunatural y necesario punto de referencia» (MC  Intr.;  cf. LG 66).

3. Renovación

Para lograr estos ideales es necesario renovar algunos ejerciciosde piedad de acuerdo con la liturgia. He aquí los criterios para estarenovación que ofrece la exho rtación  M aria lis cultus  (MC 2939) 25:

24 La referencia a estos medios es una constante del Magisterio eclesiástico' cf. E s q u e r d a , J (ed.),  El sacerdocio hoy Documentos del M agisterio ecles iástico (BAC minor 67, Madrid 1983), Ju a n   P a b l o  II, Exhort apost  Pastores dabo vobis,  op cit, nn.47-48, C para el Clero, op. c it , n 39.

25 Véanse también las sugerencias que hace C. para el Culto Divino, «Orientaciones para el año manano», en Orientaciones y celebraciones para el Año Mariano (Coeditores Litúrgicos 1987), 11-62

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346  P V La vivencia del misterio

a) O rientación bíblica   Las prácticas de piedad deb en llevar elsello de la inspiración en la Biblia como libro fundamental de laoración crist iana, según las recomendaciones del Concilio Vatica-no II (c f DV 25, SC 24, 35) No se trata solam ente de que los ejer-cicios piadosos se impregnen del lenguaje bíblico, sino de que reco-

 ja n los contenidos del m ensaje cristiano (c f M C 30)b)   La orientación litúrgica   supone llevar a la práctica los de-seos de SC 13 (cf MC 31) evitando dos actitudes extremas, el des-

 prec iar o suprim ir las practicas p iadosas ava ladas por la Iglesia, y elunir actos litúrgicos y ejercicios de piedad al mismo tiempo

c)  La orientación ecuménica   consiste en «evitar con cuidadotoda clase de exageraciones que puedan inducir a error a los demáscrist ianos acerca de la verdadera doctrina de la Iglesia católica»(MC 32)

d) O rientación an tropo lógica   para tener en cuenta «las adquisi-ciones seguras y comprobadas de las ciencias humanas» para que nose produzcan divergencias entre éstas y la piedad cr is t iana (cfM C 34) La pied ad cristiana está llamad a a fund irse con la realidadhum ana p ara transform arla y enriquecerla desde dentro 26

2(   C f G o n z á le z , R , «Interpelación a la liturgia desde la religiosidad popular» en  Studium Legionense 27 (1986), 55-78

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C a p itu l o X X X

 LA PASTORAL LITURGICA

Los pastores de almas deben fomentar con diligenciay paciencia la educación litúrgica, asi como la participa-ción activa de los fieles (SC 19)

BIBLIOGRAFIA 

B r a n d o l i n i , L , La pastúrale litúrgica a quindici anm dal Concilio Vaticano  //(Roma 1980), C o s t a , E (dir),  Liturgia   («Enciclopedia di pastorale» 3, Casale M 1988), D e l l a   T o r r e , L ,  Pastoral litúrgica  en NDL,15761600, F l o r i s t a n , C , Teología practica Teoría y praxis de la acción 

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La vivencia de la l i turgia requiere una acción  p a s to ra l litú rg ica ,

 p rom ovida por los pastores y lo s responsables de la vida litúrgica delas comunidades. Esta acción es contemplada por la teología p as tora l   1y por la misma ciencia l i túrgica en relación con los demás as- pectos de la m isión de la Iglesia

En este capítulo final se estudia la pastoral litúrgica con especialatención a la participac ión de los fieles en la liturgia Se tratará tam -

 bié n del derecho l i túrgico , al servicio de la finalidad pastoral de laliturgia

I LA PASTORAL LITURGICA EN EL CONJUNTODE LA PASTORAL DE LA IGLESIA

La misión de la Iglesia, continuación de la misión de Cristo (cfJn 20,21, Hech 1,8, SC 6), aparece reflejada de este modo por elCo ncilio Vaticano II «L a Iglesia, predicand o el Ev angelio, mueve alos oyentes a la fe y a la confesión de la fe, los dispone para el

1 Sobre teología pastoral tratara el volumen 28 de esta colección de manuales

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348  P. V. La vivencia del misterio

 bautism o, los arranca de la serv idum bre del error y de la idolatría ylos incorpora a C risto, para que crezcan hasta la plenitud por la cari-dad hacia él (LG 17; cf. SC 6)».

1. T ripie «fu nción »

Una lectura atenta de este texto pone de manifiesto las tres gran-des acciones que configuran la misión de la Iglesia: la predicacióndel Evangelio (pastoral de la Palabra),  el bautismo y la incorpora-ción a Cristo (pastoral de los sacramentos),  y la práctica de la cari-dad (pastoral d el servicio).  Esta división, basada en Cristo «Profeta,Sacerdote y Rey», aparece también en la distinción clásica de las

funciones del ministerio ordenado: el munus docendi  o función deenseñar, el munus sanct i f icandi  o función santificadora y cultual, yel m unus regendi  o función de guía del pueblo de Dios (cf. LG 2527; CD 1216; PO 46). Todo el pueblo de Dios participa de estastres funciones de C risto y cum ple tamb ién la parte que le correspon-de en la misión de toda la Iglesia (cf. LG 3335; AA 24)2.

Más recientemente se han propuesto otras divisiones análogas,que pueden sintetizarse así: la evangelización o misión (kerygma),  la

catequesis (didascalia),  la liturgia (leitourgía),  la comunión eclesial(koinonía)  y el servicio (diakonía)   3. Las dos primeras son engloba-das por algún autor y l lamadas martyría.  En realidad subsisten lastres funciones anteriores, dado que la koinonía   es fruto tanto de la

 pastoral de la Palabra (evangelización y catequesis) com o de la pas-toral litúrgica, y con stituy e el fundam ento de la pastoral del servicio.

2. Unidad y relaciones mutuas

En todo caso, la  p a sto ra l litúrgica , vinculada a la función santi-ficadora y cultual de la Iglesia, se distingue bien en relación con losrestantes aspectos de la misión eclesial, pero dentro siempre de unadinámica unitaria más amplia que no puede prescindir de ninguno.En efecto, la pastoral de la Palabra es necesaria «para que los hom-

 bres puedan llegar a la liturgia.. . llam ados a la conversión y a la fe»(SC 9). Por otra parte, «la liturgia misma impulsa a los fieles a que,“saciados con los sacramentos pascuales”, sean “concordes en la

 p iedad” ; ruega a D ios que “conserven en su v ida lo que recib ieron

2 Cf. Ju a n   P a b l o  II, Exhort postsinodal Christifideles laici, de 30-XII-1988 (Typis Polyglottis Vaticanis 1988), n 23

3 Cf. F l o r i s t a n , C., Teología práctica  op. cit., 223-226

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C.30 La pastoral litúrgica 349

en la fe”, y la reno vac ión de la alianz a del S eñor con los hom bres enla eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridadde Cristo» (SC 10).

La pastoral litúrgica ha de tener en cuenta que la liturgia es«cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiem-

 po, la fuente de donde d im ana toda su fuerza» (SC 10; cf. SC 11).Pero, al mismo tiempo, ha de estar orientada a la formación de unaauténtica com unidad cristiana (cf. PO 6).

II. NATURALEZA Y CARACTERISTICAS DE LA PASTORALLITURGICA

La pastoral l i túrgica surgió como tendencia dentro del movi-m iento l itúrgico cuand o san Pío X recordó — en 1903— que la par-ticipación de los fieles en la liturgia es la fuente primera e indispen-sab le del esp íritu cristiano 4. El Co ncilio V atican o II asum ió esteideal (cf. SC 14), para hacer de él el principal objetivo de la reformalitúrgica (cf. SC 11; 14; 19; 21, etc.). Terminada ésta y una vez pro-mulgados los libros litúrgicos, subsiste el mismo objetivo en la tarea

 perm anente de conducir a los fie les hacia una v ivencia cada d ía m ás

 profunda de lo que cele bran 5.

1. El co ncepto

El concepto de pastoral l itúrgica depend e, en todo caso, del con-cepto de liturgia y del concepto de celebración 6. Por pastoral litúr-gica se puede entender, en sentido amplio, la acción «atenta a todoaquello que en la existencia cristiana y en la actividad de la Iglesia

emerge como expresión ri tualizada de la dignidad y función sacer-dotal para favorecerlo e interpretarlo desde la fe» 1.  En un sentidomás concreto, pastoral litúrgica es la acción tendente a que el pueblo participe «activa y conscien tem ente en la celebración del culto de

4 Cf supra,  nn 15-20 del cap I, Junomann, J A , «La pastoral litúrgica como clave de la historia de la liturgia», en Herencia litúrgica y actualidad pastoral  (San Sebastián 1961), 450-471

5 En esto consiste la «renovación litúrgica», cf Ju a n   P a b l o II, Carta Apostólica 

en elXXV aniversario de la Constitución «Sacrosanctum Concihum» sobre la Sagrada   Liturgia, de4-XII-1988 (Typis Polyglottis Vaticanis 1988), nn lOy 14, también T r i a c  

ca, A M , «Riforma litúrgica e nnnovamento litúrgico», en Liturgia  174/175 (1974), 481-484

6 Cf S a r t o r e , D , «Concetto di pastorale litúrgica Riflessione epistemológica a partiré dal dibattito contemporáneo», en RL 79 (1992), 9-24

7 D e l l a   T o r r e , L , art cit., 1589

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350  P. V. La vivencia del misterio

m odo que ha lle en la fuente m ism a el verda dero espíritu cristiano» 8;y también «la ciencia y el arte de convertir los signos del culto cris-t iano en lo más comunicativos posible», para favorecer la partici- pación 9.

 N o obstante , com o se ha insinuado, el verdadero concepto de

 pastoral li túrg ica depende ín tim am ente de la naturaleza de la liturgiaen cuanto exp resión sim bólica y ritual, que actualiza y hace presentela obra de la salvación de Cristo: «Pastoral litúrgica es la acción

 pastoral rea lizada po r el pueblo de D ios p ara edificar el cuerpo deCristo mediante las acciones eclesiales del culto crist iano, teniendoen cuenta la situación real de los hombres» 10. La liturgia requiere elejercicio de una p astoral y es ella mism a acción pastoral .

En suma, la pastoral litúrgica está al servicio de los fines de la

li turgia. Por eso se puede decir también que la l i turgia pertenece alser de la Iglesia, mientras que la pastoral litúrgica está en el ordendel obrar, es decir, en la línea de todo aquello que contribuye alcrecim iento del cuerpo de Cristo (cf. SC 11; 4243; 61) n .

2 . Las notas

La pastoral l itúrgica presen ta algunas característ icas p ropias, te-niendo en cuenta el puesto que le corresponde en el conjunto de lamisión de la Iglesia:

a)  No es directam ente m isionera, aunqu e deb a estar impreg na-da de un talante evangelizador. En efecto, la acción evangelizadoray la acción pastoral litúrgica no sólo no se oponen, sino que se im-

 plican m utuam ente 12. La pastoral litúrg ica está o rientada hacia losfieles, para incorporar más plenamente a Cristo a los que han creídoy alimentar su vida de fe con los sacramentos (cf. SC 9; 59).

b)   La pastoral litúrgica está orientad a a la form ación integraldel ser cristiano , segú n la m ed ida de C risto (cf. E f 4,13; C ol 1,9), enanalogía con la vida humana. En este sentido ha de cuidar especial-mente los elementos más directamente mistagógicos de la l i turgia y prestar la debida atención a la in iciación litúrgica.

8 R o g u e t , A. M., «La pastoral litúrgica», en M a r t i m o r t  (2.ded. de 1967), 267-282, aquí 268.

9 G e l i n e a u 1, 36-51, aquí 47.10 F l o r i s t á n , C-, «Pastoral litúrgica», en Teología práctica, op. cit., 479-501 

(Bibl.), p. 487.11 Cf. L l a b r e s , P., «La pastoral litúrgica en el corazón de la misión de la Iglesia», 

en Ph  181 (1991), 11-22; O ñ a t ib i a , I., «Nuevas perspectivas de la pastoral litúrgica», en ib.  179 (1990), 375-395; T e n a , P., «La pastoral litúrgica del Vaticano II a nuestros  días», en Ph 178 (1990), 273-288, etc.

12 De esta problemática se ha hablado en el capítulo XXVIII.

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C.30. La pastoral litúrgica   351

c) El objetivo inmediato de la pastoral litúrgica es la participa-ción de los fieles. Por eso ha de procurar instruir, educar y conducir

 progresivam ente y por todos lo s m edios a lo s fieles hac ia esa parti-cipación consciente, activa y fructuosa a la que tienen derecho envirtud de su bautismo (cf. SC 14; 19). En este sentido, la pastoral

litúrgica ha de dirigirse a la totalidad de los fieles, y no solamente aun grupo más o menos selecto.

En definitiva, la pastoral litúrgica es una praxis eclesial que re-quiere también unos conocimientos, una ciencia teórica y práctica,

 basada en la teología li túrg ica y en la aportación de las ciencias hu-manas que contribuyen a enriquecer la celebración 13.

III. LOS AGENTES Y LOS ORGANISMOS DE LA PASTORALLITURGICA

El sujeto de la liturgia es siempre la Iglesia, cuerpo de Cristo,manifestada en la asamblea celebrante (cf. SC 26; 41; 42, etc.) ,4.Por este motivo los actuales libros litúrgicos, en sus  p ra eno tan da   uobservaciones generales previas, antes de hablar de los diferentesministerios en la celebración, incluidos los que proceden del ordensagrado, se refieren siempre al papel de la comunidad cristiana.

1. Las personas

La pastoral litúrgica, como se ha dicho antes, afecta de algunamanera a todos los miembros del pueblo de Dios, ministros y sim-

 p les fieles, a cada uno según la d iv ersidad de orden y de oficio (cf.SC 28). Ahora bien, como ya se ha indicado también, la pastoral

litúrgica es tarea que corresponde principalmente a aquellos que, envirtud de la sagrada ordenación, o por insti tución o por encargo es-table u ocasional, han sido l lamados a desempeñar los diversos mi-nisterios y oficios en la liturgia.

En este sentido se puede hablar de agentes de pastoral litúrgica,como se habla de agentes de otros campos de la misión pastoral.Pero teniendo en cuenta siempre el carácter de diakonía  y de koino-  nía   que vincula todo servicio a la totalidad de la Iglesia, sujeto últi-mo de cualquier tarea eclesial. La pastoral litúrgica compete, en pri-mer término, a los ministros ordenados, es decir, a los pastores, y ensegundo lugar a todos aquellos, laicos y religiosos, que trabajan en

13 Cf. Ci e r c ' k , P. d e , «La participación en la liturgia: la aportación de las ciencias  humanas», en Ph  179 (1990), 361-374.

14 Este es el tema del cap. VIII.

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352  P. V La vivencia del misterio

este cam po co ncreto. Co n la pastoral l itúrgica colaboran tam bién loscatequistas y todos los que se dedican a la educación en la fe, dadala íntima relación entre catequ esis y l iturgia. Lo m ismo pued e d ecir-se de los artistas y de los músicos que ponen su arte al servicio de laliturgia (cf. SC 121; 127).

2. Las instituciones y los organismos

La pastoral litúrgica se desarrolla ante todo en el ámbito de laIglesia local y particular, aunque a nivel de la regulación de la litur-gia , del estudio, programación, coordinación y servicios exis tanotras instancias u organismos. Los Institutos Superiores de Liturgia

y otros centros de formación en este campo significan también unanotable con tribuc ión a la pastoral l i túrgica, especialmente en el ám-

 b ito de la fo rm ación de lo s responsables y de lo s agentes pasto -rales ,5.

A hora bien, un a cosa es la acción pastoral l i túrgica y otra la com - petencia en la regu lación de lo s aspectos norm ativos de la li turgia.Esta función, en la l i turgia romana, corresponde a la Sede Apostóli-ca y, en la medida en que determina el Derecho, al obispo y a las

Co nferencias E piscopales (cf. SC 22; CD C, c.838). El Papa, la Co n-gregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,la Conferencia Episcopal y el obispo diocesano no sólo intervienenen la pastoral l i túrgica m ediante actos jurídicos , sino tam bién ejer-ciendo un magisterio que orienta y señala cauces para el fomento yla renovación de la acción pastoral en el campo de la liturgia.

1. En el seno de las C onfere ncias Ep iscopales se enc uentran lasComisiones Episcopales de Liturgia, que actúan en nombre de todala C onferencia tanto para ejecutar disposiciones com o para propon eracciones concretas. V inculados a dichas Co m isiones están los Secre-tariados o D epartam entos de Liturgia (cf. SC 44), com o órgan os eje-cutivos de las Comisiones y que realizan también una tarea de coor-dinación y de animación a nivel de todo el territorio de la Conferen-cia Episcopal 16. En algunas regiones existen, además, comisionesinterdiocesanas de l i turgia dependendientes de los obispos de una

 prov incia ec lesiástica o de algunas d iócesis con una lengua com ún ocon una con figuración so ciopastoral similar.

15 Cf  Not  2 1 8 ( 1 9 8 4 ) , 5 3 2 5 7 1, y N o e , V , «La función de los Institutos litúrgicos», en  Ph  1 5 7 ( 1 9 8 7 ) , 1 9 3 8 Lo mismo cabe decir de las Asociaciones de Profesores de Liturgia, centros, publicaciones periódicas, etc c f  Not  2 8 6 ( 1 9 9 0 ) , 2 5 0 2 8 7

16 En España fue creada en 1 9 6 5 la Comisión Episcopal de Liturgia, ademas del Secretariado Nacional de Liturgia cf L ó p e z   M a r t i n , J , XXV años en el Secretariado 

 Nacional de Liturgia,  en PastL  2 0 1 ( 1 9 9 1 ) 2 7 4 0

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C 30 La pastoral litúrgica   353

2.  A n ivel diocesano   la pastoral litúrgica es moderada por elobispo, como cualquier otra acción pastorall7, el cual suele servirsede un delegado episcopal o diocesano, o de una Comisión diocesanade Liturgia, Música y Arte Sacro (cf. SC 4546). Las tareas que sue-len desempeñar las delegaciones y comisiones de pastoral l i túrgica

son de formación e información, consulta y animación, programa-ción y revisión, etc. 18.

3. En la parroqu ia,  como comunidad local (cf. SC 42; LG 26;CD 30), la acción pastoral l itúrgica correspond e al párroco en primerlugar y bajo la autoridad del obispo diocesano ,9. Aunque existan dehecho otras comunidades más reducidas o con otras característ icas,la parroquia sigue siendo el espacio matriz de la vida cristiana20.

3. El equipo de animación litúrgica

En orden a una mayor eficacia pastoral , la parroquia y otras co-munidades deben contar con un equipo l i túrgico o de animación l i túrgica   21. Aunque no es nombrado expresamente, el equipo litúrgi-co está contemplado por la l i turgia actual: «La preparación efectivade cada celebración l i túrgica hágase con ánim o conco rde entre todos 

aqu ellos a q uienes atañe,  tanto en lo que toc a al rito com o al aspe cto pastoral y m usical, bajo la d irección del rec tor de la Iglesia, y oído  tam bién el pa rece r de los f ie le s   en lo que a ellos directamente lesatañe» (OGMR 73; cf. 313).

17 Cf CDC, c 381, etc , S C pro Episcopis,  Directorium de pastorah ministerio episcoporum (Typis Polyglottis Vaticanis 1973), n n 75-91, y L l a b r e s , P , «El Obispo y la Iglesia particular en el Ceremonial de los Obispos», en  Ph  162 (1987), 457-468, S a n c h o , J , «El Obispo, maestro de liturgia según el CaeremonialeEpistoporum», en 

VV AA , Cum vobis et pro vobis (Valencia 1991), 349-363, «Cuadernos Phase» 53 (Barcelona 1994)18 Cf V e l a d o , B , Función  y  posibilidades de las delegaciones diocesanas de 

liturgia,  en PastL  107/109 (1979), 17-46, y Not   160 (1979), 655-657,  Ph 49 (1969), 2-54

19 Cf CDC, c 519, 528, § 2 Lo mismo cabe decir del rector de una iglesia en su ámbito respectivo cf ib , c 556

20 Cf P a r s , P ,  La renovación de la parroquia por medio de la liturgia  (Bilbao 1957), Secretaría, Congreso «Parroquia evangehzadora»  (Madrid 1989), espec 299ss, y F l o r i s t a n , C , Para comprender la parroquia (Estella-Navarra 1994)

21 Cf S N de Liturgia, El equipo de animación litúrgica  Directorio liturgico-pas- toral (Madrid 1989), y M o n t e r o , P , Animar la celebración (Madrid 1990)

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354  P V. La vivencia del misterio

IV. EL AMBITO ESPECIFICO DE LA PASTORAL LITURGICA

Sin pretender recog er todas las actividades y tareas p ropias de la pastoral litúrgica, entre la s que se encuen tran la s de tipo general,como la catequesis y la formación litúrgica, los principales campos

a los que se dedica son los siguientes:

1. La pastoral de los sacramentos y sacramentales 22

1. La  In iciación cristia na,  en particular el catecum enad o de losadultos, el bautismo de los niños, la confirm ación y la prim era euca-ristía. En este cam po se man ifiesta con toda su agu deza la problem á-

tica de la fe en relación con la celebración de los sacramentos: pa-dres de los niños que van a ser bautizados, niños no bautizados enedad escolar, la edad de la con firm ación y la preparación de ésta, lacelebración de las primeras comuniones, losneocatecumenados deadultos en proceso de redescubrim iento o asunción de la f e 23.

2. La asamblea eucarística,  sobre todo dominical y festiva, pe-ro sin olvidar a las comunidades que la celebran a diario 24. Junto aesta finalidad se encuentra también la renovación del culto eucarísti-co fuera de la M is a 25.

3. La  P enitencia   comprende la atención al pecado —predica-ción y m edios para la conversión— , la celebración del sa cramentode la reconciliación, las celebraciones penitenciales y los t iem po s de p e n iten c ia26. Un capítu lo im portante de la pastoral de este sacra-mento afecta también a su relación con la eucaristía27.

22 Veanse los cap XVI y XVII No obstante, cf. I n j e s t a , A , «La celebración y la pastoral de los sacramentos después del concilio», en  Ph  100 (1977), 317-338, y  Ph 

201/202(1994)21 Cf C E de Liturgia, «La Iniciación cristiana de los niños no bautizados en edad escolar», en  PastL  211 (1992), 36-45, F a r n e s , P , «Nuevas reflexiones en tomo al significado y a la edad de la Confirmación», en OrH  22 (1991), 219-236, F r a n q u e s a ,

A , El gran sacramento de la Iniciación cristiana Ph  177 (1990) 185-209, S N de Liturgia, La Iniciación cristiana hoy liturgia y catequesis (Madrid 1989), V e l a , J A ,  

 Reimciación cristiana Respuesta a un bautismo sociológico (Estella 1986), V e r n e t t e ,

J B o u r c i E o i s , H , Perspectivas neocatecumenales (Madrid 1980), etc24 Vease el cap. XV, especialmente el punto 4 También cf V e l a d o , B , Vivamos 

la santa Misa  (BAC popular 75, Madrid 1986), etc Conc  172 (1982),  PastL  97/99(1978), Ph  183 (1991), etc

25 Cf supra, n 33 del cap XV, ademas B a b u r e s , J , «La adoración eucarística», en OrH  24 (1993) 247-253, Ph  135 (1983), RL 67/1 (1980), etc

26 Cf supra,  nn 18 y 20 del cap XVI, y C a n a r d o R a m í re z , S ,  Los Obispos españoles ante el sacramento de la Penitencia (1966-1991) Principales cuestiones teológicas y pastorales (Salamanca 1993), etc

27 Cf B l a n c h e t t e , Cl.,  Pémtence et eucharistie Dossier d'une question contro- verse^Montreal-Pans 1989)

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C 30 La pastoral litúrgica   355

4. La  p a sto ra l de l M atrim onio y de la fa m ilia   afecta ante todoa la preparación de la celebración l i túrgica, pero contempla tambiénla espiritualidad con)oigal y familiar basada en el sacramento y losaniversarios del matrimonio 28, así como la oración y la liturgia do-méstica 29.

5. Los  sacram entos de los en ferm os , y no sólo la Unción, conlas características de la pastoral sanitaria en los grandes hospitales yla atención a la tercera e d a d 30.

6. La celebración cristiana de la mu erte en las exeq uias, el ani-versar io , las conmemoraciones y , en genera l , e l cu l to a los d i -funtos 31.

2. La pastoral de los tiempos litúrgicos

1. El dom ingo y e l año l itúrgico  requieren un a atención no sóloa los aspectos catequéticos de su significado, sino también una ac-ción enca m inada a la celebración fructuosa del día del Señor, de lassolem nidades y fiestas y de los distintos t iem po s con los que la Igle-

sia instruye a los fieles (cf SC 105) 32.2. La p a s to ra l de la liturgia de la s horas   consiste, ante todo, en

la incorporación efectiva de los fieles a esta plegaria de la Iglesia, pero sin o lv idar la p reparación y la v ivencia por parte de quienes latienen confiada en virtud de la ordenación o de la consagración reli-giosa 33.

28 Cf supra, nn 26 y 27 del cap XVI, A z n \ r , F , La preparación pastoral para la celebración del sacramento del Matrimonio en la legislación particular española 

 postconcihar( Zaragora 1981), B r a n d o l i n i , L , «La pastorale del Matrimonio», en Not  288 (1990), 357-364, y LMD 127 (1976), Ph 86 (1975), RL 55/3 (1968), 64/2 (1977), 70/2 (1983), RivPL 18/5 (1980), etc

29 Cf M o s e r , L , Celebraciones litúrgicas en familia (Santander 1972), S a r t o r e ,

D , Familia , en NDL, 826-840, y RL 70/2 (1983),  RivPL  18/5 (1980). etc30 Cf supra,  n 21 del cap XVI, O ñ a t ib i a , I , «La unción de los enfermos Condi

ciones de una renovación sacramental», en Conc  119 (1976) 437-445, «Cuadernos Phase 16 (Barcelona 1990), etc

31 Cf supra nn 27-35 del cap XVII, R o u i l l a r d , Ph , «Les liturgies de la mort», en  Not  12(1976), 98-114,139 -152 , y Conc 94 (1974), Ph  57 (1970), 76 (1973), RL 66/2

(1979), etc32 Cf supra, nn 25 y 26 del cap XVIII y nn 26-29 del cap XIX, L ó p ez M a r t i n , J , 

 El domingo, fiesta de los cristianos  (BAC popular 98, Madrid 1992), 165-214 Páralos tiempos litúrgicos y la solemnidades y fiestas veanse los capítulos XX-XXIV

33 Cf supra, apartado D del punto 4 del cap XXV, Bern al, J M, «La celebración de la Liturgia de las Horas Su pedagogía», en Ph  130 (1982), 285-304, L ó p ez M a r t in ,

J , La oración de las Horas Historia, teología y pastoral  (Salamanca 1984), 235-245, etcétera

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356  P V La vivencia del misterio

3. La pastoral de los ejercicios piadosos del pueblo cristiano

Afecta a los actos de piedad o devociones, de tipo individual,fam iliar o com unitario, especialm ente a los que han sido recom end a-dos por la Iglesia (cf SC 13; 60; 105; 111)34.

V EL DERECHO LITURGICO, AL SERVICIO DE LA PASTORALLITURGICA

Las normas y las orientaciones de los actuales libros litúrgicos ylas rúbricas que regulan el desarrollo de las celebracione s t ienen unafinalidad esencialmente pastoral, al servicio de los fines de la li-

turgia.

1. Noción

Por derecho litúrgico se entiende el conjunto de leyes que han deobservarse en las celebraciones l i túrgicas, o también el complejonormativo que regula la función santificadora y cultual de la Igle-

sia 35. Dentro del derecho general de la Iglesia, las leyes litúrgicastienen una fisonomía particular, ya que se encuentran en los libroslitúrgicos, tanto en los p raen o ta nda  com o en las rúbricas, y en diver-sos documentos de la autoridad competente 36. El Código de Derecho Canónico   reconoce la existencia de la normativa l i túrgica confuerza de ley, aunque no esté recogida en la ordenación canónica:«El Código, ordinariamente, no determina los ri tos que han de ob-servarse en la celebración de las acciones litúrgicas; por tanto, lasleyes l i túrgicas vigentes hasta ahora conservan su fuerza, salvocuando alguna de ellas sea contraria a los cánones del Código»(CDC, c.2) *7.

La normativa l i túrgica expresa muchas veces las exigencias delderecho divino, especialmente cuando se refiere a la eucarist ía y a

34 Véase el apartado 4 del cap XXIX35 A Cuva, Derecho litúrgico, en NDL, 548-562, aquí 549, cf Burki, B , «Liturgie 

et droit ecclésiastique», en QL 64 (1983), 5-7, CIVIL, R , «La liturgia e le sue leggi»,  

en Anamnesis  1, 181-207, M a r t i m o r t , 137-153, R i g h e t t i 1,35-5136 Véanse las ediciones de K a c z y n s k i , R , Enchiridion documentorum instauratio- ms hturgicae,  1-3 (Roma 1976ss), P a r d o , A ,  Enchiridion Documentación litúrgica 

 posconcihar(  Barcelona 1992)37 Además esta el Libro IV del CDC (c 834-1253) cf M a n z a n a r e s , J , «Principios 

informadores del nuevo derecho sacramental», en VV AA , XVIII Semana Española de Derecho Canónico (Salamanca 1984), 235-252, Id , et AA AA , «Función de santificar», en Nuevo Derecho parroquial  (BAC 501, Madrid 1983), 111-571, y  ScCatt  112 (1984), Ph  141/142 (1984), RL 71/2 (1984), etc

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C 30 La pastoral litúrgica 357

los sacramentos. La fidelidad a las disposiciones litúrgicas es reque-rida por la naturaleza m isma de su objeto, que son las celebracionesde la Iglesia, acciones que nunca son privadas, sino que pertenecenal entero cuerpo eclesial (cf. SC 26).

2. A utorid ad litúrg ica

Aunque ya ha s ido mencionada, conviene precisar dónde radicala autoridad sobre la liturgia de la Iglesia38. El Concilio Vaticano IIestableció los principios, recogidos y sistematizados en el c.838 y enotros cánones del CDC, de manera que se puso fin al uniformismoque había regido la liturgia en los últimos cuatro siglos de la historia

de la Iglesia, y se abrió el camino a una legítima variedad dentro dela unidad.Los cambios más significativos se refieren al papel del obispo

diocesano y al de las Conferencias Episcopales. El obispo tiene eldeber de moderar, promover y custodiar toda la vida l i túrgica de laIglesia que le ha sido confiada 39. Las Conferencias Episcopales, se-gún el CDC, c.838, § 3, y los actuales libros litúrgicos tienen com- petencias en la s traducciones y adaptaciones de lo s rito s, en la pub li-cación de ri tua les particulares 40 y en la in cu ltura ció n de la l i-turgia 41.

La Santa Sede t iene autoridad respecto de la ordenación de laliturgia en la Iglesia universal y, particularmente, dentro del RitoRomano, publicando las ediciones típicas de los libros litúrgicos yaprobando las traducciones en las lenguas vernáculas (cf. CDC,c.838, § 2; cf SC 36, § 3) y otros actos de las Conferencias Episco-

 pales.

38 Cf C a s t e l l a n o , J , «Autontá e ruoli ín materia litúrgica», en G o f f i, T - P i a ñ a , 

G (dir ), Liturgia  («Corso di Morale» 5, Brescia 1986), 379-40639 Cf CDC, c 835, § 1, § 4, 387-390, 392, § 2, etc , G y , P M «La responsabilité 

des évéques par rapport au droit liturgique», en LMD 112(1972), 9-24, c f supra  n 1740 Cf CDC, c 838, § 3, SC 22,2, SC 38, 63b, 77, 110, 119, 120 y 128, ínstr ínter  

Oetumenia, de 26-1X-1964, nn 23-31, en AAS 56 (1964), 882-884, cf M a n z a n a r e s , 

J ,  Liturgia y descentralización en el Concilio Vaticano II   (Roma 1970) Sobre la aplicación concreta cf supra,  n 8 del cap XVI

41 Cf C para el Culto Divino,  La Liturgia Romana y la inculturación IV Instrucción para aplicar debidamente la Constitución conciliar «SC» (nn 37-40)   (Typis 

Polyglottis Vaticanis 1994), nn 32 y 65-69

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358  P V La vivencia del misterio

3. E l esp íritu del actua l de rech o litúrg ico

Los actuales libros litúrgicos, de acuerdo con las prescripcionesdel Concilio Vaticano II, t ienen siempre en cuenta la participaciónde los fíeles (cf. SC 31). P or tanto, no bas ta con aseg urar todo lo que

es necesario para la validez y la licitud de los actos sacramentales,sino que ha de favo recerse la participación consciente, activa, inter-na y fructuosa de los fíeles (cf. SC 11; 33; 59). Por este motivo lasorientaciones gen erales —  p ra eno ta n d a — y la s rúbricas de los ac tua-les libros litúrgicos contienen unas buenas dosis de teología, de es-

 p iritualidad, de pastoral y, en defin itiva, de m istagogia. T odo ello sinmerma del carácter vinculante y obligatorio, especialmente cuandose trata de normas esenciales que afectan a los ritos y a la estructura

de los sacramentos.Junto a esta característica de las normas litúrgicas, se puede apre-

ciar también la voluntad de favorecer al máximo una sana creativi-dad y la adaptación a los diversos grupo s, regiones y pueb los (cf. SC38), y aun a las condiciones de los fíeles, según la diversidad deórdenes, funciones y participación (cf. SC 26; 34, etc.). Ahora bien,realizar esta adaptación c orrespond e tan sólo a la autoridad ec lesiás-tica competente (cf. SC 39; 63b, etc.), no a los simples ministros, de

manera que «nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie co-sa algu na po r iniciativa prop ia en la liturgia» (SC 22, § 3; CDC ,c.846, § l ) 42.

 N o obstante, en todos lo s libros litúrg icos se establecen aquelloselem entos que se dejan a la elección y al buen s entido pastoral de losministros: formas de realizar un rito, lecturas, cantos u otros textos.Generalmente, en una misma acción l i túrgica, se ofrece la posibil i-dad de elegir entre varias fórmulas —  p r o opportunita te , laudabili- ter, ad libitum, de more,  etc.— o de decirlo con otras o semejantes

 palabras —  sic vel s im ilibus verbis — 43. En algunas circunstancias la posibilidad de adaptación por parte del m inistro es m a y o r 44.

42 Cf C para el Clero,  Directorio p ara el ministerio y la vida de los presb íteros (Typis Polyglottis Vaticanis 1994), nn 49, 52 y 64

43 Cf. OGMR 313, cf A B , «Glossae  Pro opportun itate», en Not   106/107(1975), 196-201.

44 En las misas para grupos particulares* c f Instr. Actio pastorahs,  de 15-V-1969, en AAS 61 (1969), 806-811, y en las misas con niños, cf  Directorio p ara las misas 

con niños, de 1-XI-1973* AAS 66 (1974), 30-46.

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APENDICE

V O C A B U L A R I O L I T U R G I C O   *

Abad y abadesa (abba,  padre) supe

rior o supenora del monasterio (cf. CE 667 y 694), véase  Ritual de la  Bendición del Abad   v de la Abadesa)

Ablución: gesto de lavar una parte del cuerpo en el Bautismo 

Absolución: palabras de la fórmula y gesto (imposición de manos) del perdón de los pecados en el sacramento de la Penitencia 

Acheropita (a-cheiro-poiété,  no hecho 

a mano), se dice de algunos iconos Acetre: recipiente que contiene el agua 

bendita para la aspersión,  se completa con el aspersorio 

Aclamación: fórmula exclamativa de participación (ej. amén, aleluya, hosanna, Gloria a ti, Señor, etc , cf CE116).

Acólito: ministerio instituido o confiado, de manera estable o temporal, al 

servicio del altar (cf. CE 28, 808, CDC c 230,  Rito de la Institución del   Acólito, y bendición para los acólitos en el  Bendicional).

Acróstico: frase compuesta por las primeras letras de unas palabras (ej. 

 Ichthys  —pez— en gnego significa: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador; era un símbolo paleocnstiano).

Acta: documento que se levanta en la ordenación del obispo (cf CE 573), en la dedicación de una iglesia (cf. CE 877), etc 

Actitudes corporales: gestos litúrgicos de los fieles de pie, de rodillas, sentados, etc. (cf OGMR 20-21): véase cap. XII 

Acto penitencial: nto inicial de la Misa, como preparación de todos los presentes (cf OGMR 29), y en las Completas  (cf. OGLH 86)

Ad accedentes: canto de la comunión en el Rito Hispano-Mozárabe 

Ad complendum: oración final de la Misa en el  Sacramentarlo Gregoriano  y en el Rito Hispano-Mozárabe. 

Addai y Mari: título de una anáfora si- ro-antioquena (s m)

Admisión, rito de  celebración de entrada entre los candidatos al diacona- do y presbiterado (cf CE 479ss, véase RO)

Adoración (proskynésis  — postra

ción—, latría)  acto de culto reservado a Dios, y uno de los fines del culto a la Eucaristía fuera de la Misa, se  expresa con el gesto de la  genufle

 xión  (cf CE 69)Adviento (adventos,  venida), tiempo 

litúrgico de preparación de la  Navidad   (cf NUALC 39-42, CE 227ss). 

Agape (amor), comida fraterna que enmarcó o precedió a la Eucaristía en 

los primeros tiemp os (cf. 1 Cor 11,17-34)Agnus Dei (Cordero de Dios) canto de 

la fracción del Pan (cf OGMR 56 e) Agua: elemento natural para el Bautis

mo, para recordar este sacramento (nto de la aspersión)  y para realizar numerosos sacramentales, hay un rito de bendición del agua  en el Bautismo, y una bendición fuera de este sacramento 

Akáthistos (no sentado)* célebre poema mariano de la Liturgia Bizantina (s v).

Alba: túnica o vestido común a todos los ministros, de color blanco (cf  OGMR 298, CE 65)

Alegoría: metáfora o figura literaria que añade un significado puramente ideal a una realidad; se refiere también al método de interpretación de

* Para las siglas véanse Siglas y abreviaturas   3. Otras siglas

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360 Vocabulario litúrgico

la Biblia y de la liturgia, basado en dicha figura Su abuso da lugar al alegonsmo 

Aleluya (alabad a Yahveh) aclamación usada en vanos momentos, especialmente en la procesión deí  

Evangelio, excepto en el tiempo de CuaresmaAlocución: homilías mistagogicas o 

exhortaciones a los candidatos en la celebración de algunos sacramentos y sacramentales 

Altar: mesa eucarística, que simboliza también el ara del Sacrificio y la piedra angular que es Cristo (cf OGMR  259ss, CE 918ss, RDIA, CDC, c 1235-1237)

Ambón (anabainein  subir) lugar litúrgico para la proclamación de la Palabra de Dios (cf OGMR 272, CE 51)

Amen (asi es) aclam ación aramea conservada en el N T (c f 2 Cor 1,20) y usada para la conclusión de las oraciones por la asamblea 

Amito (amicire  revestir) lienzo que se pone sobre el cuello y la espalda bajo 

el alba (c f OGMR 8 Id, 298, CE 61) Anáfora (anaphora  ofrecimiento) 

plegaria eucarística oriental Anamnesis (conmemoración, memo

rial)  categoría bíblica unida a la Eucaristía (c f 1 Cor 11,24-25), parte de la plegaria eucarística, a continuación de la institución, que evoca los misterios de Cristo y contiene la ofrenda del Sacrificio (cf OGMR  

55e)Anástasis (resurrección) lugar del santo sepulcro en Jerusalen 

Animación litúrgica: se denomina asi la función de preparar las celebracio nes y procurar, durante su realización, que los fieles participen vivamente, de manera interna y externa, es conveniente disponer de un equipo de animación l i túrgica (cf   OGMR 313)

Angelus: plegaria manana compuesta de textos bíblicos (antífonas del Oficio de la Stma Virgen), en memona de la Encamación (cf Pablo VI,  Ma riahs cultus 4 1)

Anillo: símbolo de la alianza matrimonial (cf RM, CE 601), insignia epis

copal (cf RO, CE 58) y abacial (cf  CE 678), de la vida religiosa (cf CE 734 y 784)

Aniversario: conmemoración anual de la dedicación de la iglesia  (cf CE 45, 878), de la ordenación del obispo  

(cf CE 1167), de la muerte de un difunto (cf CE 395), etc Antífona (antiphon  voz opuesta) tex

to breve que acompaña a los salmos y les da sentido litúrgico y modo musical (cf OGLH 113 120) 

Antifonario o antifonal   libro litúrgico que contiene las antífonas de la Liturgia de las Horas 

Antimensio: paño de lino o seda seme jante a los corporales, con reliquias en un extremo, usado en la Liturgia Bizantina

Antipendio (colgar delante) frontal de altar o paño precioso colgado delante 

Año jubilar: año santo de perdón y de gracia, inspirado en Lev 25,8-17, que se celebraba cada 50 años desde el año 1300 y que posteriormente se fi 

 jo cada 25, existen otros jubileos extraordinarios y de carácter local 

Año litúrgico: el sagrado recuerdo que la Iglesia hace del misterio de Cristo en el «circulo anual» (cf SC 102, NUALC 1)

Apologías: oraciones privadas de los ministros introducidas en la Misa du rante la Edad Media c f cap XV  

Apóstol: denominación de la lectura del Nuevo Testamento, antes del Evangelio, en numerosas liturgias 

Ara: se llamaba asi la piedra del altar  portátilArcan o (disciplina del) prohibición de 

la Iglesia antigua de hablar de los sacramentos y de la liturgia ante los no cristianos

Arras del Matrimonio: 13 monedas que el esposo entrega a la esposa después de la imposición de los anillos, en el rito del Matrimonio (cf  

 Ritual del Matrimonio)

Asamblea: comunidad reunida para la liturgia, signo de la presencia del Señor (cf Mt 18,20) y manifestación de la Iglesia (c f SC 41-42) vease cap VIII

Aspersión (aspergeré   rociar) rito de purificación (cf Sal 50,9) o de re-

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Vocabulario litúrgico 361

cuerdo del Bautismo sobre el pueblo, o sobre el difunto (exequias),  y en numerosas bendiciones sobre lugares y objetos (cf  Bendicional)  

Aspersorio: instrumento provisto de una cabeza hueca y agujereada para 

la aspersión   complemento del acetreAtril: mueble para sostener el  Misal  en 

el altar Ayuno: gesto de abstenerse de tomar 

alimentos en señal de penitencia, o como participación en la pasión del Señor (cf SC 110, CDC c 1252), o  como preparación para recibir la Eucaristía (cf CDC c 919)

Azimo: pan no fermentado, para la Eu

caristía (cf OGMR 282-283, CDC c 926)

Báculo: insignia episcopal, símbolo de la solicitud pastoral (c f RO CE 57, 59, 588), y abacial (cf CE 677) 

Baldaquino: dosel apoyado en columnas o suspendido del techo que enmarca y cubre el altar, ya no se usa sobre la cátedra (cf CE 47)

Basílica: iglesia mayor caracterizada por su antigüedad, magnificencia o prerrogativas Se llama también asi al modelo de edificio eclesial creado después de la paz de Constantino  (a 313)

Bautismo: el primer sacramento de la Iniciación crist iana (cf RICA, RBN) vease cap XVI 

Bautisterio: lugar litúrgico para la ce

lebración del Bautismo, donde están la fuente bautismal, los oleos y el cirio pascual (cf RICA, RBN, CE 995)

Beatificación: rito por el cual un siervo de Dios es elevado a los altares y se autoriza su culto publico en ciertos lugares o ámbitos 

Berna (paso) banco presbiteral que flanquea la cátedra episcopal, o zona a la entrada del iconostasio en la Li 

turgia Bizantina Bendición (eulogia)  acción de alabar a 

Dios (bendición ascendente), y todo don del Padre (bendición descendente c f Ef 1,3 6), rito de despedida del pueblo (cf OGMR 57), sacramental invocativo de la presencia y de la

protección divina sobre personas, lugares, objetos, etc (c f  Bendicional)  

Bendicional: libro litúrgico del  Ritual   Romano  (ed típica de 1984), que contiene las bendiciones 

Benedictus: canto evangélico de los 

Laudes (cf OGLH 50, Le 1,68 79) Berakah (bendición) genero eucologi co procedente de la Biblia y de la h turgia judia, que tiene continuidad en la plegaria eucarística y en otras formulas eucologicas mayores 

Beso litúrgico: gesto de veneración del altar, del Ev angeliario, etc (c f  OGMR 85, 232), gesto de paz   en diversos ritos a los neófitos  en las ordenaciones, en la profesión religiosa, en la Misa, etc 

Blandones: hachas de cera que portaban encendidas varios ministros  (blandoneros)  que se situaban, junto con el turiferario  delante del altar durante la plegaria eucarística  en las Misas solemnes 

Bolsa de los corporales  pieza cuadra da de dos hojas revestidas de tela, del color litúrgico que corresponda, 

para guardar el corporal  Bonete: birrete de vanas hechuras (de cuatro picos el modelo español), que forma parte del habito coral   y se usaba en el Oficio coral  y en las pro cesiones

Breviario: antiguo nombre de la Litur gia de las Horas, que correspondía al libro litúrgico en el que se habían reunido todos los elementos para la celebración del Oficio divino

Cabildo o capitulo   catedral o colegial colegio de sacerdotes (canónigos) al que corresponde celebrar las fruiciones litúrgicas mas solemnes en la catedral   o en la colegiata  (c f  CDC c 503, OGLH 20, 24) 

Calendario: tabla o elenco de los me ses, semanas y días litúrgicos de la celebración del misterio de Cristo y 

de la memoria de la Stma Virgen y de los Santos (cf NUALC 48ss) Junto al calendario general del Rito Romano (ed típica de 1969) existen los calendarios particulares de las Iglesias locales y de los Institutos religiosos

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362 Vocabulario litúrgico

Cáliz: vaso destinado a recibir la Sangre del Señor durante la Misa (cf  OGMR 80, 290ss, CE 984) 

Campanas: se empezaron a usar en el s vi para convocar a los fíeles y para dar diversas señales según las cele

braciones litúrgicas, son bendecidas y llevan inscripciones y dedicatorias, su uso es regulado por la liturgia (cf  CE 37, 300, 349) El campanario como construcción junto a la iglesia  data del s vm 

Campanilla: se usaba para avisar a los fíeles en algunos momentos de la Misa y en otros actos litúrgicos, por ej el Viatico 

Cancelas: cerca baja que separa el  presb iterio   de la nave  central en las iglesia antiguas 

Candelaria: nombre popular de la fiesta de la Presentación del Señor 

Candelero, candelabros  soportes destinados a sostener los cirios o  velas 

 junto al altar, o en las procesiones, la liturgia señala el numero de los que se usan en la Misa ordinaria (al menos dos) y en la estacional   siete (cf  

OGMR 79, 84, 269), gran soporte del cirio pa scual  Canon (norma)  Romano  Plegaria eu- 

canstica I de la Liturgia Romana Canonización: nto de inscripción de 

un beato en el catalogo de los santos y declaración de la universalización de su culto litúrgico y del día de su memoria

Cántico: composiciones del Antiguo y 

del Nuevo Testamento similares a los salmos, usados en Laudes y Vísperas (cf OGLH 136-138) y en las Vigilias (cf OGLH 73)

Canto: gesto y acción de participación litúrgica de gran valor religioso y estético, para responder a la Palabra divina (cf SC 33) y fomentar la unidad  y la solemnidad de la celebración (cf  SC 12ss)

Cantor: salmista  o miembro del coro o schola cantorum  es un verdadero ministerio litúrgico (cf SC 29) 

Capilla: lugar de culto destinado a una comunidad particular vease oratorio,  y espacio para la celebración, con una cierta autonomía, en el interior de una iglesia

Capitula: lectura breve de las horas del Oficio divino (cf OGLH 156- 158)

Capituhkre-capitulario   l ista de las  lecturas bíblicas, especialmente de los Evangelios, antecedente de los 

leccionanos Casulla: vestidura sacerdotal para la celebración eucarística, del color litúrgico que corresponda (cf OGMR  81, 161,298, CE 65, 534) 

Catecumenado: tiempo de instrucción catequetica y de preparación para los sacramentos de la Iniciación cristiana (c f RICA) Por analogía se llama también asi a otros periodos de preparación presacramental 

Cátedra: asiento reservado al obispo en la asamblea litúrgica, signo del magisterio y de la potestad del pastor de la Iglesia particular (cf CE 42, 47)

Catedral: iglesia en la que el obispo tiene situada la cátedra   y, por la «majestad de su construcción, es signo del templo espiritual» (CE 43) y «centro de la vida litúrgica de la dió

cesis» (CE 44)Celebración: la liturgia en cuanto ac

ción, o momento expresivo, simbólico y ritual de la evocación y actualización del misterio salvifico vease cap VI

Celebraciones dominicales en ausencia de presbítero: asambleas dominicales en los lugares donde no se puede tener la  Misa   por falta de 

sacerdote, constan de la liturgia de la Palabra y pueden comprender también la comumon  sacramental (cf  

 D irecto rio para la s celebracio nes dominicales en ausencia de presb ítero,  de 1989, CDC c 1248, § 2) 

Cementerio (koiméterion  dormitorio) lugar de enterramiento de los fíeles, bendecido como lugar sagrado, hoy se debe bendecir al menos la sepultura (cf CDC c 1240)

Ceniza: elemento natural, signo de la conversión al comienzo de la Cuaresma y recuerdo de la muerte (cf  

 Bendición de la Ceniza,  en el Misal Romano, CE 253)

Ceremonia: nto o acción exterior, formal y estereotipada, ejecutada ñor-

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Vocabulario litúrgico 363

malmente por los ministros, las cele braciones no son un aparato de cere momas (cf CE 12, 34)

Ceremonial de los Obispos: libro que describe y regula la liturgia episcopal, referencia de toda celebración li

túrgica (ed típica de 1984) Ceremoniero o  Maestro de Ceremonias  el ministro que prepara y dirige las acciones litúrgicas para que trans curran con decoro, orden y piedad (cf OGMR 69, CE 34 36)

Ciclo (Kyklos  giro) cada uno de los periodos de tiempo que se vuelve a iniciar de nuevo 

Cincuentena: vease  Pentecostés  

Cíngulo (cingere  ceñir) cordon o cinta para recoger el alba (cf OGMR 298)

Cirio pascual: vela grande de cera que representa a Cristo resucitado duran te el tiempo pascual y en la liturgia del Bautismo y de las Exequias (cf  

 pregón  de la Vigilia pascual)Cirios: vease luz Colecta (colhgere  reunir) oración  

presidencial que cierra los ritos de entrada de la Misa y expresa el sentido de la celebración (cf OGMR 32), acción de recoger las ofrendas de los fieles, reunión de la liturgia estacional 

Colores litúrgicos: tonalidades diversas de los vestidos litúrgicos según los tiempos del año litúrgico o las celebraciones blanco, rojo, verde, morado, negro y rosa (cf OGMR  

307 310) En España se usa el color azul en la solemnidad de la Inmaculada

Comentador: el ministro que explica los ritos e introduce en el sentido de las partes de una celebración con una monición  (cf OGMR 68a, CE 51) 

Comes: índices y pencopas de las lecturas bíblicas de la Misa 

Communicatio in sacris: participa

ción en las celebraciones sacramentales por ministros de distintas con fesiones esta prohibida para los ca tolicos (cf CDC 1365), otra cosa son las celebraciones de la Palabra y de la oración, participación en los sacramentos de otras confesiones la Iglesia católica permite a sus fieles acce

der, con ciertas condiciones, a los sacramentos de las Iglesias en las que estos son validos y acoger a los fíeles de otras confesiones con tal de que profesen la fe católica respecto del sacramento que quieren recibir 

(cf CDC c 844)Competentes: los que comienzan el catecumenado  propiamente dicho  (cf RICA)

Completas: ultima hora del Oficio divino (cf OGLH 84)

Cómputo eclesiástico: conjunto de cálculos necesarios para resolver los problemas relativos a las divisiones del tiempo y formar el calendario li 

turgicoComunión: convite eucaristico o rito 

de participación sacramental en la Eucaristía (c f OGMR 56) Puede hacerse con una sola especie o bajo las dos especies  (cf OGMR 240ss) 

Común de los Santos: en los libros litúrgicos los formularios para la Misa o para la Liturgia de las H oras  destinados a celebrar a los santos que no 

cuentan con textos propios en el  Pro  pío de los Santos  y agrupados según  la clasificación tradicional apostóles, mártires, pastores (antes confeso res pontífices}, vírgenes, etc 

Concelebracion: celebración eucansti- ca por vanos sacerdotes, expresión de la unidad del sacerdocio, del Sa cnñcio y del pueblo de Dios (cf  OGMR I53ss)

Concurrencia: cuando en el mismo  día hubieran de celebrarse las Vísperas del Oficio en curso y las I Vísperas del día siguiente, prevalecen las del día que ocupan lugar preferente en la tabla de días litúrgicos (cf  NUALC 61)

Confesión (exomologeo  confesar) proclamación de la fe (cf OGMR  43), y oración de alabanza a Dios y 

reconocimiento de los pecados (cf 1Jn 1,9), formula de confesión general (Yo confieso) , y acto del penitente en el sacramento de la Penitencia 

Confesonario: vease sede penitencial  Confirmación: sacramento de la dona

ción del Espíritu Santo a los bautizados (cf RC)

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364 Vocabulario litúrgico

Conmemoración: recuerdo o memorial,  en la Liturgia de las Horas, cuando un Oficio es impedido, se añade al final de Laudes y Vísperas una antífona y la oración correspondiente (cf OGLH 239b)

Conmistión (commixtio,  mezcla) deposición de un fragmento del Pan eu- carístico en el cáliz consagrado Posiblemente tuvo origen en el rito del 

 fermentum,  fragmento del Pan euca- rístico enviado por el Papa a las iglesias extramuros y que se introducía en el cáliz, como signo de comunión. 

Conopeo (chonopéíon,  tienda): velo que cubre el Sagrario, como signo de la presencia del Señor (cf.  Ritual de  la Comunión y del Culto eucaristi- c o)

Consagración: en la plegaria eucarísti- ca, el momento de la institución (cf. OGMR d), dedicación total al Señor de las vírgenes (cf  Ritual de la Consagración de vírgenes,  CE 715ss), se llamó también así la ordenación  y la dedicación de la iglesia y del altar 

Conventual,  Misa   celebración euca- rística que forma parte del Oficio cotidiano de la catedral  o de una comunidad religiosa (cf OGMR 76). 

Copón: véase píxide Coro: lugar litúrgico reservado al clero 

para el Oficio divino; y lugar del grupo de cantores o schola canto- rum, el grupo mismo de los cantores; celebración coral por los miembros de un cabildo o  de una comunidad 

religiosa.Coronación: imposición de una corona 

a una imagen de la Stma. Virgen (cf.  Ritual de la coronación de una ima gen de la Virgen,  CE 1033ss). 

Corporal o corporales  lienzo que se extiende sobre el mantel del altar para poner sobre él la patena y el cáliz  en la Misa (cf. OGMR 49; 80; 100) 

Credencia: mesita en el presbiterio pa

ra colocar lo necesario para la Misa (cf OGMR 80c, CE 129)

Credo: véase símbolo  Crisma (chrísma,  ungüento): mezcla 

de aceite y bálsamo bendecido en la Misa crismal, usado en el Bautismo, Confirmación, Ordenaciones y dedi

cación de la iglesia y del altar (cf  CE 274ss).

Crismación: gesto de la unción con el santo Crisma

Crismeras: vasito o ánfora pequeña para guardar los santos óleos  y el  

crismaCrismón: medallón que lleva escrito el monograma de Cristo con las letras alpha  y omega  (cf Ap 1,8).

Cronógrafo: calendario,  el más famoso es el de Fuño Dionisio Filócalo (a 336), que señala ya la fiesta de Navidad.

Cruz: símbolo del sacrificio pascual del Señor, que preside la celebración de la Eucaristía (cf OGMR 270, CE 1011), es adorada el Viernes Santo, es venerada en la Misa con la incensación,  etc. Se distinguen' cruz de la iglesia, del altar, procesional, arzobispal, pectoral,  etc.

Cuarenta lloras: culto eucarístico por espacio de cuarenta horas, de manera continua o discontinua en vanos  días, nacido en el s. xvi y celebrado en los días de Carnaval

Cuaresma: tiempo litúrgico de cuarenta días (cf. simbolismo bíblico) como preparación para la Pascua (cf  NUALC 27-31)

Cuartodecimanos: cristianos que en el s ii celebraban la  Pascua  el mismo día que los judíos (14 de Nisán)

Cuatro Témporas: días de ayuno  coincidiendo con las cuatro estaciones, establecidos posiblemente por el 

papa Siricio (t 398); celebradas hoy, en España, como jomada de petición y acción de gracias el día 5 de octubre (cf. NUALC 45-47, CE 381- 384)

Culto (colere,  honrar): en general son los actos internos y extemos de la religión, el culto cnstiano equivale a la liturgia de la Iglesia de Cristo.

Curso (cunus,  movimiento): sucesión armoniosa de sílabas en la métrica latina de las oraciones e himnos; y sene u ordenación de los salmos en el Oficio.

Custodia: vaso para la ostensión de la Eucaristía en la exposición,  en las 

 procesiones  y en la bendición eucaristías (cf. CE 1104-1105 y 1108).

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Vocabulario litúrgico 365

Dalmática: vestido, a modo de túnica ancha, propio del diácono (cf 81b); la lleva también el obispo bajo la casulla, en la Misa estacional   (cf CE 56)

Dedicación: rito de destinar al culto di

vino la iglesia  y el altar   (cf. RDIA, CE 916ss)Depositionis dies (día de la sepultura) 

el aniversario de la muerte o de la sepultura de los cristianos, en el caso  de los mártires y de los santos equivale al ches natahs 

Despedida (dimissio)•  rito conclusivo, unido a la bendición del pueblo (cf. OGMR 57) cuando hay un ministro ordenado, en la Iglesia antigua, la salida de los catecúmenos al término de la liturgia de la Palabra, véase 

 MisaDevotio (piedad): se refiere a la actitud 

de la voluntad para con Dios, devociones,  en plural, equivale a los ejercicios piadosos  del pueblo cristiano y a las tendencias espirituales hacia un aspecto del misterio de Dios, de Cristo o de los santos.

Día litúrgico: día natural santificado por la liturgia, que en el caso de los domingos y solemnidades se inicia en la tarde precedente (cf. NUALC3).

Diácono (diakonéó,  servir) el grado inferior de los ministerios ordenados, para proclamar el Evangelio, servir al altar, ayudar al presbítero, etc. (cf  RO; OGMR 61, CE 9; 24ss)

Dies natalis (día del nacimiento)- expresión tomada por los cristianos para referirse al día de la muerte como entrada en la verdadera vida; equivale al depositionis dies.

Difuntos, Todos los Fieles: conmemoración del día 2 de noviembre, memento de difuntos  intercesión de la plegaria eucarística 

Diócesis: porción del pueblo de Dios confiada al obispo (cf CDC c.369), cuya principal manifestación es la eucaristía (cf. SC 41, LG 26) 

Dípticos: tablillas en las que se escribían los nombres de los santos, de los difuntos y de los oferentes que eran recordados en la plegaria euca- rística.

Diurnal: libro que contiene todas las horas (diurnas) del Oficio divino, excepto la de lectura 

Domingo (dominica dies,  día del Señor) véase cap XIX.

Doxología (doxa,  gloria) fórmula de 

alabanza a Dios y a Cristo o a las divinas Personas, última parte de la plegaria eucarística, conclusión de los salmos en la Liturgia de las Horas (cf OGLH 123-125) y aclamación al comienzo del Oficio (cf  OGLH 41)

Durante el año, tiempo  las 33 o 34 semanas en las que no se celebra un aspecto particular del misterio de Cristo, sino el misterio en su plenitud (cf. NUALC 43-44)

Economía salvífica (oikonomía,  gobierno): plan de salvación revelado por Dios, cumplido en Cristo y realizado en la Iglesia (cf Ef 1,3-14), por la liturgia (c f SC 5-7): véase cap II 

Effetá (ábrete): expresión aramea (cf  Me 7,34) y gesto que pasó a la liturgia bautismal para significar la aper

tura de los oídos y de la boca a la Palabra de Dios (cf. RICA, RBN) 

Eisodos (entrada), rito de comienzo de la Misa (pequeña entrada) y de la procesión de ofrendas (gran entrada) en la Liturgia Bizantina.

Elegidos: candidatos al Bautismo después de la imposición del nombre cristiano (cf RICA); se llama así  también a los candidatos a las órde

nes sagradas.Elevación: gesto de ostensión del Pan eucarístico y del Cáliz después de la respectiva consagración, gesto de ofrenda del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la doxología  de la plegaria eucarística.

Embolismo (embálló,  añadir)- texto breve que se introduce o se añade a una plegaria (ej súplica que sigue al Padrenuestro), se llama también así a la parte central del prefacio. 

Entrada: recibimiento del obispo en la iglesia (cf CE 79), canto de entrada véase introito  

Entrega: en la Iniciación cristiana, véase traditio,  en las Ordenes, el rito de imposición de las insignias ponti-

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366 Vocabulario litúrgico

fícales y de transmisión del  Evangeliario  y de otros objetos (cf RO) 

Eortologia, eortologico (eorte  fiesta) relativo a las fiestas o ciclo festivo 

Epacta (epaktos  añadido) edad de la luna o numero de días que hay desde 

el ultimo novilunio de un año hasta el 1 de enero siguiente, sirve para calcular el novilunio de cada mes, especialmente el de marzo, que fija la fecha de la Pascua No obstante, se llama también asi al calendario que señala las variaciones litúrgicas de cada año (calendario litúrgico pastoral)

Ephápax (una sola vez) expresión que alude al carácter único e irrepetible del acontecimiento pascual (vease cap II)

Epiclesis (epikaleo  llamar) petición o invocación del Espíritu Santo (cf Jn 14 16), en la plegaria eucarística (cf  OGMR 55c; y en otras formulas eu cologicas mayores 

Epifanía (epiphaneia  manifestación) solemnidad del 6 de enero, común a Oriente y a Occidente, y conmemo

ración de los «signos» de Jesucristo después de la citada fiesta (primeros domingos del Tiempo «durante el año»)

Epístola (carta) lectura apostólica en la Misa romana, recibió este nombre del prodominio de las cartas paulinas en dicha lectura 

Epistolario: leccionario que contenía las epístolas  existió hasta la reforma 

litúrgica del Vaticano II y se usaba tan solo en la Misa solemne Escrutinios: averiguaciones acerca de 

los candidatos a la Iniciación cristia na y ritos de bendición y exorcismo (cf RICA)

Estación (statio  parada) asamblea li turgica desde una iglesia, donde se hace la reunión (collecta),  hasta otra (iglesia estacional)y se trata de una practica de la antigua Liturgia Romana, que puede practicarse todavía en la Cuaresma (cf CE 260 261), se llama también asi la parada en el cur so de una procesión (cf CE 392)  

Estacional,  Misa   celebración eucans tica presidida por el obispo, sobre to do en la catedral   rodeado de su

presbiterio con la participación del pueblo (cf CE 119ss), antes se llamaba «Misa pontifical»

Estipendio: limosna con ocasión de un acto litúrgico, generalmente la  Misa  (cf CDC 945 958)

Estola: banda de tela, del color litúrgico correspondiente que usan el obispo y los presbíteros colgada del cuello, y el diácono cruzada desde el hombío izquierdo a la cintura (cf  OGMR 302, CE 66, 67)

Eucaristía (acción de gracias) cele bracion del  Mem orial  del Señor (Misa)  y Sacramento de su Cuerpo y Sangre vease cap XV  

Eucologio, eucología (euche  plegaria) libro de plegarias (ej el Eucologio de Serapion, s iv), y ciencia que estudia las oraciones, o conjunto de formulas litúrgicas excluidas las lecturas y otros textos bíblicos 

Eulogía: vease bendición Evangeliario: leccionario que contiene 

los textos evangélicos de la  Misa  y es objeto de diversos honores litúrgicos (cf OLM 36, CE 74, 128), se 

usa también en la ordenación del obispo y del diácono (cf RO) Evangelio (buena noticia) proclama 

cion litúrgica de los textos evangeli eos (cf OGMR 35)

Exequias: celebración del misterio  pascual de Jesucristo en la muerte de un fiel, comprenden vanos ritos, entre los que sobresale la  Misa  exequial (cf  Ritual de Exequias  ed de 

1969, OGMR 336)Exomologesis: vease confesión Exorcismo: rito de la Iniciación cns- 

tiana de adultos (vease escrutinio)  y del  Bautismo  de párvulos, invocación de la asistencia divina frente al influjo del Maligno (cf CDC c 1172, § 1) vease cap XVII 

Exorcista: antigua orden menor y mi nisterio para realizar el exorcismo (cf CDC c 1172, §2)

Expiación: fiesta hebrea de purificación de los pecados (cf Lev 16,11- 13), que alcanzo su plenitud en el Sacrificio de Cristo (c f Heb 9 10) 

Exposición del Santísimo Sacramento: ostensión prolongada o breve del Pan eucaristico en la custodia o en el

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Vocabulario litúrgico 367

copon  para la adoración  (cf  Ritual  de la Comunión y del Culto eucaris-  tico  CE 1102ss)

Exsultet (alegrese) primera palabra del pregón pascual  o laus cerei  

Extrema unción: nombre dado en la 

Edad Media a la Unción de los En fe rm os  (cf SC 73)

Facistol: atril grande usado en el coro para colocar los cantorales, o en el 

 presbiterio  para poner el leccionario o entronizar el  Evangeliario  (cf CE 336b, 1174)

Faldistorio: asiento móvil o plegable Familias litúrgicas: agrupaciones de 

los  Ritos litúrgicos   de Oriente y de Occidente por su origen común o afinidades rituales vease cap V 

Feria (fiesta) designa cada uno de los días de la semana, excepto el sabado y el domingo lunes, feria segunda etcetera, designa también los días litúrgicos  en los que no hay oficio  propio (cf NUALC 16)

Fermentum: vease conmistión 

Fiesta: tiempo de la celebración (vease cap XIII), y días litúrgicos de menor rango que las solemnidades  que se celebran dentro del día natural, salvo que se trate de fiestas del Señor que  caen en domingos durante el año y t ienen entonces I Vísperas (cf   NUALC 13)

Fiestas de guardar o de precepto: los días festivos en los que los fíeles tie

nen obligación de participar en la Misa y de abstenerse de trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios y descansar (cf CDC 1246- 1248)

Flores: adornan la iglesia y el altar, y la capilla de la  Reserva   eucarística, no se usan en algunos tiempos litúrgicos (cf CE 48, 252)

Fracción del Pan: nombre de la Eucaristía en el N T (c f Le 24,35), rito de preparación de la comumon alusivo a la unidad en Cristo de los que participan en ella (cf OGMR 56c, cf 1 Cor 10,16-17)

Fuego: elemento natural usado en la Vigilia pascual   como símbolo de la resurrección, de el se enciende el ci

rio pascual y  el incensario (cf  Misal   Romano)

Fuente bautismal: lugar donde mana o donde se contiene el agua bautis mal (cf CE 995), tiene bendición especial (cf  Bendicional)

G au dete (alegraos) se denomina asi al domingo III de Adviento (c f Flp 4,4) Este domingo se usa el color rosa (cf OGMR 308f)

Gelasiano: sacramentarlo romano con influencias galicanas del s vn, cabeza de fila de los Gelasianos del  s VIH  (vease cap IV)

Genuflexión: arrodillarse como gesto 

de adoración  (cf CE 69-71) y de suplica profunda (ej en las oraciones solemnes del Viernes Santo)

Gestos litúrgicos: movimientos corporales de los ministros y de los fíeles de tipo practico o con carácter simbólico, señalados por las rubricas  en los distintos momentos de una celebración veanse cap XI y XII 

Gloría: himno doxologico y festivo  entre los ritos iniciales de la Misa 

(cf OGMR 31)Gloria al Padre: vease doxologia  Gradual: salmo después de la epístola 

cantado o proclamado desde las «gradas» del ambón  actualmente, salmo responsorial   después de la primera lectura (cf OGMR 36) 

Gradúale: libro litúrgico que contiene los salmos graduales (Gradúale sim- 

 plex   ed típica de 1967 y de 1954, 

Gradúale Romanum  ed de Soles- mes 1974)Gregorianas, misas  costumbre piado

sa de celebrar la Misa por un difunto durante 30 días seguidos 

Gregoriano, calendario  reforma del calendario  efectuada por el papa Gregorio XIII en 1582 

Gregoriano, canto  el canto propio de la Liturgia Romana (cf SC 116-117)

Gregoriano, sacramentarlo  sacia- mentano papal, cabeza de fila de los sacraméntanos de este nombre, formado en el s vn en Roma (vease cap IV)

Gremial: paño cuadrado que se ciñe para el lavatorio de los pies en la Mi

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368 Vocabulario litúrgico

sa de la Cena del Señor, o se coloca encima de las rodillas del obispo en las ordenaciones y en la dedicación de la iglesia y del altar (cf CE 301 535, 902)

Habito coral: vestido eclesiástico para asistir a las celebraciones en el pres biteno o en el coro, lo usan los obis pos y otros prelados, los canónigos y el clero auxiliar (cf CE 1199 1210) vtanse bonete muceta y roquete 

Hagiografica, lectura  texto del santo en el Oficio de lectura (vease cap XXVII)

Hebdomadario (hebdómada   semana) 

encargado de presidir la liturgia durante la semana en el Oficio catedral o conventual 

Hijuela: vease palia  Himnario: libro que contiene los him

nos del Oficio divino Himno: canto introductorio de las ho 

ras del Oficio divino  (c f OGLH I73ss), situación ritual en la celebra cion (vease cap IX)

Himnodia: medida rítmica de los himnos cristianos para uso litúrgico, y agrupación de los himnos en las distintas liturgias (ej himnodia siriaca) 

Hisopo: vease aspersorio Historia de la salvación: vease econo 

mía salvifica Homilía: explicación de las lecturas o 

de otros textos de la liturgia como parte de la acción litúrgica (cf SC 52, OGMR 41, CDC c 767), corres ponde tan solo al ministro ordenado (cf OGMR 42)

Homiliario: colecciones de sermones, generalmente de los SS Padres, usa dos desde la Edad Media en la Litur gia de las Horas y en la predicación 

Homoforio: banda que lleva el obispo  alrededor del cuello en la Liturgia Bizantina y que recuerda al pastor que lleva sobre sus hombros la oveja 

(cf Le 15,5)Hora canónica: cada una de las cele

braciones del Oficio divino Hora intermedia: las horas de tercia 

sexta y nona  que se celebran en el «intermedio» de  Laudes   y de Vísperas  vease el cap XXVI

Horologio (indicador de las horas) libro litúrgico bizantino semejante al 

 Diurnal   ejercicio piadoso en mem oria de la pasión del Señor 

Hosanna: aclamación  del  Sanctus  y del domingo de Ramos, procedente 

de los Evangelios (cf Mt 21,9, Me11,9)Hostia (victima) pan ázimo, redondo y 

delgado, destinado a la celebración eucarística (vease ázimo)  y una vez consagrado 

Humeral: paño que cubre los hombros del ministro que lleva el Santísimo Sacramento o que da la bendición con el

Hypapante (encuentro) fiesta de la Presentación del Señor

Icono (imagen) pintura santa del Salvador o de la Stma Virgen o de los santos, venerada como un signo de la presencia divina (vease cap XIV) 

Iconografía: estudio de los iconos y  de las imágenes  de culto o de devoción en la liturgia y en el arte cristiano 

Iconostasio: retablo pintado con iconos  que separa el santuario y  el altar  de la nave  en la Liturgia Bizantina 

Iglesia (asamblea) edificio para las ce lebraciones litúrgicas, signo de la edificación de Dios (cf CE 840, 864, CDC c 1214)

Illatio: comienzo de la plegaria euca- nstica hispánica, equivalente al prefacio romano 

Imagen: escultura o pintura de Cristo, de la Stma Virgen o de un santo, cuya veneración se orienta hacia la persona representada (cf SC 125) 

Imposición de manos: gesto litúrgico procedente de la Biblia, que significa la transmisión del Espíritu Santo o de otro don divino, que se realiza en la Misa y en varios sacramentos, y para bendecir solemnemente al pueblo, constituye la materia de las Or

denaciones Improperios (improperia  reproches) 

cantos durante la adoración de la Cruz el Viernes Santo (cf  Misal Ro mano)

Incensación: rito de veneración hacia el Santísimo Sacramento, el altar   la

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Vocabulario litúrgico 369

Cruz   y las imágenes  los ministros y el pueblo (cf CE 84 98)

Incensario: recipiente para las brasas, sostenido con cadenillas y provisto de tapa, que lleva el turiferario y que sirve para la incensación 

Incienso: resma de olor aromático al arder en el incensario  usado en diversos momentos de la Misa y en otras celebraciones y que significa la oración (cf Sal 140,2, Ap 8,3, CE 84ss)

Inclinación: signo de reverencia, puede ser sencilla y profunda (cf CE 68)

Inhumación (humus  tierra) acto de enterrar un cadáver, el Ritual de Exe quias  preve la ultima estación junto al sepulcro en el rito completo 

Iniciación cristiana: proceso de incorporación a la Iglesia mediante los sacramentos que consagran los comienzos de la vida cristiana vease cap XVI

Inmersión: forma mas significativa de 

realizar el  Bautismo  (cf Rom 6,4) sumergiendo en el agua al bautizado (cf RICA, RBN)

Insignias: distintivos episcopales o abaciales y de la consagración religiosa (cf CE 57, 723)

Institución de ministerios: antiguas ordenes menores, vease cap XVII 

Intercesión: suplica en favor de los hombres que se hace en la Misa o en 

el Oficio divino (vease  preces) ,  y una parte de la plegaria eucarística en la que se expresa la comunión y el ruego por toda la Iglesia, por los vi vos y por los difuntos (cf OGMR  56g)

Interrogatorio: preguntas sobre la disposición de los candidatos en la celebración de vanos sacramentos y sacramentales 

Introito (entrada) canto que abre la celebración eucarística (cf OGMR  25-26)

Invitatorio: invocación y salmo (Sal 94, o bien 99, 66 o 23) que abren la celebración del Oficio (cf OGLH 34 36, CE 213)

Kairos: tiempo favorable (cf 2 Cor 6,2) en el que se manifestó la salva cion vease cap II 

Kyriale: libro que contiene los cantos invariables de la Misa (ed típica de 1965)

Laetare (alégrate) denominación del dom ingo IV de Cuaresma (c f Is 66,10), se puede usar el color rosa (cf OGMR 308f)

Lampara del Santísimo: luz que indi ca y honra la presencia eucarística en el Sagrario (cf CDC c 940)

Laudes: oración matinal al comenzar el día, hora del Oficio divino (cf SC 

89, OGLH 37 ss) vease el cap XXVI

Laus cerei: nombre dado en la anti guedad a la bendición del cirio pas cual vease exsultet  

Lavabo o lavatorio de las manos  gesto de preparación personal del sacer dote en la Misa (cf OGMR 52, 106), también se realiza después de la unción en algunos sacramentos y sacra

mentalesLeccionario: libro signo de la Palabra de Dios que contiene las lecturas de la Misa y de otras celebraciones y modo de realizar la «lectura liturgi ca» de dicha Palabra en la Iglesia  vease los cap VII y XXVII, también se puede decir del conjunto de lectu ras patrísticas y bagiograficas vease cap XXVII 

Lectio divina: modo de leer y meditar la Palabra divina, típicamente monástico, pero apto para todos los fieles vease cap XXVI 

Lector: ministro instituido o encargado de hacer la lecturas o proclamar el salmo (cf OGMR 34, 66)

Lectura continua y temática: modos de selección y ordenación de las lecturas siguiendo la sucesión del libro bíblico o la unidad temática vease cap VII

Lectura, Oficio de  antiguo oficio de  Maitines  hoy celebración basada en una mas abundante meditación de la Palabra de Dios que puede hacerse a cualquier hora del día (cf OGLH  55), y que mantiene, no obstante, el

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370 Vocabulario litúrgico

carácter nocturno en la liturgia coral (cf SC 88) vease cap XXVI 

Letanías: invocaciones y suplicas breves dialogadas entre un cantor y el pueblo en algunas celebraciones, y en procesiones y otros actos de pie

dadLetra dominical: cada una de las siete primeras letras del alfabeto que indican los días de la semana y permiten señalar los domingos según la letra que corresponde a cada año, los años bisiestos tienen dos letras, una hasta el 24 de febrero y otra desde ese día en adelante 

Letras apostólicas: documento pontificio que se muestra y se lee en la 

ordenación episcopal y en la toma de posesión en la catedral   (cf CE 573, 1143)

Libelli: cuadernillos de formularios de misas agrupados por meses o temas, son el antecedente de los sacramen tarios  el sacramentarlo Veronense es la mas famosa colección de hbel  h  vease cap IV 

Líber sacerdotalis: manual de la cele

bración de los sacramentos (s xvi) Liber usualis: libro manual que contiene los cantos de la Misa y del Oficio divino  para uso de los cantores 

Liturgia (leiton-ergon  obra popular) culto de la Iglesia (vease cap III) 

Liturgia de las Horas: nombre actual del Oficio divino u oración oficial de la Iglesia vease cap XXV 

Llamada: rito con el que se llaman no- 

minalmente los religiosos que van a profesar y los candidatos a la institución de ministerios  (cf 755-756, 798 y 813) vease presentación 

Lucernario: bendición de la lampara en la liturgia judia, antecedente de la celebración de Vísperas  y de la laus cerei   la primera parte de la Vigilia pascual

Lustral, agua: agua bendecida para la purificación o los exorcismos 

Luz, luces  símbolo bíblico muy presente en la liturgia bajo múltiples usos lampara cirios  encendidos 

 junto al altar (cf OGMR 79, 269) y en numerosos ritos (ej Bautism o, consagración de vírgenes, procesiones)

Madrina: vease padrino Maestro de ceremonias: vease cere

monieroMagníficat: cántico evangélico de Vís

 peras  (cf Le 1,46-55)Maitines (matuta  aurora) vease  Lec

tura Oficio de  Mandatum: rito del lavatorio de los pies en la misa vespertina de la Cena del Señor el Jueves Santo (cf  Misal  

 Romano)Manípulo (mampulum  pañuelo) anti

gua pieza similar a la estola y del mismo color, pero mas pequeña, que se fijaba en el antebrazo izquierdo 

Manteles: lienzos que cubren el altar (cf OGMR 269), después de la misa de la Cena del Señor y durante el Viernes y Sabado Santos se retiran 

Manutergio o cornijal   toalla para secarse las manos en el lavabo 

Maranathá (Maraña tha  ven, Señor Jesús, y  Maran atha,  el Señor viene) aclamación aramea de la liturgia cristiana (cf Ap 22,20, 1 Cor 16,22) que refleja el clima de la celebración eucanstica primitiva, hoy se usa en 

la aclamación después de la consagración

Martirologio: libro promulgado en 1584 con la relación completa de los mártires y de los demas santos en su dies natahs  siguiendo el calendario, de los mas importantes se incluye ademas una breve reseña o elogio La ultima edición es de 1922, y desde hace tiempo se trabaja en una 

nuevaMatrimonio: sacramento de la alianza matrimonial vease cap XVI 

Medio-Pentecostés: antigua celebración a la mitad de la Cincuentena pascual, en la que se leía el Evangelio de Jn 7,14ss 

Memoria: el monumento en honor de un mártir, y la conmemoración litur gica, obligatoria o libre, de un santo (cf NUALC 14)

Memorial: vease anamnesis  la celebración de la Misa  

Menologio: colección de vidas de santos y noticias de las diferentes fiestas del Señor y de la Stma Virgen, ordenada por meses, de la Liturgia Bizantina

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Vocabulario litúrgico 371

Miércoles de ceniza: primer día de la Cuaresma vease cap XXI

Ministerios laicales: denominación de los oficios litúrgicos que se confieren mediante la institución  lectorado y acolitado, y que pueden ser confia

dos también de manera estable o temporal a los laicos (cf CDC c 230, SC 28-29, OGMR 68)), entre ellos están el ministro extraordinario de la comunión, el catequista, el padnno, etcetera

Ministerios litúrgicos: nombre genérico de todos los oficios y funciones que se ejercen en las celebraciones litúrgicas (cf OGMR 58)

Ministerios ordenados: denominación de los tres ordenes de la Jerarquía eclesiástica episcopado, presbitera do y diaconado, a los que se accede por el sacramento del Orden  oficios y funciones litúrgicas que proceden del sacramento del Orden  ( c f  OGMR 59-61)

Misa (missae missarum sollemm a) nombre de la celebración eucarística derivado de la expresión missa  alu

siva a la bendición de despedida  del pueblo o de los catecúmenos, que se tomo extensivamente por toda la celebración

Misal: en la actualidad el Oracional  de la Misa, que contiene todos los tex tos eucologicos vease eucología   no obstante, desde el siglo xi su verdadera naturaleza era la de libro plena rio   conteniendo también las lecturas 

y los cantos, en la Liturgia Hispánica se denominaba  M issale mixtum  y contenía también los textos del Oficio

Mistagogia (myeo mystagogeo  iniciar en los misterios) ultima etapa de la Iniciación cristiana en la semana de Pascua, marcada por las catequesis sobre los sacramentos (mistagogicas) (cf RICA, CE 374, 429), función iniciadora, progresiva y permanente de la misma liturgia sobre los que participan en el la vea se cap XXVIII

Misterio: en la liturgia es el acontecimiento salvifico que es celebrado en los ritos sacramentales, en sentido global es el designio de salvación

desplegado en la economía salvifica una parte de la cual es la misma h turgia  vease cap II 

Misterio pascual: la «bienaventurada Pasión (muerte), resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión 

del Sefíor a los cielos» con la dona cion del Espíritu Santo, celebradas en la liturgia cf cap II 

Mitra: insignia  pontifical del obispo y del abad, que cubre la cabeza en algunos momentos de la celebración, se le impone al obispo en la ordenación, aludiendo a la corona de gloria que recibirá del supremo Pastor (cf  1 Pe 5,4)

Monición (monere  exhortar) formula que invita a realizar un acto o un gesto litúrgico (cf OGMR 11, ej , «oremos»), introducción o explicación breve de algún rito (cf OGMR  68a) vease comentador  

Myron: el crisma  de los orientales Muceta: especie de capa pequeña, par

te superior del habito coral 

Nártex: vestíbulo inferior de la iglesia donde se situaban los catecúmenos y los penitentes públicos 

Nave: parte central de la iglesia  destinada a los fieles (cf OGMR 273) 

Naveta: recipiente en forma de nave, en el que se coloca el incienso 

Natividad de María: fiesta del 8 de septiembre, de san Juan Bautista solemnidad del 24 de jumo 

Navidad (natmtas  nacimiento) so lemmdad y tiempo del Nacimiento del Señor vease cap XXII 

Neófito (neophytos  recien nacido) el nuevo bautizado (c f 1 Pe 2,2), durante el tiempo de la mistagogia 

Neomenia (neomenia  luna nueva) fiesta del novilunio (cf Col 2,16) 

Nocturno: cada una de las tres partes en que se dividía el antiguo oficio de 

 Maitines

Nona: hora intermedia  desde las tres hasta las seis de la tarde (c f Mt 27,46, Hch 3,1)

Numero áureo: numero que señala los novilunios en el ciclo de 19 años, se obtiene sumando el 1 al año y dividiendo el total por 19, el 0 corres

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ponde al 19 Pertenece al computo eclesiástico 

Nunc dimittis: cántico evangélico de las Completas  (cf Le 2,29-32) 

Nupcial, bendición  plegaria de bendición de los esposos en la celebración del Matrimonio (cf  Ritual d el Matrimonio)

O , antífonas de la  serie de antífonas de Vísperas y del Aleluya desde el día 17 hasta el 23 de diciembre inclusive, que comienzan en latín con dicha exclamación 

Obispo (episkopos  vigilante) el grado supremo del sacramento del Orden, que posee la plenitud del ministerio eclesial y la incorporación al Colegio 

Episcopal en la sucesión apostólica (cf RO), preside la Iglesia particular y es el sumo sacerdote de su grey (cf  SC 41, CE 5-10)

Oblación: ofrecimiento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la plegaria eucarística (cf OGMR 55f)

Octava: prolongación de una solemnidad durante ocho días, actualmente solo existen las octavas de Pascua y de Navidad (cf NUALC 24 y 35) 

Ocurrencia: cuando en un mismo día ocurren vanas celebraciones, se celebra la Misa y el Oficio de la que ocupa un lugar superior en la tabla de los días litúrgicos  (cf NUALC 59 y 60), cuando se trata de una solemnidad   que cae en un domingo de Adviento, Cuaresma o Pascua, se traslada al lunes siguiente (cf NUALC 5, modificado en 1990)

Ofertorio: vease oblación  de la Victima santa, canto (ad offertorium)  que acompaña a la procesión de las ofrendas (cf OGMR 50), por extensión, se denominaba asi el nto de la presentación y preparación de los dones, e incluso todo gesto de ofrecimiento en el ámbito de la piedad popular

Oficio divino: vease cap XXV Oficio de lectura: vease lectura Ofi

cio deOficio de tinieblas: desde el s xn has

ta la reforma de rubricas de 1960, los  Maitines y Laudes  del Jueves, Viernes y Sabado Santos de la antigua Li

turgia de las Horas  en los que se apagaban progresivamente las quince velas de un gran candelabro triangular llamado tenebrario 

Ofrendas u oblata   el pan y el \ mo para la Eucaristía, y «otros dones para los pobres o para la Iglesia» (cf  OGMR 49)

Ogdóada (ogdoos  octavo) el día octavo  nombre escatologico del domingo en la antigüedad vease cap XIX 

Oleos: los tres aceites destinados a la unción de los catecúmenos  a la Unción de los enfermos  y a la confección del Cusma  son bendecidos por el obispo en el curso de la Misa crismal, y deben guardarse en el bautisterio  (cf CE 274)

Opus Dei: denominación de la  Litur gia de las Horas  en la  Regla benedictina  (cap 43)

Oracional: vease  Misal  Oración de los fieles: plegaria univer

sal con la que concluye la liturgia de la Palabra (cf OGMR 45-47) 

Oraciones presidenciales: plegarias reservadas al ministro que preside (cf OGMR 10 y 13)

Oraciones sálmicas: plegarias inspira

das en los salmos (cf OGLH 112, CE 198) vease cap XXVII 

Oración sobre el pueblo: plegaria de bendición y de despedida del pueblo (cf OGMR 57a), actualmente figuran en un apéndice del Ordo Missae 

Oración sobre las ofrendas o super- oblata  plegaria que cierra el rito de la presentación de los dones y antecede a la plegaria eucarística (cf  

OGMR 53), en otro tiempo se llamo secreta  porque se recitaba en voz baja

Oratorio: lugar destinado temporal mente al culto divino que, no obstante, debe bendecirse (cf CE 954, CDC c 1226-1229)

Orden, ordenación: sacramento del Orden y los ritos de la ordenación del obispo, de los presbíteros y de los diáconos (cf RO), antes de la reforma litúrgica se distinguía entre ordenes mayores,  las referidas y el subdiaconado, y ordenes menores,  el ostianado, lectorado, exorcistado y acolitado, hoy reducidas a los minis-

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teños instituidos del lector  y del acolito  veanse ministerios ordenados y ministerios laicales 

Ordines Romani: libros de los ss vm al x, que describían las ceremonias de la Liturgia Romana, reunidos en vanas colecciones vease cap IV 

Ordo: ritual de una celebración por 

ejemplo, Ordo Baptismi Parvulo- rum Ritual del Bautismo de Niños, traducido también por «Ordinario» indicando los elementos comunes e invariables por ejemplo, Ordo Mis sae Ordinario de la Misa 

Organo: el mayor y el mas tradicional de los instrumentos musicales al servicio de la liturgia, puede bendecirse y su uso esta regulado por las nor

mas litúrgicas (cf CE 41, 193, 300) Ornamentos: vestidos litúrgicos Ornato: ambientacion festiva de la 

iglesia, del altar y del lugar de la  Reserva  eucarística (cf CE 38, 50,299) vease flores  

Osculo: vease beso litúrgico

Padrino-madrina  el o la garante de la preparación de un catecúmeno, al 

que presenta a la Iglesia, en la actualidad es la persona que asiste a quien va a ser bautizado o confirmado y adquiere un compromiso de tutela en la educación en la fe (cf RICA, RBN y RC, CDC c 873-874 y 892- 893)

Palia o hijuela  pañitos blancos o de los colores litúrgicos, que se colocan sobre la patena (de forma circular) y 

sobre el cáliz (cuadrada)Palio: banda circular de lana decorada con seis cruces negras que se coloca en tomo al cuello, que el Papa otorga a los arzobispos residenciales (cf CE 57 y 1154), se llama también asi al dosel sujeto por varales para las procesiones del Santísimo Sacramento 

Paloma eucarística: recipiente en forma de paloma, suspendido del baldaquino  o de un soporte junto al altar, en el que se guardaba la Eucaristía desde el s xi 

Panagia (toda santa) titulo bizantino de la Stma Virgen, medallón pectoral con la imagen de la Santa Madre

de Dios, que llevan los obispos orientales

Pantocrátor (todopoderoso) representación de Cristo majestad en el ábside de la iglesia o en el tímpano de la portada

Paraliturgia: se denominaban asi las celebraciones no propiamente litúrgi

cas y las celebraciones de la Palabra (cf SC 35,4)Parasceve: denominación hebrea de la 

víspera del sabado, día de la muerte del Señor (cf Mt 27,62, etc ), que la liturgia emplea para designar el Viernes Santo  feria VI in Parasceve 

Parusía (parousia  presencia) retomo de Cristo al final de los tiempos (cf  1 Ts 2,19)

Pascha annotinum (año anterior) primer aniversario de la celebración del Bautismo

Pascua: celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor (cf  CE 227, 295) veanse  Misterio pascual y Triduo  pascual, tiempo pascual que concluye en  Pentecostés vease cap XX 

Pasión: relatos de los últimos acontecimientos de la vida del Señor según 

los cuatro Evangelios, leídos el domingo de Ramos (cada año según un sinóptico) y el Viernes Santo (según San Juan), semana precedente a la Pascua o Semana Santa (cf NUALC30-31)

Patena: bandeja o platillo que contiene la hostia  durante la Misa (cf OGMR  80, 290ss)

Patrono del lugar: santo o titulai   de 

un territorio al que se extiende su pa- tiocimo, su celebración obliga a todas las iglesias situadas en el, vease  tabla de los días litúrgicos  en el  Misal Romano 

Paz, rito de la: gesto que se intercambia antes de la comunión, después de la oración del sacerdote (cf OGMR  56b) vease beso litúrgico 

Pectoral, cruz insignia pontifical   sobre el pecho que llevan los obispos occidentales y los abades (cf CE 57, 63)

Penitencia, sacramento de la  sacramento de la reconciliación y del per- don de los pecados véase cap XVI

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374 Vocabulario litúrgico

Penitenciales, salmos  se denominaban asi los siete salmos siguientes Sal 6, 31, 37, 50, 101, 129 y 142, que se encontraban en la antigua Liturgia de  las Horas  juntamente con las letanías

Pentecostés (Pentekoste  quincuagésimo) solemnidad que clausura la Cincuentena pascual, y todo el periodo comprendido entre  Pascua  y dicha fiesta

Peregrinación: gesto religioso saliendo del propio lugar para visitar la catedral   o un santuario  (cf CE 45, 260)

Perícopa (peri kopto  corte) fragmen

to de un capitulo de la Biblia equivale a la lectura bíblica señalada Persignar: hacer el signo de la cruz  

signar y santiguar a continuación Petición del sacramento ruego de que 

se confiera un sacramento o sacra mental, que hace un ministro en fa vor del candidato o del elegido, en el curso de la celebración 

Píxide (pyxis  caja) copon o vaso cerrado en el que se guarda la Eucaristía (cf OGMR 80, 290ss)

Planeta: vestido litúrgico similar a la casulla, pero con la parte delantera mas corta, que se usaba en lugar de la dalmática en Adviento y Cuaresma, se llama también asi a la casulla 

Plegaria eucarística: «oración de acción de gracias y de santificación», centro y culmen de la celebración de la Misa (cf OGMR 54 55)

Pluvial, capa (pluviale  para la lluvia) vestidura litúrgica ancha y redonda, abierta por delante, del color hturgi  co  que corresponda, usada en las procesiones y en numerosos ritos (cf  OGMR 303)

Pontífice (pons  puente) nombre dado al obispo como sumo sacerdote de su grey (cf SC 41, CE 5ss), al Papa se  le llama Sumo Pontífice y Romano 

PontíficePontifical Romano: desde el s x, el

libro que contiene las celebraciones sacramentales reservadas al obispo 

Portapa7: placa de metal o de marfil con una imagen en relieve que se usaba para dar la paz   a los fieles en

la Misa, besándola en primer lugar el sacerdote

Poscomunión: oración conclusiva del rito de la comunión (cf OGMR  56k)

Posturas: vease actitudes corporales 

Precedencia de los días litúrgicos: orden que guardan entre si los días h turgicos de acuerdo con su importancia, según la tabla  que se encuentra en el  Misal   y en la  Liturgia de las 

 Horas   vease ocurrencia Prefacio (praefari   ir delante) primera 

parte de la  plegaria eucarística  (cf  OGMR 55a)

Pregón pascual: vease exsultet  

Presantificados,  Misa de   en la Liturgia Romana, la acción litúrgica del Viernes Santo en la que se comulga de la Eucaristía consagrada el día anterior Esta practica es originaria de la Liturgia Bizantina, que la observa en los días de Cuaresma 

Presbiterio: parte de la iglesia  distinta de la nave  donde esta el altar   (cf  OGMR 258, CE 50), cuerpo de los 

presbíteros de una Iglesia particular con su obispo, que se pone de manifiesto en la concelebracion   y al que se accede en la ordenación  (cf CE 1, 11,21,274)

Presbítero (anciano) el grado del sa cramento del Orden que es participación en el sacerdocio de Cristo y cuya misión, como cooperador del obispo, es «secundar el ministerio episcopal» (cf RO), y preside la asamblea litúrgica haciendo las ve ces de Cristo (cf OGMR 60) 

Presentación del que va a recibir un sacramento, junto a la  pe tición  rito de preparación de los dones en la Misa

Presidencia: función del ministro o ce lebrante principal en las acciones litúrgicas (cf OGMR 59 60), corresponde de suyo al ministerio ordena do  de manera que los laicos no presiden, sino que dirigen o moderan una celebración  (por ejemplo, celebraciones dominicales en ausencia de presbítero),  en la concelebracion la presidencia la ejerce uno solo (cf  OGMR 161, 166, 170)

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Vocabulario litúrgico 375

Prima: antigua hora del Oficio divino, entre los  Laudes  y tercia  suprimida por el Concilio Vaticano II por ser un doblaje de  Laudes  (c í SC 89 d) 

Procesión: traslado ordenado de un lugar sagrado a otro, bajo la presiden

cia litúrgica, hay procesiones litúrgicas y piadosas, ordinarias y extraordinarias (cf CE 1093ss), ritos de entrada  en la Misa, del  Evangelio etc

Profesión religiosa: celebración en la que los religiosos hacen su consagración a Dios (cf  Ritual de la Profe sion religiosa  CE 748ss)

Promesas bautismales: renuncias  y 

profesión de fe que antecede al Bautismo, se renuevan en la Confirmación y, cada año, en la Vigilia pascual

Propio de los Santos o  Santoral   parte del  Misal  y de la  Liturgia de las Ho ras que comprende las celebraciones que tienen día fijo en el calendario se encuentra distribuido por los meses del año, y dentro de el se encuen

tran algunas fiestas del Señor, ademas de las celebraciones de la Stma Virgen y de los Santos veanse cap XXIII y XXIV, vease Común de los 

 SantosPropio del Tiempo: parte del  Misal   y 

de la Liturgia de las Horas que comprende el ciclo  de los misterios del Señor, frente al  Propio de los San tos  se caracteriza también por in 

cluir las celebraciones móviles, ex cepto Navidad y Epifanía, que tienen día fijo, esta organizado por tiempos litúrgicos 

Prosfora: vease oblación Prothesis: mesa para la preparación de 

las ofrendas en la Liturgia Bizantina Provisión canónica, con ocasión de 

la  celebración litúrgica cuando se conoce la provisión canónica de la 

Iglesia particular (cf CE 1129) Pulpito (pulpitum  estrado) plataforma elevada con antepecho y tornavoz, situada en la nave, en la que se predi caba al pueblo 

Purificador: pañito para realizar las purificaciones después de la comu nion (cf OGMR 80, CE 165)

Quincuagésima, domingo de  domingo anterior al primero de Cuaresma, cincuenta días antes de Pascua, den tro del tiempo de  Septuagésima

Recomendación del alma: «entrega de los moribundos a Dios» (cf  Ri  tual de la Unción y de la Pastoral de los Enfermos)

Recomendación y despedida: rito final de las exequias ante el cadáver (cf  Ritual de Exequias)

Redditio symboli (devolución del Símbolo) celebración previa al Bau tismo, en la que los elegidos  recita 

ban oficialmente el  Símbolo de la fe  Refrigerium: costumbre romana de hacer una comida junto a la tumba de un difunto, especialmente en su aniversario

Regina caeli: antífona manana al ter mino del Oficio divino durante el tiempo pascual, se usa en lugar del 

 Angelus  en dicho tiempo Reliquias: restos mortales pertenecien

tes a los santos, objeto de veneración (cf SC 111), se pueden depositar ba jo el altar dedicado (cf RD1A) 

Renuncias: la parte de las  prom esas bautismales  por las que el que va a ser bautizado, o sus padres y padrinos en su nombre, renuncian al diablo y a sus obras y seducciones (cf  RICA, RBN, CE 361, 430, 442) 

Reserva eucarística: gesto de guardar 

el Santísimo Sacramento especialmente después de un acto de culto a la Eucaristía, sagrario y capilla don de se guarda la Eucaristía 

Responsorio o responso  (respuesta) canto alternativo entre un cantor y el pueblo al final de las lecturas del Oficio (c f OGLH 169-172) o en el salmo responsonal (cf OGMR 36, 90), se llamaban también asi las pre 

ces que recitaba el sacerdote por los difuntos, que incluían textos del Ofi cío de Difuntos 

Retablo (retro-tabula   tabla detras) desde el s xi, tablas pintadas con imágenes que empezaron a colocarse detras del altar hasta alcanzar un gran desarrollo con el arte gotico

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376 Vocabulario litúrgico

Reverencia, ̂ ignos de  se llaman asi la inclinación  la  genuflexión  y el beso del altar   (cf CE 68-83)

Rito: acción reiterada y significativa, acción litúrgica compuesta de gestos y palabras ej rito de entrada   vease 

cap XIIRito litúrgico: peculiaridades que defi

nen una liturgia particular, por ej Rito Hispano-Mozarabe vease cap V 

Ritual: vease OrdoRogativas:  procesiones  para pedir a 

Dios por las necesidades de los hombres (cf NUALC 45-47, CE 381- 384)

Rosario: ejercicio piadoso mariano, 

inspirado en la liturgia, compuesto esencialmente por la recitación de 10 avemarias, precedidas del Padre nuestro y seguidas del Gloria al Pa dre  meditando los misterios de Cristo y de la Stma Virgen, Pablo VI lo llamo «compendio del Evangelio» y «vastago germinado en la liturgia», c f  Mariahs cultus  42 55 

Roquete: parte del habito coral   de li

no u otro tejido semejante (cf CE 63, 1199), se distingue de la sobre pell iz (cotta  pequeña vestidura) por las mangas largas y estrechas como el alba  (cf CE 65, 192)

Rótulo de Ravena: famoso manuscrito que contiene oraciones de preparación para la Navidad de los ss v-vi,  vease cap XXII 

Rubricas (ruber   rojo) en los libros litúrgicos, texto de las normas que han de seguirse en las celebraciones, escrito o impreso con tinta roja, en los actuales libros contienen también referencias catequeticas y pastorales

Sábado: día séptimo de la semana hebrea, observado por el Señor (cf Me 1,21, Le 4,16) y por los primeros cristianos, sobrepasado por el domin

 go   vease cap XIX, la liturgia lo celebra como preparación del día del Señor e incluso con una «discreta y antigua conmemoración de la Stma Virgen» (c f NUALC 15) vease cap XXIV

Sacras: las antiguas tres tablas o cuadros colocados sobre el altar con los

textos de las partes invariables del Orao Missae 

Sacramentario: primitivo libro litúrgico del sacerdote, con las oraciones de la Misa, de los sacramentos y del Oficio divino s Gelasiano Grego 

riano Veronense,  etc Sacristán: responsable del secretarium o sacristía  cuida de la preparación de las celebraciones y del ajuar litúrgico (cf CE 37)

Sacristía y secretarium  (apartado) lu gar donde se revisten los ministros, donde se incia la procesión de entra da de la Misa y donde se guarda el  ajuar litúrgico, en la catedral   deberían ser dos lugares distintos, el primero cercano a la entrada de la iglesia (cf CE 53)

Sagrario: tabernáculo o lugar de la re serva  de la Eucaristía (cf OGMR  276-277, CDC c 938)

Salmista: ministro que canta o procla ma el salmo responsonal u otro can tico bíblico (cf OGMR 67)

Salmo responsorial: vease gradual  Salmodia: canto o recitación modulada 

de los salmos, especialmente en la  Liturgia de las Horas  (cf OGLH 122 y 278 279)

Salve Regina: la mas celebre de las antífonas mañanas (s x) con que concluye el Oficio divino 

Sanctus: aclamación  que sigue al  p re facio   (cf OGLH 55b)

Santoral: vease  Propio de los Santos se denomina también asi el calenda

rio de los santos vease Martirologio  Santuario: veanse  presb iter io   e iconostasio  lugar de peregrinac ión  (c f  CDC c 1230ss)

Schola cantorum: coro  de cantores para interpretar algunas partes según los diversos géneros del canto y favorecer la participación de la asamblea en el canto (cf OGMR 63), ocupa el coro 

Secuencia (sequentia  continuación) canto poético después de la segunda lectura en algunas solemnidades (ej Pascua, Pentecostés) (cf OGMR  40)

Sede: asiento del ministro que preside la asamblea litúrgica (cf OGMR  271)

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Vocabulario litúrgico 377

Sede penitencial: asiento para oír las confesiones, en lugar patente y provisto de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fíeles que asi lo deseen (cf  CDC c 964, § 2)

Semana: cada periodo de siete días, marcado por la celebración del do mingo  vease cap XIII 

Sentencias: frase del N T o de los SS Padres que llevan los salmos, a continuación del itulo  en el salterio de las cuatro semanas de la  Liturgia de las Horas  para indicar el sentido  cristiano del salmo (cf OGLH 109 y 111)

Septuagésima: antiguo tiempo, de tres semanas de duración, que precedía a la Cuaresma y que empezaba en el domingo de este nombre, setenta días antes del domingo II de Pascua 

Sepulcro: se denomina asi el lugar donde se depositan las reliquias bajo el altar en el rito de la dedicación 

Sexagésima, domingo de  dos domingos antes del I de Cuaresma, dentro del tiempo de  Septuagésima  sesenta 

días hasta el miércoles de la octava de Pascua Sexta: hora  intermedia que se celebra 

al medio día (cf Mt 27,45, Hech10,9)

Shemá: plegaria hebrea recitada tres veces al día (cf Dt 6,4-9, etc ) 

Shémoné-esréh: plegaria hebrea de las 18 bendiciones 

Signación: vease signo de la cruz  

Signo de la cruz o señal de la cruz gesto de formar la cruz con la mano sobre uno mismo (cf OGMR 28, vease persignar)  o sobre una persona o cosa (signación)  o en el aire para bendecir o invocar la gracia divina 

Simbolismo litúrgico: conjunto de signos de la liturgia, y carácter exprcsi vo y sacramental de los signos litur gicos véase cap XII 

Símbolo: formula de profesión de la íc apostólica que se recita o canta en la Misa los domingos y solemnidades (cf OGMR 43-44)

Sinaxis (synaxis  reunión) asttnihha litúrgica

Sinergia o svnetgia (s\n  </ yon  iu um i conjunta) la unión de D i o n   y «lc*l

hombre en Jesucristo, bajo la acción del Espíritu Santo, la liturgia es sinergia del Espíritu y de la Iglesia 

Sobre las ofrendas: vease oración so bre las ofrendas 

Sobrepelliz: vease roquete  se reviste 

siempre sobre la sotana (cf CE 65)  Solemnidad: los días litúrgicos mas importantes, cuya celebración comienza en las I Vísperas, el día precedente, y que en algunos casos  cuenta con misa de la vigilia (cf  NUALC 11)

Solideo (solo a Dios) casquete que cubre la parte posterior de la cabeza, usada por el Papa (de color blanco), 

los cardenales (de color rojo), los obispos y abades (de color violeta) y otros clérigos (de color negro), se quita ante el Santísimo Sacramento, de ahí el nombre 

Sufragios: oraciones y otros actos en favor de los fíeles difuntos 

Superoblata: vease oración sobre las ofrendas

Tabla de los días litúrgicos: vease   precedencia  Te Deum: himno al final del Oficio de 

lectura y   de las vigilias  (cf OGLH 68. 73), se usa también como canto de acción de gracias 

Témporas: vease Cuatro Témporas Tercia: hora intermedia   equivalente a 

las nueve de la mañana (cf Hech 2,15)

Tiara: triple corona que usaban los Papas y con la que eran coronados, no era una insignia  estrictamente litúrgica, fue suprimida por Pablo VI 

Titular de la iglesia: misterio o advocación del Señor o de la Stma Virgen o nombre del Santo en cuyo honor se ha dedicado la iglesia (cf CE 865), se requiere también para la iglesia que se bendice, aunque no se  dedique (cf CI 955)

I ítulo sálmico: breve enunciado al comienzo de cada salmo en el salterio de las cuatro semanas de la / iturgia de las Horas  para señalar su significado (el OGIII III)

Irado (arrastrado) versículos de un salmo que se cantaban o recitaban

7/21/2019 06 Lopez Martin, Julian - La Liturgia de La Iglesia

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378 Vocabulario litúrgico

seguidos, sin antífona  ni responso rio  entre el  gradual  y el Evangelio 

Traditio (entrega) rito de entrega solemne del  Símbolo de la j e (traditio symboh)  o del Padienuestro (traditio orationis dominicae)  a los catecume 

nos, después venia la redditio Triduo (tres días) aplicado al santo «Triduo pascual de Cristo muerto, sepultado y resucitado» vease cap XX

Trisagio (tres veces santo) el triple sanctus  («Santo Dios, santo fuerte santo inmortal »), procedente de las liturgias orientales, que se canta en los improperios  del Viernes Santo, con sentido ímcialmente cnstologico 

y mas tarde trinitario Tropo (desarrollo) texto breve que se 

intercala en una aclamación, aprovechando una melodía (ej en las invocaciones de la 3 a forma del acto pe mtencial)

Tunicela: vestidura del subdiacono, idéntica en la practica a la dalmática que dejo de usarse al desaparecer el subdiaconado como orden sagrado 

Tuiiferario (que lleva el fuego) ministro que porta el incensario Typikon (typos  ejemplo) libro litúrgi

co griego con cei emonias y rubricas

Unción de los Enfermos: sacramento de la fuerza del Espíritu Santo en la enfermedad vease cap XVI 

Urbi et orbi (a la ciudad y al mundo) expresión usada por los Papas para 

referirse a Roma y al resto del mundo, por ejemplo en las bendiciones apostólicas

Veronense, sacramentarlo   l lamado  antiguamente leoniano  (por san León Magno), es una colección de hbelli  missarum  que se remontan al s v y cuyo manuscrito se encuentra en la biblioteca de Verona (Italia) vease 

cap IVVerso: aclamación después de la lectura breve  de la hora intermedia  (cf  OGMR 79)

Via Crucis (Camino de la Cruz) ejercicio piadoso inspirado en la liturgia que va recorriendo, con un desplazamiento hacia las distintas estaciones para meditar en los momentos de la Pasión del Señor siguiendo ante todo los relatos evangélicos 

Viático (provisión para el viaje) ultima comunión sacramental del cris tiano en peligro de muerte (cf RUE 26, CDC c 921)

Vigilia (vela) preparación que antecede a una solemnidad (cf OGLH 70- 72) con elementos litúrgicos propios, entre los que destaca la misa de la vigilia, la vigilia pascual   es la mas relevante de todas vease cap XX, el 

Ojicio de lectura  se puede convertir en vigilia en la víspera de solemnida des y fiestas (c f OGLH 73) vease cap XXVI 

Vinajeras: jarritas que contienen el vino y el agua para la Misa 

Visita pastoral: presencia del obispo en las parroquias o comunidades locales de su diócesis como ministro del Evangelio, pastor y gran sacer dote de su grey (cf CE 1177 1184) 

Vísperas (tarde) oración del final del día, hora del Oficio divino (cf SC 89, OGLH 39 ss) veas e el cap XXVI